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JOHN LOCKE
SEGUNDO TRATADO DE GOBIERNO
Un ensayo acerca del verdadero origen, extensión y fin
del gobierno civil
Verdadero: lo que la razón muestra como verdadero; origen: está en
lo natural y para lo natural; este origen determina el sentido de lo
originado en él; extensión: (punto fundamental) hasta dónde llega la
potestad del soberano, lo cual radica en su origen, en lo natural; fin:
ambigüedad entre la terminación (deviene despótico o anárquico) y el
thelos, que está incluido en la genealogía del gobierno civil mismo, y es la
protección de lo natural.
CAPÍTULO I
Locke lo agrega al texto completo para marcar continuidad conceptual
y cronológica con el primer tratado. Discute con Filmer, defensor del
poder monárquico. Éstos son sus supuestos resultados:
§ 1. En el tratado precedente se probó que: (i) Adán no tenía, ni por
derecho natural de paternidad, ni por atribución positiva de Dios
(Filmer), una autoridad de esa clase sobre sus hijos y un dominio tal
del mundo: (ii) aún siendo así, sus herederos no tenían ese derecho; (iii)
aún admitiendo esto, no es posible fijar con certeza a quién corresponde
el derecho de sucesión y consecuentemente el de reinar, no habiendo
ley natural ni positiva que lo determinara; (iv) aún estando determinado,
se perdió conocimiento hace tiempo de cuál es la rama de Adán más
antigua. (rechazo de la naturalidad del orden político (modelo clásico)
porque:)
Si no se quiere pensar que todo gobierno existente es únicamente
producto de la fuerza o violencia, un dominio del más fuerte, reinando
perpetuamente el desorden, la maldad, las sediciones y rebeldías, será
preciso encontrar otro origen para los gobiernos, otra fuente para el
poder político y otro medio para designar las personas sobre las cuales
recae, distintos de los que enseña Sir Robert Filmer (acá parece que
Locke está usando un concepto de estado de naturaleza cercano al
‘estado de guerra’; además no es claro que si el origen es violento la
violencia se perpetúa. Filmer no dijo que la autoridad del poder político
está basada en la ley del más fuerte sino en la decisión de Dios. En
Patriarcha: no importa la corroboración empírica del carácter de sucesor
sino que siempre exista alguien que políticamente sea el sucesor.).
§ 2. Poder político poder de un magistrado sobre un súbdito, autoridad
de un padre sobre sus hijos, de un amo sobre sus criados, de un marido
sobre su esposa, de un señor sobre su esclavo, de un capitán de una
galera sobre los marineros. El gobernante no se dirige a seres por
naturaleza inferiores a él sino que se trata de una relación entre iguales,
por lo cual el único título de legitimidad es el consentimiento.
§ 3. Poder político = derecho de hacer leyes que estén sancionadas con la
pena capital y, por tanto, también con penas menores, para la
reglamentación y protección de la propiedad; y el de emplear las fuerzas
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razón: imagen del ser humano como centauro o el carro de los dos
caballos de Platón; es lo que hace libre al hombre.
§ 8. Así se llega a tener poder sobre otro, pero no arbitraria ni
absolutamente sino para castigar proporcionalmente a la trasgresión,
según lo dicten la serena razón y la conciencia, es decir, únicamente en
cuanto pueda servir para la reparación y la represión. El culpable, por
el hecho de transgredir la ley natural, viene a manifestar que con él no
rige la ley natural y de equidad común (se ha autoexcluido del género
humano; pasa a ser no humano, cambia de categoría ontológica; se
declaró irracionalmente irracional; usa la razón para el mal, la usa
irracionalmente.), que es la medida que Dios estableció para los actos
de los hombres, mirando por su seguridad mutua; al hacerlo se convierte
en un peligro para el género humano, (…) comente un atropello contra la
especie toda, y contra la paz y seguridad de la misma que la ley natural
proporciona: por el derecho que todo hombre tiene a defender la especie
humana, todos están autorizados a castigarlo (obstaculizando o
destruyendo), haciéndose ejecutores de la ley natural.
Dos dimensiones de la justificación de la pena: retributiva (reparación)
y educativa (represión). Delincuente = inhumano: religiosidad puritana.
