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Aunque los siguientes consejos se han recogido para personas con artrosis de
la rodilla, también son útiles para quienes tienen otra forma de artrosis:
Levantarse
Al levantarse, apóyese en los brazos para que todo el peso del cuerpo no
recaiga de repente sobre las piernas. Después de estar sentado un buen rato
(p.ej. conduciendo, en el cine, en un concierto, etc.) mueva varias veces la
rodilla antes de levantarse.
Bastón
Pausas
Calzado
Sentado
Llevar cosas
Escaleras
Movimiento – Regular y cuidadoso con las articulaciones
Todos los ejercicios que implican un esfuerzo uniforme ayudan a una buena
calidad de vida de las articulaciones. Los ejercicios pueden ser dirigidos por un
entrenador o un fisioterapeuta.
Aún en caso de artrosis no se recomienda inmovilizar la articulación, porque el
cartílago articular solamente puede nutrirse adecuadamente cuando la
articulación se mueve. Para ello son adecuados los deportes más cuidadosos
con las articulaciones, como por ejemplo la natación, en la que la articulación
se mueve pero no se somete a esfuerzo.
La rodilla es una de las articulaciones del esqueleto humano en la que con más frecuencia se
desarrolla artrosis.
La articulación de la rodilla está formada, principalmente, por la unión entre dos huesos: el
fémur y la tibia, que, junto con el peroné, forma la estructura de la pierna situada por debajo
de la rodilla. Además del fémur y de la tibia, en la articulación de la rodilla existe otro hueso
fundamental para su correcto funcionamiento, la rótula. En el interior de la rodilla todos estos
huesos se encuentran recubiertos de cartílago, que sirve para evitar el roce de hueso con
hueso en los movimientos de la rodilla, facilitando el deslizamiento y amortiguando los golpes.
Precisamente es el desgaste con el paso de los años y el envejecimiento de los cartílagos lo que
da origen a la artrosis