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EL CAPITAL SOCIAL EN LA CREACIÓN

DE CAPITAL HUMANO*

James S. Coleman

Existen dos amplias corrientes intelectuales en la descripción y explicación de


la acción social. Una, característica del quehacer de la mayoría de los
sociólogos, ve al actor como socializado y a la acción como gobernada por
normas sociales, reglas y obligaciones. Las principales virtudes de esta
corriente intelectual yacen en su capacidad para describir la acción en un
contexto social y para explicar cómo se modela, se constriñe y es redirigida
por el contexto social.
La otra corriente intelectual, característica de la actividad de la mayoría
de los economistas, ve al actor con metas alcanzadas de manera
independiente y actuando en forma por completo egoísta e independiente. La
virtud principal está en que tiene un principio de acción: el de maximizar la
utilidad. Este principio de acción, a la par de una generalización empírica
única (la utilidad marginal decreciente) ha generado el extenso crecimiento de
la teoría económica neoclásica, así como el crecimiento de la filosofía política
en diversas variedades: utilitarismo, contractualismo y derechos naturales.1
En trabajos anteriores (Coleman, 1986a, 1986b), he argumentado a
favor y me he involucrado en el desarrollo de una orientación teórica en
sociología que incluye componentes de estas dos corrientes intelectuales.

*
Tomado de A. H. Halsey, H. Lauder, P. Brown y A. S. Wells, 1997, Education: culture, economy, society,
U.S.A., Oxford University Press, pp. 80-95. La traducción es de Juan José Ortiz Amezcua.
1
Una discusión de la importancia de la generalización empírica en la economía se encuentra en Black, Coats
y Goodwin (1973).

1
Acepta el principio de la acción racional o dirigida a un propósito e intenta
mostrar cómo ese principio, en conjunción con contextos sociales
particulares, puede dar cuenta no sólo de las acciones de los individuos en
contextos particulares, sino también del desarrollo de la organización social.
En el presente artículo introduzco una herramienta conceptual para usarla en
esta empresa teórica: el capital social. Como antecedente para introducir este
concepto, resulta útil ver algunas de las críticas e intentos para modificar las
dos corrientes intelectuales.

Críticas y revisiones

Ambas corrientes intelectuales tienen serios defectos. La corriente


sociológica tiene lo que podría ser una falla fatal como empresa teórica: el
actor no tiene una “máquina de acción”. El actor es moldeado por el ambiente
pero no existen resortes internos de acción que den al actor un propósito o
dirección. El mero concepto de acción como un producto total del ambiente
ha llevado a los sociólogos mismos a criticar esta corriente intelectual, como
en "The Oversocialized Conception of Man in Modern Sociology", de Dennis
Wrong (1961).
La corriente económica, por otro lado, hace caso omiso de la realidad
empírica: las acciones de las personas están moldeadas, redirigidas,
constreñidas por el contexto social; las normas, la confianza interpersonal, las
redes sociales y la organización social son importantes en el funcionamiento
no sólo de la sociedad sino también de la economía.
Numerosos autores de ambas tradiciones han reconocido estas
dificultades y han intentado impartir algunas de las percepciones y

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orientaciones de su corriente intelectual a la otra. En economía, Yoram Ben-
Porath (1980) ha desarrollado ideas concernientes al funcionamiento de lo
que él llama la “conexión-F” en sistemas de intercambio. La conexión-F
comprende familias, amigos y empresas, y Ben-Porath, apoyándose en
literatura de la antropología y la sociología, así como de la economía, muestra
la manera en que estas formas de organización social afectan el intercambio
económico. Oliver Williamson ha examinado en un conjunto de
publicaciones (véase la bibliografía) las condiciones bajo las cuales se
organiza la actividad económica en diferentes formas institucionales, esto es,
dentro de empresas o en los mercados. Existe todo un cuerpo de trabajo en
economía, la “nueva economía institucional”, que intenta mostrar, dentro de
la teoría económica neoclásica, tanto las condiciones en que surgen las
instituciones económicas particulares como los efectos de estas instituciones
(i.e., de la organización social) en el funcionamiento del sistema.
Ha habido intentos recientes de los sociólogos de examinar la manera
en que la organización social afecta el funcionamiento de la actividad
económica. Baker (1983) ha mostrado cómo, aun en el muy racionalizado
mercado que es la Bolsa de Valores de Chicago, se desarrollan las relaciones
entre los corredores de piso, cómo se mantienen y afectan sus transacciones.
Más en general, Granovetter (1985) se ha embarcado en un amplio ataque al
“concepto del hombre subsocializado” que caracteriza el análisis que hacen
los economistas respecto de la actividad económica. Granovetter critica, en
primer lugar, buena parte de la nueva economía institucional por su crudeza
funcionalista, porque la existencia de una institución económica se explica
con frecuencia meramente por las funciones que desempeña para el sistema
económico. Él argumenta que, incluso en la nueva economía institucional,

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existe la incapacidad de reconocer la importancia de las relaciones personales
concretas y de los entramados de relaciones –lo que él llama “anclaje”
(embeddedness)– para generar confianza, para fijar expectativas y crear y
reforzar las normas.
La idea de anclaje puede verse como un intento de introducir en el
análisis de los sistemas económicos la organización social y las relaciones
sociales, no sólo como una estructura que allí surge para cumplir una función
económica, sino como una estructura con historia y continuidad que le da un
efecto independiente al funcionamiento de los sistemas económicos.
Todo este trabajo, tanto de economistas como de sociólogos, ha
constituido un análisis revisionista del funcionamiento de los sistemas
económicos. De manera amplia puede decirse que mantiene el concepto de
acción racional para superponerle una organización social e institucional, ya
sea generada endógenamente, como en las explicaciones funcionalistas de
algunos de los nuevos economistas institucionales, o bien entendida como
resultado de factores exógenos, tal como ocurre en la obra de algunos
sociólogos que está más orientada hacia la causalidad.
Mi meta es un tanto diferente. Consiste en importar el principio de
acción racional de los economistas para usarlo en el análisis de los sistemas
sociales propiamente dichos, incluyendo, sin quedar limitado, a los sistemas
económicos, haciéndolo sin descartar en el proceso a la organización social.
El concepto de capital social es una herramienta que ayuda en esta labor. En
este artículo introduzco el concepto con cierta generalidad y luego examino
su utilidad en un contexto particular, el de la educación.

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Capital social

Los argumentos que sostienen estas dos tradiciones intelectuales no pueden


ponerse juntos en un pastiche. Es necesario empezar con un marco
conceptualmente coherente partiendo de una de ellas e introducir elementos
de la otra, sin destruir esa coherencia.
Pese a que abrió brecha, yo veo dos grandes deficiencias en el trabajo
anterior que introducía la “teoría del intercambio” en la sociología. Una fue
limitarse a las relaciones microsociales, con lo que abandona la virtud
principal de la teoría económica: su capacidad para hacer la transición micro-
macro de las relaciones paritarias al sistema. Esto fue evidente tanto en la
obra de Homans (1961) como en la de Blau (1964). La otra fue el intento de
introducir principios ad hoc, tales como el de “justicia distributiva” (Homans,
1964:241) o la “norma de reciprocidad” (Gouldner, 1960). La primera
deficiencia limita la utilidad de la teoría y la segunda crea un pastiche.
Si comenzamos con una teoría de la acción racional en la que cada
actor tiene control sobre ciertos recursos e intereses en ciertos recursos y
acontecimientos, entonces el capital social constituye una clase particular de
recurso disponible para un actor.
El capital social se define por su función. No es una entidad aislada,
sino una variedad de diferentes entidades con dos elementos en común:
constan de algún aspecto de las estructuras sociales y facilitan ciertas
acciones de los actores –sean personas o corporaciones– dentro de la
estructura. Al igual que otras formas de capital, el capital social es productivo
y hace posible el logro de ciertos fines que sin él no serían posibles. Como el
capital físico y el capital humano, el capital social no es completamente

