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Estudios
La memoria y los héroes guerrilleros
MARIO AGUILERA PEÑA 3
UNIVERSIDAD
NACIONAL
DE COLOMBIA
Democracia
I N S T I T U TO D E E S T U D I O S
Los partidos políticos y las reputaciones
POLÍTICOS Y RELACIONES
INTERNACIONALES de gobierno
IEPRI JAIME ANDRÉS NIÑO 28
análısıs
M AYO / A G O S T O 2 0 0 3 Nº 49
Justicia sin capitalismo, capitalismo sin justicia.
Una reflexión acerca de las teorías de John Rawls
ATILIO BORON 48
polítıco Coyuntura
Brasil y América Latina: bolivarismos antiguos
Francisco Leal Buitrago y modernos
FUNDADOR
C A R LO S A U R É L I O P I M E N TA
William Ramírez Tobón Y MARCO AURÉLIO CHAVES 63
DIRECTOR
ASESORES EDITORIALES
INTERNACIONALES
págs.nº3-27
49
tegia de lucha, un modelo de construcción del so-
polítıco
cialismo o de comunismo, y por consiguiente por
el respaldo a uno de los países o revoluciones so-
2003:
análısıs
cialistas o comunistas de la época. Las guerrillas
mismo este ejercicio puede llevar a mostrar los los “hermanos revolucionarios”. Se trata por lo
esfuerzos de las guerrillas por “aceitar su máqui- general de “combatientes” muertos, que son re-
na de guerra” o por construir un discurso políti- cordados internamente por cada organización
co que neutralice los crecientes señalamientos guerrillera.
que las presentan como organizaciones bando- El uso de episodios y figuras de la historia del
lerizadas o sin norte político. De todas maneras, movimiento revolucionario mundial, de la histo-
[4] de lo que se trata aquí es de intentar explorar un ria colombiana y de la historia de cada una de las
nuevo sendero para lograr un mejor entendi- organizaciones guerrilleras, obedece interna-
miento del fenómeno insurgente y para despejar mente a la búsqueda de cohesión e identidad.
los caminos de una solución política al conflicto Así mismo es un mecanismo para promover la
armado en nuestro país. educación política y para reproducir nociones,
Al examinar la historia del movimiento gue- virtudes y cualidades que se consideran aprecia-
rrillero se puede advertir la existencia de un cul- bles y benéficas para desarrollar los propósitos
to a una familia de héroes revolucionarios. Un de los grupos insurgentes. La apelación a la his-
primer nivel del culto es el de los “profetas revo- toria colombiana, tanto de sus héroes nacionales
lucionarios” que plantearon la lucha contra el como de los héroes populares y regionales, tiene
capitalismo y alumbraron el camino de la “gue- como objeto legitimar y reclamar la atención so-
rra revolucionaria y de clases”. En ese nivel se bre el carácter político de su lucha. Entre la evo-
destacan las figuras de Carlos Marx y de Lenin, cación del personaje nacional y del local se
cuyos planteamientos fueron recogidos por todas manifiesta la intención tanto de contar con sím-
las fracciones guerrilleras. En ese mismo nivel, bolos reconocidos por todos los colombianos
también se halla la polémica figura de Mao Tse- como de establecer lazos de comunicación con
tung, cuyo modelo identificó por algún tiempo las regiones y localidades, portadoras de sus pro-
al Ejército Popular de Liberación (EPL). Halla- pias experiencias históricas e identidades. Las in-
mos igualmente a la figura de Stalin, asociada terpretaciones y elaboraciones planteadas en los
también a la historia de ese grupo guerrillero en episodios y los personajes históricos de carácter
sus primeros años. La guerrilla de hoy, si bien se nacional y regional muestran un sentido clasista,
sigue declarando marxista-leninista, expresa un dado que se presentan como eslabones de una
sólido culto revolucionario a la figura del Che larga historia de lucha popular en la que han
Guevara, culto que se hizo fuerte en la medida predominado la opresión, la exclusión y las de-
en que fue apagándose la intensidad del debate rrotas. De cara a esa interpretación histórica, la
ideológico en las organizaciones armadas, en guerrilla se presenta como heredera de esas lu-
que se hicieron menos radicales las diferencias chas y portadora de las más reales esperanzas de
entre los grupos guerrilleros, y en el momento liberación social.
en que se critica el apego a las “iglesias” del mar- La formación del imaginario histórico guerri-
estudios
llero es entonces el resultado de su evolución po- país1 . La divulgación de ese pensamiento, unido
lítica-militar, de los contextos internacionales y al impacto de la revolución cubana, promovió en
de los procesos dinámicos de la sociedad colom- buena medida la reflexión sobre la hegemonía
biana. Los diversos niveles del culto guerrillero, de los partidos tradicionales y los problemas so-
arriba señalados, se corresponden con momen- ciales colombianos. Esa generación que había
tos específicos de la historia de la insurgencia, es- conocido los rigores de la última parte de la vio-
tán marcados con las particularidades de sus lencia y que experimentaba “el pacto oligár-
orígenes, con las especificidades de cada grupo quico” del Frente Nacional, encontró en el
guerrillero, con sus técnicas de educación y con marxismo una herramienta fundamental para
sus estrategias de penetración o de proyección consolidar una posición critica frente al Estado
política local o nacional. A continuación mostra- y las relaciones sociales existentes. El impacto del
remos los rasgos de cada nivel del culto revolu- marxismo y la divulgación de nuevos enfoques
cionario. en varias disciplinas (psicología, economía,
filosofía, etc.), permitió su desarrollo en el país y
LO S P R O F E TA S R E V O LU C I O N A R I O S la posibilidad de examinar seriamente nuestras
En los pequeños círculos estudiantiles y en los realidades. El desarrollo de las ciencias sociales
grupos políticos en los que se originaron las gue- se mostró también en la reinterpretación de la
rrillas se aprecia la conversión de los fundadores historia de Colombia, el acercamiento a la cul-
del marxismo y de algunos de los líderes de las tura universal, la apertura de nuevas carreras, la
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grandes revoluciones socialistas del siglo XX, en renovación de ideas, un relativo auge editorial y
verdaderos profetas de una nueva sociedad en la la aparición de nuevas generaciones artísticas y
que se iban a realizar todos los sueños que por literarias.
generaciones había anhelado la humanidad. Esa Sin embargo, con pocas excepciones, el mar-
veneración se exteriorizó en sus arengas, en sus xismo que se estudia en esos años es un marxis-
documentos, en los esquemas políticos para in- mo de segunda mano, pues a cambio del
terpretar la realidad colombiana, en sus rituales examen de las obras clásicas se apeló a manuales [5]
y en diversas formas simbólicas. El culto a los pletóricos de esquemas y de generalizaciones. A
profetas de la revolución (Marx, Engels, Lenin, eso se agrega que dicha interpretación de la so-
Mao e incluso Stalin) se manifiesta con fuerza en ciedad y de su historia fue tomada como una
los orígenes del movimiento guerrillero, pero en “verdad revelada”, única y sin errores. Esa forma
cambio parece debilitarse en el posterior desa- de tomar dicho pensamiento provenía por su-
rrollo de la insurgencia. Sin embargo, ese proce- puesto de la visión del propio marxismo que tie-
so de declinación no llevó a que las fuerzas ne ciertos rasgos mesiánicos2 al proponer el
guerrilleras que aún permanecen en armas ha- tránsito hacia la sociedad perfecta, pero tam-
yan desechado el pensamiento marxista; por el bién fue consecuencia de los esquemas menta-
contrario, este pensamiento sigue siendo el nú- les heredados de nuestra tradición católica.
cleo central que sustenta su rebelión, sólo que Con ella se introdujo un armazón lógico de ver-
ahora el culto a los profetas revolucionarios pa- dades intocables, esquematismos o definiciones
rece más ausente en sus expresiones escritas, binarias extremas (buenos-malos; virtudes-vi-
orales y artísticas. ¿Por qué fue más intenso en- cios; verdades-errores, etc.), y se auspició la ex-
tonces el culto a los profetas revolucionarios en clusión de otras formas de saber y de conocer.
los orígenes del movimiento guerrillero? Sin Esa operación mental que dejaba intacto el
duda, tal práctica se explica por el impacto y la molde religioso parece resumirse en los recuer-
novedad que tuvo el marxismo en diversos ám- dos de un viejo militante guerrillero cuando es-
bitos sociales de la época, y por la forma cribe: “Al incorporarme a la guerrilla yo estaba
mesiánica como la generación de los años sesen- predispuesto psíquicamente para aceptar la revo-
ta y setenta asimiló dicha ideología. lución como una religión, al ELN como la nueva
Hacia los años sesenta y setenta se presenta iglesia y a Fabio como un papa”3 .
una apreciable difusión de diversas corrientes Por supuesto que el culto a los profetas de la
del marxismo en los círculos académicos del revolución no provino exclusivamente de algu-
1 López de la Roche, Fabio. Izquierdas y cultura política. Oposición y alternativa. Bogotá: Cinep, 1994, p. 324.
2 Rizzi, Armido. El mesianismo de la vida cotidiana. Barcelona: Editorial Herder, 1986, p. 161.
3 Correa Arboleda, Medardo. Sueño inconcluso. Mi vivencia en el ELN. Bogotá: Findesarrollo, 1997, p. 80.
nos rasgos de nuestra propia cultura. Fue tam- estalinistas, etc., y en ocasiones con expulsiones de
bién eco del endiosamiento de los padres de la los militantes hallados culpables de “oportunismo
revolución que se produjo en diversas momen- pequeño-burgués”, de “infantilismo de izquierda”,
tos de las revoluciones socialistas del siglo XX. de “espontaneísmo”, de “desviacionismo de dere-
Para el caso de la Unión Soviética durante la cha o de izquierda”, de “revisionismo, “arribismo”,
dictadura de Stalin, B. Baczko4 ha mostrado “voluntarismo”, etc., todos ellos conceptos de re-
que la propaganda y el terror se convirtieron en chazo y de enemistad para aquellos equivocados
el fundamento de su sistema de dominación to- que no tenían la gracia de portar o de compartir
talitario. La propaganda se encargó de fabricar la “línea o teoría correcta” para hacer la revolu-
una imagen positiva de su personalidad y de su ción. Ese rasgo de la discusión se desenvolvió
gobierno, que no correspondía con la realidad. con la pretensión de cada grupo –incluso de los
Stalin era el “gran padre de los pueblos”, “la lo- que rechazaban la vía armada–, de ser los here-
comotora de la historia”, el justiciero, el “guía in- deros del pensamiento o de la actualización más
falible”, el jefe carismático y sobre todo el genio auténtica del marxismo, lo cual por supuesto
que portaba la verdad revelada. La propaganda acentuaba aún más el culto de los profetas revo-
también se encargó de justificar los dispositivos lucionarios y la invocación religiosa de los mis-
de terror (purgas, grandes procesos judiciales, mos.
campos de concentración, etc.) contra la socie- Los conflictos ideológicos en el ámbito interno
dad soviética, encaminados a que los individuos se resolvieron a menudo con la expulsión de los
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admitieran la existencia de una gran autoridad militantes y combatientes, e incluso, con la aplica-
omnipresente a quien se le debía reconocimien- ción de la pena de muerte dentro de los grupos
to, confianza y lealtad hasta llegar al sacrificio. insurgentes. Para el efecto, el disenso ideológico
En la Colombia de los años sesenta, el culto a fue tratado como una falta o delito, y por tanto
los profetas revolucionarios se hizo más acreedor a un tratamiento penal. Pese a que tal
manifiesto con la enconada división entre las tratamiento disciplinario era contradictorio con el
[6] guerrillas. La división provenía de la adhesión a ideal de sociedad socialista o comunista, la expul-
las diferentes experiencias revolucionarias o a los sión o el castigo se elevó a necesidad política para
procesos socialistas que se construían por aque- lograr la estabilidad de las organizaciones de ins-
lla época. Las guerrillas de las décadas de los se- piración marxista. Con ese argumento una de las
senta y setenta fueron guerrillas programáticas organizaciones de la época, pudo decir: “Como
que discutieron asuntos trascendentales pero a la afirman Lenin, Stalin y Mao Tsé-tung: El partido
luz de realidades ajenas y elevando a textos sa- se fortalece depurándose”.
cros los análisis de los profetas revolucionarios. Los discursos declarativos o los documentos
Se discutían asuntos centrales como el método fundacionales de la primera generación de gru-
para hacer la revolución, es decir, la disyuntiva pos guerrilleros –especialmente en el EPL y el
entre la lucha electoral o la lucha armada; la ne- ELN, y en menor medida en las FARC– muestran
cesidad de construir o no un partido de masas; una permanente referencia a los profetas revolu-
o la relación entre la pequeña minoría o van- cionarios. Sin embargo, habría que señalar que
guardia con las masas o el partido. Se pretendía el culto a las más encumbradas personalidades
además determinar cuál era el sujeto social pre- de la revolución “proletaria” unificaba y dividía.
destinado para desarrollar la revolución, y los Fueron personajes unificadores los grandes fun-
niveles y momentos de enemistad y de alianza dadores de los procesos revolucionarios como
entre las clases sociales en el proceso de la lu- Marx, Engels o Lenin, cuya memoria estaba pre-
cha revolucionaria. Así mismo se polemizaba sente en todas las organizaciones armadas de
ardorosamente sobre lo que iba a suceder luego manera positiva e incuestionable. Pero en cam-
de la toma del poder; en otros términos, se dis- bio, hubo personajes como Mao, Stalin o Trotski,
cutía acerca del modelo de Estado y la vía más cuyo pensamiento dividió y generó vetos e irre-
aconsejable para alcanzar el socialismo o el co- conciliables disputas tanto en la llamada izquier-
munismo. da legal como en las organizaciones insurgentes.
El debate de esos aspectos se hizo con Sin duda la más importante división la generó el
dogmatismo, con profundos antagonismos entre culto a Mao Tsé-tung, reflejo en buena medida
marxistas, marxistas-leninistas, maoístas, de la fractura en el comunismo internacional
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pacífica” entre el socialismo y el capitalismo, la como una extensión del socialimperialismo so-
coexistencia entre esos dos sistemas y la posibili- viético explica que la figura de Fidel Castro no se
dad de una “transición pacífica” entre uno y colocara al lado de los grandes profetas de la re-
otro6 . Esa perspectiva política implicaba para los volución en la América Latina. En cambio, la
maoístas que el mundo se hallaba expuesto a la imagen del Che Guevara logra alcanzar esa ubi-
amenaza tanto del imperialismo de los Estados cación luego de su muerte en 196710 . Incluso
Unidos como del socialimperialismo soviético. desde aquellos años se empezó a considerar que [7]
En esa circunstancia China y el maoísmo se atri- el Che había hecho importantes contribuciones
buyeron el derecho de proclamarse como el ba- teóricas a la revolución en América Latina, en
luarte de la verdadera doctrina revolucionaria y particular sus tesis sobre la guerra de guerrillas,
de emprender la misión de preservar la unidad la revolución continental, el hombre nuevo, etc.
del movimiento comunista internacional7 . Los largos debates ideológicos que se suscita-
Una de las consecuencias de ese conflicto en ron a lo largo de la década del setenta mostraron
el contexto colombiano, y en general en el co- la decisión de abandonar la subordinación a los
munismo internacional, fueron las simpatías o dictados de las revoluciones alejadas de nuestro
antipatías frente a la revolución cubana. Las cen- contexto nacional e internacional y el intento
suras de los maoístas contra Cuba y Fidel Castro de reflexionar sobre nuestra historia, nuestros
apuntaban a argumentar que esa revolución esta- problemas y realidades. La reflexión sobre las
ba alienada al lado del “revisionismo”, que no experiencias latinoamericanas implicó que se
se trataba de una revolución socialista y que el redimensionara la figura del Che Guevara y el
5 Proletarización. “¿De dónde venimos, para dónde vamos, hacia dónde debemos ir?”. Editorial 8 de junio. Bogotá,
1975, p. 349.
6 S.A. Los fundamentos del revisionismo. Medellín: Ediciones proletarias, Editorial Lealon, 1973, p. 10.
7 PC-ML. “Orientación Nº 3 Abril de 1967”. En: Documentos. Combatiendo unidos venceremos. Vol. 2. Medellín: Editorial
8 de junio, s.f., pp. 38 y ss. Véase también Mosquera, Francisco. “Somos los fogoneros de la revolución (MOIR)”.
En: Colombia camina al socialismo, s.p., 1976, p. 83.
8 PC-ML. “Orientación Nº 3”. En: Documentos. Combatiendo unidos venceremos. Vol. 2. Medellín: Editorial 8 de junio,
s.f., p. 103.
9 Entrevistas a Tobías Lopera y Darío Masa. En: Villarraga, Álvaro y Nelson Plazas. Para reconstruir los sueños. Bogotá:
Fundación editorial para la paz, Fundación cultura democrática y Colcultura, 1994, p. 130.
10 Fue su trágica muerte el factor esencial para encumbrarlo como gran profeta de la revolución latinoamericana.
Como bien señala Thomas, cuando se ocupa de las muertes que recuperan los vivos como modelo: “Los héroes
muertos se valorizan más que los vivos”. Véase Thomas, Louis-Vincent. Antropología de la muerte. México: Fondo de
Cultura Económica, 1983, p. 375.
descubrimiento de otros pensadores del conti- tierno con sus hijos y amigos; es el guerrillero
nente. El Che llegó a ser una figura admirada triunfante que abandona los honores para prose-
por todos los grupos revolucionarios luego que guir la lucha; es el guerrero dispuesto a inmolar
la izquierda dejó su pugnacidad doctrinaria y sus la vida por la liberación de cualquier pueblo
prevenciones respecto de la revolución cubana. oprimido del mundo, etc.13 . Es el maestro y el
Como lo señala un militante de izquierda, al Che ejemplo que se recuerda para cada ocasión en
había que redescubrirlo abandonando “la reduc- las discusiones internas de los grupos guerrille-
ción foquista de su pensamiento”11 . ros. En el ELN particularmente, el influjo de su
Desde finales de la década del ochenta, el cul- figura se refleja en los años sesenta, en la reco-
to al Che fue favorecido aún más por la crisis del mendación a los aspirantes a ingresar a sus filas,
socialismo europeo occidental y el derrumbe de de leer el “diario del Che” para que entendieran
la Unión Soviética. Al tiempo en que disminuyen todos los problemas que surgen en la vida guerri-
las expresiones del culto por los grandes funda- llera; o que hacia finales de los ochenta se reco-
dores e intérpretes del marxismo, el Che toma nociera que el libro de cabecera del movimiento
un nuevo aire al ser entendido como el portador en mucho tiempo había sido la Guerra de guerri-
de un marxismo vivo y como un gran constructor llas, un método14 . En las FARC, por su parte, es
del socialismo. Se consideraba que la gran ense- ilustrativo que a finales de los años noventa se
ñanza del Che era haber tenido la capacidad de hable de la ética del Che de “respetar la vida de
admitir las debilidades o los errores en la cons- los prisioneros de guerra”, en momentos en que
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trucción de un proyecto socialista y de estar ese grupo alcanza un número importante de pre-
abierto a la necesidad de corregir y ensayar nue- sos tomados en combate15 . Por todo esto, no es
vos métodos y propuestas. El Che comienza a ser extraño que un guerrillero de más de 22 años de
visto como el gran profeta revolucionario que militancia en las FARC, hablando sobre su vida,
rompe con la ortodoxia y sabe ligar la teoría con diga con convicción: “Todos queremos ser como
la práctica en el proceso creativo de pensar el so- el Che”16 .
[8] cialismo para una realidad concreta. El culto al Che se advierte igualmente en la
Del Che también se admira su idea de desa- celebración de fechas especiales en que se re-
rrollar una estrategia revolucionaria continental cuerda especialmente su memoria: en las FARC,
para enfrentar al pueblo latinoamericano con el en donde sólo existen dos fechas recordatorias
“imperialismo norteamericano” y las clases domi- celebradas por todos los frentes, una de ellas
nantes de los países del área. Por su intención de está consagrada al “guerrillero heroico”, cada 8
irradiar la revolución a todo el continente, el de octubre, día del aniversario de su muerte. En
Che es comparado con los grandes próceres de el ELN, en el que parece existir una mayor
la independencia frente a España y es proclama- ritualidad dedicada a conservar la memoria de
do como heredero del sueño bolivariano de las grandes figuras y episodios, la del 8 de octu-
construir la gran nación latinoamericana12 . bre es una de las seis conmemoraciones de di-
El Che encarna, además, al tipo de guerrille- cho grupo insurgente. En esta misma organización
ro ideal. Dentro de la guerrilla, el Che es presen- existe la “orden Ernesto Che Guevara” que es un
tado como el modelo por imitar. Es el hombre “estímulo ideológico” que se confiere a la dedica-
nuevo y de la transparencia personal; es el hom- ción por muchos años a la revolución o a los que
bre que renunció al hogar y a las comodidades hayan hecho un aporte internacionalista a la libera-
para entregarse a la revolución; es el hombre ción de los pueblos oprimidos17 .
11 Entrevista a Nelson Berrío (A Luchar). En: Harnecker, Marta. Entrevista con la Nueva Izquierda. Editorial Colombia
Nueva, 1989, p. 146.
12 FARC-EP. Resistencia. Órgano informativo del frente XXXIII Mariscal Antonio José de Sucre. s.f.
13 ELN. Comunicado del Frente Guerrillero Comuneros del Suroccidente, del ELN. s.f.
14 ELN. Insurrección, s.f. p. 46. Entrevista citada en Harnecker, Marta. Unidad que multiplica. Entrevista a dirigentes de la
Unión Camilista Ejército de Liberación Nacional. Quito: Ediciones Quimera, 1988, p. 31.
15 FARC-EP. Resistencia. Nº 113, marzo de 1998.
16 Entrevista a “Julio”, guerrillero de las FARC, marzo de 1999.
17 UC-ELN. Estatutos. Ediciones Colombia, julio de 1996; FARC-EP. VIII Conferencia. Abril de 1993.
estudios
La entronización del culto al Che Guevara y los antecedentes de su fundación se ligan prime-
la invisibilización del culto a los profetas clásicos ro a la autodefensa campesina, que surge como
del marxismo no significó que las guerrillas to- rechazo a la violencia generada por el gobierno
maran alguna distancia del pensamiento marxis- conservador de Laureano Gómez, y luego a la
ta o revisaran la viabilidad de su aplicación. Pese creación de la guerrilla comunista del sur de
a la crisis de los modelos socialistas y a los cam- Tolima, uno de cuyos núcleos era una verdadera
bios registrados en el mundo y en la sociedad co- “familia extensa”, pues fue organizada por Ma-
lombiana, las guerrillas siguen manteniendo nuel Marulanda Vélez, en compañía de sus “ca-
como núcleo básico de su política los principios torce primos”19 . En su relato histórico, las FARC
del marxismo-leninismo, tal como se puede apre- plantean que los grupos de guerrilleros comunis-
ciar en las conferencias y en las políticas de edu- tas crean zonas de autodefensa para defenderse
cación interna de las organizaciones de “los bandidos al servicio de los latifundistas”,
guerrilleras18 . y generan una organización dentro de los cam-
pesinos fundada en el reparto de la tierra, “el
LO S PA D R E S F U N D A D O R E S trabajo colectivo y de ayuda a la explotación indi-
Las guerrillas colombianas también le rinden vidual de parcelas” y la aplicación de justicia por
un fuerte culto a aquellas figuras relacionadas o decisiones nacidas de las asambleas campesinas.
con su origen como grupo insurgente o con sus En lo que consideran la tercera etapa de la
posteriores procesos de transformación. Por lo guerrilla colombiana, nace el gran hito fundador
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general hay en esos relatos una mitificación del de las FARC, cuando el gobierno intenta acabar
origen de cada grupo guerrillero y, en conse- con las llamadas “repúblicas independientes” ini-
cuencia, del padre fundador. En las FARC y en el ciando la operación militar contra la región de
extinto movimiento Quintín Lame, la proeza del Marquetalia, el 27 de mayo de 1964. La resisten-
padre fundador está relacionada con una lucha cia a ese operativo que duró varios meses es con-
social. En ambos el origen de la rebelión guerri- siderada como un triunfo por cuanto un ejército
llera se justifica por la agresión del Estado y por de 16.000 soldados no pudo derrotar a un grupo [9]
la defensa de derechos conculcados. En el M-19, guerrillero compuesto por 48 hombres. En con-
el relato fundacional también se halla relaciona- cepto de la organización, el “ejército toma sim-
do con una acción estatal que interfiere en un bólicamente la región” pero no logra aplastar a
proceso electoral y las reglas de representación una guerrilla “con conciencia política, con
democráticas. En cambio en el ELN, y más en el definición clasista, altiva y beligerante”. En me-
EPL, el relato fundacional no reposa en un he- dio de la lucha armada, el 20 de julio de 1964,
cho o conflicto concreto sino que se explica o una asamblea general de guerrilleros lanza un
justifica en relación con una doctrina o con un programa agrario compuesto de siete puntos en
proyecto político. Esto no quiere decir, por su- los que se plantea una reforma agraria que con-
puesto, que no haya ideología en los primeros, templa la entrega gratuita de tierra a los campe-
ni que exista además un denominador común en sinos sobre “la base de la confiscación de la
conceptos e imágenes (del país, el Estado, el propiedad latifundista y la devolución de las pro-
ejército, etc.) o una taxonomía común de causas piedades usurpadas a las comunidades indíge-
de la rebelión (el cierre institucional del Frente nas”. El “Programa agrario de los guerrilleros” se
Nacional, la distribución de la riqueza, la falta de convirtió, desde ese entonces, en una bandera
oportunidades, etc.). Lo que nos interesa aquí es política fundamental para promover el apoyo
mostrar los diferentes argumentos fundadores y campesino.
el lugar en el imaginario guerrillero de los pa- Otra apelación a las armas, que se justifica
dres fundadores. también en una presunta acción dolosa del Esta-
El culto más protuberante se halla en las do, es la que argumentaba el M-19 respecto al
FARC, en las que la figura de su padre fundador desconocimiento del triunfo electoral del ex ge-
se enmarca en un relato que justifica la existen- neral Gustavo Rojas Pinilla, en las elecciones pre-
cia de esa guerrilla y que se constituye en una sidenciales de 1970. El M-19 no coincidía
particular interpretación de la historia colombia- ideológicamente con la Alianza Nacional Popu-
na de los últimos cincuenta años. En las FARC, lar (Anapo); sin embargo fue claro en señalar
su primer acto de guerra, es decir la toma de y por su debilidad en la evolución del conflicto
Simacota, el 7 de enero de 1965. Aunque el nom- armado. Podría decirse que en medio de la fragi-
bre de la brigada y la idea de presentarse como lidad del imaginario histórico del EPL, se hizo
continuadores de un pasado de alzamientos po- más fuerte la evocación al padre fundador que a
pulares en el departamento de Santander les per- su episodio fundacional.
mitía mostrar alguna dosis de legitimidad, poco a Al comparar las figuras de los padres funda-
[10] poco en el relato del ELN se ha hecho fuerte la dores se advierte que si bien existe una figura
invocación del combate de Simacota como su central, se recuerda también con cierto énfasis a
gran episodio fundacional. No es un combate en los compañeros del padre fundador; es el caso
el que el ELN se precie de haber defendido, de Jacobo Arenas para las FARC o de Manuel
como las FARC en Marquetalia, una lucha por la Vásquez Castaño en el ELN, ambos exaltados
tierra o los derechos conculcados de los campesi- como ideólogos por sus organizaciones. En el
nos, sino un combate definido al iniciar el nuevo EPL, al lado de Vásquez Rendón se recuerda a
tipo de guerra que se libraría en Colombia: la Francisco Garnica, ex militante del PC, ideólogo
guerra clasista por la toma del poder, distinta de de la organización y muerto por el ejército antes
la simple lucha de resistencia o de la que su fundador. ¿Cómo se muestra a los padres
autodefensa21. fundadores en las narrativas oficiales de los gru-
En el relato fundacional del PCC (ML) y de su pos guerrilleros? Los relatos acerca de los padres
brazo armado, el EPL, se destaca que su origen fundadores presentan enormes coincidencias;
obedece en primer lugar a la crisis del movimien- veamos algunas de ellas.
to comunista internacional. Una crisis que no era
simplemente la divergencia entre “los chinos y el El padre fundador merece reconocimiento y
campo comunista internacional, sino un claro magnificación por haber gestado a la organización
deslinde entre revisionistas y marxistas-leninistas, El episodio de origen o la acción del funda-
entre contrarrevolucionarios y revolucionarios”22 . dor se presenta como un gran acontecimiento
Dicha polarización se reflejaría en Colombia en la de la vida política del país, e incluso se realza
ruptura con el Partido Comunista Colombiano y hasta al punto de considerar que con ello se ha
20 Entrevista a Jaime Bateman. En: Lara, Patricia. Siembra vientos y recogerás tempestades. Bogotá: Editorial Punto de
partida, 1982, p. 123.
21 Hernández, Milton. Rojo y negro: Aproximación a la historia del ELN. Talleres de la Nueva Colombia, 1998, p. 79.
22 PCC-ML. “Tribuna Nº 4. Marzo de 1965”. En: Documentos. Combatiendo unidos venceremos. Vol. 2. Medellín: Editorial
8 de junio, s.f., p. 146.
23 PCC-ML. Material de discusión para presentar a la base del regional Enver Hoxha”. En: Documentos. Combatiendo
unidos venceremos. Vol. 2. Medellín: Editorial 8 de junio, s.f., p. 211.
estudios
partido en dos –o que se ha dividido en un antes El padre fundador siempre cuenta con cualidades
y en después– toda la historia de la revolución excepcionales
colombiana o continental. En el EPL se decía que Pedro Vásquez “era el
Así, de Pedro Vásquez Rendón fundador del más esclarecido marxista-leninista nacido en el
EPL, y quien comenzó la organización del PCC país y en América, por la causa de la liberación”,
(ML) en el X Congreso del partido en 1965, se y que había pasado a ser “la alta bandera de la
predica que por ello había dividido “en dos la revolución colombiana”30 .
historia de la Revolución colombiana”24 . A Fabio Vásquez Castaño los “elenos” le admi-
En la historia oficial del ELN, de Fabio raron “su fortaleza física, su malicia innata, el he-
Vásquez Castaño se dice que al fundar una gue- cho que el medio rural no le fuera extraño, su
rrilla “no ligada a ningún partido o centro de po- sencillez y su espíritu de sacrificio y la voluntad
der”, había generado una “ruptura histórica”25 de lucha mostrada en aquellos primeros tiem-
en el proceso de la revolución colombiana. En el pos”31 . También en el ELN, Camilo Torres es
mismo ELN, operó un proceso de refundación considerado como “un dirigente popular con
en torno de la figura de Camilo Torres, muerto atisbos geniales en su pensamiento y en su
en sus filas el 15 de febrero de 1966. Esa práctica”32 .
refundación implicó un cambio en las siglas del En el M-19, se admiraba a Jaime Bateman por
ELN, pues a partir del 8 de junio de 1987 co- ser “un personaje mágico” y un hombre fuera
menzó a llamarse Unión Camilista del Ejército de serie que lograba percibir la “esencia de
análısıs polítıco nº 49
de Liberación Nacional (UC-ELN), en reconoci- nuestra nación”33 .
miento al “más grande dirigente popular de la En las FARC, a Manuel Marulanda se le tiene
historia moderna de este país”26 . como el gran maestro de “la guerra de guerri-
La creación del M-19, con sus nuevos discur- llas”34 . A su vez, a Jacobo Arenas, quien fue con-
sos y métodos, se considera un acierto de Jaime siderado como el complemento de Marulanda,
Bateman. Sobre el impacto de Bateman y del M- se le conoció como “el político, el que comenzó
19, se decía que otras organizaciones de izquier- la estructuración de las FARC, el visionario, el es- [11]
da habían alcanzado “otra visión del país, tudioso”35 .
distinta a la de los años 60”27 .
En las FARC, Manuel Marulanda se considera El padre fundador no comete errores, pero si incurre
una leyenda viva, por ser “el hombre de las gran- en ellos, sus actos se excusan o se silencian; en
des batallas... el combatiente, el mil veces muerto, cambio, suele ser despiadado con los errores de sus
el campesino, el hombre que ha construido un subalternos
ejército”28 . También en las FARC se decía que Esa contradicción parece ser ajena al principio y
Jacobo Arenas, el complemento del gran funda- al ejercicio de “autocrítica” que pregonan los grupos
dor, había alcanzado “el tope de la montaña como de izquierda como un mecanismo, por lo menos en
ejemplo de revolucionario. Su nombre es tan ele- teoría, de control de los abusos de autoridad y de
vado como el de Bolívar, Sandino y el Che”29 . identificación de los errores internos y externos.
rior. 4. La subordinación de todo el Partido al uno de sus máximos jefes: “Los grandes errores
Comité Central”36 . los cometen quienes se atreven a las grandes em-
El caso del ELN, la evolución del culto al padre presas”41 . De manera que Vásquez Castaño sigue
fundador ha pasado por varios etapas: en la prime- siendo un héroe mítico, y con él esa primera etapa
ra, la que corresponde a los orígenes del movi- fundadora del ELN. Más aún, la fuerza de ese mito
miento y a la comandancia de Vásquez Castaño, sigue permitiendo que en la “historia oficial” de la
[12] reinó el autoritarismo y fue imposible cualquier organización no haya ningún tipo de justificación
discusión en torno a la orientación que se le estaba para los que atentaron contra su autoridad, quie-
dando a la organización guerrillera. Los que se nes, como en ese entonces, continúan siendo trata-
atrevieron a disentir o a poner en tela de juicio la dos como “desertores” y “traidores”.
autoridad del comandante fueron acusados de trai- En las FARC, la reverencia por el padre fun-
ción. Algunos de ellos fueron sancionados con pe- dador y su paulatina conversión en leyenda vi-
nas menores como el cura Manuel Pérez que “vivía viente ha hecho cada vez más difícil que exista la
de sanción en sanción”, y otros menos afortunados, probabilidad de identificar sus equivocaciones.
como Víctor Medina Morón o Juan de Dios Marulanda no ha sido la excepción en cuanto a
Aguilera, fueron castigados con el fusilamiento. su dureza para tratar los errores de la tropa. Sus
El telón de fondo de la primera etapa del pares recuerdan que en sus mejores momentos
ELN, bajo la conducción de Vásquez Castaño, lo de combatiente activo aplicó las normas discipli-
fue corriendo la misma tensión interna de la narias con rigor siempre y cuando se contará con
guerrilla que se manifestó en la salida del país pruebas suficientes contra los acusados. Cuenta
del mencionado comandante, en octubre de Alfonso Cano que Marulanda nunca olvida las fa-
1974, y en los impactantes relatos de Jaime Are- llas de los demás, lo cual antes que defecto lo
nas37 y de Ricardo Lara Parada38 . Ambos fueron considera como una cualidad, que “le ha permi-
36 PC-ML. “Orientación Nº 6, julio de 1968”. En: Documentos. Combatiendo unidos venceremos. Vol. 2. Medellín: Editorial
8 de junio, s.f., p. 312.
37 Véase Arenas, Jaime. Ob. cit.
38 Entrevista que Ricardo Lara Parada concedió a María Cristina de la Torre y que fue publicada por la revista
Trópicos en 1980.
39 Entrevista a Manuel Pérez, en Arango Zuluaga, Carlos. Crucifijos, sotanas y fusiles. Bogotá: Editorial Colombia
Nueva, 1991, p. 254.
