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1.1.- Denominaciones.
Sólo contemporáneamente se generalizó el uso de la expresión derecho penal para designar a esta rama del ordenamiento
jurídico, hasta ese punto se habían divisado en la doctrina jurídica otros nombres; incluso en la propia legislación se hacía uso de
otros nombres. Hubo varios de poca importancia como el de práctica criminal, el más importante era el de derecho criminal
porque lo que conocemos como derecho penal se llamó derecho criminal durante siglos, era la denominación de la doctrina, era
la que usaron cuerpos legislativos tan importantes como la constitución criminal carolina1 de 1532 en Alemania.
En la misma Alemania el que parece ser el primero en usar “derecho penal” fue Wolf Engelhardt, en 1756; en todo caso se
generaliza en la Europa del siglo XIX pero no desde un principio en esa centuria, fijarse que Carrara (uno de los máximos
representantes de la escuela clásica italiana, su obra El programa de Curso de Derecho Criminal, primera parte del siglo XIX) y
Ferri (Principios de Derecho Criminal, luego rebautizada como Sociología Criminal, en la segunda parte del Siglo XIX) aún se
refieren a este derecho como DIRITTO CRIMINALE. Será así posterior la generalización de este término de Derecho Penal.
Si esto fuese una pura cosa de nomenclatura, el asunto carece de importancia. Pero el asunto tiene una significación de fondo en
dos sentidos:
1º El Tránsito del derecho criminal al penal parece indicar o ser producto de la irrupción del principio de legalidad de
los delitos y las penas. Maurach señalaba que no es casual que después de esto se empezase a difundir el nombre de derecho
penal, porque la pena encapsulada en él está determinada por la ley, y antes se hablaba de derecho criminal porque los propios
crímenes en rigor no requerían un estatuto legal, esto antes de la Rev. Francesa.
2º Tiene significación ya que después de la irrupción (a finales del siglo XIX) de las llamadas medidas de seguridad.
Unas medidas paralelas a las penas y formalmente distintas a ellas cuyo objeto es la prevención del delito; Después de la
irrupción de las medidas de seguridad no han faltado penalistas que hayan propugnado el retorno de la vieja designación del
Derecho criminal porque la de derecho penal dejan fuera a las medidas de seguridad se refiere a las penas.
A propósito de derecho criminal tengan ustedes presente que en los países anglosajones y principalmente Inglaterra y los EEUU,
nuestra especialidad recibe el nombre de CRIMINAL LAW o sea, Derecho Criminal no derecho penal. Pero en nuestro medio que
es también el medio occidental (excepto en Francia) en nuestro medio es la designación es la de Derecho Penal y ha resistido
incluso a la presión de aquellos que la han querido cambiarla a la de derecho Criminal por la difusión de la medidas de seguridad
y con razón, porque la única y autentica consecuencia jurídico penal del delito es la pena no es la medida de seguridad. Y la pena
es, junto con el delito, uno de los dos conceptos jurídicos fundamentales que, caracterizan por los demás, a esta rama del
derecho, además de ser el medio más acerado, más duro (Bauffman) de reacción del derecho en contra del delito.
En la doctrina se ha propuesto otros nombres durante el siglo XIX y XX, pero estos o son muy incorrectos de partida o tienen un
valor pero este requiere conocer el pensamiento del autor que lo propone. Por ejemplo se ha hablado de
Derecho Sancionador: este es francamente incorrecto porque hay muchas ramas del derecho que son sancionadoras, por
ejemplo, el derecho civil que tiene también sus sanciones.
Derecho Represivo: es menos comprensible todavía, porque el término represión es un término psicoanalítico. Alude a la
contención interna de un impulso, reprimir (se hablará más adelante del psicoanálisis criminal) y esto efectivamente no es tarea
en lo absoluto del derecho punitivo
Tal vez la denominación más interesante sea propuesta en la doctrina es la del Derecho protector de los Criminales, propuso por
Pedro Dorado Montero (Jurista español a principios del siglo XX). Este llama de sobremanera la atención pero esto tiene una
explicación esta guarda relación con el pensamiento de Dorado.
1.2.- Definiciones.
Pasando a las definiciones, hay muchas; y enumerar siquiera las más importantes carecería de sentido si es que no tenemos una
noción del pensamiento que está tras la definición. Las definiciones se refieren a conceptos, hay que definir conceptos, y según el
énfasis que se ponga en la definición vamos a tener definiciones muy analíticas y muy sintéticas. Pero podemos también tener
otras formas de clasificar las definiciones que nos son útiles porque han sido usadas en la dogmática penalista.
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La Constitutio Criminalis Carolina (Lex Carolina) es un cuerpo de leyes del Sacro Imperio Romano Germánico aprobado en 1532 durante el reinado de Carlos V. Es considerada el
primer cuerpo de derecho penal alemán. En Alemán se denominó procedimiento para el enjuiciamiento de crímenes capitales de Carlos V
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penal. Pero lo interesante es la fundamentación del derecho de castigar del estado, es decir las condiciones en las que puede
ejercerse el poder punitivo.
b) Definiciones Objetivas. Aluden al derecho penal como un conjunto de reglas o normas que regulan el derecho punitivo. Es
decir, reglas y normas que establecen delitos y que se les asocia penas. Una definición famosa es la de Franz Von Liszt (primo del
músico) quien define en su tratado al derecho penal como “Conjunto de reglas jurídicas establecidas por el estado que
asocian el crimen como hecho a la pena como su legítima consecuencia”. Se refiere a proposiciones jurídicas, porque el
concebía a la norma jurídica como una simple proposición (la conjunción entre dos juicios, dado uno o el otro y evita el nombre
norma). En la época que Liszt formula esta definición no se conocía todavía las medidas de seguridad.
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Normas de cultura reconocidas por el estado de Mager
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En la referencia de los preceptos legales que conforman el derecho penal
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1º) Es derecho público.
Lo posee el derecho penal cualquiera sea la postura tomada dentro del dualismo filosófico jurídico; sea que se siga la teoría del
interés o del sujeto es derecho público.
En las teorías del sujeto, el derecho penal regula relaciones entre un particular y el estado o la comunidad estados en el
caso del derecho internacional penal, y esa relación que no es entre particulares, es una relación no de coordinación sino de
subordinación. No hay relación más característica de subordinación que la del sometido a un proceso penal y a una condena
que la relación jurídica penal.
En las teorías del interés, los intereses o bienes jurídicos del derecho penal tienen una preservación que interesa a toda la
comunidad incluso en los bienes jurídicos de titularidad individual como la vida o la salud, ya que el interés de
salvaguardarlos es colectivo. A esto habría que incluir como consecuencia de lo anterior, que contemporáneamente
hablando precisamente por el carácter público intemporables del derecho penal sólo el estado tiene la facultad de crear
delitos y penas y, sólo por medio de la ley. La comunidad internacional sólo a través de la ley internacional (tratados y
convenciones internacionales). Y por el por otro lado, normalmente en el derecho penal interno de cada estado, la acción
penal derivada de los delitos tiene naturaleza pública o mejor dicho carácter público. Existen excepciones, delitos de acción
privada, estos surgen porque en el fondo hay razones muy importantes o de fondo como para dejar al ofendido la decisión
que se persiga entablar el delito o no (injuria o calumnias).
En nuestro tiempo han aparecido algunas instituciones o procedimientos o prácticas sobre todo en el proceso penal y en la
ejecución de las penas que parecen contradecir el carácter público del derecho penal, algo históricamente condicionado.
Por un lado la mediación y conciliación.
Por el otro, la discrecionalidad en el ejercicio de la acción penal o principio de oportunidad. Es decir, la acción
penal no sea de ejercicio obligatorio para el Ministerio Público. No está sometida al principio de legalidad.
Por otro lado la privatización de la ejecución de ciertas penas privativas de la libertad y a la privatización de
cuestiones administrativas con relación penal como la de la policía de seguridad o preventiva, los servicios policiales
de prevención del delito, como los guardias de seguridad haciendo el trabajo de carabineros.
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Art. 93. La responsabilidad penal se extingue:
1° Por la muerte del responsable, siempre en cuanto a las penas personales, y respecto de las pecuniarias sólo cuando a su fallecimiento no se hubiere dictado sentencia
ejecutoriada.
2° Por el cumplimiento de la condena.
3° Por amnistía, la cual extingue por completo la pena y todos sus efectos.
4° Por indulto.
La gracia del indulto sólo remite o conmuta la pena; pero no quita al favorecido el carácter de condenado para los efectos de la reincidencia o nuevo delinquimiento y demás que
determinan las leyes.
5° Por el perdón del ofendido cuando la pena se haya impuesto por delitos respecto de los cuales la ley sólo concede acción privada.
6° Por la prescripción de la acción penal.
7° Por la prescripción de la pena.
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1º) El derecho penal de naturaleza constitutiva y por ende un carácter primario. Es más moderna y está sumamente difundida en
la doctrina penal contemporánea. La inmensa mayoría de los penalistas y en Chile se suscribe a ella. Esto implica que el derecho
penal tendría naturaleza constitutiva y carácter primario autónomo porque el derecho penal crearía sus propios bienes jurídicos,
revelado por la existencia de actos que sólo estarían prohibidos por el derecho penal y no otras ramas del derecho, por ejemplo,
la tentativa que es propia del derecho penal y esto revela que él tiene su propio conjunto de ilicitudes. Esta postura plantea que
cuando en la mayoría de los casos el derecho penal se limita a proteger bienes jurídicos ya protegidos por otras ramas del
derecho, el derecho penal asume esos bienes como propios y les da un sello especial que implica una valoración nueva y
autónoma, punitiva. Este es el planteamiento dominante en la doctrina penal moderna.
2º) Derecho Penal de naturaleza garantizadora- sancionadora y por tanto carácter secundario. Se remonta al iusnaturalismo
racionalista de los siglos XVII y XVIII, o sea a Hobbes, Bentham, Rousseau, etc. Rousseau en el contrato social, cuando habla de las
leyes y las clases de leyes, dice algo nuevo: las leyes criminales en el fondo más que ser una especie de leyes vienen a ser o son
una sanción de todas las demás leyes. Por esto queda delineado el planteamiento que afirma que el derecho penal tiene
naturaleza sancionadora o garantizadora y por tanto carácter secundario respecto de las demás ramas del derecho.
Hay varias maneras de desarrollar este punto de vista que actualmente es minoritario, aunque históricamente ha tenido varios
defensores. El profesor adscribe a este grupo de teorías.
b) Filippo Grispigni. De una manera parecida razona Filippo Grispigni; él acuña la teoría según la cual “el derecho penal
tendría naturaleza ulteriormente sancionadora”. Esta naturaleza ulteriormente sancionadora no excluye la idea de que el
derecho penal contiene sus propios preceptos. Mientras Binding pensaba que el derecho penal era solo sancionador, él pensaba
que esa naturaleza es ulteriormente sancionatoria porque el derecho penal contiene sus propios preceptos pero lo característico
del derecho penal es reforzar con sus sanciones y aparato de penas los preceptos y sanciones de las demás ramas del derecho.
Para él, todo precepto del derecho penal se encuentra contenido antes, expresa o implícitamente en los preceptos de otra rama
del derecho.
De otra manera, para Grispigni todo acto humano tipificado por la ley penal como delito además de estar prohibido por el
precepto penal, lo está por otro precepto jurídico del derecho público o privado pero no penal. Y él añadía que esta precedencia
de los preceptos extra penales es una precedencia más que cronológica, lógica. Nosotros tenemos que suponer el precepto extra
penal para que el precepto penal sea posible.
Ahora él difiere de Binding en otro aspecto: mientras para Binding todas las normas se hallan en derecho público, para Cris los
preceptos se encuentran tanto en el derecho público como en el privado, incluso sostuvo que cuando no era factible encontrar un
precepto extra penal conteniendo un delito, en los códigos civiles se establece que todo acto culposo o doloso está sujeto a
indemnización. Esa disposición que es responsabilidad extracontractual se encuentra en el art. 2314 del CC chileno.
Grispigni pensaba que podría representarse gráficamente su teoría con unos círculos inscritos en otros, podemos imaginar el
conjunto del derecho positivo como un gran círculo dividido en partes que son cada rama del derecho, sobre ellos se inscribe un
radio más corto que es el derecho penal que reporta las prohibiciones y mandatos de otras ramas del derecho modelando su
propio círculo.
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Precisamente porque no lo hay resulta incorrecto otro corolario al que lleva la concepción constitutiva: si existe un injusto penal,
un acto podría ser antijurídico en derecho penal y jurídico en otras ramas del derecho y viceversa. Y esto no es así. La unidad de
lo injusto dentro del ordenamiento lo debemos a Adolf Merkel, quien planteó que lo injusto es uno solo dentro del ordenamiento,
y que difiere cada rama del derecho en las consecuencias o sanciones de cada acto. Para entender esto, pensemos en esto: si
mato en legítima defensa (eximente en la exclusión del carácter antijurídico realizado a su amparo) ese acto es conforme al
derecho penal y no genera responsabilidad criminal y lo es ante todo el ordenamiento, no se debe un peso a los deudos del
antiguo agresor.
La otra concepción rompe con la unidad de lo antijurídico y trae consecuencias peligrosas de política legislativa, porque si el
derecho penal crea sus propias prohibiciones el legislador puede hacer lo que quiera e inventar el delito que quiera aun cuando
no haya bien jurídico afectado.
2.- Distinción entre Derecho Penal Objetivo y Derecho Penal Subjetivo. O distinción entre ius penale y el ius
puniendi.
a) El derecho penal objetivo es un conjunto de normas y disposiciones o reglas jurídicas que definen los delitos y establecen
para ellos las penas.
b) El derecho penal subjetivo es la facultad o poder de castigar. En este sentido subjetivo el ius puniendi comprende la potestad
estatal de establecer (y por cierto supra estatal en el DP internacional) delitos y penas, la potestad de irrogarlas o imponerlas en
un juicio cuando se ha cometido un delito y la potestad de hacerlas cumplir o ejecutar las puniciones.
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2.2.- Relación Jurídica Punitiva.
Del ius puniendi entendido como derecho subjetivo surge una relación jurídica, él supone una relación jurídica, la cual fue muy
estudiada por Binding en Alemania y por Rocco en Italia (fundador de la escuela técnico jurídica).
Para Binding eran posturas muy autoritarias de un liberalismo de derecha, su fundamento se encuentra en el estado como
titular de un derecho a la obediencia de los súbditos. Frente a este derecho a la obediencia, el delincuente permanecería como un
súbdito o siervo de la pena que es la expresión que se sirve Rocco, una “cosa” en vez de persona que pertenece al poder estatal.
Formada por la pretensión penal del estado y por el deber del reo de someterse coactivamente a la punición. Tiene una
connotación política autoritaria que coloca al estado como un fin en sí mismo (lo que no es) y no aparece como un medio al
servicio de fines humanos (lo que sí es). Por ello coloca al hombre frente al poder estatal en relación de vasallaje, como súbdito.
El ius puniendi si ha de tener fundamento, reside en la necesidad de preservar al individuo y a la sociedad en una existencia
digna del hombre, no en la necesidad de salvaguardar el estado como si el estado fuese la máxima expresión racional del espíritu,
como si fuera un estado hegeliano.
Lo que es cierto de esta relación jurídica es que cometido un delito efectivamente surge entre estado y reo una relación que no es
de poder sino jurídica. Para el estado esta relación se expresa en la pretensión punitiva la que es abstracta hasta la condena y
luego es concreta. El reo en esta posición jurídica, que tiene derechos ante la entidad estatal durante el proceso y la ejecución de
la pena, ¿tendrá un deber jurídico de someterse a la pena?
El problema de ese deber viene discutiéndose desde el iusnaturalismo racionalista, afirmaron la existencia de este deber Grocio,
y Tomasius. Fundándose para ello en la teoría del contrato social o contractualismo, porque ellos pensaban que el sujeto al
momento de cometer un delito había prestado su consentimiento implícitamente a la posibilidad de sufrir una pena.
Pero otros iusnaturalistas clásicos como Hobbes y Pufendorf, negaron la existencia de este deber jurídico, considerándolo
contrario al derecho natural. Consideraron anti natural que el sujeto no se resista a infligir el mal de la pena, y porque nadie ha
consentido en recibir la pena al momento de cometer un delito, ni directa ni indirectamente.
Esta discusión continua en el S XIX en ella interviene Carrara dando una idea interesante: él pensaba que ese deber jurídico
existe pero no es un deber positivo sino negativo. No es un deber que obligue al reo a la ejecución de acciones positivas, él no
tiene porqué colaborar con el estado en la ejecución penal, sobre él pesa el deber negativo de abstenerse de una oposición activa
a la punición. Él no puede ponerse activamente a la ejecución de la punición. De esto desprendió la evasión de detenidos que
debe quedar impune por lo mismo, del auto encubrimiento y al revés, punibilidad de los sujetos que corrompen a los jueces, que
falsifican documentos durante el proceso, etc.
La discusión en el SXX Vasaldi sostiene que este deber como deber jurídico no existe. Para Vasaldi el reo se encuentra en una
situación de sujeción jurídica frente a la potestad estatal. A la cual la voluntad permanece extraña o ajena, porque para él
sujeción es coacción, sometimiento o sumisión.
Mario Cattaneo ha argumentado la inexistencia de este deber jurídico:
Argumento lógico: Si el deber de cumplir con la pena existiera, entonces tendría que existir otra sanción en caso de incumplir
ese deber y así sucesivamente.
Argumento Moral: Seria contrario a la naturaleza humana que un hombre se sometiera voluntariamente a la pena. (Pufendorf,
Carmignani)
Argumento jurídico: No es un deber jurídico, sino solo una sujeción. (Vasaldi)
En opinión del profesor es innegable la existencia del deber jurídico de sufrir la pena. Y también es innegable que es paralelo al
derecho subjetivo estatal.
Si todos tenemos el deber negativo de abstenernos de cometer delitos, cometido uno ese deber se transforma en la obligación de
sufrir las consecuencias jurídico penales de la infracción. Pero tal deber es el identificado por Carrara como pasivo o negativo,
que nos obliga a no oponernos por la fuerza o comisión de nuevos delitos a la pretensión punitiva estatal, pero no nos obliga a
nada más (como colaborar con la administración de justicia) lo que sería más propio de un estado totalitario.
Así se explican cuestiones que las teorías negadoras del deber jurídico no pueden demostrar; en Chile es atípica la auto
liberación de los detenidos (no condenados a un detenido, si no por prisión preventiva). Esa persona si se fuga de la cárcel no
comete delito alguno, sin embargo realiza un acto antijurídico, y por ello el servicio de prisiones tiene la facultad o deber de
impedir su evasión o recapturarlo. De otra forma no existiría esa atribución.
3.- El Derecho Penal Substancial; el Derecho Procesal Penal; el pretendido Derecho Penal Ejecutivo o Derecho
Penitenciario.
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La definición es de un procesalista español Gómez Gormaleja. En la parte de la definición “la actividad dirigida a la realización
jurisdiccional del Derecho Penal” porque en efecto siendo el derecho penal solo realizable jurisdiccionalmente resulta que el
Derecho Penal necesita del proceso penal para vivir, sin derecho procesal penal el derecho penal permanecería en el cielo de las
normas y de los conceptos jurídicos sin ninguna trascendencia en la realidad.
Lo que Ernesto Forbering (un gran penalista y procesalista en lo penal) graficó muy bien haciendo una metáfora diciendo que:
“Sí los delincuentes supieran que solo existen los preceptos penales para castigar sus delitos pero no un proceso penal, podrían estar
felices y reírse de las disposiciones que castigan el hurto homicidio o el tráfico de influencias”.
3.2.- Naturaleza Jurídica de las normas que regulan la ejecución de las penas.
Si esta distinción se puede establecer con facilidad, un problema más complicado de resolver es el de la naturaleza jurídica de las
normas que regulan la ejecución de las penas. Lo que equivale a preguntarnos por la autonomía o falta de autonomía del DP
ejecutivo o penitenciario.
Rivacoba decía que la pena en cuanto penalidad es decir, en cuanto amenaza abstracta con que la ley conmina los delitos en los
códigos, no pasa de ser eso: una abstracción carente de toda trascendencia individual y social. Luego en la sentencia
condenatoria cuando la penalidad se transformó en una pena determinada para un sujeto concreto por un delito concreto, la
pena ya asume cierta concreción al dirigirse al autor del delito, pero la pena aún no pasa de lo normativo a lo fáctico, no puede
producir consecuencias todavía en los individuos que las sufren y en la sociedad. El momento en que la pena adquiere verdadero
significado es en la ejecución o cumplimiento. De lo que se sigue que cualquier sentido que atribuyamos a la pena, hay que lograrla
con la ejecución. Tanto es así que Binding decía con toda razón que fuera de la ejecución de la pena, no puede haber un fin de la
pena. Todo lo demás no es pena.
Entonces, también sería exacto decir que el DP que impone penas a los delitos y define delitos, ha de desplegar su verdadera
actuación únicamente en la ejecución de las penas, y como ella es el remate del estudio teórico del DP en su conjunto y la pena en
particular, la regulación jurídica de la ejecución tiene que pertenecer al DP, las disposiciones que regulan la ejecución de la pena
son disposiciones penales y por tanto no pueden pertenecer a otra rama del derecho.
Por último los conocimientos obtenidos de la ejecución de las penas, la reflexión sistemática conseguida de las penas pertenece a
la dogmática penal, no a dogmáticas o ciencias distintas.
Sin embargo a lo largo de la historia no siempre se dio de esta manera; sobre el problema de la naturaleza de las normas que
regulan la ejecución de las puniciones ha habido cuatro grandes concepciones desde el siglo XVI a la fecha. La más antigua
vincula la ejecución de las penas al derecho administrativo; recién en el siglo XX emerge otra que entiende que la ejecución de las
penas pertenece al derecho procesal penal; bien pronto otra que dice que pertenecen al derecho penal ejecutivo o derecho
penitenciario y una cuarta concepción que se ha ido afirmando en las últimas décadas y que dice que las normas que regulan la
ejecución de las penas pertenecen de lleno al derecho penal.
Otro problema es la pretensión de que los conocimientos sistemáticamente elaborados sobre ejecución de las penas no
pertenecen a la dogmática penal sino a la ciencia penitenciaria o penología.
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Con el tiempo desaparece la pena de galera pero desaparece el término presidio parar designar genéricamente la forma más
importante de privación de libertad y la pena por excelencia del siglo XIX que es pena privativa de libertad.
En el norte de Europa se manifestó el principio de utilidad de otra forma. Principalmente las casas de corrección que surgen
en Reino Unido y después en Holanda, en ellas se recogió y obligó a trabajar en pésimas condiciones a niños adolescentes,
mendigos, vagabundos, prostitutas, es decir, a toda esa masa de personas desarraigadas y empobrecidas a raíz de las guerras
religiosas entre otras.
En las casas de corrección holandesas se sometía a los hombres en trabajo consistente en raspar madera brasileña con la que se
confeccionaba las tinturas de la ropa y las mujeres en la hilandería.
Estas casas vinieron a corroborar la existencia de toda una tradición anterior a las modernas penas privativas de la libertad en
aprovechar las energías de los condenados y tenerlos en manos de la administración.
Con la excepción de la pena de galeras las demás manifestaciones del principio de utilidad no eran penales propiamente
hablando, esto porque el momento en que nacen (con todo su sentido y conciencia de tales) las penas privativas de libertad es en
el siglo XVIII, gracias a las transformaciones revolucionarias del iluminismo. Existía la tradición que en el régimen que no era
penal, quien tenía la voz campante era la administración. Por ello cuando surgen las penas privativas su ejecución queda
remitida al ejecutivo, en sus diversos ministerios. Esta circunstancia ligada a la normal complejidad de la ejecución de las penas
privativas, llena de incidentes de todo tipo, hizo que durante mucho tiempo fuese lugar común en la doctrina afirmar que la
naturaleza jurídica de la ejecución de las penas privativas de libertad fuera naturaleza administrativa. Esta era la tónica del siglo
XIX. Los códigos penales contenían una disposición al respecto que no regulaba en realidad la ejecución de las penas sino que las
confiaba al poder administrador, que existe en el código penal chileno (de 1874) en su artículo 805.
Esto tiene solo un respaldo histórico empírico, no un respaldo teórico, obedece a una pura práctica como en tantas ha incurrido
la autoridad en forma equivocada. Carece de un verdadero fundamento jurídico porque:
1. Hay muchas penas que no están confiadas ni han estado confiadas jamás a la administración, sino cuya ejecución ha
pertenecido siempre al poder judicial como la de muerte, la pecuniaria, la de amonestación, etc. Hay incluso algunas penas
que solo pueden confiarse al poder judicial para ser ejecutadas como la de amonestación que debe ser pronunciada por un
juez.
2. La razón principal es que las relaciones jurídico administrativas entrañan siempre un margen de discrecionalidad y esa
discrecionalidad por vinculada que esté a una norma (no puede ser libre o sin norma, sería arbitrio en ese caso) ella
fácilmente puede degenerar en arbitrariedad y ese riesgo es muy elevado en la ejecución de las penas, sobre todo en las
privativas de libertad por las características de las prisiones, consideradas instituciones totales o cerradas. Esto además de
los peligros gravísimos que supone, implica una pulla en el costado de la legalidad del derecho penal, el derecho penal se rige
por el principio de legalidad con sus respectivos elementos. Si la ejecución de las penas perteneciese al derecho
administrativo, el derecho penal no sería legalista propiamente tal, y encima en la parte que corona el derecho penal que es
la ejecución de las penas.
En Chile nos encontramos en una fase de remisión al derecho administrativo de ejecución de las penas, no tiene ni tendrá en
poco una ley de ejecución de las penas como otros países. Tampoco un juez de ejecución de penas por más que el reglamento de
establecimientos penitenciarios señale la relación jurídica, esta no existe en verdad y mucho se parece a la relación de poder del
siglo XIX.
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Art. 80. Tampoco puede ser ejecutada pena alguna en otra forma que la prescrita por la ley, ni con otras circunstancias o accidentes que los expresados en su texto.
Se observará también además de lo que dispone la ley, lo que se determine en los reglamentos especiales para el gobierno de los establecimientos en que deben cumplirse las
penas, acerca de los castigos disciplinarios, de la naturaleza, tiempo y demás circunstancias de los trabajos, de las relaciones de los penados con otras personas, de los socorros que
pueden recibir y del régimen alimenticio.
En los reglamentos sólo podrán imponerse como castigos disciplinarios, el encierro en celda solitaria e incomunicación con personas extrañas al establecimiento penal por un
tiempo que no exceda de un noveno mes, u otros de menor gravedad.
La repetición de estas medidas deberá comunicarse antes de su aplicación al juez del lugar de reclusión, quien sólo podrá autorizarla por resolución fundada y adoptando las
medidas para resguardar la seguridad e integridad, del detenido o preso.
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3.2.3.- Derecho penal ejecutivo en relación con el derecho penitenciario.
Trata de explicar la autonomía del Derecho Penal. Este aparece en Italia a principios del siglo XX. Da sus primeras luces en 1920
pero se consagra en 1933 con las propuestas que hace un jurista italiano Giovanni Novelli. Él plantea una idea sumamente
interesante al respecto que consiste en dividir las materias que dicen relación con el delito en 3 códigos distintos: código
procesal penal, código penal y código penitenciario.
Así, en el año 1933 en un congreso en Palermo, con sus seguidores, consiguen que en este congreso se afirmen sus resoluciones a
propósito de la existencia del derecho penitenciario y allí define al derecho penitenciario, lo define “como aquel constituido por
un conjunto de normas legislativas que regulan las relaciones entre el estado y el condenado en la medida en que la sentencia de
condena legitima la ejecución y el cumplimiento de ésta”.
Aquí lo que trata de plantear Novelli es que entre el estado y el condenado, una vez que se establece el delito, la participación y el
tiempo de comisión; establecería una nueva relación entre el estado y el condenado. En consecuencia, debería tener nuevos
principios que los rigiera. A propósito de esto aparece dentro del vocabulario jurídico penal la idea de ciencia penitenciaria, lo
cual viene a plantear un nuevo problema: ya desde el siglo XIX se venía hablando de ciencia penitenciaria, se discutía si se
trataba de ciencia penitenciaria o de penología. Estas dos distinciones se ocuparon indistintamente durante el siglo XIX hasta
que finalmente por dogmática francesa terminó por imponerse la expresión ciencia penitenciaria. Con todo, ambas son formas
de estudiar lo mismo: el estudio de las penas y en particular, la pena privativa de libertad. Esta concepción parece ser la más
correcta que entiende la ejecución penal como derecho penitenciario.
3.3.- Distinción o distinciones con el derecho penal disciplinario, el llamado Derecho Penal administrativo, fiscal,
económico, etc.
3.3.1.- Distinciones de Derecho Penal Disciplinario y Derecho Penal Administrativo: Planteamiento del problema.
Derecho administrativo es una rama del derecho público que regula las organizaciones de la administración pública, así como
el funcionamiento interno y sus relaciones con los particulares. La administración pública constituye un conjunto de normas que
para el cumplimiento de sus funciones cuenta con un plexo de potestades: reglamentaria, tributaria, administrativa y
sancionatoria.
El problema está planteado por Eduardo Novoa Monreal y se refiere a la relación entre el derecho penal y el derecho
administrativo y en particular con esta potestad sancionadora que le permite a la administración establecer infracciones e
imponer determinadas sanciones con el objeto de proteger intereses generales de la comunidad o bien intereses de la
administración. A partir de esta idea llegamos a una clasificación muy importante, en primer lugar nos encontramos con el
derecho penal disciplinario y en segundo lugar con el derecho penal administrativo.
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delito de traición en contra del monarca; porque el sujeto al robar priva al otro de su propiedad pero también desobedecía al
príncipe y esta desobediencia es la que se castigaba. Por ello no podía exculpar el juez sino el monarca, porque los delitos al final
se cometían en contra del rey, todo se transformaba en desobediencia al rey. Por ello no había diferencia clara entre sanción
disciplinaria y pena.
Debido a esta situación los códigos penales del siglo XIX se preocuparon de dejar al menos una disposición que aclarara que las
sanciones disciplinarias no eran penas. Ese artículo en nuestro código penal es el art. 206. Estas sanciones disciplinarias
jurídicamente no son penas aunque por su contenido puedan serlo.
Diferencias entre infracción disciplinaria y delito (como causas) y entre sanción disciplinaria y pena (como efectos).
1º) Fines de la Sanción.
Disciplinaria: pretende corregir la conducta del funcionario sancionado para garantizar el buen funcionamiento de la
administración.
Pena: fin retributivo y para algunos autores preventivo.
3º) Fundamento del Delito versus infracción. En el derecho penal el fundamento último de los delitos está dado por un ataque
en contra de bienes jurídicos de interés general. El fundamento último de la infracción disciplinaria dice relación con una falta de
deberes.
4º) Destinatarios de la sanción versus pena. La sanción disciplinaria puede recaer solo sobre funcionarios públicos no sobre
particulares. La pena no tiene esa limitación.
Dicho todo esto, podemos concluir que no existe el derecho penal disciplinario y las sanciones disciplinarias no pertenecen al
derecho penal. Esto sin perjuicio de que de ciertas garantías constitucionales se pueden aplicar.
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Art. 20. No se reputan penas, la restricción o privación de libertad de los detenidos o sometidos a prisión preventiva u otras medidas cautelares personales, la separación de los
empleos públicos acordada por las autoridades en uso de sus atribuciones o por el tribunal durante el proceso o para instruirlo, ni las multas y demás correcciones que los
superiores impongan a sus subordinados y administrados en uso de su jurisdicción disciplinal o atribuciones gubernativas.
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Carmignani dirá un poco después que mientras los delitos eran contrarios a la seguridad pública, las contravenciones o delitos
de policía eran contrarios nada más al bienestar público, a la prosperidad pública.
Carrara dirá que los injustos de policía eran indiferentes éticamente hablando y los delitos no. Mientras la contravención de
policía que no tenía ética propiamente dicha atentaba contra el magisterio del gobierno; habría inmoralidad indiscutible.
Max Ernesto Mayer a principios del siglo XX cuando sostiene (partidario de la creación de un DPA con la consiguiente separación
ontológica de la falta respecto del delito) mientras el delito ofende normas de cultura reconocidas por el estado, la falta no, la
falta no tiene raíz cultural y es una creación artificial del legislador.
En Alemania, la idea de configurar un DP distinto cristaliza el siglo XX, la base teórica la propondrá James Goldschmitt quien crea
una teoría que diferencia ontológicamente falta de delito. Él dice que mientras el derecho penal limitaría las esferas individuales
de los hombres (como individuos o personas), en cambio el bien público (que sobrepasa lo individual) sería un asunto que atañe
al orden administrativo del estado. El derecho penal miraría al sujeto como individuo; el DP administrativo miraría al hombre en
cuanto miembro de la comunidad. Por ello dice que existe delito cuando se lesiona los deberes del individuo en cuanto ser
dotado de una voluntad autónoma. En cambio existe contravención al orden cuando se lesiona los deberes de colaboración del
sujeto como miembro de la comunidad.
Pere a los defectos de la teoría y su resabio iusnaturalista de trasfondo autoritario, va a prender en la dogmática alemana y
tendrá defensores. Contribuirán a que Alemania creara la ley de contravenciones al orden, que condensa el derecho
administrativo de ese país. Extrajo las faltas del CP, las llevó a su seno, las sometió a un régimen punitivo especial y también las
extrajo de la judicatura confiando su conocimiento y sanción a órganos administrativos que ejerzan jurisdicción.
Ahora, de ahí a sostener la existencia del DP administrativo, el paso es demasiado largo. Se trata de delitos en miniatura
sometidos a reglas especiales pero en lo demás a las reglas absolutamente comunes de Derecho Penal y Derecho Procesal Penal.
Esto tiene una importancia grande porque al estar sometidos a reglas procesales penales, pero de todas maneras conocen de ella
los tribunales de justicia y no tribunales u órganos de policía.
En Chile se ha discutido (Eduardo Novoa) el artículo 20 con el objeto de argumentar que existiría en nuestro país el derecho
penal administrativo. Pues bien, el argumento de Novoa y de los españoles proclives al Derecho Penal administrativo, sería que
el art. 20 en el fondo está reconociendo la existencia del Derecho Penal administrativo porque se limita a decir “no se reputan
penas” pero en el fondo lo son, este art. 20 en el fondo estaría reconociendo la existencia del DP administrativo, solo que no se las
considera penas. Ahora, el argumento no es convincente porque es parcial; el art. 20 debe interpretarse sistemáticamente con
otros como el 501. Conforme a esto, no se establecerán en las ordenanzas municipales mayores penas que las señaladas en el
Código Penal, aun cuando se impongan en atributo de potestad gubernativa. El art. 20 dice que no se consideran penas las
sanciones que impongan los superiores de la administración a los administrados en general, y el 501 prohíbe que en virtud de
reglamentos, ordenanzas, atribuciones u otros, se puedan las autoridades establecer penas.
Si nosotros examinamos aisladamente el 5017, efectivamente se concluye como Novoa: la autoridad administrativa podría crear
infracciones e imponerles verdaderas penas con tal que la autoridad administrativa en sus ordenanzas y reglamentos, no
sobrepase lo señalado en el libro III del Código Penal.
