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STORM TREE 13 Pena, Mulciades: Histosta det pueblo argentino. - 2 ed. - Buenos Aires : Emecd, 2012. 552 p.:20x15cm. ISBN 578-950-08-3440-9 1. Historia Argentina. |. Titulo con a Edltor; Fernando Horaclo De Leooardis Disefindor de cubjerta ¢ Interior: Juan Marcos Ventura, Correctora: Gisela Milani © 1975, herederos de Mikclades Petia © 2012, Horacto Armando Pagtione. por el prologo Todos bos derechos reservados © 2012, Grupo Editorial Planeta S.A.1.C. Publicado bajo el sella Emecé® Independencia 1682 (1100) C.A.B.A. www.editorialplaneta,com.ar 2° edichin: julio de 2012 2.000 efernplares. Impreso en Artes, Concepciin Arenal 4562. Cludad Auténoma de Bucnes Aires. ened mes de junto de 2012. No oe perrake la reproduce in parcial o fatal, el almacenamtento. of alquiter. Go tramsmhida ola tramformaciin de evte libro, ef cualquier forma .o por cunlquier media, wa clectrinire o mecénico, mediante folacopias. digitaliractin Uatros matiadon une permiwo previo y eario del edider. Su Infracctin cus, pemada par Las beyey 11.723 y 25.446 de La Repablica Argendina. IMPRESO EN LA ARGENTINA/ PRINTED IN ARGENTINA Queda hecho ef depJsito que previens ta ley 11.723 ISBN: 978.950:04-3440.9 Milciades Pefia HISTORIA DEL PUEBLO ARGENTINO (1500-1955) Estudio preliminar de Horacio Tarcus Edicién al cuidado de Horacio Tarcus y Fernando De Leonardis Ww Compaiiera infatigable de jornadas eternas de trabajo, estudio e investigaci6n. Compafiera indispensable luego, sola, para defender su obra, para difundirla, para oficiar de correctora de los textos, para encontzar quien la publicara. Compafiera imprescindible, también, para cuidar a los hijos. Compariera por siempre. Ejempto de voluntad, esfuerzo y amor. Regina Rosen “de Peita”: asi se sintié y se nombrd hasta cl fin de sus dias, orgullosa, nuesera madre. Clara Leticia y Milcfades LA VISION TRAGICA DE LA HISTORIA EN MILCIADES PENA Nos complace ofrecer al lector de lengua castellana esta nueva edicién, uni- ficada, corregida, anotada y controlada con los originales del autor, de Historia del Pueblo Argentino de Milciades Pena. El lector Gene finalmente en sus manos la que probablemente sin discusi6n pueda considerarse la més consistente interpretacién integral de la historia argentina llevada a cabo desde una perspectiva marxista. Segin el propio autor, no se propuso otra cosa para su historia que “desenmascarar los mitos y las falsedades” de la historiografia argentina. En una breve introduccién a su Historia del Pueblo Argentino que se rescaté para Ja presente edicién, Pefia nos anuncia la puesta en cuestién del mito del carécter feudal de América Latina, el de la sustancial unidad de nuestro continente y su posterior “balcanizaci6n”; el del “espiritu democratico” de la Revolucién de Mayo, el del “progresismo rivadaviano” como el del “na- cionalismo rosista”; el del “nacionalismo revolucionario” de los caudillos de las montoneras; el del “nacionalismo” de Roca, el del “progresismo” de Judrez Celman y el de la “revolucién democratica” de 1890. Se podria afiadir, entre owros, algunos que se desprenden de la propia Historia: el mito del ca- ricter “antioligrquico” del Martin Fierro; el mito del “acceso de las clases medias al poder” con Yrigoyen; el mito de los gobiernos conservadores de 1930 como antiestatistas y antiindustrialistas y, finalmente, el mito del ca- Nicter revolucionario del peronismo. Poresosu plan, mas quea un desarrollo cronolégico, histérico-narrativo, respondea una agenda de problemas, de nucleos historiograficos a abordar criticamente. A cada uno de los items del plan de la obra corresponde al Menos uno de los “‘mitos” historiograficos a rebatir. Pefia hace historia a Partir de la critica historiogrifica, pues a medida que somete acritica lo que entiende que son los seudoproblemas de la historiografia anterior, plantea Cual es, desde su punto de vista, una problematica legitima para la historia argentina. Este caricter, si se quiere, programético de la obra historiogrifica de Peria, puede ser una de las claves que permita explicar el curioso hecho de que la historia académica posterior a su muerte se haya apropiado y haya desarrollado muchos de sus sugestivos replanteos, como se vera luego. Peiia redacta Historia del Pueblo Argentino entre 1955 y 1957.' El blanco de su critica lo constituiran las que estaban asentadas como las tres corrientes historiogréficas que se disputaban entre si la verdad histérica: liberal, revi- sionista y marxista vulgar. La mas tradicional, la historiografia liberal, habia sido Fundada en los mismos momentos y por los mismos hombres que ha- bian triunfado en Caseros y que iban a darle su fisonomia a la sociedad y al Estado nacionales. Convertida en “historia oficial”, el monopolio liberal del discurso historiografico no fue discutido, salvo por algunas voces ais- ladas, hasta que en la década de 1930 hace su irrupei6n la segunda corriente, autodenominada “revisionismo histérico”. Sila primera habia concebido la historia argentina como la lucha entre dos principios ideales —la Libertad versus la Tirania—, la corriente revisionista cambié el esquema por otro: la oposici6n ence la Nacién y la Antinacién. La historiografia liberal hizo de Mayo y de Caseros los principales hitos de la marcha de la historia argen- tinaenel camino de la Libertad y el Progreso, entendiendo al primero como la revolucién contra el despotismo colonial y al segundo como la rebeli6n contra un pasado restaurado. Los revisionistas, en cambio, tendieron acon- vertir a los caudillos y fundamentalmente a Juan Manuel de Rosas en los hitos de su versi6n historiografica. Los caudillos del interior fueron presen- tados como la reaccién popular frente al “entreguismo” y la hegemonia por- tefios, y don Juan Manuel de Rosas como la culminacién de un proyecto na- cional-popular que vino a frustrarse en 1852. Comprometidos en una “visién decadentista” de la Argentina,? tendieron a ver el proceso abierto entonces como de enfeudamiento progresivo de la nacién a los intereses britinicos. En los afios 1950 y comienzos de la década siguiente, en que Petia prepara y daa conocer los primeros ramos de su obra, la historiografia liberal sufria ya un doble embate: por un lado, de una segunda generacién de historia- dores enrolados en el revisionismo histérico; por el otro, de los historiadores comunistas que, desde mediados de la década de 1930, buscaban instituir una tradici6n en la historia y en el pensamiento nacionales: cabria mencio- nar entre ellos la primera obra de Rodolfo Puiggrés asi como la de Luis Sommi, Juan José Real, Héctor Agosti y, finalmente, Leonardo Paso. Aunque 1. Retomamos y actualizamos aqui tramos de Ef marxismo olvidado en la Argentina. Silvio Frondizi y Milclades Perla, Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 1996. 2. Tulio Halperin Donghi, “El revisionism histérico como visién decadentista de la historia nacional”, en Ensayos de historiografia, Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 1995- culan una metodologfa y una concepcién materialistas de la historia, y apesar del talento historiografico de algunos de ellos, el esfuerzo politico de su organizacién —el Partido Comunista argentino— por instituirse como continuacién-superaci6n de la rradici6n liberal-democratica del pasado ar- gentino, los tornar4 francamente tributarios de muchos de los valores y es- ‘uemas interpretativos de la historiografia liberal. También apelandoa la concepcién materialista de la historia, pero apro- ximindose en maltiples aspectos a las figuras clave, los temas favoritos y los enfoques del revisionismo nacionalista se ubicaré una franja que segan uno de sus mds conspicuos representantes podria denominarse “revisio- nismo socialista”, entre los que cabria citar a figuras como Rodolfo Puiggrés luego de su salida del Partido Comunista en 1946, Jorge Abelardo Ramos y Juan José Hernandez Arregui. Peria considera que tanto la perspectiva liberal como la revisionista, aunque vatoricen de modo exactamente opuesto momentos y figuras de la historia argentina, fueron igualmente concebidas como narrativas edi- ficantes por diversos sectores de las clases dominantes argentinas, simé- tricamente idealistas y mitificantes. El marxismo, segdn su perspectiva, no habfa ofrecido para mediados de la década de 1950 una interpretaci6n consecuente, en la medida en que los historiadores comunistas no habian logrado trascender la perspectiva historiografica liberal por mAs énfasis que pusieran en la determinaci6n econémica de los procesos sociales, ni los re- visionistas de izquierda habian logrado exceder los mitos historiograficos el nacionalismo. Pefia aspira a pensar la historia argentina como historia social, no como lucha entre principios ideales (limense Libertad versus Tiranfa, Nacién ver- sus Antinacién o Burguesfa versus Proletariado), sino como desenvolvi- miento y conflicto entre sujetos sociales materialmente situados. Los alcances