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Psicoterror.

Hace tres días conocí a esa rata, tenía que ir desde el barrio este hasta la
parte alta de la ciudad, porque el único supermercado con pañales ese día
era el makro aquel por la zona industrial, el día comenzó como ya han
comenzado bastantes días para mí, me monte en uno de esos buses que
parece que te pasean por toda la ciudad antes de llevarte al destino, al
subirme veo como todos los pasajeros me ven con miedo, preparándose para
una acción conocida nacionalmente como atraco, no soy un malandro pero
tengo que aceptar que tengo cara, me visto como uno y a veces por puro
arrebato actuó como uno, mi gorra para atrás, unos bermudas de color
paramilitar y un franelilla blanca porque últimamente el sol que hace molesta
aún más que mi mujer, mientras me siento al final del bus veo como algunos
pasajeros comienzan a relajarse mientras los del final, mis vecinos de asiento,
se dan a la tarea de estudiarme y dejar de hacerlo cuando los volteo a ver,
por el rabillo del ojo se les ve el miedo, aquello que nos hace humanos, lo
que nos ayuda a permanecer vivos, yo soy su miedo, yo los hago mantener
vivos cuando escupo por la ventana y volteo a verles las caras de que están
seguros que tengo algún arma para escupir plomo o peor aún una navaja con
la cual podría volverme hasta su fantasía sexual.

Se hacen eso de las 4pm mientras llego al centro comercial y me bajo de risas
viendo como todos los pasajeros se calman cuando pido la parada, antes de
arrancar el bus otra vez me le quedo mirando a un hombre que me está
viendo con indignación, le lanzo un beso y me le despido agitando mi mano
como si fuera un amigo de toda la vida, hasta le sonrió. Toma indignación.

Recibo una llamada de mi jevita, diciéndome que ahora si se acabaron los


pañales, que si no conseguía había que ponerle los de tela a Andreita y que
ella ya había lavado suficientes veces los mismos, que ahora me tocaba a mi
lavarlos, en otras palabras si no consigo pañales antes de que acabe el día
voy a tener las manos llenas de mierda y no es que los bebes tengan alguna
forma especial de cagar, en eso dejan de ser tiernos aunque se trate de mi
hija.
Entro al estacionamiento del supermercado y veo al vigilante bajando la
santa María, impidiendo que yo vea o pueda entrar en búsqueda de los
pañales, me voy acercando para preguntarle si están cerrando o que pasa a
lo que me responde con un “ Fuera de aquí mamahuevo, lacra. “ supongo
que tuve que haberlo asustado, pero no era necesario llegar a las groserías,
le pregunto que si no cerraban el supermercado a las 10, porque ahí dice que
sí, mientras señalo el cartel donde estaban los horarios.

Pues esta ya cerrado, no ves? Pira de aquí.

Otras personas se han comenzado a aglomerar en la entrada preguntándose


porque cerraron tan temprano y yo, como buen agente del caos me dispongo
a hacerle un show al cabron de seguridad, puede que por el drama no pueda
comprar pañales aquí, pero a ese gordo maracucho le voy a meter un susto
para que necesite pañales toda la vida.

Me le acercó y me volteo la gorra hacia adelante mientras me meto las


manos a los bolsillos y lo veo directamente a los ojos mientras le digo:

¿Sabes que ratica? Por eso es que vas a seguir siendo un guardia de
seguridad toda tu vida, el cliente siempre tiene la razón y este cliente te está
hablando claro, diciéndote que por eso también es que los matan.

Veo como una gota de sudor le baja por la frente y cae en el pavimento, me
voy alejando dándole la espalda y al salir del estacionamiento escupo a la
calle, me volteo y veo el tumulto de personas hablando con el guardia que
quedo en shock, pienso en que pueden llamar a la policía pero no creo que
puedan meterme preso, total es su palabra contra la mía y aunque hay
testigos yo no he cometido ningún delito.

