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Revista de Psicología
Social: International
Journal of Social
Psychology
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Por qué las mujeres


se consideran más o
menos femeninas y
los hombres más o
menos masculinos.
Explicaciones sobre
su autoconcepto de
identidad de género
a
Esther López-Zafra & Mercedes López-
b
Sáez
a
Universidad de Jaén
b
Universidad Nacional de Educación a
Distancia
Published online: 23 Jan 2014.

To cite this article: Esther López-Zafra & Mercedes López-Sáez (2001) Por
qué las mujeres se consideran más o menos femeninas y los hombres más
o menos masculinos. Explicaciones sobre su autoconcepto de identidad
de género, Revista de Psicología Social: International Journal of Social
Psychology, 16:2, 193-207, DOI: 10.1174/021347401317351134

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Por qué las mujeres se consideran
más o menos femeninas y los
hombres más o menos masculinos.
Explicaciones sobre su autoconcepto
de identidad de género
ESTHER LÓPEZ-ZAFRA* Y MERCEDES LÓPEZ-SÁEZ**
*Universidad de Jaén; **Universidad Nacional de Educación a Distancia
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Resumen
El autoconcepto de feminidad en las mujeres y el de masculinidad en los hombres es considerado, por algunos
autores, como una medida de identidad de género más idónea que la basada en la autoasignación de rasgos de
personalidad expresivo-comunales e instrumental-agentes. El objetivo de este trabajo es analizar qué tipo de
explicaciones dan mujeres y hombres sobre su autoevaluación como más o menos femeninas o más o menos mascu-
linos, respectivamente. En el análisis del contenido de las respuestas abiertas de los 516 participantes se han
tenido en cuenta el sexo, la edad y la saliencia del género como variables de control.
Los resultados sugieren que existe una relación negativa entre el sentimiento de feminidad y el de masculini-
dad, tanto en hombres como en mujeres. Se comprueba que las personas altas en identidad de género utilizan
sobre todo explicaciones basadas en los estereotipos, mientras que las personas bajas en identidad de género alu-
den más a explicaciones idiosincrásicas. Los hombres utilizan más que las mujeres explicaciones basadas en lo
biológico como definitorias de la identidad de género. Se observa mayor proporción de respuestas basadas en los
estereotipos entre las personas más jóvenes. No se han encontrado diferencias en función de la saliencia.
Palabras clave: Identidad de género, feminidad, masculinidad.

Why women feel (more or less) feminine


and men (more or less) masculine.
Explanations offered for their self-concept
of gender identity
Abstract
Some authors have considered women’s feminine and men’s masculine self-concept a more suitable gender
identity measure than the one based on the self-reported expressive and instrumental personality traits. The aim
of this study is to explore how female and male participants justify their respective femininity and masculinity
self-evaluations. In addition to sex, in the content analysis of the open answers of the participants (N = 516),
age and gender saliency were taken into account
Results suggest a negative relationship between feminine and masculine feelings, both for women and men.
High gender identity subjects tend to use stereotype explanations, while low gender identity subjects prefer
idiosyncratic ones. Men resort to biological explanations of gender identity more often than women. Also, younger
people give proportionally more stereotype-basedanswers. Finally, no differences on gender salience are found.
Keywords: Gender identity, femininity, masculinity.

Agradecimientos: Este trabajo es parte de un proyecto de investigación financiado por el Instituto de


la Mujer, dentro del plan I+D 1996-99.
Correspondencia con las autoras: Esther López-Zafra. Depto. de Psicología. Área Psicología Social.
Facultad de Humanidades. Universidad de Jaén. Paraje las Lagunillas s/n. 23071 Jaén.
elopez@ujaen.es y Mercedes López-Sáez. Dep. Psicología Social. Facultad de Psicología. Ciudad
Universitaria s/n. UNED, 28040 Madrid. mlopez@psi.uned.es
© 2001 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0213-4748 Revista de Psicología Social, 2001, 16 (2), 193-207
194
INTRODUCCIÓN

El modelo multifactorial de identidad de género que propone Spence, surge


como una crítica a la investigación tradicional en este campo (Spence, 1984,
1985; Spence y Sawin, 1985; Ashmore, 1990). El concepto de identidad de
género que defiende esta autora es fundamental en el desarrollo de su modelo.
Define la identidad de género como un sentimiento psicológico, básico y global,
de feminidad o de masculinidad asociado al sexo biológico, que las niñas y los
niños desarrollan desde muy corta edad, y que constituye uno de los primeros,
más centrales y permanentes aspectos del autoconcepto (Spence, 1993, 1999;
Spence y Buckner, 1995).
El sexo biológico determina una categorización que también es social y la per-
tenencia a una de estas categorías sociales lleva aparejada sentimientos de valora-
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ción social positiva o negativa y de comparación social, en la línea de los postula-


