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La guerra que se abatió sobre El Salvador durante la década de los 1980 no fue
declarada formalmente por ninguna de partes, como ocurre generalmente en las
guerras entre países. Por otro lado, fue una guerra civil, interna, de salvadoreños
contra salvadoreños. Por otro lado, la guerra aumento la intensidad
progresivamente pasando de enfrentamiento aislados y pequeños a operaciones
militares de mayor envergadura que afectaron la vida de decenas de miles de
habitantes.
Durante los meses restantes de 1980, el país fue sumiendo mas y mas en la vorágine
de la violencia. En marzo habían muerto 487 personas en actos de violencia política,
mientras que en junio fueron mas de 1,000 los muertos. La actividad de los sindicatos
aumento también, dándose huelgas en empresas privadas y públicas, incluyendo la
CEL. Para fines de 1980, era evidente que el país se despeñaba al abismo de la guerra
civil, tal como lo entendieron los piases vecinos y las grandes potencias. Dicho en
otras palabras, el conflicto salvadoreño fue adquiriendo una importancia continental
y, hasta cierto punto, mundial.
¿Por qué puede decirse esto?
El caso es que varios actores externos estaban implicados en apoyo a una u otra de
las partes del conflicto. Destacaba en primer lugar, por su poderío y presencia,
Estados Unidos, que consideraba a Centroamérica como una zona de confrontación
con la antigua Unión Soviética. La administración del presidente Jimmy Carter,
consciente de los problemas que había ocasionado a Estados Unidos la revolución
sandinista en Nicaragua, decidió que no pasaría algo igual en El Salvador. A
mediados de 1980, la administración de Carter había aprobado una partida de casi
6 millones de dólares en ayuda militar para El Salvador, mientras insistía, por otro
lado, en la necesidad de respetar los derechos humanos de la población.