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reemplazable, sino que puede ser específico de ciertas actividades. Una forma
dada de capital social que es valiosa para facilitar ciertas acciones, puede
resultar inútil o aun dañina para otras.
A diferencia de otras formas de capital, el capital social es inherente a
la estructura de relaciones entre dos actores y entre muchos actores. No está
alojado ni en los actores mismos ni en los implementos físicos de la
producción. Debido a que las organizaciones pueden ser actores (“actores
corporativos”) al igual que las personas, las relaciones entre los actores
corporativos pueden constituir capital social para ellos también (siendo tal
vez el más conocido ejemplo el del intercambio de información que permite
fijar precios en la industria). Sin embargo, en el presente artículo, los
ejemplos y el área de aplicación a los que dirigiré mi atención tienen que ver
con el capital social como un recurso para las personas.
Antes de enunciar más precisamente en qué consiste el capital social,
es útil dar varios ejemplos que ilustran algunas de sus diferentes formas.
1. Los mercados mayoristas de diamantes exhiben una característica
que para un extraño es notable. En el proceso de negociación de una venta, un
mercader entrega a otro una bolsa de piedras para que éste las examine a
gusto y en privado, sin un compromiso escrito de que el último no substituirá
una o más piedras por otras inferiores o por una réplica de pasta. La
mercancía puede valer miles o cientos de miles de dólares. Ese libre
intercambio de piedras para inspección es importante para el funcionamiento
de este mercado. En su ausencia, el mercado operaría de manera más torpe y
menos eficiente.
La inspección muestra ciertos atributos de la estructura social. Una
determinada comunidad de mercaderes ordinariamente es muy cerrada, tanto

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en la frecuencia de interacción como en lazos étnicos y familiares. El
mercado mayorista de diamantes en la ciudad de Nueva York, por ejemplo, es
judío, con un alto grado de matrimonios endogámicos de personas que viven
en la misma comunidad de Brooklyn y que van a las mismas sinagogas. Se
trata de una comunidad esencialmente cerrada.
La observación del mercado mayorista de diamantes indica que estos
estrechos lazos, a través de la familia, la comunidad y la afiliación religiosa
aportan la seguridad que es necesaria para facilitar las transacciones en el
mercado. Si cualquier miembro de esta comunidad apostatase substituyendo
otras piedras o robando piedras durante su posesión temporal, perdería a su
familia así como los lazos religiosos y comunitarios. La fuerza de estos lazos
hace posibles transacciones en las que la confiabilidad se da por descontada y
el comercio puede efectuarse con facilidad. En ausencia de estos lazos, se
harían necesarios complejos y costosos mecanismos de vinculación y
aseguración, o bien no tendrían lugar las transacciones.
2. El International Herald Tribune del 21-22 de junio de 1986 publicó
un artículo en la primera página sobre los estudiantes activistas radicales de
Corea del Sur. Se describe así el desarrollo de tal activismo:

la ideología radical se trasmite en ‘círculos de estudio’ clandestinos, grupos


de estudiantes que pueden venir de la misma escuela, pueblo o iglesia. Estos
círculos de estudio [...] funcionan como la unidad básica de organización de
manifestaciones y otras protestas. Para evitar la detección, los miembros de
grupos diferentes nunca se encuentran sino que se comunican por medio de
representantes designados.

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Esta descripción de las bases de la organización de este activismo ilustra un
capital social de dos clases. La frase “la misma escuela, pueblo o iglesia”
proporciona las relaciones sociales sobre las cuales se construyen después los
“círculos de estudio”. Los círculos de estudio mismos constituyen una forma
de capital social: una forma celular de organización que resulta especialmente
valiosa para facilitar la oposición en cualquier sistema político que no tolere
la disidencia. Aun donde el disentimiento político es tolerado, ciertas
actividades no lo son, ya se trate de actividades de terrorismo políticamente
motivado o de simples delitos. La organización que hace posibles estas
actividades es una forma especialmente potente de capital social.
3. Una madre de seis niños que recientemente se mudó con esposo e
hijos del Detroit suburbano a Jerusalén describió que una razón para hacerlo
fue la mayor libertad que sus jóvenes hijos tenían en Jerusalén. Se sentía
segura al dejar que su hijo de ocho años llevase al de seis años por la ciudad
en autobús a la escuela y sentía que sus hijos estaban seguros jugando sin
supervisión en un parque de la ciudad, cosas que no podía tener donde vivía
antes.
La razón de esta diferencia se puede describir como una diferencia en
el capital social disponible en Jerusalén y en el Detroit suburbano. En
Jerusalén, la estructura normativa asegura que a los niños solos los “cuidarán”
los adultos del vecindario, en tanto que esa estructura normativa no existe en
la mayoría de las áreas metropolitanas de los Estados Unidos. Se puede decir
que las familias disponen en Jerusalén de un capital social que no existe en
las áreas metropolitanas de los Estados Unidos.
4. En el mercado Khan El Khalili de El Cairo, las fronteras entre
mercaderes son difíciles de descubrir para un forastero. El propietario de un
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comercio que se especializa en pieles, cuando se le pregunta dónde se puede
encontrar un cierto tipo de joyería, resulta que él también la vende, o lo que
parece ser casi lo mismo, que tiene un socio cercano que la vende, con quien
puede llevar al cliente. O bien al instante se convierte en un cambista de
dinero, aunque de hecho no lo sea, simplemente al llevar al comprador con
su colega a unas cuantas tiendas de distancia. Por algunas actividades, como
el llevar a un cliente al negocio de un amigo, hay comisiones; para otras,
como el cambio de divisas, meramente sólo hay documentos de deudas. Las
relaciones familiares son importantes en el mercado, como también lo es la
estabilidad de la propiedad (proprietorship). Todo el mercado está tan
impregnado de relaciones del tipo que he descrito, que se le puede ver como
una organización no menos que a una tienda de departamentos.
Alternativamente, uno puede ver al mercado como si consistiera en un
conjunto de comerciantes individuales, donde cada uno tiene un extenso
monto de capital social del cual disfruta a través de las relaciones del
mercado.
Los ejemplos anteriores han mostrado el valor del capital social para un
número de resultados, tanto económicos como no económicos. Hay, sin
embargo, ciertas propiedades del capital social que son importantes para
entender cómo cobra existencia y cómo se emplea en la creación de capital
humano. Será útil, primero, una comparación con el capital humano, y luego
un examen de diferentes formas de capital social para entender esas
propiedades.

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Capital humano y capital social

Probablemente el desarrollo más importante y más original en la economía de


la educación en los últimos 30 años ha sido la idea de que el concepto de
capital físico materializado en herramientas, máquinas y demás equipo
productivo se puede extender hasta incluir también el capital humano
(Schultz, 1961; Becker, 1964). Así como el capital físico se crea al
transformar materiales para formar herramientas que facilitan la producción,
el capital humano se crea con cambios en las personas que producen
competencias y capacidades que las hacen aptas para actuar de formas
nuevas.
El capital social, sin embargo, nace a través de cambios en las
relaciones entre personas, que facilitan la acción. Si el capital físico es
totalmente tangible, representado por formas materiales observables, y si el
capital humano es menos tangible y está representado por competencias y
conocimientos adquiridos por un individuo, el capital social es menos
tangible aun, porque existe en las relaciones entre las personas. Así como el
capital físico y el capital humano facilitan la actividad productiva, el capital
social también lo hace. Un ejemplo sería un grupo dentro del cual prevalecen
una amplia confiabilidad y una confianza que lo hacen capaz de lograr más de
lo que haría un grupo comparable sin tales ingredientes.

