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Historia, 38, diciembre 2016, pp. 67-93.

ISSN 2519-0253

Las “otras” mujeres de la rebelión


Sisa-katarista (1781-1782)
The “other” women of the
Sisa-katarista rebellion (1781-1782)

Marina Ari1

Recibido en: 10.08.2016


Aprobado en: 9.11.2016

Resumen:

Las figuras de la esposa y hermana de Tupac Katari, otrora Julián


Apaza, protagonistas de la rebelión india de 1781-1782 en el Qu-
llasuyu bajo el poder español, brillaron con luz propia y se han con-
vertido en referentes para nosotras, las mujeres indias. Pero ellas
son sólo parte de un conjunto de mujeres indias que lucharon en
la rebelión a la par de los combatientes hombres. Pese a ello, su
participación, objetivos y pensamiento desarrollados en la lucha li-
bertaria india han sido ignorados por la mayoría de los historiadores
de la rebelión, tampoco se conoce la situación de las mujeres indias
del llano que estaban recluidas en la ciudad cercada de La Paz, o las
que enfrentaban a la agresión hispana en las provincias y los sectores
donde se desarrolló la rebelión. La presente investigación pretende
aportar con nuevos elementos al conocimiento de la situación de las
mujeres indias durante esta rebelión.

1 Marina Ari es periodista. Correo electrónico: wayraari@hotmail.com


68 Historia, 38

Palabras clave: mujeres indias, rebelión katarista, Bartolina Sisa, si-


glo XVIII.

Abstract:

The figures of the Indian leader Tupac Katari’s wife and sister,
protagonists of the Indian rebellion of 1781-1782 in the Qullasuyu
under Spanish power, shone in their own light and have become
referents for us, Indian women. But they are only part of a group of
Indian women who fought in the rebellion alongside male fighters,
despite their participation, goals and thinking developed in the In-
dian libertarian their struggle has been ignored by the majority of
the historians of the Rebellion. The situation of the Indian women
on the plain who were held in the besieged city of La Paz, or those
facing Hispanic aggression in the provinces and sectors where the
rebellion was developed, is not known either. The present research
intends to contribute with new elements of knowledge presenting
the situation of the Indian women during this rebellion.

Keywords: indian women, katarista rebellion, BartolinaSisa, XVII-


Ith Century.

Rebelión de Kataris, ¿pero no de Sisas? en un hito histórico fundamental


en la historia india de Bolivia, es
Aunque existen nuevos aportes de admirable que los investigadores
historiadores y otros especialistas pudieran aproximarse a la misma
en los análisis de la rebelión Si- obviando la participación funda-
sa-katarista2 que se ha convertido mental de las mujeres indias; y no
es que se trate de una insistencia
2 El término Sisa-Katarista es una rei- feminista en incorporar la presen-
vindicación que hacemos algunas acti- cia de las mujeres en dicha rebelión
vistas indias urbanas para que, a través sino que, efectivamente, tanto en
de la inclusión del nombre de Bartoli-
na Sisa en la lucha katarista, se reco-
la insurgencia amarista como en la
nozca la lucha de las mujeres indias en sisa-katarista, las mujeres no sólo
todo el proceso de liberación india. fueron comandantes, generalas y
Ari 69

soldados sino también creadoras de imprescindible para la comprensión


ideología, tanto con su actuación de este proceso. Sin embargo, aun-
como discursivamente. Es el caso que contiene un estudio profundo
de Bartolina Sisa quien, tras su cap- del estado social y político en los
tura (diciembre del año 1781), fue Andes que dio lugar a los levanta-
interrogada acerca de las motivacio- mientos amaristas kataristas y una
nes que la llevaron a ella y a Tupac profundización del perfil de Tupac
Katari a la rebelión y respondió con Katari y las significancias y sentidos
total convicción: “para que extin- políticos de sus actuaciones, ritos y
guida la cara blanca sólo reinasen diferentes expresiones discursivas,
los indios” (Del Valle, 1990: 249). la autora de la frase ‒que dio lugar
al título de este libro‒ y otras pro-
Esta fuertísima plataforma política tagonistas femeninas de estos mo-
que ni siquiera Tupac Katari pudo vimientos indigenales andinos sim-
expresar3 ha dado lugar al título plemente no aparecen en la obra.
de la obra de Sinclair Thomson,
Cuando sólo reinasen los indios. La Felipe Quispe, político indianista e
política aymara en la era de la insur- historiador, escribió un texto sobre
gencia (2006). Esta obra resulta ser Tupac Katari en el cual hace, funda-
mentalmente, un estudio de la es-
3 Boleslao Lewin, quien analizó las confe- trategia de guerra de guerrillas del
siones de los rebeldes, tiene una pobre ejército katarista. Dedicó a Bartoli-
opinión sobre la de Tupac Katari, al se- na Sisa un capítulo de su obra que
ñalar: “El interrogatorio de éste no de-
habla de su apresamiento plantean-
muestra la fortaleza de espíritu de José
Gabriel Tupac Amaru. Julián Apasa, do que ella comandó “a la tropa en
como la mayoría de los caudillos indí- varias acciones combativas” (Quis-
genas presos, no asumió la defensa de pe, 2007: 84) y que fue la “jefa de
sus actos ni alegó por los postulados de la rebelión aymara”; sin embargo el
la rebelión. Por el contrario, pretendió
líder e historiador aymara tampoco
ganarse la buena voluntad de sus inexo-
rables enemigos atribuyendo todas las le dedicó más atención a su impor-
culpas a los ‘incas’, es decir, a la familia tante papel dentro del movimiento
de Tupac Amaru” (Lewin, 1967: 126); y menos al de las otras mujeres in-
su perspectiva era tan negativa que ol- dias. Entre los teóricos del india-
vidó que Bartolina Sisa planteó en su
frase “para que reinasen los indios” un
nismo, Fausto Reinaga, en Tierra
ideario indio revolucionario. y Libertad. La revolución nacional y
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el indio, hace una breve referencia Dentro de la historiografía boliviana


a Bartolina Sisa como “seguidora” encontramos las primeras referen-
de Tomasa Tito Condemayta: “Se cias a la figura de Julián Apaza en
levantan Tupac Catari y Bartolina el libro de José Manuel Cortes, En-
Sisa –que sigue a la iconoclasta caci- sayo de la historia de Bolivia (1861)
ca Tomasa Tito Condemayta (…)” donde el autor escribe brevemente
(Reinaga, 2014: 67). Por otra parte, acerca de la rebelión e incluso dice
Reinaga se refiere al indigenista de Bartolina que “hallábase La Paz
cuzqueño José Uriel García que, en segunda vez sitiada por la famosa
su obra El nuevo indio (1930), plan- Bartolina, concubina o mujer de
teó problemas identitarios del Perú. Catari” (Cortes, 1861: 24), siendo
Reinaga afirma que Uriel García esta la única referencia a la partici-
presentó a Tupac Katari y Bartolina pación femenina en la rebelión.
Sisa como unos “bolcheviques”4.
Zacarías Monje, abogado de ten- En 1943, el historiador judío pola-
dencia indigenista, publicó el libro co radicado en Uruguay, Boleslao
Sucasuca Mallcu (1941), una obra Lewin, escribió Tupac Amaru, el re-
que marcaría a muchos indianistas5. belde. Su época, sus luchas y su influen-
cia en el continente6. Lewin había es-
tado en Bolivia en 1940 revisando
4 Reinaga cita J. Uriel García: “son to- documentos sobre la rebelión ka-
dos bolcheviques cuando ahorcan co-
tarista en el Archivo Nacional de
rregidores, se apoderan de los cauda-
les públicos (…) incendian y saquean Sucre y con esos datos incluyó en
las grandes fábricas y obrajes de la su obra la lucha en territorio kata-
época donde el indio extinguía su rista. Este historiador no dejó de
vida trabajando para los amos; cuando lado a las mujeres que participaron
Tupac Katari y Bartolina Sisa anegan
ciudades y poblaciones enteras” (Rei-
en la rebelión de Tupac Amaru,
naga, 2014: 68). dedicando a Micaela Bastidas una
5 La investigadora Sue Serra Iamamoto parte de su obra en la que rescata
dice: “In 1942, Zacarías Monje Ortiz la carismática figura de la esposa de
published Sucasuca Mallcu, a historical
Tupac Amaru, mostrándola como
account of the rebellion that identified
Katari as an American “protomartyr”,
who fought for the liberation of Indi- 6 La primera edición fue hecha en Bue-
ans, mestizos and creoles from the Eu- nos Aires, por la Editorial Claridad, el
ropean conquerors” (Serra, 2015: 103). año 1943.
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enérgica, inspiradora de Amaru y Biográficos (1897): Esteban Ticona


