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Señales de que Estás en el Camino


Por

Víctor J. Escorche D.


Introducción

Al final de los años 70, comencé de manera muy entusiasta, casi


obsesionado, la lectura de los libros de Carlos Castaneda, quien era un escritor
que se identificaba como aprendiz de un brujo o chamán mexicano. En uno de
sus libros, Castaneda comenta que el chamán le señalaba que un guerrero
debía elegir un camino y que cualquier camino que se siguiera, debería ser con
corazón y recorrerlo hasta el final. Eso era lo importante y esto me quedó
grabado desde aquel entonces. Interpretaba que lo vital era que el camino que
escogieras tenía que apasionarte y ser consecuente con él desde el principio
hasta el final. Asumiendo esto como una gran orientación, me dediqué a la
difícil tarea de encontrar un camino que para mí tuviese corazón.
Cuál es el camino a seguir es una pregunta que todos los seres humanos se
plantean en algún momento de sus vidas, unos más temprano que otros. En ese
tiempo, como mencioné anteriormente, a finales de los años 70, contaba con
26 a 27 años. Me dedicaba con mucha entrega a las actividades que hacía, y
por esta cualidad, sin proponérmelo, ganaba protagonismo en mis ambientes
de trabajo. Al reflexionar sobre el camino que estaba siguiendo, comencé a
revisar lo que hacía y a evaluar si este tenía corazón.
No era fácil, dado que cuando vienes a este mundo, apareces en un lugar,
un escenario, sin tener, aparentemente, más necesidad que la de alimentarte y
recibir afecto. Además, con gente y en un ambiente que desconoces, que en
apariencia tampoco escogiste y todo viene dado por circunstancias que no
elegiste. Y si, como señalan las religiones orientales, cuando venimos a este
mundo, venimos con un destino predeterminado y además de eso, fuimos
partícipes en ese plan, entonces nos toca averiguar cuál es ese camino
preestablecido, porque lo desconocemos en su totalidad.
Independientemente de que creamos o no, que traemos un plan
predeterminado, llegamos y no tenemos conciencia de cuál es. Llegamos en
blanco. Dado que somos conducidos por las personas que nos trajeron,
nuestros padres, si tenemos la suerte de contar con ellos y a su vez, las
circunstancias los mueven a ellos, ¿cómo entonces deducimos o encontramos
ese camino con corazón? Pareciera un juego, en donde necesitamos pistas que
nos vayan señalando, orientando cuál es ese camino correcto.
Para encontrar el camino, habiendo sido criados, empujados por nuestros
padres y sus circunstancias, necesitamos estar conscientes de esto y que
estamos siguiendo el camino que en su mejor intención, con sus niveles de
conciencia, ellos nos sembraron. Nos corresponde a nosotros desentrañar y
encontrar, de manera consciente, a propósito, nuestro camino y seguirlo de
igual manera, desde el principio hasta el final.
¿Existe un camino correcto? Mi respuesta es sí, que el camino correcto
tiene que ser un camino que contribuya a la felicidad y armonía de la familia,
entre los seres humanos y lleve a la paz. Por el contrario, un camino que
conduzca a la discordia, a la lucha entre hermanos, a la destrucción del otro, a
la guerra, al enriquecimiento individual sin importar el hambre del otro, no es
un buen camino. Cada quien tiene una misión, un camino a seguir, diferentes,
pero con corazón.
Me preguntaba: ¿Cómo había llegado hasta dónde estaba? ¿Estaba en el
camino correcto? ¿Estaba muy desviado? Aquí comenzó mi búsqueda. Hoy en
día, cuando trabajo en lo que quiero, con una pareja que a mi parecer es mi
alma gemela, recibiendo el pan nuestro de cada día, sintiéndome en paz, alegre
y agradecido de la vida, trabajando sobre mis debilidades; entiendo y me
siento en el camino correcto y me he dedicado a poner en relieve las pistas que
me condujeron hasta aquí, de tal manera que sirvan a otros a conseguir, a
propósito, ese camino con corazón y lo recorran sin aliento hasta el final.

PRIMERA SEÑAL
Principios y valores

Con pocas o muy pocas excepciones, las personas siguen el camino


trazado en su infancia por sus padres y sus circunstancias, hasta el día en que
se comienzan a preguntar ¿Quién soy? ¿Que quiero? ¿Por qué no me siento
feliz? ¿Por qué tanta adversidad?
Con estas preguntas rondando mi vida, me dediqué en primer lugar, a
buscar en el origen; el escenario y circunstancias en las que nací. Allí, tendrían
que existir una o varias pistas que me ayudaran a comprender y tomar
conciencia de cosas que son esenciales en la dirección de mi vida o la vida de
cualquier persona.
Nací en un lugar humilde, mis padres eran del campo. Mi madre sabía leer,
mas no recuerdo si mi padre también. Habían llegado primero que yo tres
hermanos, dos hermosas muchachas y un varón; luego, una hermana y otro
hermano más. Parecieran muchas bocas y poco pan, debido a que la economía
familiar dependía única y exclusivamente del fruto de la tierra labrada por mi
padre. Desde niños, ayudábamos en esta labor de sembrar, recoger y procesar
en la casa los frutos de la tierra. Entiendo que a mis hermanos mayores les
tocaba la parte más fuerte. Recuerdo con mucha claridad, que a veces las
tareas parecían superar nuestra capacidad de ayudar, cosa que para mi padre
representaba su manera de hacernos fuertes, capaces y dignos de trabajar en lo
que él sabía hacer muy bien.
Insertados en la frontera entre la vida del campo y el creciente desarrollo
de la ciudad con sus valores y ofrecimientos modernos, mis hermanos mayores
terminaron por revelarse y buscar otras maneras de ganarse el sustento. Esto
creó distancia y conflictos con mi padre, hasta el punto de irse de la casa, pero
a su vez, trajo mejoras en los ingresos familiares.
Gracias a esta rebelión de mis hermanos, los menores pudimos estudiar y
adquirir otra visión complementaria del mundo. Digo complementaria, porque
hoy en día he descubierto y comprendido que mis primeros años crearon una
base o cimiento que sostiene y guía mis actos y pude identificar la primera
señal de un camino correcto para mí: los valores
En todas las religiones, se señalan unos preceptos morales que guían la
conducta de sus seguidores. Estos mandatos, son como una línea a seguir y si
tienes conciencia de estos principios, te das cuenta cuando te estás desviando
de su curso. Son una brújula. Si bien es cierto que son muy pocos los que se
conducen según sus enunciados, representan una señal para seguir el camino al
cual hay que regresar una y otra vez permitiéndote avanzar en el sendero
correcto.
Con esta primera revisión de mi nacimiento y vivencias durante este
período en el seno de mi familia, pude identificar y reconocer unos valores que
me conducirían a resguardo, por un buen sendero: el trabajo duro como parte
de la vida para llevar el pan de cada día a la casa, la entrega, el sacrificio y de
igual manera, el trabajo como fuente para cubrir lo que fuese necesario para el
cuidado y desarrollo de cada uno de mis hijos.
Recuerdo que a mi padre, en su familia, le tenían gran respeto y se referían
a él como Don Tomás. Para mí, eso se debía a la rectitud y la humildad que lo
caracterizaba. Rectitud, porque era un hombre de palabra, forjado en una
época donde no se tenían que firmar ni registrar documentos para cumplir los
compromisos. Así fue su comportamiento en el seno de la familia. Humildad,
porque no tengo en mi memoria ningún recuerdo de mi padre ufanándose de
algo ni tratando de ser mejor que alguien.
Visualizando a mis hermanos, recuerdo a mí hermano mayor trabajando en
cualquier cosa para cubrir sus necesidades y complementando las nuestras,
confiábamos en él. No existía egoísmo, solo colaboración entre todos. Esto
sucedía igualmente con mis hermanas, quienes además nos estimulaban a
nosotros, los hermanos menores, a progresar estudiando y señalándonos las
posibilidades del mundo exterior, diferente al campo. Hoy en día, tengo
conciencia de que sin este impulso, grabado en mi inconsciente, no sería el
profesional de hoy.
Aun cuando obtuve algunos aprendizajes inconvenientes, a los cuales me
referiré más adelante, los valores señalados me han permitido dar la cara con
mucha seguridad a las circunstancias que se han presentado en el seno de la
familia, cosa que es muy valorada, puesto que transmiten confianza, creando
un ambiente psicológico propicio para la salud emocional.
Todas las personas que se hagan la pregunta de si están por el camino
correcto, necesitan hacer una revisión de los valores aprendidos en su niñez,
identificando aquellos que le ayudan en su vida y los que no. Una manera de
identificar esta señal, refiriéndome a los valores, es realizando el siguiente
ejercicio:
1.- Descubre tus valores aprendidos. Para lograr esto, te recomiendo cerrar
los ojos y visualizar a cada uno de los miembros de la familia y sentir lo que
ellos vinieron a sembrar en ti como guía y apoyo. Tómalos como una señal
para que te conduzcas por el camino correcto. Toma nota de cada uno de los
valores identificados.
2.- Diferencia entre los valores que quieres que sigan orientándote en la
vida y los que no requieres y deseas desechar, dado que te conducen por un
sendero equivocado.
3.- Aun cuando no hayas identificado algunos valores importantes al
visualizar a tu familia, hazte la pregunta de cuáles valores deberían guiarte en
cuanto a la salud, lo espiritual y las relaciones, complementando tu lista de los
valores que conforman tu señal número uno.
4.- Haz un registro de las cosas que haces en tu vida cotidiana y verifica si
lo que estás haciendo es congruente con los valores que deseas que guíen tu
vida.
5.- Toma nota de las cosas que debes corregir y las que debes afianzar, en
orden de prioridad y reserva esta información para cuando revisemos las
señales 5 y 6.