dos por la teoría de la identidad social (Tajfel y Turner, 1979, 1986). La categori-
zación sexual, igual que sucede con la raza, está siempre visible, sin que sea
posible abandonar el grupo de pertenencia, en el caso de que no se adquiera una
identidad social positiva (con excepción de los transexuales). El desarrollo precoz
del sentimiento de masculinidad en los hombres y el de feminidad en las muje-
res se puede explicar debido a que es esencial para mantener la autoestima, por
las implicaciones de sentimientos de valoración o de rechazo social que llevan
aparejados. Cuando la feminidad se asocia a la mujer es valorada, pero se rechaza
si se asocia al hombre. Lo contrario sucede con la masculinidad. Por esa razón,
desde pequeños los niños y las niñas adoptan características que les permita ser
identificados como masculinos y como femeninas respectivamente.
Spence propone un modelo multifactorial de identidad de género en el que el
sentimiento de «masculinidad» o de «feminidad» se considera un nivel jerárqui-
co superior que englobaría diferentes facetas relacionadas con el género. Para
medir la identidad de género, bastaría preguntar a las personas hasta qué punto
se consideran femeninas/os o masculinos/as, sin que sea necesario el utilizar
medidas indirectas como el BEM o el PAQ (Spence, 1993; Spence y Buckner,
1995). En la respuesta, cada persona tendrá en cuenta si se parece o no a las per-
sonas de su mismo sexo y, también, el parecido con las personas del otro sexo,
pero no sólo en rasgos de personalidad. También valorará otras facetas como, por
ejemplo, el físico, el rol profesional, o sus intereses.
La respuesta a estos dos rasgos, femenina/o y masculino/a, hay que entenderla
como una construcción idiosincrásica, pero relacionada con las dos categorías de
género, ya que lo femenino suscita una categorización social de género que se
opone a lo masculino y viceversa. Aunque no sea explícito, se produce un proceso
de comparación entre las dos categorías sociales.
Masculinidad y feminidad son términos frecuentes en el lenguaje cotidiano y
se utilizan para calificar múltiples aspectos. Por ejemplo, se puede utilizar el
adjetivo femenino para referirse a los ademanes de una persona o a un estilo de
arte o de decoración. No es necesario hacer explícito cómo son los ademanes
femeninos para que la gente entienda su significado, porque existe un consenso
cultural en torno a ese concepto. En el uso que se hace en el lenguaje, estos dos
términos no son independientes, sino antagónicos. Lo que es femenino no es
masculino y viceversa.
Las medidas de identidad de género derivadas de auto evaluación en rasgos de
personalidad han considerado la feminidad y la masculinidad como escalas inde-
pendientes. Los dos instrumentos de medida más comunes, el BSRI (Bem,
1974) y el PAQ (Spence, Helmreich y Stapp, 1974) reflejan la inquietud entre
195
los estudiosos de la problemática del género de promover una sociedad igualita-
ria en la que las diferencias hombre-mujer se redujeran a mínimos. El ideal de
persona es el que corresponde al modelo de androginia, es decir, aquella persona
capaz de combinar los rasgos típicos de lo femenino y los rasgos típicos de lo
masculino en función de qué es más adaptativo en cada situación. Consecuente-
mente, se buscan medidas independientes de lo femenino y de lo masculino, ya
que se pueden ser ambas cosas simultáneamente, en contra de lo que piensa la
gente de la calle y, también, de lo que hasta ese momento había sido el enfoque
dominante en psicología, que entendía que la masculinidad y la feminidad cons-
tituyen un continuo bipolar (Constantinople, 1973). Ciertamente, los hombres
y las mujeres pueden poseer algunos rasgos expresivo-comunales y otros instru-
mental-agentes incluso en una misma situación. Otra cosa es que, en una situa-
ción concreta, se consideren a sí mismos y sean considerados por los demás como
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femeninos y masculinos simultáneamente.


La argumentación de Deaux (1996), al tratar el tema de la identidad social,
nos parece especialmente interesante para aplicarla al modelo de identidad basa-
do en la auto evaluación en feminidad y masculinidad. Al referirse esta autora a
la relación entre los procesos culturales e individuales de la categorización, resal-
ta que, además de la influencia de los estereotipos y de las representaciones socia-
les, existe una construcción individual y variada del significado de la identidad
social, más probable cuanto más general sea la categoría sobre la que se establece
dicha identidad.
En líneas generales, este planteamiento coincide con el de Ashmore (1990)
cuando aborda la construcción de la identidad de género. De acuerdo con este
autor, que también defiende la perspectiva multidimensional de la identidad de
género, la identidad de género es un proceso dinámico, por el que el individuo
toma la construcción social del género y los factores biológicos del sexo y los
incorpora a una estructura multifactorial de la identidad personal. El proceso de
formación de la identidad de género es activo y creativo. Los modelos sobre las
conductas de género, incluso dentro de una misma cultura, son muy variadas.
Cambian en función de distintas variables como, por ejemplo, la edad, el nivel
cultural, o peculiaridades del entorno como podría ser, por ejemplo, el que haya
mucha emigración masculina y la mujer tenga que hacerse cargo de los roles tra-
dicionalmente masculinos y femeninos.
La evidencia empírica ha puesto de manifiesto que ese sentimiento global de
“feminidad” o de “masculinidad” es mejor predictor de los fenómenos relaciona-
dos con el género que las escalas tradicionales de instrumentalidad y expresivi-
dad (Spence, 1993; Koestner y Aube, 1995; Spence y Buckner, 1995; Rojahn,
1999). Sin embargo, no se ha analizado qué entiende la gente por estos concep-
tos, ni qué papel juegan en esa auto calificació n procesos psicosociales como la
comparación social o la diferenciación, a los que aluden los enfoques teóricos de
Spence o Ashmore.
Este trabajo es parte de una investigación más amplia cuyo fin es elaborar una
medida multifactorial de identidad de género. Este artículo se centra en el análi-
sis del contenido de las dimensiones psicológicas de feminidad en las mujeres y
de masculinidad en los hombres, entendiendo estas dimensiones como medidas
de identidad de género, según la argumentación de Spence que ya hemos
expuesto.
Nuestro objetivo lo podríamos resumir en encontrar la respuesta a las
siguientes preguntas: ¿qué tipo de explicaciones dan las personas sobre su con-
cepto de identidad femenina o masculina?; ¿estas explicaciones se basan en
características idiosincrásicas o hay una referencia a las prescripciones de género?;
196
¿influye en ese sentimiento de identidad global el hacer saliente en ese contexto
el género?. Para ello, pedimos a los sujetos que se auto califiquen en masculini-
dad o feminidad y seguidamente, se les pide que expliquen las razones por las
que se han calificado de ese modo. En el análisis de estas explicaciones hemos
tenido en cuenta el sexo, el grupo de edad y la saliencia de género.
A pesar del carácter exploratorio de este trabajo, ya que no existen estudios
previos, al considerar la influencia de las variables independientes sobre el tipo
de explicaciones nos planteábamos las siguientes hipótesis:
1. El autoconcepto de masculinidad y el de feminidad correlacionan negativa-
mente.
2. Se producirán diferencias en las afirmaciones que los individuos hacen
según respondan con alta o baja puntuación en identidad de género. Más concre-
tamente: las personas que se auto evalúen alto en identidad de género aludirán a
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aspectos de identidad que son compartidos socialmente, es decir, estándar; al


