Amor Romántico en Tiempos de Feminicidio - Voz de La Tribu

Amor romántico en tiempos de feminicidio – Voz de la tribu
FORO
AMOR ROMÁNTICO EN
TIEMPOS DE FEMINICIDIO
 Denisse Buendía  2 Semanas Ago  Leave A Comment  13249 Views
 Fotografía de Oscar Andrés Pardo Vélez
Entrevisa a Karina Vergara
En la cultura occidental, la idea del amor romántico ha

desvirtuado la realidad para perpetuar ciertas prácticas y
modelos de relaciones. En la actualidad, dice Karina
Vergara, es fundacional para las expresiones de las
disintas formas de violencias, consruidas en nombre del
amor, incluso hasa llegar al feminicidio.
El amor romántico, tanto en la

pornografía como en la vida,
consituye la celebración mítica de
la anulación de la mujer. Para una
mujer, el amor se defne como el
deseo a someterse a su propia
aniquilación. La prueba del amor es
que esá dispuesa a ser desruida
por aquel que ama, por el bien de
http://www.vozdelatribu.com/...os-de-feminicidio/?fbclid=IwAR3qLlZwHE2wxzegoBP96CyNu2tK9ixI-vsCppyZOOyp14zjvsLvX9GDAz4[1/01/2019 15:04:09]
él. Para la mujer, el amor siempre

implica el autosacrifcio, el sacrifcio
de su identidad, de su voluntad y
de la integridad de su cuerpo a fn
de satisfacer y redimir la
masculinidad de su amante.
Andrea Dworkin
Ese texto esá dedicado a todas las mujeres que han sido
asesinadas por sus parejas sentimentales y, en especial,
a Irinea Buendía, madre de Mariana Lima, quien en su
búsqueda de jusicia frente al feminicidio de su hija, logró
que la Suprema Corte de Jusicia de la Nación ordenara a
las autoridades judiciales invesigar con perspectiva de
género el crimen de mujeres que, por la naturaleza del
mismo, tuviera que ver con un feminicidio.
La esrecha relación entre la idea del amor romántico, la

violencia y la posesión, como bien lo explica Patricia
Bedolla: habita ahí, en la posesión, en no permitir la
libertad; las mujeres debemos esar en casa sirviendo al
patrón al pater familias; no podemos aspirar a nada, no
podemos cambiar de pareja o tener a alguien más. Somos
de ellos, y romper esa consrucción desde ese punto de
visa merece cualquier casigo, incluida la muerte.
Bajo esa lógica podemos notar que el amor romántico

diseñó y fortaleció una serie de creencias y mitos nos
educó bajo una pena de casigo social, para sacrifcar
enormes dosis de nuesra libertad y autonomía a cambio
de encajar en un molde que no sólo no es equitativo, sino
que se vuelve el espacio donde habitan todas las
expresiones de las violencias, ejercidas en nombre de ese
amor.
En la actualidad la idea de ese amor es fundacional para

las expresiones de las disintas formas de violencias,
consruidas en nombre del amor, hasa llegar incluso al
feminicidio. En Latinoamérica y particularmente en México
el setenta por ciento de los feminicidios son cometidos por
hombres que mantenían, deseaban o tuvieron un lazo

“amoroso” con las mujeres asesinadas. Las expresiones
de ese tipo de amor esán esrechamente relacionadas
con los ejercicios de control: nos han enseñado que la
violencia es una demosración de afecto. A las mujeres
nos ha cosado la vida desmontar esas ideas, pasar de
ser objetos que le pertenecen al otro a ser sujetas de
derechos con libertad de renunciar o irse de una relación
que nos violenta en la que podemos perder la vida.
Rosario Casellanos en su escrito “La mujer y su imagen”,