A partir de esto podría inferirse la autonomía de un auténtico DP administrativo, o sea, que la autoridad está estableciendo
penas para la infracción de policía a través del gobierno, con tal que sean las señaladas en el Libro III. Pero esto resulta de la
lectura aislada del art., si lo interpretamos sistemáticamente, descubrimos que las sanciones administrativas no se consideran
penas, no se las reputa penas y no hay derecho penal administrativo, lo que hay es derecho penal y por otro lado potestad
sancionadora de la administración, y no existe contradicción en la interpretación sistemática de ambos. Porque si miramos bien
las cosas, es indiscutible que las sanciones de la administración no son diferentes de unas penas y x eso el 501 las llama “penas”.
Pero desde el punto de vista formal no se considera a estas sanciones como penas, y porque no se las reputa penas no se puede
producir los efectos jurídicos de las penas. Por ejemplo en cuanto a prescripción de las sanciones; las sanciones de la
administración, no pueden convertirse en privación de la libertad, no hay figura de reincidencia, etc.
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Art. 501. En las ordenanzas municipales y en los reglamentos generales o particulares que dictare en lo sucesivo la autoridad administrativa no se establecerán mayores penas que
las señaladas en este libro, aun cuando hayan de imponerse en virtud de atribuciones gubernativas, a no ser que se determine otra cosa por leyes especiales.
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En síntesis lo que se quiere decir es que estas sanciones aunque puedan consistir materialmente en penas el derecho no las
considera como penas. No existe entonces, menos mal, el derecho penal administrativo, esto porque detrás de toda esta
discusión hay un problema político de primer nivel, y es que si proclamamos la existencia del DP administrativo lo que estamos
haciendo en el fondo es entregar todo un sector del derecho penal al ejecutivo, sustrayéndolo del poder judicial. Destrozamos las
exigencias de legalidad y seguridad exigidas por el liberalismo penal. No hay duda que es mejor ser juzgado por un juez que por
una autoridad ejecutiva.
Cómo interpretar a la luz del Derecho Penal los conceptos de otras ramas del derecho.
El DP se relaciona con todas las ramas del derecho visto su carácter secundario y naturaleza garantizadora o sancionadora, las
relaciones consisten en el refuerzo del derecho punitivo a la tutela que ya conceden a esos bienes jurídicos las ramas que los han
constituido. Muy a menudo los conceptos jurídico-penales evocan conceptos de otras ramas del derecho. Esto por lo pronto se
aprecia entre la antigua relación entre derecho penal y derecho civil, esta relación fue estrecha hasta el punto que
históricamente hablando, no tuvo autonomía hasta el siglo XVIII y estaba absorbido por el derecho civil.
Pero al alcanzar su autonomía o independencia, persistió el problema de cómo interpretar los conceptos e instituciones jurídico-
civiles, mentados por la ley penal. Y no solo las jurídico-civiles. La regla es la siguiente: estos conceptos o instituciones en
principio deben interpretarse según son concebidos por la rama constitutiva correspondiente, en este caso, como los define el
derecho civil.
Hay en esto una “prioridad lógica” de los ordenamientos extra penales o ramas no punitivas del ordenamiento. Constituyen estos
bienes una prioridad lógica para la interpretación; por lo tanto la familia del DP no puede ser distinta a como se concibe en el
derecho civil. Salvo que el sentido y el alcance de las disposiciones punitivas refleje que se ha modificado generalmente
estrechado, el sentido y alcance en que se creó esos conceptos e instituciones en otra rama del derecho. Puede perfectamente
ocurrir que haya que tomar los conceptos o instituciones en sentido modificado.
Por ejemplo en el hurto el concepto de bien mueble ajeno no contempla los inmuebles por adherencia (que el propio CC los
define como muebles). Por ello cuando se afirma la índole garantizadora o sancionadora del DP o su carácter secundario, de
ninguna manera se conspira contra la autonomía del DP.
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4.- Relaciones con otras ramas del derecho, especialmente con el derecho político.
De esas relaciones del DP con otras ramas del derecho, las relaciones más importantes son las que el DP mantiene con el derecho
político, por un lado, y con el Derecho Procesal Penal por otro lado. Precisamente por su importancia debemos tratar esas
relaciones con detenimiento.
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Esto implica de entrada una reducción del ius puniendi. El liberalismo se aviene mal con un derecho penal elefantiásico o con
gigantismo. Caracteres:
1.- Legalidad de delitos y penas.
2.- Igualdad de los sujetos ante la ley penal.
3.- Reducción del Arbitrio judicial.
4.- Respeto por el fuero íntimo de las personas. No castigar la disidencia.
5.- Consideración del delito como ataque objetivo contra bienes jurídicos de interés general y no de interés de grupos
determinados o delimitados de población.
6.- Respeto del principio de culpabilidad con la consiguiente proscripción de la responsabilidad objetiva o sin culpabilidad.
7.- Proporción de las penas a la gravedad objetiva y subjetiva de los delitos.
8.- Humanización de las puniciones o dulcificación de las penas; hacerlas más consonantes con la sensibilidad humana.
9.- Rechazo de utilizar al condenado en la ejecución de las penas, apartándose del pensamiento preventivo y asumir el
pensamiento retributivo.
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5º) Luego, el delito en general, tiene como centro la violación de un deber de fidelidad y obediencia al estado. El delinquir es en
todo momento un acto de traición, el delincuente es traidor a la comunidad.
6º) Contra los traidores las penas deben ser fuertes, ruines e inhumanas. De ahí la inclinación por la pena de muerte, por las
penas infamantes, por la segregación, por la eliminación o expulsión del sujeto de la comunidad. El fin de esas puniciones es
invariablemente expiatorio y defensista.
Porque el totalitarismo se ve condenado a defenderse perpetuamente allí donde ve o cree ver riesgos. A fin de cuentas el DP
totalitario se podría reducir a lo siguiente:
Acaba por desconocer la idea misma de humanidad. Porque desconoce que la esencia de la humanidad radica precisamente en la
diferencia de un hombre para con otro. Los hombres nos parecemos tanto entre sí como un huevo con otro, lo que tenemos en
común es nuestra dignidad, nada más. La esencia del humano está en nuestra diversidad. Al desconocer esa diversidad, al
desconocer lo humano en el que es diferente, en el que no es como yo, etc.; entonces el totalitarismo aniquila la voluntad de
convivir, y sin voluntad de convivir no hay derecho. Una de las notas de todo derecho, es la personalidad, es un ordenamiento
caracterizado por la alteridad. Desde que se desconoce la voluntad de vivir no puede haber derecho.
Mariano Ruiz decía en su libro “actualidad de la venganza” que para el totalitarismo no se trata de convivir sino de someter, no
de convencer al otro sino de esclavizarlo. Esto definitivamente no es derecho.
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4.2.- Relaciones entre el Derecho Penal y el Derecho Procesal Penal.
Si el DP mantiene relaciones con todas las ramas del derecho por su naturaleza sancionadora y garantizadora no es menos cierto
que sus relaciones más intensas son con el derecho político y con el derecho procesal. Son relaciones de procedimiento o
adjetivas y además de realización. El DP es realizable solo jurisdiccionalmente, en efecto a diferencia de las restantes ramas del
derecho, el DP no puede ser actuado por los particulares, ni siquiera por un funcionario público pero no judicial. La única forma
de actuar las disposiciones es en un proceso y por los órganos competentes del poder judicial del estado o de tribunales
internacionales.
Fue Núñez en argentina el que apuntó este rasgo en su tratado de 1959. Decía que sólo sería realizable judicialmente el DP; la
idea era correcta pero no exacta. No es lo mismo judicial que jurisdiccional. Lo genuino de los tribunales de justicia es el ius
dicere o jurisdicción. Esto implica la declaración coactiva del derecho aplicable a un caso particular o controvertido entre
sujetos. En cambio los jueces además de realizar actividades, ejecutan otras que por ser de su función son judiciales. Por ejemplo,
la intervención de los jueces en el nombramiento de los funcionarios. Pero las funciones judiciales que interesan al DP son las
jurisdiccionales, la aplicación del derecho al caso controvertido, mediante una declaración provista de imperio.
Por lo pronto, se advierte su importancia en lo siguiente: esto que el derecho penal nunca puede ser aplicado por los
particulares, si es verdad que es solo realizable jurisdiccionalmente, resulta que ni siquiera en casos de sometimiento voluntario
de un reo a la pena, como ocurre en nuestro país en virtud del art. 3928 del Código Procesal Penal que regula un tipo
particularísimo de procedimiento para las faltas; ni en ese caso los particulares aplican derecho punitivo, incluso en esos casos
donde evidentemente se ahorra fases procesales, se requerirá pronunciamiento judicial. Efectivamente el monitorio penal
termina con una sentencia. Esta característica de solo ser realizable jurisdiccionalmente, podría tener inherencia asociable solo
al Derecho Procesal Penal. Inherencia porque la jurisdicción solo puede actuar dentro del proceso, ese rasgo de realización solo
jurisdiccional de lo penal, determina las muy íntimas relaciones entre estas dos ramas del derecho. Relaciones que en el fondo se
pueden expresar en la idea que el DP necesita del DPP como los humanos el aire que respiramos. No habría forma para el DP de
convertirse en una realidad en la vida social sin el proceso penal. Un gran penalista que además tiene un tratado de DPP, Von
Wheling dice que en ese tratado los delincuentes podrían congratularse, felicitarse, si es que sólo hubiese preceptos penales con
que sancionar sus delitos. El DP no toca al delincuente un pelo de la ropa, si es tocado por el proceso penal, por las normas de
procedimiento.
Incluso más allá diríamos que lo que en realidad toca al delincuente tampoco es la ley ni procesal penal ni penal, sino la policía
idea de Walter Benjamin.
Ahora estas relaciones tan intimas entre lo procesal y penal, no puede hacernos perder de vista el carácter instrumental del
derecho procesal penal respecto del derecho penal. El proceso penal existe para hacer efectivo para que cobre realidad el
derecho penal. El mismo Wheling señala que el DP es anterior en términos lógicos y precede al proceso penal.
Esta precedencia, anterioridad o prioridad lógica del DP material respecto del proceso penal, repercute en que los principios
rectores de estas dos ramas del derecho no pueden diferir ni construirse con principios diferentes a los que informan al DP.
Tienen que converger: no puede haber un DPP liberal con un DP autoritario, porque entrarían en una antinomia insoluble.
Características que podría reunir un proceso penal liberal:
1.- Legalidad del proceso penal. Esto significa legalidad de la acción penal y legalidad de la investigación o del juicio.
2.- Legalidad y presencia del juez, idea de ley natural.
3.- Separación de funciones cognoscitivas es decir de investigación. Y valorativa (de juicio y prueba) en el proceso. Funciones que
tienen que estar encomendadas a órganos diferentes: la investigación al órgano acusador, el juicio a los tribunales de justicia.
4.- Equivalencia o paridad de condiciones entre acusador y defensa. La verdad es que esto puede proveerlo el auténtico
procedimiento acusatorio, no el procedimiento inquisitivo, nuestro proceso penal es inquisitivo y no auténticamente acusatorio,
porque en el acusatorio no existe el ministerio público sino que el particular acusa. Por ello el MP tiene poderes muy amplios y la
defensa finalmente el único poder que opone a este MP es el principio de presunción de inocencia.
7.- Salvaguarda de garantías básicas del imputado. Él no debe declarar bajo juramento, puede guardar silencio sobre la
imputación.
8.- Proscripción de pruebas privilegiadas.
9.- Proscripción de premios concedidos por delatar personas.
10.- Reconocimiento y efectiva aplicación del principio de inocencia. El considerar a toda persona como sujeto libre, no como
súbdito, y de ellos debemos resumir que no han delinquido, mirados como sujetos no como cosas. De esto se deduce que el reo
debe permanecer en libertad todo el juicio si lo estamos suponiendo inocente. Podríamos abundar en características del proceso
y obligaciones de los intervinientes.
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Artículo 392.- Procedimiento monitorio. Se aplicará el procedimiento monitorio a la tramitación de las faltas respecto de las cuales el fiscal pidiere sólo pena de multa. En el
requerimiento señalado en
el artículo precedente el fiscal indicará el monto de la multa que solicitare imponer.
Si el juez estimare suficientemente fundado el requerimiento y la proposición relativa a la multa, deberá acogerlos inmediatamente, dictando una resolución que así lo declare.
Dicha resolución contendrá, además, las siguientes indicaciones:
a) La instrucción acerca del derecho del imputado de reclamar en contra del requerimiento y de la imposición de la sanción, dentro de los quince días siguientes a su notificación,
así como de los efectos de la interposición del reclamo;
b) La instrucción acerca de la posibilidad de que dispone el imputado en orden a aceptar el requerimiento y la multa impuesta, así como de los efectos de la aceptación, y
c) El señalamiento del monto de la multa y de la forma en que la misma debiere enterarse en arcas fiscales, así como del hecho que, si la multa fuere pagada dentro de los quince
días siguientes a la notificación al imputado de la resolución prevista en este inciso, ella será rebajada en 25%, expresándose el monto a enterar en dicho caso.
Si el imputado pagare dicha multa o transcurriere el plazo de quince días desde la notificación de la resolución que la impusiere, sin que el imputado reclamare sobre su
procedencia o monto, se entenderá que acepta su imposición. En dicho evento la resolución se tendrá, para todos los efectos legales, como sentencia ejecutoriada.
Por el contrario, si, dentro del mismo plazo de quince días, el imputado manifestare, de cualquier modo fehaciente, su falta de conformidad con la imposición de la multa o su
monto, se proseguirá con el procedimiento en la forma prevista en los artículos siguientes. Lo mismo sucederá si el juez no considerare suficientemente fundado el requerimiento o
la multa propuesta por el fiscal.
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II.- LA CIENCIA DEL DERECHO PENAL Y LAS ENCICLOPEDIAS DE LAS DISCIPLINAS CRIMINALES.
Hasta este punto nos hemos ocupado del derecho penal de caracterizar y limitar el DP al interior del ordenamiento. Lo que
vamos a tener que hacer a continuación es tratar que los saberes o disciplinas que se ocupan del estudio de los elementos del DP:
delito y pena. Con especial énfasis en dos disciplinas: la ciencia del derecho penal o dogmática penal y la criminología, y otros
saberes. Ellos conforman lo que se ha llamado enciclopedia de las disciplinas criminales o enciclopedia de las ciencias penales.
Esto porque al interior de esta enciclopedia de saberes hay auténtica ciencia pero también hay saberes que no tienen esa
jerarquía, no tienen esa dignidad, no son auténticas ciencias; son partes de otras ciencias o son simples técnicas.
Enciclopedias Penales.
Esta clasificación parecida a la del neo kantismo de Marburgo, no son clasificaciones perfectas. Al revés tiene un cierto grado de
relatividad o relativismo. Hay ciencias que no encajan en ninguno de los dos miembros: ni como ciencias naturales ni como
ciencias culturales, como la matemática. Aun así es una buena ayuda para ordenar el panorama de las disciplinas criminales.
Porque en la enciclopedia de las disciplinas criminales encontramos una ciencia que es la dogmática penal o ciencia jurídica
penal. Esta versa de un objeto llamado DP.
Contemplado históricamente, tenemos la historia del DP, parte de la historia del Derecho y parte de la ciencia histórica.
Contemplado filosóficamente, la filosofía jurídico penal.
Contemplado el DP dogmáticamente, o estudio científico del derecho penal, tenemos la dogmática penal, que abarca la
política criminal.
Luego en esta enciclopedia hay una ciencia natural o causal explicativa, que es la criminología, formada por 3 grandes
sectores: antropología criminal, psicología criminal, y sociología criminal.
Luego tenemos las disciplinas de la pesquisa o criminalística, y su aplicación judicial o policía judicial científica.
En seguida las disciplinas auxiliares que son la medicina legal, la psiquiatría forense y la estadística criminal.
Comparecen además las disciplinas cuya naturaleza o individualidad es discutida o controvertida: penología y victimología.
Nos vamos a centrar en las ciencias jurídico represivas.
2.- Ciencia del Derecho penal o Dogmática Penal: Noción, Naturaleza, Objeto, Contenido, División de la Parte
General, La Política Criminal.
2.1.- Noción.
La palabra dogmática dice relación con los dogmas; que son verdades incuestionables. La cosa es cómo hablar de dogmática
penal y lo equiparamos con una ciencia penal que entendida como tal dudaría de todo. La respuesta a esto es que en parte dice
relación con el hecho de que el jurista al momento de trabajar la ciencia del derecho penal utiliza un dato que le viene dado y del
cual no puede abstraerse. Este dato es la ley.
A partir de ahí comienza a hacer ciencia penal, por ello hablamos de dogmática penal. Para adentrarnos en esta idea hablaremos
de 3 autores principales:
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1) Santiago Mir Puig. Profesor de la universidad de Barcelona. Cuando hablamos de dogmática penal nos referimos al contenido
interno normativo del derecho penal, presentándose en consecuencia como una ciencia normativa; en oposición a ciencias de la
cultura y ciencias de la naturaleza.
2) Cerezo Mir. La dogmática del derecho penal tiene la tarea de conocer el sentido de los preceptos jurídico penales positivos y
desenvolver su contenido de un modo sistemático. En su curso de derecho penal cuando se refiere a la ciencia penal apunta
precisamente a ello.
3) Gustav Radbruch. Manuel de Rivacoba en su obra “elementos de la criminología” toma a Radbruch y rescata su definición
señalando que corresponde a la ciencia que versa sobre el sentido objetivo de un ordenamiento jurídico positivo. Con esta
noción nos quedamos nosotros. Aclarando en este mismo acto que al hablar de un sentido objetivo lo contraponemos a un
sentido objetivo. Objetivo dice relación con el valor mismo de la norma, independiente de la intención o la idea que estaba en la
mente de los que la formularon; descartamos el sentido subjetivo por ello: el legislador está compuesto por muchos sujetos
entonces no podemos desentrañar su voluntad. El mismo Radbruch plantea que la acción creadora humana posee la virtualidad
de dotar sus productos de un sentido más profundo de aquel que el mismo creador contempla para esas normas. Por ello
nosotros al momento de hablar de la ciencia jurídico penal nos referimos al sentido objetivo de las normas de un ordenamiento
jurídico positivo.
En segundo lugar habla de un ordenamiento jurídico positivo. Esto para descartar otro ordenamiento jurídico que es el natural;
se refiere en consecuencia al único derecho existente dentro de un mismo sistema.
El mismo Radbruch al dar esta definición de ciencia del derecho penal, habla de distintas fases dentro de esta ciencia penal,
señalando que existe una fase interpretativa, en segundo lugar una fase que dice relación con la construcción de las instituciones
y en tercer lugar una fase que dice con una sistematización del ordenamiento jurídico en su conjunto.
1.- En cuando la interpretación de las normas, decíamos que se captan mediante su sentido objetivo.
2.- La construcción de instituciones quiere decir que la ciencia jurídica atiende a un fin concreto. Es decir, que las diversas
normas que se refieren a una misma institución se pueden reducir a una unidad armónica de conceptos. Como por ejemplo todas
las normas relativas al delito de homicidio, o los delitos contra la propiedad, que no está regulado en un mismo artículo sino en
varios. Al apuntar a un fin específico ellos nos permiten una visión armónica respecto de los mismos.
3.- Sistematización del ordenamiento jurídico en su conjunto. El hecho que la normativa constituye un conjunto ordenado y
coherente total del conocimiento acerca del derecho positivo o de una determinada rama del derecho positivo.
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2.5.- Política criminal.
Origen.
Junto con la idea de ciencia del derecho penal, vamos a hablar de la política criminal. Es relativamente joven, se empezó a hablar
de ella a finales del siglo XVIII, según autores como Enrico Ferri, el primero en utilizar esta expresión de política criminal fue
Anselm Vön Feuerbach, quien además fue el primero en hacer un tratado del derecho penal en el siglo XVIII. Azua señala que 5
años antes había aparecido otro jurista alemán Gallus Aloys Vön Kleinschrod que acuña el término, pero tiene origen en Itaila. Si
bien nace en Italia con las obras de Beccaria, esta fue descuidada por los escritores italianos y se hace alemana por adopción. Es
en las obras germanas donde esta rama del saber crece, se desarrolla y se fortalece.
Noción.
En cuanto a una primera noción sobre política criminal podemos señalar que Kleinschrod la define como el conocimiento de
aquellos medios que el legislador puede hallar conforme a la especial disposición de cada estado para impedir y para proteger el
derecho de los súbditos.
Mientras que en 1803 Feuerbach la define como la sabiduría del estado legiferante (o que hace ley).
Por último, un gran jurista del siglo XX llamado Franz Von Liszt en su tratado de derecho penal la define como un conjunto
sistemático de principios garantizados por la investigación científica de las causas del delito y de la eficacia de la pena con arreglo
de los cuales debe el estado conducir la lucha contra el delito por medio de la pena e instituciones similares a ella.
A partir de esta idea desprendemos que al hablar de política criminal hablamos de política legislativa; referida al derecho penal.
De este modo podríamos afirmar que la política criminal como política legislativa tiene dos objetos: uno crítico y uno
constructivo.
El crítico dice relación con la crítica de las instituciones jurídico penales caducas o que no responden a necesidades de la
sociedad; otra constructiva de formación de nuevas leyes para luchar ventajosamente contra el crimen.
Naturaleza.
Pretende explicar donde se encuentra ubicada la política criminal tenemos 3 concepciones:
1º) Filippo Grispigni. La política criminal constituye una parte integrante de la criminología. En particular de la criminología
aplicada. No podemos hablar de política criminal sin hablar de criminología, esto porque la criminología pretende explicar el
delito a través de un método científico o causal explicativo; y es la forma más adecuada de criticar las instituciones y de proponer
instituciones nuevas. Esta concepción se critica porque si bien la criminología es una ciencia importante, para la política criminal
en su desarrollo también se basa en otras disciplinas o saberes para poder erigirse o construirse, tales como conocimientos
jurídicos, conocimientos históricos, etc.
2º) La política criminal independiente de la criminología. Dentro de esta tenemos como referentes a Kleinschrod y a von Liszt;
Kleinschrod formula esta idea a finales del siglo XIX y alcanza máximo esplendor con Liszt, señala que la política criminal se
constituye como una disciplina separada de las demás disciplinas que estudian el delito dentro de esta enciclopedia de
instituciones penales, y complementaria de la dogmática penal o del derecho penal. Manifestaban que los saberes penales eran
una ciencia conjunta del derecho penal que estaba compuesto por la dogmática penal, que acabamos de ver, la criminología, la
política criminal y la penología. Tuvo tal fuerza que llegó a plantearse el ramo de política criminal como un ramo independiente
del derecho penal.
La crítica a esta postura radica en el hecho que no tiene mucho sentido pensar que el ejercicio de determinar los defectos de un
ordenamiento jurídico criminal y postular los medios para subsanarlos sean ajenos a la dogmática penal y se constituya en
consecuencia como una ciencia particular.
3º) Se constituye como el aspecto dinámico de la dogmática penal. Para autores como Rivacoba o Azua, la política criminal no es
más que una función de la dogmática en cuanto esta no es sino la reconstrucción científica de un ordenamiento jurídico vigente.
Porque resulta prácticamente insoslayable que carezca de esta capacidad crítica de proponer una nueva legislación; no solo se
limita a describir sino que también propone y critica a la luz de lo observado. En consecuencia la política criminal constituiría un
elemento dinámico de este mismo ejercicio de análisis del derecho penal.
3.- Noción, naturaleza, objeto y contenido de la Criminología (concepto amplio y restringido); formación y origen
de la misma; visión panorámica y principales teorías acerca de los temas y problemas de la Somatología, la
Psicología y la Sociología Criminal, incluida la criminología crítica; clasificaciones de los delincuentes;
relaciones entre la síntesis criminológica y el derecho penal; porvenir de la síntesis criminológica.
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Concepción.
A partir de esto llegaremos a las distintas concepciones en torno a la criminología, una amplia y una restringida.
La amplia se corresponde con Garófalo: para este sector la criminología sería un conjunto indiscriminado de conocimientos
acerca del crimen y de todas las materias anexas al delito, englobando por igual enfoques jurídicos, político criminales,
antropológicos, sociológicos y hasta criminalísticos. Para esta concepción abarcaría todo. Sin embargo, por esta amplitud la idea
no ha podido prosperar por los distintos autores que se han preocupado de cultivar esta disciplina precisamente porque al
contemplar tantos saberes distintos generaría una confusión dentro de los distintos métodos que pretenderían su estudio.
Por ello llegamos a una concepción restringida que enfoca la criminología al estudio del delito limitándola a los aspectos
naturalistas y prescindiendo de los aspectos normativos.
Dentro de esta concepción restringida encontramos la extensiva (escuela austríaca de Seelig y Grassberger) “es la teoría de las
formas reales de comisión del delito y de lucha contra el delito”. Dentro de la idea de formas reales del delito, se incluiría la
fenomenología o formas de presentación del delito, por ejemplo, clase social del delincuente, grado de instrucción o formación,
clima, país, etc.; en segundo lugar la etiología o estudio de las causas o factores de aparición del delito, comprendiendo a la
biología y sociología criminal. Dentro de la segunda parte (lucha contra el delito) de la teoría extensiva, está la criminalística, que
abarca la táctica criminal, la profilaxis criminal, la pedagogía criminal, la penología, etc.
Dentro de la concepción restringida está la concepción estricta que reduce la criminología a la etiología criminal o estudio de las
causas del delito.
Naturaleza.
Lo que explica la criminología es una ciencia causal explicativa, que enfoca el delito no como deber ser o ente normativo sino
como acontecimiento individual y social que se construye dentro de la esfera del mundo del ser. Teniendo presente esta idea
Rivacoba la define como “ciencia sintética que estudia la criminalidad como fenómeno natural” esto es, atendiendo a las causas o
factores de su producción individual o social. Por último se trata de una ciencia sintética porque abarca distintos conocimientos.
Completar.
Objeto.
Su objeto es el delito pero desde una perspectiva natural, no como una categoría jurídica, que tiene por objeto mirar a los
factores de producción del mismo.
Contenido.
En cuanto al contenido de la criminología tiene un triple contenido:
1.-Antropología criminal. Estudia la personalidad comportamiento y organizaciones criminales.
2.- Psicología Criminal. Estudio del alma del sujeto criminal.
3.- Sociología Criminal. Relación que existe entre el autor del delito como sujeto activo con la sociedad.
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una facultad o tendencia presentada se encontraba especialmente desarrollada en el hombre, como el talento artístico, tenía que
haber un desarrollo especial del centro cerebral respectivo, en el centro que alojaría la respectiva facultad. Ese desarrollo en el
centro cerebral respectivo presionaría o comprimiría la región correspondiente del cráneo, formando una peculiaridad o
irregularidad en la superficie craneana. Es decir, imaginaban o dividían el cerebro en hemisferios y en sectores donde estaban
alojados los distintos órganos cerebrales y de acuerdo con su desarrollo relativo influía en la forma del cráneo como continente.
Tanto es así que para los fenólogos incluso palpando el cráneo se podía apreciar la importancia relativa de los distintos centros
cerebrales de la persona e inducir cuáles eran las cualidades o el carácter de cada quien.
Por cierto que la teoría de los fenólogos adolecía de un defecto capital: la idea central de que el continente se amolda al
contenido es totalmente equivocada. La compresión craneal no es posible dado que los huesos del cráneo son esencialmente
duros y además están las meninges y el líquido raquídeo que impiden esta teoría. Además de esto, también tuvieron un gran
acierto, porque iniciaron la investigación del cerebro. Con una mejora considerable respecto de los fisonomistas, serán además
sumamente importantes para la obra de Lombroso.
2.- Antecedentes o fundamentos científicos. Los antecedentes científicos inmediatos de Lombroso se amoldaban
perfectamente al clima filosófico.
El descubrimiento de la locura moral. Un tipo de personalidad psicopática caracterizada por la insensibilidad afectiva frente al
dolor de quien padece ese trastorno; la oligofrenia ética.
Luego el alemán Karl Hoisinger acuña el concepto de degeneración, entendida como un regreso en un individuo actual al tipo
original de las variedades de una especie seleccionadas artificialmente por la sociedad.
Por otro lado otro científico de entonces Mauxleigh en “el crimen y la locura” va a asociar el delito con los trastornos mentales.
Si a esto sumamos que hacia 1860 y 1870 va a surgir la antropología, que entonces era entendida como antropología natural o
historia natural del hombre, entonces tenemos el clima necesario para que emergiera la teoría de Lombroso.
Teoría de Lombroso.
Lombroso era médico, un hombre que se formó en el norte de Italia, y en cuya vida va a tener una parte muy importante el hecho
de que los primeros pasos de su actividad profesional los hará como médico militar. En ese momento había varias zonas de Italia
en guerra, así, él pudo realizar numerosas investigaciones por autopsias. El en 1870 realiza una autopsia de un bandido, y el
descubre con gran asombro que en la base del cerebro donde normalmente tenemos una neta división o protuberancia que
separa los hemisferios cerebrales, el observó algo extraño: una fosa o depresión. Algo que se observa solo en los vertebrados
inferiores y los embriones humanos hasta el 4º mes de gestación. El la llamó “fosa occipital media” y atribuyó inmensa
importancia a ese hallazgo y pensó que allí se encontraba la raíz de la criminalidad. En una formación del cerebro de carácter
atávico, que mostraba características superadas en la evolución humana: retrógradas, degeneradas.
Atribuyó gran importancia a esto y en los años siguientes estudiará al hombre delincuente y cuáles serían sus rasgos somáticos y
psicológicos. En las sucesivas ediciones de su obra, irá modificando esto. En un primer momento lo describió como
anteriormente señalábamos. En la segunda edición añade la locura moral. En la tercera edición, tras realizar una nueva autopsia
de un soldado en Nápoles y que había causado grandes estragos por sus rasgos epilépticos, añadirá la epilepsia larvada o
asintomática que atacaría al individuo durante la gestación.
Pues bien, en su formulación más completa o acabada, el aparece como un ser atávico, semejante al loco moral, de base epiléptica
y provisto de un tipo somático y psíquico especial: en lo psíquico es carente de afectividad y sentido moral., pero en lo demás un
individuo normal solo que no muy diferente de los seres inferiores y de los niños.
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Ahora él pensaba al mismo tiempo en su visión materialista, que el delito era un fenómeno natural que se daba en toda la
naturaleza, tanto en el mundo orgánico como en el inorgánico o inferior. Lo que ocurre es que en el delincuente hay mayor
preocupación.
En 1880 Ferri va a llamar al delincuente “delincuente nato” y pronto establecerá colaboración con Lombroso. Ferri tendrá su
influencia en Lombroso porque lo convencerá de que incorpore a sus estigmas de la criminalidad otros rasgos no propiamente
físicos. Y para que sume al delincuente nato determinado las características del loco y del delincuente ocasional.
El acierto científico de Lombroso fue también el preocuparse de cómo se explica la menor participación estadística de la mujer
en los delitos. Pero claro se equivoca en su teoría y la respuesta dada también lo es. El sostiene en un libro suyo que en el caso de
la mujer la prostitución era el fenómeno explicativo de la menor incidencia de la criminalidad.
Las teorías de Lombroso se recibieron con apoteosis, se realizan los primeros congresos de antropología criminal, pero pronto
en Europa comenzaron las críticas, sobre todo de los criminólogos franceses. Que atribuyeron más importancia a los factores
sociales que a los propiamente antropológicos. En américa el influjo de Lombroso era mayor, en nuestro continente en los años
40 se seguía pensando de esa forma. Por ejemplo; el problema del bandolerismo. La teoría estaba basada en argumentos errados
y ya superados en su exposición. Tiene incluso ciertos rasgos conservadores y hasta reaccionarios, porque si sostenemos que hay
algunas personas que por sus características físicas antropológicas están determinadas a delinquir, con esta teoría, podríamos
erradicar el mal usando a las personas que presentan las características de Lombroso y desentendernos totalmente de esas
personas, ya que no tienen arreglo al estar predestinados a delinquir.
Por lo demás lo que Lombroso fundó fue la antropología criminal, la cual no acabó con Lombroso sino que hay teorías
antropológico criminales en el siglo XX pero ya en EE.UU. y hoy esas teorías han resurgido con la investigación del genoma
humano y sobre el funcionamiento cerebral.
3.3.- Visión Panorámica y principales teorías acerca de los problemas de la somatología, la psicología y
la sociología criminales, incluida la criminología crítica.
Endocrinología Criminal.
La endocrinología criminal, cuyo origen se encuentra en EE.UU. con dos criminólogos y luego llevada a Italia y España. Como
disciplina científica (doctrina de las secreciones internas, de las glándulas endocrinas y las hormonas dentro del organismo) es
fruto del siglo XIX; de manera que lo que se va a hacer en la endocrinología criminal, será aprovechamiento para estudiar el
delito. Por lo tanto, lo que se pensó entonces era que el funcionamiento anormal, es decir, el hiper funcionamiento o el hipo
funcionamiento de la glándula endocrina, podría provocar además del trastorno orgánico, un comportamiento anómalo del
sujeto. Es decir, la reminiscencia del delincuente de Lombroso. Esto se basaba en la observación de una tasa elevada de delitos
cometidos por norteamericanos de primera generación de inmigrantes europeos. Ellos no la atribuían no como los sociólogos a
las condiciones de inserción y exclusión social, etc. Sino que la atribuirán a disturbios glandulares que han experimentado las
madres de esas personas. De allí en adelante proliferarán estas investigaciones con relaciones cada vez más precisas, como la
crisis primaveral, es decir, como en primavera se dan más delitos de sangre, de sexo y suicidios, porque en la primavera se
produciría una mayor secreción de hormona. O el hipertiroidismo de la mujer que explica mayor afectividad inestabilidad y
emotividad en la mujer, la menstruación, etc. Que regularía las tendencias egoístas y antisociales y la comisión de hurtos entre
otros. Y se llegó incluso a establecer vínculos absolutamente precisos entre tipos criminales y disfuncionamientos endocrinos,
por ejemplo el disfuncionamiento del timo y el asesinato, etc.
Esto llevó a pensar que incidiendo en dichas glándulas podría prevenirse la comisión de delitos. Y quienes pusieron las manos en
esto no fueron primero los nazis (que si se encargaron igualmente al respecto), pero habían empezado en esto los
norteamericanos.
Hay otra cosa que se pasó por alto: en el torrente sanguíneo circulan muchas hormonas por lo que no puede establecerse
relación causal entre hormona y comportamiento o con el delito. Lo otro, que después se pensará es que los trastornos
endocrinos pueden generar una predisposición a comportarse de cierta manera, pero no determinan a comportarse de cierta
manera.
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conocimiento permite diagnosticar el temperamento del individuo y aun la especie de su posible degeneración morbosa, o.
conforme sugestivamente dice Krestchmer, la forma somática expresiva por antonomasia, la cara humana, viene a ser la “tarjeta
de visita de la constitución individual”.
La acción de las glándulas endocrinas influye en el tipo somático y en el temperamento. Éste es “la actitud afectiva total de un
individuo, definida por dos factores esenciales: la sensibilidad (o susceptibilidad afectiva) y el impulso”; dándose entre el
temperamento puramente ciclotímico y el esquizotímico formas mixtas y admitiendo cada uno diversas variedades. El
temperamento no debe confundirse con el carácter, o sea, “la totalidad de las posibilidades reactivoafectivas de un hombre,
condicionadas por su fondo hereditario y por factores exógenos”. El primero es congénito; el segundo, va forjándose en la
vida.
