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Capítulo 1: Marco teórico. Análisis crítico del discurso.

El Análisis Crítico del Discurso, proporciona por un lado el marco teórico, y


además la metodología a seguir en esta investigación. Por ello, en el primer capítulo se
han de precisar las categorías teóricas que han de conformar el encuadre de la tarea.

Se han de revisar además los aportes de los referentes principales en relación a


este enfoque teórico-metodológico, de modo de situar la problemática, sus alcances y
sus limitaciones aplicada a la producción historiográfica, que implica una adecuación de
matrices pensadas para otro tipo de análisis, el de los discursos contemporáneos.

1.1- Análisis crítico del discurso: perspectiva teórica y metodológica

El siglo XX constituye un momento crucial para la revisión de los paradigmas


científicos de la Modernidad. En este contexto se desarrolla, en el último tercio de la
mencionada centuria, el interés por los estudios asociados al lenguaje, que han derivado
en dos formas: el Análisis del Discurso (AD), que centra su atención en el texto y sus
estructuras, y el Análisis Crítico del Discurso (ACD)1, que “se interesa de modo
particular por la relación entre el lenguaje y el poder”2

En el origen de las metodologías y las construcciones teóricas en relación al


discurso, se encuentran disciplinas como la Lingüística y la Semiótica que le han
proporcionado entidad al tema; y construcciones disciplinares como la Sociolingüística,
que específicamente abordan las relaciones y procesos sociales desde el uso del lenguaje
y los discursos producidos en el marco de esas relaciones. También la Psicolingüística
ha aportado al estudio de los procesos mentales y de las representaciones personales que
inciden en la creación de discursos o que se forman a partir de ellos.

La influencia de pensadores como Habermas o Foucault resulta de gran


relevancia para la conformación de las teorías sobre el discurso y sus metodologías de

1
En adelante se utilizará la sigla ACD para referirnos al Análisis Crítico del Discurso, y AD para Análisis
del Discurso..
2
WODAK, Ruth (2003) “De qué trata el análisis crítico del discurso (ACD). Resumen de su historia, sus
conceptos fundamentales y sus desarrollos”. En WODAK, Ruth y MEYER, Michael (comp), op. cit. p. 18
análisis. Proporcionan elementos para comprender el origen de la problemática que se
suscita en torno a la relación entre pensamiento y poder.3

A su vez, los especialistas reconocen el aporte de trabajos anteriores, como son


los de Bajtin y Voloshinov, quienes desde el marxismo plantean la necesidad de
estudiar el lenguaje como manifestación de la conciencia.4

Voloshinov desarrolla en la primera mitad del siglo XX una serie de ideas que
tienden a ampliar los estudios sobre el lenguaje, establece además la necesidad de
analizar los actos de habla en el contexto en el que se producen, sostiene la relación
entre lenguaje e ideología como necesaria en tanto, esta última constituye una
representación de la realidad concreta, representación que se materializa en signos que a
su vez conforman el nudo del lenguaje. Por todo ello, acentúa el carácter histórico y
contingente del lenguaje y del discurso.

En la segunda mitad del siglo, los estudios sobre el lenguaje adquieren entidad y
se constituyen como saberes autónomos. Primero surge, hacia 1970 el Análisis del
Discurso que se orientó hacia el análisis del lenguaje teniendo en cuenta sus estructuras
y los cambios que se producían. Más adelante se irán definiendo otros campos de saber,
como son la Lingüística Crítica (LC) y el Análisis Crítico del Discurso. Según Ruth
Wodak, a quien se sigue en esta exposición sobre el origen y evolución del ACD: “[…]
la LC y el ACD pueden definirse como disciplinas que fundamentalmente se ocupan de
analizar, ya sean éstas opacas o transparentes, las relaciones de dominación,
discriminación, poder y control tal como se manifiestan a través del lenguaje.”5

Como raíces de estas disciplinas, la autora identifica a la retórica clásica, la


lingüística textual y la sociolingüística; ahora bien, el ACD recién se conforma a partir
de un simposio en Amsterdam en 1991, y surge como una red de estudiosos de la que
participaron Van Dijk, Fairclough, Kress, van Leeuwen y la misma Wodak. Esta última
especialista lo definía de este modo: “[…] la reunión de Amsterdam supuso un
comienzo institucional, un esfuerzo tendente a empezar un programa de intercambio

3
Idem, pp. 17 a 33.
4
RAITER, Alejandro y ZULLO, Julia. (2004) Sujetos de la lengua. Introducción a la lingüística del uso.
Barcelona, Gedisa. pp. 19 a 37.
5
WODAK, Ruth. op. cit. p. 19.
(ERASMUS, durante tres años), además de múltiples proyectos conjuntos y
colaboraciones entre los distintos estudiosos y los diversos enfoques […]6

Cada uno de los especialistas, proporciona un enfoque particular, desarrolla


conceptos o construye teorías que enriquecen y a la vez diversifican el corpus del ACD.
Así por ejemplo, Kress se concentra en el estudio de las formas en que las sociedades
valoran y utilizan los modos de representación7. Fairclough se interesa por la relación
entre poder e ideología, especialmente en relación a la función que cumplen los medios
de comunicación de masas8 Van Dijk centra su interés en desarrollar un modelo teórico
que explique los mecanismos de procesamiento del discurso cognitivo y recientemente
se ha dedicado a estudios sobre racismo e ideología, siempre desde la perspectiva del
ACD.9 Ruth Wodak define su línea de trabajo en relación al uso de lenguajes en
contextos institucionales y en lo que define como enfoque histórico del discurso,
enfoque que consiste en pensar el discurso “en situación”10, es decir como producto y
expresión de un contexto sociocultural e histórico determinado.11 Van Leeuwen trabaja
sobre el discurso como instrumento de poder, pero también como instrumento de
construcción de la realidad, cuestiones que permiten ver la complejidad del análisis de
las prácticas discursivas, y aborda además el análisis de los actores sociales y sus roles
en relación al discurso.12

Todos estos aportes han contribuido al desarrollo de un corpus teórico, aún


cuando, como afirma Wodak, existe una diversidad teórica y metodológica importante
entre los especialistas en ACD, pero la unidad está presente en una agenda de
problemáticas comunes y en la existencia de programas de investigación.

