You are on page 1of 13

La evolución de las especies

En 1831, el joven Charles Darwin embarcaba a bordo del barco inglés Beagle, en una travesía que cambiaría para siempre su
vida y la historia de la ciencia.
Acababa de abandonar sus estudios de Medicina, y huía de la vida de clérigo que su padre le tenía preparada. Embarcó sin
una función específica a bordo. Durante los cinco años de viaje, fue asumiendo cada vez más el papel de naturalista.

El Beagle tenía la misión de cartografiar la costa sudamericana. A Darwin le impresionó la belleza de aquellos paisajes, tan
lejanos y diferentes de la vieja Inglaterra. La Patagonia, la Tierra de Fuego, el archipiélago de Chiloé y, sobre todo, las islas
Galápagos.
Los pinzones y las tortugas gigantes de las Galápagos le fascinaron. Su curiosidad le llevó a recopilar una gran cantidad de
fósiles. La fauna que veía era nueva para él. Sin embargo, le llamaba la atención el parecido con las especies europeas. Lo
mismo sucedía con los fósiles que recogía. Los animales extintos se parecían mucho a los actuales, aunque no eran iguales.
Empezó a concebir la idea de una selección natural.
Pensó que todas las formas vivas tenían un origen común y, mediante pequeñas y lentas transformaciones, evolucionaron
en las diversas formas de vida que hoy conocemos. Cuando algunos individuos de una especie desarrollan una ventaja que
les permite adaptarse mejor al medio, sobreviven y se reproducen. Sus descendientes heredan esa ventaja adaptativa.
Mientras que los individuos peor adaptados no sobreviven, no dejan descendencia y acaban extinguiéndose.
De generación en generación, las diferencias se hacen mayores y dan origen a las distintas especies. La evolución es tan
lenta a lo largo de los eones geológicos, y nuestra vida tan corta, que por eso no podemos apreciarla.

Darwin publicó su teoría sobre el origen y la evolución de las especies en 1.859. Fue una revolución del pensamiento. En
general, la sociedad acogió bien sus ideas. Batió récords de ventas y se agotaron varias ediciones. Unos años antes Malthus
había publicado su ensayo sobre la población, en el que decía que la población crece a un ritmo mucho mayor que los
recursos, lo que da lugar a guerras y calamidades, y sólo los más aptos sobreviven. Ahora, Darwin aplica la misma idea al
mundo natural. Darwin conocía ese ensayo.
Su teoría le supuso el enfrentamiento con la iglesia anglicana y los sectores ingleses más conservadores. Concebían la
Creación como algo inmóvil. Para ellos, Dios creó las especies tal y como las conocemos, y el hombre no era una criatura
más sino que estaba en una escala superior. La evolución de Darwin priva al hombre de su posición privilegiada. Es un
producto más de la evolución, y su origen es común con el resto de especies. Se hicieron crueles caricaturas de Darwin con
la famosa leyenda de que el hombre desciende del mono. Algo que, por cierto, él nunca dijo, al menos no así.

Charles Darwin fue consciente de la revolución científica y cultural que suponía su teoría. Por eso tardó tantos años en
publicarla, y sólo lo hizo cuando pensó que otro colega, Wallace, se le iba a adelantar.
A lo largo del siglo XX, las tesis de Darwin continuaron siendo polémicas. Algunos se las apropiaron para justificar la
supremacía de unas razas frente a otras, o de unas clases sociales frente al resto. Hoy, en algunas zonas de América, siguen
siendo rechazadas por los creacionistas.
La filosofía de Marx
3. El materialismo dialéctico
El materialismo dialéctico, cuya presentación como tal se debe más a la actividad de Engels que a la del propio Marx, ha
sido considerado tradicionalmente como la toma de posición filosófica de Marx y Engels frente al idealismo hegeliano, es
decir, como el resultado de su crítica del idealismo y, como tal, se ha presentado por la mayoría de los estudiosos del
marxismo como el marco de referencia conceptual desde el que desarrolla el materialismo histórico, que sería la expresión
propiamente científica de su pensamiento. La exposición del materialismo dialéctico se encuentra fundamentalmente en las
obras de Engels: "Anti-Dühring", (con contribuciones de Marx, publicado en 1878), y "Sobre la dialéctica de la naturaleza",
(escrito entre 1873 y 1886), obra, esta última, también conocida por Marx, cuyos contenidos nunca rechazó y que, dada la
estrecha colaboración entre ambos hasta su muerte, se suele considerar también como expresión del pensamiento propio
de Marx.
Oposición al idealismo y al mecanicismo
El materialismo dialéctico se opone al idealismo, en el sentido en que considera que no existe más realidad fundamental
que la materia; pero la materia no es una realidad inerte, sino dinámica, que contiene en sí la capacidad de su propio
movimiento, como resultado de la lucha de los elementos contrarios, (siendo la contradicción la esencia de la realidad, al
igual que para Hegel), que se expresa en el movimiento dialéctico. Así, el movimiento hegeliano de la idea a la cosa y a su
reconciliación, queda invertido, según la famosa frase de Marx, pasando a convertirse en un movimiento que va de la cosa a
la idea y a su futura reconciliación. Todo el bagaje conceptual de la dialéctica hegeliana es conservado por el materialismo
dialéctico, pero orientado ahora en la dirección opuesta.
El materialismo dialéctico no se opone sólo al idealismo hegeliano, sino a toda concepción mecanicista y atomista de la
naturaleza, es decir, no finalista. "La comprensión del total error por inversión del anterior idealismo alemán llevó
necesariamente al materialismo, pero, cosa digna de observarse, no al materialismo meramente metafísico y
exclusivamente mecanicista del siglo XVIII" (Engels, Anti-Dühring).Se opone, pues, a la concepción que había predominado
en la ciencia en el siglo XVIII y que lo seguiría haciendo en los siglos XIX y XX. Es propia del idealismo hegeliano la afirmación
de un final feliz de la historia, de una reconciliación de la realidad consigo misma en el Espíritu Absoluto, como resultado
mismo del movimiento dialéctico, una finalidad que no desaparecerá del materialismo dialéctico, al conservar, como lo
hace, la dialéctica hegeliana para explicar el movimiento en la naturaleza.
Y así hemos vuelto a la concepción del mundo que tenían los grandes fundadores de la filosofía griega, a la concepción de
que toda la naturaleza, desde sus partículas más ínfimas hasta sus cuerpos más gigantescos, desde los granos de arena
hasta los soles, desde los protistas hasta el hombre, se halla en un estado perenne de nacimiento y muerte, en flujo
constante, sujeto a incesantes cambios y movimientos. (F. Engels, Dialéctica de la naturaleza. Introducción)
Las propiedades que el materialismo dialéctico atribuye a la materia derivan de su concepción de la misma como única
realidad objetiva, que es captada mediante los sentidos, permitiendo así su conocimiento. Del análisis de la materia se
desprende que es infinita en duración, extensión, profundidad y movimiento. Que la materia es infinita en duración quiere
decir que es eterna, increada e indestructible, por lo que el tiempo será concebido como una forma de existencia de la
materia, constituyendo la eternidad y la temporalidad dos contrarios dialécticos de la materia. Que es infinita en extensión
supone afirmar la infinitud del espacio. La afirmación de que es infinita en profundidad se refiere a la inagotable variedad
de formas materiales, que se encuentran sometidas a un cambio perpetuo, es decir, a un movimiento infinito: movimiento y
materia son inseparables.
Pero el movimiento de la materia no es únicamente tosco movimiento mecánico, mero cambio de lugar; es calor y luz,
tensión eléctrica y magnética, combinación química y disociación, vida y, finalmente, conciencia. (F.Engels, Dialéctica de la
naturaleza. Introducción )

Las formas de conciencia


En cuanto a la conciencia, se distinguen cuatro formas o tipos de conciencia: la conciencia de sí, por la que accedemos al
conocimiento de nuestro propio ser; la conciencia psicológica, por la que conocemos nuestra propia identidad y la
diferenciamos de la de los demás y de las otras cosas; la conciencia de clase, por la que accedemos al conocimiento de los
intereses del grupo social al que pertenecemos; y la conciencia social, que se forma en las sociedades humanas como una
especie de trasfondo ideológico, por el que asumimos creencias y costumbres al margen de toda consideración crítica.
La relación de la materia con la conciencia no dejará de plantear problemas, al ser concebida la conciencia como el
resultado de las fuerzas materiales, que la determinan, no quedando, según la formulación tradicional del problema,
espacio para la acción de una conciencia libre, de una conciencia que se autodetermina. La conciencia es necesariamente un
producto, una manifestación, de la materia, inseparable de ella. Como tal, representa la capacidad que tiene el ser humano
de comprender, pero también de amar y de decidir libremente (voluntad). Pero ¿cuál puede ser el papel de la voluntad en
una conciencia que deriva de una materia que existe independientemente del ser humano y de su propia conciencia?
Hegel ha sido el primero en exponer rectamente la relación entre libertad y necesidad. Para él, la libertad es la comprensión
de la necesidad. "La necesidad es ciega sólo en la medida en que no está sometida al concepto." La libertad no consiste en
una soñada independencia respecto de las leyes naturales, sino en el reconocimiento de esas leyes y en la posibilidad, así
dada, de hacerlas obrar según un plan para determinados fines. Esto vale tanto respecto de las leyes de la naturaleza
externa cuanto respecto de aquellas que regulan el ser somático y espiritual del hombre mismo: dos clases de leyes que
podemos separar a lo sumo en la representación, no en la realidad. La libertad de la voluntad no significa, pues, más que la
capacidad de poder decidir con conocimiento de causa.
Cuanto más libre es el juicio de un ser humano respecto de un determinado punto problemático, con tanta mayor
necesidad estará determinado el contenido de ese juicio; mientras que la inseguridad debida a la ignorancia y que elige con
aparente arbitrio entre posibilidades de decisión diversas y contradictorias prueba con ello su propia ilibertad, su situación
de dominada por el objeto al que precisamente tendría que dominar. La libertad consiste, pues, en el dominio sobre
nosotros mismos y sobre la naturaleza exterior, basado en el conocimiento de las necesidades naturales; por eso es
necesariamente un producto de la evolución histórica. (F.Engels, Anti-Dühring, XI, Moral y derecho. Libertad y necesidad )