40 Hernández, Milton. Ob. cit., p. 379.
41 Entrevista con Nicolás Rodríguez. En: Medina, Carlos. ELN: Una historia contada a dos voces. Bogotá: Rodríguez
Quito editores, 1996, p. 140.
estudios
tido sobrevivir y conducir, como hasta hoy lo ha sólo se conoció cuando varias columnas reclama-
hecho, el Movimiento”42 . ron por las razones que la organización tenía
Bateman para el M-19 era genial, mágico y un para que las orientaciones les llegaran con retra-
héroe vivificado con la muerte. Tanto en la imagen so y algunas de ellas “alejadas de la realidad”. Los
que se reproduce de Bateman como en la de guerrilleros no sabían que Vásquez Castaño de
Marulanda no se halla un espacio que dé cuenta alguna manera continuaba al frente de la organi-
de sus errores, pero a diferencia del segundo y de zación, pues expresaba sus decisiones a través de
todos los demás, de Bateman nadie parece recor- radiocomunicaciones45 . Sólo a comienzos de
dar que haya sido implacable con las equivocacio- 1976 se le comunicó a Fabio Vásquez que la or-
nes de sus compañeros de lucha. Seguramente ganización guerrillera lo había separado de la di-
porque Bateman representa otro estilo de coman- rección de la misma.
dante y el M-19 otro tipo de movimiento armado. Jaime Bateman murió en un accidente aéreo
El M-19 consideraba que la base de su funciona- el 27 de abril de 1983. La noticia del accidente
miento como organización eran “los afectos” entre sólo fue confirmada 80 días después. Al comuni-
los combatientes, y que ello se reflejaba en el he- car el insuceso, se indicó quién lo había sucedi-
cho de que tal vez era el grupo guerrillero que me- do en el mando y se anunció que el M-19
nos había fusilado en el mundo estando en persistiría en sus políticas como cuando
situación de guerra43 . Bateman vivía46 . Menos tiempo, 4 o 5 días, tardó
las FARC para divulgar la noticia del fallecimien-
análısıs polítıco nº 49
La muerte del padre fundador se oculta por algún tiempo to de Jacobo Arenas, quien murió de muerte na-
Para no producir la desmoralización de los tural, el 10 de agosto de 1990.
militantes o de su “familia revolucionaria” y para Los episodios fundacionales y los padres fun-
transmitir internamente un discurso reparador dadores son recordados con bastante fuerza en
que facilite el duelo, se recurre al ocultamiento. los grupos activos, con excepción del EPL, por
Esto es también una medida preventiva porque las razones que arriba señalábamos. En las FARC
desde el exterior de la guerrilla se puede lanzar y el ELN existen rituales recordatorios. [13]
una reacción dirigida a explotar la debilidad y la En las FARC, todos los 27 de mayo se celebra el
confusión del grupo guerrillero. día del nacimiento de la organización, día en que
A Pedro Vásquez Rendón lo mataron en agos- el ejército dio inicio a la operación militar sobre
to de 1968. Fue muerto a machete por dos cam- Marquetalia. En esa fecha, los frentes guerrilleros
pesinos, quienes lo decapitaron y le llevaron la izan la bandera nacional, hacen actos políticos,
cabeza al ejército para cobrar la recompensa. Un leen comunicados, escuchan el mensaje del “cama-
año después, el EPL vengó la muerte del padre rada Manuel Marulanda Vélez” y disfrutan de una
fundador “ajusticiando” a los campesinos agreso- comida especial y “rumba” en la noche47 .
res y a otros de sus familiares. Por varios años, el Como condecoración a los guerrilleros distin-
EPL mantuvo la versión de que Pedro Vásquez guidos, las FARC otorgan las “Órdenes Marque-
había desaparecido44 . talia”. La orden nació poco antes de la muerte de
Vásquez Castaño murió simbólicamente para Jacobo Arenas cuando los jóvenes que componían
el ELN, cuando abandonó el país para no regre- la guardia del secretariado entregaron “sus cadenas
sar, en agosto de 1974. La noticia de su salida ha- y anillos de oro para fundirlos”. A la par, Arenas te-
cia un país europeo y luego su traslado a Cuba se nía lista para ser presentada en la VIII Conferencia
mantuvieron en secreto. A los guerrilleros se les que se realizó en abril de 1993, una resolución
comunicó que por razones de seguridad se había para que los guerrilleros se pusieran firmes cada
mudado para otro lugar en Colombia. La verdad vez que oyeran el nombre de Marquetalia48 .
de la organización una de sus estrofas recuerda sentidos se produce la apropiación de las imáge-
este hecho militar. nes históricas? ¿Acaso la guerrilla intenta que se
Camilo Torres, el padre refundador del ELN establezca una conexión entre los hechos del pa-
ha sido objeto de un especial culto. En los nume- sado y su propia existencia?
rosos textos internos de la organización pululan
las referencias sobre ese personaje. Con frecuen- El proceso de acumulación de un imaginario
[14] cia sus fotos, sus recuerdos y sus frases inician o patriota
cierran comunicados, artículos y libros. Camilo En el movimiento guerrillero originado en los
también es recordado en una de las estrofas de su sesenta, las imágenes de la historia colombiana
himno, no como simple guerrillero muerto en ocuparon un lugar secundario frente a las
combate sino como “comandante”, distinción pós- figuras del marxismo internacional. La experien-
tuma militar que le otorgó por “aclamación” la cia y los héroes, asociados con las luchas revolu-
“Asamblea Nacional” de 1986, entre otras razo- cionarias que habían librado otros pueblos del
nes, por su conversión en símbolo de la “identi- mundo, se consideraron como más significativas
dad revolucionaria de masas”51 . La fecha de su que las imágenes que pudieran extraerse de la
muerte, el 15 de febrero, hace parte también de historia nacional. La magnificación de las revolu-
las seis conmemoraciones oficiales de los “elenos”. ciones inspiradas en el marxismo hacía que se
Existe igualmente la “orden Camilo Torres” como desconocieran las expresiones revolucionarias
distinción y “estímulo ideológico” para los guerri- llamadas “burguesas” y de paso a los héroes crio-
lleros destacados. Ésta se entrega a quienes han llos de dichas revoluciones.
hecho importantes aportes a la “construcción de Sólo unas pocas imágenes colombianas logra-
organización y conducción de masas”52 . ron colarse en el imaginario guerrillero de ese
entonces. Entraron en las representaciones gue-
LO S H É R O E S PAT R I OTA S rrilleras las figuras “ejemplarizantes” de María
El punto de intersección entre la memoria Cano (EPL)53 o José Antonio Galán (ELN)54 . In-
histórica colombiana y las memorias históricas gresó también en ese cuadro imaginario la refe-
guerrilleras se muestra en lo que hemos denomi- rencia a la violencia bipartidista (1945-1965), sin
49 Arango. Ob. cit., pp.125-131; FARC-EP. Resistencia Nº 108. Octubre de 1990; FARC-EP. Esbozo Histórico. 1998.
50 Sobre ese episodio, véase “Himno al 4 de julio”. En: UC-ELN. 25 años de Combate. s.f.
51 UC-ELN. Conclusiones Asamblea Nacional Camilo Torres. Marzo de 1986.
52 UC-ELN. Estatutos. Ob. cit.
53 Conversación con Carlos Franco (EPL), Bogotá, octubre de 1991.
54 Hernández, Milton. Ob. cit., p. 66. Véase también entrevista a Nicolás Rodríguez. En: Medina, Carlos. Ob. cit., p. 43.
estudios
la cual no era posible entender la toma de armas iniciativas militares, poco combativo y, en últi-
contra el Estado. La versión más o menos com- mas, una organización controlable que no cons-
partida de las guerrillas sobre ese episodio de la tituía una amenaza para el establecimiento.
historia reciente del país indicaba que la violen- Además, la crisis de los esquemas y de los mo-
cia había sido iniciada por las “clases dominan- delos de otras revoluciones hizo que las guerri-
tes” en su afán de detener las justas aspiraciones llas voltearan a mirar decididamente al pasado
populares. Frente a esa “violencia reaccionaria” y colombiano y latinoamericano. Éstas comenza-
encubierta con un lenguaje “partidista”, el pue- ron a interrogar la historia, particularmente de
blo no tendría otra alternativa que una violencia las guerras y de las rebeliones colombianas en
defensiva expresada en organizaciones de resis- busca de alcanzar las claves de la movilización so-
tencia campesina. El corolario de ese proceso cial. Se trataba de relanzar la propuesta revolu-
fue la destrucción de las organizaciones popula- cionaria pero anclada en episodios y figuras
res, la expulsión de los campesinos a la ciudad y históricas y en los valores que identificaban a los
el despojo de sus tierras. En esa interpretación, colombianos.
las FARC han logrado posesionarse como la gue- El recién fundado grupo guerrillero M-19
rrilla más claramente originada en el atropello y también desempeñó un papel significativo en ese
la deslegitimación estatal, de tal manera que la cambio, al apelar a la figura de Simón Bolívar,
imagen de una guerrilla que representa una deu- hasta entonces considerado como un héroe que
da histórica no saldada parece haberse converti- no le pertenecía a las clases subalternas. Con Bo-
análısıs polítıco nº 49
do en el “pecado original” de la historia reciente lívar se recuperaba la guerra de independencia,
del país. considerada también por las izquierdas orto-
En el proceso acumulativo de formación de doxas como un episodio político de segunda ca-
cultos guerrilleros, encontramos una segunda tegoría, porque no había significado una
etapa donde se da un proceso inverso al que se transformación importante del orden social in-
había dado en la primera. Ya no fueron domi- terno.
nantes las referencias a los llamados “profetas re- Así, el M-19 abrió las puertas para que Simón [15]
volucionarios” que pasaron a un segundo plano; Bolívar empezara a ser visto de otra manera por
lo que comienza a destacarse es el culto del hé- la izquierda y la insurgencia colombiana. Un
roe extraído de la historia patria colombiana. gran inspirador de esa apelación al gran héroe
¿Por qué ese nuevo signo? Éste se relaciona con nacional fue Jaime Bateman, al agitar la idea de
la crisis que vivió la primera generación de movi- “nacionalizar la revolución”, es decir de “ponerla
mientos guerrilleros al comienzo de las década bajo los pies de Colombia... de hacerla con
del setenta. El ELN y el EPL sufrieron rudos gol- bambucos, vallenatos y cumbias, hacerla cantan-
pes propinados por el ejército, quedando reduci- do el Himno Nacional”55 .
dos a un puñado de combatientes. Las FARC Los actos fundacionales del M-19 mostraron
también recibieron una fuerte arremetida mili- qué significaba aquella idea de nacionalizar la re-
tar, cuando quisieron proyectarse sobre la zona volución. El 17 de enero de 1974, el M-19 sustra-
cafetera; sin embargo su crisis fue menos profun- jo de un museo bogotano la espada del
da y pudieron lograr una rápida recuperación a Libertador lanzando la proclama titulada “Bolí-
mediados de la década de los setenta. var, tu espada vuelve a la lucha”. Días más tarde,
La otra dimensión de la crisis fue la división el 28 de enero, recogió los pasos de Bolívar con
interna producto del debate sobre las razones de la toma de la Quinta de San Pedro Alejandrino
su marginamiento geográfico y social. en Santa Marta, sitio de su fallecimiento. Allí, el
Geográfico en tanto que las guerrillas se ubica- M-19 se autoproclamó como el auténtico herede-
ban en zonas alejadas y poco significativas eco- ro del legado bolivariano al declarar en un co-
nómica y políticamente. Social, porque los municado: “La espada de Bolívar está ya en
grupos guerrilleros, quizá con excepción de las manos del pueblo”. Nacionalizar la revolución
FARC, presentaban una débil articulación con fue también apelar en algunas de sus acciones o
los movimientos sociales de comienzos de los rituales a los símbolos patrios. Significó igual-
años setenta. Si bien esa guerrilla continuaba li- mente homenajear o citar en su discurso a
gada a las organizaciones campesinas y a proce- figuras de la historia colombiana que se hubie-
sos de colonización, era entonces un grupo sin ran destacado en las luchas por la ampliación de
lívar, es presentado como “guerrillero”, aludien- El M-19 recogió la idea bolivariana de llevar
do con ello tanto al uso que hiciera del método la guerra revolucionaria a los países hermanos
de guerra irregular como a la descalificación que subyugados por enemigos comunes y de propen-
los españoles hicieron de sus tropas der por la construcción de una gran patria lati-
desharrapadas y mal armadas. El M-19 enfatizó noamericana. Tal iniciativa no sólo estuvo
también la idea de un Bolívar que planteó dos presente en sus grandes eventos ideológicos61 ,
[16] luchas: una contra los “opresores” y otra contra sino que se intentó concretar con la fundación
los “explotadores”. Con la primera, el M-19 su- en 1985 del denominado Batallón América. Este
brayó algo que es igualmente válido para todos aparato militar estuvo conformado por miem-
los héroes de la guerra de independencia, pero bros del M-19 y por el grupo indigenista Quintín
muestra como equivalentes la lucha del pasado Lame que operaba en el Cauca, por miembros
con las del “pueblo contra las oligarquías”. El Bo- del grupo armado peruano Movimiento Revolu-
lívar defensor de los explotados era una faceta cionario Tupac Amarú y por el Alfaro Vive,
que si bien tenía asidero en algunas de sus inicia- ¡Carajo!, del Ecuador. Las dos últimas organiza-
tivas de reforma social, fue secundaria frente a su ciones conformaron escuadras con nombres de
permanente preocupación por la búsqueda de li- héroes indígenas y populares, que quedaron ads-
bertad y autonomía política de los pueblos del critas a las compañías Mariscal Antonio José de
continente. Sucre, Comandante Pablo, Héroes de Yarumales
El otro aspecto que resaltó el M-19, fue el del y Héroes de Florencia, entre otros. El Batallón
Bolívar “que se enfrenta al yanki”59 o el del Bolí- así constituido y conformado por más de 400
var “antiimperialista”. Esta imagen es sin duda la hombres, desarrolló una ofensiva militar deno-
de mayor fuerza y respaldo histórico, pero te- minada como la “campaña paso de vencedores”
niendo claro que en el contexto internacional de que tuvo como propósito llegar hasta la capital
56 El 9 de abril de 1978, en el trigésimo aniversario de la muerte de Jorge E. Gaitán, un comando del M-19
dejó una ofrenda floral en su tumba. En 1988, operaba el frente Jorge E. Gaitán del M-19, en Popayán.
57 El asalto por el M-19 al Palacio de Justicia se llamó la “operación Antonio Nariño por los Derechos Humanos”. El
M-19 bautizó varios comandos con el nombre de héroes de la independencia; por ejemplo Policarpa Salvarrieta y
Antonio Ricaurte (1978) y Antonio José de Sucre (1981). Véase Villamizar, Darío. Ob. cit., pp. 118, 218.
58 M-19. Carta abierta a María Eugenia Rojas, s.f.
59 M-19. La espada libertadora está ya en manos del pueblo. Enero de 1974.
60 Pividal, Francisco. Bolivar: Pensamiento precursor del antiimperialismo. Bogotá: Ediciones Alcaraván, 1983, p. 11.
61 M-19. VIII Conferencia. Agosto de 1982.
estudios
del departamento del Valle del Cauca, partiendo involucrarse en protestas y movimientos regiona-
desde el municipio caucano de Jambaló. Sin em- les y al comenzar a presionar sobre la vida políti-
bargo, más que el objetivo militar, el M-19 logró ca municipal.
el propósito político de presentar un proyecto En esta fase de la insurgencia armada, ¿qué
de ejército que se apoyaba en la historia y de cambios se perciben en su imaginario? Una no-
mostrar que era viable volver a repetir los cami- vedad apreciable es que se consolida una impor-
nos trazados por los fundadores de las naciones tante evocación al proceso y a los héroes de la
de la Gran Colombia. Lo que para el gobierno independencia, innovación que permite estable-
era la irrupción de una “internacional terroris- cer algunas diferencias entre las FARC y el ELN,
ta”, para los dirigentes del Batallón América era y entre estos dos y el EPL. Otro elemento bien
una forma de recordar el viejo dilema de cons- importante es que el culto a Simón Bolívar no
truir la libertad y la democracia en un país o de será más un rasgo distintivo del M-19, sino que
construirlas en una región o un continente62 . se manifiesta en todo el movimiento guerrillero.
Casi en seguida de la creación del Batallón Por último, resalta también en esta nueva fase la
América, el M-19 comenzó a desarrollar la for- tendencia de la guerrilla a recurrir al héroe o la
mación de las Milicias Bolivarianas en las barria- leyenda de cobertura regional.
das de los sectores populares. Las milicias surgen La revaloración del proceso de independen-
como un intento de construir organización y cia y sus personajes fue sobre todo notable en
para responder a los diversos problemas de las las FARC y en menor proporción en el ELN. En
análısıs polítıco nº 49
comunidades. Mediante grupos armados se trata- cambio en el EPL esa tendencia nunca se mani-
ba de contrarrestar la acción de la delincuencia, festó. La apropiación por las guerrillas de ese
pero al mismo tiempo se hacía resistencia frente episodio se explica, entre otras razones, por la
a las autoridades cuando se consideraba que és- atracción que había desatado el discurso pa-
tas agredían con sus medidas o sus omisiones. triótico del M-19, por la crisis y las discusiones
Las Milicias Bolivarianas buscaron resolver internas de las guerrillas que habían llevado a
conflictos entre los vecinos, crear embriones de replantear o por lo menos a disminuir el dog- [17]
poder popular y organizar diversos grupos cívi- matismo y el culto a los “profetas revoluciona-
cos en los barrios. A través de figuras tomadas de rios”. Incidió también que a comienzos de los
la historia patria como el “Cabildo Abierto” re- ochenta se produjo en el país un vivo interés
cordaban los pronunciamientos contra España por los episodios históricos fundadores de la
en el proceso de independencia63 . nación, al coincidir en un espacio muy corto las
El segundo gran momento de incorporación conmemoraciones de los bicentenarios del
de los héroes de la historia patria a los símbolos movimiento de los Comuneros en 1981 y del na-
de lucha guerrillera se generó a mediados de los talicio de Simón Bolívar en 1983. Las conmemo-
ochenta cuando se advirtió un crecimiento de la raciones permitieron realzar la importancia de la
guerrilla rural y un cambio de escenario del M- emancipación y debatir diversas percepciones de
19, al centrar su lucha en zonas campesinas en la misma. En estos eventos, aparte del acostum-
busca de la solución negociada al conflicto arma- brado ritual patriótico y del debate académico
do. Para ese entonces, el ELN y las FARC se en- sobre los sucesos, se presentaron con una apre-
contraban en pleno proceso de crecimiento ciable acogida seriados de televisión sobre aque-
militar debido a las nuevas fuentes de llos acontecimientos.
financiación, fincadas respectivamente en la ex- El recuerdo de la emancipación política, que
torsión petrolera y en los primeros ingresos deri- es entendida como un “proceso inconcluso”64 , se
vados del narcotráfico. Ambas habían perdido expresa vivamente en los himnos de las FARC y
gran parte de su influencia política en sectores el ELN, pues ambos grupos coinciden en exaltar
urbanos, pero a cambio habían logrado influjo las figuras de Galán y Bolívar. Un tercer persona-
en sectores campesinos en zonas de reciente co- je que se menciona es el sacerdote Camilo To-
lonización y en varias regiones del país, al rres, pero únicamente en el himno del ELN.
62 Entrevista a Carlos Pizarro. En: El M-19 y la paz. Ediciones Macondo, marzo 15 de 1986, p. 86.
63 Entrevista a A. Parra. En: Becassino, Angel. Ob. cit., p. 134.
64 Ese concepto pudo ser tomado de Orlando Fals Borda, precisamente de un libro que tuvo cuatro ediciones entre
1968 y 1974. Véase Fals Borda, Orlando. Las revoluciones inconclusas en América Latina 1809- 1968. México: Siglo
XXI Editores, 1974.
En otras estrofas del himno de las FARC se colombiano, en donde hay también un particu-
plantea que la lucha de la guerrilla responde a lar culto por la independencia, alimentada espe-
una “opresión secular que se quiere aún acallar” cialmente por la historiografía tradicional que
y que se trata de una lucha por el reconocimien- tiene como intencionalidad extraer del relato
to de “los sagrados derechos del pueblo”. La in- histórico lecciones morales y patrióticas que
surgencia guerrillera se presenta también como conduzcan a reanimar entre los colombianos el
una lucha “por la patria”, por la liberación de los respeto por las instituciones y las conductas
pueblos del continente y contra el imperialismo. orientadas a su fortalecimiento y a la unidad na-
La correlación entre la historia y el presente, cional. La convergencia entre las FARC y el ejér-
o entre los episodios fundacionales de nuestra cito se extiende al uso por aquella organización
nación y la luchas actuales por la soberanía y la de la bandera de Colombia en su uniforme y en
liberación social, se halla también expuesta en el la ceremonia de izada del pabellón, que se efec-
himno de la UC-ELN. Sus estrofas, ocho en total, túa casi a diario en cada frente según las condi-
son por demás mucho más claras y contundentes ciones de seguridad. El escudo de las FARC
en subrayar un largo pasado de opresión y de re- también apela al tricolor nacional, sobre el cual
sistencia, y en mostrar la necesidad de la unidad se aprecia un mapa de Colombia, en cuyo centro
latinoamericana y la enemistad con las élites aparecen dos fusiles entrecruzados debajo de un
obsecuentes con los Estados Unidos. libro abierto. En palabras de un curtido guerri-
Mientras los himnos de las FARC y el ELN se llero, este emblema significa que Colombia está
análısıs polítıco nº 49
65 “Estatutos del PC-ML”. En: Marchemos hacia el poder popular. Congreso XIV. s.p.i., 1996, p. 128.
66 Entrevista a Julio, guerrillero de las FARC-EP, marzo de 1999.
67 Ídem.
estudios
dera, el rojo y el negro significan tanto la sangre medio de su radicalidad, el ELN resultara home-
derramada por los héroes en las luchas de la li- najeando al fundador del M-19, llamando con su
beración como el luto que se guarda por los nombre a una de sus estructuras militares, en re-
combatientes muertos. Esa descripción del rojo conocimiento al aporte que le había hecho a la
es diferente al rojo de la bandera colombiana, revolución colombiana, por haber logrado cap-
porque en ésta se quiere recordar la sangre de tar la atención de importantes sectores sociales y
los próceres de la independencia en la guerra por haber “nacionalizado” el lenguaje y el idea-
contra España. El escudo es un círculo que re- rio de la insurgencia69 . Ese proceso de reconoci-
presenta la unidad de la organización, en cuyo miento y acercamiento entre las guerrillas se
centro se aprecian de perfil las cordilleras, los va- comienza a generar a mediados de los ochenta,
lles y las llanuras, con lo que se pretende reflejar liderado precisamente por el ELN y favorecido
la orografía colombiana. De las montañas sale un por el desmoronamiento del proceso de paz de-
fusil, porque es “allí donde surgió la lucha arma- sarrollado en el gobierno de Belisario Betancur.
da”. Al lado del fusil se hallan entrecruzados el El resultado de los diálogos entre las guerrillas se
martillo y el machete, los instrumentos de las cla- concretó con la fundación en mayo de 1985 de
ses sociales que consideran fundamentales para la llamada Coordinadora Nacional Guerrillera
la revolución, los campesinos y los obreros, que (CNG), que si bien no contó desde sus orígenes
también “simbolizan el objetivo estratégico de la con la participación de todas las fuerzas insur-
revolución”. Con el croquis de América Latina se gentes, se constituyó en el primer intento de en-
análısıs polítıco nº 49
refleja la “continentalidad de la lucha” e igual- tendimiento entre los grupos alzados en armas
mente “la esencia antiimperialista y anticapi- que cargaban con una historia de sectarismo, de
talista” de la misma. Los colores rojo y negro del incomunicación e incluso de enfrentamientos ar-
escudo expresan “la lucha por la libertad” y a mados por el control territorial.
una “Colombia enlutada”68 . La consigna Cuando se completaron los grupos guerrille-
NUPALOM que aparece en el escudo, en el him- ros con la presencia de las FARC en la CNG, sur-
no y que se lee al concluir los comunicados del ge el más serio intento de unidad guerrillera [19]
ELN, son las iniciales de la frase ¡Ni un paso bautizado con el nombre de Coordinadora Gue-
atrás! ¡Liberación o muerte!, atribuida en su pri- rrillera Simón Bolívar (CGSB), en septiembre de
mera parte al líder popular de la insurgencia co- 1987. El organismo, que es el corolario del pro-
munera de 1781. ceso de acomodación de Bolívar en el imagina-
Finalmente, cabe subrayar que a diferencia rio guerrillero, realizó cinco “Conferencias
del ELN y de las FARC, en la bandera y el escudo Bolivarianas”, una “Cumbre de Comandantes” y
del EPL la referencia a la simbología colombiana dos “Conferencias Guerrilleras”, entre 1987 y
brilla por su ausencia, lo cual tiene concordancia 1993, permitió el intercambio de experiencias,
con su no apelación a los “héroes estratégicos” y la formulación de propuestas políticas y el desa-
su poca flexibilidad en el uso de los conceptos rrollo de ofensivas militares conjuntas. De las
del marxismo-leninismo. La bandera roja con la conferencias realizadas surgió por primera vez
estrella amarilla, la hoz y el martillo, en el centro en toda la historia reciente de las guerrillas un
de la estrella, son los mismo símbolos creados en acuerdo normativo tendiente a regular el com-
1965 y ratificados en 1996, cuando se celebró el portamiento de los grupos guerrilleros con la po-
XIV congreso del PCC-ML. blación civil y con los colaboradores de las
fuerzas insurgentes. Todo ese cuerpo normativo
M A R X I S TA S - B O L I VA R I A N O S fue divulgado en una cartilla titulada “Normas
Bolívar se convirtió en la figura emblemática Bolivarianas”70 .
de los rebeldes colombianos, cuando los demás A partir de 1992, la CGSB como aparato polí-
grupos insurgentes reconocieron el éxito políti- tico militar entraría en declive, pero no así la
co del M-19 y trataron de aprender de dicha ex- figura de Bolívar que pasa a convertirse en una
periencia. No es ninguna casualidad que en imagen muy emblemática de las FARC-EP. No
Bolivariana por la Nueva Colombia”. En el ámbi- educación del guerrillero debido a la “avalancha
to organizativo se acordó entrar a través de los de la ideología burguesa y reaccionaria que bus-
frentes y de los bloques a fortalecer las redes de ca desestimular, confundir y sembrar pesimismo”
juntas comunales, comités de usuarios, sindicatos dentro de los sectores revolucionarios. Para con-
y otras formas asociativas diversas. Esa tarea no trarrestar ese problema, la Conferencia define
tendría nada de particular si no fuera porque se como principales elementos del trabajo ideológi-
[20] trataba de que a su lado se organizara la “Re- co en su orden: el “ideario patriótico
unión Bolivariana del pueblo” que tenía como bolivariano” y el “marxismo-leninismo”. De la
grupos de base a los “Núcleos Bolivarianos”, “las misma manera, se plantean diversas actividades
Uniones Solidarias”, “las Milicias Bolivarianas” y que comprenden desde la ejecución de tareas de
las “normas de autodefensa regular”. En el plano alfabetización, hasta la realización de seis cursos
ideológico se tomó una medida de trascendental especializados. Uno de estos cursos es el de “pen-
importancia para la entronización hacia abajo, samiento bolivariano”, dirigido a los bloques
hacia las bases de la guerrilla, del culto al Liber- guerrilleros y con una cobertura nacional. Para
tador. El argumento era que las FARC estaban en tal efecto se ordenó la publicación de un folleto
proceso de cambio y que ahora existía un nuevo con el “ideario bolivariano”, la elaboración de
estilo de trabajo y de abordaje “de los proble- una guía sobre el mencionado curso y la “confor-
mas”, que hacía “necesario que los comandantes mación de una pequeña biblioteca
de Frente estudien literatura relacionada con el bolivariana”73 .
Libertador”. Se recomendó, para empezar, el es- En las FARC, la última expresión de ese culto
tudio de la obra Bolívar día a día. Adicional- al Libertador fue la creación del Movimiento
mente, se ordenó colocarle a cada frente, aparte Bolivariano. Esta organización política, que co-
del “número correspondiente”, “el nombre de menzó a desarrollarse paralelamente a los diálo-
un héroe de la gesta libertadora”71 . gos de paz, funciona de manera clandestina. Con
Los rastros de las repercusiones ideológicas ello pretenden evitar otro proceso de aniquila-
de la “Campaña Bolivariana por la Nueva Colom- miento similar al sufrido por la Unión Patriótica
bia” tuvieron como principal escenario el espa- (UP). El movimiento se declara enemigo del
cio de educación política que mantiene cada neoliberalismo y presenta una propuesta de 10
frente o estructura militar dentro de su puntos conocida como Plataforma para un Nue-
cotidianidad72 . Esta actividad se aprecia también vo Gobierno de Reconciliación y Reconstrucción
71 FARC- EP. Pleno del Estado Mayor Central. Mayo 10-17 de 1989.
72 Sobre los espacios para la educación en las FARC, véanse Alternativa, Nº 141, noviembre 21-28 de 1977 y entrevista
a Julio, guerrillero de las FARC-EP, marzo de 1999.
73 Ídem.
estudios
Nacional. Se define también como “policlasista” sas” o del “pueblo” definido en un sentido clasis-
y “bolivariano”. Policlasista, en razón de que ta, para proyectarse y legitimarse o para cultivar
hace una convocatoria a todos los que “deseen una identidad popular enfrentada a la ideología
combatir a la oligarquía colombiana por la de- de las “clases dominantes”. Quizá ese asunto esta-
fensa de la soberanía nacional y a conformar un ba más claro y mejor planteado en los segundos
nuevo gobierno democrático y de profundo con- que en los primeros, sólo que la gran diferencia
tenido popular”. Al declararse como boliva- radicaba en que el corazón de esa fantasía pa-
rianos, vuelven a insistir en la fórmula de triótica y popular giraba para unos en Bolívar y
proseguir con la obra “inconclusa” del Liberta- para otros en Camilo. En 1997, precisamente al
dor. Las FARC se muestran de acuerdo con el conmemorarse los 33 años del ELN, Manuel
Bolívar que redactó la Constitución de Bolivia de Pérez, al tiempo que insistía en la importancia
1827, en lo referente a la necesidad de construir estratégica que tenía el recordar las luchas y los
el Cuarto Poder o Poder Moral “para erradicar la héroes, recomendaba que el uso de la memoria
corrupción y señalarle derroteros éticos ciertos a era también importante como técnica individual
los administradores y a la misma sociedad”74 . para sobreponerse a los momentos difíciles. La
En el ELN, el culto a Bolívar no ha tenido to- técnica para “recuperar fuerzas morales y psico-
dos los desarrollos que se han mostrado en las lógicas para la lucha” pasaba por cinco fases: 1)
FARC. El culto a Bolívar en el ELN ha tenido la retomar la motivación individual; 2) repasar la
misma importancia que el expresado en torno a historia de la organización, uniendo la memoria
análısıs polítıco nº 49
la figura del comunero José Antonio Galán. Las colectiva con la individual; 3) la remembranza
dos figuras las han articulado a un relato histórico de los héroes populares “que marcaron con su
sobre la independencia desde una perspectiva po- sangre” y sobre todo los “más cercanos y conoci-
pular. El objetivo de esa guerrilla al invocar esos dos”; 4) revivir y repensar los hechos revolucio-
héroes y algunos otros próceres del proceso de in- narios, propios y ajenos en los que se “haya
dependencia (cuadro 1) apunta a redondear un sentido bien”, y 5) repasar las esperanzas y los
eslabón de una cadena de hitos históricos que for- sueños de una “sociedad solidaria y equitativa”76 . [21]
marían una especie de contra-relato que debe
oponerse al relato histórico de la “clase dominan- EL HÉROE REGIONAL
te”. En 1989, al tiempo que el ELN desarrollaba En la incorporación de los héroes de la histo-
un papel importante dentro de la CGSB, en el ria colombiana al imaginario guerrillero existe
marco del II Congreso denominado “Poder Popu- también la reivindicación, tanto en las FARC
lar y Nuevo Gobierno” proponía una acción ideo- como en el ELN, de héroes o de leyendas que
lógica tendiente a recuperar elementos de la tienen importantes significados regionales. Esa
“cultura popular” que sirvieran de base para “for- incorporación responde a la estrategia de articu-
jar una identidad nacional popular” planteada lar los frentes guerrilleros con los intereses, la
como “alternativa frente al modelo burgués”. Tres historia, las expectativas y los movimientos socia-
eran los ejes básicos de esa recuperación: el pri- les regionales. La estrategia se explica por la pér-
mero, la consolidación de ciertos valores como “el dida casi total de la influencia de las guerrillas
mestizaje racial y cultural, el realismo mágico, la sobre aquellos movimientos sociales en los que
religiosidad popular, la solidaridad y la violencia tradicionalmente había tenido cierta influencia,
popular contra la opresión”; el segundo, la divul- es decir, sobre la clase obrera y los sectores estu-
gación de una “historia desde abajo” de Colombia diantiles. De otro lado, responde también a nue-
que tuviera en cuenta las grandes luchas popula- vas expresiones de movilización social, como los
res, y el tercero, la reedición del “camilismo” paros cívicos y movimientos regionales que tuvie-
como un “Frente Unido anti-oligárquico y anti-im- ron algún vigor en la década de los ochenta. La
perialista”75 . guerrilla de los años ochenta, y particularmente
En general no existían muchas diferencias en- de los noventa, a diferencia de la guerrilla de los
tre el ELN y las FARC; ambos grupos buscaban setenta, muestra más influencia y crecimiento en
rescatar imágenes y valores propios de las “ma- las zonas rurales que en las urbanas.
En las 14 figuras, encontramos una intención se recuerdan con orgullo esos episodios y perso-
de instrumentalizar el pasado indígena, pues najes. Generalmente en la mentalidad
ocho nombres de aparatos militares guerrilleros pueblerina o parroquial se entienden estos per-
se refieren a caciques o a grupos aborígenes. Los sonajes como expresiones de altivez y gallardía,
nombres de tales personajes no sólo buscan propias de los habitantes e incluso de la “raza”
empatía con la población comprendida en sus de determinada región78 . Al respecto es ilustrati-
[22] áreas de influencia sino que tienen correspon- vo que opere en Boyacá el “Frente Libertadores”
dencia con la forma con que las guerrillas inter- o que exista en el Tolima el “Frente Tulio Barón”
pretan la historia colombiana. Al realzar lo de las FARC, que recuerda a ese jefe guerrillero
indígena en el marco de la conquista y la coloni- liberal que desarrolló un papel destacado en di-
zación española se trata de destacar la resistencia cha región durante la guerra de los Mil Días. En
de algunas comunidades a la dominación espa- ese mismo departamento opera el frente
ñola. La apología a la resistencia indígena es rei- “Bolcheviques del Líbano” del ELN, que recuer-
terada en el discurso histórico guerrillero, y se da a los militantes del Partido Socialista Revolu-
aprecia en textos tan importantes como el him- cionario (PSR) que pretendieron iniciar un
no del ELN o en el discurso interpretativo de las levantamiento a mediados de 1929. En
FARC y el ELN con ocasión de la conmemora- Antioquia, tierra de “María Cano”, la líder socia-
ción de los 500 años del “descubrimiento” de lista de los años veinte del siglo pasado, opera un
América. frente del ELN. En la zona bananera de Urabá
La guerrilla no sólo evoca las luchas indíge- opera el frente “Héroes y mártires de las
nas seculares sino que también aprecia las lu- bananeras”, en homenaje a la masacre ocurrida
chas recientes estimuladas o por ideas liberales en 1928. En el mismo sentido hay que señalar
o izquierdistas, y articuladas a las luchas desa- que existe en Arauca la cuadrilla de la FARC
rrolladas por otros grupos sociales. Las FARC Guadalupe Salcedo, quien fue el jefe máximo de
reivindican la figura de José Gonzalo Sánchez, la guerrilla liberal más organizada que operó por
un indígena de Totoró que fue secretario de los años de la violencia bipartidista.
Manuel Quintín Lame, el más importante voce-
ro de los indígenas colombianos en la primera LO S H E R M A N O S R E VO LU C I O N A R I O S
mitad del siglo XX77 . La hermandad revolucionaria entre los gue-
Al lado de las luchas indígenas se reivindican rrilleros nace de compartir ideales, experiencias
77 Rappaport, Joanne. La política de la memoria. Interpretación indígena de la historia en los Andes colombianos. Popayán:
Editorial Universidad del Cauca, 2000, pp. 137-139,160-161, 170, 202.
78 Una variación es el Nº 12 del cuadro 1, al no reivindicar lo histórico sino lo geográfico (esa milicia opera en
Antioquia).
estudios
y de afrontar en la vida diaria las mismas situacio- de sacrificio que se advierte en otros movimientos
nes. Para Julio, un guerrillero de las FARC, el guerrilleros contemporáneos83 .
compañero es más que un hermano, pues el El ELN sorprende por la proclividad a rendir-
“hermano no está constantemente con uno”, le permanente homenaje a sus compañeros
mientras que “el compañero está en todas partes muertos. Podía decirse que el culto a los “herma-
con uno”79 . La hermandad también se origina nos revolucionarios” es uno de los aspectos más
en la expectativa, el temor o la realidad de la desarrollados con los que se busca cohesionar y
muerte, como se aprecia de las reflexiones en fomentar la identidad del grupo guerrillero. En
torno al cadáver del “caído en combate”80 . el ELN pareciera que el “más allá” de los cristia-
Son hermanos porque son hijos del mismo nos estuviera localizado en la fuerza del recuer-
padre fundador, como lo recuerda Milton do que va reposar en los guerrilleros vivos. El
Hernández del ELN, al titular uno de los capítu- recuerdo de los muertos y la promesa de no olvi-
los de su libro clandestino: “Los hijos de Camilo darlos se muestra en los diferentes rituales, en
somos de liberación o muerte”. Igualmente, son sus documentos internos, en sus publicaciones.
hermanos al considerar que los individuos son En el ELN se recuerdan varios de los episo-
“hijos” de una clase social, como cuando se dice dios de la historia de la organización. Así, de una
que en la lucha revolucionaria “muchos hijos de muestra de 53 estructuras militares rurales y ur-
nuestro pueblo han ofrecido y seguirán ofrecien- banas que existían hacia 1997, 36 hacen alusión
do lo mejor de sí mismos: su vida”81 . a la vida de la organización. De ellos cuatro re-
análısıs polítıco nº 49
Son hermanos los guerrilleros, pero entre cuerdan hechos fundamentales de su pasado
ellos son hermanos “mayores” los que merecen (Simacota, Héroes de Santa Rosa, Anorí y Seis de
recordarse por siempre como ejemplo para los Diciembre), mientras que 32 corresponden a
vivos. La tendencia a rendir homenaje a los her- guerrilleros muertos en combate e individua-
manos caídos en combate se plantea en los pri- lizados unos con nombres y apellidos, y otros,
meros años de la insurgencia. El EPL fue tal vez mencionados por sus apodos o por sus nombres
el primer grupo guerrillero en plantearlo como de guerra (cuadro 2). De los cuatro episodios [23]
política, a comienzos de los años setenta82 . En arriba citados, dos se refieren a hechos que mar-
esta guerrilla, el homenaje a los guerrilleros can la primera gran etapa de esa organización
muertos llegó a ser apreciable desde esos años guerrillera, su primera incursión militar a
hasta la actualidad (cuadro 2). Simacota (1965) y mayor derrota militar, el cer-
En el M-19, la magnitud del homenaje a los co del ejército en Anorí, que diezmó a esa orga-
guerrilleros muertos fue comparable al de los hé- nización y fue uno de los factores que
roes patrios y populares. No obstante, el peso en el contribuyeron a que esa organización se hundie-
imaginario del hermano revolucionario tendió a ra en su peor crisis.
ser débil, ocasional y algo trivial. Primero, porque Entre los 32 guerrilleros homenajeados por la
fueron relativamente pocos los muertos en sus filas organización, encontramos dirigentes provenien-
y corta la vida militar de esa organización compara- tes de diversos lugares de Colombia y una gran
da con las que siguen en armas. Segundo, porque variedad de ocupaciones y profesiones. Entre los
la evocación a los muertos tendió a ser transitoria recordados se hallan algunos líderes obreros que
(la del operativo o la campaña) y porque, a dife- no estaban en armas pero que posiblemente per-
rencia del ELN o incluso del EPL, el homenaje no tenecían a sus redes urbanas. Nos referimos, por
fue selectivo pues no se pensaba tanto en que el ejemplo, a Luis Carlos Cárdenas y a Manuel Gus-
muerto cumpliera con unos requisitos para tavo Chacón, el uno del sindicato de trabajado-
oficializar el recuerdo; bastaba sólo el haber muer- res de Antioquia y el otro de la Unión sindical
to por la causa de la revolución. Todo ello tiene Obrera (USO). Tanto Cárdenas, asesinado en
una explicación: en el M-19, hubo un discurso en 1973, como Chacón, muerto por sicarios en 1987,
torno a no asumir la vida y la lucha con ese sentido fueron enterrados por obreros que cantaban la
homenaje a los hermanos muertos puede expre- con mejores ojos el culto a los héroes patriotas
sarse con una sencilla ofrenda floral, con la salva que el culto a sus iguales muertos en combate,
de cañonazos, con el bautismo de un evento con con excepción de los héroes legendarios que fun-
el nombre del héroe guerrillero, o con el otorga- daron la organización. La existencia de un culto
miento de grados póstumos87 . Hay también en el por los “mártires” del PC y de la Unión Patriótica
ELN un homenaje para estimular el heroísmo de es reflejo del pasado histórico de este grupo insur-
[24] los guerrilleros vivos; por esas demostraciones se gente y de la famosa estrategia de “combinar las
impone la “orden Manuel Vásquez Castaño”88 . formas de lucha”, la cual justificaba la existencia
En las FARC, tomando una muestra de 51 es- de una división del trabajo que separaba la activi-
tructuras militares, es menor el número de her- dad política de la militar. También puede indicar
manos revolucionarios homenajeados: alcanzan la intención de subrayar la sistemática elimina-
los 21 (se repiten dos), y no todos ellos fueron ción de los miembros de la Unión Patriótica
guerrilleros o miembros de sus redes urbanas, a como un elemento justificatorio para persistir en
diferencia del ELN, en donde suman 32 y predo- la guerra o por lo menos para endurecer sus posi-
minan los nombres de guerrilleros. Dos nombres ciones frente al Estado89 .
más: Héroes del Yari y Héroes de Cusiana, se
refieren a episodios de la historia de la organiza- CONCLUSIONES
ción no muy conocidos y promocionados. En con- El culto guerrillero es ante todo un culto a hé-
traste con el ELN, en las FARC el homenaje a los roes guerreros vivificados con la muerte. Es un he-
hermanos revolucionarios no guarda mucha rela- roísmo trágico en el que subyace una idea estoica
ción con toda su historia guerrillera, pues el culto de la vida y de la muerte. El culto heroico guerri-
a éstos se concentra alrededor de dos de sus epi- llero tiene una estructura circular y cuasi-religiosa
sodios: su mito de origen, es decir el cerco de conformada por cuatro niveles: uno muy superior
Marquetalia, y de otro lado, su experiencia con la que se configura con los grandes “profetas revolu-
Unión Patriótica. Del listado del cuadro 2, a 15 se cionarios” que crearon los principios doctrinarios
análısıs polítıco nº 49
nos de los “valores del buen revolucionario” de una peculiar fantasía patriótica. Esa comproba-
(sacrificio, solidaridad, modestia, etc.). Este últi- ción podría contribuir a explicar por qué el ma-
mo nivel en el “altar” de imágenes guerrilleras es nejo de grandes sumas de dinero, producto del
el escalón posible o el paso hacia “el más allá” del secuestro y del narcotráfico, no han llevado a la
guerrillero raso. descomposición y fragmentación total de los gru-
La configuración del “altar” piramidal de pos alzados en armas.
imágenes heroicas guerrilleras es resultado de [25]
un proceso que da cuenta de la misma evolu-
ción de la insurgencia en Colombia. De ese pro-
ceso habría que considerar dos grandes fases:
en un primer momento, cuando la guerrilla no CUADRO 1
CUADRO 2
análısıs polítıco nº 49
94. Juan de la Cruz Varela Cuadrilla
95. Miguel Ángel Bonilla Cuadrilla
96. Teófilo Forero Castro Cuadrilla
FECHA DE RECEPCIÓN: 2/06/2003
97. Héroes de Cusiana Cuadrilla FECHA DE APROBACIÓN: 11/07/2003
I N T R O D U CC I Ó N
e s t e t r a b a j o b u s c a r e s p o n d e r a la
pregunta: ¿Por qué se necesitan partidos en la polí-
tica? Con ese fin, se introduce un argumento poco
estudiado en la literatura política: la importancia
de los partidos como mecanismos de generación
nº 49 28-47
análısıs polítıco nº 49
dos y confianza en la democracia ha llevado a pe- este proceso ha sido tan marcado. El número de
riodistas y académicos como Seymour Lipset a candidatos ajenos a los partidos tradicionales ha
afirmar que la democracia es impensable sin par- crecido en forma exponencial y se han elegido
tidos, y a otros a relacionar estrechamente el for- representantes, tanto en el legislativo como en el
talecimiento de las instituciones democráticas con ejecutivo, con plataformas programáticas cons-
el fortalecimiento de los partidos4. truidas sobre el desprestigio de los partidos tradi-
Desde luego, no todos los partidos son iguales cionales y de las instituciones de representación [29]
y tampoco invierten en igual forma en la cons- democrática. La incapacidad de los partidos para
trucción de reputaciones de gobierno. Hay mu- articular plataformas programáticas que repre-
chas sociedades donde la frustración con la senten los intereses de amplios sectores de la po-
democracia está íntimamente relacionada con blación no sólo ha dado lugar a una creciente
los partidos políticos, a los que se acusa de estar injerencia de los medios de comunicación en la
divorciados de los intereses de la mayoría de los selección de candidatos y en el control de la
ciudadanos5. En vez de ser tramitadores de los agenda pública, sino que también ha habido un
intereses de la sociedad para construir el interés uso creciente de mecanismos de democracia di-
general, los partidos en estas sociedades termi- recta para decidir y rediseñar las instituciones
nan presos de los intereses particulares de sus democráticas. La ausencia mayor o menor de
miembros y de intransigencias ideológicas. Estos partidos y de otros mecanismos de articulación y
partidos no sólo dejan de canalizar los intereses coordinación de lo público ha dado lugar a la
particulares para construir el interés colectivo, explosión de movimientos de protesta y repre-
sino que tienden a magnificar las tensiones y se sentación social y de frecuentes rupturas
convierten en fuente de conflicto social. institucionales.
