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¿Sabes qué contiene el tabaco? Los cigarrillos contienen más de 4.000 elementos químicos, y por lo menos
400 sustancias con efecto carcinógeno. Los productos del cigarrillo más dañinos para la salud son el
alquitrán (provoca cáncer de pulmón), el monóxido de carbono y la nicotina (enfermedades
cardiovasculares), así como ciertos componentes del gas y partículas que favorecen la aparición de
enfermedades pulmonares como la enfermedad crónica por obstrucción al flujo aéreo o enfermedad pulmonar
obstructiva crónica.
La intensidad de los efectos no sólo depende del número de cigarrillos, sino también de cómo han sido
elaborados (con o sin filtro), y de la preparación previa de el tabaco. Paradójicamente, el ‘humo accesorio’
que sale de un cigarrillo entre calada y calada conlleva mayores riesgos que el humo directamente inhalado.
¿Cuáles son los componentes del cigarro o cigarrillo? ¿Qué contiene el cigarro?
Partes del cigarro.
No estamos completamente seguros de qué contiene el tabaco, siendo uno de los pocos productos no
regulados. Los alimentos deben llevar una lista de ingredientes, la ropa lleva etiquetas de composición, los
aparatos eléctricos han de estar homologados…Pero el tabaco no está sometido a ningún tipo de regulación.
Por eso, para saber los componentes del cigarro, tenemos que acudir a lo que entidades gubernamentales,
españolas o extranjeras, o bien laboratorios de investigación, han encontrado en los cigarrillos. Esto es lo que
contiene el tabaco o las partes del cigarro:
Amoniaco: Componente del cigarrillo y de productos de limpieza
Arsénico: Veneno contenido en raticidas
Butano: Combustible doméstico y también componente del cigarro
Cianuro: Empleado en la cámara de gas
Formaldehído: Conservante
Azúcar: Aditivo que refuerza el efecto de la nicotina.
Metano: Combustible utilizado en cohetes espaciales y también componente del cigarrillo
Cadmio: Presente en baterías
Monóxido de carbono: Presente en los humos de escape de los coches
Monóxido de carbono: Es el mismo gas que sale del escape de un automóvil o de una caldera defectuosa. Es
incoloro e indoloro. En concentraciones altas es mortal y en dosis bajas dificulta la oxigenación de las células, ya
que bloquea la hemoglobina y desactiva los hematíes, las cuales ya no pueden trasladar el oxígeno durante
largos períodos de tiempo. El cuerpo humano es capaz de eliminar rápidamente una gran cantidad de monóxido
de carbono, por lo que la mayoría de las personas se sienten con más fuerza y energía al poco tiempo de dejar
de fumar tabaco.
Alquitrán: Es la sustancia oscura y pegajosa encargada de llevar la nicotina y demás productos químicos de el
tabaco hasta nuestros pulmones. Podríamos decir que es el vehículo en el cual todos los venenos presentes en el
cigarrillo, viajan hacia nuestro torrente sanguíneo.
Benzeno, Radón y demás basura: productos químicos que nunca querríamos que estuviesen en nuestra casa, ya
que causan cáncer. Está prohibido utilizarlos como componentes de artículos de uso doméstico: imaginemos el
efecto conseguido inhalándolos.
Nicotina: Es uno de los ingredientes más peligrosos de los cigarrillos. Es el responsable de que el tabaco sea tan
adictivo. Los estudios científicos han demostrado que la nicotina presente en el tabaco crea la misma adicción
que la heroína o la cocaína.
Esto es lo que contiene el cigarro. A los 7 segundos de dar una calada, la nicotina alcanza nuestro cerebro. Esta
droga actúa sobre unos receptores causando el “subidón” que nuestro cuerpo experimenta. Esto dispara varias
respuestas en nuestro organismo: nuestro ritmo respiratorio y cardíaco aumenta y nuestros vasos sanguíneos se
contraen.
En el momento que apagamos el cigarro, es cuando mayor índice de nicotina tenemos en sangre. A la media
hora, el nivel ha descendido notablemente y comenzamos a sentir los síntomas de adicción. Los síntomas que se
sienten entre un cigarrillo y el siguiente (un pequeño “síndrome de abstinencia”) causados por las bajadas y
subidas del nivel de nicotina, hacen que
padezcamos a su vez bajadas y subidas de estrés y
ansiedad.