contrario, los sujetos que puntúen bajo en identidad de género tenderán a esgri-
mir aspectos más personales (auto-referenciales).
3. El tipo de explicaciones variará en función de la edad. Al formular esta hipó-
tesis nos basamos en que el autoconcepto cambia a lo largo de la vida y en los
cambios culturales respecto a las prescripciones de género a lo largo del tiempo.
4. Hombres y mujeres diferirán en el tipo de explicaciones que ofrecen de su
identidad de género
5. La saliencia del género influirá sobre el tipo de respuesta: auto-referencial o
estándar.

MÉTODO

Participantes

La muestra está compuesta por 516 personas procedentes de las siguientes


comunidades autónomas: Andalucía, Asturias, Castilla la Mancha, Cataluña,
Comunidad Valenciana, Galicia, Extremadura, Madrid y Navarra. La edad es un
condicionante contextual ya que la identidad de género no es un factor total-
mente estable, esto es, las personas pueden modificar su identidad de género en
función de sus experiencias. Además, es en la adolescencia cuando masculinidad
y feminidad se constituyen en factores muy importantes de la identidad (Cole-
man, 1987, p. 68). Por ello, se formaron dos grupos de edad: un grupo compues-
to por las personas con edades comprendidas entre 15 y 20 años (186 mujeres y
104 hombres; media de edad = 17,89), y otro grupo con las personas entre 21 y
30 años (134 mujeres y 92 hombres; media de edad = 24,3).

Instrumento

Se aplicó un cuestionario con dos versiones, uno para mujeres y otro para
hombres, con el fin de que fueran coherentes respecto al género. La identidad
global de género se medía mediante dos ítems, en los que se pregunta a los suje-
tos hasta qué punto se consideran femeninos/as y masculinos/as, en una escala
tipo Likert de 1 a 7. A continuación, se incluyeron preguntas abiertas en las que
los participantes explicaban las razones de su auto evaluación en estos dos ítems.
En cada cuestionario se recogían variables relativas a las siguientes facetas de
género: identidad de género, características de personalidad, características de
197
apariencia física, valores, intereses y rol profesional. En este estudio sólo nos
basamos en identidad de género. Además, existían dos tipos de cuestionarios. El
tipo A incluía la medida de identidad de género en la primera página antes de
contestar sobre ninguna otra faceta de género y en el tipo B se incluía al final del
cuestionario. La saliencia de género, por tanto, sería mayor en el tipo B dado que
la persona ha estado reflexionando sobre ello.

Procedimiento

Los participantes respondieron al cuestionario normalmente en grupos,


habiendo sido citados para participar en una investigación llevada a cabo por
el Departamento de Psicología Social y de las Organizaciones de la UNED. En
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la muestra de adultos, alguno de los grupos se contactaron en empresas, res-


pondiendo los encuestados en privado, entregando posteriormente el cuestio-
nario en un buzón de la empresa a la que pertenecían, para garantizar el anoni-
mato. Al finalizar la aplicación, se explicaba a los participantes que la investi-
gación la financiaba el Instituto de la Mujer, así como, en líneas generales, su
finalidad.