Estas frustraciones con lo que algunos llaman La forma acelerada y profunda como este fe-
2 Kelly, J. M. Political Parties and Democracy in Latin America. Paper delivered at the American Political Science
Association Meeting. Boston, 2002; Holmberg, S. “Are Political Parties Necessary?” En: Electoral Studies. Nº 22,
2003, pp. 287-299.
3 Hofferbert, R. I. (ed.). Parties and Democracy. Oxford, Blackwell. 1998; Dalton, R. Political Support in Advanced
Industrial Democracies. Critical Citizens. P. Norris. Oxford, Oxford University Press. 1999.
4 Mainwaring, S. and T. R. Scully (eds.). Building Democratic Institutions: Party Systems in Latin America. Stanford, CA,
Stanford University Press. 1995.
5 Coppedge, M. “The Dynamic Diversity of Latin American Party Systems”. En: Party Politics. Nº 4, 1998, pp. 547-
568.
6 Holmberg, S. “Party identification compared across the Atlantic”. En: K. Jennings and T. Mann. Elections at Home
and Abroad. Essays in Honor of Warren E. Miller. Ann Arbor, University of Michigan Press. 1994.
nómeno ha ocurrido en América Latina, ha ge- La capacidad de impartir disciplina es una
nerado el interés académico sobre la necesidad condición necesaria, pero insuficiente, para que
de los partidos en las democracias y sobre las po- surjan partidos con reputaciones de gobierno.
sibles razones para que los partidos actúen en Hay partidos disciplinados que sin embargo ter-
formas tan diferentes en distintas sociedades. minan divorciados de los intereses mayoritarios
¿Cuáles son los elementos que inciden en que en de la sociedad, dando lugar a tensiones y frustra-
unas sociedades los partidos respondan a las de- ciones con la democracia de partidos. Para que
mandas de la mayoría ciudadana y en otras sean los partidos tengan incentivos para responder a
mecanismos de perpetuación de privilegios y las demandas ciudadanas es necesario que exista
rentas de las minorías? democracia. Es decir, que los votantes puedan
Son varias las hipótesis. Una de ellas apunta cambiar a los partidos que no articulan platafor-
hacia las diferencias en las instituciones políticas mas de gobierno que respondan a los intereses
que inciden en los incentivos que tienen los políti- colectivos o que no las honran en el ejercicio del
cos para agruparse en partidos y disciplinarse. gobierno.
Pero otras pueden estar relacionadas con los pro- Tanto en los casos en que los partidos carecen
cesos de integración económica que iniciaron casi de mecanismos que generen cohesión y discipli-
todos los países de América Latina en las últimas nan interna, como cuando los partidos carecen
dos décadas, que no sólo reducen la capacidad de de incentivos para responder al interés de la ma-
respuesta de los partidos, sino que también au- yoría de ciudadanos, la democracia termina sien-
análısıs polítıco nº 49
mentan las demandas ciudadanas por mecanis- do fuente de frustración para la mayoría de los
mos de protección social. Esta situación desde ciudadanos. En ambos casos, el gobierno termi-
luego puede magnificar las frustraciones en torno na articulando políticas particularistas que bene-
a los partidos. Tampoco se pueden descartar fac- fician a minorías decisivas en detrimento de los
tores culturales, sociales y de orden histórico que intereses mayoritarios. En estas sociedades hay
expliquen por qué en unas sociedades hay parti- menos bienes públicos y más rentas y bienes de
[30] dos que responden a los intereses ciudadanos y en club8.
otras éstos están de espalda a la sociedad. En consecuencia, la existencia de partidos
Este trabajo presenta una hipótesis de orden fuertes en las democracias se relaciona no sólo
institucional. Al respecto, se presentan unas con- con una mejor calidad de la delegación demo-
diciones que son necesarias para que surjan par- crática, sino que también debe poderse asociar
tidos con incentivos para construir reputaciones con políticas públicas que promueven el bienes-
de gobierno. En primer lugar, los partidos deben tar general de la sociedad, es decir, con una me-
tener mecanismos para disciplinar a sus miem- jor calidad de las políticas públicas. Los partidos
bros. Partidos que carecen de estos instrumentos que construyen reputaciones de gobierno tam-
terminan siendo víctimas de sus miembros, que bién valoran más el futuro que el presente y, por
impiden el surgimiento de reputaciones partidis- tanto, posponen menos las decisiones que afec-
tas o las erosionan. Por eso, partidos de este tipo tan intereses minoritarios o que tienen costos
son comúnmente denominados débiles y se les políticos en el corto plazo, pero réditos de largo
señala de desinstitucionalizados7. En las socieda- plazo.
des donde los partidos son débiles, las reputacio- Hay muchas áreas de gobierno donde se pre-
nes son más individuales que colectivas y los senta este tipo de situaciones. Las medidas que
electorados responden más a incentivos de tipo controlan amenazas a la seguridad nacional que
clientelista que a plataformas programáticas. emergen se posponen hasta cuando éstas son ge-
Esto se debe, precisamente, a que las plataformas neralizadas e inminentes; los ajustes fiscales se
programáticas carecen de credibilidad porque aplazan hasta cuando éstos son insostenibles y,
no hay partidos que disciplinen a los políticos in- en general, las sociedades esperan hasta situacio-
dividuales y los hagan cumplirlas. nes de crisis para adoptar correctivos.
7 Aldrich, J. H. Why Parties? The Origin and Transformation of Political Parties in America. Chicago, University of
Chicago Press. 1995; Mainwaring, S. and T. R. Scully (eds.). Building Democratic Institutions: Party Systems in Latin
America. Stanford, CA, Stanford University Press. 1995; Coppedge. Ob. cit.
8 Los bienes públicos permiten que la mayoría se beneficie, mientras que los bienes de club son bienes públicos,
pero concentrados localmente, a los que tienen acceso sólo un grupo restringido de ciudadanos. Las rentas son
bienes privados a las que sólo acceden ciertos ciudadanos.
democracia
Esta relación entre partidos políticos y políti- siones colectivas. De manera que una votación
cas públicas permite generar algún tipo de prue- entre las mismas personas y con las mismas pre-
bas empíricas, que permitan corroborar el ferencias individuales, puede arrojar resultados
argumento de que los partidos políticos que pue- diferentes. En otras palabras, en ausencia de al-
den disciplinar a sus miembros, y que están so- gún mecanismo que estructure el proceso de de-
metidos al escrutinio repetido y libre de los cisión, las decisiones públicas tienden a ser
ciudadanos, generan mejores políticas públicas. inestables10. Esto es particularmente cierto entre
Precisamente, en este trabajo se incluye un ejerci- más personas y dimensiones hagan parte del pro-
cio empírico para 60 países entre 1960 y 1980, ceso de decisión11.
que busca establecer relaciones entre la existencia La función de los partidos es transformar las
de partidos con las características mencionadas y distintas preferencias de los ciudadanos en pla-
menores niveles de déficit fiscal. El ejercicio inclu- taformas programáticas donde las distintas di-
ye, además de las características institucionales, mensiones de lo público se agrupan y se tratan
otras variables que miden el grado de integración en forma más o menos coherente. En este pro-
económica y otros factores de índole económica, ceso los partidos reducen las dimensiones de la
social y geográfica, que pueden incidir en que las decisión colectiva a una dimensión –izquierda a
sociedades tengan mayores déficit fiscales. Este derecha– facilitando que las decisiones colecti-
ejercicio es novedoso en la medida en que mide vas sean transitivas y, por tanto, estables. Es esta
la incidencia directa de los partidos en las políti- función de representación de distintos intereses
análısıs polítıco nº 49
cas públicas. particulares la que lleva a muchos a señalar que
En la siguiente sección se profundiza en la la diferencia entre los partidos políticos y otras
función de los partidos en la democracia, y par- formas de asociación como las agremiaciones
ticularmente en el papel de los partidos como radica en la diversidad de intereses que repre-
mecanismos de generación de reputaciones de sentan los primeros. Sin duda muchos partidos
gobierno. En la tercera sección se relaciona la apelan a ideologías universales e imaginarios
literatura sobre instituciones políticas, régimen colectivos en el proceso de representación y [31]
de partidos y políticas públicas. Se hace énfasis construcción del interés general. En ese senti-
en las políticas fiscales, porque son las políticas do, Burke decía que los partidos eran grupos de
que se miden en el ejercicio empírico y porque personas reunidas con intereses coincidentes,
son las políticas que han recibido mayor aten- para fomentar a través del esfuerzo colectivo el
ción académica, pero no quiere decir que la interés nacional12.
única función de los gobiernos sea el tema fis- Desde luego, no siempre es el caso que los par-
cal. Por último, en la cuarta sección se incluye tidos trascienden la representación de intereses
el ejercicio empírico y en la última sección se particulares y posiciones fraccionales. Para los crí-
concluye. ticos de los partidos, empezando por Madison en
los Documentos de los Federalistas, y Bolívar con su fa-
P O R Q U É E X I S T E N PA R T I D O S P O L Í T I CO S mosa frase “la patria por encima de los partidos”,
La función más ampliamente estudiada de los los partidos llevan a la formación de fracciones que
partidos políticos es la de la agregación de prefe- impiden la cooperación en función del bien co-
rencias políticas de los miembros de una socie- mún (Hamilton, 1937[1787]: 41). Para estos auto-
dad para construir el interés general9. res, como para otros más contemporáneos, los
Esencialmente, en la ausencia de partidos, la partidos no sólo no facilitan la agregación de inte-
agregación de intereses individuales en una so- reses individuales, sino que se constituyen en un
ciedad puede ser irracional. Con este calificativo escollo a la construcción del interés colectivo. En
se hace referencia a la intransitividad de las deci- ese sentido, los partidos pueden convertirse en
9 Epstein, L. Political Parties in Western Democracies. New Brunswick, NJ, Transaction Publishers. 1979; Katz, R. S. A
Theory of Parties and Electoral Systems. Baltimore, MD, Johns Hopkins University Press. 1980; Lipset. Ob. cit.;
Klingeman, H.-D., R. I. Hofferbert, et al. Parties, Policies, and Democracy. Boulder, CO, Westview Press. 1994, p. 42.
10 Arrow, K. Social Choice and Individual Values. New York, NY, Wiley. 1951.
11 Para una discusión detallada de este aspecto, véase Riker, W. Liberalism Against Populism. San Francisco, CA, Free
Press. 1982.
12 Burke, E. “Thoughts on the Causes of the Present Discontents”. En: L. Bredvold and R. Ross. The Philosphy of
Edmund Burke. Ann Arbor, University of Michigan Press. 1960.
fuente de conflicto en las sociedades, como lo se- nes de este tipo, nadie puede adoptar ninguna de-
ñalaba Valenzuela en su descripción del golpe de cisión, por valiosa que sea, sin el consentimiento
Pinochet en Chile13. de otras personas. A diferencia de otras institucio-
El que esto suceda, como se verá en la sección nes de transacción como el mercado, donde los
siguiente, depende de las reglas electorales y del seres humanos expresan la intensidad de sus pre-
sistema de gobierno que determinan los incenti- ferencias directamente, pagando más por las co-
vos de los políticos a representar intereses más o sas que más valoran, en el ejercicio de la
menos generales. Por el momento, basta con en- democracia los individuos tienen derecho a votar
tender que los partidos son mecanismos de agre- una sola vez, independientemente de si desean
gación de preferencias individuales en una mucho o poco una determinada iniciativa18. Esta
sociedad. Para que los partidos cumplan esta circunstancia obliga a negociar y realizar alianzas
función no es necesario que los votantes tengan con otros individuos para sumar los votos necesa-
lealtades permanentes con los partidos. Las pre- rios y así obtener lo que se desea más, a cambio
ferencias de los votantes, como las de cualquier de votar aquellas iniciativas que son del mayor in-
persona, pueden variar con contingencias y suce- terés de los demás miembros de la alianza.
sos. Para un votante que tradicionalmente vota Conformar alianzas para votar iniciativas en el
por la izquierda, una alta inflación o una amena- parlamento tiene altos costos de transacción. En es-
za a la seguridad nacional lo puede inducir a vo- pecial, porque verificar los acuerdos entre los
tar por el partido de derecha. El papel de los miembros de la coalición suele ser una tarea
análısıs polítıco nº 49
partidos y sus ideologías es facilitar la decisión dispendiosa. Estos altos costos de transacción crean
del votante, a quien en vez de tener que conocer incentivos para que las coaliciones no sean coyun-
las posiciones de los partidos para cada una de turales, sino más bien estables y de largo plazo. En
las dimensiones de lo público, y tener que antici- consecuencia, la formación de partidos es una for-
par la forma como los partidos en el gobierno ma efectiva de economizar costos de transacción y
enfrentarán todas las posibles contingencias, le tomar decisiones en cuerpos colegiados.
[32] basta con conocer las posiciones ideológicas del Esta apreciación no pretende desconocer el
partido para decidir14. Los partidos reducen la papel aglutinador de la ideología en lo público.
incertidumbre del votante en la medida en que Al contrario, la ideología está íntimamente vincu-
las plataformas programáticas son la carta de na- lada a la conformación de partidos porque es fun-
vegación de los gobiernos15. damental para hacer estables las coaliciones. En
Además de la función de los partidos como vez de consultar cada uno de los intereses que tie-
mecanismos de agregación de intereses, los parti- nen los miembros de un partido sobre los distin-
dos también son necesarios para gobernar16. Des- tos temas de la agenda pública, la existencia de
de luego, la toma de decisiones en cuerpos una ideología o plataforma programática permite
colegiados, como parlamentos y congresos, hace adoptar decisiones racionales y relativamente sa-
necesario conformar coaliciones17. En institucio- tisfactorias para los miembros del partido19. Por
13 Valenzuela, A. Party Politics and the Crisis of Presidentialism in Chile: A Proposal for a Parliamentary. 1994.
14 Hinich, M. and M. Munger. Ideology and the Theory of Political Choice. Ann Arbor, University of Michigan Press.
1994.
15 Harrington, J. E. “The Role of Party Reputation in the Formation of Policy”. En: Journal of Public Economics. Nº 49.
1992, pp. 107-121; Klingeman, H.-D., R. I. Hofferbert. Ob. cit.; Snyder, J. M. and M. M. Ting. An Informational
Rationale For Political Parties. MIT Working Paper. 2000.
16 Epstein, L. Ob. cit.; Schlesinger, J. “On the Theory of Party Organization”. En: The Journal of Politics. Nº 46. 1984,
pp. 369-400; Klingeman, Hofferbert et al. Ob. cit.; Hofferbert. Ob. cit.; Krehbiel and Meirowitz. Ob. cit.
17 Fiorina, M. and R. Noll. “Majority Rule and Legislative Elections”. En: The Journal of Politics. Nº 41. 1979, pp.
1081-1104.
18 Este es el precio de la democracia. Los ciudadanos voluntariamente renuncian a expresar la intensidad de sus
preferencias directamente a cambio de un mecanismo que da un trato igual a todos. Es difícil diseñar un
instrumento de transacción diferente para lo público, donde las decisiones afectan al conjunto de sus miembros,
independientemente del aporte individual para la decisión.
19 Los partidos, incluso, permiten representar intereses contradictorios y hasta incompatibles. La razón es que los
mecanismos institucionalizados y las plataformas programáticas de los partidos ofrecen garantías a los distintos
intereses sobre cómo se tramitan esos distintos intereses.
democracia
tanto, la baja dimensionalidad de la ideología partidos asuman posiciones faccionalistas y de re-
economiza en la necesidad de armar alianzas al- presentación de intereses particulares.
rededor de cada tema y le introduce un alto gra-
do de racionalidad a las decisiones públicas a Los partidos como mecanismos para la construcción
través de votaciones20. de reputaciones de gobierno
La función informativa y de agregación de Los partidos desempeñan una labor funda-
preferencias que cumplen los partidos ha dejado mental como mecanismos de construcción de re-
de ser un monopolio de los partidos. Cada vez putaciones, que es fundamental para reducir las
más, otro tipo de instituciones como los medios ineficacias de la delegación política. La inconsis-
de comunicación han entrado a participar en tencia entre el período de elección y la etapa de
esta función resolviendo problemas de coordina- gobierno, unida a la limitada información que
ción y de agregación de intereses en la socie- tienen los votantes sobre las verdaderas preferen-
dad21. Si bien la forma en que los medios cias políticas de los candidatos acerca del esfuer-
contribuyen a agregar los intereses en una socie- zo que éstos realizan desde el gobierno para
dad es distinta a la forma en que lo hacen los actuar en el interés del votante, hacen muy inefi-
partidos, los medios, a través del filtro de la in- caz la delegación política. Esta ineficacia se ob-
formación, también pueden reducir la serva en la práctica en el incumplimiento de las
dimensionalidad y darle coherencia a las decisio- promesas de gobierno, que frustran a los ciuda-
nes públicas. Distintos estudios muestran que los danos y minan la legitimidad de la democracia
análısıs polítıco nº 49
temas que reciben mayor cobertura mediática representativa.
tienden a encabezar las decisiones de voto de los Los candidatos, motivados por su afán de ganar
ciudadanos22. A su vez, los medios inciden sobre elecciones, con frecuencia presentan plataformas
los temas que abordan las campañas políticas y programáticas que no obedecen a sus preferencias
las posiciones programáticas de los candidatos al ideológicas. Ante la incapacidad de los votantes
informar sobre las preferencias de voto de los para distinguir entre las promesas que son fruto de
ciudadanos. las convicciones del candidato de las que éste hace [33]
Desde luego, no existe plena garantía de que para ganar la elección, los votantes pueden incurrir
los medios informen sobre aquellos temas que in- en una selección adversa. En otras palabras, en au-
teresan a las mayorías, como tampoco que los par- sencia de algún mecanismo que revele las verdade-
tidos apelen a programas universales23. Aunque, ras intenciones del político, los votantes pueden
entre más masivos sean los medios y más competi- terminar eligiendo a aquel que desde el gobierno
tivas las estructuras de mercado mediáticas, más sirve a otros intereses. Adicionalmente, al votante
alta es la posibilidad de que los medios informen le resulta difícil monitorear y evaluar el esfuerzo
sobre los temas de interés de las mayorías y que desde el gobierno hace el político para honrar
erosionen el acceso privilegiado que tienen cier- la delegación política. Esta situación lleva a lo que
tos grupos de interés al proceso de toma de deci- se conoce comúnmente como riesgo moral. Ante
siones24. En ese sentido, más que convertirse en la incapacidad del votante para controlar las accio-
sustitutos, los medios complementan la labor de nes del político, éste termina sirviendo a intereses
los partidos, reduciendo la posibilidad de que los distintos a los de sus electores25.
20 Wittman, D. “Parties as Ultility Maximizers”. En: American Political Science Review. Nº 67. 1973, pp. 490-498.
21 Álvarez, R. M. Information and Elections. Ann Arbor, University of Michigan Press. 1997.
22 Carpini, D., M. X., et al. What Americans Know about Politics and Why It Matters? New Haven, CT, Yale University
Press. 1996.
23 Sartori, G. Homo Videns. La sociedad teledirigida. Buenos Aires, Argentina, Taurus. 1998.
24 Strömberg, D. Distributing News and Political Influence. IIES Working Paper, Stockholm University. Stockholm. 2002.
25 La selección adversa es una consecuencia de la asimetría de información entre el comprador y el vendedor sobre
la verdadera calidad del bien. El desconocimiento del comprador sobre la calidad del bien puede inducir a
comprar el bien de menor calidad. Akerlof, G. “The Market for ‘Lemons’: Quality Uncertainty and the Market
Mechanism”. En: Quarterly Journal of Economics. Nº 84. 1970, pp. 488-500. En el mercado laboral el problema
surge por desconocimiento del empleador de las competencias del candidato al empleo. El problema de riesgo
moral surge al igual que el problema de selección adversa por asimetrías de información entre el principal y el
agente. Sin embargo, la fuente de las asimetrías de información en este caso surgen de la incapacidad del
empleador o principal para verificar el esfuerzo que realiza el empleado o agente en el trabajo. Holstrom, B.
“Moral Hazard and Observability”. En: Bell Journal of Economics. Nº 10. 1979, pp. 74-91.
América Latina tiene una historia rica en legación política. En primer lugar, porque la de-
inconsistencias entre los discursos en la etapa de legación política suele hacerse entre múltiples
campaña y las acciones que se toman una vez es- votantes o principales y un solo político, en lo
tán en el gobierno. Por ejemplo, Fujimori, que que se conoce como agencia común. Segundo,
carecía de partido, fue elegido sobre una plata- porque a diferencia de otras formas de delega-
forma antineoliberal que aglutinaba a líderes ción, como la laboral, los votantes suelen dispo-
sindicales y del sector informal y connotados ner de pocos instrumentos para controlar y
académicos que se oponían a las reformas hacer responder a los políticos.
neoliberales y de choque que proponía Vargas Los problemas de agencia común llevan a que
Llosa. Sin embargo, una vez en el gobierno, con frecuencia el político termine representan-
Fujimori adoptó su programa “cambio de ti- do intereses diferentes o en franca oposición29.
món”, que dejó por fuera a muchos de sus más Para infortunio del ciudadano medio, en ausen-
reconocidos aliados y optó por gobernar con el cia de alguna forma de control, en este tipo de
equipo de Fredemo, la coalición de partidos de circunstancias los intereses de minorías bien or-
derecha que apoyó a Vargas Llosa. De la mano ganizadas suelen terminar imponiéndose sobre
de ese equipo de gobierno, Fujimori los de la mayoría de votantes. Esto se debe, por
implementó las reformas económicas del paque- ejemplo, a que las minorías organizadas en gru-
te neoliberal en forma acelerada y radical26. Otro pos de interés suelen tener mejores instrumen-
ejemplo, documentado ampliamente, es el de tos de control sobre las acciones del gobernante
análısıs polítıco nº 49
26 Stokes, S. “Democratic Accountability and Policy Change: Economic Policy in Fujimori’s Peru”. En: Comparative
Politics. Nº 29. 1997, pp. 209-226.
27 Stokes, S. “What Does Policy Change Tell Us About Democracy?”. En: B. Manin, A. Przeworski and S. Stokes.
Democracy, Accountability and Representation. Cambridge, MA, Cambridge University Press. 1999.
28 Dix, R. “Democratization and Institutionalization of Latin American Political Parties”. En: Comparative Politics. Nº
24. 1992, pp. 488-511; Harrington. Ob. cit; Desposato. Ob. cit.; Kelly. Ob. cit. De hecho, los cambios en los
planes de gobierno como consecuencia de eventos no anticipados pueden estar en consonancia con los intereses
de la mayoría electoral y no generar frustraciones con el mandato de representación. Stokes, S. 1999. Ob. cit.
29 Dixit, A. and E. Helpman. “Common Agency and Coordination: General Theory and Application to Government
Policymaking”. En: Journal of Political Economy. Nº 105. 1997, pp. 752-769.
30 Lohmann, S. “An Informational Rationale for the Power of Special Interests”. En: American Political Science Review.
Nº 92. 1998, pp. 809-827.
31 Grossman, G. and E. Helpman. “Protection for Sale”. En: American Economic Review. Nº 84. 1994. pp. 833-854.
democracia
del trabajador para resolver el problema de ries- oportunista, presentando una plataforma
go moral. En la delegación política, en cambio, programática que apele al interés de la mayoría
no basta con tener información sobre el incum- de los votantes durante el período de elección,
plimiento de las promesas del gobernante para pero implementar políticas más cercanas a sus
hacer responsables a los políticos, porque los pe- preferencias una vez en el gobierno. Sin embar-
ríodos de elección tienden a ser fijos32. go, los costos de implementar estrategias de ín-
En la práctica, la única forma como los ciuda- dole oportunista son más altos para los partidos
danos pueden disciplinar a los políticos es a tra- que para los individuos. Esto se explica porque
vés de las instituciones electorales33. En el partido tiene una vida política más larga y, ac-
particular, se cita con frecuencia el mecanismo tuar en forma oportunista en el presente, impli-
de la reelección, que curiosamente se asocia más ca renunciar a la oportunidad de gobernar en el
con las personas que con los partidos34. La im- futuro en muchas más ocasiones35. Esta afirma-
portancia de la reelección como mecanismo ción no depende de asumir preferencias por el
para disciplinar a los políticos se asocia con la re- largo plazo entre el partido y los políticos indivi-
putación. La idea es que el votante elige a un de- duales diferentes. No obstante, existen razones
terminado político con la expectativa de que para pensar que los partidos pueden valorar el
cumpla unas promesas de campaña. El político, largo plazo más que el corto plazo. Simplifican-
a su vez, cumple las promesas de campaña ante do, uno puede pensar a los partidos como orga-
la expectativa de ser reelegido, aunque éstas nizaciones integradas con dos clases de personas:
análısıs polítıco nº 49
sean distintas a sus verdaderas convicciones. Por por una parte, los que aspiran a ser candidatos
tanto, el ciudadano reelige a quien haya cons- en el futuro –por ejemplo, a cinco y más años– y
truido una reputación de gobierno. de otra, los que son gobierno en el presente. En
La pregunta, entonces, es: ¿Por qué se nece- la medida en que los que aspiren a ser candida-
sitan partidos para construir reputaciones de go- tos en el futuro puedan disciplinar a los que son
bierno? La razón es que los partidos tienen gobierno en el presente, los partidos pueden va-
horizontes de vida política más largas que los in- lorar más el futuro que el presente36. [35]
dividuos. El partido, al igual que el político indi- La idea de que los partidos invierten en repu-
vidual, puede tener un incentivo para ser taciones no es nueva en la literatura política37. Si
32 Las excepciones a la regla de los períodos fijos son el voto de confianza en las democracias parlamentarias y los
referendos revocatorios. El primero es un mecanismo de cohesión y disciplina partidista, como se verá en la
sección siguiente. El segundo, aunque posible en teoría, resulta bastante poco práctico, porque es difícil
relacionar los votos de la elección con los votos de la revocatoria.
33 La separación de poderes es otra forma de disciplinar el comportamiento oportunista de los políticos. En este
caso, se eliminan las fuentes que dan lugar a conflictos de intereses. Laffont, J.-J. Separation of Powers and
Development. World Bank ABCDE Conference. Paris. 1999. Esta idea es la que inspira la creación de bancos centrales
independientes cuyo objetivo sea reducir la inflación. Con esta medida el gobierno deja de tener el incentivo de
estimular la economía en el corto plazo a través de una política monetaria relajada que en el futuro genere
inflación.
34 Samuels, D. and M. Shugart. “Presidentialism, Elections and Representation”. En: Journal of Theoretical Politics. Nº
15. 2003, pp. 33-60.
35 En la medida en que el político individual conoce el final de su vida pública, puede actuar en forma oportunista
durante su último ejercicio de gobierno. Esto tiene sentido porque en ausencia de elecciones futuras, los
beneficios de ser oportunista e incumplir las promesas de campaña son positivos mientras los costos son nulos o
muy bajos.
36 Este resultado se fundamenta en el supuesto de que los políticos individuales son mundanos. Desde luego, si los
políticos valoran “pasar a la historia” con el reconocimiento de sus conciudadanos, los incentivos de ser
oportunista son menores. El problema con este argumento de trascendencia en el tiempo es que mantiene la
incertidumbre sobre las verdaderas preferencias del político. ¿Quién y cuántos saben distinguir entre un político
que aspira a dejar una huella en el tiempo del que carece de esas aspiraciones? Lo que sí saben los votantes es que
no son tantos como los que figuran en los libros de historia.
37 Ferejohn, J. “Incumbent Performance and Electoral Control”. En: Public Choice. Nº 50. 1986, pp. 5-26; Alesina, A.
and S. E. Spear. “An Overlapping Generations Model of Electoral Competition”. En: Journal of Public Economics. Nº
37. 1988, pp. 359-379; Austen-Smith, D. and J. S. Banks. Electoral Accountability and Incumbency. Models of Strategic
Choice in Politics. P. C. Ordeshook. Ann Arbor, University of Michigan Press. 1989; Harrington. Ob. cit.
bien el propósito de estos trabajos no es compa- la evidencia de partidos que no generan reputa-
rar los efectos que tiene la política sin partidos ciones de gobierno abunda. Si algo ayuda a expli-
de la política con partidos, estos trabajos mues- car la prolífica aparición de nuevos movimientos y
tran que la larga vida de los partidos es esencial candidatos con proyectos individuales en Colom-
para que éstos no sean oportunistas en el corto bia, es la poca y a veces hasta negativa reputación
plazo y renieguen de sus promesas de campaña. de gobierno de los partidos tradicionales.
La idea central es que el sometimiento del parti-
do a múltiples contiendas electorales futuras Las características de los partidos que generan
donde se referencian sus actuales obras de go- reputaciones de gobierno
bierno induce al partido a no renegar de sus pro- De ahí que sea importante establecer qué tipo
mesas de campaña38. Además, en la medida en de características internas a los partidos y del en-
que los partidos son evaluados por los votantes torno deben existir para que los partidos gene-
en términos del cumplimiento de sus promesas ran reputaciones de gobierno. Tratar al partido
de campaña, los partidos desarrollan incentivos como un individuo racional y coherente en el
para hacer promesas de campaña responsables39. tiempo es un supuesto fuerte. Los partidos están
Este planteamiento sobre las reputaciones de compuestos de individuos con distintos intereses
gobierno es extensivo a los partidos de oposición. particulares, así las diferencias entre ellos sean
Así como los votantes evalúan el desempeño de menores que con relación a otros individuos en
los partidos de gobierno con base en el cumpli- la sociedad. Además, como se vio, pueden existir
análısıs polítıco nº 49
miento de las promesas de campaña, los ciudada- diferencias entre los miembros del partido que
nos también evalúan el desempeño de los están en el ejercicio del gobierno y los que están
partidos de oposición con base en la coherencia a la espera de una oportunidad futura. En ese
entre sus promesas de campaña y sus posiciones sentido, la reputación del partido es como un
en el ejercicio del control político. Al igual que bien público del que se benefician todos sus can-
los partidos de gobierno, la posibilidad de que un didatos, pero que se construye a partir de la con-
[36] partido de oposición sea una alternativa viable de tribución de los miembros que están en el
gobierno en el futuro depende de la construcción ejercicio del poder y de las obras de gobierno de
de una reputación de coherencia entre su plata- todos sus miembros en el pasado. En la ausencia
forma programática y su ejercicio de la oposición. de mecanismos que permitan disciplinar a sus
Este incentivo es el que lleva a los partidos a ejer- miembros, lo normal es que los candidatos de
cer la tarea de control político en forma eficaz. Si los partidos actúen en forma oportunista y
bien un partido de oposición puede estar tentado dilapiden la reputación partidista. Volviendo a la
a coaligarse con un partido de gobierno para dis- tipología entre miembros de un partido –candi-
frutar las mieles del poder, los costos de renunciar datos futuros y candidatos y gobernantes actua-
a ser gobierno en el futuro y tener la posibilidad les–, los más interesados en cuidar la reputación
de fijar las políticas públicas más cerca de sus pre- partidista son los candidatos que esperan usar el
ferencias inhiben la coalición. sello partidista en el futuro. Por tanto, estos indi-
La ausencia de partidos que tengan incentivos viduos tienen incentivos para ejercer un control
para construir reputaciones de gobierno y de directo sobre los candidatos y gobernantes. En el
oposición puede llevar a una sociedad a carecer caso de los candidatos actuales, el control se ejer-
de representatividad en su sistema político. La ce para que éste no prometa y genere expectati-
representatividad no se reduce a traducir los in- vas que no puede cumplir. En el caso de los
tereses en resultados de gobierno, sino también gobernantes, para que éstos no actúen en forma
a ejercer un control adecuado sobre el gobierno. oportunista y cumplan sus promesas de campa-
La discusión hasta ahora establece por qué ña. En ese sentido, el partido se convierte en un
los partidos son necesarios como mecanismos instrumento de disciplina colectiva.
para la generación de reputaciones. Sin embargo, La capacidad de los partidos para disciplinar
38 Para entender cómo la reputación resuelve problemas de inconsistencia temporal cuando los jugadores están
sometidos a juegos repetidos, véanse: Kreps, D. and R. Wilson. “Reputation and Imperfect Information”. En:
Journal of Economic Theory. Nº 27. 1982, pp. 253-279; Milgrom, P. and J. Roberts. “Predation, Reputation, and Entry
Deterrence”. En: Journal of Economic Theory. Nº 27. 1982, pp. 280-312.
39 Austen-Smith and S. Banks. Ob. cit.
democracia
a sus integrantes depende del control que éstos igualmente importante. Exigir que la financia-
tienen sobre el futuro político de sus miembros. ción vaya mayoritariamente a los partidos no
Entre los instrumentos más importantes está el sólo ayuda a cohesionar y disciplinar los parti-
de poder nominar candidatos, controlar el acce- dos, sino también a controlar que la financia-
so al financiamiento y la posibilidad de sancio- ción privada en exceso se traduzca en un acceso
nes, incluyendo en algunos casos la revocatoria excesivo de ciertos grupos particulares a las ins-
del mandato. tancias de decisión de lo público.
La función de nominación es fundamental Los mecanismos de sanción son igualmente re-
porque impide al político beneficiarse del sello levantes. La forma más eficaz de controlar ex post
partidista sin contribuir a su fortalecimiento. es a través de la existencia de este tipo de meca-
Además, el control sobre las nominaciones ayuda nismos. La revocatoria es similar al mecanismo de
a resolver los problemas de selección adversa despido en las relaciones laborales. En el sistema
que enfrentan los votantes. Los partidos conocen político, las sanciones van desde impedir la nomi-
mejor a sus miembros que el votante del común, nación futura hasta revocar el mandato. Existen
producto de múltiples y repetidas interacciones. diversos instrumentos para revocar el mandato.