y limites de cada figura histrica, se trate de Moreno o de Rosas, de Mitre o de Roca, de Alberdi ode Sarmiento, de Yrigoyen o de Perén, son ponderados y explicados a partir de las fuerzas sociales que ellos expresaron. Pefiano deja de considerar la excepcionalidad de los grandes liderazgos e incluso la lucidez, de aquellos que—sobre todo Alberdi y Sarmiento— fueron capaces, €n circunstancias precisas, de pensar con amarga lucidez un poco mis all4 de su horizonte social. Pero Peta, que era un lector atento de Hegel, sabia Aue nadie puede saltar sobre su propio tiempo, del mismo modo que wail €S capaz de saltar sobre su propia sombra. En su narrativa histérica no abundan, pues, los nombres propios ni adquieren particular espesor los partidos politicos y sus rivalidades. Unos y ros Son remitidos a las fuerzas sociales en que se sosticnen. El éxito o e' fracaso de los caudillos y de las facciones politicas son expresién de la capacidad de la fuerza social que expresan en construir una hegemonia sobrel el conjunto de la sociedad de su tiempo con vistas a constituir un nuevo orden social nacional. Se ha observado que la interpretacién histérica de Petia ha tendido 4 reducir los conflictos sociales a su ultima ratioeconémica. En efecto, Pera’ quiere no s6lo poner en practica, sino llevar a su maxima expresién el mé- todo postulado por Marx cuando sostiene que el historiador no juzga a las. épocas 0 a los actores histéricos a partir de su propia conciencia, sino que interpreta estas formas de conciencia social (esto es, las ideologias) a partir de las contradicciones de la vida material. Y consecuente con dicho método entiende que el proceso social de produccién de ta vida material adopta una forma antagénica, “no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los in- dividuos”, un antagonismo que sin agotarse en el conflicto de clases, en- cuentra en él su forma fundamental de manifestaci6n. Sin embargo, no es lo mismo remitir el sentido dltimo de los conflictos sociales a las formas lcontradictorias que asume la produccién social, que reducir los conflictos politicos a conflictos econémicos. Esto es, en suma, lo que distingue al mé- todo marxiano de la critica, del reduccionismo econémico propio del mar- xismo vulgar. La interpretaci6n histérica de Peta busca ajustarse al primero, y esto ya es claro en su lectura de los sucesos de Mayo. E] marxismo vulgar, ante estos sucesos, acepté de la historiografia liberal (y de la propia época que buscé pensarsea si misma como ruptura revolucionaria) el significado de que se trataba de una “revolucién”. Sélo buscé “profundizar” este diag- néstico “afiadiéndole” la dimensién econdmica, o bien, remitiéndoloa un conflicto entre relaciones de producci6n y fuerzas productivas, entre un orden colonial que frenaba el desarrollo econémico y el nuevo orden que inaugura el librecambio, entre antiguas clases feudales y nuevas clases bur- guesas... Pefia no parte de un esquema histérico a priori donde se puedan insertar hechos asimilables, sino de una.concepcién de la historia donde ésta se halla sujeta a desa wales, a div dela gravitacion desirtectifa de la historia argentina esti en la tiqueza de su concepcién. De otro moda, la suya hubiese sido una mis de entre todas las lecturas economicistas de la historia argentina que proliferaron entonces y hubiese corrido la misma suerte. Pena no busc6, pues, como lo hizo el marxismo vulgar, las “raices eco- némicas” de la Revolucién de Mayo. Sometié a discusién el hecho de que se tratase de una revolucién social, asimilable al ciclo de las revoluciones 3- Oscar Tern, Nuestros attos sesentas, Buenos Aires, Puntosur, 1991, pigs. 239-240. burguesas. Lejos de “reducir” los acontecimientos politicos de Mayoa una ultima ratio econémica, buscé entenderlos en su especificidad: eldeuna lucha i ta por el poder entre los sectores sociales domi- nantes del orde jientras el conjunto de la historiografia argentina, a emite el conjunto del proceso ala lucha entre mono- istas y librecambistas, para Pefia ésta es una contradiccién real pero sub- ordinadaa una contradiccién de orden politico: “Quién habia de gobernar en América: si los burécratas enviados por Madrid o representantes directos de las oligarquias locales” (Pefia, Antes de Mayo). Una vida breve, una obra perdurable Nuestro autor redact6 su Historia del Pueblo Argentino independiente- mente de cualquier espacio académico, siendo apenas un joven que rondaba los veinticinco afios. En su breve