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8.

El líder es un original

No existe una tipología de líder a seguir; intentar encasillar a un líder


dentro de una serie de características para imitar su éxito es un terrible
error. Abundan las teorías que insisten en vender al ejecutivo de éxito, el
cual responde a ciertos requisitos establecidos por los teóricos. El líder, al
igual que todo ser humano, es único y singular; puede ser gordo,
chaparro, hombre o mujer, bonito o feo, con buen carácter o no tan
bueno, etcétera.

La persona que aspire a ser líder lo primero que tiene que hacer es
borrarse para siempre la idea de que existe una tipología “ideal” para ser
líder. Todos los seres humanos tenemos el potencial suficiente para ser
líder, pero también contamos con las debilidades que pueden impedir
serlo, por lo que es imposible ajustarse a un patrón.

La revista estadounidense de negocios Fortune, publicó un trabajo


estadístico muy singular acerca de los 800 ejecutivos mejor pagados de
Estados Unidos y establecía que en conjunto estos ejecutivos ganaron en
un año alrededor de mil millones de dólares. Por supuesto, cada dólar
pagado a estas personas produjo 250 en ventas, lo que quiere decir que
se trata de ejecutivos altamente productivos. Curiosamente, en ese
estudio estadístico de Fortune no se pudo precisar una tipología común;
detrás de esos hombres no se encontró a un “superman” con
características que pudieran servir de guía a otros para dominar el mundo
de los, negocios.

Si usted aspira a ser un líder, lo primero que tiene que hacer es


aceptarse tal como es; acepte por igual sus potencialidades y sus
debilidades.
Desarrolle sus potencialidades; recuerde que acostumbramos pasar
toda la vida fijándonos sólo en el error. Si uno de nuestros hijos es, por
ejemplo, flojo en matemáticas y obtiene malas calificaciones, lo ponemos
a estudiar matemáticas día y noche; pero si el chico tiene un gran talento
musical jamás lo apreciamos. Por favor, deténgase un instante ante sus
hijos y piense: ¿Cuáles son sus potencialidades? ¿Cuáles son sus
habilidades?, y dedíquese a estimularlas e impulsarlas.

El líder de Excelencia no se apoya en las debilidades de sus seguídores;


se apoya en sus propias potencialidades. Ahí está el secreto de un gran
líder: en que busca la expresión máxima de cada subordinado y con ella
hace una auténtica obra maestra.

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