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Berne ez ime Brihuega, Estrella de Diego Carmen Gonzalez Marin, Vicente Jarque, Laura Mercader Carles Piera, José Luis Prades, Juan Antonio Ramirez, Ri im on sae ou bye)! Duron as Estética y Fenomenologia Ricardo Sanchez Ortiz de Urbina Introduccién: cuestiones de método La incidencia inicial de la Fenomenologfa en Ja teorfa estética se inscri- be en lo que puede Ilamarse el conflicto o la lucha de los mécodos (Methodensteit) en el ikimo tercio del siglo pasado. La Introduccién a las ciencias del spiriru de Dilthey en 1883 puede considerarse como el indice de la extensién al conjunto de las «ciencias» humanas de la preocupacién por los problemas metodolégicos. La diferencia entre las pretendidas cien- cias del hombre y las consolidadas ciencias de la naturaleza, :se debia sélo a un diferente objeto. realidad fisiea front a realidad polquice, deverminacién cuantitativa frente a determinacién singular~ oa una discriminacién de mérodos?, ,podrian disfrutar las teorias sobre asuntos humanos del mismo rigor que subrayaba el éxito avasallador que acompafiaba de modo seguro el tratamiento de los asuntos naturales?, ;seria la psicologia, gozne enere lo natural y lo humano, la disciplina que diera base firme a los métodos de las iencias humanas?, ;0 bien una comprensida de naturaleza intuitiva susti- irfa en este caso las habituales explicaciones causales? El debate se exten- dig ala economia politica, a la sociologia... hasta aterrizar en cl campo gene- ralizado de las investigaciones epistemol6gicas. Esta obsesi6n por el método, esa «pestilencia metadolégica», como llegs 2 decir Max Weber, estd en los inicios de la Fenomenologia, tal como eri pocos afios pone a punto E. Husserl y desarrolla con una Aybris encarnizada, en escritos publicados entre 1891 y 1936, aio de publicacién de su Crisis de las ciencias europeas, que representan slo la parte visible del iceberg, y en indeterminables apuntes de trabgjo, obsesives y laberinticos, que contina sacando a la luz la coleccién Hisserliana (32 grandes tomos hasta la fecha). Hl conocido fema de la fenomenclogla: a las cosas rismas), no deere. de ser una trivialidad si no encubriese un complicado trabajo de conversién de la actitud «naturaly con la que nos las arreglamos en el mundo, a una acticud «teérican, es decir, filoséfica. Tal cambio de acticud implica un deno- dado esfuerzo de inauguracién Fantasma cartesiano omnipotente- que pre- u8 tende poner fin a toda metafisica especulativa y a toda teorfa que se base en la deduccién de conceptos. Fenomenologia es pues sindnimo de una cierta sintuicién», de la visién de lo que se da, de lo que aparece; no ¢s tanto una ‘vuelta a las cosas mismas cuanto al modo en el que se nos dan: «los objecos en su cémo», el modo de su revelacién. Aparecer, aparicién, apariencia, son todas ellas palabras relativas al fend- meno, donde resuena la raiz griega de la luz, pero también su ambigitedad. El fenémeno es donacién, presencia sin condiciones de lo que aparece, pero: 1) la donacién del fenémeno es, més que un regalo, una conquista que supone la neutralizacién trabajosa de la acticud natural, y ello significa un proceso complejo y diversificado que Husserl denomina reduecién; 2) la ‘yuelta a lz cocaz miamaz ez correlaco de otro retorno reflexive a los actor del sujeto, las vivencias incencionales ~en timo término operaciones que dan sentido a los objetos, de manera que éstos se revelan productos de una cons- titucién; 3) estos actos de conciencia, por muy inmanentes y reales que sean, son insencionales, volcados hacia el objeto wascendente, abriendo asi un gigantesco campo de correlaciones entre actos, intenciones, visiones, por un lado, y objetos, pretendidos 0 intuidos, por otro, en que consiste el taller interminable de la fenomenologia. ‘Ahora bien, esa presencia sin condiciones del fenémeno, que se nos apa- rece y se nos da «en persona», barriendo asi todo tipo de prejuicio por nues- tra parte, enmascara un presupuesto insospechado que pasa a ser asi cl hori- zonte limitador de la fenomenologia: ef ideal wltimo de la objetividad, porque todo se nos da en la figura de un objeto (aunque constituido). Toda la vida de la conciencia «esté volcada —resume Michel Henry'~ al objeto, lo manifiesta, lo revela. La revelacién es revelacién del objeto, el aparecer es parecer del objeto, de manera que siendo objeto lo que aparece, el modo de aparecer es el modo de aparecer propio de un objeto, en su modo de mios- arse haciéndose objeto: es la objetividad en cuanto tab, Y aqui empiezan las dificultades cuando la fenomenologia se aproxima cosa que el propio Husserlraras veces hizo al fenémeno artistico, Porque ‘ccutte que en principio Ia obra de arte no aparece como objeto, sino que “parece wn objeto, ¢s «apariencia de un objeto». O, dicho en términos feno- menol6gicos, la constitucién de una obra de arte no es de orden intencio- nal’. Cuando Husserl describe «fenomenoligicamente» una obra de arte, por ejemplo, el grabado de Durero «El caballero, la muerte y el diablo»? insiste en la modificacién de la conciencia perceptiva, por la que, en la con- templacién estética de los objetos, son éstos neutralizados y ya «no se nos * Michel Henry, Phénoménalgi marci Pai, PUF, 1990, 2 Henri Maldiney, «Vers quelle phénoménologie de Vari», ea: Lim, Llar de ere, Bdicions Comp!Aer 1993, p. 309. "E, Huss, dea. p, 111 ug

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