En ese sentido, los partidos tienen mejor infor- Las democracias parlamentarias tienen diversos
mación sobre las convicciones ideológicas y las métodos de sanción que van desde la posibilidad
competencias de sus miembros. En el momento de cambiar el primer ministro sin llamar a elec-
en que el partido nomina a sus miembros y les ciones, hasta el voto de confianza, que general-
análısıs polítıco nº 49
otorga el sello partidista, está certificando que mente implica la disolución de parlamento y el
las convicciones políticas del candidato son simi- llamado a nuevas elecciones. Estos dos instrumen-
lares a la plataforma ideológica y programática tos generan una fuerte cohesión dentro del parti-
del partido. La nominación partidista en parti- do y entre el legislativo y el ejecutivo41. En las
dos que hacen un uso selectivo de su sello parti- democracias presidencialistas, donde tanto el le-
dista se convierte en un “sello de calidad gislativo como el ejecutivo tienen origen popular,
programática” para el votante40. no existe la posibilidad de usar estos instrumentos [37]
Con frecuencia, el debate sobre la financia- sin erosionar la separación de poderes. Precisa-
ción de las campañas se centra en el origen de mente, esa independencia de orígenes hace que
los recursos. Esta visión es apenas parcial y deja los partidos políticos en los sistemas presidencia-
de lado el estudio de los efectos que tiene que les sean inherentemente más débiles que en las
controlar el receptor de los recursos. La pre- democracias parlamentarias42.
ocupación por el origen de los recursos tiene Esto no significa que los partidos en democra-
que ver esencialmente con el acceso despropor- cias presidenciales no tengan otros mecanismos
cionado que tienen ciertos grupos de interés a para disciplinar a sus miembros, aunque tal vez
las instancias de toma de decisiones. La finan- sean menos efectivos. Algunos de estos mecanis-
ciación en estas circunstancias distorsiona el mos han sido estudiados para el caso mexicano,
principio democrático de “un ciudadano, un donde no existe la reelección individual para nin-
voto”. La otra preocupación por el origen de gún cargo de elección. Esto le permite a los parti-
los recursos tiene que ver con la forma como las dos controlar el futuro político de sus miembros.
diferencias financieras afectan la competencia El PRI usaba el mecanismo en forma magistral,
política. Es decir, hasta dónde el acceso a mayo- premiando a quienes se desempeñaban en cargos
res recursos sirve para disuadir a posibles com- de elección popular en forma satisfactoria para el
petidores o hasta dónde genera un acceso partido con cargos en la administración pública y
desproporcionado a los votantes. El debate so- el servicio diplomático43.
bre quién puede recibir financiación política es Además de las condiciones sobre el régimen
pueden ser oportunistas sin ser sancionados. El blecer relaciones entre distintas instituciones po-
mejor ejemplo de cómo puede surgir este pro- líticas y las políticas públicas que adoptan las
blema es el mismo México. La ausencia de elec- sociedades. Las políticas públicas casi siempre
ciones competitivas y el monopolio electoral del implican conflictos de intereses entre distintos
PRI hicieron que este partido actuara en forma sectores de la población. Las instituciones políti-
oportunista a pesar de tener mecanismos inter- cas dirimen estos conflictos determinando cómo
[38] nos para disciplinar a sus miembros. Mientras los distintos intereses son representados. Por una
existan condiciones de competencia y un partido parte, las instituciones asignan el poder para de-
actúe en forma oportunista, siempre existirá la cidir entre las distintas ramas del poder público.
oportunidad de que algún otro partido entre en Por otra parte, las reglas electorales inciden so-
la arena política y represente los intereses que bre el carácter de la representación.
carecen de representación44. Una primera generación de trabajos de po-
La segunda condición externa es la existencia lítica comparada ha buscado establecer la rela-
de información sobre el desempeño de los candi- ción entre distintas instituciones políticas y el
datos en el gobierno. En la medida en que los comportamiento de los agentes políticos. Por
votantes tienen información sobre el esfuerzo una parte, los trabajos sobre la forma de go-
del partido de gobierno, éstos pueden discernir bierno han buscado entender cómo la separa-
entre los partidos que cumplen las promesas de ción de poderes y de objetivos incide en el
gobierno de los que no y castigar de acuerdo con comportamiento político de los agentes. La
esa apreciación. Desde luego, entre más informa- concentración de poderes y la ausencia de con-
ción exista sobre el desempeño de los partidos troles dan lugar a gobiernos tiránicos46
en el gobierno, más altas son las posibilidades de (North, 1989: 114; Laffont, 2000: 113;
que los partidos inviertan en la construcción de Hamilton, 1937[1787]: 41). De otra parte, la
reputaciones de gobierno. Sin embargo, la au- “parcelización” del poder en distintos agentes
sencia de información completa no impide el políticos con diferentes motivaciones puede
surgimiento de reputaciones. Esto es importante dar lugar a múltiples vetos que conduzcan a la
44 Arnold, D. The Logic of Congressional Action. New Haven, CT, Yale University Press. 1990.
45 El argumento general y la demostración de que la cooperación puede emerger aun en los casos en que las
estrategias de los jugadores no son completamente observables están disponibles en Fundenberg, D. and D.
Levine. “Maintaining a Reputation When Strategies are Imperfectly Observed”. En: Review of Economic Studies. Nº
59. 1991, pp. 561-579.
46 Laffont, J.-J. Separation of Powers and Development. World Bank ABCDE Conference, Paris. 1999, p. 113; Hamilton.
Ob. cit., p. 41.
democracia
inacción47. Otros trabajos han estado orienta- provean más bienes públicos que los sistemas
dos a determinar cómo incide la formula electo- mayoritarios50 (Persson, 1999: 89; Milesi-
ral –la mayoría simple o la representación Ferretti, 1999: 88).
proporcional– sobre las motivaciones de los A su turno, los distintos estudios muestran
agentes políticos para representar intereses parti- que los sistemas de gobierno inciden igualmente
culares o más generales y para cultivar reputacio- en el tamaño y en la asignación del gasto. Los sis-
nes individuales o de partido48. temas presidenciales, caracterizados por la sepa-
Una segunda generación de trabajos ha estudia- ración de poderes, generan más controles que
do los efectos que tanto los sistemas de gobierno llevan a reducir las rentas y el gasto, en tanto que
como las normas electorales tienen sobre la los sistemas parlamentarios carecen de esos con-
sostenibilidad de los gobiernos49. Una última gene- troles y por tanto generan mayores niveles de
ración de trabajos ha estado más interesada en es- gasto51. En particular, la separación del poder en-
tudiar el efecto que tanto los sistemas de gobierno tre la rama del poder que decide el tamaño del
como las normas electorales tienen sobre distintas gasto y la que decide el tamaño de los impuestos
políticas públicas. Esta generación de trabajos, y en lleva a reducir el tamaño del gasto público. Hay
particular los que han estudiado los efectos de las una serie de trabajos orientados a mirar los efec-
instituciones sobre la política fiscal, resulta más re- tos que tiene la asignación del poder sobre te-
levante para los objetivos de este estudio. mas fiscales entre el ejecutivo o el congreso. La
Tanto la fórmula electoral como la magnitud idea es que la dinámica de transacciones y coali-
análısıs polítıco nº 49
de distrito parecen influir significativamente so- ciones dentro del congreso, unido a su origen en
bre el tamaño del gobierno y la composición del distritos geográficos, genere incentivos para
gasto. La idea central es que las normas electora- aprobar presupuestos grandes con programas
les inciden en que los programas de gobierno específicos concentrados regionalmente. En con-
sean generales y dirigidos a amplios segmentos secuencia, los programas de gobierno están más
de la población, o pequeños y concentrados en orientados a generar lo que se conoce como bie-
minorías. Mientras las reglas de representación nes de club y menos bienes públicos que benefi- [39]
proporcional se caracterizan porque múltiples cian a la mayoría de la población52 . En el fondo,
grupos de la población eligen, las reglas electora- lo que hay es un problema de recursos comunes,
les mayoritarias llevan a que exista un segmento donde los miembros del legislativo buscan llevar
de la población que decide la elección. Por tan- a cada uno de sus distritos inversiones concentra-
to, el sistema de representación proporcional, das regionalmente, con cargo al esfuerzo fiscal
cuando existen partidos fuertes, lleva a formular del resto de ciudadanos. Hay varias formas de re-
programas generales y dirigidos a amplios secto- solver este problema. Por una parte, se puede
res de la población, mientras que el sistema de centralizar la responsabilidad sobre el tema fiscal
elección mayoritario concentra el gasto en los en un solo agente político, de manera que se
sectores de la población que deciden la elección. internalice la responsabilidad política de desa-
Esto lleva a que los sistemas de representación rrollar programas de gasto universales. Esto lleva
proporcional tengan gobiernos más grandes y en los sistemas presidenciales a concentrar el po-
47 Tsebelis, G. and E. Chang. Veto Players and the Structure of Budgets in Industrialized Countries. UCLA Working Paper.
Los Angeles. 2002; Krehbiel, K. and A. Meirowitz. Parliamentary Rights and Party Power. Stanford University.
Working Paper. 1999; Haggard, S. and M. McCubbins. “Introduction”. En: S. Haggard and M. McCubbins.
Presidents, Parliaments and Policy. Cambridge, UK, Cambridge University Press. 2001.
48 Myerson, R. “Incentives to Cultivate Favored Minorities Under Alternative Electorals Systems”. En: American
Political Science Review. Nº 87. 1994, pp. 856-869; Ames, B. “Electoral Rules, Constituency Pressures, and Pork
Barrel: Basis of Voting in the Brazilian Congress”. En: The Journal of Politics. Nº 57. 1995, pp. 324-343; Carey and
Shugart. Ob. cit.
49 Stepan, A. and C. Skach. “Constitutional Frameworks and Democratic Consolidation”. En: World Politics. Nº 46.
1993, pp. 1-22. Linz and Valenzuela (eds.). The Failure of Presidential Democracy. Baltimore, MD, Johns Hopkins
University Press. 1994; Shugart and Mainwaring. Ob. cit.
50 Persson, T., G. Roland, et al. “Comparative Politics and Public Finance”. En: Journal of Political Economy. Nº 108.
2000, pp. 1121-1141.
51 Ídem.
52 Weingast, B., K. Shepsle, et al. “The Political Economy of Benefit Costs: A Neoclassical Approach to Distributive
Politics”. En: Journal of Political Economy. Nº 89. 1981, pp. 642-664.
der fiscal en el ejecutivo, para reducir el tamaño sistemas que tienen reglas de representación
del gasto53. Sin embargo, también es posible re- proporcional y poseen una magnitud de distrito
solver el problema a través de partidos fuertes mayor, tienen legislativos más fraccionados y más
que internalicen el costo político de tener altos puntos de veto. Por tanto, estos sistemas tienden
impuestos para obtener altos niveles de gasto pú- a detentar niveles de gasto más altos y se demo-
blico. Un ejemplo claro de este caso es el sistema ran más en realizar ajustes fiscales55. Ante el veto
parlamentario de Westminster, que no sólo tiene de los distintos intereses representados para evi-
niveles de gasto inferiores a otros sistemas parla- tar que el peso del ajuste fiscal recaiga sobre
mentarios, sino que también provee un nivel alto ellos, los ajustes fiscales se tienden a posponer
de bienes públicos, a pesar de tener un sistema hasta cuando son insostenibles y el costo de man-
electoral mayoritario. tener el statu quo se hace más alto que el costo
En las sociedades con sistemas de represen- del ajuste56.
tación proporcional y partidos débiles, el pro- Existe otra serie de estudios sobre los partidos
blema de los comunes en el tema fiscal puede políticos y lo que se conoce como el ciclo políti-
ser más marcado. No sólo permanecen los in- co de negocios. La idea central de estos trabajos
centivos para tener altos niveles de gasto públi- es mirar cómo partidos con distintas ideologías
co como en cualquier sistema de tienen incentivos a gastar más o menos. Así, por
representación proporcional porque hay más ejemplo, los demócratas son señalados de estar
grupos que beneficiar con el gasto, sino que más preocupados por el empleo mientras los re-
análısıs polítıco nº 49
además su asignación se hace fraccionada. Es publicanos se asocian más con el control de la in-
decir que en la ausencia de partidos políticos flación. Estas diferencias ideológicas conducen a
desaparecen los incentivos para generar progra- patrones de gasto y ciclos macroeconómicos in-
mas que provean bienes públicos y prevalecen ciertos57.
los incentivos para concentrar las inversiones Hasta ahora no existe ningún estudio que
regionalmente. Precisamente esta circunstancia busque establecer una relación entre distintas
[40] lleva a que los sistemas presidenciales de Améri- tipologías de partidos y variables fiscales. De la
ca Latina, que se caracterizan por ser sistemas discusión en la sección precedente y los estudios
electorales de representación proporcional y sobre la economía política de la política fiscal se
partidos relativamente débiles, tengan presiden- deduce que existen diferencias en los resultados
tes fuertes que resuelvan estos problemas de ac- de política fiscal cuando existen partidos políti-
ción colectiva y provean los bienes públicos que cos fuertes que pueden disciplinar a sus miem-
requiere la mayoría de la población54. bros para mantener reputaciones de gobierno
Este análisis nos traslada a la discusión sobre que cuando no los hay. Estos resultados se resu-
el papel de los partidos políticos en la asignación men en las siguientes hipótesis:
del gasto, que ha sido mucho menos estudiada. 1. La existencia de partidos fuertes debe con-
En efecto, los estudios sobre partidos políticos y ducir a niveles de gasto público más bajos. Esto
gasto público realizados hasta ahora se pueden se explica porque los partidos fuertes
dividir en dos grupos. Por una parte, están los es- internalizan los costos políticos de financiar con
tudios que analizan el efecto que las reglas elec- impuestos o deuda los mayores niveles de gasto
torales tienen sobre el número de vetos tanto en público.
sistemas parlamentarios como en sistemas presi- 2. Adicionalmente, se esperaría que la exis-
denciales. Estos estudios buscan mostrar que los tencia de partidos políticos fuertes contribuya a
53 Alesina, A., R. Hausmann, et al. “Budget Institutions and Fiscal Performance In Latin America”. En: NBER Working
Paper 5586. Cambridge, MA. 1996.
54 Shugart, M. “Presidentialism, Parliamentarism and the Provision of Collective Goods in Less-Developed
Countries”. En: Constitutional Political Economy. Nº 10. 1999, pp. 53-88.
55 Tsebelis and Chang. 2002. Ob. cit.
56 Alesina, A. and A. Drazen. “Why are Stabilizations Delayed?”. En: American Economic Review. Nº 81. 1991, pp. 1170-
1188.
57 Alesina, A. and H. Rosenthal. Partisan Politics, Divided Government and the Economy. Cambridge, Cambridge
University Press. 1995.
democracia
solucionar una serie de anomalías en la conduc- trospectiva puede evaluar si éste honró sus com-
ción de la política fiscal, que surgen de la incon- promisos electorales. En consecuencia, partidos
sistencia temporal en la delegación política. En fuertes sometidos a repetidas elecciones deben
concreto, la existencia de partidos fuertes debe ser menos propensos a favorecer a minorías in-
reducir la existencia de ciclos de negocios políti- dependientemente de las reglas electorales.
cos. Éstos surgen porque el político o partido en
el ejercicio del poder expande el gasto en la vís- I LU S T R A C I Ó N E M P Í R I C A
pera del período electoral para generar una ex- En esta sección procedemos a realizar una se-
pansión económica y mayor empleo en los rie de pruebas empíricas que tienen por objeto
momentos previos a la elección. Una vez los vo- determinar la regularidad de ciertas relaciones
tantes reeligen al partido o político en el gobier- entre variables institucionales y resultados de po-
no por manejo económico, éste debe ajustar la lítica fiscal. Es importante aclarar que del ejerci-
economía para regresar al equilibrio fiscal58. En cio no se puede inferir si la forma en que afectan
esencia se trata de un comportamiento oportu- las instituciones políticas y los partidos políticos
nista que se aprovecha de las asimetrías de infor- a la política fiscal es consecuencia de los incenti-
mación entre el votante y el político. De acuerdo vos de los políticos o de los votantes, o a través
con la discusión presentada previamente, es de de otro mecanismo. Por eso, las pruebas sólo es-
esperarse que este tipo de comportamientos tablecen regularidades en los datos. Las pruebas
sean menos frecuentes cuando existen partidos se realizan para dos muestras de países. Una pri-
análısıs polítıco nº 49
fuertes que internalicen los costos de asumir este mera muestra utiliza datos entre 1990 y 1994,
tipo de comportamientos oportunistas. La razón mientras que la segunda muestra utiliza datos
es que los votantes aprenden sobre este tipo de para el período 1980-1998. En ambos casos la
prácticas oportunistas de pasadas experiencias y muestra cubre 60 países61. A través de estas prue-
castigan en el futuro a los partidos que inducen bas se busca establecer la relación entre partidos
ciclos de negocios expansivos con política fiscal políticos y el nivel de déficit fiscal. Estas hipótesis
expansiva de corto plazo59. Esto debería ocurrir se resumen de la siguiente manera: [41]
aun en los casos en que los partidos tienen prefe- H01: La existencia de partidos fuertes (discipli-
rencias ideológicas por un mayor nivel de gasto nados) genera menor déficit fiscal.
público. Para medir el déficit fiscal se toma la medi-
En consecuencia, es de esperarse que las de- ción reportada en World Development Indicators
mocracias con partidos fuertes que puedan disci- 2000 del Banco Mundial que reporta el déficit
plinar a sus miembros tengan además de menor consolidado del gobierno.
gasto público, menores déficit fiscales. Estos défi- En este trabajo no se hacen pruebas sobre el
cit fiscales, que en el inmediato futuro generan efecto de los partidos sobre la composición del
mayores niveles de deuda, en el futuro se tradu- gasto por la ausencia de datos.
cen en mayores impuestos para la ciudadanía60. La variable sobre partidos políticos refleja las
Por tanto, también es posible anticipar que socie- condiciones internas que conducen a que los
dades con partidos fuertes tengan menores nive- partidos puedan disciplinar a sus miembros. Para
les de endeudamiento. tal fin se construyó la variable D I S C PA RT I D O
3. Adicionalmente, los partidos fuertes deben que refleja la capacidad de un partido para disci-
incidir en la asignación del gasto público. Parti- plinar a sus miembros a partir de un índice com-
dos fuertes deben ser menos susceptibles a repar- puesto por la existencia de tres condiciones: que
tir rentas con cargo al esfuerzo de la mayoría de los partidos tuvieran:
ciudadanos y más propensos a proveer bienes 1. Listas únicas
públicos y programas que benefician a la pobla- 2. Listas cerradas
ción en general. Al igual que en los casos ante- 3. Normas de financiación de las campañas
riores, si bien el votante no puede evaluar el que primordialmente canalicen los recursos ha-
esfuerzo del partido en el presente, en forma re- cia los partidos y no a los individuos. En concre-
58 Rogoff, K. and A. Siebert. “Elections and Macroeconomic Policy Cycles”. En: Review of Economic Studies. Nº 55.
1988, pp. 1-16.
59 Alesina, A. and S. E. Spear. Ob. cit., pp. 359-379.
60 Barro, R. “On the Determination of Public Debt”. En: Journal of Political Economy. Nº 87. 1979, pp. 940-971.
61 La lista de países se incluye en el anexo estadístico.
to, el criterio era que las normas exigieran que al panel con efectos fijos para la muestra 1980-
menos el 70 por ciento de la financiación fuera a 1998.
los partidos. Tratar de determinar el efecto que las institu-
Los datos sobre la existencia de listas cerradas ciones políticas y los partidos tienen sobre deter-
proviene de The Database of Political Institutions minados resultados fiscales, es un ejercicio que
(DPI)62. Los datos sobre listas únicas y la finan- no está excento de problemas. El primero de
ciación de campañas provienen de diversas fuen- ellos es que las instituciones con frecuencia son
tes (Banks, Overstreet et al., 1980; Day and endógenas y varían ante cambios en políticas
Degenhardt, 1980; Day and Degenhardt, 1984; económicas. Existe una amplia literatura que
Day, 1988; Blaustein and Flanz, 1989; Derbyshire muestra que existen relaciones importantes en-
and Derbyshire, 1989; Kaple, 1989; Blaustein tre las tensiones que generan ciertos resultados
and Flanz, 1995; Banks, Day et al., 1996; económicos y la ruptura de regímenes64. Si bien
Derbyshire and Derbyshire, 1996; Blaustein and en el conjunto de la muestra el número de cam-
Flanz, 1998; Coppedge, 1998). Cada una de las bios institucionales es reducido, en América Lati-
tres condiciones tiene un valor de 1 cuando se na y en África Sub Sahariana la proporción es
cumple y la variable D I S C PA RT I D O resulta de bastante alta como para hacer necesario realizar
agregar el valor que tiene el partido en cada pe- pruebas de causalidad. Con este objetivo, se rea-
ríodo del tiempo para cada una de las condicio- lizaron pruebas de causalidad de Granger entre
nes. De ahí que el índice de disciplina de las variables institucionales, incluyendo los parti-
análısıs polítıco nº 49
partidos D I S C PA RT I D O tiene un valor máximo dos políticos y las variables económicas, encon-
de 3 cuando un partido reúne los tres requisitos trando para todos los países una causalidad no
de tener listas únicas, listas cerradas y control so- significativa entre éstas. Esto permite estimar con
bre la financiación de las campañas. mayor tranquilidad cómo las variables
Como se vio en la segunda sección, no basta institucionales afectan los resultados de política
con tener partidos disciplinados si no hay com- fiscal.
[42] petencia electoral. De manera que se introdujo
una variable ajustada sobre la disciplina de parti- Estimación por OLS
dos por el grado de democracia en un país en un El método de OLS se usa a pesar de que pue-
determinado año. La medición de democracia de contener sesgos importantes. El más significa-
proviene de la base de datos Polity IV 63. La varia- tivo de estos sesgos proviene de la selección de la
ble DEMOC de Polity IV da un valor de 1 a 10 a las muestra de los países del mundo con condicio-
democracias, donde las sociedades más democrá- nes institucionales y de partidos políticos en for-
ticas obtienen un valor de 10. En consecuencia, ma no aleatoria ante las limitaciones de datos.
el índice ajustado de los partidos AJUSPARTIDOit Esto es especialmente importante si tenemos en
= DISCPARTIDOit * DEMOCit. cuenta que los países difieren en muchos otros
aspectos distintos a los aspectos constitucionales
Métodos de estimación y de partidos que aquí se incluyen65. Para contro-
Se utilizan dos métodos de estimación para lar este problema en la regresión, se incluye una
cada una de las bases de datos. En primer lugar serie de variables históricas, sociales, económicas
se utilizan métodos de regresión simple sobre los y geográficas. Las variables de control incluyen el
promedios de la muestra del período 1990-1994. origen colonial, la localización geográfica, el gra-
Para controlar algunos de los problemas que tie- do de educación, el porcentaje de la población
ne esta técnica y analizar la dinámica entre las va- con más de 65 años, el nivel de desarrollo, el ni-
riables, posteriormente se utilizan métodos de vel de apertura del país, el crecimiento económi-
62 Beck, T., G. Clark, et al. “New Tools in Comparative Political Economy: The Database of Political Institutions”. En:
The World Bank Economic Review. Nº 14. 2001, pp. 165-176.
63 Marshall, M. G. and K. Jaggers. “Polity IV Project. Political Regime Characteristics and Transitions, 1800-1999”.
En: Integrated Network for Societal Conflict Research. Program Center for International Development and Conflict
Management (CIDCM). 2002.
64 Przeworski, A., M. E. Álvarez, et al. Democracy and Development: Political Institutions and Well-Being in the World 1950-
1990. Cambridge, UK, Cambridge University Press. 2000.
65 Persson, T. and G. Tabellini. “Political Institutions and Policy Outcomes: What are the Stylized Facts?”. En: Working
Paper IIES, Stockholm University. Stockholm, Sweden. 2002.
democracia
co y la inflación. Todas estas variables han sido mixto toma valor de 1, y si es de representación
señaladas en distintos estudios como variables proporcional toma valor de 0.
que inciden en los resultados fiscales. Una des- Igualmente, se incluye el grado de fracciona-
cripción detallada de la forma como se miden es- miento en la asamblea y la ideología del jefe del
tas variables y la fuente de los datos está ejecutivo, como son reportados por DPI 200067.
contenida en el anexo estadístico. Sin embargo, para efectos de la estimación,
De acuerdo con lo anterior, y siguiendo la es- cuando la ideología es de izquierda, la variable
pecificación hecha por Persson and Tabellini, la IDEOLOGÍA es igual a 2, cuando es de centro
especificación del modelo por OLS se puede ha- toma valor de 1 y cuando es de derecha toma va-
cer a partir de un proceso estocástico donde lor de 0.
cada país recibe una constitución en forma En la columna 1 se presentan los resultados
aleatoria de forma que para el déficit observado, cuando se incluye la va-
Ci =1 cuando G(Xi) + ei > 0 riable de partidos disciplinados sin ajustar por el
y grado de democratización. En la columna 2 se
Ci = 0 cuando G(Xi) + ei = 0 muestran los resultados para el déficit fiscal,
X es el vector de variables de control como el cuando se incluye la variable de partido ajustado
origen colonial, el nivel de educación de la po- por el grado de democracia del país.
blación, el nivel de desarrollo y la localización La variable PARTIDO aparece correlacionada
geográfica mencionadas arriba. Ci son las varia- significativamente con el déficit fiscal, tanto
análısıs polítıco nº 49
bles constitucionales y ei es el término de error. para los casos en que se hace una medición
Por su parte, el resultado de política fiscal ajustada por el grado de democracia, como
está determinado por la ecuación cuando no se hace el ajuste. Sin embargo, el re-
Yi = F(Ci, Z )+ ui. sultado más importante es que la variable ajus-
donde Yi es el resultado de política fiscal, de tada –AJUSPARTIDO– tiene la relación inversa
un vector de variables institucionales Ci y del con el déficit fiscal, mientras que DISCPARTIDO ,
vector de variables de control Z, más un término que no está ajustada por el grado de democra- [43]
de error ui. El método de estimación por OLS cia, no. En esencia, sociedades donde hay parti-
hace dos supuestos. Primero, asume que el error dos disciplinados y mayor democracia tienen
ei de la primera ecuación no está correlacionado menores niveles de déficit fiscal después de con-
con el término de error ui de la segunda ecua- trolar una serie de factores económicos, sociales
ción. Segundo, que la función F es lineal y con y geográficos.
coeficientes constantes. Como ya señaló, éstos El sistema de gobierno también aparece
son supuestos fuertes, especialmente porque los significativamente correlacionado cuando no se
errores de la primera ecuación y la segunda ajustan las disciplinas partidistas por el grado de
ecuación no son necesariamente independientes competencia política. El coeficiente también tie-
y pueden existir sesgos de selección en las varia- ne el signo correcto, mostrando que los sistemas
bles observadas. Estos problemas se corrigen con parlamentarios se asocian con mayores niveles
la regresión de páneles presentado más adelante. de déficit fiscal. Este resultado corrobora estima-
Lo más importante es que los resultados entre ciones hechas previamente por otros autores.
uno y otro método no registran diferencias con- Las variables electorales, el fraccionamiento y
siderables. la ideología no aparecen significativamente
Los resultados de la estimación por OLS se correlacionadas con los déficit fiscales. Estos re-
presentan en la tabla 166. Se estiman tres mode- sultados contradicen resultados teóricos previos,
los con dos especificaciones distintas para cada pero corroboran la idea de que resulta más im-
medición de la disciplina de partidos. El modelo portante la internalización de reputaciones parti-
incluye en las variables institucionales el sistema distas que estas variables institucionales y
de gobierno. Si el sistema es parlamentario, la va- políticas. Sin embargo, vale la pena resaltar que
riable PARLAMENTO =1 y 0 si es presidencial. los signos de los coeficientes tienen los signos co-
Así mismo, se incluye la variable ELECTORAL. rrectos. Los sistemas electorales mayoritarios es-
Si el sistema es mayoritario ELECTORAL = 2, si es tán correlacionados negativamente con los
66 No se incluyen las variables de control de tipo geográfico por conveniencia en la presentación de los resultados.
67 El fraccionamiento es medido en DPI 2000 como la probabilidad que dos miembros del legislativo escogidos en
forma aleatoria pertenezcan a partidos diferentes.
déficit fiscales. Igualmente, a mayores niveles de mación OLS, pero además se incluyen variables
fraccionamiento, mayores déficit fiscales. que se consideran comunes a todos los países.
En ninguno de los dos casos la ideología re- En particular se incluye la tasa de crecimiento
sultó significativa estadísticamente, pero el signo mundial para capturar mejor el efecto de los
de la variable indica que los partidos con ideolo- choques externos.
gías de izquierda tienden a tener mayores déficit La preocupación por los problemas de selec-
fiscales. Finalmente, el nivel de desarrollo apare- ción sesgada, producto de posibles factores
ce significativo al 10% cuando los partidos no se endógenos de las instituciones, es menos grave.
ajustan por el nivel de democracia, de forma que Esto se debe a que la estimación por efectos fijos
los países más desarrollados tienen menores ni- reduce la posibilidad de que factores específicos de
veles de déficit fiscal. los países y la existencia de otras variables no espe-
cificadas que no varían en el tiempo sesguen la esti-
Método de paneles mación. Los resultados de la estimación de paneles
El siguiente ejercicio de estimación utiliza la con efectos fijos se presentan en la tabla 2.
muestra para el período 1980-1998. La estima- Los resultados muestran comportamientos si-
ción se hace usando la metodología de paneles. milares a los de la regresión por OLS. Al igual
Esta metodología tiene dos ventajas. Por una par- que en ese ejercicio, la disciplina de partidos
te, permite capturar la dinámica en los datos; de ajustada y no ajustada por el grado de democra-
otra parte, esta metodología posibilita reducir cia aparece correlacionada significativamente
análısıs polítıco nº 49
los problemas de selección sesgada de la meto- con el comportamiento del déficit fiscal68.
dología OLS. Para tal fin, la estimación se hace Sin embargo, nuevamente se establece la dife-
usando las mismas variables descritas para la esti- rencia entre partidos disciplinados cuando hay
TABLA 1
TABLA 2
análısıs polítıco nº 49
ambiente competitivo mitigan las desviaciones cos concentrados regionalmente. En el primer
que hacen los políticos de sus plataformas de caso, porque los partidos responden a intereses
campaña hacia sus preferencias ideológicas. Fi- minoritarios creados; en el segundo, porque las
nalmente, en ambos casos el nivel de desarrollo plataformas programáticas que promueven pro-
resulta significativo y muestra que los países de gramas generales no son creíbles y emerge un
más alto nivel de desarrollo tienden a tener me- voto personal y clientelista que promueve políti-
nores niveles de déficit fiscal. cas particularistas. El ejemplo más claro de esta si- [45]
tuación es la Colombia de la última década,
caracterizada por altos niveles de competencia po-
CO N C LU S I O N E S lítica pero con una total ausencia de partidos dis-
Además de las funciones de los partidos que ciplinados.
tradicionalmente se han estudiado, como la de Los problemas en las políticas públicas no se
agregar intereses, los partidos también cumplen reducen tan sólo a la falta de provisión de bienes
una función esencial como mecanismos de gene- públicos, sino también a la incapacidad del siste-
ración de reputaciones de gobierno. Los parti- ma político para introducir correctivos antes de
dos que tienen incentivos para construir que las situaciones degeneren en crisis. En el
reputaciones de gobierno con el fin de permane- caso en que la competencia está ausente, por-
cer como opciones de gobierno en el futuro per- que los incentivos están orientados a proteger
miten que la agencia política funcione en forma intereses minoritarios creados, mientras que en
más eficiente. Por tanto, sociedades donde hay el caso en que los partidos son indisciplinados,
partidos con reputaciones de gobierno deben porque prima la visón de corto plazo del po-
observar menores diferencias entre las promesas lítico individual. Este fenómeno se observa a lo
de campaña y los actos de gobierno. largo de todas las áreas de gobierno, pero es
Desde luego, no todos los partidos tienen in- particularmente evidente en materia fiscal, don-
centivos para construir reputaciones de gobier- de los ajustes de fondo se posponen hasta que
no. Existe una amplia evidencia anecdótica de el statu quo es insostenible.
partidos que en vez de facilitar la construcción Con base en las características que deben po-
del interés general y representar una mayoría de seer los partidos que tienen incentivos para culti-
ciudadanos, terminan al servicio de intereses var reputaciones de gobierno, se construye un
particulares. Esto se debe a que los partidos care- índice para comprobar que éstos tienen incenti-
cen de mecanismos para disciplinar a sus miem- vos para adoptar políticas fiscales más sosteni-
bros o no están sometidos a ambientes bles. Estos partidos políticos poseen control
democráticos donde exista competencia política. sobre las nominaciones de candidatos, sobre la
La ausencia de competencia política hace que financiación política independientemente de su
los partidos no se vean obligados a representar el origen y pueden sancionar a sus miembros. Ade-
más de estas condiciones internas, el entorno EDUCACIÓN : Es la tasa bruta de asistencia es-
debe ser de competencia electoral. colar en secundaria como lo reporta WDI del
Con esta tipología se procede a realizar un Banco Mundial.
ejercicio empírico para 60 países que corrobora PARLAMENTARIO : Esta variable clasifica el sis-
la teoría. Tanto en las regresiones por OLS como tema de gobierno. Los sistemas presidenciales re-
en las regresiones de panel, se encuentra que los ciben valor de 0 en tanto que los parlamentarios
partidos políticos que son disciplinados y que en- reciben valor de 1. La fuente de los datos es The
frentan ambientes políticos democráticos están Database of Political Institutions 2002 (Beck,
negativamente correlacionados con los déficit fis- Clark et al., 2001). La variable en esta base de
cales. Sin embargo, cuando los partidos políticos datos utilizada es Strong Presidential.
actúan en ambientes poco democráticos, la disci-
ELECTORAL : Si el sistema es mayoritario
plina de partido tiene una influencia contraria.
ELECTORAL = 2, si es mixto toma valor de 1 y si
En estas sociedades, los partidos contribuyen a
es de representación proporcional toma valor de
aumentar los déficit fiscales.
0. La fuente es DPI 2000.
FACCIONALIZACIÓN : Este índice se reporta
A N E XO E S TA D Í S T I C O
igual que en DPI nivel de faccionalización en el
legislativo. Se mide estimando la probabilidad
Países:
que dos miembros del legislativo escogido en for-
análısıs polítıco nº 49
análısıs polítıco nº 49
[47]
Justicia sin capitalismo,
capitalismo sin justicia.
análısıs polítıco nº 49
que acaba de cumplir cincuenta años y cuya tra- Hobbes. Admitiendo que nos movemos en el ne-
yectoria, en un medio universitario dominado buloso terreno de las conjeturas diría, con las na-
por el devastador imperativo del “publish or turales salvedades del caso, que no creo que
perish”, no es de las más brillantes. Unos pocos dentro de tres siglos vaya a haber seminarios gra-
artículos aquí y allá, y nada más, pero protegido duados dedicados a discutir la obra de Rawls,
por la seguridad de su cátedra en Harvard. Nin- como sí estoy seguro los seguirá habiendo sobre
gún libro, hasta que publica “el libro”. Posterior- Hobbes. [49]
mente da a conocer dos piezas relativamente En todo caso, la cuestión del excepcional im-
intrascendentes hasta que recién en 1985, ¡a ca- pacto de la formulación rawlsiana en el terreno
torce años de la publicación de su opera prima!, de la teoría política no es una simple curiosidad.
ve la luz un artículo de importancia teórica en la Hay una intrigante paradoja que pone de relieve
revista Philosophy and Public Affairs4. En este traba- el rotundo dictamen de un estudioso del tema.
jo Rawls elabora algunas de las ideas contenidas En un texto en el que somete la teorización de
en Teoría de la Justicia y responde a sus críticos. Rawls a un examen minucioso, Brian Barry con-
Luego otra vez silencio, hasta que en 1993 apa- cluye –pese a sus declaradas simpatías hacia el
rece Political Liberalism y en 1999 The Law of autor y, en términos más generales, hacia el pen-
Peoples. Con su biografía, Rawls contradice una samiento liberal que éste profesa– que su teoría
de las normas canónicas de la academia norte- “no funciona y que muchos de sus argumentos
americana, que hizo de la compulsión a publicar son inconsistentes”5. Este juicio difiere
uno de sus rasgos más notorios e infortunados. marcadamente del de Van Parijs, quien afirma,
Hobbes tiene una historia similar: nacido en por el contrario, que hay dos claves explicativas
1588, su primera obra, los Elements of Law, Natu- del formidable éxito de la teorización rawlsiana y
ral and Politic comienza a circular en 1640, en del renacimiento de la filosofía política resultan-
forma semi-clandestina. En honor a la verdad, te de ello: la supuesta originalidad del método
Hobbes publica su primer libro, el De Cive, en por el cual Rawls propone validar a la filosofía
1642, a la edad de 54 años, cuando debido a las política, y la originalidad de los principios políti-
tendencias demográficas y los riesgos de la época cos que intenta justificar apelando a su método6.
la mayoría de los miembros de su generación Cuesta entender el alegato de Van Parijs, dado
–incluidos reyes, obispos y aristócratas– hacía que ha sido precisamente la debilidad del abor-
4 Rawls, John. “Justice as Fairness: Political not Metaphysical”. En: Philosophy and Public Affairs. Vol. 14, Nº 3, pp.
223-251,1985. Reproducido en español en: La Política. Revista de estudios sobre el estado y la sociedad. Vol. I, Nº 1,
1996.