Formas de capital social

El valor del concepto de capital social reside, primero, en el hecho de que


identifica ciertos aspectos de la estructura social por su función, tal como el

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concepto de “silla” identifica a ciertos objetos físicos por su función, a pesar
de las diferencias de forma, aspecto y construcción. La función identificada
por el concepto de “capital social” es el valor de estos aspectos de la
estructura social para los actores, como recursos que pueden usar para lograr
lo que les interesa.
Al identificar esta función de ciertos aspectos de la estructura social, el
concepto de capital social constituye tanto una ayuda para dar cuenta de los
diferentes resultados en el nivel de los actores individuales, como una ayuda
para efectuar todas las transiciones de lo micro a lo macro sin abordar los
detalles socioestructurales gracias a los cuales esto ocurre. Por ejemplo, al
caracterizar los clandestinos círculos de estudio de los estudiantes radicales
de Corea del Sur como constituyentes de un capital social que estos
estudiantes pueden usar en sus actividades revolucionarias, aseveramos que
los grupos constituyen un recurso que ayuda a pasar de la protesta individual
a la revuelta organizada. Si, en una teoría de la revuelta, se considera
necesario cierto recurso para realizar esta tarea, entonces estos círculos de
estudio quedan agrupados junto con aquellas estructuras de organización, con
diferentes orígenes, que han cumplido la misma función para individuos con
metas revolucionarias en otros contextos, tales como los Comités d'action
lycéen de la revuelta estudiantil francesa de 1968 o las células de trabajadores
en la Rusia zarista descritas y apoyadas por Lenin (1902; 1973).
Es verdad, desde luego, que para otros propósitos uno quiere investigar
los detalles de tales recursos organizativos para comprender los elementos de
importancia crítica en su utilidad como recursos para tal propósito y para
examinar cómo llegaron a existir en un caso particular. Pero el concepto de
capital social permite tomar tales recursos y mostrar el modo en que pueden

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ser combinados con otros recursos para producir un comportamiento a un
nivel diferente del sistema, o en otros casos, diferentes resultados en
individuos.
Aunque para estos propósitos el capital social constituye un concepto
no analizado, le indica al analista y al lector que algo de valor se ha producido
para aquellos actores que tienen este recurso disponible y que el valor
depende de la organización social. Se vuelve entonces una segunda etapa en
el análisis el desembalaje del concepto para descubrir qué componentes de la
organización social contribuyen al valor producido.
En un trabajo anterior, Lin (1988) y De Graf y Flap (1988), desde una
perspectiva de individualismo metodológico similar a la adoptada en este
artículo, han mostrado cómo se usan los recursos sociales informales de
manera instrumental para lograr movilidad ocupacional en los Estados
Unidos y en menor medida en Alemania Occidental y en los Países Bajos. Lin
se concentró en el modo como los lazos sociales, especialmente los lazos
“débiles” realizan este papel. Aquí yo quiero examinar una variedad de
recursos que constituyen, para los actores, capital social.
Antes de examinar empíricamente el valor del capital social en la
creación del capital humano, examinaré más a fondo cuál es la naturaleza de
las relaciones sociales que pueden constituir recursos de capital útiles para los
individuos.

Compromisos de pago, expectativas y confiabilidad de estructuras

Si A hace algo para B y confía en B para que le corresponda en el futuro, se


crea una expectativa en A y una obligación por parte de B. Esta obligación

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puede concebirse como una boleta de crédito en poder de A para ser cumplida
por B. Si A guarda un número grande de estas boletas de crédito para un
número de personas con quienes A tiene relación, entonces la analogía con el
capital financiero es directa. Estas boletas de crédito constituyen una reserva
grande de crédito que A puede hacer efectivo si es necesario —desde luego, a
menos que la asignación de confianza haya sido equivocada y entonces estas
malas deudas no serán pagadas.
En algunas estructuras sociales se dice que “cada persona siempre está
haciendo algo por los demás”. Existe un número grande de estas boletas de
crédito pendientes, con frecuencia en ambas partes de una relación (ya que
estas boletas de crédito resultan con frecuencia no completamente redimibles
en las áreas de actividad, de manera que hay boletas de crédito de B en poder
de A y otras de A en poder de B que no se usan íntegramente para cancelarse
en forma recíproca). El mercado de El Khalili en El Cairo, descrito antes,
constituye un caso extremo de tal estructura social. En otras estructuras
sociales donde los individuos son más autosuficientes y dependen menos
unos de otros existen menos boletas de crédito pendientes en cualquier
momento.
Esta forma de capital social depende de dos elementos: la confiabilidad
del ambiente social, lo que quiere decir que las deudas serán pagadas, y la
magnitud real de las deudas asumidas. Las estructuras sociales difieren en
estas dos dimensiones y los actores dentro de la misma estructura se
diferencian en la segunda. Un caso que ilustra el valor de la confiabilidad del
ambiente es el de las asociaciones de crédito rotativo del sureste de Asia y de
otras partes. Estas asociaciones son grupos de amigos y vecinos que
normalmente se reúnen cada mes; cada persona contribuye a un fondo central

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que se entrega a uno de los miembros (por petición o por sorteo) hasta que,
después de un cierto número de meses, cada una de las n personas ha hecho n
contribuciones y ha recibido un pago. Como señala Geertz (1962) estas
asociaciones sirven como instituciones de ahorro eficientes para pequeños
gastos de capital, lo que constituye una ayuda importante para el desarrollo
económico.
Pero, sin un alto grado de confiabilidad de los miembros del grupo, la
institución no podría existir, ya que una persona que recibe un pago al
principio de la secuencia de encuentros podría escaparse y dejar a los otros
con una pérdida. Por ejemplo, uno no podría imaginarse una asociación de
crédito rotativo operando con éxito en áreas urbanas marcadas por un alto
grado de desorganización social, o en otras palabras, por una carencia de
capital social.
Pueden surgir diferencias socioestructurales en ambas dimensiones por
varias razones. Hay diferencias en las necesidades reales de ayuda que tienen
las personas, en la existencia de otras fuentes de ayuda (tales como servicios
gubernamentales de seguridad), en el grado de solvencia (que reduce la ayuda
requerida de los otros), en diferencias culturales que se dan en la tendencia a
prestar y pedir ayuda (Banfield, 1867) en el cerramiento de las redes
sociales, en la logística de los contactos sociales (Festinger, Schachter y
Back, 1963), así como en otros factores. Cualquiera que sea la fuente, sin
embargo, se observa que los individuos inmersos en estructuras sociales con
altos niveles de deudas pendientes, tienen en cualquier momento más capital
social del cual pueden disfrutar. La densidad de las deudas pendientes
significa, en efecto, que la utilidad total de los recursos tangibles de esa

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estructura social se verá acrecentada por el hecho de que los demás puedan
disponer de tales recursos cuando lo necesiten.
Los actores individuales en un sistema social difieren también en el
número de boletas de crédito pendientes de las cuales pueden echar mano en
cualquier momento. Los ejemplos extremos se hallan en las configuraciones
familiares extendidas jerárquicamente estructuradas, en las que un patriarca
(o “padrino”) posee un conjunto extraordinariamente grande de compromisos
de pago que puede invocar en cualquier momento para conseguir lo que
quiere que se haga. Cerca de este extremo están los pueblos en ambientes
tradicionales que están altamente estratificados, con ciertas familias ricas que,
debido a su riqueza, han acumulado amplios créditos que pueden reclamar en
cualquier momento.
De manera similar, en ambientes políticos tales como una legislatura,
un legislador en una posición con recursos extras (tales como el presidente de
la Cámara de los Comunes o el líder de la mayoría en el Senado del Congreso
de los EE. UU.) puede, mediante un uso efectivo de recursos, acumular un
conjunto de compromisos de pago de parte de los otros legisladores que haga
posible lograr la aprobación de una legislación que de otra manera sería
obstaculizada. Esta concentración de compromisos de pago constituye un
capital social que es útil, no sólo para este poderoso legislador, sino también
para lograr un mayor nivel de acción de una legislatura. Así, aquellos
miembros de legislaturas entre quienes tales créditos son grandes tendrían que
ser más poderosos que aquéllos sin extensos créditos y débitos porque pueden
usar los créditos para producir una votación en bloque sobre muchos temas.
Se sabe bien, por ejemplo, que en el Senado de los Estados Unidos de
América algunos senadores son miembros de lo que se llama el “club del

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Senado”, en tanto que otros no lo son. Esto, en efecto, significa que algunos
senadores están inmersos en el sistema de créditos y débitos, en tanto que
otros, ajenos al “club” no lo están. Es bien sabido, asimismo, que aquellos
que están en el club son más poderosos que los que están afuera.