En relación a ello concluye Meyer: “La semejanza más evidente es un interés


compartido en los procesos sociales de poder, construcción jerárquica, exclusión y
subordinación. Situado en la tradición de la teoría crítica, el ACD se propone hacer

6
Ibidem, p. 21.
7
Ibidem, p. 24.
8
Ibidem, p. 25.
9
Ibidem, pp 25 y 26.
10
La expresión y el entrecomillado son nuestros.
11
Ibidem, p. 26. Para el enfoque histórico del discurso, ver el capítulo 4, que lleva esa denominación, del
texto de Wodak, Ruth y Meyer Michael (comp) (2003) Métodos de análisis del discurso…
12
Ibidem, p. 28.
transparentes los aspectos discursivos de las disparidades y las desigualdades sociales.”
13

Y añade que esta práctica navega entre lo que puede definirse como
investigación social y lo que constituye una argumentación política, en la medida en que
muchos trabajos se inclinan a favor de los sectores desfavorecidos. Esta cuestión da
lugar a críticas acerca del valor científico del ACD.

Frente a las críticas, conviene tener presente que el conocimiento es una


construcción humana – personal y a la vez social – y como tal está mediado por
intereses, problemáticas y marcos teóricos que son producto de las épocas y las
sociedades. No existe, en este sentido, un conocimiento desprovisto de
condicionamientos históricos y sociales.

El ACD se propone como un conocimiento que pretende producir “ilustración y


emancipación”14 es decir que no se trata de producir conocimiento teórico
exclusivamente, sino que además, al desnudar los mecanismos de dominación con que
opera el discurso, posibilita que dichos mecanismos sean desmontados.

Pese a la disparidad de criterios metodológicos que definen la producción de los


autores, la existencia de programas de investigación, posibilita articular temáticas
comunes como pueden ser el apartheid y las formas de segregación, los procesos de
discriminación, etc; y compartir procedimientos en orden a la recolección de datos y al
procesamiento de los mismos.15 “En lo que a metodología concierne, estamos aquí ante
varias perspectivas inscritas en el ACD: además de las que pueden describirse
primariamente como variantes de la hermenéutica, es posible encontrar perspectivas
interpretativas con énfasis diversos, y entre ellas hallar incluso procedimientos
cualitativos”.16 En estos términos Meyer establece las características de la metodología
específica que constituye la práctica del análisis discursivo.

El ACD se sustenta, más allá de la diversidad a que hemos aludido, en una


metodología hermenéutica que resulta apropiada a los desafíos que plantea la presente

13
MEYER, Michael. op. cit. p. 58.
14
WODAK, Ruth . op. cit. p. 30.
15
Se hace referencia a procedimientos y no a métodos, y a que estos no son uniformes.
16
MEYER, Michael. op. cit. p. 40.
investigación. La hermenéutica define tres niveles de crítica sobre el discurso17: la
crítica inmanente que se centra en la estructura interna del texto o discurso para
establecer incoherencias, contradicciones, paradojas y dilemas; la crítica
sociodiagnóstica que se refiere al análisis del carácter persuasivo o manipulador del
discurso y a las estrategias de construcción que develan las concepciones mentales de
los sujetos que los producen; y la crítica de carácter pronosticador que contribuye a
mejorar las incoherencias y las dificultades de la comprensión. Este último nivel de
crítica no se aplica a esta investigación en la medida en que no resulta pertinente en
relación al análisis de las categorías discursivas predominantes en los primeros años del
siglo XX.

La tarea de la Historia se relaciona con la comprensión del pasado y de los


actores, con sus intencionalidades, con sus imaginarios, sus sistemas de creencias y de
valores. El aporte transformador de la disciplina radica en la capacidad de desnaturalizar
los procesos sociales, explicitando el carácter histórico y contingente de las
producciones humanas

La amplitud de las propuestas teóricas que constituyen el corpus del ACD,


permite inscribir el presente trabajo en esta línea de los estudios teóricos sobre el
discurso, con la particularidad de que se trata, en este caso, de un discurso que pertenece
al pasado, lo que exige un enfoque histórico y no meramente lingüístico. Se hace
necesario adecuar los aportes teóricos y metodológicos a tal fin, entendiendo que no
resulta pertinente una propuesta de cambio social e incluso una valoración moral – al
menos con los criterios aceptados en el presente – sobre los discursos y los imaginarios
que ellos expresan, ya que pertenecen al pasado. Y el pasado resulta significativo en la
medida en que posibilita la comprensión acerca del devenir de hombres, pueblos y
sociedades, permite rastrear las permanencias en medio de los cambios, y de este modo,
en nuestra línea de investigación, indagar acerca de los imaginarios, valores sociales y
prácticas consensuadas de la sociedad santafesina de principios de siglo XX.

Hasta aquí hemos precisado sucintamente las líneas teóricas y metodológicas


que definen al ACD; a continuación se desarrollan las categorías que se han de tener en

17
WODAK, Ruth. (2003) “El enfoque histórico del discurso”. En Wodak, Ruth y Meyer, Michael
(comp). Métodos de análisis … p. 103.
cuenta para el análisis del discurso de los periódicos santafesinos “Nueva Época” y
“Unión Provincial”; análisis que constituye el núcleo de la presente investigación.

1.2- Categorías teóricas para el análisis del discurso

Los especialistas en ACD señalan que la relación entre discurso, ideología y


poder constituye el núcleo de los estudios en la materia.18 Por ello será conveniente
precisar contenido de esas categorías en primer lugar, de modo que resulten unívocas en
su significado, o al menos de manera de disminuir en la medida de lo posible las
interpretaciones diversas. En segundo lugar han de definirse las categorías de análisis
que se incluyen en la hipótesis: representaciones sociales y sistemas de creencias.

En relación a estas últimas, resulta oportuno hacer alguna aclaración; ya que su


selección obliga a postergar otras posibles variables de análisis. Se impone entonces
determinar por qué éstas y no otras. Por un lado, la decisión de abordar el análisis a
partir de dos categorías muy relacionadas entre sí, permite acotar una temática
demasiado extensa y profunda; además, las conexiones entre ellas contribuyen a un
análisis complejo y diverso pero que mantiene un eje que le da unidad; finalmente,
resultan adecuadas a las pretensiones de la presente investigación ya que posibilitan
situar el análisis en el estudio de los imaginarios colectivos y los valores socialmente
aceptados, y de este modo, lograr una aproximación a la mentalidad de la elite
santafesina de fines de siglo XIX y comienzos del XX.

Quedarán al margen otras líneas de investigación y otros enfoques, muy valiosos


e interesantes, pero se ha considerado preferible centrar la temática en una línea definida
antes de intentar una mirada más abarcativa en extensión pero necesariamente menos
profunda.

