You are on page 1of 10

Universidad de Sevilla

Facultad de Comunicación
Máster en Comunicación y Cultura
Literatura, música y Comunicación

Jóvenes, música y comunicación1


Coronel Román, Ramiro

El presente artículo se propone a modo de primer esbozo de ensayo, pensar como


se articulan las categorías de análisis jóvenes, música y comunicación y qué sentidos se
construyen en relación a la práctica política de los y las jóvenes contemporáneos. El
motivo de esta reflexión/investigación tiene que ver con el Trabajo Final de Máster, en el
que me propongo investigar sobre los y las jóvenes y la política. El motivo de esta
investigación surge a raíz de las últimas elecciones en Andalucía y el avance de la
derecha neoliberal en una región históricamente socialista. Es en ese sentido, me parece
oportuno indagar qué piensan los jóvenes para el corto, mediano y largo plazo de su
situación político y social. Para ello, estoy pensando investigar a los jovenes que transitan
la carrera de Periodismo de la Universidad de Sevilla. Fundamentalmente, porque
considero que desde el periodismo hay mucho por hacer en pos de una comunicación
más democrática y responsable. Una comunicación que emancipe a los pueblos y que no
deje en manos del mercado la producción simbólica de las verdades del mundo. Desde
ese lugar, las y los jóvenes que se están formando como periodistas para el futuro que
viene, pueden tener las claves, o al menos unas aproximaciones para el futuro. Un futuro
que ya llegó hace rato.

Desde esa plataforma es que pienso este planteo de ensayo a modo de poder
articular estas tres categorías. Esto puede ser de muchísima utilidad a la hora de pensar
dimensiones conceptuales para comprender las relaciones que existen entre la música,
los y las jóvenes y la comunicación. Pensar la música desde el campo de la comunicación

1 Sobre la perspectiva de género: Me gustaría dejar explicito que el siguiente trabajo a veces no presenta la forma
femenina en los genéricos plurales por cuestiones de comodidad de redacción. Por eso en algunos casos hablo de los y
las jóvenes y en otros únicamente de los jóvenes. En esta última acepción quiero dejar constancia que todos los
géneros se consideran en el plural masculino.
con los y las jóvenes y desde ellos y ellas, para desentramar cuáles son los sentidos
colectivos de producción simbólica que irrumpen en el espacio público inscribiéndolos en
unas tradiciones teóricas que consideran que el modo, cualquiera que sea de incidir en
espacio público, es la forma performativa política en qué los y las jóvenes transforman el
mundo en el que viven. Cuando complejizamos entonces las producciones y los
consumos, las apropiaciones, las circulaciones, los colectivos, los encuentros, los
festivales, los modos de hacer y distribuir la música, se torna un nudo problemático rico e
interesante para pensar y analizar a los y las jóvenes de este tiempo histórico.

Para repensar teóricamente estas tres categorías, es necesario tener una mirada
holística y compleja sobre la realidad. Desde una mirada interdisciplinaria. Por un lado, no
se puede construir conocimiento de y con los y las jovenes desde una perspectiva
centrada en un único campo de estudio. En el campo comunicacional sabemos bien que
las metodologías y las teorías que instituyen nuestro saber tienen su razón de ser en la
mirada crítica y compleja de los procesos comunicacionales y para esto es fundamental
aprehender desde muchas disciplinas.

Un análisis de este tipo, que agotara sus posibilidades a un único campo de acción,
hablaría más de la imposibilidad de los investigadores de complejizar el análisis que de la
esencia del propio objeto investigado. Un acercamiento anclado en esta perspectiva nos
llevaría indefectiblemente a trabajar con los conceptos paternalistas, desde las
pedagogías de la tutela y la vigilancia. Con miradas clásicas de la sociología que tratan a
los jóvenes cómo aquellos a los que todavía les falta algo por ser y por hacer. Construir un
recorrido teórico de la juventud nos implica prestar atención aquellos nuevos actores
sociales, que aparecen en un momento determinado de la historia. Aparecen como
categoría de análisis cuando el mercado los encuentra como un nicho para vender sus
productos. El propio sistema construye la juventud y la ubica en un tiempo concreto de la
historia. Sería más pertinente hablar de juventudes y de su transformación semántica a lo
largo del tiempo.

