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La revolución Cubana: un acontecimiento
Estructura y clases sociales en Cuba.
Pactada la independencia de España y acordado el status semicolonial a partir de la
Enmienda Platt2, el desenvolvimiento del capitalismo cubano tuvo como características
centrales: el monocultivo del azúcar con un régimen de propiedad latifundista, junto a una
cuota (de venta ya fijada por EUA), la política de no industrialización, (es decir apostar a
cierta diversificación productiva acorde a las necesidades del mercado interno) para poder
garantizar la compra de dichos productos a EUA (quien compra el azúcar), y como cierre de
ese modelo de acumulación las tarifas aduaneras preferenciales para articular ese intercambio
de azúcar por manufacturas.
Por eso el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento afirmó: “pocos países
dependen de su comercio exterior en tan alto grado como Cuba (…). Esta situación hizo que
la Isla tuviese períodos de prosperidad o no, acorde a los precios y la demanda internacional
de azúcar. Los años veinte fueron muy buenos, la crisis del treinta implicó un ciclo malo,
logrando cierta recuperación en los 40 hasta llegar a un agotamiento y crisis en los años
cincuenta.
Las clases dominantes.
Dentro de las clases dominantes, el sector nacional prominente era la gran burguesía,
integrada por los hacendados rurales, propietarios de grandes extensiones de tierras
dedicados a la producción azucarera. Dicha producción estaba destinada al mercado
internacional, centralmente norteamericano. Esa condición la transformaba en una burguesía
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Lic Julio Bulacio. Este trabajo es un borrador aún no corregido de manera definitiva.
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La Constitución de la naciente República de Cuba incorporó en 1902 la Enmienda Platt –por el apellido del
senador norteamericano que la propuso –, la cual “validaba” cualquier intervención militar de ese país en
Cuba, así como el manejo de su política exterior. Para garantizar esta política, los Estado Unidos instalaron
una base naval en Guantánamo, que aún hoy es un enclave militar norteamericano en la isla.
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nacional sin aspiraciones de desarrollar un fuerte mercado interno, es decir no aspiraba a
integrar un mercado “nacional”. Era una clase fuerte hacia el interior del estado nación, como
proveedora de divisas, impulsora de la monoproducción (no la diversificación productiva del
país) pero al mismo tiempo era débil porque dependía de los precios y el consumo
internacional para su desenvolvimiento, y este último era un aspecto que no controlaba ella
sino, centralmente, su principal consumidor, EEUU.
La estrategia de acumulación de ese sector osciló entre las zafras libres produciendo todo
lo que se pueda aspirando a ganar nuevos mercados o zafras restringidas para que la baja
oferta mantenga alto el precio y buscar la venta segura de todo lo producido. La otra opción
que tenía pero que nunca impulsó consistía en diversificar la producción pero eso implicaba
un reordenamiento en el mercado mundial: EEUU no le compraría el azúcar si la Isla no
utilizaba esas divisas para adquirir los productos manufactureros que ellos producían. Existía
también otra fracción de la burguesía, que era menos poderosa: los propietarios de industrias
medianas y pequeñas como la textil, alimentación o el tabaco.
Finalmente destacamos que la clase dominante compartía el poder desde la independencia
política de Cuba con los capitales norteamericanos, quienes poseían los ingenios azucareros y
sobre todo controlaban los servicios de electricidad, teléfono, transporte, destilerías de
petróleo, minería y bancos.
La clase obrera
En Cuba se había conformado una clase trabajadora urbana y rural. En la ciudad existía un
proletariado que vendía su fuerza de trabajo en la industria y otro en el sector servicios. Los
primeros trabajaban en las fábricas de capital nacional, como la textil, la alimentación, el
tabaco o en las compañías transnacionales de petróleo y minería. Los segundos en el sector
teléfonos, transporte, bancos (básicamente de capital transnacional) y en la administración
pública.
En el campo vivían los obreros de los ingenios azucareros, y los “macheteros” para la
época de zafra, dentro de estos últimos estaban los temporarios y pequeños campesinos que
dejaban por esos meses de atender su propio campo para ir a la zafra. Entre zafra y zafra era
época de “tiempo muerto” obligándolos a migrar en busca de alguna “changa”, generando una
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movilidad horizontal de los trabajadores que se trasladaban del campo a la ciudad, de un
oficio a otro… eran quienes en ese transitar conectaban de hecho al obrero urbano y al rural.
Esos trabajadores habían constituido sus primeras organizaciones obreras en los años
veinte, con apoyo de la tercera internacional, marxista3. Sus acciones reivindicativas fueron
muchas pero su punto mas alto fue la huelga general de 1933, que tuvo un carácter político, y
logró el objetivo porque derrocó al dictador Gerardo Machado4. Pero, en los años 40 el
Partido Comunista (PC) se debilitó mucho. Primero la posición de la Internacional que
caracterizó al nazifascismo como el “enemigo fundamental de la humanidad”, y orientó a los
PCs a conformar alianzas amplias (frentes populares) con todos aquellos sectores políticos
antinazis. Dentro de esa alianza participaban muchos dictadores latinoamericanos que su
condición de pronorteamericanos los trasformaban en “antinazis”, como fue el caso en Cuba
del Sargento Fulgencio Batista; segundo, el PC cubano siguió la orientación de Earl Brower
(Sec. Gral. del PC norteamericano) quién formuló la hipótesis de que finalizada la guerra y en
el marco de la gran revolución científica y tecnológica en curso se abría una época de
colaboración entre los diferentes sistemas que evolucionarían de manera conjunta. Por eso
para él la lucha antiimperialista había concluido. Esa tendencia dentro de los PCs se la
denominó browerismo. Es decir los PCs priorizaron la contradicción mundial (nazifascismo –
aliados) por la contradicción interna (dictadura pro imperialista – pueblo). Esa política explica
su participación en el gobierno de Batista, hecho que los desprestigió ante los trabajadores.