Agresor en estado de naturaleza, más que pecador redimible es enemigo
del género humano, enemigo público, y merece la exclusión absoluta.
§ 9. Si no, ¿con qué derecho castiga un Estado a un extranjero por un
crimen cometido dentro del país? Para los extranjeros los soberanos son
hombres iguales a todos los demás y su poder es más el natural.
§ 10. Cuando se viola la ley natural, además de convertirse en un ser
dañino y degenerarse, de apartarse del género, de los principios de la
naturaleza humana, en general se daña a alguien, quien es dañado tiene,
además de a castigar, tiene el derecho especial (exclusivo) a exigir
reparación al causante. Y cualquier otra persona que piense que eso es
justo puede ayudarle a exigir indemnización al damnificado.
§ 11. En un Estado, el príncipe puede perdonar el castigo pero no
condonar la reparación: sólo el perjudicado puede hacerlo. El perjudicado
tiene la facultad de apropiarse de los bienes y servicios del culpable en
virtud del derecho de la propia conservación, y cualquiera tiene derecho
a castigar el crimen para evitar que vuelva a cometerse, en virtud del
derecho de proteger al género humano todo hombre tiene en el estado
de Naturaleza poder para matar a un asesino, a fin de apartar a otros a
cometer un delito semejante (para cuyo daño no existe compensación).
Este criminal ha declarado la guerra al género humano con aquella
violencia injusta. Puede en ese caso el matador ser destruido lo mismo
que se mata a un león o un tigre, o cualquiera de las fieras con las que el
hombre no puede vivir en sociedad ni sentirse seguro (Caín: “cualquiera
que me encuentre me matará”). De forma tan clara estaba escrita esa ley
en los corazones de todos los hombres (fórmula del innatismo
absoluto. No tenemos ideas innatas para Locke, salvo todo este libro: se
va del empirismo).
Lo que empíricamente es individual, metafísica y jurídicamente es
universal. La defensa de la guerra injusta es la guerra justa, vieja idea
medieval. Toda guerra es racional en lo que hace a la razón instrumental
operante en ella; pero además la guerra justa es racional en su
legitimidad (sustancialmente racional), contrario a la injusta. El castigo
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está mal lo que dice Filmer: libertad es hacer lo que quiero, sin estar
trabado por ninguna ley.
Aquí Locke se refiere al pasaje bíblico de Jefté. El razonamiento de Jefté
es: apelamos al cielo y fuimos a la guerra (israelitas: galaaditas
([shiboleth], ‘espiga’) vs. ephraimitas ([siboleth]): degollados en el vado.);
teníamos razón porque ganamos. Entonces Dios nos apoyó, nuestra causa
era justa.
§ 22. Verse libre de un poder absoluto y arbitrario es necesario para la
salvaguardia de un hombre. Al no tener el poder de acabar con su propia
vida, el hombre no puede concedérselo a otra persona (no habla de
poder físico, porque ése sí lo tiene; sino de un poder metafísico, jurídico-
natural). Luego, no puede hacerse esclavo ni someterse al poder
absoluto y arbitrario de otro, que le arrebatará la vida cuando le plazca,
por contrato o consentimiento. Pero quien ha perdido, por su propia culpa
y mediante un crimen, el derecho a su propia vida, puede encontrarse
con que aquel a quien agredió, aquel que puede disponer de su vida,
retrase el quitársela esclavizándolo.
§ 23. Esclavitud: prolongación de un estado de guerra entre un
vencedor legítimo y un cautivo.
Si somos libres e iguales, la esclavitud no puede ser legítima. No se
puede invocar como específico de la relación política el consentimiento
cuando este consentimiento también vale para una relación como la
esclavitud: si se lo invoca entonces un régimen análogo a la esclavitud
sería político (despotismo). Ni es racional esclavizarse ni tenemos
derecho a hacerlo.
El estado de agresor como no hombre puede ser revertido a partir de que
el vencedor vuelva a pactar con el vencido y termine el estado de guerra.
