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Teorías subjetivas del valor (Ralph Barton Perry)

1.1 Perry y el interés como fundamento del valor

Perry es quien elabora la primera y más destacada doctrina subjetivista en el campo de la axiología
norteamericana; fue discípulo de Royce y de James en la universidad de Harvard. A los 25 años de edad
público un artículo refutando la tesis de su maestro idealista y pronto encontró en William James un sostén
intelectual y un amigo para el resto de la vida. Perry deja de lado los problemas de la gnoseología y se
interesa por cuestiones éticas y axiológicas.

En 1926 Perry publica en la editorial de la universidad de Harvard su “General Theory of Value” (Teoría
general del valor), en la que define una posición subjetivista que todavía goza de enorme prestigio en
Norteamerica.

Perry deja de lado las teorías objetivistas y busca el origen y fundamento del valor en el sujeto que valora.

Para sostener que el origen y fundamento del valor está en el sujeto que valora, Perry toma como punto de
partida el hecho de que todos los seres humanos tenemos una actitud a favor o en contra de los objetos,
afirma que un objeto adquiere valor cuando se le presta interés, para él, cualquier interés confiere valor a
cualquier objeto, lo dice abiertamente: “lo que es objeto de interés adquiere eoipso valor. Un objeto, de
cualquier clase que sea, adquiere valor cuando se le presta un interés de cualquier clase que sea”. En otras
palabras, hay cosas que deseamos y otras que rechazamos, unas nos atraen y otras nos desagradan,
buscamos unas y evitamos otras. Perry le llama el interés; Si cualquier clase de interés confiere valor a
cualquier clase de objeto, sea real o imaginario, el concepto de interés adquiere singular importancia en
axiología.

El interés según Perry tiene que ver con toda la vida afectivo-motora y no debe restringirse a su significación
común. Comprende, por lo tanto, el deseo y la aversión, la búsqueda y el rechazo, el agrado y desagrado;
por otro lado el interés no solo se refiere al estado sino también al acto, la disposición o actitud a favor o en
contra de algo. La relación del “interés” a toda la vida afectivo-motora revela las preferencias de Perry por la
psicología científica y el rechazo del dualismo cartesiano de alma y cuerpo

1.2 La relevancia de la posición subjetivista.

Lo que nos interesa destacar en esta brevísima presentación de la doctrina de Perry, es la posición
radicalmente subjetiva con respecto a la naturaleza del valor. Según este enfoque, la naturaleza del valor
sólo puede ser encontrada en el sujeto que valora. "El silencio del desierto -comenta Perry- carece de valor
hasta el momento que algún viajero errante lo desierto carece de valor hasta que un viajero errante lo
encuentra desolado y aterrador; lo mismo sucede con la catarata hasta que una sensibilidad humana la
encuentra sublime"

¿Por qué el viajero encuentra desolado y aterrador el desierto y sublime la catarata? ¿No será porque el
desierto posee cualidades distintas a la catarata y que en su presencia, nosotros no podemos dejar de
reaccionar de un modo también distinto? Desde luego el desierto no podrá ser aterrador si no hubiera
hombres capaces de aterrarse, pero de tal verdad no puede deducirse que nosotros confiramos al desierto
ese carácter al aterrarnos.

Si tomamos al pie de la letra la definición de Perry, que afirma que una cosa cualquiera tiene valor cuando es
objeto de un interés cualquiera, no podríamos tener intereses deshonestos o pecaminosos.
Perry parece dejar por completo de lado las cualidades del objeto mismo, capaces de provocar en nosotros
el interés que transforma al objeto en valioso.

La verdad es que los tenemos y que en el plano ético habrá intereses malos y buenos. En tal caso la
definición psicológica sirve muy poco pues el carácter valioso lo da el adjetivo que se le agrega. Si está
ausente el adjetivo que confiere valor al objeto, parecería que se careciera de toda forma de determinación
de lo mejor, ya que este supone lo bueno.