18
Ver WODAK, Ruth y MEYER, Michael (2003) Métodos de análisis crítico... Caps. 1 y 2; RAITER,
Alejandro (2004) Sujetos de la lengua … Cap. 1; HODGE, Robert y KRESS, Gunther. (1993) Lenguaje e
ideología. 2° ed. Routledge, Londres. 1° y 2° parte. En la versión traducida por ZULLO, Julia,
UNAMUNO, Virginia, RAITER, Alejandro, PEREZ, Sara y BANNON, Mara (1997) Cuadernos de
Sociolingüística y Lingüística Crítica 2. Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Bs. As.; VAN DIJK, Teun
(1995) Racismo y análisis crítico de los medios. 6° ed, Cap. 1. Barcelona, Paidós.
Habiendo hechos las aclaraciones precedentes, se propone a continuación una
aproximación a las categorías19 de discurso, ideología y poder; así como a las de
representaciones sociales y sistemas de creencias.

1.2.1- Discurso

El término “discurso” es susceptible de múltiples conceptualizaciones, así por


ejemplo, Alejandro Raiter afirma que: “Al comienzo de las investigaciones
sociolingüísticas el término discurso se empleaba sólo para referirse a la producción
oral de uno o varios hablantes, pero más tarde adquirió otra dimensión hasta incorporar
también el análisis de los intercambios sociales”.20

Ahora bien este término ha pasado también a denominar al texto escrito, en tanto
este otro soporte material posibilita exponer ideas, trasunta convicciones y aún sugiere –
a veces – estados de ánimo. Por ello, en forma muy genérica puede denominarse
discurso a toda forma de uso de la lengua, sea esta oral o escrita. “[…] el „discurso‟
puede ser entendido como un manojo complejo de actos lingüísticos simultáneos y
secuenciales que se manifiestan dentro y a través de los campos de acción como decires
semióticos, orales o escritos temáticamente interrelacionados muy a menudo como
textos que pertenecen a tipos específicos semióticos, por ejemplo: los géneros.”21

De acuerdo a esta definición de Ruth Wodak el discurso se encuentra entonces


dentro de un tipo específico de prácticas sociales en las cuales el instrumento que
acciona la realidad es la palabra. Ahora bien, “[…] todo discurso es un objeto
históricamente producido e interpretado, esto es, que se halla situado en el tiempo y en

19
Se utiliza categoría en un sentido semántico que, en la línea del pensamiento aristotélico “…designan
expresiones o términos sin enlace que, como el propio Aristóteles señala, significan la substancia, la
cantidad, la cualidad, etc.”
Ellas “… no describen la realidad pero permiten dar cuenta de ella…”, en términos kantianos; y también
remitiendo a autores contemporáneos:
Hamelin concibe las categorías como “elementos principales de la representación”, pero se
propone asimismo mostrar como el conjunto de las relaciones categoriales es no sólo una manera
de pensar el mundo, sino lo que el pensamiento descubre sobre la constitución última de lo real.
FERRATER MORA, José (2004) Diccionario de Filosofía. T. I. 3° reimp. Ariel, Barcelona. pp. 502 –
509.
20
RAITER, Alejandro, op. cit. p. 51.
21
WODAK, Ruth. (2000) “¿La Sociolingüística necesita una teoría social? Nuevas perspectivas en el
análisis crítico del discurso”, en Revista Iberoamericana de Discurso y Sociedad, vol 2., Barcelona,
Gedisa, p. 131.
el espacio […]”22 Desde la perspectiva del ACD se acentúa esta dimensión situada del
discurso, su relación con las estructuras de poder que lo constituyen como un factor de
dominación.

Sin negar la importancia de la palabra como factor disciplinador y del discurso


en la formación de conciencias y sistemas de creencias, se asume una mirada más
compleja y amplia, ya que a pesar de la existencia de discursos dominantes, coexisten
en todos los sistemas sociales discursos alternativos que ejercen su influencia con
diversos grados de intensidad según los contextos, y que pueden llegar a desestabilizar
el discurso dominante e imponerse.

Una consideración importante en relación al discurso, es lo que respecta al


lenguaje. Conviene hacer algunas precisiones en torno a él ya que toda práctica
discursiva presupone algún lenguaje, aún cuando éste sea no verbal.

En primer lugar, debemos decir que el lenguaje se relaciona con la percepción y


con el pensamiento. El uso del lenguaje posibilita verbalizar, pero además a través de
las categorías del mismo se conforma una interpretación acerca de la realidad. “Los
psicólogos de la percepción han demostrado que no hay actos de percepción “pura” (no
vemos sin pensar). Interpretamos el flujo de la experiencia a través de esquemas
interpretativos, expectativas sobre el mundo, intereses y prioridades.”23

Esta afirmación, que los autores remiten a los trabajos de Whorf acerca del
lenguaje y de la Lingüística, se completa cuando sostienen, siempre siguiendo a Whorf,
que de tal modo incide la percepción y la necesidad de darle coherencia al mundo, en
los procesos de interpretación que tendemos a ver sólo aquellos que podemos
nombrar.24

El grupo de autores de “Cuadernos de Sociolingüística y Lingüística Crítica 1”,


al frente del cual se halla Alejandro Raiter, sostienen además que: “Las lenguas son
sistemas de categorías y reglas basadas en principios fundamentales y en hipótesis

22
WODAK, Ruth y MEYER, Michael, op. cit. pp. 19 -20.
23
AAVV, op. cit. p. 10.
24
Ibidem, p.11. El estudio de la Historia permite corroborar de algún modo estas expresiones, en la
medida en que a través de él se observa cómo problemáticas que no existen en un período determinado,
son de interés cotidiano con el paso del tiempo.
acerca del mundo. Estos principios e hipótesis no se relacionan ni están determinados
por el pensamiento: ellos son el pensamiento.”25

Puede que esa afirmación resulte demasiado radical, pero todo acto de
pensamiento, de abstracción, implica el uso de alguna forma de lenguaje, no
necesariamente verbal.

Establecida la relación entre lenguaje y pensamiento, y el carácter situado de


ambos26 en la medida en que constituyen acciones humanas, se desprende el carácter
también situado y contingente del discurso, que resulta sujeto al contexto en el que es
producido y a su vez, dialógicamente, puede operar transformando ese contexto.