Operacionalización de las variables

1. Identidad global de género. Medida con dos items de una escala de 1 a 7, en


los que se preguntaba a los sujetos hasta qué punto se consideran femeninos/as y
masculinos/as. Se obtenían dos tipos de medida: identidad global de género
según el sexo biológico (identidad femenina mujeres y masculina hombres), e
identidad global de género opuesta al sexo biológico (identidad masculina muje-
res y femenina hombres)
2. Altos o bajos en identidad global de género. Esta variable se ha operacionalizado
en función de la mediana de la identidad global de género según el sexo. Coinci-
diendo con los supuestos del modelo multifactorial de identidad de género,
todos los encuestados puntuaron alto en la medida global de identidad de género
(considerarse femeninas las mujeres y masculinos los hombres). Se tomó el punto
6 de la escala como mediana. Altos en identidad de género son aquellos que pun-
túan 6 o 7. Bajos los que puntúan por debajo de 6.
3. Saliencia de la identidad de género. La manipulación experimental de esta
variable consistió en colocar los dos ítems de identidad global al principio del
cuestionario (cuestionario tipo A) o al final (cuestionario tipo B). Esta manipula-
ción nos permitía comprobar si el hacer saliente determinadas dimensiones del
género que afectaban a la persona, por la lectura del cuestionario, influía en la
auto evaluación en identidad de género.
4. Categorización de las preguntas abiertas. Para analizar este tipo de respuestas se
empleó el análisis de contenido. Para desarrollar el análisis y establecer las cate-
gorías dos jueces siguieron el procedimiento de «montones», es decir, una tarea
consistente en asignar etiquetas a conjuntos de afirmaciones de las respuestas
dadas por los componentes de todas las unidades de análisis. Con este procedi-
miento, cada categoría ha de esperar para su definición al final de la operación
(véase Clemente y Santalla, 1991). Recibe también la denominación de «esque-
ma categorial inferido» o posibilidad de la emergencia de categorías a través del
texto (véase Insch y cols., 1997). Nuestra idea era tratar de comprobar si existe
relación entre lo que cabría denominar como «relato argumentado» de cada per-
198
sona acerca de su puntuación con el grado de identificación con su propio género
y el género contrario. Las categorías extraídas finalmente quedaron como se
expone a continuación. Indicamos en cursiva un ejemplo de explicaciones dadas
por una mujer y por un hombre para cada categoría.
Categoría 1 (auto-referencial) CONTRAPOSICIÓN YO REAL-YO
SOCIAL: aceptan su condición de género afirmando estar orgullosos de ello,
pero rechazan el estereotipo que la sociedad les otorga. Es algo reivindicativo.
Ejemplos de esta categoría son afirmaciones del tipo: (mujer) “Soy mujer y estoy muy con-
tenta de serlo y creo que mis características son más o menos típicas para una mujer de los
tiempos en que estamos, intentando que nos consideren igual a hombres y mujeres”. “Yo no
creo que porque una mujer quiera ser fontanera sea más o menos masculina o femenina sino
que es lo que quiere y puede ser tan mujer como una modelo de alta costura”; (hombre) “Yo
me siento hombre aunque no me gusta que por eso piensen que tengo que ser macho y te criti-
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quen”. “La sociedad te impone una forma de comportarte si quieres que te vean como hom-
bre”.
Categoría 2 (estándar) CONTRAPOSICIÓN HOMBRE-MUJER: se clasifi-
can como femenina/masculino como consecuencia de la negación de la asunción
de características del otro género. Por ejemplo: (mujer) “Me he clasificado como feme-
nina porque me siento como tal, soy una mujer y muy pocas veces he actuado o me he sentido
masculina tanto física como psicológicamente”; (hombre) “Porque las actividades que llevo
a cabo no son de mujer como es el fútbol y todas mis aficiones son masculinas y no femeni-
nas”.
Categoría 3 (estándar) ACEPTACIÓN DEL ESTEREOTIPO Y ROL
SOCIAL: asumen las características propias de su género. Se aluden a caracterís-
ticas estereotípicas. Ejemplos de esta categoría: (mujer) “Porque me gusta el rol femeni-
no me siento bien conmigo misma, mis funciones o tareas a llevar a cabo en mi género.
Además, me agrada ser sensual, arreglarme, coquetear, ser un sexo débil a proteger, que
me mimen, ser presumida, etc...”; (hombre) “Me considero muy masculino porque coincido
con el arquetipo de hombre, soy protector y duro aunque no en el sentido de macho duro,
pero soy fuerte”.
Categoría 4 (auto-referencial) IDENTIDAD MIXTA: asumen características
estereotípicas de ambos géneros. Consideran que comparten características mas-
culinas (según los estereotipos tradicionales) y también femeninas (acordes con
los estereotipos). Un ejemplo de mujer que es categorizada aquí lo tenemos en la siguiente
afirmación: “En feminidad he considerado características más físicas que emocionales, como
por ejemplo, presumida, coqueta... no por ello dejo de ser sensible aunque si ¡poco cariñosa!.
Y también me siento algo de masculinidad, he considerado más caracterísiticas emocionales
que físicas, como el riesgo la independencia...”. Un ejemplo de hombre en esta categoría es:
“Porque aunque yo soy un hombre hecho y derecho y con pelo en el pecho también tengo algu-
nas cosas que normalmente se consideran de mujer: me gustan los peluches, andar de «coci-
nicas», etc.”.
Categoría 5 (auto-referencial) IDENTIDAD BIOLÓGICA: Destacan sus
atributos masculinos/femeninos o la atracción que siente hacia los miembros del
otro sexo. Ejemplos de esta categoría: (mujer) “Estoy muy contenta de ser mujer. Física-
mente, me considero femenina y gusto a los hombres”; (hombre) “Mi instinto me dice que soy
muy masculino porque cuando veo una mujer me siento muy atraido, o sea comprendo que
soy la parte contraria. Porque desde el punto de vista «natural» los seres vivos y en este caso
los humanos nos dividimos en macho y hembra y no existe ni debe existir ningún otro género
intermedio”.
Categoría 6 (estándar) IGUALDAD ENTRE SEXOS: afirman que las carac-
terísticas no son patrimonio de un género, sino que dependen de la educación.
En sus respuestas resaltan que las características de las personas no son propias
199
de uno u otro sexo, sino que dependen de otros factores como, por ejemplo, la
educación. Ejemplos: (mujer) “No lo se, porque depende de como se use el término, pienso
que además de las razones biológicas, que separan ambos sexos, no tiene porqué existir
ninguna distinción. Todo lo demás es producto del aprendizaje de roles y estereotipos” ;
(hombre) “El hombre y la mujer tienen que identificarse como tales pero no tiene que enca-
sillar en hacer o desempeñar una determinada tarea o función porque pueden hacerlo por
igual”.
Categoría 7 INCLASIFICABLE: se remite a otras respuestas o no se define.
Ejemplos de esta categoría son: “es como soy” “porque me siento así”, “no sabría decirlo con
certeza”.
Categoría 8 (auto-referencial) SITUACIONAL. argumenta que se comporta
de modo distinto según la situación por lo que puede asumir características del
otro sexo. Normalmente, suele relacionarse con la situación de trabajo y familiar.
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Ejemplos: (mujer) “Creo que en determinadas circunstancias cada persona tiene que ser una
parte masculina, pero yo particularmente pienso que soy femenina, pero se que cuando tenga
que sacar mi pequeña parte masculina como en el trabajo”; (hombre) “Depende del momen-
to y la situación en la que me encuentre me considero masculino o femenino”.
De los 516 sujetos, 463 responden a esta pregunta (89,7%). Entre parénte-
sis hemos situado una segunda categorización que nos servirá para un análisis
posterior: auto-referencial indica que las razones se hacen sobre la base de
aspectos personales o, por el contrario, las razones siguen un criterio social
estándar.

