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Por:EMMANUEL THEUMER
Amor mio
Tu no te vas
(…)
Vuelve
No quiere recordan
No queire recordan
Gipsy King
En Donna Haraway: Story Telling for Earthly Survival (D.H. Contando historias para la
élgica, 2017) nos iniciamos en los pasos de una niña
supervivencia de la Tierra, B
señalizada por el cristianismo e hija de la conquista, así se presenta, interesada por los
acelerados exterminios, extinciones y genocidios de la Tierra. El documental sobre
Haraway no podía estar hecho sino es a través de retazos, de historias entretejidas con
otras historias, de un plano que va de las profundidades del océano a Santa Cruz de
California, de su carismática sonrisa a la penumbra de la luna, de un cuarto de habitación
a las vibraciones de las paredes respiratorias de Cayenne, compañera canina, a quien va
dedicado este film a modo de homenaje póstumo.
Comienza con un corte transversal de la Haraway que conocemos desde sus primeros
escritos: las perfectas dentaduras gesticulantes de sus estudiantes de posgrado la
conducen a una investigación de la ortodoncia dental la cual, nos enseña, se construyó
sobre una norma mandibular mítico-racial, la de los rostros esculpidos de los dioses
griegos. Un patrón de mordedura que nunca existió hasta su comercialización como
signo de distinción social. Esta es la Haraway reconocida por su curiosidad hechizante,
dueña de una erudición que resiste límites disciplinares y no teme al colapso, al ruido
intencionado, a la implosión, al con-tacto de las criaturas de la tierra, humanos y
no-humanos, animistas, máquinas y organismos. Esa es la resistencia quimérica que
arengó en su célebre “Manifiesto para Cyborgs. Ciencia, tecnología y feminismo
socialista a finales del siglo XX” (1985) para todas las identidades fracturadas en un
tiempo también mítico, finales del segundo milenio cristiano. Este manifiesto feminista
insistió en la conexión, la experimentación y en la apertura antes que en la aclamada
muerte del sujeto. En parte, tal insistencia es articulada políticamente en la fotografía
seleccionada para promocionar el documental, en la que se la ve rodeada de medusas y
haciendo fingery-eyes, emulando una suerte de gafas con sus manos. Inspirada en la
cualidad háptica de los tentáculos, a Haraway le interesa construir conocimiento fuera de
la mirada objetivante de la modernidad y abriendo, conectando, expandiendo,
saboreando a través del con-tacto con eso no siempre definido de antemano que llama
“otredad significativa”. Algo muy diferente a las extendidas iconografías feministas que
empuñan un brazo, al estilo Yes, we can, pero también a la centralidad cis-esencial de la
vulva que forma la unión de dos manos.
Desde el Chthuluceno Haraway se resiste a caer en un nuevo Anthropos, esta vez bajo
la forma de un relato secularista del apocalipsis entendido como pérdida del Hogar, y
propone una figura crono-tópica que enfatiza en la resistencia y la disidencia pero
también en la co-habitación. No se trata tanto de rechazar a los humanos como
desentrañar el hecho de que las narrativas del “antropos” desdibujan responsabilidades e
implicancias: no todas somos el 1% de la población mundial que detenta el capital, ni
nunca todas hemos sido humanas en variados relatos de “humanidad”. En el
Chthuluceno hay una preocupación por una verosímil estimación demográfica, la de que
llegaremos a ser 11 billones de personas humanas superpoblando la Tierra a fines del
siglo XXI. Aquí Haraway delinea los términos de una difícil eco-justicia reproductiva que
articula en términos de la generación de parentescos entre seres significativxs antes que
en la reproducción de poblaciones humanas. No dudo que tales cuestiones puedan
agregar páginas a las recientes políticas feministas por el 99%.
Story Telling nos enseña que este no es el final del mundo pero sí el fin de algunas
formas de vida incluida muy probablemente la autoextinción de la especie humana. El
Antropoceno también llamado Capitaloceno o Plantationoceno (y de modo minimalista,
capitalismo tardío) se trata de un evento límite en la historia de la Tierra que de momento
ocupa a grupos ecologistas, reuniones de salón en Naciones Unidas, fe en un estado
capitalista-desarrollista con rostro de género, pero también la construcción de refugios y
de lo común. Aquí entra en juego la tarea de las hijas del compost.
Tú no te vas
Theumer, Emmanuel (2018). “Donna Haraway: la revolución de las hijas del compost.” en
LATFEM. Disponible on-line:
http://latfem.org/donna-haraway-la-revolucion-las-hijas-del-compost/