Capitulo 3
Un nuevo mundo para el espiritu nuevo:
fos descubrimientos de América Latina por
Ja cultura arquitecténica del siglo XX
“debe reomocer que encontré le que oreo gue encuentran todos
os que asian segin el misono principio, a saber, que al presentarle ls cosas
“acl realmente me inform yma istral en tatas cosas que 0 no conocia
‘0 que no habia comidenadocababmente antes, pero que se presentaron
ndturabmenteen mi mente al buscar entre elas par informacién de
pobre alae. ¥ send ms afta en mi bsqueda de cosas en et ocasién
(gue nunca ents, de mado gue fuera 0.no ee pobre desdichado sale
Ts mejor para mi, tenta yo grander motives pare agradecer
que bubiese Iegade a mk, Mi penase torn mds lve,
smi habitacn se tornécbmoda mds allé de toda medida.”
Robinson Cruse, Daniel Defoe
1. Ala manera de una introducci6n:
el episodio de la Exposicion de 1889
Desde el restaurante del primer nivel dela Tour Eifel la mirada del visitante
dela Gran Exposicién Universal de Paris de 1889 registraba en primer plano
dos construcciones a ambos lados de su eje sudoeste/noreste. Se trataba de los
pabellones mexicano y chileno En su localizacién especular, estos eificiosrepresentaban los dos extremos entre los que oscil la
hainoumericina moderna en el imaginario de Oesidente. Del lado derecho del
‘observador, el pabell6n mexicano era una suerte le monumento prehispanico”
Gque te suponta, debia evprecarel “canictr” dela Arquitectura de ese pas. Del
‘cl pabelldn chileno era una estructura prefabricada desarmable
lado izquierdo,
ue fur luego eransporcaday vuelta a moncar en Santiago de Chile
Bl anacronismo de la propuesta mexicana fue criticado duramente. Se pro-
ucla, como ocurtia continuamente a lo largo del siglo, un complejo cruce de
mmiradas, La Fxprxicién de 1889 procuraba mostrar Iaimportancia de Francia
cela granola del Progreso. En ella era cn la muestra de la “habitacén humana”
organizada por Charles Garni con su interpretacin en clave “anttopolégica
dl habiear en “todas” las naciones, donde se daba tn lugar a “Io otro” de aquel
Progreso: y por eso el pabelldn resultaba no sélo anacrénico sino tipico. Pero
Antonio Pefafel, el proyectsta del edificio, no habia hecho mds que repetir
la ligica que los propios franceses habfan inaugurado para una Exposicién
anterior. En efecto, en la muestra parsiense de 1867 se habia incluido un
pabelldin mexicano que consisti en la eproduccién ~realzada y supervisad
personalmente por Cesar Daly~ del templo de Quetzacoad en Xochicaleo.
Pr este cxso, Maximiliano de Austria, un emperador impuesto por Napoleén
IIL, mostraba a México en su diferencia, En un estadio inicial de la moder-
hizacién, no era la homogeneizacién sino la coexistencia de la diversidad la
dlve de esa Expo, que posulab: “Todos ba pbs de mando en
aqui presentes y, enemigos, viven en paz uno al lado de otro’
F869, lpbeliénchiena cig el pole opucso l posed por México,
y adopt la estrategia dela autodisolucién, Instaurarel mito dela “juvencud”,
Jgnorando el pasado yls races, pareca Ia atid adecuada para obtener una
aceptacin sin trabas en el “concierto de las naciones”. Henri Pieq, el arqui-
teato francés que proyects el pabellén, produjo asf una respuesta sin alsin
slgunaal pats que representa En su interior los conquistadors earopeos de
tefulgentes armaduras protagonistas dela “Fundacién de Saneiago”, una tela
del pintor chileno Pedro Lira, meditaban sobre el futuro de su acto bajo una
ddoble mirada: la de perpljidad del indio sometido a sus pies y la de simpacta
del piblico que se detenta a observarlos.
2. Hacer la América. Los clientes
Es sabido que en la segunda mitad del siglo XIX, durante el periodo de ex-
pansin imperialist ala bisqueda de materia primas, los paises de América
imentaron subitos e importantes procesos de transformacién. La
de las infraestructuras desarticul6 bruseamente las pricticas
=
«ideas tradicionales cela diseiplina anquitcetdnica derivadas del modelo cs-
sico ¢ impuso nuevas demands y nuevos operadores. Un abundante flujo de
profesionales europeos eubriéen la primera etapa aquellas necesidades y sirvié
de base para una nueva articulacién de la disciplis
América Latina constituy6 entonces un fabuloso campo de realizaciones al
que confluyeron profesionales de casi todos ls paises, atraidos por los recursos
disponibles, las numerosas demandas, la falta de importante comperencia y
la receptividad de las elites. Gustave Eiffel construy6 iglesias y viviendas; Go-
ttfried Semper ensayé su concepto teatral en el concurso para la Opera de Rio
de Janeiro; Pedro Benoit proyecté y construyé la ciudad de La Plata; Francisco
el Teatro Colon de Buenos Aires: Thomas Reed, el Capitolio de
Bogoté; Adamo Boari, el Palacio de Bellas Artes de México. Asi, desde la ciu-
dad de Punta Arenas en Tierra del Fuego, hasta la pentnsula de California
cen la América Central, centenares de arquitectos ingenieros cimentaron el
mito de “el dorado” profesional que también aboné la imaginacién de las
vanguardias de las primeras deécadas del siglo XX.
Para las elites latinoamericanas entiqueci
las principales capitales eu-
ropeas, pero especialmente Paris, eran lugares de segunda residencia en los
athos de gestacién y construccién de esas vanguardias. No es excrao entonces
{que de distintas formas muchos de sus miembros frecuentaran los ambientes
Inds sofstcados de la revolucién modemista, a la manera en que lo registran
‘grandes clésicos de la literatura como Las sictejinets del Apocalipss de Valle
Inckin 0 El recurso del método de Carpentier. Familias poderosas, como los
Bemberg de Argentina, los Patiio de Bolivia o los Gargantini en Suiza, vivian
cl “rebore” dela inmigracin, y sus hijos se eriaban como europeos. El argen-
tino Jorge Luis Borges era un joven estudiante en Ginebra cuando en Zurich
‘escandalizaba el Cabaret Voltaire; el poeta chileno Huidobro colaboraba en
LE prit Nouveau! el cubano Emilio Terry proveia de sofsticadas ideas ala
elite parisina. El tango era tan nuevo como el jazz y balarlo tan snob como
Jo cra finauciar algunas avencuras de la vanguardia.
Suele olvidarse que uno de los més extrafios experimentos de Le Corbusier
fe también producto de esta conjuncién cultural. Incegrante y animador de
esa “gentry iluinada y cosmopolita’.® Carlos (Charles, Charly) Beistegui, el
propietario de laterraza de la Avenida Champs Elysees 136, era miembro de
tana familia meaicanta ensiquetida con la minera
En un ambiente més recogido, Henry Sloman, aunque de origen alemin,
haba hecho su fortuna en la explotaci6n del salitre residiendo por més de tres