Professional Documents
Culture Documents
TEMA:
“CONOCIENDO NUESTRAS LEYENDAS”
“DIVULGANDO TRADICIONES”
PROFESOR:
L. E. FLOR MARIA CANDELARIA CRAVAJAL MEDINA
ALUMNA:
ABIGAIL ZARATE ORLAINETA
IRIS ALEJANDRO MARQUEZ
JOSE CARLOS VARGAS
ARMANDO DIAZ HEREDIA
IVAN ANTONIO JIMENEZ LAINES
JESUS ALFONSO PEREZ CASTRO
Págs.
LEYENDAS PREHISPANICAS
LA LEYENDA DE LOS VOLCANES……………………………………
QUETZALCOATL………………………………………………………...
LEYENDAS REGIONALES O LOCALES
LA ESQUINA DEL PERRO ………………………………………….....
LA JOVEN DE LOS PANTEONES………..……………….…………..
LEYENDAS URBANAS
LA LLORONA……………………………………………….…………….
LA MULATA DE CORDOBA.….……………………………………….
LA XTABAY.………………………………………………………………
LEYENDAS NACIONALES
LA CHINA POBLANA…………………………………………………….
EL ESCUDO…………………………………………………….............
LEYENDAS INTERNACIONALES
LAS SANDALIAS DEL GUERRERO
(Leyenda egipcia)………………………………………...………………
EL COFRE DE PANDORA
(Leyenda griega)……………….………...............................................
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
2
INTRODUCCION
Cada historia llega de muchos años atrás. Son cuentos traspasados oralmente
de padre a hijo, donde se explica el origen del mundo, junto a seres fantásticos
y legendarios.
Los autores
3
LA LEYENDA DE LOS VOLCANES
4
Ocultaban los hombres sus rostros embijados y las mujeres lloraban y corrían a
esconder a sus hijos para que no fueran testigos de aque retorno deshonroso.
Sólo una mujer no lloraba, atónita miraba con asombro al bizarro guerrero
azteca que con su talante altivo y ojo sereno quería demostrar que había
luchado y perdido en buena lid contra un abrumador número de hombres de las
razas del Sur. La mujer palideció y su rostro se tornó blanco como el lirio de los
lagos, al sentir la mirada del guerrero azteca que clavó en ella sus ojos vivaces,
oscuros. Y Xochiquétzal, que así se llamaba la mujer y que quiere decir
hermosa flor, sintió que se marchitaba de improviso, porque aquel guerrero
azteca era su amado y le había jurado amor eterno.
Se revolvió furiosa Xichoquétzal para ver con odio profundo al tlaxcalteca que
la había hecho su esposa una semana antes, jurándole y llenándola de
engaños diciéndole que el guerrero azteca, su dulce amado, había caído
muerto en la guerra contra los zapotecas. --¡Me has mentido, hombre vil y más
ponzoñoso que el mismo Tzompetlácatl, - que así se llama el escorpión-; me
has engañado para poder casarte conmigo. Pero yo no te amo porque siempre
lo he amado a él y él ha regresado y seguiré amándolo para simpre!
5
había robado a su amada haciendo uso de arteras engañifas. Y así se fueron
yendo, alejándose del valle, cruzando en la más ruda pelea entre lagunas
donde saltaban los ajolotes y las xochócatl que son las ranitas verdes de las
orillas limosas. Mucho tiempo duró aquél duelo. El tlaxcalteca defendiendo a su
mujer y a su mentira. El azteca el amor de la mujer a quien amaba y por quien
tuvo arrestros para regresar vivo al Anáhuac.
Las flores de las alturas que llamaban Tepexóchitl por crecer en las montañas y
entre los pinares, junto con el aljófar mañanero, cubrieron de blanco sudario las
6
faldas de la muerta y pusieron alba blancura de nieve hermosa en sus senos y
en sus muslos y la cubrieron toda de armiño. Desde entonces, esos dos
volcanes que hoy vigilan el hermoso valle del Anáhuac, tuvieron por nombres
Iztaccihuatl que quiere decir mujer dormida y Popocatepetl, que se traduce por
montaña que humea, ya que a veces suele escapar humo del inmenso
pebetero. En cuanto al cobarde engañador tlaxcalteca, según dice también esta
leyenda, fue a morir desorientado muy cerca de su tierra y también se hizo
montaña y se cubrió de nieve y le pusieron por nombre Poyauteclat, que quiere
decir Señor Crepuscular y posteriormente Citlaltepetl o cerro de la estrella y
que desde allá lejos vigila el sueño eterno de los dos amantes a quienes nunca
podrá ya separar. Eran los tiempos en que se adoraba al dios Coyote y al Dios
Colibrí y en el panteón azteca las montañas eran dioses y recibían tributos de
flores y de cantos, porque de sus faldas escurre el agua que vivifica y fertiliza
los campos.