Esa debilidad posibilitó que en el año 1947 llegue a la conducción de la Central de
Trabajadores de Cuba (CTC) Eugenio Mujal. Para eso contó – aparte de aquella estrategia
del PSP (PC) también con el apoyo del Estado Cubano durante la segunda presidencia de
Grau San Martín, en un clima de generalizado anticomunismo por la guerra fría,. Aquel fue el
representante de un sindicalismo tendiente a la conciliación con el capital y estructuró una
burocracia “gansteril” con apoyo estatal. Esta articulación estado – burocracia sindical llegó a
asesinar en 1948 al dirigente obrero, negro y comunista Jesús Menéndez, indiscutido
representante de los trabajadores de los ingenios. A pesar de los yerros de su partido ese
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La denominada Primera Internacional (1848 – 1871), contó entres sus protagonistas a Carlos Marx y
Federico Engels, el fracaso de la Comuna de París implicó su disolución de hecho: en 1895/6 se
reagruparon y fundaron la Segunda Internacional, aún en vida de Engels. La Guerra mundial y la
diferenciación entre reformistas y revolucionarios terminó con ella; Finalmente, bajo el impulso de la
Revolución Rusa (1917) en 1919 se creó la Tercera Internacional.
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Gerardo Machado fue presidente por el Partido Liberal, entre los años 1925 y 1933 en que fue derrocado.
Su gobierno fue represivo, a tal punto que se lo consideraba directamente una Dictadura. El comunista
Rubén Martínez Villena los llamó “asno con garras”
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hombre había marcado la conciencia de los suyos y estos lo reconocían. Solo la bala podía
desplazarlo de la dirección de su sindicato. Había sido él quién había dado vuelta el slogan
de la clase dominante: “sin azúcar no hay país”. Él respondió de cara a la conciencia de los
obreros: “sin obreros no hay azúcar”.
El proceso político.
En Cuba los partidos políticos masivos eran herederos del discurso liberal e
independentista de Antonio Maceo (1845 – 1896) y José Martí (1853 – 1895) pero esas
instituciones rápidamente se habían corrompido y adecuado al bloque de poder.
Luego de la revolución de 1933 que derrocó al dictador Gerardo Machado, asumió Grau
San Martín del Partido Revolucionario Cubano Auténtico, apoyado por el Directorio
Estudiantil, tendencia progresista de izquierda y por el Partido Socialista Popular (PC).
También participó del proceso el taquígrafo Fulgencio Batista, quién fue designado sargento,
por lo que quedó al mando del ejército, desde donde construyó su proyecto político.
En 1938 el gobierno impulsó una Asamblea Constituyente que sancionó la Constitución de
ese año, de carácter progresivo. El sargento Batista, apoyó ese proceso político y apoyado
por el PC ganó las elecciones. Luego en el año 1944 las ganó el PRCA y volvió al gobierno
Grau San Martín, quien al finalizar su mandato designó a su sucesor, Prío Socarrás. La
corrupción de “Los Auténticos” (PRCA) en el gobierno produjo la escisión de un sector
liderado por Eduardo Chibas, un carismático dirigente, que luchó en sectores estudiantiles
beligerantes en los años 20 y expresaba a un movimiento de recuperación moral y cívica entre
las masas, sobre todo de la pequeña burguesía radicalizada. Fundó el Partido Ortodoxo con
un programa nacionalista, reformista, contrario a los monopolios norteamericanos y de fuerte
crítica moral a la corrupción administrativa. En sus filas militaba el abogado Fidel Castro. En
agosto de 1951, Chibas en su programa radial, luego de hacer un llamado al pueblo cubano
de que luche por su independencia económica y política y contra la corrupción intentó
suicidarse delante del micrófono. Murió a los 15 días. Para las elecciones del año 1952 iba a
disputar la presidencia contra Batista, que había creado el Partido de Acción Unitaria (liberal)
y el triunfo del Partido Ortodoxo era inminente. En un clima enrarecido, el 10 de marzo de
1952, Batista encabezó un golpe de estado, sin resistencia alguna. En ese sentido quedó un
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vacío político, ya que ninguna fuerza se hizo cargo de organizar o aunque sea llamar a la
resistencia frente a los golpistas.
La coyuntura de los años 50 en La isla
Durante los años cincuenta EEUU incrementó su producción de remolacha azucarera, y así
pasó por un lado a competir contra el azúcar cubano y por el otro de hecho disminuyó las
compras que realizaba a ese país. Paralelamente los capitales norteamericanos se fueron
retirando de la producción: si en 1939 el 55% de la zafra eran inversiones estadounidenses, en
1958, el 66% ya era de la burguesía cubana.