nos dice que a lo largo de la Hisoria, entendida como el
archivo de los hechos cumplidos por el hombre, todo lo
que queda fuera pertenece al reino de la conjetura, de la
fabula, de la leyenda de la mentira. Se ha consruido a la
mujer más como un fenómeno de la naturaleza que un
componente de la sociedad, como una criatura humana,
un mito. Así la mujer, a lo largo de los siglos, nos dice
Casellanos, ha sido elevada al altar de las deidades y ha
aspirado el incienso de los devotos, claro, cuando no se le
encierra en el gineceo, en el harén a compartir con sus
semejantes el yugo de la esclavitud; cuando no se le
confna en el patio de las impuras; cuando no se le marca
con el sello de las prositutas; cuando no se le doblega
con el fardo de la servidumbre; cuando no se le expulsa
de la congregación religiosa, del ágora, de la política, de
la vida de conocimiento y las ideas.
La consrucción y susento de la idea del amor romántico,

ese amor que consituye la celebración implícita de la
anulación de una para otro, nos ha llevado a lo largo de la
hisoria a ser las eternas Ifgenias, sacrifcadas, una y otra
vez en los altares patriarcales.
Cuando las feminisas decidimos criticar al amor

romántico nunca faltan los románticos, sumamente
molesos, por la idea de ser despojados del motivo de sus
poesías, serenatas y batallas contra molinos de viento en
nombre del amor; me da la impresión de que se arman así
mismos como caballeros sobre sus caballos blancos y
tratan de rescatar a las princesas de las malvadas brujas
que queremos arrancarles del corazón la noción del amor

romántico. Sin embargo lo que esamos diciendo es
mucho más profundo y serio que una defensa a ultranza
de la idea del amor literario, esamos haciendo un análisis
esructural y político de cómo la idea del amor ha
consruido las sociedades occidentalizadas en las que hoy
habitamos
Con esa declaratoria comenzó la entrevisa entre la que

eso escribe y Patricia Karina Vergara Sánchez,
mexicana, feminisa, periodisa y profesora. Mujer
revolucionaria, orgullosa de sí misma, de su lucha, de su
orientación sexual y su raza, y quien sin duda es un
referente en la consrucción del pensamiento feminisa.
¿De dónde nos llegó el amor romántico; por qué ha

pueso en el imaginario colectivo que la violencia y la
desigualdad son casi un sinónimo de ese amor
romantizado?
Cuando hablamos del amor romántico, hablamos de una

consrucción social que desde hace unos cuatro o cinco
siglos viene sirviendo para edulcorar las relaciones de
apropiación del cuerpo de las mujeres para labores
domésicas de cuidado y crianza, y que, además, sean
adornadas con la cintilla rosa de que todo ello lo hacemos
por amor. Y por amor, el amor romántico, los hombres se
convierten en el caballero del cuento –según los recursos
a su alcance– el proveedor y rescatador de la princesa. Y,
por amor, la princesa –según los recursos a su alcance–
se “entrega”, se “sacrifca” y “luchará” por ese amor. Por
amor se renuncia, por amor se espera, el amor todo lo
puede. Por amor, las mujeres vemos a otras como
posibles rivales –incluso a la suegra y a la cuñada– no
nos aliamos, disputamos por quién habrá de ser la
elegida, la más querida, la preferida, aunque sea
simbólicamente, aunque el varón no esé presente.
El amor romántico es la consrucción de las mujeres en la

competencia, en la enemisad, el sujeto que busca ser “la
deseada”. La princesa elegida y rescatada de las fauces
del dragón. Ese amor, así, tiene a las mujeres sometidas

al cuento de la heterosexualidad obligatoria y al sueño de
corresponder al príncipe azul para siempre. Ese es el
amor romántico que las feminisas y lesbofeminisas
criticamos.
¿De qué manera el amor romántico abonó a la esructura

de las relaciones heteronormadas y heterosexuales?
El amor romántico no es un fenómeno que ha exisido