vida (se suicidé a los treinta y dos afios), apenas si alcanzé a publicar tres capitulos de su obra en sus propias revistas, y en los tres casos escondiendo su identidad bajo diversos seudénimos. Enseguida de su muerte en 1965, sus amigos fueron dando a conocer su obra inédita. Poco tiempo después, en la década de 1970 y 1980, sin que nadie supiera muy bien quién habia sido Milciades Pefta, sus escritos co- menzaron a ser citados por autores académicos del pais e incluso del exte- tior. Por citar algunos ejemplos, tanto Oscar Oszlak como Waldo Ansaldi recurrieron al concepto de “suboligarquia financiera” para pensar el juego de las facciones interburguesas en el proceso de formacién del Estado ar- gentino como de una clase dominante a nivel nacional.‘ El britinico David Rock reconocié en El radicalismo argentino sus deudas con “una serie de Penetrantes intuiciones” avanzadas por Peria.S Tanto Carlos Fayt como Alberto Ciria citaban las tesis de Peria cuando recapitulaban las interpre- taciones acerca del peronismo.£ Por su parte, Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, en sus influyentes Estudios sobre los origenes del peronismo, al decir de Luis Alberto Romero, “reformulaban y ampliaban las originales tesis de Milciades Pefia, un panfletista de notables intuiciones historiogra- 4. Waldo Ansaldi, “Notas sobre la formacién de la burguesia argentina, 1780-1880", en E. Florescano {coord,), Origenes y desarrollo de Ia burguesta en América Latina, 1700-1955, México, Nueva Imagen, 198s; Oscar Oszlak, La formacién del Estado argen- Gno, Buenos Aires, E. de Belgrano, 1982, especialmente pigs. 22-23 y 25. S- David Rock, EI radicalismo argentino. 1890-1930, Buenos Aires, Amorrorcu, 1977, apendice 2, pig. 264 y ss, 6, Carlos Faye, la naturaleza del peronismo, Buenos Aites, Vitacocha, 1967; Alberto Tia, Perén y el justiciatismo, Buenos Aires, Siglo XXL, 1971. ficas”? El propio Romero, en su libro escrito junto con Alejandro Rofman, acude reiteradamente a la obra de Pefia.® Y Peter Waldmann cita abundan. temente a los ignotos Gustavo Polit y Alfredo Parera Dennis —seudénimos de Pefia— en su obra El peronismo. 1943-1955." Por su parte, cuando Tulio Halperin Donghi cuestionaba, en José Hernéndez y sus mundos, la invenci6n, por parte de revisionistas e izquier- distas, “de una biografia de noble paladin de causas que sabe perdidas” para el autor de Martin Fierro, no dejé de sefialar que “Milciades Pena formulé sobre el tema una requisitoria no carente de perspicacia, y recientemente José Pablo Feinmann vino a reiterarla en lo sustancial, aunque esta vez en tono mis melancélico que colérico”. Feinmann, por su parte, no s6lo reconocié finalmente su deuda con las tesis de Pefia sobre el Martin Fierro, sino que ¢s- cogié las tesis de su antagonista, el antiperonista Peria, para iniciarnada menos que su obra EI Peronismo. Filosofia politica de una obstinacién argentina: “La mejor, la més impecable interpretaci6n que el marxismo argentino ofrecié del peronismo surgié de la pluma de Milciades Peja. [...] Fue un hombre de una inteligencia luminosa. Si, sobre todo, entendemos inteligencia en tanto Tigor para seguir una teoria y aplicarla. Por medio —y esto es muy importan- te— de una escritura gil, lGcida, irénica, precisa, rigurosa”." Asimismo, toda la obra sobre industrializacié6n y clases dominantes llevada a cabo por Jorge Schvarzer, como é] mismo lo reconociera, no fue sino la prolongacién del programa trazado por Pefia,"* mientras que las tesis de Jorge Sabato sobre la clase dominante argentina como una burguesia 7-Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, Estudios sobre los orfgenes del peronismo/1, Buenos Aires, Siglo XX1, 1971; Luis Alberto Romero, “La historiografia: de la historia social al revisionismo”, en Todo es historia, n° 280, octubre 1990, pig. 55. 8. Alejandro A. Rofman y Luis A. Romero, Sistema socioeconémico y estructura regional en Ia Argentina, Buenos Aires, Amorrortu, 1973. 9. Peter Waldmann, El peronismo. 1943-1955, Buenos Aires, Sudamericana, 1981, pigs. 190-193. 10, Tulio Halperin Donghi, josé Herndndez y sus mundos, Buenos Aires, Sudamericana / Instituto Di Tella, 1985, pag. 94. 