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Hola Ciudad Ano!

Buitres digitales sobre las tumbas de Marco Aurelio Denegri y Enrique


Verástegui

Fibrosis pulmonar: condición en donde el tejido profundo de sus pulmones se va


cicatrizando. Esto hace que el tejido se vuelva grueso y duro, lo que dificulta
recuperar el aliento y que la sangre no reciba suficiente oxígeno.

A las afueras del hospital Edgardo Rebagliati Martins, los buitres de lentes
rimbombantes y chalinas adefesieras van oliendo la muerte. Aletean
desesperados cogiéndose el pene erecto y las chuchas calientes esperando el
momento del clímax en el que el agonizante polígrafo autodidacto Marco
Aurelio Denegri (MAD), luego de décadas de lucha quijotesca en la televisión y
el medio escrito, deje de joder Perulandia y se convierta en el alimento de las
bestias, de esas élites y de sus respectivos ayayeros de toda la vida.

27/07/2018 y el festín salvaje sobre un héroe de la humanidad toca la


campanita. Y de pronto todos metamorfosean en bestfriends, íntimos del
erudito, y resulta que hordas de jóvenes universitarios sintonizaban
religiosamente “La función de la palabra” contradiciendo toda la ciencia de la
estadística y del rating. La prensa y los canales televisivos se golpean el pecho
y su nombre figura por vez primera entre las notas pagadas por políticos
corruptos para echar mierda con ventilador a otros políticos corruptos, y el
nuevo beso con lengua de tal culona con no sé qué huevón. Trending Topic,
aleluya.

Lo cierto es que al fiambre lo detestaba la misma pandilla que por esas fechas
no dudó en enaltecerlo. No era un invitado recurrente del set de los canales
televisivos, por no decir que no era invitado, a secas. Ya Ricardo Belmont lo
mencionó recientemente: “(…) yo quiero que Marco Aurelio descanse en paz.
Que no vengan todos estos homenajes falsos en esta sociedad hipócrita,
porque Marco Aurelio nunca fue entrevistado en ningún medio, en ningún
canal de televisión para que el explicara y contara lo que el sentía, lo que él
pensaba de la política, de la prensa, del mal uso del idioma, de la poca calidad
de los periodistas, del comportamiento de los medios en torno a la cultura.
Entonces ahora que muere, que ya no puede hablar ni puede expresarse,
quienes los valorábamos en vida y quienes fuimos amigos de él no vamos a
estar en este show porque creemos que es delirante esa posición, la misma
que Marco Aurelio Denegri odiaba. No quería homenajes, él nunca quiso
homenajes. Era un hombre modesto, sencillo, como todos los hombres que
están por encima del nivel intelectual de todos nosotros.”

Con respecto a los malos tratos, algunos podrán replicar que Belmont solo es
un pillo buscando un poquito de atención, exagerando, inventando datos,
desvirtuando la realidad. Pero para los escépticos están los datos fácticos.
Primero, que su no participación en los medios de desinformación puede
corroborarse tranquilamente revisando la programación palomitera peruana
durante las últimas décadas. Segundo, un canal de la flamante marca Perú en
el que trabajaba conduciendo su programa cultural le pagaba la lamentable
suma de 600 lucas mensuales, lo que es menos del salario mínimo. Vamos,
que con eso le alcanzaría para el emoliente y medio terno. Y tercero, habría
que mencionar que él mismo recordando su participación en un esperpento
conducido por la cantinflesca Gisela Valcárcel, dijo una vez: “Me lastima estar
sentado frente a una persona que gana US$ 30 mil por su talento, cuando yo
gano solo S/. 600 por el mío”.

Afrontémoslo. Marco Aurelio Denegri, ya bien viejito y manteniendo toda su


agudeza mental, falleció de una fibrosis pulmonar irónicamente a unos pasos
de la Feria Internacional del Libro (sede Lima). Feria donde los buitres
digitales, los ciudad anos por excelencia, me imagino que ningunearon el
remate 3x90 de sus textos y prefirieron comprar algo más cool, la nueva
edición de “Los detectives salvajes” o cualquier otro libro de chismes.

No nos engañemos, MAD nunca fue el centro de los titulares, de este ataque
repentino de amor por la cultura. MAD fue la excusa, el medio, la carnada. El
verdadero centro de atención lo buscaron estos parásitos, contrabandeando de
pasadita un lavado de imagen y un postureo de intelectualidad avinagrada.
Una de las mentes más prodigiosas de esta nación fue reducida en cuestión de
segundos a un vídeo gracioso de gatitos, compartido viralmente por pelotudos
incontinentes de fama tratando de venderse como personas simpáticas e
interesantes. Los cinco minutos de fama que pronosticaba ya Andy Warhol y
que ahora se ejecutan cotidianamente sobre el trabajo de terceros, eh la
maravilla posmoderna, eh la marca personal.

27/07/2018. Es el mismo día del mismo mes y del mismo año, pero es otro el
hospital. El poeta Enrique Verástegui parte en una suerte de deceso
sincronizado. En Cusco, meses antes, recuerdo que uno de mis editores me
comentó que el escritor aparentemente tenía todo planeado, que cada fecha
tenía un profundo significado para él. Incluida quizá la fecha de su muerte.

Le sucedió lo mismo que a Denegri, los mismos buitres digitales surcando el


cielo panza de burro limeño. El mismo festín, las mismas risitas y lágrimas
impostadas. La misma fucking neurosis social. El tráfico neuronal en el que
hasta las mejores ideas quedan atrapadas entre energúmenos y cláxons.