Canales de información

Una forma importante del capital social es el potencial de información que es


inherente a las relaciones sociales. La información es importante para
proporcionar una base de acción. Pero la adquisición de información es
costosa. Como mínimo, requiere atención, que siempre se ofrece en forma
escasa. Un medio por el cual la información puede adquirirse es el uso de
relaciones sociales que se mantienen para otros propósitos. Katz y Lazarsfeld
(1955) demostraron que esto operaba en varias áreas de la vida de las mujeres
de una ciudad del medio Oeste en la década de 1950. Demostraron que una
mujer interesada en estar a la moda, pero no en la frontera de la moda, usaba
como fuentes de información a los amigos que sabía que estaban a la moda.
De manera similar, una persona que no está muy interesada en los hechos de
actualidad pero sí en informarse sobre los desarrollos importantes puede
ahorrarse el tiempo que se lleva la lectura de un periódico apoyándose en su
cónyuge o en amigos que prestan atención a tales asuntos. Un científico
social que está interesado en estar al día en la investigación en campos
relacionados con su especialidad puede hacer uso de las interacciones
cotidianas con colegas para ese fin, pero sólo en una universidad en la que la
mayoría de los colegas se mantienen al día.

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Todos estos son ejemplos de relaciones sociales que constituyen una
forma de capital social que aporta información que facilita la acción. Las
relaciones, en este caso, no son valiosas por las “boletas de crédito” que
aporten en forma de compromisos de pago que uno posee y que otros
cumplirán, ni por la confiabilidad de la otra parte, sino meramente por la
información que proporcionan.

Normas y sanciones eficaces

Cuando existe una norma y es eficaz, constituye una forma poderosa, aunque
a veces frágil, de capital social. Las normas eficaces que inhiben el crimen
hacen posible caminar libremente por las calles de noche en una ciudad y
permiten a las personas mayores alejarse de su casa sin temor por su
seguridad. Las normas en una comunidad que apoya y proporciona
recompensas eficaces por un alto desempeño en la escuela facilitan
enormemente la tarea de las escuelas.
Una norma de conducta dentro de una colectividad que constituye una
forma especialmente importante de capital social es la norma de que uno debe
abandonar el interés propio y actuar por los intereses de la colectividad. Una
norma de este tipo, reforzada por el apoyo social, el estatus, el honor y otras
recompensas, es el capital social que edifica naciones jóvenes (y que luego se
disipa cuando éstas se hacen mayores), fortalece a las familias al guiar a sus
miembros a actuar desinteresadamente en interés “de la familia”, facilita el
desarrollo de los movimientos sociales nacientes por medio de un grupo
pequeño de miembros dedicados, introspectivos y que se recompensan
mutuamente, y en general conduce a las personas a trabajar para el bien

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público. En algunos de estos casos se interiorizan las normas; en otros, son
apoyadas en gran medida con recompensas externas a las acciones generosas
y desaprobación a las acciones egoístas. Pero, ya sea que las apuntalen
sanciones internas o externas, las normas de este tipo son importantes para la
superación del problema de los bienes públicos que se presenta en las
colectividades.
Como todos estos ejemplos sugieren, las normas eficaces pueden
constituir una forma poderosa de capital social. Este capital social, sin
embargo, al igual que las formas descritas antes, no sólo hace posibles ciertas
acciones, sino que restringe otras. Una comunidad con normas fuertes y
eficaces para la conducta de las personas jóvenes puede prevenirlas de “pasar
un buen rato”. Las normas que hacen posible caminar solo en la noche
también restringen las actividades de los criminales (y en algunos casos
también las de los no-criminales). Incluso las normas prescriptivas que
recompensan ciertas acciones, como cierta norma en una comunidad que dice
que un muchacho que es buen atleta debería dedicarse al futbol, están en
efecto encauzando la energía lejos de otras actividades. Las normas eficaces
en un área pueden reducir la innovación, no sólo encauzando las acciones que
dañan a los demás, sino también aquellas que pueden beneficiar a todos.
(Véase Merton, 1968: 195-203, donde se analiza cómo puede suceder esto.)

Estructura social que hace posible el capital social

Todas las relaciones sociales y las estructuras sociales hacen posibles algunas
formas de capital social; los actores establecen relaciones con un fin
determinado y continúan con ellas cuando siguen proporcionándoles

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beneficios. Ciertas clases de estructura social, sin embargo, son especialmente
importantes porque hacen posibles algunas formas de capital social.

Cerramiento de redes sociales

Una propiedad de las relaciones sociales de las cuales dependen las normas
eficaces es la que llamaré cerramiento (closure). En general, se puede decir
que una condición necesaria aunque no suficiente para que surjan normas
eficaces es la acción que impone efectos externos sobre los demás. (Ullman-
Margalit, 1977; Coleman, 1987.) Las normas surgen como intentos de limitar
los efectos externos negativos o para estimular los positivos. Pero en muchas
estructuras sociales donde existen estas condiciones no hay normas. La razón
es lo que puede ser descrito como la falta de cerramiento de la estructura
social. La Figura 1 ilustra el porqué. En una estructura abierta como la de la
Figura 1a, el actor A, que tiene relaciones con los actores B y C, puede
realizar acciones que imponen externalidades negativas a B, o a C o a ambos.
Como ellos no tienen relaciones entre sí, sino con otros (D y E), entonces no
pueden combinar fuerzas para sancionar a A y restringir sus acciones. A
menos que B o C hayan sido suficientemente perjudicados y por sí mismos
sean lo bastante fuertes frente a A para sancionarlo, las acciones de A seguirán
como antes. En una estructura con cerramiento como la de la Figura 1b, B y C
pueden combinarse para proporcionar una sanción colectiva, o cualquiera de
ellos puede gratificar al otro por sancionar a A. (Véase Merry, 1984) para
ejemplos de cómo el chismorreo, que depende del cerramiento de la
estructura social, se usa como sanción colectiva.)

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Figura 1. Red sin cerramiento (a) y red con cerramiento (b).

En el caso de las normas impuestas a los niños por los padres, el


cerramiento de la estructura requiere una estructura ligeramente más
compleja, a la que llamaré cerramiento intergeneracional. El cerramiento
intergeneracional puede describirse con un diagrama simple que representa
las relaciones entre padre e hijo y las relaciones fuera de la familia.
Considérese la estructura de dos comunidades, representada por la Figura 4.2.
Las líneas verticales representan relaciones transgeneracionales, entre padre e
hijo, en tanto que las líneas horizontales representan relaciones dentro de una
generación. El punto A en las figuras 2a y 2b representa al padre del niño B y
el punto D representa al padre del niño C. Las líneas entre B y C representan
relaciones entre niños que existen en cualquier escuela. Aunque las otras
relaciones entre los niños de la escuela no se muestran aquí, existe un alto
grado de cerramiento entre pares, quienes se ven uno al otro diariamente,

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tienen expectativas entre ellos y desarrollan normas sobre el comportamiento
de unos con los otros.
Las dos comunidades difieren, sin embargo, en la presencia o ausencia
de enlaces entre los padres de los niños de la escuela. Para la escuela
representada en la Figura 2b, hay un cerramiento intergeneracional; para la
representada en la Figura 2a no existe. Para decirlo coloquialmente, en la
comunidad inferior, representada por 2b, los amigos de los padres son los
padres de los amigos de sus hijos. En la otra no lo son.

1. Figura 2. Red que incluye a los padres (A, D) y a sus hijos (B, C) sin
cerramiento (a) y con cerramiento (b).

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La consecuencia de este cerramiento es, como en el caso del mercado
mayorista de diamantes o en otras comunidades semejantes, un conjunto de
sanciones eficaces que pueden supervisar y guiar el comportamiento. En la
comunidad de la Figura 2b, los padres A y D pueden discutir las actividades
de sus hijos y alcanzar algún consenso sobre criterios y sanciones. Al padre
A lo apoya el padre D en la sanción de las acciones de su hijo; más allá de
eso, el padre D constituye un supervisor no sólo para su propio hijo, C, sino
también para el otro niño, B. Así, la existencia de un cerramiento
intergeneracional suministra una cantidad de capital social del que dispone
cada padre al educar a sus hijos (no sólo en asuntos relacionados con la
escuela sino en otros asuntos también).
El cerramiento de la estructura social es importante no sólo para la
existencia de normas eficaces, sino también para otra forma de capital social:
la confiabilidad de las estructuras sociales que permite la proliferación de
compromisos de pago y de expectativas. La defección de un compromiso de
pago es una forma de imponer una externalidad negativa sobre otro. Sin
embargo, en una estructura sin cerramiento la puede sancionar realmente, sin
acaso, sólo la persona con la que se contrajo el compromiso. La reputación no
puede surgir en una estructura abierta y no se pueden aplicar sanciones
colectivas que garanticen la confiabilidad. Así, podemos decir que el
cerramiento crea confiabilidad en una estructura social.

