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El organismo humano necesita las proteínas a todos los niveles, desde el nivel celular hasta el
nivel orgánico, pasando por los diferentes tejidos, los huesos, los tendones y los órganos. Esto
nos da la visión de que la vida no existiría si no hubiesen proteínas. La composición de la
proteína consta de nitrógeno, carbono, oxígeno e hidrógeno.
Algunas circunstancias deterioran la proteína, e incluso, la destruyen. Estas circunstancias son
el calor excesivo, las variaciones del ph, los ácidos, los metales pesados, etc.
Pero ¿Qué son las proteínas? Las proteínas están formadas por cadenas estructuradas de
aminoácidos, llegando a contener desde decenas a centenares de éstos aminoácidos. Así
tenemos, que las diferentes combinaciones de aminoácidos y otros elementos en la cadena
estructural, da lugar a una enorme diversidad de proteínas. Por citar dos ejemplos, las
fosfoproteínas y las glucoproteínas. Las fosfoproteínas contienen en su cadena estructural
aminoácidos y ácido fosfórico. En cambio, las glucoproteínas están formadas por
aminoácidos y glucídicos.
Conociendo esto, podemos iniciar una clasificación de las proteínas:
También llamadas holoproteínas. Como hemos indicado, solamente están formadas por
cadenas de aminoácidos.
Dentro de las holoproteínas destacan:
En casi todos los alimentos podemos encontrar proteínas. Las carnes, los pescados, los
huevos, las legumbres, los quesos, los cereales, son los alimentos que más proteínas nos
pueden aportar.
La leche, las frutas y las verduras, también contienen proteínas, pero al contener mucha agua
se les considera alimentos poco proteicos.
No podemos olvidar los frutos secos. Para poder aprovechar las proteínas de los frutos secos,
se tienen que tostar ligeramente, de otra forma, nuestro organismo no es capaz de aprovechar
al máximo el valor proteico que tienen los frutos secos. Aunque hay que añadir, que al tostar los
frutos secos se eliminan gran cantidad (o todas) de vitaminas.