Como vencedor legítimo puedo hacer lo que quiera, puedo optar por
educar al agresor, si demuestra ser educable
Vivimos con el peligro del mal y la razón nos indica la solución: la
propiedad privada, porque reproduce una creatividad que nos ha hecho
dignos, y no meramente animales. a priori de este primer pacto, no al
revés).
La razón es el medio adecuado para el fin que consiste en preservar
nuestra vida: legitimidad y utilidad van de la mano; no puede ser algo
legítimo e inútil; ni útil e ilegítimo. La satisfacción de la racionalidad
económica (mayor productividad, mejor distribución) va acompañada por
la legitimidad del pasaje de la propiedad colectiva a la individual. Si la
condición de posibilidad de la propiedad privada fuera (i) o (ii), nadie
podría poner límites a los impuestos, al poder político. Locke, que todavía
mantiene un dualismo entre lo trascendente y lo inmanente, necesita que
la propiedad funcione con la fortaleza de una premisa indiscutible, por lo
cual la naturaliza y la hace depender directamente de lo trascendente: la
propiedad es distintiva de la humanidad. El ser humano aparece como
propietario de la Naturaleza, la propiedad es consustancial a su
existencia mismo: desde la Creación que es propietario.
El punto central del liberalismo es que la propiedad puede ser el
criterio regulador de la legitimidad del orden político, porque no necesita
de la idea de orden político para ser racionalmente firme, estable. Por eso
Hobbes no es liberal. Para Locke, en cambio, el soberano no es necesario
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mayores extensiones de tierras de las que cada cual puede servirse para
sí, mediante el arbitrio de recibir oro y plata y acordando que tengan un
determinado valor.
Al contrario de Hobbes y Rousseau, para Locke la prudencia del
soberano consiste en que lo que él imponga como reglamentación
(impuestos) a este dinamismo de la propiedad y del intercambio
mantenga una conformidad con el dinamismo natural; de otro modo, se
vuelve un déspota.
§ 51. El trabajo era título de propiedad de productos naturales, limitado
por el consumo de aquellos. Luego, no había razón para disputar por un
título de propiedad: se armonizaban el derecho y la convivencia. Era
inútil y fraudulento tomar más de lo que uno necesitaba.
Con el dinero:
La cosa se complica y comienza a resquebrajarse la armonía entre
el derecho y la convivencia: el dinero aporta también la nube negra
de la agresión.
Se rompen límites: (i) la obligación moral de consumir sólo lo
necesario y dejarle el resto a los demás comienza a ser superada y
confirmada con la acumulación de dinero; (ii) lo mismo sucede con
la limitación de la propia capacidad laborativa: no se puede
trabajar 24 horas, pero basta con que aparezca alguien que sólo
posee su cuerpo: puede usarlo como mercancía, como algo
destinado al intercambio; (iii) el límite de la muerte es superado
por la capacidad de dejar bienes en herencia: así se cumple con la
ley natural de preservar la especie humana, ayudando a la
descendencia a preservarse.
Se solidifica la sociabilidad natural extrapolítica, que es el a priori
trascendental respecto de la sociabilidad política. Con el dinero
Locke tiene una base firme para una filosofía de la historia en
términos de progreso racionalista y, a la vez, tiene el concepto que
le permite diseñar la racionalidad intrínseca de la convivencia
humana y, por ende, la meta de esa historia.
La lógica de la propiedad privada alcanza un mayor grado de
independencia con respecto a la empiria. Recién soy yo propietario
cuando los otros propietarios entablan conmigo relaciones
dinerarias. Si no, todo queda librado a la empiria de saber dónde
termina tal o cual terreno. Antes de la aparición del dinero reina
una nebulosa sobre qué es de cada uno.
La idea de sociabilidad de Aristóteles conlleva una restricción al
dinamismo propio de lo económico; este dinamismo no tiene la capacidad
de erigirse en fundamento del orden justo porque está el peligro de que
se corrompa y devenga crematística. Para Locke lo económico sí es el
fundamento del orden justo. El problema es el límite entre la acumulación
sensatamente previsora y la acumulación por el mero hecho de acumular.
La respuesta la dará Adam Smith: acumulen invirtiendo.
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Hasta aquí sólo hubo relaciones naturales, no poder. Ahora encara esta
cuestión, aquella en la que una voluntad obliga a otra a determinadas
conductas. En este capítulo polemiza con Filmer.
