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5.12.

2018

Discurso de las cuatro cadenas de valor durante la reunión de cierre de año


realizada en el Recinto de Operaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos
Aires

Orador: Alberto Morelli, presidente de Maizar.


Estuvo acompañado por los presidentes de Acsoja, Luis Zubizarreta; Argentrigo,
David Hughes; y Asagir, Guillermo Pozzi Jáuregui.

En representación de las Cuatro Cadenas de Valor de la Agroindustria Argentina, Acsoja,


Argentrigo, Asagir y Maizar, les agradecemos la compañía y les damos la bienvenida a una
nueva edición de nuestro tradicional Encuentro de Cierre de Año.

Argentina vivió un hecho excepcional e histórico con la reunión del G 20. Queremos felicitar
al Sr. Presidente de la Nación, Ing. Mauricio Macri, por su liderazgo y por haber trabajado
denodadamente para lograr consensos, que según lo acontecido en reuniones anteriores
eran difíciles de imaginar, dichos consensos fueron plasmados en el comunicado final
respaldado por todos los líderes mundiales presentes en la cita. También queremos destacar
las reuniones bilaterales gestadas para lograr acuerdos de cooperación, inversión y acceso a
mercados de productos agroalimentarios. Las cadenas necesitamos recuperar el orden
multilateral para que nuestras exportaciones sigan creciendo.

El fortalecimiento de nuestras cadenas de valor es clave para el desarrollo. Somos oferentes


de múltiples productos de la agroindustria nacional, que generan inversiones y cientos de
miles de puestos de empleo a lo largo y a lo ancho de todo el país. Según el último informe
económico de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en conjunto, las cadenas aportarán más
de 30 mil de millones de dólares al producto bruto nacional en la campaña 18/19.

Nuestro sector es uno de los más dinámicos y el principal generador de divisas. Gozamos de
ventajas comparativas que debemos maximizar, accediendo a las nuevas tecnologías,
invirtiendo capital y modernizándonos para estar a la altura de los principales países
productores de alimentos y bioenergías. Argentina es uno de los pocos países con
excedentes de producción, y capacidad para satisfacer a un mundo que crece. Pero, si
queremos ser el Supermercado del Mundo y seguir contribuyendo con la reconstrucción
nacional, necesitamos políticas acordes, que nos permitan producir y exportar cada vez más.

En este sentido, queremos ponderar la reciente convocatoria a estas cuatro cadenas, para
participar de la Mesa de Competitividad de Cultivos Extensivos, presidida por el Sr.
Presidente de la Nación. Esta Mesa debe asumir un rol protagónico en la definición de
políticas que alienten el crecimiento de la producción junto a un mayor valor agregado.

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Todos los países que prosperan basan sus estrategias en potenciar las exportaciones de sus
productos, agregándoles valor y trabajo local. El crecimiento del valor agregado en nuestras
cadenas potencia el arraigo y establecimiento de la población en sus lugares de origen,
reduciendo las migraciones del pasado y combatiendo la pobreza. No debemos perder de
vista que casi un tercio de nuestros compatriotas todavía son pobres y muchos aún no
tienen trabajo digno.

En el momento en que Argentina decide integrarse al mundo encontramos que los grandes
centros de consumo generan políticas aislacionistas, que protegen la industrialización en
destino, poniendo en peligro a importantes ramas de la agroindustria; es fundamental
definir políticas que equilibren la cancha de modo que podamos incrementar la participación
del agregado de valor en nuestras exportaciones y que no suceda lo contrario. Sabemos del
enorme esfuerzo que se viene haciendo para abrir nuevos mercados, pero debemos
redoblar los mismos para evitar reprimarizar nuestras exportaciones. Con este objetivo,
debemos promover negociaciones bilaterales y del MERCOSUR, para firmar acuerdos de
libre comercio.

Es clave que el desarrollo industrial sea acompañado con un trabajo activo para lograr
acuerdos económicos y/o sanitarios con terceros países, que nos permitan ubicar nuestros
productos y ampliar nuestros destinos. La pelea por conseguir los mercados de mayor poder
adquisitivo y los más exigentes en materia de calidad, debe ser dada en todos los frentes,
desde nuestras embajadas, agregadurías agrícolas, SENASA y a lo largo de las cadenas de
valor. Si no cumplimos con los requisitos de calidad que demandan los consumidores,
nuestras posibilidades de acceso a los mercados podrán verse seriamente afectadas.

Hay cambios que se vienen propiciando en el sistema regulatorio europeo, que pueden
impactar fuertemente sobre las economías de nuestra región. La adopción de criterios de
peligro en reemplazo de criterios de evaluación de riesgo sanitario afecta sensiblemente el
uso de fitosanitarios. Es clave articular acciones entre los sectores público y privado para
consolidar la estrategia de defensa junto a los otros países afectados. En este sentido,
queremos destacar el trabajo que se viene realizando en el plano internacional desde Maizall
e ISGA.

