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La Terapia Como Diálogo Hermenéutico y Construccionista PDF
La Terapia Como Diálogo Hermenéutico y Construccionista PDF
LA TERAPIA COMO
DIÁLOGO HERMENÉUTICO
Y CONSTRUCCIONISTA
Prácticas de libertad y deco-construcción
en los juegos relacionales, de lenguaje y de significado
USA
2
Taos Institute Publications
Executive Director
Dawn Dole
3
Taos Institute Publications
4
Experience AI: A Practitioner's Guide to Integrating Appreciative Inquiry and
Experiential Learning, (2001) by Miriam Ricketts and Jim Willis
For book information and ordering, visit Taos Institute Publications at:
www.taosinstitutepublications.net
For further information, call: 1-888-999-TAOS, 1-440-338-6733
Email: info@taosoinstitute.net
5
A Paty
Con mi eterno agradecimiento
6
Contenido
Prefacio 9
Prólogo 11
1. Introducción (El contexto) 17
Eclecticismo, anarquismo y riqueza conceptual
Horizontes de interpretación y comprensión
5. Individualidad y diversidad 45
7
Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra,
libertad que se inventa y me inventa cada día.
8
PREFACIO
Amistad y libertad son, sin la menor duda, dos valores que confluyen para dar cuenta
del porqué de estas líneas acerca de esta obra.
Debo admitir que si este libro hubiese hablado solamente de terapia no habría
suscitado en mí un interés especial, más allá del que siempre merece un libro serio,
reflexivo y bien escrito. Resulta, sin embargo, que aún narrando con rigurosa precisión
una determinada experiencia terapéutica, así como las principales orientaciones que la
sustentan, Gilberto Limón consigue trascender el estricto plano terapéutico y dibujar a
partir de él, pero con toda naturalidad y casi como sin proponérselo, una multiplicidad
de senderos que nos adentran poco a poco en cuestiones que son vitales para dilucidar
nuestra propia relación con nosotros mismos, y para entender el nexo relacional que
tejemos incesantemente con los demás.
De hecho, sin desatender en ningún momento la preocupación terapéutica, el
autor del libro nos habla muy directamente de nuestros modos de ser, de nuestras
formas de vivir y de pensar, de los juegos relacionales de lenguaje y de significados que
construyen nuestras subjetividades, y lo hace sin perder nunca de vista el contexto
social y cultural en el que se enmarcan esos procesos. Si añadimos a estas
consideraciones el hecho de que el autor acude con agudeza y con acierto a las
aportaciones del construccionismo social y de la hermenéutica, completadas con
incursiones en el pensamiento de un Foucault o de un Derrida, por citar solo dos
nombres a modo de ejemplo, se entenderá fácilmente que el interés que despierta el
libro trascienda con mucho, por lo menos en lo que a mí concierne, el que pueda
suscitar un mero relato terapéutico. Sin duda, las orientaciones y los autores a los que
acabo de aludir constituyen unos incentivos suficientemente atractivos para emprender
una lectura muy atenta, y para disfrutar leyendo, pero, las razones por las cuales este
libro arranca mi adhesión más entusiasta se encuentran en otro lugar y son de otro
tipo.
Las continuas referencias a la problemática de la libertad y a la ampliación de los
márgenes de libertad nos ponen ya sobre la pista de lo que constituye, quizás, la
característica más genuina del discurso y de la práctica que desarrolla el autor. Pocas
veces, he visto reflejado en una obra un talante más plenamente no autoritario, por no
decir anti autoritario, como el que manifiesta aquí Gilberto Limón. No sólo conduce la
terapia con el más exquisito respeto por la libertad y por la capacidad de decisión de las
personas, manifestando una envidiable capacidad de apertura hacia el otro, sino que,
además, formula sus planteamientos teóricos con una total ausencia de dogmatismo y
de rigidez, lo que no significa, ni mucho menos, ausencia de criterio firme y de
convicción meditada. Ampliar los márgenes de libertad de quienes buscan ayuda en la
terapia, ese es, y no otro, el “têlos” fundamental de la intervención. No se trata de que
la persona se transforme, de que deje de ser quien es, tan solo se trata de que pueda
hacerlo si así lo desea, y es por eso por lo cual conviene explorar con ella, de forma
9
creativa y no intrusiva, las capas de sentido que la han constituido como la que es, y las
alternativas posibles a esa forma de ser.
Incluso, cuando Gilberto Limón desarrolla su interesante concepto de “deco-
construcción” y habla de “des-sedimentar” las capas de sentido que inciden en la forma
de ser y de pensar de las personas, toma inmediatamente la precaución de señalar que
no se trata de destruir formas ya constituidas de ser o de pensar, sino simplemente de
comprender su modo de constitución. En todo momento, la persona debe poder ejercer
su libertad de seguir siendo como es o de pasar a ser diferente, sin que nadie pueda
atribuirse el derecho a crear condiciones que decidan por ella; se trata siempre de
ampliar, y no de reducir, márgenes de libertad. Desde esta concepción, ayudar a
caminar mejor por la vida pasa por contribuir a multiplicar y a diversificar los senderos
por los cuales se puede transitar, pero sin prefijar nunca el camino que conviene seguir.
Está claro que cambiarse eventualmente a uno mismo y optar por formas
diferentes de estar en el mundo, significa, entre otras cosas, modificar la propia relación
que uno mantiene consigo mismo, pero esto nunca debería ser visto como una
operación solipsista y puramente individual. No es solamente que para cambiar la
relación que uno mantiene consigo mismo se necesiten las herramientas y los
materiales que proporciona la relación con el otro, es que la relación consigo mismo
está hecha del conjunto de las relaciones con los demás, con lo cual si cambia uno de
los dos términos también cambia el otro.
Son, sin duda, mis propias neuras y obsesiones las que, al leer este libro, me han
hecho enfatizar algunos aspectos particulares, otras lecturas pondrán el acento sobre
otras aportaciones del libro, igualmente valiosas. Quiero insistir, sin embargo, sobre ese
enorme aprecio por la libertad, y sobre ese talante profundamente no autoritario que
subyacen a mi entender en toda la orientación del libro, y que se plasman por
momentos en frases tan claras como la que dice que nos hacen falta menos verdades y
más relativismo.
Y, para concluir ya este breve comentario, me atrevería a añadir que este intenso
aroma de libertad que impregna el libro no es, en absoluto, casual. En efecto, si la obra
que tenemos entre manos es tan intensamente reacia a cualquier manifestación de
autoritarismo es, sencillamente, porque está en perfecta consonancia con la forma de
ser que caracteriza a Gilberto Limón. Espero y deseo que no tome, en ningún momento,
la decisión de ser diferente, por lo menos en lo que atañe a esta peculiar característica
de su forma de estar en el mundo.
10
PRÓLOGO
No me aferro a una proposición,
sino a una red de proposiciones.
11
sistema de inteligibilidad que pudiera abarcar los juegos relacionales, de lenguaje y de
significado con los que veíamos que la gente acudía a consulta.
Es por lo anterior que consideré pertinente contemplar dichos juegos como parte
sustantiva de un procedimiento terapéutico conversacional que hemos aludido como
hermenéutico y construccionista, sobre todo por el énfasis en las interpretaciones y en
las modalidades relacionales que han venido surgiendo en el transcurso de las terapias.
Por ello, en lugar de buscar una correspondencia más directa con algún autor o modelo
terapéutico en particular, gradualmente nos fuimos involucrando en lecturas y
reflexiones que consideramos que estaban abarcando más ampliamente las complejas
configuraciones sociales que, de manera por demás interesante, estábamos viendo
reflejadas en las solicitudes que nos remitían. Con todo, fue el vínculo de la
problemática de las personas con la realidad social por la que estamos atravesando, lo
que me llevó a contemplar la idea de ampliar nuestros propios juegos con
planteamientos y sugerencias obtenidas en otras áreas del conocimiento, entre las que
cabría destacar las aportaciones vertidas desde la psicología social construccionista.
Este amplio grupo de premisas no sólo nos ayudó a considerar la idea de
incorporar en nuestros análisis las condiciones sociales y culturales que envuelven a las
personas, también nos permitió ver cómo pueden llegar a cristalizarse en formas de ser
muy limitantes, con restringidos márgenes de libertad. Todo esto favoreció que
pudiéramos entrar más fácilmente en contacto con otras perspectivas y disciplinas, así
como incursionar gradualmente en un nuevo cuerpo de metáforas que,
presumiblemente, nos ha estado permitiendo abordar más ampliamente ‘la
problemática’ de los consultantes, así como conversar con ellos sobre posibles
alternativas y formas de vida sostenibles a más largo plazo. De aquí que muchos de los
términos utilizados pudiera parecer que contienen conceptos algo alejados del marco
teórico construccionista, aunque nosotros nos atrevemos a pensar que sólo se trata de
voces y conceptos ya existentes en los contextos en los que participamos. Fueron
voces, palabras, ideas, metáforas y analogías que nos ayudaron a escudriñar diferentes
formas de ser y de pensar; fueron conversaciones terapéuticas que, presumiblemente,
pudieron responder mejor a las necesidades o peticiones de ayuda de las personas que
veíamos pasar por las salas de consulta.
15
para poder realizar mis dos últimas estancias sabáticas en la Universitat Autónoma de
Barcelona, en donde pude concluir los trabajos relacionados con la presente
investigación.
16
1. INTRODUCCIÓN (El contexto)
En la era postmoderna el territorio ha dejado de
existir y sólo ha quedado el mapa o, mejor, que es
imposible distinguir los conceptos mismos de mapa
y territorio, se ha borrado la diferencia que solía
existir entre ellos.
Jean Baudrillard
17
participan (Trujano y Limón, en prensa). Se trata de una forma de hacer terapia que
nos ha permitido tomar una prudente distancia de las posturas tradicionales de la
psicología, para iniciar una rica y fructífera forma de inteligibilidad que vemos vinculada
a esa nueva conciencia colectiva identificada como postmodernidad (Gergen, 1992). Por
eso mismo, además de las sugerentes propuestas y matices que el construccionismo ha
venido adoptando como sistema de inteligibilidad, gracias, en parte, a la congruencia de
sus explicaciones para entender y enfrentar la complejidad de la época que nos tocó
vivir, al mismo tiempo tendríamos que resaltar su valiosa incursión como marco
conceptual para enriquecer las prácticas que caracterizan los diferentes escenarios
profesionales contemporáneos. Es por eso que nos atrevemos a pensar que se trata de
un movimiento que ha venido generando nuevas e interesantes maneras de
relacionarnos con el mundo, y, en el caso de la terapia, de formas más cordiales,
respetuosas y efectivas para ayudar a las personas con problemas. Pero al parecer
también se trata de una seductora forma de comprensión (o inteligibilidad) que, por sus
características, paralelamente está impregnando a la sociedad en su conjunto. Y
aunque muchos de los planteamientos que dieron pie al surgimiento del
construccionismo empezaron a producirse en la primera mitad del Siglo XX, es entre los
años ochenta y noventa donde logra articularse como una alternativa pertinente para
pensar la realidad e incidir en los asuntos sociales que nos preocupan.
¿Qué cosas ocurrieron primero, los cambios que en las últimas décadas se han
venido generando en las sociedades, o las explicaciones y propuestas que han venido
elaborando los científicos sociales, filósofos, antropólogos, historiadores, lingüistas,
metodólogos y psicólogos afines a este movimiento? Demarcándonos de una lógica
lineal, podríamos pensar que son movimientos que se generan con cierta consonancia
pero sin una clara conciencia de otras formas afines o similares que pudieran estar
surgiendo en algunos otros lugares y contextos del planeta, incluidos, en éstos, los
escenarios científicos y profesionales que buscan explicarlos, sobre todo en sus inicios.
Siguiendo un poco el planteamiento de Kenneth Gergen al respecto (1992), fue durante
el Siglo XX que en el mundo se generó una serie importante de medios e instrumentos
que facilitaron la comunicación y el intercambio entre las personas, lo que produjo que
se conocieran otras modalidades culturales que eventualmente iban a relativizar las
experiencias locales, y con ello un pensamiento que se distanciaba del carácter absoluto
y universal de las creencias, para empezar a conocer formas diferentes de estar en el
mundo. Son creencias, explicaciones, preocupaciones o movimientos que se han venido
expandiendo a lo largo del Siglo XX, sobre todo en su segunda mitad, y que han
llamado la atención de importantes autores contemporáneos en diferentes escenarios
profesionales, lo que a su vez ha generado un buen número de publicaciones al
respecto2. Beck y Beck-Gernsheim (2003, pág. 27), por ejemplo, señalan la existencia
2
No obstante la enorme cantidad de autores y publicaciones, podría, en principio, señalar el caso de
Pierre Bourdieu (La dominación masculina. Barcelona: Anagrama, 2000), de Ulrich Beck (¿Qué es la
globalización? Barcelona: Paidós, 1998), de Anthony Giddens (Un mundo desbocado. Madrid: Taurus,
2000b; y Consecuencias de la modernidad. Madrid: Alianza Editorial, 1999), de Norbert Elias
18
de cambios fundamentales en la naturaleza de lo social y de lo político, y de una
erosión de las certidumbres antropológicas que está obligando a las ciencias sociales a
modificar sus herramientas teóricas, e incluso a reinventarlas.
Un aspecto interesante a destacar en este acontecer histórico, además de la
relativización de las experiencias locales, es que se favoreció un proceso que ha venido
a rescatar, producir y redimensionar una serie de valores que se están contraponiendo
con algunas de las tendencias que habían justificado las posturas impositivas y las
jerarquías (presumiblemente vinculadas a las relaciones de sumisión y dominación a las
que hacía referencia Michel Foucault). Son maneras de estar en el mundo y de
relacionarnos con nuestro entorno que, aparentemente, están provocando que las
anteriores empiecen a retrotraerse como características privilegiadas, para, con ello,
propiciar el reacomodo de creencias y valores encaminados al surgimiento de relaciones
más respetuosas, equitativas y condescendientes3. Ulrick Beck (en Beck y Beck-
Gernsheim, 2003) habla de una ‘democratización cultural’ que está emergiendo en el
contexto actual (que él identifica como ‘segunda modernidad’), y de una ‘democracia
interiorizada’ que contempla la creencia en la igualdad y en el diálogo, y no en la
violencia de la imposición de la autoridad como elemento principal para alcanzar
acuerdos.
Con todo, y al margen de su importancia como un proceso social que está
involucrando gradualmente a todo el planeta, al parecer no es el único momento de la
historia donde se han llegado a producir este tipo de situaciones, de procesos que
relativizan la experiencia y promueven la diversidad, incluidos, en éstos, la tolerancia y
el respeto por la pluralidad. Ya Carl Sagan, en su famoso documental Cosmos,
menciona que por el Siglo –VIII, en la región Jonia (un territorio del litoral egeo de Asia
Menor) había ocurrido un proceso similar, gracias, en parte, a su relativa distancia que
las separaba del resto de las islas del Mar Jónico, y porque estaba más allá de las
fronteras imperiales que concentraban el poder y evitaban la diversidad, lo que le
permitió desarrollarse con mayor autonomía que las otras naciones griegas. Este
famoso astrónomo comenta que los mercaderes, turistas y marinos de África, Asia y
Europa se reunían en Jonia e intercambiaban bienes, relatos e ideas, lo que produjo un
“vigoroso y embriagante intercambio de tradiciones, prejuicios, lenguas y dioses”.
¿Qué se hace cuando diferentes dioses reclaman el mismo territorio?, se
preguntaba Carl Sagan, y respondía que, como tanto el Marduk babilonio como el Zeus
(Conocimiento y poder. Madrid: La Piqueta, 1994; Liberalismo y democracia. México: FCE, 1996; Las
ideologías y el poder en crisis. Barcelona: Ariel, 1988; y El futuro de la democracia. México: FCE, 1986),
de Immanuel Wallerstein (Después del liberalismo, México: UNAM/Siglo XXI, 2003), o de Zygmunt
Bauman (Modernidad líquida, Buenos Aires: FCE, 1999), entre otros.
3
De ninguna manera querría decir que el mundo ha dejado atrás las prácticas articuladas con las
relaciones de sumisión, de abuso o de control y excesos de todo tipo (económico, político, cultural, de
género, etc.), que van de lo sutil a lo grotesco. Las noticias todo el tiempo nos lo recuerdan. Lo que
quiero decir es que existe una tendencia que está empezando a destacar y generalizar estos valores (que
incluso aparecen cotidianamente en los discursos de los políticos, aunque nos mientan), lo cual considero
que es un buen ejemplo de esta interesante tendencia.
19
griego tenían atributos distintos, se podía suponer que uno de estos había sido creado
por los sacerdotes. Pero entonces, ¿por qué no ambos?, se volvía a preguntar, para
posteriormente señalar que así fue como nació la idea de que podía haber una forma
de conocer el mundo sin la hipótesis de un dios, y así fue también, nos dice Carl Sagan,
como nació la ciencia.
Independientemente de las diferencias o semejanzas que pudieran tener estos
dos procesos a 27 siglos de distancia, o de las interesantes y muy variadas preguntas
que generan (¿por qué y cómo se suprimieron aquellas primeras modalidades
relacionales que favorecieron el respeto por la diversidad y la gran riqueza cultural que
produjeron?, ¿por qué y cómo es que se prolongó por tanto tiempo el oscurantismo que
cubrió algunas culturas posteriores?, ¿qué va a pasar más adelante con el proceso que
estamos ahora viviendo?, etc.), lo que habría que destacar, en ambos acontecimientos
históricos, es la relativización que ocasionaron sobre las experiencias locales y, por
tanto, su carácter como construcción social. Me refiero a formas de ser y de pensar que
han sido construidas socialmente a lo largo de la historia, mismas que contemplan las
diferentes modalidades y metodologías que hemos concebido para aproximarnos al
conocimiento de la realidad (incluido el invento de los sacerdotes y de la ciencia
misma). Pero también podemos observar que en los dos procesos se produce una
importante ampliación de perspectivas en las personas; como podemos ver un
interesante reacomodo y emergencia de creencias y valores que pueden llegar a
cuestionar las tendencias dominantes en algún momento específico de la historia (en no
pocas ocasiones en contraposición con los poderes económicos, políticos, científicos y
religiosos dominantes).
Me refiero, en concreto, a ciertas modalidades relacionales 4 que, además de
contemplar valores importantes para la convivencia en un mundo cada vez más
‘globalizado’, al mismo tiempo pueden llegar a formar parte de un proceso terapéutico
que promueva nuevas formas de relacionarse con uno mismo y con los demás. Es el
caso, por ejemplo, del reconocimiento de la diversidad, además de algunos otros
valores asociados, como el respeto, la tolerancia, la pluralidad, la colaboración, la
negociación, la solidaridad, etcétera.
4
Es interesante observar la cercanía conceptual y de sentido que se perciben entre los planteamientos y
preocupaciones de la psicología social construccionista y los de la sociología contemporánea, como es la
importancia que le atribuyen a la modalidad relacional (Gergen, 2006; Bourdieu y Wacquant, 1995).
20
proceso de diálogo como un conjunto de entrecruzamientos en donde opera el
acontecer hermenéutico, donde se construyen mayormente los significados y las formas
de relacionarnos, y, por lo mismo, nuestras experiencias del mundo. Esto, por supuesto,
sin dejar de prestarle atención a otros autores importantes, como Jacques Derrida
(1987; 1989) y su planteamiento acerca de la deconstrucción, pues se trata de una muy
interesante propuesta que le ha venido proporcionando apreciables elementos
conceptuales a la orientación construccionista y, por extensión, a las nuevas formas de
hacer y pensar la psicoterapia, particularmente las terapias genéricamente identificadas
como narrativas o postmodernas.
Para nosotros también fueron muy estimulantes las aportaciones de Thomas
Kuhn, considerado uno de los principales personajes de la llamada nueva filosofía de la
ciencia, o de Jean-Francois Lyotard y Paul Feyerabend, importantes exponentes del
pensamiento postmoderno, incluida, de manera por demás excepcional, la crítica de
este último (Feyerabend, 1993) en contra de la supuesta supremacía de un solo método
como mecanismo privilegiado para generar conocimiento. Es un planteamiento que
llevó a Feyerabend a elaborar una interesante y controvertida teoría anarquista del
conocimiento5, y a nosotros a pensar en la posibilidad de ampliar nuestras perspectivas
sin descartar ninguna opción o método en particular, pues considero que todos pueden
ser válidos para generar conocimiento y, en nuestro caso, para ampliar o enriquecer
nuestro proceder en el ámbito de la psicoterapia. Permítaseme reproducir un fragmento
que resume la postura de este controvertido pero valioso autor.
22
Son, todos ellos, autores que han alimentado este innovador sistema de
inteligibilidad para favorecer el desarrollo de nuevas formas de hacer terapia, que,
aunque parece vislumbrarse en el horizonte su eventual ramificación en diferentes
perspectivas con relativa autonomía, es en gran medida desde el construccionismo
social de donde siguen brotando los argumentos que les han venido proporcionando su
coherencia, eficacia y utilidad como modalidades terapéuticas contemporáneas.
6
La Enciclopedia (2003), Madrid: Salvat/El País, 10, pág. 7521.
23
hermenéutica como un proceso relacional interpretativo y de comprensión con uno
mismo y con el mundo, en donde nosotros, como terapeutas, formamos parte
coyuntural del mundo de los consultantes. Y pienso, interpretando a Gadamer (en
Ferrater Mora, 1994, pág. 1423), que nuestros consultorios son uno de esos ‘lugares’
que favorecen el ‘conjunto de acontecimientos’ (preguntas y respuestas, apropiaciones
y rechazos, muestras de confianza y extrañeza, etc.) en donde puede operar de manera
significativa ‘el acontecer hermenéutico’ o interpretativo. Se trata de un diálogo o
proceso terapéutico conversacional que, además de proveer a las personas de un
espacio privilegiado para el análisis y la reflexión, al mismo tiempo contempla un
proceso de deconstrucción y construcción de significados (y su correspondiente
generación de sentido), mismos que pueden imprimirle cambios sustantivos a las
diferentes modalidades relacionales alrededor de sus particulares formas de vivir la
vida. Es un proceso conversacional complejo en un horizonte de interpretación y
comprensión compartida que, como se podrá ver a lo largo del trabajo aquí presentado,
está entretejido con aquellos otros elementos conceptuales que nos ayudaron a
delinear una forma diferente de hacer terapia7.
7
Aunque con matices, para Gadamer (1984, pág. 462) “toda traducción es por eso ya una
interpretación”. Sin embargo, nosotros hacemos una distinción adicional al respecto de los términos
‘traducción’ e ‘interpretación’ (al margen de lo que digan los diccionarios). Grosso modo, consideramos
que en la mayoría de los modelos terapéuticos se trata, más bien, de una especie de ‘traducción’ del
sistema de significados de las personas al sistema de significados de los terapeutas. Pero, en el caso de
la ‘interpretación’, estamos hablando de una interpretación/comprensión conjunta entre terapeutas y
consultantes del propio sistema de significados que gobierna la vida de las personas (aunque entrelazado
con el sistema de significados del terapeuta, como se verá más adelante).
24
que encerrarse en un marco teórico que le impida enriquecerse para continuar
transformándose, pero sin llegar a perder su sensibilidad crítica ni descuidar la
dimensión política de sus propias teorizaciones y de sus propias prácticas.
25
2. NUEVO CUERPO DE METÁFORAS PARA LA PSICOTERAPIA
¿Cómo sabes que toda ave que surca el aire no es
un mundo inmenso de placer, confinado por tus
cinco sentidos?
Doris Lessing
8
En diferentes publicaciones Kenneth Gergen ha utilizado el término ‘guía metafórica’ para referirse al
conjunto de propuestas para conceptualizar y/o sugerir lineamientos para la práctica de las terapias de
corte construccionista, un término que, por sus características abiertas y flexibles, nosotros hemos
adoptado para englobar las peculiaridades de nuestro trabajo.
26
Creencias y valores
¿Qué tanto influye nuestra forma de pensar en las historias aún no contadas de las
personas?, ¿dirigimos las conversaciones, digamos, consciente o inconscientemente,
querámoslo o no? Nosotros pensamos que todas las formas de hacer psicoterapia están
sustentadas en un marco teórico o conceptual, y de alguna manera todas tienen tras de
sí un significativo cuerpo de valores y creencias que forman parte del mismo marco
teórico, aunque no se manifiesten de manera explícita (incluidos los planteamientos del
construccionismo y sus prácticas asociadas). Por eso mismo, en el quehacer terapéutico
aquí descrito asumimos abiertamente, pero con respeto y cautela, el conjunto de
valores y creencias que coexisten en los planteamientos que sustenta el
construccionismo y sus múltiples fuentes de inspiración. En otras palabras, entramos a
terapia con el convencimiento de que llevamos con nosotros un conjunto de creencias y
valores que, de alguna u otra manera, pasarán a formar parte de los juegos de
lenguaje que establezcamos con los consultantes. Porque si estamos hablando de un
proceso relacional, de colaboración o de co-construcción, obligadamente tendríamos
que pensar que existe alguna forma de intercambio e influencia recíproca, como para
que presumiblemente puedan llegar a surgir las narrativas liberadoras, aquéllas que les
van a permitir a las personas pensar de otra manera, hacer algo diferente, vislumbrar
un proyecto de vida alternativo, contar las historias aún no contadas. Son creencias y
valores que se encuentran entretejidos en las conversaciones que llevamos a cabo
cuando entramos con ellos a terapia, las mismas creencias y valores que, en nuestro
caso, pueden entreverse entre las palabras y los argumentos del trabajo aquí
presentado, del texto que amablemente tiene usted en sus manos.
Ya en su momento Harold Goolishian, en un diálogo con Guattari y Sluzki (en
Schnitman, 1994, págs. 307-311) comentaba que los terapeutas no somos pizarras en
blanco sobre las cuales se puedan escribir historias, sino partícipes activos en la co-
creación de esas historias, y señalaba, junto con Harlene Anderson (en Schnitman,
1994, págs. 293-306), que el terapeuta pasa a ser una suerte de editor útil en la
transformación de la propia historia. Y Gianfranco Cecchin (1996), por su parte, decía
que el terapeuta ‘irreverente’ no entabla una relación terapéutica despojado de ideas,
experiencias o construcciones privilegiadas, agregando que éste acude a la terapia
provisto ya de ciertas versiones de la realidad (igual que los ‘clientes’), aclarando que
sus convicciones no son una verdad independiente del observador y del contexto, sino
el resultado de normas éticas que surgen de la historia personal del terapeuta, de su
orientación teórica y del contexto cultural. Pero, además, como lo señalan Gergen y
Warhus (2001), pensamos que el trabajo terapéutico necesariamente implica una forma
de activismo político y social, se reconozca o no, y cualquier acto dentro de la sociedad
crea su futuro, para bien o para mal.
Evidentemente no se trata de cambiar las formas de pensar de los consultantes
por la forma de pensar de los terapeutas, o de suplir sus valores por los nuestros, sino
de conversar abiertamente con ellos sobre las múltiples posibilidades existentes y sus
implicaciones, para, de esta manera, ayudarles a editar los próximos capítulos de sus
27
propias historias. De manera similar a como lo señala Foucault (1985, págs. 239-240),
el trabajo de un intelectual, y, por ende, el nuestro como psicólogos y terapeutas, “no
consiste en modelar la voluntad política de los demás, sino en interrogar de nuevo las
evidencias y los postulados, cuestionar los hábitos, las maneras de hacer y de pensar,
disipar las familiaridades admitidas, retomar la medida de las reglas y las instituciones a
partir de esta re-problematización (en que él juega su oficio específico de intelectual), y
ello a través de los análisis que lleva a cabo en los terrenos que le son propios…”. Se
trata de un planteamiento consonante con la observación de Gergen (2006) sobre el
construccionismo social, pues, como antes se señaló, más que pensarlo como una
teoría singular y unificada, este autor lo considera como un diálogo que se desarrolla
entre quienes participan y tienen ideas, valores y puntos de vista considerablemente
variados. Y, en nuestro caso, se trata de un diálogo que hemos querido hacer extensivo
a las personas que buscan ayuda en la terapia. Lo importante para nosotros es poder
alejarnos de las convencionales posturas teóricas acotadas, lo mismo que de las
creencias cerradas y excluyentes, para implicarnos en un intenso diálogo hermenéutico
y construccionista que facilite generar nuevas formas de comprensión y de relación con
el entorno, en una conversación creativa que nos permita acompañar con sensibilidad a
la gente que enfrenta dificultades.
Es por eso que, de manera similar a como lo plantean Goolishian, Cecchin y
Gergen, cuando entramos a terapia lo hacemos con el convencimiento de que llevamos
con nosotros un conjunto de creencias y valores que, de alguna u otra manera, pasarán
a formar parte de las conversaciones terapéuticas con los consultantes. Pero, en
nuestro caso, se trata de privilegiar el diálogo en lugar de la violencia, la negociación en
lugar de la imposición, la tolerancia en lugar de la exclusión, o nuestras creencias sobre
el respeto a la diferencia y el derecho que todos tenemos a ser como somos o a ser de
otra manera, o la idea de no dejarnos atrapar por formas de ser y de pensar muy
cerradas, excluyentes o abusivas. Aunque también asumimos la idea de contemplar la
posibilidad de ampliar los márgenes de acción y valorar la libertad como un asunto
estratégico, al igual que el compartir con ellos nuestra perspectiva sobre los vínculos
relacionales en los cuales estamos inmersos.
De aquí la importancia del talante respetuoso y comprensivo con el que
invitamos a las personas a involucrarse en una conversación que les ayude a reflexionar
sobre sus formas de vida y sobre sus puntos de vista o perspectivas, y de aquí también
las respuestas cordiales y de satisfacción que hemos recibido de su parte.
9
Persona que está bajo la protección y tutela de otra.// Persona que utiliza con asiduidad los servicios de
un profesional o empresa.// Persona que acostumbra a comprar en una misma tienda.// Hist. En la
antigua Roma, hombre libre que se hallaba en relación de dependencia de un patrono, quien le
aseguraba su protección. El cliente podía recibir el sustento diario; a cambio, debía manifestar su respeto
por el patrono y ayudarle en la actividad política y en la vida privada// En la España primitiva existió una
clientela personal de carácter militar. La Enciclopedia (2003), Madrid: Salvat/El País, pág. 3356.
29
3. EL ACONTECER HERMENÉUTICO Y CONSTRUCCIONISTA COMO
EXPERIENCIA DEL MUNDO
Si no utilizas la libertad de expresión cuando es
relevante, si no ejercitas ese músculo, acaba
inutilizándose.
Tim Robbins
30
Se trata de un proceso terapéutico vinculado con la tradición de las
conversaciones informales que retomamos de Thomas Szasz (1974; 1985), máxime
porque, siguiendo a Gadamer (1984), es precisamente en las conversaciones en donde
existe ese conjunto de entrecruzamientos identificados con ‘el acontecer hermenéutico’
y, por tanto, con nuestra experiencia del mundo. Es el caso de la apropiación y el
rechazo, de la confianza y la extrañeza, de la pregunta y la respuesta, para lo cual, de
acuerdo con Gadamer, el proceso de diálogo es fundamental. Y Gergen y Warhus
(2001) señalan, por su parte, que el terapeuta construccionista deberá sentirse cómodo
con el lenguaje de la calle, del deporte, del antro y de Lacan, porque cada inteligibilidad
nueva, nos dicen estos autores, enriquece el rango y la flexibilidad de la acción.
Pero al mismo tiempo me estoy refiriendo a un proceso que nos ha permitido
poner entre paréntesis las realidades dadas por sentadas o que les están causando a
las personas algún problema, conflicto o grado de malestar, un proceso hermenéutico y
construccionista que puede ayudarles a relativizar sus formas de vida y experiencias
dominantes. Más que adentrarnos en el pasado para encontrar explicaciones y
soluciones a determinada problemática, pretendemos que las personas puedan elaborar
una perspectiva de futuro más satisfactoria. Lo cual presumiblemente se puede lograr si
nos involucramos con ellos en una conversación que les ayude a ampliar sus propios
márgenes de libertad y a contemplar, si así lo consideraran pertinente, las posibilidades
que tienen para involucrarse en un proyecto de vida alternativo (Limón, 2005; Trujano
y Limón, en prensa), con todos los matices que éste pueda contener; un proyecto de
vida que pueda llegar a contemplar la ampliación, modificación y/o ajustes de sus
contextos relacionales.
Márgenes de libertad
En autores importantes dentro de la corriente que ha alimentado al construccionismo
social existen muchas referencias, implícitas y explícitas, sobre la idea de estar ‘preso’ o
‘atrapado’ dentro de una forma de pensar o perspectiva, así como del papel que
deberían jugar algunas profesiones e intelectuales para ‘liberarnos’. Nietzsche, por
ejemplo, decía que somos prisioneros de nuestra perspectiva, y Wittgenstein llegó a
hacer la analogía de la mosca encerrada en la botella. Incluso pienso que la idea del
círculo hermenéutico igualmente contiene cierto sesgo interpretativo relacionado con la
idea del confinamiento. Pero por otro lado también se ha llegado a plantear la forma de
salir de ese confinamiento o prisión. Vattimo (1992, pág. 10-11), por ejemplo, comenta
que Wittgenstein había escrito que la tarea de la filosofía es ‘enseñar a la mosca a salir
de la botella’, pero que Norberto Bobbio, en su libro El problema de la guerra y las vías
de la paz, en vez de la imagen de la mosca en la botella usa la del pez atrapado en la
red, para posteriormente argumentar que a él le gusta más esta última imagen, pero no
pensando en los hombres [sic] como peces, sino como acróbatas, y viendo la red como
trapecio, instrumento, maraña de caminos que se pueden recorrer. Más aun, sigue
diciendo Vattimo, quizá la existencia consiste precisamente en este movimiento a lo
largo de las mallas de la red, entendida como retículo de conexiones:
31
El retículo, la red en que nuestra existencia está presa, y nos es dada, es el
conjunto de los mensajes que, en el lenguaje y en las diversas ‘formas
simbólicas’, la humanidad nos trasmite. La filosofía, creo, debe enseñarnos a
movernos en la maraña de estos mensajes, haciéndonos vivir cada mensaje
singular, y cada singular experiencia, en su indisoluble vínculo con todos los
otros, también en su continuidad con ellos, de la cual depende el sentido de
la experiencia.