su lugarteniente más inmediato. (2013) dijo que esta fue una obra
A través del seguimiento a las ac- pionera que justifica la rebelión di-
ciones y pensamiento de Bastidas, rigida por Tupac Katari y Bartolina
Lewin se dio cuenta que su papel Sisa contra el colonialismo español
no era secundario sino que ella y que muestra una percepción hu-
tenía sus propios planteamientos manista defensora de los derechos
sobre la estrategia del movimien- humanos. Otra obra que menciona
to amarista, sobre los movimientos a Katari y a Sisa es la del sacerdote
militares que debían emprenderse liberal Nicanor Aranzaes, el Diccio-
e incluso tenía poder de recluta- nario Histórico del Departamento de
miento de guerreros; sin embargo La Paz (1915), quien pinta a Bar-
no hay un desarrollo sobre este úl- tolina Sisa como una “chola”. Luis
timo aspecto. En la parte relativa a Severo Crespo también la menciona
La Paz, habla de Diego Cristóbal en varias obras como Monografía de
Tupac Amaru y el sitio del pueblo La Paz de Ayacucho (1906), Bosquejo
de Sorata, en la provincia Larecaja, de Historia de Bolivia (1912), Episo-
y menciona brevemente a Gregoria dios Históricos de Bolivia (1934). El
Apaza, hermana de Tupac Katari en novelista cochabambino Augusto
las páginas dedicadas a este perso- Guzmán publicó la novela histó-
naje y al asedio a la ciudad de La rica Tupaj Katari (1944), en la que
Paz. Sin embargo, Bartolina Sisa es dedica una parte a Bartolina Sisa
prácticamente ignorada y la partici- planteando de nuevo la figura de
pación de las mujeres, ausente. una “chola” que odiaba “a los cha-
petones con odio fiero y proclama
Existen otros textos sobre Tupac sin cuidarse que ha de llegar un día
Katari en los cuales el nombre de que los nativos, dueños de esta tie-
Bartolina Sisa aparece eventual- rra, los boten a las suyas” (Guzmán,
mente pero por lo general, no se 1978: 55). Marcelo Grondin escribe
en 1975 “Tupac Katari y la rebelión
la menciona, ni a Gregoria Apaza
campesina de 1781-1783” que se
y menos aún a las otras mujeres
constituye en una importante obra
que participaron en la rebelión. A
de restauración de la lucha de Tu-
fines del siglo XIX, Rigoberto Pa-
pac Katari y Bartolina Sisa puesto
redes publicó Tupac Katari. Apuntes
que muestra a la pareja como de-
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fensores de los derechos vulnerados por su liberación ha sido cubierta de


de los indígenas. oprobio y disminuida” (Ibíd.: 77). De
Bartolina Sisa asevera que participó
Fue Alipio Valencia Vega quien en los preparativos de la rebelión,
escribió una obra específica sobre llegando a conocer a Tupac Ama-
Bartolina Sisa donde hace un aná- ru y que luchó junto a Katari como
lisis sobre las mujeres aymaras y jefe auxiliar; “tomó parte activa en
quechuas entre las que no estable- la organización de los campamentos
ce distinción alguna y afirma que militares de la sublevación aymara
los hispanos las usaron como carne en el Alto de La Paz, en Chacaltaya,
de placer y que “la mujer, en cual- en Killikilli y el Calvario; en el valle
quiera de las colonias españolas, no de Potopoto y en las alturas de Pam-
estuvo exenta de su participación pjasi” (Ibíd.: 80) siendo, además, la
en las castas” (Valencia, 1978: 17) mejor consejera de Julián Apaza y la
Afirma que en ese régimen de cas- de mayor confianza.
tas, las mujeres indias ocuparon el
lugar más bajo y por ello participa- Recientemente, ya en el siglo XXI,
ron en la lucha por la preservación una obra analiza los significados y
de su cultura y estructura familiar construcciones ideológicas en torno
en contra del invasor español: a las figuras de Tupac Katari y Bar-
tolina Sisa en el contexto actual del
… los ejércitos indios de los al- Estado Plurinacional: se trata de Pa-
zados, estaban integrados por los chakuti: El Retorno de la Nación, de
indios varones (…), pero también Vincent Nicolas y Pablo Quisbert
por las mujeres, en condición de (2014). En esta obra de profundi-
hermanas, hijas y esposas de cada zación de la génesis simbólica de la
familia. Esta participación que sor-
pareja Katari-Sisa se rescata además
prendió a los españoles como una
rara particularidad, no lo era sin em-
un documento icónico pertenecien-
bargo. Provenía, en su origen, de la te al Almanaque del Punto-IV para
constitución de la familia indígena los años 1960-1964 publicado por la
pre-colonia…(Valencia, 1978: 76). cooperación norteamericana, don-
de además de consignar a Bartolina
En un sabio planteamiento, afirma Sisa entre las mujeres célebres, se
que “La participación de la mujer la muestra combatiente, dirigente y
indígena en la lucha de los indios chola (Nicolas, Quisbert, 2014: 164).
Ari 73

Han sido historiadoras mujeres Arze quienes, en su libro Mujeres en


quienes, con gran sensibilidad, han Rebelión, explican que su trabajo
desarrollado estudios sobre la parti-
cipación de las otras mujeres indias, … ha sido encarado reconocien-
además de Bartolina Sisa y Gregoria do la importancia de rescatar la
Apaza, en los levantamientos sisa-ka- perspectiva étnico cultural para el
taristas. María Eugenia Del Valle ha contexto general de las subleva-
ciones en las que participaron las
sido la primera en indagar no sólo el
mujeres recuperando los aportes
papel de Bartolina Sisa y Gregoria fundamentales de autores como
Apaza sino el de otras mujeres in- del Valle de Siles, Cajías, O’Phe-
dias que intervinieron de diferentes lan, Serulnikov, Stern, Hidalgo, un
formas en esta gesta. Su tremenda trabajo nuestro inédito y los más
investigación no sólo se ha enfocado antiguos de Fisher, Lewin, Imaña
en los movimientos de restauración y Vega.Nuestro objeto principal
del Qullasuyu dirigidos por hombres de estudio es (…) la participación
andinos sino que ha resaltado las fi- femenina en las sublevaciones…
guras femeninas del levantamiento. (Arze et al., 1997: 11).
El esfuerzo de esta historiadora chile-
na ha sido colosal puesto que rescata Otra investigadora que ha escrito
los diarios, cartas y documentación sobre el tema es Pilar Mendieta
sobre el cerco de La Paz; además de quien realizó un estudio sobre la vi-
su obra Historia de la Rebelión de Tupac sión del criollo Tadeo Diez de Me-
Catari, 1781-1782 (1990), publicó va- dina7 acerca de las mujeres indias e
rias fuentes como Cinco testimonios del
cerco La Paz 1781 (1973), Testimonios 7 Según la investigación de Herbert S.
del Cerco de La Paz. El campo contra la Klein: Acumulación y herencia en la eli-
te terrateniente del Alto Perú: El caso de
ciudad 1781 (1980) y editó el Cerco de Don Tadeo Diez de Medina (1983), este
La Paz. Diario de Francisco Tadeo Diez personaje nació en La Paz alrededor
de Medina (1981). de 1730 y fue un acaudalado hacen-
dado poseedor de quince fincas en La
Paz y Cochabamba y aproximadamen-
Otras historiadoras que destacaron la
te 1.700 peones. Fue nombrado Capi-
presencia de las mujeres en la rebe- tán de Milicia en La Paz por el virrey
lión sisa-katarista son Ximena Me- de Lima Manuel Amat en 1764 y fue
dinacelli, Magdalena Cajías y Silvia alcalde ordinario electo en el gobierno
municipal de La Paz. Durante la rebe-
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hizo contribuciones muy interesan- encima del papel protagónico del


