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Querido hijo Javier

Me alegra que busque verdaderos caminos para fortalecer su mente y su corazón.


Como madre, la felicidad de los hijos es el regalo más Preciado que Dios nos
puede dar y es nuestra oración constante la que se nutre con la esperanza de que
un día llegue a encontrar la manera de vivir a plenitud.
El camino de la vida no es dócil, está rodeado de dificultades y de riesgos y es ahí
en medio de este sendero, donde siempre hallara la mano de quienes lo queremos
y reconocemos todas las cosas buenas que alimentan su ser, la sencillez, la
generosidad, su inteligencia, su hermandad, los bonitos sentimientos, su simpatía,
sus sueños, sus esperanzas, su capacidad de perdón, virtudes que para otras
personas no tienen importancia; pero son las que le dan verdadero sentido a la
vida y por eso me siento orgullosa de usted. Al igual tenemos defectos como todo
ser humano, pero la vida nos va enseñando poco a poco, cómo superarlos y avanzar
hacia el futuro con la frente en alto, sin tener que doblar la espalda, y nuevamente
esta mi mano, para que con la experiencia ganada en tantos años pueda aportarle
a la superación de los mismos.
Usted nunca esta solo y no estará solo, ocupa un lugar especial en nuestro
corazón, y tiene dos hijos a los que los acompaña un lindo sentimiento de cariño,
pero por cosas de la vida, hemos dejado de estar siempre ahí y ello son los que
serán el bastón de su vejez, claman su presencia, su cariño y el tiempo que
desgasta con quienes son causa de sus angustias, miedos y temores es vidi. Al
igual nos acercamos a personas donde los bellos sentimientos no son parte de su
vida y nos hacen mucho daño, centran su interés en las cosas suntuosas, las
apariencias, la banalidad del tener y tener, el poder y el poder y en nada se
preocupan por si usted está bien o es feliz, usted no importa, es un criterio
utilitarista; que el Señor se apiade de ellos cuando legue el castigo Divino, pues
como decía mi suegra: “Arriba esta quien abajo mira”. Hijo, no valen la pena, son
la piedra que lo aparta de una vida autentica y feliz, absorben su tiempo en beneficio
propio, aprovechando sus capacidades y valores, y esas son las personas tóxicas
de las cuales hemos de huir, apartarnos, alejarnos y descubrir a nuestro alrededor
los seres que vale la pena albergar en su mente y su corazón.

Pido al Niño Dios en esta navidad, que le muestre el camino, le de fortaleza para
tomar las mejores decisiones y que pueda ser el hombre feliz que tanto hemos
soñado.

Mariela

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