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EI Sia a la realid El camino a la realidad Una guia completa de las leyes del universo ROGER PENROSE Traduccién de Javier Garcia Sanz ay Titulo original: The Road to Reality Publicado originariamente por Jonathan Cape, Londres, 2004 Primera edici6n: octubre de 2006 © 2004, Roger Penrose © 2006, de la presente edicién en castellano para todo el mundo: Random House Mondadori, S. A. Travessera de Gracia, 47-49. 08021 Barcelona © 2006, Javier Garcfa Sanz, por la traduccién Quedan prohibidos, dentro de los limites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducci6n total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrénico o me- cinico, el tratamiento informético, el alquiler o cualquier otra forma de cesi6n de la obra sin la autorizacién previa y por escrito de los tivulares del copyright. Printed in Spain —Impreso en Espafia ISBN-13: 978-84-8306-6681-2 ISBN-10: 84-8306-681-5 Depésito legal: B. 35.801-2005 ‘Compuesto en Fotocomposicién 2000, S. A. Impreso y encuadernado en Liberddplex S. L. U. Sant Lloreng d’Hortons (Barcelona) C 846812 Dedico este libro a la memoria de DENNIS SCIAMA, que me mostré la emocién de la fisica indice PREFACIO ee tere cece ett eeeteneeric eit iateseses niet uusseere sc 21 AGRADECIMIENTOS 31 Noraci6On ..... 35 Pr6LoGO 39 1. Las ratces de la ciencia ..... . eee oa ead 1.1, La busqueda de las fuerzas que configuran el mundo... 47 1.2. La verdad matemiatica 50 1.3. Es «real» el mundo matematico de Platén? 53 1.4. Tres mundos y tres profundos misterios . . tee Ol 1.5. Lo bueno, lo verdadero y lo bello... ... 66 2. Un teorema antiguo y una pregunta moderna . . 71 2.1. El teorema de Pitagoras .............. 71 2.2. Los postulados de Euclides ..............0000-- 75 2.3. La demostracién del teorema de Pitagoras por areas OMG fates ie secretes ai iaerenee essere te seeaee energie 78 2.4. Geometria hiperbdlica: imagen conforme.......... 81 2.5. Otras representaciones de la geometria hiperbélica ... 86 2.6. Aspectos histéricos de la geometria hiperbélica ..... 92 2.7. @Relacién con el espacio fisico? . 97 3. Tipos de ntimeros en el mundo fisico . 105 3.1. @Una catastrofe pitagrica? 105 3.2. El sistema de los niimeros reales .......... 109 3.3. Los nameros reales en el mundo fisico .. . 116 3.4. gNecesitan los nameros naturales al mundo fisico? ... 120 3.5. Ntimeros discretos en el mundo fisico ............ 123 INDICE . Los mégicos nitmeros complejos . . . 4.1. El magico nimero «i» ... ca 7 4.2. Resolviendo ecuaciones con niimeros complejos . . . . 4.3. Convergencia de series de potencias...........-.- 4.4. El plano complejo de Caspar Wessel 2.2... ..000 55: 4.5. Cémo se construye el conjunto de Mandelbrot... . - Geometrla de logaritmos, potencias y raices .. 0... 6.40.0. 0 5.1. La geometria del algebra compleja .........--...- 5.2. La idea del logaritmo complejo .... 6.0.6.0... 00. 5.3. Multivaluacién, logaritmos naturales ............- 5.4. Potencias complejas .........-...--0---5- : 5.5. Algunas relaciones con la fisica de particulas oda . Céleulo infinitesimal con ntimeros reales... ... cece eee 6.1. ;Qué hace respetable a una funcion? ............. 6.2. Pendientes de funciones .........0 eee eee eee 6.3. Derivadas de orden superior; funciones C*-suaves 6.4. gLa nocién «euleriana» de funcién? ............-. 6.5. Las reglas de diferenciacién .................005 66 lntesmcion eee es . Caleulo infinitesimal con ntimeros 5s complejos . Hee 7.1. Suavidad compleja; funciones holomorfas . . 7.2. Integracién de contorno . . 7.3. Series de potencias a partir de la suavidad compleja 7.4. Prolongacién analitica ae . Superficies de Riemann y aplicaciones complejas ......... ++ 8.1. La idea de una superficie de Riemann ............ 8.2. Aplicaciones conformes .......-...-00+-0055 : 8.3. Laesferade Riemann .......-....----2-20---5 8.4. El género de una superficie de Riemann compacta . . . 8.5. El teorema de la aplicacién de Riemann .......... . Descomposicién de Fourier e hiperfunciones ............ OM series: de POUMer icra iisetee cities eseieteie 9.2. Funciones sobre un circulo ........--+0200--05 9.3. Separacién de frecuencias sobre la esfera de Riemann . 9.4. La transformada de Fourier ........22 0000000005 9.5. Separacién de frecuencias a partir de la trareformada de (Fourier ure mii 11. 12. 13. |. Superficies INDICE 9.6. ;Qué tipo de funcién es apropiada? . 9.7. Hiperfunciones 10.1. Dimensiones complejas y dimensiones reales 10.2. Suavidad, derivadas parciales 10.3. Campos vectoriales y 1-formas 10.4. Componentes, productos escalares ... . 10.5. Las ecuaciones de Cauchy-Riemann Nitmeros hipercomplejos . . 11.4. El Algebra de los cuaterniones 11.2. zHay un papel fisico para los cuaterniones? 11.3. Geometria de cuaterniones ............200+- 11.4. sCémo componer rotaciones? ........-..---- 11.5. Algebras de Clifford 2.00.2... 0000 c eee 11.6. Algebras de Grassmann 5 Variedades den dimensiones ...........0222-- 12.1. gPor qué estudiar variedades de dimensiones més elas ecco ee teceeeeecaeeeseniceeeeeeeaen tetera atreeesicdat tae 12.2. Variedades y cartas de coordenadas ............ 12.3. Escalares, vectores y covectores........----4+: 12.4. Productos de Grassmann 12.5. Integrales de formas 12.6. Derivada exterior .........-0--2 020 eee eee 12.7. El elemento de volumen; convenio de suma ..... 12.8. Tensores; notacion de indices abstractos y notacién diagraméica (ee 12.9. Variedades complejas ........... 0000002000 Grupos de simetria .. 2... 000-002 reece eee eee 13.1. Grupos de transformaciones . . . 13.2. Subgrupos y grupos simples ...... 13.3. Transformaciones lineales y matrices 13.4. Determinantes y trazas.........-..---.202005 13.5. Autovalores y autovectores 13.6. Teoria de la representacién y Algebras de Lie 13.7. Espacios de representacién tensoriales; reducibilidad 13.8. Grupos ortogonales ........02-.0 0.000200 254 258 269 269 271 277 284 286 293 293 296 299 304 306 310 317 317 322 324 329 332 335, 341 344 348 355 355 359 364 372 374 378 383 389 14. 15. 17. a9 13.10. Grupos simplécticos Calculo infinitesimal en variedades INDICE Grupos unitarios 14.1. 3Diferenciacién en una variedad? . . . 14.2, ‘Transporte paralelo . 14.3. Derivada covariante . 14.4. Curvatura y torsion . 14.5. Geodésicas, paralelogramos y © curvatura . 14.6. Derivada de Lie............... : 14.7. Lo que una métrica puede hacer por ee 14.8. Variedades simplécticas Fibrados y conexiones gauge 15.1. Algunas motivaciones fisicas para los fibrados . 15.2. La idea matemitica de un fibrado .....-.--.- 15.3. Secciones transversales de fibrados 15.4. EI fibrado de Clifford 15.5. Fibrados vectoriales complejos, fibrados (co)tangentes 15.6. Espacios proyectivos ..........eee cece ee ees 15.7. No trivialidad en una conexi6n fibrada 15.8. Curvatura fibrada . . La escalera del infinito .... 16.1. Campos finitos ........... = 16.2. 2Una geometria finita o una geometria infinita para la fisica? 16.3. Diferentes tamafios de infinito 16.4. Elcorte diagonal de Cantor ....... 0200200005 16.5. Enigmas en los fundamentos de las matemiticas . . 16.6. Las maquinas de Turing y el teorema de Gédel .. . 16.7. Tamafios de infinitos en fisica . Espaciotiempo 17.1. El espaciotiempo de la fisica aristotélica ........ 17.2. El espaciotiempo para la relatividad galileana 17.3. La din4mica newtoniana en términos del espaciotiempO ..... 6.6... eee eee eee eee 17.4. El principio de equivalencia............222-+ 17.5. El «espaciotiempo newtoniano» de Cartan ...... 12 396 402 411 411 414 418 422 425 432 441 446 451 451 454 459 462 467 471 476 481 491 491 494 500 504 509 513 518 525 528 531 535 539 18 19. 20. 21. INDICE 17.6. La velocidad finita y fija de la luz 546 17.7. Conos de luz..... ee eae eee : 548 17.8. El abandono del tiempo isslgts se eseretees gee 552 17.9. El espaciotiempo de la relatividad general de Einstein 557 Geometria minkowskiana . 2.2.2.2... occ eee eee 563 18.1. Los 4-espacios euclideo y minkowskiano ....... 563 18.2. Los grupos de simetria del espacio de Minkowski . 567 18.3. Ortogonalidad lorentziana; la «paradoja del reloj» . 570 18.4. Geometria hiperbélica en el espacio de Minkowski 576 18.5. La esfera celeste como una esferade Riemann ... 582 18.6. Energia y momento (angular) newtonianos ...... 587 18.7. Energia y momento (angular) relativistas....... 590 Los campos cldsicos de Maxwell y Einstein ............45 599 19.1. Evolucién fuera de la dinamica newtoniana ..... 599 19.2. La teoria electromagnética de Maxwell ......... 602 19.3. Leyes de conservacién y de flujo en la teoria de ia Weller cieterere ce aeeseeretesreeraeseseete tere 607 19.4. El campo de Maxwell como curvatura gauge .... 610 19.5. El tensor energia~-momento ...........--.--- 617 19.6. La ecuacién de campo de Einstein ............ 622 19.7. Cuestiones adicionales: la constante cosmolégica, el tensorde Weyl 627 19.8. La energia del campo gravitatorio ............ 629 Lagrangianos y hamiltonianos ©... 2.00. 000 eevee eee eee 639 20.1. El magico formalismo lagrangiano .... 639 20.2. La mis simétrica imagen hamiltoniana ......... 644 20.3. Pequefias oscilaciones . 648 20.4. La dinamica hamiltoniana como geometria simpléctica 20.5. Tratamiento lagrangiano de los campos ........ 658 20.6. Cémo impulsan los lagrangianos la teoria moderna 661 La particula cudntica 0... eee 667 21.1. Variables no conmutativas 667 21.2. Hamiltonianos cuanticos . 671 21.3. La ecuacién de Schrédinger . : 674 21.4. La base experimental de la teoria cudntica ...... 676 13 22. 23. 24. INDICE 21.5. Comprendiendo la dualidad onda-particula 21.6. :Qué es la «realidad» cuantica? ...........-..- 21.7. La naturaleza «holistica» de una funcién de onda . . 21.8. Los misteriosos «saltos cuanticos» ...........65 21.9. Distribucién de probabilidad en una funcién de onda 21.10. Estados de posici6n ...... 22... cece eee 21.11. Descripcién en el espacio de momentos Algebra, geometria y espin endnticos .. 6... eee ccs 22.1. Los procedimientos cudnticos UyR .....--- 0+ 22.2. La linealidad de U y sus problemas paraR ...... 22.3. Estructura unitaria, espacio de Hilbert, notacién ‘de Naa eae eee aeetee cesar eae eeee dae 22.4. Evolucién unitaria: Schrédinger y Heisenberg .. . 22.5. «Observables» cudnticos ...... 22.6. Medidas si/No, proyectores . . Cities 22.7. Medidas nulas, helicidad ............-0.425- 22.8. Espiny espinores.... 2.02... c eee e cece cece 22.9. La esfera de Riemann de los sistemas de dos estados 22.10. Espin més alto: la imagen de Majorana ......... 22.11. Arménicos esféricos ....... 20-00. eee eee 22.12. Momento angular cuéntico relativista 22.13. El objeto cuantico aislado general El entrelazado mundo cudntico .... 1... eee eee 23.1. MecAnica cudntica de sistemas de muchas particulas 23.2. La enormidad del espacio de estados de muchas pada 23.3. Entrelazamiento cuintico; desigualdades de Bell . . 23.4. Experimentos EPR tipo Bohm .............. 23.5. El ejemplo EPR de Hardy: casi libre de probabilidad 23.6. Dos misterios del entrelazamiento cuantico 23.7. Bosones y fermiones . : 23.8. Los estados cudnticos de los bosones y los fermiones 23.9. Teleportacion cudntica............0.0.0005. 23.10. Cuanlazamiento El electrén y las antiparticulas de Dirac .......-.. 000206 24.1. Tensién entre la teoria cudntica y la relatividad . 14 682 685 691 696 698 701 703 711 711 715 718 722 726 730 733 739 745 752 755 761 765 777 777 780 783 787 792 795 798 801 804 810 819 819 25. 26. 27. INDICE 24.2. ;Por qué las antiparticulas implican campos cudnticos? 24.3. Positividad de la energia en mecinica cudntica . . . 24.4. Dificultades con la formula de la energia relativista 24.5. Lano invariancia de 8/a¢ . . 24.6. de ondas 24.7. La ecuacién de Dirac... 0.0. e eee eee eee 24.8. La ruta de Dirac al positron ............ El modelo estandar de la fisica de particulas 25.1. Los origenes de la moderna fisica de particulas .. . 25.2. Laimagen zig-zag del electron .......... 25.3. Interacciones electrodébiles, asimetria de reflexion 25.4. Conjugacién de carga, paridad e inversién temporal 25.5. El grupo de simetria electrodébil ............. 25.6. Particulas fuertemente interactuantes .......... 25: eeOlarks coloreadoss nist aniee retest 25.8. Mas alld del modelo estandar? ............... Teorla cudntica de campos... . 6... c cv vee e eee cees 26.1. El estatus fundamental de la QFT en la teoria moderna 26.2. Operadores de creacién y aniquilacién ......... 26.3. Algebras de dimensi6n infinita............... 26.4. Antiparticulasen QFT ..........2222.2-004. 26.5. Vacios alternativos ..............eee eee eeee 26.6. Interacciones: lagrangianos ¢ integrales de camino . 26.7. Integrales de camino divergentes: la respuesta de Feynman . 26.8. Construyendo diagramas de Feynman; lan matriz Ss. 26.9. Renormalizacion .... 1.6... eee eee eee 26.10. Diagramas de Feynman a partir de lagrangianos . . 26.11. Los diagramas de Feynman y la elecci6n del vacio . El big bang y su legado termodindmico ..... 0.00.00 eevee 27.1. Simetria temporal en la evolucién dinamica 27.2. Ingredientes submicroscépicos O73) Entopia ae 27.4. El caracter robusto del concepto de entropia ..... 15 821 823 826 828 831 833 836 843 843, 845 850 857 860 866 870 874 881 28. 29. INDICE 27.5. Derivacién de la segunda ley... go no? .. 936 27.6. Es el universo en su conjunto un «sistema aisladon? 940 27.7. El papel del big bang ..............0.0.0 00 944 27.8. Agujeros negros 2.0... 2... e eee eee ees 951 27.9. Horizontes de sucesos y singularidades espacioteinporales i iieneee ria eitseesnea ieee 27.10. Entropia de agujero negro 27.11. Cosmologia ....... : 27.12. Diagramas conformes ......... 27.13. Nuestro extraordinariamente especial big tates 975 Teorias especulativas del universo primitivo............055 987 28.1. Ruptura espontanea de simetria en el universo PRMIEVO setters ns aaene eeu eeeeaean naan 987 28.2. Defectos topoldgicos césmicos ...........+.- 992 28.3. Problemas para la ruptura de simetria en el universo pimiive (ee 997 28.4. Cosmologia inflacionaria ............-.....- 1002 28.5. Son vilidas las motivaciones para la inflacién? ... 1010 28.6. El principio antrépico ... 26... eee eee 1016 28.7. La naturaleza especial del big bang: zuna clave Gotopicas ee 1022 28.8. La hipétesis de curvatura de Weyl ............. 1026 28.9. La propuesta de «ausencia de fronteray de Hartle-Hawking . 1030 28.10. Parametros cosmolégicos: ;estatus observacional? . 1034 La paradoja de la medida... 2... 0-2. ee ee eee ee 1049 29.1. Las ontologias convencionales de la mec4nica cuantica 1049 29.2. Ontologias no convencionales para la mecdnica cuantica ... . 1054 29.3. La matriz densidad . 1061 29.4. Matrices densidad para espin 1/2:1a esfera de Bloch 1064 29.5. La matriz densidad en situaciones EPR ........ 1069 29.6. Filosofia FAPP de la decoherencia por el entorno . 1075 29.7. El gato de Schrédinger con la ontologia ade Gopenhagues eee 1078 29.8. zPueden las ontologias (b) y (c) resolver el «gato»? . 1081 16 30. 31. 29.9. El papel dela gravedad en la reducién del estado cudntic 30.1. 30.2. 30.3. 30.4. 30.5. 30.6. 30.7. 30.8. 30.9. 30.10. 30.11. 30.12. 30.13. 30.14. Supersimetria, supradimensionalidad y cuerdas 31.1. 31.2. 31.3. 31.4. 31.5. 31.6. 31.7. 31.8. 31.9. 31.10. 31.11. 31.12. INDICE ¢Qué ontologias no convencionales pueden ayudar? Claves de una asimetria temporal cosmolégica Asimetria temporal en la reduccién del estado cuantico .... ‘Temperatura del agujero negro de Hawking ..... Temperatura del agujero negro a partir de periodicidad compleja ..............0000008 Vectores de Killing, flujo de energia... jy viaje en el Flujo de energia saliente de drbitas de energia negativa .... Explosiones de Hawking Una perspectiva ms radical El bulto de Schrodinger ........ Conflicto fundamental con los principios de SPA seen ese eeee ese an eee erase eran aaaea eet iEstados de Schrddinger-Newton preferidos? . La propuesta FELIX y otras relacionadas . . . Origen de las fluctuaciones en el universo primitivo Pardmetros inexplicados Supersimetria El Algebra y la geometria de la supersimetria . Espaciotiempo de dimensiones mis altas . La teoria de cuerdas hadrénica original . . Hacia una teoria de cuerdas del universo ....... Motivacién de cuerdas para dimensiones espaciotemporales extra ..........-.00000 00 gLa teoria de cuerdas como gravedad cudntica? Dindmica de cuerdas .....-............. Por qué no vemos las dimensiones espaciales extra? @Deberiamos aceptar el argumento de a estabilidad Inestabilidad clasica de las dimensiones extra . 17 1085 - 1093 1093 » 1095 - 1098 1103 1115 1119 1122 - 1127 - 1132 1136 - 1141 1144 1151 - 1163 . 1163 - 1168 - 1173 . 1177 . 1182 1187 1191 . 1193 1197 1201 . 1207 . 1211 32. 33. 34. iNDICE 31.13. Es finita la QFT de cuerdas? 1215 31.14. Los mégicos espacios de Calabi-Yau; la teorlaM .. 1218 31.15. Cuerdas y entropfa de agujero negro . 1225 31.16. El «principio holograficoy ........ . 1231 31.17. La perspectiva de la D-brana . 1234 31.18. zEl estatus fisico de la teorfa de cuerdas? . 1238 El sendero mds estrecho de Einstein; variables de lazo . 1251 32.1. Gravedad cudntica canénica . 1251 32.2. El ingrediente quiral de las variables de Ashtekar .. 1253 32.3. La forma de las variables de Ashtekar . « 1257 32.4. Variables de lazo . 1260 32.5. Las matematicas de nudos y enlaces . ». 1264 32.6. Redes de espin . .. 1267 32.7. 4El estatus de la gravedad cudntica de lazo? «. 1275 Perspectivas mds radicales: la teoria de twistores . . . 1283 33.1. Teorias donde la geometria tiene elementos discretos 1283 33.2. Los twistores como rayos de luz .........----- 1288 33.3. El grupo conforme; el espacio de Minkowski compactificado 2... 6.0.00. c cece cece eee eee 1296 33.4. Los twistores como espinores de dimensién superior 1301 33.5. Geometria twistorial basica y coordenadas ...... 1304 33.6. Geometria de twistores como particulas sin masa (ei espin tase ee ea ase ae eens 1309 33.7. Teoria cudntica twistorial .. 1314 33.8. Descripcién twistorial de campos sin masa -. 1318 33.9. Cohomologia de haces twistorial ......... «++ 1321 33.10. Los twistores y la separacién en frecuencia positiva/negativa .... . 1327 33.11. El gravit6n no lineal . 1330 33.12. Twistores y relatividad general . 1336 33.13. Hacia una teoria twistorial de la fisica de particulas 1339 33.14. ZEl futuro de la teoria de twistores? ..........- 1340 ¢Donde estd el camino a la realidad? 6.1.0... 0. eevee nae 34.1. Las grandes teorias de la fisica del siglo xx.. pe Pees ee eee ee geeaee ete cree gee aee ea dae eet ete 34.2. Fisica fundamental matematicamente dirigida . 18 INDICE 34.3. El papel de las modas en la teoria fisica ......... 1361 34.4, Puede refutarse experimentalmente una teoria OTT otne ag eee ecracrssiaape rate taete tear rete tare seceeretre 1365 34.5. gDénde podemos esperar nuestra proxima revoluci6n en fisica? eae 34.6. :Qué es la realidad? . . 1375 34.7. Los papeles de la mentalidad en la teoria fisica - 1378 34.8. Nuestro largo camino matemitico a la realidad ... 1383 34.9. Belleza y milagros 0.0.00... 00 00eeeeeeee ee 1389 34.10. Preguntas profundas respondidas, preguntas mas profundas planteadas ......