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Javier Pardo Gallego Grupo B

La guerra ruso-japonesa: causas y consecuencias

La guerra ruso-japonesa que se desarrolló entre el 8 de febrero de 1904 y el 5 de


septiembre de 1905 fue un conflicto surgido por las aspiraciones imperialistas rivales del
Imperio ruso y el Imperio del Japón por el dominio en Manchuria y Corea. Las principales
zonas de disputa fueron los mares de Corea y Japón y el mar Amarillo en concreto la
península de Liaodong, conocida por sus numerosos puertos, y Mudken (actualmente
Shenyang), ambas localizaciones hoy pertenecientes a China.

El Imperio Ruso era un vasto imperio que buscaba expandirse, tenía como objetivo buscar
una salida al Mediterráneo. El Imperio ruso tuvo dos ensayos fallidos, en primer lugar, la
Guerra de Crimea entre 1853 y 1856 y años más tarde durante la crisis balcánica en 1877.
Las potencias europeas eran contrarias a que Rusia alcanzara la salida al Mediterráneo
por lo que se vio obligada a reestructurar su política exterior hacia Oriente. Buscaba un
puerto de aguas cálidas en el Pacífico, que no se congelara con la llegada del frío para uso
de la Armada y del comercio marítimo. El puerto de Vladivostok situado en el extremo
oriente solo podía funcionar durante el estío, en cambio el puerto de Lüshunkou (conocido
como Port Arthur en occidente) se ubica en el extremo sur de la península de Liaodong y
funcionaba durante todo el año por lo que era la mejor opción para el gobierno ruso.

Por otro lado, Japón era un país conservador cerrado en si mismo que pese a ser un
imperio carecía de un verdadero poder central. A principios del siglo XVII el clan
Tokugawa se hace con el poder, dos siglos después se llevo a cabo la Restauración Meiji,
una cadena de eventos que condujeron a un cambio el cual hizo que Japón poco a poco
se modernizase en los ámbitos político, militar, económico y social entre 1866 y 1869
durante el Shogunato Tokugawa tardío y el comienzo de la Era Meiji.

Tras la Primera Guerra Chino-Japonesa entre 1894 y 1895 se firmó en abril de 1895 el
Tratado de Shimonoseki, que puso fin a la guerra y le entregó a Japón la isla de Taiwán,
el protectorado de Corea y la península de Liaodong. Rusia rápidamente convenció a
Francia y Alemania, en lo que se llamó la Triple Intervención, de persuadir a Japón para
que devolviese a China la recientemente adquirida península de Liaodong por el bien de
la estabilidad en la región. Esto causó un importante malestar en el Imperio del Japón,
situación que empeoró cuando, en 1898, sólo tres años más tarde, Rusia consiguió que
China le cediera la misma península de Liaodong, con lo que por fin podía contar con el
Puerto de Port Arthur. Dos años después se produce en China el Levantamiento de los
bóxers, un movimiento contra la influencia extranjera en el comercio, la política, la
religión y la tecnología de los últimos años del siglo XIX. Ejércitos de varios países
ayudaron a sofocar esta rebelión, sin embargo, Rusia decidió no retirar sus tropas una vez
terminado el conflicto y en su lugar ocupó Manchuria, Rusia estaba construyendo su
famosa red ferroviaria transiberiana comenzada por el gobierno zarista ruso y tenía entre
sus planes continuar sus construcciones a través de esta zona. Esta decisión provoca las
protestas de Japón y Reino Unido, ambos con intereses en la zona. El gobierno japonés
intentó negociar con el Imperio ruso, pero ante la negativa de este y la imposibilidad de
conseguir un acuerdo el conflicto se hizo cada vez más inmediato. El imperio del Japón
firmó una alianza con Reino Unido en 1902, por la que se garantizaba la neutralidad
británica en caso de una guerra con Rusia y su apoyo si una cuarta potencia se uniese a
los rusos. En 1903, las negociaciones entre los imperios japonés y ruso resultaron ser
inútiles, así que Japón decidió entrar en guerra para mantener su dominio exclusivo de
Corea. Las tropas japonesas avanzaron hacia Manchuria, donde tomaron la península de
Liaodong y empezaron el asedio a la fortaleza de Port Arthur, que duró cinco meses hasta
conseguir la rendición enemiga. Dos meses después, en marzo de 1905, se conquistó
Mukden, la capital de Manchuria. En el inicio de la guerra, Rusia había decidido enviar a
la zona a su flota del Báltico que, después de un largo y accidentado viaje que duró meses
y en el que prácticamente tuvieron que dar la vuelta al mundo, llegó por fin en mayo,
aunque sólo para ser interceptada y hundida rápidamente por la flota del Almirante Togo.
Rusia se vio obligada a negociar. El resultado fue la humillación de una nación occidental
frente a una oriental. Se concluyó un armisticio entre los dos Gobiernos. Aunque los rusos
se encontraban muy debilitados por la Revolución de 1905, las finanzas japonesas estaban
totalmente agotadas y el Imperio del Japón ya no disponía de los medios para destruir
completamente las tropas rusas de Extremo Oriente. Se organizó una conferencia de
paz en Portsmouth , en Estados Unidos en agosto, gracias a la mediación del presidente
estadounidense Theodore Roosevelt. Las negociaciones concluyeron con la firma
del Tratado de Portsmouth el 5 de septiembre de 1905.