SEGUNDA SEÑAL:
Descubrir tu poder personal
Es importante, para andar por un camino en el cual sientas confianza,
certeza y convicción, sentir que tienes poder personal. Es posible que hayas
nacido en un ambiente familiar donde te hayan sembrado un sentimiento de
que puedes hacer cualquier cosa que desees, sin embargo, esto no es lo común.
En muchos casos, en la infancia, los padres, tratando bien sea de proteger a sus
hijos de peligros reales o imaginarios, los inhiben de experimentar y actuar
libremente en sus juegos y deseos de conocer el ambiente y el mundo que los
rodea. En otros casos, frecuentes también, los padres, siguiendo los patrones y
aprendizajes de su niñez, castigan y sentencian a sus hijos por no realizar algo
correctamente, calificándolos de ineptos, estúpidos, irresponsables y
avergonzándolos delante de sus hermanos y otras personas. Esta conducta de
los padres, crea una imagen de minusvalía, de fracaso, de ser indigno, de
desmerecimiento en la vida. Hoy en día, esta visión limitada de sí mismo se
conoce como baja autoestima.
Esto también suele ocurrir por influencia del medio, situación o entorno
familiar y social al cual pertenezcas. Puede ser que en la familia, los amigos y
en el colegio, sea normal la descalificación y la burla por tu condición social o
aspecto físico, creando complejos en la personalidad.
Con esta imagen de sí, limitada acerca de lo que eres y puedes ser capaz de
hacer, no es posible que puedas transitar un camino correcto, no tendrás la
actitud para superar los obstáculos o aprovechar los momentos y
oportunidades cuando se presenten para avanzar en lo que se supone es tu
misión de vida.
En el otro extremo, pudiera ser que hayas sido inducido a creer que puedes
hacer lo que quieras por encima de todo, no respetando las fronteras y
derechos de los demás, creándote un sentimiento inadecuado de superioridad.
En este caso, con toda seguridad crearás más problemas de los que puedas
realmente afrontar, entrando en un ciclo de dificultades cada vez mayor,
teniendo que dedicar mucho tiempo a la defensa y perdiendo de vista el
camino indicado.
Para que una persona pueda desandar su camino correcto, tiene que
sentirse capaz de alcanzarlo, debe desarrollar una autoestima adecuada. Creer
y sentir que puede. Que las limitaciones que creía tener eran falsas,
infundadas, y que dispone de un potencial amplio para aprender cualquier cosa
que se disponga a aprender y lograr cualquier cosa que quiera alcanzar. En
lugar de seguir con las limitaciones, te permites abrir nuevas rutas o senderos,
y te planteas nuevos alcances en tu visión del mundo y de lo que puedes
realizar en él.
Quizás por el hecho de que ninguno de mis hermanos mayores había
culminado sus estudios y la precaria situación económica familiar presente,
había crecido con la creencia de que estaba destinado a ser pobre y que mi
futuro inminente era trabajar de la misma manera que lo estaban haciendo mis
hermanos. No tenía una expectativa mayor. En la educación primaria no tuve
ningún inconveniente en avanzar sin mayor esfuerzo, sin embargo, cuando
ingresé a estudiar en la secundaria, comencé a encontrar dificultades y lo
interpreté como si careciera de inteligencia suficiente para aprender, que los
otros eran más inteligentes y por esto alcanzaban el éxito en los estudios. En el
segundo año, obtuve malas calificaciones en las principales materias,
consideradas como las más difíciles por el común de los estudiantes. Sentí un
gran temor, amenazado con perder el año escolar, esto era provocado por uno
de los valores que me señalaban que iba por el camino incorrecto. Esta
situación me hizo reaccionar, adoptando nuevos hábitos de estudio y para mi
gran sorpresa, comencé a destacarme, llegando a ser uno de los primeros
estudiantes.
Esta experiencia, permitió darme cuenta de mis capacidades y de la falsa
creencia que tenía acerca de mi intelecto. Los demás no eran más inteligentes
que yo, solo tenía que adoptar un nuevo hábito y ser disciplinado para cumplir
con esta responsabilidad ante mí y ante mis padres. En ese momento sentí
poder. Fue un punto de quiebre. Tomé otro rumbo; tomé el rumbo correcto en
esta pequeña pero significativa encrucijada.
En lo sucesivo, logré un destacado desempeño, recibiendo reconocimientos
de mis profesores, compañeros y hermanos. Me sentí orgulloso y capaz de
lograr mis propósitos.
Influenciado por las necesidades económicas en el hogar, mi meta
inmediata era trabajar. Estaba estudiando para lograr un oficio como técnico.
El día en que acudí acompañado por mi madre a retirar las notas finales del
último año, ocurrió un evento significativo, de esos que parecen casuales pero
que no lo son. El profesor de Física le preguntó a ella: ¿qué piensa hacer su
hijo?, y de manera humilde, ella comentó que iba a trabajar. Habíamos
conversado y visto dos solicitudes de empleo. Estaba bastante emocionado,
porque comenzaría mi vida laboral y esto significaba la independencia
económica de mis hermanos y contribución a la economía del hogar. El
profesor en respuesta a lo mencionado por mi madre, dijo con mucho
sentimiento, que sería una lástima que teniendo tan buen desempeño en las
disciplinas científicas como las matemáticas, la física y la química, no fuese a
continuar los estudios universitarios. Sugirió que presentara el examen de
admisión, el cual se realizarían en días próximos. No recuerdo con exactitud la
respuesta de mi madre, pero sentí una gran emoción, se me abrió una nueva
puerta, la cual no existía en mi mente. Nuevamente me sentí con una alta
estima y un gran orgullo al recibir este reconocimiento.
Después de dar la noticia al resto de la familia, mis hermanos, con gran
entusiasmo, ofrecieron ayudarme. Presenté los exámenes y alcancé un
magnífico desempeño en la universidad, no solo en los estudios sino en
diversas disciplinas como en el área cultural, los deportes y en las relaciones
personales. De esta manera fue como el destino me condujo por una senda
determinante en el flujo de mi vida.
Aun cuando el poder personal es un sentimiento libre de complejos y
pudiera tener un significado más profundo, todas estas experiencias me
hicieron sentir poderoso, y creerme capaz de emprender cualquier cosa que
quisiera con altas expectativas de éxito. Por esta razón considero que esta es la
segunda señal: el poder personal.
No concibo que alguien esté en su camino correcto sintiendo en su interior
complejos y creencias limitantes que le impidan realizarse en su plenitud. Por
tanto, cuando una persona se hace una revisión y encuentra que tiene una
imagen limitada de sí mismo, debe tomarlo como una señal para corregir, para
apropiarse de su poder personal, y este hecho lo ubicará en su camino
correcto. El poder personal, es un sentimiento que va creciendo en la medida
que asumes mayores retos y te liberas de condicionamientos negativos
aprendidos en tu niñez.
A fin de sondear la imagen que tienes de ti mismo en busca de tus
limitaciones, sugiero que realices el siguiente ejercicio:
1.- Ubícate en un lugar tranquilo, respira profundo 3 veces y luego normal.
Comienza a revisar aquellos momentos cruciales que te han llevado a lo que
eres y haces hoy. Si cometiste un error al decidir en alguno de esos momentos,
identifica la limitación que impidió que tomaras la mejor decisión. Haz esto
con cada uno de los momentos identificados. Es posible que alguna decisión
que hayas considerado inadecuada, posteriormente te haya llevado a una
situación favorable, sin embargo, lo importante aquí es darse cuenta si actuaste
en función de una imagen o de creencias inadecuadas sobre ti mismo.
2.- Si has identificado una o varias limitaciones, que no solo impidieron
que tomaras una decisión en algún momento importante de tu vida, sino que
están impidiéndote avanzar en la vida actual, entonces es hora de buscar
ayuda. Hoy en día, existe un gran número de terapias sencillas que abordan de
manera sistémica el asunto de los bloqueos en las personas. Estos bloqueos
suelen ser creencias y emociones atrapadas que actúan con fuerza, torciendo la
voluntad de los individuos.
Con toda seguridad, dadas las coincidencias que el universo crea a través
de tus intenciones, encontrarás la ayuda adecuada, a través de un amigo, un
anuncio, una situación en el trabajo o un encuentro casual con un desconocido.