Por supuesto que frente a estas miradas integradoras de los jóvenes, hubieron
otras que pensaron a los jóvenes como un actor político, no desde lugares apocalípticos,
siguiendo el razonamiento de Umberto Eco, sino más bien desde encontrar en los jóvenes
las respuestas a los nuevos modos de construir el mundo. Para entender el acercamiento
que haremos a los jóvenes, debemos comprenderlos como individuos. “Llegar a ser
humano es llegar a ser un individuo y llegamos a ser individuos guiados por esquemas
culturales, por sistemas de significación históricamente creados en virtud de los cuales
formamos, ordenamos, sustentamos y dirigimos nuestras vidas”. (Clifford Geertz, 1992,
(ed. original: 1973), p.57) .

Por su parte, los investigadores de la Escuela de Birmingham representan toda una


tradición en cuanto al estudio de las culturas juveniles. Autores como Hall, Jefferson y
Hebdige -nutridos desde el estructuralismo, el marxismo, la semiótica, el interaccionismo
simbólico- desarrollan un complejo marco teórico para dar cuenta del fenómeno que
alrededor de los jóvenes comienza a conformarse en la Gran Bretaña de posguerra.

Gran parte de las perspectivas teóricas y trabajos de campo sobre subculturas


juveniles son reunidas en el libro “Resistencia a través de rituales, subculturas juveniles
de la gran bretaña de posguerra”, de Jefferson y Hall. Una de las cuestiones más
novedosas que plantean estos estudios tiene que ver con entender que es la clase social
y no la edad lo que determina la conformación de las subculturas juveniles, pero además,
que son las prácticas vinculadas al tiempo libre donde estas subculturas se expresan, y
no en la delincuencia (los jóvenes ya en aquel momento, comienzan a ser visibilizados
como salvajes, violentos, belicosos, etc.).

Por su parte, en “Subcultura. El significado del estilo”, Dick Hebdige, perteneciente


a la segunda generación de los estudios culturales ingleses, trabaja sobre las distintas
subculturas surgidas de la música popular en el contexto de la clase trabajadora blanca
de posguerra: skinheads, punks, mods, etc.

Dentro de los antecedentes en los trabajos sobre jóvenes debemos incluir los
aportes del antropólogo Carles Feixa. El libro “De jóvenes, bandas y tribus” plantea un
recorrido histórico y transcultural por el concepto de juventud; un repaso por algunos de
los estilos juveniles surgidos en el siglo XX con el fin de interpretarlos a la luz de las
teorías de las ciencias sociales; y, a través de la metáfora del reloj de arena, un modelo
de análisis sobre las culturas juveniles.

En relación a la perspectiva latinoamericana sobre juventud, retomo los aportes de


la mexicana Rossana Reguillo Cruz que trabaja sobre las prácticas juveniles en sus
diversas expresiones –los consumos culturales, por ejemplo- desde una perspectiva
sociocultural, es decir, buscando entender cómo se construyen y de qué se tratan las
representaciones, los valores, los estilos, y las normas de los jóvenes. También, las
experiencias de Mario Margulis plasmadas en libros como “La cultura de la noche” o “La
juventud es más que una palabra”, constituyen referencias fundamentales desde la
sociología de la cultura.

Desde estas perspectivas y atendiendo también a los medios de comunicación


estos han constituido y constituyen mucho de lo que se dice y se piensa de los jóvenes.
Según el contexto y los intereses de los sectores hegemónicos del mundo, los medios
construyen una realidad sobre los jóvenes que no sólo es adultocéntrica, sino que impide
que los jóvenes puedan tomar su propias voces y disputar el sentido de lo que son en el
espacio público.