-.0 00000 cece eee 1395 EpfLoco . . BIBLIOGRAFIA . fNDICE ALFABETICO 20.20... ee eee cece e eee eee eee 1457 Prefacio Este libro tiene como objetivo transmitir al lector una idea de lo que es ciertamente uno de los viajes de descubrimiento mas importantes y apasionantes en los que se ha embarcado la humanidad. Se trata de la biisqueda de los principios subyacentes que rigen el comportamiento de nuestro universo. Es un viaje que ha durado més de dos mil qui- nientos afios, de modo que no deberia sorprendernos que al final se hayan hecho progresos sustanciales. Pero este viaje se ha mostrado muy dificil, y en la mayoria de los casos, el conocimiento real ha legado lentamente. Esta dificultad intrinseca nos ha llevado en muchas direc- ciones falsas, y de ello deberiamos aprender a ser cautos. Pero el si- glo xx nos ha revelado nuevas y extraordinarias ideas, algunas tan im- presionantes que muchos cientificos actuales han expresado la opinion de que podriamos estar cerca de una comprensién bisica de todos los principios subyacentes en la fisica. En mis descripciones de las teorias fundamentales vigentes cuando escribo esto, recién concluido el si- glo xx, trataré de adoptar un punto de vista més modesto. Quiz4 no todas mis opiniones sean bien recibidas por los «optimistas», pero espe- ro cambios futuros de direccién atin mayores que los que se han dado en el dltimo siglo. El lector encontrar4 que en este libro no he rehuido presentar for- mulas matemiaticas, pese a las reiteradas advertencias acerca de la dras- tica reduccién de lectores que esto implicaria. He pensado seriamente sobre esto y he Ilegado a la conclusién de que lo que tengo que decir no puede transmitirse razonablemente sin cierta cantidad de notacién matemitica y la exploracién de genuinos conceptos matematicos. El conocimiento que tenemos de los principios que realmente subyacen 21 PREFACIO en el comportamiento de nuestro mundo fisico depende, de hecho, de una apreciacién de sus matematicas. Quiz4 para algunas personas esto pueda ser un motivo de desesperacién, pues se habran formado la idea de que no tienen ninguna capacidad para las matemiticas, por muy elementales que sean. Sin duda se preguntaran cémo van a poder com- prender la investigacién que se est haciendo en la misma frontera de la teoria fisica si ni siquiera dominan la forma de tratar las fracciones. Veo la dificultad, por supuesto. Pese a todo, soy optimista en cuestiones de transmisién del cono- cimiento. Tal vez sea un optimista incurable. Me pregunto si esos lec- tores potenciales que no pueden manipular fracciones —o que dicen que no pueden manipular fracciones— no se estan engafiando a si mis- mos, al menos un poco, y una buena proporcién de ellos tienen real- mente una capacidad en esta direccién de la que no son conscientes. Sin duda hay algunos que, cuando se enfrentan a una linea de simbolos matemiticos, independientemente de la sencillez con que estén pre- sentados, solo pueden ver el rostro severo de un padre o un profesor que trataba de inculcarles a la fuerza una aparente competencia sin contenido y similar a la de un papagayo —una obligacién, y solo una obligacién— sin que pudiera traslucir ningjin indicio de la magia o be- Ileza del tema. Tal vez para algunos sea demasiado tarde; pero, como digo, soy un optimista, y creo que todavia quedan muchos, incluso en- tre aquellos que nunca pudieron dominar la manipulacién de fraccio- nes, que tienen la capacidad de vislumbrar algo de un mundo maravi- loso que pienso que debe ser, en un grado significativo, genuinamente accesible para ellos. Una de las mejores amigas de juventud de mi madre era una de esas personas que no podian comprender las fracciones. Ella misma me lo conté en cierta ocasién, una vez que se habia retirado de una carre- ra exitosa como bailarina. Yo atin era joven, y todavia no me habia lan- zado plenamente a mi actividad como matemitico, pero se me reco- nocia como alguien que disfrutaba trabajando en este tema. «Es todo eso de la simplificacién —me decia—, nunca le cogi el tranquillo a la simplificacién.» Era una mujer elegante y muy inteligente, y en mi opinién no hay ninguna duda de que las cualidades mentales que se necesitan para comprender la sofisticada coreografia que es fundamen- 22 PREFACIO tal para el ballet no son en modo alguno inferiores a las que deben ejercitarse con un problema matemitico. Asi, sobrestimando amplia~ mente mi capacidad expositiva, intenté, como otros lo habian hecho antes, explicarle la simplicidad y la naturaleza légica del procedimien- to de «simplificaciény. Creo que mis esfuerzos fueron tan infructuosos como lo habian sido los de los otros que lo habian intentado. (Dicho sea de paso, su pa- dre habia sido un eminente gedlogo y miembro de la Royal Society, de modo que ella debia de haber tenido una formacién adecuada para la comprensién de cuestiones cientificas. Quiza aqui podria haber inter- venido un factor del tipo «rostro severo». No lo sé.) Pero reflexionan- do sobre ello, me pregunto ahora si ella, y muchas personas como ella, no tenian un complejo inhibidor mis racional, uno que yo ni siquiera habia advertido con toda mi verborrea matemiatica. Hay, en realidad, una cuestién profunda con la que uno tropieza una y otra vez en ma~ tematicas y en fisica matemitica, y que encuentra por primera vez en la nocién aparentemente inocente de cancelacién de un factor comin en el numerador y el denominador de una fraccién numérica ordi- naria. Aquellos para los que la accién de simplificar se ha convertido en algo automitico, debido a la familiaridad repetida con tales operacio- nes, pueden ser insensibles a una dificultad que en realidad acecha tras, este procedimiento aparentemente sencillo. Quiz4 muchos de los que encuentran misteriosa la simplificacién estan viendo cierto punto con mis profundidad que aquellos de nosotros que pasamos de largo de forma displicente, pareciendo ignorarlo. ;De qué punto se trata? Con- cierne a la forma misma en que los matemiticos pueden ofrecer una existencia a sus entidades matemiticas y a cémo pueden relacionarse tales entidades con la realidad fisica. Recuerdo que cuando estaba en la escuela, més o menos a los once afios, me quedé muy sorprendido cuando el maestro pregunté a la cla- se qué es realmente una fraccién (tal como 3/8, pongamos por caso). Hubo varias sugerencias, como dividir un pastel en porciones y cosas asi, pero fueron rechazadas por el profesor sobre la base (valida) de que estas se referian simplemente a situaciones fisicas imprecisas a las que te- nia que aplicarse la nocién matemitica precisa de una fraccién; pero no 23 PREFACIO nos decian cul es dicha nocién matemitica precisa. Siguieron otras su- gerencias, tales como 3/8 es «algo con un 3 arriba y un 8 abajo y con una linea horizontal en medio», jy me quedé sorprendido al descubrir que el profesor parecia tomar estas sugerencias en serio! No recuerdo muy bien cémo se resolvié finalmente la cuestién, pero con la intui- cién adquirida de muchas experiencias posteriores como estudiante de licenciatura en matemiticas, podria conjeturar que mi maestro de es- cuela estaba haciendo un valiente intento por decirnos la definicién de una fraccién en términos de la ubicua nocién matemitica de clase de equivalencia gCul es esta nocién? ;Cémo puede aplicarse en el caso de una fraccién, y decirnos qué es realmente una fraccion? Empecemos con el «algo con un 3 arriba y un 8 abajo» de mi compaiiero de clase. Basica~ mente, esto nos sugiere que una fraccién est4 especificada por un par ordenado de niimeros enteros, en este caso los ntimeros 3 y 8. Pero es evidente que no podemos considerar que la fraccién es dicho par or- denado porque, por ejemplo, la fraccién 6/16 es el mismo namero que la fraccién 3/8, mientras que el par (6,16) no es ciertamente el mismo que el par (3, 8). Esta es precisamente una cuestién de simplificacién; 3x 8x arriba con el 2 de abajo, para obtener 3/8. gPor qué se nos permite ha- cer esto y con ello «igualar», en cierto sentido, el par (6, 16) con el par en efecto, podemos escribir 6/16 como 2 y luego cancelar el 2 de (3, 8)? La respuesta matem4tica —que muy bien puede sonar como un «escaqueo»— tiene la regla de simplificacién incorporada en la defini- cién de una fraccin: se considera que un par de néimeros enteros (a X n, bX n) representa la misma fraccién que el par (a, b) siempre que n sea un niimero entero distinto de cero (y donde tampoco admitimos que b sea cero). Pero esto tampoco nos dice qué es una fraccién; simplemente nos dice algo sobre la forma en que representamos las fracciones. ;Qué es, entonces, una fraccién? Segiin la nocién de «clase de equivalencia» de los matemiticos, la fraccién 3/8, por ejemplo, es simplemente la colec- ci6n infinita de todos los pares (3, 8), (-3,-8), (6, 16), (-6,-16), (9, 24), (-9, -24), (12, 32), . 24 PREFACIO. donde cada par puede obtenerse de cada uno de los otros pares de la lista por aplicacién repetida de la regla de simplificacién anterior.* También necesitamos definiciones que nos digan cémo sumar, restar y multiplicar estas colecciones infinitas de pares de ntimeros enteros, donde son validas las reglas normales del algebra, y como identificar los ptopios nimeros enteros como tipos particulares de fraccién. Esta definicién cubre todo lo que necesitamos matemAticamente de las fracciones (tal como que 1/2 es un ntimero que sumado a si mis- mo da el ntimero 1, etc.), y la operacién de simplificacién est, como hemos visto, incorporada en la definicién. Pero todo parece muy for- mal y podemos preguntarnos si realmente recoge la nocién intuitiva de lo que es una fraccién. Aunque este ubicuo procedimiento de las cla~ ses de equivalencia, de la que el ejemplo anterior es un caso particular, es muy potente como pura herramienta matemiatica para establecer la consistencia y la existencia matemética, puede proporcionarnos enti- dades con una apariencia demasiado pesada. jDificilmente nos trans- mite la nocién intuitiva de lo que es 3/8, por ejemplo! No es extrafio que la amiga de mi madre estuviera confundida. En mis descripciones de nociones matemiticas trataré de evitar, hasta donde pueda, el tipo de pedanteria matemitica que nos leva a definir una fraccién en términos de una «clase infinita de pares», inclu- so si, por supuesto, tiene su valor en rigor y precisién matematicos. En mis descripciones me interesaré mis en transmitir la idea —y la belle- za y la magia— inherente a muchas nociones matematicas importan- tes. La idea de una fraccién tal como 3/8 consiste simplemente en que es cierto tipo de entidad que tiene la propiedad de que cuando se suma a si misma 8 veces da 3. La magia est4 en que la idea de una fraccion funciona pese al hecho de que en el mundo fisico no experimentamos directamente cosas que estén cuantificadas exactamente por fracciones: las porciones de pastel solo conducen a aproximaciones. (Esto es muy diferente del caso de los ntmeros naturales, tales como 1, 2, 3, que cuantifican de forma precisa muchas entidades de nuestra experiencia * Esto se denomina una «clase de equivalenciay porque realmente es una clase de en- tidades (que, en este caso concreto, son pares de niimeros enteros), cada uno de cuyos miembros se considera equivalente, en un sentido especifico, a cada uno de los demas miembros. 25 PREFACIO directa.) Una forma de ver que las fracciones tienen un sentido consis- tente es utilizar la «definicién» en términos de colecciones infinitas de pares de enteros, como se ha indicado antes. Pero esto no significa que 3/8 sea realmente una coleccién semejante. Es mejor pensar en 3/8 como una entidad con un tipo de existencia (platénica) propia, y que la coleccién infinita de pares es simplemente una forma de llegar a en- tender la consistencia de este tipo de entidad. A medida que nos fami- liarizamos, empezamos a creer que podemos captar con facilidad una noci6n tal como 3/8 como algo que tiene su propio tipo de existencia, y la idea de una «coleccién infinita de pares» es simplemente un artifi- cio pedante, un artificio que enseguida se retira de nuestra imaginacién una vez que lo hemos captado. Buena parte de las matemiticas es asi. Para los matemiticos (al menos para la mayoria de ellos, por lo que puedo entender), las matematicas no son solo una actividad cultural que hemos creado nosotros mismos, sino que tienen vida propia, y buena parte de ellas esta en sorprendente armonja con el universo fisi- co. No podemos tener una comprensién profunda de las leyes que ri- gen el mundo fisico sin entrar en el mundo de las matemiticas. En par- ticular, la nocién anterior de una clase de equivalencia es relevante no solo para una gran cantidad de matemiticas importantes (aunque con- fusas), sino también para una gran cantidad de fisica importante (y confusa), tal como la teoria de la relatividad general de Einstein y los principios de las «teorfas gauge» que describen las fuerzas de la natura- leza segain la moderna fisica de particulas. En la fisica moderna, uno no puede evitar el enfrentarse a las sutilezas de muchas matemiaticas sofis- ticadas. Por esta raz6n, he dedicado los dieciséis primeros capitulos de esta exposicién a la descripcién de ideas matemiticas. Qué consejo puedo dar al lector para hacer frente a esto? Este li- bro tiene cuatro niveles diferentes de lectura. Quizd sea usted un lec- tor, en un extremo de la escala, que sencillamente se da la vuelta cuan- do se le presenta una formula matemitica (y algunos de estos lectores pueden muy bien tener dificultades en entender las fracciones). Si es asi, creo que todavia puede usted aprender mucho de este libro saltn- dose simplemente todas las férmulas y leyendo solo las palabras. Su- pongo que esto sera muy parecido a la forma en que yo solia hojear las revistas de ajedrez que estaban desperdigadas por mi casa cuando era 26 PREFACIO nifio. El ajedrez constituia buena parte de las vidas de mis padres y her- manos, pero yo me interesé muy poco por él, excepto en que disfruta- ba leyendo las hazafias de aquellos excepcionales, y con frecuencia ex- trafios, personajes que se dedicaban a ese juego. De esa lectura, me hacia una idea de la brillantez de las jugadas que solfan hacer, incluso si no las comprendia ni hacia ningin intento por seguir las diferentes po- siciones a través de las notaciones. Pese a todo, descubri que era una ac- tividad agradable e ilustrativa que podia mantener mi atencidn. Del mismo modo, espero que las exposiciones matemiticas que oftezco aqui puedan transmitir algo de su interés incluso a algunos lectores poco interesados en las matemiticas que, por valentia o curiosidad, de- ciden acompafiarme en mi viaje de exploracién de las ideas matemiti- cas y fisicas que parecen subyacer en el universo fisico. No tenga mie- do en saltarse ecuaciones (yo mismo lo hago con frecuencia) y, si lo desea, saltarse capitulos enteros o partes de capitulos cuando empiecen a hacerse demasiado rimbombantes. Hay mucha variedad en las difi- cultades y tecnicismos del material, y quiz4 haya algo més de su gusto en otro lugar. Puede decidir simplemente introducirse y mirar. Mi es- peranza es que las extensas referencias cruzadas puedan ilustrar bien nociones poco familiares, de modo que deberia ser posible localizar los conceptos y la notacién necesarios regresando a secciones anteriores no leidas en busca de aclaracién. En un segundo nivel, quiza sea usted un lector que est4 dispuesto a echar una ojeada a las formulas matemiticas, cuando quiera que se le presenten, pero no siente la inclinacién (ni quiz tiene tiempo) de ve- rificar por usted mismo las afirmaciones que hago. Las confirmaciones de muchas de estas afirmaciones constituyen las soluciones a los ejerci- cios que he desperdigado por las partes matemiticas de este libro. He sefialado tres niveles de dificultad mediante los iconos 69 quad muy sencillo BB quad necesita un poco de reflexién FBS quad no debe abordarse con ligereza 7 PREFACIO Es perfectamente razonable fiarse de estas, si lo desea, y no hay pér- dida de continuidad si decide adoptar esta postura. Si, por el contrario, usted es un lector que quiere ejercitarse con es- tas diversas (e importantes) nociones matemiaticas, pero para quien las ideas que describo no son familiares, espero que el trabajo con estos ejercicios le ofrecera una ayuda importante para reforzar tales habilida- des. Con las matemiticas, siempre sucede que una pequefia experiencia directa de reflexién propia sobre las cosas puede proporcionar una com- prensién mucho mis profunda que la mera lectura sobre ellas. (Si nece- sita las soluciones, consulte la pagina web www.roadsolutions.ox.ac.uk.) Por altimo, quiz usted sea ya un experto, en cuyo caso no deberia tener dificultades con las matematicas (la mayoria de las cuales le seran muy familiares) y tal vez no quiera perder el tiempo con los ejercicios. Pero atin puede descubrir que hay algo que extraer de mis propios en- foques sobre diversos temas, que es probable que sean algo diferentes (a veces muy diferentes) de los habituales. Quiza usted tenga cierta cu- riosidad por mis opiniones concernientes a varias teorias modernas (por ejemplo, supersimetria, cosmologia inflacionaria, la naturaleza del big bang, agujeros negros, teoria de cuerdas o teoria M, variables de lazo en gravedad cudntica, teoria de twistores, incluso los propios fun- damentos de la teoria cuantica). Sin duda encontrar4 mucho en lo que discrepar conmigo en bastantes de estos temas. Pero la controve: una parte importante del desarrollo de la ciencia, y por eso no tengo reparos en presentar opiniones que puedan considerarse parcialmente refiidas con algunas de las actividades de la corriente principal de la fi- es sica teérica moderna. Puede decirse que este libro trata realmente de la relacién entre las matemiticas y la fisica, y de cémo el didlogo entre ambas influye po- derosamente en los impulsos que subyacen en nuestra busqueda de una mejor teoria del universo. Un ingrediente esencial de estos impulsos en muchos desarrollos modernos procede de juicios sobre la belleza, pro- fundidad y sofisticacién matemiticas. Es evidente que tales influencias matemiaticas pueden ser de importancia vital, como sucede con algu- nos de los éxitos mds impresionantes de la fisica del siglo xx: la ecua- cién de Dirac para el electrén, el armazén general de la mecanica cuéntica y la relatividad general de Einstein. Pero en todos estos casos, 28 PREFACIO las consideraciones fisicas —en tiltima instancia las observacionales— han proporcionado el criterio primordial de aceptacién. En muchas de las ideas modernas para avanzar de manera fundamental en nuestra comprensién de las leyes del universo, no se dispone de criterios fisicos adecuados —i.e., datos experimentales, o siquiera la posibilidad de in- vestigacién experimental—. Por ello, podemos cuestionarnos si los de- siderata matemiticos accesibles son suficientes para permitirnos esti- mar las probabilidades de éxito de estas ideas. E] tema es delicado, y trataré de plantear cuestiones que, en mi opinién, no han sido sufi- cientemente discutidas en otros lugares. Aunque en algunos pasajes presentaré opiniones que pueden con- siderarse controvertidas, me he preocupado por aclarar al lector cuan- do me estoy tomando realmente tales libertades. En consecuencia, este libro puede utilizarse como una guia genuina para las ideas (y las pre- guntas) fundamentales de la fisica moderna. Puede utilizarse en las aulas como una honesta introduccién a la fisica moderna, tal como se entiende ahora, cuando nos movemos en los primeros afios del tercer milenio. Agradecimientos Al tratarse de un libro de esta magnitud, cuya redaccién me ha Ilevado aproximadamente ocho afios, es inevitable que haya muchas personas a quienes debo dar las gracias. Resulta casi igual de inevitable que, entre ellas, haya algunas cuya valiosa contribucién no quede reconocida debi- do a mi desorganizacion y despiste congénitos. Permitanme, en primer lugar, expresar mi especial agradecimiento, y también mis disculpas, a esas personas que me han dado su generosa ayuda pero cuyos nombres no me vienen a la memoria. Pasando a las diversas informaciones y ayudas concretas que puedo recordar con mis claridad, doy las gracias a Mi- chael Atiyah, John Baez, Michael Berry, Dorje Brody, Robert Bryant, Hong-Mo Chan, Joy Christian, Andrew Duggins, Maciej Dunajski, Freeman Dyson, Arthur Ekert, David Fowler, Margaret Gleason, Je- remy Gray, Stuart Hameroff, Keith Hannabuss, Lucien Hardy, Jim Har- tle, Tom Hawkins, Nigel Hitchin, Andrew Hodges, Dipankar Home, Jim Howie, Chris Isham, Ted Jacobson, Bernard Kay, William Marshall, Lionel Mason, Charles Misner, Tristan Needham, Stelios Negrepontis, Sarah Jones Nelson, Ezra (Ted) Newman, Charles Oakley, Daniel Oi, Robert Osserman, Don Page, Oliver Penrose, Alan Rendall, Wolfgang Rindler, Engelbert Schiicking, Bernard Schutz, Joseph Silk, Christoph Simon, George Sparling, John Stachel, Henry Stapp, Richard Thomas, Gerard ‘t Hooft, Paul Tod, James Vickers, Robert Wald, Rainer Weiss, Ronny Wells, Gerald Westheimer, John Wheeler, Nick Woodhouse y Anton Zeilinger. Agradecimientos particulares merecen Lee Smolin, Kelly Stelle y Lane Hughston por su ayuda en numerosos y variados puntos. Estoy en deuda especial con Florence Tsou (Sheung Tsun), por su inmensa ayuda en temas de fisica de particulas; con Fay Dowker, 31 AGRADECIMIENTOS por su ayuda y evaluacién sobre varios temas, muy especialmente la presentacién de ciertas cuestiones mecanocuanticas; con Subir Sarkar, por la valiosa informacién concerniente a datos cosmolégicos y su in- terpretacién; con Vahe Gurzadyan, por lo mismo y por alguna informa- cién anticipada de sus hallazgos cosmoldgicos concernientes a la geo- metria global del universo, y particularmente con Abhay Ashtekar, por su completa informacién sobre la teoria de variables de lazo y también sobre varios puntos detallados concernientes a la teoria de cuerdas. Agradezco a la National Science Foundation su apoyo mediante las becas PHY 93-96246 y 00-90091, y a la Leverhulme Foundation por una beca de dos afios Leverhulme Emeritus Fellowship, durante 2000-2002. Los nombramientos a tiempo parcial en el Gresham Co- lege, Londres (1998-2001), y el Center for Gravitational Physics and Geometry en la Universidad del Estado de Pennsylvania, Estados Uni- dos, me han sido muy valiosos para escribir este libro, como lo ha sido la ayuda administrativa (muy especialmente, la de Ruth Preston) y de espacio en el Mathematical Institute de la Universidad de Oxford. También ha sido incalculable el especial apoyo por la parte editorial, compaginando duras restricciones de horario con un autor de habitos de trabajo erraticos. La primera ayuda editorial de Eddie Mizzi fue vi- tal para iniciar el proceso de convertir mis caéticos escritos en un libro real, y Richard Lawrence, con su experiencia y su paciente y sensible persistencia, ha sido un factor crucial para llevar a término este pro- yecto, Teniendo que trabajar con esta complicada