§ 52. Crítica al término “poder paternal” por dar a entender que el poder
de los progenitores se sitúa por competo en el padre. Si consultamos la
razón o la revelación, veremos que la madre tiene un poder igual (4to
mandamiento, por ejemplo).
§ 53. Esto prueba que no tiene sentido llamar “poder de dominio absoluto
y autoridad real” a este poder. Muchos intentan derivar el poder y
autoridad de una sola persona de este poder “paterno-materno”.
§ 54. Con “todos los hombres son iguales por naturaleza” no me refería a
toda clase de igualdades: algunos son superiores en facultades, méritos,
por nacimientos, alianzas, beneficios, etc.. Pero todo es compatible (…)
con la igualdad de todos los hombres, cuando se trata del derecho
de jurisdicción o de la autoridad que un hombre puede ejercer
sobre otro. Igualdad a la cual se refería = derecho que todos los
hombres tienen a su libertad natural, a no estar sometidos a la voluntad
de otros.
§ 55. Los niños no nacen en la plenitud de ese estado de igualdad sino
que nacen para llegar a ella. Los padres tienen sobre ellos un derecho de
gobierno y jurisdicción pasajeros, y sirven para protegerlos durante la
debilidad de la infancia; los lazos se aflojan a medida que crecen.
§ 56. Todos los padres y madres están obligados por ley natural a
defender, alimentar y educar a los hijos, que no son obra suya sino de
Dios, ante el cual responden de aquéllos.
§ 57. Contrario a Adán, sus hijos llegaron ignorantes, sin el uso de la
razón; y por ello no se encontraban inmediatamente sometidos a esta ley,
porque nadie está sometido a una ley que no ha sido promulgada para él
(y el la razón la que la promulga). Al no estar inmediatamente sometidos,
no eran de inmediato libres. La ley, tomada en su verdadero concepto, no
equivale a limitación sino a dirección de un agente libre e inteligente
hacia su propio interés, y sólo manda lo que conviene al bien general de
los que están sometidos a ella: (…) la finalidad de la ley no es
suprimir o restringir la libertad sino lo contrario: protegerla y
ampliarla. Donde no hay ley los hombres no pueden librarse de la
presión y de la violencia de los demás, que es en lo que consiste la
libertad. Libertad no es “hacer cada cual lo que se le antoja” sino que
cada cual tenga libertad para disponer como quiera de su persona, actos,
bienes y todo lo que es suyo, sometiéndose a lo que ordenan las leyes
bajo las que vive, para no verse sometido a la voluntad arbitraria de otro.
§ 58. Luego: la autoridad de los padres sobre sus hijos proviene de la
obligación de cuidarlos y desaparece cuando éstos desarrollaron su
razón, pues ya no es necesario el cuidado. El hombre no puede tener
voluntad propia a la que acomodarse mientras no disponga de
inteligencia para dirigirla. Quien está obligado a usar su inteligencia a
favor del niño debe también ejercer la voluntad en lugar de éste.
§ 59. ¿Qué es lo que liberó a un hombre de la ley natural? (= ¿qué es lo
que le dio facultad para disponer libremente de sus bienes siguiendo su
propia voluntad dentro de los límites de esa ley?) La madurez, que
permitió suponer que tenía capacidad para conocer esa ley, pudiendo así
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actuar dentro de los límites de aquélla. Antes debe ser guiado por alguien
que conozca los límites de esa ley. ¿Qué libró a un hombre de la ley de
Inglaterra? El tener capacidad para conocerla, cuando ha cumplido los 21
años. Lo que hizo libre al padre, también lo hará al hijo, en ambos casos.
Iluminismo: debe primar la razón; pero mientras no todos la tengan
desarrollada igual, hay que educar; y si es necesario que sea a la fuerza,
será a la fuerza. En Locke está ya operando in nuce la filosofía de la
historia de la segunda mitad de los siglos XVIII y XIX (no es casual que
todos estos grandes pensadores sean profesores privados): el paradigma
pedagógico. Reprochan a la Iglesia su pretensión de ser tutora porque
ellos son los racionales, y los eclesiásticos no.