Esta perspectiva tiene particular interés en aras de la presente investigación, ya


que entonces, los actos de habla y el discurso como expresión lingüística resultan
herramientas idóneas para aproximarnos al imaginario colectivo y al sistema de valores
implícito de la sociedad santafesina en el primer lustro del siglo XX.

1.2.2- Ideología

Otra de las categorías que deben definirse en función de establecer con claridad
el marco teórico es la de ideología. Se trata de una cuestión compleja, ya que el término
ideología hace referencia a diversos significados. ¿Cómo abordan esta categoría los
lingüistas especializados en ACD?

Van Dijk dirá que: “Para nuestros propósitos, por lo tanto, las ideologías son
fundamentalmente cogniciones sociales que reflejan los propósitos básicos, intereses y
valores de los grupos.”27 Así, “[…] las ideologías son representaciones generales que
están socialmente compartidas […]”28

25
Idem.
26
Se acepta como dimensión específicamente humana al pensamiento y al lenguaje, dimensiones
constitutivas de los seres humanos en tanto personas, pero asumiendo que los modos de pensar y las
estructuras del lenguaje son contingentes y situadas. De este modo, resulta posible evitar cualquier forma
de relativismo, y a la vez, sostener la complejidad y multiplicidad de los seres humanos.
27
VAN DIJK, Teun, KRESS, Gunther, VAN LEEWEN, Theo, FAIRCLOUGH, Norman, WODAK,
Ruth y MATOUSCHEK, Bernd. (1993) El Análisis Crítico. Fundamentos y actualizaciones empíricas.
Bs. As, UBA – FFL, Serie: Fichas de Cátedra. p. 12.
28
Idem.
Puede apreciarse en la conceptualización precedente que no hay un carácter
negativo en el concepto de ideología, se trata de una descripción más que de un juicio.
Este es un elemento importante: si bien la ideología está ligada a los procesos de
dominación, representa en sí misma una forma de comprender la realidad.

Hodge y Kress, proponen un concepto más complejo:

La ideología, lejos de ser una consistente y simple, pero parcial visión de la realidad,
normalmente aparece “completa” con su propia negación, en un conjunto
profundamente contradictorio de versiones de realidad cuyas contradicciones son
intrínsecas a su función. Llamaremos a este conjunto un complejo ideológico. Hay dos
componentes que contribuyen al carácter contradictorio de los complejos ideológicos.
Un componente representa el mundo en un modo que desdibuja diferencias,
antagonismos, conflictos de intereses. […]
El otro componente expresa el interés del grupo contra los otros, es decir, exacerba la
diferencia, la hostilidad, la superioridad29

De este modo subrayan el carácter parcial de las ideologías, en la medida en que


éstas representan una interpretación de la realidad con pretensión de totalidad.
Contribuyen así a proporcionar una visión sesgada y a confirmar la diferencia. Las
ideologías constituyen un enfoque excluyente sobre el mundo real.

Ahora bien, ¿Cuál es la relación entre discurso e ideología? ¿Por qué resulta
sustancial esa relación? Van Dijk responde a estas cuestiones asumiendo que los
discursos dominantes influyen de manera decisiva en el conocimiento socialmente
compartido, en la medida en que impulsan la “fabricación” de modelos concretos.30
Estos modelos son, a su vez, representaciones mentales de experiencias, eventos y
situaciones, así como las opiniones que las personas se forman de ellos.

El uso de estrategias discursivas permite persuadir, mentir, influir o manipular


incluso la formación y las sucesivas reformulaciones de las representaciones mentales; y
de este modo contribuyen a reforzar o minar las bases de una ideología.

La lengua es un instrumento de control, como también de comunicación. Las formas


lingüísticas permiten llevar y a la vez distorsionar significados. En este sentido, los
oyentes pueden ser a la vez informados y manipulados, y, en muchos casos,
manipulados cuando suponen que están informados. La lengua es ideológica en el

29
HODGE, Robert y KRESS, Gunther. (1993), op.cit. En la versión traducida por ZULLO, Julia,
UNAMUNO, Virginia, RAITER, Alejandro y PEREZ, Sara. (1996) Cuadernos de Sociolingüística…2.
p. 37.
30
VAN DIJK, Teun y otros. (1993) El Análisis Crítico… p.12. El encomillado es del autor.
sentido más político de la palabra: implica distorsión sistemática al servicio de los
intereses de clase.31

Podemos agregar que no se trata sólo de intereses de clase; pueden ser los que
aglutinan a un grupo económico, una institución, e incluso algún colectivo social que no
se ajusta estrictamente a la noción de clase.

De todos modos, lo que interesa del planteo de Hodge y Kress es la desnudez


con la que exponen el poder de la palabra, y por ende del lenguaje y el discurso; como
elementos que no sólo describen, sino que operan sobre la realidad en la medida en que
contribuyen a la formación del pensamiento, cuestión a la que nos hemos referido antes.

“El doblete lenguaje-lingüística entonces, no se refiere a un hecho elemental


“lenguaje”, asociado natural e inevitablemente con la disciplina que lo toma por objeto.
Por el contrario, funciona como un poderoso mecanismo ideológico que hacen que
ciertas formas del análisis parezcan naturales y centrales y excluye o margina otras.”32
Con esta afirmación, los autores evidencian otra cuestión: no necesariamente es un acto
voluntario y calculado el de influir a través del lenguaje en las representaciones
mentales colectivas, sino que el uso mismo del lenguaje tiene una función ideológica,
aún cuando los participantes en los actos de habla no sean conscientes de ello.

Jürgen Habermas aborda también esta cuestión en una línea argumentativa


similar, asumiendo la posibilidad de “enmascaramiento” de las verdaderas intenciones a
través de mecanismos de los que a veces el sujeto no es consciente.

[…] sabemos que las ideas sirven bien a menudo para enmascarar con pretextos
legitimadores los motivos reales de nuestras acciones. A lo que en este plano [de lo
personal] se denomina racionalización, en el plano de la acción colectiva lo llamamos
ideología. En ambos casos el contenido manifiesto de enunciados es falseado por la
irreflexiva vinculación a intereses de una conciencia sólo en apariencia autónoma.33

Es interesante destacar la relación que marca el autor entre ideología e


irreflexión, en la medida en que sitúa de este modo el carácter avasallante y alienante de
las ideologías.

