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ARCHIMANDRITA SOPHRONY San Silouan el Athonita Monje del Monte Athos 1866-1938 VIDA — DOCTRINA — ESCRITOS enciientra-F Lecdiciones 4 Titulo original Starets Silouan © (1948, 1952) 1990 Derechos mundiales del texto del Archimandrita Sophrony Stavropegic Monastery of Saint John the Baptist, Essex, Gran Bretafia © 1996 de la presente edicién Ediciones Encuentro, Madrid ‘Yraduccién y epilogo de Joaquin Maristany Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizacion escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccidn total o parcial de esta obra por cual- quier medio o procedimiento, incluidos la reprografia y el tra- tamiento informatico, y la distribucién de ejemplares de ella mediante alquiler 0 préstamo puiblicos. Para cualquier informacién sobre las obras publicadas 0 en programa y para propuestas de nuevas publicaciones, dirigirse a: Redaccién de Ediciones Encuentro Cedaceros, 3-22 - 28014 Madrid - Tels. 532 26 06 y 532 26 07 INDICE Prdlogo......... PRIMERA PARTE VIDA Y DOCTRINA DEL STARETS SILOUAN I. Infancia y anos de juventud.... IL. Llegada al Monte Athos.. HI. Ascesis monastica serteeteeess IV. Retrato y conversaciones del Stirets. V. Ensenanza del Starets. VI. De la oracién pura.......... ven VH. De las diversas formas de. la imaginacién y del combate ascético conira ellas,. VII. De la luz dlivina increada y de los modos de su contemplacién. we IX. De la gracia y de la formacin de la conciencia dogmiatica....0..... X. Pruchas espirituales . XI. Mantén wu espiritu en el infierno y no desesperes.. XII. La palabra divina y los limites de la naturaleza creada.. XI. iH significado de ta oracién ‘por “el mund. XIV. La tltima palabra... cesses XV. La muerte del Stirets. XVI. Testimonios Epilogo. indice SEGUNDA PARTE ESCRITOS DEL STARETS SILOUAN Nota introductoria... I. Nostalgia de Dio: UL, De la oraci6n.. HL. De la humildad. IV. De la paz. V. De la gracia VE De la voluntad de Dios y de la libertad. VIL. Del arrepentimiento. VIII. Del conocimiento de Dios IX. Del amor...... beeeteneeeeeen X. Somos hijos de Dios y semejantes a é XI. De la Madre de Dios... . XH. De los Santos... XIII. XIV. XV. XVI. XVI. De los pensamientos p: espiritual... XVII El Ianto de Adan... : cesta XIX. Relatos de experiencias vividas y de algunos encuentros y conversaciones sostenidas con otros ascetas........ seseeeensnnees XX. Pensamientos ascéticos, consejos y observacio- ne: Notas... _Epilogo del traductor Indice de nombres propios. 233 238 255 260 270 276 286 295 301 307 325 329 332 336 342 352 355 368 373 La Revelacién nos dice: «Dios es Amor», «Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna» (1 Jn 4,8; 1,5). jQué dificil nos es, a nosotros hombres, aceptar estas palabras! Dificil, porque nuestra propia vida y la del mundo entero que nos rodea muestran mas bien lo contrario. @Dénde se halla, en efecto, esta Luz del Amor del Padre, si llega- dos alocaso de nuestras vidas, con la amargura en el coraz6n, debe- mos reconocer con Job: “Mis mejores proyectos, los deseos mis que~ ridos de mi coraz6n, se han roto. Mis dias han huido. El lugar de los muertos sera mi casa..,, dénde esta, pues, mi esperanza? Y aquello que, desde mi juventud, mi coraz6n, secreta pero ardientemente, perseguia cquién lo vera? (Job 17,1115). Cristo mismo atestigua que Dios, en su Providencia, vela atenta- mente por toda kt creacion, Se acuerda del mas pequeno de los paja- ros, y cuida incluso de la hierba del campo. Su solicitud por los hombres es todavia incomparablemente mis grande, hasta el punto de que -todos los cabellos estan contados» (Mt 10,30). Pero ¢dénde se encuentra esta Providencia que vela hasta por los menores detalles? Estamos abrumados por el espectaculo del desen- cadenamiento incontenible del mal en cl mundo. Millones de vidas, con frecuencia apenas iniciadas, antes incluso de que hayan adqui- rido conciencia de si mismas, son arrancadas con increible crueldad. gPor qué, entonces, esta vida absurda nos ha sido dada? Y el alma ansia encontrar a Dios y decirle: «Por qué me diste la vida?... Estoy colmado de sufrimientos; las tinieblas me rodean. ¢Por qué te escondes de mi?... S€ que eres bueno, pero scomo eres tan indiferente a mi dolor? “Por qué eres tan cruel, tan implacable conmigo?». “No