En el año 1952 la burguesía apostó a la “zafra libre”, y Cuba llegó al record de producción
de 7 millones de toneladas: el 30% no se pudo comercializar. A partir de allí se optó por la
zafra restringida y en 1954 se firmó el Pacto de Londres (1954 1958) en donde se estableció
para todos los productores azucareros un tope de producción y venta en el mercado
internacional. En ese acuerdo se estableció que disminuiría la participación cubana en el
mercado mundial. Fue por eso que se agudizó la crisis del azúcar cubano, y de la burguesía
azucarera que observaba como el Estado ya no protegía sus intereses. En ese panorama,
quedó establecida la política de la zafra restringida agudizando el conflicto social: el
crecimiento demográfico de la Isla era muy superior a la capacidad de brazos que requería la
zafra, cada vez menor. A su vez, la capacidad de divisas para adquirir los productos de
consumo – al no tener industria sustitutiva – era menor y los precios mas elevados.
Frente a esa situación, las alternativas de salida a la crisis que tenía en disponibilidad la
burguesía azucarera eran dos: la diversificación productiva o la búsqueda de nuevos
mercados. En ambos casos implicaba un enfrentamiento objetivo con los intereses de EEUU.
La burguesía cubana se sentía desplazada y contaba con recursos de poder para resistir pero
su debilidad residía en haber apostado para desarrollarse como clase al monocultivo
azucarero, dependiente de la cuota estadounidense. Para esa batalla intentarán plantear que
sus intereses eran los de la nación y así erigirse como “clase nacional”. El slogan utilizado fue el
señalado: “sin azúcar no hay país”. Julio Lobos, el máximo hacendado de ingenios, el “rey del
azúcar”, dijo en un reportaje al New York Herald Tribune que la política de la burguesía
cubana debía consistir en la modernización para así ganar nuevos mercados y, en definitiva,
competir contra los remolacheros norteamericanos. Pero el estado cubano, gobernado por
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Batista no tenía el mismo objetivo. Ese estado representaba excluyentemente a los capitales e
intereses norteamericanos y del capitalismo mundial expresado en Pacto de Londres, no a los
hacendados cubanos. Eso anuncia y explica que años después en plena ofensiva
revolucionaria ese sector de la burguesía cubana firmara el Pacto de Caracas (20 de julio de
1958) con el Ejercito Rebelde.
Las acciones colectivas.
La Dictadura, contó con el apoyo de la burocracia sindical. Lentamente en la
clandestinidad, sectores del PSP (PC), del Directorio Revolucionario (con mayor peso en el
movimiento estudiantil), organizaron una coordinadora obrera por fuera del mujalismo: el
“Comité Pro Defensa de las Demandas Obreras y por la Democratización de la Central de
Trabajadores Cubanos”. En el año 1955, en plena dictadura de Batista, lograron impulsar una
oleada de luchas en gremios vinculados a los servicios (bancarios, telefónicos), cuya
particularidad fue que el eje reivindicativo no fue el reclamo salarial, sino la denuncia contra la
burocracia sindical por su complicidad con la dictadura. Asimismo el movimiento estudiantil,
desde la FEU (Federación Estudiantil Universitaria), también protagonizó acciones
antidictatoriales junto a profesores y maestros.
En tanto en el corazón del modelo de acumulación se agudizaba la crisis: La zafra
restringida, la competencia remolachera, el pacto de Londres, concluyó en el año 1955 con
una cosecha de tan solo 69 días y una disminución del salario del 23%. En ese contexto el
sindicato lanzó la huelga de zafreros, y fue acompañada solidariamente por otros sectores de
la pequeña burguesía adquiriendo un marcado tinte antidictatorial. Al cabo de dos semanas la
lucha triunfó, obteniendo los obreros el pago diferencial. Pero sobre todo esa experiencia dejó
como saldo político para las tendencias políticas antidictatoriales: que las masas podían
enfrentar a la dictadura y que la dictadura podía retroceder.
El asalto al Cuartel Moncada: programa, fuerza motriz y estrategia del castrismo
La pregunta era ¿quién se haría cargo de aquella nueva situación creada por el golpe de
estado de Fulgencio Batista en 1952?
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El 26 de julio de 1953, un grupo de 120 hombres y dos mujeres, miembros de la juventud
del Partido Ortodoxo, encabezados por Fidel Castro decidió asaltar al Cuartel Moncada, en
el extremo oriental de la Isla (Santiago de Cuba), y desde allí hacer un llamamiento a la
insurrección antidictatorial de las masas. Fracasaron ambas cosas: la toma del cuartel y el
llamamiento. La respuesta del gobierno fue contundente: torturas, fusilamientos sumarios etc.