En el tipo pícnico o adiposo, llama la atención su desarrollo en el sentido de la latitud; la frente, despejada, abombada,
bellamente conformada, se extiende con los años en una hermosa calva que recuerda una bola de billar; la cara es ancha,
pentagonal y algo enrojecida; la talla, mediana; la figura, rechoncha, con una notable amplitud de las cavidades viscerales; los
miembros, cortos; hay una tendencia a la acumulación de grasas, y la piel es blanda y está pegada al cuerpo. Los pícnicos son, en
lo psíquico, sociables, bondadosos, afables, condescendientes, realistas y de fácil adaptación; buscan con avidez el contacto con
los demás; en suma, son extrovertidos y también activos, pero inconstantes. Evocan las representaciones usuales de Sancho
Panza.
Por el contrario, los leptosomáticos (o, llevados al extremo, en sus formas más pobres o ya enfermizas, asténicos) se caracterizan
por el neto predominio del eje longitudinal; el largo perfil de su nariz y la forma ovoidea , de eje corto del rostro, hacen que su
cara se parezca a la cabeza de un pájaro; sobre la frente, angosta, cae una cabellera abundante y el occipucio es redondeado; el
color, pálido; su estatura, normal; los hombros, estrechos y caídos, colgando de ellos unos brazos enjutos, que terminan en
manos de huesos finos; la figura, escuálida, de tórax alargado, estrecho y aplanado, en el que resaltan visiblemente las costillas y
abdomen delgado, desguarnecido de adiposidades; todas las partes de su cuerpo son de escaso grosor; el desarrollo muscular,
menguado y la piel, floja. Tienden a un envejecimiento prematuro, y su prototipo puede ser Don Quijote.
A su lado, los atléticos o fuertes, representan una especie de posición intermedia entre los pícnicos y ellos, y se caracterizan ante
todo, por su potente desarrollo óseo y muscular; la cara es ovoidea alargada y sus rasgos faciales son toscos; el cráneo, alto y
estrecho; la estatura, media o alta; los hombros, anchos y salientes; los fines de las extremidades casi rayan en ocasiones con la
acromegalia, y tienen el tórax robusto y el vientre tenso, con la piel gruesa y estirada.
En lo psíquico, leptosómicos y atléticos son complicados y ambivalentes, es decir, suprasensibles y fríos por completo al propio
tiempo. Viven en una bipolaridad constante entre la hipersensibilidad y la insensibilidad anímicas, entre la irritación y el
embotamiento afectivo (proporción psicoestésica). Escindidos así en su interior, lo están también del mundo exterior y de los
restantes humanos. Se caracterizan por lo que Eugen Bleuler llamó autismo, o sea, su aislamiento, su recogimiento y reserva
sobre sí mismo. Como escribió Strindberg, que acabó luego esquizofrénico, buscan la soledad para “meterse en el capullo que van
tejiendo con la seda de su propia alma”. Están predispuestos al éxtasis y el fanatismo. Egoístas, reconcentrados, indiferentes por
todo lo ajeno, refinados, misántropos activos, son ya absolutamente insociables, ya sociables solo en círculos reducidos o de
manera superficial, sin llegar nunca a un contacto anímico profundo con los demás. En breve, son introvertidos.
Estos tipos se hallan más pronunciados en los hombres que en las mujeres y, de todos modos, en la experiencia cotidiana los
tipos mixtos son más abundantes y fáciles de encontrar que los puros.
Afirma Kretschmer que el avance de sus investigaciones abrirá nuevos caminos, no sólo al sabio y al artista, sino también al
conocedor práctico de los hombres, al pedagogo y al juez. Y, en efecto, tanto él como numerosos otros han aplicado estas
doctrinas al estudio de la criminalidad. En términos muy generales, puede decirse, sobre el particular, que los pícnicos, por su
mayor capacidad de adaptación a las exigencias sociales, constituyen un grupo extraordinariamente reducido dentro de la
totalidad de la delincuencia y, en todo caso, se inician tardíamente en ella. Por tanto, y como quiera que los delincuentes
habituales y los reincidentes comienzan temprano su carrera criminal, los pícnicos no suelen ser sino ocasionales o pasionales y,
desde luego, responden con docilidad al tratamiento penitenciario, haciendo así fácil su reincorporación a la sociedad. Escasean
entre los ladrones y los delitos de violencia, más en la estafa, que requiere viva comunicación entre las personas (y hay que tener
en cuenta además, la frecuente dedicación de los individuos de este tipo a la industria y el comercio, lo que favorece mucho las
cosas para tal delito), llegan a sobrepasar el porcentaje de los atléticos.
El autismo de los leptosomáticos, su independencia del medio, su misantropía activa, su insociabilidad, los colocan a menudo en
oposición, a veces violenta, con el mundo en que se desenvuelven y dan base mucho más extensa a su actividad criminal. La
principian precozmente y muestran, de un lado, reincidencia y habitualidad notables; y de otro, poca aptitud para corregirse.
Este tipo absorbe casi por entero el grupo de los mendigos y vagabundos, predomina en los delitos contra el patrimonio y,
aunque prepondera siempre sobre los pícnicos, se aproxima mucho a ellos en los ataques contra la vida y la integridad corporal y
aún más en los atentados contra la honestidad. Su manera de proceder en las estafas difiere mucho de la del pícnico: mientras
éste se sirve de su gran sociabilidad, él emplea su sagacidad y astucia. En todo caso, planea con cuidado sus crímenes y los
perpetra con precaución para no dejar huellas, defendiéndose luego con habilidad ante los tribunales.
Los atléticos suministran la proporción más alta de criminales. No empiezan muy pronto su carrera delictiva pero, una vez
iniciada, persisten en ella y presentan escasa corregibilidad. Son los delincuentes brutales por excelencia. Su rudeza les hace
preponderar con enorme diferencia sobre los otros tipos en los delitos contra la vida y la integridad corporal, y entre los
ladrones con violencia y los violadores, no estando dotados en cambio para la estafa.
Con todo, en las estadísticas se observa que un subido número de criminales corresponde a individuos pertenecientes a tipos
mixtos o bien inclasificados. Y hay que precisar que, siendo innegable su importancia, la aportación de la tipología
kretschmeriana a la Antropología Criminal no pretende que la constitución somatopsíquica de un sujeto le determine a delinquir.
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De ordinario, esto depende no sólo de sus condiciones endógenas, sino también de una constelación de relaciones exógenas que
se unen a aquéllas. Sólo puede, más modestamente, adelantar algo acerca de cómo se conformará su criminalidad, si llega a
delinquir, y las posibilidades que ofrezca de recuperación.
Muy posterior más no muy diferente en el fondo es la teoría de Sheldon. Se basa asimismo en la idea de que existe una
correlación en la persona entre su físico y su temperamento y, por otra parte, en el estudio de cuatro mil sujetos tomados al azar,
lo que implica la determinación, más que de tipos puros, de tendencias. Sin embargo, el no haber trabajado directamente sobre
ellos, sino sobre sus fotografías, tres de cada uno (frente, espalda y perfil), no ha dejado de valerle ciertas críticas. Por lo demás,
su punto de partida es que cualquier individuo es una combinación en proporciones variables de tres componentes físicos y
otros tantos psíquicos, relacionados de modo muy estrecho y cuya fuerza o gravitación en cada caso puede medirse mediante
procedimientos fijados empíricamente. Los tres componentes físicos están a su vez determinados por el desarrollo de las tres
capas que integran el blastodermo (conjunto de células procedentes de la segmentación del huevo en los animales, que
constituye la forma originaria del embrión), denominadas endodermo, mesodermo y ectodermo, de las cuales se originan
respectivamente en el curso de la organogénesis o crecimiento embrionario distintos grupos de tejidos, el digestivo, el muscular
y el cerebral, dando lugar según el predominio de uno u otro a tres tipos corporales (somatotipos) diversos:
1) Endomórfico. Caracterizado, sobre todo, por el enorme desarrollo del intestino, que puede tener más del doble , en peso y
longitud, que el del ectomorío extremo, con un hígado también muy grande; son individuos de figura blanda y redondeada, que
pueden llegar con facilidad a ser muy gordos; tienen bajo peso específico y flotan en el agua.
2) Mesomórfido. Duro, huesudo, musculoso, de estructura erecta y robusta, fuerte y resistente, con piel gruesa y alto peso
específico.
3) Ectomórfico. Delgado, de huesos finos y músculos pobres, débil, con extremidades largas y un sistema nerviosos suprasensible
y poco protegido.
Es evidente que estos tipos se corresponden con los pícnicos, los atléticos y los leptosomáticos de Kretschmer.
Los 3 componentes psíquicos fueron obtenidos estadísticamente por la convergencia de ciertos rasgos temperamentales, entre
cincuenta características de esta índole, en tres núcleos bien definidos: el viscerotónico, el somatotónico y el cerebrotónico.
1) Viscerotónico. Caracterizado por relajamiento en sus posturas y movimientos, gusto por la comodidad y el lujo, lentitud en sus
reacciones, afición a comer y (característicamente) a hacerlo en compañía, actividad constante con la boca (chupar, mascar,
besar), buena digestión y placer en la misma, inclinación a las formas ceremoniosas y corteses, sociofilia, amabilidad
indiscriminada, avidez de afectos y de aprobación, orientación hacia los demás, uniformidad de la corriente emocional,
tolerancia, satisfacción de sí mismo y en sus relaciones con el mundo, sueño fácil y profundo con ronquidos rítmicos y sonoros
debido al relajamiento que anula las funciones inhibitorias, impresión de blandura en la personalidad, libre comunicación de los
sentimientos (lleva “el corazón en la mano”), relajación y sociofilia acentuadas bajo la influencia del alcohol, necesidad de
compañía y apoyo social en los momentos de apuro y adhesión a la familia con goce intenso de la vida de hogar y pronunciado
amor a los niños, en forma de nostalgia del propio pasado. Es extravertido y concuerda con la constitución corporal endomórfica.
2) Somatotónico. Se caracteriza por su firmeza en la postura y el movimiento; el gusto por la aventura física; la abundancia y
rapidez de su energía; su necesidad y gozo en el ejercicio corporal; el afán de dominio y la ambición de poder; el agrado por el
riesgo y el azar; sus modales directos y osados; el valor físico; la agresividad competitiva; la insensibilidad psíquica; su
claustrofobia o agorafilia; su carencia de escrúpulos; su expedición vocal que hace que su voz pueda oírse desde lejos; su
indiferencia espartana al dolor; su estrepitosidad general; su aspecto de madurez y envejecimiento prematuros; su
desproporcionada extraversión, con disociación muy acentuada de la mentalidad interior; su asertividad y agresividad bajo la
influencia del alcohol; su necesidad de actuar en los momentos de perplejidad y apuro; y su nostalgia de la juventud, rechazando
la idea de envejecer. Es propicio a las conversiones violentas y coincide con la mesomorfia.
3) Cerebrotónico. Tensión en la postura y rigidez en los movimientos, la relativa hiperirritabilidad de todo el organismo, que
produce una respuesta fisiológica excesiva a cualquier estímulo, la excesiva rapidez en las reacciones sin poder contenerse ni
esperar, la pasión por el retiro y la soledad sin apetencias de poder, la sobreactividad mental y una inmensa atención
recreándose en conversar sobre la muerte y manifestando inclinación al suicidio, un gran dominio de las emociones ocultando
los sentimientos, el dominio del rostro con mirada veloz y atenta, sociofilia, inhibición en el trato social, la resistencia a crear
hábitps y a las actividades rutinarias, agorafobia o claustrofilia, la impredecibilidad de su actitud y sus sentimientos, la limitación
vocal hablando en voz baja y el horror a los ruidos y ceremonias, la suprasensibilidad para el dolor, el sueño liviano con
inclinación al insomnio pero resistencia a levantarse, agudizándose su capacidad de trabajo al caer la tarde, apariencia y
maneras juveniles, introversión apareciéndosele la realidad exterior como algo secundario, el desagrado por la bebida, la
necesidad de estar solo en los momentos de dificultad o apuro, la permanente orientación hacia etapas ulteriores de la vida en
las cuales cree que se verá relativamente libre de las tensiones inhibitorias y será más feliz. Es peculiar de la ectomorfía.
Para Sheldon, contrariando en este punto la tesis de Kretschmer son principalmente los mesomórficos (los atléticos en la
tipología krestchmeriana) y no los endomórficos (los pícnicos), quienes tienden a desarrollar psicosis maníaco depresivas; estos
últimos propenden a la paranoia y los ectomórficos (leptosomáticos) caen en la hebefrenia, una modalidad de la esquizofrenia.
El propio Sheldon ha aplicado su tipología al estudio de los delincuentes, y los resultados de su investigación corroboran algunos
anteriores y son corroborados por otros posteriores de distintos autores, pudiéndose decir, en definitiva, que la tendencia
mesomórfica es dos veces más numerosa entre los delincuentes que entre los no delincuentes, en tanto que los ectomorfos son
tres veces más numerosos entre éstos que entre aquellos, y que, mientras el endomorfismo se reparte aproximadamente por
igual entre los dos grupos, los endomesomorfos son cuatro veces más frecuentes entre los dos primeros que entre los últimos.
Por otro lado, el mesomorfo comete los delitos duros, sin compasión, con violencia, en forma rápida y casi siempre cruenta, en
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los que los ecto y los endomórficos prefieren intervenir como instigadores u organizadores; y, en fin, un criminal regenerado
puede transformarse en elemento impulsor del progreso social, incluso con ventaja sobre el hombre medio, no delincuente.
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La primera información acerca de su existencia data de 1961 y con gran rapidez fueron apareciendo otros casos en la literatura
médica mundial. Como es de suponer y, por lo demás, ya se ha indicado en seguida se los conectó con los intereses de la
criminología y se comprobó que en los individuos afectos de esta anomalía el coeficiente intelectual oscila entre 60 y 80; que son
impulsivos, inestables, de afectividad menguada y faltos de previsión; que tienden precozmente a delinquir y que son
refractarios a todas las especies o formas clásicas de tratamiento o reeducación, sea psicológica o social. Si bien no se hallan en
una proporción muy alta dentro del conjunto de la criminalidad, si en un porcentaje muy superior que entre la población en
general, variando, desde luego, las cifras según las investigaciones y lugares o países donde se realizan; y pueden dichos sujetos
cometer cualquier clase de delitos sin motivo preciso. O sea, en resumen, que en el gonosoma (Y), peculiar del sexo masculino,
estaría la raíz de la agresividad propia de éste y, por tanto, una sobredosis de él predispondría (lo que no es igual que
determinar) a sus portadores a una conducta particularmente agresiva.
Algunos estudiosos del tema sugieren que estas perturbaciones en el comportamiento serían resultado de un funcionamiento
defectuoso de las células cerebrales a consecuencia precisamente de la existencia del cromosoma en exceso dentro de ellas; y
Hamerton sostuvo en 1968 que los cromosomas X e Y ejercen una función reguladora en el organismo cuyo delicado equilibrio
se rompe por la presencia de elementos adicionales.
Son muchos los genetistas que siguen esta orientación en diversos continentes: Jacobs, Brunton, Malville, Brittain, McClemont,
Price, Strong, Whatmore, Moor, Casey, Segall, Street, Blanck, McDugall, Winer, Sutherland, Bartholomew, Lejeune, Nielsen y no
pocos más, debiéndose hacer por separado mención de la doctora Mary A. Telfer de Filafelfia, quien, encabezando un equipo
constituido además por Baker, Clark, Richardson y Schmauder y aparte de encontrar entre los detenidos que examinaron en
distintas instituciones penales un significativo grupo con el síndrome de Klinefelter, entiende que sin tardar podrá precisarse el
conjunto de síntomas que permitirán diagnosticar el cariotipo XYY en una persona sin necesidad de analizar sus cromosomas,
por lo cual cabría hablar ya de un síndrome XYY. Tales síntomas que lo caracterizan serían a su juicio, los siguientes:
“extremadamente alta, de largas extremidades, con una envergadura extraordinariamente grande, acné facial, ligero retardo
mental, enfermedad mental grave (incluyendo psicosis) y conducta agresiva y antisocial, que comprende una larga serie de
arrestos, comenzada con frecuencia a temprana edad”. Algo exagerada parece esta posición, que recuerda a Drapkin la de
Lombroso.
Por lo contrario, otros genetistas como Welch, Borgaonkar y Herr; y criminólogos como Drapkin, así como científicos de otras
especialidades, se inclinan a creer que lo único que puede hoy afirmarse común en los portadores de los gonosomas XYY es su
estatura considerable, advirtiendo además que las investigaciones en esta materia son por el momento insuficientes para extraer
de ellas conclusiones acerca de la influencia de la composición cromosómica en la delincuencia.
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Mezger piensa, sobre esta materia, que “no noes es lícito admitir como cosa probable la transmisión hereditaria de una
disposición criminal cerrada en sí y delimitada de modo preciso; pues el delito es un concepto sociológico jurídico frente al que
no podemos esperar que exista una disposición formada de modo previo en la substancia germinal, adecuada para producir en la
vida del sujeto aquellos fenómenos y sólo aquellos, que pueden subsumirse en el concepto de delito”.
Con una orientación distinta, en la mencionada reunión de París, opinó el doctor Quentin Debray que “existe una herencia de la
delincuencia, pero es inconstante y difícilmente verificable, porque las condiciones de educación y el medio son muy a menudo
patógenos”.
Psicología Criminal.
No es más que una psicología aplicada, y sus antecedentes se encuentran ya en Lombroso y Ferri, en efecto algunos de los
estigmas indicados por Lombroso eran de carácter psíquico. Esta vino a configurarse como tal recién con la psicología profunda
con el descubrimiento del inconsciente y el psicoanálisis de Freud.
En la psicología criminal se distingue dos sectores: la del delincuente normal (que es la de nuestro interés) o mentalmente sano
sin trastornos mentales; y la del delincuente anormal o psicopatología anormal, que tiene un interés más bien médico legal.
Las dos grandes manifestaciones son El psicoanálisis con su expresión criminológica y la psicología individual de Alfred Abner.
Por cierto hay otras teorías que tienen interés criminológico pero ninguna sobrepasa de importancia a las que explicaremos.
Psicoanálisis Criminal.
Proyección criminológica del psicoanálisis en general. Por un lado designa un método de exploración de la psiquis humana que a
través de la interpretación de los sueños y actos fallidos trata de descubrir determinadas alteraciones psicológicas o neurosis y
de curarlos poniéndolos de manifiesto a quien los padece. Por otro lado, lo que indica es toda una teoría acerca de la estructura
de la siquis humana. En este sentido nos interesa como una teoría de la estructura de la siquis del hombre.
Una estructura que nos muestra en la psiquis humana no un conjunto homogéneo sino uno formado por estratos vinculados
entre sí de los que el más interesante en verdad es el inconsciente. Freud fue uno de los descubridores del inconsciente a finales
del siglo XIX y el atribuyó con razón gran importancia al inconsciente por cuanto para él las actividades síquicas de las que no
tenemos conciencia son el principal motor o fuente de energía de nuestra actividad consciente. Para él, todos los pensamientos
deseos y decisiones conscientes están relacionados con fuerzas sicológicas profundas antes desconocidas.
En esta teoría se divisa un conjunto compuesto por estratos que para Freud son 3: el ello, el ego o yo y el súper ego o súper yo.
1) El ello es el núcleo primitivo, inconsciente de origen filogenético porque acompaña toda nuestra especie. Lo natural y lo
específico del ser humano. Su contenido es fruto de una herencia arcaica que se ha transmitido de generación en generación, y de
esa herencia arcaica se van a desarrollar durante la vida del individuo el ego y el súper ego.
El ello que es lo inconsciente en el sujeto está formado por un conjunto de factores y elementos psicológicos presentes en el
sujeto desde el nacimiento y que en síntesis consisten en un plexo de instintos y pulsiones elementales así como bien pronto
sentimientos removidos. Este conjunto de instintos y de pulsiones inconscientes representa una carga energética enorme en el
sujeto. Toda esa carga energética es de carácter inconsciente y a dicho inconsciente Freud vio como un nombre la libido. En la
obra freudiana la libido tuvo un carácter mono polar cifrado en el instinto y los impulsos sexuales. Que para Freud eran el último
origen de todas las fuerzas conscientes en el sujeto. Pero en las obras de su madurez el construyó una teoría un poquito más
articulada y divisó en ella dos grandes impulsos inconscientes a los que denominó el Eros y el Tanatos o amor y muerte.
El ello vive en un estado de tensión porque estas cargas afectivas procuran realizarse o transformarse en realidad, en la realidad
de la conducta del sujeto. Puesto que el ello está gobernado por un principio que Freud denominó “el principio del placer”, el ello
estimula al hombre a satisfacer los impulsos, porque no tolera aumentos muy graves de tensión.
2) El segundo estrato es el ego o yo, que es nuestra consciencia, lo consciente en el hombre y que es propio o individual de cada
uno de nosotros. Se forma a partir de la necesidad del niño de mantener relaciones objetivas con la realidad. Es decir de la
necesidad de organizar su acción de manera que pueda satisfacer sus necesidades de acuerdo con las posibilidades efectivas o
reales.
El ego reobra sobre el ello ya que se gobierna por un principio distinto, no el del placer sino el de la realidad. Despliega respecto
del ello una función llamada de censura. La censura es llamada también por Freud el examen de la realidad. Este examen es en
efecto una función del yo en cuya virtud el ego valora críticamente la realidad, de manera tal de impedir la realización de
pulsiones inconscientes o de permitir que esos instintos sean satisfechos solo si son tolerados por el ego y por el súper ego.
3) El súper ego es lo que el mismo Freud llamaba la conciencia social improyectada, esto significa que dentro de nuestra
conciencia o siquis existe una especie de representante interno de los valores morales y normas reinantes en el grupo donde
crece el humano. Esta conciencia social se estructura en el curso de la infancia a partir de la sublimación del complejo de Edipo y
de prohijar o hacer suyos, identificarse con los contenidos éticos y las reglas de comportamiento que él observa en sus padres,
sus maestros y otras personas que aparecen como figuras representativas de autoridad. Ahora si el ego cumple una función de
censura sobre el ello, el súper ego es el árbitro moral de la conducta y antes que eso, de la conciencia del individuo. Su función
consiste en controlar que nuestros actos se ajusten a las reglas, las reglas morales principalmente. De ahí que las reglas que
cumple respecto del ello son reglas de represión. Reprimir es contener un impulso interno.
Ahora en esta teoría no se debe pensar que estos 3 estratos son compartimentos separados entre sí, al contrario, la siquis
humana es presentada como estructura compleja donde los estratos están relacionados recíprocamente.
Por otra parte, de esas relaciones e influencias emerge un concepto que Freud define y que es el de angustia. Esa angustia puede
ser de varias especies, algunas de las cuales no tienen interés sicoanalítico. La angustia real es el temor al peligro objetivo. Luego
la angustia social que es una forma de angustia real que es el temor ante el reproche ajeno por infringir alguna regla social y
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finalmente la angustia neurótica o temor inconsciente ante la severidad del súper ego por un acto instintivo que escapó a su
control. Es la más temible porque es expresión de un conflicto interno que no tiene correspondencia con el mundo real.
Como regla general, el ego puede mantener a raya al ello, puede mantener los contrastes resueltos a través de la forma normal
de funcionamiento del ego. Pero cuando sus fuerzas no son suficientes, acuden en defensa del ego ciertos mecanismos que son de
defensa del yo. Ellos son:
1) La remoción. Consiste en rechazar un contenido proveniente del ello, rechazarlo de la conciencia y enviarlo a las
profundidades del inconsciente, cuando quiera que este genere una alarma excesiva en el súper ego.
2) La sublimación de los complejos. Está en la base de la formación del súper ego y es importante por eso. Los complejos son
vivencias reprimidas asociadas a ideas de una fuerte carga emocional. Freud se limitó a describir unos pocos complejos; por un
lado el complejo de Edipo y Electra (muy conocidos), según el cual por un lado en el niño existiría el deseo de unirse carnalmente
con la madre eliminando al padre; su correlativo en el caso de las niñas es el complejo de Electra. Según Freud ambos son de
origen filogenético, el creía la existencia de la horda primitiva de Darwin; pensaba que en esa horda primitiva de la especie,
existía un monopolio o tiranía sexual del macho más antiguo o padre, que monopolizaba el comercio carnal con las hijas y las
mujeres y los hijos en determinado momento se rebelan en determinado sojuzgamiento para poder unirse con las hembras y
matan al padre. Inmediatamente surge el remordimiento que hace que renuncien a sus fechorías. De ahí que para Freud el
parricidio y el incesto tengan un contenido grande de irracionalidad. Otros dos complejos son el complejo de castración en el
varón y el complejo de diana en la niña, es decir, la envidia del pene o sentimiento de la falta de eso; que se sublima y se
convierte en ese amor celeste que une a la gestante con la criatura que se forma en su seno. La sublimación de los complejos
recuerda a la simbiosis del delito de Lombroso: según él, la energía criminal del hombre delincuente podía ser aprovechada
socialmente si pudiera desempeñarse en determinadas actividades en las que las energías se vaciasen hacia un buen objetivo
socialmente tolerado.
La sublimación consiste en la transformación de las fuerzas inconscientes que están en el núcleo del complejo encausándolo
hacia fines nobles de elevada valoración social, altruistas. Edipo va a rematar por el amor y el respeto al padre y las autoridades
en general. En su época esto generó admiración y rechazo entre algunos médicos y siquiatras de la época. Lo que Freud decía es
que el origen de las más altas aspiraciones humanas es inconsciente y agresivo. Al mismo tiempo, que mientras mejor
sublimadas estén esas pulsiones, mas perfeccionado estará y mejor será el sistema ético de la persona. Al mismo tiempo estaba
indicando indirectamente que la falta de sublimación inapropiada de los complejos podría derivarse consecuencias nocivas para
la economía psíquica de la persona, ciertas enfermedades llamadas genéricamente neurosis.
3) Proyección. Desviar hacia el mundo externo u otros, conflictos internos. Transformar angustia neurótica en angustia real. La
proyección por lo demás está en la base en procesos psicológicos descritos en la penología que son los de desresponsabilización
y curiosamente en esa sociología criminal se ha hallado una base de proyección en ciertas técnicas de neutralización
descubiertas por norteamericanos, para el caso de la delincuencia juvenil. Técnicas consistentes en negar la propia
responsabilidad atribuyéndola a la víctima, negando autoridad a los perseguidores, o atribuir toda la responsabilidad a las
circunstancias, etc.
4) Formación Reactiva. Consiste en sustituir en la conciencia un sentimiento o impulso que genera angustia por el impulso
opuesto. Lo patológico es que el opuesto que remplaza al impulso agresivo aparece exagerado en el sujeto. Por ejemplo, el amor
excesivo de la madre respecto del hijo, o de una persona respecto de otra, lo que envuelve es odio.
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conducta imprudente o descuidada: un delito por equivocación. La raíz está en el ello, hay un cierto vencimiento en los poderes
del súper ego. De algún modo se le pasó esto al súper ego pero como conducta descuidada o culposa.
4.- Delincuencia Neurótica. La esencia del delincuente normal se encuentra aquí. Es decir, el concepto de neurosis; que son
trastornos sicológicos cuyo origen es casi invariablemente el castigo excesivo o desmedido de tendencias naturales del niño en la
primera infancia. Esto va a llevar al niño a reprimir esas tendencias con especial energía. Esto a su turno va a provocar en él un
conflicto interior profundo, que es la fontana o sinónimo de la neurosis. Hay muchas formas de neurosis, alguna de ellas son
criminógenas. Es decir, neurosis que impulsarán al sujeto a cometer delitos por estos conflictos íntimos. Estos se llaman también
delitos por impulsión. Además puede provocar otras conductas desviadas de un sello muy particular como la cleptomanía o
piromanía, la mitomanía, algunas personalidades sicopáticas, incluso para algunos la esquizofrenia.
Recordemos la sublimación del complejo de Edipo, es un delito por impulsión o delito por emergencia. La raíz está en la mala
sublimación del complejo de Edipo. El delito por emergencia aparece en la conducta del sujeto adulto como una explosión
subitánea, inexplicable en lo que hasta ese punto era una conducta normal, como una rareza a los ojos del sujeto. Va precedido
de una gran agitación previa que el individuo desconoce y luego aparece la calma. Pero todo esto es inconsciente. Así se podría
explicar muchos casos de parricidio, de magnicidio, la muerte de persona que en el fondo el autor identifica como superiores. La
raíz parte de la delincuencia política.
5.- Otra manifestación de la neurosis criminógena es el delincuente por sentimientos de culpabilidad, el único del que se ocupó
Freud. Él es la exacta contracara del delincuente por sentimiento de justicia. El sujeto sufre por una injusticia que el experimentó
o a lo sumo que cree haber experimentado. Aquí no, el sufrimiento haya su base en algo que el sujeto cree haber hecho pero no
sabe lo que es porque su origen es inconsciente. Pero está en el complejo de Edipo, la relación ambivalente de amor/odio entre el
hijo y el padre, como es imposible reparar el daño genera un sentimiento de culpabilidad que es el miedo a la soledad.
En ciertas personas que amadrigan una neurosis criminógena, ese sentimiento puede estimular la comisión de un delito, a través
de él el sujeto convertirá la angustia neurótica en una angustia real. Va a encontrar alivio en un acto real, porque ese acto real
merece punición y con ella satisface su sentimiento de culpabilidad. El inconscientemente quiere ser castigado. En el delincuente
con sentimiento de culpabilidad se produce una alteración radical del orden normal entre el delito y la culpa, porque
normalmente tenemos delito, culpa y pena; lo que ocurre es al revés, primero está la culpa, luego el delito y finalmente la pena. El
delito es una forma de racionalizar el sentimiento de culpabilidad, y no es efecto sino causa del delito. Es causa, precede al delito.
Pero para que él logre el alivio psicológico que busca inconscientemente es indispensable que el delito que cometió sea
descubierto, de allí el inevitable deseo de confesar de estas personas.
Existe una explicación para la delincuencia ocasional o afectiva que representa una excepción a todo este cuadro porque es
aquella con origen en el ego o en el yo. Es decir, el delito se comete en circunstancias muy excepcionales que resultan
particularmente proclives a la relajación de los controles superiores. Proclives a que el sujeto caiga en la racionalización de los
motivos y el soborno de su conciencia. Por ejemplo el hurto en grandes almacenes o supermercados, la comisión de actos de
violencia en recintos deportivos, etc.
Finalmente se tiene la figura del delincuente normal, un tipo provisto de súper ego mal estructurado desde su formación en un
ambiente familiar y social en que imperaban normas contrarias a las vigentes en la sociedad. Imperaba un modelo antisocial o
criminoso. Y este niño que ha crecido en esas condiciones podría desarrollar un súper ego criminal. Así se explicaría al
delincuente profesional, el gánster, etc.
Incluso sugirieron la posibilidad de la falta total de súper ego o delincuente nato de Lombroso, pero es la parte más débil de su
teoría y le objetó Melanie Klain que en rigor no se puede tener individuo con un súper ego inexistente pero si puede darse en una
persona uno excesivamente rígido, que controla de un modo exagerado y perentorio los impulsos.
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autoritarios. Los que se hayan bien bajo regímenes dictatoriales. Es decir, al amparo de figuras que en el fondo estabilizan el
complejo de Edipo.
Así se explica también la curiosa afinidad soterrada entre el mundo del delincuente y el mundo de sus perseguidores, no es
extraña la figura del policía del fiscal o del juez que muestran especial celo o severidad en la investigación y finalmente al tomar
declaración al reo quieren que confiese sobre todo, pero confesó que cometió el delito entonces el policía y el juez pueden
mostrar simpatía y hasta ser clementes con él. Mientras tanto no se le descubre o no confiesa, lo que muestra es un signo de
rebeldía que alarma al inconsciente del perseguidor, que es un estímulo para el propio perseguidor pase a cometer esos delitos, y
de allí a la confesión de cubierto y confeso, nos quedamos tranquilos.
La venganza es el mismo fenómeno pero con un público distinto. La pena ya no sirve para combatir un enemigo interno sino
externo, al delincuente porque él se permitió un goce indebido del delito y entonces le infligimos un padecimiento vindicativo
por eso.
La recompensa por el sadismo renunciado o inhibido. No nos olvidemos que el niño formó su súper ego y sublimar los
complejos para poder entrar a la sociedad. Tuvo que renunciar al sadismo. Pues bien la pena permite inconscientemente a las
personas identificarse con la sociedad que castiga e identificarse y hacer suyo un mal, el mal de la pena que es sin embargo un
mal lícito. Un mal que nuestro súper ego acepta. Es muy interesante eso porque si el delito representa un mal, la pena también se
identifica. Lo que pasa es que uno es licito y otro ilícito (el mal de la pena). Esto permite un encausamiento o sublimación de los
instintos agresivos. Porque la sociedad al identificarse cada uno de nosotros con la pena, cada uno de nosotros se hace parte de
ese mal lícito, y por tanto el mal lícito llamado pena nos compensa en el sadismo al que tuvimos que renunciar para siendo niños
formar parte de la sociedad.
Así se explica por lo demás que en la sociedades primitiva la forma de ejecución de las penas es colectiva (lapidación); así se
explica que el hombre no termina su proceso de humanización. Que en circunstancias especiales, se pretenda también obrar
colectivamente contra el autor de un delito como en el linchamiento. Piensen también el interés morboso de seguir procesos
penales capitales. O el interés enfermizo con que querrían presenciar una ejecución capital.
Sociología Criminal.
Puede decirse que fue el antecedente inmediato de la criminología. Ya existía una corriente que explicaba la criminalidad a partir
de factores sociales en Francia y Bélgica. Fue la llamada “estadística moral” encabezada en Bélgica por Quetelette y en Francia
Thierry. Esta escuela (llamada también de la física social) ya trata de identificar las regularidades y las diferencias que se
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presentan en el delito en determinadas áreas geográficas, esto porque la estadística moral pudo desarrollarse cuando en 1817 es
el primer país en organizar estadísticas criminales, luego lo siguen los belgas en 1830; y la organización de estadísticas oficiales
proporcionó una base cuantitativa sobre la que poder estudiar el delito y asociarlo a factores que las propias estadísticas
criminales insinuaban o indicaban propiamente. Advirtieron en ellas lo siguiente:
1º) Advirtieron que en las tasas anuales ellos advirtieron regularidades o tasas constantes. La criminalidad se mantiene
relativamente constante, y si hay cambio significativo quiere decir que algún factor cambió también. Esta idea es original porque
hasta ese momento se pensaba en el delito como decisión individual del infractor. Y como son individuales no pueden dar origen
a constantes estadísticas.
Como consecuencia, concluyeron que la criminalidad puede ser prevista. Podemos anticiparnos en la criminalidad del año
venidero y podemos además asociar la criminalidad a ciertos factores sociales que influyen o pueden influir sobre ella. Ellos
estudiaron la marcha cuantitativa de la criminalidad con el delito y con el lugar geográfico donde ocurre.
2º) Bajo el influjo del positivismo Comtiano, elaborarán una ley: la “ley térmica de la criminalidad” según la cual los delitos de
sangre y sexuales serían más propios o típicos de la región del sur o más cálidas. En cambio los delitos contra el patrimonio son
más propios de las zonas norte o más frías.
Como sea, en la estadística moral, el delito es contemplado como un fenómeno social. Como algo condicionado por factores
sociales relativos a la organización de la sociedad, pese a que ninguno emplea el término sociología criminal ni han fundado la
criminología ni han identificado científicamente los hechos sociales.
