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gue también afirma que hay una diferencia natural entre los hombres. Las sectas identifican por completo a las eyes divinas con las leyes naturales; con eso las sustraen a toda otra interpretacin que no sen Igvracionalitn igualitania. 1 rofundo antagonismo que las sectas reconocen entre Ia ley natis- ral el estado de cosas vigente produce sl tentimionte dal Sense, nismo del mundo» y In esperanza escatoldgica en la salvacin y aria instauracién future de un orden social justo. El modo de allenwr a este el camino es elevar In sobriedad y ‘el trabajo a le categoria de yittudes, con lo cual no se rechaza incondicionalmente la prosperided ligada con las buenas obras y que se consigue merced a la promis dil, gencia. Por sobre todo se declara la guerra 2 la ziqueda pardsita, tuto lel trabajo ajeno, as{ como’ a la limitacién de ja libertad personal de conciencia, que es vista como un medio para ejercer dominio sebic Jos seres humanos. Asf se otigina, dentro del sector mds radical ¢ eon, I6gicamente més esclarecido del ‘movimiento de las sectas, el ascctin, £0,de las Srdenes, orientado hacia el més alld, henchido de desprecio bacia este mundo y, justamente por eso, util para el fin que persigeg a Iglesia: educar a Jas masas en el sentido de la humilacon tal eqpiita de sacrificio. Demostrativo de la actitud social de las scctas lc Ja posterior opiniGn de Zwinglio y Lutero, seg 1a iustificacién por la fe es plenamente suficiente: a juicio de ellas ssa justificacién se obtiene. por Jas buenas obras, Ia diligencia on trabajo, la conducta moral intachable frente al projimo, eve, Mas que en Ja primera, fue en su segunda época —posterior a la Reforae cuando Ja conciencia social de las sectas se redicalizS, a'lo cual com. tribuyé el crecimiento del proletariad urbano y el ‘susgimicato de Agustin, se eleva cada vex con mayor fuerza el llamado a la dualdad democrética, y contra la palpable injusticia econdmica, alli donde ce Broducen estallidos xevolucionarios, a prédica rebelde’ de la comusn dad de bienes, La Biblia sigue siendo, empero, el gran libro de los pobres; y si cl Nuevo Testamento no es suficiente, se recume al An. tiguo. En manos de Ja oposicién urbana, la Biblia era efectivamente peligrosa, como lo prueba el hecho de que todavia a fines del siglo svi ig (dicts 2a Holanda ta prohibicién de leer el Nuevo ‘Testamento, en la Iengua nacional, Za funcién histérick revolucionaria de Jas sectas determiné que la ciencia reaccionaria —como lo hace atin hoy— las denigrara y tavana £9B desprecio. Hasta Max Weber, un cientifico burgues insospecha, ble, ha calificado sin eufemismos de «punto de vista burguesy el wen do en que el célebre profesor Ritschl trata el tema de los anabaptistar, koPler, lee eee a Higters de ly soue tad Burgeese 7 Bs. the Rmerrecty, '991, 186 10. La ideologia de Ia Iglesia ‘Mientras las clases inferiores de la sociedad capitalista inicial se agru- paban casi siempre alrededor de Ia pequefia burguesfa en un combare ganancioso para el desarrollo del orden burgués, aunque todavia es téril para ellas mismas, y encontraban su expresion intelectual mas clara en la ideologia de las sectas, la Iglesia, como representante prim cipal de Ja ideologia feudal-reaccionaria, se empefiaba en una lucha por su autoconservacidn, de sentido opuesto a la de aquelias, Va he. mos visto cémo, en la fundacin de las érdenes de los franciscanos, Jos dominicos y'los bumiliati se hicieron concesiones a la forma de vida de Jas sectas a fin de restarles impulso, al tiempo que se inten. sificaba Ia persecucién a estas y a su ideologia. Pero la Iglesia no pudo emplear los mismos recursos con las