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VÍCTIMAS DE AGRESIÓN

VÍCTIMAS DE AGRESIÓN
“Para cuando acabes de leer esto,
10 mujeres habrán sido violadas y 190 niños habrán sido víctimas de abuso”
Mar Ángel Benavent/ 20943290L
Nerea Benages Balaguer/ 20488634G
Francisco García Carmona/ 18921547E
Danna Verge Jiménez/ 44530989E
Cila Giomara Zúgiña Arias/ 20959303R

Resumen
Existen diferentes tipos de agresiones interrelacionales. Estas son sucesos negativos con
consecuencias dañinas, en la que una parte sale más perjudicada.
De la agresión física es característico el contacto físico que una persona ejerce con
violencia sobre otra. En cambio, la agresión psicológica es ejercitada comúnmente sobre
parejas, familiares o sobre compañeros de educación o trabajo; consiste en la degradación de
la autoestima de la víctima y suele ser la más difícil de reconocer a simple vista. Por último, la
agresión sexual se ejerce con violencia o intimidación actuando en contra de la libertad sexual
de la persona; ejercitando un contacto sexual no deseado por parte de la víctima y sin su
consentimiento.
Hay que tener en cuenta que las consecuencias de todas estas conductas no siempre serán
iguales en todas las víctimas, ya que dependerá de la resiliencia de cada persona y de las
características de la agresión.

1. Introducción
Ya sea en primera persona o por haber afectado a alguien de nuestro entorno, casi todas
las personas habremos estado más cerca de ser víctima que de ser agresores. Este factor que
produce inseguridad, impotencia y malestar, está muy presente en nuestra sociedad.
Durante muchos años se dio especial importancia al ejecutor de un delito, pero, cada vez
más, se ha visto la necesidad de darle mayor relevancia a la parte pasiva, es decir, a la
víctima. El interés por esta otra parte, se ve tanto en la investigación (victimología) para
atrapar y conocer la mente del criminal como en la parte procesal y extra-procesal, para no
provocarle mayor desgaste emocional y darle la atención que merece.
A través de la víctimología, es decir, de “estudiar la presa para conocer al cazador”, se
podrán crear los llamados perfiles criminales o, también llamados, perfiles psicológicos del
delincuente (Peiró, 2017, diapositivas temario). El psicólogo forense podrá, además de
asesorar en el proceso penal a Jueces y Magistrados, evaluar psicológicamente a la víctima.
De ahí, la importancia del estudio.

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1.1. Conceptos básicos


Por tanto y a partir de ahora en adelante, consideraremos víctima a la persona que padece
un daño por causa de otra, la cual actuará en contra de sus derechos, perjudicándola. Muy
importante será la intención (elemento subjetivo) de este segundo sujeto, a quién llamaremos
agresor. Debido a este interés que existe, por parte del agresor, en causar un mal a la víctima,
a estos actos se les llama popularmente “delitos de odio”. A pesar de ser más evidentes las
lesiones físicas, no hay que restarle importancia a las psíquicas, pues también necesitan un
tratamiento, ya que como dijo John Steinbeck (1939) “La tristeza del alma puede matarte
mucho más rápido que una bacteria”.
El Código Penal español castiga al que “…causare a otro una lesión que menoscabe su
integridad corporal o su salud física o mental…”. Por tanto, el legislador equipara la
gravedad de las lesiones físicas como de las psíquicas.
Conforme a la necesidad de tratar más sobre esta problemática, el objetivo de este trabajo
es conocer los problemas; evaluar las víctimas, tratando de elaborar un perfil de las mismas,
sobretodo en el ámbito interpersonal entre familiares y conocidos; y saber cómo deben de
hacer frente a esos problemas.

2. Agresiones físicas
La agresión física es aquella que provoca una lesión en el cuerpo, aunque a veces puede
no ser manifiesta. Dicha agresión suele clasificarse atendiendo al tiempo que tardan las
lesiones en sanar, aunque estas pueden ser permanentes. La violencia física va dirigida al
cuerpo de la víctima y suele ir seguida de un aumento en la intensidad y la frecuencia de la
misma. Además de ello, puede provocar efectos psicológicos en la víctima.

2.1. Psicopatología en víctimas


- Niños. Existe un problema para identificar los actos que pueden considerarse violencia,
ya que una generalidad de países admite agresiones físicas a modo de disciplina.
Se manifiesta una predominancia de los tipos de violencia contra niños dependiendo de las
características de la víctima tales como la edad, el sexo, la etnia y la clase social. Por ejemplo,
destaca dicho maltrato por parte de los padres a los bebés y niños muy jóvenes, y suele
disminuir a medida que la víctima se desarrolla (Lewit & Baker, 1996).
La principal causa de victimización de los menores es consecuencia de la situación de
dependencia; es decir, los niños son más débiles y necesitan de la seguridad de un adulto. Por
ello, durante los primeros años de vida, el riesgo de sufrir violencia física procede de personas