tes estudiando su mentalidad que guerrero (Mendieta, 2005: 369)
califica como “conservadora” ade-
más de no comprender a las muje- Finalmente la investigadora argen-
res indígenas y desconocer las nor- tina Daniela Merino hace una im-
mas y relaciones de género andinas. portantísima contribución en su in-
El análisis de Mendieta sobre las vestigación Anatomía de una rebelión,
mujeres de la rebelión se basa en Valles de Sicasica, 1782 (2000) al evo-
los conceptos de Mallku/T’alla y el car la tercera y última generala del
chachawarmi explicando estos con- levantamiento de 1781- 1782: Isabel
ceptos como: “La pareja era enten- Huallpa viuda de Choquetiqlla.
dida como el complemento, la uni-
dad perfecta o ‘chachawarmi’…” Las Villkawarminaka8
(Mendieta, 2005: 367). Pese a esta
supuesta unidad perfecta del cha- ¿No es justo proclamar la rebelión
chawarmi, la autora afirma que los de 1781-1782 como una insurrec-
roles femeninos de subordinación ción que tuvo la singularidad de
de la mujer india al hombre indio la codirección de las villkawarmi-
seguían vigentes: naka? Un espíritu igualitario esta-
ba presente en las mujeres indias
A pesar de tener roles de mando, que integraron el ejército de Tupac
(…), no quiere decir que se insu- Katari y Bartolina Sisa. Estas tro-
bordinen de sus pares masculinos. pas no sólo estaban compuestas de
Es clara la sumisión de Bartolina a hombres sino también de mujeres
Tupac Katari, el hombre, el macho que lucharon a la par de sus com-
que representa el poder y la guerra
pañeros y dirigieron acciones mili-
aunque también es notable su in-
tares. Por ejemplo, en la acción de
fluencia en él. Las mujeres son el
par de los hombres, son sus igua- amedrentamiento a los españoles el
les pero al mismo tiempo son dife- 7 de abril de 1781, una multitud de
rentes. Tienen poder pero no por guerreras y guerreros kataristas ba-
jaron por El Tejar: “La multitud de
lión de Tupac Katari de 1780, Diez de
Medina hizo préstamos al tesoro local 8 En aymara Villca es el nombre ritual
y peleó contra los kataristas en las zo- del sol o guerrero o sacerdote del sol; y
nas rurales de Pacajes y Sicasica. Warminaka singifica mujeres.
Ari 75

indios constaría de seis a ocho mil, unos pocos con escopetas y logran-
pero compuestos de varias muje- do coger dormidos algunos indios,
res” (Diez de Medina, 1994: 118). mataron 20 entre hombres y mu-
En otro relato, el criollo dice: “Ba- geres” (Segurola, 1872: 45). Obvia-
jaron muchos indios y mujeres del mente las mujeres indias que fue-
alto de San Pedro y se fueron em- ron asesinadas eran hijas, madres y
boscando en diferentes lugares de esposas, pero eran consideradas por
la campaña” (Ibíd.: 198). los españoles no como mujeres sino
como guerreras enemigas. La su-
El mismo brigadier español Se- premacía blanca y sus conceptos de
bastián de Segurola y Olidén9 se género basados en una minusvalía
asombró de la participación activa y esencia pecaminosa e inferior de
de las mujeres indias guerreras pero la mujer hicieron las mujeres fueran
no dudó en asesinarlas sin ninguna tratadas con mayor rudeza y barba-
distinción como aquel 11 de mayo, rie pues estaban indignados de que
cuando los españoles salieron de la ellas tuvieran un espíritu bravío y
ciudad sitiada de La Paz y encon- osaran enfrentarse a los ejércitos es-
traron a las guerreras dormidas: “Al pañoles.
amanecer de este día salieron de
esta ciudad al pueblo de S. Pedro Estas mujeres no sólo eran comba-
tientes de segunda línea: también
comandaban, lo que provocaba el
9 Sebastián de Segurola y Olidén nació asombro y odio de los españoles y
en la provincia de Guipúzcoa (Espa-
criollos patriarcales como Diez de
ña); en 1740, siendo capitán fue nom-
brado mediante cédula real como co- Medina en cuyo diario se percibe
rregidor de la provincia de Larecaja y que estuvo obsesionado con la figu-
Comandante de armas de la ciudad de ra de Bartolina Sisa, refiriéndose a
La Paz en noviembre de 1776. Residió ella en los peores términos:
en Sorata hasta el inicio de la rebelión
de Tupac Katari cuando fue llamado
a La Paz por el presidente de la Au- Dícese que el Apaza, con mil in-
diencia de Charcas, Ignacio Flores, dios, partió el jueves (mayo) de
quien lo nombró corregidor de La Paz madrugada para Calamarca a resis-
en 1781. Segurola fue el principal re- tir a las tropas nuestras auxiliares y
presor de las rebeliones indígenas del que su amasia (a quien la da de pa-
Alto Perú, llevando adelante sangui- los cuando está borracho) se trasla-
narias represalias.
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dó del alto de Potosí, a la estancia 14 años se adentrara subrepticia-


de Achachicala (Diez de Medina, mente a la ciudad de La Paz para
1994: 169). llevar comida a su madre y unos
pesos de plata para Bartolina Sisa.
Queda clara la intención de Diez de Pero la joven fue aprehendida y no
Medina degradar a la generala con conocemos la suerte que corrió. El
el calificativo de “amasia” (mujer cruel Diez de Medina relató este
entretenida) y de mostrarla como hecho que muestra la solidaridad,
una mujer sometida a la violencia el amor filial y el supremo valor de
de su pareja, pero su propósito de la juventud femenina india en se-
minimizar a la guerrera revela su mejante circunstancia:
odio y su indignación hacia las mu-
jeres indias guerreras que amedren- … aprehendieron los nuestros
taban a los españoles y criollos como hacia la trinchera de la Recogidas
él, prisioneros en el cerco de La Paz a una cholita de 14 años que iba
impuesto por la rebelión india. ronceando la ciudad y que fue
vista, la introdujeron, y le halla-
Otro elemento que caracterizó a las ron unos ocho panes, dos quesos
warmis del levantamiento fue la so- y cinco pesos en plata sellada,
lidaridad en circunstancias de des- que traía para la india amasia de
Tupac Catari, Bartolina Sisa, pri-
gracia. Fue el caso de la joven que
sionera en la cárcel pública con
arriesgó su vida por su madre. Trai- otra india, cuya hija es la cholita
cionada, la gran Mama T’alla Barto- conductora y con más una carta
lina Sisa fue capturada el 2 de julio escrita a ella de conjurado Tupac
de 1781 junto con su mensajero As- Catari (Ibíd.: 275).
cencio, “El Cañarito”, Juan Crisós-
tomo Hinojosa, mestizo de Caquia- En otro relato acerca de un ataque
viri, lugarteniente fiel de Sisa y con katarista a La Paz, Diez de Medi-
una o varias mujeres cuyos nombres na muestra el ceremonial de guerra
ha olvidado la historia. El amor filial en el cual las mujeres tenían un pa-
a esa mujer ‒cuya identidad se des- pel importante: los y las guerreras
conoce pero que fue seguramente iniciaron con una demostración de
una guerrera, pues fue capturada danzas y luego compartieron una
junto a Bartolina Sisa‒ hizo que el amplia provisión de coca. Posterior-
21 de septiembre, una jovencita de mente llegó Katari y juntos celebra-
Ari 77