Otro suceso importante es que ellos daban gran valor a las estadísticas criminales y propendían a identificar la criminalidad real
con la registrada. Por ello pasan por alto el concepto de la “cifra negra” o delitos efectivamente cometidos pero sin reflejo
estadístico. Esto limita considerablemente el valor de las estadísticas criminales.
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simultáneamente vigentes) generan en las personas desorientación normativa. Este concepto de anomia se utilizaría por Merkel
en otro tipo de sociología, para la criminología. Durkheim simplemente lo anunció.
Criminología Marxista.
El terreno de la sociología criminal estaba ya preparado en Europa en el siglo XIX; antes que la sociología criminal europea
cediera el cetro a la criminología norteamericana, hubo un período en que se desarrolló una criminología marxista. En ella con
dos etapas: la propiamente marxista (fines del siglo XIX) y la criminología crítica.
La propiamente marxista. La idea central es elemental: la criminalidad haya su raíz en la pobreza, la presión de las condiciones
económicas del proletariado, los delincuentes por tanto son pobres. Idea ingenua pero a partir de la cual se levantaron teorías,
no tanto por Marx o Engels porque los dos no se ocuparon en verdad del delito y la criminalidad; Marx dedicó unas páginas a la
teoría del delito en una publicación respecto una ley prusiana sobre el hurto de leña que imponía la pena de muerte, claro
ejemplo del derecho penal clasista, donde no dejó de tener observaciones agudas: el DP responde a una determinada
organización económica de la sociedad, reflejaría los intereses de la clase dominante en ella y hasta tendría su utilidad y sería
funcional a los intereses que están en el poder, pues el delito genera la necesidad de tener leyes, cárceles, libros de DP,
estudiantes de DP; pero no se preocupó de este problema. Ellos tenían, gracias a eso, una visión muy negativa de lo que ellos
llamaban el sub proletariado. Para ellos los criminales eran sujetos peligrosos y no dignos de confianza porque así como hoy
podían estar en la causa de los trabajadores, mañana lo harían en la de los explotadores. Esa visión limitó el interés
criminológico de su teoría pese a que un marxista tan típico como Goturatt en Italia, aplicando ideas de Engels, que el delito es
monopolio del poder.
Un aporte posterior vendría con Vonger en él, plantea que la criminalidad no es un producto de la pobreza sino que habría que
mirarla más como un efecto y a la vez una función de todo el sistema capitalista. Para Vonger todos estamos expuestos a cometer
delitos. En la mente de una persona que ha concebido una idea criminal, se ha procedido ante una especie de balanza que oscila
entre los pros y contras de delinquir. Pues bien, mientras una sociedad enfocada al altruismo va a prevenir la inclinación al delito
y hará que la balanza se incline por la no comisión de la infracción criminal; una sociedad egoísta hará inclinar la balanza hacia
el otro lado. Ejerce presión en todas las capas sociales, lo que ocurre es que esta presión los sectores más pobres resultan más
expuestos. Son más vulnerables, proclives a resolver sus dificultades individuales y sociales a través del delito. El capitalismo es
presentado por Vonger como organización social económica y política contraria a las inclinaciones sociales del hombre, a sus
relaciones solidarias con los demás.
Tengamos presente que para ver la limitación de estas ideas, mutila o disminuye su aptitud científica que los criminólogos
soviéticos eran elementos secuaces muy fieles de Vonger; pensaban que la criminalidad era producto del capitalismo. Acabada la
sociedad capitalista, el delito desaparecería. Ahora, reinstaurado el capitalismo, surge la criminalidad propia del capitalismo.
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funciones sociales y que en su conjunto configuran un gran sistema. Parsons en efecto presenta la sociedad como un sistema
formado por partes que a su turno están integradas y el presupuesto para la integración de esas partes es el consenso. El
consenso genera equilibrio y el equilibrio estabilidad o perduración del sistema social. Para lograr ese consenso es esencial que
funcionen los procesos de socialización, los que consisten en el aprendizaje de roles sociales entendiendo por tales una serie de
expectativas basadas en ciertas posiciones sociales como el papel social de estudiante, del que se espera ciertas prestaciones y
que el propio estudiante espera ciertas actitudes de la sociedad.
Para Parsons el aprendizaje de roles sociales garantiza la estabilidad de la sociedad, con esta escuela además aparece otro
concepto sociológico: desviación. La conducta desviada en el sentido que se aparta de las normas imperantes en la sociedad;
tiene su origen en el defecto de aprendizaje de los papeles sociales. Esta visión de la sociedad es abstracta pero a su vez,
extremadamente conservadora.
Merton en su libro estructura social, plantea la teoría que aprovecha las ideas de Parsons y la anomia de Durkheim y es
conocida como “teoría de la frustración”. Merton realizó una investigación de la sociedad norteamericana y contrastó por un lado
la estructura social de esa sociedad y por otro, su estructura cultural.
Lo que observó fue una doble contradicción entre estructura social y cultura. Porque la cultura de nuestra sociedad parece tener
unos mismos valores que privilegia y que hablan a todos: Dinero, Éxito, Prestigio. Por otro lado, la estructura social evidencia
que los grupos sociales no tienen las mismas oportunidades de realizar estas metas culturales. Existe un condicionamiento
derivado de la sociedad misma, la pertenencia aun a clase social, una raza, hace que esta propuesta sea un mito. Pero ocurre un
fenómeno anómico según Merton porque las metas culturales presionan a todos, pero no todos tienen acceso a esas metas. La
criminalidad es una de las varias formas de adaptación ante esos conflictos anómicos. Pueden reaccionar de varias formas:
conformismo (que se da en todas las clases sociales), ritualismo (adaptación que se llama actitud burocrática, es decir, el sujeto
que da más importancia a los medios que a los fines, que adhiere ritualmente al trabajo legítimo, pero el propio trabajo se
convirtió en un fin en sí mismo, porque el sujeto cumple el deber por el deber, y perdieron sentido las metas culturales), la
renuncia (respuesta negativa tanto a las metas culturales como a los medios para alcanzarlos), la rebelión (adaptación
ambivalente respecto de metas y medios culturales, acompañada de la propuesta del individuo de nuevos medios o metas
culturales) y por último, la criminalidad que Merton llama innovación: el sujeto acepta las metas culturales pero acepta también
medios ilegítimos para alcanzarlas.
Nos quedó pendiente observar que se criticó en su tiempo a Merton y su teoría.
1) La sociedad norteamericana que el estudio es una sola, no es toda forma posible de sociedad. Eso hace limitado el alcance de
la teoría.
2) Además la teoría de Merton es incompleta porque no explica las relaciones sustanciales entre las diferencias de clase social y
la estructura cultural.
3) Merton como en general el estructural funcionalismo, nos presenta a las personas como si fuesen verdaderos autómatas, seres
incapaces de tener reacciones, actitudes diferentes del encasillamiento que les atribuye la teoría de Merton.
La teoría de Merton no se fija en las reelaboraciones personales de cada sujeto y de los medios con que se alcanzan los fines
culturales.
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Edwin Sutherland. Desarrolla su carrera académica en una universidad distinta a Chicago, y es conocido por dos teorías suyas
muy cuestionadas hoy: Asociaciones Diferenciales y teoría del Delincuente y la Criminalidad de “cuello blanco”.
Para llegar a ellas y a su obra criminológica, hay que tener presente que Sutherland ya en los años 30 y principios del 40 (cuando
datan sus primeros trabajos sobre el delincuente de cuello blanco) comienza manifestando su oposición a que la criminalidad
pueda ser explicada a partir de causas económico sociales (pobreza) o la desorganización social, como también a que pueda
explicarse a partir de consideraciones sicopatológicas o trastornos en la siquis del hechor. Él se opone a estas explicaciones
rígidamente deterministas porque como dice en el art. Sobre el delincuente de cuello blanco, esas teorías eran basadas en una
muestra incompleta y al cabo falsa de la criminalidad, incluía solo a las clases bajas y no el espectro de criminalidad de las clases
altas. En eso tenía razón, la criminología no tenía en cuenta el número oscuro o cifra negra y de los sectores más favorecidos de
la sociedad. Tener presente además que respecto de los delitos de clase alta, las explicaciones criminológicas tradicionales de las
escuelas imperantes en ese momento como la escuela de Chicago, la desorganización social, la disgregación familiar, no servían
para explicar ese delito de una persona socialmente integrada, que no viene de una familia deteriorada, etc.
Además para él era indispensable elaborar una teoría que pudiera explicar todo tipo de criminalidad o de amplio alcance y eso
trata de hacer con su propia teoría construida a remolque de la del cuello blanco. Esa teoría es la de las asociaciones
diferenciales. Es una típica teoría unifactorial (explica a partir de un solo factor) que no es como las actuales que son
multifactoriales.
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norteamericanos, era la moneda común en esto; así como en las esferas profesionales (Abogados y Médicos sobre todo). La
crítica sería la poca certidumbre de la base del objeto de investigación.
El delito de cuello blanco consiste en la violación de las leyes que regulan la actividad profesional de esa persona. Estos delitos
tienden a no ser perseguidos, ni siquiera a ser vistos como delitos, porque se presenta en el hecho una aplicación diferencial o
diferenciada de la ley penal. Las personas de clase superior tienen mayor oportunidad diferencial para huir de la persecución
penal. Estos delitos son más dañinos que el delito callejero sobre todo en consecuencias económicas que generan para la
sociedad, tanto más dañinos cuando se encuentran difundidos en la sociedad. Estarían en todas las ocupaciones o profesiones.
La teoría de Sutherland, obsérvese bien, puso en crisis 3 conceptos aceptados hasta ese momento en la criminología.
Valor oficial de las estadísticas de criminalidad. Para Sutherland reflejan los delitos de peces pequeños pero no los de
cuello blanco o de industria.
Cuestiona el vínculo firme entre clase social y delito. Mostró que el delito no era patrimonio de los desfavorecidos.
Colocó en serio jaque el objeto mismo de la criminología, el delito. Porque el concepto de delito hay que definirlo, y
aquí hay una cuestión bien delicada, porque nunca se ha llegado a dar una definición satisfactoria del delito de cuello
blanco.
Con todo, el delito de cuello blanco cobra inusitada importancia en países de tradición criminológica anti empírica, que desdeña
la observación sistemática de los hechos. En cambio en la criminología anglo se ha propuesto y estudiado otros conceptos más
aprovechables como el delito ocupacional, el delito corporativo, el delito político, el delito sin víctima, etc.
Por lo demás, no se puede desdeñar el valor indiciario de las estadísticas criminales. Como dice Alfonso Serrano, no podemos
prescindir por completo de las estadísticas oficiales de criminalidad, son inciertas y no dan valor absoluto, pero no podemos
echarlas por la borda; las estadísticas criminales si están bien elaboradas y se les adjunta serias encuestas de victimización y
estudios de auto informe, proporcionan a la criminología una información imprescindible, especialmente para delitos violentos y
convencionales en general. Eso por una parte. Por otra parte está la definición de delito de cuello blanco, Sutherland no definió
propiamente al delito de cuello blanco. Dijo que era una actividad delictuosa cometida en el marco de actividades funcionales a la
sociedad y que no solía ser perseguida penalmente. Esto se limitó a decir Sutherland.
Luego, han sido otros estudiosos los que han tratado de definir el delito de cuello blanco, con lo que se infiltran en el campo
criminológico consideraciones no propiamente científicas. Tal vez lo único claro en el delito de cuello blanco es que la sociedad
tiende a no considerarlos como delitos o a lo sumo los contempla con ambigüedad. O sea, criminales pero con reparos.
Son mecanismos que hacen que el autor del delito piense que sus actos no son realmente criminales, son técnicas de
neutralización porque proporcionan excusas o pretextos para neutralizar las normas jurídicas o su vigencia en ciertas
circunstancias. En otras palabras, el sujeto las acoge en abstracto pero en ciertas circunstancias las neutraliza. Negar la
responsabilidad, negar la víctima, condenar a los que juzgan, apelación a lealtades más elevadas, etc.
Son delitos de poca elaboración que no requieren de gran preparación en los autores y los autores suelen ser miembros de la
clase media, no de la clase alta. Con lo cual mejor sería hablar de delitos de cuello azul.
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delincuente por eso, lo decisivo viene con la secundaria, que es resultado de la respuesta social al delito. El etiquetamiento
ocurre a raíz de la rotulación, su insistencia e ineficacia, la persona termina convenciéndose que es un delincuente sin remedio.
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5) Político Criminal. Significación legal que se hace contra el delincuente.
4.- Disciplinas auxiliares del Derecho Penal, noción general, referencia a la medicina leal, la psiquiatría forense y
la estadística criminal.
Disciplinas auxiliares. En rigor no se puede hablar de ciencias auxiliares porque el carácter auxiliar de una ciencia le hace perder
inmediatamente su autonomía epistemológica, aunque en rigor son muchas las disciplinas cuyos conocimientos interesan para la
comprensión del mundo punitivo y que entran dentro de esta clasificación; las más importantes para nosotros son 2: la medicina
legal y la estadística criminológica. La psiquiatría forense es parte de la medicina legal.
4.1.-Medicina Legal.
No es más que una medicina aplicada. Es la aplicación de los conocimientos médicos y biológicos en general como auxilio de la
administración de justicia tanto en asuntos penales como civiles. Y que son utilizados principalmente para la fijación de medios
de prueba en los casos en que es necesario.
En la administración de justicia criminal se trata principalmente de delitos contra la vida, la salud, la libertad sexual y además
estos conocimientos médicos son empleados también para aquilatar las condiciones mentales de los acusados, el terreno de la
inimputabilidad; de hecho una parte de la medicina legal (hay varias áreas) es la psiquiatría forense que es la aplicación de los
conocimientos psiquiátricos a las condiciones de imputabilidad de los acusados.
6.1.- Victimología.
Este término es un neologismo, que empieza utilizarse luego del término de la IIGM, un gran criminólogo alemán Hans Von
Henting, ocurre el gran redescubrimiento de la víctima, se lo debemos con sus estudios sobre la relación y la pareja formada por
el delincuente y su víctima. Este término va a surgir después en la criminología norteamericana con Bertang, La victimología se
ocuparía del conjunto de predisposiciones biológicas, psicológicas de la víctima, predisposiciones que se sirve el delincuente
para perpetrar su delito.
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Que la victimología pueda consistir en una ciencia independiente, es más difícil de aceptar, toda ciencia debe tener un objeto bien
delimitado, de carácter o naturaleza homogéneo y resulta que esto no se da aquí. En primer lugar esta se ocuparía de la víctima,
en todo delito hay un sujeto pasivo (sujeto pasivo es el titular del bien jurídico ofendido). En cambio el concepto de victima (que
sería un concepto criminológico y no jurídico) designa a la persona sobre la cual recae materialmente la acción delictuosa, hay
delitos con víctima y hay delitos en que sujeto pasivo y víctima son la misma persona. Hay sujetos en que víctima y sujeto pasivo
son distintos; pero lo que es más interesante es que hay una serie de delitos que no tienen victima (el incesto es un delito sin
víctima, los delitos contra el orden público, contra la seguridad del estado, etc.) a esto hay que añadir que el sujeto pasivo puede
ser una persona natural o una persona jurídica en cambio la victima tiene que ser una persona natural.
En verdad esta es un capítulo de la criminología y no una ciencia independiente a ella, lo que ocurre es que esta última cuando
surge con Lombroso descuidó a la víctima, se preocupó exclusivamente del delincuente, de sus problemas, los factores que a
través del delincuente explicarían la comisión de delito; pero ese descuido no significa que el redescubrimiento de la víctima de a
la victimología una individualidad.
Hay que distinguir dos campos: uno exclusivamente criminológico que es el estudio de la relación entre delincuente y víctima; de
otros campos que no son exclusivos de esta disciplina.
En este campo se ha propuesto por un lado clasificaciones de las víctimas y por otro lado teorías concretas sobre el papel de la
víctima, como esta influye en la comisión de ciertos delitos o grupos de delitos.
Las clasificaciones más interesantes puede ser las de Mendelson: para destacar los distintos papeles de la víctima con el
perpetrador hablo de 5 parejas penales ordenadas según el grado de culpabilidad, el grado de participación de la víctima en el
delito, así hablo de: víctimas completamente inocentes, victimas por ignorancia, victimas culpables, victimas más culpables que
el propio delincuente y por ultimo victimas que serían el único culpable.
Muy a menudo ocurre el que es aleatorio saber con anticipación quien va a ser el criminal y quien va a ser la víctima, Jiménez de
Azua distinguió las victimas que el llamo “indiferentes”, victimas que en rigor no influyen en la comisión del delito, este no ha
sido cometido en consideración a ellas (homicidio, hurto, robo, etc.), es verdad que determinadas características de ciertos
grupos sociales pueden condicionar el delito, pero este no ha sido cometido en consideración a ellas, pero esto si ocurre cuando
se refiere a victimas determinadas, porque estas influyen en el delito, por ellas fue cometido el delito, aquí se distinguió entre
“victimas determinadas resistentes” las que ponen resistencia a la comisión del delito (la extorción por ejemplo, la violación,
asesinato, secuestro) y por otro lado están las “víctimas coadyuvantes” victimas que prestan colaboración en el delito, cuyo
ejemplo es la estafa.
En segundo lugar, en los últimos años sin embargo, los estudios victimológicos han ido más allá que este campo propiamente
tal, y se han adentrado en campos que son más propios de la política criminal que de la criminología como tal.
Por un lado están los estudios del llamado “riesgo de victimización”, (en la victimología se habla de victimización primaria y la
secundaria) estos estudios son investigaciones que tratan de establecer cuáles son las variables y cuales son la propensión
relativa para un grupo de personas a la hora de convertirse en victimas de delito (los más expuestos a ser presa del delito son los
mismos criminales).
Las encuestas de victimización, son un medio insustituible para conocer la cifra negra. Luego se encuentra el problema
psicológico social del miedo al delito; ósea el temor de convertirse en victima en el futuro.
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LECCION II: EVOLUCION HISÓRICA DEL DERECHO PENAL EN GENERAL.
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Pero aquí nos remitimos al art. 474 del cp se supone que nuestro ordenamiento es liberal, contemporáneo, por lo tanto el
derecho penal es culpabilista y sin embargo aquí se dice que por un lado el que incendiaria edificio, ferrocarril, etc. Causando la
muerte de una persona pudiendo prever su presencia, es condenado, ya que pudo prever. Eso es imputable dentro de culpa, pero
luego en el inc. 3 se dice que las penas de este art. Se aplicarán respectivamente en el grado de ellas si a consecuencia las
personas. Muerte de personas que se hallaren a cualquier distancia del lugar del siniestro. Aquí hay un puro vínculo causal, pero
subjetivo de imputación a la culpabilidad. Eso es responsabilidad objetiva.
Ligada a la responsabilidad objetiva están las formas aberrantes de imputación, esto implica que el sujeto responde no por lo
que él hace sino por lo que le sucede, lo que le ocurre, o sea esta es responsabilidad no ya sin culpabilidad sino que sin acto, sin
que el sujeto haya actuado verdaderamente, así se explica que en el derecho primitivo respondían penalmente sujetos por el
mero hecho de ser quienes eran y no por lo que se hacían. De que hubiese responsabilidad criminal en los animales, en objetos
inanimados, y eso se mantuvo en edad media, hubo procesos contra animales y contra objetos inanimados. Esto se verá como
una barbaridad. O bien hacer responder a un sujeto por algo que no hizo.
Nos remitimos al art. 392 del cp, donde se castiga el homicidio en riña. …… no sabemos quién mató, y a estos los penamos igual,
porque causaron lesiones graves, pero sabemos que no causaron la muerte, porque si no responderían por homicidio. Aquí hay
otra forma aberrante de imputación vigente hoy, y una disposición que se aplica en nuestro país particularmente en ciertas
regiones donde las riñas son más comunes, sobre todo las del valle central de chile y centro sur.
Otra forma primitiva o práctica penal primitiva es la privación de la paz, y esa también está ligada a otra que es la venganza de la
sangre.
2.5.- El Talión.
Es otra práctica penal primitiva pero que ya presenta un adelanto, progreso en sentido racional, como define el talión san Isidoro
de Sevilla en sus etimologías, el talión es la similitud en la venganza de modo tal que se hace sufrir al infractor exactamente como
él hizo. Es el ojo por ojo, diente por diente. El talión representa un adelanto en sentido racional porque vino a limitar la venganza
de la sangre. Ésta última no tiene límites, acaba únicamente con la destrucción o agotamiento físico del que se venga, pero no
tiene límites, porque es un procedimiento irracional, la venganza no es más que una manifestación del instinto de conservación
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exasperado ante un peligro. El talión limitó la venganza porque exige que el daño que se va a irrogar al infractor no exceda el que
éste cometió, sólo que esta limitación es una limitación puramente aritmética, mecánica, ajena a toda operación valorativa
“cortaste una pierna y perderás una pierna”. Había si formas de talión no ya material sino simbólico, por ej. El ladrón en el
derecho penal chino del mundo antiguo a ciertos ladrones los que huían con la cosa hurtada se les cortaba las piernas, una forma
de simbolismo punitivo. El talión comparece una y otra vez en el derecho penal del mundo antiguo y ha tenido defensores hasta
la época contemporánea, nada menos que KANT, fue uno de los que defendió el talión.
2.6.- La Composición.
Otra forma penal primitiva que también sin embargo, representa un adelanto en sentido de racionalidad es la “composición”. La
palabra “composición” castellana viene del latín “componere”, esto significa en latín arreglar, conciliar. Esta es la sustitución de la
venganza de la sangre mediante una indemnización, mediante el pago o entrega de una cosa que representa el precio de la paz, y
que evita la venganza de la sangre. Esto fue muy común en el derecho penal en el mundo antiguo, existió en roma, primero con
animales, luego con monedas, y por cierto que domina en el derecho penal germánico, formas de composición llena páginas de
los fueros españoles en que incluso el homicidio podía no dar lugar a la venganza de la sangra ni la pena en sentido público si se
pagaba la correspondiente compensación.
1) Se extiende desde la fundación de la ciudad hasta el siglo VII, en esta época aún hay divisiones, todavía en los tiempos de la
monarquía, conservo un marcado tinte religioso (algo común en los pueblos antiguos) pero pronto ese tinte religioso se irá
perdiendo, o mejor dicho delito y pena irán adquiriendo un profundo sello público, sin embargo que desapareciesen ciertos
delitos privados (los cuales hubo siempre), los crímenes que se dicen fueron los originales fueron las perduelio y parricidio, el
primero sería el crimen de traición y que andando con los siglos seria la fuente de los delitos de lesa majestad y la fuente de los
derechos políticos, por otro lado el parricidio, los romanos lo consideraron un homicidio agravado la muerte del pater familias y
luego la muerte del par (de cualquier otro ciudadano) el parricidio es la fuente de los delitos comunes, aunque ambos eran
indudablemente eran delitos públicos, ósea que cualquier ciudadano podría elevar la correspondiente acusación, y hubo otros
delitos de carácter antiguo como: el falso testimonio, el cohecho (particularmente el de los jueces), entre otros.
Ahora bien cuando se dicta la ley de las XII tablas se insinúa por un lado una cierta igualdad ante la ley penal que sería un poco la
tónica hasta la época del imperio, se regula rigurosamente el talión, se regula la composición, por lo demás se nota una notable
humanización del derecho punitivo, incluso hacia finales de la república en donde la pena de muerte fue derogada de facto.
2) Periodo de las cuestiones del derecho penal como derecho público: año 150 a.c, cuando se instituye la primera cuestión en el
senado romano, para sancionar el crimen repetundarum, este es el origen lejano de los delitos de extorción, y al mismo tiempo
señalaban la pena, una pena inmodificable, fija y en esto sí que hubo un deslumbre del principio de legalidad pero solo en
materia de puniciones, las cuestiones van a aumentar crecientemente y en la época de Cesar I y Cesar Augusto ya va a estar bien
delimitado 2 sectores del derecho romano: el orden público de los juicios (delitos de las cuestiones) y por otro lado el orden
privado de los juicios (delicta privada) Furtum e injuria son ejemplo de esto. En el orden público, La acusación aquí era pública,
había una ley especial para el delito, la pena ordinaria o pena legítima.
3) Periodo de la cognición extraordinaria: Cortesía del empoderamiento del emperador y la pérdida de poder del Senado, esto
llevara a que los emperadores arrinconen progresivamente los delitos “crimina ordinaria” y por otro lado el combate de los
emperadores a los crímenes privados. Los primeros juicios extraordinem datan de los últimos años del Principado de Cesar
Augusto, luego en pleno imperio el crimen va a tener su forma determinada, Estos delitos ya no tenían señalada la pena legitima,
la pena ordinaria de las cuestiones sino que una pena que el tribunal que ya no era el tribunal de jurado, de comicios como fue en
la época republicana, sino una autoridad nombrada por el Emperador, era una pena extraordinaria porque era una pena
adaptada al caso del juez, con el tiempo a largo andar la pena extraordinaria dará origen a 2 … : Esta pena dará origen a que los
jueces pueden determinar circunstancias específicas, pero paralelamente las penas extraordinarias darán origen a la pena
arbitraria, es decir que la pena que la ley dejaba enteramente a la decisión del juez, durante la edad media. En esta época hubo
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varios grupos de crímenes extraordinarios, “hipótesis de hurto” que fueron extraídos del delito privado al delito público, otro
por ejemplo es el abigeato (robo o hurto de ganado), otro con carácter público fue el robo con intimidación, también algunas
hipótesis de injuria se convertirán en delito extraordinario.
Luego habrán delitos nuevos, creaciones de los emperadores en rigor: La receptación, el esteriolato o estafa, la venta de humo o
tráfico de influencias, los delitos contra la administración pública entre otros. Interesante es destacar que muchos delitos
extraordinarios eran delitos contra la religión, impulsados por la iglesia cristiana, en general durante el imperio el derecho
punitivo adquirirá unos tonos o características sumamente crueles y poco igualitarios, incluso la vieja distinción entre la clase
alta y baja fue pasada a llevar por este. Es cierto que mirado en su conjunto el derecho penal romano no alcanzo un nivel teórico
de evolución como el derecho privado pero tampoco se puede sostener del error como eximente de responsabilidad penal la
distinción entre dolo y culpa en el delito y la separación del caso fortuito.
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Nace en territorios germanos de la antigua Rusia conocida como el emperador Carlos V en 1532. Antecedentes:
1) Año 1495 con el tribunal cameral del imperio el cual establece que los jueces debían ser personas versadas en Derecho
Romano, obligando a los estudiantes de la época a estudiar derecho Romano.
2) Obra de Johann Freiherr Von Schwarznberg. Intelectual de la época del obispado de Wranberg, donde se dicta en 1507 la
Constitutio Criminalis Bambergensis, cuyas disposiciones constituyen la base fundamental de la Constitución Criminal Carolina
del emperador Carlos V, esto constituye un antes y un después en la evolución del derecho penal. La única diferencia sería que la
constitución de Bamberg tiene más ilustraciones que la Carolina. Este antes y después dice relación con los siguientes puntos:
1º) Incluye instituciones del Derecho Romano, especialmente en las figuras delictivas. Sin perjuicio de la cláusula de
conservación de las tradiciones legales germánicas.
2º) Tuvo una vigencia de 300 años, en donde se fundó el primer Reich de Otto Von Bismarck.
3º) Se asienta el Derecho Penal como función pública.
4º) Se merma considerablemente la responsabilidad penal objetiva o responsabilidad sin culpa, que es la que se mide por
resultados.
5º) Por otra parte se fija con mayor claridad el Derecho Penal General en un solo cuerpo normativo.
6º) Tuvo influencia en la legislación polaca y rusa.
7º) Es el primer cuerpo codificado que conoce la historia.
5.1.2.- Contenido.
Tiene un contenido fundamentalmente procesal penal; de los 219 artículos sólo 1/3 de ellos se refieren a Derecho Penal. Al
respecto cabe señalar:
Por un lado, como buen cuerpo legal inspirado en el Digesto, no regula ni conoce principio de legalidad, pero nos acerca de un
modo más íntimo a este principio.
Regula expresamente la analogía como método integrador.
Tenía una cláusula salvatoria que conservaba el derecho tradicional germánico.
Prácticos.
Se erigen como la cara más representativa de la doctrina jurídica en la edad moderna y se entienden continuadores de los post
glosadores hasta el siglo XVIII principalmente de Italia. El enlace con los Post Glosadores se encuentra en:
Método de los consejos. Dice relación con que los prácticos son hombres del foro. En consecuencia, constituían su doctrina a
partir de consejos para casos controvertidos y a partir de ellos surge una doctrina que no englobadora, hace provocar una
ciencia más general.
Método de los comentarios junto a las normas, comentario de tipo gramatical definiendo de lo particular a lo general. Pero
fueron más allá de eso. Atendían al sentido mismo de la norma y a qué fin apuntaba (sentido objetivo de interpretación).
Se les llama prácticos porque se preocupaban de llegar al caso concreto y tenían falta de sistematicidad de los preceptos.
Buscaban imponer el derecho romano por sobre todos los demás volviendo a la Constitución Criminal Carolina.
Dentro de los prácticos destaca Prósperos Farinacci. Nace a finales del siglo XVI y muere a principios del siglo XVII; escribe
“Praxis et theorica criminales” (práctica y teoría penal) que era una compilación jurisprudencial pero que pretendía englobar
todo el derecho penal; pero esto no prosperó. Cesare de Beccaría hizo críticas a esto. Con todo, hizo muchos aportes para
morigerar las penas de la época.
En Alemania aparecen autores como Benedicto Carpzow, este fue el más importante de todos, por cuanto la influencia no sólo de
sus teorías trascendió en las fronteras territoriales, también trascendió en el tiempo con “la nueva práctica sajona de casos
criminales”, que es un comentario de la Constitución Carolina. Esta autoridad iba muy de la mano con la severidad de las penas.
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En Francia tenemos a Andreas Tiraquellus quien habla de las circunstancias agravantes y atenuantes del delito. Él trabajaba el
tema de las penas legítimas, las extraordinarias y las arbitrarias. Con las extraordinarias el empezaba a constituir las
circunstancias o situaciones accesorias al delito. También trabajo los eximentes de responsabilidad como la legítima defensa y
también un sentido preventivo de la pena que la edad media no tiene.
Filósofos.
1) Nos referimos a la escuela clásica del iusnaturalismo (Hugo Grocio). Es decir la edad moderna en oposición al medieval
escolástico. Es esencialmente racionalista (razón del hombre por sobre todas las cosas). Grocio es el rescate de la idea original
presocrática contractualista como origen de la sociedad; pugnaba justamente con el catolicismo de la época que buscaba
desaparecer esta idea.
Asimismo, en el Derecho Penal hace algo interesante y válido hasta hoy: define la pena como un mal de pasión que se infringe
por un mal de acción. Sin perjuicio de esto, el autor le atribuye a la pena un fin preventivo especial y general: enmienda al reo y
disuade a los demás, es decir, la pena como espectáculo público.
2) Hobbes, autor de “el leviatán” contractualista, en el ámbito penal plantea que la potestad punitiva tiene su origen en el
monarca. No se abstrae de eso, pero el fundamento último está en el derecho de conservación individual de los sujetos en estado
de naturaleza. También se le considera precursor de la responsabilidad personal de las penas y de los delitos.
3) Alfonso de Castro escribió en España “la justa punición de los herejes” y “la potestad de la ley criminal”. Aplicando las ideas de
Santo Tomás al continente punitivo, concilia los fines de la expiación con la de corrección y les da un fundamento común a
ambas. Uno de los primeros de hablar del carácter irretroactivo de las leyes penales. También define la pena como “pasión que
infringe daño y se funda al hecho cometido en el pasado”. También habla de la proporcionalidad de la pena.
5.4.- Diego de Covarrubias.
Diego Covarrubias tuvo gran influencia fuera de España; lo esencial de este autor es que se configura como precursor del
Derecho Penal moderno. Tiene entre otras ideas:
1.-La concepción acerca del fin de la pena quien, entiende las penas con una concepción retributiva pero acentuando esta
concepción en la ley del Talión, pero influido por el avance de la época no va descartando constantes referencias a un carácter
preventivo general de las penas.
2.-Covarrubias plantea la teoría de la voluntad indirecta es decir que cuando un sujeto desea algo de un modo mediato no
directo, respecto de la comisión de un hecho y esta teoría es el fundamento para lo que actualmente nosotros entendemos como
“Dolo Eventual”.
Pufendorf.
Pufendorf es probablemente de todos los iusnaturalistas clásicos el más importante en la teoría penal del siglo XIX. No del
iusnaturalismo racionalista en general, porque ahí priman Hobbes y Grocio. Es creador del concepto de imputación, capital en la
teoría del delito. A partir de ahí nace la noción de causalidad en la teoría del delito.
Fue el primer titular de la cátedra de derecho natural (no había cátedra de filosofía del derecho) y él ocupa esa cátedra desde la
que el desarrolla su teoría filosófico jurídica. Es partidario del pacto social, pero no lo considera como se hacía hasta ese punto,
como realidad histórica o hecho.
A fines del siglo XVII es el primero en plantear el pacto social como una ficción. Algo que otros autores del siglo XIX llamarán
supuesto mental o hipótesis de trabajo. Este pacto al que el hombre llega a partir de su debilidad o flaqueza y por otro lado, de la
sociabilidad propia de nuestra especie, este pacto se compone de otros tres sucesivos que son:
1.- Establece la sociedad.
2.- Determina su forma de gobierno.
3.- Las autoridades prestan acatamiento al pacto que estableció la forma.
Establecida la sociedad así, los ciudadanos se someten a la autoridad, pierden su libertad natural, incluso pierden ese derecho de
vida y muerte que tenían en el Estado de Naturaleza. Así nace el derecho penal.
Puffendorf interesa para varios aspectos del DP, acá se adelantó solo uno. Mencionaremos además:
Concepción sobre el sentido de la pena. Ella tiene como fin la prevención general y especial, aunque de las dos, la prevención
general lleva la vanguardia.
Carácter secularizado del Derecho Natural racionalista. Aquí habla muy bien otro dato interesantísimo común a los miembros de
esta escuela, la idea de la utilidad de la pena. Es decir, que la pena cumple una función útil para la sociedad, de manera que si esa
función no se puede lograr, no hay justificación alguna para imponer la pena. Puede prescindirse de la punición cuando se puede
lograr la finalidad preventiva por otras vías o cuando la impunidad del delito resulte más conveniente o útil para el estado. Que
es la base del pensamiento de las excusas absolutorias.
Locke.
Se entra en el siglo XVIII por la influencia de su pensamiento, como precursor inmediato del liberalismo como doctrina política
que se desarrollará con la caída del antiguo régimen y revolución francesa. Para Locke la sociedad civil se origina por pacto
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social, pero a diferencia de Hobbes, el pacto consiste únicamente es dejarse gobernar por la mayoría, porque solo así ese
gobierno va a ser legítimo. La finalidad del pacto de Locke escomo si leyéramos la declaración de independencia de los gringos.
Es decir, salvaguarda de la vida, la libertad y la propiedad. El individuo no cede estos derechos sino el poder de defenderlos,
renuncia a la autotutela en virtud del pacto social, porque así lo exige la convivencia de la sociedad civil.
La finalidad del pacto es la garantía de la seguridad individual y en el ejercicio de los derechos de las personas, por eso para
Locke la finalidad de la pena es preventiva, el hombre que nombra como medios de prevención el arrepentimiento del
delincuente y sobre todo, la intimidación de los demás. Esta es de nuevo en los autores de esta escuela la finalidad de esta pena:
la prevención general negativa o por intimidación.
