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Dr. KA RL JASPERS
Pro fe sor de la Oniversid,tJ de Heidelberg
AMBIENTE
E SPIRITUAL
.
· DE
NUESTRO TIEMPO
Tr:1dm::ción directa del alemán
•
por
RAMÓN DE LA SERNA
1933
ES PROPIEDAD
Págs.
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
1. Génesis de la conciencia cpocal. .... . . . ..... . .. . . 11
2. Ori gen de la situación actual. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
3. Sit uación como tal. ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
4. lV[étodo para la eluci dac ión de l a situación actua l . 29
Primera parte. Ljmit es del régimen existencial.. . . . . . . . . . . 31
l. Técnica y aparato con10 condiciones de l a vida de
1nasas .. ............ . . . ....... . ........... . 32
2.El predominio de la 1nasa . .. . . ... .... . .. .. . . .. . 35
Cualidades de la masa . . . ... . ........... . ..... . 36
Vigencia de la n1asa .... .. .................... . 37
3. Tensión entre régimen técnico de 1nasas y n1undo
hu1nauo existenc ial. . ............... . . . .... . 39
La conciencia en la edad de la técnica ..... . .. . . 43
El predominio del apara lo ..... . .. .. . .. ....... . 47
Directores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . .... 50
La vida doméstica . .. . . . . .. . . .... .... .. .. . . . .. . 54
Angustia vital . . ... . ..................... . .... . 57
El problema de la alegría del trabajo .. . . ...... . 60
Depo1~te. . ......... . ............... . ....... . .... . 63
4. Imposibilidad de un régimen cxis tencial estab le. 66 \
Págs.
Págs.
Introducción
Desde hace más de un siglo se ha planLeado, con actitud de ma-
yor urgencia cada vez, la cuestión relativa a la situación de la época.
Y cada generación ha dado la réplica de su mon1ento. i\las si antes
constituía esto reflexión de un reducido núcleo de personas. que
sentían el peligro que arnenazaba a nuestro 1nunclo esp irilua1, puede
decirse que a partir de la Guerra pone esta ruestion sus interro-
gaciones en la 1nentc de todos.
l~l Lema no sólo es inagotable, sino que incluso es iff1posible de
fijar desde el mornen lo que ya por el hecho de ser pensado se trans-
fornia. Pueden considerarse corno conclusas las situaciones que
han pasado histódean1ente, cuyos resultarlos logrru·on la 1nadurez
y que no e}dsten ya; lo inquietante de la propia situación es que
su destino esLá implícito en su pensanliento.
Todos sabe1nO$ que el estado actual del n1undo en que vivin10s
no es definitivo.
Hubo épocas en qu e el hombre consideraba co1110algo esLable
el mundo en que vivía, corno fijado en l re la Edad de Oro, que ya
babia pasado, y el fin rlel lVlundo, que había de ven ir por 111anode
la Divinidad. Se acomodaba, pues. en su inundo, sin pretender
cambiarlo. Su acción tendía a 1nejorar la siluación propia dentro
de un estado de cosas en si inalterable. En él se había cobijado,
vinculado a la lierra y al cielo rnismo. El mundo era suyo, si bien, en
conjunto, lo tuviese por cosa vana, pues consideraba el ser en la
trascendencia.
Comparado con el de aquellos tiempos, puede decirse que eslá
e] hombre desarraigado, cercenadas sus r~íces desde el mo1nento
en que sólo se considera dentro de una situación del ser humano his-
lórican1enle condicionada. Es como si ya no pudieTa refrena r al ser.
Hasta qué punto vivía antes, del n1odo 1nás natu ral, en la inteli-
gencia de la unidad de su verdadéra ex:istencia, se nos hace evidente
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En rm inundo por Dios dado era la actitud más natural, sin que
se hiciera sentir expresan1ente por ningún contraste con otra posi-
bilidad. Por el contrario, el orgullo de la concepción universal
hoy vigente, la soberbia de, con10 dueños del mundo, poder erigirla,
según la propia voluntad, como la verdadera y la 1nejor, se estre1lan
contra todas las Umitacioncs que se oponen a este propósito, para
caer en una conciencia depresiva de impotencia. Cómo se maneja
el hombre en tal estado de cosas y cómo ha de erguirse sobre él,
es cuestión fundamental de l a situación en que v1vin1os.