El balance de la acción evidenció dos cuestiones: la vacancia política la estaba intentando
ocupar una fracción de la pequeña burguesía radicalizada y la virulencia de la represión que
dejó al descubierto la naturaleza del régimen le daba mayor legitimidad al camino elegido
por Fidel Castro: la vía armada apareció para algunos como pertinente para enfrentar a la
Dictadura. Luego del “asalto al cuartel Moncada” algunos fueron fusilados pero otros
miembros del movimiento quedaron encarcelados en la Isla de Pinos. El abogado Fidel Castro
asumió su propia defensa y la transformó en una denuncia, un programa y un llamamiento. La
misma fue conocida con el nombre que cerró su alegato “La Historia me absolverá”.
Allí explicitó el programa mínimo. Primero, denunciaba los males que aquejaban al pueblo
y propuso su solución. Denunció al régimen latifundista de propiedad de la tierra, la
penetración imperialista en el campo (“La United Fruit Company y laWest Indies unen la costa
norte con la costa sur”), la condición del campesino sin tierra o con unas pocas hectáreas; el
problema de la vivienda y la luz, la desindustrialización, la falta de derecho a la educación y a
la salud.
Esos eran los problemas, faltaba definir cuales eran las fuerzas motrices (sociales) capaces
de emprender las reformas necesarias para resolverlos. La respuesta del llamamiento fue
taxativa: el pueblo. Pero qué clases sociales conformaban ese pueblo. En su alegato Fidel
Castro distinguió tres fuerzas sociales en el escenario político:
● la gran burguesía, centralmente terratenientes, aliadas al imperialismo, que se expresan
políticamente a través de los partidos conservadores, la burocracia sindical mujalista,
la Iglesia conservadora, los medios de comunicación, las agencias norteamericanas, así
como las organizaciones patronales, y condensados todos ellos en el aparato
burocrático militar del estado.
● Un segundo sector integrado por la burguesía nacional, con ciertas contradicciones
con el imperialismo pero incapaz de una acción consecuente.
● Y finalmente las clases y sectores que él considera el pueblo, el sujeto capaz de llevar
a cabo las transformaciones necesarias. Y lo define así:
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“Nosotros llamamos pueblo si de lucha se trata, a los seiscientos mil cubanos que están sin
trabajo deseando ganarse el pan honradamente sin tener que emigrar de su patria en busca de
sustento; a los quinientos mil obreros del campo que habitan en los bohíos miserables, que
trabajan cuatro meses al año y pasan hambre el resto compartiendo con sus hijos la miseria,
que no tienen una pulgada de tierra para sembrar. A los cien mil agricultores pequeños, que
viven y mueren trabajando una tierra que no es suya, contemplándola siempre triste como
moisés a la tierra prometida, para morirse sin llegar a poseerlas, que tienen que pagar por sus
productos, que no pueden amarla, ni mejorarla, ni embellecerla, plantar un cedro o un naranjo
por que ignoran el día que vendrán un alguacil con la guardia rural a decirles que tienen que
irse; a los treinta mil maestros y profesores tan abnegados, sacrificados y necesarios al destino
mejor de las futuras generaciones y que tan mal se les trata y se les paga, a los veinte mil
pequeños comerciantes abrumados de deudas, arruinados por la crisis y rematados por una
planga de funcionarios filibusteros y venales; a los diez mil profesionales jóvenes: médicos,
ingenieros, farmacéuticos, periodistas, pintores, escultores, que salen de las aulas con sus
títulos deseosos de lucha y llenos de esperanza para encontrarse en un callejón sin salida,
cerradas todas las puertas, sordas al clamor y a la súplica. ¡Ése es el pueblo, el que sufre
todas las desdichas y es por tanto capaz de pelear con todo el coraje! ¡A ese pueblo, cuyos
caminos de angustias están empedrados de engaños y falsas promesas, no le íbamos a decir:
“Te vamos a dar”, sino: “¡Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sean tuyas la
libertad y la felicidad!”
Ese pueblo sería capaz de imponer las primeras cinco leyes revolucionarias: La primera ley
estableció la soberanía popular, como la garantizaba la Constitución de 1940, la segunda ley
“concedía la propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los colonos,
subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas que ocupasen parcelas de cinco o menos
caballerías de tierras”5, La tercera ley revolucionaria otorgaba “a los obreros y empleados el
derecho a participar del treinta por ciento de las utilidades, mercantiles y mineras, incluyendo
centrales azucareros.” La cuarta ley revolucionaria concedía a todos los colonos el derecho a
participar del cincuenta y cinco por ciento del rendimiento de la caña y la quinta ley
revolucionaria ordenaba la confiscación de todos los bienes a todos los malversadores (…) la
mitad de los bienes recobrados pasarían a engrosar las cajas de los retiros obreros (jubilación)
y la otra mitad a los hospitales, asilos y casa de beneficencias.”
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La caballería como unidad de medida equivale en Cuba a 13 hectáreas.
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El Programa indica el carácter de la revolución propuesta: democrática, reformista,
nacionalista, tenuemente antiimperialista pero no socialista. Y el gran aglutinante y
condensador de los “males del pueblo” era la Dictadura, era ella el enemigo inmediato a
vencer. De las fuerzas motrices excluye claramente a cualquier sector de la burguesía y el
camino propuesto era la “vía armada”.