Un adulto
Un niño
Una mujer embarazada
Obesos
Cuando una persona presenta el primer síntoma de asfixia, cogerse la garganta con una o dos manos, lo
primero que se deberá hacer es:
Preguntar si se ahoga, si puede hablar.
Si la víctima es un adulto...
Nos colocaremos detrás de la persona que se está ahogando, con nuestros brazos alrededor de la cintura.
Situaremos nuestro puño justo por encima del ombligo y debajo del esternón, de tal forma que el pulgar quede
contra su abdomen.
Con la otra mano, agarraremos el puño.
Presionar hacia arriba y hacia adentro con una fuerza que levante a la persona que se está asfixiando del suelo.
Esta acción se deberá repetir las veces que sean necesarias hasta que el objeto que obstruye las vías
respiratorias haya salido o hasta que la persona pierda la conciencia. En tal caso:
o Tumbaremos a la víctima en el suelo.
o Llamaremos a la ambulancia.
o Empezaremos con la Reanimación Cardio-Pulmonar, siempre que se sepa hacer.
o Si somos capaces de ver el objeto que obstruye la garganta o la tráquea, intentaremos retirarlo.
Primeros Auxilios
Tratamiento de Hemorragias
Sin duda, estar frente a una persona accidentada, con un sangrado masivo es una de las situaciones que pondrá a
prueba nuestra capacidad para responder y ayudar al accidentado. Debemos mantener la tranquilidad ya que las
medidas que veremos son sumamente eficaces mientras que las realicemos correctamente.
La sangre se encuentra circulando por el interior de los vasos sanguíneos (arterias, venas y capilares), que la
transportan por todo el cuerpo. Cuando alguno de estos vasos sanguíneos se rompe generalmente luego de un
traumatismo ya sea contuso o cortante, la sangre sale de su interior, originándose así una hemorragia que será de
mayor gravedad e intensidad de acuerdo al mecanismo de acción y la intensidad del accidente, así como
también si afecta directamente vasos arteriales .
Toda pérdida de sangre debe ser controlada cuanto antes, sobre todo si es abundante.
En caso de hemorragias el organismo pone en funcionamiento su mecanismo para controlarla, inicialmente
genera una vasoconstricción (achicamiento del diámetro del vaso), agregando las plaquetas alrededor del vaso
lesionado y formando un coágulo que tapona dicho vaso, impidiendo la salida de sangre.
La atención de primeros auxilios contribuye a que este proceso sea efectivo.
Esta atención debe ser inmediata porque en pocos minutos la pérdida de sangre puede ser masiva, ocasionando
shock y muerte.
HEMORRAGIA EXTERNA
Definición
Por afectar la integridad de la piel, se produce la salida de sangre, lo que ocasiona la hemorragia y
potencialmente la herida puede infectarse secundariamente.
Manifestaciones:
Según el diámetro del vaso que se vea afectado, será la intensidad del sangrado, pudiéndolas dividir en:
Hemorragia Capilar o Superficial:
Compromete solo los vasos sanguíneos superficiales que irrigan la piel; generalmente esta hemorragia es escasa
y se puede controlar fácilmente.
Hemorragia Venosa:
Las venas llevan sangre de los órganos hacia el corazón; las hemorragias venosas se caracterizan porque la
sangre es de color rojo oscuro y su salida es continua, de escasa o de abundante cantidad.
Hemorragia Arterial:
Es un sangrado que por tener alta presión adquiere características espectaculares, generando temor al
accidentado y a quien esté encargado de realizar los primeros auxilios. Las arterias conducen la sangre desde el
corazón hacia los demás órganos y el resto del cuerpo; la hemorragia arterial se caracteriza porque la sangre es
de color rojo brillante, su salida es abundante y en forma intermitente, coincidiendo con cada pulsación. (tener
siempre en cuenta que con la compresión de la zona se detiene invariablemente el mismo)
Para controlar la hemorragia siga los siguientes pasos (en este orden de ser posible):
1. Compresión Directa:
Aplique sobre la herida una compresa o tela limpia haciendo presión fuerte. Si no dispone de compresa o tela
puede hacerla directamente con su mano siempre y cuando usted no tenga ninguna lesión en las manos o este
protegido con guantes.
La mayoría de las hemorragias se pueden controlar con compresión directa.