siempre, no es un sentimiento natural e innato a la
humanidad. El amor romántico, es decir, el amor de
pareja, el deseo de vivir en pareja, fue consruido basante
tarde en realidad, en el siglo XVII con la idea de los
caballeros (por eso usaba esa imagen al inicio) y las
damiselas en peligro que había que rescatar. Esa
consrucción romántica del amor funcionó basante bien
para legitimar los acuerdos económicos que ya se venían
haciendo al unir a hombres y mujeres para garantizar
riqueza de naciones, de feudos, los intereses económicos
de los dueños de la tierra que casaban a sus hijos e hijas
o que unían a los siervos que les interesaba, etc. Lo único
que hizo el amor romántico fue legitimar y edulcorar esas
negociaciones que ya exisían.
Fotografía de La muerte sale por el oriente
El ideal occidental del que somos herederas, ha fundado

la idea de lo femenino ante la rendición del amor, un amor
que representa una serie de consantes que se
manifesan a lo largo de los siglos, como bien lo ha
señalado Casellanos en diversos escritos, y que nos
dicen que la mujer se defne por su capacidad de amar y

entregarse al amor, por su pureza prenupcial, por su
fdelidad al marido, por su devoción a los hijos, por las
labores en la casa, por su cuidado a los otros; en nombre
del amor la imagen de la mujer parece esar defnida por
la eterna renuncia frente al otro, y todo, claro en nombre
del amor.
El amor como opio de las mujeres, diría Kate Millet. Las

rosas, los nombres de pasel o la cena a la luz de las
velas no son el amor romántico, aunque le sirven muy
bien de parafernalia al amor romántico. Las rosas no son
las culpables de la manipulación, pero además de ser una
indusria muy provechosa, cuánto sirven, por ejemplo,
para “marcar territorio” al mandarle rosas a una mujer en
su espacio laboral, cuánto sirven para hacerse perdonar,
cuánto para simbolizar ese amor de renuncia.
El nombre de pasel, los nombres privados, puede bien

ser un juego, pero cuando llama en diminutivo, cuando es
posesivo y monogámico, cuando infantiliza, ¿qué tipo de
subjetividad dentro de las relaciones va consruyendo?
Las velas y la cena sazonada no son el problema en sí, si

no lo que se consruye alrededor del cliché, la expectativa,
la exigencia, el chantaje o la obligatoriedad de responder
de tal o cual manera a la luz de esa vela. El viaje, la
noche esrellada, la tarde en el parque o la herencia y las
cuentas de banco a nombre del benefciario, no son el
amor romántico, pero sí algunas de las posibles
herramientas de control que le sirven basante bien.
¿Entones el amor romántico tiene que ver con todo

menos con el ejercicio de amar, entendido “el amor” como
un acto en libertad y autonomía?
Nos tiene que quedar claro que el amor romántico es una

herencia hisórica pre-sociedades indusriales, pero que
las sociedades indusriales retomaron basante bien,
porque sirve para la organización de la vida en pareja, en
las sociedades indusriales, así alguien era enviado al
mercado de producción y alguien era obligada a sosener

el espacio de reproducción, es decir, donde se criaban a
los hijos, donde se lavaban los platos, donde se hervían
los calzones para desinfectarlos y donde los alimentos se
convertían en combusible para mantener el sisema de
producción independientemente de que hombres, mujeres
y niños en los primeros años de la sociedad indusrial
fueran enviados al mercado laboral. La idea del amor
romántico permitió que en los cuerpos de las mujeres se
depositara el trabajo reproductivo para sosener la fuerza
productiva
El amor romántico sirvió para consruir y afanzar esas

relaciones, porque, de otro modo, ¿quién lavaría tanto
calzón, quién limpiaría los mocos y el vómito, quién se
haría cargo de los cuidados, de toda la limpieza y del
trabajo escatológico que implica sosener la vida
reproductiva para la vida productiva? Si no nos
convencían profundamente desde la idea del amor
romántico, no lo haríamos, entonces el amor romántico
sirvió y sirve para sosener esas relaciones de
producción.
Me interesa señalar particularmente el amor romántico y

el heterosexual… A las mujeres se nos consruye desde la
heterosexualidad como única opción y posibilidad de vida,
es decir, al servicio del príncipe azul.
¿El amor romántico nos adoctrinó para amar o para servir