ron hasta la noche. En la oscuridad, Mujeres indias en medio del conflicto


atacaron con hondas las trincheras
hispanas, horadando las paredes Pero no todas las mujeres indias in-
que pudieron. En esta ocasión mu- tegraron los ejércitos sisa-kataristas
rieron varios hispanos y criollos pero pues en las comunidades quedaron
también combatientes kataristas algunas entre dos fuegos y aunque
entre los que se encontraban mu- seguramente adherían a la causa
jeres: “Fueron muchos los que mu- de sus hermanos y hermanas en la
rieron y se los iban arrastrando, de rebelión, hubo casos en que fueron
ambos sexos” (Ibíd.: 201). El ritual asesinadas por las mismas tropas
del comunitarismo masculino-fe- kataristas por no poder unirse al le-
menino precedía a la muerte como vantamiento: “los rebeldes venían
elemento de unión y adquisición seduciendo y propulsando a los
de fortaleza, semiótica que ha sido pueblos y aun matando a los indios
interesantemente expuesta por el que resistían levantarse” (Diez de
historiador Nicholas A. Robins. Medina, 1994: 80).

Con admirable espíritu que no te- Las mujeres, madres e hijas de los
mía a la muerte, muchas guerreras caciques fueron las primeras en ser
sisa-kataristas prefirieron suicidarse victimadas. Así ocurrió en Sicasica
antes que caer bajo la perversidad (La Paz) donde tanto la mujer del
española, por horror hacia el yugo cacique de Urinsaya como el de
hispano y con admirable valentía Aransaya fueron muertas junto a las
al elegir la muerte por sobre la vio- mujeres españolas:
lación y la tortura. El militar espa-
ñol que masacraba a los rebeldes ... mataron los indios, con la bár-
indios, Sebastián de Segurola, fue bara ferocidad que acostumbran
testigo de este drama “… se siguió al cacique de Urinsaya don Pablo
concluir con el resto de los que ha- López, su madre, mujer e hijos, al
bían quedado vivos de ambos sexos alcalde Ambrosio, a la mujer del
de los cuales algunos y particular- otro cacique de Aransaya, Apaza y
mente las mujeres se sacrificaban su hijo y Eugenio Nina, así mes-
precipitándose a la laguna…” (Se- mo indios. Y de los españoles (…)
gurola, 1872: 138-139). don Pedro Guzmán, su mujer e
hijas (Ibíd.: 61).
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Lo mismo pasó con las mujeres del y algunos mozos y las más indias y
cacique de Ayoayo y el de Sapaaqui. una que otra esclava y los conduje-
Asimismo, las mujeres de comuni- ron al alto de San Pedro (Ibíd.: 188).
dades cercanas a la ciudad de La Paz
sufrieron de hambre y desespera- Los alimentos eran utilizados como
ción, lo que las llevó a tomar medi- señuelos para matar españoles y
das extremas: por ejemplo, un grupo capturar a mujeres que se atrevían
de 30 indígenas hizo un forado por a todo para obtenerlos:
la cerca de la huerta del convento de
San Francisco y estos se refugiaron … se metían los indios por las que-
allí, “y habían sido mujeres de los al- bradas, de las que salían á hacer al-
zados, las que clamaban por retirar- gunos robos y muertes por la par-
se con ellos mediante el hambre de te de Achachicala, siendo en más
que se quejaban” (Ibíd.: 118). número las mugeres, que salieron,
confiadas en que los indios esta-
ban de paz, en solicitud de algunas
Otras víctimas fueron las mujeres
comidas que por allí había, lo que
indias que estaban encerradas en
dio mérito á que muriese á manos
La Paz. El motivo era el aprovisio- de los infieles (Segurola, 1872: 69).
namiento de víveres, supuesto “de-
ber” de las mujeres y sobre todo
La trampa del mercado funcionó has-
de las indias que conformaban la
ta el mes de octubre de 1781. Diez
servidumbre de los hispanos y de
de Medina relata que varias mujeres
los criollos. Mientras el hambre,
fueron atraídas al mercado de la plaza
la plaga y la muerte rondaban por
de San Pedro, donde los rebeldes
la ciudad, las indias encerradas en
La Paz acudían desesperadas a
… las fueron entresacando y sepa-
un mercadito que las comunarias
rando en dos clases: la una, de toda
habían instalado en la plazuela de mujer de cara blanca, de buen pa-
San Sebastián pero en realidad, recer, de buen ropaje, niña o vieja,
era una trampa que tendieron los casada, las que llevaron a las 11 y
kataristas para capturar a estas media del día prisioneras al cam-
osadas: po enemigo de Munaypata (…)
…repentinamente aparecieron los La otra de indias, y las de mal pe-
Kataristas aprehendiendo a 60 per- laje fueron repudiadas y las envia-
sonas entre muchachos y muchachas ron con libertad a la ciudad donde
Ari 79

volvieron, y varias sin la provisión atraían a los hombres hacia el pe-


de víveres a que habían salido y ligro. Así es cómo Diez de Medina
que al bajar a la ciudad se la qui- explica sus temores:
tan los rebeldes (Diez de Medina,
1994: 285). El permiso que se libró para que
puedan salir las mujeres que quie-
Obviamente, para el criollo Diez de ran fuera de las trincheras, nos
Medina era inconcebible que los trae el justo temor de que aque-
guerreros indios expresaran su soli- llas mujeres réprobas y fáciles de
daridad con las criadas semi-escla- seducirse, por la liviandad regular
vas indias; prefería pensar que por del sexo atraigan a sus maridos,
ser indias “y de mal pelaje”, los ka- hermanos y allegados que existen
en la ciudad… (Ibíd.: 285).
taristas no las apresarían. Esta tác-
tica hizo que el comandante Segu-
rola ordenara que no se permitiera Sin embargo, las mujeres siguieron
salir de las trincheras ni a hombres enfrentando el peligro y su captura
ni a soldados, pero sí a las mujeres: fue interpretada por criollos y espa-
aquello confirma que el concepto ñoles como una señal de prostitución.
que tenían los españoles de las mu-
En la madrugada volvieron del
jeres indígenas era despreciativo.
campo enemigo varias mujeres
Pese a que eran las mujeres y sobre que con pretexto del mercado de
todo las indias quienes obtenían víveres nos intersepararon [sic]. Se
la poca alimentación que se podía quedaron muchas en el campo re-
conseguir en La Paz, estas fueron belde por no perecer en la ciudad,
calificadas por Diez de Medina pues tuvieron salvo conducto para
como “réprobas”, “fáciles de sedu- venirse o quedarse, menos las de
cir”, “livianas”. Además el carácter buen parecer que se hallan cus-
misógino de españoles y criollos todiadas por los que las eligieron
(Ibíd.: 291).
consideraba que la liviandad de las
mujeres indias era regular, propia,
usual del sexo femenino; se respal- Además, las mujeres de uno y otro
daban en los códigos de la religión lado se arriesgaban a entrar y salir
católica, la expulsión del paraíso de la ciudad, sobre todo por el su-
terrenal y la figura réproba de Eva puesto sentido de deber femenino
para argumentar que las mujeres de proveer de alimentos a sus fa-
80 Historia, 38

