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Facultad de Comunicación
Máster en Comunicación y Cultura
Literatura, música y Comunicación
Desde esa plataforma es que pienso este planteo de ensayo a modo de poder
articular estas tres categorías. Esto puede ser de muchísima utilidad a la hora de pensar
dimensiones conceptuales para comprender las relaciones que existen entre la música,
los y las jóvenes y la comunicación. Pensar la música desde el campo de la comunicación
1 Sobre la perspectiva de género: Me gustaría dejar explicito que el siguiente trabajo a veces no presenta la forma
femenina en los genéricos plurales por cuestiones de comodidad de redacción. Por eso en algunos casos hablo de los y
las jóvenes y en otros únicamente de los jóvenes. En esta última acepción quiero dejar constancia que todos los
géneros se consideran en el plural masculino.
con los y las jóvenes y desde ellos y ellas, para desentramar cuáles son los sentidos
colectivos de producción simbólica que irrumpen en el espacio público inscribiéndolos en
unas tradiciones teóricas que consideran que el modo, cualquiera que sea de incidir en
espacio público, es la forma performativa política en qué los y las jóvenes transforman el
mundo en el que viven. Cuando complejizamos entonces las producciones y los
consumos, las apropiaciones, las circulaciones, los colectivos, los encuentros, los
festivales, los modos de hacer y distribuir la música, se torna un nudo problemático rico e
interesante para pensar y analizar a los y las jóvenes de este tiempo histórico.
Para repensar teóricamente estas tres categorías, es necesario tener una mirada
holística y compleja sobre la realidad. Desde una mirada interdisciplinaria. Por un lado, no
se puede construir conocimiento de y con los y las jovenes desde una perspectiva
centrada en un único campo de estudio. En el campo comunicacional sabemos bien que
las metodologías y las teorías que instituyen nuestro saber tienen su razón de ser en la
mirada crítica y compleja de los procesos comunicacionales y para esto es fundamental
aprehender desde muchas disciplinas.
Un análisis de este tipo, que agotara sus posibilidades a un único campo de acción,
hablaría más de la imposibilidad de los investigadores de complejizar el análisis que de la
esencia del propio objeto investigado. Un acercamiento anclado en esta perspectiva nos
llevaría indefectiblemente a trabajar con los conceptos paternalistas, desde las
pedagogías de la tutela y la vigilancia. Con miradas clásicas de la sociología que tratan a
los jóvenes cómo aquellos a los que todavía les falta algo por ser y por hacer. Construir un
recorrido teórico de la juventud nos implica prestar atención aquellos nuevos actores
sociales, que aparecen en un momento determinado de la historia. Aparecen como
categoría de análisis cuando el mercado los encuentra como un nicho para vender sus
productos. El propio sistema construye la juventud y la ubica en un tiempo concreto de la
historia. Sería más pertinente hablar de juventudes y de su transformación semántica a lo
largo del tiempo.
Por supuesto que frente a estas miradas integradoras de los jóvenes, hubieron
otras que pensaron a los jóvenes como un actor político, no desde lugares apocalípticos,
siguiendo el razonamiento de Umberto Eco, sino más bien desde encontrar en los jóvenes
las respuestas a los nuevos modos de construir el mundo. Para entender el acercamiento
que haremos a los jóvenes, debemos comprenderlos como individuos. “Llegar a ser
humano es llegar a ser un individuo y llegamos a ser individuos guiados por esquemas
culturales, por sistemas de significación históricamente creados en virtud de los cuales
formamos, ordenamos, sustentamos y dirigimos nuestras vidas”. (Clifford Geertz, 1992,
(ed. original: 1973), p.57) .
Dentro de los antecedentes en los trabajos sobre jóvenes debemos incluir los
aportes del antropólogo Carles Feixa. El libro “De jóvenes, bandas y tribus” plantea un
recorrido histórico y transcultural por el concepto de juventud; un repaso por algunos de
los estilos juveniles surgidos en el siglo XX con el fin de interpretarlos a la luz de las
teorías de las ciencias sociales; y, a través de la metáfora del reloj de arena, un modelo
de análisis sobre las culturas juveniles.