Leyenda Prehispánica
7
QUETZALCOATL
8
Ahora bien, cuando las huestes hispanas llegaron a las tierras veracruzanas al
mando del capitán extremeño Hernán Cortés, y según nos cuentan en sus muy
sabrosas crónicas Bernal Díaz del Castillo, se encontraron con una gran
sorpresa que en esos días de codicias y rapiña desmedidas no le dieron la
importancia que tenía y hoy aún, debe tener. Relata el soldado cronista que
llegados a las costas de lo que sería La Nueva España, el Emperador
Moctezuma envió unos tendiles llevando regalos, oro y joyas y muchos ricos
presentes que lejos de hacer que Cortés volviera proa a la mar, lo tentó en
ambiciones. Uno de estos tendiles al ver que uno de los soldados de Cortés
tenía un casco de latón que brillaba al sol, pidió verlo, diciendo que hacía
muchos, muchos años, habia llegado a la Gran Tenochitlán un hombre rubio,
barbado y blanco, portando un casco semejante; que al marcharse se los había
regalado y los sacerdotes lo colocaron en la cabeza del ídolo representativo del
Dios Huitzilopochtli. Pidió que se le prestara el casco para cotejarlo con el que
tenía puesto su Dios. Y resultó que el casco dorado que tenía el Dios, era igual
al del soldado hispano, sólo que tenia en ambos lados unos cornezuelos al
estilo de los cascos vikingos. Aquél tendil no solamente llevó ante Hernán
Cortés el dicho casco dorado, sino también a un hombre blanco, alto, barbado,
rubio que se parecía mucho al conquistador, diciendo que su nombre era
Quintalbor, que de ninguna manera es nombre mexicano, maya o
correspondiente a ninguno de los idiomas, que se hablaban en el Nuevo
Mundo. Pero en lugar de examinar detenidamente el casco y si lo hicieron no
fue consignada en ninguna de las cartas de relación, tomaron a chunga y relajo
la presencia de aquel hombre barbado, rubio y blanco idéntico a don Hernán
Cortés, al grado de parecer su hijo o su gemelo y desde ese momento lo llamó
Don Cortés. Al llegar los conquistadores a la fabulosa Ciudad de Tenochtitlán,
sacerdotes y principales hablaban de un hombre rubio y barbado semejante a
ellos, que hacía muchos años había estado entre ellos y les había predicho que
un día llegarían al país hombres barbados y con armas poderosas para
esclavizar al señorío. Moctezuma, que según nos cuenta la historia era un
monarca medroso, pusilánime, creyó que con la llegada de Hernán Cortés y su
puñado de rapaces se cumplía la profecía y casi dejó en manos del puñado de
horca hispano, el destino de sus reino, de su imperio. Ahora bien, es de
suponerse que Quetzalcoatl no fue aquel misterioso hombre barbado,
9
posiblemente nórdico, que dejó como recuerdo su casco de vikingo, ya que en
ese entonces la Europa no poseía la cultura y los conocimientos numéricos y
calendáricos que poseían los mayas y el mito y la leyenda se entretejen en una
urdimbre impenetrable, se confunden debido a los estudios antropológicos y
arqueológicos hechos en una mayoría por extranjeros. Tal vez Tollán si tuvo un
gobernante sabio y bueno al que llamaron Quetzalcoatl, hijo de Chimalma y el
Rey-Dios Mixcoatl, pero también es muy posible que los sacerdotes y
astrónomos de entonces, al observar los cielos en la forma en que lo hacían,
hayan descubierto que el mundo, su mundo, formaba parte de la Vía Láctea, de
esta enorme galaxia que hoy conocemos y de la cual formamos parte y a la
cual daban por nombre Ixtacmixcoatl que quiere decir "Serpiente salpicada de
piedras preciosas o luceros", serpiente incrustada de diamantes. Y después de
sus observaciones le hayan puesto Quetzalcoatl, serpiente de plumas
hermosas y extendido su culto a los habitantes de Mesoamérica. De allí que en
los portentosos edificios de esa antigüedad se hayan esculpido esos símbolos
y reverenciado como deidad, pues a ningún hombre por sabio que haya sido,
se le dio jamás el rango de Dios. Por último y finalizando así la leyenda y el
mito, al relato, y a las elucubraciones, es preciso asentar que según algunos
arqueólogos, jamás existió la serpiente emplumada, que sería absurdo una
mezcla o yuxtaposición con fines religiosos, de una ave preciosa y un reptil. Lo
que ocurrió y a esto puede y debe darse el mayor crédito, es que los hombres
de aquella civilización tan avanzada, en su sublimación artística, esculpieron
una serpiente con penacho, con garras de jaguar y crearon una figura
monstruosa y bella a la vez, como el mítico dragón de los chinos en el cual
quieren enredar al misterioso y barbaro rubio peregrino, que por lo menos, ya
que su cultura debió haber sido casi completa, pudo haber dejado escrito su
nombre y el de su país en alguno de los muros, frescos o bajorrelieves de
templos y palacios. Así volvemos a lo mismo. Quetzalcoatl hombre,
Quetzaltcoalt Dios, amalgama absurda de las generaciones actuales.