En consonancia con las ‘imágenes’ sobre la tarea que estos autores atribuyen a
la filosofía, consideramos que vale la pena destacar que Norberto Bobbio (1992, pág.
21-23) más bien se decanta por la imagen del laberinto, y señala, adicionalmente, que
estas metáforas se aplican con la misma eficacia al problema del sentido de la vida
individual, del destino del hombre [sic] como individuo aislado, que al problema del
sentido o del destino de la humanidad, lo cual incluso nos parece una ‘imagen’ más
cercana al papel que desempeñamos como terapeutas.
10
En el planteamiento original, Watzlawick, Weakland y Fisch (1986) mencionan que casi todas las
personas que intentan resolverlo introducen, como parte de la solución, un supuesto que hace imposible
resolverlo, esto es, el supuesto de que los puntos constituyen un cuadrado y que la solución debe
hallarse dentro de éste. Se trata, de acuerdo a estos autores, del cambio de una serie de premisas por
otra, en donde una serie implica la norma de que el problema ha de resolverse dentro del ámbito en que
se cree que ha de encontrarse la solución, pero que la otra serie no implica tal premisa.
32
los márgenes imaginarios que delimitan los nueve puntos (Figura 1) y, por tanto, que
para encontrar la ‘solución’ es imprescindible salirse de dichos márgenes, ir más allá de
esa frontera ‘autoimpuesta’ (Figura 2); lo cual implica que, para encontrar la solución,
las personas tendrían que rebasar los ‘estrechos márgenes’ con los cuales han venido
operando en sus vidas. Hasta aquí la similitud con la idea original planteada por
Watzlawick, Weakland y Fisch, aunque, en nuestro caso, como se puede ver, más que
en un cambio de premisas, el acento lo ponemos en la idea de la ampliación de los
márgenes de libertad.
Figura 1 Figura 2
Pero, ¿hasta dónde nos podría llevar la idea de la ampliación de los márgenes de
libertad a los que nos hemos venido refiriendo? Evidentemente que no se trata de
navegar sin rumbo hacia cualquier puerto, y tampoco se trata de aceptar cualquier
salida o solución, pues pienso que la posibilidad de ampliar dichos márgenes siempre
tiene ciertos límites circunstanciales, culturales y legales que, aunque quisiéramos, no
los podríamos rebasar. Menos como terapeutas. Sin embargo, al mismo tiempo pienso
que en la época actual se están incorporando diversas formas de concebirnos como
personas y como sociedades, lo cual nos está permitiendo ampliar considerablemente
las posibilidades que tenemos para explorar diferentes modalidades de ser y de
relacionarnos con los demás, y, por tanto, de navegar con los consultantes por ese ‘mar
de posibilidades’ (Gergen, 1998) que nos está ofreciendo el mundo contemporáneo. Un
mundo en donde el saber, de acuerdo con Lyotard (1989, pág. 13), cambia de estatuto
al mismo tiempo que las sociedades entran en la edad llamada postindustrial y las
culturas en la edad llamada postmodernidad; pero un mundo que está en constante
transformación, que, por cierto, siempre será compartido. Es por eso que veo
importante contemplar la posibilidad de incorporar el punto de vista o voces de ‘los
otros’ como parte sustantiva del contexto de las personas que buscan ayuda en la
terapia, para que puedan llegar a comprender, a respetar y a relacionarse mejor con el
entorno (individuos, grupos, instituciones, contexto, etc.), pues pienso que siempre es
posible que las personas puedan encontrar maneras de estar mejor con ellas mismas y
con las demás, aunque no compartan sus puntos de vista y sus creencias. Son formas
de ser y de pensar que tienen que ver con el respeto y con la pluralidad (afín al
planteamiento de Ulrich Beck sobre lo que denomina ‘democracia cultural’), pero,
también, evidentemente, con una estrategia relacional más eficaz y adaptativa para
nuestros consultantes.
33
Es en estos escenarios en donde podríamos ver la importancia del planteamiento
postmoderno contemplado en la frase anything goes (traducida al español como todo
vale o todo sirve). Ya en otro momento había señalado, citando a Ribes (1988), que ‘el
principio’ de todo vale contenía un condicional que lo restringía más que lo liberalizaba
(‘todo vale si con ello se consigue progreso’ decía Ribes citando a Feyerabend), sobre
todo porque Feyerabend básicamente se estaba refiriendo a un método vinculado a una
propuesta teórica para favorecer el conocimiento. Con todo, para hablar de la
ampliación de los márgenes de libertad, en su adaptación a la psicoterapia yo le había
agregado otro condicional: Todo vale y sirve…ma non troppo. En otras palabras, y
previendo su posible y a veces inevitable distorsión, señalaba que ‘dentro de ciertos
límites y bajo ciertas circunstancias, todo puede ser válido y servir para ampliar los
márgenes de libertad entre nosotros y con las personas que asisten a terapia’ (Limón,
2005, pág. 68), un condicional que posteriormente llegué a ejemplificar describiéndolo
con un círculo ampliado (‘más allá de los nueve puntos’) (Figura 3). Evidentemente sólo
se trata de un gráfico o dibujo (no es el reflejo de la realidad ‘tal cual es’, ni son límites
inamovibles, absolutos, descontextualizados o al margen de la historia), pero me ayudó
a explicar la idea de la ampliación de los márgenes de libertad sin caer en esa ingenua
lógica atribuida al todo vale de Feyerabend. Esto es, sin llegar a rebasar ciertos límites
indispensables para la persona o imperiosas para su contexto (creencias sustantivas,
valores innegociables, condicionantes de tipo legal, cierta normatividad social formal, un
contexto relacional imperativo, etc.), y que al menos en terapia sería imposible rebasar.
Similar, me parece, a lo que antes comenté de Goolishian, Anderson y Cecchin.
Figura 3
34
Es por ello que, para incorporar con cautela la idea de la ampliación de los
márgenes de libertad, en nuestra práctica terapéutica hemos contemplado la
confluencia de tres apreciables guías conceptuales, indicadores o dispositivos: el
construccionismo social, ciertas formas de pensar características de la postmodernidad
y algunos planteamientos identificados con la filosofía hermenéutica o interpretativa,
mismos que hemos complementado con puntos de vista de autores que han venido
enriqueciendo nuestras formas de hacer terapia. Y aunque considero que el lenguaje y
la conversación son el vehículo privilegiado para lograrlo, los tres indicadores o
dispositivos11 nos han venido proporcionando la plataforma conceptual que nos está
permitiendo navegar por el ilimitado universo de las interpretaciones y de las múltiples
posibilidades de vida.
11
Grosso modo utilizo el término ‘dispositivo’ tomando prestadas algunas ideas de Foucault señaladas por
Deleuze (1999, pág. 155), esto es, como una especie de ovillo o madeja, como un conjunto multilineal
que está compuesto de líneas de diferente naturaleza y en donde cada línea está quebrada y sometida a
variaciones de dirección (bifurcaciones y ramificaciones), sujeta a derivaciones.
35
4. SER O NO SER... COMO SOMOS O DE UNA MANERA DIFERENTE
Tenemos la obligación de respetar el derecho
de De Man de ser diferente de otros y de sí
mismo.
36
inclinan por seguir siendo como son o, por el contrario, por querer ser diferentes. Por
ejemplo, cuando las personas quieren seguir siendo como son la conversación podría
encaminarse a reforzar conceptualmente el sistema de creencias que sustenta estas
particulares formas de ser, buscando, por ejemplo, estrategias más efectivas para
relacionarse con el entorno. Y cuando quieren ser diferentes la conversación podría
considerar la posibilidad de involucrarse en un proceso que contemple el análisis de las
capas de sentido del sistema de creencias dominante, para, con ello, permitirle
construir formas alternativas de estar mejor consigo mismo y, también, para
relacionarse mejor con el entorno. Son, en concreto, dos vertientes conversacionales
que nos han permitido promover el legítimo derecho de las personas a ser o no ser
igual o diferentes consigo mismos y hacia los demás, para, con ello, favorecer un
proceso reflexivo que les ayude a encontrar alternativas, y a contemplar la posibilidad
de involucrarse en un proyecto de vida que les habilite a estar mejor y más cómodos
con sus ‘propias’ inquietudes y con su entorno significativo.
Pero ¿a qué proyecto de vida me estoy refiriendo?, se preguntarán ustedes.
Evidentemente que sería pretencioso de nuestra parte y nada postmoderno que les
dijéramos a los consultantes cómo tendría que ser ese proyecto. Y también habría que
tomar en cuenta que quienes buscan ayuda en la terapia pudieran estar ‘atrapados’ en
una manera de pensar muy restringida, o en un contexto relacional limitante; o que
ellos mismos ignoren, igual que nosotros, cuáles son las alternativas disponibles en el
amplio ‘mar de posibilidades’ por el que estamos navegando. No se trata, por supuesto,
de elaborar ‘el gran proyecto’ u otra forma de vida que pudiera igualmente atrapar a las
personas en márgenes restringidos, pues parecería que quisiéramos emular la arenga
de las ‘grandes narrativas’ que argüía el discurso de la modernidad, sino, por el
contrario, de un proyecto que pudiera sustentar una forma de vida más abierta,
tolerante y de más largo plazo.
Retomando las observaciones de los autores anteriormente citados al respecto
de la tarea que debería desempeñar la filosofía, en donde menciono la imagen del
laberinto utilizada por Norberto Bobbio, habría que destacar que este autor, retomado
la metáfora utilizada por Wittgenstein, señala que todos estamos dentro de la botella
(Bobbio, 1992, págs. 21-23), lo cual me parece una analogía que podría explicar mejor
nuestro papel dentro de los procesos terapéuticos que realizamos. Parafraseando a
Bobbio en su imagen del laberinto, sabemos que el camino de salida existe, pero sin
saber exactamente dónde se halla, y no hay ningún espectador afuera que conozca de
antemano el recorrido. Quien entra en un laberinto, nos dice Bobbio, sabe que existe
una vía de salida, pero no sabe cuál de los muchos caminos que se abren ante él, a
medida que marcha, conduce a ella. Es una idea o imagen que veo conceptualmente
sincronizada con el planteamiento hermenéutico/conversacional de Gadamer (1984,
pág. 461):
De hecho la verdadera conversación no es nunca la que uno habría querido
llevar. Al contrario, en general sería más correcto decir que ‘entramos’ en
una conversación, cuando no que nos ‘enredamos’ en ella. Una palabra
conduce a la siguiente, la conversación gira hacia aquí o hacia allá,
37
encuentra su curso y su desenlace, y todo esto puede quizá llevar alguna
clase de dirección, pero en ella los dialogantes son menos los directores que
los dirigidos. Lo que ‘saldrá’ de una conversación no lo puede saber nadie
por anticipado.
La relación terapéutica
Por otro lado tenemos un problema al respecto de nuestro papel o ‘imagen’ como
profesionales, pues nuestra actividad como psicólogos o terapeutas en sí mismo
contiene un componente relacional vinculado con la verticalidad y con la jerarquía,
contrario a nuestras pretensiones, sobre todo si queremos distanciarnos de la postura
tradicional del ‘experto’ que le dice a las personas cuál es el problema y cómo tienen
que resolverlo. ¿Cómo se podría favorecer la horizontalidad en un contexto terapéutico
que, aunque busca promoverla, al mismo tiempo mantiene implícita cierta jerarquía o
verticalidad? Me parece que la propuesta de la terapia colaborativa de Harlene
Anderson ya resuelve este aparente contrasentido. En su artículo titulado “ Mitos sobre
el ‘no-saber’” (Anderson, 2008, pág. 12), donde aclara sus dos principales
planteamientos o posturas (‘el cliente es el experto’ y el ‘no-saber’), esta autora señala
que,
…en lugar de utilizar nuestros mapas teóricos y vivenciales para entender la
narrativa del cliente –más bien, para editar e interpretarla— desde nuestra
propia lógica y capacidades, estábamos dispuestos a verla como ellos la
veían.
También nos dimos cuenta de que empezábamos a estar más conscientes
de lo útil y enriquecedor que era dejar que el cliente fuera el experto con
respecto a su propia vida. Reconocimos y aceptamos la autoridad de sus
voces, sin por ello menospreciar las nuestras.
Y en su artículo “Entonces y ahora: del saber al no-saber” (en Anderson, 2008, págs.
13-14) comenta lo siguiente:
Una postura de no-saber no significa que el terapeuta no sabe nada o que
descarta o no utiliza lo que sí sabe; no significa que el terapeuta
simplemente se acomoda a su silla y no hace nada o que no pueda dar
opinión… no significa que los prejuicios son malos. Dejar que el cliente
guíe… no implica que el terapeuta es una tabula rasa y que no sabe nada o
no quiere hacer uso de su conocimiento. Pero sí significa que presenta sus
contribuciones, ya sean preguntas, opiniones, especulaciones o sugerencias,
de tal forma que trasmite su postura de tanteo con respeto y apertura al
otro y a lo nuevo.
38
trasladarla ponderadamente a nuestro quehacer terapéutico. A este respecto, Foucault
señala que las relaciones de poder son inevitables, o, mejor aún, implícitas en todo
proceso humano, por lo cual, en mi opinión, necesariamente tendrían que estar
contempladas en un proceso terapéutico de corte construccionista. Pero también habría
que aclarar que, de acuerdo con Foucault (1999, pág. 412), éstas no son en sí mismas
algo malo y de lo que haría falta liberarse, pues considera que no puede haber
sociedades sin relaciones de poder. “El problema no consiste en intentar disolverlas en
la utopía de una comunicación perfectamente transparente, sino en procurarse las
reglas de derecho, las técnicas de gestión y también la moral, el éthos, la práctica de sí,
que permita en estos juegos de poder jugar con el mínimo posible de dominación”, nos
dice Foucault. Y en la entrevista que mantiene con H. Becker, R. Fornet-Betancourt y A.
Gómez-Müller (Foucault, 1999, págs. 412-413), en donde le comentan que se halla muy
alejado de la opinión de Sartre, que decía que ‘el poder, eso es el mal’, Foucault les
replica lo siguiente (una respuesta muy amplia pero que refleja la postura de Foucault
sobre lo que él identifica como ‘relaciones de poder’):
--Foucault. Sí, se me ha atribuido esa idea, que está muy lejos de lo que
pienso. El poder consiste en juegos estratégicos. ¡Es bien sabido que el
poder no es el mal! Pongamos, por ejemplo, las relaciones sexuales o
amorosas: ejercer el poder sobre el otro en una especie de juego
estratégico abierto, en el que las cosas se podrían invertir, esto no es el
mal; esto forma parte del amor, de la pasión, del placer sexual. No veo
dónde se encuentra el mal en la práctica de alguien que, en un juego de
verdad dado, y sabiendo más que otro, le dice lo que hay que hacer, le
enseña, le trasmite un saber y le comunica técnicas. El problema consiste
más bien en saber cómo se evitarán en dichas prácticas –en las que el
poder no puede dejar de jugar y en el que no es malo en sí mismo—los
efectos de dominación que harán que un chaval sea sometido a la autoridad
arbitraria e inútil de un maestro o que un estudiante se halle bajo la férula
de un profesor autoritario, etc. Creo que es preciso plantear este problema
en términos de reglas de derecho, de técnicas racionales de gobierno y de
éthos, de prácticas de sí y de libertad.
39
Es en este rubro en donde hemos considerado oportunos los planteamientos de
Anderson sobre su propuesta colaborativa, pero, en nuestro caso, adosándolos con
ciertos matices derridianos y foucaultianos. Esto es, conversando con las personas para
visualizar las capas de sentido de ciertas formas de ser y de pensar, para favorecer la
‘liberación’ de la posible opresión que pudiera estar ocasionando cierta modalidad
relacional o herencia cultural, y para contemplar con ellas la posibilidad de inventarse a
sí mismas de una manera diferente.
Es por eso mismo que para nosotros cobra gran importancia la posibilidad de
involucrarnos con las personas en un intenso diálogo construccionista e interpretativo,
en una conversación que les ayude a dilucidar sus experiencias de vida de manera
diferente, pues pensamos que se trata de una modalidad terapéutica que puede
ayudarles a escudriñar en sus propios juegos relacionales, de lenguaje y de significado,
para favorecer la emergencia de ‘nuevas formas de subjetivación’ (Foucault, 1988) y
‘nuevas formas de relacionarse’ (Gergen, 1996). Aunque en todos los casos, y
adoptando algunas observaciones de Gadamer (1996a) realizadas sobre los cuidados de
la salud, con el propósito de “buscar un equilibrio entre la posibilidad de actuar y la
responsabilidad frente a la voluntad y la acción”.
13
Es el caso de Ulrich Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim (La individualización. El individualismo
institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas . Barcelona: Paidós, 2003), de Elisabeth Beck-
Gernsheim (La reinvención de la familia. En busca de nuevas formas de convivencia . Barcelona: Paidós,
2003), de Anthony Giddens (La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las
sociedades modernas. Madrid: Cátedra, 2006; y Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en
41
Zygmunt Bauman, por ejemplo, tiene un número considerable de publicaciones
alrededor de lo que ha denominado la modernidad líquida (Bauman, 1999), que él
identifica con una fase histórica en donde no existen pautas estables ni
predeterminadas. Se trata de una metáfora adecuada “para ‘aprehender’ la naturaleza
de la fase actual –en muchos sentidos nueva- de la historia de la modernidad”, nos dice
este autor, misma que le ha llevado a desarrollar una temática que destaca la fragilidad
de los vínculos humanos (Bauman, 2005), las características de la sociedad
contemporánea y sus temores (Bauman, 2006), o las posibilidades y limitaciones que
tenemos para elegir un modelo de vida en la actual ‘sociedad individualizada’ (Bauman,
2009)14.
Pero sobre todo fue importante tomar en cuenta estas tendencias y
preocupaciones porque nos permitió conversar con los consultantes sobre formas
alternativas de estar consigo mismos y, por extensión, para buscar vínculos relacionales
alternativos en su más amplio entorno social y cultural que, de acuerdo con nuestra
experiencia, podía ofrecerles un amplio abanico de oportunidades. Me refiero a la
posibilidad de convivir con nosotros mismos y de distinguirnos como personas incluso
formando parte de una sociedad, grupo o afinidad de cualquier índole (nacionalidad,
profesión, familia, apellido, religión, afiliación política, afición a un deporte o actividad
recreativa, gusto por algún color o mascota, etc.), en donde las connotaciones
individuales suelen ser indispensables para desplazarse por el complejo mundo
contemporáneo que nos tocó vivir, particularmente para afrontar mejor los dilemas y
retos por venir. Para decirlo en corto, considero que la relación con los otros es
indispensable e inevitable, pero la relación con uno mismo es cada vez más perentoria
(e igualmente inevitable), aunque, por supuesto, no deja de ser una construcción
social, máxime si consideramos, como bien lo señala Gergen, que todo comienza en lo
social y en la relación. Se trata de un planteamiento análogo al de Bourdieu y Wacquant
(1995, pág. 64), en donde apuntan que lo real es relacional, pues lo que existe en el
mundo social son relaciones. No se trata de interacciones o vínculos intersubjetivos
entre agentes, agregan estos autores, sino relaciones objetivas que existen, como
dijera Marx, “independientemente de la conciencia y la voluntad individuales”.
El sí mismo es poco, nos dice Lyotard (1989, pág. 37), pero no está aislado,
“está atrapado en un cañamazo de relaciones más complejas y más móviles que nunca;
nuestras vidas. Madrid: Taurus, 2000b), de Norbert Elias (Sociología fundamental. Barcelona: Gedisa,
1999; y La sociedad de los individuos. Barcelona: Península, 1990), de Zygmunt Bauman (Modernidad
líquida. Argentina: FCE, 1999; Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos . México:
FCE, 2005; Vida líquida. Barcelona: Paidós, 2006; El arte de la vida. Barcelona: Paidós, 2009) y de
Magdalena Trujano (Más allá de la humanidad moderna, México: UAM, 2007), entre otros.
14
Aunque a Bauman se le ha relacionado con los pensadores postmodernos, éste no comparte las
definiciones del término. Más que hablar de modernidad versus postmodernidad, Bauman se refiere a la
existencia simultánea de dos modernidades (‘ modernidad sólida’ y ‘modernidad líquida’), que para él son
‘dos lados de la misma moneda’ en donde conviven conceptos que al mismo tiempo están vivos y
muertos.
42
joven o viejo, hombre o mujer, rico o pobre, siempre está situado sobre ‘nudos’ de
circuitos de comunicación, por ínfimos que éstos sean”. Y Elias (1994), por su parte,
argumenta que el individuo sólo puede entenderse a sí mismo a través de su relación
con el entorno, una idea que va a ser retomada por Beck y Beck-Gernsheim (2003, pág.
46) para señalar que “el individuo sólo puede concebirse en un proceso permanente de
construcción o ‘individualización’”.
Con todo, lo que me interesa destacar aquí es la creciente autonomía y
diversificación de las personas en el contexto actual, en la ‘vida líquida’ descrita por
Bauman (2006), en donde la presencia ‘cara a cara’ ha venido haciéndose cada vez más
precaria o distanciada en el tiempo, sobre todo por la irrupción en nuestras vidas de la
Internet, como lo señalan Lipovetsky y Serroy (2009). Pero también es innegable que
esta relación con uno mismo no podría existir sin la relación con los demás,
directamente o a través de alguno de los numerosos medios de comunicación. Y lo
mismo podríamos decir de la terapia, en donde todavía es indispensable la interacción
con el otro (a pesar de los indicios sobre su posible distanciamiento, por ejemplo, a
través de la misma Internet). Pero, independientemente del grado de distanciamiento o
autonomía que pudiera existir en las personas que buscan ayuda en la terapia, que con
toda seguridad se nos va a presentar en un rango muy amplio, nosotros, como
terapeutas, nos asumimos como parte de los otros necesarios para establecer dicha
conexión. Esto es, para que puedan verse a sí mismos desde la perspectiva de los
otros, para escuchar otras voces, para conversar e interactuar con ellos en la búsqueda
de formas diferentes de comprensión y de estar en el mundo, para encontrar nuevas
modalidades de relacionarse consigo mismos y con los demás, aunque nuestra
presencia en sus vidas sea esporádica o circunstancial. Por eso mismo, incluso
asumiendo ese cada vez mayor proceso de autonomía, pienso que, como seres sociales,
siempre se requerirá del contacto y colaboración con los demás15, incluso a través de
los cada vez más interactivos medios electrónicos disponibles. De lo contrario, como lo
señaló Isaiah Berlin (1998), correríamos el riesgo de dejar de ser sociales, con todas
sus consecuencias. ¿Por qué no puede uno crear su propio universo cada vez que
comience?, nos comenta este autor que se cuestionaban los románticos del Siglo XIX, y
nos adelantaba la importancia de la existencia de un sistema simbólico compartido,
“porque si éste no existe, resulta imposible pensar”. Y si es imposible pensar, según
este autor, entramos en la locura, que fue lo que le sucedió a Stirner, uno de los
principales pensadores del movimiento romántico, y algo parecido a lo que le sucedió a
Nietzsche. De todo esto, agrega Berlin, se puede derivar una lección: en tanto vivamos
en sociedad nos comunicaremos, pues, si no lo hiciéramos, difícilmente podríamos ser
seres humanos. Deben existir, entonces, un lenguaje común, una comunicación
compartida y, en cierta medida, valores en común, si no fuera así, no existiría
inteligibilidad alguna entre los seres humanos, concluye Berlin.
15
No obstante que el capitalismo a ultranza está utilizando esta tendencia para justificar la competitividad
entre las personas (la ideología del darwinismo social que promueve ‘la sobrevivencia del más apto’), el
planteamiento construccionista y las prácticas terapéuticas asociadas destacan, por el contrario, la
importancia de contemplar otro tipo de presupuestos y valores, como es la negociación (Gergen y Kaye,
1996) y la colaboración (Anderson, 1999).
43
Pero también estamos hablando de diversos y muy variados escenarios
contemporáneos, en donde los vínculos relacionales con los demás pueden adquirir la
forma de ‘nudos’, como lo menciona Lyotard, o de contactos esporádicos u ocasionales,
como suele ser el caso de la relación terapéutica. Y esto podría ser así sobre todo si
contemplamos la terapia como un ‘nudo’ privilegiado y oportuno para que las personas
puedan eventualmente relacionarse con su entorno de una manera diferente, máxime si
la problemática que los llevó a consulta está relacionada con los demás (significativos o
no). Esto es lo que interpreto de Michel Foucault cuando habla de la importancia de
ayudar a las personas a penser autrement, y un elemento cardinal de la guía metafórica
que utilizamos para conversar con las personas que buscan ayuda en la terapia. Porque
tampoco se trata de que la persona se piense a sí misma al margen de la relación con
los otros, sino de construir una forma diferente de estar en el mundo, esto es, de
contemplar una forma diferente de ‘verse a sí misma’ y de ‘verse con las demás’. Y no
obstante que la metáfora adquiere matices diferentes cuando se conversa con parejas o
con familias (en donde se suele privilegiar más abiertamente la relación con ‘el otro’ u
‘otros’), siempre buscamos no descuidar el componente individual (o relacional con uno
mismo) de todos los integrantes y/o participantes en los procesos terapéuticos que
realizamos. Es una idea similar a la planteada por Penn y Frankfurt (2005), quienes
señalan que la experiencia que antes era monológica se vuelve una experiencia
dialógica (el hablar con nosotros mismos) y produce cambios en la conversación con los
otros, que es, según estas autoras, la ‘materia prima’ de las nuevas narrativas, donde
las ideas sólo cobran vida a través del diálogo, ya sea por el diálogo interno o a través
de la conversación con los otros.
44
5. INDIVIDUALIDAD Y DIVERSIDAD
El hombre no está verdaderamente sano más que
cuando es capaz de muchas normas, cuando es más
que normal.
Georges Canguilhem
Con todo lo anteriormente señalado, quizá habría que adelantar que no solamente se
trata de la relación con uno mismo como un mecanismo exclusivo para relacionarse con
los demás, pues también le atribuimos cualidades positivas e indispensables para
sobrevivir en el mundo contemporáneo, como es el caso de la autonomía,
independencia o autosuficiencia para muchos aspectos de la vida moderna, incluido, en
éstos, el disfrute de la soledad con todos sus complementos y bondades, que también
tiene, como para dejar de verla como tragedia o desdicha (versión ampliamente
difundida); pero también para encontrar con los consultantes alternativas más
satisfactorias o menos estigmatizadas, incluso con algún potencial creativo significativo.
Y es quizá en este contexto donde valdría la pena destacar ciertos ‘principios’ derivados
por ese importante movimiento social de finales del Siglo XIX, pues, en mi opinión,
contienen algunos de los antecedentes que aparentemente contribuyeron a
proporcionarle importantes atribuciones a nuestras actuales formas de ser y de pensar,
que, sin dejarse llevar por los extremos, de alguna manera me parece que han sido
retomados por las tendencias de corte postmoderno. Uno de estos principios, descritos
por Berlin (2000), es la noción de la voluntad ingobernable, esto es, que el logro de los
hombres [sic]no consiste en conocer los valores sino en crearlos, pues, según este
autor, los románticos decían que somos nosotros los que creamos los valores, los
objetivos, los fines, y, en definitiva, creamos nuestra propia visión del universo,
exactamente del mismo modo en que los artistas crean sus obras, pues antes de que el
artista haya creado una obra, ésta no existe, no está en ningún lugar. Y la segunda
noción, conectada con la primera, nos señala Berlin que decían los románticos, es que
no hay una estructura de las cosas, ningún modelo al que debamos adaptarnos, pues
solamente existe un flujo: la interminable creatividad propia del universo. Se trata,
continúa diciendo este autor, de un perpetuo proceso de empuje hacia delante, de
autocreación, que puede ser concebido como algo hostil o, por el contrario, como algo
amigable. Y no obstante la idea de que no podemos jugar un ‘juego lingüístico’ solos es
una de las tesis fundamentales de Wittgenstein, cualquiera que use el lenguaje, hasta
el más arbitrario, nos dice Vattimo (1992), juega según reglas de cuya observancia
responde siempre ante un interlocutor al menos ideal, que, por cierto, puede ser uno
mismo. Todo juego lingüístico es comunicativo, nos dice este autor, y, por tanto,
podríamos agregar, igualmente relacional, hermenéutico y construccionista, incluso, por
supuesto, con uno mismo.
Sea como sea, lo importante a destacar aquí es que la tradición de la
individualidad ya se encuentra entre nosotros, para bien y para mal, aunque no
45
compartamos los presupuestos teóricos que la sustentan, ni, por supuesto, la ideología
de la estructura socioeconómica que la promueve. Zygmunt Bauman (en Beck y Beck-
Gernsheim, 2003) nos dice que ‘la individualización ha venido para quedarse’, y que
‘toda elucubración sobre los medios de abordar su impacto en la manera de conducir
nuestras vidas debe comenzar reconociendo este hecho’. Pero, por otro lado, tenemos
ese ‘lado oscuro’ al que se refería Gergen. ¿Podremos como terapeutas alejar a la
persona del ‘lado oscuro’ que traen consigo las creencias en la individualidad? Pienso
que como terapeutas difícilmente podríamos incidir en las condiciones sociales y
económicas que imponen estas formas de ser y de pensar, pero creo que sí podríamos
buscar con los consultantes formas más amables y pertinentes en la relación que
establecen para sí mismos y, de paso, para contemplar la posibilidad de incursionar con
ellos en modalidades relacionales con los demás que pudieran ser más adaptativas y
satisfactorias. Es por eso que en nuestra forma de hacer terapia hemos incorporado
este componente relacional para intentar ver con ellos nuevas y más apropiadas formas
‘individuales’ de estar en el mundo, sin dejarse arrastrar por aquellas creencias y
modalidades que contemplan ese supuesto lado oscuro. Y a pesar de que difícilmente
podríamos imaginarnos al margen de las características sociales y económicas que nos
sobrepasan y condicionan, estoy convencido de que siempre podremos encontrar
formas alternativas de concebirnos, tanto para relacionarnos mejor con el entorno como
para relacionarnos mejor con nosotros mismos16.
A este respecto, es interesante observar el crecimiento y características que
están emergiendo en amplias capas de la población, sobre todo en el mundo occidental,
particularmente en los llamados hogares unipersonales o en personas identificadas
como singles, pues aparentemente se trata de una tendencia global que se está
incrementando rápidamente. En una entrevista realizada en 1999 a Ulrich Beck (en
Beck y Beck-Gernsheim, 2003, pág. 342), esto es, a finales del siglo pasado, este autor
comenta que en ciudades como Londres o Munich más del 50% de los hogares ya eran
unipersonales. Se trata de una tendencia que presumiblemente va en aumento y que
ha ocasionado que las empresas del consumo alimentario empiecen a pensar en
monodosis y en versiones mini, o que proliferen cada vez más las ofertas de ocio
previstas para este interesante segmento de la población (Gonsálvez, 2008). Pero lo
que más llama la atención son las características en las formas de vida o ‘cambios
sociológicos’ que estos singles están generando. Me refiero a una corriente que está
alterando las costumbres y vínculos relacionales en amplias capas de la población,
sobre todo en el mundo occidental, y de una temática que, con matices, está
igualmente presente en las preocupaciones de algunos autores en el campo de la
sociología. Es el caso de Gilles Lipovetsky (2002, pág. 187) que, entre otras cosas,
considera que lo que define al ‘neoindividualismo posmoralista’ es la coexistencia entre
trabajo y descanso, logro profesional y logro íntimo, pues según los momentos, nos
dice este autor, las prioridades pueden llegar a desplazarse (y donde considera que la
dualidad de nuestros ideales es permanente). Como es el caso, también, de Ulrich Beck
16
No obstante mi actitud pesimista al respecto del contexto mundial actual, la experiencia en el contexto
terapéutico, por el contrario, me ha permitido adoptar un abierto optimismo.
46
(en Beck y Beck-Gernsheim, pág. 2003), quién señala que el individuo debe convertirse
en agente de su propia identidad, pues éste, y no su clase social, es el que se convierte
en la unidad de reproducción de lo social en su propio mundo vital. En nuestro tiempo
(la segunda modernidad de Beck), nos dice este autor, los partidos políticos tienen que
reconocer la individualización17 como una nueva forma de democratización cultural y de
autoconciencia de la sociedad.
17
Ulrich Beck (en Beck y Beck-Gernsheim, 2003, págs. 339-340) habla de individualización, un concepto
que describe como una transformación estructural, sociológica, de las instituciones sociales y la relación
del individuo con la sociedad, pero diferenciándolo del ‘individualismo’ (más relacionado con el egoísmo
mercantilista del thatcherismo), de la ‘individuación’ (término empleado por la psicología profunda para
describir los procesos por los que nos volvemos individuos autónomos), y de la ‘emancipación’ (tal como
la entiende Jürgen Habermas).
47
de manera favorable elementos de diferentes ámbitos en una crónica integrada”, pero
una ‘crónica integrada’ que, en el caso de nuestra forma de hacer terapia, vemos
concomitante con la idea de una posible ‘identidad propia’ ampliada o potencializada.
Esto es, que le permita a los consultantes encontrar nuevos causes a sus particulares
formas de vida y diversidades relacionales. Y como el discurso construccionista nos
habla de ‘multiplicidad’, de diferentes formas de ser sin tener que adherirnos a una
sola, consideramos importante que nuestros procedimientos terapéuticos al mismo
tiempo contemplen la posibilidad de incluir la idea de las diferentes modalidades
relacionales que pueden establecer los consultantes como parte imprescindible de esa
multiplicidad, para, si así lo consideraran pertinente, poderse inventar una
‘individualidad’ que les permita ser uno-mismo de muchas maneras (o incluso a romper
con algunos límites restringidos impuestos por la tradición, aunque sea de manera
coyuntural).
Wittgenstein decía que el lenguaje era un conglomerado de juegos, los cuales
están regidos cada uno por sus propias reglas. Y no obstante que básicamente se
refería a los ‘juegos de lenguaje’, éstos los relacionaba con particulares formas de vida.