Ellos aparecen así en algunas latitudes como los peligrosos, los subversivos. En
otras harán hincapié en la indiferencia y el pasotismo. Esos discursos, creados y
reforzados por los medios masivos de comunicación favorecen a la construcción de una
hegemonía que reduce e intenta anular, todo lo que queda desprolijo. Suprime lo que no
le conviene a los poderosos. Como afirma la Dra. Florencia Saintout, “los medios son
actores que junto a otros se disputan la capacidad legítima de nombrar verdaderamente el
mundo. Pero lo hacen desde una posición privilegiada, especialmente en el último siglo, y
con mucha presencia en las últimas décadas, cuando se habla de sociedades
mediatizadas, lo que implica pensar en sociedades donde cada una de las prácticas de
manera directa e indirecta, con mayor o menor fuerza, están atravesadas por alguna
dimensión de los medios.” (Saintout, Florencia, 2013, p. 13)
Por otra parte, para entender la música, será necesario hacer una revisión
exhaustiva por autores clásicos, como Theodor Adorno. Para complejizar la mirada, para
hacer una lectura de la historia a contrapelo como pronunciaría Benjamin en su Tesis de
filosofía de historia. Sin dudas que las reflexiones de la escuela de Frankfurt y
particularmente para pensar la música en relación a la cultura y a la industria cultural son
ejes vertebrales de esta reflexión y de esta propuesta.
Acercarse a esta reflexión desde una mirada crítica es fundamental para pensar el
momento que vivimos. Los modos en que la música se produce, pero también el modo en
el que se comercializa y se consume. “La música, en cuanto a medio de comunicación,
contribuye también a la construcción social de la realidad. La música, por ejemplo,
también tiene algo que ver con sexismo, etnicidad o clasismo. A través de nuestra práctica
musical contribuimos al mantenimiento de las estructuras sexistas de la sociedad,
contribuimos a la existencia de la etnicidad y contribuimos también a la diferenciación
clasista.” (Marti, Josep, 2000, p. 19).
La relación del arte con el mercado, no es menor a la hora de intentar dar luz a
cuáles son los alcances en los que desde el campo de la comunicación podemos aportar
a la hora de pensar la relación de los Jóvenes y la música. Esa dimensión mercantil se
presenta en un contexto dónde existe una música hegemónica producida por y para el
mercado, y otro tipo de música que se gesta en la alternatividad, pero que al mismo
tiempo también disputa en el mercado y dónde hay nuevas discográficas que se piensan
en algún modo por afuera del mercado, aunque también lo que termine importando sea
vender.
Frente a estas dos amplias formas de entender el mercado musical, desde este
humilde ensayo vamos a pensar que hay flujos entre ambos modelos. El modo en que un
producto musical se consolida como tal varia y variará, y será producto de otras
investigaciones de qué modos algunas cosas se venden más o menos. O cómo se
construye el éxito en una u otra producción. Sin dudas, hay indices y campañas de
mercado. Pero no sólo de ellos vive la música y lo que es más importante, no sólo de eso
se inventa la música. “La innovación tecnológica, desarrollada en el marco de
liberalización, concentración empresarial, internacionalización y mercantilización dentro de
un sistema de competitividad global, ha llevado, pues a una transformación en las formas
de producción y distribución de comunicación; en la composición, demandas y
comportamientos de los públicos; en la relación entre sistema social y sistema de medios
de comunicación;, que obliga a un replanteamiento de la investigación en comunicación
social, desarrollada desde instituciones insertadas también en este contexto de cambios.
Aparecen nuevos actores interesados en la investigación en comunicación social, nuevos
temas de interés y nuevas formas para abordarlos, que recogen la tradición de las dos
corrientes de investigación en comunicación social para actualizarlas y, en su caso,
reformularlas.”2 (De Mateo, Rosario, Berges, Laura, 2010, p.52). Cabe aclarar la
necesidad de pensar a la música como un medio de comunicación para aprehender lo
que el campo comunicacional puede cristalizar.