al otro?
El uso de esa consrucción, lo que genera, no son

relaciones amorosas, son relaciones de poder, de
desigualdad y vulnerabilidad. No es lo mismo ser el dueño
del salario que la dueña del guisado, y en esa dimensión
de desigualdad de relaciones también se genera
desigualdad en relaciones de poder; quién tiene el dinero,
quién toma las decisiones, quién va al mundo de lo
público, quién se sigue quedando en el mundo de lo
privado, a quién se le exige ser el proveedor valiente,
fuerte y exitoso, y a quién se le exige ser la cuidadora. Lo
que las feminisas esamos tratando de hacer es darle la

vuelta a la cultura porque esa creación de amor romántico
es un adoctrinamiento cultural a la servidumbre.
Cuando nosotras decimos que hay que criticar el amor

romántico esamos diciendo que hay que criticar ese lasre
que nos condena a vivir en nombre del amor sacrifcando,
renunciando y sirviendo, que en conclusión signifca poner
a las mujeres en un lugar de vulnerabilidad física,
económica, social y política. Tiene que quedarnos
clarísimo que ese análisis es sólo en nuesras sociedades
occidentalizadas; otras sociedades no tienen esa ridícula
idea del amor romántico, sino que desarrollan la idea de la
necesidad económica de las alianzas o de la necesidad
económica para la crianza de los pequeños y las
pequeñas de la comunidad, o para los deberes. El trabajo
en comunidades es algo que les sorprende. Vale la pena
analizar consantemente los procesos de otras vidas y
otras formas no occidentalizadas que no se sosienen del
amor romántico, eso lo menciono solamente para dejar
en claro que el amor de pareja tal como lo vivimos en esa
sociedad, no es un asunto que venga en nuesra piel o en
nuesro ADN, o que sea un rayo iluminador como los
románticos defensores del amor se imaginan; es un
asunto político, económico y social que hemos consruido,
una consrucción sociocultural. De eso se trata: de
mantenernos con vida y de que esa vida tenga otra
calidad; de que las relaciones entre seres humanos
tengan otras dimensiones que no sean las del servicio.
“Quien bien te quiere te hará llorar”, “amar es sufrir” , “si te

cela es por amor”, esos refranes aparecen
sisemáticamente en relaciones amorosas, ¿qué nos
dicen? ¿El amor romántico mata? ¿Dónde habita esa
esrecha relación entre el amor romántico y las violencias
feminicidas?
Cuando decimos que el amor romántico mata, esamos

diciendo que esas relaciones desiguales de poder, ese
lugar de vulnerabilidad, esá esrechamente relacionado
con que la mayoría de los feminicidios ocurren en manos
de esos a quienes esamos sujetas, por medio del lazo del

amor que generan esas relaciones de desigualdad,
susentado por todo un bagaje sociocultural que nos incita
al amor romántico (las canciones, los poemas, las
telenovelas, el cine, etcétera), de tal manera que
prácticamente no podemos crear un imaginario fuera de la
vida en pareja
¿Por qué esá tan enraizado, sosenido y solapado el

feminicidio en América Latina y en particular en México?
Ésa es una pregunta tremenda que ocuparía un tomo