Para concluir, reiteramos: el aglutinante6 fue la dictadura y la burguesía en ese programa fue
dejada de lado para el proceso revolucionario. La opción de la “vía armada” era un escollo
para representar a la población, ya que para lograrlo la conciencia de las masas debían haber
agotado la vía pacífica, es decir que considerasen que por el camino legal no conseguirían sus
objetivos. Esa situación se les tornó evidente primero, con la represión pos asalto al Cuartel
Moncada y luego cuando Fulgencio Batista convocó a elecciones para autolegitimarse en
1954 sin permitir la presencia de la oposición, en medio de un clima represivo. Esa
imposibilidad de caminos pacíficos e institucionales para expulsar a Batista y los intereses que
él expresaba llevó a que varios sectores comenzaran a pronunciarse por la utilización de la vía
armada. Desde grupos del propio Partido Ortodoxo, que propugnaron el “tiranicidio”, al
Directorio Revolucionario, liderado por el militante cristiano José Antonio Echeverria. Este
último grupo incluso se propuso construir una guerrilla urbana en La Habana misma, para
enfrentar a la dictadura en el espacio donde se concentraba el poder burocrático militar del
Estado.
El proceso político II: acciones colectivas y guerrilla
En el año 1954 fueron liberados los combatientes del Moncada y partieron al exilio en
México, con la firme decisión de regresar para organizar una guerrilla rural, en el Oriente, lejos
del poder central y en donde se habían desarrollado las acciones militares independentistas a
fines del siglo XIX. Se preparó el grupo a las órdenes de un guerrillero republicano español,
Bayo y a él sumó el médico argentino Ernesto “Che” Guevara. A fines de 1956 82 hombres
partieron a Cuba, clandestinamente en un barquito llamado “Granma”.
El plan era arribar a la costa oriental de Cuba en medio de una insurrección popular urbana
que facilitase – al estar las fuerzas represivas concentradas en la ciudad el desembarco. Para
eso en Santiago de Cuba Frank País, dirigente del Movimiento 26 de Julio en esa ciudad, la
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Entendemos por aglutinante una idea secundaria que permite visualizar el objetivo central.
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convocó para el 30 de noviembre de 1956 pero fracasó. Pero los combatientes arribaron
recién el 2 de diciembre porque la inexperiencia los hizo recalar dos días mas tarde de lo
previsto y en un lugar distinto al deseado. Fueron descubiertos y masacrados: solo 12 de ellos
lograron subir a la montaña, la Sierra Maestra. La dictadura luego de la insurrección lanzó una
ofensiva represiva en Santiago, y el día 4, mujeres de luto protestaban en la plaza contra la
represión que abatió a la ciudad. En ese clima de lucha espontánea y represión fue que la
guerrilla se internó en la Sierra Maestra.
La Sierra Maestra estaba habitada por pequeños campesinos productores de café y
aquellos proletarios, hijos de la movilidad horizontal, que iban y venían de la zafra, que
transitaban del campo a la ciudad. Entre ambos sectores se encontraba el “precario”,
asentado sobre algún pedazo de tierra para autosubsistencia, sin derecho de propiedad. El
terreno era montañoso, de difícil acceso, con comunicación a “lomo de mula”. La vida de esos
caficultores era muy dura. La producción debían transportarla hasta los secaderos o centros
de almacenamiento, que pertenecían a algún latifundista, allí debían vender su producción a
alguna compañía comercializadora de los granos, también del latifundista. Para comprar sus
productos de almacén tenía que hacerlo en la tienda de ramos generales que también era del
latifundista; asimismo cuando requería un préstamo porque se le había malogrado una cosecha
caía preso de la usura que lo dejaba endeudado de por vida con el mismo latifundista. Es
decir, que el productor directo estaba en manos del latifundista que sacaba su mayor
provecho del control de la actividad comercial y de la usura. Si algún campesino quería irse o
sublevarse contaba el latifundista para buscarlo y reprimirlo con la “guardia rural”.
Sin embargo la resistencia campesina, ya sea de campesinos pobres, obreros rurales o
precarios era una sola y en el Oriente estaba organizada y tenían una tradición de
enfrentamiento a los dueños de la tierra y a la Guardia Rural, que les sacaban sus terrenos, que
los asesinaba, que abusaban de ellos. Uno de los dirigentes de esos grupos era Don
Crescendo Perez, quien fue el contacto y garante de Fidel Castro para que la guerrilla pueda
adentrarse y sostenerse en la montaña con apoyo del campesinado.