Incomprensión de lo misterioso de aquellos pueblos que han dado margen a
una de las leyendas más difundidas en América y en el mundo.
Leyenda Prehispánica
10
LA ESQUINA DEL PERRO
11
El cuadro que vieron los padres de la niña era para helar la sangre en las
venas. En medio de la pieza, Marués atacaba a dentelladas a una bestia
monstruosa, de figura indescriptible, cuyos ojos llenos de maldad brillaban
como carbones encendidos. El espantoso ente chorreaba sangre de producida
por las mordeduras que el perro le infería; y aunque a cada ataque Marués
recibía una fuerte manotada que le estrellaba contra el suelo y los muros del
cuarto, poseído de un vigor sobrenatural no cesaba de amargar el maligno
engendro con renovada furia.
La enloquecida mujer sólo acertó al exclamar: ¡Dios mío!, y se desvaneció.
Las palabras pronunciadas por Eugenia tuvieron un efecto mágico. Al oírlas, la
bestia, a la que continuaba acosando el perrazo, retrocedió, en su horrible
rostro reflejóse un miedo cerval, y huyó del lugar.
Huelga añadir que, pasados los acontecimientos, Don Tristán cambió
radicalmente su comportamiento y su postura recalcitrante y atea.
Solo hubo que lamentar la muerte del valeroso perro, que no pudo
sobreponerse a las consecuencias de las heridas que asimiló en el combate
sostenido con el mostruo. Y Don Tristán, para perpetuar la memoria del
defensor de su hija, mandó a construir sobre la azotea de su residencia la efige
en la piedra de Marqués en actitud vigilante; y es la misma que se admira en el
tejado de la casa que ocupa el sitio hoy conocido com la Esquina del Perro.
La figura vigilante del can que se menciona en esta leyenda y que fuese
construída en una de las esquinas de la casa, fue destruída. En realidad de la
casa poseía tres efigies: una con la figura de un perro en actitud vigilante, otra
parada en "cuatro patas" y otra más, en actitud dócil mirando hacia el frente.
Esta última fue llevada a la ciudad de Mérida, como un recuerdo, por Don
Víctor Manuel Moreno Aguilar, pariente de la antigua dueña de la Casa.
Leyenda Regional
12
LA JOVEN DE LOS DOS PANTEONES
Cuentan que eran los años en que la economía de Cd. del Carmen dependía
en gran parte de la pesca del camarón gigante… lo que motivo a mucha gente
cambiar su residencia en busca de una mejor condición económica.
En aquellos años el grupo de agremiados del sindicato de taxistas de la ciudad,
la cual se encontraba en la fase de crecimiento, veían con agrado el negocio
resultante de prestar este servicio, el cual fue condicionado a horarios sin
restricciones, además de la fama de casanovas que adquirían en consecuencia
de la conducta que adoptaban de servir a las damas de la noche, así como al
público en general.
Una noche uno de ellos paso por el parque que lleva el nombre de ultimo
paseo y que se encuentra justo enfrente del panteón que lleva el mismo
nombre ubicados sobre la calle 47 que en esa parte además lleva el nombre de
Páez Urquidi, deteniendo justo frente a la entrada a solicitud de una muy bella
joven de algunos 23 o 25 años, quien a decir del mismo taxista, su belleza se
asomaba mas allá de lo normal, además de apreciarse un semblante sombrío y
frío…
Dado el momento la chica le indico que si podía dar la vuelta y bajarla justo
frente a la entrada del panteón, a lo que el respondió que no se sintiera
incomoda pero que a el le parecía que ese lugar era bastante oscuro, además
de que ya casi era media noche, que le indicara exactamente a donde la debía
dejar y ella respondió que era ahí donde se quedaría, la chica antes de bajarse
busco entre sus cosas y le dijo que le daba mucha pena, pero que no tenía
dinero para pagarle la cuota de la dejada, en ese momento el taxista como era
de esperarse, quiso replicar por semejante actitud de la chica, se volteo para
comenzar su reclamo y lo envolvió un escalofrió cuando al voltear, ella ya no
13
estaba en el auto, se encontraba afuera del mismo parada junto a la puerta del
lado derecho del conductor, mientras la escuchaba darle indicaciones de una
dirección donde podría cobrar el importe de la cuota.
