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NOMBRE
En Colombia hay dos tipos de guerras, la primera es el conflicto armado por el cual nos
caracterizamos a nivel mundial y del que la mayoría de los colombianos somos conscientes, el
segundo es un conflicto oculto “debajo del colchón de unos pocos” que son sus productores y los
únicos conscientes de su existencia, este es un conflicto de intereses, de poder, de familias; de
“quien puede tanquear mas el carro”.
El colchón al que nos referimos está formado por información tergiversada, guerras disfrazadas
de soberanía y libertad, medios amarillistas que enceguecen y “cartas de batallas” nombradas
constituciones.
El mapa jurídico y político colombiano está formado por diferentes copias de modelos
extranjeros, se ha partido de diversas teorías creadas por grandes pensadores de otras regiones
del planeta, y se ha intentado adaptar… o digámoslo de una vez, cambiar nuestra heterogénea
realidad, ¿será que adaptar la realidad a la teoría es más eficaz, que hacer una teoría para la
realidad?
Esta es una de las razones para que se presente tan agudamente el conflicto del cual estamos
hablando, y es que en ningún momento de nuestra historia hemos pensado en producir y en tener
nuestro propio modelo de gobierno, idolatramos tanto a nuestros colonizadores los europeos y a
nuestros “buenos vecinos” los estadounidense que consideramos sus teorías como suficientes
para solucionar cualquier problema, en cualquier tiempo y espacio, sus producciones “son
omnipotentes”
Otra de las razones que empeoran el conflicto son “las cartas de batalla”; en nuestro país las
constituciones se han utilizado como ya hemos dicho, para proteger los interés de quienes
tienen el poder en diversos momentos; tal vez nos deberíamos preguntar también ¿no son los
intereses de poder de unos pocos los que buscan cambiar la realidad, adaptándola a unos modelos
más fáciles de manejar para ellos, y que imposibiliten la intervención de los otros?
Pero las consecuencias no terminan en lo anterior, además de eso, se ha creado una cultura con
fe ciega a las cartas magnas, lo que allí se estipule es de alguna manera “la palabra de Dios”, se
cree que cada conflicto o problemática se solucionara con la promulgación de una nueva
constitución, la constitución es la “barita” que busca solucionarlo todo , pero que se quedó sin
“magia”, sus “abracadabra” lo único que hacen es ocultar los problemas reales, hacer
prescripciones descontextualizadas, ayudar a los beneficios de algunos reemplazando la realidad
de un país que se va hundiendo en la miseria por la imagen de uno en desarrollo que busca el
camino de las tan anheladas “modernidad y civilización” que probablemente nunca alcanzara
¿realmente una región que tuvo una historia antes de la colonización y que fue marcada,
transformada forzosamente por modelos traídos de afuera, es libre cuando se somete
voluntariamente a esos modelos ? ¿Es coherente pensar que se puede alcanzar el “desarrollo” de
otros países cuando la carrera por este se traza como una línea recta en la que los de adelante
nunca dejan de avanzar? ¿Es ese orden, son esas leyes; ese desarrollo lo que realmente
necesitamos? ¿La solución para el caos es desconocerlo, ignorarlo encerrarlo con modelos
importados?
Por qué las “magnificas teorías”, “la divina, omnipotente, omnipresente constitución” no ha
podido acabar con los niños que se mueren de sed, con las mujeres obligadas a pedir dinero o a
vender su cuerpo, con los hombres que se matan en las minas trabajando por míseras y
entregando la tierra que les corresponde a nuestros “queridos vecinos”, porque los campesinos
siguen dejando las tierras que siempre les han pertenecido, porque en las urbes sigue reinando el
caos, o es que su soberanía y libertad aun no alcanza para ellos, en su divinidad se les olvido
especificar que esos derechos son limitados, que los deberes también, que los principios son
adornos, y que son completamente maleables pero eso si ¡no por todos ni para todos ! Solo por y
para “los héroes de la patria, los hombre racionales, los que ayudan a mantener el orden, los
civilizadores”
Todas las reflexiones que hemos hecho a partir del escrito de Valencia Villa y las preguntas que
nos han surgido, nos lleva a pensar que quizá sería realmente importante que cada colombiano
tomara conciencia de la realidad en la que vive, de la diversidad en la que nos vemos envueltos,
de que hubo una historia antes de esa supuesta civilización, que esta no fue en vano, y que
tomarla como inexistente no soluciona nada, no podemos pretender lograr ahora un desarrollo
intelectual que durante años no se ha logrado pero con sentarnos a “mirar para arriba” o a
quejarnos de lo que nos toca tampoco lo vamos a solucionar, ¡es hora de comenzar a hacer algo!,
tampoco es nuestra pretensión que arranquemos todos los modelos importados del estado, no
despreciamos lo que ha aportado estos últimos, lo que es realmente indignante es se apliquen
como copias exactas, que no se vea lo que está pasando aquí y ahora para luego decidir que
conviene y que no conviene copiar, evidentemente no se ha logrado ni se lograra nada
quedándonos sentados frente a “una caja de estupideces” victimizándonos, conformándonos con
padre nuestros, anhelando tierras que nos libren de la tierra que nos tocó, cuando hemos dejado
que durante años hagan de esta lo que se les ha dado la gana a unos cuantos, ¡es hora de
indignaros de verdad!.