milias y a sus “patrones”, más aún en sus calles; pero se nota que los
cuando los habitantes de La Paz ya más de los muertos son del nú-
se habían comido y a sus mulas, ca- mero de los indios amigos, de las
ballos, burros, gatos y perros indias y sus hijos. Las calles están
regularmente con cadáveres arroja-
y los cueros más despreciables (…) dos. Los niños y muchachos gritan
como del que suministraban las pidiendo socorro por las calles, es-
petacas y zurrones, (…) se aventu- quinas y plaza mayor (Ibíd.: 226).
raban algunas gentes, en particular
las mugeres, á quienes únicamen- Capturada Bartolina en julio de
te se permitió salir á comprar los 1781, los habitantes de La Paz, fun-
bastimentos (Segurola, 1872: 128). damentalmente mujeres y niñas
indias, arriesgaron sus vidas para ob-
El hambre era el incentivo para tener alimentos: “Mataron en aquel
reclutar indígenas que se habían puesto varias mujeres y niñas que
quedado encerrados en La Paz. salieron por comidas” (Ibíd.: 226) y
Los kataristas lo sabían y por ello, este fenómeno no paró: “hubo algu-
les gritaban que se unieran al ejér- na mortandad de los nuestros y mu-
cito de Julián Apaza y no murieran jeres que fueron a lavar y por víveres
de hambre y se fueran al Alto don- a Callapampa y Achachicala, cometi-
de tendrían toda asistencia: “y a la da por los rebeldes” (Ibíd.: 243).
verdad, que muchos cholos pícaros,
oficiales mecánicos y acuartelados y Pero en las áreas rurales y especial-
de Larecaja se nos han descandilla- mente cuando las guerrillas –como
do, desertando al campo enemigo” el líder e historiador indígena Feli-
(Diez de Medina, 1994: 189-90). pe Quispe las caracteriza– de Tupac
Katari fueron perdiendo terreno,
Cuando, en junio de 1781, los ata- también hubo una tremenda ham-
ques del ejército katarista se incre- bruna y muertes:
mentaron, la ciudad languideció
pero quienes más sufrieron fueron Este día vino una chola y un indio
las mujeres y hombres indios que ha- chipana de Yungas (…) Aquella
bían quedado al interior de la misma: dice que hay en el campo enemigo
La mortandad ha seguido con los miseria y penuria de víveres, que
días, por la causa de la hambre; la dan 26 papas por medio real, lo
ciudad se halla exhausta de gentes que es mucha desdicha entre los
Ari 81

indios (…) que los más están dis- Aquello se manifestó en los terri-
plicentes con el Apaza (…) y que bles actos de robo, tortura y ma-
ya lo entregasen a no ser los man- tanza de hombres y mujeres de las
dones que se hallan a favor suyo comunidades:
(Ibíd.: 245).
“fueron también aprehendidos
Algunas mujeres que desertaban in- un indio de Yungas y una india
tentaron ingresar a la ciudad; aquello de este pueblo de San Pedro con
se fue incrementando a medida que su hijo y una hija tiernos de edad,
mataron uno u otro de los levanta-
se debilitaba el movimiento katarista:
dos e hirieron a algunos…” (Diez
de Medina, 1994: 280).
Con la entrada de algunas muje-
res, que estaban entre los alzados,
se fue ratificando la noticia de irse Hubo incursiones brutales a las zonas
acercando a esta ciudad nuestras donde estuvo Katari. El gesto de una
tropas (Segurola, 1872: 122). mujer india que iba a ser masacrada
debería quedar en la memoria de
Una india, que entró por la noche nosotras, las mujeres indias: la mu-
nos aseguró había sido un Coronel, jer ocultaba la cara en señal de co-
que derrotado por las tropas de nocimiento de su inminente y cruel
nuestro ausilio, venía de retirada muerte: “ordenó el Comandante una
(Ibíd.: 123). correría a Potopoto y campo de Ca-
tari (…) mataron muchas mujeres,
Por la mañana entraron varias mu-
geres, que estando presas entre los
indios, párvulos y aun corren, a una
alzados, pudieron escaparse: dicen chola que, sentada, ocultaba su cara”
que los indios, desocupando el (Ibíd.: 293). Es notable como el rela-
alto de la Púna, se habían retira- tor deshumaniza a las mujeres indias
do hacia el paraje llamado Vilaque y más aún a la “chola”.
(Ibíd.: 124).
Asimismo, estremece la frialdad
La causa del desbande en las co- con la que Segurola relata la ma-
munidades era el pánico ante a las sacre del 25 de febrero de 1781
represalias: llegó la hora de la ven- cuando sus tropas y una columna
ganza, la crueldad y el abuso de los de mercenarios cochabambinos
españoles contra los originarios. sorprendieron en Ancoraimes a las
82 Historia, 38

familias de las comunidades “que voluntarioso y ninguna obedien-


estaban en las estancias y parajes cia, que tienen á cuanto se les
separados, matándoles hasta el nú- manda, mataron como unos 25 de
mero de unos 500, quemándoles estos infelices, que confiados en
sus casas, trayéndose cuanto pu- la amistad venían hacia nosotros,
manifestándose la malignidad de
dieron haber de ganados y efectos”
dicha gente (Ibíd.: 142).
(Segurola, 1872: 137). El 1º de mar-
zo de 1781, los cochabambinos ex-
Además de robar e incluso matar a
terminaron a más de 100 habitantes
un joven español para robarle una
indígenas de Italaque y asaltaron
mula, estos atacaron a la mismas
todos sus pocos bienes, de remate
mujeres españolas: “últimamente
incendiaron las casas: “En la que-
hasta á las pobres é infelices es-
brada se arrasó y quemó cuanto se
encontró perteneciente a los indios, pañolas les sacaron la poca ropa
con muerte de varios que se cogie- que habían podido reservar para
ron, y últimamente hice incendiar cubrirse” (Ibíd.: 142). Los solda-
todas las casas de los del pueblo…” dos españoles apoyados por tropas
(Ibíd.: 140). En Mocomoco, en la de cochabambinos, acusados por
parcialidad de Guarcas, el 3 de mar- el mismo comandante Segurola
zo, 200 cochabambinos y 50 espa- de ser ladrones, saqueadores y sin
ñoles destruyeron el pueblo, roba- disciplina militar, cometieron tro-
ron, mataron y se ensañaron en las pelías horrendas contra las comu-
mujeres, incluso en las españolas. nidades. Por ejemplo, el cura de
De acuerdo con Segurola, los co- Viacha, Antonio Durán, denunció
chabambinos estaban sedientos de que “sus” fieles apoyaban a los
sangre y odio a los indígenas pues kataristas y que Manuel Franco
cuando algunos indios se acercaron dirigió una tropa que ingresó al
con regalos pidiendo piedad, solo pueblo y “a diestro y siniestro ma-
recibieron muerte. taron y degollaron párvulos de pe-
cho, otros tiernos de edad, mujeres
… todas estas demostraciones, y que incautamente dormían con sus
las órdenes que se habían dado hijos y maridos. Saquearon varias
no fueron suficientes á contener casas y últimamente las incendia-
la iniquidad de la tropa de Cocha- ron…” (Diez de Medina, 1994:
bamba; pues llevados del espíritu 82). Se puede deducir lo que hicie-
Ari 83