La compresión directa con la mano puede ser sustituida con un vendaje de presión, cuando las heridas son
demasiado grandes o cuando tenga que atender a otras víctimas.
Esta técnica generalmente se utiliza simultáneamente con la elevación de la parte afectada excepto cuando se
sospeche lesión de columna vertebral o fracturas, (antes de elevar la extremidad se debe inmovilizar).
2. Elevación
La elevación de la parte lesionada disminuye la presión de la sangre en el lugar de la herida y reduce la
hemorragia.
Si la herida esta situada en un miembro superior o inferior, levántelo a un nivel superior al corazón.
Cubra los apósitos con una venda de rollo.
Si continua sangrando coloque apósitos adicionales sin retirar el vendaje inicial.
Técnica de Elevación y Presión Indirecta sobre la Arteria
3. Presión Directa sobre la Arteria
Consiste en comprimir con la yema de los dedos una arteria contra el hueso
subyacente.
Se utiliza cuando no se ha podido controlar la hemorragia por compresión directa y
elevación de la extremidad o en los casos en los cuales no se pueden utilizar los métodos
anteriores (fracturas abiertas).
Esta técnica reduce la irrigación de todo el miembro y no solo de la herida como sucede en la presión directa.
Al utilizar el punto de presión se debe hacer simultáneamente presión directa sobre la herida y elevación.
Para controlar la hemorragia en miembros superiores e inferiores haga lo siguiente:
En miembros superiores:
La presión se hace sobre la arteria braquial, cara interna del tercio medio del brazo. Esta presión disminuye la
sangre en brazo, antebrazo y mano.
Para aplicar la presión, coloque la palma de su mano debajo del brazo de la víctima, palpe la arteria y
presiónela contra el hueso.
En miembros inferiores:
La presión se hace en la ingle sobre la arteria femoral. Esta presión disminuye la hemorragia en muslo, pierna y
pie.
Coloque la base de la palma de una mano en la parte media del pliegue de la ingle.
Si la hemorragia cesa después de tres minutos de presión, suelte lentamente el punto de presión directa.
Si esta continua, vuelva a ejercer presión sobre la arteria.
Lávese las manos al terminar de hacer la atención.
4. Torniquete
Se debe utilizar como último recurso, debido a las enormes y graves
consecuencias que trae su utilización(la compresión intensa y sostenida sobre los
nervios que se hallan cercanos a las arterias y venas, produce un bloqueo en el
suministro de oxígeno, lo que compromete la transmisión de los impulsos
nerviosos pudiendo ocasionar hasta la parálisis del miembro afectado), por lo
que está reservado sólo a los casos donde la hemorragia es tan grave que los tres
métodos anteriores han fallado, como una amputación, donde deberá ser el primer
paso para el control efectivo de la hemorragia (la vida del paciente está siendo
amenazada).
Utilice una venda triangular doblada o una banda de tela de por lo menos 4 cm de ancho. (no utilice vendas
estrechas, cuerdas o alambres).
Coloque la venda cuatro dedos arriba de la herida.
Dé dos vueltas alrededor del brazo o pierna.
Haga un nudo simple en los extremos de la venda.
Coloque un vara corta y fuerte. Haga dos nudos más sobre la vara.
Gire la vara lentamente hasta controlar la hemorragia.
IMPORTANTE!!!!!!! Suelte una vez cada 7 minutos.
Traslade inmediatamente la víctima al centro asistencial.
HEMORRAGIA INTERNA
Se entiende como hemorragia Interna a aquella que por sus características la sangre no fluye al exterior del
cuerpo, sino que se queda en el interior, generalmente acumulándose debajo de la piel o en una cavidad
orgánica, siendo éste caso el más grave.
Compresiones en el pecho
Respiración de rescate
La American Heart Association (Asociación Estadounidense del Corazón) usa las letras C-A-B —compressions,
airway, breathing (compresiones torácicas, vías respiratorias, respiración)— para ayudar a las personas a
recordar el orden en el que deben seguir los pasos de la reanimación cardiopulmonar (RCP).
Compresiones torácicas: restablece la circulación sanguínea
1. Coloca a la persona boca arriba sobre una superficie firme.
2. Arrodíllate junto al cuello y los hombros de la persona.
3. Coloca la palma de una mano en el centro del pecho de la persona, entre los pezones. Coloca la otra mano sobre la
anterior. Mantén los codos derechos y posiciona los hombros directamente arriba de las manos.
