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Foucault

A partir del siglo XIX se conforma un mecanismo a la vez creciente individualizante y normalizador

La idea del poder como un mero mecanismo represivo jurídico político prohibitivo es un error de
la concepción espontanea del poder.

El poder posee una característica fundamental como habilitadora de una determinada potencia
del sujeto (involucradas en el deseo?)

La noción del poder no tiene la potencia constitutiva y omnihistorica que si tiene la ideología de
Althusser. El poder disciplinario intensifica, cualifica, ejercita y supervisa el cuerpo, lo transforma
en dócil y útil, acrecienta sus aptitudes y aumenta la dominación que se ejerce sobre él.
Comparada con la descuartización publica del poder soberano (el edo), el moderno poder
disciplinario recompone en una unidad un cuerpo previamente desarticulado. De este modo el
poder disciplinario no encamina una explicación constitución subjetiva que sea aplicable al sujeto
como tal deslindándose de sus condicionamientos históricos (transhistoricidad), en contraposición
con la historicidad de Foucault, afecta el centro de la cuestión del sujeto, en tanto lo que se hace
inconmensurable entre uno y otro a través del problema de la historia es precisamente el planteo
de la constitución subjetiva. Pues para Foucault, se trata en todo caso de las transformaciones
entre un poder soberano dirigido sobre todo al castigo de los sujetos jurídicos, hacia un poder
disciplinario y regulatorio orientado tanto a la conformación de un individuo dócil como a la
producción de un sujeto moderno y confesional, atravesado por las tecnologías del yo.

Foucault produce individuos que son cuerpos dóciles y sujetados a través de la inclinación
permanente a la narración del secreto de sí mismos, es cierto también que estos individuos
parecen detentar al menos cierto grado de subjetivación, a partir del cual se hace posible la
operatoria del poder. En efecto, la maquinaria objetivante del poder disciplinario, o el dispositivo
subjetivante de la sexualidad, actúan y producen sobre la base de cierta individualidad previa que
no es mera superficialidad corporal, sino que posee algún grado de aceptación del poder que se le
ejerce.

La existencia subjetiva sobre la que se ejercen los mecanismos disciplinadores o regulatorios está
involucrada en la confirmación de ese ejercicio. Y esto en la medida de que el poder actúa
productivamente también en tanto establece una alianza secreta y sustancial con el placer y el
deseo. De acuerdo a esto, el poder opera sobre un deseo predispuesto, pero ese deseo está ya
constituido como tal. Es decir, este deseo es el resultado de la interpelación ideológica, de la
interposición de la ley y de la creación del inconsciente (reformular con tu idea de ideología desde
el es decir)
La posibilidad para el poder sería la ideología o el mundo simbólico para garantizar la producción
del individuo en tanto sujeto, el poder en este punto sería aquel conjunto de dispositivos que
actuarían sobre un sujeto ya constituido o interpelado, y por lo tanto poseedor de cierto deseo
sobre la base de cuya articulación con el poder este último tendría sus chances de actuar.

Althusser postula la existencia subjetiva sobre como el resultado de la actuación de la ley y la


ideología, es decir, postula que no puede haber sujeto antes de esa operación. Mientras que
Foucault apunta a no dirimir cómo es posible que los hombres lleguen a ser sujetos dotados de
mundo simbólico, sino más bien cómo es que ese mundo simbólico y cultural opera sobre esos
individuos, no para darles existencia, pues ya lo tienen, sino para transformarlos subjetivarlos,
objetivarlos, hacerlos seres de obediencia y confesión.

Althusser da a su ideología la facultad de introducir sujetos al mundo simbólico, es decir, a


producir en los individuos su inconciente y su deseo como tal para convertirlos en sujetos a partir
de la ley de la cultura,

Foucault po su parte no encuentra la capacidad transhistorica de la ideología para producir sujetos


iguales en tanto seres simbólicos, en cualquier sociedad dada, sino más bien la facultad del poder
para producir formas históricas de subjetividad. Lo que subyace a esta noción de poder de
Foucault es que los individuos, o los sujetos, no son inherentemente algo (seres simbolizados) más
allá de como esa simbolización se manifieste, sino que por lo pronto la subjetividad es
principalmente un conjunto de comportamientos, disposiciones y seguimiento de normas
ritualizadas de acción históricas, sin las cuales no existe ninguna cualidad que sea compartida por
todos los sujetos, es decir, que defina al sujeto como tal, más allá de sus condicionamientos.

La idea del sujeto es en sí misma, a la vez histórica en tanto concepto y el producto de


determinadas experiencias y formas de organización.

El poder no es una cualidad inherente a este (como la ideología) sino más bien una cierta
manifestación histórica del poder, una forma histórica de aparición del poder, que tanto es
histórica también es sustituible. En los siglos XVIII y XIX el poder se volvió productivo y no que lo
fue o lo será para siempre. O, mejor dicho, que la noción de productividad tiene un sentido
especifico al tratarse de poder disciplinario, vinculado con la cualidad de éste para intensificar el
cuerpo y la inclinación confesional.

Foucault no busca identidades sustanciales no históricas como sujetos, sino que busca la
emergencia de los sujetos en la historia. Los sujetos se forjan en la historia y no antes de la
historia, porque la historia no tiene tal tiempo anterior.

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