El taxista asintió con la cabeza sin poder articular palabra, se dio la vuelta y
armándose de valor se dirigió a la dirección que le había indicado la joven.
Al llegar se tuvo que bajar y con un poco de recelo toco la puerta, le abrió una
Señora. de edad avanzada y quien le preguntó que deseaba, el taxista un
poco indeciso le dijo que le daba mucha pena lo que le diría, pero que una
joven le había pedido llevarla a las puertas del panteón nuevo y que le había
dado esa dirección para que cobrara la cuota ya que no traía dinero, además
de este comentario el quiso asegurarse que la Sra. conociera a la joven y se la
describió lo mejor que pudo, la Señora se disculpo y le dijo al taxista que le
daba mucha pena pero que no la tomara a mal, que por la descripción era su
hija pero que hacia exactamente un año que había muerto, que incluso por la
tarde habían ido a dejarle unas veladoras al panteón nuevo y que por falta de
dinero no pudo hacer los rezos que normalmente los católicos le hacen a sus
difuntos.
Leyenda Local
14
LA LLORONA
Los más valientes se asomaban por los resquicios de las ventanas; algunos se
animaron a salir, a mirar de lejos y ser testigos de aquella aparición que vagaba
por callejuelas, por plazas y por callejones, y que se dirigía hasta la catedral.
Allí, se hincaba lentamente, mientras su vestido blanco y su velo blanquísimo la
cubrían completamente. Ella parecía rezar, pedir perdón por algo que traía
clavado en lo más profundo de su pecho, y entonces gritaba nuevamente.
Mirado hacia el terreno consagrado, lanzaba su grito atormentado que llenaba
el aire y el terror de todos.
Ése era su grito, su dolor intenso que debía exclamar todas las noches, como
si fuera una penitencia impuesta por Dios o por el diablo.
Nadie sabía quién era esa mujer, pero todos la llamaban La Llorona.
15
Esta leyenda se remonta siglos atrás. En un principio, se aseguraba que su
pena se debía a una traición; a asuntos inconclusos que había dejado en vida,
por eso debía recorrer todas las noches las largas y oscuras calles de la capital
mexicana: caminar despacio, trabajosamente, como si arrastrara un costal lleno
de culpas, o como si sus pies estuvieran amarrados con cadenas, pesadas y
punzantes, hechas con el metal de sus pecados.
16
El siguiente presagio fue una oleada de cometas, cuyas caudas eran tan largas
y tan delgadas, que no se lograba ver el final. El quinto fue una gran tempestad
en el lago, cuyos efectos ocasionaron inundaciones desastrosas. Sin embargo,
ni un solo viento, ni pequeño ni grande, anunció la catástrofe.
Se trató de la voz de una mujer. Una presencia fantasmal que durante las
noches paseaba su dolor por las calles de la gran capital azteca. Su lamento
era penetrante, y su grito inconfundible. Entre lágrimas, sollozos y suspiros,
atravesaba el silencio con su honda plegaria: “¡Oh, hijos míos! ¡Nuestra pérdida
es total y segura!”; “¡Hijos míos! ¿A dónde podría llevaros y ocultaros?”.
Una vez que la conquista fue consumada, esta leyenda se convirtió en parte
del folclor. Era tiempo de supersticiones, de apariciones de fantasmas y
demonios, de castigos emitidos por la Santa Inquisición, y del surgimiento de
una religión católica que mezclaba los ritos y creencias infundidos por los
17
misioneros españoles, con la profunda religiosidad de los nativos. Era una
época oscura, como oscuras fueron sus leyendas.
Algunos dijeron que era el alma de una madre que había asesinado a sus hijos;
que los había sumergido en el lago hasta arrancarles los últimos respiros. Por
ello, su castigo era pasar la eternidad lanzando gritos de pérdida y
arrepentimiento.
Otros más aseguraban que tal espectro no era nadie más sino Doña Marina, es
decir, la Malinche: condenada a vagar sobre la tierra para pagar el pecado de
haber traicionado a su propia raza.