clases altas de las ciudades [la burguesfa— que con las clases inferiores. Fue preciso legar a habilidosas componendas con ese racionalismo-propio de la concep. cin burguesa, que se imponfa con fuerza cada vez mayor; pero en lias no se perdia de vista el fin tiltimo: Ia salvacién y consolidacisn de la vieja teologia. Al comienzo, la propia cutia mostré muchas ve- ces incomprensién hacia este nuevo camino por el que echaban a an dar los representantes mas inteligentes de la concepcin cclesiéstica, y lo condené en consecuencia. Pero mudé de parecer tan pronto co. mo advirtié que apelando a los escritos de Aristoteles, redescubiertos no hacia mucho, se podfa seguir haciendo tan buena teologia como antes, y que no cra oportuno ceder este pensador a los heréticos ave. jmmoistas, Para representarnos en toda su magnitud las enormes tensio- |nes de ia vida espiritual del siglo xr debemos recordar que en este |conviven y actéian al mismo tiempo representantes de las mis diver. gas concepciones. At esté, en primer lugar, el tedlogo Juan Buena. ventura, estrictamente ligado a la tradicién, y quien, sey mismo declara, solo querria «consolidar lo antigua y seredieadon, Es eae de Tomas de Aquino, a quien se debe una habil renovacion de la an tigua teologfa sobre bases en apariencia aristotélico-racionalistas, San. to Tomés es alumno de Alberto Magno, un espiritu affn.a él. Santo ‘Tomés reformula en los viejos términos de la concepeién deista y psicologista-subjetiva aquellos aspectos de la interpretacién, pantelsta y, pan-psiquista, que. Averroes da de Aristételes, y que son revolu. cignarios en. cuanto insisten en el mds:acé y en el alma del- mundo, tal es el uso que hace Santo Tomés del pensamiento de Avisictcies’ Al mismo tiempo actian, en Paris, el gran averroisia herético Siger de Brabante, y, en, Oxford, Roger Bacon (muerto en 1294), quien ya ensefia que la ciencia natural debe basarse en la experimentacion, y —a pesar de las muchas ataduras que lo unen con lo antique 187 sottienc en diversos puntos concepciones francamente matevislistas, Yala exigencia de que se incorporase el experiments a la iavestigaciGn de la naturaiecn debfa impresionar come materialista er wna “epoca En que Ia eapeclacién mevatisicn todo lo cubria y sofocaba, ‘us! pucs, Buenaventura se orientage ain en sentido pusserente esco- igseido; sin embargo, a diferencia de la astigua escolisticn, auc con tava adoptaba un ropaje filosstico, ét experimenta una facrte wecteion | a'toda filosofia, impresionado por los peligror a que la teologia ce ela expuesta por obra de aquella, En st opiniss, iy filosolie be dee defiado demasiado a la fe como grado primero y ttimo del cancel Imiento. En general, Buenaventura advierte acerca de una sobtests macién de la capacidad humana de conocers asf, Dios sin duds puede #2 cones ch so Exstonia (curren), poso no enna, csnla cssentia). Pero, se pregunta Buenaventura, ccémo se Hoga desde ser de Dios al ser del mando? Nos hallamos ast ance une theca oie. gunta teoldgico-escoldstica, ya muy antigay, Buaneventiea. fe Titi, S retomarla'y a zesponderia con un inmenco, desplicgae de: asginess tos vacios, en apariencia Idgicos. Combate de cate mods le spina segtin la cual Dios cre el mundo a partir de an material que yo eae Ha previamente. Con el concepto de ereacién, Bucnaventata leey a cabo, por lo tanto, una estricta separacion entie el mundo material 5 el mundo del mas’ allé, a partir del cual Dios establece Ta. caswenca, ¥ con ella, precisamente, af acto de creaciGn acl mundo, De tal saode, Buenaventura refirma la concepciGn medieval merced a Ia coal co bor | sible probar la existencia de una aguda oposicion entre taundo y wh | fttmundo, entre