El hombre es el ser que no sólo existe, sino que sabe que existe.
Consciente de sí 1nismo, explora su mundo, y, proyectando, le
transfor1na. Ha surgido a través del acontecer natural que sólo es
la repetición inconsciente de lo igual inalterable. Es el ser no cog-
noscible integran1ente sólo como existencia, sino que decide libre-
mente Jo que es : el hombre es espíritu; la situación del verdadero
hombre es su situación espiritual.
Una elucidación de esta situación con10 la actual, plantearía
las siguientes cuestiones: ¿ Cómo ha siclo vista la situación hasta
ahora?, ¿ cómo se ha producido la situación actual?, ¿ qué quiere
decir. en definitiva, situación?, ¿ en qué aspectos se manifiesta?,
¿ cómo se responde hoy u la interrogación sobre el ser del hombre?>
¿ qué porvenir se ofrece al hon1bre ? Cuanto más clara logre ser la
respuesta, n1ás decisivamente se llegará, por medio del conoci-
miento, a una fluctuación del no conocer, tocando las lindes donde
el hon1bre, como individuo a su vez, ha de despertar en si mismo.
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situació n espiritual del tiempo como si fuera m1a. Mas aquí se se-
paran, en el pensar, los caminos.
Colocándose en el lu gar de una Divinidad expectante, se puede
bosquejar, sin duda, una imagen de la totalidad. En el proceso histó-
rico de la totalidad burnana nos encontra1nos en este sitio determi-
nado; en la totalidad actual se encuentra en este lugar deterrrlinado
el individuo. Una totalidad objetiva, ya esté claramente construida
o ya se nos presente oscura hasta la nebulosidad, como algo en
trance de advenir, es entonces el fondo sobre el que yo ratifico mi
situación en su obli gator iedad, particularidad y mutabilidad. lvli
lugar está, por deci~lo asi, deterrninado por coordenadas : lo que
yo soy, es la función de este lugar; el se1· es la tola1idad; yo, una
consecuencia o modificación o 1nien1bro. Mi esencia es la época
histórica co1no situación socioló gica en total.
La imagen histórica de la evolución universal de la I-Iun1anidad
como un proceso necesario, en cuya forma se suele pensar siemp re,
produce, sin duda, un etecto fascinante. Yo soy lo que es la época.
Qué es la época se revela como lugar en la evoluci ón. Una vez co-
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nocido éste, sé lo que la época reclama. Para llegar al verdadero ser
debo conocer la totalidad en la que determino dónde nos encon-
tra1nos hoy. Las tareas del presente han de manüestarse como del
todo específicas, con el pathos de absoluta validez para la hora.
Por ellas me encuentro, sin duda 1 restringido al presente; pero
desde el 1nomento que mi visión la s abarca pertenezco también
a lo vasto de la totalidad. Nadie puede saltar sobre su época : caería
en el vacío. Como conozco la época por mi saber de ]a totalidad o
considero como meta ingeniosa el poder conocerla así, me vuelvo,
con plena seguridad de 1ni 1nis1no, contra aquellos que no reconocen
las exigencias, por mi sabidas, de la época : se niegan a su tiempo,
son impedimentos de la historia, desertan de l'l realidad.
Bajo la sugest i ón de modo u.e pensar sen1ejante, se tiene miedo
de caducar. Se vuelve la mirada en torno para no quedarse atrás :
como si la realidad, por sí misma, siguiera su paso y se quisiera
acordar el propio al de ella. La exigencia suprema es entonces «lo
que la época reclania )>.Juzgar algo como pasado, como prekantiano,
como estilo de preguerra, eqalvale a su liquidación. Se cree tener
derecho a decir con aire de reproche : «esto no va de acuerdo con
la época 11, <ino conoces nuestro tiempo >>, (1 vives ajeno a la reali-
dad >>,<ino comprendes a la nueva generación >>. Sólo lo nuevo viene
a ser verdadero y la juventud realidad de lh época. Lo de hoy por
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