El siguiente paso en el planteamiento de este filósofo consiste en relacionar el interés con el valor, de lo cual
surgen tres posibilidades:

1) El objeto provoca y regula nuestro interés. Perry utiliza la imagen del imán como un objeto que
tiene el poder de atraer al hierro. El poder está en el imán y no en aquello que resulta atraído por
éste. Refiriéndolo al valor, el interés sería posterior al objeto valioso, como si existieran objetos con
un poder especial de atracción capaz de suscitar el interés. Esta posibilidad objetivista es rechazada
por el mismo Perry en el capítulo III de su obra, sosteniendo exactamente la posición contraria.

2) El interés es el que otorga valor al objeto. En esta posibilidad, cualquier objeto real o imaginario
se tornará valioso si tenemos interés en él. Es entonces el sujeto valorante quien otorga valor al
objeto.

3) El objeto valioso depende de un interés específico que reúne ciertas cualidades, es decir, que sea
un interés "correcto" o “válido”. Esta tercera posibilidad también es descartada por Perry en el
capítulo IV de su Teoría General del Valor.

Perry no comparte esta tesis e intenta determinar la escala o medida de los valores con criterios que tienen
que ver con su interpretación de los valores mismos. Perry enuncia tres criterios

1.3 El valor está determinado por el interés del sujeto que valora.

La doctrina central de Perry sostiene la tesis de que cualquier interés otorga valor a cualquier objeto. Esto
significa que un objeto, sea cual sea, adquiere valor cuando se le presta un interés, de la clase que sea.

Esta tesis conduce a Perry a centrar su atención en el análisis del interés adoptando una posición
"conductista" que le lleva a establecer tres criterios para examinar el interés: intensidad, preferencia y
amplitud.

a) La intensidad del interés puede medirse por el grado de dominio que dicho interés tiene sobre el cuerpo.
Un interés con un nivel bajo de intensidad puede fácilmente tornarse en apatía o indiferencia, mientras que
un interés muy intenso puede inhibir todos los otros posibles intereses.

Para explicitar lo anterior, podemos recurrir al fenómeno de la atención; es difícil perder la concentración en
un asunto en el que estamos "intensamente" interesados y viceversa, cuando un asunto no nos interesa a
un nivel de intensidad lo suficientemente fuerte, podemos con facilidad cambiar el foco de atención hacia
otro asunto. El valor del objeto, por tanto, será mayor en tanto el interés sea más intenso.

b) La preferencia no se puede medir con la misma escala de las intensidades.

Esto implica la comparación de distintos objetos de un mismo interés. Por ejemplo, una sed intensa, puede
ser saciada con agua, limonada o cerveza, y nuestra opción para beber cualquiera de ellas, será la
manifestación de la preferencia. Nuestra preferencia determinará, por lo tanto, la valoración asignada a
cualquiera de estas tres bebidas.

c) La amplitud se refiere al valor adicional que puede otorgarse a un objeto cuando éste sirve para satisfacer
dos o más intereses independientes. En el ejemplo anterior, el agua tendrá una valoración mayor si
consideramos que también puede interesarnos para bañarnos y no sólo para beber.

El doble interés otorga al objeto mayor valor que cualquiera de los dos intereses considera- dos por
separado. Aplicado este criterio a los grupos humanos, tendríamos que un objeto de interés común es
superior a un objeto que sólo satisface un interés individual.

Un objeto el vino, por ejemplo es mejor que otro objeto, el agua, por ejemplo si el interés en el vino es más
intenso que el interés en el agua, si el vino es preferido al agua y si el interés en el vino es más amplio que el
interés que se tenga en el agua.