Ellos aparecen así en algunas latitudes como los peligrosos, los subversivos. En
otras harán hincapié en la indiferencia y el pasotismo. Esos discursos, creados y
reforzados por los medios masivos de comunicación favorecen a la construcción de una
hegemonía que reduce e intenta anular, todo lo que queda desprolijo. Suprime lo que no
le conviene a los poderosos. Como afirma la Dra. Florencia Saintout, “los medios son
actores que junto a otros se disputan la capacidad legítima de nombrar verdaderamente el
mundo. Pero lo hacen desde una posición privilegiada, especialmente en el último siglo, y
con mucha presencia en las últimas décadas, cuando se habla de sociedades
mediatizadas, lo que implica pensar en sociedades donde cada una de las prácticas de
manera directa e indirecta, con mayor o menor fuerza, están atravesadas por alguna
dimensión de los medios.” (Saintout, Florencia, 2013, p. 13)

Por otra parte, para entender la música, será necesario hacer una revisión
exhaustiva por autores clásicos, como Theodor Adorno. Para complejizar la mirada, para
hacer una lectura de la historia a contrapelo como pronunciaría Benjamin en su Tesis de
filosofía de historia. Sin dudas que las reflexiones de la escuela de Frankfurt y
particularmente para pensar la música en relación a la cultura y a la industria cultural son
ejes vertebrales de esta reflexión y de esta propuesta.

Un autor que considero fundamental para abordar la sociología de la música es


Josep Martí. En su libro “Más allá del arte” nos brinda las claves para comprender la
música en un sentido sociológico y nos abre la posibilidad de pensar esta triada
conceptual a la luz de los nuevos procesos de construcción ciudadana. “La música da al
joven sentido del tiempo porque le marca las épocas en las que vivimos. La música da
también sentido del espacio en el cual nos sentimos circundados.” (Josep Marti, 2000, p.
15)

Acercarse a esta reflexión desde una mirada crítica es fundamental para pensar el
momento que vivimos. Los modos en que la música se produce, pero también el modo en
el que se comercializa y se consume. “La música, en cuanto a medio de comunicación,
contribuye también a la construcción social de la realidad. La música, por ejemplo,
también tiene algo que ver con sexismo, etnicidad o clasismo. A través de nuestra práctica
musical contribuimos al mantenimiento de las estructuras sexistas de la sociedad,
contribuimos a la existencia de la etnicidad y contribuimos también a la diferenciación
clasista.” (Marti, Josep, 2000, p. 19).

La relación del arte con el mercado, no es menor a la hora de intentar dar luz a
cuáles son los alcances en los que desde el campo de la comunicación podemos aportar
a la hora de pensar la relación de los Jóvenes y la música. Esa dimensión mercantil se
presenta en un contexto dónde existe una música hegemónica producida por y para el
mercado, y otro tipo de música que se gesta en la alternatividad, pero que al mismo
tiempo también disputa en el mercado y dónde hay nuevas discográficas que se piensan
en algún modo por afuera del mercado, aunque también lo que termine importando sea
vender.

Frente a estas dos amplias formas de entender el mercado musical, desde este
humilde ensayo vamos a pensar que hay flujos entre ambos modelos. El modo en que un
producto musical se consolida como tal varia y variará, y será producto de otras
investigaciones de qué modos algunas cosas se venden más o menos. O cómo se
construye el éxito en una u otra producción. Sin dudas, hay indices y campañas de
mercado. Pero no sólo de ellos vive la música y lo que es más importante, no sólo de eso
se inventa la música. “La innovación tecnológica, desarrollada en el marco de
liberalización, concentración empresarial, internacionalización y mercantilización dentro de
un sistema de competitividad global, ha llevado, pues a una transformación en las formas
de producción y distribución de comunicación; en la composición, demandas y
comportamientos de los públicos; en la relación entre sistema social y sistema de medios
de comunicación;, que obliga a un replanteamiento de la investigación en comunicación
social, desarrollada desde instituciones insertadas también en este contexto de cambios.
Aparecen nuevos actores interesados en la investigación en comunicación social, nuevos
temas de interés y nuevas formas para abordarlos, que recogen la tradición de las dos
corrientes de investigación en comunicación social para actualizarlas y, en su caso,
reformularlas.”2 (De Mateo, Rosario, Berges, Laura, 2010, p.52). Cabe aclarar la
necesidad de pensar a la música como un medio de comunicación para aprehender lo
que el campo comunicacional puede cristalizar.