22
Organización social apropiable

Las organizaciones voluntarias se forman para contribuir a lograr algún


propósito de quienes las crean. En un proyecto habitacional construido
durante la Segunda Guerra Mundial en una ciudad del Este de los Estados
Unidos, hubo muchos problemas físicos causados por la mala construcción:
plomería defectuosa, aceras resquebrajadas y otros defectos (Merton, s/f). Los
residentes se organizaron para confrontar a los constructores y manejar estos
problemas de otra manera. Posteriormente, cuando los problemas fueron
resueltos, la organización quedó como capital social disponible que mejoró la
calidad de vida de los residentes. Los residentes tenían recursos disponibles
que habían visto como no disponibles donde habían vivido antes. (Por
ejemplo, a pesar de que el número de infantes en la comunidad era más
pequeño, los residentes se mostraban más inclinados a mostrar satisfacción
por la posibilidad de contar con cuidadoras de infantes.)
Los impresores de la Unión Tipográfica de Nueva York que eran
operadores de monotipos formaron un Club del Monotipo a manera de club
social (Lipset, Trow y Coleman, 1956). Posteriormente, cuando los
empleadores buscaron operadores de monotipo y cuando los operadores de
monotipo buscaron trabajo, ambos encontraron esta organización como un
servicio de empleo y ajustaron la organización para este propósito. Todavía
después, cuando el Partido Progresista llegó al poder en la Unión de Nueva
York, el Club del Monotipo sirvió como recurso organizacional para el
Partido Independiente cuando cesó en sus funciones. El Club del Monotipo, a
continuación, sirvió como una importante fuente de capital social para que los

23
Independientes mantuvieran al partido como una oposición organizada
mientras estaba fuera de funciones.
En el ejemplo de los estudiantes radicales de Corea del Sur, los círculos
de estudio fueron descritos como constituidos por grupos de estudiantes de la
misma secundaria o ciudad natal o iglesia. Aquí, como en los ejemplos
anteriores, una organización que se inició con un propósito queda preparada
para atender otros propósitos, constituyendo un capital social importante para
los miembros individuales, quienes tienen a su disposición los recursos
organizacionales necesarios para una oposición efectiva. Estos ejemplos
ilustran el punto general: que la organización, una vez que existe para un
conjunto de propósitos, también puede ayudar en otros, por lo que constituye,
así, un capital social que puede ser usado.
Es posible entender algunas de las maneras en las que el cerramiento y
la organización social apropiable suministran capital social haciendo uso de
una distinción hecha por Max Gluckman (1967) entre relaciones simplex y
multiplex.2 En las segundas, las personas están vinculadas en más de un
contexto (vecinos, compañeros de trabajo, padres; correligionarios, etcétera),
en tanto que en las primeras las personas están unidas por sólo una de estas
relaciones. La propiedad central de una relación multiplex es que permite
apropiarse los recursos de una relación para usarlos en otras. A veces el
recurso no es más que información, como cuando dos padres que se ven
mutuamente como vecinos intercambian información sobre las actividades de
sus vástagos; a veces se trata de los compromisos de pago que una persona
contrajo con una segunda en la relación X y que la segunda persona puede

2 Estoy especialmente agradecido con Susan Shapiro por haberme recordado la distinción de

Gluckman y por señalar su pertinencia para mi análisis.


24
usar para restringir las acciones de la primera en la relación Y. Con
frecuencia, son recursos en forma de otras personas que tienen compromisos
de pago en un contexto cuya ayuda puede invocarse cuando se tienen
problemas en otro contexto.

El capital social en la creación de capital humano

Las páginas precedentes se han dirigido hacia la definición e ilustración del


capital social en general. Pero hay un efecto del capital social que es
especialmente importante: su efecto en la creación de capital humano en la
siguiente generación. Tanto el capital social de la familia como el capital
social de la comunidad desempeñan un rol en la creación de capital humano
en la generación emergente. Examinaré cada uno.

El capital social de la familia

Ordinariamente, en el examen de los efectos de varios factores en los logros


en la escuela, el “antecedente familiar” es considerado como una entidad
aparte, distinta de los efectos de la escolaridad. Pero no hay un único
“antecedente familiar”; el antecedente familiar es separable analíticamente en
al menos tres distintos componentes: capital financiero, capital humano y
capital social. El capital financiero se mide aproximadamente por la riqueza o
por el ingreso de la familia. Proporciona los recursos físicos que pueden
ayudar a los logros: un lugar fijo en la casa para estudiar, materiales de ayuda
en el aprendizaje, los recursos financieros que suavizan los problemas
familiares. El capital humano equivale aproximadamente a la educación de

25
los padres y suministra el potencial para que el niño cuente con un ambiente
cognoscitivo que le ayude en el aprendizaje. El capital social dentro de la
familia es diferente a cualquiera de estos dos. Dos ejemplos darán una idea de
lo que es y cómo opera.
John Stuart Mill, a una edad anterior a la que la mayoría de los niños
van a la escuela, aprendió de su padre, James Mill, latín y griego, y después,
aún en su infancia, discutiría críticamente con su padre y con Jeremy
Bentham los borradores de los manuscritos de su padre. John Stuart Mill
probablemente no tenía dotes genéticas extraordinarias y el aprendizaje que
obtuvo de un padre no fue más extenso que el de algunos otros hombres de la
época. La diferencia central fue el tiempo y el esfuerzo invertido por el padre
con el niño en asuntos intelectuales.
En un distrito de escuelas públicas de los Estados Unidos, donde los
textos para uso escolar los compraban las familias de los niños, las
autoridades escolares quedaron perplejas al descubrir que un buen número de
familias inmigrantes de Asia compraban dos copias de cada libro de texto que
necesitaba el niño. La investigación reveló que la familia compraba la
segunda copia con el fin de que la madre estudiase para poder ayudar a que el
hijo se desempeñase bien en la escuela. Aquí está un caso en que el capital
humano de los padres, al menos medido en forma tradicional en años de
escolaridad, es bajo, pero el capital social de la familia disponible para el niño
es extremadamente alto.
Estos ejemplos ilustran la importancia del capital social dentro de la
familia para el desarrollo intelectual de un niño. Desde luego es verdad que
los niños se ven fuertemente afectados por el capital humano que poseen sus
padres. Pero este capital humano puede ser irrelevante para los resultados de

26
los hijos si los padres no forman una parte importante en la vida de los hijos,
si su capital humano se emplea exclusivamente en el trabajo o en otra parte
fuera de la casa. El capital social de la familia consiste en las relaciones entre
los niños y los padres (y, cuando las familias incluyen otros miembros, las
relaciones con ellos también). Esto es, si el capital humano que poseen los
padres no se ve complementado por el capital social encarnado en las
relaciones familiares, resulta irrelevante para el crecimiento educativo del
niño que el padre posea un monto alto o bajo de capital humano.3
No distinguiré aquí entre las formas del capital social discutidas antes,
sino que trataré meramente de medir la fuerza de las relaciones entre padres e
hijo como medida del capital social que el padre pone a disposición del niño.
Tampoco usaré el concepto en el contexto del paradigma de la acción
racional, como con frecuencia se hace, por ejemplo, al usar el concepto de
capital humano para examinar las inversiones en educación que una persona
racional haría. Parte de la razón para esto reside en una cualidad de gran parte
del capital social que no presentan la mayoría de las formas del capital (a la
cual me dedicaré en una sección posterior): su carácter de bienes públicos, el
cual conduce a la subinversión.
El capital social dentro de la familia que da al niño acceso al capital
humano de los adultos depende tanto de la presencia física de los adultos en
la familia, como de la atención que dan los adultos al niño. La ausencia física
de los adultos puede describirse como una deficiencia estructural en el capital