Según diferentes, versiones, era una joven enamorada que había muerto en
vísperas de su matrimonio, y le traía a su esposo la corona de rosas blancas
que jamás logró ceñirse. También afirmaban que era la viuda muerta que venía
a llorar el destino de sus hijos. O bien, la fiel esposa, cuya muerte la había
sorprendido en ausencia de su marido; su urgencia era depositar sobre los
labios de su esposo un último beso de amor. Un beso de adiós, y también de
tormento.
Esta tradición ha llegado hasta nuestros días. En todos los lugares del país, en
todos los pueblos y caseríos; en barrancas y montes y desiertos, La Llorona
extiende su manto de temor, su grito de angustia, llora sus penas.
Gente de los lugares más variados asegura haberla escuchado. Dicen que
cuando se acerca, la luna brilla más, como si quisiera alumbrar su camino:
iluminar sus pasos muertos. Entonces, los perros ladran, el viento arrastra
murmullos, y la piel se eriza. El corazón comienza a latir de prisa sin ninguna
razón, y en el aire se percibe la angustia. De pronto, la noche se acorta,
18
empujada por todos los miedos, y por fin se escucha su grito. Un grito largo,
apagado y vivo como si la mujer estuviera siendo torturada sin fin: ¡Ay, mis
hijos...!
La leyenda de la mujer de blanco que vaga por las calles gritando su dolor es
una historia viva, rica en versiones, que se acrecienta por todas las bocas, por
multitud de recuerdos. Es una tradición que seguiremos oyendo en alguna
noche, cuando menos lo esperemos; cuando la luna esté llena y el alma
apretada.
Leyenda urbana
19
La Mulata de Córdova
Cuenta la tradición, que hace más de dos siglos y en la poética ciudad de Córdoba, vivió
una célebre mujer, una joven que nunca envejecía a pesar de sus años. Nadie sabía hija
de quién era, pero todos la llamaban la Mulata.
En el sentir de la mayoría, la Mulata era una bruja, una hechicera que había hecho
pacto con el diablo, quien la visitaba todas las noches, pues muchos vecinos
aseguraban que al pasar a las doce por su casa habían visto que por las rendijas de las
ventanas y de las puertas salía una luz siniestra, como si por dentro un poderoso
incendio devorara aquella habitación.
Otros decían que la habían visto volar por los tejados en forma de mujer; pero
despidiendo por sus negros ojos miradas satánicas y sonriendo diabólicamente con sus
labios rojos y sus dientes blanquísimos.
Empero, aquella mujer siempre joven, frecuentaba los sacramentos, asistía a misa,
hacía caridades, y todo aquel que imploraba su auxilio la tenía a su lado, en el umbral
de la choza del pobre, lo mismo que junto al lecho del moribundo.
Se decía que en todas partes estaba, en distintos puntos y a la misma hora; y llegó a
saberse que un día se la vio a un tiempo en Córdoba y en México; "tenía el don de
ubicuidad" - dice un escritor - y lo más común era encontrarla en una caverna. "Pero
éste - añade - la visitó en una accesoria; aquél la vio en una de esas casucas horrorosas
que tan mala fama tienen en los barrios más inmundos de las ciudades, y otro la
conoció en un modesto cuarto de vecindad, sencillamente vestida, con aire vulgar,
maneras desembarazadas, y sin revelar el mágico poder de que estaba dotada."
20
La hechizera servía también como abogada de imposibles. Las muchachas sin novio, las
jamonas pasaditas, que iban perdiendo la esperanza de hallar marido, los empleados
cesantes, las damas que ambicionaban competir en túnicas y joyas con la Virreina, los
militares retirados, los médicos jóvenes sin fortuna, todos acudían a ella, todos
invocaban en sus cuitas, y a todos los dejaba contentos, hartos y satisfechos.
Por eso todavía hoy, cuando se solicita de alguien una cosa difícil, casi irrealizable, es
costumbre exclamar: -¡No soy la Mulata de Córdoba!
La fama de aquella mujer era grande, inmensa. Por todas partes se hablaba de ella y en
diferentes lugares de Nueva España su nombre era repetido de boca en boca.
"Era en suma -dice el mismo escritor- una Circe, una Medea, una Pitonisa, una Sibila,
una bruja, un ser extraordinario a quien nada había oculto, a quien todo obedecía y
cuyo poder alcanzaba hasta trastornar las leyes de la naturaleza... Era, en fin, una
mujer a quien hubiera colocado la antigüedad entre sus diosas, o a lo menos entre sus
más veneradas sacerdotisas; era un médium, y de los más privilegiados, de los más
favorecidos que disfrutó la escuela espirita de aquella época!...¡Lástima grande que no
viviera en la nuestra! ¡De qué portentos no fuéramos testigos! ¡Qué revelaciones no
haría en su tiempo! ¡Cuántas evocaciones, cuántos espíritus no vendrían sumisos a su
voz! ¡Cuántos incrédulos dejarían de serlo!"