TERCERA SEÑAL:
Darse cuenta que el camino que sigues no es tu camino

Cuando cuentas con unos valores que te guían por buen sendero y te
sientes con poder personal, asumes con valentía cualquier reto; sin embargo,
puede llegar un momento en que te preguntas si lo que estás haciendo es lo
que realmente quieres hacer, si estás en tu misión de vida, si es lo correcto.
Esta es una de las preguntas más importante en el camino.
Recién salido de la universidad comencé a trabajar en una hidroeléctrica
como ingeniero de mantenimiento. Mi aprendizaje se desarrolló de manera
normal; desde sentir temor al principio, a sentir confianza y competencia en
mi labor. Desde mostrar timidez, como era mi naturaleza de campesino, a
mantener relaciones personales amistosas. Iba fluyendo con las circunstancias
que se me presentaban. En un período de dos años contraje matrimonio y
conseguí cambiarme desde un campamento distante donde se encontraban las
instalaciones principales de la empresa, a una dependencia más pequeña,
cerca de la ciudad.
Teniendo veintisiete años, fui invitado a participar en un trabajo muy
interesante, en una gran empresa en crecimiento. El proyecto en cuestión se
relacionaba con la transferencia tecnológica y la dependencia en este campo.
Tenía que ver con la gente y su actitud ante el aprendizaje. No fue difícil
convencerme de participar en esta iniciativa.
Rápidamente me vi envuelto en dinámicas relacionales y descubriendo un
campo maravilloso sobre el comportamiento humano. Jamás imaginé, dado mi
carácter introvertido, adentrándome en la gente y alejándome poco a poco de
la ingeniería.
Me di cuenta que había estudiado la ingeniería inducido por los mensajes
que me había incubado mi familia, en particular, mi hermana mayor; que el
universo con sus sincronías se había encargado de llevar a cabo el mandato
que llevaba en el inconsciente. Ella decía, y lo recuerdo con mucha claridad,
que debía estudiar ingeniería de petróleo, dado que en aquel entonces el
petróleo era el boom económico en el país. Aunque me gustaba hacer mi
trabajo y lo disfrutaba, tenía la impresión que me habían dado una señal
diciéndome: ¡Partida!, y había arrancado a correr como Forrest Gump, sin un
propósito. Ahora me encontraba con un campo inmenso que me gustaba más,
que me halaba con mucha fuerza, hasta el punto de cuestionarme de por qué
había estudiado ingeniería y no psicología.
Hay autores que señalan, con base en sus observaciones e investigaciones
que los seres humanos vivimos etapas o transiciones en nuestro desarrollo y
que estas se presentan cada siete años. Mirándolo desde este enfoque, la
infancia dura hasta la edad de siete años, la niñez hasta los catorce, luego se
inicia la adolescencia hasta los veintiuno, cuando comienza la mayoría de
edad, y así sucesivamente. En mi caso, contaba con veintisiete años cuando
comenzaron a ocurrir grandes cambios. En esa etapa, me cuestioné todo; mi
matrimonio, mi profesión, mi trabajo. Me di cuenta que había cometido
errores y que solo estaba mirando los aciertos. Había descuidado mucho la
atención a mis hijos y eso, hasta el día de hoy, consciente de este desatino,
ocupa espacio en mi atención, asumiendo algunas consecuencias, en las cuales
trabajo para su corrección. En aquel entonces, sentía un impulso inconsciente
de que debía cambiar.
Así como tu inconsciente te lleva por una vía programado en el seno de la
familia, el universo se encarga de presentarte coincidencias, situaciones,
eventos y actores que te señalan un sendero más apropiado a tu misión de
vida, dándote oportunidad para corregir. Este darse cuenta, esta toma de
conciencia, representó la tercera señal: estaba siguiendo un camino que no era
el correcto para mí, no tenía corazón.
Es importante señalar que hay personas para los que esta encrucijada no
representa un viraje en su misión de vida, pero sí les sirve para autoafirmarse y
actuar con más compromiso en ella; cobran más vida, toman decisiones con
mayor certeza y se lanzan con mucha fuerza. Existen otros que dándose cuenta
que no están en su camino, no realizan un viraje, debido a que conservan una
pobre imagen de sí, no sienten poder personal para atreverse a realizar un
cambio. Probablemente, estas personas se convertirán en resentidas, no
asumirán la responsabilidad de sus vidas, culpando a otros: sus padres, sus
jefes, el gobierno, el mundo y hasta Dios mismo.
En ese momento me pregunté: ¿Qué hago ahora que me daba cuenta que
no seguía mi camino correcto? Eso me dio pie para identificar otra señal que
será tratada en el próximo capítulo.
El siguiente ejercicio te puede ayudar a identificar la tercera señal:
1.- Siéntate cómodamente en un lugar donde tengas privacidad. Reflexiona
acerca de lo que estás haciendo actualmente en tu vida. Pregúntate: ¿Estás a
gusto? Evalúa, en una escala del 1 al 10, ¿cuánto le asignarías? Revisa si Lo
que estás haciendo es lo que han querido tus padres que hagas o si sientes que
es tu vocación. Recuerda si en tu niñez recibiste mensajes directos de alguno
de tus padres o hermanos o personas influyentes en la familia, sobre lo que
debías estudiar.
2.- Reflexiona haciéndote las siguientes preguntas: ¿Si tuvieses la
oportunidad de cambiar, cambiarías de disciplina o de trabajo? Es posible que
con esta reflexión, te des cuenta que lo que haces es lo mejor para ti, decidas
profundizar y dedicarte con más pasión a ello, o que necesitas un viraje. Si es
el segundo caso, ¿Hacia dónde dirigirías tu energía? ¿Has recibido sugerencias
de personas cercanas o casuales acerca de otras cosas que podrías hacer? ¿Se
te han presentado casualmente oportunidades desde varias direcciones:
personas, eventos, anuncios, mensajes y te han llamado la atención?
3.- Haz, igualmente, esta revisión en otros aspectos importantes como las
relaciones familiares, de pareja, la salud o las finanzas.
4. Toma nota de aquellas áreas donde requieres cambiar, las cuales te
servirán para la siguiente señal.