Una vez internado en la montaña el grupo guerrillero, la Dictadura se dio una estrategia para
enfrentarlos que paso por diferentes momentos: primero, aprovechó el desembarco para
quitarle tierras a los campesinos acusados de complicidad; segundo, una vez enterados del
acuerdo de Crescendo Pérez con Fidel Castro se lanzaron a la persecución de los pobres del
campo para aislar a la guerrilla de su abastecimiento de alimentos y gente. La guerrilla frente a
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esa ofensiva, contraatacó en La Plata (17.1.57) y El Uvero (28.5.57). O la guerrilla
demostraba que podía enfrentarse al ejército o perdería el apoyo del campesino que quedaba
desprotegido. Las acciones fueron exitosas, sangrientas y llevaron a una conclusión a la
Dictadura: la guerrilla estaba en pie de guerra y debían aislarla inmediatamente de los
campesinos para lo que lanzó una nueva ofensiva represiva. Sin embargo, el triunfo de ”El
Uvero” le posibilitó a la guerrilla estructurar fortificaciones que fue extendiendo y le permitió
pasar a controlar la zona. Ese territorio por un lado, quedó liberada de las fuerzas represivas y
por el otro la población rural allí se sentía protegida por la guerrilla. En ese espacio comenzó a
“anunciar el nuevo estado”: alfabetizó, creó salitas sanitarias, ajustició a mayorales
(capataces). La Dictadura ingresó en un tercer momento represivo con bombardeo aéreo a las
poblaciones obligándolas a huir hacia Santiago. Pero allí en lugar de quedar despojadas de
todo recibieron la solidaridad urbana. En lugar de dispersar se reagrupaban. Por qué? El 30
de Julio fue detectado y asesinado Frank País y la población respondió con manifestaciones
de repudio a la represión: el féretro de Frank País fue acompañado por 14 cuadras de
manifestantes, paralelamente se produce una Huelga General espontánea que se extendió a las
ciudades de Camaguey y Las Villas. Esas acciones colectivas espontáneas contra la represión
mostraban una solidez política que efectivamente iba arrinconando a la Dictadura.
En ese contexto, se ingresa en el cuarto momento del enfrentamiento: la fase propiamente
militar: La guerrilla que en ese momento ya era el Ejército Rebelde frente al otro ejército
regular del Estado. Esta última fase se despliega de mayo a agosto de 1958, proceso en el que
la dictadura va siendo derrotada. Pero no solo en el terreno militar sino también por las
acciones en las ciudades que extienden la derrota de la dictadura al campo político, dejándola
huérfana de cualquier legitimidad y capacidad de respuesta.
Hubo acciones militares urbanas como por ejemplo la protagonizada en el año 1957 por el
Directorio Revolucionario, quienes ingresaron al Palacio presidencial para ajusticiar a Batista y
fracasaron. O acciones colectivas masivas como la Gran Huelga General de agosto de 1957.
En la misma no participaron solamente los trabajadores de los ingenios como en 1955, sino
que se sumaron los otros sectores obreros (industriales y de servicios). Luego se plegaron
pequeños comerciantes que cerraron filas contra la dictadura, e incluso algunos miembros de
la burguesía antidictatorial. En ese momento los contactos de la guerrilla rural con el Directorio
Revolucionario (DR) y, sobre todo con el PSP (PC) ya eran asiduos. En ese año 1957 el PSP
(PC) decidió participar del proceso revolucionario iniciado en la Sierra Maestra y aportaron
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importantes cantidad y calidad de cuadros obreros, campesinos y estudiantiles. A su vez el
DR tenía un peso significativo en el estudiantado, dirigía la Federación de Estudiantes
Universitarios (FEU). Y fue esa unidad de acción de los diferentes partidos políticos, la que
posibilitó la constitución de una verdadera red urbana que garantizó primero, la Huelga
General y luego, impulsaron el boicot a las elecciones de noviembre de 1958 convocada por
Batista como intento de salvación: la abstención superó el 75%.
Sin embargo el proceso de unidad de las fuerzas revolucionarias no fue rectilíneo. El 9 de
abril de 1958 el Movimiento 26 de Julio convocó a la Huelga General pero la misma fracasó.
Por qué? Dentro de la clase obrera existían organizaciones que venían actuando en la
clandestinidad y la resistencia como los Comité Pro Defensa de las Demandas Obreras y por
la Democratización de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), con fuerte
presencia del PSP. Paralelamente el Movimiento 26 de Julio impulsó su propia tendencia entre
los trabajadores: el Frente Obrero Nacional, dentro del cuál prevalecía una tendencia sectaria,
hegemonista que quiso convocar solo a la medida de fuerza para capitalizar el prestigio que
venia acumulando las acciones de la guerrilla. Y fracasó. Sucede que la clase obrera tenía su
historia, sus referentes y organizaciones que no eran solo del Movimiento 26 de julio y las
acciones se debían acordar. Al no hacerlo de esa manera los otros sectores consideraron que
era una medida resuelta desde arriba y no desde la base y no le prestaron su apoyo. Quedó
como enseñanza el fracaso. El Che dirá que estaba claro que “la revolución no pertenecía a
tal o cual grupo, sino que debía ser obra del pueblo cubano entero”. La conclusión que saca la
dirección del Movimiento que encabeza Fidel Castro es significativa: los trabajadores no eran
el apoyo al Ejército Rebelde sino que se ubicaban en pie de igualdad con este y los diferentes
contingentes políticos del proceso revolucionario debían ser respetados y actuar
coordinadamente para ser eficaces.
