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Cuando una pareja tiene problemas en su relación y no logra solucionarlos sino que se
van manteniendo en el tiempo, llega un momento en que dichos problemas empiezan a
deteriorar la relación cada vez más, generando insatisfacción y pudiendo llegar a
romperla. Es entonces cuando algunas parejas deciden acudir a un psicólogo para
realizar una terapia de pareja que les ayude a salvar su relación.
Pero la terapia de pareja no sirve solo para parejas con problemas, sino que incluso una
pareja con una buena relación puede acudir a un psicólogo especializado en relaciones
de pareja para aprender a comunicarse mejor, prevenir futuros conflictos y tener una
relación más armoniosa y duradera, así como fortalecer sus vínculos y conocerse mejor
el uno al otro.
Durante la terapia se analizan los conflictos para tener una mayor comprensión de ellos,
aprendes a resolver problemas y discutir las diferencias de manera racional, a reconocer
cuáles son tus ideas y creencias que debes modificar por ser poco realistas o erróneas, a
detectar qué comportamientos debe cambiar cada uno y aprender cómo hacerlo, a
escuchar, comprender y aceptar a la otra persona así como aceptar las diferencias entre
ambos.
Tras la evaluación, el psicólogo comenta con la pareja cuáles son los problemas que
están planteando y explica cuáles son las razones por las que tienen esos problemas, por
qué sus esfuerzos para resolverlos no están funcionando y cómo la terapia puede
ayudarles.
Esta terapia procede de la teoría del apego, que estudia cómo las personas están
biológicamente programadas para establecer fueres lazos de amor entre ellos, y cómo
estos vínculos pueden ser seguros o inseguros. Según la terapia focalizada en las
emociones, las parejas tienen problemas cuando sienten una desconexión emocional
entre ellos en determinados momentos, que da lugar a ciclos de críticas, ira,
resentimiento y otras emociones negativas. El objetivo de la terapia consiste en ayudar a
las parejas a superar estos ciclos, volver a establecer esa conexión emocional y
fortalecer el vínculo entre ellos, aprendiendo a identificar, experimentar, explorar,
entender y expresar mejor sus emociones, así como manejarlas de manera apropiada.
Dice el tópico que el tiempo y la rutina acaban con el amor, pero eso no tiene por qué
ser así. Una relación de pareja es algo vivo que atraviesa fases, sufre altibajos y cambia
continuamente… no necesariamente a peor. Dedicar tiempo, energía y atención a la
pareja es el secreto para que la relación no se marchite.
Rompan la rutina. Hay rutinas necesarias para la vida cotidiana, pero también otras que
empequeñecen la vida, al hacerla previsible y aburrida. Salgan de lo conocido, dejen de
ir a cenar a los mismos restaurantes, váyanse de vacaciones sin hacer planes. Es
importante no convertir la relación de pareja en un castillito para dos donde nada nuevo
puede entrar.
Disfruten juntos. No permitan que las obligaciones cotidianas les roben la sonrisa. El
amor necesita atención, ilusión, gestos de ternura, sorpresas, regalos. Es como un niño
con el corazón abierto. Ríanse juntos y traten de que la alegría presida su relación.
Hagan un esfuerzo por evitar la negatividad, la grosería y las faltas de respeto que matan
el deseo y las ganas de estar juntos.
No teman los conflictos. Por mucho amor y complicidad que haya, en una relación
siempre van a surgir desacuerdos, discusiones y hasta peleas. Es mejor expresar el
malestar que callárselo, pues esto siempre conduce a la frustración y el rencor. Los
desacuerdos son una oportunidad para conocerse mejor, aprender lecciones y construir
una base sólida para su relación. Y recuerden: nunca tengan miedo de pedir perdón. Es
el bálsamo que suaviza todas las tensiones.
Expresen su amor. Nunca den el afecto de su pareja por sentado. Aunque tengan una
relación estable o estén casados, él o ella no es de su propiedad. Es una persona que ha
decidido amarle y estar a su lado, al igual que usted. El amor se fortalece cuando la
pareja expresa sus sentimientos, cuando ambos se ponen en el lugar de otro, cuando
dedican tiempo y energía a celebrar su amor, a apoyarse mutuamente, a tratar de
comprenderse y mantenerse unidos incluso en medio de las desavenencias o los malos
momentos.
Tengan una vida propia. Por muy enamorados que estén, tengan en cuenta que su pareja
no puede ni debe colmar todas sus necesidades afectivas. Es importantísimo que cada
uno de ustedes siga siendo una persona autónoma y razonablemente feliz al margen de
su pareja, porque solo así pueden sumar, aportarse, nutrir la relación. Tengan amigos,
confidentes y cómplices de ambos sexos con los que pasar tiempo y hablar,
desahogarse, compartir aficiones, escuchar, aprender cosas… Dejen que haya aire entre
los dos para que ambos puedan respirar a gusto.
… Pero recuerden que son una pareja. Esto implica tomar las decisiones de mutuo
acuerdo, compartir la vida cotidiana, acoplarse, ajustarse, reinventarse. Supone
compartir momentos de felicidad, ternura, complicidad, pero también días en los que no
se soporten. Pongan su compromiso y su mutuo amor por encima de las circunstancias y
estados de ánimo, para no olvidar nunca cuál es la razón por la que están juntos.