CUARTA SEÑAL
Escoger un camino con corazón

Hasta aquí, reconocía cual era el camino que no debía continuar y ahora
me correspondía escoger un camino que pudiera seguir apasionadamente, con
la certeza de que iba en la dirección correcta. No era fácil, pues se presentaban
delante de mí muchas opciones, las cuales tendría que chequear con mente y
corazón.
No recuerdo que haya sido de manera consciente, pero me dispuse a
revisar mis talentos. En los deportes sentía una gran atracción por el atletismo,
sin embargo, a la edad de veintisiete años, no había alcanzado más allá de un
tercer lugar en todas las competencias. Lo tomé como un complemento a mi
espíritu y un apoyo para mi salud. En el teatro y en la música logré un
destacado desempeño, pero nunca lo vi como una profesión o algo a lo que
pudiera dedicar toda una vida. También incursioné en la declamación de
poesías negroides. Allí, según los que me escuchaban, tenía una actuación
sobresaliente, aun así, no lo vi más allá de ser una muy agradable forma de
socializar.
Una de las cosas esenciales que había descubierto, en todas estas
alternativas que se me presentaban, era que no había una referencia familiar.
Estos talentos eran naturales, no recuerdo en mi hogar alguno que hubiese
influenciado en estas cualidades. Tampoco, ningún familiar cercano con tales
dones. Aunque en aquel momento, no tenía plena conciencia del porqué no los
asumí como un camino válido y posible, hoy en día puedo identificar dos
elementos; en primer lugar, no sentía internamente esa pasión desbordada la
cual considero necesaria para comprometerse con una carrera de por vida. La
satisfacción venía de lo externo, de los aplausos y reconocimiento del público.
Muchas veces, me vi a mí mismo, repitiendo una y otra vez un poema, una
canción y una obra de teatro. El solo hecho de pensar en eso, disminuía mi
interés. Por otro lado, se imponía la programación del condicionamiento
marcado por la situación económica familiar de la niñez, la cual me inducía a
buscar actividades que generaran ingresos de manera inmediata.
En aquel tiempo, recuerdo, leí un libro sobre las transiciones en el cual el
autor mencionaba que cuando estamos en una encrucijada, tal como la que
estaba viviendo, se tenía la sensación de estar en el medio de un rio donde no
se veía ninguna de las dos orillas; no ves hacia dónde vas y tampoco ves con
claridad de dónde vienes. Sientes incertidumbre de si regresar, porque ya no es
seguro, o continuar hacía un lugar incierto. También reflexionaba sobre algo
mencionado por Carlos Castaneda en uno de sus libros, referido a los
enemigos del hombre. Decía que el hombre se enfrenta a cuatro enemigos; el
primero era el miedo porque te paraliza y no te deja avanzar, una vez vencido
ese enemigo, te enfrentas al segundo, el cual era la confianza; este enemigo te
hace confiado y te expone haciéndote torpe. Si vences la confianza, entonces
se presenta el tercer enemigo: el poder. El poder te hace arrogante y
caprichoso, lo cual también te aleja del conocimiento. Vencido el poder,
aparece el cuarto enemigo el cual es la vejez, y este se puede posponer pero no
se puede vencer.
Hasta ese momento, pensaba que había perdido el miedo para aceptar
compromisos y me sentía con suficiente confianza para ello, sin embargo,
ahora me encontraba lleno de dudas. En el camino de las relaciones
interpersonales, me sentía a gusto, sentía una alegría interior, no obstante era
un mundo por descubrir. Ahora, me disponía a avanzar a pesar de las dudas,
pero sin desbocarme. Debía ser cauteloso en mis decisiones; debía escoger con
la conciencia de saber que tenía delante de mí, muchas opciones.
Comencé a acercarme a esas cosas que me gustaban, aceptando
responsabilidades como por ejemplo, la jefatura de un centro de
adiestramiento. Tomé la ruta de las relaciones humanas, lo cual representaba,
según mi sentir de ese momento, un camino con corazón. Era la cuarta señal.
Junto con este viraje en mi curso laboral, comencé a trabajar en mis
debilidades y los conflictos presentes en mi vida familiar y en mis relaciones.
Como ejercicio para identificar esta señal, recomendaría las siguientes
actividades:
1.- Independientemente de si, producto de la actividad de revisión en el
ejercicio anterior, en la tercera señal, has determinado que lo que haces es o no
es, tu misión de vida, has una evaluación de aquellos dones que crees tener. En
mi caso, encontré cualidades que no seguiría, en la parte artística y en los
deportes, sin que hubiese aparente influencia familiar. Esto no tiene que ser así
necesariamente, debido a que hay personas que nacen en un ambiente familiar
de artistas, deportistas, y cualquiera otra disciplina y les resulta un ambiente
excelente para su camino pasional, desenvolviéndose como pez en el agua
desde muy pequeños y destacándose notablemente.
2.- Visualízate haciendo cada uno de estos dones y valida, si sientes una
satisfacción interna, que viene de ti y no externa de los elogios o aprobación
de los demás. Esta evaluación es muy importante.
3.- Has una revisión, de los últimos meses, años o desde que comenzaste a
sentirte incómodo con lo que haces, a fin de identificar casualidades,
coincidencias como por ejemplo; te encontraste con un amigo o amiga que te
invita a un curso o a una conferencia, que conociste a una persona que tiene un
oficio diferente al tuyo y te sientes fascinado o fascinada por lo que hace y
además anda buscando a alguien con cualidades como las tuyas para
contratarlo. Puede ser que cada vez que abres el periódico te encuentras con
una oferta de trabajo relacionado con lo que desearías hacer, y además, viste
una propaganda en tv relacionado con eso, etc.
Recientemente una persona me comentó que por doquier le solicitaban dar
clases, pero aunque le gustaba y lo hacía muy bien, no veía en ello una gran
oportunidad económica. Le recomendé que fluyera con eso y se diera la
oportunidad, ya que eso podría representar un trampolín para algo superior en
su vida.
Si sientes que lo que haces no es tu camino, pero que tienes que seguir
haciéndolo por necesidad económica, está muy bien; sin embargo, ve
preparando el terreno para dar un viraje hacia donde si crees debes ir: tu
camino con corazón.