Las leyes de la dialéctica


El materialismo dialéctico nos propone, pues, una interpretación de la realidad concebida como un proceso material en el
que se suceden una variedad infinita de fenómenos, a partir de otros anteriormente existentes. Esta sucesión, no obstante,
no se produce al azar o arbitrariamente, ni se encamina hacia la nada o el absurdo: todo el proceso está regulado por leyes
que determinan su evolución desde las formas más simples a las más complejas, y que afectan a toda la realidad, natural y
humana (histórica).
Este es el ciclo eterno en que se mueve la materia, un ciclo que únicamente cierra su trayectoria en períodos para los que
nuestro año terrestre no puede servir de unidad de medida, un ciclo en el cual el tiempo de máximo desarrollo, el tiempo
de la vida orgánica y, más aún, el tiempo de vida de los seres conscientes de sí mismos y de la naturaleza, es tan
parcamente medido como el espacio en que la vida y la autoconciencia existen; un ciclo en el que cada forma finita de
existencia de la materia -lo mismo si es un sol que una nebulosa, un individuo animal o una especie de animales, la
combinación o la disociación química- es igualmente pasajera y en el que no hay nada eterno do no ser la materia en eterno
movimiento y transformación y las leyes según las cuales se mueve y se transforma. (F.Engels, Dialéctica de la naturaleza.
Introducción )
Las leyes según las cuales la materia se mueve y se transforma son leyes dialécticas. Al igual que ocurre con la dialéctica
hegeliana, que es simultáneamente un método y la expresión misma del dinamismo de la realidad, la dialéctica de Marx y
Engels encerrará ese doble significado. No se puede convertir, sin embargo, la dialéctica en un proceso mecánico, en el que
se suceden los tres momentos del movimiento (tesis, antítesis y síntesis), como se hace a menudo con Hegel, en un
esquema mecánico sin contenido alguno. "La dialéctica no es más que la ciencia de las leyes generales del movimiento y la
evolución de la naturaleza, la sociedad humana y el pensamiento", dice Engels en el Anti-Dühring.
La dialéctica nos ofrece, pues, leyes generales, no la particularidad de cada proceso. Que son leyes generales quiere decir
que son el fundamento de toda explicación de la realidad, pero también que afectan a toda la realidad (naturaleza,
sociedad, pensamiento) y que son objetivas, independientes de la naturaleza humana. Marx y Engels enunciarán las
siguientes tres leyes de la dialéctica:
1. Ley de la unidad y lucha de contrarios.
Pero todo cambia completamente en cuanto consideramos las cosas en su movimiento, su transformación, su vida, y en sus
recíprocas interacciones. Entonces tropezamos inmediatamente con contradicciones. El mismo movimiento es una
contradicción; ya el simple movimiento mecánico local no puede realizarse sino porque un cuerpo, en uno y el mismo
momento del tiempo, se encuentra en un lugar y en otro, está y no está en un mismo lugar. Y la continua posición y
simultánea solución de esta contradicción es precisamente el movimiento.
Si ya el simple movimiento mecánico local contiene en sí una contradicción, aún más puede ello afirmarse de las formas
superiores del movimiento de la materia, y muy especialmente de la vida orgánica y su evolución. Hemos visto antes que la
vida consiste precisamente ante todo en que un ser es en cada momento el mismo y otro diverso. La vida, por tanto, es
también una contradicción presente en las cosas y los hechos mismos, una contradicción que se pone y resuelve
constantemente; y en cuanto cesa la contradicción, cesa también la vida y se produce la muerte. También vimos que
tampoco en el terreno del pensamiento podemos evitar las contradicciones, y que, por ejemplo, la contradicción entre la
capacidad de conocimiento humana, internamente ilimitada, y su existencia real en hombres externamente limitados y de
conocimiento limitado, se resuelve en la sucesión, infinita prácticamente al menos para nosotros, de las generaciones, en el
progreso indefinido. (Engels, Anti-Dühring, XII. Dialéctica. cantidad y cualidad.)
Siguiendo los pasos de Heráclito y Hegel, Marx y Engels consideran que la realidad es esencialmente contradictoria. Todos
los fenómenos que ocurren en la Naturaleza son el resultado de la lucha de elementos contrarios, que se hallan unidos en el
mismo ser o fenómeno, siendo la causa de todo movimiento y cambio en la Naturaleza, en la sociedad y en el pensamiento.
Con esta ley se explica, pues, el origen del movimiento.
Entre los argumentos que se aportan para justificar esta explicación predominan los procedentes de las ciencias (Física,
Ciencias naturales, Matemáticas, Economía), pero también de la Historia y de la filosofía. Entre las parejas de contrarios
puestas como ejemplos podemos citar: atracción y repulsión, movimiento y reposo, propiedades corpusculares y
ondulatorias, herencia y adaptación, excitación e inhibición, lucha de clases, materia y forma, cantidad y cualidad, sustancia
y accidentes.
2. Ley de transición de la cantidad a la cualidad.
Hemos visto ya antes, a propósito del esquematismo universal, que con esta línea nodal hegeliana de relaciones
dimensionales en la que, en un determinado punto de alteraciones cuantitativas, se produce repentinamente un cambio
cualitativo, el señor Dühring ha tenido la pequeña desgracia de que en un momento de debilidad la ha reconocido y
aplicado él mismo. Dimos allí uno de los ejemplos más conocidos, el de la transformación de los estados de agregación del
agua, que a presión normal y hacia los 0º C pasa del fluido al sólido, y hacia los 100º C pasa del líquido al gaseoso, es decir,
que en esos dos puntos de flexión la alteración meramente cuantitativa de la temperatura produce un estado
cualitativamente alterado del agua.
Habríamos podido aducir en apoyo de esa ley cientos más de hechos tomados de la naturaleza y de la sociedad humana. Así
por ejemplo, toda la cuarta sección de El Capital de Marx -producción de la plusvalía relativa en el terreno de la
cooperación, división del trabajo y manufactura, maquinaria y gran industria- trata de innumerables casos en los cuales la
alteración cuantitativa modifica la cualidad de las cosas de que se trata, con lo que, por usar la expresión tan odiosa para el
señor Dühring, la cantidad se muta en cualidad, y a la inversa. Así, por ejemplo, el hecho de que la cooperación de muchos,
la fusión de muchas fuerzas en una fuerza total, engendra, para decirlo con las palabras de Marx, una "nueva potencia de
fuerza" esencialmente diversa de la suma de sus fuerzas individuales. (F.Engels, Anti-Dühring , XI, Moral y derecho. Libertad
y necesidad.)
Hablamos de cambio cualitativo cuando una cosa se transforma en otra que es esencialmente distinta. ¿Por qué unas cosas
se transforman en otras que tienen propiedades diferentes a las de las cosas de las que proceden? Según la ley de
transición de la cantidad a la cualidad, el aumento o disminución de la cantidad de materia influye en la transformación de
una cosa en otra distinta. La acumulación o disminución de la materia es progresiva, mientras que el cambio de cualidad
supone una modificación radical de la cosa, una revolución. Con esta ley se explica el desarrollo de los seres y los
fenómenos naturales, sociales, etc.
Todos los objetos de la Naturaleza poseen características mensurables, por lo que su esencia, su cualidad, es inseparable de
los aspectos cuantitativos. Cuando una cosa pasa de poseer una cualidad a poseer otra hablamos de "salto cualitativo".
Como todo movimiento es el resultado de la lucha de elementos contrarios, el salto cualitativo supone la resolución de una
contradicción, que da lugar a una nueva realidad, que representa un avance en el desarrollo de la Naturaleza. El salto
cualitativo no supone el mero cambio de una cualidad por otra, sino por otra que supera, de alguna manera, a la anterior.
3. Ley de negación de la negación.
En la dialéctica, negar no significa simplemente decir no, o declarar inexistente una cosa, o destruirla de cualquier modo. Ya
Spinoza dice: omnis determinatio est negatio, toda determinación o delimitación es negación. Además, la naturaleza de la
negación dialéctica está determinada por la naturaleza general, primero, y especial, después, del proceso. No sólo tengo
que negar, sino que tengo que superar luego la negación.
Tengo, pues, que establecer la primera negación de tal modo que la segunda siga siendo o se haga posible. ¿Cómo? Según
la naturaleza especial de cada caso particular. Si muelo un grano de cebada o aplasto un insecto, he realizado ciertamente
el primer acto, pero he hecho imposible el segundo. Toda especie de cosas tiene su modo propio de ser negada de tal modo
que se produzca de esa negación su desarrollo, y así también ocurre con cada tipo de representaciones y
conceptos. (F.Engels, Anti-Dühring , XIII. Dialéctica. Negación de la negación.)
La ley de negación de la negación completa la anterior, explicando el modo en que se resuelve la contradicción, dando paso
a una realidad nueva que contiene los aspectos positivos de lo negado. El primer momento del movimiento dialéctico, el de
la afirmación, supone la mera existencia de una realidad; el segundo momento, el de la negación, supone la acción del
elemento contrario que, en oposición con el primer momento, lo niega. El tercer momento, negando al segundo, que era
ya, a su vez, la negación del primero, se presenta como el momento de la reconciliación, de la síntesis, recogiendo lo
positivo de los dos momentos anteriores.
Una vez alcanzado este estadio del movimiento nos encontramos ante una nueva realidad que entrará de nuevo en otro
ciclo de transformación dialéctica, dando lugar, así, al desarrollo progresivo de la Naturaleza, de la sociedad humana y del
pensamiento. Un desarrollo que se dirige hacia formas más completas, más perfectas, más integradoras, de la realidad.

