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Asi pues, por estas razones diversas, Le rigueza de ler ne ciones maeca el fn de las especulaciones acerca de los efectos el comportamiento motivado por el inerés 0 Iz pasién que hhabian ocupado las memes de algunos de los mis ilustees an- recesores de Smich. Despude de Smith, Ia atencidn del debate académico y politico se cents en sv proposicin de gue cl bionestar general (material) se sive mejor dejando que cada rriembro de la sociedad persiga su propio interés (material). 1 éxito de esta proposicién en el eclipse del problema ante: rior puede explicare, ante todo, en termines de Ia historia, itelecual. Smith se habia cuidado de evitat y desaprobar la forma paradojica en que Mandeville habia presentado peo samientos semejantes, pero su proposicin resultaba todavia ‘an cargada de enigmas intelecruales que su esclarecimiento Solucién ocupé a generaciones de economists. Ademis, la pro posicén y la doctrina consiguiente saifacan otro requerimien to del paradigma muy aforcunado: siendo wna generalizaciin cspléndida, representaba sin embargo un extrechamiento con: silerable del campo de invesignciéa donde ef pensamiento social se habia desenvuelto libremente hasta entonces, lo que permitis ta especilizaciSa y la profesionalizacién intelectual, Pero la dessparicién de las expeculaciones de Montesquieu y ‘Sceuare debe imputarse también a factoreshistricos mis gene rales: no es sorprendente que sus ideas optimists sobre los efectos politicos de Ia expansion del comercio y la industria ‘no hayan sobrevivido a In época de la Revolucién Francesa y las Guerras Napoleénicas. ‘TERCERA PARTE REFLEXIONES SOBRE UN EPISODIO. DE LA HISTORIA INTELECTUAL DONDE ERRO LA VISION DE MONTESQUIEU 'Y STEUART EN UNA vieja y conocida historia judi, el tabi de Ceacovia ineerrumpi6 sus plegatias un dia con un lamento para anun~ ciar que habia visco la muerte del rabi de Varsovia, a ces cieatos kilometros de distancia. La congregacién de Ceacovia, aunque entristecide, estaba desde Iuego muy impresionada con los poderes visionaros de su sabi, Pocos dias mis tarde, al- 2un0s judios de Ceacovia viajaron a Varsoviay, para su so presa, veron allf al vio tabi oficizndo en buen estado de falud. A su regreto confiaron la noticia a lor isles y hubo tan incpiente rsoteo. Entonces algunos discipslos osados se lieron en defensa de su rabl; admicendo que éte pudo hr bexse equivocado sobre Jos detalles espeificos, exclamaron: "A pesar de rodo, (qué vision!” Esta historia cdiculizaostensiblemente 1a capacidad huma- na para racionalizar una creencia frente a Ia evidencia contra: ria, Pero a un nivel mas profundo defiende y celebra el pen samiento visinario y especulativo, aunque tal pensamiento ese errado. Es esa interpretacién Jo que vuelve la historia ean pertinente para el episodio dela historia iotelecwal que hemos relatado aqui. Las expeculaciones de Montequies y Steuart acerca de ls saludables consecuencas politcas de la expansin cconémica consticuyeron una huzata de la imaginacién en el campo de la economia politica, una hazafia que sigue siendo magnifica aunque la sustncia de tales especulaciones haya resultado errada. ‘Fue asi en efecto? Tl verediceo sobre esta cuestiia no ree sla tan ficil como el de la hisoria del eabi de Varsovi, Después de todo, el siglo siguiente al interludio napeleéaico fue relaivamente pacifico y presencé también una decline ida del "despotismo”, Sin embargo, como todos sabemes, algo marché muy mal después, y ningin observador del siglo xx podei afitmar que la visién esperanzadora de Montesquieu y Steuart ha sido apoyads triuafalmente por el curso de los acon tecimientos. Pero debemos seflar que el fracaso de la vision ppudo haber sido incompleto. Las feerzs observadas poe Mon: feaquicu y Sit James Steware podieron haber actuado, s5lo paca ser superadas, quiz por escaso margea, por cas fuerzas que actuaron en direcién contraria. Cuiles fueron enconces las fuereas contrarias? TEs probable que una investignciin de eta cuestin revele la exisencia de conesiones entre las estructaras econémicas ¥ los hechos politicos que escaparon al excrutinio de nuestros os visionaros y precursores de Ja economia politica en el si ‘lo xvin. Varis de tales conexiones fueron en efecto advert das pronto por unos cuantos autores de los siglos XVI y ts, ‘quienes continuaron Ia tradicién del pensamiento de los pre ceursores pero aiaderon reservas y condiciones que, en reali dad, condujeton a conclusiones muy diferentes, Uoa breve eseia de estos autores pede iniciarse con Joseph Barnave, el gran orsdor de la Asamblea Constcuyente de 1789-1791 y autor, justo sneee de su muerte bajo Ia guillo- kina, de un importante ensayo interpretative de la historia

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