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Pero eso es justo lo que pasará, a menos que hagas algo al respecto.
Aparte del uso del griego en el ministerio, también te animo a leer un poco de
griego cada día. Ten esta lectura con menos detenimiento que el que empleas
al estudiar un pasaje en preparación para un sermón. Recomiendo incorporar
en tu tiempo devocional unos 10 minutos de lectura en griego. Puedes empezar
por textos más fáciles, como los evangelios de Marcos y Juan.
Repasando el vocabulario
Lo mejor que puedes hacer es crear una lista del vocabulario que quieres
aprender. Hay herramientas informáticas que te pueden ayudar a hacerlo (por
ejemplo, el programa Anki).[4]
Repasando la morfología
Creo que los paradigmas son la parte menos divertida del aprendizaje del griego
bíblico. Seguramente no sería necesario repasarlos si pudiéramos hablar el
griego koiné y así aprender las formas de manera intuitiva. Pero como no es
posible, tenemos que practicar los paradigmas deliberadamente.
¿Con qué frecuencia debes repasar los paradigmas? Yo intento programar una
hora una vez al mes para hacerlo. Te recomiendo crear tu propio cuadro con
todos los paradigmas principales y, con el tiempo, intentar memorizarlo
todo.[5] También recomiendo repasarlos por escrito y en voz alta.
Repasando la sintaxis
El libro Gramática griega de Wallace y Steffen tiene una prestación muy buena:
el Índice de las Escrituras y otra literatura.[6] Este índice no solamente te permite
ver si el libro tiene algún comentario sobre un versículo concreto que estás
estudiando, sino que además te ayuda a repasar la sintaxis del griego bíblico.
Cuando estudio detenidamente algún pasaje del NT, siempre intento consultar
este índice para ver si los versículos que estoy considerando reciben algún
comentario en el libro. Si es así, leo los comentarios pertinentes. Los
comentarios me ayudan de dos maneras: me esclarecen cuestiones de
interpretación del pasaje en cuestión, y me permiten repasar la sintaxis del
idioma de forma continua.
Un ejemplo: cuando leemos en nuestro idioma materno y nos topamos con una
palabra que no entendemos, ¿qué es lo que solemos hacer? Antes de acudir al
diccionario, normalmente leemos un poco más e intentamos deducir el
significado de la palabra desde el contexto. En realidad, ¡esta es la mejor
manera de aprender el vocabulario de cualquier idioma! Pasa lo mismo con la
morfología griega.
En tu estudio del texto griego, analiza el pasaje lo más que puedas sin la ayuda
de las herramientas. Haz lo mismo durante los 10 minutos al día de lectura
devocional. ¡Deja que tu cerebro trabaje! ¿Cuántas veces has pasado al
ordenador para ver el análisis de una palabra y al ver la respuesta has pensado:
“¡Ya lo sabía!”? Cada vez que ocurre esto, has perdido una oportunidad de
solidificar tu conocimiento de algún detalle del griego.
Incluso si sabes algo de griego, el interlineal sigue siendo un peligro –aun más
que las herramientas informáticas– porque tienes toda la traducción allí y, en
vez de luchar con el griego y preguntarte dónde está el sujeto, el verbo, o cuáles
son los complementos, acabas entendiendo la frase desde el castellano.
¡A PRACTICAR!
Los futbolistas nunca dejan de ejercitar sus habilidades básicas del dominio del
balón, incluso cuando llegan a ser profesionales. Mientras más arraigadas
tengan esas habilidades, serán más acertados en el momento oportuno durante
el partido.
Lo mismo sucede con el griego bíblico. El griego tiene que llegar a formar parte
de nuestras vidas. Su uso tiene que tornarse habitual y natural. Recuérdate a ti
mismo con frecuencia de su utilidad e importancia para el ministerio. Cuando
dediques tiempo a estudiar el griego, no te engañes pensando que podrías ser
más productivo haciendo muchas otras cosas. A largo plazo dará fruto y
manejarás el griego con una destreza que no hubieras alcanzado de otra
manera.
[1] ¡Aunque nunca se pierde del todo! Incluso si has descuidado tu griego durante mucho tiempo, volver a recuperarlo
siempre es más fácil que aprenderlo por primera vez. Si quieres retomar el griego, las sugerencias en este artículo te
pueden ayudar a ti también.
[2] Tomo por sentado que estás motivado a mantener y mejorar tu griego bíblico. Si te falta motivación, te recomiendo el
excelente artículo de J. G. Machen., «El ministro y su Nuevo Testamento griego» (disponible en internet en inglés).
[3] Una herramienta para la lectura de este tipo es The UBS Greek New Testament: A Reader’s Edition. Esta versión tiene
ayudas a pie de página para vocabulario y formas difíciles de reconocer. El problema con este recurso para el lector
hispano-parlante es que las ayudas que facilita en las notas a pie de página están en inglés. En su lugar, se puede leer el
texto griego con alguna versión en castellano a lado para consultarla. No obstante, ver mis comentarios abajo sobre los
peligros de las herramientas informáticas y los interlineales. Otra herramienta excelente es A Reader’s Greek New
Testament: Third Edition.
[4] Para más información sobre el uso de Anki para el estudio del griego bíblico, incluyendo un conjunto de tarjetas
en la página 584.
[7] Se puede escuchar, por ejemplo, las lecturas del NT hechas por David Field, que se encuentran en la siguiente página
web: http://www.davidpfield.com/audio-gnt/AudioGNT.htm
[8] Citas de Constantine R. Campbell, Keep Your Greek: Strategies for Busy People (Grand Rapids: Zondervan, 2010). El
ejemplo del gimnasio al final de esta sección en el artículo también viene de este libro.
IMAGEN: LIGHTSTOCK.
Matthew Leighton (MDiv, ThD) es profesor y decano de estudiantes en la Facultad de Teología
Internacional IBSTE, cerca de Barcelona. También es anciano en la Església Evangèlica de Vilassar
de Mar. Él y su esposa, Núria, tienen cinco hijos.