Engels y el Materialismo Dialéctico


La elaboración de la filosofía materialista dialéctica ha sido uno de los logros más importantes en la historia del espíritu humano. En la
elaboración de dicha filosofía, ocupa un lugar central el nombre de Federico Engels.
A menudo suele subestimarse el papel jugado por este filósofo en dicha empresa, puesto que tal obra va asociada con mayor fuerza a otro
nombre: Carlos Marx, su amigo, con quien colaboró muy estrechamente y cuya grandeza intelectual brillaba con tal intensidad, que no
podía dejar de opacar al resto de pensadores que le rodeaban.

El materialismo dialéctico es la columna vertebral de todo el marxismo; sistema de ideas elaborado por Marx. De ahí que se tome, casi sin
pensar, a este genio como único fundador de esta concepción filosófica. Fue la sombra de este gigante, la que oscureció todos los aportes
brindados por Engels, aún cuando éste fuese al mismo tiempo, también un gigante.

No se trata pues, simplemente de que uno haya sido mejor que el otro. Es innegable que Marx aventajaba en muchos aspectos a Engels,
como también es innegable que por sí mismo y, sin la ayuda del segundo, jamás habría llegado a construir todo el imponente sistema de
ideas que logró edificar. Ambos fueron, en este sentido igualmente importantes. Pero ¿a qué se debe entonces la subestimación sufrida por
Engels? a este primer factor hay que añadirle otro, del cual es culpable el mismo Engels: su excesiva modestia. Nunca estuvo movido por el
anhelo de gloria. La misma filosofía se había encargado de mostrarle, cuan poco importante resultaba laborar en provecho de la propia
individualidad, en lugar de hacerlo en provecho de toda la humanidad. A esto último consagró su vida, tanto así, en el terreno de la vida
práctica como teórica.

Las fuentes directas del materialismo dialéctico, encuentran su núcleo, como filosofía ya madura, en Federico Engels. Marx estaba tan
ocupado en la elaboración de su obra El Capital, que no tuvo lugar de desarrollar esta área del pensamiento marxista; por ello, no se puede
comprender en su totalidad, la filosofía marxista sin leer los trabajos de Engels, en especial: Anti-Dühring, Ludwig Feuerbach y el fin de la
filosofía clásica alemana y Dialéctica de la naturaleza.

Engels estaba muy al tanto del desarrollo de las ciencias naturales y pensaba que éstas presuponían una importante confirmación de la
dialéctica “La naturaleza es la piedra de toque de la dialéctica,-Escribía- y tenemos que reconocer que la ciencia moderna ha suministrado
para esa prueba un material sumamente rico y en constante acumulación, mostrando así que, en última instancia, la naturaleza procede
dialéctica y no metafísicamente.”[1] Tuvo la intención de exponer estas ideas en su libro “Dialéctica de la naturaleza”, pero, tras la muerte
de Marx, la importante tarea de ordenar los inmensos manuscritos dejados por aquel, para poder publicar los tomos II Y III de El Capital, le
obligaron a renunciar a sus propios trabajos. Su obra vio la luz hasta 1925, a pesar de todo, es muy importante para el estudio de la filosofía
marxista.

Resulta evidente, por tanto, el valioso aporte de Engels, sin el cual, la filosofía marxista apenas habría llegado a esbozarse y sin el cual, los
tomos II y III de El Capital, no hubieran llegado a publicarse. A pesar de ello, Engels jamás pretendió ningún reconocimiento, y siempre se
expresó en términos muy modestos. Así, en su Ludwig Feuerbach, encontramos, en un pie de página la siguiente cita:
“Últimamente, se ha aludido con insistencia a mi participación en esta teoría; no puedo, pues, por menos de decir aquí algunas palabras
para poner en claro este punto. Que antes y durante los cuarenta años de mi colaboración con Marx tuve una cierta parte independiente
en la fundamentación, y sobre todo en la elaboración de la teoría, es cosa que ni yo mismo puedo negar. Pero la parte más considerable
de las principales ideas directrices, particularmente en el terreno económico e histórico, y en especial su formulación nítida y definitiva,
corresponden a Marx. Lo que yo aporté —si se exceptúa, todo lo más, dos o tres ramas especiales— pudo haberlo aportado también Marx
aun sin mí. En cambio, yo no hubiera conseguido jamás lo que Marx alcanzó. Marx tenía más talla, veía más lejos, atalayaba más y con
mayor rapidez que todos nosotros juntos. Marx era un genio; nosotros, los demás, a lo sumo, hombres de talento. Sin él la teoría no sería
hoy, ni con mucho, lo que es. Por eso ostenta legítimamente su nombre.”[2]
Expresiones como ésta son muy frecuentes en la obra de Engels, sobre todo tras la muerte de Marx.

Engels giró instrucciones para que, al morir, su cuerpo fuera incinerado y sus cenizas arrojadas al mar. No quería ningún monumento tras
su muerte. Pues como hemos visto, el ansia de gloria fue, en todo momento ajena a él.

En este ensayo, esperamos hacer una breve exposición de las importantísimas ideas filosóficas de este pensador. De igual manera,
pretendemos demostrar su vigencia, hoy en día, cuando la ciencia ha dado pasos enormes, pudiendo resolver problemas aún no resueltos
cuando Engels escribía sus obras.

I. El desarrollo de los cocimientos científicos y la necesidad de una adecuada concepción filosófica

Distan de ser un secreto, los enormes progresos que las ciencias naturales han logrado conquistar, sobre todo en los últimos dos siglos en
los cuales, el acervo de conocimientos que la especie humana ha llegado a poseer, han sobrepasado los límites antes imaginados,
resolviendo una multiplicidad de problemas, muchos de los cuales, el pensamiento especulativo apenas había podido llegar a plantear. Es
este un hecho que Engels no podía dejar de lado, dándose a la tarea de rastrear las ciencias naturales hasta su origen: el renacimiento,
periodo que comienza en el siglo XV y en el cual, el pensamiento humano pudo dar un salto cualitativo y en el que Engels ve, el origen
verdadero de las ciencias naturales, tal y como las conocemos hoy en día. En ese periodo, el mundo de la Grecia antigua se le presentó a
occidente con toda su fuerza liberadora; era tanta la energía con la que se abría paso en medio de las tinieblas del medioevo, que dio al
traste con la dictadura espiritual instaurada por la iglesia, rompiendo aquella pétrea corteza que había paralizado todo el progreso espiritual
de Europa, durante un milenio.

El progreso que se vivió en aquel entonces fue un proceso enteramente revolucionario y aquellos hombres que lo encarnaron, sentando las
bases al posterior régimen burgués, unos verdaderos “titanes”, que poco podían compararse, sin embargo, con los actuales y limitados
hombres burgueses. Aquellos expresaban la juventud de un nuevo periodo, mientras que éstos sólo expresan su senectud y su decadencia.

Las ciencias naturales, se desarrollaron por aquellos tiempos “revolucionarias hasta lo más hondo”, dado que tenían que conquistar el
derecho a su propia existencia. A partir de entonces, ellas se fueron independizando poco a poco de los prejuicios religiosos, haciéndolo
cada vez, a paso más agigantado (aunque sin poder lograrlo de manera definitiva, debido a los obstáculos que una sociedad dividida en
clases le impone para llegar a este fin).
Primero se desarrolló la mecánica, lo que conllevó, al perfeccionamiento de los métodos matemáticos (periodo caracterizado por Newton y
Lineo). Descartes estableció la geometría analítica y Napier los logaritmos; mientras que, posteriormente Leibniz y Newton, los cálculos
diferencial e integral; Kepler descubrió las leyes del movimiento planetario y Newton las formuló, según el punto de vista de las leyes del
movimiento de la materia.

Pero este periodo se caracteriza por la elaboración de una concepción del mundo en la que permanecía el punto de vista de una naturaleza
inmutable; todo aquello que no comprendían, era atribuido directamente al creador. En ese sentido, las ciencias naturales habían caído en
un punto de vista conservador. Poseían muchos más datos que los antiguos filósofos griegos, pero estaban muy por debajo de éstos
teóricamente. En esta área, aun estaban empantanadas en la teología.