QUINTA SEÑAL
Descubre el inmenso campo para desplegar tu propósito

Jabes invocó al Dios de Israel diciendo: ¡Oh, si en verdad me bendijeras,


ensancharas mi territorio, y tu mano estuviera conmigo y me guardaras del
mal para que no me causara dolor! Y Dios le concedió lo que pidió.
Crónicas 4:10
Nueva Biblia Latinoamericana
Decidí lanzarme por un amplio camino, pero esta vez voluntariamente.
Como un rio cuesta abajo, con muchos cauces que se separan y se vuelven a
unir, formando caudales más anchos, fui fluyendo, en un equilibrio dinámico.
Sufrí grandes tropiezos, pero iba ganando fortaleza y claridad.
En mi trabajo, negocié la transición, es decir, acepté la responsabilidad con
la condición de recibir formación, asesoramiento y legitimación de la nueva
carrera profesional. Comenzaron a aparecer las coincidencias, las
oportunidades y la sinergia. Inicié una maestría en Desarrollo Organizacional
en México, esto me llevó a conocer a un profesor con conocimientos muy
novedosos para mí, a su vez, me permitió descubrir la capacidad de aprender,
de innovar y poner en práctica nuevas dinámicas en el campo que estaba
descubriendo. Producto de este intercambio entre maestro y alumno, terminé
siendo contratado por él para trabajar en su empresa en su país, México.
Nuevamente, esta experiencia, la cual duró aproximadamente dos años, estuvo
llena de señales, sincronías que fluían y me decían que andaba por el camino
correcto.
Así como Dios le concedió a Jabes lo que pidió, este territorio me dio la
oportunidad de profundizar en varios campos, no previstos inicialmente, como
el de las vidas pasadas y la reencarnación; conocer más de cerca el tema de
las enseñanzas de Don Juan, lo cual me apasionaba, a través de un practicante
de este conocimiento como lo es Víctor Sánchez. Al igual que al inicio de la
transición con el profesor de la maestría, llegué a entablar una buena relación
con este maestro, el antropólogo Sánchez, quien hoy en día goza de muy
buena fama en esta corriente de conocimiento. Como sucede con las corrientes
de agua, llegué a un punto donde el camino se ampliaba de tal modo que se
convertía en un inmenso y caudaloso rio de aguas profundas. Esto se
manifestó cuando Víctor Sánchez me propuso participar en experiencias de
mayor alcance en otras localidades, formando parte de su equipo de asistentes.
Era otra encrucijada que se presentaba y me exigía tomar nuevamente una
decisión relevante en el curso de mi vida. Me detuve a evaluar: ¿Qué hacer?
Estaba a gusto aprendiendo y me sentía muy cómodo como aprendiz,
aunque con esta oportunidad seguiría siéndolo, implicaba un mayor nivel de
involucramiento y el abandono de una serie de compromisos significativos.
Decidí cerrar mi compromiso con mi amigo el profesor, regresar a Venezuela y
someterme al estímulo de la presencia de mis hijos, quienes habían sufrido mi
ausencia por un buen tiempo.
Estando en Venezuela, con la intención de buscar mayor claridad, comencé
a guiarme por las coincidencias y señales. Conocí, por intermedio de un
antiguo amigo, a un ecologista, quien me invitó a conocer su comunidad.
Vivía en un sitio al pie de la cordillera de Los Andes, era un lugar muy
hermoso, con muchos afluentes nutriendo un ancho rio cerca de las cabañas
que habitaban. Hacía mucho frio, la temperatura cerca de diez grados a media
mañana. Los miembros de la comunidad se veían muy sanos y amantes de la
naturaleza; buenos para conversar, sobre todo, alrededor de una fogata,
tomando té caliente y muy abrigados. Convine con ellos en regresar a fin de
realizar un ayuno de tres días. Mediante esta experiencia de ayunar, pretendía
hacer una revisión de mis aprendizajes y descubrir cual ruta seguir dentro de
los caminos que se me presentaban en el vasto campo del desarrollo personal.
Había escogido una fecha significativa en el rol social, los días de fin de año,
30, 31 y el 1 de enero. Pensaba que quizá estos días me pudieran traer a la
superficie apegos de mi historia personal.
Tres semanas después, me encontraba en un pueblito llamado Humocaro
Alto, frente al camino que iniciaba el ascenso a la montaña. Llevaba un
inmenso morral, cargado con mis cosas personales; una carpa, un saco de
dormir, ropa y una serie de encargos de enseres y comestibles que me habían
hecho los de la comuna. Llevaba una pesada carga. El trayecto era de dieciséis
kilómetros. Me dispuse a subir sin pausa, aplicando un método de
concentración aprendido en las prácticas de los entrenamientos con Víctor
Sánchez. Emprendí mi caminata con determinación y solo hacía pausa para
recoger agua de los pequeños riachuelos que atravesaba para refrescarme la
cara.
A eso del atardecer, llegué a la comunidad, fui recibido con mucho cariño
y alegría por los muchachos y muchachas que me esperaban. Mis hombros me
dolían un poco por la presión de las tiras del morral. Me coloqué unas
compresas de agua fría y sentí rápidamente un gran alivio. Estaban
sorprendidos por el tiempo que me había tardado en subir hasta allá, pues
comentaron que ellos se tardaban un poco más. Me obsequiaron algo de comer
y nos sentamos alrededor de una fogata, tomando té, contándoles sobre la
experiencia y respondiendo sus preguntas sobre el tema de lo aprendido en
México.
Al día siguiente, desperté muy temprano, con mucho brío, no sentía el más
mínimo vestigio de dolor. Me dirigí, acompañado por dos de ellos, a un lugar
el cual había escogido en la visita anterior. Era un sitio un poco más arriba en
la montaña, el camino era estrecho, estaba separado por un riachuelo.
Aproximadamente a unos cincuenta metros después del riachuelo, había un
aplanado y allí decidí colocar la carpa. La dispuse con mirada al río y con una
vista despejada para mirar la claridad del cielo y el copioso tránsito de nubes.
Me ayudaron a levantar mi morada de tres días y se despidieron, prometiendo
visitarme al día siguiente.
Inicié reconociendo el lugar, recogiendo leña suficiente para encender y
alimentar una pequeña fogata durante tres días. Me dediqué a contemplar,
sintiendo cada cosa. Meditaba, recapitulaba, dormía y tomaba conciencia de
los efectos del ayuno y el frio del lugar en mí cuerpo. Al tercer día, como
habían convenido, me fueron a buscar. Experimentaba debilidad, me sentía
muy liviano, con mucha claridad mental. Esperé un par de días a fin de
recuperarme, los cuales aproveché para compartir experiencias con los amigos
ecologistas, y a su vez, conocer más del lugar, de su forma de vivir y ver el
mundo.
Producto de la reflexión durante el retiro, pude darme cuenta de que
cuando estás en un camino con corazón, tu atención se agudiza, tu intención
abre puertas y aparecen las coincidencias y las pequeñas señales. Tan solo
necesitas estar despierto. Cuando esto sucede, te has encontrado con la quinta
señal, encuentras el inmenso campo para desplegar tu propósito.
Me di cuenta de que, aunque andaba en búsqueda de conocimiento, no
estaba preparado aún para abandonarlo todo. Decidí insertarme en el mundo
cotidiano, a manera de poner en práctica el desatino controlado, una
enseñanza de don Juan a Carlos Castaneda, la cual consistía, a mi entender, en
adoptar un rol dentro de la sociedad a sabiendas de que no es lo más
importante, trabajando de manera oculta lo que verdaderamente es tu interés.
En este caso, el conocimiento y desarrollo de sí. Mi desarrollo continuaría de
manera solapada. Dado que era consciente, podía trabajar en cualquier área,
estando al acecho de mis hábitos y mi aprendizaje. Para la sociedad eres un
tonto, un perdedor o un hombre de éxito, dependiendo de lo que decidas hacer;
para ti mismo, contemplas y disfrutas tu mundo interno.
Tendría que continuar con un gran esfuerzo puesto que Bruce Lipton, un
científico en el campo de la biología, en una conferencia sobre la epigenética,
menciona que nuestra vida está controlada por la mente subconsciente en un
95% y que utilizamos nuestra mente consciente tan solo en un 5%. A su vez,
en un curso sobre la kabbala, se mencionaba que el control que tenemos sobre
nuestras vidas apenas alcanzaba el 1%.
A partir de esta experiencia, bajé de la montaña, dispuesto a fluir con las
oportunidades, a lo cual me referiré en el siguiente capítulo como la sexta
señal.
Como en los capítulos anteriores, a fin de familiarizarte con la quinta
señal, te recomiendo realizar las siguientes actividades:
1.- Dentro del camino que has visualizado, donde te sientes a gusto y estás
dispuesto a seguirlo, identifica los diversos campos donde podrías expresarte
con evidente facilidad y por cada uno de estos observa si se te han presentado
con cierta frecuencia, señales, coincidencias y sinergias. Estas vienen, como
mencioné con anterioridad, en forma de propuestas, contactos, invitaciones
sorpresivas, cursos, que son compatibles con lo que has venido pensando
hacer o estás haciendo.
2.- Puede ser que para una actividad tengas mucha facilidad pero no te
parezca atractiva. Antes de descartarla, evalúa si esta actividad te puede
relacionar con otras personas o instituciones o si te sirve como salvoconducto
para una oportunidad que visualizas a futuro.
3.- Evalúa si te sientes preparado emocionalmente para asumir esta
actividad hasta las últimas consecuencias. Si sientes que no, revisa cuales son
las razones. Identifícalas y has un balance antes de adentrarte en
profundidades. Esta revisión te evitará sorpresas en tu camino, no dejando
situaciones abiertas que te causarán mucha dificultad en el futuro. En mi caso,
con la puerta ancha que se me abrió en México, me detenía el abandono total
de mi familia, y para esto no estaba preparado.
4.- Inicia la práctica de observarte a ti mismo. Toma 10 minutos en la
mañana y 10 por la noche para hacer lo siguiente: Busca un lugar donde te
puedas sentar cómodamente, respira profundamente tres veces y luego respira
normal. Durante estos 10 minutos vas a observar cómo sale y entra el aire por
tus fosas nasales. Cada vez que te desvíes de esta observación, vuelves a
retomarla. No le prestes atención a tus pensamientos, son muy seductores.
Diles que te permitan 10 minutos, que ya regresas, y vuelve a tu observación.
Adicional a este ejercicio, en tu quehacer cotidiano, cada vez que te
recuerdes obsérvate a ti mismo, dándote cuenta de lo que haces y sientes. No
te juzgues, solo obsérvate. Esto lo convierte en un acto de meditación y vas
desarrollando la capacidad de ser testigo de tus actos.

