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El nazismo, el comunismo, y los socialismos de cualquier siglo son hijos del mismo vientre. Varían
las circunstancias históricas, pero la génesis, el desarrollo, la consolidación, la toma del poder, y el
ejercicio de la tiranía son hilos claramente identificables que forman parte de un tejido común. Y
ese tejido común tiene su fibra más fuerte en la práctica del crimen organizado. La condición del
Estado soberano provee el parapeto perfecto para el ejercicio de la criminalidad en escala masiva,
asegurada la impunidad, y en el ejercicio de autoridad absoluta.
El paradigma presente de la barbarie que es el socialismo siglo XXI radica en Venezuela, y los
paralelismos históricos con los nazis son impresionantes.
Ambos utilizaron los instrumentos y mecanismos de la democracia para ingresar al cuerpo político.
Hitler organizó sus “Camisas Pardas” (fuerzas de choque) para aterrorizar y ganar poder a través
de la represión violenta. Chávez, en su momento, organizaría su Guardia Bolivariana. Los dos se
tomaron, además, las fuerzas armadas y la policía para servir sus propósitos de control social y
dominio político.
Hitler y Chávez tuvieron como pilar ideológico el odio de clases. Para Hitler, el blanco de ataques
eran los judíos. Para Chávez, la burguesía capitalista y cualquier elemento de oposición política.
Hitler duplicó su votación en seis meses como producto del fraude. Chávez ganó sus elecciones
con fraude, posteriormente patentado con tramas conocidas. Se consolidó en ambos casos el
monopolio de la tiranía; se persiguió, encarceló y asesinó a los opositores; y se expidieron leyes a
conveniencia para adecuar la estructura del Estado a los requerimientos del poder absoluto.
Hitler, en alianza con los industriales le imprimió fuerza a la economía alemana; hizo el tendido de
las autopistas; y, a través de su política armamentista, logró el pleno empleo. Le dio al pueblo la
sensación de prosperidad, solo para destruir un país que no era su cuna, como Venezuela no lo es
de Maduro. Chávez y sus secuaces se montaron sobre la mayor bonanza de los precios del
petróleo para malgastar y robar un trillón y medio de dólares, y liquidar a toda una nación.
Queda entonces claro que los socialistas, los comunistas, y los nazis son hijos putativos de una
misma madre, y han comprobado su poder de destrucción. Los nazis eran hampones, ladrones y
asesinos, sus émulos del presente también lo son, tal como lo responde Google con un millón y
medio de citas. El socialismo siglo XXI no debe ser estudiado con tratados de economía. El tema es
de carácter policial. Y de cárcel.