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Conferencia

Desafíos y retos de la familia para la nueva evangelización

Aunque el tema que me pidieron se refiere solo a los retos de la familia para la
nueva evangelización, creo que dada la temática que hemos presentado, valdría la
pena que viéramos también el otro lado de la medalla y analizáramos también los
RETOS DE LA IGLESIA PARA EVANGELIZAR A LAS FAMILAS.

Con esto en mente, veamos primero los retos que se presentan a las familias de
este siglo para lograr la evangelización de sus miembros. Nos referimos, claro a
las familias de extracción practicante cuyos padres ya han experimentado un
proceso de conversión, pero que inician su proceso de evangelización en casa
cuando los hijos ya no son pequeños.

Sin lugar a dudas que uno de los retos que tienen que enfrentar es vencer la
terrible secularización que se promueve por todos los medios. El mundo ha
desacralizado todos los ambientes, en algunos lugares incluso los reservados a la
misma iglesia la cual es vista como centro de reunión social (Ejemplo misa de
Mater). Los padres hoy tienen que tratar con los hijos que son ADOCTRINADOS
por los medios de comunicación social, como es la televisión, las películas, Los
maestros y compañeros en las universidades, pero y sobre todo, por el internet
con temas que no tienen nada que ver con el cristianismo, incluso que le son
contrarias.

Por otra lado, estos medios de comunicación no pierden la oportunidad para hacer
ver todos los errores de la Iglesia, especialmente de sacerdotes, para
desacreditarla, factor que apoya el proceso de descristianización de los jóvenes,
llevándolos a rechazar de manera sistemática cualquier tema relacionado con
Dios, y especialmente con la Iglesia Católica.

El mundo pagano en el que viven les hace ver lo malo como bueno y lo bueno
como malo, de donde que las relaciones sexuales fuera del matrimonio se vena
normales y desconectadas de toda argumentación ética o moral y pues mucho
menos en conexión con el pecado (puesto que Dios no tiene ya relación en sus
vidas morales). La gran mayoría de los jóvenes en México y en otros países ya no
ven esto como algo malo y lo realizan sin ningún remordimiento.

Lo mismo podemos decir de el llevar relaciones con homosexuales. No se dan


cuenta de que esto fomenta y apoya el desarrollo de este mal en la sociedad y que
en no pocos casos ellos mismo terminan siendo victimas de esta perversión.
Tristemente viven una vida de moral de situación que afecta terriblemente a las
familias.

Todo esto, sin tomar en cuenta otros problemas que tienen que enfrentar los
padres de familia con hijos que se drogan o que caminan por el camino del
alcohol.

Todas estas situaciones exigen que las parejas estén primeramente bien
evangelizadas y ancladas en Dios, con una vida profundamente enraizada en la
oración y en los sacramentos. No podemos dar lo que no tenemos. Debemos
recordar que la predicación convence pero el testimonio arrastra. Y tener la
convicción de que Dios no los ha abandonado ni los abandonará, pues su
promesa es: estaré con ustedes hasta el fin del mundo.

Para vencer, lo primero que hay que hacer es vivir cristianamente en casa. El
cristianismo debe ser una cosa visible en nuestro hogares.

Por otro lado, es necesario que se ore por ellos, hacerlo con amor y con la fe
puesta en Dios de que, Si nosotros que somos malos sabemos dar cosas buenas
a los hijos, cuanto no dará el Padre el Espíritu Santo a quien se lo pida. Hay que
pedirlo para ellos, con constancia y tenacidad, pues el que pide recibe y al que
toca se le abre. Son muchos los testimonios que tengo de familias que han
logrado reintegrar en un vida cristiana seria a todos sus hijos (o al menos a la
mayoría).

Además, hay que invitarlos continúenme a participar en retiros y pláticas en las


que pudieran ellos recibir el llamado de Dios a la conversión. Es aquí en donde
estas familias necesitan la ayuda de todas las estructuras parroquiales apoyando
este trabajo que van haciendo ellos casa.

Como ya comentaba, es necesario tener suficiente información para poder


dialogar con ellos y hacerles ver desde el punto de vista humano, por un lado
todos los peligros y por otro, la hermosura de la vida conforme al proyecto de Dios.
El argumento central de la Evangelización no es evitar que la gente vaya al
infierno; la propuesta de Cristo es que tengamos vida y la tengamos en
abundancia. En otras palabras, Jesús, con su evangelio, vino a proponerle al
hombre ser feliz en este mundo y caminar con paz hacia la eternidad.

Los jóvenes, bueno todos, queremos ser felices. Tenemos que llegar con esta
propuesta para ellos. En esto toda la iglesias debe mostrar esta alegría, que se
pueda llegar a traducir, en “la alegría de ser familia de Dios”.
Ahora bien, para los papás que bajo las condiciones anteriores de conversión
están iniciando su familia o tienen niños muy pequeños, el reto es no dejarse
vencer por las “niñeras electrónicas”. Hoy es una gran tentación poner desde
pequeños a los niños a entretenerse con los juegos electrónicos, especialmente
con el celular del papá o de la mamá.

Esta etapa es la propicia para educar y evangelizar a sus hijos, pero requiere
ejemplo. Que los vean rezar y rezar con ellos. Que desde pequeños vayan
conociendo las historias de la biblia y sepan que son cristiano. Para ellos son muy
útiles las películas de dibujos animados con las historias de la Biblia (esas nos
deberían de faltar en ningún hogar cristiano).