reescritura, John Holmes ha hecho un trabajo excelente al proporcionar un indice. Asi- mismo, estoy especialmente agradecido a William Shaw, por acudir en nuestra ayuda en el tramo final para generar excelentes graficas por or- denador (Figs. 1.2 y 2.19, y por la implementacién de la transforma- cién incluida en las Figs. 2.16 y 2.19), utilizadas aqui para el conjunto de Mandelbrot y el plano hiperbélico. En cuanto a Jacob Foster, todas las gracias que pueda expresarle por su trabajo herciileo en la bisqueda y obtencién de referencias y por revisar el manuscrito completo en un tiempo extraordinariamente breve y rellenar innumerables lagunas, no podran hacer justicia de ninguna manera a la magnitud de su ayuda. Su impronta personal en un enorme niimero de notas finales les da una calidad especial. Por supuesto, ninguna de las personas a las que doy las 32 AGRADECIMIENTOS gracias son culpables de los errores y omisiones que pueda haber, cuya tanica responsabilidad recae sobre mi. Debo expresar una gratitud especial a la M.C. Escher Company, en Holanda, por el permiso para reproducir obras de Escher en las Figs. 2.11, 2.12, 2.16 y 2.22, y en particular por permitir las modifica- ciones de la Fig. 2.11 que se han utilizado en las Figs. 2.12 y 2.16, ]a dl- tima de las cuales es una transformacién matemiatica explicita. Todas las obras de Escher utilizadas en este libro tienen copyright (2004) The M.C. Escher Company. Gracias también al Institute of Theoretical Physics, la Universidad de Heidelberg y a Charles H. Lineweaver, por su permiso para reproducir las grificas respectivas en las Figs. 27.19 y 28.19, Por dltimo, mi gratitud ilimitada se dirige a mi querida esposa Va- nessa, no solo por suministrarme graficas de ordenador al instante (Figs. 4.1, 4.2, 5.7, 6.2-6.8, 8.15, 9.1, 9.2, 9.8, 9.12, 21.3b, 21.10, 27.5, 27.14, 27.15, y los poliedros en la Fig. 1.1), sino por su continuado amor y ca- rifio, y su profunda comprension y sensibilidad, pese a los en aparien- cia interminables afios en que su marido solo estaba presente mental- mente en parte. Y también Max, que durante toda su vida solo ha tenido la oportunidad de conocerme en ese estado distraido, merece mi més calurosa gratitud, no solo por retrasar la redaccién de este libro (que hizo posible alargarse e incluir dos elementos de informacién im- portantes que, de otra forma, no habria tenido), sino por la continua alegria y el optimismo que transmite y que me ha ayudado a mante- nerme en buena forma. Después de todo, es mediante la renovacién de la vida, tal como é! mismo representa, como vendran las nuevas fuen- tes de ideas e intuiciones necesarias para un genuino progreso futuro a la biisqueda de esas leyes més profundas que realmente gobiernan el universo en que vivimos. Notacion (No lo lea antes de que se haya familiarizado con los conceptos, jaun- que quiza encuentre los tipos de letra confusos!) He tratado de ser razonablemente coherente en el uso de tipos de letra especiales a lo largo de todo el libro. Pero puesto que no todo esto es estindar, puede resultar dtil para el lector que haga explicitos los usos que he adoptado. Las letras itélicas (griegas © latinas), tales como en w, p", log z, cos 6, e®, o e* se utilizan de la manera convencional para variables ma- tematicas que son cantidades numéricas o escalares; pero las constantes numéricas establecidas, tales como e, i, 0 7 0 las funciones establecidas tales como sen, cos 0 log se denotan mediante redondas. Sin embargo, las constantes fisicas estandar tales como ¢, G, h, fi, g 0 k son itélicas. Una cantidad vectorial o tensorial, cuando se considera en su tota- lidad (abstracta), se denota por una letra itdlica negrilla, tal como R para el tensor de curvatura de Riemann, mientras que su conjunto de componentes podria escribirse con itélicas (tanto para el niicleo como para sus indices), como R,,, De acuerdo con la notacién de indices abstractos, introducida aqui en §12.8, la cantidad R,,,, puede represen- tar alternativamente el tensor entero R, si esta interpretacién es apro- piada, y esto deberia hacerse claro en el texto. Las transformaciones li- neales abstractas son tipos de tensores, y letras italicas negrillas tales como T se utilizan también para tales entidades. También se utiliza aqui, cuando es apropiado, la forma de indices abstractos T’, para una transformaci6n lineal abstracta, donde el escalonamiento de indices hace clara la conexién precisa con el ordenamiento de la multiplica~ cién de matrices. Asi, la expresién de indices abstractos S‘,T°, represen- 35 NOTACION ta el producto ST de transformaciones lineales. Como sucede con los tensores generales, los simbolos S*, y T°, pueden representar alternati- vamente (segiin el contexto o la especificacién explicita en el texto) los correspondientes conjuntos de componentes —que son matrices— para los que también pueden utilizarse letras redondas negrillas $ y T. En ese caso, ST denota el correspondiente producto matricial. Esta in- terpretacién «ambivalente» de simbolos tales como R,,, 0 S*, (ya re- presenten el conjunto de componentes 0 el propio tensor abstracto) no deberia causar confusi6n, pues las relaciones algebraicas (o diferencia- les) a las que est4n sujetos estos simbolos son idénticas para ambas in- terpretaciones. A veces se utiliza también aqui una tercera notacién para dichas cantidades —la notacién diagramdtica— que se describe en las Figs. 12.17, 12.18, 14,6, 14.7, 14.21, 19.1 y otros lugares en el libro. Hay lugares en este libro donde necesito distinguir las entidades es- paciotemporales 4-dimensionales de la teorfa de la relatividad de las correspondientes entidades espaciales ordinarias puramente 3-dimensio- nales. Asi, aunque podria utilizarse una notaci6n italica negrilla, como antes, tal como p o x, para el 4-momento 0 la 4-posicién, respectiva- mente, las correspondientes entidades puramente espaciales 3-dimen- sionales se denotardn por las correspondientes letras negrillas p o x. Por analogia con la notacién T para una matriz, en oposicién a T para una transformacién lineal abstracta, se considera que las cantidades p y x «representan» las tres componentes espaciales, en cada caso, mientras que p y x podrian verse como una interpretacién mis abstracta libre de componentes (aunque yo no seré especialmente estricto en esto). La alongitud» euclidea de una cantidad 3-vectorial a = (a,, a,, a,) puede escribirse a, donde a’ = a? + a3 + a3, y el producto escalar de a por b = (b,,b,, b,), se escribe a * b = a,b, + a,b, + a,b,. Esta notacion «pun- to» para productos escalares se aplica también, en el contexto n-di- mensional general, para el producto escalar (0 interno) @* & de un co- vector abstracto @ por un vector &. Sin embargo, surge una complicacién notacional con la mecdnica cuantica, puesto que las magnitudes fisicas, en esta disciplina, suelen re- presentarse como operadores lineales. No adopto el procedimiento to- talmente est4ndar en este contexto de colocar «sombreros» (circunflejos) sobre las letras que representan las versiones como operadores cuanti- 36 NOTACION cos de las familiares magnitudes clasicas, pues creo que esto conduce a una innecesaria acumulacién de signos. (En su lugar, tenderé a adoptar un punto de vista filosdfico segiin el cual las magnitudes clasicas y cuanticas son realmente las «mismas» —y por ello es justo utilizar los mismos simbolos para ambas—, excepto que en el caso clasico uno esta justificado al ignorar cantidades del orden de f, de modo que las pro- piedades de conmutacién clasica ab = ba pueden ser validas, mientras que en mecénica cuantica ab podria diferir de ba en algo del orden de h.) Por consistencia con lo anterior, pareceria que tales operadores li- neales tienen que ser denotados por letras itdlicas negrillas (como 7), pero eso anularia la filosofia y las distinciones invocadas en el parrafo anterior. Por consiguiente, con respecto a magnitudes especificas, tal como el momento p 0 p,o la posicién x o x, tenderé a utilizar la mis- ma notacién que en el caso clasico, en la misma linea con lo que se ha dicho antes en este parrafo. Pero para operadores cuanticos menos es- pecificos se utilizardn letras itdlicas negrillas tales como Q. Las letras N, Z,R, C y E,,respectivamente, para el sistema de los né- meros naturales (i.e., enteros no negativos), los enteros, los ntimeros reales, los ntimeros complejos y el campo finito con q elementos (sien- do q una potencia de un néimero primo, véase §16.1), son ahora estan- dares en matemiticas, como lo son los correspondientes N", Z", R", C" y F", para los sistemas de n-tuplas ordenadas de tales ntimeros. Estas son entidades matemiticas candnicas de uso estandar. En este libro, esta no- tacién se extiende a otras estructuras matemiaticas estandar tales como un 3-espacio euclideo E* 0, con mas generalidad, un n-espacio eucli- deo E". En este libro aparece con frecuencia el espaciotiempo de Min- kowski plano 4-dimensional est4ndar, que es en si mismo un tipo de espacio «pseudo»-euclideo, de modo que utilizo la letra M para este es- pacio (con M" para denotar la version n-dimensional, un espaciotiem- po «lorentziano» con 1 tiempo y (n— 1) dimensiones espaciales). A ve- ces utilizo C como un adjetivo, para denotar «complexificado», de modo que podriamos considerar el 4-espacio euclideo complejo, por ejemplo, denotado por CE". La letra P puede utilizarse también como un adjetivo, para denotar «proyectivo» (véase §15.6), 0 como un sus- tantivo, cuando P” denota el n-espacio proyectivo (utilizo RP" o CP" si hay que dejar claro que estamos interesados en un n-espacio proyecti- 37 NOTACION vo real o complejo, respectivamente). En teoria de twistores (capitulo 33), existe el 4-espacio complejo T, que esta relacionado con M (0 su complexificacién CM) de una manera canénica, y existe también la version proyectiva PT. En esta teoria existe también un espacio N de twistores nulos (el doble papel que tiene esta letra no causa aqui con- flicto), y su versién proyectiva PN. El papel adjetivo de la letra C no deberia confundirse con el del tipo C, que aqui representa «conjugado complejo de» (como se utiliza en §§13.1,2). Esto es basicamente similar a otro uso de C en fisica de particulas, a saber la conjugacién de carga, que es la operacién que inter- cambia cada particula con su antiparticula (véanse los capitulos 24 y 25). Esta operacién se considera habitualmente junto con otras dos operaciones basicas en fisica de particulas, a saber, P para paridad, que se refiere a la operacién de reflexién en un espejo, y T, que se refiere a la inversién temporal. Las letras sans serif que son negrillas sirven aqui para un objetivo diferente, el de etiquetar espacios vectoriales, siendo las letras V, W y H las utilizadas con més frecuencia con este objetivo. El uso de H es especifico para los espacios de Hilbert de la mecanica cuantica, y H” representaria un espacio de Hilbert de n dimensiones complejas. Los espacios vectoriales son, en un sentido claro, planos. Los espacios que son (0 podrian ser) curvos se denotan por letras script, ta- les como M, S 0 T, donde hay un uso especial para el tipo concreto J que denota el infinito nulo. Ademis, sigo el convenio comin que uti- liza letras script para lagrangianos (C) y hamileonianos (H), en vista de su estatus muy especial en la teoria fisica. Prélogo Am-tep, un artista de habilidades consumadas, era el maestro artesano del rey. Esa noche estaba durmiendo en el sofa de su taller, cansado después de una tarde de trabajo generosamente productivo, pero no podia conciliar el suefio, quiz por una tensidn intangible que se respi- raba en el aire. En realidad, ni siquiera estaba seguro de estar dormido cuando sucedié. De repente, habia amanecido, aunque él tenia la sen- sacion de que todavia debia ser de noche. Se levanté con brusquedad. Algo muy extrafio estaba sucediendo. La luz del alba no podia venir del norte; y, sin embargo, una luz roja resplandecia alarmantemente en su amplia ventana que daba al norte sobre el mar. Se acercé a la ventana y miré al exterior con estupor e in- credulidad. jNunca antes habia salido el Sol por el norte! Aturdido como estaba, necesité algin tiempo para darse cuenta de que eso no podia ser el Sol. Era un rayo de luz distante, de un intenso rojo vivo, proyectado verticalmente desde las aguas hacia el cielo. Mientras permanecia alli, sobre el haz aparecié una nube mas os- cura que daba al conjunto la apariencia de una sombrilla gigantesca y lejana, de un brillo maligno, con un bastén Ilameante y lleno de humo. La capucha de la sombrilla empezé a ensancharse y oscurecerse: pare- cia un demonio del mundo subterraneo. La noche se habia aclarado, pero ahora las estrellas desaparecian una tras otra engullidas por el avance de esa monstruosa criatura del infierno. Aunque su reacci6n natural deberia haber sido de terror, é] perma- necié inmévil, paralizado durante varios minutos ante la perfecta si- metria y la impresionante belleza de la escena. Pero entonces la terri- ble nube empez6 a desviarse ligeramente hacia el este, empujada por el 39 PROLOGO viento. Quiza eso le alivié algo y el hechizo se rompié momentinea- mente. Pero de inmediato volvié a sentir aprensién cuando le parecié experimentar una extrafia alteracién en el suelo, acompafiada de un tuido sordo, inquietante, de una naturaleza completamente desconoci- da para él. Empez6 a preguntarse qué podia haber provocado tanta fu- ria. Nunca antes habia sido testigo de la ira divina de una magnitud se- mejante. Su primera reaccién fue culparse a si mismo por el disefio de la copa sacrificial que acababa de terminar: eso le habia tenido preocupa- do. ;Quiz4 su representacién del dios-toro no habia sido suficiente- mente terrorffica? ;Se habia ofendido el dios? Pero pronto comprendié lo absurdo de su idea. La furia de la que habia sido testigo no podia ser el resultado de una accién tan trivial como la suya, y seguramente no iba dirigida contra él en particular. Pero sabia que habria problemas en el Gran Palacio. El rey sacerdote se apresuraria a tratar de apaciguar a ese dios demonio. Habria sacrificios. Las tradicionales ofrendas de fru- tos o incluso animales no serian suficientes para aplacar una ira de esa magnitud. Los sacrificios serian humanos. De repente, y para su sorpresa, se vio lanzado hacia el fondo de la habitaci6n por un golpe de aire seguido de un viento violento. El rui- do era tan atronador que por un momento le dejé sordo. Muchos de sus vasos de arcilla bellamente ornamentados fueron barridos de las es- tanterias y se hicieron afiicos contra la pared trasera. Tendido en el sue- lo en el apartado rincén al que habia sido lanzado por el golpe de aire, empez6 a recobrar el sentido y vio que la habitacién estaba en com- pleto desorden. Quedé horrorizado al ver que una de sus grandes ur- nas favoritas estaba destrozada y ya no existian los preciosos disefios que tan primorosamente habia trabajado. Am-tep se levanté tambaledndose y al cabo de un rato se acercé de nuevo a la ventana, esta vez con gran agitacién, para contemplar de nuevo aquella lejana y terrible escena en medio del mar. Entonces cre- y6 ver una perturbacién que se dirigia hacia él, iluminada por ese hor- no lejano. Parecia una enorme depresién que se movia con rapidez ha- cia la costa, seguida por un muro de agua que semejaba un acantilado. De nuevo quedé paralizado, observando cémo la ola que se aproxima- ba alcanzaba proporciones gigantescas. Finalmente, la perturbacién lle- 40 PROLOGO g6 ala costa y la parte del mar que habia inmediatamente ante él se va- cié, dejando numerosos barcos encallados en Ia playa recién formada. Luego la ola acantilado entré en la zona vaciada y la golpeé con terri- ble violencia. Todos los barcos quedaron hechos pedazos, y muchas ca- sas proximas fueron destruidas en un instante. Aunque el agua alcanz6 una gran altura en el espacio que habia delante de él, su propia casa se salvé de la destruccién gracias a que estaba situada en un terreno ele- vado y a gran distancia del mar. El Gran Palacio también se salvé. Pero Am-tep temfa que lo peor estaba por llegar, y tenia raz6n —aunque no podia imaginar hasta qué punto—. Sabia, no obstante, que ahora no bastaria con ningiin sacrifi- cio humano ordinario de un esclavo. Seria necesario algo més para aplacar la ira tempestuosa de ese dios terriblemente enfurecido. Pensé en sus hijos e hijas, y en su nieto recién nacido. Ni siquiera ellos esta- rian a salvo. Am-tep estaba en lo cierto al temer nuevos sacrificios humanos. Pronto fueron apresados una joven y un joven de buena cuna, y Ileva- dos a un templo cercano, a gran altura en la falda de una montafia. Se estaba procediendo al correspondiente ritual cuando sobrevino otra catastrofe. E] suelo temblé con una violencia devastadora, y el techo del templo se vino abajo, matando al instante a todos los sacerdotes y a sus presuntas victimas sacrificiales. Alli, atrapados en mitad del ritual, jyacerian enterrados durante tres mil quinientos afos! La devastacién fue espantosa, pero no absoluta. Muchas de las islas donde vivian Am-tep y su pueblo sobrevivieron al terrible terremoto, aunque el Gran Palacio quedé destruido casi por completo. Se recons- truyeron muchas cosas en el curso de los afios. Incluso el palacio, cons- truido sobre las ruinas del antiguo, iba a recuperar mucho de su es- plendor original. Pese a todo, Am-tep se habia jurado abandonar la isla. Su mundo habia cambiado irremisiblemente. En el mundo que él conocié se habian dado mil afios de paz, pros- peridad y cultura, durante los cuales habia reinado la diosa tierra. Habia florecido un arte maravilloso. Existia un gran comercio con las islas ve- cinas. E] magnifico Gran Palacio era un enorme y lujoso laberinto, prdcticamente una ciudad en si mismo, adornado con soberbios frescos de animales y plantas. Habia agua corriente, un excelente sistema de al- 41 PROLOGO. cantarillado y cisternas. La guerra era casi desconocida y las defensas in- necesarias. Pero ahora Am-tep tenia la sensacién de que la diosa tierra habia sido derrocada por un ser con valores completamente diferentes. Pasaron algunos afios antes de que Am-tep, acompaiiado de su fa~ milia superviviente, abandonase definitivamente la isla en un barco re- construido por su hijo més joven, que era un habil carpintero y mari- no. El nieto de Am-tep habia crecido y se habia convertido en un muchacho despierto, interesado en todo lo que le rodeaba. El viaje duré varios dias, pero el tiempo era sumamente apacible. Una noche clara, Am-tep estaba explicando a su nieto las figuras que formaban las estrellas cuando le asalté una extrafia idea: Las figuras que formaban las estrellas no hablan sufrido la mds minima alteracién con respecto a las que eran antes de la catastrofe de la emergencia del terrible demonio. Am-tep conocia muy bien esas figuras, pues tenia la visi6n profun- da de un artista. Si sus vasijas habian quedado destrozadas y su gran urna se habfa hecho ajficos, pensaba él, zno deberian aquellas mintiscu- las candelas en el cielo haber sido apartadas, aunque fuera ligeramente, de sus posiciones por la violencia de aquella noche? La Luna también habia mantenido su cara, igual que antes, y su ruta a través del cielo lle- no de estrellas no habia cambiado un 4pice, hasta donde Am-tep podia afirmar. Durante muchas lunas posteriores a la catastrofe, los cielos ha- bian parecido en efecto diferentes. Hubo oscuridad y nubes extrafias, y la Luna y el Sol habian mostrado a veces colores inusuales. Pero ahora que eso habia pasado, sus movimientos parecian ser exactamente los mismos que habian sido antes. Y, de igual forma, las minusculas estrellas no se habian movido en absoluto. Si los cielos, que tienen una estatura mucho mayor que la de ese terrible demonio, habian mostrado tan poco interés por la catastrofe, pensé Am-tep, por qué las fuerzas que controlaban al propio demonio habian de mostrar interés por lo que estaba haciendo el pequefio pue- blo de la isla, con sus ridiculos rituales y sacrificios humanos? Se sintié avergonzado por las absurdas ideas que habia tenido entonces, cuando pens6 que el demonio podria estar interesado en las sencillas figuras de sus vasijas. Pero Am-tep seguia preocupado por la pregunta: gpor qué? Qué profundas fuerzas controlan el comportamiento del mundo, y por qué 42 PROLOGO, a veces estallan de formas violentas y aparentemente incomprensibles? Compartia estas preguntas con su nieto, pero no habia respuestas. Pasé un siglo, y luego un milenio, y atin no habia respuestas. Amphos el artesano habia vivido toda su vida en el mismo pueblo que su padre, y que el padre de su padre antes de este, y el padre del pa- dre de su padre aun antes de eso. Se ganaba la vida haciendo brazaletes de oro bellamente decorados, pendientes, copas ceremoniales y otros finos productos fruto de sus habilidades artisticas. Ese trabajo habia sido la ocupacién de la familia durante cuarenta generaciones: una linea ininterrumpida desde que Am-tep se hubiera establecido alli mil cien afios antes. Pero no eran solo las habilidades artisticas las que se habian trans- mitido de una generacién a otra. Las preguntas de Am-tep preocupa~ ban aAmphos como habian preocupado al propio Am-tep en una épo- ca anterior. La gran historia de la catastrofe que destruyé a una antigua y pacifica civilizacién se habia transmitido de padres a hijos. La per- cepcién que tuvo Am-tep de la catastrofe también habia sobrevivido con sus descendientes. Amphos, asimismo, comprendia que los cielos tenian una magnitud y estatura tan enormes que estarian completa~ mente desinteresados por aquel terrible suceso. En cualquier caso, el suceso habia tenido un efecto catastréfico sobre la pequefia poblacién con sus ciudades y sus sacrificios humanos y sus insignificantes rituales religiosos. Por comparacién, el propio suceso debia haber sido el resul- tado de fuerzas enormes completamente indiferentes a tales acciones triviales de los seres humanos. Pero la naturaleza de dichas fuerzas era tan desconocida en la época de Amphos como lo era para Am-tep. Amphos habia estudiado la estructura de las plantas, los insectos y otros pequefios animales, asi como de las rocas cristalinas. Su habilidad para la observacién también le habia sido util para sus dibujos decora- tivos. Se interes6 por la agricultura y quedé fascinado por el creci- miento del trigo y otras plantas a partir del grano. Pero nada de esto le decia «por qué?», y se sentia insatisfecho. Creia que habia una razén subyacente en las pautas de la naturaleza, pero no estaba preparado para descubrir dichas razones. 