You are on page 1of 2

FLOORTIME

El floortime consiste en interactuar con el niño bajo sus condiciones y su liderazgo; esto le ayuda a
relacionarse con los demás, a comunicarse y a pensar de manera lógica.

El principio esencial es sencillo: los padres deben situarse al nivel del niño e incitarlo a que se
convierta en el jefe del juego; deben seguir las iniciativas de su hijo.

Puede desarrollarse durante las rutinas diarias del niño y puede incluir cosas como hacerle caras
graciosas mientras le cambia el pañal, conversar con él a la hora de comer o mientras hacen
mandados, jugar con el agua en la bañera o cuando salen a dar un paseo.

El floortime constituye el territorio del niño; la idea es prestarle atención a sus intereses, iniciativas
e ideas. Jugar juntos es valioso siempre y cuando a ambos les resulte divertido.

No es un momento para enseñar, para controlar o para mandar. Es el único escenario en el que no
hay ningún problema en dejar que el niño sea el jefe. Solamente es necesario fijar dos límites: no
hacerle daño a nadie y no dañar los juguetes.

Siéntase en libertad de participar de cualquier cosa que esté haciendo el bebé: aplaudir, hacer
ruidos o jugar con el sonajero. Mientras lo sigue imite sus gestos, responda a sus sonrisas con otra
sonrisa y haga mueca al igual que él. Más importante aún, invítelo a hacer un pequeño diálogo de
gesto con usted.

Con un niño mayor en edad preescolar, busque la manera de que él lo deje participar de la
actividad que esté haciendo, ya sea pintar o jugar con cubos. Si él insiste en que usted debe
limitarse a observarlo, hágale caso pero trate de intervenir, pregúntese en voz alta si usted no
podría pintar algo. Si el acaba por darle cinco razones por las cuales él pinta mejor que usted y por
las cuales usted debería limitarse a observarlo, de todas maneras esto hace parte del floortime.

Si deja que sea el niño quien dirija y usted se limita a seguirlo en sus intereses e iniciativa, lo más
probable es que él se sienta motivado a responder.

El floortime en grupo con amigos o hermanos: Hay dos maneras de hacer que este tipo de juego
compartido funcione. La primera consiste simplemente en dejar que cada niño sea líder durante
unos veinte minutos mientras que los demás son actores y ayudan a desarrollar la historia
inventada por el niño que está dirigiendo el juego. Todos deben seguir al líder, bien sea al jugar a la
escuela o a los buenos y los malos. La función el adulto es ayudarle a los no líderes a seguir el hilo
de la historia. Aun los niños más pequeños, como los que están aprendiendo a caminar, pueden ser
incluidos como compañeros de juego; pueden correr con usted para esconderse en el armario o
pueden sentarse sobre sus rodillas mientras que a usted le sirven café. Cuando le toque al bebe de
nueve meses, los otros niños y usted pueden simplemente abrir y cerrar círculos de comunicación
con él.
Otra manera de hacer funcionar el juego grupal es dejar que los niños encuentren un tema común.
Este enfoque puede servir con niños entre los tres y los cinco años o con niños mayores que han
aprendido a colaborar con los otros. En esta clase de juego el adulto les ayuda sutilmente a los
niños a descubrir intereses comunes, a iniciar sus historias y a extenderlas. Los niños pueden
comenzar a jugar a la casa, a la escuela, etc., luego su creatividad les permitirá conducir estas
historias por caminos interesantes. El adulto entonces tendrá el gusto de presenciar el desarrollo
de verdaderas improvisaciones.

Niños de edad escolar: Independientemente de la actividad y el lugar, la meta consiste en dejar


que sea el niño quien dirija la actividad y entrar en sintonía con sus intereses. En otras palabras,
durante esos treinta minutos diarios, el niño es el director y usted se limita a ser el asistente. Usted
sigue sus pautas en el juego o en la conversación, pues lo más importante es apoyarlo y ayudarle a
que exprese sus preocupaciones.

El objetivo fundamental consiste en construir una relación cálida, basada en la confianza y en la


cual la atención, la comunicación y la interacción respondan a los intereses de su hijo. Cuando esta
relación ha empezado a florecer, comienzan a sentarse los cimientos que le permiten al niño
enfrentar sus angustias y preocupaciones.

La meta es ayudarle al niño a expresar lo que está pensando y a profundizar los temas que le
interesan en ese momento. Las palabras exactas que se utilizan no son tan importantes como el
hecho de estar al mismo nivel del niño. Así pues, lo que cuenta es el espíritu del tiempo
compartido.

Con algunos niños no será fácil. La clave es saber que el niño siempre se está comunicando: a
través de las palabras, la postura corporal, el tono de voz o los gestos. Aun el hecho de decir que
no desea hablar es un acto de comunicación. Si deja que las cosas fluyan y toma lo que el niño le
da, seguramente logrará entablar una conversación, aunque sólo sea sobre el aburrimiento que
todas las cosas parece producirle al niño.

Como regla general, si usted se anticipa con frecuencia a lo que el niño va a decir o a hacer es
porque está controlando demasiado la acción. El floortime debe estar lleno de sorpresas, que irán
descubriendo juntos, en la medida en que el niño lo lleva por caminos completamente nuevos.

Stanley Greenspan

Niños Seguros

You might also like