Estos autores tendrán influencia mediata a través de otros e influirán desde luego con su idea penal de que la pena tiene como
sentido la prevención general de los delitos. Y más precisamente la prevención general negativa. Esta preferencia por la
prevención general negativa se explica porque esa finalidad encaja en una mente ansiosa de seguridad, la seguridad fue el
objetivo final del pacto social, un pacto ambicionado por la mentalidad de los autores que eran burgueses, cuyo bien más
preciado aparte de la vida era la seguridad. Esto continúa en el iluminismo, donde se imponen los burgueses.
Por otro lado, el influjo del pensamiento de estos autores se refleja en el pensamiento de estos autores se refleja su concepción
laica racionalista y humana del derecho. Por eso es que ellos se oponen a la consideración del pecado como delito, a la
consideración como delito de hechos de significación meramente religiosa (brujería), al castigo de los nuevos pensamientos y
actos internos; y defienden firmemente la separación o distinción entre derecho y moral.
Con ello se puede decir que hemos llegado al siglo XVIII es decir, al momento más importante de la historia ya contemporánea
del derecho penal, al momento del nacimiento del DP contemporáneo.
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2) Lo social. Los ilustrados eran nobles y los revolucionarios eran pequeños burgueses de provincia o profesionales.
3) Los ilustrados creían en la libertad humana pero dentro de la organización política existente (monarquía) “todo para el pueblo
pero sin el pueblo”. Los revolucionarios decían que no, que el cambio venía de abajo hacia arriba.
4) En cierto sentido cronológico, la ilustración precede a la revolución.
5) Se adelantó con reformas de todo tipo, que vinieron de los déspotas ilustrados como construcción de obras públicas, guiadas
de un afán filantrópico. En lo cultural, la difusión de las academias que por concurso público premiaban obras de interés general,
y planteadas por las propias academias como el discurso de Rousseau sobre desigualdad de los hombres, entre otros.
6) En lo jurídico emprendió una tarea la ilustración que era la racionalización y unificación del derecho. Los primeros códigos
son de esa época.
7) Diferencias en la interpretación de la ley. los ilustrados pensaban que la interpretación era inevitable. Pero pensaban en el
espíritu del despotismo ilustrado, en caso de necesidad, debía recurrir al rey para que aclarara.
Los revolucionarios en cambio, con un marcado racionalismo, no querían que los jueces, al interpretar, intervinieran la voluntad
general de las leyes, por lo que no querían que las leyes fueran interpretadas. La casación se crea en la época, como órgano
paralelo al legislativo por el cual el legislativo controlaba la recta aplicación de las leyes, luego derivó en el recurso procesal
actual.
8) Igualdad o Desigualdad de las penas. La pena privativa de la libertad no debía ser empleada con los nobles sino solo para los
sujetos del estado llano o clases bajas, porque para los nobles el destierro era suficiente.
El daño público o social es lo que nos permite distinguir cada pena.
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severamente castigados que poseían o un trasfondo religioso o una determinada concepción estratificada e injusta de la
sociedad: los delitos de sodomía, de parricidio, los delitos de contrabando, de caza ilegal, de hurto de leña.
3) En tercer lugar, la humanización de las puniciones, porque las penas debían captar las sensibilidades del momento, se va a
combatir la pena de muerte, y en algunos casos abolidas, este siglo se va a oponer a las demás penas corporales, de mutilación de
miembros, la confiscación de bienes, la infamia por causa de delitos.
4) En lo procesal penal se podría nombrar una serie de principios y de reglas exigidas por esta reforma penal del iluminismo: la
publicidad de los juicios y esto iba de la mano con la reforma del procedimiento inquisitivo, la independencia del poder judicial,
la introducción del principio de inocencia (Jean Paul Marat), la reducción de las medidas cautelares, la supresión del juramento,
la abolición del tormento, de la tortura, la eliminación de la talla (matar impunemente a aquellos que se sospechaba de crímenes,
prófugos, etc.).
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2º) Pietro Berri. este autor, escribe, aunque publicado póstumamente en 1704, un libro contra la tortura “observaciones sobre
la tortura”, es un alegato contra la tortura, en donde se mezcla un racionalismo de una precisión exacta.
3º) Jean Paul Marat. Representante aún más típico que Beccaria y aún más político, pese a que el propio Marat no era jurista
sino médico, llegara al tema penal por sus preocupaciones sociales y por un hecho que está ligado a las academias, en la gaceta
de Berna 1777 se publicó un anuncio de un concurso en donde premiaran el mejor plan de reforma penal, se dice que el donante
del premio había sido Federico II por insinuación de Voltaire, y aunque Marat no gano debido a sus ideas prerrevolucionarias,
libro que hace imprimir en su región natal (suiza) pero que pasará totalmente censurado en sus partes referentes a Francia,
aunque ya su libro totalmente censurado solo podrá ser publicado en 1790, él es el segundo de que establecer un vínculo entre el
derecho penal y el derecho político, dice que él está escribiendo para hombres libres, que el código penal debe estar en manos de
todo el pueblo y a un precio accesible, y se inspira en toda la obra en Montesquieu y Rousseau, pero aquí claro da las ideas de
este.
Un giro aún más radical que las que ya tenía, la parte de política criminal es más que nada una obra de política, los gobiernos de
entonces tenían un origen injusto -escribe- en circunstancias en que deberían fundarse en el contrato social, además Marat
explica que la propiedad tiene su origen en el contrato social y que se entiende como el derecho de cada cual para disponer de lo
indispensable para vivir por cada uno sin que se extienda a cosas superfluas.
Los motivos ilustrados reaparecen en Marat cuando este escribe que las leyes deben ser claras y precisas, las penas
desproporcionadas amen de ser criminógenas, acostumbran al pueblo ante la barbarie, además los jueces por la gravedad
desproporcionada de las penas hará lo posible por no imponerla.
Lo que hace que las leyes penales surjan efecto es precisamente su inflexibilidad y no tanto su severidad, para que las leyes
penales puedan prevenir delitos.
Robespierre por otro lado, era un gran abolicionista, totalmente en contra de la pena de muerte, y además puede hablarse de su
famoso discurso “Personalidad de las penas” en donde él combate que las penas pudieran transcender del reo a otras personas.
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de todas sus reuniones hasta la 114 inclusive, fueron para componer el proyecto propiamente tal; y de la sesión 115 en adelante
“para proceder a la revisión del proyecto formado ya”. A juicio de Etcheberry “la comisión no estuvo integrada por juristas
versados en la técnica penal y en general las innovaciones introducidas reflejan la influencia de la crítica de Pacheco. Las pocas
que se deben a la originalidad de la comisión redactora no fueron muy felices”.
Al dar por terminado su trabajo la comisión redactora, acordó pasarlo al gobierno, acompañado de un corto y poco expresivo
mensaje que expusiera los puntos principales de aquel y las fuentes de donde se habían tomado y que encargó redactar al señor
Rengifo. Aceptados por el gobierno el proyecto y el mensaje, los remitió a su vez, con las firmas del Presidente Errázuriz y del
Ministro Barceló al senado el 29/10/1873.
Tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, el proyecto tuvo una revesada discusión marcada por las preocupaciones
religiosas de la época; las controversias a que esto daba lugar apasionaron los ánimos y explican “que la mayor parte de las
discusiones se centraran alrededor de las facultades de las autoridades eclesiásticas frente al poder civil y de la presencia que
éste reclamaba pasa sí”. En el mes de noviembre de 1874 se agotó el debate parlamentario y el día 12 de ese mismo mes el PDLR
(Federico Errázuriz) y el Ministro de Justicia firmaron el decreto promulgador del CP como ley de la República. Finalizaba de
esta forma el proceso de formación del CP.
2.1.- Origen, composición y trabajos de la comisión redactora del Código Penal vigente.
Bien pronto, por Decreto del 17 de enero de 1870, se constituye una nueva comisión, encargándosele que redactase un proyecto
de DP, para lo que debía tomar como base el código belga; se nombra para integrarla a don José Alejo Valenzuela, don Alejandro
Reyes, don José Vicente Abalos, don Pedro Eulogio Altamirano, don José Antonio Gandarillas y don Manuel Rengifo, a quienes por
Decreto del 19 de febrero siguiente se añadió don Diego Amstrong. Rengifo debía cumplir en ella las funciones de redactor, y se
le asignó un sueldo especial. Valenzuela era Ministro de la corte Suprema y no asistió a ninguna reunión ni intervino para nada
en el proceso de formación del Código.
Esta comisión se reunió en sesión preparatoria, que presidió el Ministro de Justicia, Joaquín Blest Gana, el 8 de marzo, la segunda
el 26 de abril, presidiéndola también el Ministro, en adelante actuó de presidente el señor Reyes. A partir de la sesión nº 18 (del
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6 de Julio) no vuelve a concurrir el señor Avalos, y en su remplazo desde la nº 72 (17 de abril de 1872) aparece don Adolfo
Ibáñez.
En cuanto a la calidad de los miembros, Etcheberry señala que no estuvo integrada por juristas versados en técnica penal, y en
general las innovaciones introducidas se debieron a la influencia de las críticas de Pacheco; las pocas de autoría de la comisión
no fueron muy fructíferas.
Para el cargo definitivo de secretario se propuso al gobierno al abogado Luis Talavera; a lo que el gobierno no hizo caso ya que el
5 de julio de 1870 nombra a don Robustiano Vera, que renuncia al año siguiente y lo reemplaza Osvaldo Rengifo (abogado).
La comisión concluyó su trabajo en la sesión nº 175 del 22 de octubre de 1873, las primeras 114 sesiones fueron para crear el
proyecto y las restantes para revisarlo. De todas ellas se levantó acta y el conjunto de actas de la comisión se publicaron en un
volumen en 1873; las cuales son un elemento de gran valor para interpretar el código al contener la historia fidedigna de su
establecimiento.
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No obstante que fue combatido con vehemencia, subsistió el precepto (derogado en 1953) que eximía al marido homicida por
causa de adulterio flagrante.
El debate se agota el 12 de noviembre de 1874, cuando el presidente Federico Errázuriz y el Ministro de justicia José María
Barceló firman el decreto promulgador del CP. Como el Congreso suprimió 4 artículos y un parágrafo, lo que alteraba la
numeración del código, con la misma fecha se dictó otra ley, autorizando al PDLR para que, al promulgarlo en los términos en
que lo había sancionado el Congreso, alterase las referencias de unos artículos a otros, tomando en cuenta las supresiones
hechas al proyecto primitivo.
3.- Orientación doctrinal y técnica del código penal vigente. valoración y crítica.
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Fontecilla señala que es largo enumerar los defectos científicos y técnicos que contiene el código. Un código como el nuestro es
un oprobio para la ciencia contemporánea. Por ser copia casi literal del código español, su orientación científica es la misma que
campea en la antigua ley española, es decir, es oriunda de la Escuela Criminal Clásica, cuyas doctrinas (en su opinión) han hecho
crisis y no responden a los progresos posteriores de la ciencia. Es un absurdo proporcionar el delito a la pena, como lo hace
nuestro CP, pues la pena, para que cumpla su finalidad primordial de prevenir el delito, debe estar en relación con la
individualidad del delincuente, y ser determinada a posteriori. El CP chileno, con sus entrañas científicas petrificadas por el más
rancio clasicismo, al aceptar como finalidad de la pena retribución del mal causado por el delito, se coloca en abierta pugna con
principios científicos hoy día indiscutibles, porque la finalidad por excelencia que debe perseguir la pena en el concepto
moderno, es la necesidad social de prevenir los delitos y no la pretendida necesidad jurídica de reestablecer el orden jurídico,
como lo proclaman Carrara y sus secuaces; y, en fin, el CP en vigencia, al entregar al hombre al libre albedrío de sus actos,
provoca la discusión de un enredado problema filosófico, puesto hoy en entredicho por los deterministas, discusiones tan
vehementes y acaloradas como estériles para el derecho penal, ya que el hombre es responsable, no porque su voluntad sea libre
o determinada, sino porque vive, en sociedad y sólo la fórmula del estado peligroso nos proporciona un criterio positivo para
adoptar la sanción y eliminar las anteriores discusiones, que no interesan al DP.
Tras largos años, luego, estudiándolo, dogmáticamente y aplicándolo en los más altos tribunales del país, nos consta que el docto
jurista chileno modificó de raíz sus juicios de otrora y en los últimos años de su vida se complacía en reconocer y proclamar las
excelencias del código, empezando por el casticismo y la belleza con que está escrito, que constituyen prenda de sencillez para el
intérprete y regalo para el lector.
Fijémonos ahora en los aspectos, preceptos e instituciones en que principalmente se manifiesta y acredita su señalada
orientación doctrinal. Su humanitarismo es muy relativo, pues mantiene penas sumamente crueles (la de muerte, las perpetuas,
la de cadena o grillete y la de encierro en celda solitaria), pero hay que juzgarlo por las prácticas o instituciones de su tiempo a
que se opone o que suprime, e incluso, en cuanto a la última pena, no deja de ser un avance notable que, para su ejecución, se
aparte del modelo español y establezca el fusilamiento. El racionalismo combinado con el liberalismo resplandece, sobre todo, en
la reiteración con que se consagra el principio de legalidad de los delitos y de las penas en sus diferentes manifestaciones; y,
aleado con el retribucionismo, se expresa en el prurito de disponer de numerosísimas penas, diferentes entre sí por su diversa
naturaleza y duración, para castigar cada delito con la condigna según su distinta entidad y gravedad. Del liberalismo tal como se
entendía en aquella época proviene la desconfianza en el arbitrio judicial, que unida al principio retribucionista, lleva a los largos
catálogos de circunstancias atenuantes y agravantes, a las escalas graduales de las penas y a la complicadísima serie de reglas
para aplicar éstas; y de la mejor significación liberal es reducir la punición de la conspiración y la proposición para delinquir a
los solos casos en que las contempla especialmente la ley. el principio utilitario y preventivo se advierte en la publicidad de la
pena capital, las penas para los que delinquen de nuevo y, de manera muy notoria, en múltiples excusas. Y la preocupación por el
individualismo y la igualdad constituyen al código en un documento característico del DP de acto, en que no se estima ni interesa
la personalidad del sujeto más allá de lo imprescindible para determinar la culpabilidad de su actuar delictuoso. Ese acusado
individualismo hace, por otra parte, que obtenga menguado relieve y protección en el código la solidaridad humana, tan
importante hoy en los modernos cuerpos punitivos.
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y, para más complicaciones, en plural, en un parágrafo que se refiere a un solo delito, nada delo cual posee sentido y todo ello ha
producido vacilaciones de interpretación que muy bien hubieran podido ahorrarse. Más grave es la inserción, entre las
atenuantes del artículo 11, de las circunstancias 6ª, 7ª, 8ª y 9ª, porque suponen alterar y contradecir el espíritu del código,
estimando, en la graduación de la gravedad de un delito, elementos anteriores o posteriores, pero, en todo caso, por completo
extraños a él, e incluyendo, por consiguiente, en un derecho penal de acto, consideraciones referentes a la personalidad del autor
y ajenas a su actividad criminal.
Según las actas en la sesión 8 de la comisión redactora, el señor Reyes hizo presente que en el código austríaco había otras
circunstancias atenuantes que convendría asentar en el código, siendo unánimemente aceptada la indicación y, tras corto debate,
aprobadas las circunstancias 6ª y 8ª, tomadas del art. 39 austríaco; lo cual demuestra, ante todo, que los comisionados
manejaban el código austríaco de 1803 y no el de 1852 (o quizá manejaban los comentarios de Pacheco con sus concordancias
los que, por la fecha, se referían al código de 1803); además de imperfecciones en la mención de antecedentes en las actas, ya que
las circunstancias 6ª 7ªy 8ª son de origen austríaco, pero también se encuentran en el código español de 1822, la circunstancia
9ª procede asimismo del código español. Y, apropósito de estas circunstancias de atenuación, que toman en cuenta conductas o
actos ajenos al delito de que se trata, curioso resulta que la comisión, aunque agregó la 10ª en su sesión 122, se rechazó otra que
propuso al mismo tiempo y que hubiera tenido significación semejante a las anteriores, es a saber, la de contar el reo con más de
setenta años de edad.
Como esto nos ha llevado a ocuparnos de las influencias secundarias o accidentes de otros códigos en el chileno, parece oportuno
recordar aquí que Jiménez de Azua, hablando del “enorme” influjo que ejerció el CP italiano de 1889, concluye señalando que
“incluso el chileno, si bien está enfeudado al español, contiene disposiciones de los primeros proyectos italianos” que, sin
embargo, no se ven muy claras ni seguras.
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substitución precipitada o su reemplazo por algún modelo de hechura y pretensiones colectivas, no lo suficientemente y cada día
menos a la altura de los tiempos.
1.- Generalidades.
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Retribución Divina. Friedrich Julius Stahl, religioso luterano protestante del siglo XIX, que resulta ser el más destacado
representante de esta teoría que para el constituye la idea del mundo moral en cuanto tal. Que dice relación con la inviolable
conservación de un orden ético dado. Disponiendo del poder de la reparación y del castigo para anular al rebelde, o hacerlo
sufrir y manifestar y restaurar de esta forma la eterna superioridad del orden ético. La retribución es un mandato de Dios, una
ley eterna divina en virtud de la cual a un mal debe seguirle una pena; siendo el estado el orden externo de dios en la tierra, éste
tendría el poder delegado para castigar los delitos. Esta teoría se encuentra obviamente completamente desechada en tiempos
actuales.
Retribución Moral. Kant. Para ello partiremos con un titular “la pena es solamente retributiva de la culpabilidad y no se debe
dar otro bien al delincuente y solamente se debe sancionar al delincuente por el mal cometido”. Dos aspectos de la teoría:
1.- Kant es uno de los primeros autores que define la idea de dignidad humana. Radica en que al hombre no se le debe utilizar
como un medio sino que este constituye un fin en sí mismo o un auto-fin. Por lo que en consecuencia las personas no pueden ser
utilizadas arrojándolas a fines que las superen o trasciendan.
2.- Concibe a la pena como un imperativo categórico de la razón práctica a la cual le atribuye un sentido moral. En cuanto resulta
moralmente inadmisible que el mal del delito quede sin una sanción. Si no fuera así, la sociedad entera se mancharía. Aquí se
erige la idea de la isla de Kant. Aquí Kant toma idea del protestante luterano Phillip, que decía “hágase justicia aunque perezca el
mundo”.
Podemos contrastarlo con una frase de Karl Binding quien para explicar la idea del retribucionismo con la frase “hombre, te voy
a penar no por hurtar caballos sino para que los caballos no sean hurtados”.
Acá la idea de retribución moral resulta inaceptable, porque la retribución en la medida que sea tal no puede ser moral sino
jurídica. Sin embargo acierta a que el fin de la pena siempre debe apuntar hacia el hombre como fin del sujeto.
Retribución Jurídica. Propuesta por Hegel. Hugo Grossio define la pena como un mal de pasión que se define por un mal de
acción, Hegel contraviene señalando que la pena no debe examinarse como problema de males o bienes por que no es un tema
moral sino jurídico. Pero Hegel también argumenta en contra de los fines preventivos de la pena, entendiendo o criticándoles
que estas personas estarían entendiendo al hombre como un animal dañino, siendo la pena entonces un equivalente al bastón
que nosotros levantamos para escarmentar a un perro que quiere mordernos. Siendo el delito la negación del derecho y la idea
de retribución es volvernos al derecho, la pena es la negación de la negación del derecho, es un mal que se le irroga al delito,
mediante esa idea Hegel construye su teoría del retribucionismo jurídico. El derecho sería la tesis, el delito la antítesis
(entendido como voluntad rebelde del delincuente que lesiona el derecho), y la pena aparecería como la síntesis de esta relación
dialéctica.
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distingue entre dos concepciones: la fundamentadora, que se ubica dentro de la prevención general positiva y asume a la pena
como fundamento del derecho penal, para ella la misión del derecho penal debe asegurarse la vigencia de los valores éticos y
sociales a través del castigo de la conducta delictual que atente contra dichos valores. Es decir, acá se castiga con el objeto de
reafirmar los valores que representa el derecho. Si el delito constituye una violación de esos valores, la pena constituye una
suerte de reivindicación contra esos valores.
Günther Jakobs, señala que debemos ocupar presunciones para determinar los delitos y castigarlos, como por ejemplo la
reiteración, la peligrosidad dentro de los delitos terroristas. Para él el derecho penal constituye una técnica de estabilización
social, de orientación de las acciones, en consecuencia la pena cumple una función orientadora de estas conductas estableciendo
en la sociedad un modelo de orientación para las relaciones sociales.
Concepciones limitadoras, el sentido de limitación consiste en poner un límite a la prevención general negativa y especial
negativa. En otras palabras, limitar el derecho penal. Una de las más importantes es la teoría de Winfried Hassmer que señala
que la pena se debe utilizar para prevenir y a través de las mismas normas influir en los procesos. Esto se puede conseguir
mediante dos fórmulas: agravando las penas con el objeto de intimidar a las personas (vía tradicional); la otra vía considera que
las normas no se estabilizan en la conciencia a través de la intimidación, en consecuencia, hay que convencer que estas normas
son idóneas para la convivencia.
Prevención Especial. Tiene un enfoque hacia el individuo, haciendo que los efectos que haya surtido en su personalidad la
pena que ha sufrido este sujeto, estos efectos recaigan precisamente en él, para que él se abstenga de delinquir. No quiero que la
sociedad se abstenga sino el sujeto lo haga. El propio condenado va a aprender mediante el sufrimiento de la pena que no debe
delinquir. Aquí nos encontramos con la resociabilización, la reeducación, etc. Puede ser a su vez positiva o negativa.
a) La positiva se consigue inhibiendo en el delincuente tendencias o impulsos delictivos.
b) La negativa se refuerza a su adhesión o confianza en el complejo normativo conforme al cual debe conducirse.
Del medio germánico importa Zonenfelgs, sobre supresión de la tortura. Homell, un penalista ilustrado, en Francia el
pensamiento penal revolucionario se expresó legislativamente en los códigos penales revolucionarios en 1791 y 1795.
Esos códigos consagraron el principio de legalidad de los delitos y las penas con tal rigor que establecieron un sistema de penas
fijas absolutamente determinadas por la ley e inmodificables por el juez. Son códigos que pretendieron la abolición de la pena de
muerte, pero en definitiva no tuvieron éxito, la pena subsistió aunque a un número limitado de delitos y reducida a la simple
pérdida de la vida y no con penas agravadas de muerte.
Una figura que se escapa a la dicotomía ilustrada revolucionaria y que pertenece de lleno al penitenciarismo, considerado
fundador del penitenciarismo contemporáneo, es el inglés John Howard, con su obra el estado de las prisiones de 1795. Propone
una serie de bases para su reforma y mejora, entre otras el establecimiento de un régimen penitenciario distinto de acuerdo con
el tipo de condenado, que se otorgue a los condenados una forma de educación moral y religiosa; que se los someta al trabajo, y
que seles dispense un régimen apropiado de alimentación e higiene.
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2.1.- Romagnosi.
Uno de los primeros clásicos, su libro principal es “génesis del derecho penal” de 1791, donde él se interroga en primer lugar en
qué radica la razón de ser y el origen del derecho punitivo. Él desde luego no es contractualista en el sentido que el hombre tiene
naturaleza racional por lo que no cree en el Eº de naturaleza, lo asume como abstracción no como realidad. Mira al hombre
dentro de la sociedad y no fuera de ella. Al mismo tiempo afirma que la sociedad es distinta de la simple suma de los miembros o
individuos que la componen,. Por tanto los derechos que tienen respecto de sus miembros no son idénticos a los que tenían en el
estado de naturaleza.
El establece diferenciación neta entre el derecho de defensa individual, que tendríamos en el presunto Eº de naturaleza; y por
otro lado, el derecho de defensa que tiene la sociedad. Mientras el derecho individual se puede ejercer frente a un ataque actual y
todo lo demás sería reacción vindicativa, el derecho social de defensa, es un derecho todo suyo, todo propio de la sociedad, un
derecho universal y nacido con la sociedad. Ese derecho puede ejercerse después de cometida la agresión. A este derecho el lo
llama derecho de defensa indirecta o social. Para oponerlo al individual en estado de naturaleza, este es el derecho de castigar.
Ha nacido el ius puniendi con la sociedad, sin vestigios del Estado de naturaleza.
Por ello el plantea como puede la sociedad entrara a castigar un delito ya consumado; pero si miramos el derecho como
individual de defensa, la sociedad no podría ejercerlo porque la agresión ocurrió. Pero el derecho de defensa indirecta o social es
diferente, se funda en relaciones futuras. La sociedad es algo que mira hacia el porvenir en el sentido que la sociedad castiga lo
que ocurrió ayer porque tiene el derecho de prevenir los nuevos delitos que privarían de dejar en la impunidad el delito
cometido. La sociedad pena el delito pasado para prevenir delitos futuros.
Definición personal del DP: “viene a ser un derecho de defensa habitual contra una amenaza permanente nacida de la
intemperancia ingénita de los hombres” (definición que es propia de ius puniendi).
Por lo mismo, el ius puniendi tiene necesidad de dos delitos: el pasado (que penamos) pero que es tan solo el motivo u ocasión
de la pena. El verdadero fundamento de la pena es el delito futuro, el prevenir delitos, el defender de esa manera la sociedad.
Solo que cuando él habla de defensa social, lo hace en un sentido muy especulativo lógico abstracto; no en el sentido mecánico
naturalista.
Estaba tan convencido que el único fin de la pena es la prevención general negativa, que sostiene que si la sociedad que no tiene
derecho de atormentar a las personas ni de castigar sin necesidad a un individuo, si se tuviese la certeza que cometido el delito
no se va a repetir, entonces la sociedad carecería completamente del derecho a castigar.
La necesidad del ius puniendi se haya en la intemperancia humana. El origen de los delitos se haya en la spinta o impulso
criminal, que a su vez deriva del amor a la felicidad o hedonismo, que se compone del deseo de cometer un delito y de la
esperanza de la impunidad. La pena tenía que obrar como una controspinta o contra impulso y tiene que graduarse según la
fuerza que impere a cometer cada delito.
2.3.- Feuerbach.
En Alemania, es considerado por sus biógrafos como penalista auténticamente liberal, además de ser muy versado en filosofía.
Sus primeras obras se dedican al problema del derecho de castigar y su fundamento. La más conocida y nos basaremos apra dar
dos ideas de su pensamiento, es su tratado de DP de 1801, que antecede al CP de Baviera, plantea su teoría sobre el fin de la
pena. Por lo pronto sostiene que el fundamento del ius puniendi se radica en la función estatal de evitar las infracciones del
ordenamiento jurídico. Tiene el deber de proteger los derechos de los ciudadanos a través de defender el Derecho. Como esto no
se previene por coacción física, se recurre a la coacción sicológica, que las leyes anuncien un mal a quien conciba la idea de
cometer un delito. Para ello se requiere que el delito y la pena estén en la ley. el principio de legalidad.
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Feuerbach no descubre el principio de legalidad pero lo desarrolla, incluso indica la tríplice dimensión o contenido del principio
de legalidad. Este exige que la pena esté señalada en la ley, que la propia ley determine la conducta conminada, y que la misma
ley indique la pena precisa que recaerá sobre la conducta criminal. Es más, el da el nombre antiguo en latín al principio.
Ahora por otro lado, para que la pena pueda cumplir su función preventiva general negativa, es indispensable que la pena se
ejecute o cumpla llegado el momento, de otra forma, se perdería por completo el propósito de coacción psíquica.
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teoría de las fuerzas y las medidas del delito. Efectivamente toma de Carmignani la teoría de las fuerzas, pero desarrolla más
analíticamente que Carmignani.
La fuerza física subjetiva es aquella con que el delincuente ejecutó el delito.
Por su parte la fuerza moral del delito es objetiva o subjetiva, la objetiva es el temor que produce en los ciudadanos o daño
moral. La subjetiva es la voluntad inteligente del hombre que obró. Ahora en los delitos no hay solo fuerzas, sino también
medidas, que son concretas y se hacen según 3 criterios: cualidad, cantidad y grado.
Cualidad o lo que fija la esencia de la cosa y que la señala como lo que es y no otra cosa, en el delito, está en lo que lesiona
cada infracción. Radica en el derecho subjetivo que ofenden.
Cantidad en los delitos viene dada por la gravedad relativa de cada infracción. Que carrara cifra en el daño social o público
que causa el delito. Mientras más daño social produzca el delito, será más grave que otros.
El grado de los delitos se determina según que en él se den o no se den todas sus condiciones ordinarias o normales, por
ello carrara distingue entre delitos perfectos e imperfectos. Perfecto es el delito tentado o consumado, el imperfecto es el
frustrado.
El ve como razón de ser de la pena la tutela jurídica. La idea propia de la escuela liberal penal, se descarga contra el
correccionalismo. En clara demostración que la escuela penal del siglo XIX fue el correccionalismo y no el positivismo. Esta tutela
jurídica de carrara nos consiste en asegurar la soberanía del derecho o imperio jurídico ante cualquier ataque, por eso él se
opone a la defensa social de un principio basado en la utilidad. En cambio, la tutela jurídica, impone como fin de la pena el
establecimiento del orden externo de la sociedad. O sea, la retribución de los delitos.
Si en el delito hay fuerzas, las hay en la pena. Física y moral subjetiva y objetiva.
La fuerza física objetiva son los actos materiales con que se irroga los males al resto, la fuerza física subjetiva es el bien que se
arrebata al delincuente.
La fuerza moral de la pena es la voluntad del juez que condena, y la fuerza moral de la pena es subjetivamente el llevar
sosiego o tranquilidad a los buenos ciudadanos, y servir de freno inhibitorio para los malos ciudadanos.
Esta escuela tuvo repercusión legislativa inmensa, porque todos los grandes códigos del período clásico están influidos en una
medida mayor o menor por estos autores. Un pensamiento cuyas raíces últimas están en el iluminismo. Códigos liberales de un
liberalismo muy conservador. La concepción del principio de igualdad en forma muy abstracta. En la realidad hay desigualdades
manifiestas que no hay en abstracción.
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3.2.- Antecedentes. Fundamentación Filosófica.
Estos antecedentes pueden caracterizarse en mediatos e inmediatos.
1) Antecedentes Mediatos. Mencionaremos primeramente a Platón; quien plantea dentro de su misma filosofía la idea de que la
pena tiene por fin corregir al delincuente y enmendarlo; sin perjuicio que toda la filosofía y la evolución de la filosofía de platón
plantea una idea bastante polifacética de la pena, pero en su época más madura le atribuye un fin eminentemente correctivo.
Junto con eso aparece uno de los principales representantes del estoicismo romano a principios de nuestra era, Lucio Séneca
señala que la pena tiene 3 finalidades: corregir al delincuente, hacer mejores a los demás por castigo ejemplar y asegurar la
tranquilidad de la sociedad justa. Dentro de ellos el más importante fue el primero. Todo esto ya nos anuncia que pasará con el
correccionalismo del siglo XIX de Röder, porque el correccionalismo comienza a mirar al hombre como un sujeto concreto. No
mira al delito sino que al delincuente, considera toda su vida anterior y lo que hará después globalmente el sujeto que desvía su
voluntad.
El estoicismo tuvo mucha influencia en roma pero también en lo medieval, donde la idea de corrección o enmienda de la pena se
acoge con limitaciones. Aquí también se habla la idea de mirar más al delincuente que al delito. Pero en la edad media surge toda
la filosofía romana y griega, con ello hablamos del renacimiento. Grocio en esta época toma los diálogos de platón y se enfoca en
el diálogo de Protágoras, en ese diálogo se expone la idea del sentido de la justicia.
2) Antecedentes Inmediatos. El principal antecedente que podemos mencionar para el correccionalismo es el Krausismo. Esta
escuela entre otras cosas posee una honda fundamentación filosófica, la cual se haya precisamente en las teorías de Kraus quien
era miembro del idealismo alemán junto con otros exponentes de esta corriente que son Fichte y Schieling en donde toman la
idea de la intuición del yo, la cual se obtiene a partir de la conciencia popular. Comprende como categoría metafísica el espíritu y
la naturaleza que resultan abarcadas por una categoría más amplia que es la humanidad, pero tanto el espíritu como la
naturaleza y la humanidad son elementos relativos en la metafísica de Kraus. Se trata de universos que reclaman un infinito o
universo absoluto. Ese universo para Kraus es dios, no son elementos equiparables a dios sino que se encuentran dentro de él,
por ello rechaza la calificación del panteísmo (que pone equivalentes la naturaleza y dios); y el alude a un sistema llamado
“parenteísmo” sino todo en dios, todo confluye. Todo ser finito es por tanto un ser determinado, no en otra cosa que una
determinación del ser indeterminado o absoluto. Se va realizando como un perpetuo devenir en un tiempo que también es
infinito, de manera que cada ser finito no es otra cosa que una determinación del ser indeterminado, del infinito absoluto de dios.
A partir de esta construcción metafísica elabora una teoría moral que es lo que nos interesa, señala que la ética (que conduce a la
idea del derecho) es lo que debe ser obrado o realizado por los seres racionales. Es decir, habla de una actuación con arreglo a la
razón. Para cada ser finito, lo moral, ético y racional es realizarse dentro de su propia determinación o limitación, pues no somos
más que concreciones o determinaciones limitadas de un infinito absoluto. Somos algo que está dentro de algo que no termina.
Entonces cualquier mal, es decir, toda determinación defectuosa, lejos de ser imputable al sujeto en forma exclusiva depende del
todo. Y debe ser superado también por este todo. La desviación no puede ser situación de un individuo en particular sino una
situación general de la cual el todo tomará partido. En consecuencia a cada individuo 8entranto en Röder) deben prestársele
todas las condiciones temporales para el cumplimiento cabal y armónico de su destino como a su vez debe él prestarla a todos
los demás individuos y el Estado es decir, esta sociedad humana organizada para el derecho, debe hacer que todo preste
condición favorable para este fin, se trata de proporcionar al hombre los medios o condiciones precisas para el acabado
desarrollo de su personalidad y destino en el tiempo. Constituyen no una liberalidad de justicia sino un imperativo de justicia, en
virtud de esta mutua libertad e independencia con que están enlazados todos los seres.
La consiguiente condicionalidad en que consiste el derecho, entre lo que se cuenta la pena como medio de corrección para el
individuo, es un bien que no puede quedarse en una exigencia o imposición externa sino que debe llegar al núcleo del sujeto,
propiciar un mejoramiento o corrección de su voluntad. Constituye un derecho de todo individuo el poder incorporarse en
armonía con los demás y con el todo, esta idea se piensa como un organismo, como sujetos dentro de un todo donde se genera
una relación de dependencia. Y cuando la voluntad del sujeto se desvia o aleja, al sociedad no solo debe traerlo con fuerza sino
entrar dentro del sujeto, de su fuero interno y mejorarlo. Para que él se determine y vuelva a desarrollarse en forma correcta
dentro de la sociedad. Y como esto es deber de todos, se convierte en algo obligatorio porque es el deber de la sociedad, del
estado, de la comunidad, sanar a sus miembros.
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4) No cabe el principio de legalidad, pues la legalidad representa una limitación al afán de corrección moral del sujeto.
5) Propicia condenas absolutamente indeterminadas o bien con una determinación a posteriori. En otras palabras, nosotros
sabemos cuándo empieza la pena pero no sabemos cuándo termina.