La verdad de la milanesa es que Enrique fue el vivo reflejo de una sociedad


que se empecina en destruir todo lo talentoso y bello. Como declara
Valdelomar, también citado por Denegri en “Obscenidad y pornografía”:
“Escribo y escribo bien. Pero, ¿cree usted que el talento basta para que un
hombre triunfe? ¡Qué ocurrencia! El talento es factor negativo en el Perú”.

Hoy todo escritorzuelo resalta que fue una personalidad grata para el mundo
de la poesía, que hizo un gran trabajo al fundar el grupo Hora Zero. Que es
ante todo el maestro de las últimas generaciones. Y esto no es más que una
mezcla de ignorancia e hipocresía. Con respecto a Hora Zero habría que
invocar las palabras del mismo Verástegui:

“- ‘PRIMO’ MUJICA: ¿Qué opinión del grupo Hora Zero del que usted fue
partícipe?
- VERÁSTEGUI: Pues yo me siento muy mal, porque yo me he entregado a
Hora Zero. Y no solamente me he entregado, les he enseñado a hacer poesía.
He luchado toda mi vida por Hora Zero. Y esta gente de Hora Zero, Tulio Mora
y Pimentel, lo único que han hecho es sin que yo les diga nada atacarme en
los semanarios limeños, atacarme en la Internet. Yo no digo nada porque
bueno qué voy a hacer, seguir escribiendo, seguir teniendo mis amigos, seguir
besándome con las chicas.”

Pero cuando se hace patente este comentario también surgen las acusaciones
de senilidad, de locura, de resentimiento irracional que caen sobre el difunto.
Que si dice tal o cual en contra de tal o cual, es porque le falta un tornillo al
pobre. Lo que viene acompañado de una campaña de desprestigio de sus
últimos textos (que más allá de ser de buena o mala calidad) no simbolizan ni
toda su obra ni mucho menos son excusa para la burla sobredimensionada
propia de los animales carroñeros.

Al buen escritor en Perú le hacen la vida imposible. Hay jóvenes que no se


cansan de repetirlo y sin embargo juegan el mismo papel que los viejos clubs
de letras. No faltaron los groupies millennials pidiéndole selfies, ofreciéndole
homenajes en festivales y demás supermercados de poesía. Y probablemente,
juzgando por la calidad de gente que uno ve en el mundillo, esté sucediendo lo
mismo que en 1998 el propio Verástegui aseguró que le sucedía:

“- RODOLFO YBARRA: Y de los poetas de Kloaca, qué opinas tú de Roger


Santibáñez, Dalmacia Ruiz Rosas, Mariela Dreyfus…
- VERÁSTEGUI: Me gustaría opinar de ellos, pero no puedo porque nadie de
ellos se me acerca ni yo me acerco; entonces sería mentir respecto suyo, si son
subterráneos, si son punks… Desde los poetas de mi generación hasta los más
jóvenes no puede haber conversación porque no me entregan sus libros.
- RY: Entonces, no los has leído.
- V: No los he leído porque no puedo, no me dan sus libros.
- RY: No te han alcanzado sus libros…
- V: No me los han alcanzado, ni me los han recomendado, quiero conocerlos,
me duele mucho, no puedo opinar porque no me dan sus libros.”

Ay la fauna poética, recuerdo que a inicios del 2018, en medio de una de sus
conferencias, un grupo de feministas ¿poetas? gritaba a viva voz que lo
expulsaran del recinto simplemente porque mencionó algo sobre el piropo y el
uso del lenguaje poético. Nada realmente machista, salvo si se lo sacaba e
contexto. Supongo que no habrán leído ni mierda de Verástegui, o supongo
que siempre es buena idea fabricar los dimes y diretes. He allí el futuro de las
letras. No en el oficio. Finalmente los editores buscan más el chisme (si posan
de rebeldes mejor) que el talento. Ya Enrique lo mencionaba: “Creo que hay en
la industria falsos capitalistas, porque no producen para ganar, producen
para el hígado. Me siento herido cuando alguien promete editar un libro y no
lo hace”, y agregaba como explicación a lo último “la literatura también es una
relación de contactos y amigos”.

Y sin muchos de esos contactos y amigos y pese a los enemigos a diestra y


siniestra, el ángel zambo no dejó de escribir ni un solo momento. Aislado de
muchos y hermano de pocos (quizá ese haya sido su truco): “Por no vivir la
bohemia en la cual estaban inmersos mis amigos peruanos de mi generación,
yo me dediqué a escribir. Y eso explica un poco que me he tomado en serio la
vida, por lo menos la escritura y por eso es que he producido tanto. Como una
especie de conquistarme un lugar, ese lugar que ofrece Cristo en la eternidad.”
Intentaron enfermizamente quitarle todo. El terremoto de Pisco que le
destruyó su casa. El Estado que se negó a reconstruirla. Su propia generación
y las venideras que lo usaron de hashtag humano. Los nuevos activistas que
quieren ser poetas por su activismo y no por el nivel de su escritura. La
prensa que lo trató de mono de circo. El diario La República que se dice lo hizo
trabajar a cambio de latas de atún. La industria cultural de la que siempre
estuvo decepcionado y hasta asqueado. Y probablemente también tú, ciudad
ano.

Enrique Verástegui, en contra de toda la mezquindad peruana nunca dejó de


producir belleza. Hay que tener huevos. Solo un gran maestro es capaz de tal
hazaña. Ya lo había augurado hace tiempo, que su música iba a ser
interpretada por los ángeles en el cielo. Descansa rico y en paz, poeta.

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