puedo comprendertes, Un hombre posefdo por el deseo de Dios vivia en Ia tierra. Su nomibre era Simeon. Habia orado durante largo tiempo, llorando sin ‘Ten piedad de mi», Pero su grito se perdia en el silencio de Persever6 meses y meses en esta oracion, las fuerzas de su alma estaban agotadas. Llegé al borde de la desesperacion y grité: Eres inexorable! Y cuando, con estas palabras, algo todavia se rompié en su espirit deshecho por la desesperacion, de repente, en el rekim- page de un instante, vio a Cristo Viviente. Su corazon y su cuerpo fueron invadidos por un fuego tan violento, que si ia vision se hubiera prolongado un instante mas, no habria podido sobrevivir. Y desde entonces nunca pudo olvidar la mirada de Cristo, una mirada de dulzura indecible, infinitamente amorosa, Ilena de alegria y de paz. Y durante los largos afios de su vida que se sucedieron desde entonces, él testificd incansablemente que Dios es Amor, Amor infi- nito, insondable. De este testimonio del amor divino vamos a hablar, PRIMERA PARTE VIDA Y DOCTRINA DEL STARETS SILOUAN I, INFANCIA Y ANOS DE JUVENTUD La vida del santo Starets Silouan transcurrié al margen de acon- tecimientos exteriores relevantes. Hasta la edad de entrar en filas fue la vida de un pobre campesino ruso; mds tarde, durante el servicio militar, la de un simple soldado; en el monasterio, durante cuarenta y seis afios, la vida monétona de un simple monje. Los archivos del monasterio registran lo que sigue: Padre Silouan, monje de gran habito!. Nombre civil: Simedn Ivanovich Antinov, campesino de la provincia de Tambov, distrito de Lébédinsk, aldea de Chovsk, Nacicdlo en 1866. Llegado al Monte Athos en 1892, Recibid el pequeio habito en 1896, el gran habito en 1911. Cumplié las obe- diencias siguientes; en el Molino, en Kalamaréia (posesi6n del monasterio situada fucra del Monte Athos), en el Viejo Rossikon, en el economato. Fallecié el 24 de septiembre de 1938+. Entre los términos «nacido. y «fallecido», nada sale de lo ordinario y nada hay destacable que referir, En cuanto a abordar Ia vida inte- rior de un hombre en la presencia de Dios, es un intento a la vez indiscreto y temerario. Es casi sacrilego revelar el «coraz6én profun- do» de un cristiano en la plaza ptiblica de este mundo. Seguros, sin embargo, de que el Stirets, salido de este mundo como vencedor, no tiene ya nada que temer y de que nada turba su reposo en Dios, nos atrevemos a emprender el relato, parcial al menos, de su vida soberanamente rica, con la mira puesta en el exiguo nimero de quienes se encuentran atraidos también hacia la misma vida en Dios, La arena en donde se despliega el combate espiritual es, para cada hombre, su propio corazon. Quien gusta penetrar en su cora- zon sabré apreciar la expresion del profeta David: «El corazon del 11 Vida y doctrina del Starets Silouan hombre es un abismo- (Sal 63,7). La verdadera vida cristiana sucede alli, en el fondo del corazon, en ese abismo no sGlo escondido a las miradas extranas, sino, en su plenitud, al mismo hombre. Quien ba penetrado en este palacio misterioso, ha sentido sin duda una acimi- racion indescriptible ante el misterio del ser. Quien se ha entregado, con una inteligencia purificada, a la contemplacién intensa de su chombre interior, comprencera que no le es posible observar en su totalidad, ni siquiera en un breve espacio de tiempo, la evolucién de su propia vida. Reconocerd igualmente la imposibilidad de asir en vivo los procesos de la vida espiritual de su coraz6n, que, en su pro- fundidad ultima, toca al Ser sin proceso. Y, a pesar de todo, nue: tarea, en las paginas que siguen, consistira precisamente en deseti- bir el proceso del crecimiento espiritual de un gran asceta No nos impondremos una tarea irrealizable. No tocaremos mas que las etapas de su vida que nos son mejor conocidas; ni, mucho menos, nos disponemos a practicar el psicoandlisis, porque alli donde Dios acttia la ciencia deja de ser aplicable. De la larga vida del Stérets hemos conservado, sobre todo, el recuerdo de algunos episodios significativos para su vida interior y, al mismo tiempo, para su -historia». El primero, por orden cro- nolégico, se remonta a su primera infancia, cuando él tenia no mas de cuatro afios. A su padre, al igual que a muchos campesinos rusos, le gustaba ofrecer hospitalidad