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Los milagros de Jesús son definidos como hechos sobrenaturales que Él

realizó mientras estuvo cumpliendo con su propósito en la tierra. Éstos se


encuentran en los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), en
donde se nos narran los milagros desde el punto de vista y la experiencia de
cada uno de los discípulos que pudo acompañar a Jesús en los años de su
ministerio.
En tiempos de Jesús, se creía en la ley de Moisés, en la que para poder
obtener el perdón de pecados era necesario ofrecer sacrificios a Dios,
entregando su cordero o paloma más sano para poder obtener la expiación de
pecados. Se respetaba mucho el día de reposo y había mucha exclusión.
Los menos afortunados eran los niños, los enfermos, los paralíticos y las
mujeres. Cuando Jesús inició su ministerio todo esto tuvo un giro total, ya
que Él hizo una completa revolución, predicando en base al amor y los milagros
fueron el medio que Él utilizó para que todos los que no creían pudieran ver
que Él es el hijo de Dios.
Los milagros que realizó Jesús se pueden clasificar en 4 tipos, dependiendo
de cómo se manifestara su poder estos podían ser curaciones, liberación de
endemoniados, resucitar muertos y control sobre la naturaleza.

Control sobre la naturaleza Cierta noche, mientras Jesús y sus discípulos


navegaban por el mar de Galilea, se desató una terrible tormenta. Los
discípulos se asustaron mucho, pero Jesús sencillamente alzó la vista al cielo
y exclamó: “¡Silencio! ¡Calla!”. De inmediato, se calmó el temporal (Marcos
4:37-39). En otra ocasión caminó sobre las aguas durante una tempestad
(Mateo 14:24-33).
El primer milagro que hizo Jesús lo encontramos en el evangelio según San
Juan en el capítulo 2:
San Juan 2 Tres días después María, la madre de Jesús, fue a una boda en
un pueblo llamado Caná, en la región de Galilea. 2 Jesús y sus discípulos
también habían sido invitados.
3
Durante la fiesta de bodas se acabó el vino. Entonces María le dijo a Jesús:

—Ya no tienen vino.


4
Jesús le respondió:

—Madre,[a] ese no es asunto nuestro. Aún no ha llegado el momento de que


yo les diga quién soy.
5
Entonces María les dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que Jesús les
diga.» 6 Allí había seis grandes tinajas para agua, de las que usan los judíos
en sus ceremonias religiosas. En cada tinaja cabían unos cien litros. 7 Jesús
les dijo a los sirvientes: «Llenen de agua esas tinajas.»
Los sirvientes llenaron las tinajas hasta el borde. 8 Luego Jesús les dijo:
«Ahora, saquen un poco y llévenselo al encargado de la fiesta, para que lo
pruebe.»
Así lo hicieron. 9 El encargado de la fiesta probó el agua que había sido
convertida en vino, y se sorprendió, porque no sabía de dónde había salido ese
vino. Pero los sirvientes sí lo sabían.
Enseguida el encargado de la fiesta llamó al novio 10 y le dijo: «Siempre se
sirve primero el mejor vino, y luego, cuando ya los invitados han bebido
bastante, se sirve el vino corriente. Tú, en cambio, has dejado el mejor vino
para el final.»
11
Jesús hizo esta primera señal en Caná de Galilea. Así empezó a mostrar
el gran poder que tenía, y sus discípulos creyeron en él.
12
Después de esto, Jesús fue con su madre, sus hermanos y sus discípulos al
pueblo de Cafarnaúm, y allí se quedaron unos días.
Este es uno de los milagros que aparecen en la categoría de control de la
naturaleza, pero éste no es el único, no podemos dejar de lado el caminar
sobre las aguas (Mateo 14:22-33), calmar la tempestad (Mr. 4.35-41;
Lc. 8.22-25), la multiplicación de los panes y los peces en la alimentación de
los cinco mil (Mt. 14.13-21; Mr. 6.30-44; Lc. 9.10-17) y la pesca milagrosa.

La enfermedad. Cristo curó a personas que sufrían “toda suerte de dolencia


y toda suerte de mal” (Mateo 4:23). Sanó a ciegos, sordos, lisiados, leprosos
y epilépticos. En realidad, su poder curativo no tenía límites.
Entre los milagros de curaciones podemos mencionar paralíticos, ciegos,
mujeres, leprosos.
En el evangelio según Mateo en el capítulo 12, versículos del 9 al 14 narra
el milagro del hombre que tenía una mano seca, a quien Jesús sanó. Es
importante recordar que en ese entonces los fariseos esperaban para ver
qué hacia Jesús y poder acusarlo por ello, en esta ocasión se enfurecieron y
murmuraban. De igual manera podemos encontrar esta narración en Mateo
3:1-6 y en Lucas 6:6-11.
Mateo 12:9-14
9
Pasando de allí, entró en la sinagoga de ellos. 10 Y allí estaba un hombre que
tenía una mano seca (paralizada). Y para poder acusar a Jesús, le
preguntaron: “¿Es lícito sanar en el día de reposo?”
11
Y El les respondió: “¿Qué hombre habrá de ustedes que tenga una sola
oveja, si ésta se le cae en un hoyo en el día de reposo, no le echa mano y la
saca? 12 Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito
hacer bien en el día de reposo.”
13
Entonces Jesús dijo al hombre: “Extiende tu mano.” Y él la extendió, y le
fue restaurada, sana como la otra. 14 Pero cuando los Fariseos salieron,
hicieron planes[a] contra El, para ver cómo Lo podrían destruir.
Pero éste no es el único milagro de curación que Jesús hizo mientras estuvo
en la tierra, no podemos dejar de lado el sanar a la suegra de Pedro, devolvió
la vista a más de un ciego, sanó a un cojo y a un paralítico, a la mujer del flujo
de sangre y de la misma manera dio potestad a sus discípulos para que en
su nombre realizaran prodigios y maravillas.
Resurrección de muertos
Este adversario, al que la Biblia llama “el último enemigo”, antes o después
nos vence a todos (1 Corintios 15:26). No obstante, ni siquiera la muerte
supuso un obstáculo insalvable para Cristo, pues él les devolvió la vida al hijo
de una viuda y a una muchachita. Pero el caso más sobresaliente es el de su
amigo Lázaro, quien llevaba muerto cuatro días cuando Jesús lo resucitó
delante de una gran multitud. Hasta sus peores enemigos tuvieron que
reconocer el poder que tenía Jesús (Juan 11:38-48; 12:9-11).

Muchas personas podrán dudar acerca de la veracidad de estos milagros


narrados en la biblia y que hasta estos tiempos se siguen narrando y
transmitiendo, y si bien, es cierto que las personas que pudieron apreciar
esos milagros ya fallecieron, pudieron ser partícipes de las maravillas que
Jesús hizo en la tierra y de la misma manera, sus testimonios se han
transmitido así como los evangelios, que narran la misma historia desde una
perspectiva distinta. En ese tiempo, las personas necesitaban ver para
creer, pero la biblia nos habla a nosotros por medio de la fe. No estuvimos
presentes, y tampoco hemos sido testigos de uno de estos milagros que
Jesús realizó en persona, pero estamos seguros y confiamos en que así fue
y hoy en día podemos ver milagros aunque no sea de la misma manera que en
tiempos anteriores.
En Juan 20:29 nos dice: Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste;
bienaventurados los que no vieron, y creyeron.
Nos condiciona para creer en Jesús y en su poder, y al mismo tiempo nos
promete ser dichosos de una manera en que no podemos imaginar.

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