En este sentido, y ampliando la apreciación de este importante autor sobre los juegos,
es que nosotros pensamos que ese conglomerado de juegos puede coexistir de manera
enriquecedora en una misma persona, tanto en juegos relacionales consigo misma,
como en juegos relacionales con las demás. Algunos de estos juegos son o están para
ser desplegados en la esfera de lo público, otros para desplegarlos en la esfera de lo
privado, esto es, en la intimidad consigo mismos o con alguna(s) otra(s) persona(s).
Todos son construidos socialmente, por supuesto, y, por tanto, son juegos relacionales
que pueden llegar a cambiar, a enriquecerse, a alternarse de una esfera a otra, a
‘invernar’ o a desaparecer, a combinar elementos, etcétera. Y pensamos que cada
persona suele disponer de sus propios códigos o indicadores para saber cuáles son las
características del juego y los elementos disponibles de acuerdo a las circunstancias,
pues algunos elementos pueden ser muy apropiados y pertinentes en un contexto, pero
desastrosos en otro. Porque cuando cambian los juegos de lenguaje cambian los
conceptos, decía Wittgenstein (1988b, pág. 10c.), y, con ellos, los significados de las
palabras (lo mismo que las formas de vida asociadas a estos juegos).
Como se podrá ver, se trata de una tendencia que, por lo pronto, a nosotros nos
ha apremiado a respetar las cada vez más frecuentes modalidades relacionales que
están emergiendo, y a empezar a contemplarlas abiertamente como opciones legítimas
y pertinentes dentro de los diálogos hermenéutico/construccionistas que realizamos.
49
6. NUEVOS VALORES, NUEVAS RELACIONES, NUEVAS REGLAS DEL JUEGO
De nueve a dos, de cuatro a seis,
yo, que he nacido para rey
trabajando por dinero…
¿Y si te quitas el jersey
y nos sacamos otra ley
del sombrero?
18
Como es la concepción del matrimonio como lazo indisoluble (que lleva a las parejas a comprometerse
“hasta que la muerte los separe”, en ocasiones con terribles consecuencias), para, sin desacreditarla
como opción, al mismo tiempo darle paso a otras modalidades relacionales. A este respecto, igualmente
podríamos mencionar un número importante de autores contemporáneos que contemplan
preocupaciones similares, como Giddens, en La transformación de la intimidad (Madrid: Cátedra, 2006),
Beck-Gernsheim, en La reinvención de la familia. En busca de nuevas formas de convivencia (Barcelona:
Paidós, 2003), Lipovetsky, en La tercera mujer. Permanencia y revolución de lo femenino (Barcelona:
Anagrama, 2000), y Bauman, en Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos (México:
FCE, 2005) o en El arte de la vida (Barcelona: Paidós, 2009).
19
Quizá el ejemplo más extremo lo estamos viendo en el fenómeno de la emigración masiva que se está
produciendo en todo el mundo, particularmente en el caso de los hijos nacidos en una sociedad diferente
a la de los padres, o como producto circunstancial de la globalización, en donde el conocimiento de otras
culturas ha empezado a alterar las costumbres locales para redimensionar formas de ser y de pensar
diferentes. Es el caso, entre otros, de la práctica de ablación del clítoris.
51
bien otra, o decantarse por formas mixtas, con elementos de ambas o preferir probar
diversas maneras, acaso inclinándose hacia una actitud flexible” (2003, pág. 247).
20
La idea de las ‘inercias culturales’ es similar a la de ‘doctrinas zombi’ que menciona Paul Krugman
(2009, pág. 8) al respecto de la permanencia de cierta ideología económica, aunque ésta haya tenido
resultados catastróficos, e igualmente similar a las ‘categorías zombis’ de Ulrich Beck y Elisabeth Beck-
Gernsheim (2003, pág. 276) al respecto de ciertas categorías sociológicas que están muertas y vivas al
mismo tiempo, como la familia, la clase social o el vecindario.
52
7. CONSTRUCCIÓN, DECONSTRUCCIÓN, DECO-CONSTRUCCIÓN
El pasado no es para mí. En el fondo de mi corazón
soy un músico de jazz y los músicos de jazz no se
repiten.
Quincy Jones
21
El trabajo de Derrida es muy amplio y contempla, entre otras cosas, el caso de la diseminación como
juego de significados, o la differance, que se refiere a que los significados siempre están suspendidos
entre el diferimiento y la diferenciación, o su postura en contra del logocentrismo, o el supuesto carácter
no representativo del lenguaje, etcétera. Pero aquí sólo me interesa señalar ciertos conceptos e ideas que
considero importantes para adaptarlos a nuestro trabajo.
22
Incluso la deconstrucción igualmente nos habla de un mecanismo que, en principio, no ha sido
utilizado en estas formas de hacer terapia, aunque pudiera tener alguna utilidad, por ejemplo en el
psicoanálisis, como es el caso de esa especie de táctica para subvertir la centralidad de un texto que
permitiera revelar aquellos otros elementos que reprime, olvida o margina.
53
enfrentamos a una conversación, a un ‘texto’ hablado, platicado, a un ‘texto’ que está
en constante movimiento e interacción, aunque en ambos casos (habla y escritura)
muchos de los significados estén ocultos entre las palabras o inclusive perdidos entre
las diferentes veredas que van trazando las historias. En el caso del texto escrito es el
lector el que interpreta su contenido, o sea, lo que quiso decir el autor, las condiciones
sociales y culturales existentes en el momento de su escritura, las reglas gramaticales
imperantes en ese momento, etcétera. De aquí que Derrida diga que es un texto que
nos llega deconstruido y que nunca podremos llegar a conocer lo que quiso decir el
autor original, pues sólo podríamos llegar a tener una interpretación contemporánea de
acuerdo con las reglas gramaticales y condiciones culturales en las que estuviera
inmerso el lector. Pero esta versión de la deconstrucción me pareció que contenía
algunas limitaciones para favorecer su correspondencia con los planteamientos
construccionistas que estábamos utilizando, además de algunos inconvenientes como
metáfora útil para ayudar a la gente a ampliar sus propios márgenes de libertad23.
Pero por otro lado tenemos la segunda versión de la deconstrucción, la que nos
habla de un mecanismo o método para des-sedimentar las capas de sentido de un
texto, o, dicho de otra manera, de un método para hacer aparecer el horizonte histórico
–y significados— en donde tuvo lugar la escritura, lo cual (a propósito de nuestra
interpretación de la deconstrucción) nos pareció que contenía un sentido más apropiado
para trasladarla a nuestra práctica terapéutica. Es una acepción o interpretación que ya
nos remite a incursionar en un mecanismo que podría permitirnos conversar con los
consultantes sobre las ‘capas de sentido’ del discurso con el que llegan a terapia, sobre
ese ‘horizonte histórico’ que de alguna u otra manera les está proporcionando sentido a
sus particulares formas de ser y de pensar. Se trata de una versión que ya nos posibilita
incursionar en el complejo sistema de significados de las personas y en las formas de
vida que sustenta, así como conversar con ellas sobre las posibilidades y necesidades
de ‘descentralizar la naturaleza controvertible del centro’ o discurso dominante (en
donde pudiera estar anegada la problemática por la cual asisten a terapia). Pero
también la considero importante porque nos permite contemplar la deconstrucción
como un mecanismo que nos puede ayudar a conversar con las personas sobre su
apego a ciertas formas de ser y de pensar, para ‘buscar religar (relier) y releer (reliere)
su propia narrativa desde todos los ángulos y desde todos los fragmentos posibles’ (en
Ferrater Mora, 1994, págs. 820-821), y para reflexionar sobre su pertinencia y sobre
nuevas formas de acción e interpretación (sin que esto necesariamente conlleve la idea
de ‘destruir’ las formas anteriores, aunque sí podría incluir el análisis de los significados
o ‘pares’ que aquéllas están marginando). Por eso creo que no se trata de una
aniquilación o destrucción, que es lo que pienso que Derrida quería enfatizar al recurrir
23
Si nos percatamos del trasfondo de esta última explicación, estaríamos entonces hablando de una
versión de la deconstrucción muy cercana a la tradición en psicoterapia, en donde el ‘texto’ es lo que dice
la persona que asiste a terapia y el lector o intérprete es el terapeuta. No obstante, si ampliamos un poco
esta interpretación, quizá entonces podría incluirse como un útil elemento metafórico para la terapia de
corte construccionista, por ejemplo, envolviendo tanto al consultante como al terapeuta como lectores,
intérpretes y autores del mismo ‘texto’, un planteamiento que podría encuadrar muy bien con la idea de
la co-construcción de Anderson y Goolishian (1996).
54
al término deconstrucción, alejado de la palabra destruktion de Heidegger, del abbau de
Husserl, o de la idea nietzscheana de demolición, pues para él, según Peñalver (1989),
lo más importante era conocer cómo estaba construido ‘el conjunto’ del texto en
cuestión. Esta es la versión que retomamos para acompañar a las personas en una
conversación terapéutica de corte hermenéutico y construccionista, esto es, analizando
con ellas las ‘capas de sentido’ de las formas de vida y maneras de pensar que las
tienen ‘atrapadas’, para, con ello, poder ampliar su propia visión del mundo.
En un sentido similar, Gergen y Kaye (1996) rechazan la simple adopción de la
reconstrucción o sustitución de la narrativa como metáfora orientadora para la
psicoterapia, porque, señalan, limitaría la gama de relaciones o situaciones en las que
uno puede funcionar satisfactoriamente, y mencionan que la multiplicidad narrativa es a
todas luces preferible a tener un solo medio de hacerse inteligible. En su opinión, la
‘reescritura’ o ‘restauración’ es un procedimiento terapéutico de primer orden que
implica la sustitución de una narración maestra disfuncional por otra más funcional, por
lo que están más bien a favor de enfatizar la narración y el pensamiento narrativo
dentro de una preocupación más amplia; esto es, por la generación de significados a
través del diálogo, y por la exploración creativa de una multiplicidad de significados.
Pero también pienso que la exploración creativa de la posible multiplicidad de
significados en no pocas ocasiones tiene que considerar unas ‘capas de sentido’ que se
escapan al pensamiento consciente de las personas, sobre todo en el ámbito de la vida
cotidiana, y que muchos de los significados que sustentan sus formas de ser y de
pensar están entretejidos con creencias, actitudes y valores establecidos en el pasado o
en otro contexto cultural. Aunque son significados que podrían estar ‘presentes’ como
recuerdos o huellas de dichas creencias, actitudes o valores primigenios.
Me refiero a un proceso terapéutico conversacional que hemos denominado
deco-construcción, sobre todo para hacer más explícita la idea de que cuando
analizamos las capas de sentido de una narración o ‘texto’, adicionalmente estamos
construyendo una perspectiva diferente, ampliada y presumiblemente más liberadora;
pues como lo describe elegantemente el diccionario de filosofía de Ferrater Mora (1994,
págs. 820-821), la deconstrucción siempre “va acompañada de, o se halla entrecruzada
con, la recomposición, el desplazamiento, la disociación de significantes como
interrupción de síntesis, y de todo deseo de separación”. Es un término que busca
abarcar las ideas o ‘mecanismos’ contemplados en el construccionismo y en nuestra
segunda definición de la deconstrucción, mismo que nos permitió contemplarlo como un
procedimiento que puede ampliar las alternativas y recursos de los consultantes de
manera reflexiva. Pero no eliminando ni destruyendo las creencias y valores para poner
otros en su lugar, sino deco-construyendo formas múltiples de estar en el mundo;
esto es, analizando/interpretando las capas de sentido y sistemas de significados
involucrados para derivar, al mismo tiempo, alternativas de futuro más satisfactorias, lo
que también hemos concebido como proyecto de vida alternativo o complementario.
Sistemas de significados
Grosso modo, con el término sistemas de significados nos referimos al conjunto de
creencias y valores que gobierna la vida de una persona, mismo que, evidentemente,
puede ser parcial o ampliamente compartido por otras, y que le imprime cierta inercia a
las particulares formas de ser y de pensar manifiestas, aunque se desconozcan los
orígenes y condiciones sociales de su configuración y eventual adopción. Partiendo del
planteamiento de Gergen, mencionado en diferentes textos, acerca de los sistemas de
inteligibilidad como dominios discursivos o sistemas de comprensión que gobiernan las
diferentes formas de entendimiento (como son las formas de comprensión de una
familia o grupo social), con la idea de sistemas de significados hemos querido abarcar al
conjunto de valores y creencias que le dan sentido a las diferentes formas de
relacionarnos y de estar en el mundo. Es un término con el que hemos querido
englobar el planteamiento de Gergen sobre los sistemas de inteligibilidad con la idea de
la ‘internalización’ utilizada por Foucault (en Limón, 2005). En el caso de Foucault,
retomamos su planteamiento sobre el tipo de individualización que nos ha sido
impuesta, y que de alguna forma hemos ‘internalizado’, esto es, sin darnos cuenta
plenamente de ello. Son procesos políticos y sociales, nos dice Foucault (1995), que no
son demasiado claros, que han sido olvidados o que se han convertido en habituales,
pero que forman parte de nuestro paisaje más familiar y no los vemos. Y, en el caso de
los sistemas de inteligibilidad de Gergen, contemplamos la posibilidad de incluir los
significados que le proporcionan sentido a ciertas narrativas pero que no están
‘presentes’ en el discurso de las personas, o que no nos percatamos plenamente de su
presencia, excepto, quizá, como huellas o en los márgenes del mismo. Es un término
que guarda cierta cercanía conceptual con la tesis del trasfondo de Searle (1997), que
define como el conjunto de capacidades no intencionales o preintencionales (con ‘reglas
constitutivas’) que normalmente no son conscientes para los participantes, pero que
determinan el conjunto de predisposiciones que estructuran la naturaleza de la
experiencia. Pero a diferencia de este autor, con el término sistemas de significados
hemos querido incluir las ‘condiciones lógicas de posibilidad’ que promoverían o
sustentarían esas supuestas reglas constitutivas del trasfondo (sin llegar a contemplar
ninguna referencia a las presuntas estructuras neurofisiológicas conexas que
aparentemente advierte este autor)24.
24
Es un planteamiento que igualmente observa cierta cercanía con la idea freudiana de ‘lo inconsciente’,
pero sin el sesgo que Freud le dio a las experiencias sexuales infantiles como predominantes de la
personalidad, y menos con su propuesta analítica retrospectiva acerca de los ‘traumas’, pues son
significados que en el contexto social actual pueden ser muy diferentes. Una distinción interpretativa al
56
En concreto, para el trabajo terapéutico que hemos venido realizando, los
sistemas de significados integran el conjunto amplio y complejo que abarca ‘la
multiplicidad de significados’ en la vida de las personas, ‘las múltiples voces que hemos
venido coleccionando’, los sistemas de donde se nutren nuestras creencias y valores,
nuestras preferencias y desavenencias, nuestras verdades y desconciertos, pero que, en
una suerte de deslizamiento, éstos se pueden ir asentando, alterando, mezclando o
desvaneciendo a través de la relación con los otros en la vida cotidiana, o, también, a
través de la terapia.
Con todo, lo que le proporciona una de las características más interesantes al
término sistemas de significados, como para incorporarlo como un concepto adecuado a
nuestra forma de hacer terapia, es la maleabilidad potencial que contempla para
favorecer su deslizamiento o dérapage, esto es, para favorecer el deslizamiento de ese
conjunto complejo de creencias y valores que gobierna la vida de una persona. Me
refiero a una idea o concepto surgido de los planteamientos derridianos sobre la
deconstrucción (Derrida, 1987), pero que a nosotros nos ha ayudado a ver la terapia
como un proceso de cambio gradual y selectivo, en una suerte de deslizamiento
conceptual. Se trata de un escenario conversacional repleto de significados que surgen,
cambian, se desvanecen o desaparecen, que pierden su fuerza o hacen acto de
presencia en alguna sesión a lo largo del proceso terapéutico, o incluso que aparecen
de manera espontánea e inesperada en algún momento en la vida de los consultantes25
(como se puede ver en la descripción que hace una consultante en el correo electrónico
reproducido al final del capítulo 9).
Gadamer (1994, pág. 358) nos dice que Derrida, al igual que Heidegger, con su
idea de la deconstrucción profundiza en la misteriosa variedad que existe en la palabra
y en sus significados, en el potencial incierto de sus diferenciaciones semánticas. Pero
nosotros, más que en las diferenciaciones semánticas, buscamos compenetrarnos con
los consultantes en las ‘potencialidades inciertas’ de sus formas de ser y de pensar; o,
como lo señalara Magdalena Trujano26, con la diferenciación semántica que las
personas son capaces de pensar y de vivir. Por eso mismo, más que profundizar en esta
‘misteriosa variedad’ (que no considero absolutamente necesaria, por cierto), lo que
buscamos es ‘volver a comprender’, para, en la medida de lo posible, ampliar la
interpretación/comprensión del mundo.
Es por eso la importancia que atribuimos al trabajo con los sistemas de
significados de las personas que buscan ayuda en la terapia y, al mismo tiempo, al
respecto se puede ver en el apartado ‘Aproximaciones al psicoanálisis como construcción social’, que
aparece en El giro interpretativo en psicoterapia (Limón, 2005).
25
Guardando las distancias, podríamos hablar de un proceso similar a la explicación de Thomas Kuhn
para el caso de las revoluciones científicas o cambio paradigmático, en donde describe, de manera por
demás interesante, “la transformación relativamente súbita y sin estructura en la que una parte del flujo
de la experiencia se ordena por sí misma de una forma diferente y manifiesta pautas que no eran visibles
anteriormente” (Kuhn, 1996, pág. 63).
26
Comunicación personal.
57
concepto derridiano de deslizamiento, lo cual nos permite ver a la terapia como un
proceso de cambio gradual y selectivo; tan gradual y selectivo que incluso las personas
han llegado a describirlo como un proceso ‘suavecito’ o ‘muy agradable, sin
sobresaltos’, como una terapia que… ‘casi sin darte cuenta, de repente ya estás en el
otro lado’. Son ideas, conceptos y reflexiones que hemos incorporado al particular
sistema de significados de nuestra actividad profesional, y que considero que ha venido
enriqueciendo nuestro acervo conceptual y pragmático como terapeutas.
Decía el novelista William Faulkner que el pasado no está muerto, y que a veces
está tan presente como el presente mismo. Pero nosotros nos abocamos a pensar que
el pasado no existe en el presente, y que lo que existe, en dado caso, son las huellas de
un pasado que pueden presentarse como reminiscencias de interpretaciones anteriores,
como una especie de significado incrustado entre las formas de ser y de pensar de las
personas, incluso alojado entre las paredes y los muebles de la vida cotidiana. Pero
suele ser un pasado, como lo señala Peñalver para el caso de la deconstrucción (1989,
pág. 17), “que se sustrae a la memoria del ‘origen’ del sentido, que interrumpe la
economía de la presencia e introduce en la vida de los signos lo incalculable, lo
exterior”. Y aunque sólo se trata de una especie de collage selectivo de recuerdos del
pasado, para la persona y la gente que los comparte son interpretaciones que suelen
estar entretejidas con sus maneras de ser y de pensar, recuerdos que pueden estar
engarzados con los demás componentes y significados que norman sus estilos de vida.
Esto es lo que estaría ‘fuera’ del discurso del consultante (‘fuera’ o ‘en los márgenes’ del
‘texto’ con el que llegan a terapia), pero que podría estar influyendo de manera
58
importante en la problemática presentada. Por eso, aunque el ‘texto’ nos llegue
deconstruido y, por tanto, que desconozcamos las creencias y valores que le dieron
origen en algún pasado muy remoto (puede haber conflictos de valores con las
creencias que nos inculcaron nuestros padres y los valores del contexto actual),
nosotros la contemplamos como una narrativa que forma parte de un conjunto
complejo de significados que, de alguna manera, pueden estar operando en el
presente.
Es un pasado/presente que puede estar revalorando o recomponiendo ese
conjunto complejo de significados para, como la partitura de los músicos, dirigir la vida
de las personas (consciente o inconscientemente), incluidos, por supuesto, los efectos
que está teniendo en la vida cotidiana y en sus perspectivas a futuro. Pero además de
que se trata de un conjunto complejo de elementos que pueden o no cambiar y
afectarse entre sí a lo largo del tiempo, son elementos que están presentes en el
momento actual de las personas, no en el pasado, y, por tanto, que pueden ser
revalorados, desechados o vueltos a interpretar por nosotros mismos, por nuestras
experiencias a lo largo de la vida, por las conversaciones con otras personas y, por
supuesto, a través de la terapia. Y ello, sin preocuparnos demasiado por encontrar la
‘verdad de origen’, que, por cierto, nunca se dejará atrapar.
Es por eso la pretensión de involucrarnos con los consultantes en un intenso y
respetuoso diálogo hermenéutico/construccionista, en una conversación terapéutica
donde se contemple nuestra idea de la deco-construcción, para, dentro del más
amplio espectro cultural, construir con ellos nuevas versiones y perspectivas, diferentes
formas de interpretarse/comprenderse a sí mismos y a su relación con el entorno.
Tomando prestadas algunas ideas de la prosa del mismo Faulkner, pensamos que la
‘prosa’ de las personas, además de contener ‘el instante vivido’, puede llegar a
contemplar toda la intensidad de su pasado y del futuro por venir.
59
Permítaseme reproducir aquí un segmento del artículo periodístico de Adolfo
García Ortega (2008), a propósito de la publicación del libro Pelando la cebolla, de
Günter Grass, que, por sus características, prefiero transcribir ad literam.
La gran duda es ésta: ¿gobierna uno lo que le sucede? Tal vez sí. O tal vez
no, pues ¿hasta qué punto puede uno planear su vida, gobernarla o
controlarla? La pregunta, en consecuencia, sigue siendo: ¿están en mis
manos las esperanzas, los amores, las desesperaciones, las actitudes frente
a los conflictos y frente a la felicidad propia y ajena, todo eso que conforma
el suceder de la vida? ¿No son acaso descubrimientos, encuentros, hechos
que acaecen y me involucran sin que exista en mí una voluntad
determinante que permita toda previsión? La memoria, como bien apunta
Goytisolo, es la mayor deformadora de la realidad, jamás es lineal y
reproduce tan fantasmagóricamente como reconstruye con imaginación,
alterando, al manifestarse de algún modo, los valores y puntos de vista. La
memoria es la gran creadora. Parafraseando a Wittgenstein, el recuerdo y la
realidad necesitan un espacio. La literatura es la proveedora de espacios por
excelencia. Es más, la literatura es el espacio en que se funden recuerdo y
realidad para dar origen a otra cosa que participa de ambas y que se acerca
al mito. “Escribir es una recompensa admirable y dulce; pero ¿de qué?”, se
preguntaba Franz Kafka.
No obstante que suscribo lo dicho por este escritor, para trasladar su texto al
con-texto del escenario terapéutico que estoy aquí comentando, y, por tanto, para
poder plagiarlo mejor (con todo respeto), simplemente cambiaría la palabra literatura
por deco-construcción, al mito lo supliría por formas de vida alternativas, y a escribir
lo complementaría con conversar.
60
libertad para favorecer la emergencia de formas de ser y de pensar alternativas (penser
autrement), individualmente, en pareja o con la familia, tanto para seguir siendo como
son, como si prefieren ser de una manera diferente.
Por supuesto que no se trata de términos con los que pretendamos sustantivar
alguna esencia, principio o verdad, pues sólo se trata de ideas o metáforas que nos han
ayudado a contemplar aquellos otros elementos que suelen estar fundamentando un
punto de vista o perspectiva, las capas de sentido que están ‘atrás’ de la narrativa
dominante, la estructura lógica que las amalgama. Son términos que nos han sido muy
útiles para conversar entre nosotros y con los consultantes sobre las múltiples ideas y
presupuestos que podrían coadyuvar en el advenimiento de argumentos alternativos
para la posible ampliación de sentido. Se trata, a final de cuentas, de sugestivos
elementos metafóricos que nos han permitido favorecer la generación, ampliación y
deslizamiento de los significados en el transcurso de una terapia, o, como lo mencionan
Gergen y Kaye (1996), para favorecer la generación de significados a través del
diálogo; una idea similar, me parece, a como lo destaca el propio Gergen (1995, pág.
58-59) en sus observaciones sobre la moral como conversación infinita:
La cuestión no sería ‘solucionar el problema’ de la superioridad moral, o
agrupar a las personas según sus creencias, sino encontrar las maneras de
mezclar los discursos, permitiendo que los significados circulen libremente y
formen combinaciones nuevas, metáforas nuevas, y, en definitiva, formas
nuevas de interdependencia.
61
8. JUEGOS RELACIONALES, DE LENGUAJE Y DE SIGNIFICADO
Ya no puedo detener el vehículo o anclar el navío,
dominar completamente la deriva o el
deslizamiento. (…) En consecuencia, si quisiese
interrumpir el deslizamiento, fracasaría.
63
observaciones, comentarios y reflexiones tendentes a abrir posibilidades, para comentar
algún detalle relevante del cual incluso pudieran no estar conscientes o no se habían
percatado; o son observaciones sobre algo que pensamos que no están valorando
suficientemente, máxime cuando se trata de formas de ser y de recursos personales
que consideramos importantes. Son intervenciones pensadas para ampliar los márgenes
de libertad de los consultantes, incluso con observaciones u opiniones diferentes o
contrapuestas entre los integrantes del equipo, mismas que se presentan como puntos
de vista o de preguntas que avivan la conversación y alientan respuestas de futuro,
sobre todo cuando entramos como equipo de reflexión.
A este respecto, habría que destacar que, por las características del sistema de
enseñanza previsto, todas nuestras observaciones y reflexiones con los estudiantes,
‘atrás del espejo’, van acompañadas de explicaciones teóricas y, también, sobre la
forma en que pensamos que podrían incidir en el proceso conversacional en curso. Son
observaciones y reflexiones pensadas para abrir posibilidades, que, por cierto, en
ocasiones pueden llegar a incluir comentarios sobre alguna experiencia personal de un
integrante del equipo. Y no obstante que Tom Andersen marcaba una diferencia
sustantiva entre los mensajes sistémicos y la forma de proceder del equipo de reflexión
(en donde recomienda que los integrantes del equipo observen en silencio, sin hablar
entre ellos ni interrumpir la conversación terapéutica, pues decía que eso limitaba la
atención a una sola o pocas ideas), en nuestro caso, por tratarse de un proceso que
también incluye la enseñanza, en nuestras conversaciones ‘atrás del espejo’ llegamos a
realizar las siguientes consideraciones: Si los comentarios fueran realizados desde un
marco teórico de corte modernista, esto es, que sustentara una visión privilegiada de la
realidad, o que pensáramos que nosotros somos los expertos clínicos que mejor
conocemos su problema y, por tanto, que nosotros sabemos cuál es la mejor manera
de resolverlo, entonces nuestras reflexiones estarían cerrando la oportunidad de
ampliar sus perspectivas, además de obstaculizar las posibilidades de que ellos fueran
los autores principales de su propia historia. Y si pensáramos nuestras reflexiones desde
la perspectiva de algún marco teórico que estuviera centrado en el pasado, incluso
podríamos llegar a anegarnos con los consultantes en un pantano de penurias y
sufrimiento. Pero si nuestras conversaciones al otro lado del espejo se realizan desde
una forma de pensar construccionista, pensando en alternativas, en formas de vernos y
de relacionarnos con los demás de una manera diferente, en el derecho que todos
tenemos para ser como somos o a ser de otra manera, entonces nuestras
observaciones, preguntas y reflexiones llevarán a la sala de consulta un mensaje
liberador, de respeto y de apertura, pero, además, con un interesante trasfondo afable
y esperanzador.
27
Estos dos últimos comentarios vienen en el capítulo 5 del libro El giro interpretativo en psicoterapia.
Terapia narrativa y construcción social (Limón, 2005, págs. 113-160).
65
pie en los marcos teóricos tradicionales. Hablábamos de la teoría de los
sistemas, de la cibernética, de posturas anti-psiquiátricas, pero científicas.
El “giro” vino cuando comenzamos a leer a los autores construccionistas y
postmodernos. Entonces comenzó la seducción. Me agradaba el tono tan
desenfadado y crítico de dichos autores. Me sorprendió la creatividad y lo
diferente de sus “técnicas” terapéuticas. Por supuesto había muchas dudas,
pero el doctor Gilberto siempre estuvo “atento” y dispuesto a resolverlas o a
acentuarlas.
Todo era diferente. El cambio iba de lo absoluto a lo relativo. De la verdad a
las perspectivas. De ser experto a ser colaborador. Del “yo” a las relaciones.
De lo “natural” a lo construido. Lo más interesante, enriquecedor y positivo
(palabras que sumé a mi discurso) era que no sólo se trataba de “explicarlo”
teóricamente, sino también podíamos, por la estructura del programa,
“observarlo” y “llevarlo” a cabo en la práctica. La “práctica” era un elemento
nuevo para mi formación (…)
Desde la práctica pude ver las implicaciones, consecuencias positivas y
negativas, del uso de las metáforas médicas en la aplicación para la
psicoterapia. Y después, en contraste, observar los efectos positivos del
cambio en la perspectiva. Sigo sintiendo respeto por las otras formas de
hacer terapia. (…)
Los cambios se fueron sucediendo unos a otros. Decir que estos cambios se
limitaron a mi forma de concebir la psicología y la psicoterapia, es restringir
demasiado la expresión de mi experiencia. Adentrarse en la teoría del
construccionismo social y el movimiento postmoderno implica un cambio en
la forma de explicarse el mundo, la realidad, las verdades y el conocimiento.
En mi caso, necesariamente, involucró adquirir, o recuperar, actitudes
diferentes; me hice más crítica, más empática, más irreverente y más
respetuosa. Todo esto con respecto a mi propia visión del mundo y la de los
“otros”. Esta nueva forma de ser por supuesto tuvo implicaciones en mi
actuar profesional.
(…)
La postura ideal de un psicoterapeuta moderno sería equivalente a la de
“entrar vacío” al consultorio. Dejar, en una especie de perchero imaginario,
fuera del consultorio los valores, las creencias, los prejuicios, las
experiencias y las explicaciones no “científicas”. Desde luego yo compartía
esa visión. Sin embargo al indagar sobre la imposibilidad e inconveniencia
de esa “neutralidad” me di cuenta de que había alternativas. Alternativas
más “reales”, más accesibles y sobre todo más sensibles al quehacer
terapéutico, que muchas veces es el de “cuidar” o “ayudar” a las personas
que asisten a terapia. Para estos objetivos resultaba más conveniente
adoptar posturas “horizontales”, es decir, sin la jerarquía tradicional de
“experto-ignorante” que muchas veces implicaba la supuesta neutralidad.
(…)
Una de las cuestiones más controversiales de estas nuevas posturas
terapéuticas, y que tuvieron mayor impacto en mis ideas, es el hincapié que
66
hacen en la subjetividad del propio terapeuta, pero no ya como un defecto
que se debe “controlar”, mediante los estándares del método científico, sino
como una “característica” inherente e inseparable de las personas dedicadas
a la terapia. Es por ello que ya no se espera que los terapeutas vayan
huecos, en valores o prejuicios, a terapia. Más bien se enfatiza en la
importancia que tiene el que el terapeuta tome en cuenta que estamos
envueltos en sistemas de significados (valores, roles, creencias,
estereotipos, cosmovisiones, etc.) y que todos estos están sujetos a un
contexto social, histórico, económico y cultural específico. Y teniendo en
cuenta esto hacer una interpretación más amplia y abierta asumiendo los
propios valores y considerando los del consultante. Incluso de forma más
clara la postmodernidad trae consigo una serie de valores que privilegia,
como el respeto, la tolerancia, la diversidad, la diferencia y la horizontalidad
en las relaciones.
(…)
Al principio, por supuesto, tuve mis reservas ante esta propuesta. Como
decía Tomas Szasz resultaba “perjudicial” para mi formación profesional. Sin
embargo ahora me doy cuenta de los beneficios que resultan de pensar con
términos como perspectivas, alternativas, posibilidades, apertura,
multiplicidad, eclecticismo y soluciones. Son ideas-conceptos que me
parecen liberadores. A diferencia de las ideas “absolutas” estas ideas
“relativas” implican, desde mi punto de vista, asumirlas como “puntos de
vista” y no como “reglas universales”. El relativizarlo, aparentemente, hace
que pierdan peso, sin embargo, también nos hace más responsables de esas
ideas, de lo que decimos y de nuestro actuar, en terapia o en cualquier otro
contexto.
PAOLA
(…) Otra de las cosas importantes y bonitas que me dejaron estas prácticas,
es sentir la satisfacción de bienestar cuando damos por concluida la terapia.
Esto es porque las personas se van contentas, satisfechas, alegres dentro de
su propio contexto, reglas, límites. Esto me dio y me da mucho gusto
67
porque para ser nuestras primeras experiencias como terapeutas, logramos
satisfacer las demandas de los consultantes.
También las prácticas me permitieron realizar, vivir, sentir, entender, parte
de lo que puede realizar un psicólogo. Todo esto me gustó, me agradó y
considero que no me equivoqué al elegir esta profesión.
(…) Por otra parte me gustaría mencionar a Laura [consultante], que
también fue una persona importante en mi experiencia profesional.
Durante el proceso de Laura aprendí muchas cosas de ella, como su
constancia, su perseverancia y su fortaleza para salir de los “problemas” y
ver la parte “positiva” de la vida.
Este caso, sin ninguna duda, puedo decir que me dejó satisfecha, alegre,
orgullosa de mi trabajo como terapeuta. Porque se cubrieron las demandas
de Laura y se fortaleció mi aprendizaje.
ERIKA
(…) el adoptar una perspectiva diferente a las demás supone una dificultad
no por el hecho de que la nueva sea en sí difícil, sino que la dificultad radica
en querer ver una perspectiva diferente a las tradicionales con los marcos
de referencia tradicionales. O tal como fue mi experiencia como terapeuta
en el Centro de Servicios Psicológicos de la Facultad de Psicología, en donde
como grupo brindamos nuestros servicios con las modalidades que he
venido señalando y en el que tuvimos la oportunidad de abordar diferentes
problemáticas que fueron motivo de la demanda de servicio. Un claro
ejemplo de lo señalado es el caso de un joven de 17 años en donde la
madre se refirió a la homosexualidad de su hijo como una enfermedad
fundada presuntamente y en función de la opinión médica, en un desorden
hormonal que tuvo durante el periodo de gestación. Según ese argumento,
la razón de las “tendencias” homosexuales del joven obedece a un desajuste
de sustancias químicas en su organismo que se traduce en conductas
desviadas como “amaneramientos”, o “ver pornografía”. De acuerdo a la
impresión médica y a la prevalencia de dicha visión en la perspectiva de la
madre, tal desorden debería tratarse con hormonas para que así pudieran
desaparecer tales conductas “amaneradas”. Como se puede observar, hoy
en día aún existe una gran influencia y presencia del modelo médico en la
actividad, ejercicio y aplicación de la psicología.
