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Los animales sagrados de la cultura Tehuelche

Para todos los pueblos que habitaron hace años la zona patagónica de Chile, la religión fue un
aspecto fundamental de su cultura, ya que no solo a través de ella se conectaban con sus deidades
sino que también se explicaban el mundo en que vivían.

A pesar de que el pueblo Tehuelche – según lo que se registra – nunca tuvo un sistema de religión
organizado como otros grupos de esa época, sí creían en diversos dioses a quienes rendían culto.
Entre ellos, el joven Elal, creador de los patagones y protector de la libertad del pueblo, fue uno de
los más importantes y destacados hasta el día de hoy.

La historia de Elal: Elal luchaba constantemente contra su padre Nóshtex, un gigantesco ogro que
buscaba evitar que el joven creara a los hombres. Elal entonces se apoyó en muchas especies de
animales propias de la zona (especialmente aves) que lo ayudaron a conseguir éxito y que fueron
objeto de adoración de la cultura Tehuelche.

Cada uno de ellos cumplió un rol en la travesía de Elal, quien con esa ayuda finalmente pudo
establecer como territorio para crear al pueblo la cima del Chaltén, en la Patagonia.

El chingolo (Kilken) y el chorlito (Kius): Según cuenta la leyenda, el chingolo voló avisando a todos
los animales que debían salvar a Elal. Los hombres lo respetaban mucho, ya que fue fundamental
en buscar ayuda para Elal.

El chorlito en tanto, conocía el territorio patagón, por lo que aseguró a los animales que la zona
era segura de Nóshtex, ya que éste temía al frío y la nieve.

El ave de pecho colorado (Kapenk Ooch): Finalmente, el Kapenk Ooch, un ave pequeña y de color
negro, distrajo al ogro para que Elal pudiese escapar. Nóshtex, furioso, le lanzó una rama que le
atravesó el pecho, manchándolo de color escarlata. Aún así, el ave continuó en su misión de
despejar el camino, por lo que agradecido Elal bendijo su mancha de sangre como símbolo de
lealtad.

El cisne (Kellfu): Elal bendijo al cisne con belleza eterna por ayudarle a escapar al cargarlo en su
lomo hasta la cima del Chaltén. Ambos se hicieron eternos amigos, y para el pueblo este fue un
animal sagrado hasta sus últimos días.

El zorrillo (Oije): El zorrillo, un animal valiente pero pequeño, acompañó a Elal en su travesía, sin
embargo, al enfrentarse a aliados de Nóshtex, se vió indefenso y no supo qué hacer. Avergonzado,
el zorrillo se disculpó con el joven, quien lo comprendió y decidió otorgarle un arma para
defenderse: El olor que despide para alejar a sus cazadores.
El puma (Goin): Debido a que este felino se negó a asistir a la deidad en su escape, fue largamente
perseguido por el pueblo Tehuelche.

Estos animales ayudaron a la deidad a escapar y a fundar el pueblo Tehuelche, siendo alabados
por su gente hasta sus últimos días.

Muchos de ellos aún se pueden ver al visitar la zona, e incluso, son objeto de atracción turística
para quienes buscan aproximarse de forma más cercana a la cultura Tehuelche.

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