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del propio hogar. En cambio, cuando las víctimas crecen y son más independientes,
encontramos el riesgo de violencia fuera del hogar (violaciones, agresión en aulas…).
Respecto a las consecuencias, también reside una variación, en función del tipo de
violencia aplicada y del nivel de desarrollo del menor. Estas variarán en relación a
determinados factores individuales como la inteligencia, el estilo de atribución y las
habilidades de afrontamiento; y contextuales como el nivel de apoyo social encontrado.
El efecto directo son las lesiones físicas (contusiones, quemaduras, huesos rotos…) pero
también problemas a corto y largo plazo. Encontramos tres subgrupos dentro de menores:
o Bebés: el principal problema es el apego inseguro hacia el cuidador abusivo, esto
guarda relación con problemas en el desarrollo intelectual, lingüístico y social.
o Niñez media: deficiencias cognitivas, bajo rendimiento académico, deficiencias
emocionales y comportamentales (baja autoestima, depresión, ansiedad, trastornos del sueño).
o Adolescencia: mismos que la niñez media, añadiéndose los problemas de relación y
delincuencia, incluso consumo de alcohol y drogas.
Los complejos síntomas clínicos que sufren los niños víctimas son una respuesta al estrés,
que incluye síntomas de re-experimentación, evitación/embotamiento y un aumento de la
activación.

- Mujeres. Es fundamental la relación que la víctima establece con el agresor, si éstas


reciben un trato cariñoso, por parte del agresor, se sienten más confusas.
La principal causa es una clara inseguridad y baja autoestima por parte del agresor, que
pretende suplir dichas carencias a través de la dominancia y un abuso de poder.
Los principales efectos son la depresión, la represión y la disociación, así como la
manifestación de altos niveles de activación mental y física, evitación de las personas y
lugares asociados con el trauma, vulnerabilidad a ser victimizadas en el futuro, recuerdos
intrusivos como flashbacks o sueños de lo ocurrido, miedo, ataques de pánico…

- Ancianos. Se trata del último grupo relacionado con la violencia familiar y, actualmente,
es bastante desconocido. Los elementos hallados en dicho maltrato van desde infligir daño
físico, heridas, coerción física hasta la limitación de la propia libertad física.
Se considera que las principales causas de este maltrato residen en dos teorías: la que
estima que el factor de riesgo es la dependencia de la persona víctima hacia sus cuidadores y
la que considera que el factor reside en las características de las personas maltratadoras.
La principal consecuencia de esta violencia, además de los daños físicos visibles o latentes,
son problemas emocionales que sufren (en particular, riesgo de sufrir depresión y ansiedad).

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3. Agresiones psicológicas
Podemos hablar de tipos de violencia psicológica: dentro del matrimonio o la pareja; en
las relaciones entre familiares; en el ámbito educativo, en el fenómeno ahora conocido como
bullying; y en las relaciones laborales, conocido como mobbing (Armando, 2016).
Definiremos la violencia psicológica como toda conducta u omisión intencional que
produzca una desvalorización o un padecimiento, por medio de: amenazas, humillaciones,
vejaciones, exigencias de obediencia o sumisión, coerción verbal, insultos, aislamientos o
cualquier otra limitación de su ámbito de libertad.
Se puede definir a los maltratadores psicológicos como personas intolerantes, que parecen
encantadores pero en realidad son destructivos, autoritarios, psicológicamente rígidos (sólo
persiguen su verdad), chantajistas, crueles e insensibles y, por supuesto, presentan una baja
empatía hacía la víctima, haciéndola sufrir, sin ningún tipo de resentimiento.

3.1. Psicopatología en víctimas


La violencia psicológica como se desprende de su denominación, es menos visible que la
violencia física, pero no menos humillante. Tiene sus propias características y una de ellas, si
no la más importante, es que produciéndose de forma silenciosa, puede ser devastador para la
víctima, provocando la degradación de la propia autoestima. Las víctimas sufren como
consecuencia: estrés, ansiedad, trastornos de Estrés Post-Traumático, adicción a sustancias…
En el ámbito de la violencia contra la mujer, dentro del proceso psicológico existen
diversas teorías desde este punto de vista; entre ellas, la teoría de indefensión aprendida1.
Ésta explica que tras sufrir episodios de violencia, la mujer interioriza e inutiliza de las
estrategias para evitarlo y, por lo tanto, queda anulada y sometida. Existen otras teorías, tales
como de la unión traumática o del acoso moral.
Las investigaciones sobre distintas víctimas han demostrado claramente que la violencia
psicológica ejercida sobre una persona, causa en ésta toda una serie de repercusiones
negativas a nivel psicológico. Una vez una persona ha sufrido una experiencia traumática se
produce una pérdida del sentimiento de invulnerabilidad, sentimiento bajo el cual funcionan
la mayoría de los individuos y que constituye un componente de vital importancia para evitar
que las personas se consuman y paralicen con el miedo su propia vulnerabilidad.
Las consecuencias psicológicas, en el ámbito de la violencia de género, además de la ya
indicada anteriormente, son la depresión y ansiedad, trastornos alimentarios, fobias y

1
Formación en Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres: Aplicación práctica en el ámbito de las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Escuela virtual de igualdad (Organización). Curso Online.