§ 60. Si debido a deficiencias (locos e idiotas) no se le reconoce a un
hombre nunca la capacidad de ser libre, no se le deja entonces que
disponga libremente de su voluntad; carece de inteligencia para guiarla.
Siempre necesitan tutores, y es obligación de los padres hacerlo hasta
donde puedan.
§ 61. (Libertad racionalidad) Lo dicho pone en evidencia la diferencia
entre el “derecho de paternidad” y la monarquía.
§ 63. La libertad del hombre, la potestad de obrar siguiendo su propia
voluntad, se fundamenta en que está dotado de razón y en que ésta puede
instruirlo en la ley por la que ha de gobernarse.
§ 64. Fin (y alcance) del poder paternal: imponer disciplina para la salud
del cuerpo y rectitud de la mente, para estar en condiciones de ser de
máxima utilidad a sí mismos y a los demás. La madre comparte este
poder con el padre.
§ 65. Esta autoridad no corresponde al padre por un derecho especial de
Naturaleza sino sólo como tutor de sus hijos: cuando se despreocupa por
ellos pierde su autoridad. Autoridad obligación.
El poder paternal sobre los hijos es pasajero y no alcanza ni su vida ni
sus bienes ni su libertad (estos dos últimos sólo cuando ya llegó a los
años de la discreción). Desde este momento el padre tiene tanto poder
para disponer de la libertad de su hijo como de la de cualquier otro
hombre. Luego es muy distinta de una jurisdicción absoluta y perpetua
aquélla a la que el hombre puede sustraerse.
§ 66. La libertad del hijo no le exime de honrar (respetar, agradecer y
ayudar) a sus padres, como indican Dios y la ley de Naturaleza. Pero esto
es diferente de la obediencia y sumisión absolutas.
Con la Reforma, con la expulsión de los católicos, con el
establecimiento de una Iglesia de Estado donde el momento individual es
muy fuerte, aparece la sustitución individualista de estos deberes de
caridad (educar y criar niños; cuidar a los padres ya mayores). Locke está
secularizando en términos de racionalidad individual lo que hasta ese
momento era pensado en términos de comunidad (eclesiástica).
§ 67. Es posible que la mayor parte de los errores sobre este asunto haya
provenido de confundir el poder del padre durante la minoridad del que
tiene de ser honrado por sus hijos toda la vida. El primero constituye un
derecho de los hijos y un deber de los padres, más que una prerrogativa
del poder paterno. Y aunque esa obligación lleva inherente el poder de
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encontrar mejor árbitro que el hombre que a todos ellos había alimentado
y criado y que por todos ellos sentía cariño? Era más protección que
coerción.
§ 76. Así, mediante una mutación insensible, los padres se convirtieron
en monarcas de sus familias, dejando herederos, y echaron los
fundamentos de los reinos hereditarios o electivos. Pero si esto se usa
para probar el derecho natural de los padres a la autoridad política,
deberemos también concluir que sólo los príncipes deben ser sacerdotes,
porque antes siempre lo era el pater familias dentro de cada familia.
Doble eje argumental: por un lado, el poder político tiene una base de
sustentación propia y distinta del poder paternal. Por otro, aun cuando
quisiera tirarse una línea de legitimación (antecedentes) desde el poder
paternal al poder político, lo específico del poder paternal no justifica un
poder político despótico. (i) El poder paternal no es unipersonal (madre y
padre): allí ya tiene que haber algún tipo de consentimiento, dado que los
dos tienen el mismo derecho; (ii) el poder paternal no es despótico: los
padres no pueden hacer lo que quieran con sus hijos. Luego, el poder
político no puede derivar del paternal; y si queremos ver una continuidad
en la historia, tendremos que los rasgos del poder paternal no justifican
un poder político absoluto.
Los teóricos del individualismo comienzan a tener dificultades cuando
tienen que diseñar constituciones. Mientras teorizaban, toda la verdad
estaba centrada en el individuo, pero llegados al poder se encuentran con
que tienen que poner salvedades. Cuando determinadas situaciones
sociales naturales han dificultado el desarrollo de la razón, se va a inferir
que la restricción en los derechos civiles tiene que guardar correlación
con esta diferencia, que no es esencial, en el concepto, de iure, pero sí de
facto. Aparecen así figuras (jerarquías) para llenar los espacios vacíos,
productos de la destrucción que ellos mismos generaron.