SEXTA SEÑAL
Descubre tu capacidad de manifestar lo que deseas

En el quehacer cotidiano en la sociedad, la gran mayoría de las personas


vive movida por la influencia de las enseñanzas inducidas por los padres en
cuanto a valores, creencias y motivaciones. Una vez que tomas conciencia de
que ese no es tu camino, buscas una motivación propia, por la cual sientas
alegría y pasión, luego si lo consigues, puede llegar un momento en que eres
consciente de cada cosa que haces y te conviertes en observador de tu vida.
Cuando esto te sucede, es como si entraras a un monasterio, aun cuando andas
en una sociedad con todos sus desatinos, donde la gente busca hacerse de
bienes, de posiciones de poder; donde unos se sienten por debajo y otros por
encima, tú solo miras y te miras, aprendiendo y observándote para superar tus
debilidades. Esto era llamado por un místico caucásico del siglo veinte, de
nombre G. I. Gurdjieff, el cuarto camino, el camino del hombre común. Según
este enfoque, el que tiene mucho sentido para mí, cuando interactúas con las
personas en el mundo cotidiano, emergen de ti todos tus prejuicios, emociones
y reacciones automáticas, de las cuales, si deseas expresarte en el mundo con
libertad, requieres liberarte de estos automatismos. Así, cuando te enojas, te
observas; cuando tienes miedo, te observas; cuando te sientes culpable, te
observas. De esta manera, comienzas realmente a actuar libremente, utilizando
tu libre albedrío.
Comencé a buscar oportunidades para desplegar mi propósito de trabajar
en organizaciones, ya no como ingeniero, sino como consultor en el campo de
la psicología organizacional, de las relaciones y motivaciones de la gente en
ellas. Rápidamente me conseguí con un antiguo amigo, el cual trabajaba en
una institución sin fines de lucro. Me preguntó sobre mi quehacer y le
expliqué que andaba en busca de trabajo y cuales eran mis fortalezas: podía
lograr que la gente quisiera hacer más cosas de mejor manera. Me asignó dos
empresas en las cuales sus propuestas de mejora estaban estancadas. Al cabo
de un mes, comenzaron a solicitar más servicios de la institución, lo cual
significaba más trabajo para mí. Esto se repitió en varios proyectos y mis
ingresos fueron en aumento. Producto de esta experiencia, desarrollamos un
modelo de intervención que incluía de manera expresa el componente humano
y creamos una empresa de mayor alcance, la cual nos dio la oportunidad de
trabajar a nivel internacional.
Paralelamente, como mencioné en el capítulo anterior, fui ampliando mi
aprendizaje en el mundo interno. Me encontré con personas con mucho
desarrollo espiritual y a través de ellos, amplié el conocimiento de ese mundo
oculto que la mayoría desconocemos. Fue un período muy interesante,
fecundo en aprendizajes, en el cual pude validar que eso era lo más
importante.
Continué trabajando en el campo organizacional y al cabo de siete años
decidí independizarme, creando mi propia empresa, estabilizándome
geográficamente a favor del núcleo familiar. En cierto momento, las
condiciones del entorno comenzaron a cambiar, por lo que requería de un
cambio en mi actividad y se manifestó nuevamente la oportunidad de realizar
un giro. Fui invitado a ocupar un cargo en una institución, la cual me ofrecía
desplegar aún más el campo de mi interés. Estuve allí durante un largo
período, el cual me permitió darme cuenta de la ingenuidad de creer que
podemos cambiar las cosas y que de no estar conscientes, pasaríamos toda una
vida intentándolo. No fue así en el campo de mi desarrollo espiritual. Continuó
mi aprendizaje de manera acelerada. Dado que estaba alerta sobre las
oportunidades, participé en un curso internacional sobre cambio de creencias y
desbloqueo emocional. Este último incluía un aspecto relacionado con
sanación cuántica el cual no lo pude concretar, sin embargo, se manifestó la
oferta de un curso que trataba sobre la materia, con duración de un año y con
varios niveles subsiguientes. Evidentemente era una de esas coincidencias y
casualidades, que he venido mencionando. No solo era el tema, sino que era
una cátedra permanente, año a año. Representaba un aprendizaje inagotable.
Entablé un buen intercambio con el instructor y llegamos a alcanzar una
agradable amistad.
En una de las clases de este programa, el instructor señalaba que existe un
campo llamado el campo de todas las posibilidades, inmediatamente después
se encontraba el nivel de todas las posibilidades latentes y luego, estaba el
nivel de la manifestación física. Pasar del nivel de las posibilidades latentes
dependía de la intensión, y cuando lograbas con tu intención manifestar algo
físicamente, se le denominaba el colapso de la onda. Algo a nivel de energía,
que con un nivel vibratorio determinado, podía colapsarse, manifestándose a
nivel físico. Revisando nuevamente las experiencias de vida después de dar el
viraje en mi camino, mis propósitos se manifestaban con mucha rapidez: mi
contrato en México, el encuentro y la propuesta de Víctor Sánchez, las
oportunidades posteriores al retornar a Venezuela, la continuidad en los
programas de formación recientes, y un conjunto de manifestaciones
“casuales” que se habían dado durante todo este tiempo. Tomé conciencia de
que la gente no lograba las cosas que quería debido a que no sabían con
exactitud lo que deseaban, y su mente tenía un mar de confusiones en sus
cabezas. No solo no lograban lo deseado, sino que atraían cosas inesperadas,
puesto que su mente estaba ocupada creando situaciones indeseables. Su
verdadera intención era inconsciente.
En el curso, “casualmente” me encontré con un amigo a quien conocía
desde hacía bastante tiempo. Me manifestó que estaba ayudando a las personas
a través de la oración de los salmos. Dado que estaba fluyendo con las
coincidencias, enseguida le propuse difundir su conocimiento a través de
seminarios. Al mismo tiempo le expresé la intención de conocer a la autora
del libro mediante el cual él se orientaba, a fin de profundizar en el tema. Pasó
poco tiempo para que no solo la conociéramos sino que entablamos amistad
con ella. Se estaban colapsando las intenciones que nos proponíamos.
Cuando marchamos por el camino correcto, debido a que actuamos con
mucha pasión, nuestras intenciones bien enfocadas tienden a manifestarse. La
sexta señal está relacionada con la capacidad de tener intensiones claras
enfocadas dentro de tu camino. Esta capacidad es la de vivir con propósito.
No tienes que vivir ni aprender todas estas cosas que en mi camino he
aprendido, solo presta atención a lo señalado en el último párrafo. Tu camino
puede ser el arte, la ciencia, el comercio, la artesanía, cualquier oficio, y basta
que actúes apasionadamente en tu campo, que lo disfrutes en tu interior, para
que tus intenciones se manifiesten en abundancia y cuando tú estés preparado
para recibirlas.
Para facilitarte la aplicación de esta señal, te propongo las siguientes
actividades:
1.- Dado que ya has identificado el camino pasional, determina con
precisión lo que deseas alcanzar en el campo donde quieres actuar. Transforma
eso que quieres alcanzar en uno o varios objetivos. Por ejemplo, en mi caso,
quiero difundir los conocimientos que he adquirido en materia del desarrollo
personal, así que me propuse como objetivos el diseño de cursos, conferencias,
escribir un libro, estudiar locución, aprender el uso de redes, participar en
congresos, etc. Todo esto lo he venido realizando y va en la misma dirección
del camino que considero correcto.
2.- Antes de hacer el plan, dedícale un tiempo diariamente a visualizar todo
el trayecto de realización de tu propósito o propósitos. No te detengas en
limitaciones, para cada una de ellas, visualiza su solución. Incluye los aspectos
financieros, logísticos, mercadeo, infraestructura.
3. Ahora sí, elabora un plan, incluyendo todos estos aspectos. Con respecto
al plan, si cuentas con todo, te sugiero seas bastante estricto en su ejecución.
Si no cuentas con todo, sé flexible. Comienza y deberás estar muy atento a las
señales que te llevarán a cada una de las cosas que has visualizado.