3La complementariedad del capital humano y del capital social de la familia para el desarrollo de
un niño sugiere que el análisis estadístico que examina los efectos de estas cantidades debe tomar
una forma particular. Debería haber un término de interacción entre el capital humano (la
educación de los padres) y el capital social (alguna combinación de parámetros tales como la de
presencia de los dos padres en la casa, el número de hermanos y las expectativas de los padres
sobre la educación de los hijos). En el análisis que aquí se presenta, sin embargo, se usó un modelo
aditivo simple, sin interacción.
27
social de la familia. El elemento más prominente de deficiencia estructural en
las familias modernas es la familia de un solo padre. Sin embargo, el propio
núcleo familiar, cuando un padre o ambos trabajan fuera de la casa, puede
verse como estructuralmente deficiente, pues carece del capital social que
procede de la presencia de los padres durante el día, o de que los abuelos o
tías y tíos sean cercanos al hogar.
Aun cuando los adultos estén físicamente presentes, existe una carencia
de capital social en la familia si no hay fuertes relaciones entre los niños y los
padres. La carencia de relaciones fuertes puede derivarse de la pertenencia del
niño a una comunidad joven, del involucramiento de los padres en relaciones
con otros adultos que no cruzan generaciones, o de otras fuentes. Cualquiera
que sea la fuente, significa que no importa qué capital humano tengan los
padres, no se beneficiará el niño porque falta el capital social.
Son distintos los efectos de una carencia de capital social familiar en
diferentes resultados educativos. Uno que parece ser especialmente
importante es el abandono de la escuela. A propósito de la muestra de
estudiantes de bachillerato denominada High School and Beyond, el Cuadro 1
presenta las tasas de deserción esperadas en estudiantes que proceden de
diferentes tipos de familias cuando se tiene control estadístico de varios
parámetros de capital social y humano en la familia y de un parámetro del
capital social de la comunidad.4 Es necesario dar una explicación sobre la

4El análisis se efectúa con el uso de un modelo logístico ponderado con una muestra aleatoria de 4
000 estudiantes de las escuelas públicas de la muestra. Las variables incluidas en el modelo como
medidas del capital financiero, humano y social de la familia fueron nivel socioeconómico (una
sola variable construida con la educación de los padres, ingreso de los padres, condición
ocupacional del padre y posesiones domésticas), raza, etnia hispánica, número de hermanos,
número de cambios de escuela debidos a mudanzas de residencia de la familia a partir del quinto
grado, si la madre trabajaba antes de que el niño entrara a la escuela, la expectativa de la madre
sobre el logro educacional del niño, frecuencia de las discusiones con padres sobre asuntos
28
consideración del número de hermanos como medida de carencia de capital
social. El número de hermanos representa, en esta interpretación, el número
en que se diluye la atención adulta hacia el niño. Esto es consistente con
resultados de investigaciones en mediciones de logros y de IQ que muestran
que las calificaciones en los exámenes bajan con la posición del hermano, aun
cuando el tamaño total de la familia esté controlado, y que las calificaciones
bajan con el número de hijos que hay en la familia. Ambos resultados son
consistentes con la visión de que los hijos más jóvenes y los niños en familias
grandes tienen menos atención adulta, lo que produce resultados educativos
más débiles.

Cuadro 1. Tasas de deserción entre primavera, grado 10, y primavera, grado 12, en estudiantes cuyas
familias difieren en capital social, con control estadístico del capital humano y el capital financiero de la
familia*
Porcentaje Diferencia
que en puntos
deserta porcentuales
1. Presencia de los padres:
Dos padres
13.1
Un solo padre 6.0
19.1
2. Niños adicionales:
Un hermano
10.8
Cuatro hermanos 6.4
17.2
3. Padres y niños:
Dos padres, un hermano
10.1
Un padre, cuatro hermanos 12.5
22.6
4. Expectativa de la madre sobre la educación del niño:
Expectativa de enseñanza superior
11.6
Sin expectativa de enseñanza superior 8.6
20.2
5. Tres factores juntos:
Dos padres, un hermano, la madre espera educación superior 8.1
Un padre, cuatro hermanos, sin expectativa de enseñanza superior 30.6 22.5
* Estimaciones tomadas de la regresión logística reportada más ampliamente en el Apéndice, Cuadro A1

personales y la presencia de ambos padres en la casa. Los coeficientes de regresión y los errores
asintóticos estándar se dan en el Apéndice, Cuadro A1. Un análisis con controles estadísticos más
amplios, incluyendo tópicos como años en la escuela, tareas y número de faltas, se reporta en
Hoffer (1986, Cuadro 25), pero los efectos reportados en la Cuadro 1 y texto siguiente quedan
esencialmente sin cambio excepto por un efecto reducido sobre las expectativas de la madre. Los
resultados reportados aquí y subsecuentemente son tomados de Hoffer (1986) y de Coleman y
Hoffer (1987).
29
La entrada 1 del Cuadro 1 muestra que cuando se controlan otros
recursos familiares, el porcentaje de estudiantes que desertan entre la
primavera del grado 1Q y la primavera del grado 12 es 6 puntos mayor en el
caso de hijos de familias de un solo padre. La entrada 2 del Cuadro 1 muestra
que esta tasa es 6.4 puntos porcentuales más alta en estudiantes del grado 12
con cuatro hermanos que en aquéllos con recursos familiares equivalentes
pero con sólo un hermano. O bien, tomando estas dos tasas juntas, podemos
pensar en la proporción de adultos respecto de los niños como medida del
capital social familiar disponible para la educación de cualquiera de ellos. La
entrada 3 del Cuadro 1 muestra que en jóvenes que están en el grado 12 y
tienen cuatro hermanos y un padre, sin antecedentes peculiares por lo demás,
la tasa es de 22.6 por ciento; pero con un hermano y dos padres, la tasa es de
10.1 por ciento ―una diferencia de 12.5 puntos porcentuales.
Otro indicador de la atención adulta en la familia, aunque no sea una
medida pura del capital social, son las expectativas de la madre del niño de
que éste vaya a la universidad. La entrada 4 del Cuadro muestra que en
estudiantes sin esta expectativa materna la tasa es 8.6 puntos porcentuales
más alta que en aquéllos en los que sí la hay. Con las tres fuentes de capital
social familiar juntas, la entrada 5 del Cuadro muestra que los estudiantes con
un hermano, dos padres y la expectativa materna de que lleguen a la
universidad (sin considerar otros recursos de la familia) presentan una tasa de
deserción de 8.1 por ciento; en tanto que con cuatro hermanos, un padre y sin
la expectativa materna de que alcancen la universidad, la tasa es de 30.6 por
ciento.
Estos resultados conforman una prueba menos satisfactoria que si la
investigación se hubiese diseñado explícitamente para examinar los efectos
30
del capital social dentro de la familia. Además, el Cuadro A1 del Apéndice
muestra que otra variable que debería considerarse en el capital social de la
familia (la frecuencia con que se abordan con los padres las experiencias
personales) esencialmente no tiene relación con la deserción. Sin embargo,
visto todo en conjunto, los datos sí indican que el capital social de la familia
es un recurso para la educación de los niños, tal como lo son el capital
financiero y el capital humano.

Capital social fuera de la familia

El capital social que tiene valor para el desarrollo de una persona joven no
reside únicamente dentro de la familia. Se puede encontrar afuera, en la
comunidad, adoptando la forma de las relaciones sociales que existen entre
los padres, en el cerramiento que esta estructura de relaciones presenta y en
las relaciones de los padres con las instituciones de la comunidad.
El efecto de este capital social externo a la familia en los resultados
educativos se puede ver examinando los resultados de los niños cuyos padres
difieren en la fuente particular de capital social discutida antes: el cerramiento
intergeneracional. No existe una medida directa del cerramiento
intergeneracional en los datos, pero hay un indicador cercano. Este indicador
es el número de veces que el niño ha cambiado de escuela debido a mudanzas
familiares. En familias que se han mudado con frecuencia, las relaciones
sociales que constituyen el capital social se rompen con cada cambio.
Cualquiera que sea el grado de cerramiento intergeneracional disponible para
otros de la comunidad, no está disponible en familias que se mudan.