5 Rawls, John. Political Liberalism. New York: Columbia University Press, 1993.
6 Ídem., p. 58.
daje metodológico de Rawls lo que le ha valido cosa. Pero lo anterior sería insuficiente para dar
numerosas críticas, en particular por su adhesión cuenta del fenómeno. Una punta para pensar el
a la modelística altamente formalizada de la eco- tema lo constituye la difícil coexistencia de la
nomía neoclásica que penetra en la filosofía polí- filosofía política en los diversos departamentos
tica a través de la escuela de la elección racional de ciencia política de las universidades norte-
y la teoría de los juegos. americanas. En Harvard, sin embargo, el peso de
Sin pretender terciar ante tan diversas opinio- una fuerte tradición teórica había permitido
nes, nos parece sin embargo que una línea construir un refugio bastante seguro para los
promisoria de interpretación, inspirada en una cultores de la teoría y la filosofía políticas en el
extrapolación de las enseñanzas de Maquiavelo, Departamento de Gobierno, que habría luego de
atribuiría el predicamento de Rawls a una combi- ser barrido, a partir de los años ochenta, por la
nación de circunstancias: un poco de fortuna y nueva y más mortífera peste de las teorías de la
otro de virtú. Una breve recordación personal tal “elección racional”. De este modo, el nuevo cli-
vez sirva para aclarar un poco este asunto. Teoría ma ideológico instalado en los Estados Unidos
de la Justicia es publicado por Harvard University con el ascenso de Reagan en 1980 abrió una in-
Press en 1971. Rawls ya era profesor en Harvard, édita oportunidad para Rawls. He aquí el papel
y el autor de este trabajo llegaría a esa universi- de la fortuna. El auge del neoliberalismo, combi-
dad pocos meses después. Lo sorprendente es nado con una fuerte reacción conservadora en
que el nombre de Rawls no apareció en ninguno materias ideológicas y sociales, borró del escena-
análısıs polítıco nº 49
de los cursos y seminarios tomados en los prime- rio de la filosofía política contribuciones como
ros tres años de estudios doctorales, ni en la las de Marcuse, pues hacia finales de los setenta
extensísima bibliografía requerida para preparar la izquierda se hallaba completamente desarticu-
los exámenes omnicomprensivos que debían lada y vapuleada. Strauss, por su parte, no había
sortearse antes de comenzar la redacción de la dejado herederos, y pese a su conservatismo, su
tesis doctoral, ni en las numerosas entrevistas te- clacisismo y preocupaciones morales lo hacían
[50] nidas con diversos tutores y orientadores del De- indigerible para una cultura modelada por los
partamento de Gobierno de Harvard a lo largo yuppies de la ciencia económica y su craso
de esos años. Tampoco recuerdo haber visto su tecnocratismo. Wolin, por último, era demasiado
nombre destacado con fuerte énfasis en los liberal, casi socialista, para tener un lugar prefe-
anuncios que mensualmente producía Harvard rencial en una academia inficionada por valores
University Press, o en las carteleras de la Widener neoconservadores. Una vez jubilado de Berkeley
Library que daban cuenta de las novedades edito- se movió hacia el este, a Princeton, sólo para ver
riales, ni en el Harvard Crimson que informaba decaer rápidamente su influencia en los campus.
sobre la vida social e intelectual del campus. Tam- El territorio estaba vacío y era propicio para
poco tengo memoria de haber oído jamás el la entrada de Rawls. Su teoría tenía enormes
nombre de Rawls brotar de la boca de distingui- ventajas: no se alejaba del mainstream como las
dos profesores de Teoría Política como Harvey anteriores, pero brindaba a los argumentos
Mansfield, Louis Hartz, Karl Deutsch, Barrington tradicionales del liberalismo centrista un espe-
Moore o Carl Friedrich, quienes sí menciona- sor teórico y filosófico del que carecían formu-
ban, entre otros contemporáneos, a Herbert laciones alternativas. Por otra parte, en
Marcuse, de la vecina Brandeis University; a Leo momentos en que arreciaban los vientos hura-
Strauss, de Chicago, y a Sheldon Wolin, de canados de la barbarie neoliberal y su culto des-
Berkeley. enfrenado a los mercados y al más exacerbado
Lo anterior quiere simplemente subrayar la individualismo. La figura del sobrio profesor de
densa oscuridad en que se hallaba el nombre de Harvard aparece con perfiles casi heroicos, li-
Rawls fuera del reducidísimo círculo de sus estu- brando un desigual combate contra el utilitaris-
diantes graduados en el Departamento de Filoso- mo y saliendo a la palestra académica a defender
fía de Harvard. La penosa compartamentalización una problemática progresista como la justicia en
de la vida académica norteamericana –una plaga momentos en que el neoliberalismo hegemónico
que se ha vuelto universal desde entonces– pue- afirma que la única justicia era la que decretaba
de explicar en parte este inicial anonimato de el mercado. Esa fue su virtú. Sumémosle a todo
Rawls, que al publicar su libro no era un joven lo anterior la claridad de sus planteamientos y
académico sino un profesor del más alto rango, sus implicaciones prácticas; notables cuando se
más cercano a su retiro que a cualquier otra las compara por ejemplo con los nebulosos y es-
democracia
tériles laberintos retóricos de Habermas; o su te: ¿Cómo podría una reunión de un conjunto
consistencia a lo largo del tiempo, algo que con- de sujetos libres, racionales, razonablemente
trasta estridentemente con la curiosa volubilidad bien informados, dueños de sólidos principios
de su colega de Harvard, Robert Nozick. Éste pu- morales y movidos por un moderado egoísmo o
blicó su Anarchy, State and Utopia, un verdadero autointerés, organizar una sociedad inspirada en
“manifiesto libertario”, tres años después de la inapelables e imparciales principios básicos de
aparición de Teoría de la Justicia, y en gran parte justicia? Previsiblemente, el planteamiento de la
como respuesta a los supuestos “excesos igua- cuestión remata una vez más en la ceremonia
litaristas y liberales” de aquél7. Sin embargo, la instituyente de un contrato. Un contrato hipoté-
jerarquía intelectual del primero no es equipara- tico que surge luego de una minuciosa delibera-
ble a la de Rawls, y sus trayectorias personales ción y que es aprobado por unanimidad entre
fueron muy diferentes. Desde entonces Nozick partes contratantes caracterizadas, gracias al velo
casi no se ha dedicado a escribir sobre filosofía de la ignorancia, por su radical igualdad. Como
política, y en un libro autobiográfico publicado bien anota Gargarella, ese contrato cristaliza
en 1989 reconoció, para estupor de sus seguido- ciertos principios generales y universales (es de-
res y satisfacción de sus críticos, que “La posición cir, no fija derechos o privilegios particulares
libertaria que proponía en el pasado parece aho- para algún grupo o categoría social) completos,
ra ser seriamente inadecuada”8. Si a todo lo ante- es decir, capaces de ordenar cualquier par de
rior añadimos la imperiosa necesidad que se pretensiones; y finales, al poder decidir con ca-
análısıs polítıco nº 49
sentía en los ambientes sociales más críticos del rácter último los conflictos que puedan presen-
neoliberalismo, sobre todo en la intelligentzia pro- tarse10. Ahora bien, para impedir que en la
gresista, de contar con una reflexión que sirviera elaboración de los principios constitutivos de
para contrarrestar el peso opresivo del una sociedad justa los individuos cedan a la ten-
economicismo, tendremos a mano casi todos los tación de optar por estrategias y propuestas que
ingredientes que nos permiten, al menos favorezcan sus intereses personales, Rawls recu-
hipotéticamente, comprender las razones del fe- rre a dos artificios: la “posición original” y el [51]
nomenal éxito editorial de Rawls9. “velo de la ignorancia”. Nuestro autor no ignora
que ante la firma de cualquier contrato los suje-
E L A R G U M E N TO R AW L S I A N O tos tratarán de maximizar sus beneficios. Por eso
Veamos in nuce el argumento desarrollado en es que a los firmantes del contrato les resulta
Teoría de la Justicia. Decimos in nuce porque resul- desconocida su propia “posición original”, pues
ta evidente que un desarrollo tan complejo ésta se encuentra cubierta por el “velo de la igno-
como el contenido en este libro, con argumentos rancia”: los eventuales signatarios del contrato
que se reiteran y reformulan capítulo tras capítu- habrán de deliberar y llegar a un acuerdo básico
lo cada vez, y moviéndose en una suerte de espi- constituyente de una nueva sociedad sin saber
ral argumentativa, sólo puede ser presentado en cuál ha sido el resultado que la lotería de la vida
una forma muy resumida, asumiendo el riesgo les tiene reservado y que determina su condición
de una extremada simplificación. Estamos segu- social. La imparcialidad y equidad de los princi-
ros sin embargo que, al hacerlo, no hemos incu- pios de justicia que puedan adoptar serán mejor
rrido en ninguna distorsión de las líneas custodiadas, según Rawls, si los contratantes ig-
esenciales del argumento rawlsiano. En todo noran su situación de clase, el color de su piel,
caso, remito al lector a la lectura del Teoría de la sus talentos intelectuales, su fuerza y destreza físi-
Justicia para que saque sus propias conclusiones cas y cualquier otro condicionamiento sociológi-
al respecto. co que pudiera afectar, para bien o para mal, su
La cuestión que se plantea Rawls es la siguien- inserción en la futura sociedad. De esta manera
solver dos cuestiones pendientes. En primer lu- beneficios y obligaciones entre sus signatarios.
gar, el tipo de bienes a cuya distribución se Rawls ofrece sucesivas formulaciones de estos
refiere el modelo de sociedad justa que se está dos principios, comenzando en el capítulo 11 de
persiguiendo. En ese punto Rawls introduce la su libro hasta llegar a lo que denomina “la expo-
noción de “bienes primarios”, distinguiendo en- sición final” de los mismos en el capítulo 4614.
tre aquellos cuya distribución se encuentra so- Estos principios quedan ahora planteados a con-
[52] cialmente mediada –entre los que incluye la tinuación:
riqueza, el poder, los derechos políticos, el 1. Cada persona ha de tener un derecho igual
autorrespeto, etc.– de los que son producto de la al más amplio sistema total de libertades básicas,
naturaleza, como la inteligencia, la salud, la for- compatible con un sistema similar de libertades
taleza física y otros similares. Claramente, las de- para todos.
liberaciones de la asamblea tendrán que 2. Las desigualdades económicas y sociales ha-
limitarse al primer tipo de bienes dada la imposi- brán de ser estructuradas de modo tal que: a)
bilidad de controlar la distribución “natural” de sean para mayor beneficio de los menos aventa-
los otros. Pero ¿qué criterio adoptar ante alterna- jados, de acuerdo con el principio de ahorro jus-
tivas semejantes y frente a las cuales sólo una po- to, y b) junto con que los cargos y las funciones
drá ser elegida? ¿Cuál debería ser la regla sean asequibles a todos, bajo condiciones de jus-
racional para decidir, teniendo en cuenta que la ta igualdad de oportunidades15.
existencia del “velo de la ignorancia” hace que Estos dos principios reconocen un orden de
los individuos ignoren lo que la lotería de la vida prioridades, y la libertad viene primero; luego es
les tiene reservado? La respuesta que ofrece el turno de la igualdad. El primero resguarda la
Rawls es la regla “maximin”, cuyo enunciado po- libertad de los contratantes cualquiera que sea la
dría sintetizarse así: cuando se deba elegir en si- concepción del bien y de la justicia que
tuaciones de incertidumbre, el criterio más finalmente llegue a adoptarse, y en el plantea-
racional será el de jerarquizar las distintas opcio- miento de Rawls este principio prevalece clara-
nes según sean los peores resultados de cada una mente sobre el segundo. En relación con el
11 Rawls, John. “Justice as Fairness”. En: Philosophical Review, LXVII, 1958, pp. 164-194.
12 Moller Okin, Susan. “John Rawls: Justice as Fairness – For Whom?”. En: Shanley, Mary Lyndon y Pateman, Carole
(compiladoras). Feminist Interpretations and Political Theory. Oxford: Polity Press, 1991.
13 Gargarella, Roberto. Ob. cit., p. 38. Una discusión sumamente interesante del principio “maximin” tal como es
utilizado por Rawls se encuentra en Barry, 1993. Ob. cit., pp. 114-121.
14 Rawls, John. A Theory of Justice. 1979. Ob. cit., p. 340.
15 Ídem., pp. 340-341.
democracia
segundo principio, su preocupación es ir más manera la reutilización de la metáfora del con-
allá de la mera igualdad de oportunidades, al trato originario para abordar la problemática de
postular que las desigualdades existentes sólo po- la buena sociedad. Gargarella observa que este
drán justificarse si mejoran las expectativas y las contrato hipotético no puede ser asimilado sin
condiciones de los miembros menos aventajados más a los que conocemos en la obra de Hobbes,
de la sociedad. Locke o Rousseau, puesto que en éstos los even-
tuales signatarios del contrato conocían su “posi-
L A U TO P Í A CO M O H O R I Z O N T E F U T U R O O ción original”, mientras que en el caso de Rawls
CO M O PA S A D O H I P OT É T I C O eso no es así. Precisamente, lo que éste pretende
¿Qué juicio nos merece el esfuerzo de Rawls? mediante el “velo de la ignorancia” es colocar a
Vayamos por partes. En primer lugar, es preciso los contratantes en un absoluto pie de igualdad,
reconocer la rigurosidad formal de su plantea- cosa que no hallábamos en las formulaciones de
miento y el celo con que se ha dedicado a argu- los siglos XVII y XVIII17. De todos modos, lo que
mentar sus proposiciones. Pero también es llama poderosamente la atención es la coloca-
necesario señalar con igual énfasis las debilida- ción de un momento utópico –en este caso, la
des de las tesis sociológicas y económicas que ya- celebración del contrato originario– en el pasa-
cen por debajo de su doctrina de la justicia. No do y no en el futuro, con lo cual su función
obstante, pese a las omisiones y equivocaciones apologética queda muy nítidamente subrayada.
que comprometen insalvablemente la totalidad ¿Por qué? No se trata de restarle valor al pensa-
análısıs polítıco nº 49
de sus planteamientos –no se puede hacer buena miento utópico, o de suponer que el mismo es
filosofía política apoyándose en mala sociología y irremediablemente conservador. Todo lo contra-
peor economía política–, sus preocupaciones son rio. Tal como lo hemos escrito en reiteradas
legítimas y pueden ser compartidas; no así las so- oportunidades, una de las flaquezas más serias
luciones que Rawls cree haber hallado. que afecta a la teoría y la filosofía política con-
En segundo lugar debemos decir que al temporáneas radica precisamente en su visceral
afirmar que la justicia “es la primera virtud de las rechazo de la utopía como momento imprescin- [53]
instituciones sociales, como la verdad lo es de los dible de cualquier reflexión sobre la buena so-
sistemas de pensamiento”16, Rawls se coloca –más ciedad18. Pero en el caso de Rawls, el elemento
allá de los titubeos y ambigüedades inherentes a utópico tiene un componente que nos atrevería-
la tradición liberal– en una postura “progresis- mos a calificar de conservador, y hasta tal vez de
ta”, por lo menos cuando se la compara con el reaccionario. La utopía de la asamblea
reaccionario consenso neoliberal de nuestro deliberativa que funda una nueva sociedad se co-
tiempo, dominado todavía por las concepciones loca como negación post festum de algo que debe-
hayekianas que abjuran, como veremos más aba- ría haber ocurrido en la noche de los tiempos y
jo, de la mera posibilidad de siquiera pensar la no ocurrió –esto es, que los hombres y mujeres
“justicia social”. En ese sentido, el liberalismo hubieran actuado racionalmente siguiendo las
más clásico de Rawls, de fuerte impronta estipulaciones de Rawls para lograr, como resul-
kantiana, representa por lo menos la inquietud tado, la construcción de una sociedad justa–. El
por hallar una vía de escape ante el “darwinismo corolario implícito de esta leyenda es doble: pri-
social de mercado” del neoliberalismo de finales mero, reforzar la idea tan cara al liberalismo de
de siglo XX. que las sociedades se crean de esa manera, como
Ahora bien, dicho lo anterior sería importan- producto de un contrato firmado por hombres y
te identificar algunos flancos particularmente mujeres libres y racionales; segundo, e inferido
débiles en toda la construcción rawlsiana. Diga- de lo anterior, se oculta el hecho de que la ins-
mos, en primer término, que sorprende sobre- tauración de la sociedad capitalista fue un proce-
16 Ídem., p. 19.
17 Gargarella, Roberto. Ob. cit., pp. 33-34.
18 Boron, Atilio A. “Introducción. El marxismo y la filosofía política”. En: Atilio A. Boron, compilador. Teoría y
Filosofía Política. La tradición clásica y las nuevas fronteras. Buenos Aires: Clacso/Eudeba. 1999a, pp. 28-33; Boron,
Atilio A. “La filosofía política clásica y la biblioteca de Borges”, En: Atilio A. Boron, compilador. La Filosofía Política
Clásica. De la Antigüedad al Renacimiento, Buenos Aires: Clacso/Eudeba. 1999b, pp. 17-20; Boron, Atilio A.
“Filosofía política y crítica de la sociedad burguesa: el legado teórico de Karl Marx”. En: Atilio A. Boron.
(compilador). La Filosofía Política Moderna. De Hobbes a Marx. Buenos Aires: Clacso/Eudeba. 2000a.
so de una crueldad y una violencia inauditas Veamos algunos antecedentes referidos a esta
–recuérdense las palabras de Marx en el capítulo cuestión.
sobre la acumulación originaria de El Capital– y
que lo que ahora se presenta como resultado de El veredicto de Hayek
una torpe reflexión fue, en realidad, consecuen- Llegados a este punto, una comparación en-
cia inexorable de un proyecto que desde sus ini- tre la obra de Rawls y la de Hayek parece más
cios estuvo caracterizado por la violencia y la que pertinente. Veamos sumariamente cuál es el
explotación. Signado, en una palabra, por la in- planteamiento de este último sobre el tema de la
justicia. En el fondo, la conjetura utópica coloca- justicia social19.
da en los albores de la historia remata en un Según Hayek, la problemática de la justicia
intento de diagnosticar qué es lo que debería re- social es espuria en su totalidad. No sorprende
pararse en una estructura económica y social saber, en consecuencia, que no fue otro que él
esencial y constitutivamente injusta como la del quien llevara hasta sus últimas consecuencias el
capitalismo, pero sin poner en cuestión las deter- más vigoroso ataque, en contra de dicha noción,
minaciones fundamentales de este modo de pro- lanzado en nuestro tiempo. No es obra del azar
ducción: el despojo que significa la plusvalía, la que el segundo tomo de su Law, Legislation and
explotación, la opresión y la discriminación en Liberty lleve el sugestivo título de The Mirage of So-
sus múltiples formas. De este modo el capitalis- cial Justice, el espejismo de la justicia social. En
mo se naturaliza y, al hacerlo, se vuelve invisible sus páginas, Hayek abandona por completo la
análısıs polítıco nº 49
a los ojos de sus víctimas. La función ideológica- parsimonia argumentativa que exhibía en otras
mente conservadora del liberalismo se cumple partes del libro, y adopta un lenguaje de barrica-
así una vez más, apelando en este caso ya no al da insuflado por el fervor de un cruzado. Este
sentido común lockeano o a los odiosos cálculos tono habría también de caracterizar varias de las
de los utilitaristas, sino al solidarismo filosófico intervenciones públicas de Hayek después de la
de Rawls. publicación de su obra. En una de ellas, declara
[54] que su “impaciencia” con quienes utilizan
¿ U N A T E O R Í A D E L A J U S T I C I A PA R A L A desaprensivamente la expresión “justicia social”
S O C I E D A D C A P I TA L I S TA ? se explica por el hecho de que, tal como ocurrie-
Dados estos antecedentes, ¿podría afirmarse ra con él mismo, muchos años atrás, “la mayoría
que la obra de Rawls nos habilita para pensar en de los economistas libertarios contemporáneos
una teoría de la justicia capaz de trascender los fueron llevados a la economía por sus más o me-
límites de una sociedad capitalista? Va de suyo nos acentuadas creencias socialistas (...) y sólo
que Rawls, y en general todo el pensamiento li- los estudios económicos los convirtieron en
beral, ni siquiera se plantean la pregunta. Asu- antisocialistas radicales”20.
men apriorísticamente que la elaboración de Se entiende: los cofrades de la Sociedad de
una tal teoría –en realidad, de cualquier teoría– Mount Pellerin, fundadores del neoliberalismo en
es independiente de cualquier tipo de los años de la Segunda Guerra Mundial, se sintie-
condicionamiento económico-social, sobre todo ron estafados por el socialismo al que habían ad-
en el caso de un modo de producción como el herido ingenuamente en sus años mozos, y
capitalista, concebido como la emanación “natu- ahora Hayek expresa todo ese resentimiento en
ral” del espíritu adquisitivo y competitivo del el segundo tomo de Law, Legislation and Liberty.
hombre. La sociología del conocimiento parece Es allí donde nos dice que considera a la justicia
haberse estrellado contra un muro en el caso de social, entre otras cosas, como una fórmula vacía,
la tradición liberal. Sin embargo, sabemos que es un verdadero nonsense, una “insinuación desho-
imposible esbozar siquiera una teoría de la justi- nesta”, un término “intelectualmente despresti-
cia al margen de una seria y rigurosa giado”, o “la marca de la demagogia o de un
especificación de las determinaciones económi- periodismo barato que pensadores responsables
cas fundamentales que definen al régimen de deberían avergonzarse de utilizar”. La prolonga-
producción sobre el cual pretende aplicarse. da referencia a esta consigna –para Hayek
19 Hemos discutido con cierto detalle la teorización de Hayek sobre la justicia social en nuestro Tras el Búho de
Minerva. Remitimos al lector a dicho libro para un tratamiento más pormenorizado sobre este asunto.
20 Hayek, Friedrich A. Democracia, Justicia y Socialismo. México: Editorial Diana, 1978, p. 65.
democracia
insanablemente hueca y demagógica– sólo pue- mecanismo virtuoso de la emulación, motor insu-
de entenderse como producto de la deshonesti- perable del progreso de la humanidad. Su ejem-
dad intelectual de quienes se benefician de la plo persuadió a muchos otros de las ventajas de la
confusión política por ella generada21. En su tex- innovación y de las recompensas que aguardaban
to posterior, citado más arriba, Hayek explicita al final del camino a quienes se atrevieran a
las razones antropológicas profundas que expli- desafiar las normas grupales y a pensar por sí mis-
can la pertinaz sobrevivencia del “espejismo” de mos y en sí mismos. Si hay algo imperdonable en
la justicia social. Allí sostiene que, en realidad, la el colectivismo que se apoderó de la humanidad
especie humana vivió desde la noche más oscura en el siglo XX, razona Hayek, fue precisamente el
de los tiempos (que nuestro autor calcula en un haber destruido esta disposición espiritual –subli-
millón de años) bajo el manto de la horda primi- me mezcla de envidia, emulación e innovación–
tiva en donde “unos cincuenta individuos... com- laboriosamente construida a lo largo de los siglos,
partían el alimento, con sujeción a un estricto y el haber reinstalado nuevamente la moral de la
orden jerárquico, dentro del territorio común y horda primitiva, supuestamente cohesionada y
exclusivo de la horda”22. De acuerdo con su razo- justa. Que las vías para llegar a este deplorable
namiento, lo que ocurrió es que esa prolonga- renacimiento del colectivismo fuesen distintas,
dísima experiencia terminó finalmente por como distintas fueron sus concreciones históricas
condicionar “muchos de los sentimientos mora- –el estalinismo, el fascismo o el Estado de Bienes-
les que aún nos gobiernan y que aprobamos en tar–, no alcanza a ocultar su identidad fundamen-
análısıs polítıco nº 49
los demás”, a un punto tal que esos sentimientos, tal. Ésta radica precisamente en el concertado
sociales y culturales en su origen “se hayan he- ataque que esos regímenes descargaron en contra
cho innatos o genéticamente determinados”. Es del progreso individual y social que emana de la
en virtud de este esquema que nuestro autor ha- desigualdad social y sus hijas: la envidia, la emula-
bla de “instintos tan profundamente arraigados ción y la innovación.
como inaplicables a nuestra civilización”23. Estos La justicia social, en consecuencia, no tiene
“instintos” que Hayek aborrece con tanta vehe- lugar en un esquema antropológico tan radical [55]
mencia son, naturalmente, los que mueven a los –¡y tan equivocado!– como el que adopta Hayek.
pueblos a anhelar la justicia social. Pero además añade otras consideraciones tan fu-
El remate de la historia es el siguiente: si el ribundas como las anteriores. Dado que sólo la
hombre pudo arrojar por la borda esa pesadísima conducta humana y no una cierta disposición de
herencia instintiva (recién hace unos diez mil las cosas puede ser juzgada como justa o injusta,
años, según nuestro autor), fue porque bajo cir- hablar de la “injusticia” de una estructura econó-
cunstancias propicias algunos miembros del gru- mica sólo sería posible a condición de que se pu-
po tuvieron la osadía de desafiar exitosamente la diera identificar al responsable de la asimétrica
tiranía de las costumbres primitivas. Esta imagen distribución de premios y castigos, ganancias y
nos recuerda la del impostor que, según pérdidas, que se observa en la vida social. Como
Rousseau, embaucó a los simples de su grupo cer- ello es imposible, porque nadie tiene la respon-
cando un pedazo de tierra, y diciendo “esta tierra sabilidad de tal distribución, hablar de “justicia
es mía”, inventó la propiedad privada. Sólo que el social” no resulta más razonable que aludir a “la
villano del Discurso sobre los orígenes de la desigualdad moralidad o inmoralidad” de la piedra con que
entre los hombres se trastoca, en la visión hayekiana, tropezamos, o de las desgracias que causen un
en la de un héroe hollywoodense que desafiando terremoto o una inundación24.
los poderes constituidos da rienda suelta a su am- Para fundamentar su análisis, Hayek introdu-
bición y a sus ansias de progreso, y labra para sí ce un criterio diferenciador de las formaciones
un futuro mejor. No sólo eso: con su desafío, dice sociales en dos tipos: organizaciones, taxis en
Hayek, el temerario innovador puso en marcha el griego, y los “órdenes espontáneos”, o kosmos25.
21 Hayek, Friedrich A. Law. Legislation and Liberty. Chicago and London: The University of Chicago Press. 1976, pp.
96-100.
22 Hayek, Friedrich A. Ob. cit., 1978, p. 41.
23 Ídem., p. 41.
24 Hayek, Friedrich A. Ob. cit., 1976, p. 78.
25 Ídem., p. 15.
La sociedad de mercado sería un clásico ejemplo del carácter metasocial y suprahistórico de la teo-
de kosmos, es decir, un entramado social que evo- ría de la justicia de Rawls, y su supuesta indepen-
lucionó espontáneamente sin que nadie fuese dencia en relación a la sociedad capitalista. El
responsable de su creación. La inaudita violencia segundo tomo de su Law, Legislation and Liberty
del premeditado proceso de acumulación origi- apareció en 1976, es decir, cinco años después
naria –retratado tanto por Tomás Moro en los al- de la publicación del libro de Rawls. En el prefa-
bores del siglo XVI como en el célebre capítulo cio de su libro, Hayek anticipa sus incendiarias
XXIV de El Capital de Marx, y en fechas más re- tesis acerca del carácter deshonesto y fraudulen-
cientes en la obra de Karl Polanyi– desaparece to de cualquier argumento relativo a la justicia
como por arte de magia en los densos vahos me- social, e informa a sus lectores que la demora en
tafísicos de Hayek, a resultas de lo cual el capita- la publicación de su libro fue en parte debida al
lismo aparece como el “remate natural” de la “sentimiento de que yo debería justificar mi posi-
evolución del espíritu humano y de su talante ción vis-a-vis una significativa obra de reciente
irremisiblemente adquisitivo y egoísta. Y en un aparición”. Y prosigue diciendo que:
kosmos como la sociedad de mercado, la posición
relativa que tiene un individuo o un grupo social (...) luego de una cuidadosa ponderación he llega-
es la resultante de las acciones e iniciativas toma- do a la conclusión de que lo que yo podría tener
das por una miríada de agentes: éstos no sólo no que decir acerca de Teoría de la Justicia de John
se conocen entre sí sino que, además, en esa Rawls no me ayudaría en la persecución de mi obje-
análısıs polítıco nº 49
multitud “nadie tiene la responsabilidad ni el po- tivo inmediato porque las diferencias entre nosotros me
der para asegurar que estas acciones aisladas de parecieron más verbales que sustantivas. Aun cuando la
muchos producirán un resultado particular para primera impresión de los lectores pueda ser dife-
una cierta persona”26. En la medida en que la so- rente, la afirmación de Rawls que cito más abajo en
ciedad es un orden espontáneo cuyos resultados este volumen me parece que demuestra que estamos
son contingentes y desconocidos de antemano, de acuerdo en lo que para mí es el punto esencial. Es más,
[56] las acciones gubernamentales inspiradas en las tal como lo indico en una nota relativa a tal pasaje,
utopías constructivistas sólo servirán para des- me parece que Rawls ha sido grandemente malen-
truir los delicados mecanismos del kosmos y em- tendido en este tema crucial”27.
peorar el estado de cosas existente. Por
consiguiente, al no haber sido creado por nin- Las palabras de Hayek son terminantes: el
gún agente, el orden social es inmune a toda crí- más dogmático defensor de la economía de mer-
tica desde el punto de vista de la justicia social. cado se declara incapaz de percibir alguna dife-
Tal como Hayek lo reitera a lo largo de su libro, rencia de fondo entre su concepción y el
tan absurdo es impugnar a un orden social por “liberalismo igualitarista” de Rawls. Las diferen-
sus desigualdades, como lamentarse de la “injus- cias existentes le parecieron más que nada for-
ticia” de una catástrofe natural. Es más, en la me- mas defectuosas de manifestar una idea que
dida en que una organización como el gobierno ambos suscriben. En el prefacio, Hayek remite a
pretenda inmiscuirse con sus acciones e iniciati- un párrafo de Rawls en el cual éste reconoce que
vas en el orden natural del mercado, el resultado “la tarea de seleccionar... específicas distribucio-
será, tal como nuestro autor lo había advertido nes de cosas como justas ‘debe ser abandonada
en El camino a la servidumbre, una catástrofe tota- como equivocada desde el vamos’. Esto es más o
litaria. De este modo el tema de la justicia social menos lo que he tratado de argumentar en este
queda completamente desdibujado, y la sociedad capítulo”28. Lo que lamenta Hayek es que Rawls
capitalista exenta de culpa y cargo. No hace falta haya contribuido con su texto a potenciar la con-
insistir demasiado en el carácter burdamente fusión general, caldo de cultivo de demagogos e
apologético de toda la construcción hayekiana. intelectuales deshonestos, merced a la utilización
Si nos permitimos hacer esta extensa excursión de una expresión tan desacreditada como “justi-
al pensamiento de Hayek es debido a que este au- cia social”. Eso es todo. El máximo pontífice del
tor nos provee de una respuesta rotunda acerca neoliberalismo no encuentra bases suficientes
26 Ídem., p. 33.
27 Ídem., pp. xii-xiii. Énfasis nuestro.
28 Ídem., p. 100.
democracia
como para identificar una diferencia de fondo original– la discusión sobre la propiedad privada
entre su pensamiento y el de Rawls, y en este ocupe apenas cuatro cuartillas. Lo asombroso
punto, quizás por única vez, reconocemos que a del caso es que a lo largo de su libro Rawls reite-
Hayek le asiste la razón. ra lo que, con meridiana claridad, dice en el si-
En todo caso, conviene introducir una nota guiente pasaje: “Desde el comienzo he subrayado
de cautela sobre este asunto. En efecto, Alvaro el hecho de que la justicia como imparcialidad se
De Vita ha llamado la atención sobre las diferen- aplica a la estructura básica de la sociedad. Es
cias existentes entre uno y otro autor, entre el una concepción para clasificar las formas sociales
libertarianismo hayekiano y el liberalismo consideradas como sistemas cerrados. Alguna de-
igualitarista de Rawls. Lo que para Hayek es un cisión respecto a estas nociones es fundamental y
malentendido, para De Vita es una distinción no puede evitarse”31.
fundamental entre dos concepciones de la justi- Si esto es así, y por supuesto que sabemos que
cia: una, la del padre del neoliberalismo, que si- es así y no podría ser de otra manera, ¿cómo ex-
túa la justicia inequívocamente en el terreno de plicar la negligencia de Rawls en el tratamiento
las conductas de los agentes individuales (indivi- del rasgo definitorio de la estructura básica de
duos, organizaciones o gobiernos); y otra, la de las sociedades capitalistas?: la propiedad privada
Rawls, que la remite al entramado institucional de los medios de producción. Eso es lo que
que configura “la estructura básica de la socie- define al conflicto básico en este tipo de socieda-
dad”29. Distinción sin duda pertinente, toda vez des: el que enfrenta a los propietarios de los me-
análısıs polítıco nº 49
que Rawls origina en el pensamiento liberal una dios de producción con quienes sólo poseen su
verdadera “revolución copernicana”, al decir de fuerza de trabajo. Allí, en esa contradicción, yace
Brian Barry, al atenuar los alcances del cerrado el secreto recóndito del que hablaba Marx, que
individualismo que caracterizara desde sus ini- explica lo aparentemente inexplicable: que en el
cios dicha tradición teórica y al hacer lugar a una modo de producción dotado de la más fabulosa
reflexión sobre las determinaciones estructurales capacidad de creación de riqueza de la historia
de las conductas individuales. No obstante, tal de la humanidad, la misma se concentre cada [57]
como veremos más adelante, esta promisoria in- vez más en pocas manos. Desoyendo su propio
sinuación contenida en la obra de Rawls no va consejo, lo que hace Rawls es evitar cuidadosa-
más allá de un reconocimiento meramente ver- mente internarse en cualquier sendero que lo
bal, como dijera Hayek, y del cual no se despren- aproxime a la cuestión de fondo. De eso no se
den implicaciones prácticas en relación con la habla, por tanto, excepto en esas cuatro páginas
formulación de su teoría. Esta es la razón por la en las cuales, además, lo que se dice está muy
cual C. B. Macpherson, al evaluar los alcances de lejos de ser mínimamente satisfactorio. La vi-
la teorización rawlsiana sobre la justicia, conclu- sión rawlsiana de los mercados, por ejemplo, es
ye que el igualitarismo en la distribución del in- de un candor angelical, algo que podría ser
greso que se deriva de sus principios éticos comprensible en un monje recluido en un mo-
encuentra como límite la economía de mercado. nasterio medieval enclavado en los Cárpatos,
“Son las relaciones mercantiles”, dice Mac- pero inverosímil para un profesor que vive en
pherson, “las que prevalecen sobre la ética una ciudad como Boston, que es considerada el
distributiva de Rawls y no al revés”30. centro intelectual del imperio. ¿No se enteró
acaso que los mercados tienen una indomable
La “insoportable levedad” de la discusión sobre la tendencia hacia la concentración monopólica, y
propiedad privada por tanto hacia la desigualdad y la inequidad?
Una segunda e importante consideración tie- ¿Cómo reconciliar su preocupación por la justicia
ne que ver con la conspicua ausencia de una se- con esas verdaderas maquinarias infernales de
ria reflexión sobre la propiedad privada en la producción de injusticia que son los mercados?
obra de Rawls. Sorprende extraordinariamente Pero la cosa no termina ahí. Rawls cree, cual
que en un texto de 607 páginas –en la edición si fuera un estudiante de Milton Friedman en la
29 De Vita, Álvaro. A justiça igualitária e seus críticos. São Paulo: Editora UNESP. 2000, pp. 31-35.
30 Macpherson, C. B. The Rise and Fall of Economic Justice and Other Essays. Oxford and New York: Oxford University
Press. 1985, pp. 12-13. Una discusión más amplia se encuentra en la contribución de Álvaro de Vita al presente
volumen.
31 Rawls, John. A Theory of Justice. 1979. Ob. cit., p. 296.
década de los cincuenta, que en los mercados cerrada en el sistema carcelario norteamerica-
prevalece la soberanía del consumidor. Así nos no35. La abrumadora mayoría de la población pe-
dice que “en un sistema de libre mercado la pro- nal es negra o hispana, y están ahí seguramente
ducción de bienes está regida en calidad y canti- porque hartos o aburridos de sus bien remunera-
dad por las preferencias de los consumidores dos y dignos trabajos dieron rienda suelta a sus
expuestas por sus compras en el mercado”32. Y “instintos criminales” y violaron la legislación
pocas líneas más adelante añade que: “Otra ven- norteamericana. Debe ser a causa de razones se-
taja más importante del sistema de mercado es la mejantes, seguramente, que hay más jóvenes ne-
de que, dado el requisito de las instituciones bá- gros entre 20 y 24 años de edad en las cárceles
sicas, concuerda con las libertades justas y con de los Estados Unidos que los que matriculados
una justa igualdad de oportunidades. Los ciuda- en las universidades. Ciertamente debe ser en ra-
danos tienen libre elección de carreras y ocupa- zón de los estentóreos reclamos de los consumi-
ciones”33. dores que, haciendo uso de su soberanía, exigen
El disparate es tan grande que a esas alturas el la relampagueante obsolescencia de los modelos
lector siente la tentación de cerrar el libro y dar de las computadoras, sus sistemas operativos y los
por concluida la tarea. La idea de que los merca- programas, aunque esto los obligue a gastar una
dos son consistentes con las instituciones que ex- parte creciente del dinero (que seguramente les
presan la libertad política y la democracia ha sobra) en renovar equipos y programas varios,
sido ya refutada infinidad de veces tanto por la amén de invertir parte de sus vidas en aprender
análısıs polítıco nº 49
historia de los capitalismos “realmente existen- a utilizar los nuevos equipos y tecnologías. Real-
tes” (no los que tiene en su cabeza el profesor mente cuesta creer cómo a partir de una percep-
Rawls) como en el terreno de la teoría. Lo que se ción tan distorsionada de la realidad pueda
observa es precisamente lo contrario: que la ex- derivarse un razonamiento sensato sobre el pro-
pansión desorbitada de los mercados a partir de blema de la justicia. Y el fallido intento de Rawls
la reconstrucción neoliberal del capitalismo de demuestra precisamente esa imposibilidad.
[58] los ochenta y los noventa ha tenido como conse- El remate de todo lo anterior es el reconoci-
cuencia, tanto en los países metropolitanos miento que hace Rawls de la supuesta imposibili-
como en la periferia del sistema un radical debi- dad de precisar:
litamiento de las instituciones democráticas y
una exacerbación de las contradicciones entre Cuál de estos sistemas [el socialismo, la economía
éstas y los mercados34. En relación con la libertad de mercado, o formas intermedias entre ambos]
supuestamente ilimitada de elegir ocupaciones y responde a las exigencias de la justicia (...)
carreras, pensemos un instante: ¿Sabrá Rawls Presumiblemente no hay una respuesta general a
que según datos de la OIT existe en el mundo este problema, ya que depende en gran parte de las
desarrollado un contingente de 40 millones de tradiciones e instituciones y fuerzas sociales de cada
personas, potencialmente con un altísimo nivel país, y de sus especiales circunstancias históricas36.
de productividad, que son desempleados cróni-
cos y que probablemente nunca más vuelvan a Y concluye su argumentación señalando que:
encontrar un trabajo en sus vidas? ¿Creerá que,
haciendo uso de la libertad que le otorga el capi- La teoría de la justicia no incluye estos aspectos,
talismo, eligieron ser desocupados? Otra: según pero lo que puede hacer es establecer, de un modo
una reciente investigación resulta que la cuarta esquemático, los rasgos de un sistema económico
ciudad de los Estados Unidos, luego de Nueva justo que admita algunas variaciones. (...) Al prin-
York, Los Ángeles y Chicago, es la población en- cipio, mantengo que el régimen es una democra-
32 Ídem., p. 308.
33 Ídem., p. 310.
34 Macpherson, C. B. Democratic Theory: Essays in Retrieval. Oxford: Oxford University Press. 1973; Boron, Atilio A.
Tras el Búho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo. Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica, 2000b. Hay traducción al portugués: A Coruja de Minerva. Mercado contra democracia no capitalismo
contemporaneo. Petrópolis: Editora Vozes, 2001.