entero de un libro para responderse, pero creo
básicamente que esamos viviendo un momento hisórico
del neo-patriarcado, es decir, hubo un momento hisórico
donde se fundó lo que yo llamo el primer patriarcado, que
es la apropiación de los cuerpos y de los trabajos de las
mujeres, de tal forma que nos vimos sometidas a trabajar
para nuesro apropiador, a parir hijos para nuesro
apropiador, pero ahora −y eso lo he escrito ya varias
veces−, se acabó la tierra por conquisar, se acabó la
tierra por colonizar, y lo que queda por colonizar son los
cuerpos de las mujeres, en la prositución, en la venta de
alquileres, en la desaparición de las herencias y
pensamientos propios de las mujeres; la venta de nuesra
tortura y nuesro sufrimiento en los videos snuf o en la
pornografía “más legitimada” es un fenómeno muy
contemporáneo. Entonces es importante no ver el
feminicidio meramente como un fenómeno donde un
individuo decidió utilizar su relación de poder físico,
económico, moral, social, sobre la otra para desrozarla;
es cierto, eso ocurrió, pero también ocurre y exise toda
una cultura de la reconquisa de los cuerpos de las
mujeres que no sólo legitima la violencia exacerbada,
también la permite, la anuncia, la glorifca, incluso la
vuelve una especie de glamurosidad gore, “el glamur
gore”, el encanto por la sangre y lo extremadamente
violento. Exise toda una maquinaria para validarlo, lo
vemos así en las canciones, la poesía, el cine… se
convierten en herramientas para sosener, alimentar y
regenerar la cultura del amor romántico. La diferencia en
ese momento es que también los noticiarios endiosan,

engrandecen, premian y vuelven a los feminicidas héroes
oscuros, y en cuanto más sangriento y más terrible sea y
más abuso de poder exisa, más glorioso es el héroe
feminicida, el héroe patriarcal.
Somos las mujeres a las que se nos ha doctrinado en

nombre de ese amor romántico, pero, ¿y ellos, los
hombres?, ¿has observado procesos de deconsrucción?
En el mundo contemporáneo las luchas de los hombres y

de las mujeres se convierten en cosas diametralmente
disintas cuando ellos se niegan a reconocer las
relaciones de poder y de privilegios. Muchos compañeros
“progres” que he conocido esán preocupados por
“rescatar la idea del amor romántico, por relacionarse de
otras maneras, por aprender a oler las fores, tener
permiso para tejer como una manera de liberarse del yugo
patriarcal”; las mujeres esamos ocupadas por desejer el
amor romántico para no depender de ellos para comer,
para salir, y para no vivir simbólicamente bajo su tutoría, y
sobre todas las cosas, para que no puedan hacernos
literalmente pedacitos, como lo esán haciendo. Lo
comentaba al inicio, lo que las feminisas esamos
haciendo es un análisis esructural y político acerca de
cómo la idea del amor ha consruido las sociedades
occidentalizadas en un terreno lleno de desigualdades.
La deconsrucción del amor, ¿será feminisa o no será?
Para que el “amor” sea feminisa tiene que esar alejado

de las lógicas de pareja. El amor que es posible cultivar
es aquél entre alianzas políticas; entre quienes nos
mantenemos en combate ante el patriarcado; entre
quienes llamamos amisades, que en realidad son
también formas de amores. Si insisimos en consruirnos
en pareja en nombre del amor, vamos a seguir repitiendo
el esereotipo romántico que tenemos introyectado. Creo
que deberán pasar algunas generaciones para pensarlo y
vivirlo de otra manera. Cuando hablo de otras relaciones
de amor que no son las parejas, sino las de amor en
colectivo, en grupos políticos, en amisades, en

comunidad, pienso que también (y es imperante) debe ser
un amor desromantizado, que no ponga las expectativas
en los otros, en las otras, que no sea un ejercicio basado
en la idea de suplir carencias.
¿Qué signifca “amor” para Karina?
Yo entiendo el amor como una alianza política necesaria

para sobrevivir y para que esa vida sea buena, y eso no
puede suceder sin un análisis profundo y sin la consante
revisión de las relaciones de poder de quienes intentan
amar. Pero, en defnitiva, el amor feminisa no será en
pareja, ni mucho menos, en pareja, de hombre y mujer.
Por otro lado, las relaciones no heterosexuales, aquéllas
que buscan emular el modelo heterosexual, también esán
plagadas del amor romántico, por supueso. Es más, los
discursos LGBTTTIQ parecen competir por el nivel de
toxicidad dulce romántica que pueden esgrimir; pareciera
que para ser “aceptades”, “incluides”, “reconocides” en la
“diversidad”, es necesario demosrar cuán similares o aun
más “apegades” al modelo romántico se puede esar. Es
decir, no es una alianza ni es amor de aquéllos que
resisen al régimen heterosexual, sino de parejas que se
esfuerzan por demosrar cuán funcionales son al modelo
de sumisión y cuán absraídos se puede resultar une en
otre, y ahí tenemos a la “comunidad” diversa desesperada
por demosrar que puede tener bodas de ensueño, casas
hermosas y criar niños y niñas, con perros y gatos,
moldes más disciplinantes y melosos del amor romántico.
Las lesbianas por supueso que repetimos el ideal