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trastornos de pánico, enfermedades psicosomáticas, suicido y autolesiones, abuso de


psicofármacos, alcohol, drogas, tabaquismo y mortalidad.

4. Víctimas de agresión sexual


Agresión sexual es cualquier atentado contra la libertad sexual de otra persona, utilizando
violencia o intimidación2(Código Penal, 1995, art.178); es decir, un contacto sexual no
deseado, en contra de voluntad de la persona y sin su consentimiento.
Como agresión sexual se penalizan todo tipo de conductas sexuales. Por un lado, la
violación que conlleva un acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal, o introducción de
miembros corporales u objetos por alguna de las dos primeras vías (Código Penal, 1997, art.
179). Y por otro lado, la agresión sexual que consista en tocamientos de naturaleza sexual,
exigiéndose la ausencia de consentimiento de la víctima y entrañando la fuerza, sin necesidad
de que haya penetración (ej.: acariciarle los órganos genitales o partes íntimas a alguien).

4.1. Psicopatología en víctimas


El padecimiento de un delito violento es un suceso negativo altamente estresante, que
supone el ataque directo al sentimiento de seguridad, del cual se deriva en una afectación
física y psicológica, que es de difícil afrontación.
Las agresiones sexuales producen diferentes secuelas psicológicas y no son las mismas en
todas las víctimas, dependerán de una serie de variables: edad, factores personales,
psicológicos, el cómo se dio la agresión (número de agresores, grado de conocimiento), la
actitud por parte del entorno social y familiar puede facilitar, enormemente, su recuperación.
Las alteraciones psicológicas que aparecen tras la agresión sexual no siempre se convierten en
secuelas perdurables, los factores anteriormente mencionados influirán, pero la calidad de
vida de la víctima se ve afectada.
En cuanto a los síntomas más frecuentes, emocionalmente la víctima puede llegar a tener
una sensación de irrealidad (“no puede haberme ocurrido”), sentimientos de culpa,
pensamientos obsesivos en relación con la agresión (pesadillas, pensamientos recurrentes…);
se le añade síntomas psíquicos como confusión, disminución de la concentración y
desorientación; síntomas psicofisiológicos, encontramos los trastornos del apetito, vómitos,
náuseas, alteraciones del sueño... También pueden aparecer cuadros psicopatológicos, a medio
y largo plazo (fobias, pensamientos obsesivos, disfunciones sexuales…).

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Intimidación: fenómeno psicológico consistente en infundir a la víctima temor racional y fundado de sufrir un
mal inminente y grave.

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Sobre el diagnóstico médico legal, con la finalidad de obtener evidencias sabemos que es
una tarea complicada, debido a que, muchas veces, las víctimas se encuentran en un estado
traumático; y, por razones obvias, son poco colaboradoras con el interrogatorio y con el
examen físico. Ya sea por vergüenza o por ser menor de edad, tienen dificultades para
expresar adecuadamente el suceso. Por ello, es adecuado desarrollar una buena anamnesis en
el estudio de la víctima y, sobre todo, impedir la victimización secundaria.

5. Conclusiones
Una vez elaborados los perfiles de víctimas en el ámbito más interno de la persona
(familia); consideramos que, a modo de conclusión, debemos poner de relieve los factores que
más influyen, negativamente, a las víctimas, con el fin de mejorar su situación.
El primer factor hace referencia a los niños y jóvenes, debemos tener en cuenta que éstos
son personas en proceso de aprendizaje; por esa misma razón, es tan importante la educación
que reciban, tanto en el ámbito familiar como en el escolar, con el fin de prevenir situaciones
similares tanto en edades tempranas como en las adultas.
Otro factor, y más hoy en el mundo virtualizado en el que vivimos, es el de los medios de
comunicación y redes sociales; dónde se crean nuevas formas de agresión que son, cada vez,
más dañinas y sutiles, por consiguiente debemos saber cómo tratar a las propias víctimas de
éstas nuevas técnicas y formas de agresión.
A su vez, esto último está relacionado con otro factor: la segunda victimización
(mencionada anteriormente) e, incluso, la tercera victimización que llegan a sufrir las víctimas
tanto en los medios de comunicación como en el propio proceso como víctima.
La mejora de la situación de las víctimas está en manos de todos.

6. Referencias bibliográficas
Ley Orgánica 10/1995. Código Penal, España, 23 de noviembre. Recuperado de
http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo10-1995.l2t8.html
Criminology (15 de junio de 2011). Víctimas y victimología. Su importancia. [Mensaje en
un blog]. Criminología y Victimología [Blog]. Recuperado de http://criminology-victimology-
mx.blogspot.com.es/2011/06/victimas-y-victimologia-su-importancia.html
Armando Corbin, J., (2016). Perfil del maltratador psicológico: 21 rasgos en común.
Psicología y mente. Recuperado de https://psicologiaymente.net/forense/perfil-maltratador-
psicologico-rasgos/
Sanmartín, J., (2004). El laberinto de la violencia: causas, tipos y efectos. Barcelona,
España. Ariel.

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