Otro caso en cuestión es el de Karla, quien llegó al Centro de Servicios
Psicológicos con un diagnóstico de trastorno límite de la personalidad por
parte de una institución psiquiátrica tras intentar cortarse las venas, tener
conductas “explosivas”, “aventar puertas”, “tener deudas”, “mal humor” y
“tomar pastillas” sin prescripción, entre otras. (…)
(…) Predominantemente, esta forma de hacer terapia se basa en la idea de
la conversación como una herramienta básica de comprensión de las
situaciones difíciles que enfrentan las personas que asisten a terapia y,
68
asimismo, como el vehículo principal que permite trascender esas mismas
comprensiones hacia otras más liberadoras, más adaptativas, menos
riesgosas, más cómodas o relacionalmente diferentes.
(…) esta es una aproximación que se vislumbra como una perspectiva no
normativa de la psicoterapia, no normativa en el sentido de que desalienta
todo criterio externo de normalidad o corrección, por lo que incluye, como el
resto de las terapias narrativas o postmodernas, un proceso de reflexión
acerca de los significados socialmente construidos. Esto nos conduce, como
fue en el caso aquí revisado, [descrito en el apartado de los casos] a la
despatologización de las personas, sus conductas y relaciones, y a centrarse
más en los recursos personales y las posibilidades que se pueden generar
desde la óptica construccionista, y no en sus déficits o limitaciones.
CUAUHTÉMOC
El discurso que ahora tengo es sin duda diferente al discurso que tenía
antes de conocer la postura socioconstruccionista. Con la entrada al
postmodernismo todas esas estructuras me resultaron muy rígidas, los
esquemas anteriores comenzaron a quebrantarse y una nueva manera de
conceptualizar la realidad, ‘mi realidad’, fue cobrando forma. Mi discurso
ahora es diferente, en el sentido de que ahora puedo estar más abierta a las
visiones del mundo diferentes a la mía, ahora ya no busco ‘una única
verdad’, ‘una única manera correcta de hacer las cosas’, ‘una realidad igual’
para todos y a la que todos se deban ajustar.
Creo que se me escapan muchos conceptos que a lo largo de estos cuatro
semestres han surgido, sin embargo, con los que me quedaría, y que
procuro poner en práctica, porque personalmente los considero más útiles y
enriquecedores, son: respeto, colaboración, reflexión, ideas como la
posibilidad de contar nuevas historias, de construir con el otro una realidad
diferente, más humana y fructífera, la sensación de libertad que da el
pensar que el significado que le damos a los hechos es relativo y que no es
necesario ‘cerrarse a los nueve puntos para poder encontrar la solución’,
sino que puedes extender tu campo de visión y encontrar oportunidades de
solución insospechadas. Toda esta nueva manera de concebir el mundo, de
aproximarte a la realidad, de experimentar tu vida, tiene sin duda efectos
sobre tu quehacer como terapeuta.
Alguien me preguntaba hace días si sentía que había aprendido cosas,
académicamente hablando, en la maestría, yo le respondía que sí, que
mucho, pero esto no fue sólo en el ámbito académico. Comentaba líneas
arriba que un aspecto de valor inestimable es la oportunidad de poder
trasladar las cuestiones teóricas al plano personal.
GUADALUPE
69
Este proceso no sólo ha cambiado mi pensamiento y mi práctica profesional,
también, y creo que fundamentalmente, a mí. Antes vivía en las certezas,
vivía en la expertez y en la verticalidad. Ahora mis relaciones con los demás
son mucho más horizontales, me encanta la pluralidad, aunque a veces no
esté de acuerdo con otras ideas, porque sigo teniendo posturas, pero las
otras ahora también me resultan posibles y legítimas. Me he convertido en
una persona muy flexible, respetuosa y colaboradora, pero no siempre me
ha resultado fácil y lindo el cambio.
En lo que respecta a mi vida familiar la invasión de multiuniversos no se ha
hecho esperar, y también en mi vida social me he vuelto muy plural. Te
digo, me agrada mucho. Es muy gratificante que tus relaciones personales
tengan un impacto tan notorio como me ha pasado a mí. Mi familia de
origen siempre ha sido muy democrática y plural, pero ahora yo me siento y
la siento diferente, nuestras conversaciones ahora tienen un encanto
adicional para mí. De mi relación de pareja ni qué decir, él dice que a veces
lo sorprendo con tanta flexibilidad para incluir su mirada, y otras veces
parece que le resulta algo complicado, sobre todo porque ahora él tiene que
acomodarse diferente. Sin embargo creo que lo que nos pasa es bueno.
Finalmente, quiero compartir mi gran gusto por este proceso, es realmente
maravilloso y liberador: Tengo la impresión que un proceso como éste no
para, ¿verdad?, y eso es bueno, la vida es movimiento, la vida es un mar de
posibilidades y además no tienes que quedarte sólo con una. Se vale
utilizarlo todo. Como dije en clase, de este proceso no hay escapatoria, y me
alegra mucho que así sea.
ROCÍO
En una experiencia similar, Kenneth Gergen (1991, pág. 106) menciona que los
puntos de vista postmodernos, una vez que han sido saboreados, difícilmente pueden
ser abandonados. Y comenta que un estudiante dijo que son como ‘un dulce veneno’,
pues después que se prueban el apetito se vuelve mayor. Son, nos dice Gergen, fruto
de nuestra historia, y una vez que uno se ha vuelto más elaborado ya no hay regreso a
la pureza virginal.
70
pocas ocasiones nos manden saludos y agradecimientos, incluso con mensajes
emotivos para el equipo ‘al otro lado del espejo’28.
28
Una anécdota agradable al respecto ocurrió cuando despedimos a una pareja que habíamos tenido en
terapia, pues cuando ya estábamos solos conversando sobre el cierre que habíamos tenido, abrió la
puerta del consultorio la coordinadora y nos disparó: “¿Qué hacen ustedes con los pacientes que cuando
salen de aquí se van agarraditos de la mano y muy contentos?”.
29
En su formulación habitual, la pregunta del milagro se realiza de la siguiente manera: ”Supongan que
esta noche, mientras están durmiendo, sucede una especie de milagro y los problemas que les han traído
aquí se resuelven, no como en la vida real, poco a poco y con el esfuerzo de todos, sino de repente, de
forma milagrosa. Como están durmiendo no se dan cuenta de que se produce este milagro. ¿Qué cosas
van a notar diferente mañana que les haga darse cuenta de que este milagro se ha producido?” (en
Beyebach, 1999, pág. 10).
71
en dichas visiones o perspectivas para definir los objetivos de la terapia (que
eventualmente ellas podrían llegar a reconsiderar), para nosotros es un procedimiento
que nos ayuda a conversar sobre los sistemas de significados que pudieran estar
involucrados, además de que nos abre la puerta para conversar con ellos sobre la mejor
manera de alcanzar ese futuro previsto o, incluso, para considerar otras posibilidades.
Otro valioso recurso que tomamos de esta modalidad terapéutica es el de las
preguntas de escala propuestas por De Shazer (en Beyebach, 1999), básicamente
denominadas ‘escalas de avance’. Son preguntas que en nuestros procedimientos
pueden incluir diferentes modalidades y adaptaciones, por ejemplo, para identificar
cambios o mejorías a lo largo del proceso y, por supuesto, para dar pie a que los
consultantes puedan percatarse de los cambios logrados en sus vidas. Pero también
nos fueron útiles para atraer a la conversación el cuerpo de premisas y acciones que
están en juego, tanto para identificar los elementos que pudieran estar favoreciendo los
cambios deseados, como para detectar aquellos otros que pudieran estarlos dificultado;
como fueron igualmente importantes para reflexionar con ellos sobre lo que están
realizando en su vida cotidiana o, incluso, para contemplar posibles ajustes al proceso
terapéutico en curso.
Incluso podríamos decir lo mismo de la utilidad del trabajo con excepciones, esto
es, cuando no se presentaba el problema o cuando ellos hacían algo diferente para
enfrentarlo, sobre todo para identificar y redimensionar dichas excepciones, pues, como
antes se mencionó, en muchas ocasiones las personas no alcanzan a darse cuenta de
éstas o no les dan suficiente importancia. O el caso de las preguntas circulares
características de los Asociados de Milán, que suelen ser una excelente ayuda para que
puedan darse cuenta de otras voces, opiniones y puntos de vista, además de percatarse
de manera plausible sobre las características del contexto relacional en el que están
inmersas, lo cual, en dado caso, nos encargamos de enfatizar como parte de una forma
diferente de ver y de estar en el mundo. Pero también están las cartas enviadas
durante el proceso terapéutico o al final del mismo, pues observamos que éstas tienen
una especie de efecto expansivo del trabajo realizado dentro del consultorio, pero,
además, con adicionales efectos emotivos que fortalecen sustantivamente los cambios
que se están generando. No obstante, considero importante subrayar que todas
nuestras conversaciones e intervenciones (mensajes, tareas, reflexiones, cartas,
observaciones, preguntas de escala, pregunta del milagro, preguntas circulares, el
trabajo con las excepciones, etc.) siempre son contempladas en la línea descrita con
anterioridad, esto es, buscando ampliar los márgenes de libertad para ayudarles a
encontrar alternativas, o una estructura lógica diferente, o juegos de lenguaje más
adaptativos, o sistemas de significados menos restrictivos, o formas de vida más
tolerantes, lo cual implica compenetrarnos con ellos en una intensa, cordial y muy
respetuosa conversación terapéutica de corte hermenéutico y construccionista.
Como se podrá ver, se trata de una práctica terapéutica que nos ha permitido
incorporar algunos interesantes y sugerentes elementos metafóricos, discursivos o
conversacionales, pensados, básicamente, para apoyar a las personas que buscan
72
ayuda en la terapia. Pero también se trata de una creativa conversación terapéutica que
puede permitirles encontrar nuevas formas de relacionarse y nuevas formas de estar en
el mundo, para, adicionalmente, ponderar las ventajas, riesgos y posibilidades de
involucrarse en un proyecto de vida alternativo (Limón, 2005; Trujano y Limón, en
prensa). Me refiero al sugerente cuerpo de metáforas o sistema de inteligibilidad que
hemos venido adaptando a nuestra práctica terapéutica en la UNAM; pero también me
refiero a una interesante guía metafórica que, además, nos está proporcionando
importantes elementos conceptuales para ayudar a las personas con problemas, como
es el diálogo en lugar de la violencia, la negociación en lugar de la imposición, el
respeto y la tolerancia en lugar de la exclusión (Trujano, 2007), o el derecho a ser igual
o diferentes; que son, habría que remarcarlo, algunos de los valores que, no sin
dificultades, se han estado abriendo paso en el particular momento histórico que nos
tocó vivir.
30
Tertulia: Reunión de personas que se juntan habitualmente para discurrir sobre alguna materia, para
conversar amigablemente o para algún pasatiempo (La Enciclopedia. Madrid: Salvat/El País, 2003, pág.
14850).
73
sobre todo, participar con su voz en otras experiencias, lo cual ayuda a matizar y
relativizar los puntos de vista involucrados. Es un procedimiento que, en una especie de
efecto dominó, puede llegar a ampliar enormemente sus marcos de referencia, sus
recursos discursivos y sus formas relacionales. Por ejemplo, todas estas novedosas
formas de hacer terapia hablan de la relativización de nuestras particulares formas de
entender y de vivir la vida, de la ampliación de perspectivas a través de la conversación,
de encontrar formas de afrontamiento diferentes, o de conocer las excepciones a la
experiencia dominante. Pero, sobre todo, todas hablan de la importancia de escuchar
‘otras voces’, voces múltiples que puedan coadyuvar, como lo mencionan Penn y
Frankfurt (2005), en un texto participante.
Otro de los propósitos de las tertulias tenía que ver con la posibilidad de rebasar
las fronteras de las historias de vida atrapadas en la incomunicación de sus
interpretaciones, en el aislamiento de sus formas de vida, para poder llegar a deco-
construir varios ‘textos’ alternativos entretejidos en una narrativa de mayor alcance;
en un volumen escrito en co-autoría con diferentes capítulos que relatasen historias de
vida independientes, pero sutilmente entrecruzadas con otras historias de vida; en un
‘texto’ en donde los ‘autores’ fueran los mismos consultantes, pero en estrecha
colaboración con los terapeutas, el equipo terapéutico y de reflexión. Todos
involucrados en una conversación hermenéutica y construccionista que les pudiera
brindar la posibilidad de acceder a nuevas formas de estar en el mundo, de encontrar
características innovadoras para relatarse a sí mismos y para relacionarse con los otros.
De esos ‘otros’ que ahora presumiblemente deberían incluir las voces de los integrantes
de la tertulia y del equipo terapéutico, independientemente de que dicho vínculo
eventualmente se convierta en huella… pero como un agradable recuerdo del pasado
para vivificar el presente.
Esta nueva modalidad nos condujo a reflexionar sobre dos aspectos importantes
para la puesta en marcha de nuestra primera tertulia, uno que nos llevó a preguntarnos
sobre la pertinencia o no de una problemática similar entre los participantes, otro que
nos llevó a preguntarnos sobre el número más apropiado de sus integrantes. Y aunque
pensamos que sería más fácil conducir la terapia con problemáticas similares, al mismo
tiempo pensábamos que problemas diferentes igualmente podrían generar
conversaciones enriquecedoras, tanto para ayudar a los consultantes como para
enriquecer nuestra forma de hacer terapia, además de que las dos igualmente cubrían
nuestras expectativas teóricas. Sin embargo, la decisión vino del Centro de Servicios
Psicológicos, pues nos comunicaron que había muchas solicitudes de personas
recientemente divorciadas o en proceso de separación. No obstante, al respecto del
número de integrantes había consenso de que tendría que ser pequeño, sobre todo
para poder seguir con mayor cuidado el proceso de cada uno de ellos, pero también
porque iba a ser nuestra primera aproximación documentada. Y aunque lo habíamos
previsto con un número de integrantes no mayor a seis personas, por problemas en los
horarios de los usuarios sólo pudimos realizar la terapia con tres de ellos, que era el
74
mínimo de consultantes previsto para poder llevar a cabo la tertulia, más los dos
terapeutas asignados y el equipo atrás del espejo31.
Finalmente el proceso se pudo llevar a cabo y la experiencia fue muy
enriquecedora, pues el escuchar otras voces con problemáticas similares efectivamente
favoreció enormemente la ampliación de los puntos de vista de los consultantes, les
permitió relativizar sus experiencias y, en colaboración con los demás integrantes de la
tertulia, les ayudó a destacar y ampliar sus recursos personales y perspectivas de vida.
Fue un proceso muy agradable y alentador que todos llegamos a disfrutar, con sesiones
en donde se destacaban los logros que estaban teniendo y las alternativas que
empezaban a abrirse en el camino, conversaciones respetuosas y muy amenas en
donde se detallaban los cambios que estaban generando consigo mismos, cambios que
estaban contagiando a las personas importantes de su vida y en su entorno 32. Es
asombroso, nos dice Gadamer (1984, pág. 472), hasta qué punto la palabra hablada se
interpreta a sí misma, por el modo de hablar, el tono, la velocidad, etcétera, así como
por las circunstancias en las que se habla. Y las circunstancias aquí, en esta terapia en
particular, fueron con gente que no se conocía, pero, además, con importantes efectos
más allá del consultorio.
31
La terapia se inició con cuatro personas, pero a una de ellas, por cambios en sus horarios de trabajo, le
fue imposible continuar.
32
En el apartado final se presenta un resumen de esta primera ‘tertulia terapéutica’.
75
9. PRÁCTICAS DE LIBERTAD, ESTÉTICA(S) DE LA EXISTENCIA Y JUEGOS
LÚDICOS
33
A este respecto, vale la pena destacar la entrevista a Michel Foucault realizada por Raul Fornet-
Betancur, Helmut Becker y Alfredo Gomez-Muller, que aparece como Anexo en el libro Hermenéutica del
sujeto, de Michel Foucault (Foucault, 1994, págs. 105-142), titulado ‘La ética del cuidado de uno mismo
como práctica de libertad’ (publicado originalmente en la Revista Concordia, 6, 1984, págs. 99-116).
34
Foucault (1994) señala que la libertad para los griegos contenía un importante contenido ético, de una
ética que tenía que ver con la manera de conducirse en sociedad. Y para que esta práctica de la libertad
76
Esta última idea la veo estrechamente relacionada con ‘la posibilidad de
establecer un equilibrio entre la posibilidad de actuar y la responsabilidad frente a la
voluntad y la acción’, a la que hacía referencia Gadamer (1996a), pero, además, porque
el cuidado de sí, como ya lo señalara Foucault (1995), se refiere al cuidado de la
actividad, y no al cuidado del alma como sustancia. Es una forma de hacer terapia que
me ha llevado a reflexionar sobre el trasfondo estético y lúdico que contiene o podría
llegar a contener dicha actividad social, e incluso a considerar la posibilidad de
admitirlos más abiertamente como parte sustantiva de nuestra actividad como
psicólogos y terapeutas. ¿O será acaso que se están perfilando formas emergentes de
hacer terapia, o abriendo el camino para el surgimiento de otra actividad social o
escenario profesional? Sin ánimo de profundizar sobre el tema, al menos en este
espacio, sí cabría mencionar la gran proliferación de modalidades terapéuticas que han
venido surgiendo, que, de alguna manera, son indicadores de una aparentemente gran
demanda al respecto, como lo es el interés que ha venido emergiendo en otros
escenarios por incursionar en estos derroteros35. Pero también son indicadores de las
precauciones que deberíamos tener para reflexionar seriamente sobre lo que estamos
haciendo como terapeutas y lo que podríamos hacer para enriquecer y adecuar mejor
nuestra práctica profesional. Son reflexiones y conversaciones que, por cierto, nos han
obligado a adoptar una muy prudente y cuidadosa actitud como terapeutas.
Es por eso que pienso que quizá nuestro papel como terapeutas pudiera estar
más cercano al papel considerado por Foucault para los intelectuales, esto es, “cambiar
algo en el espíritu de la gente” (en Limón, 2005), que es en donde el construccionismo
nos puede ofrecer una base fundamental, como lo menciona Gergen (1996), para
desafiar las realidades dominantes y las formas de vida a ellas asociadas. En otras
palabras, compartir con los consultantes la idea de que son mucho más libres de lo que
se sienten, que lo que ellos aceptan como verdad o evidencia ha sido construido
durante cierto momento de la historia, y que esa pretendida ‘evidencia’ puede ser
alterada por nosotros mismos (Foucault, 1995; Limón, 2005), tal y como se indicó en
apartados anteriores (particularmente cuando me refiero al derecho que todos tenemos
a ser igual o diferentes, o al proceso descrito como deco-construcción). Retomando
el planteamiento de Foucault acerca de las prácticas de libertad que se ejercían en la
antigua Grecia, lo importante aquí sería, primeramente, establecer cierta relación de
pudiera adoptar la forma de un ethos bueno, bello, honorable, estimable, memorable, y que pudiera
servir de ejemplo, era necesario un trabajo sobre uno mismo. Por ello, para conducirse bien y practicar la
libertad como era debido, para los griegos de la antigüedad era indispensable ocuparse y cuidar de sí
para conocerse, formarse y superarse a sí mismos, así como para controlar los apetitos que podían
dominarlos.
35
Es el caso, por ejemplo, de los llamados consejeros filosóficos y de una publicación que en su
traducción al español en tres meses tuvo una impresión y dos reimpresiones (Lou Marinoff. Más Platón y
menos Prozac. Barcelona, Bogotá, Buenos Aires, Caracas, Madrid, México D.F., Montevideo, Quito,
Santiago de Chile: Ediciones B, 2000).
77
dominio con uno mismo36, para, como lo señalara Morey (en Foucault, 1995), poder
hacer de la libertad un asunto estratégico; un planteamiento que, en mi opinión,
contempla cierto paralelismo con lo que Ulrich Beck denomina cultura cotidiana de la
libertad (en Beck y Beck-Gernsheim, 2003).
Pero, además de lo anterior, ya en la práctica cotidiana me pareció que se
trataba de una guía conceptualmente cercana a la idea de ‘calidad de vida’ que empezó
a hacerse presente en los escenarios sociales contemporáneos, al igual que la naciente
modalidad terapéutica denominada ‘psicología positiva’, lo cual ha acrecentado nuestra
motivación para seguir profundizando sobre dichas prácticas, y, más recientemente, a
considerar la posibilidad de incluir en nuestros procesos terapéuticos las inquietudes
foucaultianas relacionadas con la estética de la existencia, con su apreciado ‘arte de
vivir’ (techné tou biou), como lo llegó a plantear este autor en sus últimos años de vida,
en “donde trató de dar a la libertad formas y existencia bellas en las que se juega la
verdad”37. Como lo menciona Bauman (2009, pág. 151), “somos artistas de nuestras
vidas, tanto si lo sabemos como si no, si queremos como si no, y si nos gusta como si
no”. Ser artista, comenta este autor, significa dar forma a lo que de otro modo no la
tendría. Son planteamientos muy interesantes que, en mi opinión, se conectan con
algunos de los ‘principios’ que en su momento había destacado el movimiento
romántico del XIX, pues fue un movimiento que promovía la idea de un modelo estético
para la realidad; como también le debemos, según Isaiah Berlin (2000), la noción de la
libertad del artista y de la existencia de una pluralidad de valores, o la idea de lo
inagotable y del carácter imperfecto de los arreglos humanos, o la noción de que
ninguna respuesta puede hacer reclamos de perfección y verdad, entre otras de sus
muchas aportaciones. Y es por esto que en los juegos relacionales, de lenguaje y de
significado con los que intenté englobar lo que hacemos en terapia, también pensé
abrigarlos con un sugerente contenido lúdico, pues, de acuerdo con Gadamer (1996b,
pág. 66), lo primero que hemos de tener en claro es que el juego es una función
elemental de la vida humana, hasta el punto de que no se puede pensar en absoluto la
cultura humana sin un componente lúdico, nos dice este autor.
36
Foucault (1995) menciona que la libertad era un tema fundamental para los griegos, pero, sobre todo,
era fundamental no ser esclavo (de otra ciudad, de los que los rodeaban, de los que los gobernaban y de
sus propias pasiones). Y así como ser libre significaba no ser esclavo de sí mismo ni de los propios
apetitos, al mismo tiempo implicaba establecer una relación de dominio o señorío llamado arché, lo cual,
según Foucault, le proporcionaba ese carácter de modelo político.
37
La cita fue tomada de la introducción de Ángel Gabilondo a la compilación de escritos sobre Michel
Foucault, titulada “Michel Foucault. Estética, ética y hermenéutica ” (Foucault, 1999, pág. 10).
78
rígidas, solemnes y dogmáticas, esto es, opuesto a todo ‘espíritu de la pesadez’, ‘ espirit
de sérieux’ o ‘espíritu de gravedad’, y, también, a orientaciones filosóficas específicas
(en Ferrater Mora, 1994, págs. 2218 y 1097-1098). Con todo, lo más importante a
destacar con el término lúdico es, precisamente, su referencia al estilo de pensar (y de
escribir) que destaca la variedad como uno de sus rasgos más característicos. Y no
obstante que es un término que bien podría incorporarse como un estimulante
componente de nuestra guía metafórica, es importante señalar que el pensamiento
lúdico aparentemente no se toma a sí mismo como lúdico, pues al hacerlo así se
caracterizaría e identificaría como una determinada orientación, lo cual no cuadraría con
ese estilo de pensar que destaca la variedad y se opone a toda manifestación doctrinal.
Pero también es un término que, en mi opinión, guarda una estrecha afinidad con los
planteamientos construccionistas a favor de la flexibilidad y en contra de la rigidez.
Se trata de un sesgo conceptual o giro interpretativo que nos ayuda a relativizar
todas las formas de ser y de pensar de las personas que buscan ayuda en la terapia, y
a considerar la posibilidad de ‘jugar’ más allá de límites de una narración en particular,
lo cual también nos remite a los ‘juegos finitos y juegos infinitos’ a los que hacían
referencia Gergen y Kaye (1996, pág. 214)38. Una metáfora muy útil, según estos
autores, que los llevó a pensar en la ilimitada e inexpresada capacidad que tenemos
para relacionarnos, pues, como lo señala el propio Gergen (1996), los enfoques
construccionistas operan como una invitación a bailar, a jugar o a una forma de vida.
Proverbios y cantares
Como lo mencionamos en otra ocasión (Trujano y Limón, en prensa), nosotros no
definimos de antemano metas u objetivos. Únicamente conversamos con los
consultantes sobre lo que esperarían de la terapia, o lo que les gustaría que pasara,
pero sólo como indicadores generales que no obstaculicen la posibilidad de tomar un
rumbo diferente durante el proceso, pues pensamos que lo contrario podría llegar a
bloquear el surgimiento de opciones antes no vistas, sobre todo cuando existen inercias
relacionales o culturales incompatibles con alternativas de vida más adecuadas o
pertinentes. Y aunque tampoco vemos que sea un procedimiento terapéutico que nos
obligue a recurrir al pasado, sí consideramos la posibilidad de involucrarnos con las
personas en un saludable diálogo deco-construccionista. Simplemente partimos del
‘padecimiento’, ‘queja principal’ o ‘demanda’ con el que llegan las personas, para
empezar a andar con ellas por el camino de la interpretación, de las explicaciones
alternativas y de las posibilidades de vida. Me refiero a un procedimiento terapéutico
que, retomando uno de los más famosos versos de Antonio Machado, al mismo tiempo
‘hace camino al andar’. Pero además la cita a este importante poeta español viene a
colación por ser un personaje que durante la guerra civil española se adhirió a la causa
38
Estos autores mencionan que James P. Carse (1986) nos brinda una metáfora muy útil en su
meditación sobre los juegos finitos e infinitos, señalando que los juegos finitos tienen como objetivo
ganar, a diferencia del juego infinito, cuyo objetivo es seguir jugando. Y agregan, citando a Carse, que
“los jugadores finitos juegan dentro de los límites; los jugadores infinitos juegan con los límites… Los
jugadores finitos son serios; los jugadores infinitos son traviesos”.
79
republicana sin perder totalmente su humor ni renunciar a una voluntad de diálogo
basada en el reconocimiento del otro39; una voluntad de diálogo basada en el
reconocimiento del otro que cuadra perfectamente con nuestra forma de hacer terapia,
unos versos que contemplan la posibilidad de caminar en el presente con una
perspectiva de futuro40.
Se trata de un proceso que se inicia con las explicaciones discursivas que nos
traen a consulta las personas, y en las que a través del diálogo hermenéutico y
construccionista poco a poco se van alterando, matizando, amplificando y minimizando
los diferentes elementos que configuran ‘su problemática’, para ir gradualmente
caminando por el camino de las interpretaciones y de las posibilidades de vida. Pero ¿a
dónde podría conducirnos ese camino? Aunque tanto ellos como nosotros disponemos
de indicadores generales al respecto (entre otros el estado de bienestar, su reporte
verbal sobre la mejoría, los cambios favorables en sus formas de vida, etc.), y al
principio se les pregunta sobre sus expectativas (qué esperan de la terapia, cómo les
gustaría que les ayudáramos, etc.), es probable que en muchos casos no se tenga una
idea muy precisa de a dónde se pretende ‘llegar’. De cualquier manera, e
independientemente del ‘estado’ en que se presentan, lo importante para nosotros es
conversar con ellos para encontrar una manera de ‘liberarlos’ de la problemática que les
aqueja, esto es, de ampliar sus márgenes de libertad y de buscar con ellos formas
alternativas de vida desde una cuidadosa y muy respetuosa postura
hermenéutico/construccionista.
Ya con anterioridad había yo señalado que el momento actual tenía un parecido
con el Renacimiento europeo, sobre todo porque en los dos períodos se percibía un
carácter transicional (Limón, 1997; 2005), particularmente por su consabida crisis de
creencias, lo que llegó a fomentar las nuevas concepciones del hombre y el mundo. No
obstante, lejos de promover un optimismo que emulara el discurso de las ‘grandes
narrativas’, que, según Lyotard (1994), se han tornado poco viables, sí creo que valdría
la pena destacar esa estimulante actitud crítica y reflexiva presente en ambos
momentos de la historia (el Renacimiento y la época actual), como para ponderar la
posibilidad de llegar a penser autrement. Como lo señala Garzón (2002, pág. 74),
80
Por ello, sin llegar a caer en una postura demasiado ilusoria, como alternativa
terapéutica nosotros ofrecemos la posibilidad de explorar novedosos espacios para el
análisis y para la crítica reflexiva, pero también la posibilidad de escuchar otras voces y
de conocer otras perspectivas que puedan favorecer la ampliación creativa de
posibilidades a corto, mediano y largo plazos, independientemente de cómo pueda
llegar a presentarse ese largo plazo. Me refiero a una alternativa terapéutica que podría
ayudarles a acceder a nuevas formas de comprensión y a nuevas formas de
relacionarse con el entorno, pero, sobre todo, pensando en su propia vida como un
proceso que puede variar en el tiempo, que lo que están pensando para hoy puede ser
diferente para mañana.
Michel Maffesoli, nos dice Bauman (1999), califica de ‘territorio flotante’ el
mundo que actualmente todos habitamos, en el que los ‘frágiles individuos’ se topan
con la ‘realidad porosa’, un territorio en donde sólo pueden encajar cosas o personas
fluidas, ambiguas, en un perpetuo estado de devenir, en un constante estado de
autotransgresión.
Por eso mismo, y de manera similar a como lo señala Bauman, pensamos que lo
mejor que le puede ocurrir a una persona tiene que ver con la adquisición de una
identidad ampliada, flexible y versátil, que pueda hacerle frente a las vicisitudes
cambiantes del futuro por venir. Es como una invitación a involucrarse en una danza
relacional que pudiera ayudarles a seguir el compás del continuo devenir de nuestras
relaciones, máxime si consideramos, como lo señalan Gergen y Kaye (1996), que las
personas no tendrían por qué estar necesariamente adheridas a una historia invariante
o definitiva, y menos si vienen a terapia con una historia de sufrimiento, de dolor, de
vergüenza o aflicción (Trujano, 2007). Pensamos que es un procedimiento que podría
ayudarles a dejar atrás los esquemas rígidos y paralizantes (Trujano y Limón, en
prensa), para, en su lugar, colaborar con ellas en el despliegue continuo de recursos
personales y relacionales que les permitan tener un mejor control en el libre juego de
las diferencias y, también, sobre su propia vida, aunque ésta llegara a adoptar
semblantes diversos a lo largo del tiempo. Wittgenstein (1988a) decía que los juegos de
lenguaje son multiformes e identifican formas de vida, y que las formas de vida
cambian con el tiempo (1988b, pág. 34c). Y nosotros pensamos que es en las
conversaciones terapéuticas en donde los consultantes pueden llegar a anticipar el
devenir de las historias aun no contadas.
81
estamos inmersos en un contexto social e institucional que nos apremia a ‘tener
resultados lo más pronto posible’, y pienso, efectivamente, que estas formas de hacer
terapia contemplan resultados apreciables en muy pocas sesiones. Sin embargo,
nosotros hemos intentado descentralizar ‘la naturaleza controvertible del discurso’ sobre
los tiempos breves, predominante en el mundo actual (‘líquido’ y ‘desbocado’), para
empezar a atraer a un primer plano aquellos otros elementos que veíamos que se
estaban marginando (como es el estado de bienestar, un mayor control sobre la propia
vida, o una visión de futuro razonable, realista y alentadora) 41. Fue esto lo que nos
ayudó a estar más atentos al proceso terapéutico con relativa independencia de su
duración, y, por lo mismo, a ser respetuosos de los tempos propios y características
personales de los consultantes; o, incluso, para darles la libertad de permitirse disfrutar
sus propios procesos con tiempos menos restringidos o apremiantes.
Es por todo esto que los métodos tradicionales de la psicología a nosotros no nos
han sido de utilidad (una psicología basada en ‘la evidencia’ que privilegia el uso de
estadísticas, hipótesis, pruebas psicológicas… y la premura), aunque no descarto su
posible utilidad en otros contextos. De aquí la importancia que les atribuimos a los
métodos de investigación cualitativa, pues parece que se ajustan mejor al estudio de
los complejos procesos humanos que nos ocupan.
Al respecto, como lo señalan Gergen y Gergen (2011), es interesante observar
cómo los debates teóricos y metateóricos por los que atraviesa el mundo intelectual
están produciendo profundos cuestionamientos a las formas en que se comprenden y
practican las ciencias sociales, pues además de desconfiar de una metodología que
presume representar al mundo de manera precisa y objetiva, estos debates y
cuestionamientos están proporcionando nueva vitalidad y nuevas formas de abordar
nuestros tradicionales objetos de conocimiento. No obstante, lo más interesante de este
proceso es que se está fomentando el surgimiento de nuevos observables y, más
interesante aún, la posibilidad de generar nuevas construcciones del mundo que, en
nuestro caso, tienen que ver con aquellos elementos que pueden favorecer la
ampliación de los márgenes de libertad de las personas que buscan ayuda en la terapia.
En este sentido, quizá valdría la pena volver a señalar nuestra creencia de que
las diferentes maneras de entender y explicar a los seres humanos no son únicas ni
universales, ni se encuentran al margen de la historia, sino que se trata de tradiciones
culturales y disciplinares que hemos heredado de comunidades interpretativas
particulares que, con toda seguridad, están relacionadas con algunas características
ideológicas del contexto social contemporáneo. Lo interesante aquí sería contemplar si
las modalidades metodológicas disponibles son pertinentes a las características del
contexto actual, si nos están permitiendo explorar adecuadamente los elementos que
41
Como comentario al margen, es interesante observar el movimiento que se está generado en contra de
los establecimientos de comida rápida (fast food), para, en su lugar, promover una cultura culinaria más
parsimoniosa (slow food’) que, además, pueda disfrutarse en compañía; una cultura que está relacionada
con la producción artesanal y con la ‘cocina de autor’ o ‘de diseño’ que, dicho sea de paso, está
generando nuevos e interesantes sabores y degustaciones.