Lo que sí se asegura es que un día la ciudad de México supo que desde la villa de
Córdoba había sido traída a las sombrías cárceles del Santo Oficio.
Noticia tan estupenda, escapada Dios sabe cómo de los impenetrables secretos de la
Inquisición, fue causa de atención profunda en todas las clases de la sociedad, y entre
los platicones de las tiendas del Parián se habló mucho de aquel suceso y hasta hubo
un atrevido que sostuvo que la Mulata, no era hechicera, ni bruja, ni cosa parecida, y
que el haber caído en garras del Santo Tribunal, lo debía a una inmensa fortuna,
consistente en diez grandes barriles de barro, llenos de polvo de oro. Otro de los
21
tertulianos aseguró que además de esto se hallaba de por medio un amante desairado,
que ciego de despecho, denunció en Córdoba a la Mulata, porque ésta no había
correspondido a sus amores.
Pasaron los años, las hablillas se olvidaron, hasta que otro día de nuevo supo la ciudad,
con asombro, que en el próximo auto de fe que se preparaba, la hechicera, saldría con
coroza y vela verde. Pero el asombro creció de punto cuando pasados algunos días se
dijo que el pájaro había volado hasta Manila, burlando la vigilancia de sus
carceleros...más bien dicho, saliéndose delante de uno de ellos.
¿Cómo había sucedió esto? ¿Qué poder tenía aquella mujer, para dejar así con un
palmo de narices, a los muy respetables señores inquisidores?
Todos lo ignoraban. Las más extrañas y absurdas explicaciones circularon por la ciudad.
hubo quién afirmaba, haciendo la señal de la cruz, que todo era obra del mismo diablo,
que de incógnito se había introducido a las cárceles secretas para salvar a la Mulata.
Quién recordaba aquello de que dádivas quebrantan... rejas; y hubo algún malicioso
que dijese que todo lo vence el amor... y que los del Santo Oficio, como mortales eran
también de carne y hueso.
22
El carcelero, mudo, inmóvil, con los ojos salidos de sus órbitas, con el cabello de punta,
y con la boca abierta, vio aquello sorprendido. ¿Y después? Hable un poeta:
Leyenda urbana
La Xtabay
23
Vivían en un pueblo dos mujeres; a una la apodaban los vecinos la XKEBAN,
que es como decir la pecadora, y a la otra la llamaba la UTZ-COLEL, que es
como decir mujer buena.
En más de una ocasión se había pretendido lanzarla del pueblo, aunque al fin
de cuentas prefirieron tenerla a mano para despreciarla. La UTZ-COLEL, era
virtuosa, recta y austera además de bella. Jamás había cometido un desliz de
amor y gozaba del aprecio de todo el vecindario. No obstante sus pecados, la
XKEBAN era muy compasiva y socorría a los mendigos que llegaban a ella en
demanda de auxilio, curaba a los enfermos abandonados, amparaba a los
animales; era humilde de corazón y sufría resignadamente las injurias de la
gente. Aunque virtuosa de cuerpo, la UTZ-COLEL era rígida y dura de carácter:
Desdeñaba a los humildes por considerarlos inferiores a ella y no curaba a los
enfermos por repugnancia.
Recta era su vida como un palo enhiesto, pero sufrió su corazón como la piel
de la serpiente. Un día ocurrió que los vecinos no vieron salir de su casa a la
XKEBAN, pasó otro día, y lo mismo; y otro, y otro. Pensaron que la XKEBAN
había muerto, abandonada; solamente sus animales cuidaban su cadáver,
lamiéndole las manos y ahuyentándole las moscas. El perfume que aromaba a
todo el pueblo se desprendía de su cuerpo. Cuando la noticia llegó a oídos de
la UTZ-COLEL, ésta rió despectivamente.
Más bien hedará a carne podrida. PERO era mujer curiosa y quiso
convencerse por sí misma. Fué al lugar, y al sentir el perfumado aroma dijo,
con sorna: Cosa del demonio debe ser, para embaucar a los hombres, y
añadió: Si el cadáver de esta mujer mala huele tan aromáticamente, mi cadáver
olerá mejor. Al entierro de la XKEBAN solo fueron los humildes a quienes había
24
socorrido, los enfermos a los que había curado; pero por donde cruzó el cortejo
se fue dilatando el perfume, y al día siguiente la tumba amaneció cubierta de
flores silvestres.