ron estos esbirros con las mujeres nes inhumanas de encarcelamiento


indias que capturaron. pero en el brutal interrogatorio a la
que la sometieron no culpó ni de-
Las amantes mestizas lató a mestizos, vecinos ni a curas
que eran sospechosos de apoyar la
Cuando se produjo la captura de rebelión y menos a quienes efec-
Bartolina Sisa, la heroica generala tivamente habían participado en
india coprotagonista de los levan- el levantamiento; una sola persona
tamientos de 1781-1782 no llevaba mereció su acusación: María Lu-
ninguna joya, al igual que Gregoria piza, la amante de su esposo. Esto
Apaza, pero en el apresamiento de ejemplifica el sentimiento de las
las “queridas” de los comandantes otras mujeres de los líderes kata-
indios se comprobó que ellas si las ristas que tuvieron que callar y so-
usaban: “las esposas de los Quispe portar el hecho de que varios co-
o la querida de Diego el Menor, mandantes indios tomaran amantes
así como María Lupiza, la barraga- mestizas y las llenaran de joyas. Su
na de Tupac Catari, las poseían [las conducta fue de apoyo y compañe-
alhajas] en abundancia” (Del Valle, rismo con sus esposos.
1990: 446). Acusada de soberbia y
pendenciera por Gregoria, herma- Un caso excepcional fue el de Gre-
na de Tupac Katari, la “Lupiza” se goria Apaza quien asumió el mismo
ganó la total animadversión de Bar- comportamiento de guerra que los
tolina Sisa. Pero Tupac Katari no comandantes hombres, tomando co-
fue el único que se “procuró” una o mo amante al joven Andrés Amaru
dos amantes; el hermano de la otra
y dejando en el olvido a su esposo,
gran generala Micaela Bastidas,
Alejandro Pañuni. Es un ejemplo de
Miguel Bastidas, también se hizo
revolución en los roles de género de
de una querida mestiza “señalada
su época. Por otra parte, se suma a
como española en las declaraciones
la indignación de las esposas indias
de La Paz” (Ibíd.: 27) y lo mismo
el hecho de que las amantes mesti-
hizo Diego Quispe el menor.
zas no participaban plenamente en
¿Qué pensaban las esposas indias
las batallas y, a la hora de la derrota,
al respecto? Cuando Bartolina Sisa
delataron a sus amantes indios; se
fue apresada por los hispanos, su-
presentaron como víctimas y fueron
frió tortura, malos tratos y condicio-
84 Historia, 38

liberadas mientras que las esposas primero que hacía era ver si entre
de los caudillos indios fueron cas- las familias de aquellos indios había
tigadas con penas brutales por los mujer que saciase sus carnales ape-
españoles. Por ejemplo Lupiza o titos, sin precaver el menor escán-
María López, que fue apresada con- dalo” (Ibíd.: 12). Evidentemente,
juntamente con Katari, se victimizó Borda era un enemigo de los indios
en los interrogatorios que le hicie- kataristas y en especial de Katari, lo
ron los españoles hasta lograr su li- que pudo haber justificado su de-
bertad, argumentando que “Apaza claración. Pero lo preocupante es
la había sacado cautiva de la casa del que otros participantes de la rebe-
cura de Sicasica y, convirtiéndola en lión como Bastidas y otros corone-
su barragana, hacía que le siguiese les amaristas confirmaron la misma.
de puesto en puesto a fuerza de
‘golpes y martirios’…” (Del Valle, Otra probable amante de Katari fue
1990:254). No importaron los tes- la mestiza Josefa Anaya. En los in-
timonios de Gregoria Apaza y Bar- terrogatorios a los que fue sometida
tolina que afirmaban que Lupiza se por los españoles, cuenta que era
había quedado con diferentes “jo- objeto de los celos de Lupiza y que
yas de oro y diamante, gargantillas, por eso, Gregoria Apaza la tuvo que
rosarios, zarcillos, sortijas y pepitas trasladar al campamento de Mi-
de oro” y que era regular que “la tal guel Bastidas. Anaya, en esas cir-
Lupiza” conservara algunas de esas cunstancias, se puso al servicio de
alhajas “puesto que las había mane- Gregoria Apaza que le delegó ta-
jado desde antes” (Ibíd.) reas que le parecían intrascenden-
tes como preparar la comida, hacer
Por otro lado, es posible que algu- chicha, atender a los hombres: “…a
nos líderes indios desarrollaran ac- Gregoria no le importaban estas
tos de violencia sexual incluso hacia menudencias ni sentía que fuera
las mujeres indias. El cura agustino parte de sus tareas preocuparse de
Borda ‒que permaneció un mes menesteres que otras mujeres, in-
junto a Katari, al que odiaba‒ lo cluso las criollas o mestizas Josefa
acusó de ser un depredador sexual: Anaya y Agustina Serna podían ha-
“cuando Apaza estaba borracho, sa- cer en su lugar” (Del Valle, 1990:
lía de ronda con sus secuaces y lo 136). Pese a ello, no dudó en acusar
Ari 85

a Gregoria Apaza de haber sido una y el de las comandantas y esposas


mandona tiránica que cometió crí- indias y t’allas que dirigían batallas
menes. Tal vez por eso Gregoria la o participaban en ellas. En el caso
señaló como “amasia de su herma- de Gregoria Apaza, parece que ella
no”. Al parecer, los celos y peleas no se consideraba como la amante
entre mujeres se generalizaron: va- del joven sobrino de Tupac Amaru,
rias mujeres capturadas en los cam- sino que Andrés Tupac Amaru era
pamentos del Tejar (bajo el mando su amante, invirtiendo roles.
amarista) y de Pampajasi (bajo el
mando katarista) declararon que En una carta de Diego Quispe el
“eran transportadas de un campo a Mayor a su hermano Diego Quispe
otro por celos, rencillas o suspica- el Menor, descubrimos a Agustina
cias de Gregoria o de María Lupiza, Mamani, amante del menor. El ma-
la concubina de Apaza” (Ibíd.: 28). yor le reprocha enérgicamente a su
hermano que, teniendo una esposa
En el campamento El Tejar del responsable, de armas tomar y que
general amarista Miguel Bastidas, manejaba hacienda, había conse-
hermano de la admirable Micaela guido una “querida”: “Y lo que le
Bastidas y por lo tanto cuñado de digo es que vuesa merced no ande
Tupac Amaru, se encontraba Agus- cargando mujeres porque parece
tina Serna, otra mestiza, amante de mal…” (Ibíd.: 341).La esposa de
Bastidas a la que el general hizo Diego Quispe el Menor era Rosa
llevar al pueblo de Achacachi. Del Luque que manejaba la hacienda
Valle afirma que esta muchacha fue de Tarisquía en Patambuco (Puno,
cuidada y protegida por los encar- Perú). En una “incautación” que
gados de Bastidas en Larecaja an- hicieron los hermanos Quispe, en-
tes de ser llevada a ese lugar (Ibíd.: tre los objetos requisados como oro,
341). En el campamento amarista, plata, alhajas, vestidos y armas, los
líderes indios repartieron dichos
Agustina atendía a su amante. Es
objetos entre esposas y amantes;
muy interesante ver la diferencia de
Diego Quispe el Menor
papeles entre las amantes mestizas
o criollas que realizaban las “tareas
… mandó parte de sus bienes a su
femeninas” de atención general, ali- esposa Rosa Luque pero otra para
mentaria, sexual, etc. a los hombres fue enviada a Ayata donde vivía
86 Historia, 38