Desde el campo de las teorías de comunicación, podemos pensar que la música es


mucho más que aquello que produce la música en sí. La música es más que un
pentagrama, un sonido y una armonía. La música en el entramado social, político y
cultural, configura un sentido de pertenencia, de construcción de sentido colectivo. La
música en las sociedades contemporáneas, ha constituido colectivos de pertenencia y de
diferenciación. Ha articulado prácticas culturales que han configurado géneros y estilos.
No sólo pensando en una dimensión de descripción teórica sino, de verdaderos estilos y
proyectos de vida.

Entendemos que la música como producción social es un elemento clave, para


comprender los tiempos presentes y sus transformaciones. “A la fuerza tenemos que
pensar que todo cambio que se produzca en la sociedad se reflejará también en la
producción musical. Y todavía más. Que muchos cambios que se producen en la sociedad
son incluso anunciados por la música antes de que estos se produzcan, sencillamente
porque la música es portadora de ideas y sentimientos que en un futuro próximo
provocarán cambios sociales.” (Josep Martí, 2000, p.18).

Siguiendo el pensamiento de Luisa Mª Gutiérrez Machó, (2013) “Tradicionalmente,


la Música se define como el arte que surge de la combinación de los diferentes sonidos
para expresar sentimientos. Pero en realidad, la definición de Música se extiende mucho
más allá de estos límites desde el mismo momento en que por primera vez el hombre
emitió un sonido valiéndose de un instrumento. Esas armonías y melodías no sólo eran un
sonido bello, una expresión de Belleza, sino que establecieron una forma de lenguaje, una
nueva manera de expresarse y de sentir, así como de transmitir sensaciones, imágenes y
conceptos que abarcan desde la simple intención de comunicarse, hasta la Filosofía, la
Política, la Ética o los complicados principios cosmológicos, sin olvidar el papel tan
importante que ha desempeñado dentro de la Religión a lo largo de la historia. Por todo
ello, la Música es merecedora de ser considerada una forma de lenguaje, así como una
disciplina científica cuyo estudio es necesario para conocer el desarrollo de una parcela
de la cultura del ser humano y comprender mejor la evolución del mismo dentro de la
historia y su necesidad de comunicación.”.

Cuando pensamos en los jóvenes, cómo no relacionarlos con las bandas que
generan pasiones. Cómo no pensar en las producciones musicales de tantos y tantas que
producen música, la consumen y la constituyen por afuera de las reglas del mercado
hegemónico. “La música da también sentido generacional” (Josep Martí, 2000, p. 16) y
con ello construye una categoría fundamental para prestar atención a fin de poder pensar
políticas de Estado que contengan las inquietudes de los jóvenes que como dijimos
anteriormente, están siendo convocados a construir un futuro que heredan destrozado de
adultos que en el mejor de los casos no han tenido la capacidad de entender lo que
estaba pasando. “Los códigos comunicativos nos permiten dar forma, ordenar nuestra
consciencia. Desde ella podemos percibir, conocer y reconocer el mundo (interno y
externo), y con ella orientamos nuestra conducta, nuestra experiencia vital. Experiencia
que, correlativamente, al ser comunicada, trasladada a la consciencia tiene la virtud de
alterarla y/o reforzarla. Una realidad lo es en la medida que es reconocida como tal.
Actuar sobre la función mediadora de la dimensión comunicativa de la realidad social es
actuar sobre los mecanismo nucleares de la construcción social de la realidad.”3 (Enric
Marin, Joan Manuel Tresserras, 1994, p.64. citado por Josep Martí.)