RESULTADOS

Relación entre el autoconcepto de feminidad y el de masculinidad

El sentimiento subjetivo de feminidad se opone al de masculinidad, tanto en


las mujeres (r = -.48, p < .01) como en los hombres (r = -.41, p <.01). Este
patrón de respuestas lo encontramos en todas las muestras analizadas: menores
de 21 años (r = -.49 mujeres y r = -.49 hombres) y entre 21 y 30 años (r = -.48
mujeres y r = -.38 hombres). Estos resultados coinciden con los hallados por
otros investigadores (Spence, 1993; Rojahn, 1999).
Las correlaciones halladas ponen de manifiesto que las dos variables que
representan de manera global la identidad de género (identidad coherente con el
sexo biológico e identidad coherente con el otro sexo) no son independientes,
sino que guardan una importante relación negativa entre sí. No obstante, la
magnitud de las correlaciones negativas no es tan elevada como para que poda-
mos afirmar que se trata de una sola dimensión bipolar.

Diferencias en identidad de género y en explicaciones en función de la


edad y del sexo

Los hombres puntúan algo más alto que las mujeres en identidad de género,
aunque esta diferencia no alcanza la significación estadística, pero se aproxima (F
= 3.209, p = .074). No se han encontrado diferencias entre los dos grupos de
edad (F = .023, p = .881), pero sí es significativa la interacción entre sexo y edad
(F = 6.57, p = .001). Como puede observarse en la tabla I, la identidad de género
de las mujeres aumenta en el grupo de más edad. En la submuestra de varones,
sin embargo, es menor en el grupo de más de 21 años.
200
TABLA I
Media en identidad de género en función de la edad y el sexo

Variable dependiente: Iden género

Sexo Edad Media Des. tip. N

Mujer menor de 21 5.53 .91 176


de 21 a 30 5.76 1.10 131
Total 5.63 1.00 307

Hombre menor de 21 5.93 1.03 106


de 21 a 30 5.68 .99 92
Total 5.82 1.02 198
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Total menor de 21 5.68 .97 282


de 21 a 30 5.73 1.06 223
Total 5.70 1.01 505

En cuanto a las diferencias en las explicaciones que dan hombres y mujeres


(Tabla II), se observa que la mayoría de las mujeres se inclinan por la aceptación
del estereotipo y rol social (categoría 3) al explicar por qué se consideran femeni-
nas, mientras que la categoría más empleada por los hombres es la 4, mixta, es
decir, asumen que tienen características estereotipadamente masculinas y feme-
ninas, aunque la proporción de mujeres que también utiliza esta categoría mixta
para definir su identidad es superior a la proporción de hombres (Chi-cuadrado
= 39.082; 7, p =.000).
Sobre las diferencias en proporciones que se recogen en la tabla II, hay que
destacar la mayor proporción en el uso de la categoría 1 por las mujeres (orgullo-
sas de ser mujeres pero rechazo del estereotipo social) y la mayor proporción de la
categoría 5 por los hombres (referirse a los aspectos biológicos como definitorios
de su masculinidad.
Al tener en cuenta el grupo de edad, se comprueba que no se producen dife-
rencias estadísticamente significativas en la proporción de sujetos que realizan
un tipo u otro de afirmaciones para justificar su puntuación en identidad de
género, excepto en la categoría 3, más utilizada por los más jóvenes (Chi-cuadra-
do = 16.39, 7, p =.037).

TABLA II
Media en identidad de género en función de la edad y el sexo

Cat. % Muj. % Hom. z p % <21 % 21-30 z p

1 8.70 1.96 -3,10 .00 5.26 7.41 -0.39 0.34


2 11.36 14.37 -1.09 .13 12.28 12.60 -0.55 0.29
3 33.30 18.90 -4.87 .00 31.50 23.81 -2.43 0.00
4 26.13 29.40 -2.19 .01 28.50 25.90 -1.48 0.06
5 4.16 15.03 -1.94 .02 8.33 7.90 -0.68 0.24
6 3.78 10.45 -1.14 .12 3.94 8.90 -1.49 0.06
7 8.33 7.80 -1.64 .04 6.57 10.05 -0.68 0.24
8 4.16 1.96 -1.85 .03 3.50 3.17 -0.52 0.29
Total 100 100 100 100
n=264 n=153 n=228 n=189
201
Diferencias en explicaciones entre altos y bajos en identidad de género

Se analizaron las explicaciones que los participantes daban en las preguntas


abiertas diferenciando entre las personas altas y bajas en identidad de género. Se
comprobó, mediante el estadístico z, si existían diferencias en la proporción de
sujetos de cada grupo que utilizaba cada una de las categorías en las que se habí-
an clasificado las respuestas.
TABLA III
Diferencias de % de respuestas que se incluyen en cada categoría entre bajos y altos en identidad de
género.
Muestra total
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Categ. Bajo Alto z Sig.

1 6.14 6.32 -0,77 .210


2 8.93 15.18 -2.58 .004
3 18.43 35.40 -4.32 .000
4 37.98 19.40 -2.02 .021
5 6.14 9.70 -1.94 .026
6 11.17 2.53 -2.41 .007
7 6.70 8.86 -1.51 .060
8 4.46 2.53 -0.52 .701
Total 100 100
n=179 n=237
Chi-cuadrado = 53.42, 7; p=.000 +.