11. José Pablo Feinmann, “Primera Parte: 3. Hacia el primer gobierno de Perén”, en Peronismo. Filosofia politica de una obstinacién argentina, suplemento especial de Pigina/12, 9 de diciembre de 2007, pig. 4. Setiala Feinmann a continuacién: “Lo elijo para ejemplificar una perfecta interpretacién marxista del peronismo. Habri acuerdos odesacuerdos, pero es el primer texto del que me ocupo. Esti Ileno de libros que diversos periodistas han escrito o escriben sobre el peronismo. Ninguno arana el rigor de Petia. Nada mis saludable que encontrar alguien sélido con quien discutir. Eso fue y es Pena para mf: un contrincante de lujo. Y muchas veces un aliado”, 12, Jorge Schvarzer, “Fichas: balance de una experiencia intelectual”, en El Rodabailo, 1’ §, verano 1996/1997, pigs. 50-51. mantienen con el autor de Historia del Pueblo Argentino inuidad.* Incluso el economista marxista francés Pierre are oreo de la revista parisina Critiques de !Economie Politique, s gus tesis sobre “semiindustrializacién”, han partido de un esquema de sndlisis similar al de la “seudoindustrializaci6n” de Peiia, contraponiendo es modelos de industrializaci6n en los paises centrales a tos procesos lati- noamericanos.’* En tiempos més recientes y mAs all4 del universo acadé- mico, podria decirse que, desde el titulo mismo (Los mitos de la historia argentina), los libros de divulgacién histérica de Felipe Pigna guardan tam- bién una considerable deuda con la obra de Peria.'s multiimplantada, eQuién era, entonces, este joven de veintitantos afios que en su vida breve e intensa llegé a pensar Ja historia argentina con tanta lucidez y con tanta erudicién? Milciades Viriato Pefia habia nacido en la ciudad bonae- rense de La Plata un 12 de mayo de 1933, el menor de cuatro hermanos, en el seno de una familia de clase media, de Viriato Milciades Peria y Leticia Asta Ferrero. A causa de los trastornos psiquicos de su madre, fue criado por sus tios José Pedro de Sagastizdbal, bibliotecario, ¢ {tala Asta Ferrero, maestra. Cursé sus estudios primarios en la escuela anexa al Colegio Nacional de La Plata e inicié los secundarios en dicho colegio. Con su com- paitero de aula José Daniel Speroni ingresé a mediados de la década de 1940 alas Juventudes Socialistas de La Plata. Poco después, hacia 1947, un sector disidente de las Juventudes Socialistas —del que formaban parte Angel A. Bengochea, Horacio Lagar, Saal Hecker, Mirta Henault, Alberto Pla, Oscar Valdovinos, entre otros— ingresé al Grupo Obrero Marxista (GOM), de orientacién trotskista, que lideraba Nahuel Moreno. Durante estos primeros cinco aiios de vida partidaria, Pefia encontré en el grupo morenista un es- timulo y un espacio para el estudio militante de la historia y laeconomia argentinas y americanas. Sumergido en estos estudios y en la redaccién de Sus primeros articulos en el periédico partidario Frente Proletario tras el seudénimo de Hermes Radio, abandoné el bachillerato. Tiene apenas die- ciséis afios cuando en diciembre de 1948 es uno de los veintitn delegados .. Jorge F. Sabato, La clase dominante en la Argentina moderna. Formacién y caracte- Tisticas hg79], Buenos Aires, CISEA, 1988, 14. Pierre Salama, El proceso de subdesarrollo, México, ERA, 1972. 15.En eh marxismo olvidado (ob. cit.). sin desconocer la deuda de Peta con el trotskismo whorenista, Nos propusimos mostrar que su obra habia excedido ampliamente ese uni- ‘ Tso. Recientemente, otra evaluacién politico-historiogrifica reenvia a Peiia a dicho iniverso: Omar Acha, “Milciades Pena y el proyecto de una historia trotskista”, en Tistoria ‘critica de fa historiografix argentina. Vol. I: Las izquierdas en el siglo XX, Buenos res, Prometeo, 2009. que participan del congreso partidario a través del cual el GOM se transfor- maen Partido Obrero Revolucionario (POR). Es elegido entonces miembro del Comité Central. Participé activamente en tareas de formacién partidaria, dictando, por ejemplo, en 1951, un curso de lectura de Ef Capital de Marx. En el contexto de una abrumadora hegemonia del peronismo sobre el movimiento obrero, es ardua la insercién para la pequetia organizacién, que para peor rivaliza con otras corrientes que se reclaman trotskistas (la que lidera Jorge Abelardo Ramos y la que inspira Posadas, entre otras). En su afanosa bdsqueda de insercién obrera, el grupo morenista reorienta las energias, puestas hasta entonces en las lecturas histéricas y tedéricas, en la militancia fabril. Es asi que hacia 1952 Pefia toma distancia de la organizacién morenista luego de que ésta le exigiera su “proletarizaci6n”. Comienzaasi un lustro de idas y vueltas entre el compromiso organiza- tivo y laentrega al estudio y la escritura. A inicios de 1950 colabora estrecha- mente con Silvio Frondizi en la elaboraci6n de algunos capitulos de su