La ofensiva final
A mediados de 1958, los éxitos militares y políticos del Movimiento 26 de julio fueron
sólidos. La crisis generalizada se transforma en un hecho. Las acciones de masas fueron
contundentes y mostraban la firme voluntad de enfrentar a la Dictadura. El poder de Batista
se resquebraja y no podía articular una respuesta. En ese contexto Fidel Castro impulsó y
concretó el Pacto de Caracas que se firmó el 20 de julio de 1958. Lo firmaron once partidos
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y organizaciones políticas, entre los firmantes aparecieron los nombres de connotados políticos
ligados a la burguesía cubana como el ex presidente Carlos Prío Socarras y José Miró
Carmona. Es decir lo firma el “Movimiento 26 de Julio” con diferentes fracciones de la
burguesía cubana, incluyendo a algunos grandes hacendados azucareros y políticos
conservadores y liberales. Es un frente que incluye a todos los sectores antibatistanos. En ese
Pacto se acordó la insurrección armada para derrocar a la Dictadura, conformando frentes de
combates en todos los lugares y movilizar a toda la población en pos de ese objetivo. Con el
mismo y desde una posición claramente hegemónica Castro pretendió con ese acuerdo
neutralizar a los sectores más reaccionarios, e impedir – como táctica distractiva la
intervención norteamericana. Cosa que logró.
A fines de 1958 la zafra estaba en peligro: era claro que si seguía Batista no habría zafra.
Eso lo era tanto para el pueblo cubano como para los hacendados. A mediados de ese año
dos columnas, una dirigida por Camilo Cienfuegos, la otra por el Che Guevara, avanzaron
hacia el centro, prácticamente sin tener obstáculos. En Santa Clara, dirigida por el Ché, fue la
batalla decisiva: era una ciudad cercana a la carretera que comunicaba occidente con oriente y
por donde pasaba el tren blindado, es decir los dos abastos del ejército. El asedio inicial a
fines de diciembre ya abrió el camino a La Habana y al triunfo definitivo el 1° de enero, en que
toman el poder.
Ese mismo 1° de enero Fidel Castro lanzó desde la Sierra Maestra el llamamiento a la
Huelga General. Y los trabajadores acudieron, organizados por las instancias que habían
creado clandestinamente para luchar contra la burocracia mujalista: los Comité pro defensa de
las demandas obreras y por la democratización de la CNT, el Frente Obrero Nacional que se
unifican en el FONU (Frente Obrero Nacional Unido).
En la madrugada de 1º de enero de 1959 Batista huyó a Santo Domingo y los “barbudos”
ingresaron a la Habana. Camilo Cienfuegos y el Che rápidamente tomaron sin resistencia el
Cuartel General “Columbia”, en tanto Fidel Castro bajó a la capital de Santiago de Cuba y
proclamó presidente en la transición a Manuel Urrutia, un dirigente conservador. El gobierno
de EEUU reconoció al gobierno, ya que prácticamente todo el gabinete era conservador. Sin
embargo, lo que se estructura es un “doble poder” al interior del estado: por un lado lo
administran dirigentes conservadores y liberales pero que intentan administrar un estado
burgués en crisis y sin poder militar; por el otro el poder revolucionario asentado en el Ejército
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Rebelde y en las masas obreras, campesinas y de los sectores medios. De hecho Fidel Castro,
no ocupó inicialmente ningún cargo pero ejercía el liderazgo indiscutido del proceso político.
Sin embargo, ¿dónde está el poder del estado? El aparato burocrático militar del estado fue
destruido en el campo de batalla durante el proceso revolucionario y las armas ahora,
desarmado el ejército de línea, las posee el ejército rebelde, el ejército revolucionario, el
pueblo armado. Y las masas organizadas irán estructurando otro estado, el nuevo estado
revolucionario, bajo una democracia obrera de nuevo tipo.
La revolución en marcha.
El proceso de construcción política del nuevo estado fue complejo. A medida que
comenzaron a diseñarse las primeras leyes revolucionarias, comenzaron las defecciones. El 9
de enero mismo Fidel desde la televisión atacó al latifundio y señaló los pasos a dar para una
reforma agraria. El 13 de febrero Jose Miró Cardona, político conservador firmante del Pacto
de Caracas renunció y Fidel Castro asumió como Primer Ministro. Ya el 3 de marzo
comenzaron las nacionalizaciones de la compañía de teléfono y de transportes. Se impuso la
rebaja automática de los alquileres y teléfonos y se abrieron las playas cubanas a todos los
ciudadanos causando esas medidas gran apoyo popular y resquemor en los sectores de la
burguesía. Ya, el 17 de mayo se firmó la primera ley de reforma agraria, destruyendo el
régimen de propiedad latifundista. El proceso adquirió un carácter antiimperialista y
antioligárquico mas claro. Otro de los puntos comprometidos en el programa era el castigo
ejemplar a quienes hubiesen cometido los principales crímenes de la dictadura. Se instituyeron
Tribunales Populares y se crearon los CDR (Comités de Defensa de la Revolución) como
base real del poder. Finalmente fue designado como nuevo Presidente Osvaldo Dorticós.
El mismo proceso generó escisiones producto del carácter policlasista del Movimiento 26
de Julio, con una ala derecha (moderadas) y otra izquierda (radicalizadas). La decisión de
avanzar cumpliendo los compromisos acercó al grupo de Fidel Castro y el Che Guevara al
PSP (PC), importante estructura de cuadros y garante posible de un acuerdo con la URSS.
Las medidas del nuevo gobierno atacaba otros lastres de la dictadura: el desempleo, la
educación y la salud pública. Se constituyeron brigadas de maestro que fueron enviados a las
zonas rurales y se construyeron numerosos hospitales en lugares alejados. Es decir, se
adoptaron medidas para resolver problemas inmediatos junto a otras de carácter estratégicos.