6) Aquí empezamos a ver atisbos o ideas a la individualización de las penas. Que ganan con un penalista muy importante llamado
Emil Walhberg quien escribe una obra llamada idea de individualización en el DP.
7) Esta escuela le atribuye una gran importancia a la idea de libertad condicional. Asimismo postula una enorme ampliación del
arbitrio judicial. En otras palabras la pena consiste en una verdadera tutela de los delincuentes. Por ello empezamos a hablar de
tutela penal de los individuos.
8) Se oponen a la idea de que en el mundo existan delincuentes incorregibles puesto que para los correccionalistas todos tienen
arreglo.
4.1.- Doctrinas.
1) No se entiende como ente jurídico sino como fenómeno o hecho social determinado por factores individuales o sociales,
explicado por Zafaronni, por Jiménez de Azua, y por Rivacoba.
2) El método de estudio se funda en el método inductivo o galileano; es decir, de lo particular a lo general. Galileo no solo cambió
la perspectiva de la ciencia por su resultado sino por el método de trabajo. Ocupan entonces el método inductivo propio de las
ciencias naturales. Por ello, se ve al individuo como un ente natural, como algo propio de la naturaleza, por ello Ferri niega el
libre albedrío como fundamento de la responsabilidad criminal. Si el hombre no tiene voluntad no correspondería el castigo, ya
que el delinquir es algo predeterminado por la naturaleza.
3) Ferri resuelve este problema señalando que si bien el hombre no tiene libertad para determinar su voluntad, su
responsabilidad no se fundará en su imputabilidad o capacidad de merecer una pena, sino que su responsabilidad será
simplemente social. Y así como el hombre está determinado a cometer delitos dentro de una sociedad, la sociedad se defiende de
estos sujetos, lucha contra ellos. El hombre es un ente mecánico que cuando comete un delito genera dos opciones: arreglarlo a
través de la pena o la sociedad lo expulsa/elimina. Entonces la pena de muerte es completamente admisible.
4) dado que no existe libre albedrío no existe culpabilidad para medir el grado de lapena, el positivismo debe resolver como
medimos la responsabilidad social puesto que ya no se puede graduar en base a la culpabilidad. Ante eso aparece Carófalo quien
introduce el elemento de la temibilidad o perversidad que puede haber en un sujeto y con el mal que se puede temer respecto de
éste dentro de una sociedad, sin embargo esta idea termina de desarrollarse no con el aporte de Carófalo sino con el de Crispini
quien habla de peligrosidad. Ante la peligrosidad como una idea o pronóstico respecto de un sujeto peligroso, podemos
distinguir peligrosidad pre delictual y una post delictual. La pre delictiva o sin delito corresponde a aquella que se considera
respecto de los sujetos que no han delinquido o no han cometido delito alguno, tomando en consideración sus propias
condiciones individuales y sociales. La post delictual dice relación con los sujetos que ya han delinquido, a quienes se les aplica el
agravante de reincidencia, en ella también se trabaja las llamadas medidas de seguridad, que tienen por objeto reobrar sobre
condiciones peligrosas del sujeto.
En la clase pasada se habló de la escuela correccionalista y el positivismo con referencia a sus doctrinas principales, interesa
fijarse, para cerrar esta lección, dos o 3 cuestiones de relevancia del positivismo.
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2) La peligrosidad tenía sus índices que eran todo aquello de lo que se puede deducir la existencia de peligrosidad en un sujeto, a
saber, según el CP italiano, el delito cometido por el sujeto, los motivos para delinquir y el carácter del sujeto, sus antecedentes y
en general su conducta anterior al delito, y finalmente su conducta contemporánea al delito o posterior a él.
Trazaron incluso categorías de sujetos peligrosos, que en el pensamiento de Ferri eran los delincuentes habituales, profesionales
y por tendencia.
3) El positivismo con esta noción de peligrosidad fue muy influyente en su momento, determinó la aparición de uno de los
sistemas de regulación de la relación penas y medidas de seguridad, que es el de la doble vía, o posibilidad de aplicar
conjuntamente a un individuo imputable penas y medidas de seguridad que se imponían a continuación de la pena. Desde luego
que estas ideas influyeron en muchos códigos que se dictan en los primeros años del siglo XX. Afortunadamente con el
descubrimiento del carácter acientífico de la peligrosidad, con la experiencia del totalitarismo (como manifestación del derecho
penal de autor), los mismos países que asumen las medidas de seguridad y la peligrosidad, se retractan en los años 70 del siglo
XX, incluso en la misma Italia en que las medidas de seguridad realmente aplicadas son las pre delictivas.
A esto dio golpe la corte interamericana de DDHH donde ella con toda razón declara la peligrosidad un concepto contrario al
principio de legalidad de los delitos y las penas y un concepto totalitario de derecho de autor imposible de considerar en las
leyes de estados americanos.
LECCION 5. FUNDAMENTACIÓN FILOSÓFICA DEL DERECHO PENAL. LAS LLAMADAS ESCUELAS PENALES (2ª
PARTE).
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de la política criminal de Liszt, no fue auténticamente hablando una tercera escuela, sino que lo fue el positivismo ferriano en
Alemania.
La tercera escuela.
La tercera italiana que tuvo como principales representantes a Alimena, a Carnevale, e Impalomeni, tuvo como teórico más
original a Alimena. De él, podemos esperar postulados clásicos con positivistas. Él dice que suscribe un positivismo crítico con
reservas y por otro lado se aparta del clasicismo en cuanto él repudia el idealismo abstracto que cree que está presente en todos
los clásicos. En particular es muy anti clásica su postura negadora del libre albedrío y su parecer refractario del estudio lógico
abstracto del delito. Por otro lado se aleja del determinismo y del positivismo puro porque primero, no suscribe la metafísica
materialista de los positivistas y por lo mismo rechaza el delincuente nato, la anormalidad morbosa y enfermiza del delincuente.
Rechaza además la fusión de derecho y criminología o positivismo crítico.
Acto seguido apelando a la tradición de Becaría, Romagnosi y Carmignani en cuanto al sentido de la pena, o sea la preferencia de
estos autores por la prevención general como fin de la punición y rechazando la retribución como fin de la pena, sostiene que el
fundamento del ius puniendi se encuentra únicamente en la defensa social. Pero luego añade que los sujetos responden en la
medida que posean capacidad de “dirigibilidad” entendiendo por ésta la aptitud del sujeto de sentir la coacción psicológica de la
pena. En el fondo la actitud de ser intimidado por la amenaza punitiva, que no se confunde con la libertad de la voluntad o la
imputabilidad. Porque para Alimena el problema de la imputabilidad no tiene solución; la responsabilidad penal se basa en la
dirigibilidad la que implica la posibilidad de atribuir al sujeto una acción como suya, que él luego pueda decir “esta acción es
mía”.
De las ideas de Alimena van a derivarse los principios de esta escuela:
1º La Defensa Social como razón de ser del ius puniendi, pero una defensa social no entendida al modo positivista (es decir, en
términos materialistas o utilitarios).
2º La dirigibilidad de las acciones humanas como condición de procedencia de la responsabilidad penal.
3º Prevención general por coacción psicológica como fin de la pena.
Esa pena finalista de la que hablaba Liszt no era realmente una pena. Era la fagocitosis de la pena en la medida de seguridad,
concepto que sin embargo él no usa. Pese a la severidad de su pensamiento aplicó al estudio del delito no categorías
criminológicas sino propiamente jurídicas. Aquí se ve un rasgo de la joven escuela alemana (separación de la criminología frente
a la dogmática) y él hizo grandes progresos en el método dogmático. La estructura de la teoría del delito, sobre todo la distinción
del acto y los otros elementos, es una forma inaugurada por Liszt.
Como era dogmático y liberal, él salvaguarda el principio de legalidad de los delitos y las penas e incluso él mismo que fue gran
impulsor de la política criminal (el primer programa político criminal contemporáneo después del de Beccaría, fue de él); sin
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embargo escribe que el DP es la magna carta del delincuente y al mismo tiempo una barrera infranqueable para la política
criminal. O sea, la responsabilidad criminal no puede basarse en la política criminal, en lo que queremos que sea el DP en el
futuro sino en el DP tal cual es hoy.
Ahora, si se puede hablar de una escuela de Liszt es por sus discípulos; de los principios de esa escuela lo que habría que
designar:
1.- En primer término la metodología, porque se trata del empleo del método deductivo o lógico abstracto para el estudio del
delito y de la pena, y del método experimental en la criminología. También mantiene separada de la dogmática penal la política
criminal. Él hablaba de ciencia penal conjunta formada por la dogmática penal, la política criminal, la criminología y la penología;
postulaba que había que acercarse a los casos aprovechando los conocimientos de todas estas disciplinas pero sin confundirlas
entre sí.
2.- Como consecuencia de lo anterior, la conservación o el mantenimiento simultáneo de los conceptos de culpabilidad en todo
delincuente y en ciertos delincuentes el concepto de estado peligroso o peligrosidad.
3.- Concepción simultánea del delito como un fenómeno natural, materia de estudio de la criminología, y como un ente jurídico,
materia de estudio de la dogmática penal.
4.- (esto es lo típico de la escuela pero obra exclusiva de sus discípulos y no de él) el empleo de las penas y las medidas de
seguridad añadidas a la pena en el sistema de doble vía para los delincuentes imputables peligrosos. Y no en cambio la pena
finalista de Liszt que en rigor no era pena sino la pena tragada por la medida de seguridad y cuya característica era la
indeterminación en el tiempo (no tiene un momento prefijado de cese).
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Prince perteneció a la escuela de Von Liszt, en 1910 publica un libro muy famoso en su momento llamado “la defensa social y las
transformaciones del derecho penal”; allí, prince sostiene que la defnesa social es indispensable para asegurar la estabilidad de
la sociedad y para proteger a los ciudadanos de los ataques de ciertos miembros de la sociedad. Prince al igual que Liszt combate
la idea retributiva, de retribuir el delito, y en su lugar coloca las ideas de protección y de asistencia. La defensa social debe
intervenir desde el momento en que el delincuente muestra peligrosidad, sin que tengamos que tener en cuenta para ello que él
sea responsable penalmente o no. Prince además acentúa el giro antropológico individualizador que estaba dando el DP por obra
de la escuela positiva y de ahí viene su insistencia en tomar en cuenta la persona del delincuente y adaptar la pena a sus
características. Pues bien, estas ideas de Prince fueron muy influyentes hasta los años 20 del siglo XX. De hecho, a él se debe la
ley belga de defensa social de 1930, antes que eso a la introducción de la libertad condicional en Francia en 1885 y 3 años
después en 1888 la introducción del llamado “zurcis” o modalidad euro continental de la condena de ejecución condicional, que
es lo que hasta hace un año era la “remisión condicional de la pena”.
Pero como antecedente más inmediato de la nueva defensa social está esa otra figura en que el giro antropológico del derecho
punitivo se radicaliza y subjetiviza, fue Filippo Gramática. Las ideas de Gramática tuvieron una evolución, porque en un principio
sus ideas eran subjetivizar el DP. Esto se materializó en un libro de 1934 que se llama “principios de DP subjetivo”. En esta etapa
de su pensamiento, Gramática dice que lo que cuenta no es tanto el delito sino el delincuente o sujeto activo del delito. Por tanto
la teoría del delito debe cambiar de centro, su eje ya no debe ser la antijuridicidad porque el hecho antijurídico (centro del delito
en el pensamiento clásico y liberal en general) hay que llevarlo a la culpabilidad. Pero entendiendo la culpabilidad como la
realización voluntaria y consciente de un acto lesivo del ordenamiento jurídico que revela en el autor una determinada
personalidad antisocial. En esta época, Gramática que subjetivizaba el derecho penal; ya se oponía a los partidarios de la defensa
social orientada a la prevención general como el Alimena. Porque para él lo importante era la prevención especial y la
peligrosidad del autor, por lo que la pena debía tener como objeto un tratamiento de recuperación social; y Gramática dio que
hacer en esta tarea, en 1945 cuando ya está terminando la guerra, funda en la ciudad de Genova un centro internacional de
estudios de defensa social, el movimiento que él encabeza va adquiriendo cada vez más fuerza, en 1949 se funda en Bélgica la
sociedad internacional de defensa social (una de las 4 grandes asociaciones internacionales de DP hasta hoy). Pero Gramática
radicaliza su discurso y en ella va a comprometer el triunfo del tratamiento de recuperación social del delincuente; en 1961
publica otro libro “principios de defensa social” y en él, redefine la defensa social diciendo que consiste en la actividad estatal
tendiente a garantizar el orden social a través de medios que amadrigan o albergan en si mismos la abolición del derecho penal y
de los sistemas penitenciarios conocidos hasta ese punto. En esta fase de su pensamiento rechaza 3 conceptos básicos del
derecho penal clásico:
1º) El delito mirado como un hecho. Él considera que en lugar del delito como hecho hay que fijarse en ciertos índices presentes
en el autor, de antisocialidad subjetiva.
2º) Rechaza el concepto de responsabilidad criminal. Lo que hay es la antisocialidad del hechor.
3º) La pena retributiva, la pena proporcionada al delito, que debe ser reemplazada por unos medios de defensa social
apropiados no a la gravedad del delito sino a las necesidades de cada persona o sujeto.
Como resultado de todo esto, lo que había que hacer era suprimir el DP y en su lugar colocar el sistema de defensa social, un
sistema en que la antisocialidad subjetiva del delincuente va enfrentada prestando asistencia, curación y readaptación al
individuo antisocial.
El arco toral del sistema de Gramática se compone de lo siguiente:
1.- Eliminación total de la pena.
2.- Sistema unitario de medidas con que enfrentar la antisocialidad objetiva. No ya penas y medidas de seguridad sino una sola
como en Liszt.
3.- Medidas indeterminadas en el tiempo y modificables en su duración en el tiempo de acuerdo con las necesidades de la
personalidad antisocial.
4.- Medidas adecuadas a la persona, que lo que deben buscar no es eliminarla ni segregarla sino recuperarla o curarla, para
lograr la autorresponsabilización moral del delincuente.
Estas doctrinas o pensamientos en su radicalidad (sin ser abolicionistas), que liquidaban cada garantía del liberalismo penal no
podían acogerse en su virtud y el movimiento proclive a la defensa social estuvo a punto de naufragar, hasta que lo rescata Mark
Anzell.
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Por ejemplo a propósito de la reincidencia, cuando una persona incurre en un nuevo delito de la misma naturaleza del anterior,
el ordenamiento jurídico chileno le da un mayor castigo. Aquí si lo enfocamos desde el DP de acto deberíamos tener siempre la
misma pena al mismo delito, pero lo que se castiga es a la persona que delinque reiteradamente, esto es un rasgo de DP de autor
en el ordenamiento Chileno.
A diferencia del DP de autor, que es de una tendencia subjetivista y se enmarca dentro del subjetivismo penal, nos encontramos
con la teoría del italiano Filippo Gramática. Quien propone una teoría de subjetivismo penal ajena (según Azua) de ventilaciones
políticas, o mejor dicho, de ventilaciones partidistas porque todo debe considerarse dentro de la política pero no necesariamente
dentro de algún partido político.
De este modo Filippo pretende mediante el subjetivismo penal, enmendar la plana del positivismo propugnando o proponiendo
una construcción teórica y sistemática en donde la culpabilidad y la medida de la pena se gobiernan por la intención del agente y
la antijuridicidad del individuo. Él quiso decir que no apunta al hecho objetivo, sino que lo que trata de hacer es apuntar al sujeto
o individuo. Esto tendrá consecuencias nefastas para el ordenamiento. De este modo la culpabilidad como juicio de reproche y la
medida de la pena o el castigo que merece ese reproche se determinan por la intención del agente antijuridicidad del individuo.
Según él, la tendencia jurídica de nuestro tiempo se dirige a una concepción objetiva de la personalidad penal, conforme a la cual
se atiende a las consecuencias materiales del acto, o bien la lesión jurídica, y la ofensa real ocasionada en la sociedad más que a la
conciencia del sujeto activo.
A juicio de Filippo, esto constituye un mal en nuestra época, esta excesiva objetivación de la personalidad penal de los sujetos, y
eso es lo que el subjetivismo penal trata de corregir. Porque no tiene en cuenta la consecuencia del acto ni la materialidad de la
lesión sino que aprecia la conciencia del agente.
De esto, Filippo extrae deducciones que, no nuevas, nos llevan a un tema interesante: el delito en primer lugar es
tradicionalmente un acto del hombre. Previsto como tal por las leyes punitivas. Ante esto, él intenta subjetivar el delito
haciéndolo consistir en la acción y prescindiendo del resultado, de la consecuencia del hecho. Cuando estudiemos la
antijuridicidad, se habla de dos desvalores: el desvalor del acto, y el desvalor del resultado bien jurídico que se protege. Entonces
hay que preguntarse si puede existir desvalor del acto y no desvalor del resultado. Él postula que debe ponerse énfasis en el
valor del acto, en la intencionalidad voluntaria y consciente de aquel que incide en un ilícito, una incidencia subjetiva que quiere
decir que el sujeto al momento de ejecutar el acto previsto por la ley como delito, lo conforma dentro de su propia intención.
Tenía la conciencia de saber cuáles eran los factores que la ley prevenía como ilícito y los realiza.
Entonces el sistema subjetivo de Filippo no considera necesario especificar los casos en que falta culpabilidad por causa o
circunstancia de no imputabilidad. Causa de no imputabilidad sería el loco demente, por ejemplo, los menores de 7 o 5 años,
entre otros.
Sin embargo no se conforma con esto y quiere dar un salto más grande reformulando su teoría hablando no de subjetivismo sino
de Defensa Social. Un título lejos de ser algo nuevo, ya propuesto en los años 30 por Adolf Prince en Bélgica, como la idea de
defensa social. Sin embargo Filippo a pesar que trata de generar todo un nuevo movimiento internacional de la defensa social, no
cambia el contenido de la teoría subjetivista que él planteaba con este cambio de nombre. Pero la define como actividad del
estado tendiente a garantizar el orden social a través de medios que contienen en sí mismo la abolición del derecho penal y de
los sistemas penitenciarios en vigor.
A propósito de este concepto entendemos 3 puntos de la teoría.
1.- Sustituye el concepto de delito con lo que él llama “índices de antisocialidad o asocialidad subjetiva”. Deja de hablar de
delincuente y comienza a hablar de antisocial. Así, en la práctica esas palabras quedan en el inconsciente colectivo.
2.- Para él, la responsabilidad criminal se coloca o se ubica en la antisocialidad del autor.
3.- La idea de proporción de la penal del delito, se desplaza a procedimientos de defensa social adecuados a cada sujeto.
Él es el primero que derechamente señala que el estado más que un deber o un derecho de castigar a los sujetos tiene un deber
de educarlos o resocializarlos. Lo cual obviamente no se debe buscar con penas sino con medidas que se orienten a este
propósito resociabilizador que en definitiva asegure la defensa de la sociedad; porque mediante la pena resociabilizadora no
solo mejoro al sujeto sino que prevengo futuros delitos.
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1º La defensa social supone ante todo una concepción general del derecho penal. Que trata no de penar una culpa en el sentido
amplio y sancionar con un castigo la violación consciente de una regla legal sino que supone proteger a la sociedad contra las
actividades criminales.
2º Esta protección social según Ancel se compone de un conjunto de medidas que por lo general son extrapenales en el sentido
estricto de la palabra. Y que están destinadas a neutralizar al delincuente, bien sea por eliminación, bien por segregación, bien
por la aplicación de métodos curativos o educativos. Aquí empezamos a hacer los links entre defensa social y peligrosidad
propiamente tal.
3º La defensa social llega de este modo a promover una política criminal que tiene por objeto hacer prevalecer la prevención
especial. Política criminal que dé el camino a una prevención individual o especial por sobre la general.
De esta forma la prevención del delito y el tratamiento de los delincuentes van a atender necesariamente a acciones sistemáticas
de resocialización.
4º Esta acción de resocialización no puede desarrollarse más que por una humanización, siempre más creciente del derecho
penal nuevo.
5º Esta humanización del derecho y del procedimiento penal, no se va a apoyar de un movimiento humanitario o sentimental,
sino por el contrario se apoya sólidamente sobre el conocimiento científico del hecho criminal y por sobre todo de la
personalidad del delincuente.
Siendo así, la escuela de la defensa social y el contenido ideológico de esta escuela social apuntaba a 3 principios principales.
1) Relación con la desjuridización y desmitificación. La desjuridización, lo que trata de hacer es acercar el derecho penal a la
realidad social, no eliminarlo, sino que había que superar ciertos prejuicios o abstracciones propias del derecho penal que le
impedían llegar a la realidad social. Al acercar la ley a la realidad social debemos desapegarnos de ciertos apriorismos jurídicos
como por ejemplo eliminar la parte general de los códigos y reducirlos al mínimo, así como desmitificar ciertas categorías
jurídicas como por ejemplo:
a) La irrelevancia del desconocimiento de la ley como fundamento de la irresponsabilidad del autor. Esto se superó mediante la
institución del error de prohibición que encuadra con que un sujeto comete un delito pensando que es una acción lícita.
b) Se condena la atenuación de la pena para la tentativa. También se condena la atenuación de la pena para la complicidad,
también a la tentativa inidónea. Ejemplo de esto último, apuñalar a alguien que ya estaba muerto.
2) Dice relación con su concepción del delincuente y de la pena, aquí está lo medular y lo más importante de la escuela, porque él
pretende eliminar por completo la retribución como fin de la pena, los retribucionistas ven al sujeto como un individuo en sí. En
cambio lo que pretende Ancel es someter al delincuente a un tratamiento personalizado o individualizado que lo encamine a su
resocialización. Volvemos a caer en la idea de las ideologías de reeducación. Para ello debe estudiar la personalidad del individuo
a fin de reformar.
3) Orientación humanista de la defensa social. Porque para Ancel el juez salvador de la teoría de la defensa social, el delincuente
no puede y no debe considerarse una especie de pecador que está llamado a expiar sus pecados sino que debía considerarse no
un irresponsable determinado como decía Lombroso (escuela positiva). Ancel dice que el delincuente es una persona y debía
verlo como un miembro de la sociedad al que había que comprender y controlar, con eso protegíamos simultáneamente a la
sociedad. “No reír ni enojarse por la incoherencia del individuo sino tratar de comprender”.
Esta idea de Gramática tuvo muchas repercusiones a nivel internacional. Propició, por ejemplo, la creación de un instituto
llamado “sección de prevención del delito y del tratamiento del delincuente” con sede en todos los continentes, incluyendo
Hispanoamérica. En Chile, si bien su influencia fue tardía y llegó en 1984, esta teoría subjetivista o esta pseudo escuela se
manifestó en la ley 18.216. Esta ley que consiste en que quienes han sido condenados a menos de 3 años sin reincidencia, les da
la posibilidad de eximirlos del cumplimiento de la pena.
Así también nuestro reglamento penitenciario habla expresamente de entregarle a los reos un tratamiento de reinserción social;
así los términos se inmiscuyen en el inconsciente colectivo, sobre antisociales y reinserción social.
Cuáles son las críticas a esta teoría:
1.- Lo que se planteaba como algo sumamente novedoso no tenía nada de nuevo. Muchos de estos planteamientos se parecen a la
escuela del correccionalismo y del positivismo jurídico.
2.- El tratamiento resocializador resultó en la práctica ser un rotundo fracaso. Los nórdicos tomaron estas ideas tan
revolucionarias las implementaron buscando reinsertar a los presos pero la reincidencia no disminuyó o disminuyó muy poco.
Se puede resumir en la prisionalización de los sujetos y en la enseñanza de la hipocresía de los delincuentes. Lo primero implica
que una persona que se encuentra mucho tiempo privada de libertad. La hipocresía se da porque ellos no incorporan los valores
en su fuero sino que comienzan a declarar que cosas están bien.
3.- Nadie se preocupó de darle un contenido más concreto a las expresiones de resociabilización. Por lo que fundamos la teoría
en un concepto de notoria variedad. Resocialización supone la idea de integración de un sujeto fuera de la sociedad para que
entre dentro de la misma. En consecuencia la teoría se funda e n una expresión vaga.
4.- La resociabilización no sería sino un mito. Que oculta un atentado directo en contra de la dignidad humana; porque mediante
la resociabilización o reeducación el estado impone valores a los sujetos y si el estado impone valores, está en consecuencia
imponiendo una verdad y no hay nada más absoluto e inquisitivo que la verdad, porque no existe una sola verdad. En
consecuencia, cuando el estado habla de resociabilización de los sujetos solo dice que estos sujetos deben ser como la sociedad
quiere que sean y no que se desarrolle efectivamente.
5.- No tiene ningún sentido buscar la resocialización de un sujeto en circunstancias que para muchos de los críticos de la teoría la
misma sociedad debería ser resocializada. Las investigaciones criminológicas señalan que un sujeto no sobrevive más de 10 o 12
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años en la cárcel y no como persona en su materialidad humana sino su personalidad, integra los valores de la cárcel a un nivel
que no se pueden corregir de nuevo.
En consecuencia este es el panorama crítico que explica la decadencia de esta escuela. Que falla en definitiva en su punto más
sensible que es el tratamiento resocializador. A esto se agrega otro proceso que es la crisis del estado de bienestar en EE.UU. y
UK. Comenzaron a recortarse los presupuestos para ayuda a individuos. Ahora con lo que nos conformamos noes que la pena
resociabilize al sujeto sino que la pena no viole la dignidad de los sujetos.
Definiciones filosóficas.
Las de mayor contenido son las de carácter filosófico, las definiciones filosóficas comunes en la época clásica y que han vuelto en
la dogmática actual, sobre la base de llamarse definiciones materiales, son todas aquellas que tratan de indicarnos qué es, que
tiene que ser el delito de acuerdo con sus elementos absolutos o incondicionados. Es decir, elementos que no están ligados a un
ordenamiento punitivo determinado y que más bien se inscriben dentro de un determinado sistema filosófico.
Estas definiciones fueron comunes en la época de la escuela clásica, la mayoría proviene de ahí con su característico
racionalismo abstracto. Romagnosi decía que el delito es un acto de una persona libre e inteligente dañoso para los demás ese
daño público tan propio de la escuela italiana, dañoso para los demás y la justicia. Pellegrino Rossi definía el delito como la
violación de un deber para con la sociedad o los individuos, un deber exigible en sí y útil para el mantenimiento del orden
político y cuyo cumplimiento no puede ser asegurado más que por la sanción penal y cuya infracción puede ser apreciada por la
justicia humana. La idea de coordinar justicia y utilidad en la pena tan típica del eclecticismo de este autor cuando se estudió en
la escuela clásica.
En Alemania por su parte, Federico Werner define el delito “especie de acciones inmorales por las que el particular ofende la
voluntad de todos (voluntad general) atacando un derecho público o privado, o aun la religión y las costumbres, en cuanto el
estado necesita de ellas para su conservación”; y Carrara (considerada a veces filosófica y a veces dogmática, lo que ya es otra
cosa porque ahí definiría el delito según lo que es en un derecho penal determinado, según los elementos que en él presenta)
“Infracción de la ley del estado promulgada para proteger la seguridad de los ciudadanos, resultante de un acto externo del
hombre positivo o negativo, moralmente imputable y políticamente dañoso”.
Carrara comienza diciendo que es la infracción de la ley, porque a su juicio solo es delito lo que contraviene la ley, el no habla del
delito como un acto antijurídico, es la infracción de la ley, pero la ley del estado. Y comenta precisamente esto para que no se
confunda el delito con el vicio, la inmoralidad ni el pecado; no es ley moral ni eclesiástica. Una ley promulgada porque está
provista de fuerza obligatoria, que fue promulgada para proteger la seguridad, ya que las leyes que establecen los delitos no
tienen como objeto la simple protección de intereses patrimoniales, civiles o la prosperidad del estado sino la seguridad, y la
seguridad de los ciudadanos, añade él,, con lo que se refiere tanto a la seguridad privada como a la pública.
Esta infracción resulta de un acto externo, exteriorizado. Porque las opiniones y los deseos o pensamientos se sustraen al
magisterio punitivo.
Un acto externo del hombre porque para Carrara y para todo el penalismo liberal, solo puede ser sujeto activo del delito un
hombre, individuo o persona natural. Un acto moralmente imputable porque para Carrara la imputabilidad moral es la base de la
imputabilidad política, la base de la imputación penal; y esta imputabilidad moral significa que el sujeto tenga libertad de elegir
entre delinquir o no, y políticamente dañoso. Es un complemento de la idea de seguridad referida en su definición, es así porque
ofende la opinión de los ciudadanos respecto de su seguridad. El delito tiene una fuerza que ustedes recordarán es una fuerza
moral objetiva; el daño moral del delito. El temor de los buenos ciudadanos.
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Sobre definiciones contemporáneas del delito de carácter filosófico hablaremos al hablar de la evolución del bien jurídico,
porque es a propósito del principio de ofensividad como han vuelto a la primera línea estas definiciones filosóficas que tratan de
dar líneas claras al legislador de lege ferenda para que respete la idea y no acuñe el delito que le parezca.
Definiciones dogmáticas.
No son definiciones elaboradas por la filosofía jurídico penal, ni por la criminología, sino definiciones construidas por la
dogmática penal o ciencia del derecho penal, que tienen por lo tanto un carácter científico y tienen que estar basadas en los
elementos generales del delito según un ordenamiento punitivo determinado. Como todo concepto está compuesto por
elementos, las definiciones dogmáticas deben presentarnos los elementos generales del delito según un hecho penal
determinado. Así hablaremos del delito según el DP chileno y luego sobre cada delito en especial. Nos fijaremos en las más
conocidas. Que nos muestran la evolución de la dogmática penal en el siglo XX.
La raíz de todas ellas es la de Liszt de su tratado de 1881: Acción antijurídica culpable y amenazada con una pena. O sea, nos
presenta como elementos del delito, la actividad, la antijuridicidad, la culpabilidad y la punibilidad.
Ernesto Belling en 1906 modifica esto: el delito es una acción típica, antijurídica, culpable, sometida a una sanción penal
adecuada y suficiente para las condiciones de la punibilidad. En esta definición se añade la tipicidad; el delito aparece construido
ahora por los elementos : actividad, tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad, y punibilidad.
Ahora es interesante sin embargo que no se ve una correlación o vínculo entre estos elementos, lo que era usual en la dogmática
penal. Desde que identifica estos elementos del delito, no se veía que hubiese un lazo, un vínculo entre ellos, hoy lo usual en la
dogmática penal es justamente un vínculo entre ellos, que los elementos del delito están coordinados entre sí; esta coordinación
la señala por primera vez Radbruch.
Belling en 1930 cuando reelabora su teoría de la tipicidad, presenta una nueva definición de delito donde hay un enlace que
queda reflejado en la plétora de adverbios de modo que él usa: el delito es una acción típicamente antijurídica y
correspondientemente culpable, que no está amparada por una causa de exclusión de la penalidad. En esos adverbios él quiere
significar el papel rector que de todos los elementos del delito cumple la tipicidad. Llama también la atención que no habla más
de la punibilidad como elemento del delito, el creyó que con su descubrimiento de la tipicidad, añadir lo punible estaba de más.
Por lo que esa exclusión de la penalidad relativa a excusas absolutorias, no forma parte de la estructura del delito.
Otras definiciones surgidas son:
Mayer. Nos presenta dos definiciones del delito; una formal y que es dogmática “acontecimiento típico, antijurídico e imputable”
y una definición material que es ya filosófica del delito “acontecimiento imputable que corresponde a un tipo legal y que es
contrario a una norma de cultura reconocida por el estado”.
Mezger. Define el delito como acción típicamente antijurídica, personalmente imputable y sancionada con una pena.
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Jiménez de azua. Definición más analítica. Acto típicamente antijurídico (vínculo entre tipo y antijurídico), imputable al culpable,
sometido a veces a condiciones objetivas de punibilidad y que se haya conminado con una pena o en ciertos casos con
determinadas medidas de seguridad en reemplazo de la pena.
En la doctrina chilena en general ha tenido mucho predicamento la definición de Mauraj en Alemania con Cury, Novoa, Politoff;
quienes definen al delito como conducta típica antijurídica y culpable. Dejando fuera de la economía del delito la punibilidad.
Definiciones legales.
Afortunadamente en los códigos contemporáneos no se define el delito, lo que afortunadamente es así porque todas las
definiciones en las leyes se tornan peligrosas. El código no debe definir sino regular conductas. Pero en el siglo XIX existían
definiciones del delito e incluso en algunos, definiciones de la pena. Este es el caso del CP chileno, que tomó del modelo español
la definición que tenemos en el art. 1. Esta definición se ha calificado como formal, tautológica, etc. Pero en rigor no es tan
tautológica porque en primer lugar se dice que el delito es una acción u omisión (por tanto no es delito el que yo piense o conciba
la idea de algo) y es voluntaria. Y precisamente a propósito de la voluntad han girado contrapuestas interpretaciones. Las más
importantes son:
1.- Pacheco en España. Voluntaria lo que significa es “dolo”. Es decir, en el delito tiene que haber libertad, inteligencia e intención.
Por tanto si voluntaria significa dolo, el art. 1 solo define los delitos dolosos y no los culposos que deben hayar definición en otra
parte. Que en el código chileno sería el art. 2 y en el art. 490. Esta interpretación ha sido la tradicional en Chile.
2.- Pero en España en el siglo XX y en Chile a su vez, existió otra interpretación que indicaba como culpabilidad en sentido
amplio, es decir, culpabilidad dolosa o culposa. Por lo que solo sería definición la del art. 1. Interpretación no aceptada en Chile
porque ignora el art. 2 lo que es creación propia de la redacción del CP chileno.
3.- Sostiene que es la faz subjetiva del acto, el coeficiente psíquico mínimo para que un movimiento corpóreo sea llamado acto
humano. Interpretación que pasa por alto cuando el código dice que es una acción u omisión; porque en el acto humano no
siempre hay acción u omisión, por ejemplo, acto reflejo.
4.- Defendida por Cury, soto, etc. Que plantea que no significa dolo o culpa sino conciencia de la antijuridicidad. Esta es una
interpretación asumible dentro del sistema finalista, fuera de él no tiene mucho sentido.
El profesor es partidario de la interpretación tradicional. El propio art. 1 da un argumento suplementario, en su inciso 2 tiene
una presunción simplemente legal: las acciones penadas por ley se reputan voluntarias salvo que se repute lo contrario; el CP
presume el dolo.
El análisis jurídico de la infracción penal, dos grandes posturas del estudio del delito.
En la época contemporánea se ha conocido dos grande posiciones metodológicas del estudio científico del delito. La usual es la
consideración analítica, el análisis jurídico de la infracción penal, heredero en esto del método cartesiano. Este análisis que
examina cada uno de los elementos del delito, análisis que ocurre en un nivel nociológico, posee en la dogmática penal un doble
significado:
1) Significado científico, el método en que penetrar el concepto es analizar los elementos: descomponer hasta los sub elementos,
como se hace en la escuela clásica penal. Para luego llegar a una síntesis porque el delito es un solo concepto, el análisis del delito
está al servicio de la síntesis del delito.
2) Significado político porque por algo fue el de la escuela clásica o liberal. Un pensamiento que lo que pretende a través del
análisis del delito es garantizar certeza o seguridad. Solo lo que se conoce analíticamente a fondo, que puede ser aplicado por los
tribunales de forma segura, previsible y cierta.
Fernando Mantovani escribe que el método del delito es consecuencia del principio de legalidad.