romántico. Siempre recuerdo aquella obra primera
llamada “El pozo de la soledad”, en la que la protagonisa
“deja ir” a la amada para que pueda tener un hijo y un
esposo y toda la vida que ella no le pudo dar… y de ahí a
The L Word y a todas las series y obras contemporáneas
que modelan nuevas generaciones de consumidoras del
amor romántico (y modelos de vida colonial de paso). El
amor romántico aquí se repite porque no es una alianza
política entre las protagonisas de tantas hisorias, sino
encuentros que responden a los modelos ya esablecidos

de ese amor.
Todas esas refexiones −sin detenernos a profundizar,

además− en que el amor romántico implica, también,
formas de violencia que van de la manipulación y del
chantaje al feminicidio, no como otra cara de la moneda,
sino como continuación material de la relación romántica,
en donde une es propiedad de otre…
Dicho y teniendo presente lo anterior, preciso que hablo

desde otro punto: cuando dos o más mujeres que dada
sus anatomofsiología al nacer fueron desinadas a poner
sus afectos, servicios y cuidados en la heterosexualidad
obligatoria y se han rebelado a ello, se relacionan entre sí,
negándose al cuento del amor romántico; cuando esas
mismas mujeres no se someten al cuento de la familia
feliz en la diversidad sexual; cuando desde un lugar de
desobediencia política esas mujeres consruyen
proyectos −sexuales o no − en conjunto y se declaran
afecto, amor y/o ternura entre ellas, entonces, no se trata
de un amor romántico. Es, exactamente, el amor desde el
desacato a la sumisión de unas y otras, es el amor
insumiso a la forma de amor consruida en el patriarcado.
Entonces, que desde la heterosexualidad o pseudocríticas

vengan a decir que debemos renunciar al amor entre
mujeres, a dejar de hablar, escribir o versar sobre la forma
en que nos amamos porque es caer en el romanticismo…
Que desde la hegemonía vengan a decir por qué
deberíamos silenciar nuesras manifesaciones, ¡ja!, se
llama lesbofobia y no es nada nuevo ni crítico.
Casellanos habla sobre la osadía de indagar sobre sí

mismas, de la valentía para ejercer la ternura sobre
nuesros cuerpos y caminos; critica la imagen del patriarca
mediador, esa fgura masculina que, por nuesro bien, nos
dice qué decir, cómo decir, dónde y frente a quién decir-
nos en el mundo. Casellanos nos habla también de que
durante siglos hemos dependido de la “generosidad o de
la violencia” de aquéllos que se dijeron a sí mismos que
tenían no sólo el control de la vida pública, sino la

conquisa en el territorio de lo íntimo: el patriarcado.
El patriarcado ha hecho un gran trabajo por mosrar lo

imposible que es el amor entre mujeres, las múltiples
formas de amor entre mujeres. Sería demasiado largo un
recuento de cuántas veces y en qué maneras han
intentado invisibilizar nuesras refexiones, borrar o
disimular nuesras escrituras, eliminar nuesros nombres.
Sin embargo, caray, algo muy poderoso debe de haber
que aun con su censura, aun con el patriarcado
convertido en soldaditos a su servicio, vigilantes de lo que
hacemos o decimos, no logran arrancarnos la ternura que
sentimos entre nosotras.
No esamos exentas de caer en discursos románticos, en