Pero ¡OH SORPRESA! contra lo que ella misma y todos habían esperado, su
cadáver empezó a desprender un hedor insoportable, como de carne podrida.
25
Pues bien, sepan los que quieran saberlo que ella es la mujer XTABAY la que
surge del TZACAM, la flor del cactus punzador y rígido, que cuando ve pasar a
un hombre vuelve a la vida y lo aguarda bajo las ceibas peinando su larga
cabellera con un trozo de TZACAM erizado de púas. Sigue a los hombres hasta
que consigue atraerlos, los seduce luego y al fin los asesina en el frenesí de un
amor infernal.
Leyenda urbana
26
LA CHINA POBLANA
27
cristianamente y más que sirvienta, la vieron en todas partes como miembro de
la familia Sosa. Casó con un esclavo de origen chino, Domingo Suárez, con el
cual se rehusó a hacer vida marital. Con sus padres adoptivos seguía luciendo
sus raros ropajes, que mezcló con los indígenas, dando nacimiento al traje
típico de la China Poblana, como dio en llamarle la gente, hasta que por fin
ingresó al convento de Santa Catalina en donde logró fama de Santa.
28
El peinado de dos trenzas, con raya en medio, lo rematan moños de listón de
los mismos colores del ceñidor. Lleva arracadas o zarcillos; en el cuello,
gargantilla de corales. En algunos casos se usa con sombrero jarano,
discretamente adornado con barbiquejo de gamuza o de cinta de popotillo. Las
zapatillas son forradas en seda verde o roja.
Leyenda nacional
29
El Escudo
Una leyenda relata que los mexicas viajaron desde Aztlán, actualmente Nayarit,
buscando la señal que Huitzilopochtli les había dado para establecerse y fundar
su imperio con su centro: Tenochtitlan.
Esa señal que Huitzilopochtli les había dado era el águila y la serpiente, "un
águila posada sobre un nopal y desgarrando a una serpiente", y la hallaron en
el Valle de México, a las orillas del lago de Anáhuac, sobre un islote.
30
que, cuando se representa el Escudo Nacional en colores naturales,
corresponden a los de la Bandera Nacional.
Un modelo del Escudo Nacional, autenticado por los tres poderes de la Unión,
permanecerá depositado en el Archivo General de la Nación, uno en el Museo
Nacional de Historia y otro en la Casa de Moneda.
Leyenda nacional
31
LAS SANDALIAS DEL GUERRERO
(leyenda egipcia)
Con las peripecias y aventuras de tal viaje desde Mesopotamia al mar Rojo,
podría escribirse un buen volumen; habremos de contentarnos con saber que,
de guarnición en guarnición, unas veces comiendo y otras ayunando, dos
meses después de desdichada caravana llegó al delta del Nilo, lugar fijado para
la separación de los veteranos, que desde allí se desparramaron por todo
Egipto.
Hotep quedó solo con otro compañero que, nacido en una aldea inmediata a la
suya, seguía el mismo itinerario. Era el camarada un hombre ya viejo,
encanecido en la milicia debido a sus largos años de servicio y privado de la
vista, a consecuencia de una profunda herida en la cabeza.
32
-¡Hola veterano! ¿Qué es eso? Despierta, que sin duda te estás atormentando
con alguna horrible pesadilla.
-Me muerto, muchacho, me muero. Creía que tendría fuerzas para llegar allá,
pero no puedo. ¡Agua…! ¡Dame agua, me ahogo…!
Hotep, alarmado, corrió con cuanta ligereza permitía su cojera hasta un canal
inmediato y volvió con la calabaza llena del líquido pedido, diciendo:
33
siguió su ejemplo. Al poco tiempo roncaba haciendo ruda competencia a las
parleras ranas. Cuando despertó, al salir el sol, el ciego yacía a algunos pasos
de allí, tendido boca abajo.
Hotep llegó finalmente a su pueblo y continuó llevando la vida que había tenido
antes de ir a servir al faraón.
Un día, cuando el sol comenzaba a iluminar con sus espléndidos rayos, Hotep,
vistiendo su viejísimo calasiris de algodón listado, que dejaba ver por sus
múltiples desgarrones las oscuras carnes del mendigo, salió de su casa y
empezó a andar con alegría.
Apareció junto a una de las colosales esfinges que constituían la entrada del
templo. Se detuvo un momento y, sacando de un envoltorio el casco de bronce
y las sandalias que heredara del viejo guerrero, se atavió con ambas prendas,
quedando en breve espacio de tiempo convertido en la más grotesca figura que
imaginarse pueda nadie.