Agustina Mamani, su querida, a Las mujeres españolas


quien le envió (…) ocho posturas
de vestidos galoneados dos pa- Resulta singular constatar el des-
res y medio de estribos de plata,
precio que sentían los españoles
tres vasenicas de plata, tres platos
grandes y uno mediano, tres sillo- hacia sus propias mujeres. Sin duda
nes de montar y algunas chapas de fueron ‒después de las mujeres y
sillas (Ibíd.: 431). hombres indios‒ las que más su-
frieron en la rebelión. Uno de los
Las esposas de los coroneles que- hechos más peculiares es que los
chuas como Rosa Luque y Ascencia españoles vecinos de los pueblos
Flores, esposa de Diego Quispe el donde se acercaba el levantamiento
Mayor, quedaron en la retaguardia huyeron, dejando atrás a sus mu-
administrando las propiedades y jeres. Ellas, ante la llegada de los
haciendas obtenidas en la rebelión, kataristas, creían que podían salvar
haciendo labores agrícolas, cuidan- sus vidas y las de sus hijos e hijas re-
do a los niños, realizando labores fugiándose en las iglesias. Eso ocu-
agrícolas y ganaderas. Por ejemplo, rrió en el pueblo de Sapaaqui el 3
Ascencia Flores tuvo que enfrentar de marzo de 1781, pero fueron vic-
dificultades debido a que un ene- timadas: “[murieron] muchas mu-
migo de su esposo, el gobernador jeres españolas (...) que se habían
Carlos Puma Catari, le habría quita- refugiado en la iglesia, de modo
do todo lo que tenían, amenazándo- que murieron pocos hombres por-
la con ahorcarla a ella y a todos los que previniendo el daño, supieron
de esa casa, incluyendo el escriba- salvar sus vidas con la fuga” (Diez
no, por lo cual le invocaba: “Venite de Medina, 1994: 80).
no más, que bastante has trabajado,
no te vayan a hacerte traición, que Pero estas mujeres no solo fueron
acabe dicho Catari, ya que dice que abandonadas o dejadas atrás por
es hombre…” (Ibíd.: 335). Estas los hombres españoles: en los asal-
esposas amaristas tuvieron un fin tos fueron atacadas por sus propios
cruel: por ejemplo, Ascencia Flores compatriotas. En la población de
pereció antes de ser sentenciada Laja, por ejemplo, llegó la solda-
debido a las terribles condiciones desca española dispuesta al asalto
de encarcelamiento. y el robo, pero no encontraron más
que casas destruidas por el fuego:
Ari 87

Y como nuestra soldadesca lle- mataron de una bala a una negra es-
vaba la ansia del pillaje excitado, clava que salió por agua y una mu-
que sí se les frustró, acometieron chacha tierna de edad” (Ibíd.: 291).
a las casas de una pobre española,
del cura, del cacique y otros y las Las mujeres indias demostraron
saquearon y puede decirse de la
mucha más compasión hacia las
primera, que sin dejar estaca en la
pared (Ibíd.: 91).
españolas que la que demostrarían
estas tras la caída de Katari y Sisa:
Y por supuesto también fueron pre-
El 25 caminaron los auxiliares al
sas de los ejércitos indios. En las ac-
ingenio de Patacamaya y se halla-
ciones demostrativas de fuerza, las ron con unas mujeres que, llorosas
tropas kataristas ahorcaban o eje- y prosternadas de rodillas, daban a
cutaban a palos o a pedradas a los gritos muchas gracias a Dios, cla-
prisioneros sin importar si eran mu- mando por la justicia y besando el
jeres: así sucedió el 12 de abril de suelo repetidas veces, pues a la vis-
1781 en La Paz cuando sacaron a los ta de tal socorro libraban sus vidas
prisioneros que tenían “fuera de las y salían de los fosos subterráneos
mujeres de la ciudad, prisioneras, a donde se habían mantenido el es-
pacio de cuatro meses por el rigor
quienes mataron a palos y con las
de los rebeldes, gracias a la caridad
cabezas destrozadas” (Ibíd.: 126).
de una indias… (Ibíd.: 223).
Asimismo las esclavas africanas su-
frieron los rigores de la guerra: “aca-
Respecto al carácter de las muje-
baban de degollar una esclava y su
res españolas, el contraste con las
hijo, por no avisarles el paradero
rebeldes indígenas era palmario,
de sus señoras” (Ibíd.: 224). Se las
dando lugar a observaciones de los
consideraba como aliadas de sus pa-
españoles y criollos respecto a la na-
trones españoles y muchas de ellas
turaleza de las hispanas:
lo eran, pero cargaban con el peso
de la esclavitud que las obligaba a “En esta noche en que se pensó
depender de los españoles y eran tocar las filas de la Parca, las bue-
tan víctimas como las mujeres in- nas mujeres dieron el más piadoso
dias. “Amanecieron los sublevados ejemplo de edificación implorando
con sus pedradas y escopetas que el favor divino (…) en las iglesias y
nos disparaban a menudo (…) nos en las casas donde se combinaron
88 Historia, 38

estas señoras devotas y piadosas a consumir nuestros víveres de la


matronas” (Ibíd.:89) ó “confirma- ciudad (Ibíd.: 284).
dos después en que la expedición
marchaba para Laja, creían nues- Otro indignado con tener que res-
tros sobresaltos a la media noche catar mujeres y trasladarlas era el
(…) poblando las mujeres el aire comandante Segurola. En su cam-
de suspiros, clamores y llantos”
paña en las provincias Omasuyos y
(Ibíd.: 87).
Larecaja, en el pueblo de Mocomo-
co se incorporaron “muchas muge-
El desprecio de los hombres espa-
res españolas, que venían las infe-
ñoles y criollos hacia las mujeres es-
lices reducidas á una imponderable
pañolas los llevaba incluso a lamen-
miseria” (Segurola, 1872: 140). Al
tarse cuando las rescataban puesto
llegar con dichas mujeres al pueblo
que las veían como un lastre. Por
de Guaycho (hoy Puerto Acosta), a
ejemplo, el oidor Diez de Medina
orillas del lago Titicaca, sus tropas y
se indignaba cuando los kataristas
los inefables cochabambinos que lo
les devolvían a las mujeres españo-
acompañaban ya no las soportaban
las que estaban presas porque consi-
más y estaban enfurecidos: “la tro-
deraba que eran un perjuicio y que
pa estaba sobradamente molestada,
lo único que harían sería comerse
las mulas muy rendidas, que el co-
los escasos víveres de la ciudad:
pioso número de mugeres, niños y
otra gente, que convoyábamos nos
Aunque es verdad que a algunas
mujeres dieron libertad y volvie- embarazaban en gran manera las
ron, el ardid de los indios es el más marchas…” (Ibíd.: 143). Esto nos
refinado que puede verse en su muestra el espíritu misógino de los
barbarie, porque proceden con dos españoles, a quienes el catolicismo
fines, uno es descantillarnos (que- les dio nefastas caracterizaciones
brantar) los hombres, desmembrar de las mujeres; mezclada con estos
loas fuerzas y defensa de la ciudad conceptos está la estructura racista
(…) otro dejar a las mujeres que que se impone con su invasión. “La
por no contribuir a nuestra tui- raza o la “limpieza de sangre” fue
ción no las gradúan opuestas, por
un factor fundamental para la jus-
ello a sus pérfidas ideas y les dan
francatura con las miras de que, re- tificación del régimen colonial, la
gresadas, han de ser concurrentes bota española aplastaba cruelmente
Ari 89