35 Wacquant, Loïc. Las cárceles de la miseria. Buenos Aires: Manantial. 2000.
36 Rawls, John. A Theory of Justice. 1979. Ob. cit., p. 311.
democracia
cia de propiedad privada, ya que este caso es el bienestar colectivo de la sociedad. Si Rawls no se
más conocido37. inmuta ante la sutil estafa de la plusvalía, mucho
menos lo hace ante el desigual acceso a la pro-
De lo anterior pueden extraerse dos conclu- piedad de los medios de producción, pese a que
siones de meridiana claridad: a) que la teoría de sus consecuencias negativas para la libertad y la
la justicia de Rawls es indiferente ante la natura- igualdad no pueden pasar desapercibidas para
leza explotadora o no explotadora de los distin- nadie. La sociedad capitalista es, en cierta forma,
tos modos de producción, y b) que su un “rehén” en manos de los propietarios de los
inclinación natural es concebir a la economía de medios de producción, que deciden por sí y ante
mercado y a una democracia de propiedad priva- sí –de manera despótica, por cuanto no está suje-
da como los ámbitos más favorables para la cons- ta a control democrático de ninguna especie, e
trucción de una sociedad justa. ¿Cuáles son las irresponsable– sobre el uso que se va a hacer de
bases éticas o filosóficas de tan fundamentales una parte considerable (y creciente) de la rique-
conclusiones? Imposible decirlo, porque son te- za social. Los propietarios retienen, aun en los
mas cruciales que –sobre todo el primero de capitalismos más democratizados, un control
ellos– ni siquiera se discuten en la totalidad de la irrestricto de sus decisiones de inversión: si se in-
obra de Rawls y no sólo en Teoría de la Justicia. vierte o no, dónde y cuándo39. Cada una de estas
decisiones tiene, por supuesto, implicaciones de
El principio de la diferencia primer orden que van en detrimento de la de-
análısıs polítıco nº 49
A los efectos de calibrar los alcances del mocracia y de la “eficiencia, crecimiento y estabi-
igualitarismo rawlsiano, conviene que nos deten- lidad del sistema productivo (...) [ y, además,
gamos un poco en el examen del famoso segun- sobre] las transferencias distributivas que garan-
do principio de la justicia de Rawls, también tizan, en el modelo rawlsiano, la igualdad econó-
conocido como el “principio de la diferencia”. mica y social”40. La llamada “crisis fiscal del
Tal como se afirmara anteriormente, las liberta- Estado” que estalla a mediados de los años seten-
ta no es otra cosa que la expresión del conflicto [59]
des básicas contenidas en el primer principio
sólo pueden garantizarse si las desigualdades so- entre los imperativos de acumulación de la bur-
ciales y económicas admiten una accesibilidad guesía, las renovadas exigencias presupuestarias
universal a cargos y funciones, en un marco de que supone el sostenimiento del Estado de Bien-
irrestricta igualdad de oportunidades, y si tales estar, y la intransigencia de los propietarios de
desigualdades sirven para aportar el máximo los medios de producción a financiar, vía im-
beneficio a los miembros menos afortunados puestos a los patrimonios y las ganancias, el au-
de la comunidad. Las desigualdades que no mento del gasto público. Un rasgo que aparece
cumplan con este requisito, es decir, que no reiteradamente en Teoría de la Justicia es el abis-
beneficien especialmente a los individuos más mo insalvable que separa las buenas intenciones
postergados, limitan inaceptablemente sus po- reformistas e igualitarias de Rawls de los diseños
sibilidades de disfrutar de la libertad. institucionales requeridos para llevar a la prácti-
Tal como lo observa Guiñazú, es evidente que ca sus ideales. No sólo eso: también pone de
el principio de la diferencia de Rawls no encuen- manifiesto los errores y desvaríos a los que pue-
tra mayores obstáculos para convivir con la exis- den conducir una mala sociología y una mala
tencia de relaciones de explotación en una economía como la que subyace en la doctrina de
sociedad supuestamente “justa”38. La extracción nuestro autor.
de plusvalía no sería injusta en la medida en que, En todo caso, y para concluir con esta sección,
suponiendo pleno empleo, aun los más pobres digamos que el “principio de la diferencia” ha sus-
se benefician de ella porque les permite sobrevi- citado una intensa polémica entre los especialistas.
vir, y además porque opera en beneficio del Sin pretender inventariar aquí una literatura de
37 Ídem., p. 312.
38 Guiñazú, María Clelia. “Marxismo analítico y justicia: ¿Más allá de Rawls?”. En: Atilio A. Boron (compilador).
Teoría y Filosofía Política. La Tradición Clásica y las Nuevas Fronteras. Buenos Aires: Clacso/Eudeba, 1999, p. 215.
39 Boron, 2000b. Ob. cit.; Cohen, Gerald A. “Capitalism, Freedom, and the Proletariat”. En: Will Kymlicka.
(compilador). Justice in Political Philosophy. Cambridge: Elgar Publishing, 1991; Przeworski, Capitalismo y
Socialdemocracia. Madrid: Alianza Editorial, 1989.
40 Guiñazú, Ob. cit., p. 222.
vastísimas proporciones, digamos sin embargo que plotación? Éste, y no otro, es el tema de debate.
no son pocos quienes desde posturas marxistas o Cohen plantea problemas importantes pero su-
afines a ellas han sostenido que una “lectura mar- bordinados al principal. Un acuerdo hipotético
xista” de Rawls no sólo es posible sino potencial- acerca de “cuáles” desigualdades y de “cuánta”
mente fecunda, si bien no exenta de serios desigualdad no resuelve para nada el problema,
desafíos. De acuerdo con esta interpretación, el fa- puesto que excluye de la agenda crítica nada me-
moso segundo principio rawlsiano sería compatible nos que la supervivencia de las relaciones de ex-
con la teoría marxista y de cierto valor práctico in- plotación. Además, políticamente, un enfoque
cluso para resolver algunos de los problemas de la como el de Rawls, y que aparentemente Cohen
justicia distributiva en la transición del capitalismo acepta, suprime de nuestro horizonte de visibili-
al socialismo. Así, por ejemplo, Fernando Lizárraga dad toda posibilidad de recrear una utopía de la
sugiere con cautela que la postura del Ché Guevara buena sociedad. En los hechos nos condena a
en el sentido de utilizar los incentivos morales po- aceptar resignadamente que el capitalismo es,
dría ser interpretada como una tentativa como dicen algunos de sus apologistas, the only
“rawlsiana” de superar los dilemas que plantean los game in town, cuando en realidad hay varios otros
“dos principios de justicia” sumariamente expues- juegos posibles. Que esta posibilidad algún día se
tos por Marx en la Crítica al programa de Gotha: el haga efectiva no depende, afortunadamente, de la
principio de la “contribución”, operativo en la “fase retórica discursiva de los filósofos políticos sino
inferior” o socialista, y que asigna a cada quien una del desenvolvimiento de las contradicciones socia-
análısıs polítıco nº 49
41 Lizárraga, Fernando A. Red Rawls. The Difference Principle at Work in Communism. MA Thesis in Political Philosophy,
University of York, England, 1999.
42 Cohen, Gerald A. If You’re an Egalitarian, How Come you’re So Rich? Cambridge: Harvard University Press, 2000, p.
124. Traducción nuestra; énfasis en el original.
democracia
siendo el Estado una institución meramente transi- sigencia de una postura socialista que en un aná-
toria, que se utiliza (...) para someter por la violen- lisis riguroso de los méritos de su obra. Por ello
cia a los adversarios, es un absurdo hablar de es sumamente aleccionador culminar este análi-
Estado popular libre: mientras el proletariado sis con una cita de un autor identificado con las
necesite todavía del Estado no lo necesitará en vertientes más progresistas del liberalismo, quien
interés de la libertad, sino para someter a sus ad- desde esa perspectiva llega a conclusiones coinci-
versarios, y tan pronto como pueda hablarse de dentes con las nuestras al afirmar que:
libertad, el Estado como tal dejará de existir”43.
La significación de Teoría de la Justicia consiste en
Lo mismo que se dice acerca de la libertad po- ser una enunciación del liberalismo que aísla los
dría argumentarse en relación con otros temas. aspectos decisivos de éste al hacer de la propiedad
La justicia en un Estado –que, por definición, es privada en los medios de producción, distribución
siempre la dictadura de una clase sobre la otra, e intercambio un asunto secundario y la parte
más allá de las formas más o menos democráticas esencial de la doctrina47.
y más o menos respetuosas de la libertad median-
te las cuales se expresa– es apenas una bella ilu- Si la extraña colocación en el pasado del mo-
sión en una sociedad de clases. En la misma mento utópico de la firma de un nuevo contrato
Crítica al programa de Gotha Marx se pregunta, no social plantea serias dudas acerca del supuesto
sin un dejo de ironía: “¿Acaso las relaciones eco- filo crítico del liberalismo y el igualitarismo
análısıs polítıco nº 49
nómicas son reguladas por los conceptos jurídi- rawlsianos, sus silencios y vacíos argumentativos
cos? ¿No surgen, por el contrario, las relaciones en relación con la injusticia que emana de un ré-
jurídicas de las relaciones económicas?”44. ¿Puede gimen social basado en la propiedad privada de
la trompeta del profeta de la justicia derrumbar los medios de producción, y de cuyo funciona-
de un soplido las murallas de Jericó de las relacio- miento depende la sobrevivencia de toda la po-
nes sociales capitalistas? Son buenas preguntas blación, convierten a la obra de Rawls en una
para las cuales Rawls carece de respuestas. [61]
sutilísima (y quizás involuntaria) defensa del mis-
De todos modos, si bien en la tradición mar- mo. Dejando de lado los muy discutibles supues-
xista se ha ignorado largamente la problemática tos acerca de la racionalidad de los actores, su
de la justicia, no por eso debería olvidarse el es- desigual acceso a información confiable y preci-
pesor de las contribuciones de autores tales sa, y los confusos límites de su moderado egoís-
como Herman Heller, vinculado a las vertientes mo, la “robinsonada” rawlsiana no hace otra cosa
más socialdemócratas del marxismo45. En todo que: a) reafirmar la validez de una concepción
caso, y más allá de estas consideraciones, lo cier- de la libertad política formulada en la engañosa
to es que en su breve y esquemática anticipación abstracción característica del pensamiento libe-
de la buena sociedad Marx no se preocupó ma- ral, sin moverse ni un milímetro más allá del “im-
yormente del tema. Tal vez porque le bastó con perativo categórico” kantiano; b) articular una
saber que en su diseño ideal la futura sociedad tímida propuesta en favor de una más completa
comunista habría archivado definitivamente las igualdad de oportunidades que hace caso omiso
relaciones de explotación46. de la creciente disparidad de ingresos, rentas y
Algún lector podría sospechar que nuestras riquezas que divide a la sociedad capitalista,
críticas a Rawls se fundamentan más en la intran- inequidades éstas que legitiman el enriqueci-
43 Engels, Friedrich. “Carta a August Bebel”. En Karl Marx, Crítica del Programa de Gotha, recopilada en Karl Marx y
Friedrich Engels, Obras Escogidas en Dos Tomos. Moscú: Editorial Progreso, 1966, p. 34.
44 Ídem., p. 13.
45 Guiñazú, Ob. cit., p. 225.
46 Una excelente discusión sobre este tema puede verse en: Callinicos, Alex. Marxist Theory. Oxford and New York:
Oxford University Press, 1990; Cohen, Marshall, Thomas Nagel y Thomas Scanlon (compiladores). Marx, Justice
and History. A Philosophy & Public Affairs Reader. Princeton: Princeton University Press, 1980; DiQuattro, Arthur.
“Rawls and Left Criticism”. En: Political Theory, Vol. 11, Nº 1, February, 1983; Geras, Norman. “The controversy
about Marx and Justice”, en Callinicos. 1990. Ob. cit.; Nielsen, Kai. “Marx, Engels and Lenin on Justice: The
Critique of the Gotha Programme”. En: Studies in Soviet Thought, Nº 32, 1986, pp. 23-63.
47 Barry, Brian. La teoría liberal de la justicia. México: Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 172.
miento desorbitado de los más ricos cuando se blando de Rawls no es poca cosa– de minimizar.
mejora infinitesimalmente la suerte de los más Sobre todo porque la coincidencia que Hayek
pobres. declara entre su teoría y la de Rawls podría con-
El problema es que aún admitiendo los limi- ducir a algún lector desprevenido a concluir que
tados alcances de estas dos conclusiones, la pro- para nosotros ambos son lo mismo o representan
puesta de Rawls se debilita considerablemente la misma cosa. No es así. Hayek es un apologista
cuando se repara en otra llamativa ausencia: la brutal del capitalismo, capaz de sacrificar los de-
de las instituciones y los agentes políticos encar- rechos humanos, las libertades políticas y la de-
gados de producir el conjunto de transforma- mocracia en el altar del libre mercado. Rawls es,
ciones que su teoría de la justicia requiere, por el contrario, lo que rigurosamente hablando
como por ejemplo la reforma del régimen tri- podría llamarse un filósofo burgués. ¿Qué quere-
butario, la regulación de los mercados y el con- mos decir con esto? Que pese a ser alguien que
trol de la contraofensiva de los grupos y clases tiene en muy alta estima esos valores que Hayek
dominantes. subordina a los imperativos del mercado, aún
Como lo señala un estudioso de su obra, piensa con las categorías teóricas y epistemo-
“cualquier teoría de justicia social” –y sobre todo lógicas que le brinda la ideología dominante, y a
una como la de Rawls, que apunta hacia una la cual no sólo no somete a discusión sino que ni
significativa redistribución de la riqueza– “debe siquiera es consciente de que sus planteamientos
incluir alguna explicación coherente de las fuen- más abstractos se inscriben en los estrechos
análısıs polítıco nº 49
63-82
Los “modernos” tendrían el privilegio del “ejerci-
nº 49
cio pacífico de la independencia privada”1, que-
págs.
dando las decisiones y negocios públicos a cargo
polítıco
análısıs2003:
de los representantes del pueblo. Se trataba de re-
saltar no sólo las virtudes y la inevitabilidad de la
bién por la profundización del proceso de ño durante los años noventa, es a partir de 1993
“latinoamericanización” de las estrategias de in- que el superávit comercial del país con América
serción internacional del país. Sin embargo, pa- Latina superó el del intercambio con Estados
rece importante presentar antes algunos datos Unidos y la Unión Europea. Aún en los años 95 y
relevantes que permitirán cualificar mejor esa 96, cuando el país presenta déficit en su inter-
inflexión. cambio con la región, esos déficit son, en térmi-
[64] A juzgar por algunos indicadores de inter- nos de valor, mucho más reducidos que aquellos
cambio económico, parece que ha sido benéfico registrados con relación a los Estados Unidos y a
para el país el fortalecimiento de los lazos con la Unión Europea2. Estos datos indudablemente
los vecinos latinoamericanos, proceso que fue ilustran el hecho de que, si con el fin de la
agilizado en la segunda mitad de la década de Guerra Fría América Latina pierde su impor-
los años ochenta por el gobierno Sarney (1985- tancia geoestratégica, lo mismo no se puede
1990). Si en 1990, en términos de valor, el decir con relación a la importancia de la re-
11,35% de las exportaciones brasileñas estaban gión para Brasil.
destinadas a América Latina, origen del 17,22% Retomando la inquietud expuesta anterior-
de las importaciones del país en el mismo año, mente, es importante señalar que, a pesar de la
en el año 2000, a pesar de las oscilaciones de la polémica que aún subsiste en cuanto a los grados
década, las exportaciones brasileñas para la re- de continuidad y de la supuesta inflexión radical
gión alcanzaban el 24,75% del total de las expor- de la política exterior del país a partir de los
taciones, al mismo tiempo que las importaciones años Collor de Mello (1990-1992) sería correcto
de la región efectuadas por Brasil alcanzaban el decir que las estrategias internacionales brasile-
21,07% de la totalidad. Además, si en 1990 las ñas estuvieron centradas en la articulación de di-
relaciones comerciales entre Brasil y la región ferentes niveles. El nivel sub-regional (vía
generaron un déficit de poco más de 305 millo- Mercosur en una dinámica que, en un momento
nes de dólares, en el año 2000, después de mar- priorizaba la profundización controlada, y en
cadas oscilaciones, el país alcanzó un superávit otro momento la expansión del bloque), el nivel
de casi 1,2 mil millones de dólares. Otros datos regional (la propuesta de creación del Área de
adicionales son importantes en este sentido: si Libre Comercio Suramericana (Alcsa) y las de-
en 1990, aún en términos de valor, el 79,1% del más negociaciones suramericanas), el nivel
total de las exportaciones de Brasil estaba consti- hemisférico (la conformación del ALCA) y el ni-
tuido por bienes industriales, ese porcentaje, en vel interregional (las negociaciones entre el
cuanto a las exportaciones del país para América Mercosur y la Unión Europea). Pero, si la nueva
2 Cepal. Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe 2000-2001. Santiago de Chile: Cepal, 2002.
coyuntura
postura internacional de los gobiernos brasile- final de la década de los ochenta, el universalis-
ños en la década de los noventa se caracterizaba mo selectivo ha sido instrumentalizado por la di-
por la centralidad otorgada a los arreglos de in- plomacia brasileña como “válvula de escape”, en
tegración económica, esa postura estuvo también el sentido de manifestar la adaptabilidad de las
profundamente marcada por la adhesión a los estrategias y sociedades implementadas por el
regímenes internacionales, tanto en el área de país a las fugaces oportunidades y a los desagra-
seguridad, culminando con la firma del Tratado dos internacionales durante la década de los no-
de No-Proliferación Nuclear en 1998, como en venta, la cual se caracterizó por la expectativa de
las de comercio y de protección a los derechos un remplazo de la lógica político-militar e ideo-
humanos y medio ambiente3. lógica que dirigía el sistema internacional por la
Como el objetivo de este artículo es hacer un superioridad de la lógica económica, el universa-
balance resumido de las relaciones entre Brasil lismo selectivo deja de ser una simple estrategia
y América Latina en la década de los noventa, para complementar, asumiendo el estatus de una
esta segunda gran vertiente de la estrategia de de las “cualificaciones principales” de la inser-
inserción internacional del país, basada en la ción internacional del país.
mayor participación en los foros multilaterales, Según diversos autores, en el campo de la
no será analizada sistemáticamente en el pre- política externa del país la llegada de Collor a
sente artículo4. la presidencia en 1990 marcaría la ruptura del
Cabe destacar, sin embargo, como lo sugiere consenso, articulado de forma más sistemática a
análısıs polítıco nº 49
la articulación de los distintos niveles, que el pro- partir de mediados de los años setenta con la
ceso de “latinoamericanización” de la política ex- adopción del llamado “pragmatismo responsa-
terna brasileña, que se remonta al gobierno de ble” durante el gobierno del general Geisel
José Sarney pero que tiene sus orígenes en los (1974-1979) en torno de la estructuración de
años de Kubitschek (1956-1961), no implica el un proyecto de inserción internacional autono-
abandono del legado universalista propio de la mista, basado en la búsqueda de una presencia
diplomacia brasileña (ni, como lo hemos visto, el activa e independiente en el sistema internacio- [65]
menosprecio a los foros internacionales). Al con- nal6 . En un tono más incisivo, Cervo se refiere
trario, parece correcto afirmar siguiendo a al abandono, en Brasil y en la mayor parte de
Lessa5, que ese proceso de (re)valorización del los países latinoamericanos, del “paradigma de
universalismo selectivo que, definitivamente, no relaciones internacionales del Estado desarro-
se restringe a la dinámica de las relaciones con llista a favor del paradigma neoliberal”7, carac-
nuestros vecinos, no significa una autolimitación terizado por la “adopción de un proceso de
de la presencia internacional del país, sino una modernización concebido por el centro como
“estrategia de racionalización” de los vínculos, remplazo a la formulación de la inteligencia lo-
supuestamente capaz de garantizar a una poten- cal, consustanciada en el tradicional pensa-
cia mediana, o país intermedio como Brasil, una miento de Cepal”8.
posición más ventajosa o, por lo menos no tan En la mismo orden que destaca supuestas se-
perjudicial en las negociaciones inevitables en mejanzas y líneas de continuidad de la política
un mundo crecientemente interdependiente. En externa implementada por los tres presidentes
otras palabras, en el período posguerra hasta el de la década de los noventa, Ferreira declaró
3 Mello, Flavia de Campos. “A política externa brasileira e os blocos internacionais”. En: São Paulo em Perspectiva,
Vol. 16, Nº 2, 2002.
4 Véanse Pinheiro, Letícia. “Traídos pelo desejo: um ensaio sobre a teoria e a prática da política externa brasileira
contemporânea”. En: Contexto Internacional, Vol. 22, Nº 2, 2000, pp. 305-336; Ferreira, Oliveiros S. A Crise da
Política Externa. Autonomia ou Subordinação? Rio de Janeiro: Revan, 2001.
5 Lessa, Antônio Carlos. “A diplomacia universalista do Brasil: a construção do sistema contemporâneo de relações
bilaterais”. En: Revista Brasileira de Política Internacional, Año 41, 1998, pp. 29-41.
6 Véanse Hirst, Monica y Letícia Pinheiro. “A política externa do Brasil em dois tempos”. En: Revista Brasileira de
Política Internacional, Año 38, Nº 1, 1995, pp. 5-23; Lima, Maria Regina Soares. “Ejes analíticos y conflicto de
paradigmas en la política exterior brasileña”. En: América Latina/Internacional, Vol. 1, Nº 2, 1994, pp. 27-46.
7 Cervo, Amado Luiz. “Sob o signo neoliberal: as relações internacionais da América Latina”. En: Revista Brasileira
de Política Internacional, Año 43, Nº 2, 2000, p. 5.
8 Ídem., p. 6.
que la acción de la diplomacia brasileña está hoy ción internacional de Brasil10. Se podría decir tal
“subordinada a las directrices fundamentales de vez que inicialmente el presidente Collor habría
la política macroeconómica que se ha venido resucitado una especie de “americanismo ideoló-
practicando”. La adhesión al “pensamiento úni- gico”11 o mejor, “primermundismo ideológico”
co” y la sumersión en la “corriente” son los ele- en la definición de la agenda externa del país, lo
mentos que conforman la postura real que sería explicado, entre otros factores, por la
“cualquiera que sea la retórica que se utilice, di- concepción de Estados Unidos como alfa y ome-
simulando los hechos para pretender (...) mar- ga del orden mundial Posguerra Fría, por el ob-
car posición de independencia frente a la jetivo de romper con la imagen tercermundista
política norteamericana”9. Según este autor, el del país y por el voluntarismo del Presidente, en
entorpecimiento de la capacidad de actuación la expectativa de que “la adopción de las reglas
internacional autónoma del país se origina prin- de los países desarrollados tanto en la agenda na-
cipalmente en el excesivo peso dado a la visión cional como externa (...) sería lo suficiente para
economicista de la inserción internacional del garantizar la participación del país” en los nú-
país, lo cual hace que sea negligente la “Gran cleos decisorios internacionales12. La política in-
Estrategia” propagada por la manipulación de ternacional de Collor buscaba la consecución de
recursos de poder más tradicionales. Como vere- tres objetivos. Primero, la actualización de la
mos a lo largo de la década de los noventa, se “agenda internacional del país de acuerdo con
procesó la adopción tanto de un nuevo concepto las nuevas cuestiones y el nuevo momento inter-
análısıs polítıco nº 49
de autonomía como de una nueva concepción nacional; segundo, construir una agenda positiva
de soberanía, proceso que indudablemente con Estados Unidos y tercero, descaracterizar el
marginalizó perspectivas como ésta defendida perfil tercermundista de Brasil”13.
por Oliveiros Ferreira. El rápido desgaste sufrido por el presidente
La mencionada ruptura del consenso hace Collor, asociado a otros factores, hicieron que, a
que el paradigma de autonomía estatal (por lo pesar de la progresiva politización y fragmenta-
[66] menos en su versión de búsqueda de una “auto- ción del proceso de formulación de la política
nomía por la distancia”) no sea invocado exterior de Brasil, la corporación diplomática,
sistemáticamente en la década de los noventa, también dividida, tuviera que reasumir un papel
debido a las implicaciones de las transformacio- más destacado en este proceso. Así, pasó a ser
nes del sistema internacional y del escenario na- retomada la idea de la necesidad de
cional, del agotamiento del modelo de instrumentalizar mejor la política externa para el
desarrollo sustitutivo de importaciones y del mo- desarrollo del país con el fin de consolidar poco
vimiento progresivo del ideario neoliberal. Sin a poco la autoidentificación del país como me-
embargo, tendría vida corta el realineamiento diador o “constructor de consensos” en el esce-
más explícito promovido al comienzo del gobier- nario internacional, y rescatar así la condición
no Collor, basado en un discurso de Brasil como “país de contrastes”.
“modernizante” y pautado por el estilo A pesar del énfasis dado por el sucesor de
personalista del presidente y por la búsqueda de Collor, Itamar Franco (1992-1994), en la políti-
impactos inmediatos. Dichos factores fueron los ca nacional, en este “gobierno de transición”
responsables de un cambio brusco que alejó a la fueron mantenidas las directrices adoptadas por
corporación diplomática de la formulación de la diplomacia brasileña después de la
marcos conceptuales de la política externa brasi- “reformulación conceptual” ya mencionada,
leña, colocando en receso la tradicional “lógica que incluía la revalorización del concepto de
institucional” de formación discursiva, concep- democracia y el énfasis en el desarrollo sosteni-
tual y estratégica de los parámetros para la actua- ble y en la cooperación para el desarrollo14. De
análısıs polítıco nº 49
rían sujetos a las normas y reglas definidas por ción más intensa del país en los regímenes inter-
los regímenes internacionales. Así, para la corpo- nacionales y foros multilaterales.
ración diplomática del país fue vital superar Para Lima21, la apertura comercial promovida
definitivamente el concepto de autonomía, que por Collor de Mello marcó una ruptura de la po-
buscaba, según la crítica efectuada por el nuevo lítica externa brasileña, inaugurando así una fase
paradigma, el aislamiento y la autosuficiencia, lo de “integración competitiva”, caracterización
que hizo que fuera necesaria la adopción de una que destaca la primera de las dos vertientes men- [67]
estrategia de “autonomía por la integración”18. cionadas. Los cambios internacionales, como la
Se reafirmó la concepción de Brasil como comer- globalización y la presión norteamericana por la
ciante global y se agilizó la perspectiva del país armonización internacional de las políticas na-
actuando como un jugador global. cionales, e internas, como la liberalización políti-
Debido a que el objetivo del artículo es pre- ca y la apertura económica exterior brasileña,
sentar una breve caracterización de la política terminaron alterando la naturaleza propia de la
15 Batista, Paulo Nogueira. “A política externa de Collor: modernização ou retrocesso?”. En: Política Externa, Vol.1,
Nº 4, 1993, pp. 106-135.
16 Lafer, Celso y Gelson Fonseca Júnior. “Questões para a diplomacia no contexto internacional das polaridades
indefinidas (Notas analíticas e algumas sugestões)”. En: Fonseca Júnior, Gelson y Castro, S.H.N. (editores). Temas
de Política Externa Brasileira II. Vol. 1. São Paulo: Paz e Terra/IBRI, 1994, pp. 49-78.
17 Saraiva, Miriam Gomes. “Brasil e Argentina nos anos 90: uma década de política externa”. Trabajo presentado en
el XXIV encuentro anual de ANPOCS. Petrópolis, 23-27 de octubre de 2000.
18 Aunque mostrándose resistente a los rótulos, Luiz Felipe Lampreia (1994-2001), ministro de Relaciones
Exteriores del Gobierno de Fernando Henrique, declara que es posible resumir el sentido principal de la política
externa de Cardoso en la búsqueda de “autonomía por la integración”. Tal denominación es pertinente porque
sugiere una línea de continuidad al señalar el supuesto mantenimiento de una cierta distancia del país con
relación a los Estados Unidos y por abarcar tanto el cambio, en el sentido de una más plena adhesión a las normas
y regímenes internacionales, como los esfuerzos de integración subregional y suramericana. Se observa que desde
mediados de los años setenta la diplomacia brasileña se orientaba hacia nuevos y diversificados ejes de
relacionamiento sur-norte, sur-este y sur-sur. En ese sentido hay que tener cuidado con la caracterización del
supuesto “aislacionismo” de la orientación diplomática anterior a 1990.
19 Lima, Maria Regina Soares. “Instituições democráticas e política exterior”. En: Contexto Internacional, Vol. 22, Nº 2,
2000, pp. 265-304.
20 Pinheiro, Letícia. “Traídos pelo desejo: um ensaio sobre a teoria e a prática da política externa brasileira
contemporânea”. En: Contexto Internacional, Vol. 22, Nº 2, 2000, pp. 305-336.
21 Lima, Maria Regina Soares. Ob. cit., 2000.
política exterior brasileña. Esto debido a que ción de su democracia y por la plena aceptación
Brasil, además de su tradicional papel de repre- de los principales acuerdos internacionales (o di-
sentación de intereses colectivos en la arena in- cho en otras palabras, por la vinculación del país
ternacional, tuvo que “negociar intereses a los regímenes en las áreas de seguridad, dere-
sectoriales, involucrándose directamente en el chos humanos, medio ambiente y comercio),
conflicto de distribución interna”22. La política Brasil ganaría una “autonomía en la participa-
nacional adquiere una nueva centralidad en el ción”, al estar presente en las principales mesas
proceso de formación de la política exterior, lo de negociación y al participar en los procesos
cual tiene dos implicaciones que se refuerzan decisorios que garantizarían la reconfiguración
mutuamente. Primero, la politización de la polí- del orden mundial y permitiría una mejor defen-
tica exterior, y segundo una reducción potencial sa de los intereses del país.
de la tradicional autonomía disfrutada por el mi- Este breve panorama de la política externa
nistro de Relaciones Exteriores en la conducción brasileña de la última década se justifica en la ne-
de la política externa. cesidad de comprender el incentivo de los vínculos
La segunda caracterización general de la polí- de Brasil con los países latinoamericanos en el con-
tica exterior brasileña de la década de los noven- texto de las estrategias más amplias de las relacio-
ta es la propuesta por Pinheiro23, que denomina nes internacionales brasileñas, definidas no sólo
como el nuevo paradigma de la política exterior por la tradición diplomática, sino también por la
del país el “institucionalismo pragmático”. Esa movilización de los intereses nacionales y por la na-
análısıs polítıco nº 49
22 Ídem.
23 Pinheiro, Letícia. Ob. cit.
24 Ídem.
coyuntura
norteamericanos25; segundo, el eclipse del Siste- Aquí no nos interesa tanto el notable desempe-
ma Económico Latinoamericano (SELA), creado ño comercial del Mercosur en los primeros años
en 1975 para ser un “mecanismo de consulta y co- de la década de los noventa según algunos indi-
ordinación de las posiciones de América Latina, cadores29, ni la controversia sobre el hecho de que
tanto en los organismos internacionales como ante esos datos francamente positivos reflejaran la
terceros países y grupos de países”, con competen- “creación” de comercio en el ámbito del bloque
cia en los ámbitos económico y social, y que daría económico o tan sólo su “desvío”30. La velocidad
sentido al regionalismo latinoamericano de sesgo del crecimiento del comercio intrabloque es rele-
desarrollista26; y tercero, el agotamiento del Grupo vante en nuestro análisis sólo en la medida en que
de Río creado 1986, que sería el “foro más repre- este proceso garantice una mayor visibilidad del
sentativo de la región latinoamericana para cuestio- Mercosur, al ampliar su capacidad de atracción y
nes políticas”, ya que fue estructurado para la importancia estratégica de la empresa para los
garantizar a los países miembros una mayor movili- países involucrados (y movilizando también,
dad e independencia frente a las presiones norte- como parece inevitable, el interés y la cautela de
americanas27. parte de otros países y bloques, como se verá más
adelante). Dicho de otra forma, y aunque se pue-
E L N I V E L S U B - R E G I O N A L : N A C I M I E N T O, da destacar una supuesta exacerbación del sesgo
VIDA Y AGONÍA DEL MERCOSUR económico/comercial de las estrategias interna-
Ante todo, es necesario decir que el Mercado cionales del país durante la década de los noven-
análısıs polítıco nº 49
Común del Sur no es sólo la “principal iniciativa de ta, vamos a hacer énfasis en esta sección en las
la política externa brasileña en la última década ni variables políticas y estratégicas del proceso de in-
el más exitoso esfuerzo de integración en América tegración del Cono Sur, destacando el hecho de
Latina”28, siendo para muchos el más exitoso pro- que la integración no es un fin en sí mismo, sino
ceso de integración de los países en desarrollo. El también un instrumento para la materialización
Mercosur es también el epicentro de las estrategias de otros objetivos, que trascienden la esfera sub-
de inserción internacional formuladas para el país regional y aun la regional. [69]
en el período de la Posguerra Fría, tanto en su ver- Esta perspectiva más amplia, y de acuerdo
tiente principal (comercial y económica) como en con la interpretación que se le da en la literatu-
la política, ya que el liderazgo de Brasil sobre un ra, según la cual las negociaciones dentro de las
bloque económico cuyo desempeño pasa a produ- que se configuró el Mercosur habrían sido la cul-
cir indicadores expresivos de éxito destacaría las minación del proceso de superación de la tradi-
pretensiones del país de actuar efectivamente cional rivalidad entre Brasil y Argentina, al
como un jugador global. Es importante decir tam- pensar en la integración como un elemento cen-
bién que el Mercosur pasa a ser el instrumento, el tral para la consolidación de la democracia de
ejemplo, el inductor y el mayor parámetro para la los países miembros.
definición/instrumentalización del acercamiento Como resalta Vizentini31, la aproximación en-
de Brasil hacia América Latina. tre los dos países, que constituyen los principales
25 Santos, Norma Breda dos. “Cinqüenta anos de OEA: o que comemorar?”. En: Revista Brasileira de Política
Internacional, Año 41, Nº 2, 1998, pp. 159-164.
26 Souto Maior, Luiz A.P. “América Latina: o regionalismo continental revisitado”. En: Revista Brasileira de Política
Internacional, Año 39, Nº 2, 1996, p. 117.
27 Borges, Bruno de Moura. “O Brasil no Grupo do Rio: dilemas e perspectivas”. Trabajo presentado en el XXV
encuentro anual da Anpocs. Caxambu, 16 a 20 de octubre de 2001.
28 Vaz, Alcides da Costa. Cooperação, integração e processo negociador. A construção do Mercosul. Brasilia: IBRI, 2002, p. 18.
29 Datos de la secretaria general de Aladi señalan que en la década de los noventa el comercio intramercosur creció
336%, pasando de US$4,1 mil millones en 1990, o sea, en el año anterior a la creación del bloque, a US$18,2 mil
millones en 2000, después de haber alcanzado un pico de US$20,5 mil millones en 1997. Vaz, Alcides da Costa.
Ob. cit.
30 Véanse Vaz, Alcides da Costa. “Mercosul aos dez anos: crise de crescimento ou perda de identidade?”. En: Revista
Brasileira de Política Internacional, Año 44, No.1, 2001, pp.43-54; Sabbatini, Rodrigo. “Multilateralismo,
regionalismo e o Mercosul”. En: Indicadores Econômicos FEE, Porto Alegre, Vol. 29, Nº 1, 2001, pp. 30-55.
31 Vizentini, Paulo. “Dez anos do Mercosul: a crise da integração e o desafio da ALCA”. En: Indicadores Econômicos
FEE. Porto Alegre. Vol. 29, Nº 1, 2001, pp. 9-29.
soportes del bloque, no puede ser pensada como cha del acuerdo de libre comercio entre Estados
resultado de la redemocratización de esos países, Unidos y Canadá, en 1989, de la perspectiva de
una vez que tal proceso tenga sus orígenes en ne- incorporación de otros países del hemisferio,
gociaciones que llevaron a la firma de acuerdos como constante de la “iniciativa para las Améri-
bilaterales durante el gobierno Médici (1969- cas” de George Bush, en 1990, de la expectativa
1974) y, más específicamente, con la resolución en cuanto a la creación de una “fortaleza Euro-
definitiva de la disputa política acerca del apro- pa” a partir de 1993, como fue anunciado en el
vechamiento de los recursos energéticos de Acto único europeo (1986), así como las difi-
cuenca del río Paraná, a través del acuerdo de cultades en las negociaciones para la liberaliza-
1979 sobre Itaipu y Corpus, que se concreta y al ción del acceso a mercados en la Ronda de
mismo tiempo acelera el proceso de construc- Uruguay y para la regulación de algunos sectores
ción de la confianza entre los dos países. Tal pro- en el ámbito del Acuerdo General sobre Tarifas
ceso pavimenta el camino para que la creciente Aduaneras y Comercio (GATT)33.
convergencia entre los intereses y estrategias de El Acta de Buenos Aires es importante no
Brasil y Argentina, todavía bajo gobiernos milita- sólo por haber sacramentado el interés de con-
res, se puede transformar, durante los gobiernos formación del mercado común bilateral y
Sarney y Alfonsín (1983-1989), en una alianza definido sus propias directrices, sino también
cuyos objetivos fueran, en cierta medida, desvir- por haber reducido a cuatro años los plazos pre-
tuados durante la última década del siglo. vistos por el Tratado de 1988 para la creación
análısıs polítıco nº 49
Es también importante recordar brevemente del espacio económico común (10 años). Si el
que el hecho de que la experiencia del ritmo del proceso de integración fue signifi-
Mercosur, a pesar de sus singularidades, respon- cativamente acelerado, aunque muchos lo consi-
da a procesos de integración económica regional deraron como irrealista, la naturaleza de la
anteriores, los cuales se remontan a la década de integración planeada también fue profundamen-
los años cincuenta, con los primeros ensayos de te modificada. Si el proceso anterior era pautado
[70] los países centroamericanos en el sentido de la por un concepto “dirigista” y “flexible”, la inte-
búsqueda de complementariedad y con la Cepal gración planteada por los gobiernos de Carlos
asumiendo el papel de think-tank regional, pasan- Menem (1989-1999) y Fernando Collor de Me-
do por la creación de la Asociación Latinoameri- llo asume posturas claramente libre-cambistas,
cana de Libre Comercio (Alalc), en 1960, del pasando a ser automático el desmantelamiento
Pacto Andino, en 1969, y por la transformación de las barreras existentes.
de la Alalc en la Asociación Latinoamericana de El Tratado de Asunción, que crea el Mercosur,
Integración (Aladi), en 1980, entre otros proce- donde se incorpora a Uruguay y Paraguay, repro-
sos de menor expresión32. duce las directrices básicas definidas por los
La profundización del proceso de acerca- acuerdos anteriores, y garantiza la reciprocidad
miento que desembocaría en la creación del política y la igualdad de derechos y obligaciones
Mercosur, manejado en el plano bilateral por entre los cuatro países miembros, a pesar de sus
Argentina y Brasil, tendría como marcos más in- visibles asimetrías34. El multilateralismo implanta-
mediatos el Programa de integración y de coope- do no ocasionó en ningún sentido, como demues-
ración económica, de 1986, el Tratado de tra Vaz, la “distribución de la capacidad de
Integración, de 1988, y el Acta de Buenos Aires, influencia y de decisión en el proceso negocia-
de 1990. Hay que resaltar el fuerte sesgo reactivo dor”, prevaleciendo las directrices acordadas por
de ese proceso, debido a que los factores extra- Brasil y Argentina. Chile, dada la incompatibili-
regionales contribuyeron decisivamente a la dad del perfil lineal de su tarifa única y exclusiva
definición de los propósitos, el ritmo y el alcance (11%) con los más elevados promedios tarifarios
de la integración deseada. Muy sintéticamente se de Brasil y Argentina, optó por no ingresar en el
trata de registrar el impacto de la puesta en mar- bloque sub-regional, y decidió pasar a jugar sus
32 Véanse Vaz, Alcides da Costa. “Integração econômica regional na América Latina: experiências e perspectivas”. En:
Relações Internacionais e desenvolvimento regional. Brasilia: Universa, 2000, pp. 271-286; Barbosa, Rubens. “O Brasil e
a integração regional: a ALALC e a ALADI (1960-1990)”. En: Albuquerque, J. A. Guillon (editor). Sessenta Anos de
Política Externa Brasileira (1930-1960). Vol. 2. São Paulo: NUPRI-USP/Cultura Eds. Associados, 1996, pp. 135-168.