Los científicos de esta época abrazaban concepciones filosóficas erróneas. En esto, los filósofos de la antigüedad los aventajaban en mucho.
En ellos a pesar de contar con un conocimiento inferior de las leyes naturales, encontrábamos ya “todo el originario y tosco materialismo,
emanado de la naturaleza misma y que, del modo más natural del mundo, considera en sus comienzos la unidad dentro de la infinita
variedad de los fenómenos de la naturaleza como algo evidente por sí mismo, buscándola en algo corpóreo y concreto, en algo específico,
como Tales en el agua.”[3] Pues no estaban limitados por la división del trabajo que afecta tanto a los actuales hombres de ciencia. “Los
primeros filósofos griegos eran, al mismo tiempo, naturalistas: Tales era geómetra, fijó el año en 365 días y se dice de él que predijo un
eclipse de sol. Anaximandro construyó un reloj de sol, trazó una especie de mapa (peírmetron) de las tierras y los mares y creó diversos
instrumentos astronómicos. Pitágoras era matemático.”[4] Con lo que está claro, eran mucho más completos. Los científicos actuales
desconocen en su inmensa mayoría todo lo relacionado con filosofía u otras ciencias ajenas a su campo de estudio.

Pero, si las ciencias naturales abrazaron ideas erróneas, la filosofía pudo mostrarles nuevamente su superioridad. Comenzando por Spinoza
y acabando por los grandes materialistas franceses, se esforzó por explicar el mundo, partiendo del mundo mismo.

Pero las mismas ciencias naturales fueron, poco a poco, abriendo esta brecha, el primer paso no lo dio ningún naturalista sino un filósofo:
Kant con su “Historia universal de la naturaleza y teoría del cielo” mostró nuestro sistema solar no como algo rígido, sino como algo que
había devenido en el tiempo y se había desarrollado. La geografía develó restos de organismos ya no existentes, mostrando que las especies
también tenían su historia. La física demostró como la energía se trueca la una a la otra, mostrando el principio ya planteado por Descartes
de que la cantidad de movimiento existente en el mundo es siempre la misma. La química se encargó de comprobar la relación íntima, entre
la naturaleza orgánica e inorgánica. Finalmente, la biología desmontó el punto de vista que veía a los seres orgánicos como seres rígidos e
inmutables; haciendo desaparecer todas las fronteras entre los seres orgánicos (la genética moderna ha dado remate sólido a este hecho).

Con esto ve Engels el surgimiento de una nueva concepción del mundo que nos hace volver la mirada hacia atrás; hacia los fundadores de la
filosofía griega, en quienes esta concepción no era, sin embargo, sino una genial intuición. Retornamos al viejo punto de vista dialéctico de
los antiguos pero bajo un nivel superior.
“Y así hemos vuelto a la concepción del mundo que tenían los grandes fundadores de la filosofía griega, a la concepción de que toda la
naturaleza, desde sus partículas más ínfimas hasta sus cuerpos más gigantescos, desde los granos de arena hasta los soles, desde los
protistas hasta el hombre, se halla en un estado perenne de nacimiento y muerte, en flujo constante, sujeto a incesantes cambios y
movimientos. Con la sola diferencia esencial de que lo que fuera para los griegos una intuición genial es en nuestro caso el resultado de
una estricta investigación científica basada en la experiencia y, por ello, tiene una forma más terminada y más clara.” [5]“Con el
levantamiento de Constantinopla y la caída de Roma termina el mundo antiguo, y con la caída de Constantinopla aparece
indisolublemente entrelazado el final de la Edad Media. La época moderna comienza con el retorno a los griegos. ¡Negación de la
negación!”[6]
Las ciencias naturales contemporáneas, se ven obligadas por su propio progreso, a adoptar un punto de vista dialéctico. Las ciencias
naturales acuñan una cantidad inmensa de datos que deben ser ordenados, sistematizados y en los que, además conviene descubrir sus
conexiones. Pero esto significa adoptar un punto de vista filosófico. El pensamiento filosófico, sin embargo, debe ser cultivado y la extrema
división del trabajo en el campo de las ciencias, impide a los científicos cultivarlo. Éstos suelen, a falta de una perspectiva filosófica, repetir
los mismos prejuicios que imperan en su tiempo; o a menudo, proclamar aquellas reflexiones filosóficas que ya han sido proclamadas en
más de una ocasión y que, ya han sido penosamente refutadas. De todos los métodos del pensamiento sólo la dialéctica, que ha sido
elaborada de la manera más completa por Hegel, ofrece un punto de vista certero para las ciencias naturales:
“(…) la dialéctica es, precisamente, la forma más cumplida y cabal de pensamiento para las modernas ciencias naturales, ya que es la
única que nos brinda la analogía y, por tanto, el método para explicar los procesos de desarrollo de la naturaleza, para comprender, en
sus rasgos generales, sus nexos y el tránsito de uno a otro campo de investigación.” [7]
II. El materialismo y la dialéctica

La concepción materialista, alcanza su madurez y más definitiva elaboración, con los grandes maestros de la clase obrera; dicha concepción
no es otra cosa que una manera científica de interpretar el mundo, tratando de explicarlo por sí mismo, sin apelar a una ilusoria causa final,
a un Dios, etc. y dejando de lado todo elemento sobrenatural. Como el mismo Engels lo explicó al reconocer como única y verdadera “Causa
finalis [causa última]: la materia y el movimiento inherente a ella.” [8] La filosofía materialista se caracteriza por estar siempre y en todo
momento, buscando las causas de lo que se aparece como “inexplicable”, sin acudir a subterfugios cobardes como el apelo a las divinidades
para todo aquello que simplemente no comprendemos, tratando de ocultar, con tales palabras, nuestra ignorancia; dejando a las futuras
generaciones el conocimiento de las cosas que, dada nuestras limitaciones históricas, su conocimiento escapa a nuestras manos:
“... concebir materialistamente la naturaleza no es sino concebirla pura y simplemente tal y como se nos presenta, sin aditamentos
extraños, y esto hizo que en los filósofos griegos se comprendiera, originariamente, por sí misma.” [9]
Esas son precisamente, pintadas a grandes rasgos, las características de la filosofía materialista. Su nombre proviene del hecho de ver en las
cosas materiales, algo fundamental, cuya existencia descansa, en última instancia, en sí misma; sin negar la existencia del espíritu, pero
viendo en éste, una dependencia hacia lo material.

La filosofía materialista ha existido mucho antes de Marx o Engels. Sin embargo, se había mostrado incapaz de dar respuestas satisfactorias
a múltiples interrogantes. El materialismo por sí mismo es insuficiente. Ya Engels y Marx debieron combatir el llamado “materialismo
vulgar” que se presentaba en su época. Éste al pretender desvincularse radicalmente de todo idealismo, echaba por tierra todo lo valioso que
éste había producido. De ello, lo más valioso era el método de Hegel: el método dialéctico. El materialismo por sí mismo se vuelve
unilateral. Es necesario que sea, no sólo materialismo, sino materialismo dialéctico.

Se puede definir la dialéctica como un método de interpretación de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, que parte del hecho de que
todo se encuentra en continua interacción y en continuo cambio y flujo. Hegel elaboró de la manera más completa sus leyes, pero éstas no
son una invención suya. Ya en el pasado múltiples filósofos habían expresado ideas dialécticas. Comenzando con Heráclito, pasando por
Platón, Aristóteles, Agustín, Bruno, Descartes, Leibniz, Spinoza, Kant y muchos otros más hasta llegar a Hegel. De manera que esto les ha
sido impuesto a los filósofos, a veces de manera intuitiva, a veces de forma consciente. ¿A qué se debe ello? A que las leyes de la dialéctica
existen de manera objetiva, mientras que los filósofos no han hecho sino expresar este hecho. “Las leyes de la dialéctica se abstraen, por
tanto, de la historia de la naturaleza y de la historia de la sociedad humana. Dichas leyes no son, en efecto, otra cosa que las leyes más
generales de estas dos fases del desarrollo histórico y del mismo pensamiento.” [10] Y “la dialéctica de la mente es simplemente la imagen
refleja de las formas de movimiento del mundo real, así en la naturaleza como en la historia.” [11] En más de una ocasión se ha
malinterpretado este último pensamiento de Engels. Se ha insinuado que la idea de éste es la de reducir el cerebro a un mero órgano
reflector sin ninguna otra función. Nada más lejos del pensamiento dialéctico que este hecho. El hecho de que Engels mismo ocupe estas
palabras, se debe a propósitos meramente didácticos. El cerebro no es un órgano que se limite a reflejar la realidad. Si eso fuera así,
desaparecería cualquier necesidad investigativa y cualquier razonamiento; bastaría con pararse a contemplar el objeto indagado y dejar que
el cerebro comience a desplegar su potencial “reflectivo”. Esto no es así, como el mismo Engels lo demuestra; el cerebro tiene una función
mucho más importante: como órgano de la inteligencia que nos ayuda a indagar, interpretar, sistematizar, etc. Tomemos una de las leyes de
la dialéctica, la ley del trueque de la cantidad en calidad y viceversa. Veremos que no se aplica de igual manera en una ciencia como la
biología y otra como la geografía; y que a pesar de sus diferentes manifestaciones en la naturaleza, el cerebro es capaz de abstraerlas todas y
agruparlas en una sola ley, lo que devela la enorme importancia de este órgano, que no participa de manera pasiva en el proceso de
conocimiento, donde interviene, muy por el contrario, de manera activa.