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Queda claro que el nuevo árbitro es, ante todo, poder legislativo. ¿Por
qué no está claro aquí que Locke esté diciendo que hay que nombrar un
poder legislativo constituyente, que dicte una constitución, que
marque las reglas de funcionamiento del poder legislativo ordinario?
Recién cuando termina la tarea del poder legislativo constituyente
comienza la del legislativo ordinario. Locke está teorizando sobre el
poder constituyente, sobre el que decide de abandonar el estado de
naturaleza para vivir políticamente; pero al mismo tiempo, lo que dice
vale para el poder legislativo ordinario.
Contrario al de Hobbes, el poder constituyente en Locke no desaparece,
sino que siempre está allí, dispuesto a aparecer cuando el régimen se
vuelva despótico.
El momento inicial es complicado: el acto de conformación de una
comunidad política es completamente unánime y conlleva una serie de
pasos absolutamente pegados al momento inicial, como la determinación
del criterio para la promulgación de una ley. La decisión de cómo se van a
tomar las decisiones políticas también debe ser unánime. Y aquí hay que
elegir entre varios criterios, uno de los cuales es la unanimidad, y el más
sensato es el de la mayoría. Luego hay que decidir si hay un ejecutivo
separado o no del legislativo, etc.. De todo esto (constituyente) es de lo
que está hablando Locke, expresando lo que será la figura por excelencia
de la revolución moderna: el poder constituyente.
Se logra así que lo que antes era mera obligación natural, a saber: que el
que agrede a un miembro de la comunidad está agrediéndola toda, se
articule institucionalmente. Ya no simplemente los más cercanos van a
sentir la obligación moral de ayudarme frente al agresor sino que todos
vamos a pagar impuestos para que la policía nos proteja: se
institucionaliza esta obligación del derecho natural.
§ 88. El Estado dispone de dos poderes (los mismos a los cuales
renuncian los individuos al conformarlo): fijar el castigo que habrá de
aplicarse a las distintas transgresiones (hacer leyes) y castigar (paz y
guerra). Ambos están encaminados a la defensa de la propiedad de los
miembros de la sociedad. Ése es el origen de los poderes legislativo y
ejecutivo, que tienen que juzgar, de acuerdo con las leyes establecidas, el
castigo a los culpables de una falta dentro del Estado, y apoyándose en
las circunstancias de hecho, el modo de vindicación de atropellos desde
el exterior (el poder ejecutivo es también federativo, porque se ocupa
de las relaciones exteriores y de la defensa contra, y el castigo al, agresor
externo). En ambos casos puede solicitar la fuerza de todos sus
miembros.
La legislación civil no agrega contenido a la legislación natural; sino el
castigo al que la viola. Éste es el plus político: así vemos cómo la política
depende de la economía. Del momento constituyente se sigue que el
soberano es el poder legislativo.
La norma no se aplica por sí sola, necesita de alguien que la aplique.
Forma parte de la libertad del ser humano que cada violación de la ley
sea única, y que alguien tenga que ser responsable de categorizarla.
Locke arraiga las instituciones civiles en los derechos naturales: el poder
legislativo en la preservación de la propiedad (vida, libertad y bienes); y
el ejecutivo en el derecho a castigar al agresor de mi propiedad. Pero el
aspecto verdaderamente creativo de la sociedad civil está más en el
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Lo que quiere decir Locke en esta parte del capítulo es que la lógica de la
convivencia jurídica es racional sólo cuando concede espacio suficiente a
la resistencia al gobierno ilegítimo. La objeción de que siempre nacemos
bajo un régimen político quita espacio argumentativo a la idea de
resistencia como actitud conforme al derecho civil. En Hobbes la
resistencia sólo obedece al derecho natural. En Locke, en cambio, la
resistencia responde a la ley natural y a la ley civil: el agresor es siempre
el que ejerce indebidamente la ley civil, no el que se rebela. Este tipo de
objeción dificulta la racionalidad de la resistencia.