43 PROLOGO Una noche clara, Amphos levanté la vista al cielo y, a partir de las pautas de las estrellas, traté de construir las figuras de aquellos héroes y heroinas que formaban las constelaciones en el cielo. Para su humilde ojo de artista, los parecidos de aquellas formas eran muy pobres. El mis- mo podria haber dispuesto las estrellas de forma mucho més convin- cente. ;Por qué los dioses no han dispuesto las estrellas de una forma mis adecuada?, se preguntaba. Tal como estaban, las disposiciones se pa- recian mas a granos diseminados, sembrados al azar por un granjero, que a un disefio deliberado de un dios. Entonces le asalté una extrafia idea: No busques razones en las pautas concretas de las estrellas, o en otras dis- posiciones desordenadas de objetos; busca en su lugar un orden universal mas profundo en el comportamiento de los objetos. Amphos razonaba que, después de todo, no encontramos orden en las figuras que forman las semillas dispersas cuando caen al suelo, sino en la forma milagrosa en que cada una de ellas puede desarrollarse has- ta formar una planta viva, con una soberbia estructura, y cada una de ellas similar en los detalles a las demds. Nosotros no tratariamos de bus- car significado en las disposiciones de las semillas dispersas en el suelo; pese a todo, debe de haber un significado en el misterio oculto de las fuerzas internas que controlan el crecimiento de cada semilla indivi- dual, de tal modo que cada una sigue esencialmente el mismo curso maravilloso. En realidad, las leyes de la naturaleza deben de tener una soberbia precisién para que esto sea posible. Amphos se convencié de que sin precisién en las leyes subyacentes no podria haber orden en el mundo, mientras que se percibe mucho orden en el comportamiento de las cosas. Mas atin, debe haber preci- sién en nuestros modos de pensar acerca de estas cuestiones si no que- remos extraviarnos sin remedio. Sucedié que Amphos tuvo noticias de un sabio que vivia en otro lugar de la tierra, y cuyas creencias parecian estar en armonfa con las suyas. Segiin este sabio, uno no podia basarse en las ensefianzas y tra~ diciones del pasado. Para estar seguro de las propias creencias, era ne- cesario llegar a conclusiones precisas mediante el uso de una razon indiscutible. Esta precision tenia que ser de naturaleza matemitica, dependiente en definitiva de la nocién de niimero y su aplicacién a las formas geométricas. En consecuencia, debian ser niimero y geome- 44 PROLOGO tria, y no mito y supersticién, los que gobernaran el comportamien- to del mundo. Igual que habia hecho Am-tep once siglos antes, Amphos se hizo a Ja mar. Encontré su camino a la ciudad de Crotona, donde el sabio y su fraternidad de 571 hombres sabios y 28 mujeres sabias estudiaban en busca de la verdad. Al cabo de un tiempo, Amphos fue aceptado en la fraternidad. El nombre del sabio era Pitagoras. Las raices de la ciencia 1.1. La BUSQUEDA DE LAS FUERZAS QUE CONFIGURAN EL MUNDO Qué leyes rigen nuestro universo? ¢Cémo las conoceremos? ;Cémo puede servirnos este conocimiento para comprender el mundo y con ello orientar sus acciones en nuestro provecho? Desde los albores de la humanidad, los hombres se han sentido profundamente intrigados por preguntas como estas. Al principio tra- taron de dar sentido a las fuerzas que controlan el mundo aferrandose al tipo de conocimiento que les era accesible a partir de sus propias vi- das. Imaginaban que cualquier cosa o quienquiera que fuera lo que controlaba su entorno lo haria de la misma forma en que ellos se es forzaban para controlar las cosas: originalmente habian creido que su destino estaba bajo la influencia de seres que actuaban de acuerdo con sus propios y variados impulsos humanos. Tales fuerzas impulsoras po- dian ser el orgullo, el amor, la ambicién, la rabia, el miedo, la venganza, la pasién, el castigo, la lealtad o el arte. Por consiguiente, el curso de los fenémenos naturales —como el Sol, la lluvia, las tormentas, el hambre, la enfermedad o la pestilencia— se entendia como el capricho de dio- ses 0 diosas motivados por tales impulsos humanos.¥ lo éinico que se podia hacer para influir en estos acontecimientos era apaciguar a las fi- guras divinas. Pero poco a poco se empez6 a establecer la fiabilidad de otro tipo de pautas. La precision del movimiento del Sol en el cielo y su eviden- te relacién con la alternancia del dia y la noche ofrecia el ejemplo més obvio; pero también la posicién del Sol respecto a las estrellas del orbe celeste aparecia estrechamente asociada al cambio y a la implacable re- 47 sia EL CAMINO A LA REALIDAD gularidad de las estaciones, y a la clara influencia en el clima que la acompajiaba y, en consecuencia, en la vegetacién y el comportamien- to animal. También el movimiento de la Luna parecia firmemente re- gulado, y sus fases determinadas por su relacién geométrica con el Sol. Se advirtié que en aquellos lugares de la Tierra en los que los océanos abiertos se encuentran con la tierra, las mareas tenian una regularidad rigidamente gobernada por la posicién (y Ia fase) de la Luna. Por ilti- mo, incluso los mucho mds complicados movimientos aparentes de los planetas empezaron a ceder sus secretos, revelando una regularidad y una inmensa precision subyacente. Si los cielos estaban realmente con- trolados por los caprichos de los dioses, entonces estos mismos dioses parecian estar bajo el hechizo de leyes matemiticas exactas. Del mismo modo, las leyes que controlaban algunos fendmenos te- rrestres —tales como los cambios diarios y anuales de temperatura, el flujo y reflujo de los océanos, y el crecimiento de las plantas— que, al menos en ese aspecto, se veian influidos por los cielos, compartian esa misma regularidad matemitica que parecia guiar a los dioses. Pero este tipo de relacién entre el comportamiento de los cuerpos celestes y los terrestres iba a ser a veces exagerado o mal entendido, e iba a cobrar una importancia desmesurada, que llevaria a las connotaciones ocultas y misticas de la astrologia. Pasaron muchos siglos antes de que el rigor del conocimiento cientifico hiciera posible desenredar las verdaderas influencias de los cielos de las puramente hipotéticas y misticas. Pese a todo, desde los tiempos mis remotos habia estado claro que aquellas influencias existian realmente y que, en consecuencia, las leyes mate- miticas de los cielos debian tener relevancia también aqui en la Tierra. De forma en apariencia independiente se percibieron otras regula~ tidades en el comportamiento de los objetos terrestres. Una de ellas era la tendencia de todas las cosas en una vecindad a moverse en la misma direccién hacia abajo, bajo la influencia de lo que ahora llamamos gra- vedad. Se observé que a veces la materia se transformaba de una forma en otra, tal como ocurria en la fusién del hielo 0 la disolucién de la sal, aunque la cantidad total de materia nunca parecia cambiar, lo que re- fleja la ley que ahora conocemos como conservacién de la masa. demas, se advirtié que hay muchos cuerpos materiales con la importante pro- piedad de que conservan su forma, de donde surgié el concepto de 48 LAS RAICES DE LA CIENCIA Sia Fig. 1.1. Una asociacién fantastica, hecha por los antiguos griegos, entre los cinco s6- lidos platénicos y los cuatro «elementos» (fuego, aire, agua y tierra), junto con el fir- mamento celeste representado por el dodecaedro, movimiento espacial rigido; y se hizo posible comprender las relacio- nes espaciales en términos de una geometria precisa y bien definida: la geometria tridimensional que ahora denominamos euclfdea. Mas adn, la nocién de «linea recta» en esta geometria resulté ser la misma que la que proporcionaban los rayos luminosos (0 las lineas visuales). Sin duda, habia una extraordinaria precisién y belleza en estas ideas, que despertaban una gran fascinacién en los antiguos, igual que la despier- tan hoy en nosotros. Sin embargo, y en relacién con nuestras vidas cotidianas, las impli- caciones de esta precisién matemitica para las acciones del mundo pa- recian con frecuencia poco excitantes y limitadas, pese al hecho de que las propias matemAticas parecian representar una verdad profunda. En consecuencia, en tiempos antiguos muchas personas iban a permitir que su imaginacién se dejara llevar por su fascinacién por el tema y les condujese mucho mis all de lo que era adecuado. En astrologia, por ejemplo, las figuras geométricas también solian generar connotaciones misticas y ocultas, como era el caso de las supuestas potencias mAgicas 49 g12 EL CAMINO A LA REALIDAD de pentagramas y heptagramas.Y habia una supuesta asociacion com- pletamente hipotética entre los sélidos platénicos y los estados ele- mentales de la materia (véase la Fig. 1.1). Tardarian muchos siglos en llegar los conocimientos mis profundos que tenemos en la actualidad, concernientes a las relaciones reales entre la masa, la gravedad, la geo- metria, el movimiento planetario y el comportamiento de la luz. 1.2. La VERDAD MATEMATICA Los primeros pasos hacia una comprensién de las influencias reales que controlan la naturaleza requerian desenredar lo verdadero de lo pura~ mente hipotético. Pero antes de que estuvieran en situacién de hacer esto de forma fiable para su conocimiento de la naturaleza, los antiguos necesitaban algo més. Lo primero que tenian que hacer era descubrir Ja forma de desenredar lo verdadero de lo hipotético en matemdticas. Se necesitaba un procedimiento para decir si se puede confiar o no en la verdad de una afirmacién matemitica dada. Hasta.que no quedara es- tablecida de forma razonable esta cuestién preliminar, habria pocas esperanzas de abordar con seriedad aquellos problemas mis dificiles concernientes a las fuerzas que controlan el comportamiento del mun- do y cualesquiera que pudieran ser sus relaciones con la verdad mate- miatica. Esta comprensién de que la clave para entender la naturaleza reside en unas matemiticas incuestionables fue quiz4 el primer avance trascendental en la ciencia. Aunque ya desde los tiempos antiguos de Egipto y Babilonia se ha- bian supuesto todo tipo de verdades matemiaticas, solo cuando los fi- lésofos griegos Tales (c. 625-547 a.C.) y Pitagoras'* de Samos (c. 572- 497 a.C.) empezaron a introducir la idea de demostracién matemdtica se colocé la primera piedra fundacional firme del conocimiento matem4- tico —y, por consiguiente, de la propia ciencia—. Quiza fuera Tales el primero en introducir esta idea de demostracién, pero parece que fue- ron los pitagéricos quienes hicieron por primera vez un uso impor- * Las notas, indicadas en el texto mediante superindices, se recogen al final de cada ca~ pitulo. 50 LAS RAICES DE LA CIENCIA 12 tante de la misma para establecer cosas que, de otro modo, no eran ob- vias. Parece que Pitagoras también tuvo una fuerte intuicién de la im- portancia del ntimero, y de los conceptos aritméticos, en el gobierno de las acciones del mundo fisico. Se dice que un factor importante en esta comprensién fue el darse cuenta de que las armonias mas bellas pro- ducidas por liras o flautas correspondian a las razones més simples en- tre las longitudes de las cuerdas vibrantes 0 los tubos. También se dice que él introdujo la «escala pitagérican, cuyas razones numéricas sabe- mos ahora que son las frecuencias que determinan los intervalos prin- cipales en los que se basa esencialmente la misica occidental.” El fa- moso teorema de Pitdgoras, que afirma que el cuadrado de la hipotenusa de un tridngulo rectingulo es igual a la suma de los cuadrados de los otros dos lados, mostr6, quiz4 més que cualquier otra cosa, que existe una relacién precisa entre la aritmética de los ntimeros y la geometria del espacio fisico (véase el capitulo 2). Pitagoras tuvo un ntimero considerable de seguidores —los pitagé- ricos— establecidos en la ciudad de Crotona, en lo que hoy es el sur de Italia, pero su influencia en el mundo exterior se vio dificultada por el hecho de que todos los miembros de la fraternidad pitagérica hacian un juramento de secreto. Por ello, casi todas sus conclusiones detalladas se han perdido. De todas formas, algunas de estas conclusiones se filtra- ron, con consecuencias desafortunadas para los «topos», que, al menos en una ocasién, jsufrieron el castigo de morir ahogados! A la larga, la influencia de los pitagéricos sobre el progreso del pensamiento humano ha sido enorme. Por primera vez, con demostra- cién matemitica, era posible hacer afirmaciones significativas de un ca- racter incuestionable, de modo que seguirian siendo tan verdaderas hoy como en la época en que se hicieron, con independencia de cuanto haya progresado nuestro conocimiento del mundo desde entonces. Empezaba a revelarse la naturaleza verdaderamente intemporal de las matemiaticas. Pero qué es una demostracién matemiatica? En matemiticas, una demostracién es un argumento impecable, basado solo en los métodos del razonamiento puramente légico, que permite inferir la validez de una afirmacién matematica dada a partir de la validez preestablecida de otras afirmaciones matemiticas, o de ciertas afirmaciones concretas 51 $1.2 EL CAMINO A LA REALIDAD primitivas —los axiomas— cuya validez se considera evidente. Una vez que tal afirmacién matematica ha quedado establecida de esta forma, se conoce como un teorema. Muchos de los teoremas que interesaban a los pitagéricos eran de naturaleza geométrica; otros eran solo afirmaciones sobre nimeros. Aquellos que concernian puramente a los nimeros tienen hoy una validez inequivoca, igual que la tenian en los tiempos de Pitagoras. Qué ocurre con los teoremas geométricos que los pitagéricos habian obtenido utilizando sus procedimientos de demostracién matemiatica? ‘También estos tienen hoy una clara validez, pero ahora surge una cuestién que complica las cosas. Se trata de una cuestién cuya natura~ leza es mas obvia para nosotros desde nuestro punto de vista moder- no que lo era en el tiempo de Pitagoras. Los antiguos solo conocian un tipo de geometria, a saber, la que ahora Ilamamos geometria euclidea, pero ahora conocemos otros muchos tipos. Asi pues, al considerar los teoremas geométricos de la época griega antigua es importante espe- cificar que la nocién de geometria a la que nos referimos es en reali- dad la geometria de Euclides. (Seré mas explicito sobre estas cuestio- nes en §2.4, donde se dara un ejemplo importante de geometria no euclidea.) La geometria euclidea es una estructura matemitica espectfica, con sus propios axiomas especificos (incluidas algunas afirmaciones menos seguras conocidas como postulados), que proporciona una excelente aproximacién a un aspecto concreto del mundo fisico. Este era el as- pecto de realidad, muy familiar para los antiguos griegos, que remitia a las leyes que gobiernan la geometria de los objetos rigidos y sus rela- ciones con otros objetos rigidos cuando se movian en el espacio tridi- mensional. Algunas de estas propiedades eran tan familiares y autocon- sistentes que tendian a ser consideradas como verdades matemiticas «evidentes» y se tomaban como axiomas (0 postulados). Como vere- mos en los capitulos 17-19 y en §§27.8,11, la relatividad general de Einstein —e incluso el espaciotiempo minkowskiano de la relatividad especial— proporciona geometrias para el universo fisico que son di- ferentes de, e incluso mis precisas que, la geometria de Euclides, pese al hecho de que la geometria euclidea de los antiguos era ya extraordina- riamente precisa. Asi pues, a la hora de considerar afirmaciones geo- 52 LAS RAICES DE LA CIENCIA $1.3 métricas debemos tener cuidado si confiamos en los «axiomas» como si fueran, en cualquier sentido, realmente verdaderos. Pero gqué significa «verdadero» en este contexto? La dificultad fue apreciada por el gran filésofo griego Platon, que vivié en Atenas desde c. 429 hasta 347 a.C., aproximadamente un siglo y medio después de Pitagoras. Platén dejé claro que las proposiciones matemiticas —las cosas que podian considerarse como incuestionablemente verdade- ras— no se refieren a objetos fisicos reales (como los cuadrados, trian- gulos, circulos, esferas y cubos aproximados que podrian construirse con marcas en la arena, o con piedra o madera), sino a ciertas entidades ide- alizadas. El imaginaba que esas entidades ideales habitaban en un mun- do diferente, distinto del mundo fisico. Hoy dia podriamos Ilamar a este mundo el mundo platénico de las formas matematicas. Las estructuras fisicas, tales como los cuadrados, los circulos o los triangulos recortados en papiro, o marcados en una superficie plana, 0 quiz4 los cubos, los te- traedros o las esferas esculpidas en marmol, podrian ajustarse estrecha- mente a estos ideales, pero solo de forma aproximada. Los cuadrados, cubos, circulos, esferas, triéngulos, etc., matematicos reales no serian par- te del mundo fisico, sino que serian habitantes del mundo platénico de las formas matemiticas idealizadas. 