Como se puede comprobar en la tabla III, en los que puntuaron bajo en iden-
tidad de género, el tipo de afirmaciones más frecuente ha sido aquellas en las que
los sujetos consideran que cuentan tanto con características propias de su género
como del género contrario, por tanto, su identidad es mixta. En el caso de aque-
llos que puntuaron alto en identidad de género, el tipo de afirmaciones más fre-
cuentes ha sido las que se refieren a su aceptación de las características propias de
su género (según el estereotipo social), así como su rol social. Respecto a la signi-
ficatividad de la diferencia en el tipo de afirmaciones que realizan las personas
que puntúan bajo y alto en identidad de género, son las categorías 2 (contraposi-
ción hombre-mujer), 3 (aceptación del estereotipo y rol social) y 5 (identidad
biológica) las que muestran estas diferencias, siendo siempre superior el porcen-
taje de altos en identidad que realizan estas afirmaciones.
Analizando separadamente a mujeres y a hombres, observamos ligeras dife-
rencias. En la muestra de mujeres, podemos comprobar que las que se consideran
altamente identificadas con la feminidad son las que más se incluyen en la cate-
goría de identificación con los estereotipos (categoría 3), mientras que las menos
identificadas con la feminidad afirman tener una identidad mixta (categoría 4)
compuesta por características tanto propias del género femenino como del mas-
culino (Chi-cuadrado = 31.02, 7; p = .000). En este caso, sólo es significativa la
diferencia entre la proporción de mujeres de alta y de baja identidad de género
en la categoría 3 (z = 3.62; p = .0001).
En la muestra de hombres el patrón de diferencias en el tipo de respuestas es
muy similar. Los que se identifican mucho con la masculinidad dan más afirma-
ciones basadas en los estereotipos (categoría 3) y los que se identifican menos dan
más respuestas de identidad mixta (categoría 4) es decir, poseer características
femeninas y masculinas (Chi-cuadrado (24, 14, p <0.002). Además, se observan
diferencias en las proporciones entre altos y bajos en identidad masculina en las
202
siguientes categorías de respuesta: negación de la posesión de características
femeninas (categoría 2; z = 2.75, p = 0002), mayor aceptación de su estereotipo
y rol social (categoría 3; z = 2.47, p = .0006) y afirmaciones sobre la relevancia
de su identidad o características biológicas (categoría 5; z = 1,74, p = .004). Los
hombres con identidad masculina alta son siempre los que proporcionalmente
eligen más este tipo de respuestas.
Al analizar el tipo de respuestas que más se emplean en función del grupo de
edad y de la alta o baja identidad de género encontramos un patrón de respuestas
igual que el que hemos comentado para la muestra general.
En resumen, hemos comprobado que, cuando los sujetos sienten una alta
identificación con su género, argumentan que se sienten así debido a que consi-
deran que se ajustan a lo que socialmente se etiqueta como propio de su género.
Así, por ejemplo, las mujeres dicen que les gusta realizar actividades propias de
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mujeres y asumen plenamente el rol que la sociedad les concede, autodefiniéndo-


se como sensibles, coquetas o sumisas. Los hombres utilizan más la negación de
las características femeninas y la afirmación de atributos biológicos propios de su
sexo, aunque también se diferencian en función de los roles y las características
de personalidad.
También hemos podido ver, a través del análisis, que los que arrojan una
menor puntuación en identidad de género, suelen sentir que poseen caracterís-
ticas que socialmente son consideradas propias del otro género, así como caracte-
rísticas que son propias del suyo. Debido a que estos sujetos perciben y evalúan
que existen características propias de un género y otro, es por lo que hemos eti-
quetado a la categoría 4 como identidad mixta, que no es lo mismo que igualdad
de géneros. Esto último, implicaría la creencia de que las características no son
propias de un género determinado y no es eso lo que obtenemos de las respuestas
abiertas. En general, se extrae la conclusión de que se asocian características a las
personas en función de su pertenencia a un género.
La información extraída de las respuestas abiertas de los sujetos nos permitió
comprobar que en algunos casos daban explicaciones auto-referenciales, es decir,
las personas para describir su identidad de género se fijaban en sus propias carac-
terísticas, independientemente de las que sean consideradas socialmente más
propias de un género u otro. En otros casos, se referían a características estánda-
res, es decir, a aquellas que la sociedad marca respecto a un género concreto.
Tomando como base esta categorización resumida (explicación auto-referen-
cial o estándar), comprobamos si existían diferencias estadísticamente significa-
tivas en identidad de género en función de si la afirmación que realizaba era cate-
gorizada como auto-referencial o estándar. Hemos encontrado que existen dife-
rencias estadísticamente significativas en la media global obtenida por los
sujetos que emplean categorías auto-referenciales y que dicha media es inferior a
la obtenida por los sujetos que emplean categorías que atienden al estándar
social de género. Esta diferencia se produce tanto para la muestra total como para
los dos grupos de edad (Tabla IV)
TABLA IV
Diferencia de medias en identidad global de género según indicaran razones auto-referenciales o
estándar

Auto-refer. Estándar t Sig.