Rusia había sido derrotada y Japón obtuvo varios importantes territorios en


compensación, pero no recibió ninguna indemnización económica, lo que provocó un
gran descontento en la opinión pública japonesa y acentuó el nacionalismo radical, con
una nación unificada que apoyaba a su ejército bajo el símbolo del emperador. La guerra
marcó un punto de inflexión en el que Japón tuvo que decidir cuáles serían sus siguientes
pasos, una vez habiéndose librado definitivamente del riesgo de caer bajo el control de
las potencias coloniales.

La reacción mundial a este conflicto que fue de una escala hasta entonces desconocida
fue de sorpresa, pues fue la primera vez que un país no-occidental vencía frente a un país
occidental (exceptuando la derrota italiana en Etiopia), esta victoria potenció los
nacionalismos en todo el mundo y en especial en las colonias sobre todo en Asia, donde
cambió su relación respecto de sus metrópolis.

Después de esto podemos ver las semillas de lo que sería la posterior Guerra del Pacífico
entre 1937 y 1945 en la que Japón reiniciaría su expansión por China, con el fin de ser
autoproclamado líder de Asía Oriental y con la desconfianza hacia Estados Unidos que
cada vez tenían mas influencia en la zona después de que hubiera conducido la Paz de
Portsmouth.

Pero esta no fue la única repercusión de la victoria japonesa si no que trajo consigo una
larga cadena de consecuencias:

La primera, el fracaso del gobierno ruso en su política exterior en Asia Oriental que hizo
cambiar sus planes y trasladar su interés a la Europa balcánica. En los Balcanes el
nacionalismo se mezcló con problemas de carácter étnico, religioso y cultural. Los grupos
balcánicos trataron de aplicar el concepto de Estado-nación y para ello intentaron
eliminar el poder turco de la península. Si bien los primeros esfuerzos se dirigieron contra
los otomanos, las distintas nacionalidades acabaron por enfrentarse entre sí, por las
incompatibles ansias territoriales. Las grandes potencias, sobre todo las limítrofes Rusia
y Austria-Hungría trataron de intervenir en la evolución de la situación política de los
Balcanes en su propio beneficio. Estos enfrentamientos concluyeron con el Tratado de
Berlín de 1878 que contuvo los cambios regionales hasta principios del siglo XX. Las
pequeñas naciones balcánicas eran incapaces de imponer sus aspiraciones expansionistas
por lo que buscaron colaboración con Rusia y Austria-Hungría.