1.3. gEs «REAL» EL MUNDO MATEMATICO DE PLATON? Esta era una idea extraordinaria para su época, y ha resultado ser una idea muy fecunda. Pero jexiste realmente el mundo matemitico platé- nico, en cualquier sentido significativo? Muchas personas, incluidos los filésofos, podrian considerar que un «mundo» semejante es una com- pleta ficcién, un mero producto de nuestra imaginacién desbordante. Pese a todo, el punto de vista platénico es inmensamente valioso. Nos dice que debemos ser cuidadosos en distinguir las entidades matemati- cas precisas de las aproximaciones que vemos a nuestro alrededor en el mundo de los objetos fisicos. Mas atin, nos proporciona el esquema con el que ha procedido la ciencia desde entonces. Los cientificos pro- pondran modelos del mundo —o, mejor, de ciertos aspectos del mun- do— y estos modelos pueden ser puestos a prueba frente a observa- 53 $13 EL CAMINO A LA REALIDAD ciones previas y frente a los resultados de experimentos cuidadosa- mente disefiados. Los modelos se juzgan apropiados si sobreviven a este examen riguroso y si, ademés, son estructuras con consistencia interna. Para nuestra discusién actual, el punto importante en estos modelos es que son basicamente modelos matemdticos puramente abstractos. En particular, la cuestién misma de la consistencia interna de un modelo cientifico requiere que el modelo esté especificado de forma precisa. La precision requerida exige que el modelo sea matemitico, pues de lo contrario no se puede estar seguro de que estas preguntas tengan res- puestas bien definidas. Si hay que atribuir algiin tipo de «existencia» al propio modelo, en- tonces dicha existencia est4 localizada dentro del mundo platénico de las formas matemiaticas. Por supuesto, se podria adoptar un punto de vis- ta opuesto: que el modelo va a tener existencia solo dentro de nuestras diversas mentes, antes que aceptar que el mundo de Platén sea en algiin sentido absoluto y «real», Pese a todo, se gana algo importante al con- siderar que las estructuras matemAticas poseen una realidad por si mis- mas. En efecto, nuestras mentes individuales son notoriamente impre- cisas, poco fiables ¢ inconsistentes en sus juicios. La precisién, fiabilidad y consistencia que requieren nuestras teorias cientificas exige algo mas allé de cualquiera de nuestras mentes individuales (poco dignas de con- fianza). En las matemiticas encontramos una solidez mucho mayor que Ja que puede localizarse en cualquier mente concreta. ;No apunta esto a algo exterior a nosotros mismos, con una realidad que est4 mis alld de lo que cada individuo puede alcanzar? De todas formas, aiin se podria adoptar el punto de vista alternati- vo segiin el cual el mundo matemitico no tiene existencia indepen- diente y consiste meramente en algunas ideas que han sido destiladas de nuestras diversas mentes, que se han mostrado totalmente dignas de confianza y en las que todos coinciden. Pero incluso este punto de vis- ta parece dejarnos muy lejos de lo que se necesita. ;Queremos decir «en las que todos coinciden», por ejemplo, o «en las que coinciden quienes estan en su sano juicio», o «en las que coinciden todos aquellos que tienen un doctorado en matemiaticas (poco frecuente en la época de Platén) y que tienen derecho a aventurar una opinién autorizada»? Parece que aqui hay un peligro de circularidad; pues juzgar si alguien 54 LAS RAICES DE LA CIENCIA §13 est 0 no «en su sano juicio» requiere algiin patron externo. Lo mismo sucede con el significado de «autorizada», a menos que se adoptara al- gin canon de naturaleza acientifica tal como la «opinién de la mayo- ria» (y deberia quedar claro que la opinién de la mayorfa, por impor- tante que pueda ser para un gobierno democritico, no deberia ser utilizada en modo alguno como criterio de aceptabilidad cientifica). Las propias matematicas parecen tener realmente una solidez que va mucho mis alla de lo que cualquier matemitico individual es capaz de percibir. Aquellos que trabajan en esta disciplina, ya estén implicados activamente en la investigacién matemiatica o bien utilicen resultados que han sido obtenidos por otros, sienten normalmente que son meros exploradores de un mundo que esté mucho mis all4 de ellos mismos, un mundo que posee una objetividad que trasciende la mera opinién, ya sea dicha opinién la suya propia o la propuesta de otros, con inde- pendencia de cu4n expertos pudieran ser esos otros. Quiza pueda ayudar el que yo plantee de una forma diferente el caso de la existencia real del mundo platénico. Lo que entiendo por esta «existencia» es tan solo la objetividad de la verdad matemitica. La existencia platénica, tal como yo la veo, se refiere a la existencia de un canon externo objetivo que no depende de nuestras opiniones indivi- duales ni de nuestra cultura concreta. Tal «existencia» podria también referirse a objetos distintos de las matemiticas, tales como la moralidad o la estética (cf. §1.5), pero aqui estoy interesado solo en la objetividad matemitica, que parece ser una cuestién mucho mis clara. Permitaseme ilustrar este punto considerando un ejemplo famoso de verdad matemitica, y relacionarlo con la cuestién de la «objetivi- dad». En 1637, Pierre de Fermat hizo su famosa afirmacién conocida hoy dia como el «iltimo teorema de Fermat» (que ninguna potencia n-ésima® positiva de un numero entero puede ser la suma de otras dos potencias n-ésimas positivas si n es un namero entero mayor que 2), que él escribié en un margen de su copia de la Arithmetica, libro escri- to en el siglo m1 por el matemiatico griego Diofanto. En este margen, Fermat anoté también: «He encontrado una demostracién de esto ver- daderamente maravillosa, que no cabe en este estrecho margen». La afirmacién matematica de Fermat quedé sin confirmar durante mas de trescientos cincuenta afios, pese a que auno los esfuerzos de muchos cae §1.3 EL CAMINO A LA REALIDAD matemiaticos destacados. Finalmente, Andrew Wiles publicé una de- mostracién en 1995 (que se basaba en el trabajo previo de otros mate- miticos), y esta demostracién ha sido ahora aceptada como un argu- mento valido por la comunidad matematica. Ahora bien, gaceptamos el punto de vista de que la afirmacién de Fermat fue siempre verdadera, mucho antes de que este la hiciera en realidad, o es su validez una cuestién puramente cultural, dependiente de cuales pudieran ser los cénones subjetivos de la comunidad de ma- temiticos humanos? Supongamos que la validez de la afirmacién de Fermat es, de hecho, una cuestién subjetiva. Entonces no seria un ab- surdo que un matemitico X hubiera dado con un contraejemplo real y concreto de la afirmacién de Fermat, siempre que X lo hubiera he- cho antes de 1995.* En tal caso, la comunidad matemitica tendria que aceptar la correccién del contraejemplo de X. A partir de entonces, cualquier esfuerzo por parte de Wiles de demostrar la afirmacién de Fermat tendria que ser infructuoso, por la sencilla razén de que X ha- bia obtenido su argumento primero y, en vista de ello, jla afirmacién de Fermat seria ahora falsa! Mas atin, podriamos plantear la pregunta adi- cional acerca de si, de acuerdo con la correccién del contraejemplo que iba a dar X, el propio Fermat habria estado necesariamente equi- vocado al creer en la validez de su «demostracién verdaderamente ma- ravillosa», en el instante en que escribié su nota en el margen. En el punto de vista subjetivo de la verdad matemiatica hubiera podido dar- se el caso de que Fermat tuviera una demostracién valida (que habria sido aceptada como tal por sus pares en la época, si él la hubiera reve- lado), jy que fue el secretismo de Fermat el que permitié la posibilidad de que X obtuviese mis tarde un contraejemplo! Creo que practica- mente todos los matemiaticos, con independencia de las actitudes que profesen hacia el «platonismo», consideraran que tales posibilidades son manifiestamente absurdas. Por supuesto, atin podria darse el caso de que el argumento de Wi- les contenga un error y que la afirmacion de Fermat fuera en realidad falsa. O que pudiera haber un error fundamental en el argumento de Wiles, pero que la afirmacién de Fermat sea en cualquier caso verda- dera. O podria ser que el argumento de Wiles sea correcto en sus Iineas esenciales aunque contenga «pasos no rigurosos» que no superarian el 56 LAS RAICES DE LA CIENCIA §1.3 canon de algunas reglas futuras de aceptabilidad matemitica. Pero estas cuestiones no abordan el punto que estoy sefialando aqui: La cuestion es la objetividad de la propia afirmacién de Fermat, y no si la demos- tracin (0 la negaci6n) particular de la misma que hiciera-alguien po- dria resultar convincente para la comunidad matemitica de cualquier época concreta. Quizé habria que mencionar que, desde el punto de vista-de la 16- gica matemitica, la afirmacién de Fermat es en realidad un enunciado matemitico de un tipo particularmente simple,> cuya objetividad es especialmente evidente. Solo una pequefiisima minoria de mateméti- cos° consideraria que la verdad de tales afirmaciones es de algtin modo «subjetivas —aunque podria haber cierta subjetividad acerca de los ti- pos de argumentos que se considerarian convincentes—. Sin embargo, hay otros tipos de afirmaciones matemiticas cuya verdad podria consi- derarse plausiblemente como una «cuestién de opinién». Tal vez la mas conocida de dichas afirmaciones sea el axioma de eleccién. No es impor- tante, por el momento, que sepamos qué es el axioma de eleccién. (Lo describiré en §16.3.) Aqui se cita solo como ejemplo. Probablemente la mayoria de los matematicos consideraran que el axioma de eleccién es «obviamente verdadero», mientras que otros pueden considerarlo una afirmacién algo cuestionable que incluso podria ser falsa (y yo mismo me inclino, en cierta medida, hacia este segundo punto de vis- ta). Otros atin podrian tomarlo como una afirmacién cuya «verdad» es una mera cuestién de opinién 0, mis bien, como algo que puede to- marse de un modo o de otro, dependiendo de a qué sistemas de axio- mas y reglas de inferencia (un «sistema formal»; véase §16.6) decida uno adherirse. Los mateméticos que defienden este iiltimo punto de vista (pero aceptan la objetividad de la verdad de enunciados matemi- ticos particularmente nitidos, como la afirmacién de Fermat que he mencionado antes) serian platonistas relativamente débiles. Aquellos que se adhieren a la objetividad con respecto a la verdad del axioma de eleccién serian platonistas mis fuertes. Volveré al axioma de eleccién en §16.3, pues tiene cierta relevan- cia para las matemiticas subyacentes en el comportamiento del mundo fisico, pese al hecho de que no se aborda mucho en la teoria fisica. Por el momento seré mejor que no nos preocupemos demasiado por esta 57 §13 EL CAMINO A LA REALIDAD cuesti6n. Si el axioma de eleccién puede ser dilucidado en un sentido u otro mediante alguna forma apropiada de razonamiento matematico incuestionable,” entonces su verdad es en realidad una cuestién total- mente objetiva, y 0 bien el axioma pertenece al mundo platénico o bien lo hace su negacién, en el sentido en que estoy interpretando este «mundo platénicop. Si, por el contrario, el axioma de eleccién es una simple cuestién de opinién o de decisién arbitraria, entonces el mun- do platénico de las formas matemiticas absolutas no contiene axioma de eleccién ni su negacién (aunque podria contener afirmaciones de la forma «tal y cual se sigue del axioma de eleccién», 0 «el axioma de elec- cién es un teorema de acuerdo con las reglas de tal y cual sistema ma- temiatico»). Los enunciados matemiticos que pueden pertenecer al mundo de Platén son precisamente aquellos que son objetivamente verdaderos. De hecho, yo consideraria que la objetividad matemitica es realmente el objeto del platonismo matemitico. Decir que una afirmacién mate- miatica tiene una existencia platénica es sencillamente decir que es ver- dadera en un sentido objetivo. Un comentario similar es aplicable a las nociones matematicas —tales como el concepto del namero 7, por ejemplo, o la regla para la multiplicaci6n de nameros enteros, o la idea de que cierto conjunto contiene infinitos elementos—, todas las cua- les tienen una existencia platénica porque son nociones objetivas. En mi opinién, la existencia platénica es simplemente una cuestién de ob- jetividad y, en consecuencia, no deberia verse como algo «mistico» 0 «acientifico», pese a que asi la consideran algunos. No obstante, como sucede con el axioma de eleccién, las pregun- tas acerca de si debe considerarse o no que cierta propuesta concreta de una entidad matemitica tiene una existencia objetiva pueden ser delicadas y a veces muy técnicas. Pese a ello, ciertamente no necesita- mos ser matemiticos para apreciar la solidez general de muchos con- ceptos mateméticos. En la Fig. 1.2 he representado varias porciones pe- quefias de esa famosa entidad matemitica conocida como el conjunto de Mandelbrot. El conjunto tiene una estructura extraordinariamente complicada, pero no se debe a ningiin disefio humano. Lo realmente notable es que esta estructura esté definida por una regla matemitica particularmente simple. Llegaremos a ella explicitamente en §4.5, pues 58 LAS RACES DE LA CIENCIA 13 Fig. 1.2. (a) El conjunto de Mandelbrot. (b), (c) y (4) Algunos detalles que ilustran am- pliaciones de las regiones correspondientemente marcadas en la Fig. 1.22, aumentadas. por factores lineales respectivos 11,6, 168,9 y 1.042. nos distraeriamos de nuestros propésitos actuales si tratase ahora de ofrecer esta regla en detalle. El punto que deseo sefialar es que nadie, ni siquiera el propio Man- delbrot cuando vio por primera vez las increibles complicaciones en los detalles finos del conjunto, tuvo ninguna preconcepcién real de la extraordinaria riqueza del conjunto. El conjunto de Mandelbrot no fue invencién de ninguna mente humana: sencillamente, esta ahi de mane- ra objetiva, en las propias matemiticas. Si tiene significado atribuir una existencia real al conjunto de Mandelbrot, entonces dicha existencia no esta dentro de nuestras mentes, pues nadie puede abarcar por com- pleto la inacabable variedad y la ilimitada complejidad del conjunto. 59 §13 EL CAMINO ALA REALIDAD Y su existencia tampoco puede residir dentro de la multitud de repre- sentaciones grficas impresas por un computador que empiezan a cap- tar algo de su increible sofisticacion y detalle, pues, en el mejor de los casos, tales representaciones graficas recogen tan solo una sombra de una aproximacién al propio conjunto. Pese a todo, tiene una solidez que est més allé de cualquier duda, pues la misma estructura se reve- la —en todos sus detalles perceptibles, con finura cada vez mayor cuan- to mas de cerca se examina— independientemente del matematico o computador que la examine. Su existencia solo puede estar dentro del mundo platénico de las formas matemiticas. Soy consciente de que atin habré muchos lectores que encuentren dificil atribuir cualquier tipo de existencia real a las estructuras mate- miaticas. Rogaria a tales lectores que amplien su idea de lo que la pala- bra «existencia» puede significar para ellos. Las formas matematicas del mundo de Platén no tienen evidentemente el mismo tipo de existen- cia que los objetos fisicos ordinarios tales como las mesas y las sillas. No tienen localizacién espacial; no existen en el tiempo. Hay que pensar en las nociones matematicas objetivas como entidades intemporales, y no debe considerarse que nacieron en el instante en que fueron huma- namente percibidas por primera vez. Las espirales concretas del con- junto de Mandelbrot que se muestran en las Figs. 1.2c 0 1.2d no alcan- zaron su existencia en el instante en que se vieron por primera vez en la pantalla o la impresora de un computador. Ni surgieron cuando la idea general que hay tras el conjunto de Mandelbrot fue propuesta por primera vez por un ser humano —no por Mandelbrot, tal como suce- did, sino por R. Brooks y J. P. Matelski, en 1981, 0 quiza antes—. Pues ciertamente ni Brooks ni Matelski, ni siquiera al principio el propio Mandelbrot, tenian ninguna concepcién real de los disefios detallados y complicados que vemos en las Figs. 1.2c y 1.2d. Dichos disefios ya cexistian» desde el principio de los tiempos, en el sentido potencial e intemporal con que necesariamente se iban a revelar en la forma exac- ta en que hoy los percibimos, con independencia de qué momento o qué lugar eligiera cualquier ser perceptivo para examinarlos. 60, LAS RA[CES DE LA CIENCIA §1.4 1.4, TRES MUNDOS Y TRES PROFUNDOS MISTERIOS Asi pues, la existencia matemitica es diferente no solo de la existencia fisica, sino también de una existencia que es atribuida por nuestras per- cepciones mentales. Pese a todo, hay una conexién misteriosa y pro- funda con cada una de esas otras dos formas de existencia: la fisica y la mental. En la Fig. 1.3 he mostrado de manera esquemitica estas tres formas de existencia —la fisica, la mental y la matematico-platénica— como entidades que pertenecen a tres «mundos» separados, representa- dos esquemticamente como esferas. También estan indicadas las mis- teriosas conexiones entre los mundos, y al dibujar el diagrama he im- puesto al lector algunas de mis creencias, o prejuicios, acerca de tales misterios. Con respecto al primero de esos misterios —que relaciona el mun- do matemitico-platénico con el mundo fisico—, puede advertirse que estoy admitiendo que solo una pequefia parte del conjunto de las ma- temiticas tiene que tener relevancia para el funcionamiento del mun- do fisico. Sucede ciertamente que la gran mayoria de las actividades ac- tuales de los matemticos puros no tienen una conexién obvia con la fisica, ni con ninguna otra ciencia (cf. §34.9), aunque con frecuencia nos veamos sorprendidos por aplicaciones importantes e inesperadas. Andlogamente, en relacién con el segundo misterio, por el que la men- Mundo matemitico platénico, Fig. 1.3. Tres «mundos» —el matemitico-platénico, el fi- Maas sico y el mental— y los tres mental Fiundo _PrOfiandos misterios en las co- fisico _nexiones entre ellos. 61 §t4 EL CAMINO A LA REALIDAD talidad entra en asociacién con ciertas estructuras fisicas (mas concre- tamente, los cerebros humanos vivos, sanos y despiertos), no estoy in- sistiendo en que la mayoria de las estructuras fisicas tengan que indu- cir mentalidad. Aunque el cerebro de un gato puede evocar realmente cualidades mentales, no estoy exigiendo lo mismo de una piedra. Por iiltimo, respecto al tercer misterio, jconsidero evidente que solo una pe- quefia fraccién de nuestra actividad mental tiene que estar interesada en la verdad matemiatica absoluta! (Es mas probable que estemos inte- resados en las miltiples irritaciones, placeres, preocupaciones, emocio- nes y sensaciones por el estilo que llenan nuestras vidas cotidianas.) Es- tos tres hechos estdn representados en el pequefio tamafio de la base de la conexién de cada mundo con el siguiente, tomando los mundos del diagrama en el sentido de las agujas del reloj. Sin embargo, es en el he- cho de englobar cada mundo entero dentro del ambito de su conexién con el mundo que le precede donde estoy mostrando mis propios pre- juicios. Asi pues, segan la Fig. 1.3, todo el mundo fisico se representa go- bernado de acuerdo con leyes matemiticas. En capitulos posteriores veremos que hay una evidencia muy fuerte (aunque incompleta) que apoya esta opinién. Desde este punto de vista, todo lo que hay en el universo fisico esta realmente gobernado en todos sus detalles por principios matemiticos, quiz4 por ecuaciones, tales como las que trata~ remos en los capitulos que siguen, o quiz4 por algunas nociones mate- miticas futuras fandamentalmente diferentes de aquellas que hoy eti- quetamos con el término «ecuaciones». Si esto es asi, entonces incluso nuestras propias acciones fisicas estarian enteramente sujetas a seme- jante control matemitico tiltimo, donde «control» podria admitir toda- via cierto comportamiento aleatorio gobernado por principios proba- bilistas estrictos. Muchas personas se sienten incémodas con este tipo de ideas, y debo confesar que a mi también me producen cierta desazén. De todas formas, mis prejuicios personales est4n realmente a favor de un punto de vista de este caracter general, puesto que es dificil ver como podria trazarse una linea que separe las acciones fisicas bajo control matem4- tico de aquellas que pudieran estar més allé de él.A mi modo de ver, la desazén que muchos lectores puedan compartir conmigo acerca de 62 LAS RAICES DE LA CIENCIA gi4 esta cuestién surge en parte de una nocién muy limitada de lo que pu- diera entrafiar el «control matemitico». Parte del objetivo de este libro es sefialar, y revelar al lector, algo de la extraordinaria riqueza, poder y belleza que pueden brotar una vez que se ha dado con las nociones matemiaticas correctas. Ya en el conjunto de Mandelbrot, tal como se ilustra en la Fig. 1.2, podemos empezar a vislumbrar el alcance y la belleza inherentes en ta- les objetos. Pero incluso estas estructuras habitan en un rincén muy li- mitado del conjunto de las matemiticas, donde el comportamiento esta gobernado por un control computacional estricto. Mas all4 de este rincén, hay una increible riqueza potencial. ;C6mo me siento real- mente al considerar la posibilidad de que todas mis acciones, y las de mis amigos, estén gobernadas, en altima instancia, por principios ma- temiticos de este tipo? Puedo aceptarlo. De hecho, preferiria que estas acciones estuviesen controladas por algo que residiera en algin aspec- to semejante del fabuloso mundo matemitico de Platén a que estuvie- ran sujetas al tipo de motivos primarios simples, tales como la biisque- da del placer, la codicia personal o la violencia agresiva, que muchos argumentaran que son las consecuencias de una posicién estrictamen- te cientifica. Pese a todo, imagino que muchos lectores seguiran teniendo difi- cultades para aceptar que tales acciones en el universo puedan estar en- teramente sujetas a leyes matematicas. Andlogamente, muchos podran poner objeciones a otros dos de mis prejuicios que estén implicitos en la Fig. 1.3. Podrian pensar, por ejemplo, que estoy adoptando una acti- tud cientifica demasiado fria al dibujar mi diagrama de una forma que implica que toda mentalidad tiene sus raices en la fisicidad. Esto es en realidad un prejuicio, pues aunque es cierto que no tenemos evidencia cientifica razonable de la existencia de «mentes» que no tengan una base fisica, no podemos estar completamente seguros de ello. Mas atin, muchas personas con convicciones religiosas defenderan con vehe- mencia la posibilidad de mentes independientes de lo fisico, y podrian apelar a lo que ellos consideran evidencia poderosa de un tipo diferen- te de la que se revela por la ciencia ordinaria. Otro de mis prejuicios se refleja en el hecho de que en la Fig. 1.3 he representado todo el mundo platénico dentro del 4mbito de la 63 gis EL CAMINO A LA REALIDAD mentalidad. Con esto pretendo indicar que, al menos en principio, no hay verdades mateméticas que estén mis all4 del alcance de la razén. Por supuesto, hay enunciados matemiticos (incluso simples sumas arit- méticas) que son tan enormemente complicados que nadie podria te- ner la fortaleza mental para llevar a cabo el razonamiento necesario. Sin embargo, tales objetos estarian potencialmente dentro del alcance de la mentalidad (humana), y serian compatibles con el significado de la Fig. 1.3, tal y como he pretendido representar. En cualquier caso, uno debe considerar que podria haber otros enunciados matemiticos que estan incluso fuera del alcance potencial de la razén, y estos violarian la pretensién que hay tras la Fig. 1.3. (Esta cuestién sera considerada més extensamente en §16.6, donde se examinar4 su relacién con el fa- moso teorema de la incompletitud de Gédel.)