III. Materia, vida y sociedad


“La materia se mueve en un ciclo perenne, ciclo que probablemente describe su órbita en períodos de tiempo para los que nuestro año
terrestre ya no ofrece una pauta de medida suficiente; en el que el tiempo del más alto desarrollo, el tiempo de la vida orgánica y, más
aún, el de la vida consciente de sí misma y de la naturaleza, resulta medido tan brevemente como el espacio en el que se hacen valer la
vida y la autoconciencia; en el que toda modalidad finita de existencia de la materia, ya sea sol o nebulosa, animal concreto o especie
animal, combinación o disociación química, es igualmente perecedera y en el que nada hay eterno fuera de la materia en eterno
movimiento y de las leyes con arreglo a las cuales se mueve y cambia. Pero, por muchas veces y por muy implacablemente que este ciclo
se opere también en el tiempo y en el espacio; por muchos millones de soles y de tierras que puedan nacer y perecer y por mucho tiempo
que pueda transcurrir hasta que lleguen a darse las condiciones para la vida orgánica en un solo planeta dentro de un sistema solar; por
innumerables que sean los seres orgánicos que hayan de preceder y que tengan que perecer antes, para que de entre ellos puedan llegar a
desarrollarse animales dotados de un cerebro capaz de pensar y a encontrar por un período breve de tiempo las condiciones necesarias
para su vida, para luego verse implacablemente barridos, tenemos la certeza de que la materia permanecerá eternamente la misma a
través de todas sus mutaciones; de que ninguno de sus atributos puede llegar a perderse por entero y de que, por tanto, por la misma
férrea necesidad con que un día desaparecerá de la faz de la tierra su floración más alta, el espíritu pensante, volverá a brotar en otro
lugar y en otro tiempo.”[12]”
En el universo no hay lugar para el vacío. Todo vacío es relativo. Las observaciones astronómicas nos han revelado que el espacio se
encuentra por todas partes lleno de elementos como el gas interestelar detectado ya en 1904 por Hartmann.

Mas si no existe un vacío absoluto, eso significa que el universo es ilimitado, muy a pesar de las opiniones de muchos de nuestros científicos
contemporáneos. Sin embargo, todo cuanto hay en él es perecedero, incluso las más extensas galaxias y, desde luego, nuestro sistema solar.

En 1755 Kant elaboró una teoría sobre el origen del sistema solar que luego Laplace desarrolló en 1796. Según ella, el sol y el resto de los
planetas se formaron a partir de la condensación de una inmensa nube de materia. Ya en la época de Engels esta hipótesis se había
impuesto y era aceptada como básicamente correcta; luego, surgieron otras tesis acerca del origen del sistema solar que, no obstante
resultaron ser insostenibles. La hipótesis de la nebular volvió a surgir en la década del 40 del siglo pasado, enriquecida por los enormes
avances que había sufrido la ciencia. Hoy en día, esta hipótesis que fue desarrollada en el siglo anterior por el astrónomo alemán Carl F.
Von Weizsäcker y el astrofísico sueco Hannes Alfven es considerada como la versión más probable sobre los orígenes de nuestro sistema
solar.

Pero no solo nuestro sistema solar ha tenido un origen y tendrá, algún día un final, también las estrellas nacen y mueren. Antes de quedarse
sin combustible, las estrellas evolucionan lentamente en un periodo que dura millones de años. Al llegar a un punto, la estrella experimenta
un final violento y colapsa bajo su propio peso en menos de un segundo en el cual, una cantidad impresionante de energía es liberada. Los
restos de la estrella se dispersan por el espacio. La materia no se destruye, ha sido siempre la misma. Nuestro planeta y nosotros mismos,
estamos formados por restos de estrellas que alguna vez brillaron en el espacio. Durante mucho tiempo se pensó que las estrellas y los
planetas eran perfectos e incorruptibles, ahora sabemos que comparten igual destino que el nuestro.

Pero si en apariencia, en el espacio las cosas se nos pueden presentar como fijas e imperecederas, distinto ocurre cuando nos adentramos en
el terreno de lo microscópico. Así como un organismo unicelular sólo puede vivir por un instante insignificante en comparación con nuestro
tiempo de vida, en el mundo subatómico nos encontramos con una realidad completamente nueva para lo que nos ofrece la cotidianidad.
Los científicos quedaron sorprendidos cuando, tras ver al microscopio se encontraron con partículas cuya existencia era de una fugacidad
cada vez mayor, hasta calcularse en una mil millonésima parte de un segundo. Estas partículas han sido llamadas, con mucha razón,
partículas virtuales. Y sin embargo, el proceso es básicamente el mismo que el experimentado por la más enorme de las estrellas: nacer y
morir, pero cualitativamente distinto. Este hecho rebela la conexión entre las distintas formas en que se manifiesta la materia, el
movimiento se expresa de diferentes maneras dependiendo del lugar en el que se manifiesta, pero no deja de ser tal movimiento. Como ya
había explicado Engels: “Pese a toda la paulatinidad, la transición de una forma de movimiento a otra es siempre un salto, una inflexión
decisiva. Tal es el caso de la transición entre la mecánica de los cuerpos celestes y la de las masas menores situadas en uno de ellos; también
la transición de la mecánica de las masas a la mecánica de las moléculas, la cual incluye los movimientos que estudiamos en lo que suele
llamarse propiamente física: calor, luz, electricidad, magnetismo; así también tiene lugar la transición entre la física de las moléculas y la de
los átomos la —química—, con un salto decisivo; y aún más visiblemente es éste el caso en la transición de la acción química común al
quimismo de la albúmina, al que llamamos vida. Dentro de la esfera de la vida los saltos se hacen cada vez más escasos e
imperceptibles.”[13]

La materia no conoce la quietud, ni la más firme de las montañas ha sido eterna, ni los continentes han existido siempre tal y como los
conocemos, ni serán siempre iguales, éstos se encuentran en permanente movimiento. El cambio experimentado por ellos no es, pese a
todo, gradual, la naturaleza nos muestra que hasta el más firme de los accidentes geográficos puede formarse o desaparecer en un abrir y
cerrar de ojos; eso es lo que sucede durante un terremoto, cuando la tierra, tan sólida bajo nuestros pies, se sacude repentinamente;
fenómenos como este, erupciones volcánicas, tsunamis, etc., pueden hacer cambiar el paisaje abruptamente. En una frase, si bien los
cambios geográficos pueden darse y se dan de manera gradual, estos cambios graduales pueden acumularse hasta dar lugar a cambios más
o menos rápidos que se manifiestan en forma de catástrofes y conmociones. Por lo que aquí la cantidad muta en calidad, lo cual constituye
una prueba de que la naturaleza se desenvuelve de acuerdo a leyes dialécticas. Pero más evidentes resultan la presencia de estas leyes en
otros aspectos de la realidad, como por ejemplo las diversas formas en que se manifiesta la vida.

Así pues, la materia y el movimiento van siempre unidos ¿Cómo podría existir movimiento de la nada? Es evidente que esto es imposible
pero también lo otro lo es, la presencia de la materia y la ausencia del movimiento. “El movimiento es el modo de existencia de la materia.
Jamás y en ningún lugar ha habido materia sin movimiento, ni puede haberla. Movimiento en el espacio cósmico, movimiento mecánico de
masas menores en cada cuerpo celeste, vibraciones moleculares como calor, o como corriente eléctrica o magnética, descomposición y
composición químicas, vida orgánica: todo átomo de materia del mundo y en cada momento dado se encuentra en una u otra de esas formas
de movimiento, o en varias a la vez.”[14]

De suyo se comprende que si la materia no conoce la quietud, tiende a transformarse constantemente. Ahí donde los elementos que la
componen encuentran las condiciones propicias para hacerlo, es capaz de adquirir formas cada vez más complejas, y si estas condiciones
son tan favorables, la materia puede desplegarse en toda la diversidad de su riqueza dando origen, en un proceso cuya duración trasciende
los límites de nuestra imaginación, a las formas de los organismos vivientes. Estas condiciones han estado presentes en nuestro planeta, lo
que ha hecho posible el surgimiento de todas las infinitas formas que ha adquirido la vida en él y cuyo esplendor sin duda, es mucho más
maravilloso que cualquier fantástico paraíso celestial inventado por la más ingeniosa de las religiones.

Con el surgimiento de la vida, no encuentra final el desarrollo de la materia, ésta es sólo una forma de manifestación suya, una forma en la
que aquella se manifiesta a un nivel superior. Engels define la vida como “el modo de existencia de los cuerpos albuminoideos (…)” [15] Esta
definición es, en esencia correcta, pero hoy nos es posible dar una definición de la vida más detallada; los seres vivos tienen en común el
estar compuestos por ácidos nucléicos y proteínas.

Una vez constituida la vida, ésta se desarrolla sujeta a sus propias leyes. El surgimiento de las formas orgánicas de la materia representa
siempre un salto de calidad, se desarrolla evolucionando en toda una diversidad de formas, se modifica, pero con su actividad, también
modifica todo su entorno, influyendo sobre su medio a la vez que el medio influye sobre ella, en una relación recíproca.