Libertad natural: libertad para producir e intercambiar siguiendo
exclusivamente las leyes naturales; y también para el gesto formativo
productivo de orden político, el gesto unánime para conformar un poder
constituyente y un cuerpo político.
§ 119. ¿Qué se entiende por declaración suficiente del
consentimiento de un hombre para someterse a las leyes de un
determinado gobierno? Tenemos consentimiento expreso, con el cual
todo bien, y tácito, con el cual tenemos dudas: ¿hasta qué punto se
considerará que una persona ha consentido? Cuando tengan bienes
territoriales o disfruten de una parte cualquiera de los dominios
territoriales del gobierno: ya sea propietario, esté ahí una semana o viaje
libremente por la ruta.
§ 120. Desde el momento en que un hombre (libre) se incorpora a un
Estado, anexiona y somete a la comunidad todos los bienes que ya posee
y los que podrá adquirir, siempre que no dependan de otro gobierno,
porque se entra en sociedad con otros para la seguridad y la
reglamentación de la propiedad.
§ 121. Como la jurisdicción directa del gobierno alcanza la tierra (no se
les ocurra a los señores de la tierra negarse a pagar impuestos) y al
propietario sólo en tanto vive en dicho Estado y la disfruta, la obligación
que éste tiene para con aquel gobierno comienza y acaba con el disfrute
(ponele que heredó: se la tiene que bancar y someterse mientras disfrute
las tierras al gobierno donde ellas se encuentran). Si las vende o
abandona queda en libertad de marcharse, incorporarse a otro Estado o
constituir uno propio. En cambio, quien una vez consintió mediante
declaración expresa formar parte de un Estado, se encuentra en
obligación perpetua de seguir perteneciendo a él, y ya no puede volver
nunca a la libertad del estado de Naturaleza, salvo que el Estado se
disuelva.
Cuando se es propietario de la tierra, se acota la propia naturaleza
universal. La tierra no es una auténtica mercancía; es una propiedad
inmobiliaria, no mobiliaria. La sustancialidad física de la tierra incide en
la dimensión económica y en la dimensión civil del objeto tierra. La
incidencia en la dimensión civil consiste en que sería absurdo fundar
consensuadamente un orden político con respecto al cual cada
propietario de tierra pudiera despojarlo de su territorio; porque un orden
político sin territorio no es un orden político: hay jurisdicción directa
sobre él.
§ 122. Pero el simple hecho de disfrutar de la tierra dentro de un Estado
no convierte a un hombre en miembro de esa sociedad, ni en súbdito
permanente. Ahora bien, mientras resida allí está obligado a cumplir sus
leyes y a someterse al gobierno establecido allí. Nada puede hacer a un
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§ 179. (iii) El conquistador legítimo adquiere poder sólo sobre los que de
una manera efectiva aportaron su ayuda a la fuerza injusta que luchó
contra él, o que al menos aprobaron ese empleo, porque el pueblo no ha
otorgado a sus gobernantes el poder de cometer injusticias como la de
hacer una guerra injusta, porque jamás poseyó un pueblo poder
semejante.
Del mismo modo, el pueblo no es responsable de la violencia u opresión
que puedan ejerzan los gobernantes contra el pueblo mismo o parte de él.
§ 180. Si bien (ii) es inusual, la manera de proceder de los fuertes y
poderosos, por universal que sea, rara vez es la norma del derecho.
§ 181. Lo que coloca a un hombre en estado de guerra con otro (lo que
da derecho a otro sobre su vida) es el empleo injusto de la fuerza. Al
apartarse de la razón, norma interhumana, recurriendo a la fuerza,
norma de las bestias, se expone a ser muerto por aquél contra el cual la
emplea, como si fuera una fiera salvaje.
§ 182. Pero los hijos no son responsables por las faltas del padre., y éstas
no han de comprometerlos. Entonces siguen en posesión de los bienes de
sus padres para no perecer. Tal vez pueda haber cierto derecho de
indemnización, pero siempre bajo reserva de los derechos que tienen la
esposa inocente y sus hijos. De lo contrario, el conquistador legítimo se
convertiría en un ladrón.