Pues bien, existió sin embargo durante un tiempo, y nada más que en la Alemania nazi, otra consideración científica del delito,
la que caracterizó Mezger del hecho punible como un todo, la consideración unitaria, estructural o de conjunto. Esta
consideración fue la de la llamada escuela de Kiwi cuyos mayores representantes fueron Shastain y Giark. Esta consideración
planteaba que el delito no debía ser estudiado analíticamente mediante esa abstracción lógico formal del pensamiento liberal,
sino que debía ser captado intuitivamente como una estructura unitaria de conjunto en que no hay elementos sino simples
aspectos o flexiones de un todo unitario. Aspectos o flexiones en que por lo tanto n ose puede distinguir antijuridicidad y
culpabilidad y en que la culpabilidad pasa a ser lo preponderante. Solo que una culpabilidad entendida como traición, como
desobediencia, deslealtad hacia el estado. La deslealtad personal de un sujeto hacia el estado. Esta concepción afortunadamente
desapareció con el régimen y nos ha quedado la consideración analítica del delito.
70
Enumeración de los caracteres del delito. Faz positiva y faz negativa.
Analíticamente hablando los elementos del delito se disponen de la siguiente manera: elementos positivos y elementos
negativos.
Faz positiva o elementos positivos:
1.- Acto.
2.- tipicidad.
3.- Antijuridicidad.
4.- Culpabilidad.
5.- Punibilidad.
Faz Negativa o elementos negativos.
1.- Causas excluyentes del acto
2.- Atipicidad.
3.- Causas de inculpabilidad o exculpación.
4.- Excusas absolutorias.
Estos son los elementos fundamentales o fundantes de la culpabilidad, frente a los elementos accidentales del delito, que
estudiaremos al final de la teoría de la infracción criminal, formados por las circunstancias atenuantes y agravantes, el íter
criminis, la autoría participación y el concurso de delitos. Son formas especiales de comisión del delito.
A lo largo del siglo XX el sistema del delito, ha ido cambiando. En el siglo XX hemos conocido varios sistemas; la consideración
conjunta de los sistemas de delitos y los más importantes de esos sistemas son el clásico y el neoclásico; el sistema finalista y los
sistemas post finalistas, dentro de los cuales merecen especial atención el sistema normativista y el funcionalista.
El sistema clásico es el que gira en torno a dos penalistas alemanes que son Liszt y Belling. Tiene su raíz en una consideración
naturalista de lacto, deudora a su vez del positivismo filosófico y del naturalismo científico que todavía imperaban a fines del
siglo XIX en Europa. El acto se concibe en términos puramente naturales como un proceso científico o biológico. La tipicidad es
una tipicidad puramente descriptiva sin componentes subjetivos y menos normativos; es separada de la antijuridicidad, que es
vista como un juicio lógico de contradicción de un acto con el derecho y además es netamente objetiva, sin componentes
subjetivos. La culpabilidad es subjetiva y mejor aún, sicológica. Una característica general del sistema es que los elementos del
delito no tienen relaciones entre sí, no hay secuencia o imbricación lógica entre los elementos del delito.
El concepto del sistema neoclásico se llama así porque en verdad es el de los penalistas neokantianos suroccidentales. Radbruch,
Mayer, Mezger, todos ellos influidos por el neokantismo filosófico, por un lado, y la filosofía de los valores de Scheller y Hartman.
Este sistema no representa ruptura del anterior sino una continuación modificada del anterior. Esto porque el primer elemento
del delito, el acto, es concebido todavía como acto natural, en que hay una manifestación corpórea de la voluntad, un resultado,
un curso causal entre manifestación de voluntad y resultado; pero en realidad no es puramente natural este primer elemento
del delito, porque para estos penalistas en el acto ya hay una valoración, ya hay un juicio de valor. Esa valoración se descubre
sobre todo en el problema de la omisión; porque la omisión no existe en el mundo natural sino en el plano de los valores.
En seguida esta acción en que hay una valoración de primer grado, es lo que describen los tipos, la tipicidad sin embargo no es
pura descripción objetiva de actos sino que hay elementos normativos y un vínculo entre tipicidad y antijuridicidad, la tipicidad
es indiciaria de la antijuridicidad. Y ya no se ve como una pura relación lógica sino un juicio de valor sobre un acto típico. La
antijuridicidad integra elementos subjetivos, los elementos subjetivos de lo injusto. Y la culpabilidad integra elementos
subjetivos pero también elementos objetivos porque la culpabilidad se ha normativizado también en esta escuela donde emerge
la concepción normativa de la culpabilidad como reprochabilidad. Porque pudo obrar conforme a derecho y no lo hizo.
Una verdadera ruptura se inaugura en 1930 con Belzel, con el sistema finalista. Él fue el gran creador o arquitecto. El sistema
descansa en lo que Belzel apoyándose en la fenomenología de Edmun Whuser y la filosofía de los valores de Hartman, en un
concepto ontológico del delito. Descansa en que en la realidad, existirían ciertas estructuras lógico objetivas, esencias en el
sentido fenomenológico, que determinan el conocimiento y la configuración de los conocimientos jurídico penales. Una de esas
estructuras lógico objetivas es el carácter finalista de la acción humana. La acción siempre está gobernada por un fin, por eso
para él si el acto siempre es ejercicio de actividad final, entonces la tipicidad tiene que ser compuesta. Hay que distinguir el tipo
objetivo donde están los elementos objetivos del tipo, la descripción de sucesos externos y el tipo subjetivo, formado por el dolo
del autor, en su caso la culpa y otros elementos subjetivos. Pues bien, la antijuridicidad, si el objeto de ese juicio es mixto, la
antijuridicidad tiene que ser objetiva o subjetiva. Lo injusto pasa a ser injusto personal, referido a un autor y compuesto por el
desvalor de la acción y el desvalor del resultado lesivo para el bien jurídico. La culpabilidad a su turno no integra nada
psicológico, sino que se normativiza radicalmente y queda reducida a conciencia de la antijuridicidad, conciencia que es
meramente potencial y no actual.
Ahora, la teoría de la acción finalista que entró en una gran pugna con los neoclásicos en los años 50 y 60 en Alemania y Chile,
pareció salir airosa de ese conflicto e imponerse durante algún tiempo. Pero en la misma Alemania entró en crisis en los años 70
y 80; porque la generalidad de los dogmáticos rechazó la base de la teoría benzeniana que eran esas estructuras lógico objetivas,
estructuras de la naturaleza de las cosas antepuestas al legislador y el intérprete. Porque el delito sólo puede ser una acción final.
Van a surgir también otros sistemas.
También una línea de pensamiento que rechaza las estructuras lógico objetivas de la realidad pero mantiene unos de los
presupuestos sistemáticos principales del finalismo que es colocar el dolo y la culpa en el tipo. Es muy curioso esto porque el
sistema propuesto por Benzen se ha mas o menos mantenido entre la mayoría de los penalistas de nuestra cultura jurídica que
es esencialmente alemana y española. O sea, mantener la corteza del delito, pero desnudada la corteza, falta su núcleo duro o
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huesos, que era la filosofía en que Benzen construyó todo su sistema, mantener la estructura del delito colocando el dolo y la
culpa en el tipo. No faltan autores también que dan al dolo una posición doble entre el tipo y la culpabilidad.
No se puede hablar auténticamente de un sistema en ese caso. Zafaroni en argentina lo llama sistema ecléctico, Roxín en
Alemania lo llama sistema neoclásico, es en realidad la teoría finalista pero no basada más en las estructuras lógicas de la
realidad. Más complejas son las posturas normativista de Roxín y funcionalista de Jacobs; esto es de más complejo
entendimiento sobre todo Jacobs que es de base sociológica.
Hablamos ayer sobre las concepciones sistemáticas del delito y nos quedamos detenidos en el sistema finalista. Y alcanzamos a
apuntar unos desarrollos posteriores al finalismo que consisten en la aceptación del planteamiento finalista básico de situar el
dolo y la culpa en el tipo. Pero sin en cambio asumir la base filosófica de esta teoría estructura lógico objetiva o lógico real. Por lo
tanto es sistema que más parece un pollo deshuesado que le falta el nervio, y no una concepción sistemática. Si lo son en cambio,
las concepciones de normativismo y funcionalismo.
Estas concepciones datan de principios de los 70 y han tenido como principales representantes a Klaus Roxín y a Gunter Jacobs.
Tienen como punto de partida común la metodología ontológica del finalismo. Es decir, el reconocimiento que no hay esencia ni
estructura antepuesta al legislador penal o al dogmático, y que representen una especie de partitura que el legislador y el
dogmático deban respetar necesariamente. Tales estructuras no existen en opinión de estas posturas.
También comparten la idea que la dogmática penal debe orientarse hacia la específica función que el derecho punitivo cumple o
debiera cumplir en el contexto social.
Ahora esa función es leída de distinta manera por funcionalismo y normativismo. El normativismo de Roxín atiende a las
finalidades político criminales de la pena (preventivas); el funcionalismo jacobsiano, en cambio, toma en cuenta la función que el
DP cumple o debiera cumplir dentro de la sociedad, según el funcionalismo sistémico, es una teoría sociológica. Partiremos con
esta última pero volveremos a una caracterización más detallada del sistema normativista por un lado, y del sistema
funcionalista por el otro.
Normativismo.
Volvamos al normativismo propiamente dicho, tiene su eje en Klaus Roxín, quien se apoya o dice apoyarse en los neokantianos
de los años 20 y 30, es decir, orientación normativista de los neoclásicos. Pero dice que hay que reemplazar un pensamiento
básico de los neokantianos, que era la idea de las normas de cultura como base de toda la teoría del delito, por una orientación
sistemática basada en los fines de la pena.
Según Roxín la pena cumple funciones únicamente preventivas de carácter general y especial. No habría en ella ningún momento
retributivo. Es a partir de esas funciones preventivas como debemos ir reconstruyendo cada elemento del delito. Así por
ejemplo, dentro de este normativismo orientado según las finalidades preventivas de la pena, en el fondo elimina el acto como
elemento del delito, elimina la propia noción de causalidad y la remplaza en el seno del tipo por la teoría de la imputación
objetiva, según la cual un resultado es imputable al que aparece como su causante, cuando este sujeto generó un peligro
prohibido o no permitido, peligro que se concretó en ese resultado, resultado que pertenece al ámbito de protección de la norma.
Allí se tiene una consecuencia concreta del sistema normativista. Otra consecuencia muy visible y notoria está en la concepción
roxiniana de la culpabilidad, el no habla de ella sino de responsabilidad. El fundamento de la culpabilidad no está en que el sujeto
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podría haber actuado de otra manera (como tradicionalmente se ha dicho) o exigibilidad de otra conducta sino que yace en una
necesidad preventiva de la pena; si la pena es o no necesaria para prevenir delitos, es lo determinante.
El funcionalismo jacobsiano es mucho más radical. Para él ningún concepto jurídico penal se vincula a datos ontológicos o
preventivos. Todos los conceptos jurídico penales deben construirse según su función para el DP. La pena, según Jacobs, no es
sino la reafirmación de las normas y de la confianza depositada en ellas. Es decir. la pena aparece cumpliendo una función de
prevención general positiva.
Incluso dice que la pena no protege bienes jurídicos sino que su función es proteger la confianza en el sistema social. Si el delito
representa una negación fáctica de la vigencia de la norma, si es un indicio de falta de fidelidad normativa, entonces la pena
cumple la función de reafirmar en la sociedad dichas normas. O sea, esto recuerda mucho la concepción retributiva de Hegel. La
retribución dialécticamente entendida de Hegel.
Ahora todos los conceptos del DP debieran ser interpretados, construidos y debieran estar orientados, mejor dicho, según esa
función social. Tanto lo que él llama la imputación objetiva como la imputación subjetiva.
Vamos a dejar esto porque nos basaremos en el sistema neoclásico, y pasaremos al problema de los sujetos y objetos de la
infracción penal.
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traza una capacidad penal fingida de las personas jurídicas. Distingue dos tipos de delitos distintos de la corporación: los delitos
propios de la corporación o relacionados con la esencia y funcionamiento de la corporación, delitos por los que pudiera
responder ella misma (por ejemplo fraudes alimenticios de una empresa alimentaria); y por otro lado, delitos impropios que
eran aquellos que la corporación solo podía ejecutar a través de los representantes, y de ellos responden personas físicas y no la
corporación. La tónica va a ser desde ese momento la responsabilidad penal de los entes colectivos.
Esta situación cambia con la revolución francesa por dos consideraciones o motivos: uno político, la afirmación del
individualismo que como se ve en la legislación revolucionaria, quería cortar todas las cadenas de la esclavitud de los individuos,
y por ello quería acabar con el poder tremendo que tenían las corporaciones y los gremios (de hecho los suprimió por una ley
especial de 1792); pero por otro lado, había una consideración filosófico jurídica de primera importancia que venía en el fondo
del iusnaturalismo racionalista. El iusnaturalismo racionalista de los siglos XVII y XVIII, consideraba el delito como fruto de una
acción libre del hombre, y allí donde no hay libertad ni humanidad, menos hay delito. Tanto es así que el iusnaturalismo
racionalista habló de cuasidelito para referirse a los delitos culposos o en los que no había dolo, de ahí el nombre en el CP. Es
decir, algo que en el fondo no es delito.
Pues bien, este pensamiento de raíz iusnaturalista se expresa en dos grandes figuras de la doctrina penal de la primera mitad del
siglo XIX:
Feuerbach, para él, el aforismo romano es correcto porque solo el hombre puede ser sujeto activo del delito, no las personas
morales (término francés, no hablan de personas jurídicas con la idea de la ficción); porque una persona jurídica es creada y
reconocida para la función en cuya virtud acepta el ordenamiento jurídico, pero si, en cambio, esa persona jurídica actúa
conforme a otros fines delictuosos, ya no actúa como persona jurídica. Actúan sus puros miembros.
Por otra parte, Savigny en 1840 desarrolla la teoría de la ficción para explicar la naturaleza de las personas jurídicas, defiende el
concepto de persona como ente capaz de obligaciones y derechos, derechos que pueden tener los sujetos dotados de voluntad
nada más, y como las personas jurídicas no tienen voluntad, su subjetividad jurídica tiene que ser fruto de una ficción.
La responsabilidad penal de las personas jurídicas se convierte de ahí en adelante en algo desconocido al DP euro continental y
al nuestro, desde el siglo XIX hasta hace poco tiempo atrás.
Pero ocurrió que aparecerán los primeros defensores de la responsabilidad penal de personas jurídicas hacia finales del siglo XIX
por una cuestión económica: el papel creciente de las empresas en la vida industrial o comercial, y la constatación que a menudo
poderosas sociedades industriales o comerciales cometían delitos, o que a través de ellas se perpetraban delitos. Así aparece la
teoría realista de Otto Von Bierkhe a propósito de la naturaleza de las personas jurídicas considerándolas como entes reales y
desde luego, él era partidario de hacerlas responsables penalmente. En la doctrina penal sin embargo, esta posición fue muy
minoritaria teniendo como apoyo a Liszt y Mayer. Liszt pensaba que visto que una persona jurídica puede celebrar contratos,
podría perfectamente hacerlos fraudulentos, usurarios o incumplir los contratos estipulados, y por eso debía responder
penalmente; además de que, las corporaciones son poseedoras de bienes jurídicos que pueden ser afectados por penas
(patrimoniales, honoríficos, patente, etc.).
Max Ernesto Mayer planteó este problema haciendo ver que en muchos casos las personas jurídicas tienen el mayor interés en
conservar su buen nombre incluso al precio de conservar el buen nombre de sus órganos reemplazables; o sea, de directores,
gerentes sustituibles que pueden sustituir y dejar que el estado los pene en su responsabilidad individual en circunstancias que
el estado debe tener el mayor interés en desenmascarar a este tipo de personas jurídicas para que ellas a través de una condena
penal, sufran ellas en su buen nombre, no sacrificando gratuitamente a esos miembros reemplazables. Pero él planteaba esto
como exigencia de política criminal, porque en todo el siglo XX la tónica sería que las personas jurídicas no responden.
El debate se aviva en los últimos 30 años de nuevo por la razón que se explicó en el siglo XIX; la importancia enorme que tienen
las personas jurídicas reguladas por el derecho comercial e industrial, el papel que cumplen en la sociedad y porque se ha
demostrado por investigaciones de la criminología europea y norteamericana, que la mayor parte de los delitos contra el orden
público económico, delitos contra derechos patrimoniales de los particulares, además de la mayor parte de los delitos contra la
salud y la seguridad pública, son cometidos por intermedio o con ayuda de empresas. Esto es algo indiscutible sobre todo en
delitos contra el Orden Público Económico.
A esto habría que añadir que las concepciones normativistas en la dogmática penal, que tienden a normalizar también el acto
delictuoso ya no sienten tanta dificultad en admitir la responsabilidad penal de las personas jurídicas; si yo sostengo que la
acción tiene que tener base natural como decían los clásicos o los neoclásicos, si sostengo que la acción debe tener una base
finalista como Welzel en su teoría finalista, no puedo aceptar responsabilidad penal de las personas jurídicas porque cuál sería la
base natural y la finalidad en el obrar de una persona jurídica. Ninguna. Ella no se movió, se movió su gente. El fin de la persona
jurídica es el de su personal, su directorio. Pero si normativizo la teoría del delito y normativizo el acto, evidentemente que la
persona jurídica podría ser también sujeto activo del delito: normativizo el acto y lo convierto en criterio de imputación, de
atribución, de resultados a un ente.
Este ha sido uno de los puntos que ha dado debate en doctrina. En la doctrina euro continental ha habido posturas adversas y
favorables. Los argumentos son siempre los mismos.
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persona jurídica haya actuado. Cuando comparece la empresa, lo hace representada por alguien, por una ficción decimos que
actúa ella, pero son los efectos del acto los que se le atribuyen. Es un centro de imputación de las consecuencias jurídicas de
actos voluntarios realizados por personas naturales.
2º Las personas jurídicas carecen de capacidad de culpabilidad. La cual exige un juicio de reproche personal dirigido contra
quien podía haber obrado conforme a derecho no lo hizo, no hizo de su deber jurídico el motivo concreto de su obrar. No se
puede hablar de culpabilidad en las personas jurídicas a menos que construyamos para ellas una culpabilidad enteramente
paralela o distinta de la culpabilidad de las personas naturales.
A lo que habría que agregar que la imputabilidad que es el supuesto de la culpabilidad, es impensable en una persona jurídica
pensar que es imputable. Un niño es inimputable, pero no hay personas jurídicas inimputables a menos que se construya una
imputabilidad propia de la persona jurídica. Por ejemplo, que hay imputabilidad de la persona jurídica desde cierto grado de
complejidad, que la hace funcionar como un engranaje, esto es organicismo social.
3º No son capaces de pena. Porque los fines de la pena, la discusión de los fines de la pena es inoficiosa en las personas jurídicas
porque algunas son absolutamente inaplicables en la persona jurídica como la privativa de libertad. Y además porque la pena en
el caso de las personas jurídicas necesariamente va a violar el principio de la personalidad de la responsabilidad criminal,
porque afectará indistintamente a culpables e inocentes, se impone la pena a la persona jurídica y se afectará a socios inocentes,
accionistas, empleados, etc.
4º Un cuarto argumento en contra criminológico, así como el DP selecciona siempre entre las personas a las que aplica el poder
punitivo, y selecciona siempre a los sujetos más vulnerables, así también el derecho penal de las personas jurídicas va a
seleccionar a las empresas más pequeñas y vulnerables, se fijará en las moscas y en cambio los elefantes podrán romper
tranquilamente las redes de la justicia. Esto de alguna manera, ha tenido traducción empírica, porque en la experiencia europea
donde la responsabilidad penal de las personas jurídicas salvo el caso alemán ya tiene varios años (el último país en sumarse es
España) ha habido pocos procesos y en general dirigidos contra pequeñas entidades, las grandes se salvan por vías alternativas
al proceso.
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responsabilidad civil de la persona jurídica. En el art. 58 del Código Procesal Penal actual dice que la acción penal no puede
entablarse sino contra las personas responsables del delito. Y que la responsabilidad penal solo puede hacerse efectiva en las
personas naturales, por las personas jurídicas responden los que hubieren intervenido en el acto punible sin perjuicio de la
responsabilidad civil que les afectare.
La gran mayoría de la doctrina chilena estuvo siempre de acuerdo con esta idea de no responsabilizar penalmente a las personas
jurídicas. Y los argumentos siempre han sido los mismos y ya mencionados anteriormente. Los únicos autores que fueron
partidarios de la responsabilidad penal de las personas jurídicas fueron antiguamente Pedro Silva Fernandez, Gustavo Lamatut,
autores del proyecto de CP de 1938; porque este proyecto preveía la posibilidad de hacer responder penalmente a las personas
jurídicas, y modernamente Politoff. Chile llegó a admitir la responsabilidad de forma muy curiosa: por una ley tramitada a prisa
el 2009 (20393) y no por obsequio de una auténtica exigencia político criminal, ni del país ni del derecho internacional sino por
una lectura muy curiosa de los principios de la organización para la cooperación y el desarrollo económico, la OCDE. Había apuro
en integrar ese cuerpo de países y se entendió (muy mal, a juicio del profesor) que en ninguna parte los principios de la OCDE
obligan a sus miembros que su legislación contemple responsabilidad penal para las personas jurídicas. Deben tener sanciones
apropiadas para castigar los hechos más graves que se cometen a través de personas jurídicas, nada más. El sistema pudiera
haber sido administrativo pero en Chile, como estamos acostumbrados a tomar la vía penal para no ocuparnos de las vías
extrapenales (como un sistema de responsabilidad administrativa completo) se optó por responsabilizar penalmente a las
personas jurídicas pero por un catálogo tan limitado de hechos delictivos que casi parece un saludo ceremonial y un acto medio
demagógico. Porque a la fiscalía de la OCDE que tenía poder en el gobierno chileno, le interesaba el blanqueo de activos, el
cohecho y el problema del terrorismo. Efectivamente los únicos tres delitos que hacen responder a una persona jurídica son el
soborno, el cohecho, el blanqueo de activos y un delito de la ley especial de terrorismo que es el financiamiento de actividades
terroristas. De esta ley no podemos ocuparnos ahora, hay un sistema propio de penas de las personas jurídicas, de
conmensuración de esa pena y una serie de reglas particulares. Esta responsabilidad alcanza a todas las personas jurídica de
derecho privado y a las empresas del estado y no se extingue porque la persona jurídica se haya disuelto o fusionado con otra,
porque afectará a la persona jurídica resultante de ello, o sea, la responsabilidad no es muy personal que digamos. Por otra parte,
es posible hacer responder a estas personas jurídicas solo en la medida que sean personas jurídicas y que por ella hayan obrado
sus representantes, directores o personas con poder de mando. Si el ente en cuestión no es una auténtica persona jurídica no
puede haber esta responsabilidad a diferencia de países como Australia.
Vista la limitación de la responsabilidad penal de las personas jurídicas en nuestro país, subsiste el problema de la actuación en
lugar de otro. Esta teoría es relativamente reciente de origen alemán, propia de los ordenamientos jurídicos sin responsabilidad
penal de los entes colectivos. Art. 466 de fraude por alzamiento de bienes que cometen los deudores no dedicados al comercio en
perjuicio de sus acreedores o se constituye en insolvencia por ocultación de ellos. Es un delito especial, no lo puede cometer
cualquiera. El alzamiento como tal, lo ejecuta uno de sus representantes como sociedad o persona jurídica. Aquí se nos produce
una escisión del tipo o figura legal, por un lado, el sujeto activo del delito es esta persona jurídica pero el ejecutante es una
persona natural que obró en su nombre o representación. Pues bien, para casos como estos está pensada la teoría de la actuación
en nombre de otro. Esta teoría plantea que cuando un tipo legal requiera en el sujeto activo calidades, circunstancias o relaciones
que no se den en el sujeto que materialmente ejecuta la acción, esas calidades, esas relaciones, esas condiciones especiales, se las
considera presente en el sujeto que obró por el otro aunque en el no se den. Si yo actúo en nombre de una persona representada
sin tener las cualidades que exige en el sujeto activo, se entiende que las tengo también. En este caso es posible castigar al que
actuó en nombre de la persona jurídica. Esto lo previó el código alemán, en Chile se puede resolver parcialmente en el CPP.
El CPP señala en el art. 58 que se salva el problema de la actuación en nombre de otro, pero lo salva y permite castigar a la
persona natural sólo cuando el representado es persona jurídica y no cuando el representado es persona natural. Porque podría
ocurrir que el representado es persona particular (mandato civil simple). Aquí tenemos atipicidad, el acto no encaja en el tipo
penal. Prueba de esto es que el código de comercio en su libro IV que contempla la ley de quiebras, en algunas de sus
disposiciones contempla la actuación en nombre de la persona quebrada incluso cuando el quebrado es una persona natural (art.
33). Tiene centralmente los delitos de quiebra culpable y quiebra fraudulenta (equiparados a los del art. 466 del CP, solo que allí
el sujeto activo es un comerciante).
Sujeto pasivo
- Concepto
- Sujeto pasivo necesario, mediato y último
- Objeto del delito
o Objeto material
o Objeto jurídico
CONCEPTO. Se entiende por sujeto pasivo del delito, el titular del bien jurídico puesta en peligro o lesionado por el delito,
ofendido en el sentido de una lesión del bien, o de una puesta en peligro del bien.
No hay que confundir el concepto de sujeto pasivo con el de VÍCTIMA.
El concepto de sujeto pasivo es un concepto dogmatico perteneciente al mundo del “deber ser”, el titular del bien jurídico
ofendido por el delito.
El concepto de víctima es un concepto criminológico, es la persona sobre la que recae materialmente la acción delictuosa. Es un
concepto criminológico por lo tanto una cuestión que pertenece al mundo del “ser”, de los hechos.
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Y así, hay muchos delitos sin víctima y en cambio, NO puede haber delitos sin sujeto pasivo, porque si hubiese un delito sin sujeto
pasivo querría decir que hay un delito sin bien jurídico y eso no puede ser un delito, sino hay un bien real protegido por el
derecho seria un invento tiránico, monstruoso del legislador.
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10.4.- distintas clasificaciones de los delitos.
1º) Dice relación con la ley que los sanciona.
Delitos Comunes o Codificados. Aquellos contenidos en el código penal.
Delitos Especiales. Contenidos en leyes distintas.
6º) Según el resultado. Hay delitos que exigen un resultado y otros no.
Delitos Formales.
Delitos de Resultados o Materiales.
9º) Según el Iter Criminis o camino del delito. Dice relación con el grado de ejecución.
Tentados.
Frustrados.
Consumados.
Agotados.
10º) En cuanto a la gravedad de los delitos. Nos referiremos a otro tema que dicen relación con la gravedad del delito. Sistemas
tripartitos y bipartitos.
Los clásicos solían distinguir delitos naturales y delitos de mera creación política. Autores como Jiménez de Azua definían al
delito natural como conductas que repugnaban a tal nivel la moral de los sujetos de una comunidad, que éste debía ser castigado
como delito. El cual obviamente no se encontraba tipificado en una ley. Por ejemplo, Núremberg.
Los de creación política se refieren a los intereses de una comunidad dada pero que naturalmente no nos provoca repulsión.
En el sistema chileno podemos encontrarnos con estos delitos en el art. 3 y 4, y con esta clasificación donde los delitos
atendiendo a su gravedad se clasifican en crímenes, simples delitos y faltas. Un criterio eminentemente formal.
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político lo que diferencia al delito, más allá del bien jurídico que éste ofenda. Por tanto algo que en apariencia es un robo podría
ser un delito.
3º) Mixtas. Combinan el punto de vista objetivo con el punto de vista subjetivo.
Para las teorías objetivas se convierte en un problema el siguiente: que existen delitos totalmente políticos (puramente políticos)
que ofenden bienes políticos, o que responden totalmente a esa definición. Pero otros también considerables como políticos
como los delitos políticos complejos que lesionan a la vez el orden político y el orden privado, como en el caso del magnicidio.
Luego los delitos políticos conexos, cuando en el curso o desarrollo del delito político se perpetra delitos comunes que sin
embargo tienen una relación teleológica con el delito político (de medio a fin); por ejemplo, para una rebelión primero hay que
asaltar un arsenal, o destruir propiedad pública, etc. El carácter conexo viene dado por el móvil.
El criterio más liberal y correcto es uno que no goza popularidad, el problema del motivo o móvil político. El delito político
(AZUA) independientemente del bien que ofenda, es el delito que se comete por motivos altruistas, es decir, con el propósito de
preparar o de apresurar el progreso político social de un pueblo que es coartado por un régimen político tiránico. Esto desde
luego reduce el campo de los delitos políticos, no se va a poder cometer contra un régimen no tiránico. El delito cometido contra
el régimen liberal y democrático es un delito contra la seguridad del estado y no un auténtico delito político.
Por cierto que quedan excluidos los delitos perpetrados por un motivo distinto que no es político, motivos egoístas, motivos
bajos, motivos ajenos a la consideración política.
No es fácil manejar esta categoría, porque como advertía el mismo Jiménez de Azua, el delito político tiene de tal solo la
designación. Si uno quisiera buscar verdaderos delincuentes y encontrarlos, tendría que ir a buscarlos también entre los
verdugos de estas personas, entre quienes los persiguen. El delito político fue mirado como un gran favor, el siglo XIX no miraba
al autor del delito político como delincuente sino perseguido por los enemigos del liberalismo. Esta concepción tiene que
modificarse porque la realidad política del siglo XX va a generar otras manifestaciones que se ha querido desgajar del tronco
común del delito político. En particular los delitos sociales, anarquistas y terroristas. El delito social no es exactamente el delito
político, aunque en el fondo exista una motivación política. Es el delito que se comete con el objeto de provocar o preparar la
transformación violenta de la estructura social imperante y de sus instituciones fundamentales. En general el delito social no es
mirado con el mismo favor que el delito político, pese a que en rigor no se comete un delito social porque sí, sino porque detrás
hay una finalidad política aunque no se exteriorice en una ideología o partido político.
El delito llamado terrorista presenta todavía más problemas de caracterización que el delito social, porque no es tanto concepto
jurídico como un fenómeno de interés criminológico. Esta característica (base criminológica) ha provocado que en las leyes que
han querido ocuparse del terrorismo que son muchas e incluso hay una ley chilena especial sobre conductas terroristas,
aprobada por la dictadura. En ellas ha resultado imposible dar una caracterización cierta y unívoca del terrorismo porque es una
realidad fenomenológica, cambiante de la que por lo pronto podemos decir con cierta seguridad:
1º Que no es una realidad homogénea sino fluctuante, cambia según las circunstancias,.
2º no está caracterizada por una finalidad altruista o de desprendimiento, sino más bien por este tríplice grupo de datos
consistentes en:
El medio de ejecución. Que normalmente es un medio capaz de causar grandes estragos.
La víctima. En el terrorismo normalmente es una víctima accidental, inocente, pero ante los ojos del terrorista no es una
víctima accidental. Porque el terrorista simplifica la realidad y considera que todos los que sustentan o forman parte de las ideas,
de las concepciones que él combate, son todos enemigos o sujetos a los que es perfectamente lícito matar o perseguir.
Finalidad inmediata. Que es infundir terror público o intimidación pública.
Pero teniendo esto presente llevaba también razón cuando advertía que el terrorismo no es una figura unívoca, porque va a
depender del fin que anime a la gente, si la finalidad es política, el terrorismo es político, si su finalidad es otra, el delito es otro.
El delito anarquista fue una realidad muy viva entre el siglo XIX y XX, con la difusión del anarquismo es una concepción o
corriente política eminentemente altruista. De un liberalismo exacerbado, que procuraba conciliar las exigencias del liberalismo
con el socialismo. La difusión de estas corrientes provocó como reacción leyes contra el anarquismo.
Existió un anarquismo llamado el “de la bomba” al que acudieron los anarquistas para acelerar el advenimiento de la sociedad
libre e igualitaria, sin opresión del estado ni de particulares. Fue ese anarquismo el que originó esas leyes represivas y muy
duras contra ese movimiento.
Terminología.
Ahora la terminología con que se nombra este primer elemento del delito no es unánime o uniforme. En Alemania se le llamó
acción (terminología del código alemán), dejando fuera las omisiones. En el actual código se habla de “hecho”. Es un término
usado por alguno de nuestros penalistas. Pero presenta el problema que en la terminología del derecho el “hecho” puede
significar un acto humano o un acontecimiento natural no producido por el hombre.
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Otros términos usados son el de conducta o comportamiento, sobre todo el de conducta tiene predicamento en Chile. Con ese
término podríamos englobar en una sola noción tanto los actos comisivos como los omisivos. Pero el problema de esa palabra lo
advirtió Azua hace años: uno emplea las palabras conducta o comportamiento para actuaciones prolongadas, para la forma de
comportarse de una persona, una impostura reiterada. Y esto es más propio del derecho penal de autor.
De ahí que en Castellano no haya expresión más lograda que la propuesta por Azua, el acto o si se quiere actividad. Porque se
atiene al derecho penal de acto y por otro lado es una palabra que amadriga las acciones como las omisiones. Ahora, como
definir, es un problema muy delicado, porque hay teorías muy diferentes acerca de la naturaleza del acto y el contenido de éste.
Concepto.
Propondré una definición inspirada en Jiménez de azua: el acto vendría a ser una manifestación de voluntad que mediante un
movimiento corporal (comisión) produce un cambio o mutación en el mundo externo o que mediante la abstención de un
movimiento corporal (omisión) deja de producir ese cambio o mutación, esperado y debido con la omisión propia, o no impide
un cambio o resultado indebido (omisión impropia o comisión por omisión).
Sub elementos.
En él se puede distinguir los sub elementos: podemos distinguir un lado objetivo o exteriorizado y uno subjetivo o del fuero
interno del sujeto agente.
Faz objetiva. Encontramos la manifestación de voluntad, sea activa o pasiva, según se trate de una comisión u omisión, un
resultado y un nexo de causalidad entre ambos.
Faz subjetiva. Hallamos el soporte psicológico de la manifestación de voluntad. Ese coeficiente psíquico mínimo que debe darse
para que el acto sea expresión de voluntad y no movimientos o abstenciones inconscientes, no gobernadas por la voluntad.
Por ejemplo, si una persona hace un movimiento dormido, no decimos que está actuando porque ahí no hay un componente
psicológico básico que nos permita hablar de conciencia.
Dentro de la faz objetiva, la manifestación de voluntad es la actuación externa del hombre que se exterioriza a través de
movimientos o de abstención de movimientos que el derecho esperaba. Es importante fijarse porque sin esta manifestación de
voluntad, o sea, sin acción u omisión, no puede haber tampoco pase para el juicio penal ni menos base para el delito. El derecho
se ocupa de comportamientos exteriorizados, y el derecho penal se ocupa también de actividades, no de pensamientos que no se
exteriorizan a través de actuaciones externas.
Por eso es que se repite desde Ulpiano esa fórmula que está escrita en el programa que quiere decir que el pensamiento no
padece pena, no delinque. Pero que como veremos, ha recibido numerosas violaciones en la historia del DP en que se ha
castigado el pensamiento.
Esta manifestación de voluntad es la que tiene ese soporte en la faz subjetiva que es el elemento subjetivo del acto, o sea el
coeficiente psíquico mínimo que permite hablar de una acción o de una omisión.