En julio de 1908 se hicieron con el poder el partido nacionalista y reformista de los


Jóvenes Turcos, cuyos lideres se rebelaron contra el sultán Abdul Hamid II quien fue
destituido y desterrado un año más tarde. Estos movimientos por parte de los otomanos
intranquilizaron a las potencias balcánicas que veían la posibilidad del resurgimiento del
poderío otomano. La toma de poder de los Jones Turcos provocó que el 5 de octubre de
1908 Bulgaria proclamara la independencia de Constantinopla y al día siguiente, Austria-
Hungría anunció la anexión de Bosnia-Herzegovina.

Bosnia y Herzegovina eran territorios de mayoría musulmana ya que habían pertenecido


al Imperio Otomano hasta 1877. A partir de entonces dependió de Austria-Hungría hasta
que los anexionó a su imperio, esto provocó el fracaso de Serbia que pretendía integrar
este territorio en la Gran Serbia o la futura Yugoslavia. En Sarajevo, capital bosnia, se
produjo en junio de 1914 el asesinato del heredero al trono austriaco Francisco Fernando
a manos de la “Mano Negra”, organización nacionalista pro-Serbia. Este episodio junto
con la Crisis de Sarajevo confluyó en el inicio de la Gran Guerra.

La Segunda repercusión de la victoria japonesa frente a los rusos se vio claramente


reflejada en la Revolución de 1905, una ola de agitación a lo largo del Imperio Ruso. El
estallido revolucionario de 1905. Fue fruto del malestar que provocó la crisis económica
que azotaba Rusia ,crisis de subsistencias y desempleo, y del descontento causado por
la derrota militar frente a Japón. Al contrario que la Revolución Rusa posterior las fuerzas
implicadas no pretendían destruir el zarismo si no que denunciaban al gobierno y exigían
reformas políticas a la clase dirigente. El 9 de enero del mismo año se produjo el conocido
como “Domingo Sangriento” una marcha pacífica de obreros de San Petersburgo que
tenía como objetivo entregar al zar una petición de mejoras laborales que fue aplastada
salvajemente por soldados de infantería y tropas cosacas frente al Palacio de Invierno.
Esta represión agravó la relación entre el zar y la masa de campesinos y obreros rusos.

Finalmente, después de este levantamiento y sucesivas protestas huelgas y motines


durante los meses siguientes el zar hizo algunas concesiones mediante un Manifiesto
Imperial en octubre del mismo año, sin embargo y pese a parecer haber fracasado estas
revueltas sirvieron de ensayo para la posterior revolución de 1917.

La tercera repercusión de la victoria nipona fue el entusiasmo general de los países del
mundo no europeo y la imagen de Japón tras la victoria en la guerra. Esto era un gran
logro pues los japoneses habían sucumbido tan solo medio siglo atrás ante las
intimidaciones de los países europeos a finales del periodo Edo. Japón fue reconocido
como una de las primeras potencias mundiales y provocó una preocupación internacional
ya que se convertía en el foco revolucionario asiático.

Los gobiernos de los pueblos dominados optaron por seguir los pasos del imperio nipón,
tenían que industrializarse, renovarse tecnológica y científicamente como un país
occidental, pero sin perder su distintivo como nación y liberarse del control de los
europeos. Así comenzó una ola de revoluciones nacionalistas.

Una de ellas fue la Revolución constitucional persa durante el reinado de Mohammad


Alí Shah Qayar , durante el siglo XIX , la monarquía de los Qayar experimento un proceso
de desgaste y decadencia ,perdiendo territorios a favor de Rusia. Esto condujo a la
instauración de un régimen de monarquía constitucional bajo el reinado Ahmad Shah
Qayar desde 1909 hasta 1925 tras la institución de la primera constitución moderna del
país y de un parlamento, la Asamblea de Consulta Nacional.

Otra fue la llamada Revolución de los Jóvenes Turcos que rescindió la suspensión del
Parlamento otomano llevada a cabo por el sultán Abdul Hamid II en 1878 y puso inicio a
la segunda era constitucional. Este fue uno de los hitos de la disolución del Imperio
Otomano.