obra La Realidad Argentina (1955-1956), pero poco después lanza contra él un po- lémico texto de ruptura® y retoma sus vinculos partidarios con Moreno. Hacia 19§4 es convocado por esta organizacién para colaborar en la edicién del pe- tidédico La Verdad, que edita la corriente morenista mientras funciona como fracci6én interna del Partido Socialista de la Revolucién Nacional. Desde este peridédico, Moreno y Pefia escribiran una serie de articulos en que resisten las. tentativas civico-militares que desembocarn en el golpe de septiembre de 1955 y llaman desde entonces ala resistencia. Dos afios después Pefia recapi- tulard esta experiencia en el folleto “sQuiénes supieron luchar contra la ‘re- volucién libertadora’ antes del 16 de septiembre de 1955?” (1957). Entre 1955 y 1957 se concentra en la elaboracién de dos obras de largo aliento: por una parte, un andlisis marxista de la formacién social argentina, su estructura de clases y su peculiar desarrollo industrial; por otra, una his- toria argentina de inspiraci6n materialista que comenzaba con la colonizaci6n espajiola y conclufa en el golpe militar de 195. Pero en 1957, mientras la co- rriente morenista inicia una experiencia “entrista” en el peronismo, Pefia y Moreno acuerdan en la edicién de una revista teérica marxista, indepen- diene y abierta a otras corrientes, que se lamar Estrategia de la liberaci6n nacional y social (1957-1958). Pefia obtiene colaboraciones de figuras det marxismo argentino como Silvio Frondizi, Rodolfo Puiggrés, Luis Franco, Carlos Astrada y Enrique Rivera. Publica alli algunos tramos de sus estudios sobre la industrializaci6n, el imperialismo y la clase dominante argentina, y mantiene desde sus piginas una fuerte polémica con Jorge A. Ramos. 16. Hermes Radio, “Profesores y revolucionarios. Un trotskista ortodoxo responde al Profesor Silvio Frondizi”, Buenos Aires, mimeo, 1956. En 1958, distanciado de Palabra Obrera, nombre que habia adoptado lacorriente morenista, dicta en la Facultad de Ingenieria un curso entonces © . . . | Movimni de Accié de iniciacién marxista apedido de los jévenes del lovirniento de Accién Reformista. Al aio siguiente acomparia a su amigo Speroni al frente de la llamada “fraccién sindical” que rompe con Palabra Obrera y colabora es- trechamente en la aparicién de su revista Liberaci6n nacional y social (1960- 1961). En las paginas de esta revista polemiza sobre el significado del 17 de Octubre de 1945, sefialando queen esa jornada los trabajadores no se habian movilizado como clase, ni habian empleado métodos revolucionarios, ni se habian conducido con una direccién propia, sino “sirviendo de masa de maniobra disciplinada y obediente a los generales, los burécratas, los poli- ticos burgueses, los curas y los jefes de policia que arreglaban sus cuentas con otros generales y otros politicos”. En 1963 acompaiia también el relanzamiento de la publicacién de Speroni, ahora con el nombre de Revista de la Liberacidn (1963-1964). Aqui publica, con el seud6nimo de José Golan, sus “16 tesis sobre Cuba” (1964), donde discute con las tesis de Nahuel Moreno sobre las proyecciones de la revolucién cubana sobre toda Latinoamérica. Por entonces traduce dos vo- lamenes de Obras Escogidas del marxista disidente francés Henri Lefebvre para la editorial Peita Lillo y varios volamenes de psicologia y psiquiatria para la editorial Paidés. En 1963 lanza, con el apoyo de un equipo integrado, entre otros, por Luis Franco y los jévenes estudiantes de ingenieria del curso de 1958 (entre los que se destaca Jorge Schvarzer como su discipulo mas aventajado) la re- vista Fichas de investigacién econémica y social (1964-1966), una de las publicaciones emblemiticas de la nueva izquierda de la década de 1960. Publica aqui traducciones de autores marxistas heterodoxos como C. Wright Mills, Henri Lefebvre e Isaac Deutscher, y avanza otros tramos de sus libros inéditos, desarrollando originales tesis sobre problemas tales como la in- dustrializacién argentina y el capital imperialista, la clase obrera y el pero- nismo, o los vinculos entre burguesia terrateniente y burguesia industrial argentinas, bajo los seudénimos de Gustavo Polit, Victor Testa y Alfredo Parera Dennis. Polemiza desde sus paginas con Gino Germani y, sobre todo, en.una serie de articulos, con las tesis de Jorge A. Ramos, que postumamente constituirén el libro Industria, burguesfa industrial y liberacién nacional {1974). Simultaneamente, deja La Plata para instalarse en Buenos