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Una vida intensa

Deseo

Nietzsche y la filosofía

p. 66 (del texto): No se deben comparar las fuerzas abstractamente; la fuerza concreta, desde el
punto de vista de la naturaleza, es la que va hasta las últimas consecuencias, hasta el límite de la
potencia o del deseo.

Grieta

Deleuze comienza la vigésimosegunda serie de Lógica del Sentido citando a Fitzgerald:


“Evidentemente, toda vida es un proceso de demolición” (Fitzgerald, 1936 en Deleuze, 1969, p.
180). Deleuze comenta: “Pocas frases resuenan tanto en nuestra cabeza con ese ruido de martillo”
(p. 180). Según dice, esa frase resume una constante de la obra de Fitzgerald:

“Aquí un hombre y una mujer, parejas (¿por qué parejas si no es porque se trata desde ya de un
movimiento, de un proceso definido como el de la diada?) que tienen todo para ser felices, como se
dice: bellos, encantadores, ricos, superficiales y llenas de talento. Y luego algo pasa, que hace que
se rompan exactamente como un plato o un vaso. Terrible mano a mano de la esquizofrénica y del
alcohólico, a menos que la muerte no se los lleve a los dos.” (p. 180)

Proceso

En El Anti-Edipo Deleuze y Guattari (1973) dedican ciertos pasajes a dar cuenta de un cierto
proceso que se evidencia en la literatura anglo-americana. La literatura

“de Thomas Hardy, desde Lawrence a Lowry, desde Miller a Ginsberg y Kerouac, hombres que
saben partir, perturbar los códigos, hacer pasar flujos, atravesar el desierto del cuerpo sin órganos.
Atraviesan un límite, hacen estallar un muro, la barra del capitalismo. Se cierra el impase
neurótico- el papá-mamá de la edipización, América, el retorno al país natal –o bien la perversión
de territorialidades exóticas, y luego la droga, el alcohol- o peor incluso, un viejo sueño fascista.
Jamás el delirio ha oscilado mejor de uno de sus polos al otro” (p. 158).

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