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El Palacio Real de Madrid, según fernando Brambilla, pintor de cámara de Carlos IV.
Los monarcas podían ver desde allí incluso –en las jornadas más
claras- el monasterio del Escorial, también dependencia regia,
gozando a la par del paisaje y de su opulencia.
La entrada del palacio es por la fachada sur, de la Plaza de la Armería. Foto guiarte.
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Salón de Columnas. Pintura de Giaquinto. El Sol anima a las fuerzas de la naturaleza. Foto
guierte. Copyright
Sabattini ideó esta estancia como sala de fiestas, pero Carlos III
prefirió ubicar allí a la guardia personal
Esta sala, que maravilló a todo tipo de visitantes, era llamada salón
de Besamanos, lugar de audiencias y de la despedida final, pues
aquí se exponía el cadáver del rey hasta ser llevado al panteón de El
Escorial.
El lado oeste
Ya, en la parte oeste del palacio, la sala siguiente, Tranvía de
Carlos III, se llama así por su forma estrecha y alargada, y da paso
al llamado Salón de Carlos III, dormitorio de aquel rey y lugar de
su defunción, con notable pintura en la bóveda, de Vicente
López.
En la parte norte
El recorrido de los visitantes se dirige seguidamente a la galería
principal desde la que se puede contemplar el patio interior del
palacio. Esta galería permitía el acceso a las distintas
dependencias de los personajes reales, a través de las
antecámaras.
Las techumbres tienen una mayor suntuosidad que los altares en la Real Capilla, detalle.
Foto guiarte. Copyright
Vista del patio interior, con la cúpula de la Real Capilla, desde la galería del éste. Foto
guiarte. Copyright
De vuelta a la galería corredor, la visita prosigue, en la zona este,
donde se muestran algunas de las piezas que no dan a la fachada,
sino que reciben la luz directamente del patio.
Durante la Edad Media, era habitual que las armaduras del rey se
acabasen vendiendo o entregándolas a algún centro religioso, para
encargar misas por su alma y pagar los gastos de las ceremonias
fúnebres.
Con Carlos V ya no ocurrió esto. Felipe II
las trajo a Madrid en 1561. Tal cambio
ha permitido llegar hasta nosotros un
completísimo y valioso muestrario de
armaduras del emperador y de sus
propios caballos.
Y los jardines
Completando este recorrido, hay que hablar de los Jardines.