Es fundamental que desde pequeños se identifiquen como Cristiano. Esto es otro


cambio que debemos ir estructurando en casas. Ciertamente somos católicos,
pero esto es por nuestra pertenencia a la Iglesia. En realidad somos Cristiano por
nuestro seguimiento e identificación con Cristo. Es por ello que los padres deben
identificarse ellos mismos como CRISTIANOS, pertenecientes a la iglesia Católica.
No podemos seguir admitiendo que los PROTESTANTES se llamen a sí mismos
cristianos y que nosotros para referirnos a ellos los identifiquemos como cristianos.
Es común escuchar: “Tal persona se hizo cristiana…”, y nos preguntamos, ¿y
antes que era?

Los niños en sus escuelas deben decir que son cristianos, pues eso es lo que nos
vincula con Cristo. Recordemos que fue precisamente en Antioquia donde se les
empezó a llamar CRITIANOS a los seguidores de cristo. Por ello, así es como
ORGULLOSAMENTE debemos identificarnos a nosotros mismos.

El reto más grande que tenemos dentro de la evangelización de la familia, quizás


el más grande de todos, sea el regresar a la mujer a la casa. Este, según mi
opinión, será el reto de los próximos siglos, puesto no será fácil pues requiere de
toda una reingeniería social y una profunda conversión de las familias, pues
ciertamente no se hará sin sacrificios sustanciales de parte de todos los miembros
de la familia.

La primera convencida de esto debe ser la mujer, por lo que debe entender con
claridad cuál es su puesto en el proyecto de Dios, al margen de todas sus
capacidades y habilidades humanas y profesionales.

En este mismo orden de ideas, es un gran reto y un desafío el trabajar con las
niñas para que vuelvan a ser femeninas y entender su papel en el proyecto. Hoy
en día, desafortunadamente, las jóvenes no se entienden como esposas y
madres, sino como grandes profesionistas que son capaces de superar lo hecho
por los varones hasta ahora.
Son las primeras en no querer tener mucha familia pues esto coarta su visión de
triunfo profesional.

LOS RETOS DE LA IGLESIA

Por lo que toca ahora a la Iglesia, me parece que uno de los grandes retos que
tendremos que enfrentar en este proceso de la evangelización de las familias, es
buscar una trabajo mas personalizado en nuestra pastoral. Menos deshumanizado
y hacernos más conscientes de las nuevas realidades del mundo y de la sociedad
que presentan nuevos retos para los nuevos pastores y agentes de pastoral.

Esto exigirá una conversión más profunda de parte de todos los miembros de la
pastoral, no solo de la familia, sino de todas las pastorales. Igualmente exigirá una
formación mucho mas seria, especialmente en el ámbito bíblico, sin de jar de lado
el de los problemas por los que atraviesa hoy y atravesará la iglesia de orden
político, social, económico, bioético, etc.

Es necesario un estudio más profundo de las culturas, y en particular de la cual


nosotros somos participes. Comprender especialmente su antropología y su
soteriología para poder dialogar con ellos y desde sus propios pensamientos
ayudarles a encontrar la VERDAD.

El Papa nos ha pedido que seamos una Iglesia en salida y de puertas abiertas. Es
por ello que debemos salir al encuentro, como lo decía en mi primer tema, al
encuentro del hombre que necesitado a Dios, pero al mismo tiempo hacernos
conscientes del cambio radical que se requiere para poder ser realmente un
instrumento de cambio en la sociedad.

Este reto exigirá más horas de trabajo, una mejor organización y sobre todo tener
bien claro cuál es el objetivo, que no puede ser otro que llevar a nuestras
comunidades, a nuestras familias a Dios y desde ahí la plenitud en el amor.

Ser una iglesia de puertas abiertas nos impele a recibir y ayudar a todos los que
viven en situaciones irregulares. Pero no solo como el que con misericordia los
acoge, sino como el Señor, que busca llevarlos a la plenitud. Crear pastorales,
grupos e instancias en donde puedan crecer, y con la gracia de Dios y nuestro
apoyo, puedan regresar a la comunión plena con la Iglesia.

Tenemos que ser una iglesia que INVENTA caminos de encuentro, como lo hizo
Jesús con todos los que acudieron a él: Justos, pecadores, endemoniados,
políticos, renegados, etc. Asumir la postura de Jesús con la Mujer pecadora de Jn
8: “Yo tampoco te condeno, vete en paz, y NO VUELVAS A PECAR”.
Debemos ahondar en los procesos canónicos de la Iglesia, empezando por
estudiar a fondo el capitulo 9 de la Amoris Laetitiae sobre los matrimonios vueltos
a casar. Pero no solo ese, sino otros mas para poder dar solución a las
problemáticas familiares (Caso de Sanación en Raíz).

El sacerdote del futuro tiene que ser un LECTOR. Una verdadero analista de la
realidad, un pastor más que una administrador. Ahí están los grandes retos de la
evangelización de las familias, pues hay que ir por las que están sin estar y que
difícilmente regresarán o vendrán sin una propuesta clara que les haga
comprender la belleza del Evangelio y la fraternidad que pueden encontrar entre
nosotros.

Si hermanos, nos esperan grandes retos tanto a las familias como para nosotros
en la estructura eclesiástica. Pero Jesús nos ha dado su Espíritu y ha prometido
su presencia entre nosotros para que no desfallezcamos.

Un mundo que muere nos necesita. Les invito a responder con generosidad y
como María, ponernos de pie y salir presurosos al encuentro de este mundo y
como ella acojer a los alejados y a dar a todos las Buenas Nuevas de Jesucristo,
para quien sea todo el poder el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

EMC / Junio 2017

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