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Sélo la admiracién que le tengo, no que le tenia, Armando Solano, me obliga a escribir este prdlogo para la edicién del Banco Popular, cosa que nunca he que! ni podido hacer con otro escritor vivo 0 muerto. En el presente caso se trata de un escritor vivo, presente en la tersa superficie de sus pdginas por las cuales es tan grato pasar la vista, 0, apacentarla como por esas lomas redon- das de los altos valles boyacenses que él amé con la ternura de una pasién contenida. cf _ ah Hay escritores que a pesar de un éxito pasajero o una gloriola stibita mueren en plena vida, Las hojas de sus libros y sus escritos se marchitan, se amarillan, se abar- quillan y se desprenden del hombre, lo mismo que en invierno cae del tronco el jollaje de ciertos drboles. En cambio hay otros, y a medida que transcurren los afios” cada vez mds escasos, que continian vibrando en la moria del lector sin que éste tenga. necesidad de hojear una vez mds las pdginas de sus obras. Desde la pi lectura se internan profundamente en la mer ria, se mezclan y disuelven en el torrente de impre imagenes y recuerdos que componen la intimidad vida. Y aunque ya muertos, desaparecidos hace affo: escritores contintian viviendo, resucitando en ae cada vez que recordamos sus nombres o ee s6lo una pdgina de sus libros - | ellos, y no para los’ escritores 7 t ' vives, fue acufiada aqu Sie a resfriares ni demo. ibn que tv prise par ite, pus eo le T 65 al escrtor parc muchas veces ue parece nob sino como la majors tn lugar comin vio por Hear 0 pei

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