To natatal y fo, sobrenatunal, Pero asf ae he creado la premisa para la desvalorizacion de este mundo y In vide teaneeal del hombre, ast como para la glorificacin del més’ alla teascendente ¥, en pasos ulteriores, tambien para ln fundamentacién, del milagre, ei sacramento y todas squellas ideas metafisicas sobre’ las crales Ty Iglesia erigia su poder sobre las alias. Es interesante, considerar: Gl modo cn que Buenaventura prosigue su espectlacion, A la erfada de desplicgue del mundo. material en forma, materia, y compacero, Con rresponde Ia trinidad de Dios. El ser texrenal del hombre no ey tafe que una preparacién para el ser ultraterreno, la gracia del més alle Bor lo tanto, toda la natutaleza y todo el ser del hombre estén inmaee sosen Ia gracia de Dios. Por analogin con ‘os seis dias de In erescion, hay seis Epocas en la historia universal; ademas, siete sacramiontoy, mucve caros de dagcles, nueve grados on ia jerarquia eclestastica, they grados del scr: la natafalera, ef hombre y Ia’ gracia divina, steteera Eas opiniones de Alberto Magno y deTomés de Aguine tambien eon- denen profusign de clementos mietaifsicos, y toolepico-copecutatives, Por ejemplo, Tomds ensefia, en forma totalmente medicval, que cas. fe una gradaci6n jerérquica: cuerpos, mundo, vegetal, munca! animal mundo humano y mundo de fos: sngcles; cf la cumbre se halls Di En el fondo, la concepeiéa tomista es mucho tenos racionalistay che Jo que s menudo se sucle suponer; es mds bien iistica y se orienta hacia Ja relacién del alma con Dios, es decir; la cereanta © Isjaats ca que el hombre individual se halla respecto de El, con todas las conse. Guencias y posibilidades que ello implica, Es cletto que Santo Toms 188 imprime una forma estrictamente racionalista al contenido trascen- dente irracionalista. El agustinismo informe, autoritario y tradicio. nalista que habfa predominado hasta ese momento, es reemplazado por una concepeién que, con ayuda del aristotelismo, introduce una mayor sistematizacin y/racionalizacién conceptual. Con un ejezplo, podemos mostrar el modo en que Tomas une la teologia trascendente y el tacionalismo. Nuestro conocimiento intelectual, dice Tomés ex: preséndose en una forma sumamente moderna, comienza con las sen. saciones. Pero acto seguido establece una limitacién: por consiguiente, el hombre no puede alcanzar a comprender plenamente la sustancia divina. La raz6n es una instancia puramente humana; por eso necesita el complemento de la revelacién. La raz6n natural y Ja revelacién no se contradicen, puesto que Dios mismo es el autor de nuestra natu- raleza. Por un lado, Santo Tomds cs en apariencia empirista, en! tanto rechaza la idea de Anselmo de Canterbury segtin la cual del conicepto de Dios se deduce su existencia. No sabemos, dice, qué es Dios; y, ante todo, del concepto de Dios no se puede concluir nada acerca dé su esencia; en el mundo sensible s6lo podemos alcanzar los efectos de Dios, Pero —y aquf aparece el transfondo teolégico oculto— par- tiendo del efecto se puede concluir acerca de la causa, es decir, que Dios existe. Prescindiendo de que inferir la causa del efecto es inad. misible desde <1 punto de vista Iégico, Santo Tomés incurre en un vacio logicismo; no otra calificacién merece el intento de probar cs- peculativamente, en aras de la consolidacién de la cuestionada teolo- gia cristiana, la’ conversién de la posibilidad en realidad, asi como inferir Ja existencia necesaria de algo moviente a partir del hecho de que algo se mueve. La vaciedad y el caracter metafisico de este logi- xismo teolégico en modo alguno se salvan poniendo al toimismo el marbete de

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