Perry sostiene que estos tres criterios han sido reconocidos tanto por la filosofía como por el sentido común.
La escuela hedonista ha destacado el principio de la intensidad, el humanismo el de la preferencia y el
rigorismo moral el de la amplitud. los tres principios son independientes, en el sentido de que no pueden ser
reducidos unos a otros y a su juicio, debe ser contemplados por toda teoría que pretenda dar criterios
validos sobre el valor comparativo de los objetos.

1.4 El problema de la jerarquización de los valores.

Los criterios del interés elaborados por Perry, llevan implícita una valoración de tipo cuantitativo. Así, las
nociones de 'mejor' y 'peor', 'alto' y 'bajo', 'superior' e 'inferior', implican 'más' y 'menos'. Esto significa que
la noción de cantidad va a determinar la jerarquización de los valores, ya que tanto los valores, como los
intereses correspondientes son tratados por Perry como cantidades conmensurables, aunque esta posición
ha sido bastante discutida.

Ahora bien, los tres criterios del interés, según Perry, son independientes en el sentido de que no pueden
ser reducidos unos a otros y por tanto no pueden relacionarse entre sí. En otras palabras, la intensidad no se
da en función de la preferencia, ni la preferencia de la intensidad; y un interés más amplio puede ser más o
menos intensa que un interés menos amplio.

Por otra parte, cada uno de estos criterios se evalúa de manera diferente, por lo que una comparación entre
ellos resulta imposible cuando deseamos establecer una jerarquía y determinar la superioridad de un valor
sobre otro.

¿Qué criterio ha de pesar más, el de intensidad, el de amplitud o el de preferencia cuando nos enfrentamos
a un conflicto de intereses y por lo tanto de valores-? ¿Qué criterio nos ayudará a decidirnos por un valor
sobre otro?

La dificultad para resolver el problema radica en que no hay posibilidad de medición por falta de una unidad
común. Perry concluye que el problema de la magnitud comparativa de dos intereses en conflicto de igual
intensidad es insoluble y que es imposible juzgar que un objeto sea mejor o peor que el otro. Lo mismo
sucede si tratamos de hacer una comparación entre preferencias.

Con respecto a la amplitud, el problema parecería resolverse en términos de la cantidad de intereses que
puede satisfacer el objeto valorado; sin embargo, Frondizi cuestiona esta solución preguntándose si los
intereses que se acumulan por razones arbitrarias, 'mezquinas' o 'viles' en un objeto inservible, pueden
tornarlo más valioso que el objeto de un interés único sustentado en razones 'nobles' o ‘generosas’.
Las dificultades aumentan cuando el conflicto se produce entre dos o tres criterios. Por ejemplo, ¿puede una
gran intensidad compensar una amplitud restringida o una gran amplitud una escasa intensidad de interés?

No es de extrañarnos que la Teoría General del Valor sea un volumen tan extenso, puesto que Perry tuvo
que superar muchos obstáculos para decidirse, en última instancia, por la amplitud.

1.5 Conclusión

El argumento presentado al igual que todos los planteamientos de Perry se presenta con todo rigor lógico y
permite continuar la discusión filosófica en torno a la naturaleza de los valores, lo cual representa una
contribución importante para la Axiología del siglo XX.

Otra ventaja de la aproximación subjetivista es que resulta muy atractiva y conveniente para ayudarnos a
explicar ciertos comportamientos que nos parecen incomprensibles, como por ejemplo, el problema del
hambre en la India y el respeto a la vaca como animal sagrado.

Entender otras culturas que valoran objetos que para nosotros carece de valor, o lo tienen en términos de
otros intereses, es una alternativa que nos ofrece la posición subjetivista. Lo mismo puede aplicarse
respecto al análisis de las diversas maneras de comportarse entre los sujetos de una misma cultura.

Sin embargo, sostener esta posición supone caer en un relativismo o escepticismo radicales respecto a la
posibilidad de un mundo de valores universales que pudiesen ser compartidos por una humanidad que aún
no resuelve los problemas que la filosofía se ha planteado desde la época clásica.

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