* En la Fig. 1.4, y como concesién a aquellos que no comparten to- dos mis prejuicios personales sobre estas cuestiones, he vuelto a dibu- jar las conexiones entre los tres mundos para admitir las tres posibles violaciones de mis prejuicios. En consecuencia, ahora se tiene en cuen- ta la posibilidad de accién fisica mis all4 del alcance del control mate- mitico. El diagrama admite también la creencia de que pudiera haber mentalidad que no estuviera enraizada en estructuras fisicas. Finalmen- te, permite la existencia de enunciados matemiticos verdaderos cuya verdad es en principio inaccesible mediante la raz6n y la intuicién. Esta imagen ampliada presenta otros misterios potenciales que van incluso mis all4 de aquellos que he admitido en mi imagen favorita del mundo, como se representa en la Fig. 1.3. En mi opinién, el punto de vista cientifico mas firmemente organizado de la Fig. 1.3 tiene sufi- cientes misterios. Estos misterios no desaparecen al pasar al esquema mis relajado de la Fig. 1.4, pues sigue siendo un profundo enigma por qué tendrian que aplicarse las leyes matemiticas al mundo fisico con tan extraordinaria precision. (Vislumbraremos algo de la extraordinaria exactitud de las teorfas fisicas basicas en §19.8, §26.7 y §27.13.) Ade- mis, no es solo la precisin, sino también la sofisticacién sutil y la be- lleza matemAtica de estas acertadas teorias lo que es profundamente misterioso. Hay asimismo un profundo e indudable misterio en cémo puede llegar a suceder que la materia fisica adecuadamente organiza- da —y aqui me refiero en concreto a cerebros humanos (0 animales) 64 LAS RAICES DE LA CIENCIA $1.4 Mundo matemitico- platénico Fig. 1.4. Un nuevo dibujo de la Fig. 1.3 en el que se admi- ten violaciones de tres de los prejuicios del autor. vivos— pueda evocar de algtin modo la cualidad mental del conoci- miento consciente. Por ultimo, hay también un misterio en c6mo per- cibimos la verdad matemitica. No se trata solamente de que nuestros cerebros estén programados para «calcular» de manera fiable. Hay algo mucho més profundo que eso en las intuiciones que incluso los mas humildes de entre nosotros tenemos cuando apreciamos, por ejemplo, los significados reales de los términos «cero», «uno», «dos», «tres», «cua- tro», etc.” Algunas de las cuestiones que surgen en conexién con este tercer misterio seran objeto de nuestro interés en el capitulo siguiente (y més explicitamente en §§16.5,6) en relacion con la nocién de demostracién matematica. Pero el impulso principal de este libro tiene que ver con el primero de estos misterios: la notable relacién entre las matematicas y el comportamiento real del mundo fisico. No se puede alcanzar una apreciacién adecuada del extraordinario poder de la ciencia moderna sin al menos cierta familiaridad con estas ideas matemiticas. Sin duda, muchos lectores pueden asustarse ante la perspectiva de tener que en- tender semejantes matemiticas para llegar a esta apreciacién. Pese a todo, soy optimista, y creo que quiza se daran cuenta de que estas co- sas no son tan terribles como ellos temen. Mas atin, espero poder per- suadir a muchos lectores de que, pese a lo que hayan podido creer pre- viamente, jlas matemiaticas pueden ser divertidas! Aqui no me interesaré especialmente por el segundo de los miste- 65 51s EL CAMINO ALA REALIDAD rios mostrados en las Figs. 1.3 y 1.4, a saber, la cuestién de cémo la mentalidad —miés en concreto, el conocimiento consciente— puede darse en asociacién con estructuras fisicas apropiadas (aunque tocaré esta profunda cuestién en §34.7).Tendremos ocupacién ms que su- ficiente en la exploracién del universo fisico y sus leyes matemiticas asociadas. Ademis, las cuestiones concernientes a la mentalidad son profundamente controvertidas, y si nos concentraramos en ellas nos distraeria del objetivo de este libro. Sin embargo, quiz no esté de mas hacer algan comentario. En mi opinién, se trata de que hay pocas po- sibilidades de que podamos tener una profunda comprensién de la na~ turaleza de la mente sin que antes aprendamos mucho mis sobre las bases mismas de la realidad fisica. Como quedar claro en las discusio- nes que presentaré en capitulos posteriores, creo que se requieren re- voluciones importantes en nuestra comprensién fisica. Hasta que no se hayan producido tales revoluciones, es muy optimista esperar que pue- dan hacerse demasiados progresos reales en la comprensién de la natu- raleza real de los procesos mentales.” 1.5. Lo BUENO, LO VERDADERO Y LO BELLO En relacién con esto, hay otra serie de cuestiones planteadas por las Figs. 1.3 y 1.4. He tomado la nocién de Platén de un «mundo de for- mas ideales» solo en el sentido limitado de formas matemiticas. Las matemiticas se interesan crucialmente en el ideal concreto de verdad. El propio Platén habria insistido en que hay otros dos ideales funda- mentales y absolutos, a saber, los de lo bello y lo bueno. No me niego ni mucho menos a admitir la existencia de tales ideales y a permitir que se amplfe el mundo platénico para contener absolutos de esta natu- raleza, De hecho, ms adelante encontraremos algunas notables interrela- ciones entre verdad y belleza que iluminan y confunden a la vez las cuestiones del descubrimiento y la aceptacién de las teorias fisicas (véa- se §§34.2, 3,9 en particular; véase también la Fig. 34.1). Més atin, apar- te del indudable (aunque a menudo ambiguo) papel de la belleza en las matematicas subyacentes en las acciones del mundo fisico, los criterios 66 LAS RAICES DE LA CIENCIA gis estéticos son fundamentales para el desarrollo de ideas matematicas por si mismas, al aportar tanto el impulso hacia el descubrimiento como una poderosa guia a la verdad. Incluso conjeturaria que un elemento importante en la conviccién comin que tienen los mateméticos en que un mundo platénico externo tiene una existencia independiente de nosotros mismos procede de la extraordinaria e inesperada belleza oculta que tan a menudo revelan las ideas mismas. De relevancia menos obvia aqui —pero de evidente importancia en un contexto mds amplio— es la cuestién de un ideal absoluto de moralidad: ;qué es bueno y qué es malo, y cémo perciben nuestras mentes dichos valores? La moralidad tiene una profunda conexién con el mundo mental, puesto que esta intimamente relacionada con los va- lores asignados por seres conscientes y, lo que es mas importante, con la presencia misma de la propia consciencia. Es dificil ver qué podria significar la moralidad en ausencia de seres conscientes. A medida que progresan la ciencia y la tecnologia, se hace cada vez més relevante una comprensién de las circunstancias fisicas bajo las que se manifiesta la mentalidad. Creo que, en la cultura tecnolégica de hoy dia, es mas im- portante que nunca que las cuestiones cientificas no se separen de sus implicaciones morales. Pero estas cuestiones nos alejarian demasiado del alcance inmediato de este libro. Necesitamos abordar la cuestién de separar lo verdadero de lo falso antes de que podamos intentar de for- ma adecuada una aplicacién de tal comprensién a separar el bien del mal. Por diltimo, hay otro misterio concerniente a la Fig. 1.3 que he de- jado para el final. He dibujado deliberadamente la figura para ilustrar una paradoja. La hipétesis del «ingulo agudo» afirma que las lineas ay b de la Fig. 2.8 a veces no se cortan. Es realmente viable, jy, de hecho, da la geo- metria hiperbélica! 92 UNTEOREMA ANTIGUO Y UNA PREGUNTA MODERNA §2.6 gCémo puede ser que Saccheri descubriera efectivamente algo que él estaba tratando de demostrar que era imposible? La propuesta de Saccheri para demostrar el quinto postulado de Euclides consistia en formular la hipétesis de que el quinto postulado era falso y obtener en- tonces una contradiccién a partir de dicha hipétesis. De este modo, él proponia hacer uso de uno de los principios més tradicionales y fruc- tiferos que han sido propuestos en matemAticas —muy posiblemente introducido por primera vez por los pitagdricos— llamado demostracién por contradiccién (o reductio ad absurdum, para darle su nombre latino). Se- gan este procedimiento, para probar que una afirmaci6n es cierta se formula primero la hipétesis de que la afirmacién en cuestién es falsa, y luego se argumenta que de ello se sigue una contradiccién. Si se lle- ga a encontrar tal contradiccién, se deduce que la afirmacién debe ser, después de todo, verdadera.® La demostracién por contradiccién pro- porciona un método muy potente de razonamiento en matemiticas, hoy aplicado con frecuencia. Aqui es apropiada una cita del distingui- do matematico G. H. Hardy: La reductio ad absurdum, que tanto amaba Euclides, es una de las ar- mas matemiaticas més valiosas. Es un gambito mucho mis fino que cual- quier gambito de ajedrez: un jugador de ajedrez puede ofrecer el sacri- ficio de un pen 'o incluso una pieza, pero un matemitico oftece el juego.” Veremos otros usos de este importante principio mis adelante (véan- se §3.1 y §§16.4,6). Sin embargo, Saccheri fracas6 en su intento de encontrar una con- tradiccién. Por consiguiente, no pudo obtener una demostracién del quinto postulado. Pero al esforzarse en ello, descubrié algo mucho mas grande: una nueva geometria, diferente de la de Euclides —la geo- metria discutida en §§2.4,5 que ahora llamamos geometrla hiperbdlica—. A partir de la hipétesis de que el quinto postulado de Euclides era fal~ so, obtuvo, en lugar de una contradiccién real, un montén de teoremas de apariencia extrafia y apenas crefble, pero muy interesantes. No obs- tante, por extrafios que parecieran tales resultados, ninguno de ellos era realmente una contradiccién. Como sabemos ahora, no habia ninguna oe 92.6 EL CAMINO A LA REALIDAD posibilidad de que Saccheri encontrara de esta manera una contradic- cién genuina, por la sencilla razén de que la geometria hiperbélica existe realmente, en el sentido matemAtico de que existe una estructu- ra semejante consistente. En la terminologia de §1.3 la geometria hi- perbélica habita en el mundo platénico de las formas matemiticas. (La cuestion de la realidad fisica de la geometria hiperbélica se tocaré en §2.7 y §28.10.) Poco tiempo después de Saccheri, el muy perspicaz matemitico Johann Heinrich Lambert (1728-1777) obtuvo también numerosos y fascinantés resultados geométricos a partir de la hipétesis de que el quinto postulado de Euclides es falso, incluyendo el bello resultado mencionado en §2.4 que da el area de un triangulo hiperbélico en funcién de la suma de sus Angulos. Parece que Lambert pudo haberse formado la opinién, al menos en alguna etapa de su vida, de que real- mente podia obtenerse una geometria consistente a partir de la nega- cién del quinto postulado de Euclides. Al parecer, la raz6n tentativa de Lambert era que podia contemplar la posibilidad teérica de la geome- tria en una «esfera de radio imaginario», i.e., en una esfera cuyo «radio al cuadrado» es negativo. La formula de Lambert 7- (a+ B+ y) = = CA da el rea, A, de un triéngulo hiperbélico, donde a@, B, y son los Angulos del triangulo y C es una constante (siendo —C lo que ahora lamariamos la «curvatura gaussiana» del plano hiperbélico). Esta for- mula tiene bisicamente la misma apariencia que una previamente co- nocida debida a Thomas Hariot (1560-1621), A = R'(a + B+ y- 7), para el area A de un tridngulo esférico, dibujado con arcos de circulo ma~ ximo® en una esfera de radio R (véase la Fig. 2.20)."*! Para recuperar la formula de Lambert, tenemos que poner 1 c=- Pero, para dar el valor positivo de C, como seria necesario en la geo- metria hiperbélica, necesitamos que el radio de la esfera sea «imagina- 1) [2.8] Trate de demostrar esta formula del triingulo esférico, utilizando bisica- mente solo argumentos de simetria y el hecho de que el érea total de la esfera es 47R?. Sugerencia: Empiece encontrando el area de un segmento de una esfera acotado por dos arcos de circulo maximo que conectan un par de puntos ant{podas de la esfera; luego corte y pegue y utilice argumentos de simetria. Tenga en cuenta la Fig. 2.20. 94 UNTEOREMA ANTIGUO Y UNA PREGUNTA MODERNA. §2.6 Fig. 2.20. La formula de Hariot para el area de un tridngulo esférico, con angulos a, B, yes A= Ra + B+ y— 7). La for- mula de Lambert, para un tridngulo hi- perbélico, tiene C = -1/R?. tio» (i.e., que sea la raiz cuadrada de un niimero negativo). Nétese que el radio R esta dado por la cantidad imaginaria (-C)"'. Esto explica el tér- mino epseudorradio», introducido en §2.4, para la cantidad real C-”?, De hecho, el procedimiento de Lambert est4 perfectamente justificado desde nuestra perspectiva mas moderna (véanse el capitulo 4 y §18.4), y el hecho de haberlo previsto revela una gran intuicién por su parte. Sin embargo, el punto de vista convencional (algo injusto, en mi opinién) niega a Lambert el honor de haber construido por primera vez una geometria no euclidea, y considera que (aproximadamente medio siglo ms tarde) la primera persona que llegé a una aceptacién clara de una geometria completamente consistente, distinta de la de Euclides, en la que el postulado de las paralelas es falso, fue el gran matemiatico Carl Friedrich Gauss. Al ser un hombre muy cauteloso, y temiendo la controversia que semejante revelacién pudiera causar, Gauss no publicé sus hallazgos y se los reservé para si.” Unos treinta afios después de que Gauss hubiera empezado a trabajar en ello, la geometria hiperbélica fue redescubierta de forma independiente por otros, entre ellos el hangaro Janos Bolyai (en 1829) y, muy en especial, el geOmetra ruso Nicol4i Ivanovich Lobachevski hacia 1826 (de ahi que la geometria hiperbélica sea denominada con frecuencia geome- tria lobachevskiana). Las realizaciones concretas proyectiva y conforme de la geometria hiperbélica que he descrito antes fueron encontradas por Eugenio Bel- trami, y publicadas en 1868, junto con algunas otras elegantes repre- 95 §2.6 EL CAMINO ALA REALIDAD sentaciones que incluyen la hemisférica mencionada en §2.5. No obs- tante, la representacién conforme se conoce normalmente como el «modelo de Poincaré», porque el redescubrimiento de esta representa- cién que hizo Poincaré en 1882 es mejor conocido que la obra origi- nal de Beltrami (basicamente debido al importante uso que hizo Poin- caré de este modelo)."° Andlogamente, la representacién proyectiva del pobre Beltrami se denomina a veces «representacion de Klein». No es infrecuente en matematicas que el nombre habitualmente asociado a un concepto matemiatico no sea el de su descubridor original. Al me- nos, en este caso, Poincaré si redescubrié la representacién conforme (como hizo Klein con la proyectiva en 1871). Hay otros ejemplos en matemiaticas en los que el (los) matematico(s) cuyo nombre (o nom- bres) est asociado a un resultado jni siquiera conocia el resultado en cuestién!"? La representacién de la geometria hiperbélica por la que Beltrami es mas conocido es otra que él también encontré en 1868. Esta re- presenta la geometria sobre cierta superficie conocida como una pseu- doesfera (véase la Fig, 2.21). Dicha superficie se obtiene rotando una tractriz, una curva investigada por primera vez por Isaac Newton en 1676, alrededor de su «asintota». La asintota es una linea recta a la que se aproxima la curva, haciéndose asintéticamente tangente a ella cuan- do la curva se extiende al infinito. Aqui vamos a imaginar la asintota dibujada en un plano horizontal de textura rugosa. Imaginemos ahora una varilla ligera, recta y rigida, uno de cuyos extremos, P, lleva unida R Asintota ) Fig. 2.21. (a) Una pseudoesfera. Esta se obtiene rotando una tractriz (b) alrededor de su asintota. Para construir una tractriz, imaginemos que su plano es horizontal, sobre el que se arrastra una varilla ligera, rigida y sin friccién. Un extremo de la varilla es un peso puntual P con friccién, y el otro extremo R se mueve a lo largo de la asintota (recta). 96 UNTEOREMA ANTIGUO Y UNA PREGUNTA MODERNA §2.7 una masa puntual pesada, y el otro extremo R se mueve a lo largo de la asintota. El punto P describe entonces una tractriz. Ferdinand Min- ding descubrid, en 1839, que la pseudoesfera tiene una geometria in- trinseca negativa constante, y Beltrami utilizé esto para construir el primer modelo de geometria hiperbélica. Parece que el modelo de la pseudoesfera de Beltrami fue el que convencié a los matemiaticos de la consistencia de la geometria hiperbélica plana, puesto que la medi- da de la distancia hiperbdlica coincide con la distancia euclidea a lo largo de la superficie. Sin embargo, es un modelo algo complicado por- que representa a la geometria hiperbélica solo localmente, en lugar de presentar toda la geometria de una vez, como hacen los otros modelos de Beltrami. 2.7. gRELACION CON EL ESPACIO Fisico? La geometria hiperbélica también funciona perfectamente en dimen- siones mis altas. Mas aun, existen versiones de dimensién superior de los modelos conforme y proyectivo. En el caso de la geometria hi- perbélica tridimensional, tenemos una esfera frontera en lugar de un circulo frontera. Toda la geometria hiperbélica tridimensional infinita est4 representada por el interior de esta esfera euclidea finita. El resto es basicamente igual que lo que tenfamos antes. En el modelo confor- me, las lineas rectas en esta geometria hiperbélica tridimensional se re- presentan como circulos euclideos que cortan ortogonalmente a la es- fera frontera; los angulos vienen dados por las medidas euclideas, y las distancias vienen dadas por la misma formula que en el caso bidimen- sional. En el modelo proyectivo, las lineas rectas hiperbélicas son lineas rectas euclideas, y las distancias vienen dadas de nuevo por la misma formula que en el caso bidimensional. Qué pasa con nuestro universo real a escalas cosmolégicas? :Espe- ramos que su geometria espacial sea euclidea, o podria estar en mejor acuerdo con alguna otra geometria, tal como la extraordinaria geome- tria hiperbélica (aunque en tres dimensiones) que hemos estado exa- minando en §§2.4-6? Esta es una cuestién realmente importante. Sa- bemos por la relatividad general de Einstein (a la que llegaremos en 7 827 EL CAMINO A LA REALIDAD §17.9 y §19.6) que la geometria euclidea es solo una aproximacién (extraordinariamente precisa) a la geometria real del espacio fisico. Di- cha geometria no es ni siquiera exactamente uniforme, al tener peque- fios rizos de irregularidad debidos a la presencia de densidad de mate- ria. Pese a todo, y de forma notable, de acuerdo con la mejor evidencia observacional de que hoy disponen los cosmélogos, estos rizos parecen promediarse, en escalas cosmolégicas, hasta un grado extraordinaria- mente preciso (véanse §27.13 y §§28.4-10), y la geometria espacial de nuestro universo real parece concordar extraordinariamente bien con una geometria uniforme (homogénea e isOtropa; véase §27.11). Parece que al menos los cuatro primeros postulados de Euclides han superado de forma impresionante la prueba del tiempo. Aqui es necesario hacer un comentario aclaratorio. Basicamente existen tres tipos de geometria que satisfarian las condiciones de ho- mogeneidad (todos los puntos son iguales) e isotropia (todas las direc- ciones son iguales), que se conocen como euclidea, hiperbélica y elip- tica. La geometria euclidea nos es familiar (y lo ha sido durante unos veintitrés siglos). La geometria hiperbélica ha constituido nuestro inte- rés principal en este capitulo. Pero zcul es la geometria eliptica? Esen- cialmente, la geometria eliptica plana es la satisfecha por figuras dibu- jadas en la superficie de una esfera. Aparecié en la discusién de la aproximacién de Lambert a la geometria hiperbélica, en §2.6.Véanse las Figs. 2.22a,b,c, para la interpretacién de Escher de los casos elipti- co, euclideo e hiperbélico, respectivamente, utilizando en los tres casos una teselacién similar de angeles y demonios, la tercera de las cuales ofrece una alternativa interesante a la Fig. 2.11. (Existe también una version tridimensional de la geometria eliptica, y hay versiones en las que se considera que puntos diametralmente opuestos de la esfera re- presentan el mismo punto. Estas cuestiones se examinaran con algo mis de detalle en §27.11.) Sin embargo, podria decirse que el caso eliptico viola los postulados segundo y tercero de Euclides (ademis del primero). En efecto, se trata de una geometria que es finita en exten- sién (y en la que més de un segmento de linea une un par de puntos). zCual es, entonces, el estatus observacional de la geometria espacial a gran escala del universo? Solo se puede decir que todavia no lo sabe- mos, aunque recientemente se ha dado gran publicidad a afirmaciones 98 UN TEOREMA ANTIGUO Y UNA PREGUNTA MODERNA 927 Fig. 2.22. Los tres tipos basicos de geometria plana uniforme, tal como son ilustrados por Escher utilizando teselaciones de angeles y demonios. (a) Caso eliptico (curvatura positiva); (b) Caso euclideo (curvatura cero), y (c) Caso hiperbélico (curvatura nega- tiva), en la representacién conforme (Limite circular IV de Escher, que debe comparar- se con la Fig. 2.17). 