82
nos interesan o, incluso, si la tradición de la que surgieron está impidiendo ver nuevos o
más oportunos elementos de análisis y reflexión. Pero además pienso que habría que
considerar, de manera por demás preponderante y vital, si nuestras formas de
entendimiento, tanto metodológicas como conceptuales, les están permitiendo a las
personas encontrar nuevas formas de subjetivación y/o modalidades relacionales más
adaptativas, útiles y satisfactorias para con su entorno significativo. Porque si esto no
es así, pienso que corremos el riesgo de quedar atrapados dentro de las fronteras de
una disciplina con poco sustento en la realidad de los consultantes.
A pesar de que ya existen fórmulas cualitativas que están enriqueciendo nuestros
análisis al respecto, la inquietud que han despertado sigue estimulando positivamente
el interés de los investigadores42. Son métodos que contemplan nuevas lecturas,
indicadores e interpretaciones, sobre todo si consideramos, como lo señala Gergen
(2007, pág. 266), que “nuestras formas de representación en las ciencias sociales son,
en sí mismas, invitaciones a formas particulares de la vida cultural”.
Con todo, lo importante para nosotros, a final de cuentas, son los cambios que
observamos en las características de vida de las personas, en su relación con los
demás, en la forma de referirse a sí mismos, en la manera de expresarse o de vestir, en
el tono de su voz, en la forma de saludarnos y de despedirse, en sus visiones
esperanzadoras de futuro, en lo que llegan a comentarnos sobre lo que dicen otras
personas sobre sus cambios, o en esa sensación de libertad que suele acompañarlos,
entre otros indicadores previstos o emergentes. Son cambios que observamos
directamente o a través del espejo, o que ellos llegan a compartirnos.
42
Es el caso, entre otros, de los mencionados por Kenneth y Mary Gergen (2011), en donde señalan el
“rango deslumbrante de innovaciones metodológicas” que están emergiendo, para destacar cuatro
interesantes modalidades que merecen su atención: la reflexividad, la expresión de múltiples voces, el
estilo literario y el performance.
83
El ver mi presente y voltear por vez primera con atención hacia el futuro me
hizo entender que las cosas se las complica uno al pretender ir caminando
de espalda y cuando me voltee y vi el camino que tengo por andar, claro, se
me olvidó por un instante el que tenía detrás… fue sorprendente ver cómo,
cambiando un poco el acomodo, todo resulta mejor. Esto me permitió verme
sin censura: el monstruo no era más que el enojo acumulado por los años y
los fantasmas las marañas mentales que me inventé con el tiempo.
Segundo paradigma roto.
Hoy me veo con la cara por delante y la espalda para atrás, lo bonito se
viene conmigo, lo demás se queda en su lugar. La reconciliación con mis
papás fue estupenda; rápida y sin lágrimas y me tomó por sorpresa en el
metrobús, así que puedo decirle que sus chicos se merecen un 10 .
Hoy me siento como niña: ávida de ver todo, todo es cierto hasta que se
demuestre lo contrario. Creo doctor, que el grial, no es otra cosa que la
inocencia de los niños.
Mi marido les manda decir: Que tienen su “eterno agradecimiento”… dice
que lo loca no se me quita, pero que al menos apretaron las tuercas
necesarias . Y mi hermana dice que ya están preparados para tratar las
“psicopatías de los psicópatas verdaderos” (ella sí está loca).
Y así con esta loca inocencia, les mando abrazos, besos y por supuesto mi
eterno agradecimiento.
Que tengan un fin de semestre lindo y Buenas vacaciones.
Penélope
84
10. LOS CASOS (tres ejemplos)
Hay otros mundos, pero están en éste. Hay otras
vidas, pero están en ti.
86
Trabajamos en cámara de Gesell. De un lado de la cámara están los consultantes con
los terapeutas asignados (terapeuta y co-terapeuta)43, y del otro lado del espejo el
resto del equipo, que en ocasiones entró como equipo de reflexión, otras ocasiones les
manda algún mensaje u observación, y eventualmente sugería alguna actividad o tarea
para los consultantes.
El trabajo detrás del espejo también implicó conversaciones entre los miembros del
equipo, tanto para explorar las reacciones que podíamos ver en los asistentes ante esta
nueva modalidad, como para permitirnos anticipar el papel de los terapeutas como
guías conversacionales de lo que eventualmente llegamos a denominar como tertulias
terapéuticas. Tentativamente decidimos nombrarla así para aproximarnos mejor a
ciertas tendencias sociales o tradiciones (acordes con nuestros objetivos), en donde
destacaríamos, de manera por demás importante, la actividad social vinculada con la
oportuna costumbre de las conversaciones informales para afrontar los problemas de la
vida (Limón, 2005) aunque, también, porque pensamos que de esta forma podíamos
distanciarnos un poco más de la formalidad conceptual que viene arrastrando el
término “psicoterapia”; ambas ideas originalmente derivadas de planteamientos de
Thomas Szasz (1974; 1985). Se trata de la variante grupal de nuestra particular forma
de hacer terapia, de una extensión de los diálogos hermenéuticos y construccionistas
que llevamos a cabo con las personas que buscan ayuda en la terapia. Fue una
propuesta que surgió de nuestras propias conversaciones atrás del espejo, en donde se
buscaba, entre otras cosas, la creación de un ambiente terapéutico y conversacional
más amplio, en donde se pudieran generar mayores posibilidades y alternativas para los
participantes, pero, sobre todo, de escucha respetuosa y de conversaciones fluidas, en
donde cada uno de los asistentes se sintiera escuchado y con la libertad de hablar y
opinar sobre los temas que considerara más significativos. Esta idea es bastante
cercana a lo que ocurre en una tertulia, en donde se reúnen habitualmente varias
personas o amigos para discurrir sobre una materia, o para conversar amenamente
sobre un tema en particular. Pero también es una modalidad que a nosotros nos
pareció pertinente porque en sí misma contempla la horizontalidad entre todos los
participantes, incluidos los terapeutas, y que adicionalmente nos ayuda a alejarnos de
la incómoda jerarquía atribuida al proceso terapéutico tradicional (el terapeuta experto
y el paciente no enterado o subordinado).
Es por ello que consideramos esta modalidad terapéutica propicia para que la gente
pueda escuchar otros puntos de vista. El propósito es que de estas diferentes voces
surjan experiencias, consejos, opiniones y propuestas para favorecer la emergencia de
un discurso encaminado a las soluciones, además de ampliar o construir narrativas más
liberadoras para los participantes.
43Aún cuando eran dos los terapeutas asignados, ocasionalmente alguno de ellos se intercambiaba con
otro miembro del equipo.
87
Tertulias terapéuticas
Los tres consultantes que participaron en este proceso terapéutico fueron Lucrecia,
Enrique y Javier44.
Lucrecia fue la primera persona que se incorporó al grupo de terapia. Ella es una mujer
de 43 años, madre de tres hijos y que tenía siete años de separada. Como motivo de
consulta expresaba un malestar con ella misma y en relación con sus hijos,
principalmente con la menor de 16 años, que sufría ataques de epilepsia. Desde la
separación con su marido presentaba síntomas de depresión y estaba en tratamiento
psiquiátrico. Además de la depresión, Lucrecia presentó problemas de alcoholismo
durante un año, lo que la llevó a participar en un grupo Alcohólicos Anónimos. Lucrecia
decía sentirse “como una mujer débil y llena de culpas” porque en ocasiones sentía no
querer a su hija menor, ya que estaba cansada de sus constantes chantajes y
menosprecios.
Enrique (RI) fue nuestro segundo participante en la terapia45. Él tiene 47 años y desde
hacía dos años estaba separado de su ex esposa. Al llegar a terapia comentó que se
encontraba en un proceso de disolución de la sociedad conyugal, y que no mantenía
contacto con su ex esposa. Mencionó que, debido a lo difícil de las litigaciones, la
relación con sus hijas se había deteriorado, aunque mantenía contacto esporádico con
ellas.
El tercer consultante fue Javier (J). Él es un hombre de 31 años, que al llegar a terapia
estaba separado de su esposa debido a una infidelidad de ella. Cuando Javier llegó a
consulta decía sentirse “muy confundido e inseguro con respecto a qué decisión
tomar”, pues a pesar de que reconocía sentir cariño hacia su esposa, no estaba seguro
de volver a confiar en ella, y quería perdonarla para no sentir rencores.
Uno de nuestros principales objetivos como equipo terapéutico, fue que desde la
primera sesión se estableciera un ambiente de cordialidad, confianza, escucha y réplica
respetuosa. Por ello después de la presentación y explicación sobre nuestra forma de
trabajo, establecimos acuerdos indispensables para la convivencia armoniosa dentro del
espacio terapéutico. Además de escuchar sus propuestas sobre los elementos que les
parecían importantes, se habló de la necesidad e importancia de respetar los tiempos
propios y de los otros para conversar, se mencionó también que sería necesario hablar
y escuchar atentamente, así como guardar la confidencialidad de lo dicho y escuchado
durante las sesiones. Además se hizo hincapié en la importancia que tendría para el
proceso terapéutico respetar la diversidad de opiniones, experiencias y comentarios,
dejando en claro que, si bien podría darse el caso de no compartir un punto de vista, o
incluso estar en desacuerdo con las opiniones de los otros, era muy importante respetar
lo que cada quien dijera. Esta actividad ayudó a que los consultantes comenzaran a
44
Nombres ficticios utilizados para resguardar la confidencialidad.
45
Eventualmente esta persona optó por tomar una terapia de corte individual, debido a que su demanda
presentaba una problemática más íntima que, por lo mismo, no estaba dispuesto a ‘compartir’ con el
grupo. Sin embargo su participación, así como el reporte de sus resultados, para este trabajo nos
parecieron importantes, sobre todo por las ideas que aportó a lo largo de las sesiones.
88
sentirse con mayor confianza para emitir una opinión o propuesta de convivencia,
además de establecer las reglas mínimas para crear un ambiente de respeto y confianza
en el grupo. Son formas de relación y de estar en el mundo que, dicho sea de paso,
forman parte de lo que promueve la terapia contemplada como diálogo hermenéutico y
construccionista.
Posteriormente, cada uno de los participantes habló sobre sus motivos de consulta, y se
establecieron las metas u objetivos terapéuticos para cada uno de ellos. En el caso de
Lucrecia, ella estableció tres metas terapéuticas. Todos escuchamos de forma
respetuosa cuáles eran las razones que la llevaron a consulta y qué era lo que esperaba
de la terapia.
El caso de Lucrecia
Lucrecia: Hace un año tuve una crisis muy fuerte y llegué a urgencias. Ahí estuve
internada y me diagnosticaron depresión y ansiedad. Pero esa sólo fue la crisis
más grave, los síntomas comenzaron a presentarse a partir de la separación con
mi esposo. También voy a un grupo Alcohólicos Anónimos porque soy
alcohólica. Hace un año que no bebo ni una gota, pero sé que esa enfermedad
será para siempre. Voy al grupo para ayudarme. Pero bueno, creo que en esta
ocasión lo que más me preocupa es mi hija, la menor. Cuando me separé de mi
esposo, mis hijos se quedaron a vivir con él, pero la menor se fue conmigo,
porque ella tiene epilepsia; entonces sólo yo sé cómo tratarla cuando tiene sus
ataques. No nos llevamos bien, peleamos mucho y a veces siento que no la
quiero. Por ser la menor y por su enfermedad, yo me dediqué a sobreprotegerla
hasta el punto que ella me dice “me asfixias mamá”, y aún así yo siento que no
la quiero […]
Otra cosa que me trae aquí es que me siento, no sé, como una mujer muy débil,
no tengo autoestima; siento que no me quiero, pues ni siquiera puedo estar bien
sin el medicamento, además tanto tiempo me dijo mi esposo que yo era una…
discúlpenme la palabra, pero él me decía que yo no podía hacer las cosas, que
era una pendeja, y me puso un chip que yo tengo bien metido en la cabezota.
89
otras cosas por el estilo, pero yo tengo la impresión de que estás dejando de
lado otras cosas de ti. Las cosas positivas no las he oído. De pronto dices que no
sabes tomar decisiones, pero después me cuentas que ya no eras feliz con tu
esposo y decidiste irte a vivir sola. O me dices que te sientes culpable porque
piensas que no quieres a Karina, pero yo tengo la impresión de que todo lo que
has hecho por ella, incluida esta parte de sobreprotección (que evidentemente
no es cómoda para ninguna de las dos), es una muestra de cariño hacia tu hija.
Es evidente que su relación actual no es muy cómoda, pero hasta en eso
escucho a una mujer que sabe lo que quiere, pues claramente nos has dicho qué
es lo que te gustaría de la terapia. Creo que son cosas que tienes y no estás
viendo.
Lucrecia: Bueno, yo no lo había visto así, pensé que siempre habían sido
errores… con mi esposo, con mi hija, conmigo misma.
Durante muchos años Lucrecia escuchó los comentarios y opiniones negativas que
hacía su esposo sobre su persona. Al respecto Lucrecia decía sentirse culpable, con
vergüenza y “tonta”. En otra sesión conversábamos sobre esto:
Enrique: ¿Vergüenza de qué? Dijiste que algo te daba vergüenza.
Lucrecia: Sí, de ese chip, que me lo haya metido y que yo me haya dejado, no
entiendo cómo una mujer puede permitir eso. Por eso ahora, cuando tengo que
hablar con mi ex y la plática se acalora, o él me grita o se molesta, yo lo corto.
Ya no lo escucho.
Aquí tratamos de vincular esta nueva forma de relacionarse con su ex-marido como un
indicador o signo de autoestima, con lo que ya estaba empezando a hacer Lucrecia
para sí misma.
Terapeuta: ¿Y tú no ves eso como signos de autoestima?
Lucrecia: ¿Qué cosa?
Terapeuta: El que no permitas los gritos, el cortarlo cuando se acalora la plática.
Lucrecia: Pues… yo creo que sí… (se sonroja).
Todos los participantes sonríen con complicidad, sin signos de burla, sus voces
refuerzan la opinión del terapeuta y agregan más elementos alentadores para Lucrecia:
90
Enrique: El simple hecho de que lo estés viendo, es que estás retomando la
entereza para ti, ya no estás comprando la idea (del “chip”) literal.
Javier: Yo quería comentar sobre esta baja de autoestima que dice Lucre,
(dirigiéndose a Lucrecia). Tanto la has recuperado (la autoestima) que las veces
que te he visto has venido muy bien vestida. A mí me gusta la forma en cómo te
vistes, y yo creo que el vestirse es también parte de la autoestima.
Si como dicen Penn y Frankfurt (en Limón, 2005, 85-109) cuando hablamos de
problemas construimos un monólogo interno, frecuentemente experimentado como una
voz negativa que se acusa y juzga a sí misma, entonces también es importante crear un
balance de poder, por decirlo de alguna manera, entre esa voz negativa, hasta el
momento dominante, y el descubrimiento o la invención de otras voces, más positivas,
con más confianza y más satisfactorias. Es por esto que consideramos viable que esas
“otras” voces pudieran encontrarse en terapia. Si bien el terapeuta puede ser una voz
importante y nueva, para las personas que acuden a consulta, nos pareció que el
incorporar una mayor diversidad de “voces” resultaría favorable para el enriquecimiento
del proceso terapéutico. Todas estas ideas fueron las que nos motivaron a explorar la
posibilidad de una terapia grupal. Y los resultados nos dejaron ampliamente satisfechos.
En el caso de Lucrecia ella escuchó muchas voces de sus compañeros, palabras,
experiencias, consejos y observaciones que le dieron motivación, aliento y mayor
seguridad. Por ejemplo, en muchas ocasiones Javier le ofreció alternativas que ella no
había imaginado, lo que le ayudó a ampliar los restringidos márgenes de libertad con
los cuales había venido operando en su vida, para, con ello, acceder a nuevas formas
de verse a sí misma, de relacionarse más apropiadamente con su entorno significativo,
así como de encontrar maneras más efectivas y satisfactorias para enfrentar los
problemas en su vida.
Javier: Al ver que Lucre se siente mal yo me siento identificado. Lo positivo es
que aún cuando está con malestar tiene alternativas y veo que puede ponerlas
en práctica. Es bueno que a pesar de las dificultades que trae, sepa que se
puede aligerar esta carga caminando o escribiendo. Incluso se me hizo muy
buena la propuesta que dio de cambiar sus rutinas. Yo le pediría que lo hiciera,
porque pienso que le va a dar resultado. De hecho se me ocurre otra cosa, con
la facilidad que tiene para escribir, yo le pediría que escribiera algo sobre
nosotros, del grupo. Podría hacerlo en algún momento en que esté muy
presionada o que se sienta muy mal, le pediría que nos recordara y escribiera
algo sabiendo que nosotros le estamos dando muy buena vibra.
Lucrecia: Muy interesante. Voy a tomar en cuenta mucho lo que me dice Javier
sobre escribir, y lo que dice Enrique también, pues pienso que son muchos
recursos pero los tengo en mi cabeza y solamente es cuestión de manejarlos e
irlos poniendo en su lugar. Tengo diez semanas leyendo la Biblia los domingos y
eso me ha funcionado. Otra cosa muy importante, que alguna vez escribí, y es
que cuando me gradúe de aquí no quiero ser víctima. Escuchar esa palabra me
enoja.
91
En la postura construccionista de la aproximación grupal que reportamos, generalmente
privilegiamos la relación con los “otros”, pues pensamos que es en los “otros” donde
podemos encontrar voces nuevas que ayuden a contrarrestar el monólogo negativo,
creando a su vez un diálogo abierto y más positivo. Sin embargo, aún cuando
reconocemos el carácter “construido” de la individualidad, pensamos que muchas veces
es necesario que en la terapia se trabaje en la relación con uno mismo. Por ejemplo, en
el caso de Lucrecia nos dimos cuenta de que ella tenía muy abandonada la relación
consigo misma, pues los espacios y tiempos que ella estaba dándose para estar sola
estaban siendo interpretados como negativos y egoístas. Nuestro trabajo, en este caso
auxiliado y reforzado por Enrique y Javier, consistió muchas veces en normalizar y
reforzar esos espacios/tiempos que ella se proporcionaba para el cuidado, cultivo y
disfrute de sí misma.
Lucrecia: Sí (sonríe), de hecho estos días me he sentido tentada a recaer. La
cama me llama, pero eso es deprimirme. Mejor trato de hacer otras cosas.
Hablar con mis hermanas me desespera, porque si yo les quiero platicar, ellas
me meten cosas que me hacen enojar. Por ejemplo una de ellas me dice, al
respecto de lo que me ha pasado en esta semana con los medicamentos, “a mi
hija también le recetaron esos medicamentos, pero mi hija sí es fuerte y no se
los tomó”. Entonces me hacen enojar, me hacen dudar si estoy haciendo bien o
mal. Y, pues, me aíslo mucho.
Enrique: Pues yo creo que no es aislarse, sino tener higiene mental. [… ] Cuando
yo estaba así, como tú, yo también quería estar solo y me daba permiso,
conscientemente y muy tranquilo de estar solo. Estar solo no es malo siempre y
cuando lo hagas constructivo. A lo que voy es que no te sientas mal por estar
sola.
Terapeuta 1: Tal vez es estar sola en el sentido de no estar físicamente con otra
persona. Pero en otro sentido estás contigo misma encontrándote y procurando
tu cuidado […] Me parece muy importante lo que dice Enrique de darte esos
espacios de estar sola contigo misma.
Fue entonces que Lucrecia comenzó a relatarnos “las historias aún no contadas en su
vida”. La narrativa actual de Lucrecia es una historia en donde cabe más lo que ella
quiere, espera y decide hacer consigo misma, donde ella controla la ansiedad, donde
ella puede alejarse de la depresión, y puede además reconocer sus capacidades y
herramientas. Estas nuevas historias se generaron en la terapia. En ellas podemos ver
el nuevo sistema de significados de Lucrecia, que emergió a través de la conversación-
interpretación (hermenéutico-construccionista) que se realizaron en el grupo. Estas
conversaciones le permitieron ampliar sus márgenes de libertad para acceder a formas
de ser y de pensar nuevas, diferentes, más adaptativas y relacionalmente más efectivas
y satisfactorias. En las últimas sesiones ella comentaba sobre “el milagro” en su vida.
Los diálogos que se describen a continuación, se realizaron después de hacerles la
pregunta del milagro (para que lo pensaran cada uno por su lado), pidiéndoles que en
la siguiente sesión nos dijeran qué habían pensado al respecto.
92
Lucrecia: Para mí, el problema que me trajo aquí es Karina, y yo siento que se
ha dado ese milagro, de ser diferente, de llevar una mejor relación, y creo que
sólo faltaría que eso estuviera completamente salvado. Ya he visto resultados y
frutos del cambio, entonces, veo el milagro. Me daría cuenta de que no existe el
problema porque estaría tranquila con mi hija.
Terapeuta: ¿Qué harías si ocurriera el milagro?
Lucrecia: Mantener esa tranquilidad, motivar mucho a Karina para que siga así.
Terapeuta: Ese día, después del milagro, ¿te levantarías?, ¿irías a buscar a
Karina?, ¿o qué harías?
Lucrecia: Pues me tendría que dar cuenta de que está ahí, la abrazaría, la
amaría, porque es algo que me da trabajo. Antes yo sentía que no la quería,
anoche se durmió conmigo y lo disfrutamos, y ahora el verla me da mucha
emoción. Y pues hay muestras de afecto más reales, que se sienten más. Hay
más cuidados entre las dos.
Terapeuta: ¡Qué padre! ¡Qué bonito! Qué bonita imagen. ¿Cómo cambiaría tu
hija en este proceso si sucediera el milagro?
Lucrecia: Pues yo creo que sería maravilloso para ella, porque como les comento,
tiene una depresión tremenda, no sale de la casa, y para mí una satisfacción
muy grande es que tuviera una motivación. Yo me siento egoísta porque, cuando
yo llegué al Centro, la idea era ver una terapia para Karina, y me siento egoísta
de querer primero estar yo bien para ayudarla a ella.
Terapeuta: Lejos de que te pese, veo que tus cambios también están
repercutiendo en ella. Como lo mencionas, primero estás cuidándote tú, pero eso
al mismo tiempo la está cambiando ella.
Si nosotros le preguntáramos a Karina, al final del día y después del milagro,
¿qué cambios ha hecho tu mamá?, ¿cómo la ves?, ¿qué nos diría?
Lucrecia: Que ya no me ve enojona, que era mi defensa; que me ve dispuesta a
compartir el tiempo que estamos juntas. Yo creo que sí lo nota, porque yo
siempre ponía pretextos para no platicar, y ayer me senté y hablamos. Hablamos
de posibilidades para su vida, para que baje de peso, para que se sienta mejor.
Con respecto a una forma diferente de relacionarse consigo misma, consideramos que
la terapia le permitió a Lucrecia descubrir esa nueva forma de ser. La posición abierta,
94
respetuosa y horizontal que los terapeutas y el grupo tomaron al escuchar su historia,
le ayudaron a ir fortaleciendo la imagen que tenía de sí misma, a valorar más sus
opiniones y sus experiencias, a empoderarse y a “retomar las riendas de su vida”, como
ella en algún momento lo llegó a comentar.
A diferencia de la mujer que anteriormente aceptaba que la descalificaran, o que la
trataran como “tonta”, surgió “una nueva Lucre” que se daba más valor a sí misma, y
que reconocía en su experiencia la capacidad de aportar opiniones valiosas. Tal fue el
cambio que incluso en alguna ocasión, dentro de las mismas tertulias, pudo defender su
punto de vista:
Lucrecia: Me gustaría comentar algo rapidísimo. Yo creo que el motivo de estar
reunidos, y como lo manifestamos en su momento, era de respeto. En este caso
a mí ya nadie me va poner el pie. Yo vine aquí a que mi autoestima suba, esos
son los elementos que me han dado. Entonces yo siento a Enrique muy agresivo.
Yo no me voy a guardar mi opinión, siempre la diré con un respeto absoluto. Y
me molesta la forma en que se ha expresado.
Enrique: Si lo dije así, discúlpame, pero obviamente estoy haciendo y sacando
cosas importantes.
Lucrecia: Claro, yo pienso que aquí venimos para escuchar, no hay recetas
secretas, pero podemos escuchar lo que los otros tienen. Pienso que tanto
Enrique como Javier tienen cosas enriquecedoras para mí, como Javier y yo
tenemos para Enrique. No me gustaría callarme o que no podamos decir nuestra
opinión y sentirnos agredidos. Lo que yo hago es escuchar lo que otros dicen, y
si no me gusta, pues lo oigo y después lo externo. De verdad todo lo que yo
llego a comentar aquí es con respeto absoluto, y tiene que ver con mi
experiencia.
Javier: Bueno, yo sólo quisiera hacer un comentario acerca de lo que pasó hace
unos momentos, que Lucre dijo lo que no le parecía de cómo se estaba
dirigiendo Enrique a ella. Me da gusto que haya externado eso. Pienso que al
contrario de lo que ella comentaba hace mucho tiempo, que estuvo sometida y
callada, hoy, incluso con el carácter fuerte de Enrique, se atrevió a decir lo que
piensa.
El caso de Javier
Este caso se presentó más como una “crisis” que surgió a partir del la infidelidad de su
esposa. Su motivo de consulta era sentirse más tranquilo y poder tomar “la decisión
correcta”, misma que se encontraba entre dos opciones: regresar con su esposa y
olvidar sus problemas pasados, o separarse y olvidarse definitivamente de ella. Decía
sentirse inseguro, triste y totalmente confundido con sus sentimientos e ideas. Esto le
estaba acarreando problemas en varias aspectos de su vida, pues su desempeño laboral
estaba viéndose afectado y había resentido estragos en su salud a partir de esta
situación. No sabía qué decisión tomar, y ello le provocaba “angustia y ansiedad”.
Javier: En una ocasión salí al extranjero, cuando regresé recibí una llamada
telefónica donde me decían que mi esposa se había visto con otra persona.
Entonces me entró la duda y le dije que saldría de viaje, pero no me fui de viaje,
me esperé afuera de un automóvil, y después de una hora de que
supuestamente me había ido, llegó una persona a verla. En ese momento pensé
“voy a matarlos, lo voy a mandar a golpear”. Pensé muchas cosas, no sabía
cómo reaccionar, pero creo reaccioné de la mejor forma, abrí la puerta y los
enfrenté a los dos. Nos separamos y después de tres meses tuvimos un
acercamiento; ella me habló por teléfono. Ella dice que me quiere mucho, que
quiere estar conmigo, que quiere regresar conmigo. Yo no sé, estoy confundido,
no sé si es amor. Sí la quiero mucho y siento mucho lo que está pasando. No sé
si voy a regresar con ella o no. Ahora que estuvimos separados me he dado
cuenta de que la necesito mucho, incluso he estado a punto de decidirle que
regrese, pero no estoy seguro. Básicamente eso me trajo aquí, no sé qué
decisión tomar, no sé cuál sea la decisión correcta y eso me preocupa mucho.
Era una situación difícil, muy incómoda, pensando, adicionalmente, en encontrar una
decisión que dejara satisfechas a todas las personas que le rodeaban.
96
Terapeuta: Lo que me gustaría comentar acerca de algo que dijiste, Javier, es
que hablas de respuestas correctas. Se me ocurre que puede haber muchas
respuestas correctas, o incluso que tal vez no haya respuestas correctas para
todos. Pero lo que sí creo importante es que esa respuesta sea una que te haga
sentir bien a ti. La posible respuesta correcta sería, desde mi parecer, aquella
donde te sientas tú a gusto. No sabemos si sea la respuesta correcta para todos,
pero tú estarás a gusto.
Cuando llegó a terapia Javier sólo veía dos opciones: regresar con su esposa o no
hacerlo. Desde nuestro punto de vista, este tipo de pensamiento tenía a Javier
“atrapado” en una historia con pocas posibilidades de solución. Hubo momentos en los
que decía “no ver la salida”, y por ello decía que estaba a punto de “tirar la toalla”. Nos
parece que la historia de Javier es un buen ejemplo de cómo en ocasiones existen
márgenes de decisión y de movimiento muy estrechos, mismos que limitan las
posibilidades de acción de las personas. Es en estos casos cuando pensamos que las
personas tendrían que rebasar los ‘estrechos márgenes’ con los cuales han venido
operando en sus vidas, o, en otras palabras, que pudieran ampliar sus márgenes de
libertad para tratar de encontrar soluciones novedosas, diferentes. Fue entonces
cuando en la conversación terapéutica surgió una tercera opción, hasta el momento no
contemplada por Javier. Fue la idea de, por el momento, no tomar ninguna decisión, o
decidir no decidir por el momento. Esta nueva opción provocó cambios en la vida de
Javier, pues para la segunda sesión él nos hablaba de las implicaciones positivas que
tuvo ver esta otra posibilidad de “decidir no decidir”.
Javier: Lo que pasó de diferente es que en esta ocasión ahora sí pude decirle a
mi esposa con seguridad, con una seguridad que no tenía antes: “dame tiempo,
necesito darme tiempo para tomar una decisión correcta”. En esta ocasión pude
decírselo con seguridad y con claridad. Porque antes ni le decía nada, pensaba
“necesito decirle que sí regreso o que no, pero decirle ya”. Yo pensaba que sólo
podía decirle si o no en el momento. Pero creo que al decirle que necesitaba
tiempo lo entendió, pues no me ha vuelto a insistir. Ha estado tranquila y yo
también. Es algo que me llevé de aquí, poder darme tiempo.
97
Considero pertinente destacar que las metáforas foucaultianas sobre “el cuidado, cultivo
y disfrute de sí mismo”, que surgieron a lo largo de las conversaciones, llegaron a tener
un efecto muy enriquecedor para los tres integrantes de la tertulia terapéutica, lo que
adicionalmente hizo que emergieran nuevas formas de verse a sí mismos y contemplar
de forma diferente su entorno relacional.
Javier: Otra cosa interesante es esto de darse los tiempos pertinentes para
tomar una decisión. E igualmente, una situación que me llevé de ustedes
(terapeutas) acerca de la idea de cultivarse, fue que comencé a preguntarme
qué puedo hacer para cultivarme; y lo que deduje fue: cuidarme, hacer ejercicio.
Algo que tengo muy descuidado es la alimentación, pues últimamente me he
sentido muy pesado, y pienso cuidarme en esos aspectos [...] lo que me trajo
aquí es la decisión, que aún no he tomado, de regresar o no con mi esposa. Me
estoy tomando tiempo para visualizar lo que me conviene.
Yo lo dividiría en dos partes, porque se puede dar de dos formas; una sería que
regresara con mi esposa, y que los dos estuviéramos a gusto, tranquilos y
convencidos, dejando todo atrás, lo primero que haría sería dejar de pensar en
las cosas que pasaron. Creo que de cualquier manera a los dos nos ha ayudado
estar separados, porque ella también está ocupando el tiempo. Y bueno, dejar
de pensar en eso. Y la otra, si no estoy junto a ella, sería superar esa situación,
dejar de pensar en esto, y llevarme bien con ella, estar cordialmente. Lo común
en las dos alternativas es que quiero estar tranquilo y ya no pensar en el
engaño.
Durante su proceso cambiaron las formas de comunicarse entre ellos. Javier descubrió
la forma de defender asertivamente su punto de vista, sus necesidades y sus tiempos
personales. Gradualmente pasaron del chantaje y los reproches al respeto del espacio
personal y a la negociación. Y cuando se presentaba nuevamente la “presión” y el
“chantaje” por parte de su esposa, Javier empezó a encontrar nuevas herramientas y
reflexiones que le permitieron ir creando una relación diferente, presumiblemente más
cómoda, aunque provisional.
Terapeuta 3: ¿Cómo le vas a hacer?
Javier: La vez pasada que le comenté lo que sentía, ella rápidamente me
entendió y me sentí más liberado. Creo que necesitaría hablar más con ella, para
explicarle todo lo que estoy viviendo, que me está sirviendo mucho esto, y para
hacerle saber lo que pienso, lo que siento. Porque la verdad sí me está sirviendo.
Para el caso de Javier, el papel del grupo terapéutico llegó a tener una función adicional
muy importante, pues aparentemente se convirtió en un espacio de confidencia y
desahogo, y en una valiosa red social de apoyo.
Javier: Bueno hay algo que me gustaría comentar. Ahorita que llegué, ellos
(Lucrecia y Enrique) tuvieron unos detalles que me hicieron sentir bien, pues me
preguntaron ¿cómo te va? Y me sentí muy bien porque dije “se acordaron de
mí”. Me hizo sentir muy bien. Yo quería hacer un comentario con respecto a
Enrique. Yo de él me he llevado muchas cosas que me han servido. Algo de lo
que no me había dado cuenta es que cuando estás deprimido y te pones a
escuchar música triste o deprimente, esas canciones que están duro y duro, al
final te hacen sentir peor, no son algo que te ayude. No me había dado cuenta
de eso, y hace ocho días que Enrique lo comentó, noté que yo caigo también en
eso. En algún momento no alcanzaba a entenderlo, y yo lo hacía.
99
logrado cambios positivos y permanentes. Al final del proceso él estaba convencido de
la necesidad de explorar diferentes formas, estilos y posibilidades en sus relaciones.
Javier: Una de las cosas que me sirven mucho, es escuchar que voy bien, o
cuando no, pues que puede ser de otra forma. Por eso es importante venir aquí,
porque son otras opiniones, a veces de ustedes (terapeutas), a veces del grupo
o a veces del equipo reflexivo. Todas me abren el panorama. Todavía no tomo
una decisión de regresar con mi esposa o no, de hecho he estado pensando que
sólo me he enfrascado en esas dos alternativas, de regresar o no, y a lo mejor
me hace falta probar otras cosas; conocer a otras personas o salir con alguien
más. Es algo que me gustaría hacer, aunque no tengo muy claro cómo. Pero
creo que necesito saber qué más hay para tomar una decisión. Pienso que si
salgo con alguien de ahí puedo decir “no, pues mejor me quedo con mi esposa”
o pensar, “vaya, de lo que me estoy perdiendo”.
