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Las experiencias de Uruguay, Costa Rica y Ecuador muestran de una parte, que es
posible y útil aplicar enfoques innovadores, sin embargo también evidencian los
límites de dichos programas.
¿Por qué razón se ha producido esta situación? una de las principales respuestas
se encuentra en el populismo punitivo del que se ha hecho uso, que se caracteriza
por el establecimiento de penas desproporcionadamente altas, el uso desmesurado
de la prisión preventiva, el pago obligatorio intramural de un tiempo de la
sentencia; la imposición de sanciones a partir de la cantidad de droga incautada
sin que se considere el rol de quien comete la conducta sancionada. Políticas que
se concretan en la sanción y no en la prevención de los crímenes de drogas, y que,
no han logrado reducir de manera significativa el mercado de la droga, ni evitar
que siga prosperando la delincuencia organizada.
Ante esta situación es necesario volver la mirada a aquellas experiencias globales,
que impulsan un enfoque innovador frente a la tradicional respuesta punitivista al
problema de las drogas. Con este objetivo con Wola, el Consorcio Internacional
sobre Políticas de Drogas, la Comisión Interamericana de Mujeres de la OEA y
Dejusticia, se inició la tarea de recopilar estas experiencias.
En Costa Rica, en 2013 se reformó la ley nacional de drogas (Ley 8204 de 2001)
para incluir una mayor proporcionalidad y asegurar que dicha norma tuviera
enfoque de género (artículo 77bis). Así se incluyó el tratamiento penal diferenciado
(reducción de los años de la pena impuesta: pasó de 8 a 20 años, a una de 3 a 8
años) para mujeres en condiciones de vulnerabilidad que fuesen autoras, o
hubiesen participado del delito consistente en introducir drogas al sistema
penitenciario.
Finalmente, está el caso de Ecuador, país que tenía una de las leyes de drogas más
duras de América Latina, que había contribuido a incrementar el hacinamiento
dentro del sistema carcelario y penitenciario (Llegaba al 157%). En respuesta a
esta situación, en 2008 la Asamblea Constituyente indultó a 2.300 personas
condenadas por delitos menores de drogas, el 30 % de las cuales eran mujeres.