Cuando pensamos en los jóvenes, cómo no relacionarlos con las bandas que
generan pasiones. Cómo no pensar en las producciones musicales de tantos y tantas que
producen música, la consumen y la constituyen por afuera de las reglas del mercado
hegemónico. “La música da también sentido generacional” (Josep Martí, 2000, p. 16) y
con ello construye una categoría fundamental para prestar atención a fin de poder pensar
políticas de Estado que contengan las inquietudes de los jóvenes que como dijimos
anteriormente, están siendo convocados a construir un futuro que heredan destrozado de
adultos que en el mejor de los casos no han tenido la capacidad de entender lo que
estaba pasando. “Los códigos comunicativos nos permiten dar forma, ordenar nuestra
consciencia. Desde ella podemos percibir, conocer y reconocer el mundo (interno y
externo), y con ella orientamos nuestra conducta, nuestra experiencia vital. Experiencia
que, correlativamente, al ser comunicada, trasladada a la consciencia tiene la virtud de
alterarla y/o reforzarla. Una realidad lo es en la medida que es reconocida como tal.
Actuar sobre la función mediadora de la dimensión comunicativa de la realidad social es
actuar sobre los mecanismo nucleares de la construcción social de la realidad.”3 (Enric
Marin, Joan Manuel Tresserras, 1994, p.64. citado por Josep Martí.)
Para investigar acerca de los limites y potencialidades que estas tres categorías
contemplan, y a modo de hacer una breve referencia a la metodología propuesta,
considero fundamental poder dialogar con los jóvenes. Dialogar, no solamente desde
entrevistas en profundidad, sino producir con ellos mensajes propios dónde podamos
reconstruir sus perspectivas. Este punto es sumamente importante, ya que la propuesta
de trabajo en metodologías participativas y de construcción de conocimiento colectivo
pretende encontrar una nueva forma de abordar a nuestro objeto de estudio. No vamos a
contarles lo que les pasa, sino que vamos a generar los cauces para que puedan
materializar discursos donde expresen los modos múltiples, ricos y diversos que los
constituyen como jóvenes en este contexto depredador de la esperanza. Otto Brusatti, dijo
en un trabajo sobre música y nacionalismo: la música no constituye un arte atemporal y
socialmente descontextualizado sino que es una práctica artística que cumple siempre
funciones muy concretas dentro de la sociedad. (Brusatti, Otto citado por Josep Martí)
Para concluir este boceto de ensayo, considero necesario tener en cuenta que la
relación entre los jóvenes y la música ha sido desde el momento en que la juventud
apareció como un actor político, económico y social, una relación de acompañamiento,
pero también de tensiones. Lo alternativo, lo hegemónico, los géneros y estilos, han ido
configurando identidades y movimientos políticos en el sentido amplio de la política. “Pero
otra razón en la cual no se piensa siempre es que hay determinados géneros y estilos
musicales que dan respuestas a ciertos tipos de cuestiones propias de una edad, como
también hay músicas que , por ejemplo, ofrecen respuestas a los interrogantes que nos
planteamos sobre la propia pertenencia a una clase social o a un grupo étnico.” “Entre los
jóvenes, esta necesidad de hallar su propia identidad para poder entenderse como
generación diferenciada de la de los progenitores deberá jugar un papel muy importante
en la configuración de sus gustos musicales. La música, como práctica cultural, contribuye
claramente a fortalecer los constructos sociales tendentes a satisfacer la necesidad de la
diferencia. Para decirlo de una manera sencilla, en ocasiones, no es tan sólo que se
escuche cierta música porque sea joven, sino que también se es joven porque se escucha
una determinada música. Para el joven, la música es tremendamente importante porque
le abre el camino de entrada a la sociedad: le explica el mundo en el cual vive, le marca
los roles que ha de desempeñar en la sociedad, como adolescente, primero, y como
adulto después. Le da sentido del tiempo, del espacio, de generación, de clase, de
etnicidad, de género…” (Josep Martí, 2000, p.14).
- Blumer et al. 1986: citado por De Mateo, Rosario y Bergés, Laura, La investigación en
Comunicación Social: orígenes y estado actual en La comunicación como Objeto de
estudio.
- Martí, Josep. (2000) Más allá del arte, Sant Cugat del Vallès, Deriva Editorial.