Aires con Su mujer, Regina Rosen y sus dos pequerios hijos, creando en esta ciudad una de las primeras agencias de investigacién de mercados del pais. Fichas alcanza cierta repercusién y laagencia recibe sus primeros clientes, pero Peiia, que ha vivido una nifez problematica, mareada por la enfermedad de su madre, una confusa adopcién, sucesivas enfermedades infantiles (asma, falso cup), sobrelleva su equilibrio emocional con serias dificultades, Finalmente, luego de varios intentos de suicidio, se quita la vida, a través de la ingesti6n de pastillas, la noche del 29 de diciembre de 1965 en su es. tudio de la calle Suipacha, En una nota a sus amigos pidié que no se inter. prete su suicidio como una claudicacién politica. El equipo editor de Fichas Tesuelve publicar después de su muerte tres nimeros mis de la revista, hasta las postrimerias del golpe militar de 1966. Quedaban inéditos sobre su mesa de trabajo dos libros, de los cuales s6lo habia alcanzado a publicar algunos tramos en sus revistas: por una parte, El imperialismo y la industrializaci6n de los paises atrasados y, por otra, Historia del Pueblo Argentino. Deudas personales, polfticas, intelectuales De este itinerario se pueden inferir algunas de las influencias politico-in- telectuales que atraviesan su obra. En primer lugar, la militancia en el trotskismo morenista lo introdujo en el universo de la teoria marxista y de los debates politico-historiograficos. Pero la avidez intelectual de Petia, su conocimiento de lenguas modernas (inglés, francés, italiano) y su ca- pacidad de lectura critica, heterodoxa, lo convirtieron en un marxista que a los veinticineo afios habia aventajado ampliamente a su maestro.” No s6lo to habia aventajado en su concepcién histérica sino incluso en el es- tilo; es visible en Historia del Pueblo Argentino de Peiia la impronta de El XVIII Brumario de Luis Bonaparte de Marx y de Historia de la Revolucién Rusa de Trotsky. En segundo lugar, fue decisivo el encuentro con dos figuras de la gene- racién marxista anterior: Silvio Frondizi y Luis Franco. Con Frondizi, como con Moreno, mantuvo una relaci6én tensa, con periodos de acercamiento y owos de distancia. Con Franco, en cambio, logré construir una amistad du- radera. Aunque seguramente jug6 para Peria como una suerte de figura pa- terna, se articularon como verdaderos pares intelectuales, Llegaron a escribir en forma conjunta una Historia argentina para la editorial chilena Zigzag que lamentablemente qued6 inédita, y cuyos originales se han perdido. En cierto modo, la primera respuesta desde la izquierda marxistaa laavalancha nacionalista sobre la historia argentina provino de la pluma de Luis Franco. Su enjundioso libro Ef otro Rosas habia aparecido por primera vez en 1945, 37. Para una comparacién entre su curso de introduccién al marxismo de 1958 con el que por la misma época dictaba Moreno, ver Horacio Tarcus, “Estudio introductorio” 2 Milclades Pera en Introduccién al pensamiento de Marx, Buenos Aires, E) Cielo pot Asalto, 2000. cruce de las obras de Gilvez y de Ibarguren, y que irénicamente ic6 como la “novisima Restauraci6n”. Recuperando el Alberdi péstumos, Franco comenzé a desbrozar el camino que luego de hacer historia a través de la critica historiogréfica, cues- . mitos liberales como los mitos nacionalistas en torno a tionando ano protocriollo”, “el mito del tutor de gauchos”, “el mito ac nificador federal”, “el mito del defensor ae la patria”... 4 iio Alberdi y se deberia aiiadir ahora a Sarmiento como dos autores cave ca in coneepeién hist6rica de Pefia, sobre todo aquellos tramos del Sarmiento tardio desencontrado con la oligarquia y el Alberdi andmitrista dela Confederacion y critico de la Guerra del Paraguay. La deuda de Pefiacon ese Alberdi lacido, mordaz y desencantado de los Péstumos es decisiva, al punto que podria afirmarse que, en lo que hace al siglo XIX, ta obra Historia del Pueblo Argentino es una lectura marxista de Juan Bautista Alberdi. Del pensamiento marxista surgido en nuestro continente, Pefta reco- noce el precedente de 7 ensayos de interpretacién de la realidad peruana (1928) del peruano José Carlos Mariategui, como el “producto de un intento de pionero, honesto, pero rudimentario, de interpretar la historia latinoa- mericana con criterio marxista’. También retoma algunas ideas de otro joven trotskista que brillé brevernente en la generacién anterior, Antonio Gallo.” Pero nuestro autor no se ha limitado al universo marxista, sino que