El caso de Enrique
Con Enrique fue más difícil establecer las metas que habían de lograrse en terapia,
además de que su conversación discurría dentro de un sistema de significados que
nosotros veíamos muy complejo, influido, en parte, por una forma de pensar que
buscaba explicaciones objetivas y verdaderas en el pasado como requisito indispensable
para entender y resolver los problemas que estaba viviendo en el presente. Era un
discurso plagado de metáforas sobre el fondo del problema o sobre la profundidad de
las cosas en su persona. Incluso se mostró sorprendido con nuestra forma de trabajo,
pues llegó a comentar que él buscaba especialistas, expertos que le dijeran qué debía
hacer para estar mejor. Cuando llegó a terapia él hablaba sobre su problema de la
siguiente manera:
Terapeuta: Nos gustaría saber en qué podemos ayudarte, quisiéramos saber
¿qué es lo que esperas de la terapia?
Enrique: Bueno, jaja, me la voltearon. Yo esperaba que ustedes me lo dijeran,
no al revés, pues yo no sé, no estoy muy claro, sería esto de los duelos, poder
superar todas las cosas que me atan, que me mantienen mal y me duelen, poder
brincar la tablita para hacer otras cosas. Yo pienso que son cosas que vienen
desde hace mucho, tengo un niño interno muy herido, por mi madre, incluso por
una maestra que en la primaria me golpeó, después mi esposa. Son cosas que
están a nivel inconsciente. Lo que más me interesa es ser libre, porque
evidentemente yo estoy pasando por un proceso muy difícil, y lo que se viene
con mis hijas. En este momento yo no puedo verlas porque legalmente la señora
me tiene en sus manos, por eso yo quiero ser libre, principalmente eso es lo que
necesito.
Terapeuta: ¿A qué te refieres cuando dices que quieres ser libre, cómo sería para
ti ser libre?
100
Enrique: Ya no tener más apegos, poder desapegarme emocionalmente de mis
hijas, no depender de si las veo o no las veo, y en esa medida estoy bien o mal;
simplemente pensar en mí y desapegarme para que lo que venga no me afecte.
Ellas son chicas muy maduras para su edad, pero obviamente todo esto les está
afectando; yo ya no quiero sentirme mal por ellas o por lo que la señora
(refiriéndose a su ex-esposa) hace, y la imagen que les da de mí.[…]. No sé, yo
estoy tranquilo, he estado trabajando mucho sobre mí mismo, sobre lo que me
duele, sobre todo lo que traigo, sin embargo en este momento siento que no
puedo sacarlo todo yo, hay cosas que están muy adentro, a nivel inconsciente.
He trabajado en mí mismo, pero no sé, siento que necesito el trabajo de un
especialista. Quiero verlo objetivamente.
Pensamos que esta forma de ver las cosas estaba dificultando que Enrique pudiera
abrirse un poco más, tanto para explicarse lo que estaba pasando, como para encontrar
soluciones más tangibles a sus preocupaciones. A pesar de que considerábamos muy
respetable y válida su postura y forma de pensar, para lo que él estaba buscando esta
modalidad terapéutica parecía no ser la más apropiada, sobre todo porque usaba
muchos términos difíciles de entender y abordar con los demás integrantes, en
ocasiones incluso contradictorios. Quizá fue esta postura la que hizo que los demás en
algún momento pensaran que a veces tomaba actitudes de superioridad (lo cual estaba
dificultando establecer con él una postura más horizontal con el resto del grupo), al
mismo tiempo que a él le impedía abrirse un poco más para encontrar alternativas que
pudieran ayudarle. Por ejemplo, cuando en algunas ocasiones escuchaba una opinión
con la que no estaba de acuerdo, echaba mano de un lenguaje presuntamente
intelectual para descalificarla o para “defenderse”. Y cuando intentábamos conversar
sobre posibles alternativas que podrían ayudarle a mejorar sus relaciones, por ejemplo
con sus hijas (que aparentemente eran parte importante de sus preocupaciones), él se
evadía argumentando que primero era necesario trabajar “en su interior”, para poder
estar mejor con los demás.
Consideramos que Enrique estaba atravesando por una situación bastante incómoda, y
que estaba muy confundido, por lo que aceptamos que se mantuviera en el grupo para
ver si, eventualmente, podría encontrar algún indicador que le ayudara a definir con
más claridad qué es lo que quería, qué le gustaría que pasara en su vida, y, por
supuesto, ver si podría ayudarle esta terapia. Era una situación incómoda y confusa que
involucraba la difícil relación que estaba manteniendo con sus hijas.
Enrique: Yo quise ver a mi hija el viernes, pero me encontré con que no podían.
Mi hija me dijo “mi mamá dice que no podemos verte, hasta que termine el
juicio”. Y pensé “bueno, ¡en la torre!”, y le pregunté a mi hija “¿ustedes qué
tienen que ver con el juicio?”. Su mamá les dijo que era una forma de cuidarlas,
y yo les dije “bueno, pues ¿tú crees que cuidar es no dejar que convivan
armoniosamente con su padre?”, y ya ella me contestó “¿qué quieres que haga?”
[…] También le pregunté, a mi hija, “¿que tu mamá no se ha cansado de hacer
tanto daño?” Son preguntas reactivas, no espero respuesta sino que ella se las
101
pregunte. También le comenté que yo voy a seguir luchando por la casa, por si
algún día se quieren ir a vivir conmigo, y ya. Le dije “cuídate mucho y ve por tu
hermana, que será la más dañada”. Por no querer involucrarlas lo había dejado,
pero pensé que era el momento de decirle lo que pienso, y que ella lo procese,
también le estoy abriendo pautas.
Terapeuta: ¿Cuál fue la reacción?
Enrique: No tengo respuesta aún. Para mí es normal, porque todavía está
discerniendo, está validando, yo veo normal que no me conteste ahorita.
Por las implicaciones que pudiera estar generando el divorcio en sus hijas, pensamos
que era importante que Enrique reflexionara un poco más sobre las consecuencias que
estaban teniendo sus comentarios en la manera de relacionarse con ellas, ver qué
formas diferentes y más apropiadas podían permitirle mejorar la relación y, al mismo
tiempo, que pudiera explorar un poco más las características de su malestar y las
estrategias a seguir.
Terapeuta: Bueno, al margen de la opinión de todos, que ahorita escucharemos,
yo lo veo como… como que sí te está mandando un mensaje tu hija. Algo así
como “no me metan en sus líos”.
Lucrecia: ¡Exacto!…pienso así.
Terapeuta: Esa es la impresión que tengo del “no mensaje” que te está
mandando. Algo así como “déjenos, no nos metan en sus rollos”.
Enrique: Yo sí veo el mensaje. Para mí, ella está discerniendo con ese “no
mensaje”, no lo veo totalmente así como dices (al terapeuta).
102
Fue una intensa conversación alrededor del discurso de Enrique que nos ayudó a
comprender un poco más algunas sus ideas, y para tratar de co-construir con él y con
el grupo una visión diferente de la vida, de las relaciones, de las verdades, de los
valores, de los conceptos y de las creencias.
Terapeuta: ¿Qué te gustaría que pasara con tus hijas? A ver, ¿cómo te gustaría
que te vieran, cómo te gustaría que vieran a su mamá?
Enrique: No me lo he preguntado (Serio).
Terapeuta: Te lo pregunto yo… (Risas amigables)
Enrique: ¿Cómo me gustaría que me vieran? Ya lo vimos, una persona ecuánime,
un padre amoroso, en armonía. ¿Cómo me gustaría que vieran a su mamá? Igual
que yo, una persona cuerda.
Terapeuta: ¿Tú crees que los mensajes que les mandaste van por ese camino?
Enrique: Mira, a final de cuentas ellas tienen que….eso que me dicen mis hijas,
“no podemos verte porque nos cuidan”… ¿eso es cuidar?
Terapeuta: Evidentemente no. Pero además, esto que te pregunto no es un
reclamo, ¿eh?, ni mucho menos.
E: No, no.
103
Nos parece importante mencionar que en el grupo comenzaba a permearse cierta forma
de pensar mucho más flexible y tolerante, con valores como el respeto a la pluralidad
de pensamiento y formas de vivir, así como el derecho a defender el punto de vista
personal.
Javier: Yo creo que cuando vives las cosas te das cuenta de lo difícil que es
resolverlo. Veo que a lo mejor le estás exigiendo mucho a tu hija. Incluso por la
edad, a lo mejor no alcanza a entender bien esta situación que están viviendo.
Yo lo veo como que ella dice “denme chance, o no lo quiero discernir”.
Terapeuta: Esa es otra posibilidad: que no lo quiera discernir.
105
pensar una cosas y yo otra, pero estamos al mismo nivel”. Se me ocurre que
podría servir como estrategia.
Enrique: Ok, pero tengo miedos. O sea, si tú me pones una meta, un fin y todo
lo demás, sí llego.
Terapeuta: Pues ese es el punto.
Enrique: Pues, no sé, luego yo pienso que lo que no sé es cómo relacionarme,
como mantener…
Terapeuta: En ese punto estamos, ¿cómo lograr establecer una relación…?
vamos a llamarle de igualdad, o de horizontalidad, con el otro. Y, sobre todo,
¿cómo mantenerla?
Enrique: Pues no lo sé, pero algo me destrabó ahora.
No obstante los avances que notábamos con Enrique, a pesar de las dificultades que
teníamos para comunicarnos con él (o viceversa), desafortunadamente el proceso se
tuvo que interrumpir. También llegamos a pensar en su caso quizá hubiera sido más
productiva una terapia individual, en donde él se sintiera con mayor confianza para
hablar. Pero no por ello dejamos de ver lo valioso de su participación, pues creemos
que fue muy productiva para el grupo terapéutico, y quizá también para él. Sus
comentarios, opiniones y experiencias fueron un elemento importante en las
conversaciones, y muchas veces su voz abrió alternativas para los demás participantes.
Terapeuta: Me dio risa porque me acordé de un maestro que decía que en
psicoterapia hay casos fáciles, casos difíciles y casos imposibles (risas de todos);
de esos casos en donde hagamos lo que hagamos no se cambia nada. Espero
que tu caso no sea así.
Enrique: No creo que sea así, porque tengo cosas muy claras de lo que quiero
sacar de aquí, y, con todo respeto, no dependo de lo que salga, sino que voy
poco a poco. Yo, por ejemplo, ahora sé que mi estilo de comportarme, mi
carácter, mi armadura, era porque me servía allá afuera, y yo estaba muy
encaminado a los logros, ahora sé que lo quiero invertir.
Terapeuta: A veces da la impresión de que te defiendes demasiado de las cosas
que te decimos aquí, como si estuviéramos criticándote.
Enrique: Como si me sintiera agredido… bueno, pues es algo que tengo que
cambiar.
Viendo nuevamente la manera tan hermética que tiene Enrique en su forma de ser y de
pensar, es cuando volvemos a ver cómo puede llegar a ser contraproducente el
aferrarse a “una única forma” de ser para todos los contextos. Por ello le proponemos,
como lo sugiere Gergen (1992), que piense en la posibilidad de trascender esa narrativa
tan particular, que contemple modalidades alternativas de ser y de estar en el mundo,
que busque formas de relacionarse con su ex-mujer y con sus hijas que tomen más en
cuenta el contexto en el que se están desenvolviendo.
106
Terapeuta: (…) A mí me gustaría que tú nos ayudaras a que te ayudáramos.
¿Cómo? A lo mejor intentando dejar esos retazos de armadura que traes del otro
lado de la puerta, antes de entrar aquí. Porque nuestra intención es ayudarte, no
es criticarte, ni descalificarte, es ayudarte. Entonces danos la oportunidad de ver
si te podemos echar una mano. Tú tienes una habilidad allá fuera, para el
trabajo, para la vida, perfecta para responder a cualquier cosa o crítica, y para
estar a la defensiva. Pero aquí no te estamos agrediendo, no queremos criticarte,
sino queremos, más bien, ver otros puntos de vista, coyunturas, rendijas que
puedan ayudarte a encontrar lucecitas que te ayuden a caminar. (…)
Cuando yo te decía que te sentía atrapado es que yo sentía que tú mismo te
atrapas; y como que es un estilo que no te permite encontrar salidas. Porque
además has dicho muchas cosas importantes, por ejemplo, que antes estabas
enfocado en los logros y le restabas importancia a las relaciones sociales, y que
ahora quieres invertirlo, pero da la impresión, por ejemplo, en la situación con
tus hijas, que no es así.
Como antes se mencionó, aún cuando Enrique posteriormente decidió optar por una
terapia individual, la creencia generalizada fue que llegaron a darse cambios
significativos en su discurso, y que ya había empezado a encontrarle un sentido
diferente a sus acciones y a sus relaciones. Al hablar de sus proyectos, por ejemplo, en
las últimas sesiones notamos que le restó peso a las afirmaciones que tenía tan tajantes
sobre lo “definitivo” o “lo que debe ser”, para mostrarse más receptivo, lo que creemos
que le llevó a relativizar un poco más sus experiencias, y, más importante aún, a
empezar a pensar en alternativas. También fue muy importante que durante el proceso
Enrique tuviera esos intercambios y conversaciones con los demás integrantes de la
tertulia (diálogos interpretativos y modalidades relacionales emergentes), pues esto
ayudó a que Javier y Lucrecia pudieran tener otro punto de vista en las conversaciones,
además de ayudarles a relativizar sus propias experiencias, y a buscar formas
argumentativas que les permitieran reafirmar y defender una nueva visión de sí mismos
y de su relación con el mundo.
Enrique: He sacrificado cosas por este proyecto [habla de su trabajo como
instructor]. Me gusta, me comprometo, y a final de cuentas, si soy instructor qué
bueno, y si no, pues creo que el camino lo estoy disfrutando.
Terapeuta: Exacto, y me parece que le diste a uno de los puntos más
importantes; quién sabe si esto sea lo máximo, lo último, lo óptimo, pero lo estás
disfrutando, y es parte de lo que es el proceso.
107
Enrique: Sí, claro, puedes hacer lo más maravilloso, lo más valioso, pero si no te
sientes bien, no tiene caso.
Nuestra idea con Enrique no era simplemente cambiar una narrativa por otra, sino la de
explorar diferentes opciones para su vida, narrativas múltiples que pudieran ayudarle a
estar mejor consigo mismo y con su entorno significativo. Y nuestro papel como
terapeutas fue alentarlo para que pudiera escuchar otras voces, e incluso para
contemplar la posibilidad de mantener esas diferentes voces en un sano y apropiado
estado de coexistencia.
Es por ello que en nuestras conversaciones terapéuticas intentamos incursionar en el
sistema de significados de las personas, tanto como en las formas de vida que estos
están sustentando, para, en la medida de lo posible, reflexionar con ellas sobre su
pertinencia y resignificación, para conversar sobre formas de ser y de pensar que
pudieran ser más adecuadas a sus necesidades, o para encontrar modalidades
relacionales más adaptativas y satisfactorias.
Consideraciones finales
En ocasiones los resultados del trabajo terapéutico van más allá de las peticiones,
deseos o metas que los consultantes plantearon al llegar a terapia. Sucede que los
procesos terapéuticos encuentran en su camino otras aspiraciones, nuevas peticiones,
más necesidades o deseos de cambio, que es cuando se establece una nueva directriz o
“contrato terapéutico”. En otras ocasiones surgen en la conversación cambios no
planeados, casi siempre positivos, que tienen que ver con una mayor liberación de las
personas hacia una narración más amplia, cómoda y positiva.
Cada uno de los participantes que nos acompañó en estas “tertulias terapéuticas”
estableció sus motivos de consulta y, junto con nosotros, los propósitos u objetivos
terapéuticos. En el caso de Lucrecia, ella señaló tres propósitos, pero, como ella misma
lo mencionó, “su proceso los rebasó”. Junto con ella construimos una nueva historia
que, por supuesto, incorporaba muchos elementos de su experiencia, de sus vivencias,
de sus formas de vida, así como de sus ideas, sentimientos y valores; una historia que
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era más cómoda y que incluía elementos importantes que la vieja historia no tomaba en
cuenta. Las voces que encontró en terapia le permitieron crear un nuevo concepto de sí
misma, tener una nueva percepción de sus logros, sus cualidades, sus características,
sus potencialidades, su valor y sus derechos. Y las conversaciones a lo largo de este
proceso presumiblemente le ayudaron a construir esa nueva forma de ser. La posición
abierta, respetuosa y horizontal que tomaron los terapeutas y el resto del grupo al
escuchar su historia, le ayudaron a Lucrecia a ir fortaleciendo la imagen de sí misma y
con ello a empoderarse.
El énfasis que el enfoque construccionista pone en las relaciones, pienso que fue un
factor importante en la dirección que tuvieron las intervenciones de los terapeutas que
trabajaron con Lucrecia. Al poner el acento en las relaciones, se favoreció el
cumplimiento de otro de sus propósitos: mejorar la relación con su hija. De ser esta una
relación con resentimientos (por parte de las dos), sobreprotección, ansiedad y
desesperación, eventualmente llegaron a tener una relación sensible y cariñosa, pero
sin sobreprotección, donde cada una asumía sus derechos y obligaciones, y con una
mejor comunicación acerca de las necesidades y responsabilidades de cada una. Las
nuevas interpretaciones que Lucrecia recibía en la terapia acerca de su vida, su persona
y su experiencia, le permitieron manejar de una manera diferente dicho diagnóstico, e
incluso posteriormente deshacerse de él, sobre todo para que no le impidiera hacer
cosas nuevas y positivas en su vida cotidiana, así como para contemplar un proyecto de
vida de más largo plazo. La “enfermedad” era un tópico recurrente en el discurso de
Lucrecia, y la asimilaba como una característica inherente a ella misma. Sin embargo, la
externalización de la enfermedad le permitió a Lucrecia acceder a otra interpretación, o,
en otras palabras, la posicionó en un lugar donde podía tener más posibilidades de
entender y controlar sus estados de ánimo.
Con Javier la situación se presentaba más como una crisis que surgió a partir del la
infidelidad de su esposa. Su motivo original de consulta era sentirse más tranquilo y
poder tomar una decisión. Por otro lado buscaba que esa decisión dejara satisfechas a
todas las personas que le rodeaban. Javier es otro de los casos en los que pensamos
que se rebasó el motivo de consulta. Él llegó a terapia preocupado y presionado por
tomar rápidamente una de dos decisiones (regresar o no con su esposa), para
eventualmente contemplar la posibilidad de no tomar una decisión precipitada al
respecto. Javier se mostró convencido de la necesidad de explorar diferentes formas y
posibilidades de relacionarse consigo mismo, con su esposa y con otras personas
significativas de su entorno. De las conversaciones que tuvimos fueron las metáforas
sobre el “cuidado y cultivo de sí mismo” lo que más influyó en sus propósitos
terapéuticos. La multiplicidad de voces, la disponibilidad de Javier para escucharlas, y el
cuestionamiento de las ideas relacionadas con la “presión, rapidez y eficacia” en la toma
de decisiones, fueron también otros factores que favorecieron la creación de esa nueva
actitud de Javier, más relajada y placentera, pero con mucho más claridad acerca de lo
que quiere para sí mismo.
Durante la terapia se tocaron fibras de significado importantes. Se llegó a poner en
cuestionamiento la necesidad del “deber ser” de una sola manera, lo mismo que la idea
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de “eficiencia igual a rapidez”, que eran dos significados muy arraigados en la forma de
actuar de Javier y que le estaban “presionando”. También en el caso de Javier el grupo
terapéutico llegó a tener una función muy importante, pues se convirtió en un espacio
de confidencia, desahogo y, por momentos, en la única red social de apoyo.
En el caso de Enrique fue más difícil establecer las metas que habían de lograrse en
terapia. Él contaba con un sistema de significados que, más ayudarlo, aparentemente
estaba restringiendo sus márgenes de acción. Era una forma de pensar que buscaba
explicaciones verdaderas y causas en el pasado o en “su interior”, lo que, en nuestra
opinión, estaba dificultando la posibilidad de ampliar su visión del mundo y las formas
de relacionarse con sus hijas y con su ex-esposa.
No obstante, consideramos que fueron las diferentes posturas que tomamos los
terapeutas al conversar con Enrique (de expertos, de ignorancia, de irreverencia, de
comprensión, etc.) las que ayudaron a que él se “destrabara” de actitudes, ideas y
comportamientos que estaban produciendo una reacción contraria a sus deseos. No
obstante las dificultades para acceder a su particular sistema de significados,
aparentemente pudimos llegar a esbozar con él una visión diferente de la vida, de las
relaciones, de las “verdades”, de los valores, de los conceptos y de las creencias.
Durante las tertulias terapéuticas Enrique pudo reflexionar sobre sus actitudes y las
consecuencias de algunas de sus posturas en la relación con otras personas. Pensamos
que esto fue valioso porque le ayudó a ver en pequeña escala el tipo de mensajes que
estaba mandando (muchos de ellos no verbales), y cómo podrían estar influyendo
negativamente en sus relaciones con los demás.
Grosso modo pensamos que esta tertulia terapéutica resultó ser un espacio propicio
para el descubrimiento y generación de voces múltiples, positivas, nuevas, diferentes, y
que ayudó a contrarrestar el monólogo negativo y cerrado que cada participante tenía
al llegar a consulta. También creemos que sirvió como vehículo auxiliar para ampliar las
redes de apoyo social de las personas que buscan ayuda en la terapia. Probablemente
uno de los aspectos más importantes de las experiencias grupales sea su vinculación
con esta experiencia de ayudar y ser ayudado.
Igualmente creemos que las conversaciones terapéuticas permitieron a los integrantes
experimentar actitudes, ideas y conductas nuevas. Pero la riqueza en información,
comunicación, vivencias y experiencia que los participantes recibieron del grupo,
fueron, en nuestra opinión, mucho más amplias e importantes que la que podían haber
obtenido de una sola fuente o terapeuta. Aquí las voces alternativas no sólo provinieron
del terapeuta, sino de todos los integrantes de la tertulia, incluidos el equipo
terapéutico y de reflexión, lo que pensamos que abrió un amplio margen para el
intercambio de ideas, sentimientos y experiencias.
De la misma manera que las experiencias compartidas ayudaron a relativizar las
problemáticas particulares y permitieron que sus integrantes se sintieran más cómodos
y comprendidos, pensamos que al mismo tiempo fue un proceso conversacional que
favoreció el conocimiento y aceptación de la existencia de puntos de vista diferentes.
Por decirlo de otra manera, pensamos que las conversaciones terapéuticas de corte
110
hermenéutico y construccionista posibilitaron que los participantes pudieran argumentar
más ampliamente sus puntos de vista para fortalecer, de esta manera, una nueva forma
de verse a sí mismos y en su relación con los demás. Fue un proceso en donde se
construyó una mayor sensibilidad para escuchar los comportamientos y actividades
propias y de los demás integrantes de la tertulia, como vimos también que las personas
acrecentaron su capacidad para enfrentar y resolver problemas. Finalmente, otro
beneficio alcanzado, sobre todo por su importancia para las instituciones públicas, fue
la economía de recursos que puede llegar a proveer una modalidad terapéutica de esta
naturaleza.
Desde el punto de vista clínico, pensamos que la aproximación grupal aquí presentada
brindó resultados favorecedores, sobre todo para cubrir nuestros propósitos como
equipo terapéutico: brindar apoyo y cuidado a los consultantes, ayudarles a encontrar
alternativas de vida, y explorar nuevas formas de hacer terapia. Es por esto que
consideramos viable que este tipo de prácticas terapéuticas se hagan más comunes,
sobre todo en los escenarios institucionales, pues representan un gran beneficio para
los consultantes y para las instituciones que ofrecen servicios psicológicos.
111
Análisis hermenéutico de la construcción de significados en terapia narrativa.
Un estudio de caso
Cuauhtémoc Flores Sánchez. Facultad de Psicología, UNAM.
Esta relatoría comprende el análisis de un proceso de terapia que siguió con una
familia. Desde una óptica hermenéutica y construccionista de la terapia, se analizan las
conversaciones más relevantes que derivaron en un cambio en el entramado relacional
de sus miembros, cuyo problema fue enfrentar la difícil situación de convivir con una
hija diagnosticada con el trastorno de personalidad limítrofe. También se muestra cómo
se privilegia el diálogo para llegar a trascender el diagnóstico clínico asignado a esta
persona, promoviendo la diversidad de formas para relacionarse sobre la presumible
única y correcta, básicamente impuesta por sus padres, y se destaca la idea del cuidado
de sí mismo como punto de partida para la construcción conjunta de un proyecto de
vida que, entre otras cosas, redundará en nuevas y mejores formas de relación con ella
misma y con su entorno significativo.
Introducción
En los últimos años, la práctica profesional de la psicoterapia ha venido delineando
cambios importantes, tanto conceptuales y metodológicos, como en sus mecanismos de
intervención. Pero más que un cambio tajante, se trata de un cambio gradual, en donde
el cuerpo de terapias narrativas, posmodernas y socioconstruccionistas, desde hace
aproximadamente treinta años, han venido presentando un conjunto de propuestas que
han estado conviviendo con las gruesas líneas terapéuticas de corte conductual,
cognoscitivista, humanista y psicoanalítico. Y el proceder de las primeras, más que
pretender la unificación de sus procedimientos, aparentemente están promoviendo su
diversidad, abriendo un amplio abanico de posibilidades para actuar más allá de las
tradicionales formas de hacer terapia. Estas formas de hacer terapia se sustentan, entre
otras cosas, en la colaboración horizontal y respetuosa de los terapeutas para legitimar
el discurso de las personas, así como en los mecanismos conversacionales que nos
ayudan a favorecer la emergencia de interpretaciones alternativas al problema. Dentro
de este abanico, el equipo de reflexión ha sido una práctica común que ha ayudado a
promocionar la pluralidad de ideas, además de favorecer, en gran medida, la
construcción de posibilidades en torno a formas de vida alternativas, y a lo que hemos
contemplado como la ampliación de los márgenes de libertad de las personas que
buscan ayuda en la terapia.
47
Nombre ficticio para preservar la confidencialidad.
112
convivencia de su familia se desestabilizara. Esto se hacía más drástico y preocupante
cuando ella tenía sus “arranques” de ira, en los que, entre otras conductas, “gritaba de
manera exagerada por cualquier cosa, golpeaba a sus hermanos, pateaba las puertas
de la casa, peleaba a golpes con su padre y hasta le deseaba la muerte”. También
peleaba frecuentemente en la calle y tenía malos modales “con quien se le pusiera
enfrente”, por ello había tenido problemas en el trabajo, y en alguna ocasión la
despidieron por las mismas razones. Pero lo que motivó la solicitud de esta terapia (y
previamente su ingreso a los servicios urgencias de una institución psiquiátrica) fue un
intento de suicidio que tuvo al querer cortarse las venas e ingerir pastillas de manera
desmedida “para tranquilizarse”.
Aunque las primeras impresiones acerca de Karla ofrecieron una versión etiquetada de
su personalidad, mediatizadas por un contexto médico de patologías, diagnósticos,
características de personalidad negativas, etcétera, ya en terapia fueron los propios
integrantes de la familia quienes sentaron las bases para abordar el problema en una
forma relacional. Cuando al inicio del proceso se les preguntó a Karla y a su madre qué
les había llevado a consulta, su madre se centró en dos aspectos: las actitudes groseras
que Karla había adoptado para con su familia y las demás personas que le rodeaban, y
la mala relación que llevaba con su padre. Así, la narrativa dominante giró,
principalmente, en torno a estos dos puntos problemáticos. No obstante, aunque el
comportamiento problemático de Karla y los demás problemas en la familia estaban
atribuidos a su “enfermedad” y al “estar mal de la cabeza”, durante la terapia estas
versiones tuvieron la posibilidad de ser separadas de las connotaciones de anormalidad
en las que estaban inmersas. De esta manera, se pasó de una definición del problema
construida a priori como trastorno de personalidad limítrofe, a otra que fue construida
gradualmente a través del diálogo hermenéutico y construccionista que se realizó con
las personas que estaban viviendo esa particular situación. Esta modalidad terapéutica
nos brindó un abanico de posibilidades para caminar con la familia hacia nuevas
maneras de comprensión y nuevas maneras de relacionarse entre ellos, y para
reflexionar con Karla en torno a modalidades relacionales que le permitieran estar
mejor consigo misma y con su familia. Además de que fue un procedimiento previsto
para ayudar a Karla a dejar atrás un diagnóstico patologizante, lo mismo que para
encontrar formas alternativas de verse a sí misma y para generar cambios más
adaptativos dentro del contexto familiar. También preveíamos que estos efectos podrían
extenderse positivamente más allá de su familia, particularmente con sus amigos y en
el trabajo.
Se trató de un proceso no exento de dificultades, algo ríspido, donde el entramado
relacional y los estilos de comunicación de los consultantes, en ocasiones mordaces,
centraron ampliamente la problemática en Karla, pues, a decir de sus padres, la
“llevaban a terapia” porque tenía un “problema en la cabeza”, lo que provocó que
cortara sus manos, tomara pastillas, tuviera mal humor, que fuera ‘ojo alegre’ y peleara
a golpes con su padre”, además de “estar llena de defectos”. Con todo, y no obstante
las dificultades que veíamos en un inicio (máxime con el diagnóstico con el que se nos
presentó), esta forma de hacer terapia nos aportó valiosos elementos para
113
introducirnos de manera positiva y esperanzadora en los juegos relacionales de
lenguaje y de significado de Karla y de su familia. Se trata de un proceso que se
destaca por la gran flexibilidad de sus intervenciones, mismo que, además de
contemplar la utilidad de los diferentes procedimientos y estrategias afines o similares a
otras terapias de corte narrativo y postmoderno, en esta modalidad terapéutica se
consideran otras posibilidades. Es el caso de la ampliación de los márgenes de libertad,
del derecho que todos tenemos a ser como somos o a ser diferentes, o el análisis de las
capas de sentido del sistema de significados que gobierna la vida de las personas, entre
otras formas y estrategias previstas.
114
que Karla, a su vez, también le hace a su madre, argumentándole de que ella siempre
le da la razón a su padre, y que lo prefiere a él antes que a ella.
Al paso de las sesiones, Patricia describe a Leonardo como grosero, burlón y poco
accesible con sus hijos, situación que abre la posibilidad de conversar con ella acerca de
otras formas relacionales existentes en la familia, como es la forma que tiene de
“encubrir” a sus hijas mayores (Karla y Laura), para permitirles salir de casa sin que
tengan que enfrentar la negativa de su padre. Es en este sentido que Patricia comenta
que ella ha tenido diferentes formas de apoyo para con sus hijas, en donde ella no
percibe la reciprocidad de su hija Karla. Fue una línea conversacional importante que
eventualmente hizo más estrecha la relación de Karla con su madre, y que incluso
pensamos que fortaleció una valiosa alianza para su futuro.
Aunque consideramos que el papel de Leonardo en la dinámica familiar era muy
relevante, él solo estuvo presente en cuatro sesiones, antes de que decidiera no asistir
más a la terapia. En el aspecto personal, Leonardo tiene un carácter similar al de Karla:
poco tolerante con su familia, y según Karla, Leonardo “es grosero, descortés, burlón y
bebe alcohol frecuentemente”, situación que le ha acarreado problemas con Patricia
“por gastar en bebidas alcohólicas el sustento familiar”.
Leonardo, por su parte, considera que “Karla tiene un problema en la cabeza” y por eso
ella intentó cortarse las venas. Pero al margen de esto, hay muchas cosas que no le
gustan, y que “quizá son la muestra de que Karla ya le ha perdido el respeto”. “Todo el
día quiere andar en la calle, llega tarde a casa, tiene muchos amigos ‘hombres’ mayores
que ella, quienes la invitan a los bailes”48. Dentro de su particular experiencia (y
sistema de significados), Leonardo piensa que no es grato que Karla le “conteste de
mala gana” y que actúe como lo hace, porque eso significa que ella lo “hace menos”.
Según Leonardo, “hacerlo menos” está asociado con la idea de que su hija “ya se
manda sola, hace lo que quiere, sale de casa a la hora que ella quiere”, etcétera. Con
este comportamiento de Karla y con las creencias de Leonardo, éste ve cómo se
devalúa su rol de padre e imagen como jefe de familia. También cabe señalar que la
razón detrás del discurso de Leonardo entraña el temor de que su hija salga
embarazada, como otras jóvenes y parientes de su edad que conocen. Y quizá por ello,
según Patricia, él se pone muy celoso cuando Karla saluda a alguien en la calle, le
hablan por teléfono, sale sin permiso o llega tarde a casa.
Karla es una joven que al inicio de la terapia se mostró un tanto tímida al hablar,
aspecto que cambió durante el proceso por un modo más reflexible. En ese momento
ella contaba con 18 años y pedía permiso en su lugar de trabajo para asistir a terapia
con nosotros. Sólo estudió hasta la secundaria porque no le asignaron la escuela en que
deseaba seguir estudiando. En cambio, se dedicó a trabajar en un taller de costura
donde ya tenía algunos meses, y la principal razón para hacerlo era para pagar la
deuda de un préstamo que gastó indiscriminadamente. Al preguntarle sobre cuál era el
48
“Los bailes” son reuniones de personas que asisten a un evento o espectáculo masivo, generalmente
musical. Sin embargo, la connotación que adquieren “los bailes” en el contexto conversacional en que fue
utilizado, alude a que son eventos cuyo ambiente conlleva cierto riesgo para los asistentes.