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El 4 de abril se expropiaron los latifundios de la United Fruit Company. La protesta de
EEUU no se hizo esperar: redujo la compra de azúcar. En junio suprimió toda compra. La
respuesta fe la expropiación de todas las empresas estadounidenses y la URSS ofreció
comprar la cuota de azúcar rechazada por EEUU.
En 8 de agosto de 1960, en un solo día se nacionalizaron todas las compañías
norteamericanas en Cuba: refinerías de petróleo, centrales azucareros y compañías de
teléfonos y electricidad, y el 13 de octubre de ese mismo año también se nacionalizaron casi
todos los bancos nacionales y extranjeros (excepto los canadienses) y 382 grandes empresas
existentes en el país.
Uno de los principales problemas estructurales que tenía Cuba para poder desarrollar la
industria nacional era la dependencia de fuentes de energía (petróleo), maquinarias e insumos.
El camino para resolverlas fue por medio del acercamiento al mercado socialista.
Esa batería de medidas que afectaban a las empresas sobre todo norteamericanas indican
que el programa llevado a cabo por el nuevo gobierno era de carácter – como ellos lo
denominaban – antiimperalista. De hecho iban quebrando la espina dorsal del orden social
capitalista. Con la estatización de esas empresas, y sin necesidad de expropiar a todos los
capitalistas, el Estado cubano pasó a controlar a todos los sectores estratégicos de la
economía y así pretendió dirigir el desarrollo económico del país.
Se puede concluir afirmando que el proceso revolucionario fue desde sus inicios una
revolución socialista por su contenido económicosocial y obrera por su conducción; sin
desconocer que en sus primeros momentos las tareas económicas y sociales realizadas hayan
tenido un contenido democrático, nacional, antiimperialista, y que sus fuerzas motrices hayan
sido: el proletariado, el campesinado y la pequeña burguesía.
La contrarrevolución.
En la medida que las acciones de Gobierno del Movimiento 26 de Julio fueron mostrando la
voluntad política de llevar adelante el Programa comprometido, las clases y sectores afectados
por las decisiones comenzaron a organizar la contrarrevolución.
Las acciones del gobierno de EEUU (directas o indirectas) fueron muchas: desde el paso
de un avión de Pedro Luis Diaz Lanz que ametralló La Haban causando dos muertos, las
intervenciones contrarrevolucionarias de Huber Matos, el incendio de cañaverales en enero de
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1960 en la región de Camaguey, hasta los sabotajes directos como cuando se pusieron
explosivos en el puerto de La Habana al buque francés Le Coubre, en la que murieron casi 80
personas.
En ese contexto de agresión de norteamericana y la ratificación tanto de las
transformaciones sociales como de la colaboración con dicho proceso cubano de la URSS y
la República Popular China se produce la Primera “Declaración de La Habana, Cuba, La
Habana, Territorio Libre de América. Septiembre 2 de 1960.”7
El 3 de enero de 1961 EEUU movilizó tropas y buques hacia el Caribe, el presidente John
Fitgerald Kennedy ordenó una ofensiva que consistió en prohibir desde la venta de
medicamentos y productos alimenticio hasta la realización de acciones de sabotaje. El 15 de
abril impulsó la invasión por medio de una brigada entrenada por EEUU a Bahía de los
Cochinos que fue derrotada en Playa Girón8.
Finalmente la radicalización del proceso revolucionario, que tuvieron como nuevo
aglutinante popular las acciones promovidas por EEUU contra Cuba (entre otras la expulsión
de la OEA), se tornaron definiciones ya definitivas en la Segunda Declaración de La Habana,
en la que se proclamó explícitamente La primera República Socialista de América Latina.
Bibliografía.
● 22 años de Revolución. Cronología de la Revolución Cubana. La Habana, Editora
Política, 1983.
● Castro, Fidel e Ignacio Ramonet: Biografía a dos voces. Buenos Aires, Debates,
2007.
● De Santis, Daniel: Por qué el Che fue a Bolivia?. Buenos Aires, Ed. Temperley,
Estación Finlandia, 2014.
● Guevara, Ernesto: Obras escogidas 1957 – 1967. La Habana, Cuba, 1991.
● Halperin Donghi, Tulio: Historia Contemporánea de América Latina. Buenos Aires,
Alianza, 1986.
● Huberman Sweezy: Anatomía de una revolución. Buenos Aires, Palestra, 1965
7 http://www.pcc.cu/pdf/documentos/otros_doc/primera_declaracion_habana.pdf
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Silvio Rodriguez dedica una canción a esa acción. Playa Girón.
https://www.google.com.ar/?gws_rd=ssl#q=silvio+rodriguez+playa+giron
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● Le Riverend, Julio: Del semicolonialismo al socialismo, en Gonzalez Casanova, Pablo:
América Latina, historia de medio siglo. México, Siglo XXI, 1993.
● Mires, Fernando: Cuba, entre Martí y las montañas, en Las revoluciones sociales en
América Latina. México, Siglo XXI, 1988.
● Taibo, Paco Ignacio: El Che. Buenos Aires, Planeta, 1996.
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