SEPTIMA SEÑAL
Lo importante es el camino y no los resultados

Existen innumerables historias de personas exitosas pero que al final han


terminado de una manera desafortunada: intoxicadas con drogas, suicidio,
enfermedades incurables, con complicados conflictos en la familia, etc. Esto
con seguridad significa que en su camino, aun cuando hayan transitado por el
campo que les apasionaba, no se dieron cuenta de valores erróneos, de unas
creencias inadecuadas sobre sí o que seguían el camino inducido por sus
padres, reprimiendo su verdadero sentir. Por otro lado suceden casos donde las
personas se dan cuenta de su desvío y toman acciones para corregir,
independientemente de la edad que tengan.
Steve Jobs dejó un mensaje antes de morir haciendo referencia a su figura
como símbolo de éxito, sin embargo, murió apesadumbrado. Su fortuna ya no
le proporcionaba alegría, se lamentaba de no ocupar parte de su vida en otros
objetivos diferentes a la riqueza, como el arte, el amor, la familia, la
fraternidad. Este hombre, tomó conciencia a última hora, aparentemente tarde,
sin la posibilidad de corregir. Digo aparentemente, porque según las
enseñanzas espirituales, al darse cuenta y arrepentirse, su alma corrige y se
salva.
Gran parte de mi vida actual, la dedico a cosas que siempre quise hacer y
además, me encuentro utilizando tiempo en la corrección de errores
cometidos. Se ha despertado en mí una gran creatividad y disfruto cada cosa
que hago. Dado que el tiempo en el que estamos conscientes de nuestra vida es
tan poco, me he dado a la tarea de practicar el recordarme de mí.
No esperemos este último momento para darnos cuenta. Una persona
puede estar teniendo un éxito trabajando apasionadamente en lo que le gusta,
pero estar desviado del camino correcto, ya que este incluye el aspecto
afectivo, familiar, la salud física y emocional. Por eso es muy importante las
señales uno y dos. Cuando se detecta una enfermedad, cuando tenemos un
conflicto en la relación familiar, es indicativo de que debemos revisar y
corregir. Si estás enfermo, por el solo hecho de reconocer que hay una
desviación que tiene que ver con tu mundo interno y comienzas a buscar su
causa, ya entraste en el camino correcto. Iras un poco más lento, pero en la
dirección correcta.
Revisando mi infancia, el aspecto caricias estaba ausente. Darse un abrazo
era incómodo, no era costumbre. Esto dificultó mis relaciones en mi
adolescencia e incluso en mis primeros años de adulto. Poco a poco fui
aprendiendo a expresar afecto y a abrazar a mis hijos. Hoy en día, cuando soy
consciente, no representa un problema para mí.
Otro elemento importante, al cual se refiere la séptima señal, es la
expectativa por los resultados. La mayoría de las personas hemos aprendido a
esperar de cualquier cosa que hagamos, un resultado, y estamos atentos a él
con ansiedad. Cuando no conseguimos los resultados esperados, la reacción
aprendida es la frustración y ante la frustración buscamos culpables, bien sea
externamente culpando a los demás, o internamente culpándonos a nosotros
mismos. Actuando así, andas por el mundo maltratándote o maltratando a los
demás y de esta manera no andas por buen sendero.
He hecho referencia a que cuando aprendes a observarte y no juzgarte,
puedes actuar libremente, sin seguir los impulsos inconscientes, actuando de
una manera acertada ante las circunstancias que se te presentan. Si tus actos
obtienen resultados o no, no te preocupa y actúas en consecuencia
replanteándote una nueva acción. No hay sufrimiento, no hay culpables,
simplemente demanda una nueva acción. Carlos Castaneda menciona que don
Juan, haciendo referencia a esta actitud del hombre de conocimiento, lo
llamaba “actuar sin esperar”.
Cuando actúas poniendo todo tu empeño aun cuando no obtengas lo que
quieres, te sientes en paz. Disfrutas el proceso de actuar y no el resultado. En
muchas enseñanzas se menciona este principio, como lo propone, por ejemplo,
Miguel Ruiz en su libro los cuatro acuerdos, propone como uno de los
acuerdos, hacer lo mejor posible. Otros destacan la importancia de disfrutar el
camino independientemente de lo que obtengas finalmente.
He observado en personas exitosas de quienes he aprendido y han
significado un ejemplo para mí, que no gastan su tiempo en lamentos, quejas,
culpas y su energía la dedican a actuar. No se enfocan exclusivamente en la
riqueza, aun cuando la producen con facilidad. Esto les permite ser creativos y
su mente anda buscando y creando soluciones. Como no tienen tiempo para
sufrir, hacer sufrir, quejarse, maltratar, les queda tiempo para disfrutar,
regocijarse con la familia, con los amigos y con los semejantes. Su energía, la
contagian, haciendo sentir a otros en su misma corriente.
El camino con corazón es un camino sin final, solo termina cuando
mueres, porque lo que se requiere es disfrutar lo que haces y contribuir con la
sociedad. Andas, disfrutas, aprendes, te observas y tomas conciencia.
A fin de lograr mayor comprensión de esta señal, te sugiero los siguientes
ejercicios:
1.- Busca un lugar tranquilo y reflexiona sobre la manera en que reaccionas
cuando las cosas no salen como lo esperabas: ¿Te sientes culpable y te
recriminas por no hacer las cosas bien? ¿Buscas el culpable de que no hayan
salido las cosas tal como esperabas? ¿Te sientes mal y le transmites a las
personas involucradas tu malestar? ¿Buscas identificar qué es lo que no se ha
hecho bien para corregirlo?
2.- En el caso de que tus reacciones te ocasionen dolor y maltrato a los
demás, hazte el propósito de observarte a ti mismo cuando esta situación se te
presente. Observarte y darte cuenta que irá modificando tu forma de
reaccionar. Recuerda y practica el ejercicio 4 sugerido en la quinta señal. En el
caso de que te sea imposible, busca ayuda profesional. Estarás trabajando para
seguir la señal del camino correcto.
3.- Formúlate las siguientes preguntas: ¿Las actividades que realizas solo
están dirigidas al campo de trabajo? ¿Dedicas tiempo a tu familia, a tus hijos, a
tus amigos, a pasear, a tu salud, equilibradamente? Revisa si se presentan
conflictos en tu hogar relacionados a la poca dedicación de tiempo al mismo.
4.- Si hay un desbalance muy grande en la dedicación de tu tiempo, has un
plan correctivo a fin de buscar el equilibrio. Recuerda que un desequilibrio te
desvía de tu camino.