115
problema o en qué le podíamos ayudar en la terapia, hizo énfasis en la idea de mejorar
la mala relación que tenía con su padre y mejorar su carácter. En cuanto a la primera
cuestión se mostró ambivalente, pues refirió que aunque ella lo quería mucho, no podía
evitar recordar el intento de abuso sexual que tuvo de su parte, cuando ella tenía
quince años, y el sólo hecho de recordar ese evento del pasado bastaba para que ella
adoptara en el presente una actitud cortante y grosera con él. Era actitud que sus
padres no alcanzaban a comprender, y que manifestaron señalando “no entenderla en
esos arranques que tenía”, y que se traducían en mal humor, gritos, patear puertas,
etcétera. Karla también nos manifestó que esta situación no la podía rebelar a su
madre, porque temía que ella se enfrentara con su padre, lo cual decía que sería
catastrófico para toda la familia. El segundo aspecto abarcó el mejoramiento de su
carácter, que no llegaba a comprender cómo es que se enojaba tan fácil y tan fuerte
“por cualquier cosita”, “por no encontrar un objeto donde lo había dejado”, o por “llegar
a casa y encontrar a su familia haciéndole caras”. Sobre todo le preocupaba que, ante
las llamadas de atención que le hiciera su padre, sus reacciones al respecto alteraran a
su madre, pues decía que en esas disputas “a Karla se le salen los ojos del coraje, y
hasta ha llegado a desearle la muerte”. Al inicio del proceso, Karla atribuía su mal
carácter a la forma tan grosera con que su padre se relacionaba con ella, pues entre
otras cosas mencionó que “por él yo soy así... si quiere respeto que nos respete él
también... no sabe decir las cosas, no las pide por favor... y por eso yo soy así”.
Esta es la manera como discurrió el proceso entre conversaciones y que nos
permitieron conocer esa amplia descripción de las relaciones de Karla con su familia,
con su madre, padre y hermanos, mismo que nos permitió acceder a los sistemas de
significados individuales y compartidos (en la familia), y que presumiblemente estaban
sosteniendo una forma muy problemática de relacionarse entre ellos. Precisamente en
torno a ello, la narrativa de Patricia se caracterizaba por su referencia a los aspectos
negativos de las actitudes de su hija (sobre todo en las primeras sesiones), utilizando
con frecuencia los “siempres” (siempre ha sido así, siempre se enoja, siempre tiene mal
humor, siempre grita), los “nuncas” (nunca llega temprano, nunca es responsable), o
los “defectos” (ella es muy ojo alegre, todo el día quiere andar en la calle, es mentirosa,
provocativa). Ante esto, Patricia da la impresión de que Karla es un manojo de quejas
del cual no habría muchas posibilidades de rescatar algún aspecto positivo, y es
precisamente aquí donde las habilidades discursivas y la búsqueda de excepciones
jugaron un papel fundamental. Esto es, se buscó ir más allá del discurso negativo para,
entre otras cosas, buscar excepciones al problema y al discurso dominante; para ver la
posibilidad de acceder a una forma de pensar más centrada en los aspectos positivos de
Karla y de su familia; para que pudieran identificar, ampliar e incorporar más
abiertamente estas “excepciones” y nuevas modalidades relacionales dentro del sistema
de significados de la familia; así como para que pudieran ampliar los restringidos e
incómodos márgenes de libertad con los que pensábamos que se estaba
desenvolviendo esta familia.
Terapeuta: Patricia, ¿hubo alguna vez en que Karla sí le haya hecho caso sin que
ella se haya enojado con usted?
116
Patricia: Mmmm… Sí, una vez en que estaba peleado con su padre, los separé y
le dije que se encerrara en su habitación y saliera cuando ya estuviera tranquila.
Terapeuta: ¿Eso hizo?
Patricia: Sí, eso hice.
Terapeuta: ¿Y cuando ella abrió la puerta y salió, usted qué hizo?
Patricia: Yo la traté bien, como si nada hubiera pasado…
49
En las interacciones se colocaron las iniciales “Leo” para Leonardo, “Pat” para Patricia y “Kar” para
Karla.
117
Kar: Eso es lo que estaba platicando con mi papá ayer en la noche, me dijo que
por qué no lo quería, me dijo varias cosas; es que él se va más con mis
hermanos, me dijo que no lo quería. Estuvimos platicando varias cosas, le dije
que él tenía más preferencias por mis hermanos que por mí, que a mí siempre
me hace a un lado, y que mis hermanos se van más con él.
Terapeuta: Comprendo. ¿Y tu papá, lo reconoció?
Kar: (Encoje los hombros).
Terapeuta: ¿No sabes?, ¿Qué piensas, que lo reconoció o que no lo reconoció?
Kar: Él dice que no, que es parejo con todos. Pero siempre ha sido así, ciego.
Hemos hablado muchas veces, que cómo nos vamos a llevar y todo eso, pero
uno o dos días está bien y ya después vuelve a lo mismo.
Leo: ¡Ja…! (Se sonríe por lo dicho por Karla y mueve la cabeza negativamente).
Kar: ¡Sí es cierto! (Karla, en forma molesta lo confronta).
Leo: ¡Si hija! (expresión que dice en tono irónico).
Kar: ¡Ay! (se molesta).
Leo: Es que te estoy diciendo… (Patricia interrumpe para aclarar las situaciones).
Pat: Es ese detalle donde empiezan a explotar, cuando están hablando de alguna
cosa Leonardo ríe, Karla se altera o empieza que “sh, sh, sh”; él se altera y así
es un pique. Entre ellos hay como un pique en el que si él se ríe, ella se ofende,
y si ella hace algo, él se ofende. Yo a veces trato de mediar las cosas y les digo
“no le hagas caso, está bromeando” (para evitar tener una escalada), y así trato
a veces. ¡Pero a veces ya no puedo! (Karla se ríe).
Terapeuta: Es que de repente lo siento hasta como un juego entre ellos, un
juego, aparentemente, hasta bonito ¿no?
Pat: No, si. Pero si ellos lo tomaran por el lado amable, yo no diría nada. Pero es
un pleito, un juego, como usted dice; es un juego en el que terminan en un
pleito porque a veces terminan hasta en golpes.
Desde luego que esta interacción muestra cierta direccionalidad hacia el cambio, o por
lo menos siembra un punto de partida para que eso suceda. ¿Cómo?, incorporando a
Karla en la dinámica discursiva con su padre para buscar formas de relación diferentes;
accediendo al sistema de significados compartido para encontrar interpretaciones
alternativas; preguntándoles ¿cómo podría ser eso de ‘ser parejo con todos’?;
conversando con Karla sobre la posibilidad de encontrar formas diferentes de “pedirle”
cierta cercanía a su padre, etcétera. También se destacó que Karla sí conversaba y
trataba estos temas con su padre, hecho que vino a darle un giro interpretativo más
positivo a la percepción de que “llevan una mala relación”. Es importante señalar, a
este respecto, que en esta forma de hacer terapia también procuramos destacar y
ampliar las excepciones, pues, como en casi en todos los casos, éstas tienden a pasar
118
desapercibidas, sobre todo cuando las personas están demasiado ocupadas atendiendo
el componente conflictivo de las relaciones, o cuando la inercia que les imprime su
problemática no les permite distinguirlas ni apreciarlas.
En este proceso vale la pena destacar la importancia del papel que estuvo
desempeñando Patricia, la madre de Karla, mostrándose cada vez participativa durante
el proceso. Poco a poco ella empezó a ser más colaborativa y, en lugar de acusar a
Karla, como lo estuvo haciendo al principio (y presumiblemente durante mucho
tiempo), ahora se esforzaba por ser más comprensiva con su hija, por ser más
equitativa en su relación con ellos, y por intentar que Karla y Leonardo pudieran llegar
a tener una mejor relación.
Todo esto puede ser un buen ejemplo de la importancia que atribuimos a los diálogos
hermenéuticos y construccionistas. Pero también es un buen ejemplo de cómo podemos
quedar ‘atrapados’ en una particular forma de ser y de pensar, o de cómo estas
conversaciones terapéuticas pueden llevarnos a explorara las posibilidades que tenemos
para abrirnos a nuevas modalidades discursivas y diferentes formas de relacionarnos.
Lo anterior también puede ser tomado como un buen ejemplo de que esta forma de
hacer terapia nos muestra una gran apertura a escuchar múltiples voces, no solo las
provenientes de los terapeutas como “expertos”, sino de las mismas personas cuando
están en la transición de adoptar un papel relacional diferente, incluso desprendiéndose
de la inercia de sus relaciones, para permitirse ver la situación más allá de los
restringidos márgenes de libertad con que llegaron a la terapia. Así, un paso fuera de
esos límites conlleva la posibilidad de que las personas comiencen a pensar diferente de
como lo venían haciendo, y, por lo tanto, que articulen nuevas y diferentes formas de
relación entre ellos. Aunque en este caso también estaríamos hablando de buscar
formas nuevas y efectivas que no les generen esos malos entendidos.
Terapeuta: O sea, que usted piensa que ellos no lo ven como un juego, y que no
detectan adecuadamente el momento en el que tienen que parar de pelear
(dirigiéndose a Patricia).
Pat: No, no lo hacen como juego. Se puede decir que es como un juego; y si
ellos lo tomaran como un juego, pues ya me reí, y ya me voy; aunque esté
enojada, yo me voy. Pero ellos no lo ven así. Cualquiera de los dos que esté
enojado, que empiecen con ese pique, terminan muy alterados y terminan en
golpes.
Terapeuta: Es un pique de pleito…, pero con mucho cariño atrás, evidentemente.
Porque si no hubiera ese afecto no se enojarían por las cosas que comentan uno
con el otro. La cuestión está en cómo no llegar a lastimarse ¿no? (dirigiéndose al
Leonardo), y en cómo ser más prudentes los dos para no llegar a lastimarse
como se han estado lastimando.
Este fragmento nos muestra una evidencia de cómo los sistemas de significado tienen
gran influencia en las relaciones cotidianas de Leonardo y Karla, que, en este caso,
deriva en disgustos. Pero también es un claro ejemplo de una secuencia dialógica y
119
hermenéutica que abre paso a la multiplicidad de voces que interpretan un mismo
hecho, una misma interacción, desde varias perspectivas. También este fragmento hace
una referencia palpable al concepto propuesto de la deco-construcción, es decir, que
muestra cómo mediante el diálogo se pueden introducir múltiples voces que no hacen
otra cosa que construir una nueva narrativa: una nueva narrativa que, al deconstruir la
narrativa dominante, al mismo tiempo construye otra diferente: una narrativa que invita
a las personas a jugar un juego relacional, de lenguaje y de significado más adaptativo.
Es en este contexto en donde consideramos que los consultantes juegan un papel muy
activo y fundamental, en donde la deconstrucción y la construcción van de la mano en
un proceso de horizontalidad con los terapeutas.
120
Terapeuta: ¿Usted señor Leonardo, lo ve como posibilidad?
Leo: Sí.
Terapeuta: ¿Le gustaría?
Leo: A mi sí me gustaría. Hay veces que me desesperan los problemas y hasta
me pongo a llorar, me desahogo solo.
Terapeuta: ¿Podría haber más adelante una actitud diferente?, quizá un poco
más de apoyo por parte de Patricia, su mujer, hacia usted, ¿le ayudaría eso?
Leo: Pues ella me ha apoyado en muchas cosas.
Terapeuta: ¡Es que es una mujer muy fuerte, tiene sangre Árabe! (risas
amigables de todos)
Leo: No, es que muchas veces, económicamente y moralmente me ha apoyado.
Cuando he estado enfermo, ahí ha estado. Pienso que todavía se podría llevar
una mejor relación entre ella y yo, porque de repente le baja la moral a uno.
Terapeuta: Sí, sí, todos pasamos por problemas. ¿Usted cree, Sr. Leonardo que
podrían platicar entre ustedes para ayudar a mejorar un poco su relación [la
relación de Leonardo con Patricia], y ver de qué manera podrían entender y
apoyar mejor a Karla? Porque yo estoy seguro que ella tiene muchas
posibilidades. Porque estamos hablando de una cuestión de relación, vamos a
llamarle así, “defectuosa” ¿no? No se entienden muy bien, hay malos entendidos,
hay broncas. Pero si hay un esfuerzo conjunto se pueden encontrar alternativas
para que Karla se sienta un poco más liberada de las cosas que pueda traer en
conflicto con ustedes, y que al mismo tiempo pueda lograr desarrollarse como
ella quiere: estudiar la prepa, quizá hacer una carrera, etcétera.
Aunque la labor de ampliar los márgenes de libertad se llevó gran parte del proceso,
éste es un ejemplo en el que se están privilegiando nuevas formas de relación basadas
en nuevas reglas del juego; un juego relacional que, entre otras cosas, está poniendo
mayor énfasis en el diálogo y la negociación (en lugar de la imposición), en la tolerancia
(en lugar de exclusión), en la adopción de nuevas formas de apoyo para Karla (sobre
todo pensando a futuro), y en nuevas formas de relación de los padres para con ella.
En general, cuando en terapia conversamos en torno a una situación de riesgo, tanto
para las personas que asisten a terapia como para sus familias, nosotros ponemos
especial cuidado al analizar las implicaciones que pueden tener ciertas formas de actuar
y de pensar, sopesando las ventajas y desventajas que estas podrían tener, tanto en el
plano individual, como en el plano familiar o social. Sobre todo esto es importante si,
como es el caso de esta familia, se manejan prácticas de control demasiado impositivas
o restrictivas.
Es en estas circunstancias en donde se hace imprescindible establecer un diálogo que
abra posibilidades, de buscar novedosas formas de ser y de relacionarse, un diálogo
hermenéutico o interpretativo que les ayude a buscar alternativas, que les ayude a
121
pensar de una manera diferente, que les permita ampliar sus márgenes de libertad. Los
diálogos que a continuación se reproducen podrían ser un ejemplo de esto.
Terapeuta: ¿Qué querría usted que hiciera Karla?
Pat: Que respetara un horario. Que ella respetara una hora de llegada, ya no
puede estar llegando tarde todo el tiempo. Yo no digo que no, si se quiere salir
que se salga, pero yo no sé por qué es muy ojo alegre, pues ella hace amistad
con quien caiga. Y yo le digo “¿Tú qué sabes, cómo conoces a esa gente?”
Terapeuta: Muy ojo alegre…, eso no nos lo había comentado. Es la primera
ocasión. Pero me parece que estamos hablando del pasado, y no del presente.
Pat: ¡Es que ella sigue haciendo amistad con quien sea!
Terapeuta: ¿Usted vio si la semana pasada, del martes pasado al día de hoy,
Karla hizo amistad con alguien extraño?
Pat: No, pero… cuando le hablan por teléfono… una sola niña le habló, de ahí en
fuera, puros muchachos, puros chavos.
Terapeuta: (El terapeuta encoje los hombros, extiende los antebrazos y gira las
palmas de las manos hacia arriba) Bueno, porque tiene una hija jovencita que
está saliendo de la adolescencia, de la juventud, que está guapa y le atrae a los
chicos. La cuestión sería ver cómo tratar a una chica de dieciocho años, guapa,
que seguramente va a tener muchos pretendientes; cómo tratar con una chica
en estas edades. Yo creo que sería más bien por esto, ¿no?, ¿no le parece
señora Patricia? (...) Nosotros vemos eso como algo importante de la relación,
que tendría que sufrir algunos cambios entre ustedes.
Pat: Yo no digo que no, yo también pasé por eso; yo me salí de la casa a
trabajar, también hice amistades, pero siempre fue en torno a donde yo
trabajaba y estudiaba. Yo no hice amistades fuera del trabajo, tampoco fuera de
la escuela.
Terapeuta: ¿Cómo le hacía usted, por ejemplo, cuando alguien, seguramente sin
pena, quería algo más que una amistad?
Pat: Nunca se dio, fíjese.
Terapeuta: ¿Nunca se dio?: No dio usted pié para eso.
Pat: No, nunca. Yo entiendo que Karla quiera salir de casa y divertirse, pero a él
(Leonardo) también lo entiendo en lo que dice, que tiene miedo de lo que le
vaya a pasar a Karla, por eso él dice “no”. No se puede que yo si le dé permiso
para algo, y él no. Pienso que para él es más difícil soltar a una hija y que el día
de mañana le llegue a pasar algo. Ése es el problema.
Terapeuta: Claro, es una preocupación legítima; es una preocupación real.
Pat: Exacto. ¡Ese es el problema!
122
Terapeuta: Pero a ver, ¿qué podría hacer usted, señora Patricia, para tranquilizar
a Leonardo cuando él esté preocupado?
Pat: Pues… ¡yo qué puedo hacer…! He hablado con él. Pero el día de mañana
que pase algo con ella, él me va a decir: “¡es que tú tuviste la culpa!”. Y yo voy a
tener muchas broncas.
Terapeuta: ¿Ha habido alguna ocasión en que el señor Leonardo le haya hecho
caso a usted?
Pat: Algunas veces, sí.
Coterapeuta: El señor Leonardo nos había comentado que en varias ocasiones ha
sentido el apoyo de usted, Sra. Patricia, para la toma de decisiones.
Terapeuta: Sí. Yo supongo que el señor Leonardo confía en usted, en muchos
aspectos.
Pat: Yo espero que sí. ¿Verdad que sí? (pregunta a Leonardo en broma y sonríe,
sonrisa que es compartida por Leonardo).
Terapeuta: Yo creo que sí, tenemos la impresión de que sí confía en usted, sobre
todo en esta situación en la que están ustedes atravesando como familia, con
una jovencita que está dejando de ser niña y que está entrando a la juventud,
¿no?
Pat: ¡Es que ese es el problema! Es que necesito tratar diferente al grande como
al chiquito, es que son diferentes tratos. A la grande ya se le trata de otra
manera, como que más abierta.
Terapeuta: Sí, pero ¿qué podría hacer usted para ayudarle al señor Leonardo a
que esté más tranquilo con esa situación? Eso sería muy importante. Pero
además, que Karla también sintiera que tiene el apoyo de sus padres,
independientemente de lo que pueda llegar a suceder. Porque si no hay
confianza y cercanía con Karla, cuando tenga problemas no va a venir con
ustedes. Quién sabe a dónde vaya a ir, pero con ustedes, no.
123
no se enojó Karla la semana anterior?” o “¿qué es lo que hizo usted, señora Patricia,
para que Karla no explotara como antes lo hacía?”.
Cabe señalar que esta empresa del cambio constituyó una labor a detalle para lograr la
negociación de nuevas y diferentes formas de actuar y percibir las situaciones, hecho
que (lo menciono con toda sinceridad), no fue sencillo en el proceso con esta familia,
pues a cualquier conducta nueva o positiva le sacaban su lado negativo o lo
descalificaban. Así, si se hacía notar alguna excepción al problema, esta era una entre
mil o era un milagro que, como tal, no se repetiría jamás. A pesar de ello, Karla
paulatinamente encontró formas diferentes de relacionarse con sus padres. Entre otras
cosas dijo estar más interesada por iniciar los trámites para su reingreso a la escuela,
además de llevar una mejor relación con su hermana Laura, quien la aconsejaba
cuando las cosas no iban bien con sus padres, o le sugería formas para acercarse a
Leonardo sin que ambos se enojaran. Por otra parte, también fue encontrando
estrategias para dominar su carácter cuando estaba a punto de explotar. Por ejemplo,
cuando el enojo se hacía presente “por cualquier situación y bajo cualquier
circunstancia”, le funcionaba muy bien “encerrarse en su cuarto y escuchar dos o tres
canciones en lo que se le bajaba el coraje, para después salir como si nada hubiera
pasado”.
Pero, en esta línea, ¿cómo es que se logró que Patricia estableciera un punto de
equilibrio entre las preocupaciones reales y legítimas de Leonardo (aquellos deseos de
que Karla no tuviera amigos ni que saliera de casa por el temor de que pudiera salir
embarazada, o que frecuentara a sus “amigos hombres”) y las de Karla (aquellas que,
con modos poco apropiados, clamaban por liberarse un poco de esa atadura invisible a
la que estaba sujeta)? Aunque Patricia compartía con Leonardo estos temores y
creencias, ella fue gradualmente ampliando su perspectiva. Por una parte, comenzó a
connotar como necesidades legítimas todas aquellas actitudes de Karla que antes eran
malas (necesidades de afiliación con los amigos, pertenencia a un grupo, etc.), y, por la
otra, con la valoración que hacía acerca de los cambios positivos de Karla (las llegadas
temprano a casa, las discusiones menos frecuentes con su padre, la tolerancia de Karla
ante el enojo), pero, sobre todo, por la nueva relación que construyó con ella: más
cordial, más cercana y de más apoyo ante la difícil situación económica que imperaba
en la familia en aquellos días.
Además, viendo la mala relación que Patricia tenía con Leonardo, debido a que él no
aportaba dinero para los gastos de sus hijos, Patricia tomó la decisión de conseguir
trabajo de manera formal para sufragarlos, y para que esto fuera posible, Karla se
ofreció a ayudarle con el cuidado de sus hermanos menores, y así “aportar alguna
cantidad de dinero extra para hacer la situación más llevadera”. Desde luego que esta
decisión estuvo permeada por los comentarios que realizó el equipo reflexivo durante
una sesión a la que únicamente acudió Patricia, en donde los terapeutas que
expusieron sus puntos de vista la reconocieron como una mujer fuerte que, a pesar de
su difícil historia de vida, se había sobrepuesto a muchas adversidades para sacar
adelante a su familia. Aunque aquella fue una sesión en donde Patricia se mostró
desencajada por su difícil situación matrimonial, además de los recuerdos de “un
124
pasado muy presente”, después de las reflexiones del equipo se pudo conversar en
dirección hacia alternativas de vida a futuro, con Leonardo o sin él. Pero, sin la premura
de tomar una decisión de separación en ese momento, optó por conversar acerca de un
futuro de tranquilidad y disfrutable al lado de sus hijos o nietos. Fue una expresión de
tranquilidad que, como lo mencionó, comenzaba con los cambios que estaba viendo en
Karla a lo largo de la terapia: “a Karla ya la veo mejor, ya no me preocupa tanto...
¡antes me tenía así!”50
Las últimas conversaciones en terapia se llevaron a cabo únicamente con Karla, y se
enfocaron a conversar sobre el proyecto de vida que habíamos venido delineando en las
sesiones anteriores, primordialmente relacionadas con las opciones de plantel escolar
que le convenían más, por la calidad educativa, por la cercanía, por lo que quería
estudiar después, etcétera. Pero también se buscó conversar con ella sobre su
experiencia en este proceso. Básicamente se habló de los cambios y las estrategias que
ahora empleaba para enfrentar nuevas situaciones, tanto en su contexto familiar como
en el laboral o el escolar. Precisamente fue que en relación con el ambiente laboral
reportó tener fricciones constantes con algunas compañeras de trabajo, hecho en el
que se profundizó y se inquirió acerca de las nuevas formas de ver estas situaciones:
Terapeuta: ¿Y tú qué estás haciendo para enfrentar eso?
Kar: ¡Me las paso por encimita! Les digo que sí y ya, no les hago caso, ¿para qué
me pongo a discutir como antes con ellas? (risas amables, compartidas).
Coterapeuta: ¡Qué bien!
Terapeuta: ¡Hombre, eso está excelente!
Ante la pregunta de la coterapeuta acerca de cómo iban las cosas ahora, Karla refirió
que con su familia las cosas mejoraron, y que ya pueden comer juntos en la mesa,
situación que según Patricia no podían hacer para evitar problemas entre Karla y su
padre. Por otra parte, fue evidente la presencia de nuevas formas de convivencia entre
la familia, como aparentemente también fueron importantes los cambios que hizo
Leonardo, a pesar de que no asistió más a la terapia. El punto sobresaliente en la
siguiente interacción muestra cierta indiferencia, o quizá da menos peso, a la
posibilidad de que su padre no sea constante en estos cambios que también ha hecho,
incluso se dio tiempo para bromear al respecto:
Coterapeuta: ¿Y cómo estás en tu familia?
Kar: Pues bien. Hemos estado bien, esta semana comimos todos juntos…
Terapeuta: ¿Ah, si?
Kar: Ajá, estuvimos platicando con mi papá en la mesa, cotorreando, mi papá
nos contó cómo le va en el trabajo y todo eso…
50
Inclinándose ligeramente hacia el frente, elevó los brazos moviéndolos con las manos a la altura del
rostro y con las yemas de los dedos juntas. Este gesto fue interpretado como señal de desesperación.
“¡Antes me tenía así!”
125
Terapeuta: ¡Hombre esto es sensacional! Yo pensaba, y lo comentamos aquí,
que tu papá iba a estar como que más difícil y reacio a cualquier cambio y todo.
Pero ¡Caray! Que hasta tu papá está haciendo cambios para él y para la familia…
¡qué bonito, qué buena onda!
Kar: Sí.
Terapeuta: ¿Y tú crees que duren estos cambios en tu papá?
Kar: Espero que sí. Yo creo que sí.
Pat: ¿Y si no duran mucho?
Kar: Lo tiro de a loco (risas amables, compartidas)
126
empleo, y mencionó la idea de un plan conjunto para ayudar a su madre con el hogar.
Si la nueva y difícil situación la contrastamos con las quejas iniciales, en donde Patricia
mencionaba que Karla no era recíproca en esas formas de apoyo que tenía para con
ella, es evidente que estamos ante la identificación de un cambio por parte de Karla,
incluso de cambios más acentuados al final de la terapia. En un momento al final del
proceso, la coterapeuta le comunicó un mensaje de parte del equipo terapéutico,
señalándole que estábamos interesados en saber su opinión y su sentir acerca de la
terapia. De su respuesta destaca el comentario de que, gracias al proceso terapéutico
que había seguido con nosotros, ella “ahora lleva otra forma de vida”.
Aunque Karla habló del cambio que hubo en ella, es importante destacar que
normalmente nosotros sólo lo consideramos como tal, esto es, positivo y pertinente, si
la persona o la familia así lo validan, pero, también, cuando las alternativas emergentes
se han incorporado apropiadamente al sistema de significados de los consultantes. Así
como los cambios suelen ser caracterizados y evaluados según el marco de
inteligibilidad bajo el cual se rige el terapeuta, en este trabajo se destacan como cambio
todas aquellas manifestaciones positivas vinculadas con las formas de ser y de pensar,
esto es, con los comportamientos en cuestión y con las formas de comprensión que van
surgiendo a lo largo del proceso terapéutico. Y, dentro de este, en la posibilidad de
conversar con los consultantes sobre la idea de contemplar un proyecto de vida más
satisfactorio.
Desde mi particular punto de vista, las conversaciones sobre el proyecto de vida
alternativo estuvieron centradas en la exploración y análisis de las múltiples
posibilidades de acción a futuro, lo cual puede considerarse como una directriz que
ayudó a derivar una serie de ajustes conductuales, de comprensión y resignificación de
la situación actual. Está claro que los cambios posteriores son imprecisos y, por lo
tanto, que no se pueden esperar actitudes muy concretas, pero que sí es posible
considerar cierta factibilidad entre unos y otros. De aquí la importancia de que Karla,
por sí misma, llegara a considerar la posibilidad de mostrarse reflexiva en torno a sus
actos, como fue la responsabilidad que tomó para definir la hora de llegada a casa, o
las diferentes actitudes de acercamiento que tuvo con su padre, y que le permitieran
llevar, si no una excelente relación con él, sí una actitud de respeto entre ambos y su
familia. Esto es particularmente significativo si consideramos que antes no podían tomar
el almuerzo todos juntos por el temor de que Karla y Leonardo discutieran y llegaran a
los golpes. También, desde una perspectiva integradora, estas conductas diferentes
fueron reinterpretadas positivamente por la familia, principalmente por Leonardo y
Patricia, lo que les llevó a percibir a Karla con mucho más autonomía y responsabilidad,
y con capacidad para cuidar de sí misma, tanto en sus acciones como en sus
decisiones.
Con lo anterior se puede decir que el cambio sustancial del proceso con esta familia
radicó, fundamentalmente, en la toma de un papel más activo de Karla, dentro y fuera
del ámbito familiar; un papel que antepuso la responsabilidad de los propios actos y,
sobre todo, una perspectiva que privilegia el sostenimiento o la constancia de sus
relaciones sociales a corto, mediano y largo plazo. Con todo, un aspecto muy
127
importante para nosotros (que incluso al inicio del proceso nos llegó a preocupar y a
ponerle toda nuestra atención), fue que se alejó, prácticamente de forma definitiva, el
fantasma del suicidio que al inicio de la terapia estaba rondando entre Karla y su
familia.
Además de lo anteriormente mencionado en torno a este proceso, que deriva de las
conversaciones hermenéutico-construccionistas que se llevaron a cabo durante la
terapia, mucho he reflexionado respecto a cuáles son los indicadores de cambio en un
proceso como este. Quizá en otro momento sólo atinaba a responder que la fuente
principal son los reportes que hace la familia o la persona con que se está conversando.
Pero ese no sería el único. En este sentido, y a manera de conclusión, permítaseme
utilizar una metáfora para referirme a ello, pues además de la referencia verbal que los
consultantes nos pueden dar respecto al cambio, quisiera agregar que éstos también se
ven a simple vista. Es decir, si recuerdo a Karla al principio del proceso, veo a una joven
cuya expresión reflejaba apatía y enojo, o la vergüenza que quizá alguno de nosotros
pasamos cuando en alguna ocasión nos llegaron a acusar de algo, generalmente algo
“malo”. Si eso lo comparamos con Karla al final del proceso, entonces rescato el
comentario del terapeuta cuando recibió a Karla en el preámbulo a la última sesión.
Como habían pasado dos semanas, ese día el terapeuta le señaló que la percibía
especialmente diferente, como si fuera una mujer mayor. Y no sólo eso, su postura, su
semblante, la expresión en su rostro y su forma de hablar, alimentaban el discurso de
Karla en ese momento, otorgándole mayor coherencia y afianzando esa primera
impresión. Entonces, a raíz de esto me pregunto ¿qué tan cualitativamente diferente
hubiera sido la situación actual de Karla en el caso de haber sido sometida a un
tratamiento psiquiátrico a base de medicamentos? Imagínelo usted, lector/a.
128
Deslizamiento del sistema de significados en un caso de violencia
intrafamiliar
Beatriz Evangelina Pérez Arriaga, Facultad de Psicología, UNAM
51
Cuando las personas acuden al Centro de Servicios Psicológicos se les realiza una entrevista, en donde
se toman datos generales de la persona y de su solicitud, para posteriormente ser canalizadas a una
modalidad terapéutica más definida.
129
conclusiones negativas de sí misma. Menciona ser “masoquista”, “co-dependiente”,
tener “angustia por la soledad” y “baja autoestima”.
Todos estos elementos hacían que la identificación de un problema específico fuera un
proceso complicado. Como lo explicaré más adelante, el trabajo con excepciones y con
el proyecto de vida en el proceso terapéutico con Jimena, fueron de una importancia
capital. Ello a causa de la capacidad con que facilitaron el deslizamiento del sistema de
significados de la consultante que, presumiblemente, derivarían en una manera de ser y
de pensar más satisfactoria, tanto consigo misma como con aquellos que la rodean.
52
El trabajo que realizamos en el Centro de Servicios Psicológicos se lleva a cabo con un terapeuta y un
co-terapeuta, mientras que el equipo terapéutico se encuentra observando detrás de un espejo
unidireccional o cámara de Gesell, mismo que suele entrar como equipo de reflexión al final de las
sesiones.
130
problema, así como para conocer los valores y creencias en la vida de Jimena que se
encontraban libres de los problemas que narraba. Sobre todo me interesaba conocer
aquéllos que no habían sido afectados por el problema y que eventualmente pudieran
ser ampliados y fortalecidos.
De hecho, esta postura sería el leitmotiv durante el proceso terapéutico: tomamos en
cuenta siempre la perspectiva, el sistema de significados, las creencias y los valores de
Jimena para la eventual co-construcción de relatos alternativos que ella misma pudiera
considerar mayormente satisfactorios. Se trata de una relación caracterizada por la
horizontalidad, en donde el terapeuta y el consultante aportan sus propias voces para
coordinarlas en la creación de un nuevo relato, más flexible, plural y con múltiples
posibilidades de acción a futuro.
Es en esta tónica que, una vez que se recabó la información suficiente para comprender
la perspectiva de Jimena, a través de una pregunta sobre sus expectativas (¿en qué
podríamos ayudarla?) busqué negociar los objetivos a seguir a lo largo del proceso
terapéutico. La respuesta a esta pregunta daría los primeros indicios de un relato
alternativo, y sería una guía para la identificación de las excepciones en el relato de
Jimena en sesiones posteriores.
Dentro de la primera sesión, el cambio más representativo en la dirección de la
conversación, estuvo marcado por una pregunta de proyección a futuro realizada para
negociar los objetivos del proceso terapéutico. Fue a partir de aquí que Jimena
comenzó a centrarse en aquellas actitudes y formas de relacionarse que no incluían el
problema en la relación con José, tal como se observa en los comentarios que realiza
Jimena:
Terapeuta (Tp) .- ¿Cómo es que usted se va a dar cuenta,
entonces, que su autoestima ha mejorado?
Jimena (J).- Bueno, que antes, todavía cuando empecé a convivir
con él, tenía ese miedo de que me tratara como antes. Ahora
tampoco estoy así, peleando, pero también pido un respeto hacia
mí misma. Tampoco me propaso y que le esté yo duro y duro,
porque es hacerme la vida pesada, porque entonces sí me digo
“¿para qué canijo vuelves con éste?”
Por un tiempo me separé de todo, (diciendo): “no puedo o tengo
cosas que hacer”. Me separé un buen rato. Después fui con un
primo hermano que me apoyó mucho: “tienes que salir, sal con los
niños…”. Y ahora que empecé a convivir (con él) nos invitaron a un
evento. Y yo decía, ¿por qué no voy a ir? si él no quiere, que no
vaya, yo me voy. Pero en un principio yo le tenía miedo; yo misma
estaba sometiéndome a lo que él me había sometido años atrás
[...] Pero no, no es posible.... No. […]
Quisiera que me proporcionaran las herramientas para saber cómo
trabajar o cómo decir las cosas. Porque a veces es a puro grito y
131
sombrerazo. A la defensiva. Yo siento que debo ser más cautelosa,
más inteligente… Ya dejar la agresividad…
132
o para promover el diálogo como forma de relacionarse con los demás, entre otros
recursos importantes.
También realizamos comentarios para enfatizar y reforzar el evento considerado como
excepción:
Tp.- ¿Cómo o por qué pasaba esto?
J.- Porque antes no encontraba la manera de decir las cosas. ¿Qué les digo?...