El desarrollo de cosechas más productivas a partir de la ciencia y la tecnología, con la


biotecnología como herramienta fundamental, es el único camino para aumentar la
producción mundial de alimentos sin incrementar fuertemente la superficie cultivada y al
mismo tiempo cuidando el ambiente. Para ello, tenemos que adoptar las tecnologías
necesarias para satisfacer la demanda mundial en forma responsable y sostenible.

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Argentina participa activamente en las negociaciones Mercosur-UE, y viene gestionando su
incorporación a la OCDE. Ambas negociaciones son claves para el desarrollo de nuestras
cadenas de valor. En estos organismos de cooperación internacional, el respeto a la
propiedad intelectual es un tema central. En este sentido, este año se ha debatido
largamente sobre la Ley de semillas y hemos dado un paso trascendente, alcanzando un
dictamen en la Comisión de Agricultura. Queremos reconocer la labor de todos los Sres.
Diputados, en especial la de su presidente Atilio Benedetti. Lamentablemente los tiempos
parlamentarios no alcanzaron para contar con la media sanción.
Reiteramos entonces la necesidad de contar con una ley que brinde las condiciones para
incentivar la investigación y desarrollo, tanto público como privado, de manera que todos los
cultivos cuenten con los mejores programas de mejora genética, lo que resultará en semillas
de calidad para el productor argentino.

Las Buenas Prácticas Agropecuarias, con las que muchas entidades nos venimos
comprometiendo, son un ejemplo de que la Argentina tiene capacidades para establecer
programas de trabajo saludables, con menor impacto en los recursos. En este sentido, queda
pendiente corregir los problemas que ocasionan las asimetrías entre las regulaciones
municipales, provinciales y nacionales, en relación a las aplicaciones de fitosanitarios.

Queremos también recalcar la importancia de contar con estadísticas confiables, tanto para
la toma de decisiones estratégicas en el sector privado, como para fortalecer el proceso de
formulación y evaluación de políticas públicas. Celebramos, en este sentido, la iniciativa del
Censo Nacional Agropecuario 2018. También, destacamos la implementación del sistema
SISA, que simplifica los trámites que realizan los productores.

La Argentina debe retomar un sendero económico donde las inversiones desempeñen un


papel central. Esto nos obliga a trabajar sobre los distintos factores que afectan la
competitividad de nuestras empresas. Es necesario generar una política de estado público –
privada que atienda los riesgos climáticos de los productores, de los proveedores de insumos
y servicios, como ocurre en los países competidores. Los elevados costos internos dejan a la
Argentina en desventaja frente a otros países. Hemos pasado décadas de abandono en la
construcción de bienes comunes, sin pensar el largo plazo; un ejemplo de esto es el sistema
de transporte. Hoy, valoramos el enorme esfuerzo que se viene realizando para desarrollar
un sistema logístico, y la batalla por reducir los costos, que permita el desarrollo sustentable
de las zonas más alejadas de los puertos del país.

Los impuestos, la evasión impositiva, la inflación y los vaivenes en el tipo de cambio también
dañan la competitividad. Exportar no es algo que se haga de un día para otro; nuestras
cadenas, para desarrollarse, requieren previsibilidad. Confiamos en que nuestros
gobernantes podrán encauzar el devenir económico futuro. Estabilizar la macroeconomía
resulta una condición necesaria.

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Entendemos y compartimos la necesidad de equilibrar las cuentas del estado. Pero, el costo
impositivo que hoy tenemos es sofocante y no es sostenible. Apoyamos los dichos del señor
presidente de la Nación en Trenque Lauquen en relación a la necesidad de achicar el gasto
público nacional, provincial y municipal; y acomodarlo a los recursos con los que contamos.
Confiamos en que la aplicación de retenciones a las exportaciones sea una medida de
extrema emergencia y que expire en el 2020, dado que se traducen en una menor
productividad y ponen en peligro a toda la agroindustria nacional, que es la única que nos
puede ayudar a revertir el deterioro de muchas décadas.

El trabajo público-privado es clave para diseñar políticas sustentables y eficaces que den
certeza y competitividad a las distintas producciones y permitan agregar valor y promover el
desarrollo. Debemos fortalecer las instituciones republicanas, el Estado y las organizaciones
de la sociedad. La calidad institucional es el camino más seguro para lograr la inclusión
social. Queda mucho por hacer y muchos cambios por decidir y ejecutar. Sigamos trabajando
juntos en esta nueva Argentina.

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