99 92.7 EL CAMINO A LA REALIDAD de que la geometria de Euclides era correcta en todos los niveles, y que su quinto postulado también se cumple, de modo que la geometria es- pacial promediada es lo que amamos «euclidea».’? Por otra parte, exis- te también evidencia (parte de la cual procede de los mismos experi- mentos) que parece apuntar firmemente a una geometria global hiperbélica para el universo espacial.'® Ademis, algunos tedricos han ar- gumentado hace tiempo a favor del caso eliptico, y este no esta desde luego descartado por la propia evidencia que se aporta en apoyo del caso euclideo (véanse las dltimas partes de §34.4). Como percibird el lector, la cuestién estd todavia llena de controversia y, como cabria es- perar, de discusiones con frecuencia acaloradas. En posteriores capitu- los de este libro, trataré de presentar muchas de las ideas que se han propuesto en relacién con esto (y no intento ocultar mi propia opinién a favor del caso hiperbdlico, aunque tratando de ser tan justo respecto a los otros como sea posible). Por fortuna para aquellos, como yo mismo, que se sienten atraidos por las bellezas de la geometria hiperbélica, y también por la magnifi- cencia de la fisica moderna, existe otro papel para esta soberbia geo- metria que es indiscutiblemente fundamental para nuestra moderna comprensién del universo fisico. En efecto, segun la moderna teoria de la relatividad, el espacio de velocidades es ciertamente una geometria hi- perbilica tridimensional (véase §18.4), en lugar de la euclidea que se- ria valida en la mas antigua teorfa newtoniana. Esto nos ayuda a enten- der algunos de los enigmas de la relatividad. Imaginemos, por ejemplo, un proyectil lanzado hacia delante, con velocidad cercana a la de la luz, desde un vehiculo que también se mueve hacia delante con una velo- cidad comparable y pasa frente a un edificio. Pese a todo, con relacién a dicho edificio, el proyectil nunca puede superar la velocidad de la luz. Aunque esto parece imposible, veremos en §18.4 que encuentra una explicacién directa en términos de geometria hiperbélica. Pero estas materias fascinantes deben esperar hasta capitulos posteriores. Qué pasa con el teorema de Pitagoras, cuyo fallo hemos visto en la geometria hiperbélica? ;Debemos abandonar el mayor de los regalos concretos que hicieron los pitagéricos a la posteridad? En absoluto, pues la geometria hiperbélica —y, de hecho, todas las geometrias «rie- mannianas» que generalizan la geometria hiperbélica de una manera 100 UNTEOREMA ANTIGUO Y UNA PREGUNTA MODERNA Notas irregularmente curvada (que forma el marco esencial de la teoria de la relatividad general de Einstein; véanse §13.8, §14.7, §18.1 y §19.6)— depende vitalmente de la validez del teorema de Pitagoras en el limite de pequefias distancias. Ademés, su enorme influencia impregna otras vastas areas de las matemiticas y la fisica (por ejemplo, la estructura métrica «unitariay de la mecdnica cudntica; véase §22.3). A pesar de que este teorema es, en cierto sentido, reemplazado para «grandes» dis- tancias, sigue siendo central para la estructura a pequefia escala de la geometria, encontrando un rango de aplicacién que supera muchisimo a aquel para el que fue propuesto originalmente. Notas Seccién 2.1 2.1. No esté muy claro histéricamente quién demostré realmente por pri- mera vez lo que ahora conocemos como «teorema de Pitigoras»; véase la nota 1.1, Parece que los antiguos egipcios y babilonios conocian al menos muchos ejemplos de este teorema. El verdadero papel desempe- iado por Pitigoras o sus seguidores es basicamente supuesto. Seccién 2.2 2.2. No obstante, incluso con todo este cuidado en la obra de Euclides que- daron varias hipétesis ocultas, que tienen que ver basicamente con lo que ahora llamariamos cuestiones «topolégicas» que habrian parecido cintuitivamente obvias» para Euclides y sus contemporineos. Estas hi- potesis no mencionadas solo fueron advertidas siglos después, en parti- cular por Hilbert a finales del siglo x1x. Las ignoraré en lo que sigue. 2.3. Véase, por ejemplo, Thomas (1939). Compirese también con Schulz (1997), que da una bella exposicién axiomitica de la geometria espa- ciotemporal 4-dimensional de Minkowski (§17-8, §18.1). Seccién 2.4 2.4. Lanotacion «exponencial» tal como C-”” se utiliza con frecuencia en este libro. Como ya se ha dicho en la nota 1.1, a” significa aX aX aX aX a; por consiguiente, para un entero positivo n, el producto de a consigo 101 Notas EL CAMINO A LA REALIDAD mismo un total de n veces se escribe a”. Esta notaci6n se extiende a ex- ponentes negativos, de modo que a” es el reciproco 1/a de a,y a es el reciproco 1/a" de a", o de forma equivalente (a')". De acuerdo con la discusién més general de §5.2, a” ', para un niimero positivo a,es la «raiz n-ésima de av, que es el nimero (positivo) que satisface (a'"")" = a (véa- se la nota 1.1). Ademis, a" es la potencia m-ésima de aM. Seccibn 2.6 2.5. 2.6. eA 2.8. 2.10. 2.41. Saccheri (1733), Prop. XXXII. Existe un punto de vista conocido como intuicionismo, mantenido por una minoria (bastante pequefia) de matemiticos, en el que no se acepta el pricipio de «demostracién por contradiccién». La objecién consiste en que este principio puede ser no constructivo en cuanto que a veces lle va a una afirmacién de la existencia de cierta entidad matemitica, sin que se ofrezca ninguna construccién real de la misma, Esto tiene cierta relevancia para las cuestiones discutidas en §16.6.Véase Heyting (1956). Hardy (1940), p. 34. Los arcos de circulo maximo son las curvas «ms cortas» (geodésicas) so- bre la superficie de una esfera; yacen en planos que pasan por el centro de la esfera. Es un tema de discusin si Gauss, que estaba profesionalmente interesa- do en asuntos de geodesia, podria haber tratado de averiguar realmente si hay desviaciones medibles de la geometria euclidea en el espacio fisi- co. Debido a su bien conocida reticencia en cuestiones de geometria no euclidea, es poco probable que lo diera a conocer si en efecto estuviera tratando de hacerlo, especialmente porque (como ahora sabemos) esta ba abocado al fracaso, debido a la pequefiez del efecto, segin la teoria moderna. Parece que hoy dia hay consenso en que él «solo estaba ha- ciendo geodesia», al estar interesado en la curvatura de la Tierra, y no del espacio. Pero encuentro algo dificil creer que él no anduviera tam- bién buscando cualquier discrepancia importante con la geometria euclidea; véanse Fauvel y Gray (1987) y Gray (1979). La representacién denominada «semiplano de Poincaré» (con forma mé- trica (dx? + dy’)/y’; véase §14.7) se debe también a Beltrami (1868). La curvatura negativa constante de la «métrica de Poincaré» 4(dx? + + dy?)/(1 — x - y?)? de las Figs. 2.11-13 fue advertida realmente por Riemann. Esto parece aplicarse incluso al propio Gauss (que, por otra parte, habia 102 UNTEOREMA ANTIGUO Y UNA PREGUNTA MODERNA Notas anticipado con mucha frecuencia el trabajo de otros matematicos). Exis- te un importante teorema matemitico topolégico conocido como «teo- rema de Gauss-Bonnet», que puede demostrarse elegantemente me- diante el uso de la denominada «aplicacién de Gauss», pero el propio teorema parece deberse en realidad a Blaschke y el elegante método de demostracién citado fue encontrado por Olinde Rodrigues. Parece que Gauss y Bonnet no conocieron jamés ni el resultado ni el método de demostracion. Existe un teorema de «Gauss-Bonnet» mis elemental, co- rrectamente citado en varios textos; véanse Willmore (1959) y Rindler (2001). Seccién 2.7 2.12. La evidencia principal respecto a la estructura global del universo como un todo procede de un anilisis detallado de la radiacién césmica de fondo de microondas (CMB) que se discutira en §§27.7,10, 11,13, §§28.5,10 y §30.14. Una referencia bisica es de Bernardis et al. (2000); para datos mis recientes y més precisos, véase Netterfield et al. (2001) (concer- nientes a BOOMERanG).Véanse también Hanany et al. (2000) (con- cernientes a MAXIMA), Halverson et al. (2001) (concernientes a DASI), y Bennet et al. (2003). . Véanse Gurzadyan y Torres (1997) y Gurzadyan y Kocharyan (1994) para los soportes tedricos, y Gurzadyan y Kocharyan (1992) (para los datos de COBE) y Gurzadyan et al. (2002, 2003) (para los datos de BOO- MERanG y (2004) para los datos de WMAP) para los correspondientes anilisis de los datos CMB reales. 3 Tipos de nameros en el mundo fisico 3.1. gUNA CATASTROFE PITAGORICA? Volvamos ahora a la cuestién de la demostracién por contradiccién, el principio que Saccheri traté indtilmente de utilizar en su intento de demostracién del quinto postulado de Euclides. Hay muchos casos en las matemiticas clasicas en los que el principio ha sido aplicado con éxito. Uno de los mas famosos se remonta a los pitagéricos, y zanjé una cuestién matemitica en un sentido que les iba a causar grandes proble- mas. La cuestién era la siguiente: jes posible encontrar un numero ra- cional (i.e., una fraccién) cuyo cuadrado sea exactamente el nimero 2? Resulta que la respuesta es no, y la afirmacién matemiatica que voy a demostrar dentro de poco es, en efecto, que no existe tal namero racional. Por qué estaban los pitagéricos tan molestos por este descubri- miento? Recordemos que una fraccién —es decir, un n&imero racio- nal— es algo que puede expresarse como la razén a/b de dos enteros a y 6, siendo b distinto de cero. (Véase el prefacio para una discusién de la definicin de una fraccién.) Los pitagoricos tenfan al principio la es- peranza de que toda su geometria podria expresarse en términos de longitudes que podrian medirse en términos de ntimeros racionales. Los niimeros racionales son cantidades bastante simples, pues son des- criptibles y comprensibles en términos finitos simples; pese a todo, pueden utilizarse para especificar distancias tan pequefias o tan grandes como queramos. Si pudiera hacerse toda la geometria con los raciona- les, esto haria las cosas relativamente sencillas y facilmente comprensi- bles. La nocién de un namero «irracional», por el contrario, requiere 105 3.4 EL CAMINO ALA REALIDAD Fig. 3.1. Un cuadrado de lado longtiud unidad tie~ T ne diagonal V2, por el teorema de Pitégoras. procesos infinitos, y esto hubiera planteado dificultades considerables a los antiguos (y con toda la razén). ;Qué dificultad plantea el hecho de que no exista un naémero racional cuyo cuadrado sea 2? Esta procede del propio teorema de Pitagoras. Si en la geometria euclidea tenemos un cuadrado con lados de longitud unidad, entonces la longitud de su diagonal es un niimero cuyo cuadrado es 1? + 1? = 2 (véase la Fig. 3.1). Seria realmente catastr6fico para la geometria que no hubiera ningin niimero que pudiera describir la longitud de la diagonal de un cuadra- do. Al principio, los pitagéricos trataron de arreglarselas con una no- cién de «namero en acto» que pudiera describirse simplemente en tér- minos de razones de nameros enteros. Veamos por qué esto no puede funcionar. La cuestién consiste en ver por qué la ecuacién i)-2 no tiene solucién para enteros a y b, donde estos enteros se consideran positivos. Utilizaremos las demostracién por contradiccién para de- mostrar que no pueden existir tales a y b. Supongamos, por lo tanto, que sf existen tales a y b. Multiplicando ambos miembros de la ecua~ cién anterior por 6’, encontramos que se convierte en 2 y concluimos' claramente que a’ > b? > 0. Ahora, el segundo miem- bro, 2b”, de la ecuacién anterior es par, de donde se sigue que a debe ser par (y no impar, puesto que el cuadrado de cualquier namero im- par es impar). Asi pues, existe un entero positivo c tal que a = 2c. Sus- 106 TIPOS DE NUMEROS EN EL MUNDO FISICO $3.1 tituyendo a por 2c en la ecuacién anterior, y elevando al cuadrado, ob- tenemos 42 = 26, es decir, dividiendo ambos miembros por 2, P= 22, y concluimos que b* > 2 > 0. Ahora bien, esta es precisamente la mis- ma ecuacién que teniamos antes, excepto que b reemplaza ahora aay ¢reemplaza a b. Nétese que los enteros correspondientes son ahora mas pequefios que antes. Podemos repetir el argumento una y otra vez, ob- teniendo una secuencia interminable de ecuaciones P= 27, = 22,2 = 2h, f = 22..., donde P>P>2é>#>e>..., siendo todos estos enteros positivos. Pero cualquier secuencia decre- ciente de enteros positivos debe llegar a un final, lo que contradice el hecho de que esta secuencia es interminable. Esto nos da una con- tradiccién con lo que se habia supuesto, a saber, que existe un néimero racional cuyo cuadrado es 2. De ello se sigue que no existe tal namero racional, como queriamos demostrar.” Algunos puntos del argumento anterior merecen un comentario. En primer lugar, de acuerdo con los procedimientos normales de la demostracién matematica, en el argumento se ha apelado a ciertas pro- piedades de los ntimeros que se tomaban como «obvias» 0 como pre- viamente establecidas. Por ejemplo, hemos utilizado el hecho de que el cuadrado de un néimero impar es siempre impar y, ademis, que si un entero no es impar, entonces es par. También utilizamos e] hecho fun- damental de que cada secuencia estrictamente decreciente de ndmeros enteros positivos debe llegar a un final. Una razén por la que puede ser importante identificar las hipéte- sis precisas que entran en una demostracién —incluso si algunas de es- tas hipdtesis pudieran ser cosas perfectamente «obviasp— es que los matemiticos estan a menudo interesados en otros tipos de entidades 107 3. EL CAMINO A LA REALIDAD distintas de aquellas a las que originalmente concernia la demostra- cidn. Si estas otras entidades satisfacen las mismas hipétesis, entonces la demostracién seré extrapolable y se vera que la afirmacién que ha sido demostrada tiene una generalidad mayor que la originalmente percibi- da, puesto que se aplicar4 también a estas otras entidades. Por el con- trario, si alguna de las hipotesis necesarias deja de ser valida para estas entidades alternativas, entonces la afirmacién en cuestién puede resul- tar falsa para dichas entidades. (Por ejemplo, es importante darse cuen- ta de que en las demostraciones del teorema de Pitégoras dadas en §2.2 se utilizaba el postulado de las paralelas, por lo que el teorema es real- mente falso en la geometria hiperbélica.) En el argumento anterior, las entidades originales son nimeros en- teros y estamos interesados en aquellos ntimeros —los niimeros racio- nales— que se construyen como cocientes de enteros. Con tales ni- meros se da realmente el caso de que ninguno de ellos tiene 2 como cuadrado. Pero hay otros tipos de ntimeros ademés de los simples ente- ros y racionales. En realidad, la necesidad para una raiz cuadrada de 2 obligé a los antiguos griegos, muy en contra de su voluntad en aquel tiempo, a salir de los confines de los nimeros enteros y los racionales, los tinicos tipos de ntimeros que previamente habian estado dispuestos a aceptar. El tipo de niimero al que se vieron Ilevados fue el que hoy dia amamos un «niimero real»: un niimero que ahora expresamos me- diante un desarrollo decimal interminable (aunque una representacién semejante no estaba disponible para los antiguos griegos). De hecho, 2 tiene una raiz cuadrada dentro de los ntimeros reales, a saber (como ahora la escribiriamos): V2 = 1,414 213 562 373 095 048 801 688 72 ... En la préxima seccién consideraremos con mas detalle el estatus fi- sico de tales ntmeros «reales». Como curiosidad, podemos preguntar por qué la demostracién an- terior de la no existencia de una raiz cuadrada de 2 falla para ntimeros reales (o para razones de ntimeros reales, lo que es equivalente). ;Qué sucede si reemplazamos «entero» por «ntimero real» en todo el argu- mento? La diferencia basica es que no es cierto que cualquier sucesi6n estrictamente decreciente de reales positivos (o incluso de fracciones) 108 ‘IPOS DE NUMEROS EN EL MUNDO FiSICO §3.2 debe llegar a un final, y el argumento se viene abajo en ese punto.’ (Consideremos, por ejemplo, la secuencia interminable 1, 1/2, 1/4, 1/8, 1/16, 1/32, ...,.) A uno podria preocuparle qué seria un ntimero. real «impar» y «par en este contexto. De hecho, el argumento no en- cuentra ninguna dificultad en este punto porque todos los niimeros rea- les tendrian que contar como «pares», puesto que para cualquier real a hay siempre un real ¢ tal que a = 2c, al ser siempre posible la divisién por 2 para los reales. 3.2. EL SISTEMA DE LOS NUMEROS REALES Asi fue como los griegos se vieron obligados a admitir que los name- ros racionales no son suficientes para desarrollar adecuadamente las ideas de la geometria (de Euclides). Hoy dia no nos preocupa excesi- vamente que cierta cantidad geométrica no pueda ser medida en tér- minos de niimeros racionales simplemente. Esto se debe a que la no- cién de un «niimero real» resulta muy familiar para nosotros. Aunque nuestras calculadoras de bolsillo expresan los nimeros mediante un numero finito de digitos, aceptamos que esta es una aproximacién a la que nos obliga el hecho de que la calculadora es un objeto finito. Esta- mos dispuestos a admitir que el ndmero matemitico ideal (platénico) podria requerir que el desarrollo decimal se prolongue indefinidamen- te. Esto se aplica, por supuesto, incluso a la representacién decimal de la mayoria de las fracciones, tales como 1 = 0,333 333 333 ..., bo Loh ND = 2,416 666 666 ..., NI spe = 1,285 714 285 714 285 237 _ faq = 1601 351 35135... En el caso de una fraccién, el desarrollo decimal siempre acaba sien- do periddico, lo que quiere decir que llega un momento en que la se- cuencia infinita de digitos consiste en una secuencia finita que se repi- 109 §3.2 EL CAMINO A LA REALIDAD te indefinidamente. En los ejemplos anteriores, las secuencias repetidas son 3,6, 285714 y 135, respectivamente. Los desarrollos decimales no estaban disponibles para los antiguos griegos, pero ellos tenian sus propios modos de entender los nimeros irracionales. En efecto, lo que adoptaron era un sistema de representa- cién de niimeros en términos de lo que ahora Ilamamos fracciones conti- nuas. No hay necesidad de entrar aqui en detalles, pero es apropiado hacer algunos breves comentarios. Una fraccién continua‘ es una ex- presin finita o infinita a + (b+ (c+ (d+ ...)")")", donde a,b, ¢,d, «.. son enteros positivos: at b+ c+—t d+... Cualquier naimero racional mayor que 1 puede escribirse como una de estas expresiones terminada (donde, para evitar ambigiiedades, exigimos normalmente que el ultimo entero sea mayor que 1), por ejemplo, 52/9 = 5 + (1 + (3 + (2)"y") 52 _ 1 9 =5+ 1+ i 345 y, para representar un racional positivo menor que 1, simplemente ad- mitimos que el primer entero en la expresién sea cero. Para expresar un nimero real, que no es racional, simplemente"! permitimos que la expresién de la fraccién continua siga de manera indefinida, siendo al- gunos ejemplos? @ [3.1] Experimente con su calculadora de bolsillo (suponiendo que usted tenga te- clas «V» y ax») para obtener estas expresiones con la precision disponible. Tome 7 141 592 653 589 793... (Sugerencia: Apunte la parte entera de cada niimero, rés- tela de dicho nimero y forme luego el reciproco del resto. Repita la operacién con el niimero asi obtenido.) 110 TIPOS DE NUMEROS EN EL MUNDO FiSICO. §3.2 y2=14(2+(2+(2+(24+..°)1y" 7-V3=5+(34+(14(2+(14+2+(4+ 2+...) m=34 (7+ (15+ (1 + (2924+ (1+ (14+ (1+ Qe yyyyyyy En los dos primeros de estos ejemplos infinitos, las secuencias de niimeros naturales que aparecen —a saber, 1, 2, 2, 2,2, ... en el primer caso y 5,3, 1,2, 1,2, 1, 2, ... en el segundo— tienen la propiedad de que son finalmente periédicas (repitiéndose indefinidamente el 2 en el primer caso y repitiéndose indefinidamente la secuencia 1,2 en el se- gundo)."] Recordemos que, como ya se ha advertido antes, en la no- tacién decimal familiar, son los ntimeros racionales los que tienen ex- presiones (finitas 0) finalmente periédicas. Por otra parte, podemos considerar que una virtud de la representacién de «fraccion continua» griega es que los néimeros racionales tienen ahora siempre una des- cripcién finita. Una pregunta natural que se puede plantear en este contexto es: gqué nimeros tienen una representacién en forma de frac- cién continua finalmente periddica? Un teorema notable, demostrado por primera vez que sepamos por el gran matemitico del siglo xvi Joseph L. Lagrange (cuyas otras ideas m4s importantes encontraremos mis adelante, en particular en el capitulo 20), dice que los nameros cu- yas representaciones en términos de fracciones continuas son final- mente periédicas son los denominados irracionales cuadraticos.° éQué es un irracional cuadratico y qué importancia tiene para la geometria griega? Es un ntimero que puede escribirse en la forma a+ vb, donde a y b son fracciones, y donde b no es un cuadrado perfecto. Es- tos nfimeros son importantes en geometria euclidea porque son los nii- meros irracionales m4s inmediatos que se encuentran en las construc- ciones con regla y compas. (Recordemos el teorema de Pitagoras, que en §3.1 nos ha llevado por primera vez a considerar el problema de ¥2, 2 [3.2] Suponiendo esta periodicidad final de estas dos expresiones de fracciones Continuas, demuestre que los nfimeros que representan deben ser las cantidades del miembro izquierdo. (Sugerencia: Encuentre una ecuacién cuadritica que sea satisfecha por esta cantidad, y remitase a la nota 3.6.) 