En la vida se pone de manifiesto, el desenvolvimiento de la materia sujeta a leyes de carácter dialéctico. “La vida, el modo de existencia de
un cuerpo albuminoideo, consiste, pues, ante todo en que en cada instante es él mismo y otro; y esto no a consecuencia de un proceso al que
esté sometido desde fuera, como puede ser el caso también en cuerpos inertes. La vida, por el contrario, el intercambio químico que tiene
lugar por la alimentación y la eliminación, es un proceso que se autorrealiza y es inherente, innato, a su portador, la albúmina, hasta el
punto de que ésta no puede existir sin él.”[16] En los organismos vivientes se evidencia la unidad de las distintas formas de energía, en ellos
tienen lugar, procesos de carácter químicos, físicos, mecánicos, etc. Luego de atravesar un extenso recorrido en el que las formas de vida
atraviesan diversas fases, por fin la materia puede dar origen a criaturas pensantes; es un nuevo salto y con él, la vida y la materia se erigen
en una esfera de desarrollo completamente nueva.

Así, el hombre ha surgido sólo al atravesar la vida, un proceso largo de evolución y no podía haber surgido sin él. La especie humana es el
producto más complejo brotado de la naturaleza, sólo en gracia de ello ha podido erigirse en criatura dominante de todo el planeta. Con el
surgimiento de la conciencia, la materia ha llegado a un punto en el que es capaz de conocerse a sí misma, es consciente de sí misma; la
naturaleza se conoce, se comprende y puede ser dueña de su propio destino. La enorme diversidad cultural, los grandes progresos
científicos, las impresionantes obras artísticas y arquitectónicas, las bastas ciudades, los grandes sucesos históricos, etc., nos sirven como
pruebas empíricas al hecho de que es nuestra especie la que ha recibido de la naturaleza, el más preciado de los dones: la conciencia. “Con el
hombre entramos en el campo de la historia. También los animales tienen su historia, la historia de su origen, descendencia y gradual
desarrollo, hasta llegar a su estado actual. Pero esta historia no la hacen ellos, sino que se hace para ellos y, en la medida en que de ella
participan, lo hacen sin saberlo y sin quererlo. En cambio, los hombres, a medida que se alejan más y más del animal en sentido estricto,
hacen su historia en grado cada vez mayor por sí mismos, con conciencia de lo que hacen, siendo cada vez menor la influencia que sobre
esta historia ejercen los efectos imprevistos y las fuerzas incontroladas y respondiendo el resultado histórico cada vez con mayor precisión a
fines preestablecidos.”[17]

Solo los seres humanos han podido alcanzar un dominio y una comprensión sobre las leyes naturales que les han permitido modificar su
entorno de manera consciente y les han hecho posible llegar a dominarlo. El dominio del hombre sobre la naturaleza se acrecienta a cada
paso, sobre todo con el incesante avance de la ciencia. En ese sentido somos libres, en que, a diferencia del resto de los animales, nuestro
obrar no está limitado por las barreras impuestas por la naturaleza, sino que somos capaces de derribar dichas barreras tan pronto como
hemos podido descubrir las leyes bajo las que se rigen.

Pero ¿Cuáles han sido los resultados obtenidos hasta ahora? El hombre, que ha conquistado el dominio sobre la naturaleza y la ha
esclavizado, también se ha esclavizado y dominado a sí mismo; gracias a la ciencia se ha liberado del yugo natural pero sólo para imponerse
un nuevo y mayor yugo de carácter social; hemos llevado la producción hasta límites exorbitantes pero, todo lo que conoce la mayor parte
de la población es la escases y la miseria; hemos desarrollado los medios y las premisas materiales para resolver los problemas que pesan
sobre la humanidad, pero ésta no ha hecho sino incrementar el peso de sus problemas y sus necesidades; y si nos hemos elevado a un grado
superior al resto de los animales, ha sido sólo para que el individuo se rebaje muy por debajo de estos, convirtiéndose en un mero
instrumento al servicio de la producción, en lugar de poner a la producción al servicio suyo. Cada obstáculo derribado ha significado nuevos
obstáculos con los que el hombre ha debido cargar.

Hasta ahora, el progreso histórico ha tenido un carácter contradictorio. Con el desarrollo de las fuerzas productivas, la sociedad humana
llegó a un punto en el que tuvo que escindirse en clases sociales. El surgimiento de la civilización estuvo marcado por el surgimiento de la
explotación de la gran masa de trabajadores por una minoría privilegiada que se hizo del control de la dirección de la sociedad
completa. “Todas las formas superiores de producción se tradujeron en la división de la población en clases y, con ello, en el antagonismo
entre clases dominantes y oprimidas; y esto hizo que el interés de la clase dominante pasara a ser el resorte propulsor de la producción,
en la medida en que ésta no se limitaba estrictamente a proporcionar el sustento a los oprimidos.”[18] Pero el devenir histórico está sujeto
a sus propias leyes y no acepta someterse a los caprichos de una clase determinada, el control social por una minoría ha tenido
consecuencias trágicas ahí donde este control rebasa los niveles permitidos por el estado cosas existentes, consecuencias que ahora se
muestran como más que evidentes. Además, división en clases significa también división en lo que sigue: todos los deberes para la mayoría,
todos los derechos para unos pocos. Todas las conquistas sociales han venido, hasta ahora a beneficiar a las clases en cuya dirección
reposaba ésta; la gran masa oprimida apenas y llega a ver algún beneficio obtenido por su esfuerzo físico, ni siquiera los más mínimos. “Y no
puede ser de otro modo, mientras la actividad histórica más esencial de los hombres, la que ha elevado al hombre de la animalidad a la
humanidad y que constituye la base material de todas sus demás actividades, la producción para satisfacer sus necesidades de vida, que
es hoy la producción social, se halle cabalmente sometida al juego mutuo de la acción ciega de fuerzas incontroladas, de tal modo que sólo
en casos excepcionales se alcanzan los fines propuestos, realizándose en la mayoría de los casos precisamente lo contrario de lo que se ha
querido.” [19] Por eso, la mayoría de la humanidad apenas y se ha podido elevar por encima del nivel más primitivo, porque:
“Siendo la base de la civilización la explotación de una clase por otra, su desarrollo se opera en una constante contradicción. Cada
progreso de la producción es al mismo tiempo un retroceso en la situación de la clase oprimida, es decir, de la inmensa mayoría. Cada
beneficio para unos es por necesidad un perjuicio para otros; cada grado de emancipación conseguido por una clase es un nuevo
elemento de opresión para la otra. La prueba más elocuente de esto nos la da la introducción de la maquinaria, cuyos efectos conoce hoy
el mundo entero.” [20]
El examen del modo de funcionar del actual orden capitalista nos muestra que este opera de manera anárquica, descontrolada. La
propiedad sobre los medios de producción se impone cada vez más como el mayor freno para lograr un sistema social armonioso y acorde al
estado actual de la especie humana. Las cosas han llegado tan lejos que la misma supervivencia de la civilización está amenazada.

¿Es entonces el capitalismo el fin de la historia?

Son las relaciones en el modo de producción capitalista las que nos han sumido en la penosa situación en la que nos encontramos, es por
tanto, la disolución de ese tipo de relaciones el presupuesto necesario para superar tal condición. Hoy en día existen todas las premisas
materiales para superar el actual régimen de explotación burgués, la sociedad humana puede dar paso a una economía planificada en la que
se convierta en la real dueña de su propio destino. No hay razón para creer que lo más rico que ha brotado de la naturaleza: el espíritu
pensante, haya por fin agotado sus posibilidades. Aún no conocemos ni mucho menos, todos sus alcances. La actual etapa en la historia
humana más bien debe considerarse como un simple periodo de transición hacia una nueva y superior etapa. La especie humana aún es
joven y no ha dejado de evolucionar, más bien es esa ingenuidad infantil la que nos hace pensar que hemos llegado al final del recorrido;
pero las fuerzas caducas y reaccionarias del orden imperante se resisten a dar paso a lo nuevo y los actuales síntomas de agonía son el
resultado de un sistema que se aferra a la vida pero que no tiene ya nada que ofrecer. De ahí que sólo por medio de una revolución violenta
se pueda poner término a tan funesta situación, dando paso a una nueva época en la que hombres y mujeres puedan por fin actuar
libremente y ser amos y señores de sus propias fuerzas.
“Sólo una organización consciente de la producción social, en la que se produzca y se distribuya con arreglo a un plan, podrá elevar a los
hombres, en el campo de las relaciones sociales, sobre el resto del mundo animal en la misma medida en que la producción en general lo
ha hecho con arreglo a la especie humana. Y el desarrollo histórico hace que semejante organización sea cada día más inexcusable y, al
mismo tiempo, más posible. De ella datará una nueva época de la historia en la que los hombres mismos, y con ellos todas las ramas de
sus actividades, incluyendo especialmente las ciencias naturales, alcanzarán un auge que relegará a la sombra más profunda todo
cuanto hasta hoy conocemos.” [21]