§ 183. El vencedor puede apoderarse de los bienes y servicios del
vencido para indemnizarse, pero no de los de la familia, porque no le
pertenecen. Y si no alcanzan para las dos cosas, primero están los que
tienen la necesidad más apremiante (que Locke asume que está en la
familia).
§ 184. Y aún suponiendo que es justo que tome todo lo necesario para la
indemnización, no tiene derecho sobre el país conquistado, que vale
mucho más que las pérdidas que puede haber tenido (algunas cosechas;
la moneda tiene valor imaginario). Cuando un vencedor arrebata tierras o
bienes a un vencido es sólo por fuerza bruta, no tiene derecho. Si
decimos que por eso mismo lo tiene entonces nos queda una máxima
universalizada horrible: el más fuerte tiene siempre derecho a apropiarse
de lo que le apetece.
§ 186. Si el gobierno anterior se disuelve, los inocentes son libres de
iniciar otro. Frecuentemente el vencedor los obliga a someterse a su
gobierno a punta de espada. Lo que se discute es si tiene derecho a
hacerlo. Si se dice que se someten a voluntad, entonces la pregunta es si
las promesas arrancadas a la fuerza son consentimiento y obligan: no lo
hacen. Porque si alguien me arranca algo a la fuerza me sigue
perteneciendo y tiene la obligación de devolvérmelo: la ley de naturaleza
sólo obliga dentro de las normas que ella prescribe.
§ 187. El gobierno impuesto de un vencedor sobre los vencidos que no
participaron de la guerra no obliga.
§ 189. Si todos participaron, sus vidas están a merced del vencedor, pero
no las de sus hijos. Como el padre no tiene derecho sobre la vida y
libertad de su hijo, ninguno de sus actos puede implicar su pérdida.
Sobre los hijos el vencedor no puede tener soberanía si no es por su
propio consentimiento.
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§ 206. (ii) Este privilegio del rey no impide que los que emplean
injustamente la fuerza sean cuestionados, ni aún siendo sus
comisionados, porque el rey no tiene la autoridad para autorizarlos a
actuar contra la ley: su autoridad le fue conferida únicamente por la ley.
§ 207. (iii) Aún cuando el primer magistrado no goce de un carácter
sagrado, si la parte perjudicada puede evitar el atropello o conseguir que
se le otorguen reparaciones recurriendo a la ley no es necesario para que
emplee la fuerza, que sólo es necesaria cuando no se puede apelar a la
justicia: sólo así coloca en estado de guerra con el perjudicado y da, por
tanto, legalidad a la resistencia que se ofrezca.
§ 208. (iv) Si la tiranía no va más allá de unos casos particulares, aunque
los damnificados tengan derecho a resistirse usando la fuerza, no es fácil
que tal derecho los lance sin titubear a una lucha en la que seguro
sucumben (porque el conjunto del pueblo no tiene interés en esa pugna).
§ 209. Pero sí está en peligro el gobierno cuando despierta recelos
constantes en los súbditos (porque joden a la mayoría o porque joden a
unos pocos pero eso constituye una amenaza para todos). Pero se
buscaron éste, el mayor de los peligros, porque es imposible que esto les
pase si se preocupan verdaderamente del bien de su pueblo, ya que éste
sentiría tales propósitos.
§ 210. Pero si todo el mundo advierte corrupción, favores, abuso de
prerrogativas, arbitrariedad en el poder, etc., cuando una larga cadena de
hechos pone al descubierto propósitos idénticos (Jacobo II), nadie podrá
dejar de juzgar en su interior el cariz que llevan las cosas, y preocuparse
de buscar el medio de salvarse de sus peligros.
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En Locke el pueblo está representado por el soberano, pero éste tiene
que siempre mirar al pueblo buscando aprobación: hay una identidad
pero a condición de que el soberano respete la ley natural (subsiste la
doble interpretación de esta ley: la del legislativo y la del individuo). En
Hobbes, en cambio, hay una identidad mayor: el Leviatán es autor y actor.
Para Rousseau, para que esa identidad sea verdaderamente tal hay que
estar en el espacio político en primera persona, pero la identidad también
es absoluta.
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