31
HODGE, Robert y KRESS, Gunther. op.cit. En la versión traducida por ZULLO, Julia, UNAMUNO,
Virginia, RAITER, Alejandro y PEREZ, Sara. (1996) Cuadernos de Sociolingüística… 1. p. 12.
32
HODGE, Robert y KRESS, Gunther. (1993) op. cit. en la versión traducida por ZULLO, Julia,
UNAMUNO, Virginia, RAITER, Alejandro, PEREZ, Sara y BANNON, Mara (1997) Cuadernos de
Sociolingüística y Lingüística Crítica 2. Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Bs. As
33
HABERMAS, Jurgen ((1986) Ciencia y técnica como “ideología”. Tecnos, Madrid. p. 159. El texto se
publicó originalmente en Merkur, núm. 213, dic. 1965, pp 1139 bis – 1153.
La relación entre lenguaje ideología posibilita comprender la importancia de los
estudios sobre el discurso en cuanto instrumento para lograr una aproximación a las
concepciones, a los sistemas de creencias y a los criterios éticos que caracterizan a los
grupos sociales; y también permite atisbar la complejidad que presenta dichos estudios.

1.2.3- Poder

La categoría “poder” aparece asociada a las anteriores en los planteos de Wodak


y Meyer; Van Dijk34 y otros autores. Conviene entonces intentar algunas precisiones
acerca del sentido que le se le asigna en el contexto de esta investigación.

Michel Foucault sostiene que:

[…] el poder, si no se lo contempla desde demasiado lejos, no es algo dividido entre los
que lo poseen, los que lo detentan exclusivamente y los que no lo tienen y lo soportan.
El poder tiene que ser analizado como algo que circula, o más bien, como algo que no
funciona sino en cadena. No está nunca localizado aquí o allá, no está nunca en las
manos de algunos, no es un atributo como la riqueza o un bien. El poder funciona, se
ejercita a través de una organización reticular. Y en sus redes no sólo circulan los
individuos, sino que además están siempre en situación de sufrir o ejercitar ese poder,
no son nunca el blanco inerte o consintiente del poder ni son siempre los elementos de
conexión. En otros términos, el poder transita transversalmente, no está quieto en los
individuos.35

Esta conceptuación del filósofo francés presenta un aspecto muy interesante de


la cuestión, como es situar al poder como una práctica relacional; que no se ejerce en un
sentido unidireccional, sino que conforma verdaderos entramados – redes – en las que
un individuo o un grupo pueden ejercer poder y a la vez estar sometidos a estructuras de
dominación. Todos participan de los sistemas de poder en la doble condición de
dominadores y dominados.

Van Dijk identifica con el concepto de dominación “[…] al ejercicio social del
poder por parte de las élites, instituciones o grupos, que da como resultado la

34
WODAK, Ruth y MEYER, Michael (2003) Métodos de análisis …; VAN DIJK, Teun, KRESS,
Gunther, VAN LEEWEN, Theo, FAIRCLOUGH, Norman, WODAK, Ruth y MATOUSCHEK, Bernd.
(1993) El Análisis Crítico… y VAN DIJK, Teun (1995) Racismo y análisis crítico…
35
FOUCAULT, Michel (1992) Microfísica del poder. 3° ed. Trad. Julia Varela y Fernando Álvarez Uría.
La Piqueta, Madrid. p. 146.
desigualdad social.”36 y de este modo incorpora al análisis diferentes elementos, como
son: la idea de poder como poder social, el concepto de élite y el de desigualdad social.

El mismo autor afirma que: “Al focalizar en el poder social, ignoramos las
relaciones solamente personales de poder, salvo que aparecieran actualizando relaciones
de poder grupales, esto es, entre individuos, pero como miembros de un grupo. El poder
social está basado en el acceso privilegiado a recursos sociales valiosos, como salud,
ingresos, posición, status, fuerza, membresía de grupo, educación o conocimientos.”37

Es decir que el poder social se ejerce desde las condiciones de desigualdad, que
garantizan a algunos el acceso a determinados bienes sociales y culturales, y de ese
modo los diferencian de otros y los colocan en un lugar de privilegio en la estructura
social.

A su vez, define a las elites en los siguientes términos: “[…] algunos miembros
de grupos y organizaciones dominantes tienen un rol especial en la planificación, toma
de decisiones y control de los procesos y relaciones del establecimiento del poder. Estos
grupos pequeños son llamados elites.”38

Y agrega que: “[…] es muy importante notar que esas élites tienen acceso
especial al discurso: literalmente son los únicos que tienen más que decir.”39

Estas afirmaciones nos introducen en la cuestión que nos interesa definir, y que
se refiere a la relación entre poder y discurso. El discurso es, de este modo, una
herramienta privilegiada de quienes detentar algún tipo de poder; porque, a su vez, las
estrategias discursivas que se ponen en juego en cualquier situación, tienden a reforzar o
a modificar relaciones de poder, pero nunca se manifiestan neutras en este terreno.

Si bien Van Dijk sostiene que el blanco de la crítica del ACD son las élites que
detentan poder y sostienen la desigualdad social, consideramos que en el caso particular
que nos ocupa – el análisis del discurso de la sociedad santafesina de comienzos del
siglo XX – carece de sentido plantear el análisis en esos términos. Se trata mejor de

36
VAN DIJK, Teun, KRESS, Gunther, VAN LEEWEN, Theo, FAIRCLOUGH, Norman, WODAK,
Ruth y MATOUSCHEK, Bernd. (1993) El Análisis Crítico… y VAN DIJK, Teun (1995) Racismo y
análisis crítico... p. 7.
37
VAN DIJK, Teun. (1995), Racismo y análisis crítico... p. 9
38
Ibidem, p. 10.
39
Idem.
descubrir, de desmontar, esas estructuras sociales, sus sistemas de creencias y las
estrategias discursivas de legitimación de un orden que se considera bueno y necesario,
de tal modo que puedan visualizarse los sistemas de valores y las representaciones
sociales que han sustentado las prácticas discursivas y que se han alimentado de ellas a
la vez.