a los peregrinos. Un dia, era una fiesta, invité a su casa con especial placer a un vendedor ambulante de libros, Esperaba aprender algo nuevo e¢ interesante de aquel hombre, a quien él valoraba como -culto», ya que sufiia por su propia «ignorancia- y estaba deseoso de completar sus cono- cimientos e instruccion. Se le ofrecié al invitado vino y comida en la casa. Con curiosidad infantil, el pequefio Simeén observaba al viajero, mientras escuchaba atentamente la conversaci6n. El ven- dedor de libros intentaba probarle al padre que Cristo no era Dios y que, en suma, Dios no existia. Simeon qued6 especialmente impresionado por estas palabras: En donde esta, pues, este Dio: Y pensé: «Cuando sea mayor buscaré a Dios por toda la tierra» Luego que el huésped partid, Simeén dijo a su padre: «Ta me ense- fas a rezar, pero él dice que Dios no existe-. A lo que el padre res- pondid: «Yo creia que era un hombre inteligente, pero veo ahora que es un imbécil. No prestes atencidn a to que ha dicho». Pero la respuesta del padre no apagé la duda sembrada en el alma del nino. Transcurridos muchos afos, Sime6én se convirtiG en un muchacho alto y vigoroso. Trabajaba no lejos de su aldea en la propiedad del principe Troubetzkoy. Su hermano estaba contrata- 12 Infancia y afios de juventud do alli en calidad de carpintero. La cuadrilla tenia como cocinera a una mujer sencilla del campo. Partié ella un dia en peregrinaci6n y visit6, entre otras, la tamba de un célebre asceta, el ermitaho Juan Sezenovsky (1791-1839), Contd, a la vuelta, la santa vida del ermitano y refirié que se producian milagros en su tumba Algunos de los ancianos, que estaban presentes, confirmaron lo que ella decia a propdsito de los milagros y todo el mundo decfa que Juan era un hombre santo. En cuanto escuché esta conversacion, Simeén pens6; «Si él es un sanlo, es que Dios esta con nosotros y ya no tengo necesidad de yecorrer toda Ta tierra para encontrarlés, Con este pensamiento su joven coraz6n se inflam6é de amor a Dios Es sorprendente como un pensamiento que habia germinado en el alma de un nino de cuatro anos, cuando escuché al vencdedor de libros, se mantuvo hasta cumplir los diecinueve. Este pensamiento, que indudablemente le inquietaba, habia quedado sin respuesta en alguna parte de las profundidades cle su alma y entonces encontrd Ja soluci6n, de un modo tan singular como, a primera vista, ingenuo. Desde que Simeon fue consciente de haber encontrado la fe, su espirita se habia concentrade en el recuerdo de Dios y rezaba mucho derramando lagrimas. Experimenté entonces un cambio inte- tior y una atraccién por la vida monastica. Como lo decia el mismo Stirets, en lo sucesivo miraba como hermanas « las jovenes y bellas hijas del principe, con afecto pero sin deseo. En esta época lego a pedir permiso a su padre para ir al monasterio de las Criptas de Kiev; pero su padre le respondié categorico: «Haz primero tu servi- cio militar, luego serds libre de ir. Ese estado excepcional durd tres meses, luego le abandond. Sime6n volvid de nuevo a los compafieros de su edad, volvio a salir con kts muchachas de da aldea, a beber vodka, a tocar el acordeén y, en una palabra, a vivir como los otros muchachos del pueblo. Joven, guapo, vigoroso y, en aquella época, desahogado econdmi- camente, Simeon gozaba de ta vida, Se le queria en Ia aldea por su buen caracter, sosegado y alegre, y las chicas le miraban como a un partido envidiable. El mismo se habia enamorado de una de ellas yy antes de que la cuestién del matrimonio se plantease, les sucedié una noche lo que con frecuencia sucede. Al dia siguiente, cuando trabajaba con su padre, éste le dijo con suavidad: ‘Hijo mio, gdénde estabas ayer por la noche? EL corazon me dolia.. Estas suaves palabras de su padre penetraron en ef alma de Simeon. Mas tarde, recordandolo, el Stirets decia: 13 Vida y doctrina del Stirets Silouan “Yo no he llegado a la altura de mi padre. El era totalmente incul- to. Incluso cuando recitaba el Padre Nuestro, que habia aprendido a fuerza de escucharlo en Ia iglesia, se le trababan algunas palabras. Pero era un hombre Jleno de dulzura y de sabiduria-. La familia era numerosa: el padre, la madre, cinco hijos y dos hijas. Vivian juntos y se entendian bien. Los hijos mayores trabaja- ban con su padre. Un dia, en la