Como decía Liszt la voluntad del acto tiene que ser consciente, espontánea y motivada. Consciente porque adoptada por el sujeto
en estado consciente, espontánea porque no tiene que ser puro fruto del sistema nervioso autónomo, es decir como producto de
movimientos absolutamente naturales en el sujeto pero sobre los cuales él no tiene control, motivada porque efectivamente los
hombres no procedemos sin un motivo.
Lo que interesa para el sistema neoclásico del delito es que exista este coeficiente psíquico mínimo, que haya voluntad,. El
contenido de la voluntad, que es lo que el sujeto quería, cuáles eran sus representaciones, interesa no aquí sino en el terreno de
la culpabilidad, en particular en el dolo. En este momento está en juego la existencia de una voluntad, no el contenido de esa
voluntad.
El resultado por su parte es el cabio en el mundo externo producido por la manifestación de voluntad o la no mutación debida a
la inactividad. Cuando se habla de cambio en el mundo exterior o de no mutación, nos referimos tanto al mundo exterior físico
como al mundo exterior psíquico.
Sentido Naturalista.
El debate comenzó a mediados del siglo XIX cuando se consigue aislar el acto como elemento del delito, mérito de Werner, quien
coloca el acto en la cima de los conceptos que estructuran el delito. Pero como hegeliano, seguía la idea de Hegel de para poder
hablar de un acto es indispensable pensar que ese acto es un acto culpable. Para los hegelianos, los actos no pueden ser mirados
como actos incoloros o naturales sino encerrando un concepto valorativo. Binding lo decía “las acciones para interesar al
derecho tienen que ser jurídicamente relevantes, la acción de la vida completa o en sentido natural, no existe”. Estas teorías
comienzan con una concepción valorativa, un acto que tiene que ser culpable para ser tal. Ahora, la segunda gran concepción que
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surgirá es la de Liszt; jefe de la escuela alemana muy influido por la sociología pero sobre todo por la mentalidad positivista y
naturalista de la época. Él entiende que el acto como primer elemento del delito, es un acto natural o proceso físico, es ese
movimiento corpóreo que produce un cambio en el mundo externo; y durante algún tiempo se pudo sustentar este concepto
naturalista, acromático del acto, en que no hay valoraciones, porque aparecerán en los posteriores elementos del delito. Este
mismo concepto del acto fue el que defendió Belling, quien se halló también con un problema serio a propósito de la omisión,
cómo considerarla físicamente, porque en el mundo de la naturaleza no existe la omisión. Tal era la contradicción del sistema de
Liszt de acoplar la omisión a la acción bajo un concepto naturalista o físico del acto, que el mismo tenía que confesar que
tratamos la omisión pero reconociendo que hubo que adelantar un fragmento de la teoría de la antijuridicidad, porque la
omisión existe en el mundo normativo; se formula un sujeto un reproche por una omisión, porque él se abstuvo de realizar una
acción que era esperada y debida, no porque no hizo nada.
Acción Sintomática.
En los años de Liszt y por influencia del positivismo criminológico surge la teoría de la acción sintomática, o concepto
sintomático de la acción de Coleman. Concepto que más allá de las variantes era ir más allá de la acción de Liszt que se detenía en
el resultado externo dañoso del acto, y que lo que pretendía era valorar el acto del hombre en cuanto es un índice que descubre
al autor de ese acto. De allí el nombre de doctrina sintomática, porque el acto sería un elemento que liga el acto como tal con el
delincuente. El resultado delictuoso es un medio con que podemos conocer la subjetividad del sujeto, un síntoma de su persona,
de su subjetividad. Esto todavía permanecía en un plano de relativo liberalismo, pero estas concepciones (incluso el propio Liszt
a propósito de la finalidad de la pena) vana degenerar en el nazismo alemán, en el derecho penal de autor.
Sistema neoclásico.
Al sistema clásico acromático del acto sigue el sistema neoclásico, que concibe el acto como un elemento de base natural pero
divisa también en el acto lo que los neokantianos llaman valoración de primer grado. Esta designación dice que el acto no es un
elemento puramente descriptivo natural, hay valoración, pero preliminar, no plena, advertida en dos cosas: el resultado, porque
el resultado del delito no es cualquier efecto causal, sino que el resultado típico acotado por la ley. Por ejemplo en una violación,
es resultado es la penetración y no otro; en el homicidio, la muerte, no otras. Además va a reconocer que en la omisión no
podemos hablar de un acto en sentido naturalístico, sino que es normativa, Radbruch plantea que contrariamente a Liszt, no se
podía reunir en un concepto superior unificador llamado acto o conducta la acción y la omisión, la omisión era para Radbruch la
negación de una afirmación. De esto viene una distinción entre teoría de los delitos omisivos y comisivos, e incluso hay un
sistema cuatripartito que habla de una teoría del delito doloso comisivo, culposo comisivo, etc.
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debemos encontrar el fundamento de punibilidad de la tentativa, porque en ella no tenemos resultado. Si en cambio tenemos en
cuenta que el acto estuvo dirigido por finalidad, adquiere sentido la punición de la tentativa y el propio concepto de tentativa.
Wenzen sostiene que la acción humana es ejercicio de una acción finalista. Es la finalidad algo distintivo del hombre y lo que
permite al hombre prever las consecuencias de su obrar, puede proponerse ciertos fines, puede dirigir su voluntad hacia la
consecución de esos fines. El hombre actúa de una manera vidente, mientras el acontecer causal es ciego, no está dirigido desde y
por el fin, la concepción finalista de la acción nos muestra la acción en lo que es, dirigida a un cierto objetivo, que es vidente, y
esto no es fruto del capricho, esto no es más que un reflejo de lo que él llama una estructura lógico objetiva de la realidad. Es
decir, un dato ontológico del ser de la realidad que estaría antepuesto a toda la realidad y que el legislador debe conocer que la
acción humana es siempre ejercicio de una actividad final.
Ahora, la dirección finalista del acto opera en dos etapas: 1º en la esfera del pensamiento, en que el sujeto se propone un fin,
selecciona los medios para alcanzar ese fin, considera los efectos concomitantes derivados; 2º en la fase externa en que esa
dimensión se lleva a cabo en el mundo real a través de una manifestación exteriorizada de esa manifestación final.
Hasta este punto en rigor el mismo neoclasicismo no tenía discrepancia radical con la teoría finalista, porque también para el
clasicismo la acción tiene índole final, pero para el neoclásico el contenido de la voluntad no se examina en el acto sino después
en la culpabilidad. El neoclasicismo siempre se ha resistido a la idea (muy normativa con predicamento político) de considerar el
contenido de la voluntad y por ende el dolo del agente en el acto, porque si el dolo forma parte del acto, integra el tipo. Y la
antijuridicidad es un juicio de valor negativo que su objeto es según la teoría finalista, un acto compuesto de un proceso externo
y del dolo del autor. O sea, que para juzgar sobre la licitud o ilicitud de un acto, se toma en consideración la disposición interna
del sujeto que lo realizó, y eso es propio del campo de la moral; para la moral lo que interesa es la disposición subjetiva con que
realicé un acto. Mientras para el mundo del derecho sobre todo lo que ha de interesar es lo que el sujeto exteriormente realizó a
la hora de decidir si es lícito o no, para la teoría de la acción finalista no. Por eso la teoría habla del desvalor de la acción o del
resultado, que toda causa de justificación requiere elemento subjetivo, etc. Entonces tiene consecuencias muy serias.
Efectivamente llevó a cabo una revolución de la teoría del delito. Esto porque si el acto es una entidad objetiva y subjetiva a la
vez, si interesa el contenido de la voluntad del sujeto, el dolo pasa a ser componente de los tipos, es parte central del tipo
subjetivo. En seguida, dado que la acción humana se agota en ser ejercicio de una actividad final, el resultado de la acción no es
parte de la acción sino parte del tipo objetivo. Si el tipo tiene faz subjetiva y objetiva, conformada por todos los elementos
exteriores subjetivos y objetivos, resulta que también la antijuridicidad se subjetiva. En la antijuridicidad distinguiremos un
valor del resultado y de la acción que es la mala voluntad, la voluntad dañada, la voluntad antijurídica del autor. Algo
inconcebible para el pensamiento neoclásico.
La culpabilidad ya no integra el dolo y la culpa y se normativiza radicalmente ,cambia el tratamiento del problema del error, etc.
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sociedad y que produzca un resultado efectivamente constatable. En esto descubrimos el acento normativo de la concepción
social.
Ahora esta teoría por la que sus defensores pretendían construir un concepto unitario del acto, tiene sin embargo un tremendo
inconveniente: es una teoría de esas que prueban demasiado y por decir mucho finalmente no dice nada. 1º porque el derecho se
ocupa del obrar en sociedad de los hombres, no actuamos aisladamente. Ahora decir que esos actos tienen relevancia social, es
algo que no se puede decidir aquí; la relevancia de lacto tiene que ver con juridicidad o antijuridicidad. Si no son antijurídicos no
se toman en consideración independientemente de la relevancia o irrelevancia social de una actuación.
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Los delitos por omisión tienen en común que el agente se abstiene de realizar una acción que no es cualquier acción sino que una
que el derecho esperaba y era debida para el sujeto. Por ello la omisión tiene solo índole normativa y no natural, porque en el
mundo de la naturaleza no hay omisiones. La peculiaridad de la forma omisiva es que existen dos grupos de delitos por omisión:
por un lado, la omisión propiamente dicha (omisión pura, propia o simple) por otro lado la omisión impropia o comisión por
omisión.
En la omisión propia el agente se abstiene de realizar una acción esperada y debida con lo cual deja inerte, deja inmodificado el
estatus externo, no produce un cambio en el mundo externo. Por ejemplo, la falta de omisión de socorro, en el art. 494 nº 14 se
impone la pena de multa. Los códigos antiguos como el nuestro, contienen un número relativamente limitado de omisiones
propias, ellas están explícita y directamente señaladas y castigadas por la ley penal y en los códigos antiguos eran limitadas o de
número pequeño, porque en el fondo el liberalismo clásico quería castigar como delito la infracción de prohibiciones o
realización de actividades prohibidas; y no tanto, en cambio, imponer conductas a las personas. O sea, castigar como delito el
quebrantamiento de un imperativo, una mentalidad muy del liberalismo abstracto del siglo XIX. Ocurre sin embargo que en los
códigos contemporáneos, el número de omisiones propias se ha incrementado, hay más delitos omisivos hoy en día en los
códigos actuales, pero siempre constituyen la minoría respecto de los delitos comisivos.
Naturaleza.
Hoy está claro que la omisión tiene índole normativa, lo que hay detrás es una norma que impone un comportamiento en el caso
de la omisión simple y que prohíbe un comportamiento en la comisión por omisión; lo que pasa es que en ella el sujeto infringe
una comisión a través de la infracción de una norma imperativa; el sujeto debía actuar y a través de la infracción del deber de
actuar infringe la prohibición de matar.
Causalidad.
Ahora, teniendo esto presente, se explica también el problema del porqué se castiga la omisión. Asunto discutido en el siglo XIX,
surgieron las primeras teorías, que trataban de explicar la punición de la omisión y sobretodo la comisión por omisión, una de
ellas de Luden era la del agnium agere o “hacer otra cosa”: el fundamento del castigo a la comisión por omisión (una teoría
muy naturalista en el fondo) reside en que la persona realiza una acción distinta, pero a esta teoría se criticó (aunque se le ha
tratado de revivir como teoría en nuestro tiempo) que si fuese así, resultaría en el caso de la madre que omite cuidados para con
su hijo y éste muere asfixiado o por hambre, sería esa otra acción que la mujer realizó y a lo mejor simplemente estaba haciendo
otra cosa, lo que se considera absurto.
La teoría del acto anterior, el sujeto responde porque antes de la omisión realizó un acto positivo que lo colocaba en una
situación de custodia (por ejemplo, hacerse cargo de un niño). La teoría de la interferencia de Binding, era naturalista en el
sentido que el omitente habría dominado un impulso que lo lleva a obrar, y al dominar ese impulso produce una interferencia
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que dejó corriendo el curso causal que él debía interrumpir. Pero desde el neokantismo en adelante Radbruch prevalece una
opinión muy normativista, que dice que el fundamento del castigo de la omisión es justamente una acción esperada y debida que
el sujeto debía realizar, tanto en los delitos omisivos propios como en los de comisión por omisión, lo que pasa es que en la
comisión por omisión la acción debida o esperada es más exigente; es más exigente porque el sujeto está en posición de garante
y lo que tiene que hacer es evitar la lesión del bien jurídico o la producción del resultado.
Punibilidad.
Ahora, teniendo esto presente no se puede dejar de mencionar que pese a que la teoría del delito de comisión por omisión es
asumida sin mayor problema en Europa y en Iberoamérica, también ha sido muy controvertida y hay países donde no es
aceptada. La tradición francesa siempre la ha rechazado porque considera que es contraria al principio de legalidad. Razones no
les faltan. Nuestro propio código ministra una prueba que cuando la ley quiere castigar la comisión por omisión, lo dice. Ver el
art. 233 del CP.
Por ello existe otra línea de pensamiento que es la de Zafaronni que sostiene que para poder castigar un delito de comisión por
omisión es indispensable que la ley lo haya previsto el delito en la parte especial, directamente. Esto hace el anteproyecto de
código de Bolivia de 2009. Las fórmulas detalladas de códigos como el español o el alemán no resuelven el problema que plantea
los delitos de comisión por omisión. Un problema sumamente serio.
11.4.- Resultado.
Consiste en la comisión en un cambio en el mundo externo y en la omisión en la no mutación o no evitar la producción del
cambio indebido en los delitos por omisión propia e impropia respectivamente. Ahora, puesto que este resultado no es en
sentido físico o natural solamente sino normativo; como en el acto existe una valoración de primer grado, resulta que según su
resultado pueden ser delitos de lesión o de peligro, donde talla el concepto de bien jurídico que veremos más adelante.
Delito de lesión es aquel cuyo resultado consiste en la destrucción, disminución o menoscabo del bien jurídico de que se trate;
por ejemplo, el homicidio, el hurto, la falsificación de documentos, etc.
Peligro concreto.
Los auténticos delitos de peligro son los de peligro concreto, que son aquellos en que el tipo delictivo exige que efectivamente se
haya generado un riesgo para el bien jurídico, si la acción no generó ese riesgo, el hecho es atípico, como ocurre con (por ejemplo
en los delitos contra la salud pública del CP) el art. 313 b) sobre medicamentos vencidos. No se trata de fabricación o venta de
medicinas adulteradas que son inocuas, y no perjudicarán la salud. Estos son delitos respetuosos del principio de ofensividad;
este principio exige que un acto típico para ser delictivo tiene que ofender en el sentido de lesionar o al menos poner en peligro
un bien jurídico.
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funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos. Pero el CPP señala que no es aplicable cuando el delito fue denunciado a
tiempo por otro funcionario, porque de lo contrario lo castigaría por una mera infracción administrativa pero no se afectó a la
administración de justicia que tenía que ponerse en movimiento para conocer de ese delito.
Todavía los delitos de peligro se pueden clasificar de la manera siguiente: delitos de peligro individual y delitos de peligro
común.
Delito de peligro individual cuando el tipo lo que pretende es proteger bienes de titularidad individual y de personas
determinadas, como la misma omisión de socorro o el abandono de niños, son delitos de peligro de los que está detrás la
protección de la vida o salud de personas determinadas.
Peligro común cuando el peligro afecta a un número considerable o incluso indeterminado de personas, como el manejo en
estado de ebriedad.
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humana a la realidad, no sube de la realidad a la mente humana. De esta manera se puede entender el planteamiento central de
las principales teorías sobre la causalidad que se ha conocido durante el siglo XX. Algunas individualizadoras, otras
generalizadoras.
Críticas.
1.- Binding. Esta teoría extiende el nexo causal hasta el infinito. Él que era normativista convencido, dice que la teoría no toma en
cuenta dato normativo alguno, quien quiera sería causante de todo. Todos somos causantes de todo. La madre del asesino sería
causante del asesinato de su hijo homicida. Los partidarios de esta teoría se defendieron diciendo que existe como corrección la
culpabilidad porque ser causante no es ser culpable, el problema es que la corrección interviene muy tarde, si estamos partiendo
de la base que ya existe una conducta humana. Y el correctivo de culpabilidad fracasa en los delitos llamados “calificados por el
resultado”, de los que hablaremos después. En ellos la ley exige prueba de la causalidad respecto del resultado pero no prueba de
la culpabilidad respecto del resultado.
2.- La teoría no podía dar una respuesta al hecho que la eliminación o supresión mental hipotética choca contra la realidad que
los resultados se van a producir igual de todas maneras, por ejemplo si yo suprimo el puntapié, el sujeto iba a morir de viejo de
todas maneras. En la pena de muerte, en el último instante antes que dispare el pelotón, un deudo dispara al reo y lo mata. La
teoría se trató de corregir diciendo que supresión mental hipotética significa que suprimida mentalmente la acción del sujeto, el
resultado deje de producirse en su concreta configuración; esto no es ontológico ni puramente descriptivo, esto significa una
configuración normativa de la situación, ahí la teoría no aplica la causalidad en sentido ontológico sino aplicada a la realidad.
Problema de las omisiones. En las omisiones no funciona la eliminación mental hipotética; para ellas (sobretodo comisión por
omisión) hay que acudir a una avisión mental hipotética. Es decir, si él hubiese realizado la acción esperada, hubiera o no
impedido el resultado. Si lo hubiera impedido, hay causalidad, si no, no hay causalidad.
De ahí que todas las teorías posteriores son teorías que ya no son teorías ontológicas de la causalidad sino todas gnociológicas, o
introducen valoraciones. Por ejemplo una muy importante entre 1920 y 1960 y que tiene un fondo de verdad que no se ha
perdido. Como la teoría de la equivalencia de las condiciones de la que hay que partir evidentemente porque el DP no puede
apartarse de la realidad, el problema de la equivalencia de las condiciones es que partía de un concepto de causalidad, de la ley
causal como indiscutible, pero que entraría en crisis con las investigaciones contemporáneas que descubrieron que más que
leyes causales, lo que hay son probabilidades.
87
establecer la probabilidad del evento y su previsibilidad es el juez situado ex post, pero representándose la situación ex ante y
tomando en cuenta para ello no solo la experiencia general sino también lo que sabía el propio autor.
Ahora esta teoría llevaba en sí el concepto central de concausa. Las concausas son condiciones que convergen o que concurren
con un acto humano pero que llevan a consecuencias que no corresponden al curso normal de los acontecimientos y que llevan a
efectos o sucesos extraordinarios. Estas concausas que cortan la causalidad en el fondo, llevan a considerar ese resultado
extraordinario como un resultado imprevisible, incalculable y no imputable al autor. Las concausas que son inconcebibles en la
teoría de equivalencias de las condiciones, podían ser concausas preexistentes, concomitantes (darse junto con la acción) o
posteriores (como causas sobrevinientes). Estas concausas cortan la relación de causalidad y permiten imputar al agente sólo lo
que él causó hasta la intervención de la concausa.
La teoría de la causa humana es una variante de la teoría de la causa adecuada, por lo que prescindiremos de ella.
Teoría de la adecuación.
Ya no son variantes de esta teoría, dos teorías que podemos llamar como antecedentes de la imputación objetiva. Una es la de la
adecuación al tipo o teoría de la causa típica de Belling, él como creador de la teoría de la tipicidad pensaba que el problema de la
causalidad había que examinarlo a la luz de cada tipo delictivo, había que acudir a los distintos tipos delictivos para saber si a la
luz de sus esquemas rectores o de su núcleo típico, un curso causal natural puede considerarse adecuado al tipo. Para Belling no
debía interesar la causalidad en general sino según los tipos delictivos.; por ejemplo, en matar, nos preguntamos por el “matar a
otro” no por el matar en general. El problema es que sólo enunció la idea y no señaló como se fija la relevancia o adecuación al
tipo de los cursos causales. Se limitó a decir que habría que acudir al significado de las palabras de la ley en el lenguaje, para
saber si la causalidad era adecuada al tipo o no. Y con eso nos deja en el punto de partida.
Partiremos con ejemplos de los cuales podremos resolver al final de esta clase.
1º) Douglas luego de una tormentosa relación con Sandra decide terminar con ella tras 5 años, pero el tiempo y el carácter de
Sandra lo hacen temer, y la cita para juntarse a las 8 de la noche en el muelle barón para que le caiga un rayo y no tenga que
terminar con ella.
2º) Douglas, con un dolo homicida, le dispara a Samuel en la calle. Sin embargo, la bala le llega simplemente al hombro y Samuel
es trasladado al hospital. Camino al hospital, Víctor, quien conducía la ambulancia, choca con un árbol y producto de ese
accidente muere Samuel.
3º) Vivian, una abuelita de 90 años va a subirse a un ascensor que está fuera de servicio, en consecuencia, está solo el espacio
vacío. Y Samuel advirtiendo esa situación y que ella no se da cuenta, corre apresurado para salvarla y se abalanza sobre ella
evitándole la muerte pero causándole lesiones graves.
4º) Douglas, talentoso tabernero o barman, acompaña a su cliente favorito Samuel y le regala alcohol hasta más no poder, luego
Samuel toma las llaves de su auto y se retira.
5º) Douglas, situado en el peor momento de su vida, decide quitarse la vida, pero antes y en honor a toda la trayectoria de su
amistad con Samuel, decide hacerle una última jugarreta, y decide lanzarse contra el auto de Samuel para que le imputen el
delito de homicidio a Samuel.
A partir de ellos desarrollaremos la imputación objetiva.
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Orígenes de la imputación objetiva.
Estos suelen, valga la redundancia, imputarse o atribuirse a un filósofo alemán de nombre Samuel Puffendorf. Él habla de la
palabra imputación (Zurechunges); en el caso de Puffendorf el fundamento de la imputación judicial de un hecho a su autor, se
explica en virtud de la específica y precisa relación de pertenencia que se genera entre el despliegue libre y autónomo de una
acción y el hecho o circunstancia que emana de ella. Sin embargo, y todavía dentro del ámbito de la filosofía, la imputación
objetiva toma una gravital relevancia en la filosofía idealista del derecho de Hegel. En donde se postulaba que dentro de la
imputación al sujeto de una multiplicidad de cursos causales, sólo podía considerarse o atribuirse responsabilidad a aquellos
cursos que podían ser considerados obra del autor.
Y aquí desde la filosofía idealista de Hegel vamos a llegar a la filosofía del derecho y en particular al derecho civil, aquí el DP se
saca el sombrero y saluda a un jurista nacido en 1904 que postula por primera vez la teoría de la imputación objetiva. Karl
Larenz en 1927 postula por primera vez para el derecho civil y como fundamento de la responsabilidad extracontractual.
Acuñando la expresión imputación objetiva. Pero la concibe como aquel juicio en virtud del cual un suceso puede ser atribuido a
un sujeto como propio de él, como obra de su voluntad, y no como un mero suceso accidental. Entonces sostenía de este modo
que la imputación depende de la voluntad y la previsibilidad humana; previsibilidad ciertamente objetiva. Luego de este cálculo
de previsibilidad podía pasarse a la idea de imputación objetiva como valoración del acto.
Pero junto con él en 1930, Honig, a propósito de los procesos causales en el DP. En un texto de homenaje a Frank, Honig
complementa la categoría de derecho natural de la causalidad mediante una categoría normativa de imputación objetiva en
donde caracteriza al resultado como el objeto de la imputación y al actuante como el sujeto de la misma.
Sintetizando esta primera fase, podemos decir que el eje de la misma estaba en un solo punto, en la posibilidad de dominar la
causalidad. Es decir, Honig y Larenz decían que sólo podemos plantear el tema de la imputación objetiva y hablar de causalidad
cuando se le puede atribuir a un determinado sujeto o a la conducta de un determinado sujeto un determinado resultado. Ese
sujeto con esa conducta debía controlar aquél resultado. Tiene que existir un gobierno por parte del autor de la relación causal,
esto en la idea que el agente debe haber creado o fraguado con su manifestación de voluntad, un peligro jurídicamente
desaprobado por el derecho. De aquí lo que pretende es limitar la responsabilidad penal de los sujetos.
Aquí se empieza a generar una notoria normativización de la teoría de la imputación objetiva y se abandonan las estructuras
lógico-objetivas de la realidad de Benzen y un abandono entre la relación y puntos de contacto que se pueden dar entre el ser y
el deber ser, enmarcado en la idea que planteaban los neoclásicos del DP. Es decir, el agente ha provocado un riesgo que es
jurídicamente desaprobado que se concreta en un resultado típico y siendo así, podemos hablar de tres exigencias:
1.- Imputación Objetiva de la conducta. El agente crea el peligro jurídicamente desaprobado, por ejemplo, manejar ebrio.
2.- Imputación Objetiva del resultado. Ese peligro jurídicamente desaprobado, debe concretarse en un resultado típico.
3.- El resultado de la expresión concreta del peligro jurídicamente desaprobado que creó el autor con su manifestación de
voluntad, debe pertenecer al ámbito de protección de la norma. En términos más simples, debe estar dentro del continente
punitivo.
En doctrina se establecen dos grandes principios que constituyen esta columna vertebral:
1º Un resultado causado por el agente, sólo puede imputar al tipo objetivo si el autor ha creado un peligro para ese bien jurídico
no cubierto por un riesgo permitido, y ese peligro también se ha realizado en el resultado concreto (imputación de la conducta e
imputación del resultado).
2º Si el resultado se presenta como realización de un peligro creado por el autor. En ese caso la regla general es que el hecho o
las circunstancias son imputables al sujeto, o mejor dicho, a la conducta del sujeto.
Siempre cuando hablemos de imputación objetiva hablaremos de un riesgo jurídicamente desaprobado y desaprobado en el
resultado.
En cuanto a la creación del riesgo, Roxín señala que algunas situaciones de riesgo deben quedar excluidas, por lo tanto:
En primer lugar, no hablaremos de imputación objetiva en primer lugar, cuando el agente disminuye un riesgo.
En segundo lugar, estaríamos en una ausencia de imputación objetiva por problema de creación de riesgo y de realización de
riesgo en resultados concretos, cuando haya una ausencia en la creación de un peligro jurídicamente relevante para el bien
jurídico. Por ejemplo, conductas socialmente adecuadas, por ejemplo servirle alcohol a una persona.
En tercer lugar, no existe imputación objetiva cuando la conducta no excede el riesgo permitido. La norma establece parámetros
o criterios de riesgo. Cuando se crea un riesgo, pero es un riesgo permitido por el derecho, esos riesgos no pueden imputarse
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luego para una imputación objetiva del hecho y en definitiva atribuir a un sujeto un determinado delito. Porque de otro modo, la
sociedad dejaría de funcionar.
En cuarto lugar, que el resultado pertenezca al fin de protección de la norma que está detrás del tipo delictivo en consideración.
En cuanto a la creación del riesgo jurídicamente desaprobado, aparecen ciertas situaciones que podrían excluir la imputación
objetiva, con ello se excluye el elemento de la tipicidad. Aquí tenemos que examinar dos ideas que son fundamentales y que es
muy importante que tengamos claras:
En cuanto al riesgo permitido, vinculados a los procesos de industrialización del siglo XIX y la sociedad de riesgo, en
consecuencia, ante la necesidad de asumir que nuestra sociedad para que funcione debe incurrir en determinados riesgos, el
derecho lo que tiene que hacer es minimizar las conductas riesgosas y regularlas.
En segundo lugar, y en estrecha relación con lo señalado, nos encontramos con el principio de confianza. En virtud del cual los
sujetos actúan o se desenvuelven dentro de la sociedad, respecto de los otros sujetos de un modo más o menos esperado; la idea
nace en Alemania respecto de la aparición de un hecho fundamental para la historia del hombre que es el tráfico automotriz en
las ciudades. Al principio, la idea se planteaba como la idea de que el conductor cuando iba manejando debía sospechar de todos
los peatones porque era muy probable en virtud de las conductas esperadas de ellos, se generara situaciones de riesgos como
cruzar intempestivamente la calle o no respetar los pasos de cebra. Esto se fue invirtiendo tras aparecer las normas del tránsito.
Allí la gente empezó a entender que en la medida que yo cumpliese con las normas del tránsito, las personas alrededor mío
también lo van a hacer.
Ahora si bien esto nace a propósito de la conducción con la jurisprudencia alemana, no tardó en extenderse a otros ámbitos
como la medicina, en donde cuando (por ejemplo) el médico está operando se espera que todos los otros miembros del equipo
de cirugía hagan bien su trabajo.
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titular del bien jurídico que suele tener un vínculo bastante estrecho con el mismo como los padres con los hijos. También la
comunidad de vida que puede generarse entre personas que mantienen vínculos estrechos.
En segundo lugar, vamos a hablar de aquellos deberes respecto de los cuales el sujeto garante se encuentra obligado o compelido
al control de ciertas situaciones de peligro. Esto se entienden generalmente como deberes de aseguramiento. Por ejemplo la
fabricación de alimentos y de preocuparse que los insumos vengan en buen estado. O bien dentro de determinados trabajos,
especialmente aquellos trabajos peligrosos como la minería, establecer las medidas de seguridad adecuadas para determinados
accidentes. Ahora el problema de esta teoría alemana de Kaufmann es que resulta ser muy amplia y peca de extenderse a
determinados deberes extrajurídicos como la comunidad de vida. Por tanto la imputación de determinados delitos podría llegar
al absurdo de castigar situaciones que no están reguladas por la ley, lo que constituye una abierta violación al principio de
legalidad.
Fuerza irresistible.
A propósito de ella haremos una distinción en ella de la vis absoluta frente a la vis compulsiva.
La fuerza absoluta consiste en el vencimiento mecánico, muscular, de una resistencia corporal. Vale decir, cuando yo ocupo a
otro sujeto como una masa mecánica.
Fuerza compulsiva debemos entenderla como todas aquellas amenazas y coacciones, aquellas declaraciones provistas de un
contenido intelectual que revelan la resolución de causar un mal al sujeto al cual se amenaza. Por ejemplo, si con una pistola se
apunta a la cabeza de alguien obligándolo a que mate a otro, el sujeto puede controlar sus movimientos, sabe que está realizando
una conducta homicida, pero sin embargo se encuentra forzado o violentado psíquicamente para realizar el hecho. Cuando
nosotros vemos el 10 Nº 9 del CP, este artículo habla de que se exime de responsabilidad penal las personas que actúan en virtud
de una fuerza irresistible o un miedo insuperable; la pregunta es ¿Si hablamos de fuerza irresistible y miedo insuperable, a qué
fuerza nos estamos refiriendo en el art. 10 Nº 9? Si decimos a la vis absoluta y no a la vis compulsiva, es la posición dominante en
países como España y también en autores como Novoa, Rivacoba, Guzmán Dálbora, etc. Que consideran la fuerza como fuerza
física.
Es decir que dentro de la idea de fuerza del art. 10 nº 9 no se encuentran incluidas las amenazas o las coacciones. Sin embargo,
existe otra opinión seguida por Matus, Politoff, Cury, Ramírez, que consideran que la expresión “fuerza irresistible” del nº 9 del
art. 10 alude también a la vis compulsiva. Por eso ellos le agregan al art. 9 nº 10, la expresión fuerza moral irresistible. El
argumento que alude Politoff es que cuando uno habla de miedo insuperable, generalmente se refiere al tema de las fobias que
hace que los sujetos no puedan controlar sus movimientos. Pero cuando al hablar de fuerza irresistible, incluimos dentro de ella
la fuerza moral irresistible, no hablamos de fobias sino de miedos que no disminuyen nuestra voluntad a un punto irresistible. El
argumento de Politoff es que el art. 10 Nº 9 sólo puede hacer alusión a la vis compulsiva, porque la vis absoluta apunta a la idea
de ausencia de acto, y si vemos el CP en el art. 1, se define el delito como acción u omisión penada por la ley y allí dice que cuando
se habla de vis absoluta, el sujeto no tiene conducta; si no hay conducta no hay acción u omisión, en consecuencia no puede
castigarse por el art. 10 Nº 9, el que se referiría sólo a fuerza moral.
Junto con eso, cuando hablamos de exclusión de responsabilidad penal por ausencia de acto, vamos a hablar siempre del art. 1
del CP, y vamos a mencionar en primer lugar el caso de aquellas lesiones a bienes jurídicos que se producen en estados de sueño
donde no hay conciencia ni voluntad, en consecuencia todos los movimientos de desplazamiento que se producen en ese estado
elíptico del sueño no constituyen delito por cuanto no hay elemento volitivo requerido para generar una imputación; dentro de
ellos hablaremos de los somnílocuos (hablan durante el sueño y que por tanto pueden proferir expresiones injuriosas contra
otros sujetos). En segundo lugar mencionaremos el sonambulismo, en donde tampoco podemos hablar de la existencia de una
voluntad mínima que permita entender que existe un acto que configure o que dé pie al inicio de la estructura del delito. Se habla
también del estado crepuscular hipnótico dentro de la idea de sonambulismo, que corresponde en términos clínicos al estado
beta del sueño, donde los sujetos se quedan dormidos. También el estado de embriaguez del sueño donde los sujetos se
encuentran recién despertando.
En tercer lugar, la sugestión hipnótica que dice relación con un conjunto de situaciones especiales del sistema nervioso
producidas por maniobras de carácter artificial. En hipnosis se suele hablar de gran hipnotismo y pequeño hipnotismo, dentro
del pequeño hipnotismo mencionamos la fase en que empieza el trance hipnótico se caracteriza por el letargo, la rigidez y/o
pesadez muscular en los párpados del sujeto y otros fenómenos análogos en donde de todas formas ninguna de estas situaciones
o características determinan la existencia de que se haya perdido la voluntad para realizar el delito.
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Cuando hablamos de gran hipnotismo esa posibilidad desaparece, y ese estado de letargo y sonambulismo si puede dar pie a
ausencia de conductas en virtud de actos inconscientes. Entonces ante el problema que surge sobre quien responde ante los
delitos cometidos por el hipnotizado, se ha dado una discusión clásica del particular donde una postura sostiene que el
hipnotismo es una base patológica propia de personas que padecen ciertos trastornos de neurosis. Por lo que no se puede
hipnotizar a cualquier persona en primer lugar y en segundo lugar, señala que no es un hecho patológico de la mente sino
fisiológico, por lo tanto puede ejecutarlo cualquier persona sana desde un punto de vista mental. Ahora, la primera postura al
pensar que esto constituye un elemento psicológico o patológico, dice que no es factible entonces inducir eficazmente a un
hipnotizado para realizar actos delictivos, porque siempre va a existir una base mínima moral y ética respecto de estos sujetos
que les impida realizar actos que él pueda condenar moralmente; en consecuencia, si el sujeto realiza un acto delictivo, ha
actuado voluntariamente porque en el fondo el sujeto sí tenía la intención de realizar el hecho. Sin embargo para la otra postura
el planteamiento de idea delictiva, por cuanto se repite la sugestión insistente, si genera ausencia de acto.
Estados de inconciencia. Puede tener muchas fuentes, como la situación patológica determinada, como fiebre, y no podemos
considerar a dichos actos como conductas susceptibles de castigarse por el DP, así como los movimientos reflejos por cuanto en
ellos existe un estímulo que no puede controlar.
Actos instintivos. Se pueden dar en actos de protección frente a determinadas amenazas.
Actos o Movimientos habituales. Que corresponden a aquellos de los cuales se tiene conciencia en un principio pero luego, en
una constante repetición cotidiana de los mismos se vuelven automáticos. Por ejemplo, para quienes manejan vehículos
mecánicos y pasan a conducir vehículos automáticos.
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