Desde esa compleja y espesa trama, pensar en la música y en la comunicación, se


nos aparece al menos un interrogante para pensar cuáles son los límites y
potencialidades de los jóvenes que producen y consumen música. Correrse del límite de
las formas, para comprender el complejo y denso entramado que se amasan al calor de
los procesos políticos, económicos, sociales y culturales. “La música, en cuanto a medio
de comunicación, contribuye también a la construcción social de la realidad. La música,
por ejemplo, también tiene algo que ver con sexismo, etnicidad o clasismo. A través de
nuestra práctica musical contribuimos al mantenimiento de las estructuras sexistas de la
sociedad, contribuimos a la existencia de la etnicidad y contribuimos también a la
diferenciación clasista.” (Martí, Josep, 2000, p.20).

La propuesta es entonces, construir una herramienta teórica y metodológica que


nos permita entender qué lugar ocupa la música en la construcción de subjetividades pero
también y lo considero lo más importante, en la construcción de tácticas y estrategias que
disputan el sentido de lo que los propios jóvenes consideran legítimo y lo que no. La
música no puede ser solamente un producto de consumo, en la música también se
inscriben modos de ser y estar en el mundo y fundamentalmente modos de transformarlo.
“La música, no obstante, y siempre que la queramos entender como algo que va más allá
de sus intrínsecas propiedades acústicas, ha surgido de nuestras estructuras de
pensamiento, las mismas al fin y al cabo con las que intentamos analizarla. Por ello no
resulta siempre fácil el pretender conocer este medio en el cual nos movemos, y por tanto,
no nos tiene que extrañar en absoluto que sea través de una óptica interdisciplinaria la
manera más indicada de hacerlo.” (Josep Martí, p. 20.).

Es en ese sentido que se presenta como una cuestión transcendental, desplazar la


mirada y la acción como investigadores para comprender la expresión de los y las
jóvenes. La necesidad de un salto cualitativo investigador, que ponga en valor la
producción cultural de los jóvenes contemporáneos para poder pensar con ellos políticas
que garanticen “las formas de organización del trabajo de la producción y distribución; los
lenguajes, códigos, vehículos de expresión, géneros y formas culturales; la aplicación de
tecnologías de reproducción, distribución e intercambio de información; los
comportamientos de elección, respuesta y reacción; las relaciones entre sistemas de
comunicación y sus sociedades. Además, la comunicación social tiene una historia
continuada y, desde el principio, ha desarrollado formas socioculturales, tecnologías y
necesidades sociales y va transformándose según van cambiando las tecnologías y las
circunstancias sociales”4 (Blumer et al, 1986 citado por De Mateo y Bergés, Laura)

Para investigar acerca de los limites y potencialidades que estas tres categorías
contemplan, y a modo de hacer una breve referencia a la metodología propuesta,
considero fundamental poder dialogar con los jóvenes. Dialogar, no solamente desde
entrevistas en profundidad, sino producir con ellos mensajes propios dónde podamos
reconstruir sus perspectivas. Este punto es sumamente importante, ya que la propuesta
de trabajo en metodologías participativas y de construcción de conocimiento colectivo
pretende encontrar una nueva forma de abordar a nuestro objeto de estudio. No vamos a
contarles lo que les pasa, sino que vamos a generar los cauces para que puedan
materializar discursos donde expresen los modos múltiples, ricos y diversos que los
constituyen como jóvenes en este contexto depredador de la esperanza. Otto Brusatti, dijo
en un trabajo sobre música y nacionalismo: la música no constituye un arte atemporal y
socialmente descontextualizado sino que es una práctica artística que cumple siempre
funciones muy concretas dentro de la sociedad. (Brusatti, Otto citado por Josep Martí)