COMO ACTÚA EL HUMANO SEGÚN SIMÓN FREUD


La teoría de la personalidad de Sigmund Freud fue variando a medida que avanzaba en su desarrollo teórico. Para Freud, la
personalidad humana es producto de la lucha entre nuestros impulsos destructivos y la búsqueda de placer. Sin dejar a un
lado los límites sociales como entes reguladores.
La construcción de la personalidad viene a ser un producto: el resultado de la forma que emplea cada persona para lidiar
con sus conflictos internos y las demandas del exterior. La personalidad marcará así la forma en la que cada uno se
desenvuelve en lo social y se enfrenta a sus conflictos: internos y externos.
Freud, médico neurólogo, austriaco y padre del psicoanálisis, expuso cinco modelos para conceptualizar la personalidad:
topográfico, dinámico, económico, genético y estructural. Estos cinco modelos pretendían dar forma a un completo
esquema en el que se pudiera articular la personalidad de cada uno de nosotros.
Modelos de la teoría de la personalidad de Sigmund Freud
La teoría de la personalidad de Freud se caracteriza por ser estructural. Los modelos que explicamos a continuación no han
de tomarse como una de una verdad absoluta. Sin embargo, son herramientas de gran utilidad para poder comprender la
dinámica de la psique humana. Aunque se explicarán por separado, todos están relacionados entre sí.
1- Modelo topográfico
Freud utilizó la metáfora de las partes del iceberg para facilitar la comprensión de las tres regiones de la mente. La punta
del iceberg, que es lo visible, equivale a la región consciente. Tendría que ver con todo aquello que se puede percibir en un
momento particular: percepciones, recuerdos, pensamientos, fantasías y sentimientos.
La parte del iceberg que se sumerge, pero que aún puede ser visible, equivale a la región preconsciente de la mente. Tiene
que ver con todo aquello que se es capaz de recordar: momentos que ya no están disponibles en el presente pero que
pueden ser traídos a la consciencia.
El grueso del iceberg que queda oculto debajo el agua, equivale a la región inconsciente. En esta área quedarían guardados
todos los recuerdos, sentimientos y pensamientos inaccesibles para la conciencia. Guarda contenidos que pueden ser
inaceptables, desagradables, dolorosos, conflictivos y sobre todo angustiantes para la persona.

2- Modelo dinámico
Este modelo posiblemente sea uno de los más difíciles de comprender en la teoría de la personalidad de Sigmund
Freud. Tiene que ver con la dinámica psíquica que se produce en la mente del sujeto, entre los impulsos que buscan la
gratificación sin medida y los mecanismos de defensa que procuran inhibirlos.
La dinámica psíquica reguladora tiene como fin primordial procurar que cada persona pueda desenvolverse y adaptarse en
el medio social. Los mecanismos de defensa que se derivan de este modelo son: represión, formación reactiva,
desplazamiento, fijación, regresión, proyección, introyección y sublimación; son pilar importante de la teoría de la
personalidad de Sigmund Freud.
3- Modelo económico
Tiene que ver con la forma de funcionamiento de aquello que Freud denominó “pulsión”, la cual puede ser entendida, a
grosso modo, como la energía que nos impulsa a buscar un fin determinado. La pulsión es el motor y la energía que nos
mueve. En este sentido, Freud consideraba que todo comportamiento estaba motivado por las pulsiones, a las que dividió
en pulsión de vida (eros) y pulsión de muerte (tánatos).
La pulsión de vida está relacionada con la capacidad de autoconservación del individuo, impulso para crear, protegerse,
relacionarse. En cambio, la pulsión de muerte está relacionada con las tendencias destructivas del ser humano hacia sí
mismo o hacia el otro, relacionándolas con el principio de Nirvana que es la nada, la no-existencia, el vacío.
4- Modelo genético
Este modelo sigue las cinco etapas del desarrollo psicosexual. Caracterizado por la búsqueda de gratificación en las zonas
erógenas del cuerpo, cuya importancia depende de la edad. Freud descubrió que no solo el adulto encuentra satisfacción en
las zonas erógenas, sino que el niño también lo hace. La gratificación excesiva en estas etapas o la frustración repentina de
alguna harán que se desarrollen ciertos tipos de personalidad.
Las etapas o estadios del desarrollo psicosexual, en la teoría de la personalidad de Sigmund Freud, son:
Etapa oral: de 0- 18 meses. El foco del placer es la boca; chupar, besar y morder. La fijación en esta fase se relaciona con
una personalidad oral receptiva a seguir buscando el placer por medio de la boca (fumar, el comer de más, etc.). Por el
contrario, la frustración repentina se relaciona con una personalidad oral agresiva: procura el placer siendo agresivamente
verbal y hostil con los demás.
Etapa anal: de 18-4 años de edad. El foco del placer es el ano; retener y expulsar. Un control muy estricto de la misma se
relaciona conpersonalidad retentiva, mezquina. O por el contrario personalidad laxa, derrochadora.
Etapa fálica: de 4-7 años de edad. El foco del placer se centra en los genitales. La masturbación a estas edades es bastante
común. Ocurre la identificación con el padre o la madre. En esta etapa se resuelve el complejo de Edipo. Este complejo
estructura la personalidad y sirve para aceptar las normas sociales por parte del individuo.
Etapa de latencia: de 7-12 años. Durante este período Freud supuso que la pulsión sexual se suprimía al servicio del
aprendizaje para facilitar una integración cultural del sujeto a su entorno.
Etapa genital: 12 años en adelante. Representa la aparición de la pulsión sexual en la adolescencia, dirigida más
específicamente hacia las relaciones sexuales. Se reafirma la identidad sexual de hombre o la mujer.

5- Modelo estructural
Este modelo en la teoría de la personalidad de Sigmund Freud destaca por la separación de la mente en tres instancias.
Estas tres instancias se desarrollarían a lo largo de la infancia. Cada instancia tiene funciones diferentes que actúan en
distintos niveles de la mente, pero de manera conjunta para formar así a una estructura única de personalidad.
El Ello: es la parte primitiva e innata de la personalidad, cuyo único propósito es satisfacer los impulsos de la persona.
Representa las necesidades y deseos más elementales, las pulsiones.
El Yo: evoluciona según la edad y actúa como un intermediario entre el Ello y el Superyó. Representa la forma como
enfrentamos la realidad.
El Superyo: representa los pensamientos morales y éticos recibidos de la cultura. Representa la ley y la norma.
Para concluir, señalar que los modelos interactúan entre sí. Hacen de la personalidad un conjunto dinámico de
características psíquicas que condicionan el modo en el que cada persona actúa ante las circunstancias que se le presentan.
“El precio que pagamos por nuestra avanzada civilización es una pérdida de felicidad a través de la intensificación del
sentimiento de culpa”
-Sigmund Freud-

LA BASURA DE OFIMÁTICA Y COMO SOLUCIONARLA

El progreso tecnológico ha contribuido a aumentar la diversidad y complejidad de los desechos que contaminan el medio
ambiente. El gran crecimiento en la producción de aparatos eléctricos y electrónicos que, gracias a la innovación tecnológica
y la globalización del mercado, acelera su sustitución y por lo tanto su desecho, lo que produce diariamente toneladas de
basura electrónica. En México se tiene poco conocimiento del problema. Una encuesta efectuada en 2006 por Ipsos Mori en
nueve países indica que apenas 43% de mil encuestados sabía que las computadoras personales y otros aparatos electrónicos
contienen materiales dañinos para la salud humana y su entorno.

El Instituto Nacional de Ecología estima que el volumen de desechos se incrementó 167% entre 1998 y 2006. Actualmente,
se estima que en México se generan entre 150 mil y 180 mil toneladas por año, cifra que equivale a llenar hasta cinco veces
el Estadio Azteca, lo que muestra la magnitud del problema. Uno de los aspectos más delicados es el vacío de información
acerca de los patrones de consumo, el destino final de los desechos electrónicos y la falta de infraestructura formal para su
adecuado manejo en las diversas etapas.

El problema aumentará con la aparición de las computadoras y televisiones de alta definición. Se cree que 25 millones de
televisores se desechan cada año, y que en el caso de los teléfonos celulares la cifra es aún mayor. En el año 2005 se
eliminaron 98 millones de aparatos en Estados Unidos, y si se suman todos los desechos electrónicos, se calcula que 45
millones de toneladas métricas anuales se producen en todo el mundo, según el Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente.

Los aparatos electrónicos provocan una enorme contaminación atribuida al tipo de sustancias que se utilizan en su fabricación.
En la manufactura de las computadoras y electrodomésticos se emplean frecuentemente dos grupos de sustancias que son
nocivas para la salud humana y para el ambiente: los compuestos orgánicos policromados, llamados también retardadores de
flama (bifeniles polibro minados o éter difenil hexavalente), que se usan como aditivos en los plásticos, y metales pesados
como plomo, mercurio, cadmio y cromo en la elaboración de los dispositivos electrónicos. Además, contienen oro y arsénico,
por lo que la contaminación por residuos electrónicos está alcanzando una magnitud alarmante. Según los estudiosos, tales
materiales contaminan el suelo, el agua, el aire y en general los ecosistemas, y representan un problema de salud para la
población que todavía no ha sido percibido como tal en algunas regiones, ni considerado en los planes de desarrollo para su
adecuado manejo. Por ejemplo, se ha reportado que la contaminación del agua con materiales tóxicos como el plomo, cadmio
o mercurio (los mismos que se utilizan comúnmente en la fabricación de material informático) es hasta 190 veces más alta
que la aceptada por la Organización Mundial de la Salud. En nuestro país puede verse con frecuencia que los ríos de los
alrededores de las grandes ciudades están abarrotados de cristales rotos, circuitos electrónicos y plásticos de todo tipo.