4. Usa el peso de la parte superior del cuerpo (no solo los brazos) para presionar (comprimir) el pecho con fuerza al
menos 2 pulgadas (aproximadamente 5 cm), pero no más de 2,4 pulgadas (aproximadamente 6 cm). Presiona con
firmeza a un ritmo de 100 a 120 compresiones por minuto.
Vías respiratorias: abre las vías respiratorias
Si estás capacitado para hacer reanimación cardiopulmonar y has hecho 30 compresiones torácicas, abre las vías
respiratorias de la persona mediante la maniobra de inclinar la cabeza y levantar el mentón. Coloca la palma
sobre la frente de la persona e inclínale lentamente la cabeza hacia atrás. A continuación, con la otra mano,
levántale lentamente el mentón hacia adelante para abrir las vías respiratorias.
Respiración: respira por la persona
La respiración de rescate puede ser boca a boca o de boca a nariz si la boca está gravemente lesionada o si no
puede abrirse.
1. Con las vías respiratorias abiertas (mediante la maniobra de inclinar la cabeza y levantar el mentón), cierra las
fosas nasales con los dedos para hacer respiración boca a boca y cubre la boca de la persona con la tuya,
sellándola por completo.
2. Prepárate para darle dos respiraciones de rescate. Proporciona la primera respiración de rescate —de un
segundo de duración— y observa si se eleva el pecho. Si efectivamente se eleva, proporciona la segunda
respiración. Si el pecho no se eleva, repite la maniobra de inclinar la cabeza y levantar el mentón, y luego
proporciona la segunda respiración. Treinta compresiones torácicas seguidas de dos respiraciones de rescate se
consideran un ciclo. Ten cuidado de no proporcionar demasiadas respiraciones y de no respirar con demasiada
fuerza. Cómo hacer reanimación cardiopulmonar (RCP) a un niño
El procedimiento para hacerle reanimación cardiopulmonar a un niño —desde el primer año de edad hasta la
pubertad— es básicamente el mismo que para un adulto. La American Heart Association (Asociación
Americana del Corazón) recomienda lo siguiente para hacer reanimación cardiopulmonar a un niño:
Compresiones torácicas: restablece la circulación sanguínea
Si estás solo y no viste cuando el niño perdió el conocimiento, comienza con cinco ciclos de compresión y
respiración —esto debería tomarte unos dos minutos— antes de llamar al 911 o al número local de emergencias
y de buscar el desfibrilador externo automático, si hay uno disponible.
Si estás solo y viste cómo el niño perdió el conocimiento, llama al 911 o al número local de emergencias y
busca el desfibrilador externo automático, si hay uno disponible; comienza la reanimación cardiopulmonar. Si
hay otra persona disponible, pídele que llame para solicitar ayuda de inmediato y que traiga el desfibrilador
externo automático mientras tú comienzas con la reanimación cardiopulmonar.
1. Recuesta al niño boca arriba sobre una superficie firme.
2. Arrodíllate junto al cuello y los hombros del niño.
3. Usa ambas manos, o solo una si el niño es muy pequeño, para hacer las compresiones de pecho. Presiona
(comprime) el pecho con fuerza unas 2 pulgadas (aproximadamente 5 cm). Si es adolescente, presiona el pecho
con fuerza al menos 2 pulgadas (aproximadamente 5 cm), pero no más de 2,4 pulgadas (aproximadamente
6 cm). Presiona con firmeza, a un ritmo de 100 a 120 compresiones por minuto.
4. Si no estás capacitado en reanimación cardiopulmonar, continúa haciendo las compresiones en el pecho hasta
que notes signos de movimiento o hasta que el personal médico de urgencia tome el control. Si estás capacitado
en reanimación cardiopulmonar, abre las vías respiratorias y proporciona respiración de rescate.
Vías respiratorias: abre las vías respiratorias
Si estás capacitado para hacer reanimación cardiopulmonar y has hecho 30 compresiones torácicas, abre las vías
respiratorias del niño mediante la maniobra de inclinar la cabeza y levantar el mentón. Coloca la palma sobre la
frente del niño e inclínale lentamente la cabeza hacia atrás. A continuación, con la otra mano, levántale
lentamente el mentón hacia adelante para abrir las vías respiratorias.