¡Pura agresividad! A mi hijo: ¡Oye que tú, que esto…! Y entonces, como que se
iban alejando diciendo: “¡mi mamá está bien loca…!”
Fíjate que ya he controlado esa situación. Estoy como un alcohólico y digo, “esta
copa no me la voy a tomar porque yo sé que me va a dañar”. Entonces yo me
digo, primero conscientemente, “respira profundo y a ver… ¿qué es lo que vas a
decir?, ¿cómo vas a actuar?”
CoTp.- Resurge la Jimena inteligente…
J.- ¡Exactamente!, porque ahora digo, “ya está el problema, ya está el
problema. Ahora vamos a buscar la solución”.
También elaboramos preguntas en las que le pedíamos detalles a Jimena para que ella
relatara las excepciones:
J.- De repente, yo me he dado cuenta que estoy en una línea en la que a veces
estoy totalmente en el piso, y a veces estoy arriba…
Tp.- Y ¿cómo es cuando está arriba?
J.- Que me siento… con mucho ego, que quiero tener el poder […]
Tp.- Quiero hacerle una pregunta que me surge ahorita ¿qué tan diferente es
esto cuando la Jimena es fuerte, cuando el ego está en alto? ¿Qué hace de
diferente esta Jimena que la otra Jimena no hace? ¿Cómo le hace la Jimena con
el ego fuerte para ganar las batallas? ¿Qué pasa cuando gana esas batallas?
J.- (suspiro profundo) en ese momento… siente que vale mucho. Siente que
puede y ha podido. Porque ya viví sola. Ya viví la experiencia, no la voy a vivir a
penas ahorita…
Había ocasiones en las que resultaba complicado identificar excepciones en los relatos
que Jimena nos hacía, por lo que a veces nos remitíamos a excepciones que habían
sido relatadas en sesiones anteriores, para tratar de entretejerlas con momentos de la
conversación, sobre todo en aquellos momentos donde ella se volvía a centrar en el
relato problemático. En otra ocasión realizamos una pregunta de escala, para que
Jimena evaluara sus propios cambios con respecto al objetivo terapéutico
implementado con anterioridad, para así poder dirigir la conversación hacia los cambios
ya generados, de acuerdo a su particular perspectiva:
133
J.- Te digo, entonces son tantas cosas. Yo digo, si toda mi vida he vivido con un
montón de errores, inseguridad, miedo, nada que yo… nada que me ayudara a
tomar las riendas de mi vida. Y me decía “Yo voy a hacer esto, si me sale, pues
bien, qué bueno, y si no, entonces aprenderé de esa lección, ¿no? Pero con
seguridad… Y yo pienso que estos son los resultados de mi vida, de todo lo que
viví… la parte de atrás. Dices tú, “a Jimena que vivió hacia atrás” Entonces ahora
le está costando, porque le está costando y mucho. Tomar, como dice ella, las
riendas de su vida, y con decisión, con agallas, y ya lo que decida, pues ya lo
decidió y ya. Pero así como que todavía tambalea, y tambalea mucho.
Tp.- Pero está tomando las riendas de su vida, me está diciendo….
J.- ¿Sí…?
Tp.- … que está siguiendo a la nueva Jimena.
J.- Pues sí. Pero… No sé… Siento que me falta mucho…
CoTp.- ¿Cómo se siente al seguir ese camino, el camino de sus decisiones?
¿Cómo se ha sentido?
J.- Bien, quiero crecer, más que nada como humano, como persona. A veces ser
un poco egoísta, ya no por mis hijos, sino por mí misma. Porque ya a estas
alturas de mi edad, quiero tener una vida plena. Que hoy no quiero hacer nada,
que hoy no quiero lavar… No tengo ninguna obligación con nadie, simplemente
decir “no quiero lavar”, y no lavo y ya. Que no quiero hacer esto, no lo hago. Y
ya, así de fácil. Eso es lo que quiero para mí.
Tp.- A ver… del uno al diez, donde uno es muy poco pleno y diez es muy pleno
¿cómo se siente ahorita, en estos momentos de su vida?
J.- Me siento como en el siete.
Tp.- ¿Cómo lo ha logrado?
J.- Yo también he sido una persona que cuando José me hablaba en forma
agresiva, yo también le hablo así. Y ahora, en ese aspecto, sí trato de cambiar,
porque igual… Si queremos respeto también hay que respetar. Y si yo me pongo
al tú por tú, ¡vamos!, quién sabe a dónde va a quedar. Entonces ahora lo veo de
forma diferente. Eso me ha funcionado. Ser diferente conmigo misma.
134
poner límites, con baja autoestima, y sentía que estaba cometiendo “los mismos errores
que en el pasado”, antes de que él la dejara. Para las últimas sesiones, en contraste,
Jimena se abocaba a los eventos presentes de su vida en los que hacía uso de los
recursos trabajados. Refería tener una actitud de búsqueda de soluciones ante
conflictos con sus hijos o con José, promovía el diálogo con ella misma y con quienes la
rodeaban, narraba el control de sus emociones para no enojarse con José cuando éste
hacía cosas que no le parecían, etcétera.
El trabajo con excepciones fue un procedimiento que nos ayudó a poner entre
paréntesis las verdades o creencias que la consultante daba por sentadas. De esta
manera se relativizaron las creencias de ser madre insuficiente, de tener baja
autoestima, de ser co-dependiente, o de ser incapaz de poner límites en la relación con
José, de tal forma que, al ser contrapuestas con sus respectivas excepciones (por
ejemplo en aquellos eventos en donde la consultante pone límites a José y no permite
que la maltrate, o los relatos en donde se proporciona un valor a sí misma dentro de la
relación, o la realización de actividades diversas, independientemente de lo que José
haga o piense, etc.), estas creencias y formas de relacionarse se fueran gradualmente
incorporando a los significados emergentes en Jimena.
Si bien el trabajo con excepciones fue una de las maneras más representativas para co-
construir un relato alternativo en la historia de Jimena, las conversaciones orientadas
hacia las soluciones resultaron un complemento importante del proceso: no sólo se
ubicaba en el centro de la conversación a las excepciones, sino que se relativizaba la
gravedad del problema y se visualizaba como algo susceptible de ser resuelto por la
misma Jimena (además de la importante acción despatologizadora que conlleva).
135
una búsqueda de los elementos que quisiera para su vida, y, así, iniciara las acciones
necesarias para lograrlo. Asimismo, Jimena comenzó a concretar su propio proyecto de
vida, esencialmente con referencia a sus “inquietudes”, tal como ella misma las
llamaba.
La respuesta a esta tarea fue retomada durante la conversación terapéutica, ello con la
finalidad de clarificar las decisiones que Jimena quería tomar con respecto a la relación
con José, y que ella misma se planteaba desde el inicio del proceso terapéutico:
J.- No le puedo decir nada. Por ejemplo, ahorita estamos nada más los dos en
casa, y diario le paso a dejar de comer. Y ahí deja su platito. No recoge nada. Y
si la cama no la hice, igual, así como llega, ya se acostó. Y yo pensando “¿cómo
lo voy a trabajar?, ¿cómo le voy a decir?...”, porque no me atrevo a decirle, por
ejemplo, “oye ¿porqué no hacemos un trato de que tú hagas una semana la
cama, levantes la cama, y yo otra semana?” O, por lo menos, “si comes enjuaga
tu platito, ¿no?, porque yo también trabajo”.
Pero fíjate que no tengo ese valor. Me da angustia, y me digo “ya vamos a
pelear otra vez…”
Tp.- Todo esto que me está diciendo usted, me parece muy interesante pero…
me quedé pensando un poco en el mensaje que dejó el equipo terapéutico. No
sé si se acuerda del mensaje y de la tarea que le dejaron: el pensar qué era lo
que usted se merecía ¿pensó acerca de eso?
J.- Sí... que independientemente que yo no tenga ese valor para decirle muchas
cosas, para poner límite, no me merezco este tipo de vida, lo que estoy
aceptando, lo que yo estoy viviendo. Siento que no me la merezco.
Tp.- Entonces ¿qué es lo que usted se merece? ¿Qué piensa usted que se
merecería?
J.- Para mí, yo quisiera, a estas alturas de mi vida, realizar esas inquietudes que
tengo para mí. Como digo, continuar la escuela, estar más tranquila, no andar
con presiones, que yo tenga que dar cuentas de mi vida, que tenga que hacer
comida. Porque, si yo quiero, puedo comer en la calle y ya. Este tipo de vida no
me gusta. Pero no puedo salirme, no puedo o no quiero, o soy cobarde.
136
de Jimena para una decisión con respecto a dicha situación, misma que la tenía
preocupada, dados los elementos significativos implicados en su narrativa.
Es a partir de esta tarea que, en conjunción con otros procedimientos que más adelante
describiré, Jimena flexibiliza su posición con referencia a la relación con José. Hubo,
entonces, una transformación en su forma de pensar, ya que Jimena comenzó a
considerar sus propios recursos y a aplicarlos en las formas de relacionarse con él, al
mismo tiempo que alteraba una serie de creencias que acompañaban el regreso a la
relación con José. Por mencionar algunas de éstas: creencia de cometer un error al
convivir con José, de ser una persona masoquista, de tener una falta de control en sus
emociones, de encontrarse ante la misma situación y ser susceptible de humillaciones y
violencia, etcétera.
Ya durante las últimas sesiones con Jimena, y habiendo trabajado con la construcción
de una historia alternativa, vasta en recursos y en estrategias de solución, se le pidió
que pensara en un proyecto de vida a largo plazo, independientemente de la decisión
que tomara con José. La consultante se centró en metas asociadas a su “tranquilidad”,
a su “autonomía”, en las que incluía terminar una carrera, encontrarse en “armonía”
con sus hijos, apoyarlos en la medida de lo posible, comprarse un automóvil, continuar
en su trabajo actual (en el que lleva nueve años), entre otras. Pensamos que esto
reforzaría la historia alternativa que se estaba vislumbrando en el horizonte de Jimena,
que favorecería el deslizamiento del sistema de significados que estaba produciéndose a
lo largo del proceso terapéutico, y que podría crear importantes expectativas para su
posible cumplimiento a futuro.
137
La participación del equipo reflexivo tuvo varios efectos en la historia de Jimena,
generalmente presentados en simultaneidad. Dentro de los más representativos podría
mencionarse que ampliaban lo trabajado durante la sesión, y hacían más evidentes las
creencias y significados implicados dentro de la problemática presentada. También
brindaba nuevas y diferentes perspectivas acerca del problema que, por lo mismo,
facilitaban el surgimiento de mayores posibilidades conversacionales para las sesiones y
para la misma consultante. Todo esto con el propósito de ampliar los márgenes de
libertad con los cuales venía operando Jimena.
Cabe destacar que todo cuanto se conversara estaba referido y contextualizado con lo
conversado durante la sesión. Incluso los miembros del equipo reflexivo usaban frases
textuales de la narración de Jimena para referir sus comentarios e interpretaciones, y
para introducirse en su lenguaje y en su peculiar sistema de significados.
La dirección que tomaría el equipo reflexivo estuvo asentada desde la primera sesión
con Jimena: resaltaron las excepciones, indagaron y exploraron alternativas y recursos,
y ponían en evidencia los significados existentes, todo ello para generar alternativas y
ampliar posibilidades:
Tp.A: Antes que ver a Jimena como una persona débil o masoquista, o con
problema, yo la veo como una persona ejemplar, como una persona fuerte que
ha salido adelante, pese a circunstancias como la violación que nos comentó, o
el que no tuvo padre. Ella ha salido de todo eso, ha sobrevivido, ha salido
adelante…
Tp.B: Yo veo una Jimena diferente, nueva, en el aspecto que ha ido cambiando.
Cuando oigo a Jimena que menciona que ha caído en los mismos errores, a mí,
por el contrario, me parece que ella ha ido cambiando. En un principio, ocurría la
violencia. Menciona, por ejemplo, que en algún momento José le decía groserías,
la golpeaba. Pero que ahora no permite que la toque. Ahora le dice que no es un
objeto. De alguna forma yo tengo la impresión de que está estableciendo límites
y reglas con José. No es lo mismo que hace trece años.
TpA: Yo creo, además, que ha tomado decisiones diferentes. Por ejemplo, esto
que nos contaba de la preparatoria después de haber terminado con José.
Además también ha mantenido a sus hijos y los ha sacado adelante, y tiene dos
nietos.
Tp.B: Claro. Ella mencionaba que una forma en la que se daría cuenta que las
cosas van funcionando mejor, es precisamente que tomara decisiones. Pero yo le
diría que ya ha tomado decisiones desde antes de venir aquí. Por ejemplo, tiene
el poder de decidir. Por ejemplo ahora, cuando afirma “estoy divorciada”, o
cuando dice que “de alguna forma siento que ya no hay esta unión con un
papel”; “Entonces yo puedo decidir cuándo terminar la relación”. Es diferente.
TpC: Sí claro. Y también está pensando en opciones. Esto es, tanto si no
resultara la relación que empieza nuevamente con José, como si quisiera seguir
con él, que tal vez pueda funcionar, porque ella ya tiene claros sus límites y sus
138
reglas. Tiene nuevas reglas del juego para empezar una nueva relación. Porque
ella se lo está aclarando, “yo ya no quiero golpes, ya no quiero esto”. Pero, si no
funcionara, también veo muchos aspectos positivos, desde el punto en que ella,
a partir de que se separaron, tomó decisiones muy importantes, como terminar
la preparatoria, terminar la secundaria, hacer proyectos. Y, en caso de que se
dejaran [Jimena y José], ella podría hacer más proyectos y terminar más sueños.
Sueños que ella tal vez tiene inconclusos y que tal vez no se podría quedar
estancada, y que quizás para ella ahora podría ser mucho más fácil.
TpB. (…) y que esta parte del estancamiento, yo siento que de alguna forma ya
pasó. Ella dice “ya toqué fondo, ya toqué fondo”. Yo creo que [lo anterior] ya
está atrás, que en este momento se trata de buscar cosas diferentes. Es lo que
yo veo que ahorita está haciendo Jimena.
TpA: Tal vez esta situación de tocar fondo también tenga mucho que ver con la
pregunta que se hacía al principio, de ¿por qué? A final de cuentas yo creo que
tenía que vivir ciertas circunstancias, por responsabilidad, por situaciones
imprevistas, que yo pienso que no es por masoquismo, sino por una situación de
circunstancias naturales de la vida misma, de responsabilidades, de entrega, que
le ayudaron a aprender nuevas cosas y a tener nuevos valores, como los que tú
mencionaste hace rato.
Puede notarse que en la conversación desarrollada entre los miembros del equipo
reflexivo se retoma lo que Jimena mencionó durante la sesión, y que se hace especial
énfasis en aquellas partes del relato de la consultante que son positivos, que denotan
sus recursos y que son contrapuestos al problema. Cabe señalar, también, que se
introducen dos posibilidades con respecto a la decisión a tomar con José que, según lo
relataba, preocupaban mucho a Jimena. La primera tiene que ver con la continuación
de la relación que la consultante tiene con José. Y la segunda, con la decisión de la
definitiva separación. Ambas posibilidades se valoran por igual, sin privilegiar o
descalificar alguna, poniendo en cuestionamiento las creencias de connotación negativa
que Jimena otorga a la relación con José. Y se resaltan los recursos que Jimena posee,
independientemente de la decisión que tome al respecto.
De las ideas nuevas más significativas que introdujo el equipo reflexivo para la historia
de Jimena, fue el término “inteligencia”, mismo que Jimena pudo retomar para
integrarla a su propia historia, así como para utilizarlo para englobar todos los recursos
y cambios logrados en el proceso terapéutico. Pero además se puso en evidencia el
papel que el pasado doloroso estaba teniendo en la vida presente de Jimena, en donde
cada miembro del equipo habla de sus puntos de vista y de sus posibles consecuencias
en la vida presente y a futuro de Jimena, brindando al mismo tiempo algunas
alternativas con respecto a este tema.
Los efectos que este tipo de procedimientos tuvieron sobre la historia de Jimena, los
relata ella misma después de haber escuchado al equipo reflexivo en la segunda sesión:
139
“Fíjate que esto me hace sentir bien. Me hace ver, como la doctora me
platicaba, cómo veía a la Jimena de antes y cómo veo a la Jimena de ahora. ¡Y
qué bueno; qué bueno que he crecido como humano, más que nada! Porque
como humanos merecemos un respeto, y no somos cualquier cosa, no somos un
objeto de cualquier… Esto me ayuda mucho, me fortalece, me hace sentir… En
cuanto yo salgo de aquí, tengo esa autoestima arriba, salgo llena de energía, de
autoestima… que valgo mucho, y que soy mujer y que me quiero, y quiero
amarme…”
El equipo terapéutico.
140
Prácticas de libertad: el cuidado de sí mismo
La terapia como diálogo hermenéutico y construccionista considera que el proceso de
cambio de una persona se encuentra ligado a ciertas prácticas de libertad y, también, al
cuidado, cultivo y disfrute de sí mismo. Es una idea que fue retomada de los trabajos e
investigaciones que realizara Michel Foucault sobre las prácticas o ejercicios de libertad
que se ejercían en la antigua Grecia.
En el proceso con Jimena, estas ideas se trabajaron en conjunción con los
procedimientos terapéuticos llevados a cabo en equipo, mismos que tuvieron como
resultado que Jimena pudiera ampliar sus márgenes de libertad con interpretaciones
alternativas sobre sus propias creencias, actitudes y valores. Pero, además, con formas
de ser y de pensar susceptibles de ser modificadas, y no como verdades absolutas e
inamovibles.
Fue en la quinta y penúltima sesión donde el producto de las conversaciones
hermenéuticas y construccionistas que realizamos se hicieron más evidentes: Jimena
asumía un cambio en su vida, describía formas de relacionarse mayormente
satisfactorias, hablaba de sus propios recursos y de la manera en que los aplicaba. De
tal forma habían ocurrido estos cambios, que Jimena llegó a adoptar una perspectiva
diferente con respecto al pasado doloroso, lo que le permitió ampliar considerablemente
sus posibilidades de acción, tanto como la relación que guardaba consigo misma y con
los demás, sobre todo con las personas más significativas de su entorno.
Con todo, adicionalmente Jimena pudo llegar a tener una actitud de búsqueda de
soluciones ante los problemas que se le presentaban, generando así, alternativas para
sí misma y para quienes la rodean. Fueron efectos terapéuticos que Jimena consideró
muy positivos, pues presumiblemente se convirtió en generadora de cambios
importantes dentro de su contexto significativo, en donde los cambios que producía en
sí misma al mismo tiempo generaban cambios relacionales sustantivos con los demás
miembros de su familia.
Para esta sesión, Jimena ya había adquirido formas de relacionarse “más inteligentes”,
narraba el control de sus emociones y la manera en cómo este recurso se manifestaba
en la relación con José y con sus hijos, y practicaba el diálogo en lugar de la violencia.
Incluso llegó a desprenderse de la responsabilidad que sentía por los errores de sus
hijos y por aquéllos cometidos con José. En pocas palabras, se había construido, en
colaboración con los terapeutas, una historia que cumplía con las expectativas que ella
misma planteó al inicio del proceso.
Jimena ya había empezado a hablar del contraste que ella misma percibía entre sus
nuevas actitudes, relaciones y recursos, en contraste con aquellos significados y
creencias que traía al inicio del proceso terapéutico, lo que implicaba reconocer las
viejas y problemáticas formas de ser y de pensar, así como los efectos positivos de la
adquisición de nuevas formas de relacionarse y de estar en el mundo.
Dentro de los recursos y significados más contrastantes que la consultante describe y
que se consideran como nuevos o emergentes, se encuentra, fundamentalmente, esa
141
actitud más positiva de aprendizaje con respecto del pasado, además de la idea de los
conflictos como algo que puede ser superable y resoluble. Lo mismo se podría decir del
diálogo con las personas que la rodean y del que realiza consigo misma (o diálogo
interno), en donde ella puede expresar más libremente sus inquietudes, lo que le
parece y lo que no le parece. Es un diálogo que, por cierto, al mismo tiempo se
convierte en un valioso recurso para escuchar las inquietudes de los demás, haciendo a
un lado las actitudes violentas que tenía hacia su entorno. Con esta nueva forma de ser
y de relacionarse, presumiblemente Jimena logró percibir un efecto adicional de
armonía entre ella y los demás miembros de su familia. Pero también logró poner
límites apropiados a la relación con José, evitando formas de relación violentas por
parte de ambos, a la vez que fortalecer su sentido de autoestima.
En esta penúltima sesión, Jimena narra encontrarse abierta a la adquisición de nuevos
recursos que le ayuden a mantener su estado de bienestar, lo cual pensamos que
puede facilitar el flexibilizar sus actitudes ante nuevas situaciones que se puedan
presentar en su vida a futuro (y un buen ejemplo de la ampliación de los márgenes de
libertad que se produjeron). Estos cambios incluyen, por cierto, la posible
determinación para separarse de José.
Antes que dar por terminado el proceso terapéutico, y una vez que el equipo percibe
este nuevo relato en Jimena, decidimos consultar la perspectiva que ella tenía con
referencia al cumplimiento de los objetivos. Jimena pide una sesión más para planear la
manera en que llevará a cabo la decisión tomada con respecto a José.
Ya en la última sesión, le pedimos a Jimena que nos hable acerca de sus recursos y
estrategias de solución, y ella se remite a un futuro cercano en la planeación de la
separación con José como parte de su relato. Le pedimos que describiera el
procedimiento minucioso de ese momento, incluyendo las posibilidades de reacción de
él, con la finalidad de encontrar alternativas de respuesta y solución de su parte. Es
importante señalar que Jimena incluye el recurso del diálogo y del control de sus
emociones como parte importante de la realización de dicho suceso, pero, por lo
demás, la consultante continúa relatando las particularidades de los elementos
incluyentes en el relato alternativo. En este destaca la manera reflexiva con que daba
cuenta de sus propios recursos, y comenta que percibía el cambio, un cambio del que
ella misma fue partícipe activa, y las consecuencias positivas del proceso para la
adquisición de sus nuevos recursos.
Considero que, si existiese una manera en que pudiera manifestarse en la práctica el
término “cuidado de sí mismo” a los casos que nos llegan a terapia, sería en la forma
en que las personas se apropian del control de sus propios cambios y, al mismo tiempo,
procuran el mantenimiento de estos en sus vidas.
Lo anterior puede observarse con los resultados obtenidos en el proceso terapéutico
con Jimena, cuyo impacto y trascendencia se hicieron evidentes incluso dos años
después de terminado dicho proceso: el relato alternativo que surgió durante la terapia
aún tenía vigencia y había sido ampliado. Ello fue constatado a través de una entrevista
de seguimiento que le realicé a Jimena. En esta entrevista, la consultante describe
142
formas de relacionarse predominantemente satisfactorias en la mayor parte de los
rubros que ella misma relató a lo largo del proceso terapéutico que realizamos. En
general, Jimena afirma haber alcanzado sus metas en lo referente a la relación con
José, al bienestar con su familia y a su proyecto de vida personal. Reflejo de ello es que
decidió separarse de José, ayudó a su hijo y lo apoyó para que cambiara la violencia y
dejara el alcoholismo, y ahora se encuentra estudiando la carrera de enfermería. En
pocas palabras, durante la entrevista Jimena da cuenta del control de sus recursos así
como de una actitud de búsqueda de soluciones para con los conflictos que se le
presentan en su vida.
Algunos de los recursos que sobresalen en el relato de Jimena, y que fueron parte
importante del proceso terapéutico, son el diálogo y la negociación en lugar de la
imposición, y el establecimiento de límites. Cabe destacar que el recurso que con mayor
frecuencia aparece en la narración de Jimena es el de la “lucha” por conseguir sus
metas. Y lo mismo podría decir de los demás recursos que se hicieron extensivos a cada
uno de los rubros de su vida, por ejemplo, dentro del ámbito laboral. Como también fue
importante en esta última entrevista ver que Jimena continuó aplicando límites
apropiados en su relación con José, hasta que decidió llevar a cabo la separación.
La consultante deja detrás el relato en el que se concebía a sí misma como co-
dependiente, y toma una actitud de respeto para con la vida personal de José y de sus
hijos. Ella relata valerse por sí sola, y se le ve bien, como puede advertirse que se
centra de manera satisfactoria en sí misma y en su propio proyecto de vida. Jimena da
cuenta de sus propios cambios y los engloba dentro de lo que ella llama ‘inteligencia’.
Los significados en torno a la relación con José también resultan más positivos. Aunque
Jimena decidió separarse de él y ya no viven juntos, siguen conviviendo. Esto, no
obstante, parece contener cierta connotación al mismo tiempo negativa y positiva. Por
un lado, Jimena retoma el pasado doloroso y se culpa a sí misma por la situación de
convivencia en la que actualmente se encuentran. Pero, por otro lado, le adjudica una
connotación positiva a esta forma relacional, pues la remite a un estado de libertad.
Aunado a esto, Jimena relata no poseer sentimientos negativos hacia José (“rencores”)
y lo concibe a partir de su papel como padre de sus hijos, pero ya no como pareja.
Jimena vuelve a retomar el pasado, pero ahora como punto de partida para emprender
búsquedas de soluciones y no como algo irreparable, tal como se vio durante las
últimas sesiones. Este relato puede ser indicio de la confirmación del cambio de
perspectiva en Jimena con referencia a José. Pero también es importante señalar que
en la actualidad Jimena tiene otra pareja, y que, según lo relata, se encuentra en un
estado de paz y bienestar, porque, entre otras cosas, ella comenta que aprendió del
pasado que vivió con José.
Los cambios también se hacen notorios en la relación con sus hijos. Jimena cambió la
percepción que tenía de sí misma, pasando de madre insuficiente a una madre que
apoya a sus hijos. Relata el apoyo que brindó a su hijo para que emprendiera un
cambio con respecto a su propia vida. Ello le hace sacar conclusiones positivas acerca
de su papel como madre. No obstante, Jimena refiere un hecho que le hizo sentir
143
insuficiente en este papel: el embarazo de su nieta de quince años. Puede notarse que,
aunque este hecho representó un conflicto para ella, su reacción no incluyó actitudes
violentas ni agresivas. En cambio, adoptó una actitud de apoyo con su hija y su nieta,
que en la actualidad viven en su casa, y les transmite sus propias estrategias de
solución de conflictos a partir de la identificación de “aquello que falla”.
A pesar de los conflictos narrados, Jimena refiere encontrarse en un estado de
bienestar a partir de la unión existente entre los miembros de su familia. Esto contrasta
con lo relatado al inicio del proceso terapéutico, en donde mencionaba que su familia se
encontraba en un ambiente de constante agresividad y violencia, del que ella era en
parte responsable.
En lo referente a la relación consigo misma, Jimena señala encontrarse en una nueva
etapa de su vida, que incluye bienestar y lucha por conseguir las metas de su proyecto
de vida personal. Describe la manera en que ha tenido que superar conflictos en el
trabajo y en la escuela para continuar con sus estudios. Relata también la forma en que
transformó los sentimientos negativos que le causaba el pasado, cuando vivía con José.
Jimena se percibe a sí misma inteligente, con el control de sus emociones y de sus
propios recursos. Ya no se ve como la niña abandonada o la mujer golpeada, y asocia
el surgimiento de esta nueva etapa al amor que se tiene a sí misma. Esta narración
contrasta con lo expuesto en las primeras sesiones del proceso terapéutico, en donde
se advertía la concepción que tenía de sí misma como una mujer masoquista, con poco
amor a sí misma, falta de autoestima, co-dependiente, como una mujer que repetía los
errores una y otra vez. Puede notarse que esta visión más positiva que actualmente
tiene de sí misma, ya se había relatado en las últimas sesiones de la terapia.
La historia de Jimena y su proceso a lo largo de la terapia, podrían ser un buen ejemplo
de las prácticas de libertad, así como del cuidado, cultivo y disfrute de sí mismo que
configuran la guía metafórica de la terapia como diálogo hermenéutico y
construccionista. Y el proceso por el cual Jimena ahora ejerce esas prácticas
presumiblemente fue el producto de las conversaciones terapéuticas de las que fuimos
co-partícipes. Se podría decir que Jimena pudo darle un importante giro interpretativo
al conocimiento de sí misma, a los significados y creencias que le resultaban limitantes
y problemáticos, así como a sus propios recursos, estrategias, actitudes, valores, metas
y formas de relación que le son mayormente satisfactorios. De esta manera, la
consultante fue capaz de implicarse en un proceso de superación de sí misma, dejando
de lado aquellos significados que al principio ella ubicaba como problemáticos, para
poder llegar a incorporar nuevos relatos para sí misma y para su familia. Me refiero a
un proceso que podría considerarse como confirmación del cambio ocurrido en terapia,
así como un proceso en constante transformación, que, por lo mismo, podría
convertirse en una tarea de vida.
Consideraciones finales
El objetivo de este artículo fue el de mostrar algunas formas de proceder que sigue la
terapia como diálogo hermenéutico y construccionista, así como de los alcances que
puede llegar a tener esta modalidad de trabajo.
144
Considero que dichos alcances se asocian con la puesta en práctica del bagaje teórico
que da sustento a este quehacer terapéutico, es decir, con el talante respetuoso y
comprensivo en que sitúa a los terapeutas, con la vuelta de la mirada hacia las historias
de vida de las personas y sus particulares sistemas de creencias, valores y significados.
Pero también con una previsión de futuro como directriz conversacional, con una
invitación a incorporar la multiplicidad de voces y pluralidad de perspectivas, por
mencionar algunas. Así, considero que el caso que aquí expongo reúne todo ese
conjunto de prácticas, mismos que subrayan una forma más positiva y flexible de
realizar la conversación entre nosotros y con los consultantes.
Tal como lo comenté en un inicio, esta flexibilidad se vio reflejada en el modo de
proceder con Jimena. No se hizo necesaria la comprensión detallada del problema que
le aquejaba. En lugar de ello, nos involucramos en una conversación orientada hacia el
futuro, teniendo por resultado no sólo la adquisición de nuevos recursos y significados,
sino el cambio en la forma de interpretar su pasado.
Esta vertiente conversacional hacia futuro hizo una diferencia importante en este
proceso terapéutico. Si nos hubiésemos involucrado en una conversación orientada
hacia el pasado, con tal de comprender las causas y buscar soluciones a conflictos
pasados, probablemente hubiésemos legitimado el dolor que le provocaba a Jimena
recordar ese pasado y, como consecuencia, reforzado el discurso del déficit53. Por el
contrario, el encauzamiento de las conversaciones hacia un futuro preferido por la
consultante, así como el acento en los aspectos más positivos de su narrativa, marcaron
una diferencia importante que se hizo evidente sobre los significados y en la
comprensión que Jimena poseía de sí misma y de su alrededor.
Jimena llega a terapia narrando las formas de relación que había tenido con José
cuando estaban casados, trece años atrás. Esta narración aún tenía vigencia para la
consultante, ya que ella se sentía incapaz de olvidarlos y refería tener consecuencias en
su vida presente en la relación con sus hijos, con José y con ella misma. La consultante
estaba inmersa en ciertos juegos de lenguaje, relacionales y de significado cuyo marco
de comprensión le estaban proporcionando ciertas interpretaciones que confirmaban
ese pasado violento, así como sus consecuencias.
Fue gracias a una postura de escucha respetuosa y talante comprensivo por parte del
equipo que fueron iluminándose aquellos aspectos en la narrativa de la consultante,
mismos que ponían en entredicho el relato del pasado y aquellas formas de relacionarse
que connotaban un problema para la consultante. Sesión tras sesión el relato de Jimena
se fue mostrando más flexible y menos restrictivo, más abierto a múltiples
posibilidades, sobre todo a posibilidades futuras: el relato problemático de la
consultante estaba relativizándose, al mismo tiempo que se iban ampliando sus propios
márgenes de libertad.
53
Para mayor detalle acerca de este término, véase Gergen, K. (1996), Realidades y Relaciones:
aproximaciones a la construcción social, Barcelona: Paidós.
145
La terapia como diálogo hermenéutico y construccionista, al igual que otras formas de
hacer terapia (inscritas en un marco postmoderno), se focaliza sobre el lenguaje, la
narrativa de las personas y la manera en cómo estos configuran sus formas de ser y
pensar, lo mismo que la manera en que se relacionan consigo mismas y con su
entorno. A lo largo de la terapia, esta forma de trabajo aprovecha la ductilidad que
posee el lenguaje para transformar formas de pensar restrictivas en más positivas y
satisfactorias. En lugar de sustituir el marco de comprensión de las personas por uno
psicológico (por el del terapeuta “experto”), en esta forma de hacer terapia ayudamos a
las personas a que centren la atención en su propia narrativa y se escuchen a través de
otras voces, para así promover ese diálogo hermenéutico que favorece la adquisición de
otras maneras de entender al mundo y a uno mismo.
El caso de Jimena no fue la excepción. Conforme su historia era narrada y aparecían
ideas y significados tales como inteligencia, fortaleza, madre responsable, etcétera, ella
iba integrando a su sistema de significados nuevas formas de entenderse consigo
misma y de percibir a los demás. Consecuentemente, Jimena fue adquiriendo formas
diferentes de relacionarse, iba conociendo y redimensionando sus propios valores,
actitudes, creencias y recursos, para mantener aquellos que le eran importantes y, al
mismo tiempo, alterar los problemáticos.
En resumen, las conversaciones que se llevan a cabo en la terapia como diálogo
hermenéutico y construccionista, grosso modo promueven la importancia de incorporar
la idea del cuidado, cultivo y disfrute de sí mismo, en la pareja y/o con la familia, pero
resaltando, al mismo tiempo, la necesidad de ampliar los márgenes de libertad con los
cuales están operando las personas en sus particulares maneras de vivir la vida (en
donde puede estar ‘atrapada’ la problemática por la cual asisten a terapia). Es un
proceso conversacional que invita a los consultantes a considerar las posibilidades de
realizar un cambio en las formas de relacionarse con ellos mismos y con su entorno, un
proceso que simultáneamente contempla el deslizamiento gradual y compartido del
sistema de significados de las personas, pero siempre con un talante respetuoso, y en
el entendido de que ellos son los principales autores de las modalidades relacionales
que puedan llegar a surgir durante el proceso.
146
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