31
La regresión logística efectuada antes y reportada en el Cuadro A1
muestra que el coeficiente para el número de mudanzas desde el grado 5 es
diez veces el error estándar, la variable con un efecto global más poderoso
que cualquier otra variable de la ecuación, incluidos los montos del capital
humano y financiero de la familia (nivel socioeconómico) y la masa cruda del
capital social de la familia introducidos en el análisis anterior. Al trasladar
esto como efecto en la deserción, arroja un 11.8 por ciento como tasa de
deserción si la familia no se ha mudado, 16.7 por ciento si se ha mudado una
vez y 23.1 por ciento si la familia se ha mudado dos veces.
En el conjunto de datos de High School and Beyond, otra variante entre
las escuelas constituye un indicador útil del capital social. Se trata de la
distinción entre las escuelas públicas, las privadas religiosas y las privadas no
religiosas. Son las escuelas religiosas las que están rodeadas por una
comunidad basada en la organización religiosa. Estas familias presentan un
cerramiento intergeneracional basado en una relación multiplex: sin importar
qué otras relaciones tengan, los adultos son miembros del mismo cuerpo
religioso y padres de niños de la misma escuela. En contraste, las escuelas
privadas independientes son las que por lo general están menos rodeadas por
una comunidad, ya que sus cuerpos estudiantiles son colecciones de
estudiantes cuyas familias en su mayoría no tienen ningún contacto.5 La
elección de una escuela privada, para la mayoría de estos padres, es una

5 Los datos del estudio no tienen mediciones directas del grado de cerramiento intergeneracional
entre los padres de la escuela que apoyen esta afirmación. Sin embargo, la única medida del
cerramiento intergeneracional que sí existe en los datos es el número de cambios de residencia que
requieren cambio de escuela a partir del grado 5 y es consistente con la afirmación. El número
promedio de mudanzas en estudiantes de escuela pública es .57; en estudiantes de escuela católica,
.35; y en estudiantes en escuelas privadas de otro tipo, .88.
32
cuestión individual, y aunque respaldan a sus hijos con un capital humano
cuantioso, los envían a estas escuelas desprovistos de capital social.
En el conjunto de datos de High School and Beyond, hay 893 escuelas
públicas, 84 católicas y 27 escuelas privadas de otro tipo. La mayoría de las
otras escuelas privadas la forman escuelas independientes, aunque una
minoría tiene fundamentos religiosos. En este análisis, desde el comienzo
consideraré a las otras escuelas privadas como escuelas privadas
independientes para examinar los efectos del capital social externo a la
familia.
Los resultados de estas comparaciones se muestran en el Cuadro 2. La
entrada 1 del Cuadro muestra que las tasas de deserción entre los de grado 10
y grado 12 son de 14.4 por ciento en escuelas públicas, 3.4 por ciento en
escuelas católicas y 11.9 por ciento en escuelas privadas de otro tipo. Lo más
impactante es la baja tasa de deserción en las escuelas católicas. Esta tasa
equivale a una cuarta parte de la de las escuelas públicas y a un tercio de la
que se da en las otras escuelas privadas.
El ajuste de las tasas de deserción según las diferencias en el capital
financiero, humano, social y del estudiantado entre los tres conjuntos de
escuelas al estandarizar la población de las escuelas católicas y las demás
escuelas privadas con los antecedentes del estudiantado de las escuelas
públicas, muestra que las diferencias se afectan sólo ligeramente. Más aun,
las diferencias no se deben a la religión de los estudiantes o al grado de
observancia religiosa. Los estudiantes católicos de las escuelas públicas
muestran una inclinación ligeramente menor a desertar comparados con los
no católicos. La frecuencia de asistencia a los servicios religiosos, que es por
sí misma un indicador del capital social a través del cerramiento

33
intergeneracional, está fuertemente relacionada con la tasa de deserción, con
19.5 por ciento de deserción de estudiantes de escuelas públicas que
raramente o nunca asisten, en comparación con 9.1 por ciento de aquellos que
asisten con frecuencia. Pero este efecto existe independientemente de, y como
agregado a, el efecto de la afiliación religiosa de la escuela. Las cifras
correspondientes en estudiantes de escuelas católicas son 5.9 por ciento, y 2.6
por ciento, respectivamente (Coleman y Hoffer, 1987: 138).
Las bajas tasas de deserción de las escuelas católicas, la ausencia de
bajas tasas de deserción en las otras escuelas privadas y el efecto
independiente de la frecuencia de asistencia a ceremonias religiosas, todos
prueban la importancia del capital social externo a la escuela (en la
comunidad de adultos que la rodea) en los resultados educativos.
Es posible hacer una prueba adicional, ya que hubo ocho escuelas en la
muestra de escuelas privadas no católicas (las “otras escuelas privadas” del
análisis de arriba) que tienen fundamentos religiosos y un estudiantado en el
cual arriba del 50 por ciento profesa tal religión. Hubo tres escuelas bautistas,
dos fueron judías y tres de otras denominaciones. Si la inferencia es correcta
respecto a que la comunidad religiosa aporta un cerramiento
intergeneracional y, en consecuencia, capital social, y respecto a la
importancia del capital social en la reducción de la probabilidad de abandonar
la secundaria, estas escuelas también deberían mostrar una tasa de deserción
más baja que las escuelas privadas independientes. La entrada 3 del Cuadro 2
muestra que su tasa de deserción es más baja (3.7 por ciento), esencialmente
la misma que en las escuelas católicas.6

6También es verdad, aunque no se ve aquí, que la carencia de capital social familiar hace poca
diferencia en las tasas de deserción en las escuelas católicas ―o, en los términos que he usado, el
34
Cuadro 2. Tasas de deserción entre primavera, grado 10, y primavera, grado 12, entre estudiantes
de escuelas con diferentes montos de capital social en su comunidad circundante
Otras
escuelas
Pública Católica privadas
1. Tasas brutas de deserción 14.4 3.4 11.9
2. Tasas de deserción estandarizadas al promedio del grado
10 a en escuelas públicas 14.4 5.2 11.6
Religiosa no católica Independiente
3. Tasas brutas de deserción entre estudiantes b de escuelas
independientes y religiosas privadas no católicas 3.7 10.0
a
La estandarización está basada en regresiones logísticas separadas para estos dos conjuntos de escuelas, se
usan las mismas variables listadas en n. 5. Los coeficientes y medias para la estandarización están en Hoffer
(1986, Cuadros 5 y 24).
b
Esta tabulación se basa en datos no ponderados, lo que explica el hecho de que ambas tasas sean más bajas
que la tasa correspondiente a otras escuelas privadas en la entrada 1 del Cuadro, la cual sí se basa en datos
ponderados.

Los datos presentados arriba indican la importancia del capital social


para la educación de la juventud, o, podría decirse, la importancia del capital
social en la creación de capital humano. Hay, sin embargo, una diferencia
fundamental entre el capital social y la mayoría de las otras formas de capital,
la cual tiene fuertes implicaciones para el desarrollo de la juventud. De esta
diferencia me ocuparé en la siguiente sección.

Aspectos del capital social como bien público

El capital físico ordinariamente es un bien privado y los derechos de


propiedad hacen posible que la persona que invierte en capital físico reciba
los beneficios que produce. Así, el incentivo para invertir en capital físico no
se reduce; no existe una inversión subóptima en capital físico porque aquellos

capital social de la comunidad compensa en parte la falta de capital social de la familia―. Véase
Coleman y Hoffer (1987: cap. 5).
35
que en él invierten pueden recibir los beneficios de sus inversiones. En el
capital humano, también ―al menos el capital humano del tipo que se
produce en las escuelas―, la persona que invierte tiempo y recursos en
construir este capital cosecha sus beneficios en forma de un trabajo mejor
pagado, más satisfactorio o de más alto nivel, o inclusive del placer que
reporta una mayor comprensión del mundo circundante; en resumen, todos
los beneficios que la escolaridad trae a la persona.
Pero la mayoría de las formas del capital social no son así. Por
ejemplo, los tipos de estructuras sociales, que hacen posible la existencia de
normas sociales así como las sanciones que las refuerzan, no benefician
principalmente a la persona o a las personas cuyos esfuerzos serían necesarios
para producirlas, sino que benefician a todos los que son parte de tales
estructuras. Por ejemplo, en algunas escuelas en las que existe un conjunto
denso de asociaciones entre algunos padres, éstas son resultado de un
reducido número de personas, ordinariamente madres que no tienen un
trabajo de tiempo completo fuera de la casa. No obstante, estas mismas
madres disfrutan sólo de un subconjunto de los beneficios de este capital
social que rodea la escuela. Si una de ellas decide abandonar estas actividades
―o, por ejemplo, para tomar un trabajo de tiempo completo―, esto podría
ser una acción enteramente razonable desde un punto de vista personal y aun
desde el punto de vista del hogar y los niños. Los beneficios de la nueva
actividad pueden sobrepasar con mucho las pérdidas que surgen al dejar las
asociaciones con otros padres cuyos niños están en la escuela. Pero el retiro
de estas actividades constituye una pérdida para todos aquellos padres cuyas
asociaciones y contactos dependían de ella.