a las razas indias mediante la mita, do por su género y su “otredad” a


el reparto y un sistema de explota- los abusos del invasor español, ese
ción brutal que se extendía incluso fue el de las mujeres indias. En la
a los mestizos.” mentalidad supremacista española,
se consideró que el control sobre
Podríamos concluir que, pese a la vida y muerte de los indios era
la impactante intervención de las un derecho erigido por la “supe-
mujeres indias en el levantamien- rioridad blanca”, pero este era más
to de 1781-1782, su participación fuerte aún sobre las mujeres indias
ha sido indudablemente obviada y que eran consideradas de una raza
esa omisión ha hecho que la historia pero también de un género “infe-
(incluso india) ignore que ellas no rior”. La atribución del estigma de
tuvieron una situación similar a las debilidad mental, física y sexual ha-
de sus compañeros. Fueron objeto cia las mujeres, incluso españolas y
de una brutal arremetida hispana criollas, se hizo más patente en la
basada en los conceptos españoles rebelión de 1781-1782.
de género, generalmente misógi-
nos, y la violencia que se ejerció Sin embargo, el comportamiento
sobre sus cuerpos, al ser asesinadas, aguerrido y osado de las mujeres in-
descuartizadas, torturadas, fue un dias sisa-katarista produjo asombro
espectáculo de sangre destinado entre los españoles. Pero este asom-
a acallar los levantamientos por el bro se convirtió en un recurso para
terror. Tampoco debe eludirse que escarmentar ese prototipo femeni-
aquellas mujeres que no pudieron no indio. Esta conducta de rebeldía
adherirse a los levantamientos y y fortaleza orientada a luchar contra
aquellas sospechosas de seguir a los el colonialismo patriarcal español
españoles fueron objeto de violen- fue violentamente castigada por los
cia y muerte por parte de sus pro- hispanos quienes no dudaron en
asesinar a mujeres y niñas, incluso
pios hermanos indígenas.
no guerreras, en las comunidades
en las que incursionaron.
Ideas finales

Si desde el inicio de la invasión es- La extrema violencia ejercida por


pañola existió un cuerpo condena- los españoles sobre las guerreras
indias sisa-kataristas se relaciona
90 Historia, 38

con las concepciones de raza que varones puesto que contaron en


ostentaban entonces los españoles. su lucha con soldados, generales y
En este “continuum biológico de la estrategas femeninos que lucharon
especie humana (…) la calificación a la par de sus compañeros hom-
de unas razas como buenas y otras bres, pero no fue igualitario para
como inferiores, será un modo de las warmis puesto que, además de
fragmentar el campo de lo biológi- guerreras, debían cumplir con sus
co que el poder tomó a su cargo” “deberes” femeninos de atención
(Foucault, 1992: 206). En el caso de a los esposos y preocupación por
la india que se tapaba la cara para la familia. El caso de los generales
no ver el horror que le esperaba, kataristas y amaristas, casados en su
creo ver la indiferencia del español mayoría con mujeres indias y que
frente a la condición de género de se consiguieron amantes mestizas y
las mujeres indias. Cuando los inva- criollas, revela un comportamiento
sores españoles advirtieron que las alejado de los principios de la fa-
mujeres indias luchaban junto a sus milia india idealizada e incluso de
compañeros varones en igualdad de los principios de solidaridad racial.
condiciones, la violencia se ensaño En la realidad del mundo katarista,
contra ellas en exterminios “ejem- aquello provocó la humillación y
plificadores” que se llevaron a cabo enojo de las esposas quienes ‒como
hicieron en las comunidades; en las en el caso de Bartolina Sisa‒ vieron
torturas y en los combates, se las con frustración que sus esposos da-
trató como a hombres enemigos. En ban públicamente regalos y dádivas
ningún relato se menciona violacio- a las amantes sin tomar en conside-
nes por parte de los españoles a las ración la posición de sus cónyuges.
mujeres indias pero ese silencio no Las mujeres indias de las comuni-
significa que, en medio de tanta vio- dades que no participaron en los
lencia hacia las mujeres indias, no se combates –y peor aún las que no
haya ejercido violencia sexual. se adhirieron a la rebelión– fueron
presa de la violencia y brutalidad no
Por otra parte, puede observarse el sólo de los españoles sino también
incumplimiento del famoso princi- de sus mismos hermanos de raza
pio del chacha-warmi por parte de quienes no dudaron en matarlas de
los kataristas. Este principio resultó manera cruel. Las declaraciones del
beneficioso para los combatientes cura Borda y de Diez de Medina
Ari 91

que aseveraban que Julián Apaza en ese caso, la acción arriesgada de


no dudaba en violentar sexualmen- conseguir alimentos, en la que las
te a cualquier mujer que le intere- mujeres indias de la ciudad de La
sara en las comunidades son obvia- Paz expusieron sus vidas, fue heroi-
mente fruto del odio español hacia ca y obviamente no reconocida.
el rebelde, pero es singular y preo-
cupante que los coroneles peruanos También hubo un gran compromiso
hayan ratificado esta versión. Por con la causa indígena por parte de
otra parte, resulta conmovedor que las mujeres indias. Desde diferen-
las mujeres indias se hayan solidari- tes papeles, aportaron en la lucha
zado con algunas mujeres españolas libertaria y posteriormente, al ser
y las hayan escondido de la perse- derrotada la rebelión, fueron trata-
cución de sus propios hermanos ka- das con mayor crueldad y saña por
taristas, puesto que arriesgaban su los hispanos. Pero, más importante
vida con este gesto compasivo. aún, es que en esta participación en
la rebelión existió una conducta, un
Las mujeres indias también jugaron pensamiento y un programa feme-
un papel vital pero no reconocido nino indio propios que ha sido sub-
tanto en las comunidades como en sumido y por lo tanto pasó desaper-
la ciudad de La Paz: fueron las prin- cibido. Una prueba de ello es que el
cipales proveedoras de la alimenta- planteamiento más claro sobre los
ción familiar. En el caso la sitiada objetivos de la rebelión lo expresó
La Paz, defendieron con sus vidas Bartolina Sisa. Otro elemento es la
el abastecimiento de los pocos pro- participación activa y masiva de las
ductos alimenticios que ingresaban; mujeres indias en la lucha armada
también arriesgaban sus vidas en pero con diferentes características a
las comunidades al ingresar y co- las de sus compañeros indios, como
mercializar productos agrícolas en la inclusión de la solidaridad inclu-
las fronteras del conflicto armado. so con las mujeres hispanas, man-
Este rol tan común y naturalizado tención de la estructura familiar,
como un “deber” de las mujeres preocupación por la provisión de
se convirtió en un asunto de vida elementos básicos para la manten-
y muerte para la ciudad donde la ción de la vida, como los alimentos.
hambruna diezmaba a la población; Parecería que la historia ha con-
92 Historia, 38

vertido a estas mujeres en simples alzamiento de Indios conjurados con-


acompañantes o seguidoras de una tra la Ciudad de Nuestra Señora de
ideología elaborada por los hom- La Paz, 1781, de Francisco Tadeo
Diez de Medina (edición a cargo de
bres kataristas cuando en realidad
M. E. Del Valle). La Paz: Banco
algunas de ellas plantearon con ma- Boliviano Americano.
yor claridad una senda futura que Foucault, M. (1992). Genealogía del ra-
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