tanto humanas y en tanto habitantes y receptoras del
discurso hegemónico, cierto. Sin embargo, dado que el
amor lésbico, dado que el amor entre mujeres −sexual y
no sexualmente explícito − sigue siendo un tema
sancionable-censurable, criticado por las mentes más
conservadoras, y se ha intentado convertir en mercancía
por las indusrias y, aun, se ha tratado de silenciar por las
vocecillas del patriarcado “progre” −sumado todo ello a
que seguimos necesitando el rescate de genealogías y la
gesión de referentes de nuesras ternuras y amores
desobedientes: seguir hablando, escribiendo, dibujando,
creando desde nosotras, entre nosotras, para nosotras y
de nuesras formas de amarnos −, es un acto de
radicalidad política necesario. Por lo tanto, si a alguien le
incomoda: quítese, no esorbe, que esamos ocupadas.
ARTÍCULO SIGUIENTE:
El amor en tiempos de guerra

¿Cómo se relaciona el amor con los tiempos que vivimos? ¿Tiene
que hace cuarenta o cincuenta años? Violeta Pacheco analiza cóm
encontrar a la persona amada han evolucionado según los conte
nuevas vías para relacionarse. En México, las juventudes del … S
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Poeta mexicana y activisa por los derechos de las mujeres.
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Entrevisa a Karina Vergara

En la cultura occidental, la idea del amor romántico ha

El amor romántico, tanto en la

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La esrecha relación entre la idea del amor romántico, la

Bajo esa lógica podemos notar que el amor romántico

En la actualidad la idea de ese amor es fundacional para

hombres que mantenían, deseaban o tuvieron un lazo

Rosario Casellanos en su escrito “La mujer y su imagen”,

La consrucción y susento de la idea del amor romántico,

Cuando las feminisas decidimos criticar al amor

que queremos arrancarles del corazón la noción del amor

Con esa declaratoria comenzó la entrevisa entre la que

¿De dónde nos llegó el amor romántico; por qué ha

Cuando hablamos del amor romántico, hablamos de una

El amor romántico es la consrucción de las mujeres en la

del dragón. Ese amor, así, tiene a las mujeres sometidas

¿De qué manera el amor romántico abonó a la esructura

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dicen que la mujer se defne por su capacidad de amar y

El amor como opio de las mujeres, diría Kate Millet. Las

El nombre de pasel, los nombres privados, puede bien

Las velas y la cena sazonada no son el problema en sí, si

¿Entones el amor romántico tiene que ver con todo

Nos tiene que quedar claro que el amor romántico es una

mercado de producción y alguien era obligada a sosener

El amor romántico sirvió para consruir y afanzar esas

Me interesa señalar particularmente el amor romántico y

¿El amor romántico nos adoctrinó para amar o para servir

El uso de esa consrucción, lo que genera, no son

que las feminisas esamos tratando de hacer es darle la

Cuando nosotras decimos que hay que criticar el amor

“Quien bien te quiere te hará llorar”, “amar es sufrir” , “si te

Cuando decimos que el amor romántico mata, esamos

de esos a quienes esamos sujetas, por medio del lazo del

¿Por qué esá tan enraizado, sosenido y solapado el

Ésa es una pregunta tremenda que ocuparía un tomo

ese momento es que también los noticiarios endiosan,

Somos las mujeres a las que se nos ha doctrinado en

En el mundo contemporáneo las luchas de los hombres y

La deconsrucción del amor, ¿será feminisa o no será?

Para que el “amor” sea feminisa tiene que esar alejado

colectivo, en grupos políticos, en amisades, en

¿Qué signifca “amor” para Karina?

Yo entiendo el amor como una alianza política necesaria

Las lesbianas por supueso que repetimos el ideal

encuentros que responden a los modelos ya esablecidos

Todas esas refexiones −sin detenernos a profundizar,

Dicho y teniendo presente lo anterior, preciso que hablo

Entonces, que desde la heterosexualidad o pseudocríticas

Casellanos habla sobre la osadía de indagar sobre sí

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