ha sido un lector aventajado de una abundante biblioteca académica. Por una parte, leyé con provecho la obra de los liberales criticos de la historio- grafia oficial (Juan Alvarez, Adolfo Saldias, David Penta y, como se dijo, Juan Bautista Alberdi). En segundo lugar, se nutrié de las investigaciones pro- venientes del campo profesional local, sobre todo de autores como Emilio Coni, Horacio Giberti, Adolfo Dorfman, Sergio Baga, entre muchos otros. Finalmente, aproveché la labor de investigadores ingleses y americanos (Miron Burgin, S.G. Hanson, Ralph W. Hidy, Leland Jenks, C.K. Webster) asi como se nutrié de fuentes britinicas (libros de viajeros, investigaciones sobre flujos internacionales de capital, revistas econédmico-financieras, etcétera), no siempre de facil acceso en nuestro medio. Una obra clave en la interpretacién de Peria de la historia argentina del siglo XX la constituye Augencine Riddle (194.4), del empresario e investigador de origen argentino de le hN ety gostén primero en Alemania y luego en los Estados Unidos rankfurt. saliendoal Franco califi de los Escritos retomaria Pefia 8. . . 8 Antonio Gallo, Sobre ef movimiento de Septiembre. Ensayo de interpretacién mar- ist, Buenos Aires, s/e, 1933. ape ltentrada Well, Flix,en Horacio Tarcus, Diccionario biogzSfico del ioquicrds ina. De los anarquistasala “nueva izquierda”. Buenos Aires, Emecé, 2007. Gltimas décadas (la “historia desde abajo”, los estudios subalternos, la pers- pectiva decolonial) podria reprochirsele a Pefia una visién de la historia centrada en la dinamica de las clases dominantes. Ciertamente, como todo marxista de formacién clasica, Pefia no ve en los sectores populares urbanos de Mayo de 1810, en la soldadesca de los ejércitos libertadores, en los pai- sanos de las montoneras, en el gauchaje rebelde ni en el proletariado pero- nista sino sujetos heter6nomos. Como el Marx de E/ XVIII Brumario, = Desde el punto de vista de la renovacié6n historiografica acaecida en las | ha puesto el foco en la conformacién de la clase dominante argentina, su dindmica, sus facciones, sus metamorfosis. En todo caso, es necesario des- tacar que su representacién de la clase dominante argentina no es, comoen buena parte de la historiografia de izquierda, ese conjunto oscuro e inde- terminado donde todos los gatos son pardos (“la oligarquia”, “la burguesia”, “el gobierno”, “el régimen”, “el Estado”, “los de arriba”, “el Poder”, etcétera): lo original de su perspectiva reside en que no sélo llevé a cabo un esfuerzo sistematico de conceptualizacién acerca de la clase dominante, sus fraccio- hes, sus organizaciones corporativas, su accién politica y su relacién con el Estado, sino que, ademis, fue uno de los primeros investigadores en estudiar minuciosamente a esta clase a partir de las fuentes primarias producidas por ella misma a través de sus instituciones, desde las corporativas hasta la cumbre misma del Estado, pasando por las diversas instancias estatales. Es asi que el lector de Historia del Pueblo Argentino se encontraré a lo largo de su lectura con testimonios extraidos de los Anales de fa Sociedad Rural Argentina o de Boletines de la Unién Industrial, informes de comisiones investigadoras, debates parlamentarios y alocuciones presidenciales. El caracter de obra erudita, las frecuentes apelaciones a cuestiones teéricas, la interrupcién del hilo narrativo con tramos argumentativos, no pesaron sin embargo gravosamente sobre la fluidez de la escritura. Entre una cita bibliogrfica y otra, Pefia es capaz de cultivar un estilo dgil, nervioso, incisive. Su critica historiografica es siempre mordaz y a menudo desopi- lante, como cuando se refiere al “cinismo ensotanado de un catélico como Sierra”; oa la tesis de Puigbé sobre la conquista de América (“Pretender que la explotacién a sangre y fuego de los indios fue una obra piadosa para in- corporar pueblos a la religion catélica y nada parecida a los crimenes que cometian los protestantes, ser4 una teoria que podré convencer a las sefio- Titas de la Universidad de! Salvador, pero de ninguna manera al mis timido bicho pensante”); oa Mitre, “una especie de Napoleén de municipio, de Deméstenes con chambergo orillero”; o cuando consigna, después de una cita de Ramos sobre Roca como jefe de la burguesia revolucionaria argentina: “Puede, desde luego, ponerse en tela de juicio la estabilidad mental de quien esto escribe, pero no de sus dotes humoristicas”.

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