También en China se produjo la Revolución de Xinhai en 1911 con el levantamiento


Wuchang, la rebelión contra la última dinastía imperial china que llevaba establecida
cuatro siglos, la dinastía manchú de los Qing, que llevó al establecimiento de la República
de China el 1 de enero de 1912.

En la India en 1905, Lord Curzon, Virrey y Gobernador General de la India ordenó la


partición de la provincia de Bengala para mejorar la eficiencia en la administración de la
región, donde los intelectuales hindús ejercían ya una importante influencia sobre la
política de este lugar.

La partición creo dos provincias; Bengala del Este y Assam con la capital en Daca y
Bengala del Oeste con su capital en Calcuta, que también era la sede del gobierno
británico en la India. La rapidez y falta de planificación con que se llevó a cabo esta
separación despertó la ira de los bengalíes. No sólo los británicos no habían consultado a
los indios sobre este tema, sino que también se veía esta acción como un movimiento de
"dividir y vencer". Comenzaron las manifestaciones y las denuncias en la prensa. Por su
parte el Partido del Congreso abogó por el boicot a los productos británicos. El boicot del
Partido del Congreso fue tan exitoso que desató sentimientos antibritánicos. Un ciclo de
violencia y represión se inició en varias partes del país. Los británicos trataron de
apaciguar los ánimos anunciando reformas en 1909 y designando a algunos moderados
indios en los concejos imperiales y provinciales. Estos levantamientos seguramente no
hubieran sido imaginables sin la victoria de un pueblo no blanco frente a un pueblo blanco
en la guerra ruso-japonesa

En Indonesia también hubo un movimiento de repulsión respecto de su metrópoli. A


principios del siglo XX los holandeses pusieron en práctica una nueva política de
desarrollo la cual significo un desarrollo en agricultura, enseñanza, sanidad, vías de
ferrocarril y una mejor comunicación entre islas.

Esta política hizo que la sociedad se bifurcara en dos grupos sociales. Los nuevos grupos
sociales crecieron resentidos contra una estructura colonial que les negaba una estatus
social y económico acorde a su educación. Motivados en parte por la victoria
rusojaponesa y ante el trato injusto de la metrópoli en 1912 se fundó Sarekat Islam el
primer partido nacionalista a partir de una asociación de protección de mercaderes.
Durante los años posteriores este partido iba contando cada vez con más miembros en
todas las islas.

Ante este auge nacionalista el gobierno holandés decidido en 1916 optar por la
conciliación y creó el Volksraad (Consejo del Pueblo). Donde los distintos conjuntos de
la población podrían deliberar y ofrecer su opinión. Sin embargo, los holandeses
respondieron tras la Primera Guerra Mundial con medidas represivas y numerosas
detenciones entre ellas la de Sukarno, el futuro presidente de Indonesia, en 1929.

Indonesia encabezaría a mediados del siglo XX la Conferencia de Bandung, una reunión


de estados asiáticos y africanos, la mayoría de los cuales se habían independizado
recientemente y buscaban la cooperación económica y cultural afroasiática, en oposición
al colonialismo, así como a su inclusión dentro del área de influencia exclusiva de la
Unión Soviética.

Como conclusión, la Guerra ruso-japonesa a principios del siglo XX y marcó un antes y


un después en el mundo, no solo por la victoria nipona que fue un acontecimiento
extraordinario sino por los hechos que desencadenó; El triunfo japonés reforzó el
cuestionamiento de preceptos ideológicos como la jerarquía de razas fue un aliento de
esperanza para los pueblos de Asia y África que fueron consolidando el despertar asiático-
africano en la segunda mitad del siglo XX y la formación de movimientos como el
panarabismo, el panislamismo la negritud o el panafricanismo. La derrota rusa es de
forma directa o indirecta el antecedente de la Primera Guerra Mundial, de la Revolución
Rusa de 1917 y de las revueltas en Asia y África durante el siglo XX.

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