You are on page 1of 10
la piel se hereda, ni por hablar de la raza blanca, la negra o la amarila, En racista se toma el discurso racial cuando sucumbe a dos falacias, una moral y otra cientifica. No marcar diferencias entre in- dividuos y grupos y no dudar de la marcha del progreso son normas que, mas o menos tacitamente, han gra~ vitado como un tabi cultural sobre buena parte del Pensamiento del ditimo medio siglo. Ne ®s racista por tomar nota de que el color de El legendario ensayo de Claude Lévi-Strauss “Raza © historia” constituye un impresionante y revolucionario manifiesto sobre la dialéctica de las ideas de progreso y diversidad cultural. Veinte afios mas tarde, completé y ‘matiz6 su perspectiva con “Raza y cultura". Ediciones Catedra reune por primera vez estos dos trabajos como libro en el presente volumen {SBN a4-376~1188-1 ° Ul | 1 Raza y cultura Hablar de la contribucién de las razas humanas a la civilizacién mundial podria causar sorpresa en tuna serie de capitulos destinados a luchar contra el prejuicio racista. Seria vano haber consagrado tanto talento y tantos esfueraos en demostrar que nada, en el estado actual de la ciencia, permite afirmar la'su- Perioridad o inferioridad intelectual de una raza con respecto a otra, si solamente fuera para devolver su- brepticiamente consistencia a la nocién de raza, queriendo demostrar asi que los grandes grupos ét. nicos que componen la humanidad han aportado, ex ‘tanto que tales, contribuciones especificas al patrimo- ni comin, Pero nada més lejos de nuestro propésito que una empresa tal, que tinicamente Ilevaria a formular la doctrina racista a Ia inverse, Cuando se intenta ca- racterizar las razas biolégicas por propiedades psico- “Togicas particulares, uno sealg-tanto de la verdad ‘ientifica definiéndolas de manera it no ‘egativa. No hay que olvidar que Gobineau, a quien Trhidtoria hy hecho et pad He lav teowlay races, iio concebia sin embargo, la «desigualdad de Tas as humanas» de manera cuantitativa, sino cualitati- 39 vva: para él las grandes razas primitivas que formaban ‘Ta humanidad en sus comienzos —blanca, amarilla y ‘Regra— no eran tan desiguales en valor absoluto ‘como diversas en sus aptitudes particulares, La tara de la degeneracién se vinculaba para él al fenémeno del mestizaje, antes que a la posicion de cada raza en una escala de valores comiin a todas ellas, Esta tara_ ba igar a la humanidad ente- c stincion dé raza, a un mestizaje ‘cada vez mas estimulado., Pero el pecado original de Ta antropologia consiste en la confusién entre la 1 cin puramente biol6gica de raza (suponiendo ad. ds, que iri¢luso en este terreno limitado, esta no- cién pueda aspirar a Ta objetividad, lo que la genética moderna pone en duda) y las producciones sociol6- icas y psicol6gicas de las culturas humanas. Ha Bas- tado a Gobineau haberlo cometido, para encontrar se encerrado en el circulo infernal que conduce de un error intelectual, sin excluir la buena fe, a la legi- timacién involuntaria de todas las tentativas de dis- criminacion y de explotacién. Por eso, cuando hablamos en este estudio de la contribucién de las razas humanas a la civilizacion, ‘no queremos decir que las aportaciones culturales de Asia o de Europa, de Africa ode América sean dni cas por el hecho de que estos continentes estén, en conjunto, poblados por habitantes de origenes racia- les distintos. Si esta particularidad existe —lo que ‘no es dudoso— se debe a circunstancias geograficas, historias y sociolégicas, no a aptitudes distintas li- gadas a la constitucién anatémica o fisiol6gica de los negros, los amarillos o los blancos. Pero nos ha parecido que, en la medida en que esta serie de capitulos intentaba corregir este punto de vista negativo, corria el riesgo a la vez de relegar a tun segundo plano un aspecto igualmente fundamen- 40 tal de la vida de la humanidad: a saber, que ésta no se desarrolla bajo el régimen de una monotonia unifor- me, sino a través de modos extraordinariamente di- versificados de sociedades y de civilizaciones. Esta diversidad intelectual, estética y sociologica, no esta unida por ninguna relacién de causa-efecto a la que Salo onal pli talaga, ee ees aap observables de agrupaciones humanas; son paralelas solamente en otro terreno. Pero aquella diversidad se distingue por dos ca- racteres importantes a la vez. En primer lugar, tiene otro orden de valores. Existen muchas mas culturas humanas que razas huinanas, puesto que las prime- “Tas se cuentan por millares y las segundas por unida- des: dos culturas claboradas por hombres que perte- Recen a la misma raza iferir tanto o mis, ue dos culturas que dependen de grupos raci te alejados. En segundo lugar, a Ta inversa de la ‘versidad entre las razas, que presenta como principal. interés el de su origen y el de su distribucion en el es- Ta diversidad entre Tas culturas plantea num fosos problemas, porque uno puede preguntarse si ur euestion consetuye una ventaja-o un inconve- fiente para la humanidad, cuestion general que, por Sipuesto, se subdivide en muchas otras. “Tal fin'y-al cabo, hay que preguntarse en qué con- siste esta diversidad, a riesgo de ver los prejuicios ra- cistas, apenas desarraigados de su base biolégica, re- acer en un terreno nuevo. Porque seria en vano ha- ber obtenido del hombre de la calle una renuncia a atribuir un significado int de tener la piel negra o do; por no mencionar ofr bree afereainmediatamente por experiencia praba- dar si no existen aptitudes raciales. innatas, como Saplicar que la civilizacion desarrollada por &f hom “1

You might also like