Hodge y Kress, tanto como Foucault, focalizan la relación poder – discurso pero
bajo perspectivas diferentes, aunque no opuestas. Así, los primeros señalan que si bien
el poder “[…] es una relación entre personas, no una relación entre textos o
significados. Pero es siempre una relación mediada, y no puede existir sin el sistema
significante que la constituye.”40

Foucault por su parte, relaciona discurso y poder a través del mecanismo que
denomina de “producción de verdad”; en estos términos:

Quiero decir esto: en una sociedad como la nuestra, pero en el fondo en cualquier
sociedad, relaciones de poder múltiples atraviesan, caracterizan, constituyen el cuerpo
social; y estas relaciones de poder no pueden disociarse, ni establecerse, ni funcionar sin
una producción, una acumulación, una circulación, un funcionamiento del discurso. No
hay ejercicio del poder posible sin una cierta economía de los discursos de verdad que
funcionen en, y a partir de esta pareja. Estamos sometidos a la producción de la verdad
desde el poder y no podemos ejercer el poder más que a través de la producción de la
verdad.41

Desde luego, no se refiere Foucault a la verdad en un sentido ontológico; sino en


tanto una explicación que legitima la estructura y los sistemas de relaciones que definen
a un conjunto social. Se trata de un discurso que funcione como aval de prácticas
sociales y justifique los mecanismos de ejercicio del poder y que de ese modo se
constituya en “verdad” para los actores involucrados en esas prácticas.

Habermas relaciona lenguaje y poder a través de su teoría de la acción


comunicativa, en la que expone el carácter intencional de la práctica discursiva y los
mecanismos de dominación que a partir de ella se generan.

Gracias a la creatividad de los lenguajes naturales el hablante nativo cobra, pues, un


singular poder sobre la conciencia práctica de los hombres que tratan y conversan entre
sí. Esa creatividad, como demuestra la historia universal de la sofística, puede utilizarse,
tanto para la agitación obnubiladora como para la ilustración.

40
HODGE, Robert y KRESS, Gunther. (1993) op. cit. en la version traducida por ZULLO, Julia,
UNAMUNO, Virginia, RAITER, Alejandro, PEREZ, Sara y BANNON, Mara (1997) Cuadernos de
Sociolingüística y Lingüística Crítica 2. Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Bs. As. p. 38.
41
FOUCAULT, Michel, op. cit. pp. 141 – 142.
Pero la otra cara de este poder es una impotencia específica del sujeto hablante frente a
los juegos de lenguaje en que ha crecido. Quien quiera modificar éstos tiene que
empezar participando en ellos.42

Para el filósofo alemán el diálogo, verdadera instancia comunicativa, sólo es


posible dadas ciertas condiciones que quiebren esa relación entre lenguaje y poder. Ellas
deberán posibilitar la autorreflexión de los sujetos y de ese modo un nivel de conciencia
sobre los presupuestos inconscientes que operan en el entendimiento. “Sólo cuando la
filosofía descubre en la ruta dialéctica de la historia las huellas de la violencia, que
siempre desfigura el fatigoso diálogo y siempre lo lleva fuera del curso de la
comunicación sin coacciones, impulsa al proceso cuyo estacionamiento de otro modo
legitima: el progreso del género humano hacia la autonomía.”43

Es interesante destacar que los factores coercitivos de la comunicación no se


relacionan necesariamente con formas físicas de violencia, sino especialmente con
violencia simbólica. En este sentido las tradiciones, los supuestos culturales que operan
en la base de las relaciones sociales, constituyen una matriz ideológica de la que el
sujeto no es consciente, y que coaccionan su interpretación de la realidad.

Por eso afirma Habermas que el rol de la hermenéutica filosófica es


emancipatorio, y lo es en la medida en que posibilita desmontar las estructuras y
supuestos culturales, y de ese modo hace posible la explicitación de los mismos. “Una
teoría guiada por este interés [emancipatorio] hace críticamente uso de la forma de
intersubjetividad exenta de coerción que el idealismo hermenéutico falsamente supone
como forma normal de los mundos de las vidas sociales, para investigar la trastienda de
las autointerpretaciones de grupos e individuos y sacar a la luz tanto sus autoengaños
(de ellos) como la función “racional” de la falsa conciencia…”44

Precisar la dimensión coercitiva del discurso, y las estrategias – muchas


inconscientes – a través de las cuales opera en la formación del pensamiento y como
legitimación de prácticas sociales, ha de posibilitar dimensionar el valor de los estudios
sobre el discurso como estrategia para una aproximación a las concepciones, valores y
criterios sociales.

42
HABERMAS, Jürgen (1990) La lógica de las ciencias sociales. Tecnos, Madrid. p. 280. El texto
original fue publicado en 1970 bajo el título “La pretensión de objetividad de la hermenéutica”, en R.
Bubner (ed) Hermeneutik und Dialektik, Tubingen, t. II. pp. 73 – 104.
43
HABERMAS, Jurgen (1986) Ciencia y técnica… p. 178.
44
HABERMAS, Jurgen (1990) La lógica de las ciencias… p. 493.
1.2.4. Representaciones sociales

La categoría “representaciones sociales”, como también la de “sistemas de


creencias” se refiere al plano interno de construcción de significados personales y
sociales. Ambas remiten al ámbito de las expresiones socioculturales y de la
conformación de mentalidades. “Representación refiere, en este contexto, a la imagen
(mental) que tiene un individuo cualquiera, es decir, un hablante cualquiera de cualquier
comunidad lingüística, acerca de alguna cosa, evento, acción, proceso que percibe de
alguna manera.”45

Por lo tanto, todos construimos representaciones acerca de la realidad y en


particular del mundo social y cultural. Ellas incluyen sucesos, acciones y también
modos de relación, formas y criterios de organización social. En este plano la
representación es individual y constituye una manera de apropiación de la realidad.

Cada persona construye y transmite representaciones, a la vez que recibe otras


de quienes interactúan en su mismo entorno. De este modo, las representaciones pasan
del nivel de lo individual al ámbito colectivo y se convierten en representaciones
sociales cuando son compartidas por un número significativo de individuos de la misma
comunidad. “Serge Moscovici (1981) acuñó la noción de representaciones sociales
entendida como la masa de conceptos, opiniones, actitudes, valoraciones, imágenes y
explicaciones que es producto de la vida cotidiana y se encuentra sustentada por la
comunicación.”46

Esta conceptualización contiene una serie de elementos que conviene desglosar,


y que componen la categoría de representaciones sociales. Ellos son, por un lado los
conceptos, que corresponden al ámbito del conocimiento objetivo; además las opiniones
y valoraciones que pertenecen al ámbito de las convicciones subjetivas47; y finalmente
acciones y explicaciones que indican la dimensión práctica de la categoría
representaciones sociales.