Hasta 20 5.41 5.70 -2.42 .016


De 21 a 30 5.54 5.89 -2.06 .041
Total 5.50 (n=188) 5.83 (n=195) -3.16 .002
203
Posteriormente, comprobamos si el grupo bajo y alto en identidad diferían en
la proporción de personas que emplean categorías auto-referenciales o estándar,
teniendo en cuenta el sexo y la edad. Teóricamente este segundo análisis debería
converger en el mismo sentido que el anterior.
Si tenemos en cuenta los porcentajes verticales, comprobamos que los bajos
en identidad de género utilizan, sobre todo, respuestas auto-referenciales, mien-
tras que los altos en identidad aluden, en mayor proporción, a respuestas están-
dar (Tabla IV). Esta pauta de respuesta es igual en todas las submuestras.
Analizando los porcentajes horizontales, observamos que no se producen diferen-
cias en cuanto a la proporción de personas que puntúan alto y bajo en identidad de
género y la utilización de categorías auto-referenciales, pero sí cuando hablamos de
las categorías estándar. En todos los casos (tanto en la muestra global como subdivi-
dida por edad y género) son aquellos que se han auto-evaluado alto en identidad de
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género los que aluden, en mayor proporción, a aspectos socialmente compartidos o


estereotipos en torno a por qué se considera femenina o masculino (Tabla V).
TABLA V
Diferencia % de respuestas auto-referenciales o estándar entre bajos y altos en identidad de género
Muestra total
Baja I.G. Alta I.G. z Sig.
Autorefer. 58.68 41.65 -0.58 .720
Estándar 41.32 58.36 -3.91 .000
Total 100 (n=167) 100 (n=216)
Chi-cuadrado=10.912, 1; p=.001.
Muestra de mujeres
Baja I.G. Alta I.G. z Sig.
Autorefer. 55.86 39.69 -0.93 .820
Estándar 44.14 60.31 -2.58 .004
Total 100 (n=111) 100 (n=131)
Chi-cuadrado=6.299, 1; p=.012.
Muestra de hombres
Baja I.G. Alta I.G. z Sig.
Autorefer. 64.28 44.71 -0.23 .408
Estándar 37.72 55.29 -3.05 .001
Total 100 (n=56) 100 (n=85)
Chi-cuadrado=5.19, 1; p=.023.
Menores de 21 años
Baja I.G. Alta I.G. z Sig.
Autorefer. 57.57 41.28 -0.97 .830
Estándar 42.43 58.77 -2.33 .009
Total 100 (n=99) 100 (n=114)
Chi-cuadrado=5.667, 1; p=.017.
Entre 21 y 30 años
Baja I.G. Alta I.G. z Sig.
Autorefer. 60.29 42.15 -0.21 .411
Estándar 39.71 57.85 -3.23 .000
Total 100 (n=68) 100 (n=102)
Chi-cuadrado=4.268, 1; p=.039.
204
Diferencias en identidad de género en función de la saliencia del género

Se ha analizado si el hacer saliente las diferentes facetas del género afectaba a


la medida de identidad global de género. Para ello, se ha comparado esta medida
teniendo en cuenta la manipulación experimental: tomar la medida de identidad
al inicio del cuestionario o al final, es decir, antes o después de que los participan-
tes reflexionaran sobre sus características en relación con los estereotipos de
género, en todas las facetas que se medían en el instrumento utilizado.
Como puede comprobarse en la tabla VI, no hay diferencias estadísticamente
significativas en la escala de identidad global de género, en función de la saliencia,
ni en el total, ni en las dos submuestras de edad. Tampoco se han encontrado dife-
rencias significativas al analizar la influencia de la saliencia del género en la mues-
tra de mujeres (F = 2.972, p = .086) ni en la de hombres (F = 1.691, p = .195)
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TABLA VI
Diferencia de medias en identidad global de género en función de la saliencia del género

Inicio Final F Sig.

Hasta 20 5.66 5.71 .188 .665


De 21 a 30 5.70 5.75 .155 .695
Total 5.69 5.72 .067 .796

Respecto al análisis de contenido de las respuestas abiertas, el uso de categorí-


as auto referenciales o estándar no varía significativamente por colocar la medida
de identidad global de género al principio o al final del cuestionario, ya que en
ninguna de las submuestras la chi-cuadrado es significativa (Tabla VII). No obs-
tante, se observan algunas diferencias significativas en la muestra de hombres y
en la de mayor edad, al comparar cuándo se producen más respuestas auto-
referenciales o estándar.
Cuando la pregunta se sitúa al principio del cuestionario, los hombres reali-
zan más explicaciones basadas en aspecto personales y menos basadas en un crite-
rio social estándar; lo contrario sucede cuando las respuestas se daban después de
haber contestado al cuestionario de facetas de género. Las personas mayores de
20 años responden con más afirmaciones auto-referenciales después de contestar
al cuestionario.

TABLA VII
Diferencias de % de respuestas auto-referenciales o estándar en función de la saliencia del género
Muestra total
Inicio Final z Sig.
Autorefer. 48.19 50 -.14 .441
Estándar 51.81 50 -.35 .632
Total 100 (n=193) 100 (n=190)
Chi-cuadrado=.126, 1; p=.729.
Muestra de mujeres
Inicio Final z Sig.
Autorefer. 43.94 50.91 -.81 .208
Estándar 56.06 49.09 -.74 .771
Total 100 (n=132) 100 (n=110)
Chi-cuadrado=1.17, 1; p=.279.
205
TABLA VII (continuación)
Diferencias de % de respuestas auto-referenciales o estándar en función de la saliencia del género
Muestra de hombres
Inicio Final z Sig.
Autorefer. 57.37 48.75 -1.46 .071
Estándar 42.63 51.25 -2.78 .002
Total 100 (n=61) 100 (n=80)
Chi-cuadrado=1.033, 1; p=.309.
Menores de 21 años
Inicio Final z Sig.
Autorefer. 50.85 46.32 -.55 .709
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Estándar 49.15 53.68 -.33 .372


Total 100 (n=118) 100 (n=95)
Chi-cuadrado=.433, 1; p=.511.
Entre 21 y 30 años
Inicio Final z Sig.
Autorefer. 44 53.68 -2.92 .001
Estándar 56 46.32 -1.21 .112
Total 100 (n=75) 100 (n=95)
Chi-cuadrado=1.57, 1; p=.21.