11 93.2 EL CAMINO A LA REALIDAD y otras construcciones sencillas de longitudes euclideas nos llevaron di- rectamente a otros niimeros de la forma anterior.) Ejemplos concretos de irracionales cuadraticos son aquellos casos donde a = 0 y b es un niimero natural (no cuadrado) o racional mayor que 1, por ejemplo: V2, 13, \5, 16, V7, v8, 110, 11, La representacién de fraccién continua de un niimero semejante es especialmente sorprendente. La secuencia de niimeros naturales que la define como una fraccién continua tiene una curiosa propiedad carac- teristica. Empieza con cierto nimero A, que luego es seguido inme- diatamente por una secuencia «palindrémica» (i.e., una que se lee igual hacia atrés), B, C, D, ..., D, C, B, seguida por 2A, tras el cual la propia secuencia B, C, D, ..., D, C, B,2A se repite indefinidamente. El nime- to \14 es un buen ejemplo, para el que la secuencia es 3, 1,2, 1,6, 1,2, 1,6, 1,2, 1,6, 1,2, 1,6, Aqui A =3 y la secuencia palindrémica B, C, D, simplemente la secuencia de tres términos 1, 2, 1. D,C, Bes @Cudnto de esto era conocido por los antiguos griegos? Parece probable que conocian mucho —muy posiblemente todas las cosas que he descrito antes (incluido el teorema de Lagrange)—, aunque quiz4 carecieran de demostraciones rigurosas para todo. Al parecer, gran par- te de esto fue establecido por Teeteto, contempor4neo de Platén. Pare- ce incluso que hay alguna evidencia de este conocimiento (incluidas las secuencias palindrémicas repetidas antes mencionadas) manifiesta en la dialéctica de Platén,” Aunque la incorporacién de los irracionales cuadraticos nos acerca algo hacia los ntimeros adecuados para la geometria euclidea, no hace todo lo que se necesita. En el décimo (y més dificil) libro de Euclides se consideran nameros como ja + yb (con ay b racionales positivos). Es- tos no son generalmente irracionales cuadraticos, pero se dan, de todas formas, en construcciones de regla y compés. Nitmeros suficientes para tales construcciones geométricas serian aquellos que pueden formarse a partir de ntimeros naturales por uso repetido de las operaciones de adicién, sustraccién, multiplicacién, division, y toma de la raiz cuadra- 112 TIPOS DE NUMEROS EN EL MUNDO FisICO §3.2 da. Pero operar exclusivamente con tales niimeros se hace muy com- plicado, y estos niimeros son todavia demasiado limitados para consi- deraciones de geometria euclidea que van més all de las construccio- nes de regla y comps. Es mucho mis satisfactorio dar el paso capital —y hasta qué punto es capital se indicara en §§16.3-5— de permitir expresiones de fracciones continuas infinitas que son completamente generales. Esto proporcioné a los griegos una forma de describir ni- meros que resulta adecuada para la geometria euclidea. Estos niimeros son en realidad, en terminologia moderna, los de- nominados «ntmeros reales». Aunque se considera que una definicién completamente satisfactoria de tales ntimeros no fue encontrada has- ta el siglo x1x (con el trabajo de Dedekind, Cantor y otros), el gran matemiatico y astrénomo griego Eudoxo, que habia sido uno de los discipulos de Platén, habia obtenido las ideas esenciales ya en el si- glo 1v a.C. Aqui resulta apropiado comentar las ideas de Eudoxo. En primer lugar, notemos que los néimeros en geometria euclidea pueden expresarse en términos de razones de longitudes, mas que di- rectamente en términos de longitudes. De esta forma, no se necesitaba ninguna unidad especifica de longitud (tal como la «pulgada» o el «dactylos» griego). Ademés, con razones de longitudes no habria res- tricciones en cuanto al niimero de tales razones que podian multipli- carse (obviando la aparente necesidad de chipervoliimenes» en dimen- siones més altas cuando se multiplican mas de tres longitudes). El primer paso en la teoria de Eudoxo consistia en proporcionar un cri- terio acerca de cuando una razén de longitudes a : b seria mayor que otra razén semejante c : d. Este criterio es que existen ciertos enteros positivos My N tales que la longitud a sumada a si misma M veces su- pera a 6 sumada a si misma N veces, mientras que también d sumada a si misma N veces supera ac sumada a si misma M veces.) Un criterio correspondiente es valido para expresar la condicién de que la raz6n a: bes menor que la raz6n c: d. La condicién para la igualdad de ambas tazones seria que no se cumpla ninguno de estos criterios. Con esta in- geniosa nocién de «igualdad» de tales razones, Eudoxo tenia, en efec- to, un concepto abstracto de «nimero real» en términos de razones de [3.3] Puede ver por qué funciona esto? 113 82 EL CAMINO A LA REALIDAD longitudes. E] también proporcioné reglas para la suma y el producto de tales naimeros reales.*) Sin embargo, habia una diferencia basica en el punto de vista entre la nocién griega de nimero real y la moderna, porque los griegos crefan que el sistema de nimeros nos estaba basicamente «dado» en términos de la nocion de distancia en el espacio fisico, de modo que el problema consistia en tratar de establecer como se comportaban real- mente estos nttmeros «distancia»; pues el propio «espacio» podria haber parecido un absoluto platénico incluso si los objetos fisicos reales exis- tentes en dicho espacio estuvieran inevitablemente muy lejos del ideal platénico.* (Sin embargo, en §17.9 y §§19.6,8 veremos que la teoria de la relatividad general de Einstein ha cambiado ahora esta perspectiva del espacio y la materia de un modo fundamental.) Un objeto fisico tal como un cuadrado dibujado en la arena o un cubo esculpido en marmol podria haber sido considerado por los an- tiguos griegos como una razonable o a veces una excelente aproxima- cién al ideal geométrico platnico. Pese a todo, cualquier objeto seme- jante proporcionaria en cualquier caso una mera aproximacién. Detras de tales aproximaciones a las formas platénicas —ast hubiera pareci- do— estaria el propio espacio: una entidad de existencia tan abstracta © conceptual que muy bien podria haber sido considerada como una realizacién directa de una realidad platénica. La medida de distancia en esta geometria ideal seria algo a determinar; en consecuencia, seria apro- piado tratar de extraer esta nocién ideal de ntimero real de una geo- metria del espacio que se suponia dada. De hecho, esto es lo que Eudo- xo consiguié hacer. No obstante, en los siglos x1x y xx habja surgido la idea de que la nocién mateméatica de ntimero deberia presentarse con independen- cia de la naturaleza del espacio fisico, Puesto que se habia demostrado que existian geometrias matematicamente consistentes diferentes de la de Euclides, resultaba inoportuno insistir en que la nocién matemati- ca de «geometria» deberia ser extraida necesariamente de la naturale- za supuesta del espacio fisico «real». Ademés, podria ser muy dificil, si no imposible, establecer la naturaleza detallada de esta supuesta «geo- 123 [3-4] :Puede ver cémo formularlas? 114 TIPOS DE NUMEROS EN EL MUNDO FiSICO §3.2 metria fisica platénica» subyacente en términos del comportamiento de objetos fisicos imperfectos. Para conocer la naturaleza de los ni- meros de acuerdo con los cuales debe definirse la «distancia geomé- trica», por ejemplo, seria necesario saber qué sucede tanto a distancias infinitamente miniisculas como infinitamente grandes. Incluso hoy, es- tas cuestiones no tienen una clara respuesta (y las abordaré de nuevo en capitulos posteriores). Asi pues, era mucho mas oportuno estable- cer la naturaleza del nimero de un modo que no remitiera directa- mente a medidas fisicas. En consecuencia, Richard Dedekind y Georg Cantor elaboraron sus ideas de lo que «son» los niimeros reales me- diante el uso de nociones que no se refieren directamente a la geo- metria. Dedekind define un nimero real a partir de conjuntos infinitos de niimeros racionales. Lo que se hace, basicamente, es considerar que los nameros racionales, tanto positivos como negativos (y el cero), es- tan dispuestos en orden de tamafio. Podemos imaginar que este orde- namiento tiene lugar de izquierda a derecha, considerando que los ra- cionales negativos se extienden indefinidamente hacia la izquierda, y los racionales positivos se extienden indefinidamente hacia la derecha, estando 0 en el centro. (Esto es solo para propésitos de visualizacién; de hecho, el procedimiento de Dedekind es completamente abstracto.) Dedekind imagina un «corte» que divide esta disposicién claramente en dos, de modo que aquellos nameros que estan a la izquierda del corte son més pequefios que los que estan a la derecha. Cuando el «filo del cuchillo» que hace el corte no «incide» sobre un namero racional sino que cae entre ellos, entonces decimos que define un niimero real irracional. Dicho de forma mis correcta, esto ocurre cuando los que es- tn a la izquierda no tienen un miembro maximo, y los que estén a la derecha no tienen un miembro minimo. Cuando se afiade el sistema de los sirracionales», definidos en términos de tales «cortes», al sistema de los ntimeros racionales que ya tenfamos, se obtiene la familia completa de los ntimeros reales, El procedimiento de Dedekind conduce directamente, por medio de simples definiciones, a las leyes de adicién, sustraccién, multiplica~ cién y divisién de nameros reales. Ademis, permite ir més all4 y defi- nir Ifmites, mediante los cuales pueden asignarse significados en nd- 115 $3.3 EL CAMINO A LA REALIDAD meros reales a cosas tales como la fraccién continua infinita que he- mos visto antes 14+ (24+ (2+ (2+ (24+..'yyy" o la suma infinita 1,11 I-3t+5-9t De hecho, la primera nos da el ntmero irracional 2 y la segunda, + m.La capacidad de tomar limites es fundamental para muchas nocio- nes matemiticas, y es esto lo que da a los numeros reales su fuerza es- pecial.” (Quizé el lector recuerde que la necesidad de «procedimientos de paso al limite» era un requisito para la definicién general de dreas, como se ha indicado en §2.3). 3.3. Los NUMEROS REALES EN EL MUNDO F{SICO Aqui estamos tocando una cuestién profunda. Una fuerza impulsora inicial en el desarrollo de las ideas matemiticas ha sido siempre el in- tento de encontrar estructuras matemiticas que reflejen de forma pre- cisa el comportamiento del mundo fisico. Pero normalmente no es po- sible examinar el propio mundo fisico con un detalle tan preciso que de él puedan extraerse directamente nociones matematicas de la clari- dad adecuada. E] progreso se produce més bien debido a que las no- ciories matemiticas tienden a tener un «impulso» propio que parece brotar casi por entero del interior de la propia disciplina. Las ideas ma- temiticas evolucionan, y varios tipos de problemas parecen surgir de forma natural. Algunos de estos (como sucedié con el problema de en- contrar la longitud de la diagonal de un cuadrado) pueden llevar a una ampliacién esencial de los propios conceptos matemiticos en cuyos términos se habia formulado originalmente el problema. Puede pare- cer que tales ampliaciones nos vienen obligadas, o también pueden surgir de maneras que parecen ser cuestiones de conveniencia, consis- tencia o elegancia matemitica. En consecuencia, podria parecer que el desarrollo de las matemiticas se aleja de lo que se habian propuesto 116 TIPOS DE NUMEROS EN EL MUNDO FiSICO 33 conseguir, a saber: reflejar el comportamiento fisico. Pero, en muchos casos, este mismo impulso hacia la consistencia y elegancia matemati- cas nos lleva a estructuras y conceptos matemAticos que resultan refle- jar el mundo fisico de una forma mucho mis profunda y de mayor al- cance que aquellas de las que partimos. Es como si la propia naturaleza se guiara por el mismo tipo de criterios de consistencia y elegancia que guian al pensamiento matematico humano. Un ejemplo de esto es el propio sistema de los ntimeros reales. No tenemos ninguna evidencia directa en la naturaleza de que haya una noci6n fisica de «distancia» que se extienda hasta escalas arbitrariamen- te grandes; menos evidencia hay atin de que semejante nocién sea apli- cable en el nivel infinitamente minisculo. En realidad, no hay evidencia de que existan «puntos en el. espacio» de acuerdo con una geometria que haga uso precisamente de distancias en nameros reales. En la ¢po- ca de Euclides habia escasa evidencia para apoyar siquiera la pretension de que tales «distancias» euclideas se extendian hacia fuera hasta mas alla de, digamos, unos 10" metros," o hacia dentro, hasta algo tan pe- quefio como 10° metros. Pero, al haber sido impulsadas matemitica- mente por la consistencia y elegancia del sistema de los nGmeros rea- les, todas nuestras teorias fisicas satisfactorias y de mas amplio alcance hasta la fecha han seguido ateniéndose, sin excepci6n, a esta antigua noci6n de «niimero real». Aunque podria parecer que ha -habido muy poca justificacién para hacer esto a partir de la evidencia de que se dis- ponia en la época de Euclides, nuestra fe en el sistema de los ntimeros reales parece haberse visto recompensada. En efecto, nuestras moder- nas y satisfactorias teorias cosmolégicas nos permiten ahora ampliar el rango de nuestras distancias en nimeros reales hasta aproximadamente 10° metros o més, mientras que la precision de nuestras teorias de la f- sica de particulas extiende este rango hacia dentro, hasta 107” metros o menos. (La tinica escala para la que se ha propuesto con seriedad que podria llegar un cambio es de unos dieciocho érdenes de magnitud in- ferior a esta, a saber 10-*° metros, que es la «escala de Planck» de la gra- vitacién cuantica que cobrar4 una importancia especial en nuestras dis- cusiones posteriores; por ejemplo, §§31.1,6-12,14 y §32:7.) Puede considerarse una notable justificacién de nuestro uso de idealizaciones matemiticas el hecho de que el rango de validez del sistema de los ni- 117 B3 EL CAMINO A LA REALIDAD meros reales se ha ampliado desde un total de aproximadamente 102”, desde lo més pequefio a lo més grande, que parecia adecuado en la época de Euclides, hasta al menos los 10" que nuestras teorias actuales utilizan directamente, lo que supone un extraordinario incremento en un factor de 10%. Hay mucho mis a favor de la validez fisica del sistema de los ntime- ros reales. En primer lugar, debemos considerar que también las 4reas y los volimenes son magnitudes para las que convienen medidas muy precisas en nameros reales. Una medida de volumen es el cubo de una medida de distancia (y un Area es el cuadrado de una distancia). En con- secuencia, en el caso de los volmenes podemos considerar que el in- tervalo relevante es el cubo del anterior. Asi, para la época de Euclides esto nos daria un rango de aproximadamente (10'7)? = 10°! rias actuales, el intervalo es al menos (10*%)* = 10'°. Ademis, existen otras medidas fisicas que requieren descripciones en ntimeros reales, se- giin las teorias que hoy dia resultan satisfactorias. La mas digna de men- cién de estas es el tiempo. Segiin la teorfa de la relatividad, este tiene que afiadirse al espacio para que nos proporcione el espaciotiempo (que sera objeto de nuestro estudio en el capitulo 17). Los voliimenes espacio- temporales son tetradimensionales, y muy bien podria considerarse que el rango temporal (de nuevo de aproximadamente 10** o mis en rango total, en nuestras teorias mejor comprobadas) deberia ser incorporado también en nuestras consideraciones, dando asi un total del orden de 10”. Veremos algunos niimeros reales todavia mucho mayores que este cuando Ileguemos a nuestras consideraciones posteriores (véanse §27.13 y §28.7), aunque en algunos casos no esté realmente claro que sea esen- cial el uso de nimeros reales (antes que, por ejemplo, enteros). Mas importante para la teoria fisica es el hecho de que, desde Ar- quimedes hasta Maxwell, Einstein, Schrédinger, Dirac y otros, pasando por Galileo y Newton, un papel crucial del sistema de los nimeros rea les ha consistido en proporcionar un marco necesario para la formula- cién estandar del cdlculo infinitesimal (véase el capitulo 6). Todas las teo- tias dinamicas satisfactorias han requerido para su formulacién las nociones del cAlculo. Ahora bien, el enfoque convencional del calculo requiere que la naturaleza infinitesimal de los reales sea la que es. Es de- cir, en el extremo inferior de la escala es el rango entero de los ntime- ara las teo- 118 TIPOS DE NUMEROS EN EL MUNDO FiSICO 933 ros reales el que esta siendo utilizado. Las ideas del cAlculo infinitesimal subyacen en otras nociones fisicas, tales como velocidad, momento o energia. En consecuencia, el sistema de los ntimeros reales entra en nues- tras teorias fisicas satisfactorias de una manera fundamental para nuestra descripcién de todas aquellas magnitudes. Aqui, como se ha mencio- nado antes en relacién con las areas, en §2.3 y:§3.2, se esti invocando el limite infinitesimal de la estructura a pequefia escala del sistema de los nameros reales. Pese a todo, podemos seguir preguntindonos si el sistema de los nii- meros reales es realmente «correcto» para la descripcién de la realidad fisica en sus niveles mas profundos. Cuando empezaron a introducirse las ideas mecanocuAnticas a comienzos del siglo xx, existia la sensaci6n de que quiz4 entonces empezabamos a ser testigos de una naturaleza discreta o granular del mundo fisico en sus escalas mas pequefias."’ Apa- rentemente, la energia solo podia existir en paquetes discretos «cuantos»— y las magnitudes fisicas de «accién» y «espin» parecen dar- se solo en miltiplos discretos de una unidad fundamental (véanse §§20.1,5 para el concepto clasico de accién y §26.6 para su contraparti- da cuantica; véanse §§22.8-12 para el espin). Por ello, varios fisicos in- tentaron construir una imagen alternativa del mundo en la que proce- sos discretos gobernaban todas las acciones en los niveles mas infimos. Oo Sin embargo, y tal como ahora entendemos la mecdnica cuantica, esta teoria no nos obliga (ni siquiera nos lleva) a la idea de que hay una naturaleza discreta o granular para el espacio, el tiempo o la energia en sus niveles mas infimos (véanse los capitulos 21 y 22, en particular la Ultima frase de §22.13). En cualquier caso, nos ha quedado la idea de que quiz haya realmente una discretizacién tal en la naturaleza, pese al hecho de que la mecdnica cuantica, en su formulacién estindar, no im- plica esto ni mucho menos. Por ejemplo, el gran fisico cudntico Erwin Schrédinger fue uno de los primeros en sugerir que podria ser nece- sario un cambio hacia alguna forma de discretizacién espacial fun- damental: La idea de un rango continuo, tan familiar para los matemiticos de nuestros dias, es algo bastante exorbitante, una enorme extrapolacién de lo que es accesible para nosotros. 119 $3.4 EL CAMINO A LA REALIDAD Relacioné dichas propuestas con algunas ideas griegas antiguas re- lativas a la discretizacién de la naturaleza. También Einstein sugirié, en sus iltimas palabras publicadas, que una teoria («algebraicay) basada en la discretizacién podria ser el camino hacia la fisica futura:"® Se pueden dar buenas razones por las que la realidad no puede re~ presentarse como un campo continuo ... Los fenémenos cuanticos ... deben llevar a un intento de encontrar una teoria puramente algebrai- ca para la descripcién de la realidad. Pero nadie sabe cémo obtener la base de una teoria semejante."* Otros"? también han perseguido ideas de este tipo (véase §33.1). A finales de la década de 1950, yo mismo ensayé algo parecido, llegan- do a un esquema al que denominé teoria de «redes de espin», en la que la naturaleza discreta del espin mecanocuantico se toma como el bloque constituyente fundamental para un enfoque combinatorio (i.e., discreto en lugar de basado en ntimeros reales) de la fisica (este esquema se des- cribira brevemente en §32.6). Aunque mis propias ideas en esta direc- cién no se desarrollaron hasta convertirse en una teoria global (si bien en cierto sentido se metamorfosearon mis tarde en la «teoria de twisto- res»; véase §33.2), la teoria de redes de espin ha sido ahora importada, por otros, en uno de los programas principales para atacar el problema fundamental de la gravitacién cudntica.'* Daré breves descripciones de es- tas ideas en el capitulo 32. En cualquier caso, tal como hoy se ensaya y pone a prueba la teoria fisica —y como lo ha sido durante los veinti- cuatro siglos pasados—, los niimeros reales siguen constituyendo un in- grediente esencial en nuestra comprensién del mundo fisico. 3.4, {NECESITAN LOS NUMEROS NATURALES AL MUNDO F{SICO? En la descripci6n anterior, en §3.2, de la aproximacién de Dedekind al sistema de los nameros reales, he supuesto que los niimeros racionales se daban por «entendidos». De hecho, no es dificil pasar de los enteros a los racionales. Los racionales son simplemente razones de enteros (véa- se el prefacio). sQué pasa entonces con los enteros propiamente dichos? 120

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