45
RAITER, Alejandro, ZULLO, Julia, SÁNCHEZ, Karina, SZRETTER NOSTE, Mariana, BASCH,
Marcela, BELLORO, Valeria y otros. (2002) Representaciones sociales. Bs. As. Eudeba.
46
WODAK, Ruth y MEYER, Michael (comp), op. cit. Pp. 44 y 45.
47
Que siempre pueden ser compartidas, por algunas personas en una comunidad, pero aún así son
siempre opciones personales.
Los autores relacionan todos estos componentes de las representaciones sociales
con el plano de la vida cotidiana y con el de la comunicación. Puede definirse entonces
otra característica de las representaciones sociales: no son construcciones puramente
teóricas, sino que están atravesadas por las experiencias personales de los sujetos. Esto
genera que su significación sea más profunda y arraigada, y por ello mismo persistente
en el tiempo. Además, las personas habitualmente no son conscientes de la totalidad de
los elementos que constituyen su representación del mundo, y asumen como “natural” o
“normal” el modo en que ven las cosas.

La referencia a la comunicación, nos indica otro componente central de las


representaciones sociales como de toda actividad de pensamiento, que es el lenguaje.
Éste posibilita la construcción de las representaciones sociales y también la transmisión
generando representaciones compartidas. “Es que el lenguaje no es solamente un medio
o instrumento para perfeccionar la comunicación: es una poderosa herramienta
cognitiva que ha permitido la formación y complejización de las representaciones y ha
posibilitado la transmisión e intercambio de esas representaciones entre los miembros
de la especie.”48

Así se genera un proceso de interacción entre las representaciones individuales y


las sociales o colectivas: “[…] las representaciones individuales devienen en sociales
por medio de la comunicación entre todos los miembros de una comunidad, de una de
esas organizaciones gregarias que mencionamos, al tiempo que las representaciones
sociales devienen también en individuales por el mismo mecanismo comunicativo.”49

Las representaciones sociales y las individuales se conforman sobre creencias


previas, que sirven de tamiz a los elementos objetivos que se perciben, de tal modo que
constituyen un complejo entramado de percepciones y de atribución de sentido.

Ellas operan sobre la comprensión de la realidad, que es resignificada en función


de ese conjunto de imágenes – tanto de lo deseado, de lo que se considera bueno, como
por el contrario, de lo no deseado o que se considera malo –, e incorporada al
imaginario personal en un proceso de alta complejidad.

48
RAITER, Alejandro, SÁNCHEZ, Karina, SZRETTER NOSTE, Mariana, BASCH, Marcela,
BELLORO, Valeria y otros, op. cit. pp. 12 y 13.
49
Ibidem, p. 13
Wodak y Meyer lo afirman en estos términos: “Los actores sociales implicados en el
discurso no usan exclusivamente sus experiencias y estrategias individuales; se apoyan
fundamentalmente en marcos colectivos de percepción a los que llamamos representaciones sociales.
Estas percepciones socialmente compartidas constituyen el vínculo entre el sistema social y el
sistema cognitivo individual, y además proceden a la traducción, a la homogeneización y a la
coordinación de las exigencias externas con la experiencia subjetiva.”50

Por todo lo dicho, resulta claro que las representaciones sociales no son nunca
neutras, sino que poseen una fuerte carga valorativa e interpretativa; y les posibilitan a
las personas y a los grupos que ellas conforman, situarse en el mundo y tomar posición
frente a la realidad.

El valor de esta categoría para la presente investigación ha quedado


suficientemente claro: ha de permitir la indagación en el imaginario de la elite
capitalina santafesina, en los criterios de diferenciación y de relación social, y en los
valores que sustentan las prácticas sociales legitimadas.

1.2.5- Sistemas de creencias

Los sistemas de creencias se conforman a partir de representaciones sociales y


constituyen mecanismos que articulan distintos tipos de creencias; son sistemas que le
posibilitan a la persona la interpretación del mundo social.

“Estas imágenes, representaciones del mundo, ya que no son el mundo,


constituyen las creencias del sujeto sobre el mundo.”51 De este modo Raiter y sus
colaboradores, relacionan las representaciones –sociales e individuales- con las
creencias que a su vez se articulan en un sistema.

Estos sistemas de creencias se constituyen a lo largo de la vida social de la


persona, y son por lo tanto, resultado de un proceso de interacción con otros y con el
mundo cultural, al que se accede mediado por las relaciones y prácticas sociales, como
así también por el lenguaje. “[…] son resultado de las interacciones sociales en las que

50
WODAK, Ruth y MEYER, Michael (comp), op. cit. p. 44
51
RAITER, Alejandro, SÁNCHEZ, Karina, SZRETTER NOSTE, Mariana, BASCH, Marcela,
BELLORO, Valeria y otros, op. cit. pp. 12
el individuo participa, de cuyas representaciones guarda un registro, con algún tipo de
organización jerárquica, en la memoria.”52

Ellos hacen posible la comunicación en una comunidad, en la medida en que son


una matriz compartida de significados que permite el entendimiento, aún asumiendo la
pluralidad de sentidos que las personas que intervienen en la comunicación puedan
subjetivamente otorgarle a los términos del discurso que generan.

En los sistemas de creencias confluyen distintos tipos de creencias: las


individuales que son las que regulan actos de la vida personal en el círculo más íntimo,
las creencias sociales que constituyen elementos aglutinantes de un colectivo social y
deben ser compartidas – en mayor o menor grado – por todos los miembros de la
comunidad, y las creencias de referencia que son las que expresan valores.

Algunas creencias son necesariamente compartidas por todo el grupo, pero otras
pueden serlo sólo por un sector dentro del grupo. Raiter lo expresa del siguiente modo:

[…] los contenidos de los sistemas de creencias deben ser razonablemente compartidos
por todos los miembros de una comunidad, de modo que podamos hablar de significado
en el uso, el que se establecería así en la comunicación. Vayamos (otra vez) por partes:
1) en primer lugar, todos los individuos poseen un sistema de creencias, ya que lo
hemos postulado como propiedad biológica de la especie. Este sistema de creencias es
un mecanismo cognitivo que se va llenando de contenido (una representación del
mundo de la vida) a partir de las experiencias propias de cada sujeto;
2) estas experiencias funcionan como estímulos que hacen funcionar el sistema;
3) estos estímulos son todos los contactos que establece con su entorno, y
4) los enunciados que recibe, que representan – de algún modo – el mundo.53

Como puede verse en esta explicitación, los sistemas de creencias constituyen la


cosmovisión de las personas y aún de los grupos sociales, y se aproximan al concepto
de mentalidad.

Se trata, por otro lado, de sistemas dinámicos y que se modifican con la


interacción permanente de personas y de grupos; pero son lo suficientemente estables y
duraderos como para constituir una matriz que les permita interpretar y actuar en el
mundo social.