Para concluir este boceto de ensayo, considero necesario tener en cuenta que la
relación entre los jóvenes y la música ha sido desde el momento en que la juventud
apareció como un actor político, económico y social, una relación de acompañamiento,
pero también de tensiones. Lo alternativo, lo hegemónico, los géneros y estilos, han ido
configurando identidades y movimientos políticos en el sentido amplio de la política. “Pero
otra razón en la cual no se piensa siempre es que hay determinados géneros y estilos
musicales que dan respuestas a ciertos tipos de cuestiones propias de una edad, como
también hay músicas que , por ejemplo, ofrecen respuestas a los interrogantes que nos
planteamos sobre la propia pertenencia a una clase social o a un grupo étnico.” “Entre los
jóvenes, esta necesidad de hallar su propia identidad para poder entenderse como
generación diferenciada de la de los progenitores deberá jugar un papel muy importante
en la configuración de sus gustos musicales. La música, como práctica cultural, contribuye
claramente a fortalecer los constructos sociales tendentes a satisfacer la necesidad de la
diferencia. Para decirlo de una manera sencilla, en ocasiones, no es tan sólo que se
escuche cierta música porque sea joven, sino que también se es joven porque se escucha
una determinada música. Para el joven, la música es tremendamente importante porque
le abre el camino de entrada a la sociedad: le explica el mundo en el cual vive, le marca
los roles que ha de desempeñar en la sociedad, como adolescente, primero, y como
adulto después. Le da sentido del tiempo, del espacio, de generación, de clase, de
etnicidad, de género…” (Josep Martí, 2000, p.14).

Desde esta aproximación a este entramado conceptual considero necesaria la


construcción de los criterios de análisis de la realidad que vamos a investigar. Así como
también la producción de protocolos para las entrevistas y las categorías de análisis que
deberían abordarse para comprender lo que investigamos. Así como esta propuesta es
una simple linea de ideas que me permiten pensar la problemática de la música y el arte
en relación al tema elegido para realizar el TFM. La investigación teórica en este campo
es muy amplia y recorre momentos de la historia social y cultural. Es una necesidad de
nuestro tiempo, poner sobre la luz estas cuestiones a fin de poder conocer limites y
potencialidades para interpelar a los jóvenes de nuestras sociedades.
Referencias bibliográficas

- Adorno, Theodor y Horkheimer, Max. (1988. primera ed.1944). Dialectica del


iluminismo, Buenos Aires: Ediciones Sudamericana.

- Blumer et al. 1986: citado por De Mateo, Rosario y Bergés, Laura, La investigación en
Comunicación Social: orígenes y estado actual en La comunicación como Objeto de
estudio.

- Brusatti, Otto. (1978) Nationalismus und Ideologie in Der Musik, Tutzing:Schneuder, p.


40. (extraído de Más allá del arte, la música como generadora de Realidades sociales).

- De Mateo, Rosario y Bergés, Laura. (2010). Cap.2 La investigación en Comunicación


Social, orígenes y estado actual. En La comunicación como Objeto de estudio (pp.
37-57). San Salvador de Jujuy, Argentina: Ediciones DASS.

- Eco, Umberto. (1984) Apocalípticos e Integrados, España: Editorial Lumen.

- Feixa Pàmpols, Carles. (1998) De jóvenes, bandas y tribus. Antropología de la juventud,


Barcelona: Ediciones Ariel.

- Geertz Clifford. (1992) La interpretación de las culturas, Barcelona: Gedisa.


- Gutierrez Machó, Luisa Maria. (2013). La música como lenguaje y medio de
comunicación. Ecos del lejano oriente en la vanguardia musical. Orientalismo y
Japonismo musical. Revista Entreculturas . Número 5. ISSN: 1989-5097.

- Hebdige, Dick. (1979) Subculture. The meaning of style. Routledge, London.

- Hall, Stuart y Jefferson, Tony. (2010) Resistencia a través de rituales. Subculturas


juveniles en la Gran Bretaña de la posguerra, La Plata, Ediciones Facultad de Periodismo
y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata.

- Marin, Enric y Tresserras, Joan Manuel. (1994) Cultura de mases i postmodernitat,


València: Edicions3i4, (La traducción al español de todas las citas originariamente
publicadas en otra lengua que aparecen en este libro son de Josep Martí.)

- Martí, Josep. (2000) Más allá del arte, Sant Cugat del Vallès, Deriva Editorial.

- Reguillo Cruz, Rossana. (2000) Emergencia de Culturas Juveniles, estrategias del


desencanto, Bogotá: Grupo Editorial Norma.

- Saintout, Florencia. (2013) Los jóvenes en la Argentina, Desde una epistemología de la


esperanza. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.

You might also like