Llego a la casa a lavarle los pañales a mi niña y a conseguir mi esposa


durmiendo, me acuesto a su lado mientras me quedo viendo el techo con
una sonrisa al final del rostro, haciendo mi plan maquiavélico en el cual
primero había pensado en pedirle prestado un revolver a un convive del
barrio, pero se que no me lo prestaran si no es para pegar un atraco o un par
de tiros a alguien, si me lo dan tengo que hacerlo, no se pide un revolver
prestado para asustar a alguien, me logro dormir al mismo tiempo que
termino el plan.

Al día siguiente falto al trabajo y llamo para decir que estoy enfermo, salgo
en un taxi que me deja afuera del supermercado, me siento en la acera
mientras adopto mi imagen de hampón, me volteo la gorra y me llevo a la
boca un paquete completo de bolibomba, para no aburrirme y hacer algo
más que quedarme ahí sentado viendo a la bola aquella, lo primero que hace
cuando se da cuenta que soy yo el que está al frente del supermercado es
fingir demencia, se hace que no me ha visto, yo le silbo para asegurarme que
me ha visto, voltea y se me queda mirando 5 segundos máximo, ya no puede
fingir nada, desde mi vigilia huelo como el sudor se le combinan con los
nervios y poco a poco siente miedo, no trata de llamar a la policía porque no
es ilegal sentarse a comer chicle toda la tarde.

Cuando ya comienza a caer la noche me voy a comer un pepito en la esquina,


salgo de mi metamorfosis por una cena, soy un ciudadano común y
corriente, de vuelta a la cuadra del supermercado veo como están cerrando
de lo más tranquilo, poco a poco se va quedando sin empleados el lugar
hasta que solo queda el vigilante y un par de cajeras, que supongo quiere
acompañar a agarrar el taxi para luego intentar meterle mano, aunque si algo
le faltan a esas cajeras es mano, desde lejos se ve que son de esas personas
con la voz chillona, voy acercándome y cruzo la acera, me volteo la gorra y
vuelvo a mi imagen para acciones de terror anterior, chillan las cajeras, chilla
el marrano, me aguanto de la risa yo.

Estoy caminando por la misma calle en la que están ellos y veo como el
vigilante se coloca de espaldas de la reja para que no le llegue por detrás,
también como las cajeras pierden la voz, los sentidos, el color, voy
acercándome cuando veo que una de las muchachas se aleja del vigilante,
entonces la otra también, cada vez estoy más cerca y tengo la mirada fija en
esta rata que me hizo lavar mierda, lo miro hasta que le enfrió el alma, hasta
que se desgasta la imagen fija del hombre, paso al frente de él y le sigo
mirando, meto una mano en la chaqueta, el cierra los ojos como esperando
la muerte, la bala, el puñal pero yo no hago nada, sigo caminando mientras
veo a mis espaldas el hombre contra las rejas con los ojos cerrados, de
pronto los abre y al sorprenderse de no haberme visto mira de lado a lado,
me ve sin duda que lo sigo viendo, casi al final de la cuadra, cuando tengo
que voltear y perder la visibilidad, alzo la mano, lo señalo y hago un tajante
movimiento en mi cuello señalándole que le voy a dar piso, que por fin va a
dejar de ser guardia, al gordo se le baja la tensión hasta los pies, desde lejos
se le ve, porque no puede ni correr, ni gritar, ni dejar de mirarme con ojos de
un borrego que ya está en el matadero.

Cruzo la calle, siento como la risa brota por burbujas desde todas partes de
mi cuerpo. Al día siguiente vuelvo al supermercado y me doy cuenta que hay
vigilante nuevo, busco pañales para la niña y al pagar me atiende una de las
cajeras de la noche anterior, le pregunto que como esta mi amigo y dice que
renuncio, le sonrió mientras pago y al salir le digo que tenga un bonito día.

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