DISCUSIÓN

Nuestros resultados ponen de manifiesto que se da uno de los supuestos prin-


cipales del modelo multifactorial de Spence: la relación entre identidad de géne-
ro y sexo biológico. En este estudio, todas las personas tienden a puntuar alto en
identidad de género coherente con su sexo biológico y bajo en identidad opuesta.
Es decir, la mayoría de las mujeres se consideran muy femeninas y poco masculi-
nas y, lógicamente, lo contrario sucede con los hombres. En los estudios que
medían la identidad de género basándose en la autoasignación de rasgos de per-
sonalidad expresivo-comunales e instrumental-agentes con frecuencia se han
encontrado resultados contradictorios con la idea de identidad de género, como
el que los hombres puntúen más alto en identidad femenina que en identidad
masculina.
La identificación con la feminidad se relaciona negativamente con la identifi-
cación con la masculinidad, habiéndose encontrado en este estudio resultados
muy similares a los de otros investigadores (véase Spence, 1993; Spence y Buck-
ner, 1995; Rojahn, 1999). Podemos decir que estas dos variables contribuyen a
un factor bipolar, en el que ser “masculino” implica no ser “femenino” y viceversa.
No obstante, las correlaciones encontradas no son tan elevadas (inferiores a -.60)
como para afirmar que se perciban como aspectos absolutamente contrapuestos.
La variabilidad observada entre las personas, en cuanto a la auto asignación de
estos dos constructos, es un indicador de su utilidad como medida de identidad
de género, ya que nos permite distinguir entre altos y bajos en esta medida.
Al analizar las explicaciones que las personas dan sobre por qué se auto cali-
fican como más o menos femeninas o masculinos hemos diferenciado entre las
personas que puntúan por debajo de la mediana y las que puntúan igual o más
alto que la mediana. Se ha comprobado que las personas con alta identidad glo-
bal de género argumentan que se sienten así debido a que consideran que se ajus-
206
tan a lo que socialmente se etiqueta como característico de su género. Las razones
expresadas por los que puntúan más bajo en identidad de género se refieren,
mayoritariamente, a sentimientos de poseer características que socialmente se
suelen atribuir a los miembros del otro sexo, aunque también reconocen poseer
características que sí son propias de su sexo biológico.
La relación que se establece entre alta y baja identidad y las explicaciones que
las personas dan sobre su auto evaluación se puede resumir en los siguientes
aspectos: los bajos en identidad utilizan sobre todo explicaciones auto-referencia-
les (propias o idiosincrásicas); los altos en identidad utilizan sobre todo explica-
ciones estándar, es decir, basadas en los estereotipos. La diferencia fundamental
entre estos dos grupos estriba en el menor uso de los bajos en identidad de los
patrones estándar. Estos resultados demuestran que las personas, al auto calificar-
se como “masculinos” o “femeninas”, tienen en cuenta hasta qué punto se pare-
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cen o no al resto de personas de su sexo, es decir, tienen en cuenta los patrones


culturales de género y los estereotipos (Spence, 1993). Pero, también, y de acuer-
do con el planteamiento de Ashmore (1990) y de Deaux (1996) observamos que
se da un proceso individual de construcción de la identidad de género, no coinci-
dente con los estereotipos, pero que no supone una renuncia a la identidad, y que
es el característico de los que hemos clasificados como bajos en identidad, pero
que recordamos que son personas que se sitúan sólo por debajo de 6 (5 o menos)
en una escala de 1 a 7. Como ya hemos comentado, todos los participantes tien-
den a responder alto en identidad de género.
Se observan diferencias respecto al tipo de explicaciones de su identidad de
género entre hombres y mujeres. De estas diferencias hay dos aspectos que nos
parecen más llamativos. En primer lugar, la reivindicación que las mujeres hacen
de su identidad de género pero disconforme con el estereotipo social que se les
otorga, que no aparece en los hombres. En segundo lugar, el mayor uso por parte
de los hombres de las explicaciones basadas en lo biológico como definitorias de
su identidad de género. En cuanto a las diferencias en los dos grupos de edad, no
se encuentra ninguna digna de destacar, a no ser la mayor proporción de las
explicaciones basadas en los estereotipos por parte del grupo de personas más
jóvenes.
Tampoco se han encontrado diferencias importantes debidas a la manipula-
ción experimental de la saliencia del género. Este último resultado se puede
interpretar como falta de operatividad de la manipulación o como estabilidad de
la medida. Teniendo en cuenta la longitud del cuestionario, centrado en diferen-
tes facetas relacionadas con el género sobre las que los participantes reflexiona-
ban al responder durante un tiempo superior a media hora, nuestra opinión es
que se trata de una medida estable, dentro de un mismo contexto. Lo cual no
quiere decir que no se modifique en contextos diferentes o en función de roles o
interacciones que hagan que una persona se sienta más o menos femenina o mas-
culina en esa situación concreta.
Consideramos que este trabajo es una aportación a la reflexión teórica sobre la
medida de identidad de género basada en un modelo multifactorial. Este enfo-
que cada vez va ganando más adeptos entre los investigadores de este campo, ya
que parece más coherente con la forma de medir la identidad social que las medi-
das basadas en la autoasignación de estereotipos. Nuestros resultados revelan la
conexión de esta medida con los supuestos de las teorías generales de la identidad
social. La falta de trabajos en la misma línea que permitan comparar nuestros
resultados con los obtenidos por otros investigadores no nos permite ir más allá
en nuestras conclusiones. Se precisan más investigaciones que permitan confir-
mar la utilidad de esta medida de identidad tan sencilla y tan lógica.
207
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