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Biblia
“Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a
todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Porque
testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su
Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis
oraciones, rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de
Dios, un próspero viaje para ir a vosotros.” Romanos 1:8-10
“Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del
Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios, para que sea librado de
los rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi servicio a los
santos en Jerusalén sea acepta; para que con gozo llegue a vosotros por
la voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con vosotros. Y el
Dios de paz sea con todos vosotros. Amén.” Romanos 15:30-33
“Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que
os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis
enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el
testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal
manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de
nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para
que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es
Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo
nuestro Señor.” 1 Corintios 1:4-9
“La gracia del Señor Jesucristo esté con vosotros.” 1 Corintios 16:23
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús,
y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su
conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se
salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para
muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién
es suficiente?” 2 Corintios 2:14-16
“Y oramos a Dios que ninguna cosa mala hagáis; no para que nosotros
aparezcamos aprobados, sino para que vosotros hagáis lo bueno,
aunque nosotros seamos como reprobados. Porque nada podemos
contra la verdad, sino por la verdad. Por lo cual nos gozamos de que
seamos nosotros débiles, y que vosotros estéis fuertes; y aun oramos por
vuestra perfección.” 2 Corintios 13:7-9
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor
Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos
con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo
por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en
amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos
cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el
amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos
de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas
las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o
entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la
iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos.
Amén.” Efesios 3:14-21
“Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en
ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que
seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de
justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.”
Filipenses 1:9-11
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7Y la paz
de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7
“La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén. ”
Filipenses 4:23
“Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que
cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la
recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la
palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes. Porque
vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en
Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de
vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los
judíos, los cuales mataron al Señor Jesús y a sus propios profetas, y a
nosotros nos expulsaron; y no agradan a Dios, y se oponen a todos los
hombres, impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos se salven;
así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre
ellos la ira hasta el extremo.” 1 Tesalonicenses 2:13-16
“Por lo cual, ¿qué acción de gracias podremos dar a Dios por vosotros,
por todo el gozo con que nos gozamos a causa de vosotros delante de
nuestro Dios, orando de noche y de día con gran insistencia, para que
veamos vuestro rostro, y completemos lo que falte a vuestra fe? Mas el
mismo Dios y Padre nuestro, y nuestro Señor Jesucristo, dirija nuestro
camino a vosotros. Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos
para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para
con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones,
irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de
nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.” 1 Tesalonicenses 3:9-13
“Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro
Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de
bondad y toda obra de fe con su poder, para que el nombre de nuestro
Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la
gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.” 2 Tesalonicenses 1:11-12
“El Señor Jesucristo esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros.
Amén.” 2 Timoteo 4:22
“La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.”
Filemón 25
“Yo amo al apóstol Pablo”, dijo John Piper al concluir su mensaje en la conferencia de Coalición
por el Evangelio la semana pasada. ¿La razón? Por muchas razones, pero sobre todo por lo que
nos dejó en los escritos del Nuevo Testamento. Y creo que en un sentido, esto de amar, apreciar (o
querer a Pablo) es cierto de todo creyente que ha sido bendecido por su historia y sus cartas.
De la vida de Pablo he aprendido mucho. Su enseñanza, su compromiso con el evangelio, su
devoción por Dios, su celo por la verdad, su amor por la iglesia, su disposición a sufrir sin quejarse,
su sensibilidad para tratar temas delicados, su humildad, su perseverancia, su fervor, etc. Si soy
honesto, debo reconocer que no solo he sido inspirado sino también desafiado y confrontado por
las actitudes y cualidades del apóstol.
Sin embargo, al evaluarlo, seríamos injustos si no destacamos la estima y el valor que Pablo tenía
por la oración. Para el apóstol a los gentiles, la oración jugaba un papel importante e indispensable
en su vida y ministerio. Pablo oraba y exhortaba a la iglesia a no descuidar la oración. Lo repitió en
sus cartas. En esto fue incisivo, persistente y enfático.
Ahora bien, esto no solo es evidente por su propia vida de oración y por los constantes llamados a
esta disciplina, sino también por que el apóstol pedía oración por él. Para Pablo era necesario que
otros hermanos intercedan por él.
Veamos:
Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis
orando por mí a Dios, para que sea librado de los rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de
mi servicio a los santos en Jerusalén sea acepta; (Romanos 15:30-31)
cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean
dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos. (2 Corintios
1:11)
orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada
palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en
cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar. (Efesios 6:18-20)
Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en
mi liberación, (Filipenses 1:19)
Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo
por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio
de Cristo, por el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar. (Colosenses
4:2-4)
Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada,
así como lo fue entre vosotros, y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque
no es de todos la fe. (2 Tesalonicenses 3:1-2)
No olvidemos que Pablo escribió 13 cartas: 4 dirigidas a individuos y 9 a iglesias. Si notaste en esta
lista, llama la atención que Pablo pide casi en todas las cartas dirigidas a iglesias que oren por él.
En las únicas que no lo hace son 1ra Corintios y en la carta a los Gálatas. Esto creo es fácil de
explicar: Estas dos epístolas fueron escritas para lidiar con serios problemas doctrinales y de
conducta, y al parecer, Pablo no siente que pueda confiarles, tan importante y noble
responsabilidad.
Pero aquí podemos concluir que para el apóstol es necesario recordar a las iglesias que oren por
él. Al parecer, sus oraciones no son suficientes. Pidió oración a la iglesia de Roma, a los Corintios
(en la 2da carta), a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses y a los Tesalonicenses (en ambas
cartas). Sin duda, aquí hay una profunda lección: Pablo reclutaba socios de oración.
Creo que se puede responder esto de muchas maneras, pero los mismos textos citados nos
pueden dar luz a este respecto.
1. Pablo estaba consciente de la gran tarea que tenía por delante. Quería llevar el evangelio a todo
el mundo y necesitaba que el Señor abriera puertas. Sabía que sin la ayuda de Dios no podia lograr
mucho.
2. Pablo entendía la gran oposición espiritual y los obstáculos que enfrentaba. Pablo pasó tiempo
en prisión y tenía muchos enemigos de los que necesitaba ser librado, y veía en la oración una
gran ayuda.
3. Pablo entendía su propia fragilidad y debilidad. Quería comunicar el evangelio con denuedo,
firmeza y claridad y pedía que lo ayudaran a orar por eso.
4. A todo esto creo que es legítimo añadir algo que es evidente en sus cartas: Pablo reconocía su
propia pecaminosidad. Es decir Pablo reconoce su flaqueza para permanecer fiel a Dios y a la vez
es consciente que su corazón está inclinado al mal (Leer Romanos 7:15-24). Sabe que si Dios no lo
ayuda, es muy poco lo que puede lograr como apóstol y como creyente. Pablo necesita que otros
oren por él.
Si la oración no es central en nuestras vidas, al menos ya sabemos qué cosas debemos cultivar y
pedir a Dios: Que seamos despertados a (1) una mayor consciencia de lo que es vivir para Su
gloria, (2) una mayor consciencia de la oposición espiritual y (3) una mayor consciencia del pecado
que mora en nosotros. Que el Señor nos permita estar persuadidos de cuán débiles, frágiles e
inclinados al mal estamos.
Necesitamos de la ayuda divina desesperadamente, y por eso debemos buscar a Dios en oración.
Necesitamos de la ayuda divina y que otros también oren por nosotros. El apóstol lo sabía. Por
eso, Pablo era un creyente que oraba y que pedía oración.