Esta categoría resulta importante en relación a este trabajo en tanto contribuye a


identificar los mecanismos sociales con que operan las creencias y los valores
52
RAITER, Alejandro (2003) Lenguaje y sentido común. Las bases para la formación del discurso
dominante. Bs. As. Biblos. P. 80.
53
Ibidem, pp. 82 y 83.
culturales; y también permite distinguir los dispositivos de conformación de creencias y
de adhesión a valores.

A modo de síntesis…

El ACD proporciona un corpus teórico para el análisis de los procesos


comunicativos, y especialmente se enfoca en aquellos que tienen como protagonistas a
los medios de comunicación. Ese corpus teórico se sustenta en el valor del lenguaje
como instrumento para el ejercicio del poder y para imponer concepciones e ideas que
constituyen formas de dominación a través de mecanismos velados.

La relación poder – lenguaje – ideología constituye una compleja trama que


debe ser considerada en toda su riqueza para lograr una comprensión adecuada de las
relaciones de habla.

El lenguaje es una manifestación específica y propiamente humana que


posibilita no solo la comunicación sino también el pensamiento y particularmente el
pensamiento abstracto. Al constituirse en instrumento para la comunicación, el lenguaje
media en la relación entre las personas y también en los procesos de creación de
cultura54. Resulta a su vez, una dimensión constitutiva de lo humano y contribuye a la
humanización de los sujetos al conformar un instrumento para los aprendizajes – que
siempre se producen con otros o de otros –, para la apropiación de las matrices
socioculturales y para el desarrollo del propio pensamiento. La cultura se construye de
un modo dinámico en la interacción entre las prácticas sociales asumidas y el producto
de la acción personal de cada sujeto, que renueva las prácticas, los usos y el modo de
concebir los valores.

54
La cultura es entendida en el marco del presente trabajo, como el modo de relación de los hombres
entre sí, con el mundo material y con la trascendencia.
En todo acto de cultura hay una apropiación personal, creativa e irrepetible de la realidad
circundante, implica además la elaboración de respuestas a problemáticas personales o sociales,
que son fruto de la inteligencia y del potencial transformador de los seres humanos, ahora bien,
todo acto de cultura se sustenta en una acción comunitaria: pensamos el mundo, recreamos la
realidad, formulamos respuestas, proyectos y alternativas, en el marco de una serie de supuestos,
esquemas valorativos, necesidades que nos vienen dados por otros. La creación de cultura no es
nunca una actividad individual, es siempre una tarea comunitaria y que excluye el aporte
personal de cada sujeto.
PAULI de GARCIA, María Gabriela (2011) Enseñar Historia… enseñar a pensar… UCSF,
Rosario.
El discurso posibilita la sistematización y la explicitación del propio
pensamiento, y la socialización del mismo. Ahora bien, en toda construcción discursiva
existen pre-supuestos: ideologías, valores, convicciones, modos de ver el mundo y de
interpretar la realidad social, que se asumen sin confrontar, como naturales. Estos
elementos conforman las representaciones individuales de cada persona y a su vez las
sociales que son resultado de interacciones más o menos dialógicas.55

Las representaciones sociales constituyen una estructura que permite la


construcción de relaciones sociales y que sostiene prácticas comunes. También se
organizan en sistemas más amplios – los sistemas de creencias – cuya riqueza radica en
la conformación de una verdadera lógica relacional sustentada en valores y que legitima
los modos y las prácticas de una sociedad.

Por ello, los procesos de comunicación no son nunca neutros ni lineales. No son
neutros porque con la exposición de las ideas, va de la mano la expresión de esos
valores, criterios y convicciones que pautan un modo de relación social que se asume
como deseable o como no deseable. No son nunca procesos lineales porque resultan
atravesados por el mundo cultural56 del hablante o del emisor y también por el mundo
cultural del oyente o receptor. Por lo tanto, se trata siempre de un juego complejo en el
que confluyen varios niveles discursivos, más o menos próximos entre sí.

El ACD proporciona además, una metodología específica para el abordaje de los


procesos discursivos y su impacto en la formación de sistemas de creencias y
representaciones. No se trata de una metodología taxativa, sino más bien de un abordaje
crítico de las expresiones discursivas, contextualizando su producción e indagando en
los supuestos que modelan el discurso.

Si bien la finalidad del ACD es exponer los procesos de dominación que se


generan y consolidan a través del discurso, para luego desmontarlos, en el presente
trabajo ello carece de significado, en la medida en que él se refiere a una sociedad que
ya no existe como tal, sino que se ha transformado después de algo más de un siglo. Por
lo tanto, resulta necesario adecuar la metodología al estudio de sociedades pasadas.

55
Se adopta la concepción habermasiana de diálogo como forma ideal de comunicación entre pares y no
mediada por formas de violencia simbólica o relaciones de poder.
56
Este mundo está compuesto por cosmovisiones, valores, convicciones y todo aquello que constituye la
matriz interpretativa acerca de la realidad que posee una persona.
Es improcedente confrontar las concepciones y prácticas sociales de comienzos
del siglo XX con las de sociedades actuales; en cambio, es pertinente el estudio de la
sociedad santafesina del primer lustro del siglo XX para comprender sus mecanismos y
el modo en que posibilitaron legitimar un orden social vigente por algunas décadas.

La comprensión del pasado y el conocimiento de la propia Historia tienen no


sólo su lógica específica, sino también una finalidad propia, que se conjuga, en dos
tareas fundamentales del conocimiento histórico: por un lado la recuperación del pasado
aporta a la construcción de la identidad social, a la memoria colectiva, y con ellas a una
comprensión más precisa y rica del propio origen, del propio devenir y de las
condiciones del propio presente. Por otra parte, el conocimiento de la historia posibilita
comprender el carácter contingente – histórico, situado – de la persona humana y de
todas sus realizaciones; y de este modo contribuye a desnaturalizar estructuras sociales,
sistemas económicos, prácticas políticas y sistemas de pensamiento57, todos ellos
producto de la historicidad del ser humano.

57
No se trata en modo alguno de un planteo relativista. Es importante distinguir entre las capacidades
humanas que son constitutivas y por lo tanto universales, y el modo en que esas capacidades generan
explicaciones del mundo. De la misma manera, una cosa son los valores en cuanto aspiración universal de
todos los seres humanos y otra cosa son los modos en que se expresan socialmente.

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