-No vengo a pedir limosna –contestó Hotep. Y luciendo una gran sonrisa,
34
añadió-: Vengo a hablar con un padre para decirle que es mi deseo pedirle tu
mano, pues quiero casarme contigo.
Los ecos del templo reprodujeron durante largo espacio de tiempo las más
sonoras y alegres carcajadas que jamás habían turbado la majestuosa calma
de aquel silencioso recinto. Hotep, sin desconcertarse por la manera como era
acogida su pretensión, dijo mirando con petulancia sus sandalias:
-Hermosa Amneris, veo que mi idea te regocija y esto me hace suponer que mi
figura no te disgusta y el resultado…
-El resultado –interrumpió la joven- será que mi padre te dará algunos palos y
te romperá la pierna que aún tienes sana.
-¿Olvidas acaso que soy propietario de una gran casa junto al canal del Castillo
Blanco?
-No es tan mala, y además tengo… estas sandalias –dijo él mientras se miraba
los pies.
-Mira Hotep –dijo Amneris adoptando un aire protector-, sin duda algunas los
fuertes calores y todo el hambre que has sufrido en Asia han perturbado tu
razón. En primer lugar, debes saber que tengo un pretendiente muy bien
acomodado, y en segundo lugar, ¿cómo quieres que yo, hija de un guarda del
templo, corresponda al afecto de un buen muchacho como tú, pero que ha
35
quedado completamente inútil para todo? ¿Cómo atenderás a mi subsistencia
con la pierna arrastrando y ese casco tan abollado…? ¡Ja…, Ja…, Ja…!
Leyenda Internacional
36
EL COFRE DE PANDORA (LEYENDA GRIEGA)
A pesar de haberse vengado de Prometeo de una manera muy cruel, Zeus aún
le guardaba odio por haberle enseñado a los humanos el secreto del fuego.
También estaba preocupado porque si los seres humanos se hacían más
poderosos, podían quitarle su trono en el Olimpo, por lo que ideó un plan: en
parte para vengarse aún más de Prometeo y en parte para resguardar su
posición.
Por voluntad de Zeus, su hija Nefesto modeló a una muchacha con una mezcla
de arcilla y agua. Atenea le infundió el soplo de la vida y la instruyó en las artes
femeninas de la costura y la cocina; Hermes, el dios alado, le enseñó la astucia
y el engaño, y Afrodita le mostró como conseguir que todos los hombres la
desearan. Otras diosas la vistieron de plata y le ciñeron la cabeza con una
guirnalda de flores, luego la llevaron a la presencia de Zeus.
-Toma este cofrecito-le dijo, entregándole una cajita de cobre bruñido-. Es tuyo,
llévalo siempre contigo, pero no lo abras por nada del mundo. No me preguntes
la razón y sé feliz, pues los dioses te han dado todo lo que las mujeres desean.
-Bueno, amigo Epimeteo-le dijo-. No olvides que Pandora tiene un estuche que
no debe abrir por ningún concepto.
37
Epimeteo tomó el estuche y lo colocó en sitio seguro. Al principio, Pandora fue
feliz viviendo con él y olvidó el estuche, pero más tarde empezó a
reconcomerla el gusanillo de la curiosidad. "¿Por qué no podemos ver al
menos que contiene"? se preguntaba.
Pero el triunfo del rey sobre los dioses no era completo. Una cosita de nada
había quedado en el fondo del estuche y Pandora consiguió encerrarla. Era la
esperanza. Con ella el género humano había encontrado la manera de
sobrevivir en este mundo hostil. La esperanza daba una razón para seguir
viviendo.
Leyenda Internacional
38
CONCLUSIÓN
39
BIBLIOGRAFIA
Leyendas prehispánicas
www.guiascostarica.com/mitos/mexico05.htm
http://www.guiascostarica.com/mitos/mexico03.htm
http://esquinadelperro.blogspot.com/2007/09/la-esquina-del-perro-cuentan-que-
esta.html
Leyendas Urbanas
www.lointeresante.com/la-leyenda-de-la-llorona
www.angelfire.com/ne/bernardino3/xtabay.html
Leyendas Nacionales
www.uv.mx/popularte/esp/scriptphp.php?sid=502
www.redmexicana.com/.../escudo.asp
Leyendas Internacionales
egiptoblogs.wordpress.com/.../las-sandalias-del-guerrero/
leyendas-paganas.blogspot.com/.../el-cofre-de-pandora-leyenda-griega.html
40