El problema es aún más grave en los países receptores de esta basura electrónica. En la India, China y África se “recicla” la
mayor parte de la basura electrónica que se genera en Estados Unidos, donde se le procesa para recuperar el plomo, oro y
otros metales valiosos. Pero en ese proceso, elementos como el cadmio o el mercurio contaminan el suelo y el agua. En
realidad, el “reciclado” de equipos que realmente son inservibles es mínimo y la mayor parte van a los basureros a cielo abierto.
Carrol publicó un artículo en la edición en español del National Geographic en el que describe la situación tan lamentable que
ocurre en Nigeria, país que recibe toneladas de equipos inservibles y que carece de la infraestructura para reciclar
componentes electrónicos. A Lagos, la antigua capital nigeriana, arriban cada mes 500 contenedores con equipos electrónicos
usados; cada contenedor lleva alrededor de 800 computadoras, lo que hace un total de 400 mil. De esa cantidad, 75% es
inservible y su reparación no es económicamente redituable, por lo que son arrojadas a los basureros. Una práctica común es
quemarlos, por lo que pueden verse espesas columnas de humo negro en los alrededores de Abuya, la capital, cuando se
obtiene el alambre que se vende a los compradores de chatarra metálica por muy pocos dólares. Las quemas liberan
sustancias cancerígenas y otros componentes tóxicos que conta minan el subsuelo y el agua subterránea, y es una práctica
realizada por niños, quienes están expuestos constantemente a la toxicidad. Un monitor de computadora puede contener
hasta cuatro kilos de plomo y otros metales pesados, como el cadmio.

Ya hay convenios para atender esta situación, como el de Basilea en 1989, que es un acuerdo firmado por 170 naciones, con
un reglamento internacional que contiene lineamientos en torno al tratamiento de la basura electrónica. Los países
desarrollados deben informar a las naciones en desarrollo la llegada de embarques con desechos peligrosos, pero
desafortunadamente esto no ocurre.

Reutilizar y reciclar
En las grandes ciudades, sólo 11% del material electrónico generado se recicla, frente a 28% de otros tipos o clases de basura;
el resto termina en basureros y, por consiguiente, hay filtraciones de plomo, cadmio y mercurio a las aguas subterráneas,
aunque no se sabe en qué medida. Los efectos adversos asociados a tales sustancias en la industria se han estudiado y se
encuentran ampliamente documentados en la literatura científica. Se han identificado doce sustancias a las que se conoce
como contaminantes orgánicos persistentes, o COP. México, Noruega y la Unión Europea han propuesto otras, como el
lindano, el pentabromodifenil éter y el hexabromobifenilo, para que sean sometidas arevisión por parte del Comité de Revisión
de COP, órgano subsidiario del mencionado Convenio y del cual México forma parte a través del Instituto Nacional de Ecología
(I N E) de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).

Empresas como H P, Intel, LGE, Nokia, Toshiba, Samsung, Dell y Sony, están intentando reducir o eliminar algunos de los
químicos más peligrosos de los equipos desde el año pasado, y también esperan suprimir el PVC (policloruro de vinilo) y los
retardantes de flama bromados. Con esta acción, los nuevos equipos se difunden como equipos ecológicos. NEC anunció la
venta en Estados Unidos de la “PowerMate”, una computadora de plástico elaborada totalmente con materiales reciclados
cuyo monitor no lleva plomo. La Asociación de Telecomunicaciones Solidarias (TeSO) ofrece algunas indicaciones para
reciclar computadoras: antes de deshacerse de un equipo informático, considere que algunas piezas o materiales se pueden
reutilizar; lo más común es limpiar el disco duro y reinstalar el software dejando lo imprescindible, así como también algunas
piezas nuevas en el hardware; esto puede alargar la vida del equipo unos cuantos años más.

La empresa DELL pone en práctica la reutilización de componentes informáticos a través del reemplazo de alguna pieza, para
lo cual envía a uno de sus técnicos con instrucciones de llevarse la pieza defectuosa para su reuso o reciclado. Recientemente,
en las cotizaciones de equipos se han incorporado piezas libres de plomo, como tarjetas inalámbricas; sin embargo, aun
durante la producción de los chips para computadoras y otros componentes se siguen utilizando solventes volátiles,
metilcloroformo y metales tóxicos, como arsénico, cadmio y plomo.

Normalmente, cuando un equipo es obsoleto se regala o tira, porque la gente desconoce que una computadora caduca por
partes. Salta a la vista que sería deseable separar y clasificar los componentes de los equipos de cómputo antiguos, es decir,
“separar las partes útiles de las computadoras y periféricos, tarjetas de video, tarjetas de red, motherboard, procesadores,
puertos USB, modems, fuente de poder, discos duros, memoria, cables, conectores de drives, chasis, etc.”, para evitar en lo
posible los efectos adversos para el medio ambiente relacionados por el destino final en basureros de los componentes antes
mencionados. Para ello, el gobierno mexicano está promoviendo el negocio de reciclado, sobre todo, aunque también
promueve leyes para exhortar a los ciudadanos a que procesen correctamente su basura individual.

En países como España, una estrategia para reciclar los teléfonos celulares ha sido disponer unos depósitos en diversos
lugares llamados “tragamóviles”, que son una especie de buzón, gracias a los cuales se recuperó medio millón de aparatos,
lo que equivale a más de sesenta toneladas de basura tecnológica. La constante generación de nuevos celulares hace difícil
atender la situación más eficientemente, pues se producen más de los que se pueden reciclar.

En nuestro país la cultura de reciclaje es muy pobre, por lo que es importante impulsar propuestas orientadas a promover el
reuso de la basura electrónica y tratar de que las empresas que producen los aparatos electrónicos asuman la responsabilidad
de hacerse cargo de sus productos cuando sean desechados por el usuario, creando sitios de acopio de estos materiales. La
normatividad que existe es suficiente para un buen manejo de la basura electrónica como tal, pero falta la delimitación de
responsabilidades en su manejo por parte de todos los sectores. Veracruz también refleja la situación del país en cuanto a la
basura electrónica; es decir, se desconoce la producción y el desecho de productos electrónicos en la entidad. Se cree que
se generan altos niveles de contaminación, pero son difíciles de cuantificar, por lo que es necesario sumar esfuerzos para
entender y abordar el problema actual y potencial de la generación y el manejo de la basura electrónica, que van en aumento.
En el Estado ya hay iniciativas de grupos preocupados por el medio ambiente que desde el año 2005 advierten sobre este
problema como una realidad escasamente atendida. Lamentablemente, tales grupos no han logrado consolidar su esfuerzo.

Sorprende lo paradójico de la situación –dada a conocer en un artículo publicado recientemente– que está ocurriendo con los
componentes de las computadoras. Se ha detectado que, con la globalización, muchos de los artículos baratos que se venden
en todo el mundo contienen plomo u otros elementos tóxicos. Entre ellos están las “joyas” hechas en China que se
comercializan en Estados Unidos y México, las cuales contienen plomo, estaño y cobre, cuyo origen, por ejemplo, es la
soldadura empleada en la fabricación de los tableros de circuitos electrónicos. Así que los materiales con plomo que Estados
Unidos exporta a China regresan a ese país.

Finalmente, debemos formularnos algunas preguntas: ¿tengo en casa alguna computadora que no se usa?, ¿tengo teléfonos
celulares que no utilizo?, ¿tengo aparatos electrónicos o electrodomésticos que ya no me son útiles? Si la respuesta es sí,
¿dónde los voy a tirar o qué voy a hacer con ellos?, ¿a quién se los voy a regalar?

En todo este proceso hay que buscar alternativas para el mejor destino de los aparatos electrónicos.
Día internacional de la lengua materna

21FEBRERO
La idea de celebrar el Día Internacional de la Lengua Materna fue una iniciativa de Bangladesh. Fue aprobado en
la Conferencia General de la UNESCO de 1999 y se ha observado en todo el mundo desde el año 2000.
La UNESCO cree en la importancia de la diversidad cultural y lingüística para las sociedades sostenibles. En el marco
de su mandato en pro de la paz, trabaja para preservar las diferencias de culturas e idiomas que fomentan la tolerancia
y el respeto de los demás.
La diversidad lingüística (link is external)se encuentra cada vez más amenazada con un mayor número de lenguas que
desaparecen. Cada dos semanas, como promedio, una lengua desaparece, llevándose con su desaparición todo un
patrimonio cultural e intelectual.
No obstante, gracias a la comprensión de la importancia que tienen las lenguas maternas, se han alcanzado logros en
materia de educación plurilingüe basada en éstas, en particular desde los primeros estudios y el compromiso cada vez
mayor de que evolucionen en la esfera pública.
Las sociedades multilingües y multiculturales existen a través de sus lenguas, que transmiten y preservan los
conocimientos y las culturas tradicionales de manera sostenible.
MENSAJE DE LA DIRECTORA GENERAL

"Los pueblos indígenas siempre han expresado su deseo de recibir educación en sus propios idiomas, tal como se
estipula en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas. Dado que 2019 es el
Año Internacional de las Lenguas Indígenas, este Día Internacional de la Lengua Materna está dedicado al tema de las
lenguas indígenas como factor de desarrollo, paz y reconciliación.
Los pueblos indígenas representan aproximadamente 370 millones de personas y hablan la mayoría de las 7 000
lenguas vivas. Hasta el día de hoy, muchos de ellos sufren marginación y discriminación, extrema pobreza y
violaciones de los derechos humanos (...). Por ello, en este Día Internacional de la Lengua Materna, invito a todos los
Estados Miembros de la UNESCO, nuestros asociados y las partes interesadas en la educación, a que reconozcan y
hagan efectivos los derechos de los pueblos indígenas".

You might also like