33 Almeida, Paulo Roberto de. “Dez anos de Mercosul: uma visão brasileira”. Mimeo, 2001.
34 Ídem., Almeida, Paulo Roberto de. Mercosul: Fundamentos e perspectivas. São Paulo: 1998.
coyuntura
fichas en una negociación comercial bilateral con Sin embargo, a pesar del sesgo libre-cambista
los Estados Unidos, lo cual, a lo largo de la década dado posteriormente a la integración y de su
de los noventa, ejerció un juego de seducción y perspectiva inicial de soporte del proyecto
prórroga pautada, entre otros factores, por el in- neoliberal de “modernización”, con el juicio de
terés de bloquear la expansión y el fortalecimien- Collor y la investidura del presidente Itamar
to del Mercosur. Franco, el Mercosur pasó a encarnar con mayor
En este trabajo no nos interesa tanto el proceso de nitidez un carácter estratégico más abarcador, al
negociación que conllevó a la implementación del ser la integración de una forma gradual de “im-
Mercosur, ni la institucionalización de esas poner reglas a la globalización”, dejando de ser
negociaciones dentro de las cuatro partes. Cabe “apenas un instrumento útil para acelerar el pro-
recordar, sin embargo, que el proceso de negociación ceso de liberalización de la economía brasile-
bilateral entre Brasil y Argentina y la posterior incor- ña”38. Para Mello, Brasil fue el:
poración de los otros dos socios al Mercosur señala
un cambio claro en relación con los principales único país de América Latina que, de alguna for-
procesos de integración ensayados anteriormente ma resistió a todas las iniciativas de Estados Uni-
en América Latina, como en el caso de la Alalc y de dos para la región, al mantener los mismos
la Aladi, en la medida en que la integración deja objetivos establecidos en 1990, es decir, al asegu-
de ser una cuestión puramente económica, y va ad- rar la actuación conjunta con el Mercosur para
quiriendo una nítida connotación política35. En fortalecer su poder de negociación con Washing-
análısıs polítıco nº 49
este sentido, pasa a ser crucial la ruptura libre-cam- ton; evitar la deserción de Argentina; intentar
bista promovida en el inicio de los gobiernos alterar la naturaleza unilateral de la propuesta
Menem y Collor, justificado formalmente por el ob- norteamericana, e impedir que el bloque sub-
jetivo de ampliar la competitividad externa de la regional pudiera venir a ser diluido en el caso de
sub-región, a través de la creación y maximización que el área de libre comercio hemisférico fuera
de ventajas competitivas de las economías de los efectivamente puesta en marcha39.
países miembros. Vizentini califica esa ruptura de [71]
manera incisiva: “Una integración de perfil Paulo Roberto de Almeida analiza los diez
desarrollista fue transformada en un instrumento años de existencia de Mercosur, y sugiere la posi-
de política económica neoliberal”36. bilidad de pensar la trayectoria del bloque a lo lar-
Adicionalmente a la instrumentalización den- go de la década de los noventa en tres etapas, las
tro del proceso de consolidación de la democra- cuales son: a) una fase de transición, prevista en
cia, en los gobiernos Alfonsín y Sarney se el propio Tratado de Asunción, que se cerraría en
destacaron, junto con la planeación de la coope- 1994; b) la conformación de la unión aduanera,
ración bilateral, los siguientes objetivos. Primero, en 1995, que correspondería, en realidad, a una
buscar minimizar la creciente marginalización “segunda transición”, una vez que hayan sido
de América Latina en el sistema internacional a definidos espacios de “tiempo adicional para que
través de la formulación de respuestas diplomáti- fueran completados los requisitos de una zona de
cas comunes a los desafíos externos; segundo, la libre-comercio completo y de una unión aduane-
búsqueda de una complementariedad comercial; ra terminada”40, y c) una fase de crisis política y
tercero, ensayar flujos de desviación comercial, y económica iniciada con la devaluación de la mo-
por último, lograr la cooperación en el ámbito neda brasileña, en enero de 1999, y con amenaza
tecnológico y en proyectos específicos. subsiguiente de dolarización de Argentina (etapa
Con esto lo que buscaba era la creación de de crisis aguda por la dramática deteriorización
mecanismos conjuntos de desarrollo industrial de la situación en Argentina a partir de 2002 y
y tecnológico, siendo pensada la apertura co- por la drástica reducción de los flujos comerciales
mercial de forma gradual y equilibrada37. intrabloque que se continuó).
trató el tema de la construcción del gaseoducto involucró, como ya vimos, la búsqueda de la pró-
entre los dos países; la creación de la Comisión rroga del inicio efectivo de las negociaciones y el
de Vecindad Brasil-Colombia (1994), y la “tenta- avance de los tratados con la Unión Europea.
tiva de involucrar a Chile al proyecto de integra- Pero si la devaluación del real en enero de
ción latinoamericana”41. Respecto a la cuestión 1999 marca el inicio de una etapa de crisis políti-
de Cuba, Franco buscó intensificar las relaciones ca y económica del bloque, las dificultades ya se
[72] entre los dos países y defendió una “política de anunciaban antes, dada la atracción ejercida por
mano extendida y no aislamiento político y eco- el Nafta, especialmente sobre Argentina y Chile,
nómico”. siempre cortejado por el Mercosur y el espectro
Pero, afirmar que el Mercosur a partir de la de la constitución del ALCA. Otros factores tam-
caída de Collor pasa a ser instrumentalizado bién perturbaban el horizonte, obstaculizando la
dentro de las estrategias de inserción internacio- evolución del proceso negociador de la región:
nal más amplias, no quiere decir que fueran la crisis financiera en México (1994), Asia
integralmente rescatables los objetivos definidos (1997) y Rusia (1998), los problemas nacionales
en el momento en que se estrecharon los lazos como el desempleo, la diferencia entre los regí-
entre Brasil y Argentina durante los gobiernos menes cambiables de Argentina y Brasil y la pro-
de Sarney y Alfonsín. La transformación del blo- pia complejidad de la agenda integracionista.
que en una unión aduanera (imperfecta), en Aquí cabe recordar, aunque de manera sucin-
1995, ilustra bien el punto. Si la diplomacia bra- ta, que a lo largo de la década de los noventa
sileña buscaba en la unión aduanera un mecanis- Brasil y Argentina, aún sustentando conjunta-
mo capaz de fortalecer el poder de intercambio mente el proyecto del Mercosur, mantuvieron
del país en las negociaciones hemisféricas, sien- posiciones y estrategias internacionales clara-
do también un elemento clave de la estrategia/ mente divergentes. Esas divergencias pueden ser
ambición brasileña para lograr más autonomía y sintetizadas a grosso modo de la siguiente manera.
una mayor proyección global, al colocar el país La postura de visible alineamiento de Argentina
“en el mapa de los bloques internacionales” in- hacia Estados Unidos, la cual está justificada por
terpretaciones distintas han sido suscitadas. Una la concepción del “realismo periférico” que da-
segunda perspectiva, que no excluye necesaria- ría el soporte para la política externa del gobier-
mente la anterior, involucra la concepción de no Menem, y que puede ser sintetizada por la
que, en un contexto de priorización de apertura celebre mención del canciller argentino Guido
económica, la creación de una unión aduanera di Tella a las “relaciones carnales” que el país cul-
análısıs polítıco nº 49
llega aun a afirmar que la omisión intencional y Argentina, en junio de 2002 Fernando Henrique
la falta de iniciativa de Brasil para la dinamiza- Cardoso convocaba una reunión de ministros
ción de la profundización de la asociación sub- para la creación de un programa de acción capaz
regional se constituyó en el principal factor de “mantener viva la llama” del bloque.
explicativo para los resultados limitados del En el próximo aparte se discutirá de manera
Mercosur44 . Para Mello tal postura era derivada más sistemática la estrategia latinoamericanista
entre otros motivos por el recorte de la autono- adoptada por Brasil en la década de los años no- [73]
mía del Ministerio de Relaciones Exteriores, oca- venta. La estrategia de fomentar una mayor inte-
sionado por la priorización dada a la estabilidad gración entre los países de la región, que de
macroeconómica. igual forma tiene un carácter marcadamente
Las divergencias entre las estrategias de Brasil reactivo, fue pautada por la concepción de que
y Argentina y la propia postura brasileña no deja- los factores y eventos extrarregionales que daban
ban de minar la credibilidad del proyecto forma a la iniciativa brasileña influirían también
integracionista del Cono Sur. En este escenario, la en las percepciones y estrategias de los vecinos,
máxima intensidad de la crisis económica de Ar- generando así incentivos para la cooperación.
gentina a finales de la década y el hecho de que Sin embargo, el protagonismo asumido por Bra-
las autoridades argentinas responsabilizaran a la sil no dejó de despertar en algunos países, espe-
devaluación del real por la crisis dañarían las rela- cialmente en Argentina, un cierto recelo. Según
ciones entre los dos países. Como respuesta, se en- Bernal-Meza, en Argentina, por ejemplo, el pro-
sayaron varias propuestas para “relanzar” el yecto brasileño de creación del Alcsa era visto
Mercosur, es decir para la reconstrucción de su como “una pretensión de convertir Suramérica
sentido estratégico común. Sin embargo, si la cre- en su propio ALCA”45.
dibilidad del proyecto sub-regional muchas veces
estuvo a prueba, asentado como estaba en bases EL PLAN REGIONAL: UN CORTO VER ANO
que se mostraban frágiles cuando eran considera- D E S U R A M É R I C A PA R A B R A S I L
dos otros criterios diferentes a los relacionados A mediados de la década de los noventa, y a
con los flujos comerciales, el colapso de Argenti- juzgar por los discursos del presidente de la Re-
43 Según Aldo Ferrer, cuatro “pecados originales” comprometerían las relaciones entre Argentina y Brasil,
“impidiendo el impulso centrípeto de la geografía y restringiendo la frontera de integración bilateral del
Mercosur y de Suramérica”: la vulnerabilidad externa, el “mal estar social”, las asimetrías en las estrategias
nacionales de desarrollo y la crisis ideológica frente a la globalización (2000, p. 8).
44 Mello, Flavia de Campos. Ob. cit.
45 Bernal-Meza. “As relações entre Argentina, Brasil, Chile e Estados Unidos: política exterior e Mercosul”. En:
Revista Brasileira de Política Internacional, Año 41, Nº 1, 1998, p. 96.
pública y del ministro de Relaciones Exteriores, de un concepto más “operativo” para la actua-
así como por algunos artículos de diplomáticos ción en la región, desde el gobierno Collor se
brasileños, el éxito del Mercosur, la estabiliza- pasó a denunciar la invención del concepto de
ción monetaria interna y la presencia diplomáti- América Latina por Napoleón III, con ocasión
ca en múltiples foros multilaterales, regionales y de su aventura imperial en México, presentando
bilaterales estaban convirtiendo a Brasil en un la concepción de Suramérica como nuestra “ver-
actor internacional “respetado, vigoroso, activo y dadera” circunstancia48.
grandioso”. El éxito de la estrategia de búsqueda Esa transición conceptual fue concluida en el
de “autonomía por la integración” sería evidente gobierno del presidente Itamar Franco, siendo
para esos autores, considerándose, por ejemplo, sintetizada en la breve trayectoria que va de la
el trato privilegiado concedido a Brasil en la cri- llamada Iniciativa Amazónica, anunciada duran-
sis financiera de 1998-1999, la buena acogida de te la VI Reunión Cumbre del Grupo de Río reali-
los gobernantes de Suramérica a la invitación zada en Buenos Aires en diciembre de 1992,
para la reunión cumbre de Brasilia en 2000 y las hasta la propuesta de la creación de un Alcsa, la
declaraciones de apoyo a la candidatura de Bra- cual fue igualmente anunciada durante una re-
sil para miembro permanente del Consejo de Se- unión del Grupo de Río realizada en octubre de
guridad de la ONU. 1993 en Santiago de Chile.
Dejando a un lado las exageraciones retóricas La Iniciativa Amazónica buscaba básicamente
y la autocomplacencia con la que los miembros una mayor aproximación entre los países
análısıs polítıco nº 49
del equipo presidencial exaltaban el buen desem- firmantes del Tratado de Cooperación
peño de la política externa brasileña durante la Amazónica de 1978, específicamente Bolivia,
presidencia de Fernando Henrique Cardoso46, el Brasil, Colombia, Ecuador, Guayana, Perú,
intento brasileño de reducir su inserción interna- Surinam y Venezuela. En términos económicos,
cional a partir del ejercicio de un liderazgo regio- la iniciativa brasileña correspondía a un primer
nal consistente en Suramérica produjo resultados esfuerzo sistemático por complementar la estra-
[74] limitados al final del período considerado (1985- tegia de integración sub-regional representada
2000). Sostener plenamente esta afirmación ob- por el Mercosur. Era urgente reforzar el vector
viamente demandaría muchas más evidencias y norte de integración con países septentrionales
argumentos de lo que es posible suministrar en de Suramérica en un momento en que el Grupo
esta sección, pero como mínimo sirve para iniciar Andino (PIB de US$171 mil millones en 1991) y
un debate sobre los resultados de las iniciativas re- el Grupo de los Tres (México, Colombia y Vene-
gionales de integración económica y sobre el des- zuela) buscaban avanzar en el libre comercio en
empeño de los gobiernos brasileños en los años sus propios espacios sub-regionales frente a los
noventa en el ámbito de la seguridad regional. vientos liberalizantes del comercio mundial.
Antes, sin embargo, es necesario recordar un Además del mercado potencial para las exporta-
poco la racionalidad que llevó al abandono del ciones de los bienes industrializados brasileños,
concepto de “América Latina” a favor del énfasis en el comienzo de la década de los noventa ya se
en la pertenencia suramericana del país. Como observaba que un nuevo ciclo de crecimiento de
otros varios aspectos de la Constitución brasileña la economía brasileña demandaría importacio-
de 1998, el parágrafo único del artículo 4º de los nes y socios para un mejor aprovechamiento del
principios fundamentales47 luego se volvió un in- potencial energético de los países andinos y de la
cómodo síntoma de tercermundismo al ser elimi- frontera norte desde el gas peruano y boliviano
nado según el nuevo énfasis liberal del discurso hasta el petróleo venezolano y ecuatoriano, pa-
diplomático de los años noventa. En la búsqueda sando por el carbón colombiano49.
46 Véase por ejemplo el siguiente texto del entonces canciller Celso Lafer: “El presidente Fernando Henrique
Cardoso (1995-1998), valiéndose de lo que los griegos calificaban de ‘anquinoia’, la agilidad y la rapidez de la
inteligencia le confirió una nueva y más consistente racionalidad al proceso de reorganización de la agenda”.
(Lafer, 2001, p. 115).
47 El artículo dice: “La República Federal de Brasil buscará la integración económica, política, social y cultural de los
pueblos de América Latina, buscando la formación de una comunidad latinoamericana de naciones”.
48 Reis, Fernando Guimarães. “O Brasil e a América Latina”. En: Fonseca Jr., Gelson. Ob. cit.
49 Vizentini, Paulo. “Venezuela e Brasil na Política Internacional: Cooperação Bilateral e Inserção Mundial”. En:
Contexto Internacional, Vol. 18, Nº 1, 1996, pp. 121-141.
coyuntura
La segunda motivación básica de la Iniciativa ciativa de las Américas del presidente norteame-
Amazónica de 1992 fue más directamente políti- ricano George Bush y el Nafta ejercían una fuer-
ca en la medida en que la coordinación de las te atracción sobre los países importantes de la
posiciones sobre la Cuenca Amazónica (7,2 mi- región, principalmente Argentina e igualmente
llones de km2) en la Conferencia de las Naciones Chile y Colombia y otros mercados potenciales
Unidas para el Medio Ambiente (ECO-92) se im- cuyo aprovechamiento dependía de una política
ponía como necesidad, ya que Brasil abarca el activa desde Brasilia. Dando a México como per-
60% de los ecosistemas amazónicos, siendo dis- dido, al menos temporalmente en función de su
tribuido el restante entre ocho países de la re- adhesión al Nafta, la operacionalización de un
gión. Esta iniciativa fue sustituida al año nuevo concepto de pertenencia suramericana a
siguiente por la propuesta de la constitución del través del Alcsa permitiría a Brasil profundizar
Alcsa. La Iniciativa Amazónica tuvo por lo menos los lazos con Argentina, en el vector sur, y con
dos consecuencias positivas a lo largo de la déca- Venezuela en el vector norte, en una maniobra
da de los noventa. En primer lugar, se crearon de consolidación regional concebida por la di-
condiciones para la formulación de varios pro- plomacia brasileña para garantizar una “reserva
yectos de integración física con los países veci- de autonomía” al país.
nos, los cuales aún hoy estructuran la política Entre tanto, diversos tipos de problemas com-
territorial brasileña en la región norte. En segun- prometerían casi de salida la viabilidad de la pro-
do lugar, se rescató el Tratado de Cooperación puesta. El propio anuncio del Alcsa, en la
análısıs polítıco nº 49
Amazónica del limbo, finalizado en 1998 en su reunión del Grupo de Río, hecho sin previa con-
transformación en organización con personali- sulta a los miembros del Mercosur, en un mo-
dad jurídica internacional y una secretaría per- mento en que el bloque ya negociaba su
manente con sede en Brasilia50. transformación en una unión aduanera a partir
En el caso del Alcsa, la propuesta brasileña de enero de 1995, irritó a los países miembros
preveía la convergencia paulatina de los países sub-regionales y llevó a Uruguay a forzar la sus-
involucrados en acuerdos sub-regionales del pensión de las negociaciones sobre la Tarifa Ex- [75]
Mercosur, Iniciativa Amazónica, Pacto Andino y terna Común (TEC). Sin embargo, las
negociaciones bilaterales (especialmente Chile) incertidumbres en cuanto a la forma de inser-
en la dirección de una zona de libre comercio ción de los demás países de la Aladi fueron
plena en un plazo de diez años. Según Flavia Me- eventualmente superadas y los países miembros
llo51 , cuando el canciller Celso Amorim formali- del Mercosur estuvieron de acuerdo con la pro-
zó la propuesta de la creación del Alcsa en la puesta brasileña de establecer las preferencias de
reunión del Consejo de Ministros de la Asocia- tarifación en bloque. Pero el “unilateralismo de
ción Latinoamericana del Desarrollo e Integra- la iniciativa brasileña ya demostraba que la nueva
ción (Aladi), en febrero de 1994, quedó prioridad conferida al objetivo de la expansión
definido que las negociaciones serían conduci- de sus relaciones con Suramérica colocaría en se-
das en el ámbito de la Aladi y que la reducción gundo plano el objetivo de garantizar la cohe-
de tarifas serían lineal, automática y progresiva, sión del agrupamiento sub-regional ya
debiendo abarcar cerca del 80% del comercio formado”52.
intrarregional, aunque pudiese dar un ritmo di- En vez de profundizar y robustecer sus socie-
ferenciado dependiendo de los niveles de desa- dades en la región, Brasilia intentó superar la
rrollo y de las particularidades de los inseguridad de los países vecinos en relación
intercambios de los países involucrados. con su unilateralismo a través de un discurso di-
Desde el punto de vista del gobierno brasile- plomático sobre la “iniciativa sin pretensiones
ño, la propuesta de la creación del Alcsa era una de liderazgo por parte de Brasil”, cuestión que
respuesta directa a la percepción de que la Ini- sobrepasa los dos mandatos del presidente Fer-
50 Ministerio de Relaciones Exteriores. Informação Nº 453: Assinado Protocolo de Emenda ao Tratado de Cooperação
Amazônica (TCA). Brasilia: MRE, 1998.; Montenegro, Manuel. “Política externa e cooperação amazônica: a
negociação do Tratado de Cooperação Amazônica”. En: Albuquerque, J. A. Guillon. Ob. cit.
51 Mello, Flavia de Campos. Regionalismo e Inserção Internacional: continuidade e transformação da política externa brasileira
nos anos 90. Tesis de doctorado en Ciencia Política, USP, São Paulo, 2000, pp. 135-143.
52 Ídem.
nando Henrique Cardoso. Sin embargo, el país altas para un país desarrollado y déficit comer-
no pudo disipar los viejos fantasmas del “sub- ciales de centenas de billones de dólares al
imperialismo” brasileño, al no lograr ejercer de año, Washington poco a poco logró neutralizar
hecho un liderazgo percibido como necesario la iniciativa suramericana de Brasil. Como se-
por buena parte de los gobiernos y pueblos de mejante atracción era ejercida por la Unión
la región. Obviamente, esto no es suficiente Europea, estrategias “individualizadas” de ne-
para explicar el fracaso y el rápido abandono gociación en múltiples arreglos liberalizantes,
por parte del Brasil en la propuesta de la consti- tales como las practicadas por México y Chile,
tución del Alcsa; se trata de un problema real empezaron a parecer más exitosas que el alinea-
en las relaciones con los países vecinos, vicios miento de Argentina, el bolivarismo pragmático
siempre transformados en virtud por la diplo- de Brasil o, más al final del período, el boliva-
macia brasileña a través de su valorización del rismo ideológico de Venezuela. Las dificultades
“mantenimiento de los grados de libertad” deri- en la negociación en bloque entre el Mercosur
vados de la baja institucionalización de los arre- y la Comunidad Andina entre 1995 y 1999
glos cooperativos y de la no adhesión en configuran un dramático contraste con la rapi-
situaciones conflictivas53. dez –menos de dos meses– con que Brasil nego-
Tal vez la percepción de este tipo de proble- ció su propio acuerdo con la Comunidad Andina
mas hubiera sido menos difícil en 1994-1995, en 1999, reforzando ejemplos anteriores como
cuando la elección del presidente Fernando el de la propia Argentina, que en 1997 decidió
análısıs polítıco nº 49
Henrique Cardoso por una amplia coalición de renegociar individualmente sus preferencias
centroderecha y el éxito inicial del programa de tarifales con México54.
estabilización monetaria basado en el ancla de En este sentido no fue sólo el Mercosur el
cambios garantizaban un crecimiento económi- que se vio crecientemente debilitado como me-
co para Brasil y volvían atractivo el Mercosur a canismo de coordinación sub-regional de políti-
pesar de las dificultades en el relacionamiento cas de integración económica y liberalización
[76] político con la Argentina de Menem. De he- comercial en los últimos años de la década de los
cho, para los objetivos finales de constitución noventa, sino todos los acuerdos de ese tipo en
plena del Alcsa hasta el año 2005 parecerían el continente (Mercosur, Comunidad Andina,
indicadores promisorios tanto en la disposi- Grupo de los Tres, Mercado Común Centro
ción manifestada por Bolivia y por Chile de Americano, Caricom y específicamente, el pro-
asociarse al Mercosur, cuanto a los primeros pio Nafta)55 .
ensayos de aproximación entre Mercosur y la Es obvio que además de la tardía opción bra-
Unión Europea. sileña por la acción individual y de la creciente
Así, la explicación más elemental para el asertividad de Estados Unidos en su intento de
abandono de cualquier referencia al área de li- “disciplinar” el hemisferio, un tercer elemento
bre comercio suramericano en el discurso di- importante en la desconstitución –al menos
plomático brasileño después de 1995-1996 temporaria– de Suramérica como actor interna-
involucra de un lado la selección tácita del go- cional importante bajo el liderazgo de Brasil, fue
bierno brasileño por negociaciones que serían la profunda crisis económica y social que se pro-
bilaterales y, de otro lado, los despliegues del pagó a partir de las crisis financieras de 1997-
anuncio hecho por el gobierno de Clinton en la 1999, colocando en jaque los modelos de
Reunión de la Cumbre Hemisférica, realizada estabilización monetaria sin crecimiento sosteni-
en Miami en diciembre de 1994, de que los Es- do de la renta per cápita y del PIB en la región.
tados Unidos pretendían profundizar las nego- La crisis inicialmente fue más grave en la región
ciaciones para la creación del ALCA hasta 2005. andina y en Centroamérica, pero más adelante
Con una diplomacia agresiva, la fuerza atrayen- todos los países latinoamericanos al final de la
te de una economía que con unas tasas bastante década fueron afectados fuertemente, e incluso
análısıs polítıco nº 49
macroeconómica. En ese sentido, la primera cum- compromisos pragmáticos con los países veci-
bre presidencial de la historia de Suramérica po- nos. La agenda de seguridad, por ejemplo, cada
dría formar parte de una estrategia de ampliación y vez más marcada por la regionalización de hecho
profundización de la integración económica en el del conflicto colombiano y por la presión de Es-
plan regional, pero, como el enfoque de la re- tados Unidos para la aseguración integrada del
unión fue predominantemente político, centrado combate al narcotráfico, terrorismo, insurgen-
en el tema de la democracia y del diálogo regional, cias y crimen organizado, enfrentó una ausen- [77]
su saldo más concreto y duradero fue la discusión cia de políticas brasileñas para la defensa
de los proyectos de integración física entre los paí- nacional mínimamente integrada y consistente
ses de la región, que necesitarían de “inversiones” con el mantenimiento de la capacidad de com-
de 12 mil millones de dólares según un estudio de bate de sus fuerzas armadas, reduciendo la im-
1995 efectuado por el Banco Interamericano de portancia de Brasil en las situaciones en que no
Desarrollo (BID)57. Síntoma de los tiempos y de las podría ser apenas el facilitador de un proceso
selecciones realizadas en la década de los noventa, de paz ya puesto en marcha, como en el caso
la Cumbre de Suramérica fue marcada por la reite- del conflicto entre Perú y Ecuador en 1995-
ración de que Brasil no pretendía ejercer el 199859.
56 Carrillo, Fernando Floréz (editor). Democracia en Déficit: Gobernalidad y Desarrollo en América Latina y el Caribe.
Washington-D.C: BID, 2001.
57 Según Messias (1999, pp. 7-8), de esta agenda hacían parte otros proyectos, la “estandarización de las nueve
conexiones ferroviarias ya existentes (Argentina-Chile, Argentina-Bolivia, Argentina-Paraguay, Argentina-Brasil,
Argentina-Uruguay, Uruguay-Brasil, Brasil-Bolivia, Bolivia-Chile y Bolivia-Perú), la conclusión de la carretera del
Mercorsur entre São Paulo y Buenos Aires, la construcción de un túnel ferroviario de mediana altitud entre
Mendoza y Santiago, la conexión carretera-ferrovía entre Santos y Antofagasta, la hidrovía Paraguay-Paraná, la
conexión por carretera entre Rio Branco en Acre y el puerto de Ilo en Perú, el eje fluvial entre Manaus y Quito
involucrando los ríos Solimoes y Putumayo, y el mantenimiento de la carretera (ya concluida) entre Manaus y
Caracas”.
58 Sobre las relaciones entre Estados Unidos y Brasil véanse Ricupero, 1995, y Lima & Hirst, 1997.
59 Sobre el papel de Brasil en la mediación del acuerdo de paz que clausuró la guerra de Cenepa, véase Herz &
Nogueira, 2001. Una crítica sobre la pasividad de la posición brasileña ante el conflicto en Colombia está
planteada en Cepik, 2002. Para una evaluación crítica sistemática de la política de defensa de Brasil, véase Proenca
Jr. & Diniz, 1998. Para una discusión más amplia de la nueva agenda de seguridad en América Latina post Guerra
Fría, particularmente para una evaluación sobre la fragilidad analítica y moral de la ilusión institucionalista liberal
sobre la posibilidad de solución de problemas exclusivamente a través de la adhesión a los regímenes
internacionales tales como el Tratado de No Proliferación (TNP) y el Régimen de Control de Tecnología de
Mísiles (MTCR), véanse Hurrel, 1998, y Desch, 1998.
Así, si la capacidad efectiva de Brasil para ejer- noventa el neo-panamericanismo corporificado
cer un mayor protagonismo regional acabó mos- por el Nafta y por el ALCA suscitó respuestas
trándose más limitada de lo idealizado, las más positivas y constantes entre los latinoameri-
estrategias de integración sub-regional y canos que las iniciativas originadas en el sur, in-
suramericana capitaneadas por el país, punto equívocamente capitaneadas por Brasil. En este
central de su política externa y simultáneamente sentido la baja repercusión regional del
elemento catalizador y producto esperado del “chavismo” apenas ilustra el punto.
liderazgo regional articulado, tampoco parecen Se observa, sin embargo, que por cautela y
haber alcanzado el éxito esperado. prevención en cuanto a la imagen/estigma de
Brasil como outsider, o como “medio-hermano”, o
DEL GOBIERNO DE FERNANDO HENRIQUE para no evocar los temores del “subimpe-
CARDOSO AL GOBIERNO DE LULA rialismo” que el país suscitaba en los vecinos en
Si el bolivarismo de los antiguos, como vimos décadas anteriores, las autoridades brasileñas
en la introducción de este ensayo, a pesar de ma- siempre fueron discretas y evitaron apropiarse
nifestar la “protección” externa de una gran po- del poder de agregación simbólica de héroes aje-
tencia, guarda un cierto paralelo con la “libertad nos, eludiendo acentuar el sesgo bolivarista de
de los antiguos”, como fue definida por sus estrategias. El gobierno ecuatoriano, sin em-
Benjamin Constant en el sentido de una partici- bargo, demostró no necesitar de tanta cautela al
pación más significativa de los individuos (o Esta- convocar para el día 26 de julio de 2002 a una
análısıs polítıco nº 49
dos, para ajustar la metáfora a nuestro análisis) cumbre, la segunda, de los presidentes
en la gestión cotidiana de los asuntos comunes, suramericanos.
las discusiones precedentes parecen señalar que La llamada Cumbre de Guayaquil, convocada
la resurgencia o profundización de los proyectos para que la CAN y el Mercosur intentaran supe-
integracionistas en América Latina en la década rar los impasses de su proceso de acercamiento,
de los noventa ocurrió bajo la égida del se realizaría en el mismo día y en la misma ciu-
[78] pragmatismo. El bolivarismo pregonado por el dad en que, 180 años antes, se encontraran por
presidente venezolano Hugo Chávez, de sesgo única vez los libertadores Simón Bolivar y José de
fuertemente ideológico y anti-estadounidense, San Martín. CAN y Mercosur deberían, según el
permaneció aislado. Sin embargo, es importante ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador,
recordar aquí que la Iniciativa para las Américas “competir juntos, según los ideales de unión y li-
de George Bush, que inicialmente encontró fuer- bertad que propugnaron Bolívar y San Martín”.
te resistencia aun dentro de Estados Unidos, en Tal iniciativa, al accionar mecanismos simbólicos
función del impacto interno fragmentador del mucho más amplios y significativos que aquellos
proceso de ratificación del Nafta, fue acogida instrumentalizados por Venezuela, guarda una
con entusiasmo por los países latinoamericanos, ironía tal vez reveladora, que resalta el sesgo re-
con excepción apenas de Cuba, México, ya in- tórico de la propuesta, una vez que parte de un
cluido por el Nafta, y Brasil60. país adoptó la dolarización en su economía. Si el
Si al inicio del siglo XXI el destino del bolivarismo ideológico de Chávez y el retórico
bolivarismo “pragmático” de los modernos tal del Ecuador se muestran tan débiles, réstanos
vez parezca similar al bolivarismo utópico de los cuestionar el supuesto pragmatismo de las inicia-
antiguos, sea cual fuera la fragmentación y la tivas brasileñas, que a lo largo de la década de
prevalencia de los intereses particulares, desde los noventa se mostraron incapaces de eviden-
otro ángulo –rescatando la necesidad de analizar ciar e instrumentalizar la solidaridad regional y
las relaciones entre Brasil y América Latina siem- de servir de contrapunto efectivo al neo-
pre en contrapunto con las estrategias/intereses panamericanismo61.
norteamericanos, o sea, como relaciones triangu- Al inicio del siglo XXI, la política brasileña
lares–, parece correcto observar que en los años para América Latina parecía demandar aún de
60 Albuquerque, José Augusto G. “A Alca na política externa brasileira”. En: Política Externa, Vol.10, Nº 2, 2001, pp. 7-
20.
61 Al respecto de la categorización utilizada en este ensayo de los regionalismos probados en el continente, vale
recordar que algunos autores utilizan terminologías similares al tratar de las mismas cuestiones: Vázques (2000)
utiliza los términos “neo-bolivarismo” y “neo-panamericanismo”, y Souto Maior (1996) se refiere a dos vertientes
del regionalismo continental: la vertiente latinoamericanista y la panamericanista.
coyuntura
una profunda revisión, no sólo en función de la no denotara un objetivo de adoptar una postura
limitación de sus realizaciones y de sus debilida- de menos protagonismo regional, pero parece-
des intrínsecas, sino también y decisivamente ría señalizar la incorporación de una actitud
porque el contexto internacional cambió pro- más realista, puesto que lo que era
fundamente después de los atentados terroristas pragmatismo según la óptica brasileña demos-
en Estados Unidos, en septiembre de 2001, de tró no haber encontrado en la región el respal-
la campaña global antiterrorista que se originó do esperado. Esa nueva postura pareció ser
y de los efectos de la recesión y de la exacerba- confirmada por aquello que Albuquerque consi-
ción del proteccionismo en los países más desa- deró el “mayor cambio ocurrido en nuestra po-
rrollados. lítica externa en los últimos veinte años”62, cual
Animados por su nueva “misión global”, los sea, la disolución de la posición voluntariosa y
Estados Unidos de Bush hijo parecen haber per- presuntuosa acerca de la integración
dido el pudor de demostrar el unilateralismo de hemisférica, según la cual, en la ya célebre frase
sus iniciativas, no adhiriendo al Protocolo de de Celso Lafer, el Mercosur sería un destino, al
Kyoto, rompiendo el Tratado de Misiles Anti- paso que el ALCA sería apenas una opción. Ese
Balísticos y acentuando el proteccionismo de su cambio, oficializado por la intervención del pre-
economía, por ejemplo a través de la creación de sidente Cardoso en la III Cumbre de las Améri-
salvaguardas que restringen la importación de cas, realizada en Quebec en abril de 2001, sería
acero, por la adopción de una nueva legislación de abandono de una postura de descalificación
análısıs polítıco nº 49
que amplía de manera significativa los subsidios y veto en relación con el ALCA, con la adop-
a la agricultura y por la restrictísima autorización ción de una “posición de participación
TPA dada por su Congreso para que el presiden- conflictiva”, la cual sería el resultado de un
te norteamericano pueda firmar acuerdos co- cambio en las percepciones de los propios acto-
merciales internacionales. Si la exacerbación del res nacionales. El cambio sería derivado, tam-
proteccionismo de Estados Unidos presenta gran bién, de la idea de que el ALCA:
reverberación en el comercio mundial, cuando [79]
poco por el ejemplo y por la disparidad con su ...de patito feo y candidato a “último colocado” de
tradicional discurso libre-cambista, la nueva co- los ejercicios de negociaciones en que Brasil se vio
yuntura parece traer renovados (y ambiguos) involucrado en los últimos veinte años –GATT/
alientos a la estrategia bolivarista brasileña. OMC, Mercosur, Mercosur/EU, Mercosur/socios
En mayo de 2002, Fernando Henrique de la Aladi– se reveló lo único que restaba sobre la
Cardoso declaraba en la apertura de un encuen- mesa. Entre 2000 y 2001 la ronda del milenio
tro de la Integración de la Infraestructura Regio- abortó, el Mercosur pasó a marcar paso sin retro-
nal de Suramérica (IRSA), foro que reunía ceder, las negociaciones con la Comunidad Andina
empresarios y representantes de los gobiernos de se congelaron por falta de consenso entre los
12 países suramericanos para discutir la integra- miembros del Mercosur y, con la EU, hasta recien-
ción de la infraestructura regional: “Existe una temente por falta de flexibilidad en la cuestión de
cierta revivencia de tendencias proteccionistas y la Política Agrícola Común63.
debemos responder a ellas con una intensi-
ficación de la interrelación de nuestra propia re- En el cambio de siglo, estaban debilitadas las ver-
gión”. El tono, sin embargo, era bien menos tientes latinoamericanistas del regionalismo conti-
ambicioso que en pronunciamientos anteriores: nental, y la pieza clave de la estrategia brasileña, el
“Tal vez hoy sea más fácil aciertos (sic) que se re- Mercosur, dado el “deterioro de sus instrumentos y
lacionen con la integración física que los trata- de su imagen”, afrontaba la perspectiva de caer len-
dos comerciales, que son tan complejos”. tamente en la irrelevancia, en un proceso de
Esta postura más cautelosa (o desilusiona- “aladificación” del bloque como fue denominado
da), que contrastaba tan fuertemente con la por Félix Peña, o de disolverse ante la eventual
afirmación del canciller brasileño en 1994, de conformación de la integración hemisférica. Aun-
que “estamos condenados a la grandeza”, tal vez que desde una perspectiva más amplia que las es-
64 Ricupero, Rubens. “O Brasil, a América Latina e os EUA desde 1930: 60 anos de uma relação triangular”. En:
Ricupero, Rubens. Visões do Brasil. Ensaios sobre a história e a inserção internacional do Brasil. Rio de Janeiro: Record,
1995, pp. 325-357.
65 A mediados de 2002, el canciller mexicano Jorge Castañeda definió la política externa de su país como
“bilateralismo multilateral”. Es de observar, sin embargo, que si el gobierno de Vicente Fox, ex presidente de
Coca-Cola en México, que después de 70 años alejó del poder el Partido Revolucionario Institucional (PRI), pasa
a reconocer oficialmente a los Estados Unidos como potencia hegemónica, parece clara la línea de continuidad
en la política externa mexicana por lo menos desde el inicio de la década de los noventa Folha de São Paulo, 29 de
junio de 2002, p. A4).
66 Cf. Partido de los Trabajadores, Programa de Gobierno de Coalición Lula Presidente: política externa para la
integración regional y la negociación global. São Paulo, 2002.