36
De modo semejante, la decisión de cambiar de comunidad para que el
padre, por ejemplo, pueda tomar un mejor trabajo puede ser enteramente
correcta desde el punto de vista de esa familia. Pero, como el capital social
consiste en relaciones entre personas, otras personas pueden experimentar
severas pérdidas con la suspensión de esas relaciones, una suspensión sobre la
cual no tienen ningún control. Una parte de esas pérdidas es el debilitamiento
de las normas y sanciones que ayudan a la escuela en sus tareas. Para cada
familia, el costo total que sufre como consecuencia de las decisiones tomadas,
por ella misma y por otras familias, puede sobrepasar los beneficios de
aquellas contadas decisiones sobre las que tiene control. Sin embargo, las
consecuencias benéficas para la familia por las decisiones que toma ella
misma pueden rebasar con mucho las pérdidas menores que experimenta por
el mismo motivo.
No es sólo en asociaciones voluntarias, como una PTA,7 donde se
retiran inversiones de esta manera. Cuando un individuo pide a otro un favor,
contrayendo así un compromiso de pago, lo hace porque le reporta un
beneficio que necesita; no considera que al otro esto le acarrea también un
beneficio al aumentar el fondo de capital social disponible en tiempos de
necesidad. Si el primer individuo puede satisfacer su necesidad por sí mismo
o por medio de la ayuda de alguna fuente oficial sin contraer un compromiso
de pago, lo hará ―y, así, no aportará nada al capital social activo de la
comunidad.
Se pueden hacer afirmaciones semejantes respecto a la confiabilidad
como capital social. Un actor que elige tener confianza o no (o que elige si
dedica recursos a un intento de mantener la confianza) lo hace así sobre la

7 Asociación de padres y maestros, por sus siglas en inglés. (N.T.)


37
base de costos y beneficios que él mismo experimentará. El que su
confiabilidad facilite las acciones de otro o que su falta de confiabilidad
inhiba las acciones de otros no entra en su decisión. Algo parecido, aunque
más matizado, se puede decir sobre la información como una forma de capital
social. Un individuo que sirve como fuente de información para otro porque
está bien informado, ordinariamente adquiere esa información para su propio
beneficio y no para que otros se sirvan de él. (Esto no siempre es verdad.
Como muestran Katz y Lazarsfeld [1955], “los líderes de opinión” en un área
adquieren información, en parte, para mantener su posición como líderes de
opinión.)
En el caso de las normas, también se debe matizar la afirmación. Las
normas se establecen intencionalmente (de hecho, son medios para reducir
externalidades) y sus beneficios ordinariamente los reciben quienes son
responsables de establecerlas. Pero la capacidad de establecer y mantener
normas eficaces depende de las propiedades de la estructura social (tales
como la de cerramiento) sobre las cuales un actor no tiene control y que, pese
a ello, se ven afectadas por sus actos. Estas son propiedades que afectan la
capacidad de la estructura para mantener normas eficaces; no obstante,
ordinariamente no las afecta la decisión de un individuo.
Algunas formas de capital social tienen la propiedad de que sus
beneficios pueden ser recibidos por aquellos que invierten en ellas; y en
consecuencia los actores racionales no retirarán sus inversiones en este tipo
de capital social. Las organizaciones que producen un bien privado
constituyen un ejemplo destacado. El resultado es que habrá en la sociedad un
desequilibro en la inversión relativa en organizaciones que producen bienes
privados para un mercado y aquellas asociaciones y relaciones en las que no

38
se reciben beneficios: un desequilibrio en el sentido de que, si las
externalidades positivas creadas por la última forma de capital social se
pudiesen internalizar, existirían en mayor cantidad.
La calidad de bien público de casi todo el capital social significa que se
encuentra en una posición fundamentalmente distinta respecto de la acción
dirigida a un propósito, de la posición en que se encuentran la mayoría de
otras formas de capital. Se trata de un recurso importante para los individuos
y puede afectar en gran medida su capacidad para actuar, así como la
percepción que tienen de su calidad de vida. Ellos tienen la capacidad de
crearla. No obstante, como los beneficios de las acciones que crean capital
social en gran medida lo reciben personas distintas al actor, a menudo no les
interesa crearlo. El resultado es que la mayoría de las formas de capital social
son creadas o destruidas como subproductos de otras actividades. El capital
social surge o desaparece sin que alguien tenga la voluntad de que exista o
deje de existir, y, así, resulta menos reconocido y tomado en cuenta en la
acción social de lo que se esperaría en vista de su carácter de por sí
intangible.
Hay implicaciones importantes de este aspecto de bien público del
capital social, las cuales inciden en el desarrollo de niños y jóvenes. Dado
que las condiciones estructurales de la sociedad para superar los problemas
planteados por el suministro de estos bienes públicos ―es decir, familias
fuertes y comunidades fuertes― se encuentran mucho menos presentes ahora
que en el pasado, y prometen estar aun menos presentes en el futuro,
podemos esperar que, ceteris paribus, haya una cantidad decreciente de
capital humano en cada nueva generación. La solución obvia parece ser que
intentemos encontrar modos de superar el problema de suministrar estos

39
bienes públicos, es decir, el capital social empleado en beneficio de niños y
jóvenes. Muy probablemente, esto significa la sustitución de algún tipo de
organización formal por la organización social voluntaria y espontánea que en
el pasado ha sido la principal fuente de capital social disponible para los
jóvenes.

Conclusión

En este artículo he intentado introducir en la teoría social un concepto, el de


“capital social”, en forma paralela a los conceptos de capital financiero,
capital físico y capital humano, pero encarnado en las relaciones entre las
personas. Esto es parte de una estrategia teórica que implica el uso del
paradigma de la acción racional, pero sin suponer elementos atómicos
desprovistos de relaciones sociales. He mostrado el uso de este concepto
señalando el efecto del capital social en la familia y en la comunidad como
contribución a la formación de capital humano. La única medida de
formación de capital humano empleada fue una que parece especialmente
sensible a la provisión de capital social (permanencia en el bachillerato hasta
la graduación contra deserción). Tanto el capital social de la familia como el
acumulado fuera de ella, en la comunidad adulta que rodea a la escuela,
demostraron su valor considerable en la reducción de la probabilidad de
desertar del bachillerato.
Al explicar el concepto de capital social, se identificaron tres de sus
formas: compromisos de pago y expectativas, que dependen de la
confiabilidad del ambiente social; capacidad de la estructura social de dar
fluidez a la información; y normas acompañadas de sanciones. Una propiedad

40
común a la mayoría de las formas del capital social que lo diferencia de otras
formas del capital es su aspecto de bien público: el actor o los actores que
generan capital social ordinariamente reciben sólo una pequeña parte de sus
beneficios, hecho éste que conduce a dejar de invertir en capital social.

Apéndice

Cuadro A1 Coeficientes de regresión logística y errores asintóticos estándar


relacionados con los antecedentes estudiantiles en la deserción en bachillerato
entre los grados 10 y 12, 1980-1982, para una muestra formada en escuelas
públicas
b EE
Ordenada al origen -2.305 .169
Condición socioeconómica -.460 .077
Negro -.161 .162
Hispano .104 .138
Número de hijos .180 .028
La madre trabajó cuando el niño era pequeño -.012 .103
Ambos padres en casa -.415 .112
Esperaba la madre que su hijo asistiera a la universidad -.685 .103
Comunicación con los padres .031 .044
Número de mudanzas desde el quinto año .407 .040
Fuente: Hoffner (1986)

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