época de la cosecha, le tocé a Simeon el turno de preparar la comida en el campo. Era viernes, pero él lo habia olvidado y prepard un plato de carne de cerdo. Todos lo comieron, Seis meses habian transcurrido, habia llegado el invierno, cuando un dia de fiesta, el padre, sonriendo con dulzura, dijo a Simeon: — Hijo mio ;te acuerdas que nos diste cerdo para comer un dia, cuando estébamos en el campo? Era, no obstante, un viernes. Lo comi, sabes, como si fuera carrofia — -Por qué no me dijiste nada entonces? -—- Es que no queria herirte, hijo mio. Relatando casos similares que le habian acaecido cuando vivia en casa de su padre, el Starets afiadia: «He aqui un Starets como no qui- siera tener otro. No se encolerizaba jamas, era de un caracter esta- ble, siempre apacible. Pensad, él aguanto seis meses esperando el momento propicio para corregir sin herirmes El Starets Silouan estaba dotado de una fuerza fisica extraor- dinaria; lo muestran, entre otros, algunos episodios de su vida tales como los siguientes Un dia de Pascua, cuando era todavia joven —sucedi6 antes del servicio militar— habfa participado en familia de la copiosa comida pascual con abundancia de carne. Sus hermanos halian partido luego para efectuar visitas y él se qued6 solo con su madre, quien le propuso comer una tortilla. EL no rehuso. Su madre le preparé entonces un plato de casi cincuenta huevos que él se comié solo enteramente. Trabajaba durante esta época con sus hermanos en la propiedad del principe Troubetzkoy. Se dirigia a veces. en los dias de fiesta, a la taberna. Llegaba a beber, en una velada, hasta tres litros de vodka sin emborracharse. Un dia de mucho frio, causado por un deshielo, se encontraba en la cantina de una posta. Uno de los viajeros que habia pernoctado alli, queriendo retornar a casa, salié para ensillar su caballo, pero regreso precipitadamente, diciendo: Qué desastre! Debo partir, pero no puedo. Las pezunas de mi 14 Infancia y aos de juventud caballo estan recubiertas de una espesa capa de hielo; el caballo, debido al dolor, no me deja romperla. Simeé6n le dijo: -Vamos, te voy a ayudar». En el establo, agarré con su brazo por el cuello al caballo cerca de la cabeza y dijo al campesino: Rompe ahora-, Durante todo el tiem- po que duré la operaci6n, el caballo se mantuvo inmévil, El campe- sino rompié el hielo alrededor de las pezuiias, ensilld y partid. Sime6n podia tomar con las manos desnudas un caldero de sopa hirviendo y transportarlo del horno a la mesa en donde comia su cuadrilla. De un golpe podia romper con el puno un tablén bastan- te grueso, Era capaz de levantar grandes pesos. Poseia una resisten- cia poco comin tanto para el frio como para el calor. Podia comer mucho y trabajar también mucho Pero esta fuerza fisica, que le permiti6 realizar mas tarde nume- rosos y excepcionales trabajos ascéticos, fue, en esta Epoca, la causa de su mayor pecado, por el cual hizo él una larga penitencia. Un dia, Ja tarde de la fiesta parroquial de la aldea, mientras los parroquianos charlaban animadamente cerca de sus casas, Simedén se paseaba por el camino con uno de sus camaradas y tocaba el acorde6n. Dos her- manos, los zapateros de la aldea, se cruzaron con ellos. El mayor, hombre alto y fuerte en extremo, camorrista empedernido, estaba ligeramente alegre. Al llegar cerca de Simeén intent6, por juego, arrancarle el acorde6n de las manos. Pero Sime6n logré pasarlo a su camarada y, enfrentandose al zapatero, le pidid que continuase su camino. Pero éste, deseando mostrar su superioridad sobre todos los jOvenes de la aldea, el dia en que todas las muchachas estaban fuera y asistian riendo a la escena, avanz6 contra Simeén. He aqui c6mo el Stirets reliere lo que entonces sucedid: “Al principio yo pensaba ceder; pero de repente me invadié la vergtienza por la idea de que las muchachas se burlarian de mi, y le golpeé violentamente en el pecho. Fue lanzado lejos de mi y cayé pesadamente de espaidas en medio del camino; de su boca corria espuma y sangre. Todos se asustaron, yo también. Pensaba: «Lo he matado-. Y permanecia alli, pasmado, inmévil. El hermano menor del zapatero cogié un pecirusco del camino y lo lanz6 contra mi. Tuve el tiempo de ladearme y la piedra me golpeé en la espaida. Yo le dije: «

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