67 En los dos viajes internacionales como futuro presidente del Estado de Brasil, realizados en diciembre de 2002,
Lula visitó Argentina, Chile, Estados Unidos y México. Sobre el papel de Argentina y de Mercosur, véase Luiz
Inácio Lula da Silva, “La opción por Argentina”. Folha de São Paulo, 26 de septiembre de 2002.
coyuntura
gran tema de la campaña electoral de ese año, el En el plano externo, los retos del presidente
de la excesiva vulnerabilidad externa de la econo- Lula serán sobre todo económicos, al menos en
mía brasileña producida por la política del cam- el primer año de gobierno. La evasión de capi-
bio y por las crisis financieras internacionales de tales y la fuerte devaluación de la moneda brasi-
los últimos años. leña (Real) en el segundo semestre de 2002,
Existe de hecho una clara vinculación entre la apenas en parte fueron causadas por incerti-
política externa y los compromisos asumidos por dumbres asociadas al proceso electoral y por el
el presidente Lula con relación a un proyecto na- temor a los compromisos reales de Lula con la
cional de desarrollo económico que sea sostenible disciplina fiscal y la política de cambio fluc-
del punto de vista social y ecológico. Un tipo de tuante. Como observaron varios analistas, des-
desarrollo capaz no sólo de retomar el crecimien- pués de la elección de Lula la moneda brasileña
to del PIB, de la renta per cápita y de la tasa de se valorizó casi el 10%, el riesgo Brasil se redujo
productividad, sino también de reducir las enor- a una cifra de 1.700 puntos, el precio de las ac-
mes desigualdades regionales y sociales del país. ciones subió 6% y los títulos brasileños (Brazilian
Comprendidas como parte de los compromi- C-Bonds) generaron un retorno total de 23%,
sos políticos que le permitirían vencer las eleccio- alejando los temores de que el país pudiera en-
nes, las dos directrices de la política exterior del trar en la lista de los morosos.
gobierno Lula demandarán una gran capacidad Sin embargo, las nuevas expectativas positivas
para superar importantes obstáculos económicos sobre el desempeño macroeconómico de Brasil
análısıs polítıco nº 49
y políticos, tanto internos como externos. en 2003 todavía son apenas expectativas. Con
En el plan interno, ante todo, el nuevo go- una deuda pública superior a los 260 mil millo-
bierno necesitará consolidar una base de nes de dólares (55% del PIB) siendo alimentada
sustentación amplia en el Congreso Nacional y por tasas de intereses de casi 20% al año, la gran
en los Estados, la mayoría de los cuales serán go- vulnerabilidad externa de la economía brasileña
bernados por partidos de oposición, sin perder exigirá una política fiscal muy agresiva del go-
el apoyo de sus bases sociales más tradicionales, bierno Lula durante el primer año, con vistas a [81]
enraizadas en la sociedad civil organizada del desarmar el círculo vicioso de inflación alta, inte-
campo y de las grandes ciudades y medianas del reses altos, más deuda y más déficit en la balanza
país; la consolidación de la base de apoyo en el de pagos. Fue por eso que los principales econo-
Congreso Nacional es importante también para mistas y líderes políticos del nuevo gobierno
la política externa, pues durante el próximo anunciaron que tal coherencia fiscal puede exi-
mandato serán tomadas las decisiones más difíci- gir cortes selectivos de gastos para obtener un su-
les en términos de acuerdos comerciales (ALCA perávit primario aún mayor de lo que fue
y OMC), y el presidente Lula ha declarado que acordado con el FMI, en caso de que la política
pretende involucrar mucho más al Parlamento, monetaria tenga que ser más apretada en fun-
Itamaraty (como es conocido el Ministerio de ción de nuevos choques externos o por un des-
Relaciones Exteriores) y la sociedad brasileña en empeño por debajo de lo esperado en la balanza
esas decisiones, contrariando la tendencia del comercial y en la cuenta de capital69.
gobierno anterior de privilegiar la llamada “di- Dados los retos políticos internos para conso-
plomacia presidencial”68. lidar un verdadero pacto social, pero también de
68 Entrevista: Luis Inácio Lula da Silva y José Serra y la Futura Política Externa Brasileña. In: Política Externa, vol.
11, Nº 2, noviembre de 2002, pp. 5-11.
69 El PIB brasileño en 2001 era de US$503,9 mil millones. Las proyecciones medias de 62 bancos internacionales
sobre 31 variables macroeconómicas brasileñas para 2003 señalan un crecimiento del PIB de 1,94% (algunos
analistas llegan a proyectar 3,5%), un resultado fiscal primario de 3,82% del PIB, intereses medios de 19,41% al
año, un saldo positivo del balance comercial de US$11,78 mil millones, con reducción del déficit en las
transacciones corrientes de US$11,29 mil millones (2002) para apenas US$7,71 mil millones (2003), un tercio
del valor observado en 2001. Inversiones directas externas calculadas en US$12,74 mil millones, un valor US$5
mil millones superior al déficit de las transacciones corrientes, lo que implica amortiguación de lo principal de la
deuda externa o un aumento en las reservas cambiales, calculadas para US$36,52 mil millones en diciembre de
2003. La tasa media de cambio para el dólar fue prevista en R$3,49 al año. Considerando que parte de la deuda
pública brasileña está corregida en dólares, las altas tasas de interés y el real devaluado aún dificultarán un
retroceso en el riesgo de Brasil para una cifra considerada “realista” de 800 a 900 puntos arriba de los US
Treasuries. Véase www.febraban.com.br/des_projecoes.asp
restricciones económicas en el área externa, la nas, para finalizar, expresar el temor de que tales
agenda internacional del gobierno Lula deberá despliegues puedan volver adecuado el rescate
orientarse por la necesidad de amplios ajustes y de una expresión dicha por Simón Bolívar para
por una lógica de construcción de posibilidades. denominar la fugaz “primera república” venezo-
En el caso de las relaciones con América Latina, lana: Patria Boba. Si hasta la primera tentativa de
la llamada “opción por Argentina”, la compleji- liberación del yugo colonial podría ser denomi-
dad del conflicto colombiano, su centralidad nada de boba por Bolívar, que forjó ideales más
para la seguridad en la región andina y ama- ambiciosos, también Benjamin Constant, un re-
zónica, así como los retos colocados por las di- conocido apologista del liberalismo (y que una
versas negociaciones en torno del ALCA y de la vez llamó a Bolívar “usurpador mantenido en el
integración entre Mercosur y CAN, es indudable poder a hierro y fuego”), alertaba a sus lectores/
que el gobierno buscará un mayor protagonismo oyentes, en el célebre ensayo ya mencionado, en
en la región intentando equilibrar relativamente cuanto a un peligro similar: “El peligro de la li-
la agenda de los Estados Unidos sin los arrebatos bertad moderna está en que, absorbidos por el
retóricos del presidente Cardoso70. gozo de la independencia privada y en la búsque-
da de intereses particulares, renunciemos dema-
CONSIDER ACIONES FINALES siado fácilmente a nuestro derecho de participar
No parece pertinente especular aquí sobre los del poder político”71.
despliegues futuros de este intrincado y volátil
análısıs polítıco nº 49
[82]
70 Entrevista en la Secretaría de Relaciones Internacionales del PT, São Paulo, 8 de octubre de 2002.
71 Constant, Benjamín. “Da liberdade dos antigos comparada à dos modernos”. Filosofia Política, Nº 2, 1985,
pp. 9-25.
debate
¿Sujeción de la
moral a la ley?
Comentarios al artículo de
Antanas Mockus
y Jimmy Corzo
e n e l a rt í c u l o d e m o c k u s y c o r z o ,
aparecido en el número 48 de esta revista, los au-
tores analizan la relación entre ley, moral y cultu-
ra. Aquí me propongo, ante todo, comentar la
definición problemática de moral que emplean
los autores citados, y las consecuencias que de
83-86
allí se derivan.
nº 49
En primer lugar, los autores diferencian en-
págs.
tre leyes y cultura en términos de la formali-
polítıco
análısıs2003:
dad o informalidad de sus reglas, siendo la ley
un conjunto de reglas formales, mientras que
cualquier instancia crítica de las leyes, tanto des- encontrar aceptación por todos los implicados
de el punto de vista personal como social. La en una situación ideal de discusión. Una moral
persona debe en consecuencia plegarse a las le- prescriptiva, universalizable, está justificada por-
yes, aun a aquellas que considere repugnantes, que no plantea privilegios o beneficios individua-
como las leyes que autorizan la pena de muerte. les, sino formas de actuar que deberían ser
En segundo lugar queda el problema de a qué aceptables por todos, usando los términos de
[84] puede apelar la ley para exigir su cumplimiento. Habermas. Si la ley se basa en este tipo de princi-
La respuesta es: a la sanción externa, es decir, al pios, la aceptación de la ley es un derivado de la
castigo por su incumplimiento. Pero suponer aceptación de los principios morales. En este
que todas las personas se mueven por las sancio- caso, la persona moral, o autónoma en términos
nes externas, y son por tanto controlables desde de Kant, será la más dispuesta a cumplir las leyes
el exterior, es desconocer el sentido de autono- si ellas pasan la prueba de la universalidad. La
mía como un logro de la persona. Los datos de persona moral asume una posición crítica frente
Mockus y Corzo, por otro lado, muestran la fuer- a las leyes, no frente a la ley en general, en lugar
za de las sanciones internas: la pena y la culpa de la posición acrítica que proponen Mockus y
parecen más fuertes que las externas. Se podría Corzo. El sujeto moral realiza un acto de “asenti-
argüir que para aquellos que no se mueven por miento reflexivo”6 frente a lo moral y a las leyes.
las sanciones externas la ley podría apelar a su De este asentimiento reflexivo se deriva en parte
carácter de facilitador de la convivencia para exi- la fuerza de las normas morales: no se puede
gir su cumplimiento, pero en este caso estaría- aceptar algo como universalizable y luego actuar
mos recurriendo a un principio moral que en contra de ese juicio sin caer en contradiccio-
creemos que debe ser compartido, el cual ya se nes con uno mismo y experimentar pena y culpa.
rechazó por definición a partir de la noción de Este tipo de sanción interna es lo que diferencia
moral. las normas morales de las legales en opinión de
análısıs polítıco nº 49
edad temprana, distinguen el dominio moral del es problemática porque no es lo mismo, por
convencional (lo cultural y lo legal) y consideran ejemplo, el que está dispuesto a desobedecer la
que lo moral debe valer para todo el mundo y ley por conveniencia o pragmatismo que el que
sus prescripciones no pueden ser cambiadas por dice desobedecerla por razones de conciencia, y
la voluntad de alguien. Adicionalmente, conside- ambos están en el mismo extremo del factor. De
ran más graves las violaciones a las normas mora- acuerdo con la noción de moral manejada por
les que a las convencionales. Estas creencias se los autores, ambos serían relativistas morales, [85]
mantienen similares de la infancia a la vida adul- mientras que en una perspectiva universalista de
ta, tal como lo han mostrado repetidamente las la moral los primeros son simplemente pragmáti-
investigaciones de Turiel9. cos, mientras que los segundos probablemente
Por otra parte, los estudios del desarrollo del aplican juicios morales.
juicio moral realizados por Kohlberg10 mues- Sin embargo, uno de los resultados más inte-
tran una tendencia evolutiva hacia juicios más resantes es la clasificación de los sujetos en tres
prescriptivos y universalizables. Es decir, los su- grupos: anómicos, cuasi-cumplidos y cumplidos.
jetos moralmente más maduros son aquellos Los primeros representan un preocupante 35%,
que presentan juicios más prescriptivos y en tanto que los cumplidos representan el 29% y
universalizables. Aunque podría pensarse que los cuasi-cumplidos el 36%. Los cumplidos, el
éste es un efecto de definición y que Kohlberg modelo ideal para Mockus y Corzo, reportan que
consideró como más evolucionadas las etapas siempre cumplen los acuerdos, mientras que los
en las que se presentaban los juicios de este cuasi-cumplidos afirman que lo hacen casi siem-
tipo, lo cual efectivamente hizo, es notorio que pre y los anómicos casi nunca. El segundo grupo,
los sujetos que estudió longitudinalmente avan- el de los cuasi-cumplidos, deja la duda acerca de
zaron hacia juicios más universales. El si son menos cumplidos, o más veraces que los
relativismo moral es, según Kohlberg11, una eta- cumplidos, pero en cualquier caso, es de nuevo
pa de transición hacia juicios universalizables, un grupo demasiado heterogéneo ya que como
van desde miedo al castigo y razones pragmáti- ral prima sobre lo legal y la ley sobre la costum-
cas, hasta razones basadas en una noción univer- bre. Estos hallazgos coinciden con los estudios
sal de justicia y en su conciencia moral. sobre desarrollo moral, en los que éste es mayor
Reinterpretando los datos de los cuasi-cumpli- mientras más alto sea el nivel educativo y tam-
dos, en este grupo algunos pueden desacatar a bién más elevado en las clases sociales media y
veces la ley por razones morales universalizables, alta. Sin embargo, Mockus y Corzo, en una pro-
[86] mientras que otros lo hacen por razones pragmá- puesta contraevidente, pero coincidente con su
ticas o de conveniencia. Tanto los cumplidos concepción de moral, señalan que lo ideal se
como los cuasi-cumplidos, a diferencia de los ubica en el cuadrante inferior derecho donde la
anómicos, experimentan emociones morales, de ley prima sobre la cultura y sobre lo moral. En
pena y culpa por sus incumplimientos. sus palabras: “El cuadrante inferior derecho co-
El grupo de los cuasi-cumplidos, sin embar- rrespondería a una cultura democrática que im-
go, es problemático según Mockus y Corzo, pro- plica aprender a poner la ley por encima de la
bablemente porque no presenta el acatamiento cultura y la moral”14. En conclusión, Mockus y
irrestricto de la ley que ellos proponen. Por Corzo se ven presos de un relativismo moral
otra parte, este grupo, según sus datos, presenta con todas sus consecuencias. Sin embargo, una
problemas para la convivencia, ya que “implica noción de moral como algo universalmente
algo más de violencia que el cumplimiento”13. prescriptivo permite demandar acuerdos
Sin embargo, en el cuadro suministrado por los vinculantes para los miembros de una sociedad,
autores no se ve esa relación, aunque dicho cua- de tal manera que lo que se debe promover es
dro es poco claro. Por otra parte, es posible que el desarrollo moral para lograr un acatamiento
entre los cuasi-cumplidos, aquellos con un ma- de la ley.
yor nivel de desarrollo moral, hayan reportado
F E C H A D E R E C E P C I Ó N : 0 1 /0 6 /2 0 0 3
mayor dificultad para llegar a acuerdos, o para F E C H A D E A P R O B A C I Ó N : 1 0 /0 7 /2 0 0 3
Rodolfo Masías Núñez lo menos para muchos de nosotros biofísico” de Lynn McDonald, y
Profesor asociado, Departamento de Ciencia y nosotras, es un camino sin retor- “Enfoque subalterno e historia lati-
Política. Universidad de los Andes no. Ésta parece ser una época de noamericana: nación, subalter-
creación pero a la vez de cierta in- nidad y escritura de la historia en el
seguridad, pero el debate es esen- debate Mallon-Beverley” de Gui-
DESAFÍOS DE LA TRANSDISCI- cial pues esta vez no sólo se trata de llermo Bustos). También hay los
plinariedad es una compilación de reconstruir la ciencia y sus prácti- que desarrollan puntos de vista so-
artículos verdaderamente impor- cas, sino de reconstruirnos a noso- bre disciplinas en especial, como la
tante para esclarecer y posibilitar el tros mismos. Un espíritu historia y la literatura, analizando y
debate sobre los problemas actua- renacentista en plena globalización cuestionando sus formas discursivas
análısıs polítıco nº 49
les de identidad y reidentificación parece perfilar nuevas formas de y concepto de narrativa (“La verdad
que experimentan las ciencias so- ser y de pensar, e inevitablemente, narrativa y la narrativa adecuada: la
ciales. Tiene la virtud de presentar el diálogo sigue abierto (p. 18). historia después del posmoder-
diversas posiciones y reflexiones nismo” de Nancy Partner, y “La lite-
que apuntan al establecimiento de El libro contiene doce artículos, ratura de nuevo al centro: abrir el
un perfil diferente, una renovación más la lúcida introducción de los archivo” de Carmen Millán de
necesaria para el conjunto de estas editores que sirve para ubicarlos y Benavides). Entre éstos está un artí- [87]
disciplinas. El libro se enfoca en aclarar su propósito. Si bien los culo sobre las instituciones educati-
ese movimiento, cada vez más pu- compiladores aplican un continuo vas, el papel que ocupan como
jante, que no acepta y repara la entre menor o mayor fundamento transmisoras de cultura dominante
conformación histórica de este modernista o posmodernista de los y cómo han limitado la creatividad
campo en disciplinas con objetos artículos para clasificarlos respecto de los intelectuales poscoloniales
precisos, métodos particulares y del radicalismo con que asumen la (“Formaciones intelectuales emer-
configuraciones institucionales que transdiciplinarización, bien pueden gentes: el posicionamiento de las
las producen y reproducen social- ser organizados de maneras diferen- universidades y de las culturas re-
mente. Movimiento que, además, tes, redundando en una mayor ri- gionales en una era poscolonial”).
cuestiona la enseñanza y transmi- queza para el libro. Así, justamente, En síntesis, el libro contiene re-
sión de conocimientos en la acade- hay trabajos que tratan a nivel teóri- flexiones filosóficas, teóricas, peda-
mia puesto que coacta los abordajes co y conceptual el problema de la gógicas e históricas, al tiempo que
integrales y no promueve una asun- interdisciplinariedad y la transdi- ilustra sobre la perspectiva
ción holística. También en conjunto ciplinariedad en un plano episte- poscolonial y el llamado enfoque
es una expresión de esa conciencia mológico y metodológico (“La subalterno.
crítica y renovadora, siempre in- interdisciplinariedad y los proble- En todos estos trabajos, si no en
separable de la historia misma de mas sociales”, de Alfonso Borrero, y su mayoría, no está exento el tema
estos saberes desde que se constituye- “Problematizar la interdisciplina: so- de la vida institucional que hace al
ron como tales. Los compiladores bre la tentación totalizante”, de Ro- microorden social y sistema de in-
justifican el proyecto editorial de la berto Follari). Otros se sitúan en tegración disciplinar. Las discipli-
siguiente manera: campos específicos, como el de la nas de las ciencias sociales son
El esfuerzo de presentar este li- teoría social y su enseñanza o en el entramados institucionales, verda-
bro es promover en los lectores un llamado enfoque subalterno, al pro- deros sistemas que buscan su re-
diálogo que continúa entre éstos y poner críticas y revisiones, al tiempo producción y que se revelan con el
muchos otros académicos en el que ofrece alternativas (“La en- tiempo con tendencias autorre-
ISSN 0121-4705
mundo. Si las nuevas humanidades señanza de la teoría clásica, con la ferenciales. Como instituciones,
pueden resultar inciertas, enfren- inclusión de: mujeres teóricas, bio- contienen reglas, recompensas y
tar el reto que ellas plantean, por grafía, historia y el entorno castigos, y crean formas no siem-
pre ideales de legitimación. Las ja, pues los postulados de la Todo el tiempo ha germinado, y se
ciencias sociales son presas de los transdiciplinariedad se proponen ha desplegado una disidencia o una
mandatos de las propias exigencias como la aceptación de nuevos cam- conciencia crítica política e ideoló-
de reproducción del entramado pos en los que se actúa gnoseo- gica en esta historia particular del
institucional. Las conformaciones lógicamente de modo distinto. saber social. O hemos tenido un
institucionales disciplinares, crista- De estos trabajos se extrae la marxismo cuestionador, un
lizadas como departamentos acadé- idea (quizás una interpretación weberianisno preocupado por la po-
micos (para mencionar una de sus muy personal) de que las ciencias sibilidad de la neutralidad
expresiones características), vie- sociales están atravesando un mo- valorativa, o una teoría crítica de la
nen siendo desbordadas, desafia- mento especial que puede denomi- sociedad, cuando no –más reciente-
das y arrinconadas frente al narse de modos distintos: es una mente– posiciones que observan la
embate de otras prácticas y otra época de crisis, atraviesan el fin de existencia de una perniciosa crea-
maneras de concebir problemas una era, se hallan en el momento ción interesada de una voluntad de
de investigación, cuya resolución más álgido de sus propias aporías, verdad. No queda, así, perfectamen-
se ve dificultada con la aplicación están interpeladas en su identidad. te claro, a qué o a quiénes va dirigi-
de enfoques parciales y Es un tiempo de incertidumbre en do este llamado de atención. Es
metodologías normativas. cuanto a sus fronteras, de indeci- decir, desde cuándo fue que la
La compilación es plenamente sión de sus contenidos, en palabras intelectualidad toda perdió la con-
sugerente en otros tantos asuntos de Foucault en la Arqueología del sa- ciencia de las implicaciones políti-
análısıs polítıco nº 49
cruciales. Cuando se ven las tradi- ber. La señal más importante de la cas y éticas de la producción de
ciones teóricas y disciplinarias con época se encuentra en el lenguaje conocimientos. En todo caso, son
marcos amplios como el concepto y la ficción que ofrece. La tradición aseveraciones demasiado generales,
de modernidad y posmodernidad disciplinar llega a su punto de ma- con descuido de una memoria his-
(representaciones de grandes hori- yor imposibilidad por el efecto de tórica más cabal.
zontes culturales, cosmovisiones y ficción que conlleva su discurso, el Es igualmente difícil de aceptar
[88] mentalidades), se hace conciencia cual es una consecuencia inevita- a plenitud la explicación del
de las complicidades y elementos ble de su narrativa misma. Los co- cuestionamiento de la disciplina-
que comparten, arrojando una vi- nocimientos disciplinarios, que rización y su agotamiento como
sión menos fragmentaria de la que son relatos, “ficcionalizan” profun- proyecto de saber, como un efecto
normalmente se piensa entre éstas. damente la realidad. El aserto no de las transformaciones a nivel glo-
Las ciencias sociales son fenóme- sólo tiene que ver con el discurso bal, en la forma de un subproducto
nos inherentes al proyecto de la de la historia: se aplica como críti- de otros cambios en otras esferas.
modernidad, a la racionalización ca de conjunto a las disciplinas co- Esta explicación tiene un defecto
de la vida social, lo cual explica sus nocidas. Algo por deducir de este metodológico serio pues remite a
delimitaciones especializantes y sus carácter es una renovación del un viejo esquema de causalidad du-
fines, y además su agotamiento. lenguaje posiblemente más natu- ramente criticado. No parece que
Aunque aparezca como un asunto ral, menos codificado y más uni- la disciplinarización llegue a sus lí-
zanjado en el campo epistemo- versal. mites por causas mayores que la
lógico y metodológico, varios de es- Si se hiciera el ejercicio de sinte- trascienden. Sería mejor entender-
tos textos estriban en la tesis que tizar el “desafío de la transdiciplina- la como un cambio simultáneo a
no es la realidad social una entidad riedad” en un único programa con otros cambios, una cadena de cam-
segmentada, dividida en áreas. No su diagnóstico, en la forma de un bios encadenados, todos dentro de
hay argumento ontológico para tipo ideal, quedarían en este retrato una temporalidad compartida.
sustentar la existencia de discipli- algunos aspectos flacos, tal vez con- Ahora bien, si el pensamiento
nas diferentes. Como se afirma en trovertidos, y otros sin respuesta posmodernista admite y defiende
uno de los artículos, la fuente de contundente. Los desafiantes ten- la contingencia en la historia y en
investigación radica en la realidad, drían que explicar mejor en qué la comprensión de los fenómenos
y ésta no está compartamenta- consiste la novedad de la mirada a sociales, ¿cómo es que el desafío se
lizada. Pero las dificultades que las implicaciones políticas y éticas propone a veces como una necesi-
acarrea la segmentación disciplina- de la producción de conocimiento. dad histórica? El comentario se di-
ria no se solucionan, en el marco Por lo que se sabe, esta pretensión y rige a que tampoco es posible
de este espíritu renovador, con el esta necesidad, en una visión de lar- encontrar la mejor sustentación
fácil expediente de la fusión de dis- go aliento, ha estado presente des- para la necesidad transdici-
ciplinas; la cuestión es más comple- de siempre en las ciencias sociales. plinadora. El tiempo y su propia
reseñas
construcción social de la verdad lo último, es difícil imaginar en el ción práctica y para quienes tal fin
dirá. tiempo un movimiento que no se es la investigación o producción de
En esta línea de crear un perfil institucionalice de alguna manera y conocimientos (universidades y or-
básico del “programa” en cuestión, que, como en la actualidad de las ganizaciones no gubernamentales
resulta polémica –aunque compren- disciplinas, se vea atravesado a sí de promoción social). Además, es-
sible por su estado embrionario– la mismo por las relaciones de poder tán segmentadas también entre los
definición de lo transdiciplinario. de las prácticas sociales que cues- que sólo pueden transmitir o di-
Se dice que los nuevos campos que tiona, pero de las que también es fundir los conocimientos creados y
pretenden superar la tradición dis- parte y sostiene. Para Alberoni, los que tienen las posibilidades de
ciplinaria no constituyen disciplinas (Movimiento e institución y Enamora- hacerlo (investigadores y profeso-
sino espacios transdiciplinares, que miento y amor) todo movimiento so- res de escuela).Todas estas escisio-
tienen un carácter no disciplinar. cial luego de experimentar un nes deben ser consideradas en un
Que como tales no presentan sus “estado naciente” que rompe con proyecto de transformación históri-
propios principios, teorías y méto- un cotidiano hegemónico, tiende a ca de las ciencias sociales, de mane-
dos, sino que se apropian de las rutinizar sus prácticas, a establecer ra que las nuevas tendencias
ciencias instituidas. La pregunta in- contornos de una figura de institu- trasciendan los pequeños núcleos
mediata es por la identidad o por ción, con todas las ventajas y limita- en que ahora se despliegan y pue-
el tipo de identidad a que refiere: ciones que ello supone. dan propalar sus ideas a todo lo lar-
¿Deberían tener una identidad y Una última reflexión se relacio- go y ancho de esta comunidad.
análısıs polítıco nº 49
de qué forma? Sin embargo, adole- na con la comunidad de las cien- En fin, el libro como conjun-
ce asimismo de la ambigüedad de cias sociales, ya ni siquiera con la to, y los artículos en particular,
una definición por oposición, que institucionalidad académica, asun- motivan así muchas reflexiones de
no afirma, que no expresa una cua- to que no debe tomarse como una fondo, pero es además una lectura
lidad sustancial. Por otro lado, al omisión en la compilación, mas recomendable para otras áreas.
decir que no son disciplinas, sino como una cuestión importante que Pueden –y ojalá lo hagan– leerlo
espacios o campos, tampoco defi- suscita. Esta “comunidad” en grue- abogados y geógrafos, biólogos y
[89]
nen con precisión qué es lo que so no sólo padece de la segmenta- médicos, críticos de arte y arqui-
son: ¿Qué es un campo?, ¿qué es ción por disciplinas; está dividida tectos, entre otros. Encontrarán
un espacio? Entre tanto, esa idea por pertenencias e identidades buenas razones para pensar desde
de la apropiación un poco parasita- geográficas y tradiciones culturales sus orillas esta corriente reforma-
ria de los saberes antecesores, ¿no (ciencias sociales anglosajona, fran- dora. Y es que tampoco habría
evidencia, acaso, antes que una cesa, latinoamericana y todas las va- que pensar que la propuesta
ruptura una continuidad y legiti- riantes nacionales dentro de esta transdisciplinar sea asunto exclu-
mación de las prácticas de conoci- última), asimismo entre quienes sivo de las llamadas ciencias
miento de las disciplinas? Por ven como fin supremo la interven- sociales.
John Jaime Correa Ramírez de plomo, Luis Carlos Restrepo, Alto participación de todos los actores
Historiador Comisionado de Paz, nos presenta armados y la sociedad civil.
en este libro su postura personal y De entrada habría que plantear
con el estilo que le ha sido académica sobre la larga tradición dos aspectos que subyacen implíci-
habitual en obras como El derecho a de violencias en Colombia y sus tos a lo largo del texto: en primer
la ternura o El derecho a la paz: proyec- implicaciones en la búsqueda de lugar, no se trata de una propuesta
to para un arca en medio de un diluvio salidas pacíficas al conflicto, con que fije unos principios básicos
para una posible política de paz ni plícita su intención de “...estudiar gente en su análisis del conflicto
pretende pasar por un estudio de nuestro presente y nuestro pasado, colombiano, así como frente a las
análisis político, a pesar de que al ...conceptualizar nuestro horror posibles salidas negociadas, que se-
final del texto, Restrepo haga alu- constitutivo para esbozar salidas que gún él, no se reducen a un cambio
sión a su afinidad y compromiso nos permitan construir un país civil, en el modelo económico o a una
con las políticas de seguridad de- alejado de la demagogia guerrera, reforma política, sino, esencialmen-
mocrática del actual gobierno del invirtiendo así los signos que nos es- te, a una transformación cultural de
presidente Álvaro Uribe Vélez. En candalizan” (p. 16). Y poder así, “se- largo alcance en el que se comprome-
segundo término, el título de la ñalarle un derrotero a esta nación tan las fuerzas vivas y proactivas de la
obra pretende llevar a una amplia en extravío”, como afirma más ade- sociedad colombiana.
gama de lectores a una compren- lante (p. 18). La estructura argumentativa se
sión de la dinámica reciente del En el libro se combinan las po- divide en tres ejes temáticos que le
conflicto armado colombiano, más siciones del académico, del tera- permiten pasar de las miradas de
allá de las recriminaciones morales peuta social y del activista político larga duración a las problemáticas
o sectarias de la violencia en nues- de corte civilista, por lo que se hace de mediana y corta (o mejor, de re-
tro país, así como de las dimensio- difícil hacer un balance crítico de ciente) duración. Con el recuento
nes publicitarias de un concepto sus diversos análisis. Podría decirse, histórico del primer capítulo busca
tan complejo, y en ocasiones ambi- en términos generales, que se trata dar respuesta a la repetida pregun-
guo, como es el terror. de un ensayo para un público am- ta, tantas veces sin respuesta, de
análısıs polítıco nº 49
En este sentido, el abordaje cul- plio, es decir, no sólo para acadé- por qué somos tan violentos. De
tural que el autor propone es un micos interesados en el tema de la ahí que Restrepo intente explorar
acercamiento a las tramas de confi- violencia o del conflicto armado, la presencia de factores culturales
guración política del país a lo largo escrito por una persona muy bien en la génesis de muchas de nues-
de su historia, caracterizadas por la documentada, bastante sugerente tras violencias: “Es preciso aceptar
exclusión y la estigmatización polí- e innovador en la interpretación que para muchos colombianos la
[90] tica, económica y sociocultural. Se- de las motivaciones políticas y psí- violencia se ha convertido en un
gún Restrepo, la cultura política quicas de un gran número de acto- hábito, en un estilo de vida que nos
del país padece los lastres de la im- res armados, pero sobre todo, no aprisiona y nos obliga a derramar
posición de los dogmas del cabe duda de que se trata de un sangre como única manera de dar
copartidario, asumidos a la manera ejercicio académico bien intencio- cauce a los conflictos que padece-
de correligionario y que terminaron nado, por encima de cualquier po- mos” (pp. 33-34).
por imponerse sobre las lógicas del sición parcializada políticamente, Los matices socioculturales de
ciudadano, en gran medida por la así muchos de sus planteamientos los que Restrepo echa mano le per-
polarización extrema de los parti- puedan ser objeto de discusión. mite argumentar en contra de las
dos políticos y el desconocimiento Su argumento central, tras su estigmatizaciones genéticas o racia-
de cualquier forma de oposición recorrido por la historia del país y les. Más que una pulsión orgánica,
política. Y así, los antagonismos de su aproximación a las lógicas de los “la violencia tiene que ver con di-
vieja data servirían de caldo de culti- sectarismos y actitudes guerreras, námicas comunicativas propias de
vo para las nuevas violencias del pre- es que la violencia en Colombia no la vida social y con espejismos cul-
sente, tanto por la vía de las se podría tomar como un factor de turales que nos han convertido en
continuidades como por la vía de cambio o como resultado de las el único animal capaz de matar por
los enculturamientos o de los proce- tensiones propias de un proceso una abstracción, de asesinar por
sos de socialización violenta. acelerado de transformación una idea” (p. 33).
El objetivo central del análisis de socioeconómica, sino que ha sido y Un ejercicio parecido realiza
Restrepo es promover una reflexión es “...un mecanismo de defensa Restrepo para dar cuenta del carác-
a modo de concientización colecti- para no dar cauce lúdico a nues- ter excluyente del sistema político
va, como una forma de exorcizar los tros conflictos”. En esa medida, el colombiano en el que emergieron
fantasmas y los atavismos de la vio- cambio que necesitaríamos sería los partidos políticos. En este senti-
lencia que persiguen a la sociedad más de índole cultural en el pro- do, su crítica es también muy fuerte
colombiana de tiempo atrás, en pro- fundo sentido de la palabra y no con la burguesía colombiana del si-
cura de aclimatar un nuevo proceso sólo en un cambio económico o un glo XIX, de la que dice que “su alma
de paz, que define básicamente en desplazamiento de élites políticas tiene el tamaño de una factura de
términos de reconciliación. Al co- (p. 167). Desde esta perspectiva, exportación” (p. 42). Sin embargo
mienzo del libro, el autor hace ex- Restrepo fija una posición diver- cae en apreciaciones posfactuales,
reseñas
que rozan con los lugares comunes, particular, a las marcas autoritarias vas violencias de los años sesenta,
cuando afirma que al frustrarse la re- de la sociedad en la familia, la es- es presa de dos nuevas polari-
volución artesanal de 1854 se descar- cuela y los espacios de socialización zaciones: por un lado, de la exclu-
tó la posibilidad de que en nuestro en barriadas, de las cuales deriva- sión que impuso el Frente
país viviéramos una verdadera revo- rían violentos mecanismos de Nacional a nuevas formas de orga-
lución industrial. transferencia, lo que le permite nización política, y por otro lado,
La conclusión de este período afirmar que “desplazar hacia otros de los fundamentalismos marxistas.
es que “en medio de la polariza- el odio es experiencia que se vive En la explicación de esta nueva y
ción política de los discursos, gue- como una especie de liberación” violenta radicalización, el autor
rra y política se mantuvieron (p. 163). Restrepo también plan- aborda críticamente las escasas
durante el siglo XIX como prácti- tea, por ejemplo, que las masacres propuestas de paz que surgieron
cas simétricas y complementarias, de los años cincuenta, así como durante la época, e incluso en épo-
generándose una simbiosis entre muchas de la actualidad, se po- cas recientes. “La paz queda redu-
conducción ideológica y mando drían concebir como una verdade- cida a una noción técnica
militar” (p. 46). Es en este sentido ra “forma de interacción social”, en administrativa, a una propuesta
que afirma que la lógica sectaria la que mediante la eliminación físi- para coadministrar los conflictos
del copartidario terminó impo- ca o el amedrantamiento psicológi- mientras la violencia aparece como
niéndose sobre el proyecto de una co del contendiente se tienden a un nuevo sujeto, un enemigo co-
ciudadanía plural y tolerante. ratificar identidades y fortalecer mún que es necesario derrotar,
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En el paso de siglo, Restrepo mecanismos de solidaridad, bajo negándosele su condición de cam-
dedica especial atención al caso del una lógica que implicaría algo así po estratégico en la constitución de
Gaitanismo, que se destacó por el como “matar juntos para mante- la sociedad colombiana” (p. 95).
cambio radical en el modo tradi- nerse unidos”. Restrepo concluye este capítulo
cional de hacer la política y su vin- En esa misma medida los gru- afirmando que la cultura del te-
culación efervescente con el pos armados por fuera de la ley, rror, que reflejaría la eficacia coti-
“vulgo”, lo que derivó en una re- sean guerrillas, paramilitares, o diana de la violencia, se constituye
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presentación violenta de las fisuras incluso los ejércitos privados al en la expresión de una paranoia
de la sociedad colombiana de en- servicio del narcotráfico, logran asumida como una práctica social
tonces, liderando una guerra sim- capitalizar, explica Restrepo, un adaptativa, y que, así mismo, la
bólica hasta un punto límite de no sinnúmero de resentimientos gran tarea que compromete a la so-
retorno, en la que se justificó el sa- afectivos y descontentos interper- ciedad civil y al Estado es la
crificio del pueblo a la luz de un sonales y sociales, exculpándose refundación de la sociedad me-
nuevo fervor patrio. “Los odios par- tras una dinámica grupal en la diante una amplia tarea educativa,
tidistas que resurgían con intensi- que se trastocan valores, normas y que nos permita vernos de otra ma-
dad inusitada presentaban una lealtades, y que permiten justifi- nera, tanto en relación con el pasa-
marcada diferencia respecto a car finalmente, ya sea tras un ar- do como con el presente.
enfrentamientos anteriores. La ini- gumento ideológico o político, la La compleja tarea también pa-
ciativa sobre la guerra, reservada actitud recurrente de matar saría por la construcción de una
durante décadas a las clases diri- (p. 220). utopía posible, en medio de los sig-
gentes, recaía ahora en líderes po- Llama la atención la denomina- nos de distopía que acusa la histo-
pulares que organizaban de ción que el autor hace de los ria y el presente colombiano. Es
manera autónoma sus aparatos ar- narcotráficantes, a quienes en lu- recurrente el llamado a que la so-
mados” (p. 61). Así, ya se empieza gar de criminalizar, llama “ciudada- ciedad trascienda a esta nueva eta-
a insinuar en el texto la aparición nos”, y que según él, nunca pa, quizá mediante catarsis y
de las primeras organizaciones gue- asumieron sus negocios como una terapias de sanación colectiva, en
rrilleras bajo la forma de actividad ilícita, ya que por el con- las que el olvido nos permita reca-
autodefensas o rezagos de grupos trario, “sentían que al integrarse a bar en lo simbólico para exorcizar
de bandoleros. las redes de la droga se adscribían fantasmas del pasado. Aquí
El segundo capítulo es desarro- a la vez a un campo de eficacia eco- Restrepo hace una invitación a que
llado de manera muy sugerente, nómica o cultural que generaba exploremos nuevas posibilidades
aplicando interesantes conceptos beneficios monetarios o simbólicos de reconciliación por la vía de la
psicológicos para dar cuenta de la para los transgresores” (p. 115). lúdica, aunque de un modo muy
yuxtaposición de violencias recien- Para Restrepo, el país que em- infortunado, invitando por ejem-
tes. El autor hace referencia, en pieza a verse reflejado en las nue- plo, a hacer montículos u obras de
arte en lugares de masacres, a ha- impacto negativo que el proceso fin, a los guerrilleros pero también
cer cometas con nombres de las de distensión tuvo sobre la movili- a los paramilitares, a los grupos de
víctimas para que no nos pesen zación ciudadana, relegada a un se- limpieza social y a los grupos civiles
tanto en nuestra memoria y se con- gundo plano, a pesar de que dicho polarizados por la guerra, cuyos co-
tagien de la liviandad del viento. proceso, iniciado por el ex presi- razones se encuentran endurecidos
Recomienda volvernos “técnicos en dente Pastrana, se justificó política- por los anhelos de venganza; es, en
explosivos sociales para desactivar mente como respuesta a la amplia fin, comprender el matón que to-
situaciones conflictivas” (pp. 188 y participación que concitó el Man- dos llevamos dentro” (p. 256). Con
ss.). Restrepo propone, en síntesis, dato Ciudadano por la Paz, en semejante reflexión, entonces, ¿en
una verdadera cruzada desde la so- 1997. quién confiar? ¿Acaso en el Estado,
ciedad civil, convertida en fuerza Con lo que sí se compromete ya que la sociedad civil pareciera
civil, por un nuevo movimiento de Restrepo es con la política de segu- sumida en el Estado de Naturaleza
salvación nacional, aunque no ridad ciudadana del presidente del que nos habla Thomas
explicita los alcances de este movi- Uribe, la cual valora como un me- Hobbes? ¿En qué tipo de paranoia
miento en términos de organiza- dio de incentivación de la partici- colectiva se puede sumir una socie-
ción política que le permita pación ciudadana en las políticas dad invitada a participar en térmi-
escapar a los vicios del clientelismo de seguridad, en tanto único me- nos de “informantes”, cuando se
galopante e imperante. dio para restituir la legitimidad de asume que todos potencialmente
El tercer capítulo, como se dijo las autoridades del Estado y promo- estamos invadidos de una actitud
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