EPILOGO

Cada persona en este mundo, tiene un camino correcto que desandar. A eso
venimos. Es un camino único y tenemos la misión de desentrañarlo. Llegamos
al mundo con un programa a seguir producto de los genes de nuestros padres,
de los aprendizajes que comienzan desde el mismo momento de la concepción
relacionados con las emociones y la forma que ellos tienen de ver las cosas.
Lo lamentable es que no somos conscientes.
Como una interrogante válida que nos hacemos la mayoría de los seres
humanos, acerca de que venimos a hacer y si lo que estamos haciendo está
bien, me dediqué a la tarea, haciendo una revisión desde mi niñez hasta el día
de hoy, buscando señales que me permitieran responder esta pregunta.
Recapitulando, observando mis experiencias, investigando, leyendo
infinidad de libros y aprendiendo al lado de personas con cierta notoriedad en
cuanto a conocimientos, me he atrevido a formular unas señales que no solo
me ayudan a responderme y orientarme, sino que espero sirvan de orientación
a los demás. Por eso, considero estas señales como un aporte para que las
personas se orienten a vivir satisfactoriamente de manera consciente. La forma
en que está escrito este relato permite, con tan solo su lectura, reflexionar y
hacerse una revisión.
Lo más relevante, ha sido tomar conciencia de que fui impulsado por mi
familia hasta un punto donde podía hacerme cargo y realizar un viraje en una
dirección más confortable para mí. Fue como quitarme un velo y mirar
muchas vías por donde seguir. Después, descubrí que “soy un darse cuenta” y
que cualquier camino que escogiera estaba bien, si me gustaba. Lo importante
era darse cuenta y vivir a propósito, es decir, consciente. Una vez que eres
consciente, sabes lo que está bien y lo que está mal. Transitar por el camino
correcto no tiene fin, no tiene sentido retirarse de lo que haces como cuando te
jubilas. En una oportunidad un periodista le preguntó a Louis Armstrong que
si había pensado en retirarse y a Louis le pareció una pregunta sin sentido, ya
que para él la música no era un trabajo, sino que era su vida misma. Es lo
mismo que si me preguntaran a mi si me voy a retirar de lo que hago: escribir,
enseñar mediante cursos y charlas lo aprendido sobre estos temas de desarrollo
personal y espiritual. No es un trabajo.
El buen camino es el camino de la paz, del bienestar, del crecimiento
espiritual, del convivir armoniosamente; sin embargo, cuando observamos el
mundo, no encontramos eso, anda por muy mal camino, entre guerras, hambre,
sufrimiento, destrucción. En palabras de Bruce Lipton, el camino del mundo
actualmente es el de malvivir. Existe un enorme desequilibrio entre los
humanos, la gran mayoría vive en la escasez, mientras una minoría vive en la
sobreabundancia, trabajando cada día para tener más e incrementar aun más
las diferencias.
Cada uno de nosotros desde nuestra senda puede aportar un poco de amor,
bienestar y equilibrio en la sociedad. Te invito a explorar tu camino haciendo
la revisión de las siete señales, las cuales te resumo a continuación:
1.- Revisa y sé consciente de los valores que adquiriste en tu seno familiar.
Asume los que te favorecen y descarta mediante un firme propósito, los
disfuncionales o inadecuados.
2.- Revisa la imagen que tienes de ti mismo e identifica si existen creencias
que te descalifican, te inhiben y no te permiten actuar con todo el potencial de
tu poder personal. El poder personal es un sentimiento sobre lo que eres capaz
de hacer.
3.- Descubre si lo que estás haciendo no es tu camino correcto, si lo estás
haciendo por la influencia familiar, por el ambiente en el que te desarrollaste.
Evalúa si lo que haces no te apasiona.
4.- Descubre tus dones naturales, revisa aquellas cosas que te apasionan,
haz un balance y evalúa si es lo que estarías dispuesto a realizar toda tu vida.
5.- Identifica los campos en los que podrías desplegar tus dones. Haz un
examen exhaustivo de dónde podrías aplicar tus habilidades y conocimientos.
Presta atención a las señales que se te presentan y las coincidencias. Evalúa si
para algún campo requieres una preparación adicional, bien sea emocional, de
conocimiento o de habilidad. Inicia o continúa si ya lo haces, la práctica de la
atención y la autoobservación.
6.- Expresa con precisión lo que quieres y conviértelo en objetivos.
Visualiza el camino para conseguir lo que quieres antes de elaborar tu plan
concreto. Practica esto todos los días. No pienses en limitaciones. Cada
limitación conviértela en un plan. Manifiesta tus deseos de manera mágica,
atrayendo su manifestación física. Se trata de colapsar la energía desde el
campo de todas las posibilidades hacia el mundo físico con tu intención.
7.- Lo importante es disfrutar del camino y no tener expectativas sobre los
resultados. Actuar sin esperar que los resultados sean buenos o malos.
Descubre cómo es tu reacción cuando no se cumplen tus deseos, observándote.
El camino con corazón nunca termina, es para toda la vida. Busca el balance
entre los diferentes aspectos de tu vida. No te centres solo en la actividad de tu
pasión, olvidándote de las actividades relacionadas con el afecto y la salud
emocional.
Estoy completamente seguro de que estas señales te servirán para revisarte
y trabajar sobre ti mismo toda la vida. Cada vez que te sientas desorientado,
volverás sobre estas líneas y te orientarás. Te servirá a ti y a todas las personas
de tu entorno…

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